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    Teresa de Jesús,

    Del enamoramiento

    al matrimonio espiritual

    Félix Alvira Lizano

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    PORTADA…”Y diome su mano derecha, y díjome: mira este clavo, que es señal que serás mi esposa desde hoy” . (LasRelaciones, 35)

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    A Carmen, Berta, Carlos, Leyre e Inés

    MI AGRADECIMIENTO, a Antonio Mas por todo; a ÁngelaIonescu que con tanto mimo ha corregido y pulido el texto; ami amiga Ana Sanclemente, siempre dispuesta paradesvelarme los entresijos de la informática; a mi amigo PedroTomás Vela por la maquetación; a mi hermano Fernando,

    maestro del photoshop; y a vosotros, mis compañeros decamino de quienes siempre recibo más de lo que doy.

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    © 2012 Bubok Publishing S.L.

    1ª Edición

    ISBN:

    DL:

    Impreso en España / Printed in Spain

    Impreso por Bubok

    Todos los derechos de propiedad intelectual han sidoregistrados en

    Queda prohibida expresamente cualquier forma dereproducción, distribución, copia, comunicación pública ytransformación de esta obra, sin contar con la autorización delos titulares de la propiedad intelectual.

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    ABREVIATURAS DE LOS LIBROS DE SANTA TERESA

    C Camino de Perfección

    CT Cartas

    CONST Constituciones

    E Exclamaciones

    F Fundaciones MC Meditaciones sobre los Cantares

    M Moradas (o Castillo Interior)

    R Relaciones (o Cuentas de Conciencia)

    V Vida

    VD Visita de Descalzas

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    INDICE

    INTRODUCCIÓN ............................................................................... 1.-PREPARANDO LA TIERRA ..................................................... 19 2.-SENTIR, ENTENDER, COMUNICAR .................................... 23

    2.1 SENTIR Y ENTENDER ....................................................... 23 2.2 COMUNICAR .......................................................................... 2

    3.-SU FORMACIÓN CULTURAL .................................................. 33 4.-EL AMADO ..................................................................................... 5.-LA MIRADA MUTUA ................................................................. 4

    6.-DE LA MANO DE TERESA ....................................................... 4 7.-LAS CUATRO MANERAS DE REGAR EL HUERTO ........ 51 7.1 PRIMER GRADO DE ORACIÓN ...................................... 51 7.2 SEGUNDO GRADO DE ORACIÓN .................................. 58 7.3 TERCER GRADO DE ORACIÓN ...................................... 62 7.4 CUARTO GRADO DE ORACIÓN ..................................... 66

    8.-LA HUMANIDAD DE CRISTO................................................. 75 9.-EL DEMONIO TUVO LA CULPA ............................................ 79

    10.-LOS FRUTOS DEL AMOR ...................................................... 83 11.-OTROS FRUTOS DEL AMOR: SUS CARTAS .................. 97 12.-COMENTARIO AL CANTAR DE LOS CANTARES ...... 103

    Primer día: “Béseme con beso de su boca” ................... 106 Segundo día: La paz. ................................................................ 107 Tercer día: “Más valen tus pechos que el vino” .......... 111 Cuarto día: “Sentéme a la sombra del que deseaba” 114 Quinto día: “Metióme en la bodega del vino ................ 116

    Último día: “Sostenedme con flores ................................. 118 13.-EL CASTILLO INTERIOR .................................................... 125 14.-LOS PREPARATIVOS ............................................................ 129 15.-PRIMERAS MORADAS ......................................................... 133

    15.1 C0NOCERSE A SÍ MISMO ............................................ 134 15.2 LA ORACIÓN VOCAL ..................................................... 135 15.3 REUNIÓN DEL GRUPO ................................................. 138

    16.-SEGUNDAS MORADAS ........................................................ 14

    16.1 LA PERSEVERANCIA..................................................... 142

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    16.2 LA VIRTUD DEL AMOR ................................................ 143 16.3 LA VIRTUD DEL DESASIMIENTO ............................ 144 16.4 LA ORACIÓN MENTAL O MEDITACIÓN ............... 147

    17.-TERCERAS MORADAS ......................................................... 149 17.1 LA HUMILDAD ................................................................. 150 17.2 TIEMPO DE PRUEBA .................................................... 152 17.3 LA ORACIÓN DE RECOGIMIENTO .......................... 153

    18.-CUARTAS MORADAS ........................................................... 157 18.1 RECOGIMIENTO INTERIOR (INFUSO) ................. 160 18.2 ORACIÓN DE QUIETUD ............................................... 162 18.3 SUEÑO DE LAS POTENCIAS ...................................... 163 18.4 CINCO RAZONES Y DOS AVISOS .............................. 164

    19.-QUINTAS MORADAS ............................................................ 167 19.1 EL GUSANO DE SEDA ................................................... 169 19.2 LA BODEGA DEL VINO ................................................. 172 19.3 VENIR A VISTAS.............................................................. 174 19.4 ORACIÓN DE UNIÓN REGALADA ............................ 177 19.5 ORACIÓN DE UNIÓN NO REGALADA .................... 178 19.6 EL PRÓJIMO ...................................................................... 180

    20.-SEXTAS MORADAS ............................................................... 18 20.1 CAPÍTULO 1º: ¿Dónde está tu Dios? ...................... 185 20.2 CAPÍTULO 2º: Los síntomas de la herida ............ 188 20.3 CAPÍTULO 3º: Dios habla al alma. .......................... 191 20.4 CAPÍTULO 4º: Los arrobamientos .......................... 196 20.5 CAPÍTULO 5º El vuelo del espíritu. ........................ 200 20.6 CAPÍTULO 6º: Los efectos. ......................................... 202 20.7 CAPÍTULO 7º El dolor de los pecados .................. 205

    20.8 CAPÍTULO 8º: Visión intelectual ............................. 208

    20.9 CAPÍTULO 9º: Visiones imaginarias ...................... 211 20.10 CAPÍTULO 10º: Andar en la Verdad. .................. 216 20.11 CAPÍTULO 11º: Del amor y del deseo. ............... 219

    21.-SÉPTIMAS MORADAS .......................................................... 223 21.1 EXPERIENCIA DE LA TRINIDAD ............................. 225 21.2 ESPIRITUALIDAD EN EL MATRIMONIO .............. 227 21.3 EL MATRIMONIO ESPIRITUAL ................................ 230

    21.4 LOS EFECTOS DEL MATRIMONIO .......................... 232

    21.4.1 OLVIDO DE SÍ .......................................................... 232

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    21.4.2 DESEO DE PADECER ............................................ 233 21.4.3 GRAN GOZO INTERIOR ....................................... 234

    21.5 OTROS EFECTOS ............................................................ 234 21.6 MANOS A LA OBRA........................................................ 236

    DESPEDIDA ...................................................................................... 2

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    INTRODUCCIÓN

    Hace siete años, cuando elegíEl Castillo Interior deTeresa de Jesús para presentar una tesina, no sabía lo que meesperaba. Fue un año de lo más intenso y enriquecedor, por eltema elegido y por el amigo que encontré. Mi amigo AntonioMas Arrondo es un gran experto en Santa Teresa, con unabiblioteca enorme sobre ella, unas ganas de ayudar a losdemás que no le caben en el alma y un amor a Teresa quecontagia. Y yo me contagié. Lo que en un principio iba a ser unasunto académico, acabó dando un giro importante a mi vidaespiritual y también a mi vida laboral, social y familiar.

    Teresa de Jesús convence porque habla de corazón acorazón y escribe sobre lo que ha experimentado. No trata deilustrarnos sino de provocar en nosotros una reacción:

    despertarnos al amor.Ella está enamorada de Cristo y como ha conseguido

    vaciarse de sí misma para llenarse de Dios, no busca otra cosaque hacernos partícipes de ese amor. Llegar aquí le costómuchos años de búsquedas y soledades, de noches oscuras, deaño y medio sin oración y de nadar en las aguas de lamediocridad. Y el Señor, esperando. Hasta el día que seencontró frente a frente con Jesús. Como a la Magdalena, a laSamaritana o al joven rico, la mirada amorosa del Maestro lainterpeló y la invitó a seguirle. Y Teresa pronunció su sí, sincondiciones.

    Aquel encuentro fue el comienzo de una nueva vida, deotra forma de vivir, de pensar y de servir a los demás. Lejos de

    encerrarse en sus pensamientos y sentimientos, el encuentro

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    con el Amado la catapultó al exterior, abrió su mente y sualma al mundo cercano y lejano, a sus hermanas y a losmillones de personas que no conocían a Dios, como los

    habitantes del Nuevo Mundo, o los que, habiendo pertenecidoa la Iglesia estaban desertando de ella de forma traumática.Entonces siente la necesidad de escribir y de fundar. Tambiénle gustaría salir a las plazas y subir a los púlpitos a anunciar alDios que es Amor. Pero esto lo tiene prohibido, entre otrosmotivos por ser mujer.

