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Con breves trazos biográficos sobre el Pensador Mexicano, Warnerempieza la obra hablando de I~sproducciones de Fernández de LIzardi a quien finalmente, reconocetambién "como predecesor del romanticismo mexicano con su novela Noches Tristes y D·ía Alegre".
Dedica después un capítulo a lanovela romántica de mediados delsiglo XIX, donde se ve aparecer El
fistol del Diablo, de. Payno, comoel principio de este tipo de novelas.Habla ahí de Justo Sierra O'Reil1y,de Orozco y Berra (Fernando), deFlorencio María del Castillo, etc.En el capítulo sobre "Novela his-'tórica después de la Intervención",trata, entre otros a Juan A. Mateas y Vicente Riva Palacio. Señala la época muy importante de lasRevistas Litemrias de M h'jeo P11-
blicadas por Altamirano. En el estudio de las dos últimas décadasdel siglo XIX, el autor localiza laculminación del romanticismo y elprincipio del realismo. Y al cruzarpor el período naturalista "granerror literario", escoge la personalidad de Federico Gamboa para decir que sus novelas son tal vez lasmejor estructuradas del siglo.
La figura de José López Portillo
y Rojas es considerada por Warnercomo la última de importancia. ConLa Parcela sitúa a López Portil1oen el papel de precursor de la novela revolucionaria.
"México --dice al final- tienederecho a sentirse orgulloso de unprogreso novelístico que C3 tantomás notable si tenemos en cuentalo sembrado de dificultades e interrupciones que fué su sig\) XIX".
E. L.
A. Reyes y el autor de este at"tículo
Por J. M. GONZALEZ DE MENDOZA
EN SUS
LIBROS RECIENTES
cepcional facultad de síntesis decoml~resión y compendio, que ie espropia: dIce en un párrafo 10 queb~JO otra pluma requeriría una págma, en una frase lo que otro diríaen un párrafo. Y nada falta ni, porsupuesto, sobra en lo que dice,
Los descontentadizos podrán argüir que. no poco de lo recopiladoen esos libros y en los demás deparecida índole son migajas. Concedámoslo; pero son migajas' demesa bien abastada. O mejor aún:hay que aproximarlo a la costumbre seguida en las orfebrerías, cndonde el polvo se recoge cuidadosamente porque está cargado de partículas de metal precioso.
No es difícil encontrar en la obrade A. R, explicaciones indirectasde por qué publica esos lihrosheterogéneos. Nos limitaremos a unpar de ci taso En los perspicaces ensayos que titula F,"agmentos del Arte Poética, reunidos en Ancorajes,aconseja a "quienquiera que seas,poeta o sabio, para quien el arte yla ciencia aparecen como una partemás de la vida, mezcladas en lasexperiencias diarias e inseparablesde ella", que cuando le nregunten:"¿ Qué escribes ahora ?". conteste:"Escribo: eso es todo. Escribo conforme voy viviendo. Escribo comonarte de mi economía ;Iatural. Desl1ués, las cuartillas se clasifican enlibros, imponiéndoles un orden objetivo, imnersoual, artístico, o seaartificial. Pero el trabajo mana demí en un flujo no diferenciado ycontinuo." No es ilícito ver en esaslíneas una confesión. Así aparecenformadas esas polianteas. Atentosiempre a todo cuanto la vida ofrece, actual o oasado, sobre todo reflexiona A. R. y en todo encuentra .miga y substancia. En el prólog0 a'sus Memorias, nublicado en la revista Bohemia Poblana., revela: "Elarte de la exnresión no me apareciócomo un oficio retórico, independiente de la conducta, sino comoun medio para realizar illenamenteel sentido ·humano." Cita que amnlía y completa a la precedente.Entrambas, como se ve, de modoindirecto justifican la publicaciónde aquellos libros.
