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Obras de martin lutero volume 1

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DISPUTACIóN AOERCA DE LA DETERMINACIóN DEL VALOR DE LAS INDULGECIAS (LAS 95 TESIS) LA INDULGENCIA Y LA GRACIA LA DISPUTACIóN DE HEIDELBERG DISPUTACIóN Y DEFENSA DE FRAY MARTIN LUTERO CONTRA LAS ACUSACIQNES, DEL DOCTOR JUAN ECK LA DISPUTACIóN DE LIEPZIG -INFORME DE LUTERO A JORGE SPALATIN A LA NOBLEZA DE LA NAClóN ALEMANA ACERCA DEL MEJORAMIENTO-DEL ESTADO CRISTIANO ., . -. LA LIBERTAD CRISTIANA LA CAUTIVIDAD BABILóNICA DE LA IGLESIA. LUTERO EN LA DIETA DE WORMS A TODA LA CLERECíA REUNIDA EN AUGSBURGO PARA LA DIETA DEL AÑO 1530. PREFACIO AL PRIMER TOMO DE LOS ESCRITOS LATINOS

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  • 1. TOMO ILa preparacin de este volumen ha estado a cargo de laFACULTAD LUTERANA DE TEOLOGiA BLA LESK, Rector HEINZ JQACHlM RELO, VicerrectorLa reviswn de la verswn castellana ha estado a cargo deMANUEL VALlEJO DAZ

2. ,~~, LlBERULOBRAS DE 111111~!~J~~~IIIII MARTIN LUTERODISPUTACIN AOERCA DE LA DETERMINACIN DEL VALOR DE LAS INDULGE~CIAS (LAS J5 TESIS) LA INDULGENCIA Y LA GRACIA LA DISPUTACIN DE HEIDELBERG DISPUTACIN Y DEFENSA DE FRAY MARTIN LUTERO CONTRA LAS ACUSACIQNES, DEL DOCTOR JUAN ECK LA DISPUTACIN DE LJ:alvacin de las almas que el dinei'o, i.por qu suspende las cartas e indulgencias ya anteriormente concedidas, si san igualmente eficaces a:;?90.Reprimir estas sagaces argumentos de los laicos slo por la fucrza, sin desvirtuarIas con razones, significa exponer a la IgIesia y:~ Cmssis crassiores, alusin a Marco Licinio Craso (115-53 a.C.), prototipo deI hombre rico. :1:1 Vase tesis 36-37. 'li En las cartas de indulgencias figuraban las siguientes palabras: seme~ in vita et in mortis articulo (una vez en la vida y en el artculo dela muerte). :~:; Mientras se predicaban los jubileos quedaban suspendidas las emsindulgencias. ' 51. 15LAS NOVENTA Y CINCO TESISaI Papa a la burla de sus enemigos y contribuir a la desdicha de los cristianos.91. Por tanto, si las indulgencias se predicasen segn el esprtu y la intencin deI Papa, todas esas objeciones se resolveran con facilidado ms bien, no existiran.92.Que se vayan pues todos aquellos profetas que dicen aI puebIo de Cristo: "Paz, paz"; y no hay paz 36.93.Que prosperen todos aquellos profetas que dicen aI puebIo: "Cruz, cruz" y no hay cruz.94.Es menester exhortar a los cristianos que se esfuercen por seguir a Cristo, su cabeza, a travs de penas, muertes e infierno.95.Y a confiar en que entrarn aI cielo a travs de muchas tribulaciones, antes que por la ilusoria seguridad de paz :n.,lG Jer. 6: 14; Ez. 1::1: 10 y 16. 37 Hch. 14: 22. 52. t'"'"~........zoc::t'"'"("''~ .J'l"!J ....... Z'-l n ~............ ~-..) ~--< t'"'"~c;~n ~......~ 53. INTRODUCClNLa amplia difusin de las 95 tesis haba disgustado a Lutero. Por esta razn, prepar una explicacin nueva de su posicin frente aI sistema de otorgar indulgencias, esta vez con expresiones mejor adaptadas a la comprensin de los laicos y en el idioma vernculo. Dio la forma de un sermn a un tratado de 20 puntos, a la manera de las conferencias populares sobre temas religiosos.Habla primero deI arrepentimiento, de la confesin y satisfaccin (1-13), criticando las doctrinas escolsticas sobre la penitencia (1-5), proponiendo la doctrina bblica (6-8), y subrayando la consagracin total de la vida (9-13). Despus considera los motivos egostas que estimulan el inters dirigido a la adquisicin de las. indulgencias, oponindoles. el amor a Dios. y aI prjimo (14-17) y -aqu estamos. ante la parte ms profunda deI sermn-se atiene fielmente a las bases bblicas (19) defendindose contra la calumnia que lo denuncia como hereje (20).AI comparar el sermn con las 95 tesis, notamos que no se hace ninguna mencin deI Papa, y que adems se destaca con mucha mayor fuerza que nunca la supremaca de la Biblia frente a la teologa y las costumbres de la Iglesia. Lutero comunica su propsito de publicar el Sermn a Cristbal Scheurl de Nuremberg en una carta fechada el 5 de marzo de 1518, diciendo que servir para "suprimir aquellas posiciones tan vagabundas". AI mismo tiempo, Lutero se prepara para la disputacin en Heidelberg y escribe el comentario a las 95 tesis en latn, las Resolutiones, adems de contestar un libro polmico, los Obr1iscos deI Dr. Juan Eck. De palabras alusivas se desprende que Lutero haba ledo tambin la anttesis que Juan Tetzel, el predicador de indulgencias, haba publicado en el mes de enero de 1518, en colaboracin con Conrado Wimpina. Probablemente el Sermn fue distribuido durante la Cuaresma, a fines de marzo, siendo contestado en seguida por Tetzel con una Propositio.La imprenta de Juan Grunenberg en Wittenberg hizo tres ediciones 54. '20 OBRAS DE ~ARTN LUTEROque se conservan en Zwickau y Hamburgo. En total se conocen 20 impresiones diferentes que todava existen en numerosas copias, lo cua~ s prueba deI inters que despertaron.En la edicin crtica de Weimar, el Sermn figura en el Tomo I, pgs. 243-246.RODOLFO OBERMLLER 55. LA INDULGENCIA Y LA GRACIA1517Por el Reverendo Doctor Martn Lutero, agustino de Wittenberg.1. Debis saber que algunos nuevos maestros, tales como el Maestro de Sentencias 1, Santo Toms 2 y sus seguidores, atribuyen a la penitencia tres partes, a saber: la contricin, la confesin y la satisfaccin 3; y si bien esta distincin, segn ellos la establecen, difcilmente se halla,o mejor dicho, de ningn modo fundamentada en las Sagradas Escrituras y en los Santos Doctores cristianos 4, no obstante la admitiremos por ahora y hablaremos aI modo de ellos.2.Afirman que la indulgencia no suprime la primera o la segunda parte; a saber, la contricin o la confesin, sino la tercera, es decir, la satisfaccin.3.La satisfaccin se subdivide luego en tres partes, a saber: oracin, ayuno y limosnas; de modo que la oracin comprende toda clase de obras propias deI alma, tales como leer, meditar, escuchar la Palabra de Dios, predicar, ensefiar, y otras similares. El ayuno inc1uye toda suerte de obras de mortificacin de la carne, a saber: vigilias, trabajo penoso, lecho duro, vestidos toscos, etc. Las limosnas abarcan todo gnero de buenas obras, es decir, obras de caridad y de miseri(' ardia para con el prjimo.4.Para todos ellos no hay duda alguna de que la indulgencia suprime slo las mismas obras de satisfaccin, que tenemos el deber de realizar o que nos fueron impuestas a causa deI pecado, porque si la indulgencia suspendiese todas esas mismas obras, no quedada nada bueno que pudisemos hacer.1 Pedro Lombardo, obispo de Pars. Sus sentencias eran el texto ms difundido de dogmtica en la Edad Media.!! Toms de Aquino, 1226-1274.3 La doctrina de la penitencia distingue: contricin (contritio cordis), confesin (confessio oris) , absolucin (absolutio) , satisfaccin (satisfactio operis). 4 Los Santos Padres, es decir, los escritores de los primeros siglos. 56. 22OBRAS DE ~ARTN LUTERO5.Entre muchos de e110s exista una opinin difundida -an no resuelta-de que la indulgencia anula algo ms que tales buenas obras impuestas, es decir, que suprime tambin las penas que la justicia divina exige por el pecado 5.6.Dejar, por esta vez, dicha opinin sin refutar. Mas esta afirmo: que no puede demostrarse por media de texto alguno que la justicia divina desee o exija cualquier pena o satisfaccin por parte de] pecador, sino solamente la verdadera contricin de su corazn o conversin, con el firme propsito de llevar en adelante la cruz de Cristo, y practicar las obras arriba mencionadas (aun cuando no hubieren sido impuestas por nadie), puesto que as habla Dias por boca de Ezequiel 6: "Si el impo se apartare de todos sus pecados e hiciere justicia, no se le recordar ninguno de sus pecados". As l mismo absolvi a todos: a Mara Magdalena 7, aI paraltico 8, a la mujer adltera 9, etc. Quisiera or de buena gana a quien probase lo contrario, sin tener en cuenta lo que algunos doctores han pensado.7.Suceder que Dias castiga a algunos conforme a su justicia o que mediante penas los impulsa a la contricin, como se dice en el salmo 8810: "Si sus hijos pecaren, castigar con vara sus transgresiones, mas no quitar de e110s mi misericordia". Empero, nadie tiene potestad de remitir estas penas sino slo Dias. De hecho, no quiere quitarlas sino, por e1 contrario, promete que quiere imponerlas.8.Por e110, no se puede dar nombre a esta pena imaginaria; nadie sabe tampoco en qu consiste, si ella no es ese castigo ni aque11as buenas obras, arriba mencionadas.9.Yo afirmo: si la Iglesia Cristiana an hoy resolviera o declarara que la indulgencia suprime ms que las obras de satisfaccin, sera, no obstante, mil veces mejor que ningn cristiano comprara o desease esa indulgencia, sino que prefiriese realizar las obras y sufrir la pena, puesto que la indulgencia no es ni puede llegar a ser otra'cosa, que el descuido de las buenas obras y de las penas saludables, que con ms razn el hombre deberia buscar que abandonar. Es cierto que algunos de los nuevos predicadores inventaron dos clases de penas: medicativas y satisfactorias, es decil', ciertas penas para la satisfaccin y ciertas otras para la correccin. Pero nosotros (iDios sea loado!) tenemos ms libertad para despreciar tales cosas y charlataneras semejantes, de la que poseen e110s para inventarlas; puesto que toda pena y aun todo lo que Dios impone, sirve para enmendar a los cristianos y es beneficioso para ellos.10.De nada vale afirmar que las penas y las obras san demasiado numerosas para que, a causa de la brevedad de su vida, el hombre5 Opinin dc escuela, sobre la cual la Iglesia no ha tomado decisin.6 Ez. 18: 21; 33: 14-16.7 Lc. 8:2.8 Lc. 5: 20.9 Jn. 8:11..10 Cf. Sal. 89: 30-33. 57. 23LA INDULGENCIA Y LA GRACIApueda realizarIas y que por esta razn la indulgencia le es necesaria. Contesto: esta aseveracin no tiene fundamento y es mera fbula, porque Dios y la Santa Iglesia no imponen a nadie ms de lo que puede llevar, como dice tambin San Pablo, que Dias no permitir que nadie sea tentado ms alI de sus fuerzas 11. Gravemente redundara cn oprobio de la cristiandad la acusacin de que elIa impusiese ms de lo que podemos soportar.11.Aunque la penitencia instituida en el derecho cannico estuviese an hoy en vigencia, es decir, que por cada pecado mortal se impusiesen siete anos de penitencia, la cristiandad, no obstante, debera dejar a un lado esas disposiciones y no imponer ms de lo que cada uno pudiese llevar. Puesto que aI presente estas leyes no rigen, con ms razn debemos cuidarnos de no imponer ms de lo que cada cual puede soportar.12.Se dice bien que el pecador, por aquellas penas que an resta ~oportar, debe ser remitido aI purgatorio o a la indulgencia. Pero hay an muchas cosas ms que se afirman sin razn ni pruebas.13.Incurre en grave error aquel que cree poder dar satisfaccin por sus pecados, puesto que Dias los perdona gratuitamente sin cesar por su inestimable gracia, cxigiendo sol~mente que el pecador neve en adelante una vida recta. Es cierto que la cristiandad exige algo. Por tanto, ella puede y debe remitirlo tambin, y no ha de imponer nada difcil o insoportable.14.La indulgencia se autoriza a causa de los cristianos imperfectos y perezosos que no quieren ejercitarse resueltamente en las buenas obras o no quieren sufrir; puesto que la indulgencia no impulsa a nadie a enmendarse, sino que tolera y certifica su imperfeccin. Por elIo, no hay que hablar contra la indulgencia, pera tampoco se debe recomendarIa a nadie.15.Actuara en forma mucho ms segura y mejor aquel que danara algo; simplemente por amor a Dias, para el edificio de San Pablo, o para lo que fuere, en lugar de tomar una indulgencia en canje; porque es peligroso haccr semejante donacin por amor a la indulgencia antes que por amor a Dias.16.Mucho ms vale la obra realizada en beneficio de un indigente que una donacin para dicho edificio; tambin es mucho mejor que la indulgencia que se da en canje; puesto que, como hemos dicho, ms vale realizar una buena obra que descuidar muchas. La indulgencia, sin embargo, es la remisin de un gran nmero de buenas obras, o nada, entonces, es remitido.S, para que yo os instruya debidamente, prestad atencin: ante todo (sin preocuparte deI edificio de San Pedro ni de la indulgencia) debes dar a tu prjimo pobre, si quieres danar algo. Pera si llega e1 momento de que no hubiese nadie en tu ciudad que necesitare ayuda(lo que, si Dias quiere, no suceder jams), entonces, si quieres, dars11 1 Coo 10: 13. 