    Que la jerarquía de la Iglesia quisiera poner una mordazaa las mujeres, apoyándose interesadamente en San Pablo, lollevaba Teresa peor que regular. Aunque en algún momentoella misma se rebajará como mujer iletrada, no dejan de serrecursos literarios o astucia femenina para pasar algo decontrabando por la aduana del vigilante censor.

    A su condición de mujer, hay que añadir que carecía de

    formación teológica y de estudios universitarios. Todo ello lesda derecho a letrados, medio letrados, confesores, teólogos ycensores, a entrar en sus escritos pluma en ristre a tachar,corregir, anotar y suprimir cuanto les viene en gana.

    Cuando su primer biógrafo, el jesuita P. Francisco deRibera tiene entre sus manos el autógrafo deLas Moradas (oCastillo Interior ), toma la pluma y con rasgo firme y letra claraanota en la primera página: “En este libro está muchas vecesborrado lo que escribió la Santa Madre, y añadidas otraspalabras, o puestas glosas al margen. Y ordinariamente estámal borrado, y estaba mejor primero como se escribió”.Continuará diciendo que el que lo lea, que lo haga como loescribió Teresa, que lo entendía y decía mejor y no se haga

    caso de lo borrado. Concluye su anotación dejando constancia“que de esa manera sevienen a estragar y echar a perder los

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    libros”. Lástimaque la madre no llegara a leer esta defensa desu obra, pero al menos es un reconocimiento a supensamiento original, como una medalla a título póstumo.

    Si Las Moradas sufrieron correcciones, el libro deVida estuvo muchos años en poder de la Inquisición. ACamino dePerfección le infringieron tantos tachones y supresiones depárrafos enteros que se vio obligada a rehacerlo con unasegunda versión menos espontánea y más doctrinal. Peor lefue a su Comentario al Cantar de los Cantares, porqueescandalizado su confesor le ordena quemarloinmediatamente y ella, obediente, cumple el mandato. Perosus hermanas previsoras, ya habían sacado copias quellegarían hasta nosotros.

    Todos sus escritos tienen como hilo conductor laoración. Entiende la oración como“trato de amistad con quiensabemos que nos ama”. Su vida y sus obras, son un tratado

    sobre el amor a Dios y al prójimo.El libro que tienes en tus manos, está divido en dos

    partes bien definidas. En la primera, seguiremos este hiloconductor desde el momento de su conversión yenamoramiento en Vida, hasta su última fundación. Por elcamino iremos viendo que el enamoramiento lleva a nuestrasanta a la acción, “de lo pocoque yo puedo y es en mí”.Veremos que sus primeros planes comenzaban y concluían enel pequeño convento de San José de Ávila. Pero como habíaentregado su voluntad al Señor para que Él dispusiera, elSeñor dispuso haciéndola sembrar de conventos la tierrahispana, carteándose miles de veces con reyes, marquesas,monjas, frailes, arrieros, familiares y gente de bien y

    escribiendo libros, comentarios, relaciones y consejos tanoportunos que cuatrocientos cincuenta años más tarde siguen

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    igual de actuales. Conoceremos su forma de pensar y de obrar,seremos sus compañeros de viaje y sus confidentes,compartiremos trabajos y alegrías; y nos llevará a los pies del

    Maestro, para que Él nos mire y nosotros le miremos a Él, nosenamoremos de Cristo y ya no podamos vivir sin estar en supresencia. A partir de allí, cada uno de nosotros desde sulibertad y responsabilidad, tomará la decisión que consideremás oportuna.

    Y en la segunda parte vamos a ser protagonistas de unaaventura increíble. Es una incursión a lo más interior denosotros mismos. Teresa llama a esta experienciaEl CastilloInterior , o Las Moradas. Comenzaremos nuestro camino,cargados de grandes mochilas repletas de cientos de cosas sinlas que no sabemos vivir. Conforme vayamos aligerando elpeso y vaciándonos de nosotros mismos, iremos avanzandohacia la morada central. La aventura es aparentemente gratisy no está reservado el derecho de admisión. Está abierta ahombres y mujeres; sacerdotes, religiosos y laicos; casados,solteros y viudos; a los de la primera, segunda, tercera ycuarta edad; a creyentes, no tan creyentes y ateos. Uno puedesalirse cuando quiera, aunque es aconsejable no perdersedetalle. Una vez vivida la aventura, te puedes quedar a vivir enalguna de las moradas, pero sin echar raíces, porque lo

    normal será ir recorriéndolas según las circunstancias.He escrito este pequeño libro por mi necesidad de dar a

    conocer un poca más a Teresa de Jesús. No es un libro parasaciar, sino para abrir el apetito. Desconozco cuántaspersonas lo van a leer, pero si una de ellas, al acabarlo, sienteque quiere más a Teresa o se ha enamorado un poco más deJesucristo, mis expectativas se habrán visto sobradamentesuperadas, gracias a Dios.

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    PRIMERA PARTE

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    1.-PREPARANDO LA TIERRA

    Teresa de Jesús ya ha cumplido los treinta y nueve añosde edad y veinte de vida religiosa. Han quedado atrás aquellosaños de juventud en los que las graves enfermedades ledejaron duras secuelas que le acompañarán durante el restode su vida. También están lejos los primeros ímpetus en laoración, impulsados por elTercer Abecedario de Francisco deOsuna. Después llegó la sequedad del cumplimiento estricto yel abandono temporal de la oración. Ahora ya lleva unoscuantos años acomodada en su cotidianeidad, administrandocon soltura sus dones naturales. Se sabe estimada y aunadmirada por el grupo que la rodea, incluso por personas queviven más allá de las tapias del monasterio de la Encarnacióny que gustan de acercarse a la reja porque se sientendeleitados con la amena conversación de la monja. Ellosencantados y el convento también porque las cualidades deTeresa ayudan en algunas ocasiones a quitarse el hambre.

    Debía de ser sin duda atractiva su compañía porquecuando le quedan unos meses para morir y la naturaleza le hapasado ya una gruesa factura, D. Antonio Aguiar, médico deBurgos, atiende a la monja vieja y enferma “descuadernada y

    desencajados los huesos”, dejándonos el siguiente testimonio en tercera persona, como correspondía a alguien quetestificaba: “Se le pasaban las horas de todo eldía con ella sinsentir y no menos que con gran gusto, y las noches con laesperanza de que le había de ver otro día, porque su habla eramuy graciosa, su conversación suavísima y muy grave, cuerday llana. Sus palabras sacaban consigo pegado un fuego tan

    suave que llevaba tras sí a la parte que quería y al fin que

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    deseaba a todos los que la oían. Contó a este testigo todas susperegrinaciones, sus trabajos en las fundaciones, lasinnumerables enfermedades que en ella concurrían, con tanto

    donaire y suavidad, que se tornaban a saborear y a reír de elloy de sus enfermedades y dolores, que era cosa que espantaba,sin quejarse ni ser enfadosa. Contábalo razonándolo algunasveces con una risa tan suave, que no parecía sino que lostrabajos presentes y pasados se le volvían a la boca hechosazúcar”.

    El ambiente que se vivía en la Encarnación era elpropicio para la mediocridad espiritual. Vivían en elmonasterio más de ciento ochenta monjas, con una clausurabastante suave. Como se pasaba más hambre involuntaria quepor la observancia, cuando surgía algún pretexto para salir acasa de la familia, se obtenía fácilmente el permiso de laPriora, con la condición de que se llevaran consigo a otrahermana del monasterio. Si el refectorio era casi lugar depaso, no pasaba lo mismo con el locutorio, donde igual setrataban asuntos de oración y devociones que los dimes ydiretes de la sociedad abulense. Incluso se acercabancaballeros y galanes que buscaban quién les escuchara al otrolado de la reja. Y si la monja era joven y buena conversadoralas visitas se iban haciendo más asiduas.

    Teresa nada entre dos aguas. Reza con todas y buscamomentos de silencio y oración a solas, pero aquella forma devivir no lasatisface. “Por una parte me llamaba Dios; por otra,yo seguía al mundo. Dábame gran contento todas las cosas deDios; teníanme atadas las del mundo. Parece que queríaconcertar estos dos contrarios - tan enemigo uno de otro-como es vida espiritual y contentos y gustos y pasatiempossensuales. En la oración pasaba gran trabajo, porque no

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    andaba el espíritu señor sino esclavo; y así no me podíaencerrar dentro de mí (que era todo el modo de proceder quellevaba en la oración) sin encerrar conmigo mil vanidades”

    (V7, 17).Y el Señor, que nunca la había dejado de su mano, seguía

    a la espera del momento oportuno. Como a nosotros, tambiénesperaba a Teresa. Tenemos la suerte de que Dios es muypaciente. Si alguna vez nos llama y no respondemos, espera.Siempre espera. Él no es como el tren-oportunidad que sólopasa una vez en nuestra vida.