Los títulos de los de A. R. sonexpresivos siempre, afines con eltexto que amparan. Certero es elde Arbol de pólvora., locución queel Diccionario de la Real AcademiaEsnañola remite a HArbol de fue0"0" definido así: "Armazón de~ladera compuesta de un palo comonie o tl:0nco, y varios listones (enMéxico los denominamos pleonástícamente "varillas de madera")como brazos o ramas, que sostienenlas envolturas de papeles por dondeva distribuída la pólvora para unfuego de los que llaman artificiales". De la pirotecnia tienen algugunos de esos ensavos el estruendo;el colorido y el brillo, todos. Elejemplar con que A. R. obsequió aquien esto escribe lleva dedicatoriaautógrafa, de la que es pertinentecitar el final: "este libro, que representa el paso de la locura porel disco del sol". El portentoso ponde síntesis del insigne escritor condensa en esas cuantas palabras lamejor definición meta'fórica quesea dable dar del contenido de laobra. La metáfora, por supuesto,rebosante de significado, está ahor-
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obra de arte, cómo las ideas originales' las observaciones sagacísimasreciben '~fermosa cobertura".
Es prodigioso de nervio y brío,al par que de elasticidad y elegancia, el estilo de A. R. La riquezade su vocabulario le permite usarsiempre la palabra justa. la másapropiada y llena de sentido. Enocasiones "la monta en fistol", conlo dicen los franceses, o lo queviene a ser lo mismo: la pone entrecomillas porque resume analogíasno percibidas antes o porque C01.'Stituye un hallazgo para enunClarun concepto que solía expresarsecon un vocablo extranjero o mediante una perífrasis. Acaso no leparezca siempre claro al lector, perocúlpese éste a sí mismo, a su cultura insuficiente, y no al autor, queescribe para quienes hayan leídomucho v posean buena memoria,de modo que él no necesite, porejemplo, explicar quien fué Enimetea si menciona a Epimeteo. Claro,c1arísmo es siempre. Mas no siempre, antes al contrario: ra~a. vez,es sencillo, y no por retorCimientoestilístico ni menos aun por complejidad en la exposición de supensamiento, sino a causa de la ex-
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de sucesos actuales, el eco que enuna sensibilidad finísima despiertael impacto de las impresiones y queuna inteligencia lúcida recoge confidelidad v exactitud. No todos esos"disjecti 11,embra" son de la mismaextensión ni de igual importancia,pero sí de óptima calidad: todosenriquecen el espíritu con nocionesacaso antes no percibidas o, si columbradas, no aprendidas por lamente.
En ambos libros bullen las ideas,se indican con novedad y agudezaasnectos de las co,as y de los seres,matices de las relaciones entre éstos y aquéllas. Todas esas páginasofrecen -insistimos- un aprendizaje. Todas son nutricias. Y comodesde su juventud el autor alcanzóla maestría en el manejo del idioma, todas son bellísimas.
Bellísimas: lo portentoso, en laobra de A. R., lo que sobre todola vuelve excepcional es la armonía entre lo que dice y cómo lodice. A darle celebridad pudo bastar lo uno o lo otro, la profundidaddel pensamiento o la galanura delestilo; pero lo más admirable escómo el artista sirve al pensador,cómo encierra noble contenido la
Se ha dicho que la mejor manera de contemplar las montañas esdesde lejos. Estas notas acerca decuatro libros recientes de don AIf'onso Reyes son notas desde lej os,opiniones de "un lector en la calle"-valga la incongruencia-, y enmodo 'alguno crítica de ellos. Puesto que sólo se puede juzgar sinerror 10 qne se domina, para emitir un juicio certero sobre la producción de tan gran escritor senecesitaria ser él mismo, dado quenadie en nuestro medio literario lesupera en amplitud y calidad de .Iaobra. Mas el presente comentano,que se esforzará por ser compre~
sivo, sólo aspira a encauzar haCiaesos volúmenes la atención de alf:;I~~rlectores. En beneficio de és-
En marzo de 1951 A. R. sacó aluz, con el pie de imprenta de .lasedicioncs Te::JOlItle, una recollllación de artíClllos. Añadió algunaspáginas inéditas y el texto de unpar de opúsculos que ya es dificilísillfo encontrar en las libn~rías deocasión. Tituló el libro Aneomjes.Esa voz, en singular, vale por "anclaj e", o sea el lugar donde fondeanlos buques, y el acto mismo deanclar. Los veintinueve ensayos ahíreunidos van desde 1928 a 1951.