58. 24 OBRAS DE MARTN LUTEROpara las iglesias, los altares, los ornamentos o el cliz que haya en tu pueblo. Y cuando esto ya no haga falta, solamente entonces, si quieres, puedes contribuir para el edificio de San Pedro o para otro fino No obstante, no has de hacerlo a causa de la indulgencia, porque San: Pablo dice: 'lEI que no hace bien a los de su casa no es cristiano y es peor que un infiel" 12. Y para expresar libremente mi pensamiento: cualquiera que te dijere otra cosa te induce a error, o busca ms bien tu alma en tu bolsillo y si en ella hallare cntimos, ella le gustara ms que todas las almas. Si t dices: Entonces jams comprar indulgencia, te contesto: Ya lo he dicho arriba; mi voluntad, mi anhelo, mi ruego y mi consejo son que nadie compre indulgencia. iQue los cristianos perezosos y sonolientos adquieran indulgencia! T, sigue tu camino.17.No hay una orden de comprar indulgencias ni ello se aconseja. EUa pertenece aI nmero de las cosas autorizadas y permitidas y por esto, no es obra de obediencia ni meritoria, sino que constituye una evasin a la obediencia. En consecuencia, si bien no se debe impedir a nadie comprarIa, se debera, no obstante, apartar de ella a todos los cristianos estimulndolos y fortalecindolos para las obras y las penas que, mediante las indulgencias, se remiten.18.Que por la indulgencia se saquen las almas deI purgatorio, no lo s y no lo creo todava, aunque algunos nuevos doctores lo afirmen. Mas no les es posible comprobarlo y la Iglesia an no lo ha decidido. Es mucho mejor que ruegues y obres por las almas, porque es ms eficaz y seguro.19.Acerca de estos puntos no tengo dudas. Estn suficientemente fundados en las Escrituras. Por ello, tampoco vosotros debis dudar. Dejad a los doctores escolsticos ser escolsticos. Todos ellos, con sus opiniones, no bastan para dar autoridad a un sermn.20.Aunque algunos, para quienes la verdad causa un grave perjuicio en cuanto a sus ingresos, me llamen hereje, no doy mucha importancia a tal charlatanera, puesto que lo hacen solamente algunos cerebros obscuros que jams han husmeado la Biblia, ni nunca leyeron a los doctores cristianos ni jams comprendieron a sus propios maestros; ya que, con sus opiniones perforadas de agujeros y en jirones, se hallan cercanos a la descomposicin. Puesto que si hubiesen comprendido, sabran que no pueden vituperar a nadie sin antes escucharle y convencerle de su error. iQue Dios, no obstante, otorgue a elIos y a nosotros un entendimiento recto!Ano 1517.12 1 T. 5: 8. 59. r)~......"'"........~'-'l '............ ....,Oe--.~.....""(").......oZot"rJ::ct"rJ.......ot"rJl'ttlt"rJ:;;o;~ ~ ~ 60. INTRODUCClNLas 95 tesis propuestas por Lutero en octubre de 1517, como base para un debate pblico sobre las indulgencias, causaron revuelo general en el mbito catlico-romano. EI desafo deI doctor de Wittenberg suscit protestas encendidas y acusaciones de hereja. Aunque el debate nunca se concret, los enemigos de Lutero no cejaron en su empeno de acallar la voz deI monje sajn. A tal fin, el Papa Len X o:olicit a Gabriel della Volta, general de los eremitas agustinos, que tomara cartas en el asunto. Este ltimo, a su vez, se dirigi a Juan von Staupitz, vicario de la congregacin alemana de la orden, para que tratara de resolver el problema entre los propios agustinos.En abril de 1518 se celebraba en Heide1berg la convencin trienal deI captulo de la orden y Lutero lleg a la ciudad acompanado de Leonardo Beier, otro fraile agustino. Como era costumbre, se nev a efecto en aquella ocasin una disputacin erudita sobre cuestiones teolgicas. EI Vicario Staupitz encomend a Lutero la preparacin de las tesis correspondientes y la presidencia de la discusin. Aparentemente estaba en el nimo deI Vicario el propsito de poner en contacto a los hermanos de la orden con la nueva teologa evanglica de la Universidad de Wittenberg. Staupitz pidi que no se tocasen cuestiones que suscitaran controversias a fin de evitar en lo posible que se despertara ms animosidad contra Lutero.EI profesor de Wittenberg prepar 28 tesis teolgicas y 12 filosficas. Las primeras trataban deI pecado original, la gracia, el libre albedro y la fe. stas iban dirigidas principalmente contra los occamistas que estaban representados en el auditorio.En las 12 tesis filosficas Lutero concentr su ataque en la metafsica de Aristteles. Aparentemente, ya por esta poca el fraile agustino haba sentido la necesidad dI' liberarse completamente de la metafsica aristotlica a fin de formular ms adecuadamente sus nuevas convicciones evanglicas.Estuvieron presentes en la disputacin frailes y profesores, gente de la corte y personas de la ciudad. Los profesores de Heidelberg, 61. 28 OBRAS DE ~ARTN LUTEROque participaron en el debate, se mostraron amables y respetuosos con Lutero a pesar de no estar de acuerdo con sus ensenanzas. Algunos de los jvenes all presentes se sintieron inspirados por el profesor sajn. Entre stos estaba Martn Bucero, dirigente religioso de Estrasburgo, quien no ocult su admiracin por Lutero. Le impresiona1' on vivamente la firmeza deI agustino en la defensa de las posiciones que sostena, la paciencia para escuchar y la agudeza y brevedad de ~us respuestas, tomadas de la Sagrada Escritura. Bucero afirm que Lutero estaba de acuerdo con Erasmo en sus ensenanzas, pero advierte una diferencia entre ambos: lo que el ltimo slo insina, el primero lo proclama libre y abiertamente.Segn las mejores fuentes, contrariamente a los deseos de los enemigos de Lutero, la reunin de los agustinos de Heidelberg se efectu sin que se hiciera mencin pblica de ninguna medida disciplinaria contra el fraile. La ocasin se prest, ms bien, para que el doctor de Wittenberg presentara en forma ms osada sus ideas sobre justificacin y gracia que haba expresado en ocasiones anteriores.A continuacin encontrar el lector las tesis de Lutero que sirvieJon de base a la disputacin de Heidelberg. La traduccin fue hecha deI texto latino que se encuentra en el Tomo l, pginas 353-374, de la edicin de Weimar.JOS DAVID RODRGUEZ 62. LA DISPUTAClN DE HEIDELBERG 1Conclusiones1510Fray Martn Lutero, maestro de la! sagrada teologa, presidir; Fray Leonardo Beier 2, maestro de artes y de filosofa, responder; en el monasterio de los agustinos de esta ilustre ciudad de Heidelberg, en el lugar de costumbre, el 26 de abril de 1518.TeologaDesconfiando deI todo de nosotros mismos conforme a aquel conseJO deI Espritu: "No estribes en tu prudencia ...":J, ofrecemos humildemente aI juicio de todos los que quisieren estar presentes, las siguientes paradojas teolgicas, para que se vea claramente si han sido bien o mal tomadas deI divino Pablo, vaso e instrumento de Cristo, elegido entre todos, como as de San Agustn 4, su fidelsimo intrprete.1.La ley de Dios, salubrrima doctrina de vida, no puede hacer llegar aI hombre a la justicia, antes bien, se lo impide.2.Mucho menos pueden conducirle, COIl la ayuda de la inspiracin natural, las obras humanas frecuentemente repetidas, como se dice.3.Las obras de los hombres, aun cuando sean siempre esplndidas y parezcan buenas, son, no obstante, con toda probabilidad, pecados mortales.4.Las obras de Dios, aun cuando sean siempre de aspecto deforme y parezcan malas, son, en verdad, mritos eternos.1 EI vocablo "disputacin" es usado segn lo define en su cuarta acepcin el Diccionario de la Academia.2 Leonardo Reiff de Munich.a Pr. 3:5.4 De spiritu et litera. 63. 30OBRAS DE ~ARTN LUTERO5.Las obras de los hombres (hablamos de las que son aparentemente buenas) no son pecados mortales en el sentido de que constituyan crmenes.6.Las obras de Dios (hablamos de las que se realizan por mediadeI hombre) no son mritos en el sentido de que no constituyan pecados.7.L.as obras de los justos seran pecados mortales, si los justos mismos, por un piadoso temor de Dios, no tuvieran miedo de que lo fuesen.8.Con mucha ms razn, las obras humanas son pecados mortales, ya que se realizan sin temor, con una seguridad enganosa y exenta de dudas.9.Afirmar que las obras sin Cristo son sin duda muertas, pero no pecados mortales ", parece constituir un peligroso abandono deI temor de Dios.10.En efecto, resulta dificilsimo comprender cmo una obra puede ser muerta sin ser, aI mismo tiempo, un pecado pernicioso y mortal.11.La soberbia !lO puede evitarse ni puede habr esperanza verdadera, si, ante cada oportunidad en que se obra, no se teme el juicio de condenacin.12.Los pecados son verdaderamente veniales ante Dios, cuando los hombres temen que sean mortales.13.El libre arbitrio no es ms, despus de la cada, que un simple nombre, y en tanto que el hombre hace aquello que en s mismo es '5, comete pecado mortal.14. Despus de la cada, el libre arbitrio no tiene para hacer el bien ms que una capacidad subjetiva (potentia subiectiva), pera para el mal, una capacidad siempre activa.15.Y no ha podido, en efecto, permanecer en el estado de inocencia por una capacidad activa, sino por una capacidad subjetiva; y menos an pudo progresar hacia el bien.16.EI hombre que crea tener la voluntad de alcanzar la gracia haciendo aquello que I es en s mismo, agrega pecado sobre pecado, de modo tal que permanece doblemente culpable.17.Empero, hablar as, no significa dar aI hombre motivo para desesperarse, sino para humillarse y despertar el anhelo de buscar la gracia de Cristo.18.Es cierto que el hombre debe desesperar totalmente de s mismo, a fin de hacerse apto para redbir la gracia de Cristo." Opera mortua: obras moralmente buenas, mas no meritorias; operamortalia: pecados.G Quod in se est, es decir, 10 que es capaz de hacer. 