    El momento oportuno le llegó a Teresa a los treinta ynueve años, entrando en el oratorio. Alguien había dejado allíun Ecce Homo para una fiesta que se iba a celebrar. Era unCristo muy llagado. Ella se turba. El corazón se acelera yparece que se le parte, los ojos se arrasan de lágrimas y cae alos pies de Jesús entre sollozos. No quiere apartarse de Él y le

    suplica que nunca más la deje marchar de su lado. El Señor,que había esperado pacientemente, toma posesión de aquelcorazón desgarrado y arrepentido, dispuesto al amor. Y Dios,que la ama desde siempre, la va a hacer experimentar lainmensidad del gozo de ser amada.

    A partir de ahora, nada va a ser como antes. Haencontrado el camino y lo demás pasa a ser secundario. Es elprincipio de su enamoramiento. Ha sido la chispa que va aencender la hoguera, que seguirá ardiendo y dándonos luz ycalor a los cristianos del siglo XXI. Teresa ya es de Jesús yJesús de Teresa.

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    2.-SENTIR, ENTENDER, COMUNICAR

    Cuando Teresa nos explica las mercedes espirituales queel Señor le está haciendo experimentar, han pasado unos diezaños desde su conversión a los pies del Ecce Homo. En elcapítulo 17 de Vida nos hace la siguiente aclaración: “Porqueuna merced es dar el Señor la merced, y otra es entender quémerced es y qué gracia, otra es saber decirla y dar a entendercómo es”. Son tres gracias o mercedes: experimentar,entender y expresar. O dicho de otra forma: sentir, entender ycomunicar.

    2.1 SENTIR Y ENTENDER

    La conversión llevó a Teresa a emplear más tiempo y deforma más intensa en la oración. En el capítulo 23 deVida, nosadvierte que “es otro libro de aquí en adelante, digo otra vidanueva. La de hasta aquí era mía; la que he vivido desde quecomencé a declarar estas cosas de oración, es que vivía Diosen mí” (V 23,1).

    Su conversión es un punto de inflexión. El Señorcomienza a concederle mercedes en su oración: recogimiento,

    sueño de las potencias, quietud, unión…Ella no dudaba de queaquellos regalos los recibía por iniciativa de Dios, sinmerecerlos ni trabajarlos. Comenzó a sentirse desbordada.Necesitaba consejo, entender, aclararse. Solicitó ayuda a susamigos D. Alonso Álvarez y D. Francisco Salcedo y éstos letrajeron al clérigo letrado D. Gaspar Daza, a quienacompañaba la fama de llevar una vida santa.

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    Del primer encuentro con D. Gaspar, salió Teresadesolada porque no la quiso ni confesar. Cogió el libroSubida del Monte Sión, subrayó aquello que se parecía a lo que ella

    experimentaba y se lo entregó a Salcedo y Daza. Ellos loleyeron y por fin llegaron a una conclusión: “Con harta fatigavino a mí y díjome que, a todo parecer, era demonio” (V23,14). Teresa no sabe qué hacer, llora, siente, pero noentiende.

    Esta primera reacción de sus amigos es comprensible sitenemos en cuenta que la Inquisición anda persiguiendodesde hace unos años a alumbrados, visionarios, recogidos yotras sectas místicas que se habían propagado de formaespecial por Castilla y Andalucía. Todavía vivía encerrada enun convento de Andújar sor Magdalena de la Cruz, Abadesa delas Clarisas de Córdoba, universalmente conocida por suséxtasis, milagros, visiones, ayunos, penitencias y por haberrecibido el don de los estigmas de Cristo, en pies, manos ycostado. Llegó a renunciar a todo alimento porque decía quesólo se alimentaba de la comunión diaria. La Inquisición leencontró en la celda un arcón bien pertrechado de alimentos yaveriguó también cómo se abría ella misma las llagas.

    En el auto de fe celebrado el tres de mayo de milquinientos cuarenta y seis, confesó haber fingido también losarrobamientos y milagros. La condenaron a muerte, pero leconmutaron la pena por la reclusión por vida en un convento.

    “El caballero santo”, como llamaba Teresa a FranciscoSalcedo, al ver a su amiga tan afligida quiere abrirle unapuerta a la esperanza o por lo menos al consuelo y se ofrece allevarle un confesor de la Compañía de Jesús, el Padre Cetina.

    Opinaba el jesuita que si había algo malo era por falta deformación y que debía entregarse a la penitencia y la

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    meditación. Lo más acertado de este confesor fue ponerle encontacto con Francisco de Borja, quien dictaminó que “eraespíritu de Dios y que le parecía que no era bien resistirle

    más” (V 24,3). Al P. Cetina le sustituyó el también jesuit a P.Prádanos. Con él, Teresa no sólo va a entender, sino a respiraraliviada y lograr la paz en su alma.

    Un día, rezando el Veni Creator como le recomendó sunuevo confesor, recibe una nueva y sorprendente merced:“Vínome un arrebatamiento tan súbito que casi me sacó de mí,cosa que yo no pude dudar, porque fue muy conocido. Fue laprimera vez que el Señor me hizo esta merced dearrobamientos. Entendí estas palabras: Ya no quiero quetengas conversación con hombres sino con ángeles. Ello se hacumplido bien, que nunca más yo he podido asentar enamistad ni tener consolación ni amor particular sino apersonas que entiendo le tienen a Dios y le procuran servir”(V 24,5-6).

    Cuando se llevan al P. Prádanos a otro destino, losamigos y algún invitado más, se unen con el nuevo confesorpara tratar de impedir a Teresa que siga por este camino,porque se afianzan en su sospecha “que aquello era demonio”y quieren evitar que termine en el Santo Oficio. El confesor,además de prohibirle que pase a comulgar, le ordena quecuando oiga la voz que le habla, le dé“higas”. No lo entiendepero obedece. Lo pasa mal porque parece una espiral dedespropósitos. Cuando el Señor le dice algo en la oración y elconfesor lo contrario, el mismo Señor la anima a obedecer asu confesor. Es entonces cuando Teresa va a tener su primeravisión intelectual: “Vi cabe mí o sentí, por mejor decir, que conlos ojos del cuerpo ni del alma no vi nada, mas parecíameestaba junto cabe mí Cristo y veía ser Él el que me hablaba a

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    mi parecer. Yo como estaba ignorantísima de que podía habersemejante visión, diome gran temor al principio, y no hacíasino llorar, aunque, en diciéndome una palabra sola de

    asegurarme, quedaba como solía, quieta y con regalo y sintemor. Parecíame andar siempre a mi lado Jesucristo, y comono era visión imaginaria, no veía en qué forma; mas estarsiempre al lado derecho sentíalo muy claro, y que era testigode todo lo que yo hacía, y que ninguna vez que me recogieseun poco o no estuviese muy divertida podía ignorar queestaba cabe mí” (V 27,2).

    Antes de seguir adelante conviene aclarar los diferentestipos de visión: Visión imaginaria quiere decir percibida conlos ojos del alma.

    Visión intelectual es “en la que se representa por unanoticia al alma más clara que el sol. No digo que se ve el sol niclaridad, sino una luz que, sin ver luz, alumbra el

    entendimiento, para que goce el alma de tan gran bien” (V27,3).

    Y visión corporal es la percibida con los ojos del cuerpo yde éstas dirá Teresa que nunca las tuvo: “Esta visión, aunquees imaginaria nunca la vi con los ojos corporales, ni ninguna,sino con los ojos del alma” (V 28,4).

    Más adelante nos dirá que la más perfecta es laintelectual, luego la imaginaria y la corporal la de menorimportancia.

    Teresa narra sus últimas experiencias ante el tribunalparticular que han montado sus amigos, el confesor y algúnadjunto. Debaten entre ellos sus explicaciones y

    razonamientos. Si faltaba algo, ahora quiere darles lecciones aellos que han estudiado, una mujer sin estudios. Además

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    presuntuosa. El confesor va con el asunto a otros letrados yéstos le recomiendan que se aparte de la monja porque hayalgo que no les cuadra, ¿por qué habiendo personas muy

    santas y preparadas en Ávila, a ninguna llevaba Dios por estecamino y precisamente tenía que ser a ella?, seguro que erademonio. Las confidencias de la monja corren por la ciudadcomo un reguero de pólvora y Teresa no encuentra a nadieque la quiera confesar, como si su hábito despidiera el tufillodel humo de hoguera. Cuando recuerde más tarde aquellatemporada, escribirá con una mezcla de amargura e ironía: Mi

    confesor era muy discreto y de gran humildad, y estahumildad tan grande me acarreó a mí hartos trabajos; porquecon ser de mucha oración y letrado, no se fiaba de sí, como elSeñor no le llevaba por este camino (de las gracias místicas).