No es fácil dar idea del contenido de una miscelánea literaria sinalargar con exceso la reseña. Mencionar solamente algunos de los trabajos que la componen sería ingratitud hacia los demás, que asimismo nos brindaron contento ynos dieron enseñanza. El comentarista, en consecuencia, ha de limitarse a afirmar que no hay páginaalguna de Ancorajes que no contenga ideas sutiles, expresadas enmuy galana forma. Es el libro deun espectador de la vida. Cuenta elautor aventuras de su pensamientoy de su sensibilidad al través o entorno de obras y personas, ideas ycosas. paisajes y enigmas del mundo. Cada uno de esos ensayos escompleto, rotundo; el tema entregócuanto encerraba. No es el volumen un atlas de surgideros para lanave literaria, sino -ya sin metáfora- una serie de certidumbres,de sólidas nociones a las que la inteligencia puede asirse firmemente: ninguna cederá.
En julio de 1952 vió la luzpública M arginalia, primera serie(1946-1951). Su presentación escasi gemela de la de Ancorajes;varían el color de la tinta con (IUeestá impreso el título, la disposiciónde éste, la del nombre del autor yla mención editorial, en el lomo,amén de otras minucias. Los dos libros ostentan, como otros anteriores a los que se hermanan en dimensiones y vestidura, la viñetaque A. R. dibujó antaño para su"correo literario" denominado M onterrey, testimonio durable de amoral suelo natal.
M GI'ginalia es una colección decuarenta y cinco ensayos, los másde ellos artículos, aunque hay cuatro o seis cartas, un. par de discursos y otros tantos prólogos. Les daunidad el estilo. Les da variedad,aparte la de los temas, el tono enque están tratados. No existe ahí,constante e intensa, la atmósferade poesía que impregna a los AncD1'ajes: son reflexiones al margen
Arte romántico. Resurrección de Cristo. Puerta de bronce de la catedralde Hiedisheim.
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rilada al fenómeno astronómico quees el paso del planeta Venus ante'Cl disco solar. No eclipse de la luz:apenas una manchita pasajera enel foco radiante.
Conviene añadir aún otra referencia. En los' ya citados Fragmentos, el cuarto, sobre el Valor delocura, comienza: "Todo lo entendía: estaba loco. La serpi'ente lehabía silbado trés vt'ceS en la boca,y ya ,comprendía el lenguaje de losanimales, las plantas y las piedras.Dotado así de elementos superabundantes, llegaba a conclusionesde! todo inútiles'para los que vivenen una zona más limitada de lanaturaleza. A fin de que lo dtjaranen paz, hacía figura de humorista.Sus profecías, sus atisbos y sugestiones trascendentales pasaban porchistes de buena ley.", Esas líneasexplican ciertas modalidades de laobra de A. R., y quien se engolfeen ella con el aventurado propósitode analizarla, ha de tenerlas presentes. Por' supuesto, se aplican aese Arbol de pólvora, donde parecehaber, humorismo; aunque en realidad hay alegría - conceptos, aveces, antagónicos.