64. LA DISPUTACrN DE HEIDELBERG 3119.No se puede con derecho lIamar telogo, a aquel que considera que las cosas invisibles de Dias se comprenden por las creadas 7.20.Mas merece ser llamado telogo aquel que entiende las cosas visibles e inferiores 8 de Dias, considerndolas a la luz de la Pasin y de la Cruz.21.EI telogo de la gloria llama a lo mala, bueno y a lo bueno, mala; el telogo de la cruz denomina a las cosas como en realidad san.22.Aquella sabiduria que considera que las cosas invisibles de Dios se comprenden partiendo de las obras, infla, ciega Y. endurece por completo.23.Y la ley obra la ira de Dias 9, mata, maldice, acusa, juzga y condena todo lo que no est en Cristo.24.No obstante, aquella sabidura no es mala ni debemos huir de la ley; pera el hombre sin la teologa de la cruz malgasta las cosas mejores en forma psima.25.No es justo el que mucho obra, sino aquel que sin obrar cree grandemente en Cristo.26.La ley dice "Haz esta", y ello no es hecho jams; la gracia dice "Cree en esto", y todas las cosas ya estn hechas.27.Podra afirmarse con razn, que la obra de Cristo es a la vez el sujeto que opera y el cumplimiento de nuestra obra y, que de esta manera, aquello que es operado agrada a Dios por la gracia de la obra operante.28.EI amor de Dios no encuentra, sino crea, aquello que le place; el amor deI hombre se origina por su objeto.Filosofa29.Aquel que quiera sin pellgro filosofar en Aristteles, debe necesariamente hacerse bien simple en Cristo l0.30.As como el hombre no hace buen uso deI mal deI deseo, a menos que est casado, as nadie filosofa correctamente si no es simpIe, es decir, cristiano.31.Fue fcil. para Aristteles pensar que el mundo fuera eterno 11, puesto que, segn su doctrina, el alma humana es mortal.32.Despus que ha sido admitido 12 que existen tantas formas substanciales como cosas creadas hay, necesariamente se ha debido admitir que todas ellas son materiales.7 Para tesis 19-22 vase Agustn, De spiritu et litera.S Vase Ex. 33: 23.9 Ro. 4: 15; vase nota a tesis 13.10 1 Coo 3: 18.11 Aristteles, De coe lo, I, IX, 279 b-280 a.12 Las tesis 32 y 33 son irnicas. 65. 32OBRAS DE ~ARTN LUTERO33.De ninguna cosa deI mundo se hace algo necesariamente, sino de la materia se hace necesariamente cuanto llega a ser naturalmente.34.Si Aristteles hubiese conocido el poder absoluto de Dios, le habra sido imposible afirmar que la materia existia sola de s misma.35.Nada hay que sea infinito por acto, pero por potencia y materia hay tantas cosas infinitas la, cuantas en realidad han sido compuestas, segn Aristteles.36.Aristteles reprende y ridiculiza injustamente la filosofa de las ideas platnicas, la cuaI es mejor que la suya.37.Pitgoras afirma ingeniosamente la imitacin de los nmeros en las cosas, pero ms ingeniosamente afirma Platn la participain de las ideas en ellas 14.38.La controversia de Aristteles 15 contra aquel uno de Parmnides (sea dicho sin ofensa para el cristiano), es un golpe de punas en el aire 1(;.39.Si Anaxgoras ha establecido lo infinito por la forma, como parece, fue el mejor de los filsofos a pesar de Aristteles mismo 17.40.Para Aristteles parece ser una misma cosa privacin, materia, forma, mvil, inmvil, acto, potencia, etc.... 18.PRUEBAS DE LAS CONCLUSIONESQue se discutieron en el captulo de Heidelberg en el ano de nuestra salud 1518, en el mes de mayo 19.Conclusin 1La ley de Dios, saIubrrima doctrina de vida, no puede hacer llegar aI hombre a la justicia, antes bien, se lo impide.Esta es claramente dicho por el apstol en la Epstola a los Romanos: "Sin la ley, la justicia de Dias se ha manifestado" 20. Es lo que San Agustn, en su obra Del Espritu y de la Letra, interpreta de la siguiente manera: "Sin la ley, es decir, sin la ayuda de la ley" 21. Y Romanos 5: "La ley empero entr para que el pecado creciese" 23. Y en el captulo 7: "Mas venido el mandamiento, el pecado revivi" 2~.1:; La tesis 35 es lromca.14 Aristteles, Metafsica, I, VI, 987 b.1:; Aristteles, Metafsica, I, V, 986 b.1U 1 Coo 9:26.17 Aristteles, Metafsica, I, VIII, 989 b.1 N Tesis irnica.IV La disputacin se realiz en realidad el 26 de abril de 1518.~o Ro. 3: 2121 Agustn: De spiritu et litera, Cap. 9.22 Ro. 5: 20.2:1 Ro. 7: 9. 66. LA DISPUTACIN DE HEIDELBERG 33Por ello en el captulo 8 24, el apstol llama a la ley: "ley de la muerte" y "ley deI pecado". Asimismo en 2'; Corintios 3: "La letra mata" 2". Esta es lo que San Agustn, a lo largo de su libra Del esp' l'itu y de la Letra aplica a cualquier ley y tambin a la ley de Dias, la cuaI es la ms santa de todas.Conclusin 2Mucho menos pueden conducirle, con la ayuda de la inspiracin natural, las obras humanas jrecuentemente repetidas, como se dice.Ya que la ley de Dias, santa e inmaculada, verdadera, justa, etc.... le ha sido dada aI hombre por Dias para ayudarle ms all de sus propias fuerzas, a fin de iluminarle y conducirle aI bien; y, no obstante, sucede lo contrario y l se vuelve mucho peor; entonces, ~cmo puede este hombre reducido a sus propias fuerzas estar determinado para el bien, sin auxilio semejante?Mucho menos har por s mismo el bien aquel que no lo hace con auxilio ajeno. Por ello, el apstol dice en la Epstola a los Romanos: "Todos los hombres san corruptos e intiles y no entienden ni buscan Dias; todos se apartaron" 2H.Conclusin 3Las obras de los hombres, aun cuando sean siempre esplndidas y parezcan buenas, son, no obstante, con toda probabilidad, pecados mortales.Las obras humanas parecen bellas, pera por dentro san inmundas, como Cristo lo dice a propsito de los fariseos, en Mateo 23 27. Tanto a los que las realizan, como a los otros, se presentan buenas y hermosas; pera hay un Dias que no juzga segn la apariencia exterior ",ino que "escudrina los rinanes y los corazones" 28. Empero, sin la gracia y la fe es imposible tener un corazn lmpio. Hechos 15: "Purifirando con la fe sus corazones" 29.Por tanto, la concIusin se prueba como sigue: Si las obras de los hombres justos san pecaminosas, como lo afirma la concIusin 7, con ms razn lo san las obras de los que an no san justos. Pera los justos dicen con referencia a sus propias obras: "No entres en juicio con tu siervo; porque no se justificar delante de ti ningn viviente" :lO. Lo mismo afirma el apstol en Glatas 3: "Porque todos los24 Ro. 8: 2.25 2 COo 3: 6.2!1 Ro. 3: 10.27 Mt. 23: 27.2R Sal. 7: 9.=-~ Hch. 15: 9.3. Sal. 143: 2. 67. 34OBRAS DE ~ARTN LUTEROque son de las obras de la ley, estn bajo maldicin" 31. Empero, las obras de los hombres son obras de la ley. Y la maldicin no se atribuye a los pecados veniales; por consiguiente, estas obras son pecados mortales.En tercer lugar, Romanos 2: "i.T, que predicas que no se ha de robar, robas?" 32. San Agustn explica esto as: "Son ladrones por su voluntad pecaminsa, aun cuando juzguen y ensenen que otros son ladrones" 33.Conclusin 4Las obras de Dios, aun cuando sean siempre de aspecto deforme y parezcan malas, son, en verdad, mritos eternos.Que las obras de Dios sean de aspecto deforme resulta deI texto de Isaas 53: "No hay parecer en l ni hermosura" 34. Asimismo de 1Q Reyes 2: "Jehov mata, y l da vida; l hace descender aI sepulero, y hace subir" 35. Esto debe comprenderse de la siguiente manera: Dios nos humilla y nos asusta por la ley y por la visin de nuestros pecados, para que tanto ante los hombres como delante de nosotros mismos parezcamos ser nada, necios, maIos, tal como en verdad somos. Cuando nos reconocemos as y lo confesamos, no hay en nosotros "ni parecer ni hermosura", puesto que vivimos en lo escondido de Dios (es decir, en la simple y pura confianza en su misericordia) no pudiendo invocar en nosotros ms que aI pecado, a la necedad, a la muerte y aI infierno, conforme a la palabra deI apstol en 2" Corintios: "Como tristes, mas siempre gozosos; como muriendo, mas aqu, vivimos" 36.Y esto es lo que Isaas 37 11ama la obra extrana de Dios por la cual realiza su propia obra; es decir, nos humilla dentro de nosotros mismos y nos lleva a la desesperacin a fin de levantarnos en su misericordia y darnos esperanza. Como lo dice Habacuc: "En la ira acurdate de la misericordia" 38. Tal hombre, por lo tanto, se desagrada a s mismo en todas sus obras; no ve en s mismo hermosura alguna, sino s lo su indignidad. Mucho ms an, hace exteriormente cosas que a los otros parecen necias y deformes.Pero esta deformidad se produce en nosotros mismos, sea que Diosnos flagele, sea que nosotros nos acusemos a nosotros mismos segnla palabra de 11,1. Corintios 11: "Si nos examinsemos a nosotros mismos,ciertamente no seramos juzgados" 39.~1 Ga. 3: 10.32 Ro. 2:21.33 No se sabe a qu texto de Agustn se refiere.34 Is. 53: 2.3" Cf. 1 S. 2:6.36 2 o. 6: 10, 9.S7 Is. 28: 21.38 Hab. 3:2.39 1 Coo 11: 31. 68. LA DISPUTACIN DE HEIDELBERG 35Esta es lo que dice Deuteronomio 32: "Jehov juzgar a su pueblo y tendr misericordia de sus servidores" 40. Es por ello que las obras deformes que Dias realiza en nosotros, es decir, aqullas que humillan y desesperan, san verdaderamente inmortales, porque la humildad y el temor de Dias constituyen un mrito total.Condusin 5Las obras de ~os hombres (hab~amos de las que san aparentemente buenas) no san pecados morta~es en eL sentido de que constituyan crmenes.En efecto, son crmenes las obras que pueden tambin ser objeto de acusacin ante los hombres, como adulterios, latrocinios, homicidias, difamaciones, etc. Empero san pecados mortales las obras que parecen buenas y, no obstante, interiormente san frutos de una mala raz y de un mal rbol. Vase Agustn, libro IV Contra Juliano 41.ConcLusin 6Las obras de Dias (hablamos de ~as que se rea~izan por media de~ fiambre) no san mritos e'Jlt e~ sentido de que no constituyan pecados.Eclesiasts 7: "Nohay un hombre justo en la tierra que haga bien y no peque" 42. Sin embargo, en este caso, otros dicen as 43: es cierto que el justo peca, mas no cuando hace el bien. A lo que contestamos: si tal cosa quera expresar el autor sagrado, i,por qu usa palabras :mperfluas? 2,0 acaso se deleita el Espritu Santo en locuacidad y desatinos? Porque semejante punto de vista hubiera quedado suficientemente claro con estas palabras: "No hay justo en la tierra que no peque". i,Por qu entonces afade: "que haga el bien"? Como si fuera justo quien abrase mal. En efecto, slo el justo hace el bien. Pera all donde habla de pecados, fuera deI campo de las buenas obras, se expresa as: "Siete veces en el da cae el justo" 44. Aqu no dice: siete veces en el da cae el justo cuando hace el bien. Lo dicho podra compararse con unlabrador que, siendo diestro en el uso deI hacha, usara una que tuviese el filo carcomido y mellado. Por ms que quisiera, sus incisiones seran defectuosas e irregulares. As tambin ocurre cuando Dias obra a travs nuestro.Condusin 7Las obras de los justos seran pecados morta~es, si los justos mismos, por un piadoso temor a Dios, no tuvieran miedo de que lo fuesen. Esto resulta de la conclusin 4. Puesto que confiar en la obra que40 Dt. 32: 36.41 Agustn, Contra Julianum, Libro IV, Cap. 22.42 Ec. 7: 20.43 Alusin a Jernimo.~4 Pr. 24: 16. 69. 