    El tribunal de los doctos amigos sigue tan convencido delos males que invaden a Teresa que la quieren conjurar. Lasvisiones aumentan, las incomprensiones también, pero cuantomás crecía el desconcierto “era mayor el crecimiento de lasmercedes, creciendo en mí un amor tan grande de Dios, queno sabía quién me lo ponía, porque era muy sobrenatural, niyo le procuraba” (V 29,7-8). Estos ímpetus grandes de amorserán motivo de la visión imaginaria de la transverberación,en la que un ángel aparece a su lado con un dardo de oro con

    la punta de fuego. Una y otra vez se lo clava en el corazón yllega hasta las entrañas, dejándole toda abrasada en el amorde Dios. Le produce un grande y suave dolor espiritual,aunque el cuerpo no es extraño al mismo. Concluirá suexplicación diciendo que “es un requiebro tan suave que pasaentre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustara quien pensare que miento” (V 29,13). Sus deseos no se

    vieron cumplidos, o al menos no se conoce que estaexperiencia la viviera ninguno de sus jueces.

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    Pronto comenzarán los arrobamientos que le duraránuna larga temporada. Como éstos van a ser de dominiopúblico, nos quiere explicar en qué consisten: “Querría aclarar

    con el favor de Dios la diferencia que hay de unión aarrobamiento o levantamiento o vuelo que llaman del espírituo arrebatamiento que todo es uno. Digo que estos diferentesnombres todo es una cosa y también se llama éxtasis” (V20,1). Cuando notaba los primeros movimientos, temblaba yse resistía, pero inútilmente. Se ponía rígida, perdía laconsciencia y se elevaba. No lo llevaba nada bien porque le

    daban en cualquier sitio. Dios elegía el momento y algunasveces no parecía que el momento fuera el más adecuado,porque llegó a ser todo un espectáculo. La gente se acercabacuriosa a la iglesia del monasterio y si acontecía una de esasexperiencias, Teresa “quedaba después tan corrida, que noquisiera parecer adonde nadie me viera” (V 31,12). Ellaprotesta una y otra vez al Señor y al fin Él le contesta“que qué

    temía; que en esto no podía, sino haber dos cosas: o quemurmurasen de mí, o alabarle a Él, dando a entender que losque lo creían, le alabarían, y los que no, era condenarme sinculpa, y que entrambas cosas eran ganancia para mí, que nome fatigase. Mucho me sosegó esto, y me consuela cuando seme acuerda” (V 31,13).

    2.2 COMUNICAR

    Madre Teresa va a emplear un lenguaje sin artificios, niexpresiones escolásticas. Primero, porque es su forma de ser yde comunicarse y segundo, porque no había estudiadoTeología. Las palabras se reflejarán en el papel directamentedesde su pensamiento, sin pasar por el tamiz de otros librosde consulta; y la forma coloquial de expresarlas será la propia

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    de la descendiente de una familia de mercaderes toledanos yjudeoconversos por la línea paterna, que se preocupaban porinculcar en sus hijos el amor a la lectura y la educación que

    requería su estatus social.Si profundizas en sus escritos notarás como Teresa te

    mira a los ojos, te sentirás interpelado, empujado algunasveces a las profundidades de ti mismo y otras a alturasinefables, pero también te identificarás con sus momentos dearidez espiritual y en la búsqueda que no siempre lleva alencuentro y, por supuesto, en el caminar de todos los días, enel trajín y los trabajos, en los momentos de soledad y en laconvivencia.

    Y es que Teresa es así de cercana. Aunque se vaya en eléxtasis siempre vuelve a pisar la tierra. Algunos artistas noshan pintado o esculpido a nuestra santa mirando al cielocontinuamente, y también ha habido escritores que a fuerza

    de encumbrarla (sin duda con amor y buena intención), la handejado situada tan lejos de nuestro alcance, que no haymanera de pensar que es una de nosotros.

    Cuando leamos, Las Moradas, Vida o Camino dePerfección, conviene que nos demos una vuelta también porsus Cartas o Las Fundaciones. Si encontramos sosiego con supoesía:

    Nada te turbe,

    nada te espante,

    todo se pasa,

    Dios no se muda.

    La paciencia

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    todo lo alcanza.

    Quien a Dios tiene

    nada le falta.Sólo Dios basta,

    también disfrutamos con las coplas que les escribe a susmonjas, para que las canten en procesión pidiendo al Señorser despiojadas. Así dice el estribillo:

    Pues nos dais vestido nuevo

    Rey celestial,

    librad de mala gente

    este sayal.

    Cuando leemos en las primeras Moradas que en el centroy mitad de nuestro interior es “adonde pasan las cosas demucho secreto entre Dios y el alma” y ansiamos que nos llevede su mano a recorrer este camino, también nos gusta estarcon ella cuando le escribe al P. Gracián contándole lasperipecias que ha pasado con una salamanquesa que se le hametido entre las ropas.

    En cuanto a los arrobamientos o éxtasis, creo que a

    madre Teresa le gustaría que reaccionáramos como lo hacíansus hermanas y no como los que se acercaban a ver elespectáculo. La temporada que le dieron los éxtasis encualquier sitio, pedía a sus hermanas que al menor indicio sele echaran encima para sujetarla. Fue para nota el día que ledio un arrobamiento estando de cocinera. La hermanaayudante corrió a sujetar la sartén para que no se derramara

    el aceite porque era el último que les quedaba.

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    Los éxtasis eran algo circunstancial de lo que se queríalibrar. Lo importante para ella era estar mirando al Amado ycontentarle con su trabajo y la convivencia de cada día.

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    3.-SU FORMACIÓN CULTURAL

    De niña leía vidas de santos. ElFlos Sanctorum era unlibro que entraba por los ojos porque estaba lleno deimágenes espectaculares de martirios y miradas gloriosas quedecían más que las palabras escritas. Al llegar a laadolescencia, otro tipo de lectura va a tomar protagonismo:Los libros de caballerías: “Era (mi madre) aficionada a loslibros de caballerías y no tan mal tomaba ese pasatiempocomo yo lo tomé para mí, porque no perdía su labor, sinodesenvolvíamonos para leer en ellos, y por ventura lo hacíapara no pensar en grandes trabajos que tenía, y ocupar sushijos, que no anduviesen en otras cosas perdidos” (V 2,1).Conviene recordar que la madre de Teresa, Dª Beatriz, se casóa los catorce o quince años y tuvo diez hijos, además de losdos que heredó al casarse con D. Alonso. Murió a los treinta ytres años.

    Teresa no se conformaba con leer los relatos en familia yse entregaba furtivamente a devorar esos librosescondiéndose de su padre a quien no le gustaba esa afición.Vemos a nuestra santa con las mismas reacciones deadolescente que tuvimos nosotros, han tenido nuestros hijos y

    tendrán nuestros nietos, con ese regusto de hacer lo que no tedejan, aunque sólo sea por llevar la contraria a tus mayores.

    Por sus manos pasarían los best sellers de la época, lasaventuras de Amadís, Tristán el Joven, Clarián de Landanis oPalmerín de Oliva. Eran aventuras y desventuras de valerososcaballeros, de princesas, de conquistas y castillos que en laimaginación de Teresa adolescente se mezclaban con la

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    realidad, formando un mundo fantástico en el que viajar yprotagonizar era tan sencillo y placentero.

    El lenguaje de aquellos libros le quedará grabado en laforma de expresarse en alguno de sus escritos, como la Respuesta a un desafío, en el que los frailes de Pastrana son“esforzados y valerosos caballeros” yfray Juan de la Cruz “unaventurero que mide sus armas con el maestre de campo”. Enlas moradas sextas hablará del “Dios de las caballerías” y enlas segundas de “la terrible batería que aquí dan losdemonios” o “los golpes de artillería”.

    Más adelante, desde la lectura en su juventud delTercer Abecedario, al Vita Christi de su madurez, leyó muchos librosde formación espiritual. Cuando la Inquisición publica elÍndice de libros prohibidos de 1551 en Toledo y sobre todo elde 1559 en Valladolid, Teresa ve condenados a la hogueraalgunos de sus preferidos y siente una gran tristeza: “Cuando

    me quitaron muchos libros de romance, yo sentí mucho,porque algunos me daba recreación leerlos y yo no podía yapor dejarlos en latín; me dijo el Señor: No tengas pena, que yote daré libro vivo. Y ha tenido tanto amor el Señor conmigopara enseñarme de muchas maneras, que muy poca o casininguna necesidad he tenido de libros; Su Majestad ha sido ellibro verdadero adonde he tenido las verdades” (V26,5).

    Hay que hacer una mención especial a laSagrada Escritura, porque es el Libro que influyó esencialmente en suforma de pensar y de vivir, en su vida activa y en lacontemplativa. Sus palabras, sus escritos, su doctrina, todoestá en referencia a las Sagradas Escrituras. Cuando leamosLas Moradas, veremos que las quintas, sextas y séptimas, de

    forma explícita o implícita, contienen unas setenta citas delAntiguo y del Nuevo Testamento.