Hablar de locura a propósito deArbol de pólvora es, digamos, unaamplificación que hace ver con mayor nitidez el contenido. Propiamente, hay ligeras 'distorsiones enla manera de expresar pensamientos nacidos en aquellos instantesen que la mente se echa a volar sindarse .cuenta, como si ese alejamiento de lo concreto fuese su objeto natural: "Presencia: los sueños sólo". Hay otras páginas enque asoma la fantasmagoría onírica:
EL DUALISMO(Viene de la pág. 7)
canciller Rollin. Pero este rea-,lismo no es el helénico, es radicalmente distinto. También élse deriva de la filosofía de Santo Tomás. "Creo para conocer"dice, en el siglo XI, San Anselmode Laon. No existe el conflictoentre espíritu y naturaleza, entreidea y realidad. El paisaje de VanEyck es intuición del Creadoral través de la naturaleza, alabanza del Creador al través de lacreación. Es, para usar un término de arte moderno, realismomágico.
Indudablemente el Renacimiento es la rebelión del hombremediterráneo contra el ensimismamiento del hombre nórdico.Pero sólo en la idea se trata deun resurgimiento del helenismo.Un verdadero renacimiento dela antigüedad clásica no hubierasido posible, si no por otras razones por la diferente actitudde la época ante la naturaleza.A la naturaleza concebida comoencarnación qe la idea, el Renacimiento opone una concepción de la naturaleza basada enel conocimiento de los fenómenos y hechos, en la experienciay en el experimento. No le interesa la idea de la naturaleza sinolas fuerzas muy concretas, queactúan en ella. Así pone los cimientos de las modernas ciencias naturales; así crea los supuestos de toda una serie de inyentlOs 'técnicos. Esta actlitud
Hay también algunas' salpimentadasocurrencias. Hay tres o cuatro recuerdos de infancia en los que elensueño deja caer una gota deirrealidad, mejor dicho: de realida.dlevemente deformada. Hay una mItología personal, ciertos atisbos del'misterio, de todo aquello mal conocido, al borde de la conciencia, quese exterioriza y configura en la'concepción mental de entelequias yduendes: "La realidad en siesta --osea como se la ve con los ojos entrecerrados, cuando el vino del sueño y el agua de la vigilia se mezclan- da siempre mitos". Ahí, lafantasía agrupa a mister Pittiflauts,a la Retro, al Holandés de las Botas, y, más cerca de la humildehumanidad, a Obrigadiña, a Tijerina. En fin, hay El canto del Halibut -véase esta palabra en cualquier diccionario inglés-español-,poema burlesco analizado con método crítico, ni más ni menos quesi fuese un texto arcaico. Aquí yallá los poemitas de "agilidades ingeniosas" irrumpen en medio de laprosa, y ésta, a menudo; se tornaalígera.
Mucho más accesibles para "ellector en la calle" son las Memoriasde cocina y bodega. Pasma que lamisma pluma que escribió el portentoso Deslinde haya trazado esosamenos comentarios acerca de labuena' mesa; pero bastará recordarle, a quien pusiere reparos, lafábula de Fedro (m, 13) en la queEsopo, al ateniense que de él sereía al verle jugar a las nueces conmuchachos -ludentem nucibus inturba puerorum-, púsole por ejemplo e! arco: si está siempre tenso,
rige también la creación artística. No sólo se trata del "descubrimiento de la naturaleza",como dice Burckhardt. Lo esen'cial es algo distinto: se cientificiza el arte, a la visión y la ima-
acaba por perder la elasticidad yaun por quebrarse. Hay que distender el arco. Hay que juguetear aveces. Juego son esas NIenlOrias enque el escritor ilustre, docto en lasmás variadas disciplinas, reseñ:lcuanto sabe del buen beber y delmejor yantar. ¿A qué lector, si nofuere dispéptico, puede sOl1'lrle extraña la loa de! arte coquinario?El ojo requiere educaci6n paraapreciar las artes plásticas, y, paragustar de la buena música, el oído;mas no hay ser humano que desdela infancia no esté capacitado parasaborear los manjares.