36 OBRAS DE MARTN LUTEROdebera realizarse con temor, significa otorgarse la glria para s y arrebatrsela a Dios, aI cuaI se debe temer en toda obra. Mas precisamente en esto reside la perversidad total: a saber, complacerse y gozarse uno mismo en las propias obras y adorarse como a un dolo. Mas de esta manera obra exactamente aquel que se siente seguro y no teme a Dios. En efecto, si temiese, no estara seguro y, por consiguiente, no se gozara en s mismo sino en Dios.En segundo lugar el enunciado de esta conclusin resulta de aquelIas palabras deI Salmo: "No entres en juicio contra tu siervo" 45 y deI Salmo 32: "Confesar, dije, contra m mi injusticia aI Senor" 46. Es evidente que no se trata aqu de pecados veniales, puesto que se dice que ni la confesin ni la penitencia son necesarias a causa de ellos 47. En consecuencia, si son pecados mortales y si todos los santos oran por estos pecados 48, como all mismo se afirma, resulta que las obras de los santos son pecados mortales. Empero, las obras de los santos son buenas obras; de modo que no son meritorias para ellos sino por el temor manifestado en una confesin humilde.En tercer lugar, lo dicho se infiere de la oracin deI Senor: "Perdnanos nuestras deudas" 49. Se trata de la oracin de los santos: en consecuencia, aquellas deudas por las cuales ruegan son las buenas obras. Ahora bien, que aquellas sean pecados mortales es evidente por las palabras siguientes: "Mas si no perdonaris a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonar vuestras ofensas" 50. Mira, estas deudas son tales, que les condenaran si no hubiesen sido remitidas y si ellos no rezasen sinceramente esta oracin y remitiesen a otros sus deudas.En cuarto lugar se infiere deI Apocalipsis: "Ninguna cosa sucia entrar en el reino de los cielos" 51. Pero todo aquello que impide la entrada en el reino es pecado mortal (a menos que el pecado mortal deba definirse de otra manera). Mas el pecado venial impide esa entrada, pues mancha el alma y no hay lugar para l en el reino de los cielos. Por tanto, etc....Conclusin 8Con mucha ms razn las obras humanas son pecados mortales, ya que se reaHzan sin temor, con una seguridad enganosa y exenta de dudas.Es evidente como consecuencia necesaria de lo que precede; porque all donde no hay temor, no hay humildad; y donde no hay hu-. mildad hay soberbia, ira y "juicio de Dios": "porque Dios resiste a45 Sal. 143: 2.46 Sal. 32: 5.47 Pedro Lombardo, Sento IV, Dist. 21, 5.48 Sal. 32: 6.49 Mt. 6: 12.50 Mt. 6: 15.51 Ap. 21: 27. 70. LA DISPUTACIN DE HEIDELBERG 37los soberbios" ,,2. An ms, cuando cesare el orgullo, no habr pecado en parte alguna.ConcLusin 9Afirmar que las obras sin Cristo son sin duda muertas, pero no pecados mortales, parece constituir un peligroso abandono deI temor de Dios.Porque de este modo, los hombres se vuelven seguros de s mismos y por ello soberbios, lo cual es peligroso. As pues, la gloria debida a Dios es continuamente usurpada por el hombre, quien se la atribuye a s mismo, cuando con todo ceIo debera apresurarse para rendirle su gloria lo ms pronto posible. Por esto la Escritura aconseja: "No tardes en convertirte a Dios" 03. En efecto, si aquel que le sustrae su gloria lo ofende, icunto ms el que continuamente se la quita y por esto mismo acta atrevidamente! Pero aquel que no est en Cristo o ::-e aparta de l, le sustrae su gloria, como es notorio.Conclusin 10En efecto, resulta dificilsimo comprender cmo una obra puede ser muerta sin ser, al mismo tiempo, un pecado pernicioso y mortal.Esta afirmacin la pruebo deI siguiente modo: 1) La Escritura, en efecto, no conoce un modo de hablar de cosas muertas de manera tal que algo pudiese no ser mortal y ser, no obstante, muerto. Lo mismo afirma la gramtica aI ensenar que "muerto" es ms que "mortal". Es mortal la obra que mata, como dicen ellos mismos 54. Muerta no es la obra que ha sido aniquilada, sino aquella que no es viviente. Pero una obra no viva desagrada a Dios, como est escrito en Proverbios: "EI sacrificio de los impos es abominacin a Jehov" il5.2) Es deI todo razonable que en presencia de una obra muerta, la voluntad se manifieste, ya sea amando dicha obra, ya sea odindola. Ella no puede odiarIa puesto que es mala. Por consiguiente, la ama; luego ama aquello que es muerto. As pues, la voluntad inspira por s misma un acto maIo contra Dios, aI cual debera amar y glorificar en este acto y en toda obra.Conclusin 11La soberbia no puede evitarse ni puede haber esperanza verdadera si, ante cada oportunidad en que se obra, no se teme el juicio de condenacin.Esta afirmacin resulta evidente de la conclusin 4, arriba expuesta. Puesto que es imposible esperar en Dios sin desesperar de todas las criaturas y sin saber que nada puede sernos til sin Dios. Empero,;'21P.5:5.,.3 Ec 5: 8.M Viase nota tesis 9.fio Pr. 15: 8. 71. 38OBRAS DE MARTN LUTEROcomo hemos dicho ms arriba, no hay hombre alguno que tenga esta pura esperanza; por el contrario, confiamos de alguna manera en la criatura: porque resulta evidente que a causa de la inmundicia en todas las cosas debemos temer el juicio de Dios. De esta manera se evita la soberbia, no slo en la realidad de cada hora, sino en la disposicin hacia ella; es decir, nos desagrada tener todava confianzaen la criatura.Conclusin 12Los pecados son verdaderamente veniales ante Dios, cuando los homores temen que sean mortales.Esto resulta con suficiente claridad de lo ya expuesto, puesto que cuanto ms nos acusamos, tanto ms Dios no excusa; segn esta palabra: "Di tus delitos para que seas justificado" 56, y segn la otra: "Que no se incline mi corazn en palabras de malicia a fin de encontrar excusas para mis pecados" 57.Conclusin 13EI libre arbitrio no es ms, despus de la cada, que un simple nombre, y en tanto que el hombre hace aquello que en s mismo es, comete pecado mortal.La primera parte de esta afirmacin es evidente, puesto que el libre arbitrio es cautivo y siervo deI pecado. No que no sea nada, sino que slo es libre para lo maIo. Juan 8: "Todo aquel que hace pecado, es siervo deI pecado" 58. "Si el Hijo os libertare, seris verdaderamente libres" 59. Por ello, San Agustn dice en DeI Espritu y la Letra 60: "El libre arbitrio sin la gracia, slo sirve para pecar". Y en el libro II Contra Juliano: "Vosotros lo llamis libre, mas en verdad es el siervo arbitrio" (lI. Lo mismo dice en innumerables lugares ms.La segunda parte se explica por lo arriba expuesto y por aquel pasaje de Oseas 13: "Tu perdicin viene de ti, oh Israel, pero de m slo tu ayuda" 62.Conclusin 14Despus de la cada, el libre arbitrio no tiene, para hacer el bien, ms que una capacidad subjetiva (potencia subiectiva), pera para eZ mal, una capacidad siempre activa.r.G Is. 43: 26.ro Sal. 141: 4.58 Jn. 8: 34.59 Jn. 8: 36.60 Agustn, De spiritu et litera, Cap. 3.61 Contra Julianum Cap. 2.62 Os. 13:9; Reina 'Valera: "Te perdiste, oh Israel, mas en m esttu ayuda". 72. LA DISPUTACIN DE HEIDELBERG 39Es, en efecto, lo mismo que para el hombre: muerto, tiene capacidad para la vida slo subjetivamente; en cambio, mientras vive, tiene para la muerte una capacidad verdaderamente activa. Mas el libre arbitrio est muerto. Signos de esto son los muertos que el SeTior resucit, como dicen los Santos Padres. Adems, San Agustn demuestra esta tesis en diversos pasajes contra los pelagianos 6R.Conc ll1sujn 15Y no ha podido, en ejecto, permanecer en el estado de inocencia por 1ma capacidad activa, sino por una capacidad subjetiva; y menos an pudo progresar hacia el bien.EI Maestro de las Sentencias G4 (libro 2Q, prrafo 24, captulo 1) 65 refirindose a San Agustn, di ce, para concluir, lo siguiente: "Por estos testimonios se demuestra COD evidencia que el hombre ha recibido cn Ia creacin la rectitud y la buena voluntad como asimismo la ayucia, gracias a la cual poda perseverar; de otra manera podra parecer que hubiese cado sin la culpa suya". Habla aqu de una capacidad activa, ]0 cuaI contradice abiertamente lo que San Agustn afirma en su libro De la Corrupcin y de la Gracia GG donde dice: "Haba recibido el don de obrar, si as quera, pero no tuvo la voluntad por la cuaI podia obrar". E'ntiende por "obrar" la potencia subjetiva y por "voluntad por la cuaI poda obrar", la potencia activa.En cuanto aI segundo punto surge con suficiente claridad deI mis; 110 prrafo deI Maestro 67.Conclusin 16EL hombre que crea tener la voluntad de aLcanzar la gracia, haciendo aquello que l es en s mismo, agrega pecado sobre pecado, de modo tal que permanece doblemente cuLpable.Esto es evidente por lo expuesto; mientras el hombre hace lo que l es en s mismo, peca, y busca nicamente lo suyo. Empero, si supone que por el pecado se vuelve digno de la gracia y apto para ella, agrega an una orgullosa presuncin a su pecado y cree que el pecaelo no es pecado, ni el mal es mal, lo cual es un pecado enorme. Asi Jeremas 2: "Porque dos males ha hecho mi pueblo: dejronme a m, fucnte de agua viva, por cavar para s cisternas, cisternas rotas que no detienen aguas" 6R. Es decir: por sus pecados estn lejos de m, pero, no obstante, pretenden hacer lo bueno por s mismos.T preguntas ahora: ;,Qu haremos entonces? ;,permaneceremosti:l Pelagio negaba la corrupcin de la naturaleza humana por el pecado original y afirmaba ellibre arbitrio. Fue combatido por San Agustn.tl4 Vase nota a conc!usin 7.flG Es decir, Sent. II, disto 24.(i6 Agustn, De corruptione et gratia, XI, 32.67 Es decir, Sent. II, disto 24.(JS Jer. 2: 13. 73. 40 OBRAS DE MARTN LUTEROociosos bajo el pretexto de que no hacemos nada sino pecar? Respondo: AI contrario, si comprendes estas palabras, dobla tus rodillas, pide la gracia y pon tu esperanza en Cristo, en el cual est la salvacin, la vida y nuestra resurreccin. Por elIo, se nos instruye sobre estas cosas y por esta la ley da el conocimiento deI pecado, a fin de que percatndonos deI pecado, busquemos y obtengamos la gracia. As, "da la gracia a los humildes" GO y "el que se humillare ser ensalzado" 70. La ley humilla, la gracia ensalza. La ley produce temor e ira; la gracia, esperanza y misericordia. "Por la ley es el conocimiento deI pecado" 71, mas por el conocimiento deI pecado, la humildad; por la humildad adquirimos la gracia. De este modo la obra extrana a la naturaleza de Dios, conduce finalmente a su propia obra hacendo aI hombre pecador para volveria justo 72.Conclusin 17Empero hablar as, no significa dar aI hombre motivo para desesperarse, sino para humillarse y despertar el anhelo de buscar la gracia de Cristo.Esta conclusin surge claramente de lo que ha sido dicho, puesto que, segn el Evangelio, el Reino de los cielos es dado a los ninas y a los humildes y Cristo los ama 73. Mas no pueden ser humildes aquelIas que no comprenden que san pecadores condenables y nauseabundos. No obstante, el pecado no se conoce sino por la ley. Es evidente que no se predica la desesperacin sino ms bien la esperanza cuando se nos anuncia que somos pecadores. Pues aquella predicacin deI pecado es la preparacin para la gracia o, ms bien, el conocimiento deI pecado y la fe en tal predicacin. En efecto, surge el anhelo de la gracia cuando ha nacido el conocimiento deI pecado. Es cuando el enfermo se percata de la naturaleza de su enfermedad, que recurre entonces aI remedio. En consecuencia, revelar aI enfermo el peligro de su enfermedad no significa darle motivo para desesperar o para morir, sino ms bien impulsarlo a buscar remedio. As tambin, decil' que no somos nada y que siempre pecamos cuando hacemos lo que es en nosotros, no significa hacer desesperar a los hombres (a menos que sean necios), sino volverlos ansiosos de la gracia de nuestro Senor J esucristo.O 1 p. 5:5.70 Mt. 23: 12.71 Ro. 3: 20.72 En esta proposicin Lutero anot aI margen, probablemente en 1545: "Esta es la verdadera humildad que deI todo desespera de s y con toda confianza recurre a Cristo. Esta es la fe que salva. Esta fe involucra todo mrito, y le precede. Semejante fe es humildad que para su curacin no se gloria de la razn propia ni de sus fuerzas".73 Mr. 10: 14. 74. 