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    En Camino de Perfección nos deja muy claro cuál es sulibro preferido: “Siempre yo he sido muy aficionada y me harecogido mucho más las palabras de los Evangelios que libros

    muy concertados. Que está claro que el mismo maestrocuando enseña una cosa toma amor con el discípulo, y gustade que le contente lo que le enseña, y le ayuda mucho a quedeprenda (aprenda), y así hará este Maestro celestial connosotras” (C 21,4).

    Aunque a finales del siglo XV los reyes prohibieron latraducción a lenguas vulgares de laBiblia, en los monasteriosy conventos podían disponer de ella. Al menos hasta el trágicoÍndice de 1551, en el que incomprensiblemente constaban “laBiblia en romance castellano o en cualquier otra lengua” y “elNuevo Testamento traducido del griego en romancecastellano”.

    Afortunadamente madre Teresa tuvo otros libros a su

    alcance para su formación bíblica. Los cuatro volúmenes delVita Christi escritos por el cartujano Ludolfo de Sajonia ytraducido para los Reyes Católicos por el confesor de Isabel,Ambrosio Montesino, fueron compañeros inseparables deviaje y de soledades para nuestra santa. Los “Cartujanos”contienen numerosas citas del Antiguo y el NuevoTestamento. Al comienzo del primer tomo hay un índice paraseguir la lectura según los ciclos litúrgicos. Teresa, sin duda,hace uso de este índice: “Estaba un día, víspera del EspírituSanto, después de misa. Fuime a una parte bien apartada,adonde yo rezaba muchas veces y comencé a leer en unCartujano esta fiesta” (V 38,9).

    También se alimentó de la Palabra a través del rezo de

    las Horas, leyendo repetidamente fragmentos de ambosTestamentos y los salmos. Se los llega a aprender en latín sin

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    conocerlo y no tiene complejos a la hora de citar alguna fraseen esta lengua cambiando varias letras, por ejemplo: “Miquibibere Cristus es” por “Mihi vivere Christus est”(Flp1,21).

    Reconoce también que no entiende alguna cosa de lo que lee,pero cuando está en oración sobra saber muchas letrasporque al estar tan cerca de la Luz, se entiende congrandísima claridad: “Y así me ha acaecido, estando en estaquietud, con no entender casi cosa que rece en latín, enespecial el Salterio, no sólo entender el verso en romance, sinopasar adelante en regalarme de ver lo que el romance quiere

    decir” (V 15,8).

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    4.-EL AMADO

    Ya le conocía desde niña. Hubo una temporada en sujuventud, a partir de leer elTercer Abecedario, que le conociómás a fondo, incluso buscaba los lugares y tiempos para estara solas con Él. Se encontraba a gusto. Pasaron los años y larelación fue perdiendo calor, aunque siempre estuvieran encontacto. “Por estar arrimada a esta fuerte columna de laoración, pasé este mar tempestuoso casi veinte años” (V 8,2).

    Fueron años de subidas y bajadas, de resbalones yrecuperaciones, “porque ni gozaba de Dios ni traía contento almundo”. A lo que ella llamaba sus “delitos”, correspondía Dioscon grandes regalos. Es consciente de su ingratitud, de suresistencia, pero no acaba de romper amarras, de entregarsedel todo. El Señor espera paciente, como si observara atento el

    punto débil para entrar en el corazón de Teresa.Y llegó el momento. Teresa entra en el oratorio y queda

    impactada al ver a “Cristo muy llagado”. Se conmueve, cae derodillas, llora y le pide auxilio. El obstáculo se derrumba entreambos y Teresa da el giro radical de su vida. Ya nada volverá aser como antes. Va a ser el comienzo de una nueva vida.Deposita en Él su confianza y se abandona en sus manos. Éltomará la iniciativa y será a partir de ahora quien ocupe elcentro del corazón y la vida de Teresa, transformando surelación con las hermanas y con el mundo, dándoles otrosentido.

    Ocho años más tarde revive este momento y el cambioexperimentado, no sólo espiritual sino también en su forma

    de ser y de comportarse. Recuerda que solía ser muy amiga de

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    que la quisieran bien, y ahora ya no se le da nada. Cuanto másgrandes son los trabajos y persecuciones, más fuerza le da elSeñor para seguir adelante. Si sabe que alguien le hace crujir

    los huesos con maledicencias, lejos de cogerle manía le cobramás amor. Si antes, cuando deseaba alguna cosa, se le iba elalma y los ojos tras ella, ahora sus deseos los lleva con tantaquietud que cuando los consigue hacer realidad, no sabe sialegrarse o pensar en otra cosa, de tal forma que “parezcoboba y como tal ando algunos días”.

    Y todo esto es “porque me acuerdo infinitas veces de loque dice San Pablo–aunque a buen seguro que no sea así enmí- que ni me parece vivo yo, ni hablo, ni tengo querer, sinoque está en mí quien me gobierna y da fuerza, y ando comocasi fuera de mí, y así me es grandísima pena la vida. Y lamayor cosa que yo ofrezco a Dios por gran servicio, es cómosiéndome tan penoso estar apartada de Él, por su amor quierovivir” (R 3).

    A este esbozo de su relación con el Amado, es bueno quele busquemos una mayor concreción, sobre todo, porquemuchos de nosotros nos identificaremos con Teresa, al menosen sus comienzos, incluso conocemos personas en nuestroentorno que también se identificarán con los momentos másíntimos e intensos de la relación de Jesús y Teresa.

    Conoceremos las experiencias, sentimientos, sensacionesy emociones de nuestra santa porque nos los va a contar ellamisma, aunque estaremos todos de acuerdo en que es muydifícil explicar lo que se siente cuando uno vive enamorado,porque al expresarlo sueles tener la sensación de habertequedado corto; como si hubiéramos encerrado nuestro amor

    entre los barrotes de las palabras.

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    Tenemos la suerte de poder buscar a Dios en el mismolugar donde lo encontró Teresa, en lasEscrituras. El misteriode la presencia de Cristo “cabe ella” y del amor que

    progresivamente va creciendo en su interior, tienen suepicentro en la Humanidad de Cristo. El punto de partida va aser el conocimiento de Dios Hijo encarnado para salvarnos. ElSalvador, que por amor se entregó a la muerte en cruz, nos hahecho hijos de Dios y hermanos entre nosotros. Y, tambiénpor amor se quiso quedar con nosotros para siempre en laEucaristía.

    Teresa quiere corresponder a tanto amor y se sumergeen las páginas de los Evangelios para conocer másprofundamente a Cristo, a sabiendas de que no se puede amaraquello que no se conoce. Así es como va descubriendo que elSalvador es también Maestro, Amigo, Camino y modelo deVida, que se acerca a los enfermos y los pecadores parasanarlos y salvarlos. Se fija en María Magdalena y quiereparecerse a ella “y muy muchas veces pensaba en suconversión, en especial cuando comulgaba, que como sabíaestaba allí cierto el Señor dentro de mí, poníame a sus pies,pareciéndome no eran de desechar mis lágrimas” (V 9,2).

    Busca alimento espiritual en el Evangelio y en aquelloslibros de espiritualidad que lo comentan. Cuando laInquisición vacía las estanterías de su monasterio, se afligecomo si le hubieran quitado su sustento; pero el Señor le daráa beber y saciarse “en la fuente de agua que brota para vidaeterna”.

    Su relación se intensificará y el amor irá creciendo en suinterior a borbotones, sin entender la causa: “creciendo en mí

    un amor tan grande de Dios, que no sabía quién me lo ponía,porque era muy sobrenatural, ni yo le procuraba” (V 29,8).

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    Pero el resultado del amor no es el embeleso, sino laacción y juntos van a ponerse manos a la obra, a construir elconvento de San José de Ávila tal como se lo pide el Señor un

    día, después de comulgar (Cfr. V 32,11).Éste sólo va a ser el comienzo de una relación que a lo

    largo de los años crecerá y se intensificará. Del “cabe mí”pasará al “dentro de mí” y de allía la mutua donación en lomás interior del alma, que es “adonde pasan las cosas demucho secreto entre Dios y el alma” (1M 1,3).

    A esta aventura interior nos asomaremos más adelante,cuando tratemos de conocernos y conocer las diferentesmoradas o aposentos de nuestra alma, acompañados de lamano de Teresa de Jesús.

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    5.-LA MIRADA MUTUA

    Los Evangelios nos hablan bastantes veces de la miradade Jesús. Es una mirada que ama, que interpela, que busca lamirada mutua. Teresa anduvo preocupada por el joven rico aquien Jesús miró con amor y le pidió que dejara todo paraseguirle, pero se fue por otro camino porque era mucho lo quele ataba al mundo. Ella quería parecerse a la Magdalena, a laSamaritana o la Cananea, a quienes, al encontrarse con lamirada del Maestro les cambió radicalmente la vida.

    Por eso Teresa de Jesús insiste tanto sobre la miradamutua. No le dedica un capítulo de manera especial, perosiembra la idea por todos sus escritos, hablando sobre todo dela oración.