Muchos meridianos cruzG A. R.en largos viajes; bajo paralelosmuy distantes ha vivido, y, curiosocomo Terencio de cuanto a nuestros semejantes concierne, ha llevado su curiosidad hasta la bodega yla cocina, y ha apreciado vituallasy bebidas como buen catador, ex-,perta en discernir matices de condimento y finuras de aroma. ¿Gula?No: deseo de saber por experienciapropia y, como suele decirs~, "queno le cuenten a uno". No es e! libro,por supuesto, un tratado de gastrono'mía aunque a la postre resultaque nada apetitoso queda en olvido.Menos aun es un recetario. Sonesas páginas lo que el título promete: impresiones -"la cocina, dice el autor en La casa del grillo,es arte impresionista"- de gastronomía en México y en varios países de Europa y de nuestro hemisferio, disertaciones en tono animado y cordial sobre aquellas inocentes voluptuosidades. Hay páginassobre el reverendo soconusco y e!
ginaclOn la sustituye el conocImiento científico.
Para aumentar la naturalidadla perspectiva lineal (Masaccio),aún profundizada por Leonardomediante el descubrimiento de
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estimulante café. Las hay sobre latriste alimentación a base de píldoras y comprimidos. Hácese el escrutinio de la literatura culinaria.La erudición trae a cuento gustosascitas de autores del Siglo de Oro.En fin, la Historia ayuda a reivindicar para los legítimos inventoresla prioridad en la elaboración deciertos manjares; así la salsa mahonesa, mal llamada "mayonesa",el hojaldre, el consumado o "consommé", que son de invención hispánica, aunque por franceses pasaban.
Huelga añadir que no hay vulgarsensualidad, en e! tomito: con palabras de! autor en su brillante ensayo sobre Mallarmé, puede elecirseque esos Descansos, como denomina a los capítulos, son "victoria dela frente sobre la entraña".
Lo mexicano satura las páginasele esos cuatro libros, aun cuandoel tema ele algunas parezca alejaelo de lo nuestro. Y es que en laobra de A. R. e! sentimiento de louniversal se alía siempre a la presencia de México, sea que cosas,mexicanás le sirvan de término decomparación, sea que algún pormenor le avive el recuerdo ele ellas.Más aún: estamos por decir quelo mexicano es en su vasta y variadísima producción la fuerza motriz. Ha de tenerse presente quelo que da carácter a una obra dearte, lo que la sitúa en la culturade un país, no es tanto el tema queel 'autor elige y desarrolla, cuantola sensibilidad que externa al hacerlo. Y mexicana, mexicanísimaes la sensibilidad de don AlfonsoReyes.
la perspectiva aérea. De Pollajuelo cuentan los escritores contemporáneos en son de elogio quefué el primero en practicar laautopsia de cadáveres humanospara fines artísticos. La anatomía se convierte en base y fundamento cada vez más indispensable del estudio del arte. Esteespíritu profano y científico seapodera también del arte religioso. Los cuadros de temas piadosos no son sino fiestas -fiestas altamente terrenales- paralos ojos. Savonarola se dirige ensus prédicas contra esta corrientede mundaneidad y, muyespecialmente, contra Fra Filippo Lippi,autor de una "Coronación dela Virgen" en que ésta aparecerodeada de un grupo de damitasvestidas a la moda del día. DiceSavonarola: "Vosotros los artistas cometéis un pecado horriblepintando a ésta y aquélla en losmuros de la iglesia, de suerteque en la calle se puede decir:ésta es Santa Magdalena y ésees San Juan y ésa, la SantísimaVirgen. .. Vestís y adornáis aNuestra Señora como a vuestrascortesanas y le dais los rasgos devuestra amante ...". Uno de losque escuchan a Savonarola esMiguel Angel.
El dualismo en la creaciónartística europea no ha desaparecido. Lo que cambia son losnombres: barroco contra Renacimiento, romanticismo contraneoclasicismo, expresionismo contra impresionismo ...
(Traducción de Mariana Frenk)