41LA DISPUTACIN DE HEIDELBERGConclusin 18Es cierto que el hombre debe desesperar totalmente de s mismo, a fin de hacerse apto para recibir la gracia de Cristo.La ley quiere, en efecto, que el hombre desespere de s cuando lo "hace descender a los infiernos" y "lo empobrece" 4 y le demuestra que es pecador en todas sus obras, como lo hace el apstol en Romanos 2 y 3: "Hemos demostrado que todos estn bjo el pecado" 75. Pero aquel que hace lo que en l es y cree realizar algo bueno, est deI todo lejos de considerarse que no es nada; no desespera de sus fuerzas sino, aI contrario, es tan presuntuoso de s mismo que confia en sus propias fuerzas para alcanzar la gracia.Conclusin 19No se puede con derecho Hamar telogo a aquel que considera que las cosas invisibles de Dias se comprenden por las creadas 76.Esto resulta evidente si lo referimos a aquellos que siendo tambin telogos son, no obstante, llamados "fatuos" por el apstol, en Romanos 1 77. Por otra parte las cosas invisibles de Dios son el poder, la divinidad, la sabidura, ],a justicia, la bondad, etc.... ; el conocimiento de todas estas cosas no hace a alguien digno ni sabio.Conclusin 20Ms merece ser llamado telogo aquel que entiende las cosas visibles c inferiores 7' de Dias, considerndolas a la luz de la Pasin y de la Cruz.Las cosas inferiores y visibles de Dios estn opuestas a las invisibles; es decir, su humanidad, su debilidad, su necesidad; as I" Corintios 79 habla de "lo dbil y lo necio" de Dios. En efecto, como los hombres a.busaron deI conocimiento de Dios basado en las obras, Dios, a su vez, quiso ser reconocido por los sufrimientos; I ha desechado la sabidura de las cosas invisibles por el conocimiento de las visibles, de modo tal que aquellos que no adoraban a Dios manifestado en sus obras, lo adorasen como oculto en sus sufrimientos, como di ce 1? Corintios: "porque por no haber el mundo conocido en la sabidura de Dias a Dios por sabidura, agrad a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicacin" 80. Por tanto, no es suficiente ni provechoso para nadie conocer a Dias cn su gloria y majestad, si no se le canoce tambin en la humildad y en la vergenza de la cruz. De esta7,1 2 S. 2:6 y sigs.7" Ro. 3: 9.76 Ro. 1: 20.i7 Ro. 1: 22.78 Vase Ex. 33: 23.79 1 Co. 1: 25.80 1 Co. 1:21. 75. 42 OBRAS DE MARTN LUTEROmanera "destruy la sabidura de los sabias", etc. RI; como dice Isaas: "Verdaderamente t eres Dias que te encubres" B2.Asi Juan 14 R:J, cuando Felipe deca, conforme a la teologa de la gloria, "Mustranos aI Padre", Cristo pronto lo retl'ajo y reorient su ilusorio pensamiento, el cual quera buscar a Dios en otra parte, dicindole: "Felipe, el que me ve, ve tambin a mi Padre" 84. Por consiguiente, en Cristo crucificado est la verdadera teologia y el conocimiento de Dios. Tambin Juan 1: "Nadie viene aI Padre, sino por m" 8", "Yo soy la puerta" 86, etctera.Conclusin 21El telogo de la gloria llama a lo mala, bueno y a lo bueno, mala; el telogo de la cruz denomina a las cosas como en realidad san.Esto es evidente pues el hombre, aI ignorar a Cristo, no conoce aI Dias escondido en los padecimientos. Asi, prefiere las obras a los sufrimientos, y la gloria, a la cruz; la potencia, a la debilidad; la sabiduria, a la estulticia; y en general, lo bueno, a lo maIo. Son los que el apstol 11ama "enemigos de la cruz de Cristo" '7. Quienquiera que fuere, por odiar la cruz y los sufrimientos, ama, en verdad, las obras y la gloria de e11as. Y as 11aman aI bien de la cruz, mal y aI mal de la obra lo declaran bien. Empero, como ya dijimos, no se puede ha11al' a Dios sino en los padecimientos y en la cruz. Por esto, los amigos de la cruz afirman que la cruz es buena y que las obras son malas, puesto que por la cruz se destruyen las obras y se crucifica a Adn, el cual por las obras es, ms bien, edificado. Es imposible, pues, que no se hinche por sus buenas obras quien antes no sea anonadado y destruido por los sufrimientos y los males, aI punto de saber que l en s mismo no es nada y que las obras no son suyas sino de Dios.Conclusin 22AqueLla sabidura que considera que las cosas invisibles de Dias se comprenden partiendo de las obras, infla, ciega y endurece por completo.Esto ya Se ha expuesto. Por el hecho de ignorar y odiar la cruz, necesariamente aman las cosas opuestas, a saber, la sabidura, la gloria y el poder, etc. En consecuencia, tal amor los ciega y an ms los endurece. Porque es imposible que la codicia quede satisfecha por las cosas que desea, una vez que e11as sean adquiridas. DeI mismo modoRI 1 Coo 1: 19.R2 Is. 45: 15.R3 Jn. 14: 8.R4 Jn. 14: 9.R:) Cf. Jn. 14: 6.S6 Jn. 10: 9.R7 Fil. 3: 18. 76. LA DISPUTACIN DE HEIDELBERG 43que crece el amor aI dinero, a medida que la fortuna aumenta, asi tambin para los hidrpicos deI alma cuanto ms se bebe, ms sed ~e tiene; como dice el poeta: "Cuanto ms beben, tanto ms sed de 19ua tienen" ,~s. Lo mismo Eclesiasts 1: "Ni los ajas se hartan de ver, ni los odos se hinchan de or" ~u. As sucede con todos los deseos.Es por ello que el deseo de saber tampoco se sacia con la sabidura adquirida sino se enciende an ms. As, el deseo de gloria no se harta con la gloria obtenida, ni el ansia de dominio se apaga con el poder y el imperio. Ni la ambicin de ser encomiado se extingue con el elogio, etc., como Cristo lo indica en Juan 4: "Cualquiera que bebiere de esta agua, volver a tener sed" 90.En consecuencia, el remedia para la cura no consiste en satisfaeer el deseo, sino en extinguirlo; es decir, el que quiera llegar a ser sabia, no busque la sabidura progresando, sino volvindose necio, buscando la necedad retrocediendo. As, el que quiera volverse poderoso, glorioso y voluptuoso y satisfecho de todas las cosas, ha de huir deI poder, de la gloria, de la voluptuosidad, de la satisfaccin de todas las cosas, en lugar de buscarIas. Esta es la sabidura que es necedad para e1 mundo.Conclusin 23Y la ley obra la ira de Dios, mata, maldice, acusa, juzga y condena todo lo que est en Cristo.. As, segn Glatas 3: "Cristo nos redimi de la maldicin de la ley" 91. Tambin se lee: "Todos los que san de las obras de la ley, estn bajo la maldicin" 92. En Romanos 4: "la ley obra la ira" 9~. Romanos 7: "lo que era para vida, volvise para m, muerte" 94. Romanos 2: "Los que estando bajo la ley pecaron, por la ley sern juzgados" H". Por consiguiente, el que se gloria de ia ley como sabia y docto, se vanagloria de su confusin, de su maldicin, de la ira de Dias, de la muerte. Segn lo dice Romanos 2: ";,Por qu te glorias cn la ley?" !lH.Conclusin 24No obstante, aquella sabidura no es mala ni debemos huir de la ley; pero el hombre sin la teologa de la cruz, malgasta las cosas mejores en forma psima.S8 No se sabe en qu poeta piensa Lutero.89 Ec. 1:8.90 Jn. 4: 13.91 Ga. 3: 13.1)2 Ga. 3: 10.93 Ro. 4: 15.94 Ro. 7: 10; Reina Valera, "EI mismo mandamiento que era para la vida, a m me result para la muerte".95 Ro. 2: 12.96 Ro. 2: 23. 77. 44 OBRAS DE MARTN LUTEROPuesto que la ley es santa 97 y todo don de Dios es bueno 98, todo lo que haba hecho era bueno en gran manera lH. Empero, como se ha dicho arriba, quien an no ha sido destruido y reducido a nada por la cruz y el sufrimiento, atribuye a s mismo las obras y la sabidura, no a Dias, y de este modo abusa de los danes de Dias y los mancha.Mas el que ha sido anonadado por los padecimientos, ya no obra l mismo, sino conoce que Dios est actuando en l y realizando todas las cosas. Por tanto, si Dias obra o no, para el hombre es lo mismo, y no se gloria si Dios obra en l; ni se confunde, si en l Dios no acta. Sabe que le basta cuando sufre y es destruido por la cruz, a fin de ser ms anonadado. Mas esto es lo que Cristo dice en Juan 3: "Os es necesario nacer otra vez" 100. Para renacer, es necesario morir previamente y ser exaltado con el Rijo deI Rombre; morir, dije, es sentir presente a la muerte.Conclusin 25No es justo ei que mucho obra, sino aquei que sin obrar cree grandemente en Cristo.La justicia de Dias no se obtiene por actos frecuentemente repetidos, como ha ensenado Aristteles, sino que nos es infundida por la fe. En efecto, "mas el justo vive por la fe" 101. Y en Roma!lOs10: "Con el corazn se cree para justicia" 10~. Por ello, deseo que la expresin "sin obrar" se entienda de la siguiente manera: no significa que el justo no realice obra alguna, sino que sus obras no constituyen su justicia; es ms bien su justicia la que lleva a cabo las obras. En efecto, es sin nuestro obrar que la gracia y la fe son derramadas en 110sotros, y por su infusin las obras vienen detrs. As se dice en Romanos 3 lO:!: "Por las obras de la ley no se justificar hombre alguno"; y tambin: "Concluimos, pues, que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley" 1 04. Es decir, que las obras no contribuyen en nada para la justificacin. Luego, puesto que el hombre ha conocido que las obras que realiza a partir de una fe semejante no san suyas sino que pertenecen a Dios, no trata de ser justificado por PIlas o de gloriarse en ellas, mas busca a Dias. La justicia recibida por la fe en Cristo le es suficiente; es decir que Cristo es su sabiIlura, su justicia, etc., como en 1" Corinhos es dicho 105; para que l mismo sea, en verdad, la operacin o el instrumento de Cristo.!l7 Ro. 7: 12.!18 1 Ti. 4:4; Stg. 1:17.!m Gn. 1: 31.lU(j Jn. 3: 7.lO} Ro. 1: 17 Reina Valera; "Mas el justo por la fe vivir".l()~ Ro. 10: 10 . .1?3 R:o: 3:20 Reina Valera; "Por las obras de la ley ningn ser humanosera JustIflcado delante de l".104 Ro. 3: 28.105 1 COo 1:30. 78. LA DISPUTACIN DE HEIDELBERG 45Conclusin 26La ley dice: "Haz esto", y ello no es hecho jams; la gracia dice: "Cree en esto", y todas las cosas ya estn hechas.La primera afirmacin es evidente, si se la refiere a numerosos pasajes deI apstol y a su intrprete, San Agustn 106. Ha sido suficientemente dicho ms arriba 107 que la ley ms bien obra la ira y ,,:ujeta a todos los hombres bajo la maldicin. La segunda aseveracin es evidente segn los mismos autores, puesto que la fe justifica y Ia ley, di ce San Agustn 108, ordena lo que la fe obtiene. As pues, Cristo l'st en nosotros por la fe; ms an, es uno con nosotros. Mas Cristo es justo y cumple todos los mandamientos de Dios. Por esta razn tambin nosotros, por media de l, cumplimos con todos los mandamientos, puesto que l llega a ser nuestro por la fe.Conclusin 27Podra afirmarse con razn, que la obra de Cristo es a la vez el sujeto que opera y el curnplirniento de nuestra obra y, que de esta manera, aquello que es operado agrada a Dias por la gracia de la obra operante.Desde que Cristo mora en nosotros por la fe, nos impele a las obras por aquella fe viviente en las suyas propias. En efecto, las obras que l mismo ha hecho son el cumplimiento de los mandamientos de Dias dados a nosotros por la fe. Cuando las examinamos, nos sentimos impulsados a imitarIas. Por tal razn dice el apstol: "Sed, pues, imitadores de Dias como hijos amados" lOG. Por consiguiente, las obras e misericordia son causadas por sus obras, por las cuales nos salv; como lo dice San Gregorio 110: "Toda accin de Cristo constituye para nosotros una instruccin, y ms an, una incitacin". Si su accin est (-n no~otros, ella vive por la fe y nos atrae vehementemente segn estas palabras 111. "Llvame en pos de ti; correremos hacia el olor de tus ungentos" 112, es decir, de tus obras.C'ondusin 28El anwl' de Dias no encuentra, sino crea aqHello que le place; el tLmor dei Iwmbre se origina por su objeto.La segunda parte es incuestionable y se la encuentra como opmlOn comn en todos los filsofos y telogos, porque el objeto es la causa106 Agustn, De spiritu et litera, Cap. 13.107 Conclusin 23.lOR Agustn, De spiritu et ritera, Cap. 13.109 Ef. 5: 1.110 Gregorio (590?