    Si la oración es un encuentro personal, un diálogo íntimocon Aquel que te conoce y te ama antes de que nacieras, másimportante que las palabras va a ser la mirada. Por tu partedebe ser una mirada de fe, de confianza, de contemplación yde amor. De ese amor que Él y tú lleváis mucho tiempoentretejiendo o que lo habéis iniciado hace unos días. Enambos casos será un amor agradecido el que se reflejará en tumirada.

    A Teresa siempre le impresionaron los padecimientosque soportó Jesús por nosotros, para redimirnos por amor.Cuando ella se sentía cansada o abatida, solía imaginarse a símisma haciéndole compañía en el Huerto de los Olivos, o enotros momentos de su Pasión, especialmente en la Crucifixión.Y se lo imaginaba abandonado por todos, buscando una

    mirada amiga. Y concluye diciéndonos: “Miraos a Él con unos

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    En los primeros años del Cristianismo, para que ladoctrina que se anunciaba fuera aceptada, era necesario queel evangelizador hubiese visto personalmente a Jesús y por

    eso podía dar testimonio de lo que había visto y oído. Elapóstol no transmitía lo aprendido en la escuela rabínica o enla sinagoga; él era un testigo enamorado del Maestro quecontaba con fidelidad y calor lo que había experimentadojunto a Jesús. Así nos lo cuenta muchos años más tarde eldiscípulo amado: “Lo que hemos oído, lo que hemos visto connuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos

    acerca de la Palabra de vida, pues la Vida se manifestó ynosotros la hemos visto y damos testimonio” (1Jn 1,1-2).

    Ahora nos toca a nosotros dejarnos seducir por la miradadel Amado, para ser sus testigos, para seguir y servir alMaestro. Pocas veces encontraremos un camino llano yplacentero, pero siempre podremos ir en busca de su miradapara fortalecernos y reconfortarnos, y exclamar con Teresa:“Cristo mío, cuán sabrosos y cuán deleitosos se muestranvuestros ojos a quien os ama y Vos, bien mío, queréis mirarcon amor. Paréceme que sola una vez de este mirar tan suavea las almas que tenéis por vuestras, basta por premio demuchos años de servicio” (Exc. 14,1).

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    6.-DE LA MANO DE TERESA

    En el colegio, cuando en clase de Literatura nos hablabandel Siglo de Oro de las letras españolas, junto a Garcilaso,Cervantes, Lope de Vega y Calderón, había un apartadodedicado a los místicos españoles Teresa de Jesús, fray Juande la Cruz, fray Luis de Granada y otros. Aquello de místiconos sonaba a misterioso, a esoterismo, a algo fuera del alcancede personas corrientes.

    Si en lugar de emplear el término místico, hubieranusado el de espiritual o nos hubieran explicado que se trata deque Dios toma la iniciativa y se acerca a las personas paraconcederles su gracia y darles regalos aunque las personas nosean merecedores de ellos, posiblemente muchos de nosotrosno hubiéramos tardado tantos años en dejarnos seducir por

    Teresa de Jesús o por fray Juan de la Cruz. Si además tenemosla suerte de encontrarnos con alguien que haya sorteado losobstáculos que nos alejan de ellos y nos cuenta que toda laoración se le puede llamar mística si la hacemos de corazón acorazón, habremos derribado el muro que nos impide ver eltesoro que tenemos a nuestro alcance.

    Teresa nos ofrece su mano para introducirnos en su viday su experiencia, para contarnos lo sencillo que resulta eltrato de amistad con Dios. Solamente debemos poner el deseo,la voluntad: “No parece esperabais otra cosa sino que hubieravoluntad y aparejo en mí para recibir las mercedes” (V 19,7).

    Una vez que nos ha narrado su conversión, interrumpe elrelato de su vida para hablarnos de cuatro grados de oración o

    cuatro maneras de regar nuestro huerto. Cuando se lee por

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    primera vez su autobiografía, da la impresión de que estáescrita desordenadamente, a golpe de espontaneidad, pero siprofundizas un poco más, se entiende que dejaba muy poco

    espacio al azar, o como dice el refrán, no daba puntada sinhilo. Solamente un detalle para comprenderlo mejor: Laversión que nos ha llegado del libro deVida, está escrita tresaños después de haber hecho la primera en casa de Dª Luisade la Cerda. Es de suponer que mejorara y completara laprimera, además de saber ya el orden “desordenado” en elque nos va a contar sus experiencias.

    El largo paréntesis para hablarnos de los grados deoración que abarca desde el capítulo 11 al 22 deVida, no esalgo fortuito, sino premeditado, y está puesto como umbral yprograma para esa nueva vida que inicia a partir de suencuentro con “Cristo muy llagado” en el oratorio.

    El capítulo 10 va a sonar como la obertura que

    escuchamos al inicio de una obra musical, que capta nuestraatención y nos dispone a entrar de lleno en aquello quedeseamos vivir y disfrutar con los cinco sentidos.

    Suenan los primeros compases: “Acaecíame en estarepresentación que hacía ponerme cabe Cristo, que he dicho, yaun algunas veces leyendo, venirme a deshora un sentimientode la presencia de Dios que en ninguna manera podía dudarque estaba dentro de mí o yo toda engolfada en Él” (V 10,1).Teresa pone la ambientación y Dios, cuando quiere, lo demás,“a deshora”. Inesperadamente, penetra en su alma sin que ellasepa cómo, sin entender, solo amando. Por eso el comentarioque hace sobre esta experiencia es lo más parecido a untrabalenguas: “El entendimiento no obra, sino está como

    espantado de lo mucho que entiende, porque quiere Dios

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    entienda que de aquello que su Majestad le representaninguna cosa entiende”(V 10,1).

    A este primer movimiento lo podemos denominar“allegro molto”, pero el “andante” del segundo movimientonos invita a pisar tierra, a ser humildes y reconocer nuestralimitaciones y no preocuparnos“de unas humildades que hay,que les parece humildad no entender que el Señor les vadando dones. Entendamos bien bien, como ello es, que nos loda Dios sin ningún merecimiento nuestro, y agradezcámoslo aSu Majestad, porque si no conocemos que recibimos, nodespertamos a amar” (V 10,4).

    Cuanto más clara tengamos nuestra pobreza, más nosaprovecharán los regalos que nos vengan de Dios, másagradecidos nos volveremos. Y ánimo, que Aquel que da losbienes, también da la fuerza si nosotros nos desprendemos detodo para confiar plenamente en Él. Nos creó de la nada y nos

    colma de regalos, ¿cómo vamos a racanearle nuestra entrega?“He aquí una joya que acordándonos que es dada y ya laposeemos, forzado convida a amar, que es todo el bien de laoración fundada sobre la humildad” (V 10,5).

    A lo largo de sus escritos constataremos continuamenteque la humildad como verdad y la oración como amor, soninseparables. Cuando hablemos deLas Moradas, veremos estocon más detalle.

    Si el primer paso es la humildad para aceptar los dones,el segundo debe ser el agradecimiento al Señor y poner lorecibido a su servicio, “que si no usamos bien el tesoro y delgran estado que pone, nos lo tornará a tomar y quedarnoshemos muy más pobres, y dará Su Majestad las joyas a quienluzca y aproveche con ellas a sí y a los otros” (V 10,6).

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    Nuestros corazones ya andan preparados para recibir ygustar lo que Teresa nos quiera contar sobre los grados de laoración, pero antes de entrar a fondo, nos va a dar un nuevo

    consejo: Si de verdad deseáis entrar en el mundo de la oraciónha de ser con “determinada determinación” a amar con todaslas consecuencias, porque orar no es otra cosa que ponerse alservicio del amor.

    Se pueden aprender técnicas de relajación o sistemasque te ayuden a concentrarte y prepararte interna yexternamente, están muy bien pero sólo son el envoltorio. Loque importa es entender simplemente que la oración es unaexperiencia de amor. Madre Teresa vuelve su mirada alAmado y exclama: “¡Oh Señor de mi alma y bien mío! ¿Por quéno quisisteis que en determinándose un alma a amaros, conhacer lo que puede en dejarlo todo para mejor se emplear eneste amor de Dios, luego gozase de subir a tener este amorperfecto? Mal he dicho: había de decir y quejarme porque noqueremos nosot ros, pues toda la falta nuestra es” (V 11,1). Yconcluirá reconociendo que nos falta la determinación, elcoraje, y nos sobra el temor para dar ese paso definitivo quenos haría dejar tantas comodidades y atadijos para poderdarnos del todo a Dios.

    Ya queremos darnos del todo, pero acallamos nuestraconciencia con pequeñas limosnas. Nos damos, pero poco.Queremos vivir la aventura del amor, pero sin arriesgarnos.Teresa nos conoce y nos anima a dar el paso:“Bien veo que nole hay con qué se pueda comprar tan gran bien en la tierra,mas si hiciésemos lo que podemos en no nos asir a cosa deella, sino que todo nuestro cuidado y trato fuese en el cielo,creo yo sin duda muy en breve se nos dará este bien”(V 11,2).