-604), Hom. in Ezeq., Libro II, Hom. 2:6.111 Cnt. 1: 3 y sigs.112 Variante: lato currimus: corremos. 79. 46..OBRAS DE ~ARTN LUTEROdeI amor si -conforme a Aristteles 113_, se sostiene que toda potencia deI alma es pasiva y material y acta tan slo en la medida que recibe. Con lo que ya Aristteles muestra que su filosofa es opuesta a la teologa, puesto que en todas las cosas ella busca lo suyo, y ms bien recibe lo bueno, antes que darIa.La primera parte de la afirmacin es evidente, porque el amor de Dias viviendo en el hombre, ama a los pecadores, a los miserables, a los necios y a los dbiles a fin de hacerlos justos, buenos, sabias y fuertes; de este modo, el amor de Dios ms bien derrama y confiere lo bueno. Por lo tanto, los pecadores san bellos por ser amados, no son amados por ser bellos. AI contrario, el amor humano huye de los pecadores, de los miserables. En este sentido dice Cristo: "No he venido a llamar justos, sino pecadores" 114. De esta ndole es el amor de la cruz, nacido de la cruz, que no se dirige donde halla el bien para gozar de l, sino all donde confiere el bien aI miserable o indigente. "Ms bienaventurada cosa es dar que recibir", dice el opstol llG Por ello, tambin en el Salmo 41 116 : "Bienaventurado el que piensa en el indigente y en el pobre". Por lo tanto, el objeto deI intelecto no puede, por naturaleza, ser lo que no es nada -es decir, el pobre y el indigente-sino aquello que es; es decir, la verdad, el bien. Por consiguiente, el intelecto juzga segn la apariencia y presta atencin a la persona de los hombres y juzga conforme a lo que est a la vista, etc.113 Aristteles, Eth. Nic. VIII, II, 1155.114 Mt. 9: 13.110 Hch. 20:35.11G Sal. 41: 1; Reina Valera, "Bienaventurado el que piensa en el pobre". 80. IVDISPUTACI"K Y DEFENSA DE FRAY MARTINLUTERO CONTRA LAS ACUSACIONESDEL DOCTOR JUAN ECK]fl9 81. INTRODUCClNLa disputacin que sostuvieron Lutero y Eck en Leipzig constituyeun punto decisivo en la carrera deI Reformador. Un nuevo temase inserta en la controversia deI monje agustino con el partido papal:el deI primado y autoridad de la iglesia de Roma. EI asunto de lasindulgencias ocupa un segundo plano. El punto neurlgico de la cuestines la propia razn de ser de la institucin eclesistica romana.EI campen de la iglesia papal en Leipzig era el profesor Juan Eck, de la Universidad de Ingolstadt; hombre sumamente astuto, controvertista profesional y altamente estimado en los crculos humanistas. Eck originalmente haba desafiado a Andreas Carlstadt, colega ele Lutero en Wittenberg, a un debate que girara principalmente en torno a la grac;ia y el libre albedro. Lutero aI principio haba tratado de negociar una paz honorable entre el profesor de Ingolstadt y Carlstadt, pero ya no era posible detener el curso de los acontecimientos, puesto que el desafo haba sido aceptado y Eck insista vehementemente en su propsito.El inters principal deI profesor de Ingolstadt era enfrentarse con Lutero, a quien consideraba directamente responsable de las "falsas ensefanzas" que estaban inquietando a la grey romana. Public 12 tesis que se propona defender y las envi a Wittenberg. En ellas haca referencia a las afirmaciones de Lutero, muchas de las cuales aparecan deformadas. La duodcima tesis insertaba un nuevo tema relativo a la supremaca papaL Con ello se propona atacar la afirmacin de Lutero, en el sentido de que la Iglesia Romana en tiempos de Gregorio no tena soberana sobre la Iglesia Griega.En el segundo anuncio de la disputacin en perspectiva, afade Eck a sus 12 tesis originales una decimotercera que trataba deI libre albcdro, uno de los temas deI debate con Carlstadt. sta se convierte en la sptima tesis y la que se ocupaba de la autoridad deI Papa, en la decimotercera.Lutero responde con su Disputacin y Defensa de Fray Martn Lutero Contra las Acusaciones deZ Doctor Juan Eck, escrito que le 82. 50 OBRAS DE ~ARTN LUTEROservir de base para el debate con el profesor de Ingolstadt.Como se sabe, Eck logr sus deseos de debatir con Lutero. Despus de discutir por espacio de siete das con Carlstadt, se realiza aI fin la disputacin entre el campen de Roma y el profesor de Wittenberg. El tema principal en esta ocasin fue la tesis decimotercera de Eck sobre la autoridad papal y la jurisdiccin de la Iglesia Romana. Apoyndose en el testimonio de las Escrituras, Lutero niega el derecho de Roma a arrogarse el primado de jurisdiccin sobre toda la cristiandad. En la defensa de su posicin, el fraile agustino expresa pblieamente su concepto evanglico de la Iglesia, y deja ver claramente que su sola autoridad en cuestiones de fe es la Palabra de Dios. Anelado en esta conviccin, puede afirmar sin reservas que tanto el papado como la Iglesia y los concilios pueden equivocarse. Esta posicin de L.utero hizo imposible toda esperanza de reconciliacin con Roma y lo condujo inexorablemente a la excomunin.EI trabajo que a continuacin encontrar el lector es la versin castellana de la Disputacin y Defensa de Fray Martn Lutero contra las Acusaciones deZ Doctor Juan Eck. La traduccin fue hecha deI texto latino que se encuentra en el Tomo II, pginas 158-161 de la edicin de Weimar de las Obras Completas de Lutero.JOS DAVID RODRGUEZ 83. DISPUTAClN Y DEFENSA DE FRAY MARTN LUTERO CONTRA LAS ACUSACIONES DEL DOCTOR JUAN ECK1519Fray Martn Lutero saluda aI muy apreciado Iector.Mi querido Eck ha llegado a exasperarse y ha dedicado a la Sede Apostlica otra cdula de disputacin, la cual, desbordando en ira, abunda en acusaciones contra m. Ha agregado a las tesis anteriores otra fuertemente airada. Esto me brindara una excelente oportunidad para contestar a sus oprobios de una vez por todas, si no temiera que elJo pudiese constituir un impedimento para la disputacin futura. Empero, "para todas las cosas hay tiempo" 1. Por ahora bastar con lo que sigue.Citando algunas sentencias de los Santos Padres, Eck me acusa de scr cnemigo de la Iglesia. Pera debes saber, estimado lector, que .l entiende por "iglesia" sus propias opiniones y las de sus "autoridades" 2, aquellas que han luchado a favor de las indulgencias. Eck ES un hombre que todo lo dedica a la Sede Apostlica y habla conforme a la costumbre de sus presuntas "autoridades", que hacen uso de las palabras de las Escrituras y de los Padres como Anaxgoras haca con sus elementos:l; es decir, tan pronto como las han dedicado a la Sede Apostlica, rpidamente las palabras se transubstancian en lo que ellos desean y -resulta extrao decirlo-se hace todo de todo y los trminos sirven hasta para significar lo que ellos mismos, en su fiebre, suean o lo que delirando fantasean en la impotencia de su envidia femenil. AI fin, con tan poca suerte les fallan sus artes, que jams comprenden a fondo lo bueno que han aprendido y que,I Ec. 3: L ~ El texto latino dice hernum suorum, de sus hroes, refirindose a un trmino usado por Eck en la introduccin a sus tesis. 3 Anaxgoras, filsofo griego, ensena que la Inteligencia Universal (vou;) forma las cosas de los "elementos" (fLOlOfLQW.l). 84. 52 OBRAS DE MARTN LUTEROconforme a las palabras deI apstol 4, no entiendi:m lo que hablanni las cosas de las cuales afirman algo; es decir, no saben relacionarun predicado con un sujeto, ni un sujeto con un predicado, en unaproposicin categrica. Para el futuro tenemos la esperanza de queEck, con destreza similar, nos proporcione an otras pruebas en eldebate venidero y no deje de presentarlas para que los ninas puedanI'er. Yo esperaba que Eck se hubiera percatado de su embotamientomental por la lectura de la carta de Erasmo 5, prncipe de las letras;como asimismo de la invencible Apologa deI Doctor Carlstadt 6. Perala paciencia eckiana lo sobrepasa todo; aunque desagrade a todos losdems, le basta con que l se plazca a s mismo y a sus "autoridades".En cuanto me difama a m como hereje y bohemio 7, afirmandoque reavivo viejas cenizas, etc., lo hace por su modestia o por suoficio de consagrante, por el cuaI consagra todo sin usar otro leo queel veneno de su lengua.Como no puedo tolerar semejante ultraje, t, estimado lector, has de saber entretanto que referente a la preeminencia deI Pontfice Romano, no desprecio el venerable consenso de tantos creyentes en Italia, Alemania, Francia, Espana, Inglaterra y otros pases. Slo una cosa pido aI Senor: que jams me permita decir o pensar algo que sea deI agrado de Eck, tal como l es ahora; ni que acaso por el libre arbitrio ponga a Cristo, el Rijo de Dias, pblicamente en ridculo, ni que por la Iglesia Romana niegue que Cristo vive y reina en la lndia y en el oriente; o -para decir yo tambin una adivnanza a ese gracioso hacedor de engmas-que yo no vuelva a abrir, juntamente con Eek, la cloaca constantinopolitana ni celebre los antiguos homicidios de Africa como nuevos martirios de la Iglesia. Para que no te hiera el tropiezo de su enigma envenenado, has de saber, estimado lector, que cuentan tambin, entre los artculos de Juan Hus, a aquel en el que afirm que la supremaca deI Papa se debe aI emperador, lo que tambin Platina 8 suscribe con toda claridad. Yo, en cambio, expuse que esta misma preeminencia se prueba por decretos pontificios y no por rdenes imperiales. En este sentido, por cierto, la misma Iglesia Lateranense, con respecto a la extensin de su autoridad, canta alegremente en verso que, tanto por el decreto deI papa como por el deI emperador, elIa es madre de las iglesias, etc. Los4 1 Ti. 1: 7; Reina Valera: "Sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman"; en el texto griego: ~l] VOOVTf ~lTE li ),yOUO'lV ~lTE :tEQL TLvrov tafhfmovTCI.I. En la Vulgata: Non intelligentes neque quae loquuntur neque de qui bus affirmant." Carta de Erasmo dirigida a Juan Eck el 15 de mayo de 1518.6 Carlstadt en Defensio Andreae Carolstadi adversus eximii D. Ioannis Eckii monomachiam, 1518.En los Obelisci Eck haba acusado a Lutero de ser husita.R Bartolcm Platina, historiador, humanista, bibliotecario de Sixto IV, continu el antiguo Liber Pontificalis coleccin de biografas de los papas,llevndolo hasta 1471. ' 85. DEFENSA DE LUTERO CONTRA'LAS ACUSACIONES DE JUAN ECK 53versos san bien conocidos !l. (,Qu pues? Necesariamente para Eck ia misma Iglesia seria tambin husita y reavivaria viejas cenizas. Por consiguiente, como por orden deI Papa y con el consenso de los cardenales, de toda Roma y de la Iglesia universal, la Iglesia Lateranense canta as, no es extrano que Eck se disguste por las antiguas cenizas y en virtud de su oficio de consagrante, anhele dedicar a la Sede Apostlica un nuevo holocausto reduciendo a cenizas nuevas aI Papa, a los cardenales y a la misma Iglesia Lateranense. A Dias gracias, queda a lo menos un solo Eck, hombre de gustos catlicos, aqul muy extrano perseguidol'l dE' cosas extraordinarias, mientras los dems san destruidos por el tsigo de Bohemia. Pero, (,es un milagro que sofistas de esa ndole ignoren los hechos histricos, si ni siquiera entienden sus propias proposiciones categricas? Yo, aI menos, jams he tratado esta materia ni he pensado hacerla objeto de debate. Mas Eck, quien est exasperado hace tiempo por la profundsima envidia que me tiene, sabe que tales proposiciones son ofensivas y, como en los dems puntos ya no esperaba vencerme, ambicionaba por lo menos hacerme odioso ante la gente, puesto que es ducha, como se dice, en herir aI perrillo delante deI len y convertir en tragedia de envidia un debate en el que se busca la verdad.Pero que acusen cuanto quieran; que consagren sus adulaciones a la Sede Apostlica, aI asiento, aI escabel y aun a la apostlica caja deI tesoro (aI menos esta es la ms afectada en lo que concierne a las indulgencias y a la supremaca); que dancen alrededor deI altar de Baal, el cual "es, pues, dias; que lo llamen a voz en cuello. Quiz est conversando o se vaya de camino o se albergue en una posada; caso duerma y despertar" 10. Me basta con que la Sede Apostlica no quiera ni pueda emprender nada contra Cristo. Y en este sentido no temer aI Papa ni a su nombre ni mucho menos a los pequenos papas y a esos tteres 11. Slo una cosa me interesa, que el despojo de mi nombre no resulte menoscabo de la pursima doctrina de Cristo. En este sentido no deseo que nadie cuente con mi paciencia ni quiero que Eck busque modestia bajo la cogulla negra ni bajo la blanca 12. IMaldita sea la gloria de aquella impa clemencia con que Acab solt t Ben-adad, enemigo de Israel! 13 En este caso quisiera ser no slo muy fuerte para morder (por mucho que a Eck le duela), sino tambin insupel'able en devorar (para usar una frase de Isaas) 14, de9 Los versos rezan as: Dogmate Papali datur et simul ImperiaH Quod sim eunetarum Mater. Caput Eedesiarum. Hine Salvatoris Coelestia Regna sanxerunt, eum euncta peraeta fuerunt. Sic nos ex toto conversi suppliee voto nostra quod haee Aedes, tibi Christo sit indyta Sedes.10 1 R. 18: 25 y sigs.11 En el original latino hay un juego de palabras: pappos et puppas.12 Alusin a la cogulla negra de los agustinos y a la blanca de los dominieos.H 1 R. 20:34.14 Is. 9: 12. 86. 54..OBRAS DE MARTN LUTEROmodo que pueda tragar con toda la boca a los Silvestres 1i y Civestres 16, a los Cayetanos 17, a los Eck y a los dems frailes que impugnan la gracia cristiana. iQue amedrenten a otro con sus adulaciones y consagraciones! Martn menosprecia a los sacerdotes y consagrantes de la Sede Apostlica. Lo dems (lo que trajo Eck a discusin) lo considerar en la disputacin y despus de ella. Pera tambin vendr el Doctor Andrs Carlstadt, quien tiempo ha, rebati el error de Eck. Mas no vendr como soldado fugitivo 18, sino que con toda confianza esperar aI len muerto 19, aI cual ya ha abatido. Mas permitamos entretanto que su msera conciencia goce de la imaginada esperanza en el triunfo y de la vana jactancia de sus amenazas. Por consiguiente, agrego a mis tesis la decimotercera, que se opone a la iracundia eckiana. Estar en Dios promover algo bueno de esta disputacin, que Eck contamina con su malvada envidia y con sus detracciones.Adis, estimado lector.CONTRA ERRORES NUEVOS Y VIEJOS MARTNLUTERO DEFENDERA LAS TESIS SIGUIENTESEN LA UNIVERSIDAD DE LEIPZIG:r. Todo hombre peca diariamente, pera tambin cada da hace penitencia de acuerdo a la ensenanza de Cristo: "Arrepentos" 20, con la posible excepcin de una persona ha poco justificada, que no necesita de la penitencia; aunque el vinador tambin limpia cotidianamente los sarmientos fructferos 21.II. Negar que el hombre peca aun cuando hace el bien y que el pecado venial es tal no por su propia naturaleza, sino por la misericordia de Dias, o que tambin en el nino. permanece el pecado despus deI bautismo, significa menospreciar a Pablo y a Cristo a la vez.III. Si alguien sostiene que la obra buena o la penitencia comienza con la abominacin de los pecados que anteceden aI amor de la justicia, y que uno en esta ya no peca, lecontamos entre los herejes1:. Alusin a Silvestre Prierias, dominico, magister sacri palatii, inquisidor general y censor, quien intervino en eI proceso romano contra Lutero y escribi contra l.lt} Nombre ficticio para completar el juego de palabras: Silvestres et Civestres.17 Cayetano fue delegado deI Papa en la dieta de Augsburgo de 1518.18 Eck haba llamado a Carlstadt, en una carta, soldado cobarde.19 Cuando Eck quiso inculpar a Tetzel, Carlstadt le escribi que deseaba luchar con un len y no, con un asno. 20 Mt. 4: 17. 21 Jn. 15: 1-2. 87. DEFENSA DE LUTERO CONTRA LAS ACUSACIONES DE JUAN ECK 55pelagianos y probamos tambin que tal cosa es una interpretacin disparatada de su sagrado Aristteles 22.IV.Dios transforma la pena eterna en castigo temporal; es decir, en el castigo de llevar la cruz. Los cnones o los sacerdotes no tienen poder alguno ni para imponer la pena ni para quitarIa, aunque seducid os por aduladores perniciosos presuman que ello sea posible.V.Cualquier sacerdote debera absolver aI penitente de pena y culpa. Si as no lo hiciere, peca. Igualmente peca un prelado si se reserva pecados ocultos sin causa valedera, por ms que el uso de la Iglesia, es decir, de los aduladores, se oponga.VI. Tal vez las almas en el purgatorio den satisfaccin por sus pecados. Pero que Dios exija de un moribundo ms que la buena voluntad para morir, es una aseveracin muy vana y temeraria que no puede probarse de manera alguna.VII. Aquel que balbucea que el libre arbtrio es dueno de sus actos, tanto de los buenos como de los maIos, revela que no sabe lo que es Ia fe, la contricin o el libre arbitrio; y se imagina que uno no queda justificado por la sola fe en la Palabra o que ella no puede ser removida por el pecado ms atroz.VIII. Es contrario a la verdad y a la razn afirmar que a los que mueren de mala gana les falta caridad y deben, por lo tanto, sufrir el horror deI purgatorio; esto vale solamente si verdad y razn son lo mismo que la opinin de los teologistas 23.IX.Sabemos que los "teologistas" aseveran que las almas en el purgatorio estn seguras de su salvacin y que en ellas no aumenta la gracia; pera nos extranamos de que no puedan aducir ninguna razn verosmil de esa creencia, ni siquiera para convencer a un ignorante.X.Es cierto que el mrito de Cristo es el tesoro de la Iglesia y que los merecimientos de los santos no aumentan; pero slo un adulador abominable y los que se desvan de la verdad, como asimismo ciertas falsas prcticas y usos de la Iglesia, pretenden que el mrito de Cristo es el tesoro de las indulgencias.XI. Afirmar que las indulgencias constituyen un bien para el cristianismo es una insensatez; puesto que ellas son, en verdad, un impedimento para realizar buenas obras. EI cristianismo debe desechar las indulgencias a causa de su abuso, porque el Senor dice: "Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de m mismo" 24, no por causa deI dinero.XII. Los sofistas 2" completamente indoctos y los aduladores pes22Es decir, no sabe razonar lgicamente.~3 Teologista: presunto telogo.24 Is. 43: 25.25 Los escolsticos. 88. 56 OBRAS DE MARTN LUTEROtferos, suenan tranquilamente con que el Papa pueda remitir toda pena adeudada por el pecado de esta vida y de la futura, y que las indulgencias san tiles a los no culpables. Mas no pueden demostrarIa ni siquiera con un gesto.XIII. Por los muy insulsos decretos de los pontfices romanos, que han aparecido en los ltimos cuatrocientos anos, se prueba que la Iglesia Romana es superior a todas las dems. Empero, a esta se oponen los hechos histricos de mil cien anos, el texto de la divina Escritura, y el decreto deI Concilio de Nicea, el ms sagrado de todos10:0 concilias. 89. INTRODUCClNLos resultados inmediatos de la disputacin de Leipzig aparentemente no fueron favorables a la causa de Lutero. La dialctica habilidosa de Juan Eck habia logrado inclinar a su favor los nimos de los habitantes de Leipzig. El profesor de Ingolstadt logr lo que se haba propuesto: demostrar que la posicin de Lutero lo constitua en un peligroso enemigo de la Iglesia. Para los habitantes de Leipzig y la mayora de los que estuvieron presentes en la disputacin, Eck haba triunfado en la contienda dialctica.AI poner en tela de juicio el primado y jurisdiccin de la Iglesia Romana, el profesor de Wittenberg habia fortalecido la posicin de su contendiente. Muchos de los que presenciaron el debate aclamaron aI profesor de Ingolstadt como el defensor de la Iglesia frente a los ataques de aquel nuevo Hus. Un ambiente de hostilidad rode a los telogos de Wittenberg en la ciudad de Leipzig.La experiencia dej en Lutero un sedimento de decepcin. La carta que escribe el 20 de julio de 1519 a un amigo, Jorge Spalatn, rezuma desazn, tanto por la actitud de su adversario en el debate como por la reaccin de los que lo presenciaron.EI profesor de Wittenberg describe las circunstancias que precedieron a la disputacin. Sefala las trabas que le pusieron sus adver~ arios, tanto a l como a Carlstadt, con miras a deslucir la participacin de ambos en el debate con Eck. Luego, el Reformador hace mencin de los recursos dialcticos de que se vala su contendiente para neutralizar sus argumentos tomados de la Sagrada Escritura.Lutero da cuenta a Spalatn de los temas principales que se ventilaron en Leipzig y de los incidentes que sucedieron a la disputacin. De los ciudadanos de Leipzig dice que lo trataron a l y a los suyos como si hubiesen sido sus peores enemigos.Concluye la carta sefalando que como Eck y la gente de Leipzig buscaban su propia. gloria y no la verdad, no era extrafo que el debate empezara mal y terminara peor.A pesar deI sedimento de amargura que la experiencia dej en :,,1 nimo de Lutero, la disputacin de Leipzig no fue deI todo infruc 90. 60 OBRAS DE ~ARTN LUTEROtfera para la causa de la Reforma. All quedaron deslindados los campos entre los sostenedores deI orden papal y los defensores de la nueva teologa evanglica. Aunque Lutero de inmediato no se diese cuenta cabal de las derivaciones de la posicin que sostuvo frente a Eck, ya estaba trazado el rumbo que seguira su causa con relacin a Roma. La carta a Spalatn no revela si el Reformador haba advertido ya la importancia decisiva que tuvo la disputacin de Leipzig, pero los acontecimientos posteriores se encargaron de manifestar la significacin de aquella contienda dialctica.La versin castellana de la carta de Lutero a Spalatn es una traduccin deI texto latino que se encuentra en el Tomo I de las Cartas de Lutero, pginas 420-424, edicin de Weimar.JOS DAVID RODRGUEZ 91. LA DISPUTAClN DE LEIPZIGINFORME DE LUTERO A JORGE SPALATN1519AL EXCELENTE SEilrOR JORGE SPALATN,PREDICADOR DE LA CORTE Y BIBLIOTECARIODEL ILUSTRSTMO PRNCIPE ELECTORDE SAJONIA, SU AMIGO EN CRISTOSaludos. Nos alegramos que el Ilustrsimo Prncipe y vosotros toos hayis regresado sanos y salvos 1, mi muy estimado !lipalatn. lQu Cristo acepte en gracia el alma de Pfeffinger! ~ Amn. De esa famosa disputacin nuestra habramos escrito ya, hace tiempo, pera no sabamos adnde ni cmo. La situacin es como sigue: algunas persona: de Leipzig que no son precisamente puras ni rectas, estn celebrando la victoria con Eck; as, a causa de ese mismo parloteo, el rumor se difunde. Por lo dems, la cosa misma traer todo a luz.Apenas habamos llegado, y casi antes que descendisemos deI coche, se fij en las puertas de las iglesias una orden deI obispo de lVlerseburg ~ que prohiba la disputacin. Junto con ella se public psa nueva declaracin que acababa de llegar, sobre el problema de las indulgencias 4. La orden fue desestimada y el que la haba fijado, encarcelado, puesto que el cabildo de la ciudad no tena conocimiento de tal acto.Como con esta artimana no tuvieron xito, recurrieron a otra.1 Fedcrico el Sabio y su squito regresaron de Francfort deI Meno donde haban estado desde el 11 de junio hasta e1 4 de julio de 1519 para la eleccin deI Emperador Carlos V.2 Degenhart Pfeffinger, canciller de Federico e1 Sabio, faUecido durante la estada en Francfort.3 Obispo Adolfo de Merseburg.4 Bula de Len X, deI 9 de noviembrc de 1518, en la cuaI defini la doctrina sobre las indulgencias. 