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    Poner de nuestra parte todo lo que podamos congenerosidad. Desprendidos y espléndidos. Así de sencillo.

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    7.-LAS CUATRO MANERAS DE REGAR ELHUERTO

    Dos son los protagonistas de esta historia de amistad,Dios y tú. Dios es el Señor del huerto, tú el encargado detrabajarlo. El huerto es tu alma. Cuatro son las formas deregar el huerto. La primera es la “ascética”, la del esfuerzo portu parte. Las otras tres son “místicas” porque Dios t oma lainiciativa y tú colaboras con mayor o menor esfuerzo. Cuantomás actúa Él, más receptivo estás tú, más dispuesto a latransformación que el amor de Dios va operando en ti. Laoración (trato de amistad) es esencialmente mística, o lo quees lo mismo, Dios es el principal protagonista, el que más ponede su parte en la oración. Incluso en la oración ascética,cuando no tengamos fuerzas para sacar el agua, o nos falte lacuerda, el agua o el cubo, “nos pondremos delante del Señor ymiremos su misericordia y grandeza y nuestra bajeza, y dénosÉl lo que quisiere, siquiera haya agua, siquiera sequedad: Élsabe mejor lo que nos conviene” (6M 6,9).

    7.1 PRIMER GRADO DE ORACIÓN

    “De los que comienzan a tener oración podemos decirson los que sacan agua del pozo, que es muy a su trabajo comotengo dicho, que han de cansarse en recoger los sentidos, quecomo están acostumbrados a andar derramados, es hartotrabajo” (V 11,9).

    Añade que después de pasar mucho trabajo y despistesvarios, puede suceder que se llegue al pozo, se arroje el cubo yresulte que el pozo está seco. El panorama es sombrío, como

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    para darse de baja al empezar. Teresa también ha probado deeste plato, porque estuvo año y medio sin hacer oración. Poreso nos anima a que no abandonemos aunque nos hayamos

    quedado sin agua para regar. Si el Señor del huerto nos hainvitado a trabajar y a cuidar de él, por algo será. Seamosagradecidos y tengamos confianzaen Él: “y así se determine,aunque para toda la vida le dure esta sequedad, no dejar aCristo caer con la cruz. Tiempo vendrá en que se lo pague porjunto. No haya miedo que se pierda el trabajo. Mirándole está”(V 11,10).

    Piensa nuestra santa que es posible que el Señor quieraprobar si sus nuevos amadores son capaces de ayudarle allevar la cruz antes de poner en sus manos grandes tesoros. Esuna forma de saber apreciar por nuestra parte que todosucede, no por nuestros méritos, sino por su infinitamisericordia.

    Que tengamos agua o no, que crezcan más o menosnuestras plantas, no es lo principal. Lo importante es tomarconciencia de que ya no somos nuestros, sino de Él, que noshemos hecho servidores de su amor y que cultivando, regandoo teniendo el cubo roto, lo que importa es que estemos junto aÉl. No lo digo yo, lo dice Teresa:“Si Él quiere que crezcan estasplantas y flores a unos con dar agua que saquen de este pozo,a otros sin ella, ¿qué se me da a mí? Haced Vos, Señor, lo quequisiereis” (V 11,12).

    Estos ánimos no los da la madre sólo para los quecomienzan a tener oración, también está pensando enaquellos de nosotros, buscadores de Dios en medio de lavorágine del mundo, que por cuestiones de trabajo, de familia,

    de estado de ánimo o de la circunstancia que sea, andamos enla travesía del desierto. No debemos rendirnos ni deprimirnos

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    por no sentir gusto ni consuelo ya que lo esencial es haberpuesto nuestra voluntad en iniciar el camino: “Sí, que no estáel amor de Dios en tener lágrimas ni estos gustos y ternura,

    que por la mayor parte los deseamos y consolamos con ellos,sino en servir con justicia y fortaleza de ánima y humildad.Recibir, más me parece a mí eso, que no dar nosotros nada” (V11,13).

    El Señor nos conoce mejor que nosotros mismos e igualque es sabedor de nuestras limitaciones, también lo es denuestra determinación a amarle y agradarle. A San Pablotambién le pasaba alguna vez. A pesar de los años que llevabaviviendo en Cristo, confiesa en su carta a los Romanos:“querer el bien que tengo a mi alcance, mas no realizarlo,puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el malque no quiero” (Rm. 7,18.19).

    Teresa de Jesús era conocedora y usuaria de la teoría de

    los humores y de la mudanza de los tiempos, y sabía que hayveces que está el alma bajo mínimos y que cuanto másqueramos forzar es peor. Lo que mejor podemos hacer es “quehaya discreción para ver cuándo es de esto, y no la ahoguen ala pobre (alma). Entiendan son enfermos. Múdese la hora dela oración, y hartas veces será algunos días. Pasen comopudieren este destierro, que harta malaventura es de un almaque ama a Dios, ver que vive en esta miseria y que no puede loque quiere, por tener tan mal huésped como este cuerpo” (V12,15).

    Como paréntesis, la teoría de los cuatro humores estuvovigente desde Hipócrates hasta bien entrado el siglo XIX.Consiste en que el cuerpo humano está lleno de cuatro

    líquidos o sustancias básicas, que son los humores: bilis negra,bilis, flema y sangre. El desequilibrio que produce su exceso o

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    su defecto es el causante de enfermedades y discapacidades.Para equilibrar de nuevo los fluidos era muy socorrido haceruso de sangrías y purgas. De la experiencia de Teresa en sus

    propias carnes, da buena fe y abundante su correspondencia.Para no despistarnos demasiado, valgan estos botones demuestra:

    “Antes de Navidad me dieron unas calenturas y estuvemal de garganta, sangrada dos veces y purgada” (a suhermana Juana, 04.02.1572).

    “Y sangréme ayer y mándanme sangrar hoy, y no hepodido escribir. Háme dado la vida la sangría a la cabeza” ( aAmbrosio Mariano, abril 1577).

    “Y ha sido tan poca mi salud, que desde el jueves de laCena no se me ha quitado la calentura hasta habrá ocho días, ytenerla era el menos mal, según lo que ha pasado. Decían losmédicos se hacía una postema en el hígado: con sangrías ypurgas ha sido Dios servido en este piélago de trabajos”(a DªMaría Enríquez, Duquesa de Alba, 08.05.1580).

    Largo e intencionado ha sido este paréntesis, porque porunos momentos nos hemos asomado a la ventana de unamadre Teresa humana, limitada, enferma y ocupada enmenesteres cotidianos.

    Nos habíamos quedado en la discreción, o lo que es lomismo, en saber discernir cuándo conviene dejar o no laoración, que no siempre conviene el hacerlo. Si la dejamos,hay que saber sustituirla por lecturas o con nuestro servicio alos demás, y si tampoco se está para esto, salgamos al campo arespirar aire puro, o vayamos a mirar escaparates “que

    importa mucho que de sequedades ni de inquietud ydistraimiento en los pensamientos nadie se apriete y aflija. Si

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    quiere ganar libertad de espíritu y no andar siempreatribulado, comience a no se espantar de la cruz, y verá cómose la ayuda también a llevar el Señor y con el contento que

    anda y el provecho que saca de todo” (V 11,17).Todo esto es si el pozo no mana, porque de donde no hay

    no se puede sacar. Pero conviene estar vigilantes para que encuanto brote el agua, comencemos a regar con energíasrenovadas.

    Al llegar a este punto Teresa nos hace una llamada de

    atención aprovechando que ya andamos metidos en faena yhaciendo cosas para avanzar con determinación. Lo que nosconviene, dice, es hacer mucho por Dios y despertar el amor,representándonos delante de Cristo y acostumbrarnos aenamorarnos de su Sagrada Humanidad; traerlo siempre connosotros y hablar con Él; pedirle por nuestras necesidades yquejarnos y alegrarnos con Él y contarle todo aquello que nos

    salga del corazón. ”Este modo de traer a Cristo con nosotrosaprovecha en todos los estados, y es un medio segurísimopara ir aprovechando en el primero y llegar en breve alsegundo grado de oración, y para los postreros andar segurosde los peligros que el demonio puede poner” (V 12,3).

    Como Teresa nos ve que andamos con el corazón subidode palpitaciones, quiere rebajar un poco la tensión y nosadvierte que a nadie le den arrebatos precocinados, ni intentelevantar fingidamente su espíritu, porque es peor y luego sequeda el alma con mayor sequedad. Conviene recordar entodo momento que lo que estamos construyendo tiene comocimientos la humildad, “mientras más allegados a Dios, másadelante ha de ir esta virtud, y si no, va todo perdido. Y parece

    algún género de soberbia querer nosotros subir a más, puesDios hace demasiado, según somos, en allegarnos cerca de Sí”

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    (V12,4). Sobre todo, vuelve a advertirnos, no subir el espíritusi el Señor no lo subiere.