92. "62 OBRAS DE MARTN LUTEROLlamaron a Andrs Carlstadt aparte y, conforme aI deseo de Eck, le propusieron de muchas maneras que la disputacin se realizara slo oralmente y no se levantara por los notarios acta alguna. Eck esperaba imponerse por sus gritos y ademanes, en lo cual, efectivamente, era desde haca mucho un verdadero maestro. Carlstadt, en cambio, se opuso y exigi que interviniesen notarios, puesto que as se habia convenido y a ello era preciso atenerse. Finalmente, para conseguir esto, Carlstadt se vio obligado a admitir, por lo menos, que el acta labrada por los notarios no se publicase sin antes or el juicio de algunas personas. En esta ocasin se suscit una nueva discrepancia 8cerca de la eleccin de los rbitros. AI fin, lo obligaron tambin a consentir que, despus de terminar la disputacin, se pusieran de lcuerdo con respecto a los rbitros. No queran admitir la disputacin de otra manera. Y as, con un dilema falaz nos acosaron, ponindonos ante la alternativa de renunciar a la disputacin o someterla necesariamente a rbitros injustos. Por tanto, t notars esas taimadas astucias por las cuales nos quitaron la libertad convenida. Sabemos perfectamente que las universidades y el Pontfice Romano no se pronunciarn nunca o en caso dado, en contra de nosotros, y esto es lo que ellos nicamente aspiran. AI da siguiente me llamaron aparte y me propusieron lo mismo. Mas yo, suponiendo que detrs de ello estaba el Pontfice Romano, rechac todas estas condiciones, como me haban t1consejado los nuestros. Entonces ellos, dejando a un lado aI Pontfice Romano, me propusieron otras universidades. Yo exigi que se con~ ervara la libertad convenida y oponindome a sus pretensiones renunci a la disputacin. Pronto, entonces, se propag la noticia de que yo no me animaba a entrar en la disputacin, y lo que era an ms inicuo, que no quera admitir rbitros cualesquiera. Todo ello lo difundieron e interpretaron de manera por dems odiosa y maligna, tratando de que hasta los mejores amigos se volviesen contra nosotros; de modo que ya tenamos a la vista el perpetuo descrdito para nuestra universidad. Despus de esto, respondiendo aI consejo de los amigos, fui y acept indignadsimo las condiciones, pero de tal manera que quedara asegurada mi apelacin; que no se perjudicase en nada mi pleito y que tambin quedase excluida la Curia Romana. Durante una semana se disput primero con Carlstadt sobre el libre arbitrio. Carlstadt adujo de libros que llevaba consigo argumentospertinentes y sac sus conclusiones (con la ayuda de Dias) de un modo egregio y muy elocuente.Cuando despus de esta se le dio a Carlstadt la oportunidad de oponerse, Eck no quiso continuar a menos que se dejasen los libros a nn lado. Andrs Carlstadt lo haba hecho con el fin de demostrarle l'n la cara que citaba rectamente las sentencias de las Escrituras y de los Padres y no las manejaba arbitrariamente como se le pudo comprobar a Eck. Se produjo un nuevo tumulto. AI fin se resolvi 8 favor de Eck que los libros deban quedar en casa. Pero, ~quin 93. 63LA DISPUTACIN DE LEIPZIGno se daba cuenta de que si en la disputacin se trataba de la verdad, uno debera desear que se trajesen todos los libros? Nunca tan abiertamente la envidia y la ambicin fueron vistas como aqu.Finalmente este hombre astuto concedi todo lo que Carlstadt arga, lo que, no obstante, anteriormente haba impugnado con energia. Estaba de acuerdo con l en todo sentido y en todos los puntos, glorindose de que l haba llevado a Carlstadt a su propia opinin. Despach a Duns Escoto y a los escotistas y a Capreolo 5 con los tomistas, afirmando que los dems escolsticos haban opinado y ensenado lo mismo que Carlstadt. As cayeron en esta oportunidad Duns Escoto y Capreolo, es decil', los ms clebres maestros de los escotistas y tomistas.En la semana siguiente Eck debati conmigo. Muy agriamente primero, sobre el primado deI Pontfice Romano. Se basaba en las palabras: "T eres Pedro" () y "Apacienta mis ovejas, sgueme" 7 y "confirma a tus hermanos" 8. A esto agreg muchas sentencias de los Padres. Lo cual, como vers ms tarde, yo contest. Despus, llegando a1 fin, se aferr obstinadamente aI Concilio de Constanza condenando el artculo de Hus, el cual haba afirmado que el papado se deba aI Emperador, como corresponda por derecho divino. Estando en su propia arena promova una fortsima alharaca. Alz a los bohemios contra m y pblicamente me acus de ser hereje y protector de los bohemios herticos. En verdad, Eck es un sofista tan atrevido como falso. Era sobremanera extrano que esas acusaciones halagasen ms ". los representantes de Leipzig que la disputacin mism.Yo, por mi parte, rebatindole sostuve que los cristianos griegos, durante mil anos, y los Padres de la Iglesia, no estaban bajo la potestad deI Pontfice Romano aunque no le negaban un primado de honor. Finalmente disputamos tambin sobre la autoridad de los concilios. Confes pblicamente que algunos artculos fueron indebidamente condenados por el Concilio de Constanza, puesto que Pablo, Agustn y aun Cristo mismo los haban cnsenado con palabras manifiestas Y. claras. En ese momento la vbora se hinch de verdad, exagerando mi deUto y casi enloqueci adulando a la gente de Leipzig. Finalmente le prob, con palabras deI concilio mismo, que all no se condenaron todos los artculos de Hus por herticos y errneos, de modo que sus pruebas no tenan validez. A esa altura la discusin se detuvo.En la tercera semana Eck y yo disputamos acerca de la penitencia, el purgatorio, las indulgencias y el poder deI sacerdote para conceder la absolucin. Pero a Eck no le gustaba disputar con Carlstadt5 Dominico francs, tomista, fallecido en 1444. Su Summa se usaba mucho en la ensenanza teolgica deI siglo xv y XVI. G Mt. 16: 18. Jn. 21: 15-17, 22. s Lc. 22: 32. 94. 64OBRAS DE ~ARTN LUTEROy se dirigi exclusivamente contra m. EI debate sobre las indulgencias qued completamente eclipsado. Casi en todos los aspectos estaba de acuerdo conmigo. Su defensa anterior de las indulgencias se desvaneci en burla y escarnio, mientras yo haba esperado que se iuera el tema principal deI debate. Finalmente lo confes aun en sermones pblicos, de modo que hasta el vulgo comprendi que para l las indulgencias no valan nada.Se dice que tambin manifest que si yo no hubiese disputado sobre la potestad deI Papa, le habra resultado muy fcil consentir conmigo en todos los puntos. Finalmente dijo aI mismo Carlstadt: "Si con Martn estuviera tan de acuerdo como contigo, hubiera podido trabar amistad con l". Tan veleidoso y taimado es este hombre que es capaz de cualquier cosa. AI fin, mientras concedi a Carlstadt que todos los directores escolsticos ensenaban lo mismo, debatiendo conmigo rechaz a Gregorio de Rmini 9, quien, como nico, sostuvo con nosotros, contra todos los escolsticos, la misma opinin. De esta manera, l no parece considerar errado ora afirmar algo, ora negarlo. Los repre" entantes de Leipzig no lo notan: tan estpidos san. An ms monstruoso resulta que en la disputacin concediera algo y en la Iglesia ensenara lo contrario. Pero interpelado por Carlstadt a causa de su 3ctitud tan voluble, este hombre, haciendo un guino con el ojo, manifest que no era oportuno ensenar aI pueblo lo que se disputaba.Luego, habiendo terminado la discusin conmigo, Eck disput nuevamente en los ltimos tres das CGn Carlstadt, y una vez ms, haciendo concesiones en todos los puntos, estaba de acuerdo en que pecar es hacer aquello que de m depende 10; que el libre arbitrio sin la gracia no puede otra cosa que pecar; que en toda buena obra hay pecado; y que se debe a la gracia misma si el hombre, aI hacer aquello que de l depende, se predispone para recibir la gracia. Todas estas cosas son negadas por los escolsticos. De ese modo, casi nada se trat en esta disputacin, con alguna dignidad, a no ser mi decimotercera tesis Il. No obstante, Eck cosecha aplausos, triunfa y es considerado vencedor; pera solamente hasta que nosotros publiquemos lo nuestro, puesto que habiendo resultado tan mala la disputacin, editar nuevamente las ResoLutiones 12.Los de Leipzig no nos saludaron ni nos visitaron, ms bien nos trataron como enemigos muy odiados. En cambio, Eck fue escoltado hasta la ciudad, siendo considerado y homenajeado, y aI fin le regafiEscolstico nominalista de la orden de los agustinos, profesor de la Sorbona; falleci en 1538 en Viena. 10 Facere quod in se est: expresin fundamental de la teologa escolstica,combatida por Lutero. 11 Vase: Disputacin y Defensa de Fray Martn Lutero contra las acusaciones deZ Dr. Juan, Eck, 1519. 12 Resolutiones Lutheranas super propositionibus suis Lipsiae disputatis, publicacin deI 15 de agosto de 1519. 95. LA DISPUTACIN DE LEIPZIG 65Ianm un gabn agregando un corte de cameIote; y andaban con lde paseo a caballo. En resumen, lo que pudieron excogitar lo hicieronpara injuriarnos.Adems persuadieron a Csar Pflug l:l y aI prncipe 14 a dar subeneplcito. Lo nico que nos hicieron, como de costumbre,fue hon1'arnos ofrecindonos vino, lo cuaI por decencia no podan omitir. Aque1I0sque estaban de nuestra parte nos visitaron casi clandestinamente.Sin embargo, nos invit el Dr. Auerbach 10, hombre de rectsimo juicio,y el profesor Pistoris, el joven lU. Tambin el Duque Jorge nos invit1, aI que las Escrituras llaman el anticristo, ya que todo su ser, obra y actividad se dirigen contra Cristo exterminando y destruyendo su ser y su obra. Es tambin risible y pueril que el Papa se vanaglore de ser heredero legal de la dignidad imperial cuando esta quede vacante, por una causa enganadora y absurda en la decretaIPastoris 92. ~Quin se la dio? ~Lo hizo Cristo aI decir 93: "Los reyes de los gentiles se ensenorean de ser tales. Mas no asi vosotros?" ~Se la leg San Pedro? A m me duele que en el derecho cannico tengamos que leer y ensenar semejantes mentiras descaradas, groseras y atolondradas, debiendo tenerlas por doctrina cristiana, aunque en verdad sean mentiras diablicas. A esta categoria pertenece tambin la inaudita mentira De Donatione Constantini DI. Debe haber sido una plaga especial enviada por Dios, para que tantas personas razo] 1ables se hayan dejado persuadir para aceptar semejante mentira. :I tr'" ""~ {J1~ 'Il'"'" (1)" crop-~c;:l 255. o::'"O 'O'"'"r "o.=>< ;::;.,.-.J 01,:..,c.n>-'""t:1;;.:o "o'"CFl"o~;;;.:>=o~'"O'ao 256. AI berlO de I-Iohenzollern (l4~ 1545), cardenal, arzobispo de M guncia y a la vez de Magdeburg administrador de la dicesi, ' Halberstadt, y hermano deI Elecl de Brandcmburgo. (RetratoLucas Granach.)Jorge Spalatin (14.841345), capelln y consejero deI Elector Federico de Sajonia y am:go n:imo de Lutero. (Retrato de Lucas Granech.) 257. Elector Federico de Sajonia (1463-1525), bajo cuyo gobierno e iniciaron las reform as de Lutero_ (Retrato de Lucas Granach.) Por la diplomacia muy sutil que mostrabH en la vida poltica as como cn la religioa, Federico reci bi el sobrenombre "cl Sabio"," lnDuque Jorge de Sajonia (14711539). (Retrato de Lucas Gra nach.) Se opona con mucha conviccin a las reformas de Lutero. Por razones obvias tena el sobrenombre "el barbudo", 258. LA CAUTIVIDAD BABILNI