    Nos va introduciendo sin apenas apreciarlo en el terrenode la experiencia mística, del espacio que ella llamasobrenatural porque todo es regalo e iniciativa de Dios, dondenosotros sólo ponemos la humildad y no nuestro esfuerzo,porque como nos empeñemos en creernos capaces dealcanzar con nuestras fuerzas lo inalcanzable, loestropearemos.

    Y ahora, antes de pasar al segundo grado de oración, nosquiere hacer un resumen de lo tratado:

    Procúrese a los principios andar con alegría y libertad(Cfr. V 13,1).

    Tener gran confianza y deseo de llegar donde otrossantos llegaron, ellos y nosotros con el favor de Dios. Que Dios

    es amigo de ánimas animosas si van con humildad y poniendosu confianza en Dios, no en ellos (Cfr. V 13,2).

    Todo se puede en Dios. Avancemos con determinación,aunque a los principios hagamos uso de la discreción y sobretodo de la humildad. Si tenemos guía o maestro, que noconfunda la humildad con el apocamiento, haciéndonoscaminar lentamente “como sapos”, ni dar importancia a cosasinsignificantes, como si nos ordenara “cazar lagartijas”. Noamilanar los pensamientos porque nos harán ir “a paso degallina”, pero tampoco lanzarse a la conquista de los prójimospara intentar hacerlos a todos muy espirituales. Discreciónpara aprender a acompasar la teoría y la práctica,“que a míme pasó procurar que todos tuviesen oración y andar yo

    bastante despistada.” (Cfr. V 13,3).

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    A los que les guste discurrir mucho con elentendimiento, que se tranquilicen. Se representen delante deCristo, y sin cansancio del entendimiento se estén hablando y

    regalando con Él, sin cansarse en componer razones, sinopresentarle necesidades y sobre todo, ocuparse en “mire quele mira”, que con sólo esto hallarán gran provecho. (Cfr. V13,11-22).

    Conviene tener maestro o confesor experimentado,porque como nos toque un “medio letrado” puede llevarnuestra alma a la ruina “que yo he topado almas acorraladas yafligidas por no tener experiencia quien las enseñaba, que mehacían lástima, y alguna que no sabía ya que hacer de sí” (V13,14).

    Es aconsejable que el maestro del espíritu tenga estastres cosas: que sea de buen entendimiento, que tengaexperiencia y que sea “letrado”, porque de devociones a bobas

    nos libre Dios. (Cfr. V 13,16).Y por último, cuidar bien del lugar en el que ahora

    estamos, porque aunque lleguemos a los más altos grados deoración, volveremos con frecuencia a nuestros principios, yaque “no hay alma tan gigante que no haya menester tornar aser niño y a mamar”. Que no se nos olvide nunca. (Cfr. V13,15).

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    7.2 SEGUNDO GRADO DE ORACIÓN

    “El segundo modo de sacar el agua que el Señor delhuerto ordenó para que con artificio de con un torno yarcaduces sacase el hortelano más agua y a menos trabajo, ypudiese descansar sin estar continuo trabajando” (V 14,1).

    En este grado de oración nos va a hablar de laspotencias del alma. Conviene recordar, antes de seguiradelante, la doctrina que estaba en uso en los tiempos de

    nuestra santa y que se apoyaba en el pensamiento de SanAgustín, para poder comprender con mayor claridad lo queTeresa nos quiere comunicar:

    Los órganos del cuerpo tienen diferentes misiones y sonvalorados de distinta forma, incluso nos parecen más“espirituales” unos que otros. No valoramos lo mismo elcorazón que los cabellos, y nos parecen más espirituales losojos, que pueden mirar con amor, que las uñas de los pies. Lomismo pasa con lo que llamamos potencias del alma:memoria, entendimiento y voluntad. Por la memoriacombinamos, archivamos y recordamos lo que vamospercibiendo a través de los cinco sentidos del cuerpo. Por elentendimiento conocemos y razonamos con ideas yconceptos, no con figuras, por lo que se puede entender que esmás espiritual que la imaginación. Y la potencia másespiritual, donde se toman las decisiones en libertad y la quenos capacita para amar es la voluntad. Teresa durantebastantes años, vinculará el pensamiento o imaginación con elentendimiento, como si fuera una cuarta potencia. Lasimágenes interiores o pensamientos le preocupaban bastante

    porque “corren como lagartijas, que por doquiera se meten; yaunque no hacen daño, importunan muchas veces” (5M5,1).

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    Más adelante encontró un confesor “letrado” que le diotranquilidad y le aclaró la diferencia entre el pensamiento y elentendimiento, como veremos enLas Moradas.

    Vamos a entrar en una forma de oración, en la que elSeñor toma la iniciativa, aportando instrumentos para quenos cansemos menos y el agua de la oración fluya másabundante. El alma se recoge y con ella sus potencias. Lamemoria y el entendimiento revolotean como palomasbuscando alimento, pero la voluntad queda cautiva del amorde Dios, no como esclava sino con su consentimiento. El Señorcomienza a manifestarse al alma y el alma a sentir supresencia. Es un momento tan especial que todo lo demáscarece de importancia. Es un diálogo intenso en el que sobranlos mensajeros, incluso las palabras. Quedan a solas Cristo y elalma. “Comienzan los árboles del huerto a empreñarse paraflorecer y dar después fruto, y las flores y claveles lo mismopara dar olor” (V 14,9).

    Son momentos de recogimiento y quietud, donde serespira el amor y la paz. Deseamos montar una tienda yquedarnos allí para siempre. No movemos ni un dedo, casi norespiramos para que no se escape el momento. La voluntadque ha permanecido junto a su Señor, recoge de nuevoconsigo a la memoria y el entendimiento para volver poco apoco a su ser.

    En momentos de crisis parece que el Señor corta lasflores, hay escasez de agua y el huerto que antes florecía,ahora se asemeja a un erial en el que sólo queda la malahierba que debemos arrancar de raíz. “Pásase mucho trabajo,porque quiere el Señor que le parezca al pobre hortelano que

    todo el que ha tenido en sustentarle y regalarle va perdido” (V14,9). Entonces nos damos cuenta de lo poco que somos si el

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    Señor nos quita el agua de su gracia. Así vamos creciendo enhumildad y abonamos nuestra tierra para que de nuevopuedan brotar las flores.

    También compara esta oración de quietud con unacentellica de amor con la que el Señor comienza a dar calor anuestra alma. Aunque ahora sólo sea un fogonazo de amor,más adelante será la chispa que encenderá en nosotrosgrandes hogueras.

    Antes de pasar al tercer grado, nos quiere dar Teresa una

    serie de consignas para alumbrar el camino que vamosrecorriendo:

    La primera es que “querríales mucho avisar que mirenno escondan el talento, pues que parece las quiere Diosescoger para provecho de otras muchas, en especial en estostiempos que son menester amigos fuertes de Dios parasustentar los flacos” (V 15,5). No confundir la prudencia con eltemor; si Dios nos ha dado un talento es para que lonegociemos, no para que lo escondamos.

    Segunda consigna: “Lo que ha de hacer el alma en lostiempos de esta quietud, no es más de con suavidad y sinruido” (V 15,6). No ser cansinos con Dios a la hora deagradecer sus mercedes, recitándole largas listas de pecados y

    resbalones para mostrarle lo poco que merecemos estosdones. Él ya lo sabe y se conforma con una frase sincera quebrote de nuestra humildad o algún acto de amor silencioso,sin dejar el protagonismo a nuestro entendimiento que esmoledor y ruidoso.

    Tercera consigna: Aprovechando que estamos en estos

    momentos tan cerca de Dios, hablarle de todos aquellos quenos preocupan y por los que se encomiendan a nuestras

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    oraciones. También rogarle por la Iglesia, que son tiemposrecios, por los fallecidos y por aquellos que más lo necesiten. Yhacerlo de corazón, que Dios escucha mejor el silencio de

    nuestro sentimiento que el ruido de nuestra palabra.Cuarta consigna: “En estos momentos de quietud hay

    que dejar descansar el alma con su descanso. Quédense lasletras a un cabo; créanme que vale más un poco de estudio dehumildad y un acto de ella, que toda la ciencia del mundo” (V15,8). No emplear razonamientos, ni argumentaciones comoel fariseo, sino la llaneza y sinceridad del publicano.

    Y una última advertencia: Los ojos en el verdadero yperpetuo reino que pretendemos ganar” (V14,11). Nada deapegos a las cosas de aquí abajo, nada de relajación, queaunque consideremos que estamos encumbrados en laoración, en cualquier momento puede llegar una cuesta abajo,“porque no crece el alma como el cuerpo. Un niño después

    que crece y echa gran cuerpo y ya le tiene de hombre, no tornaa decrecer y a tener pequeño el cuerpo, pero el alma sí” (Cfr.V15,12).

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    7.3 TERCER GRADO DE ORACIÓN

    “Vengamos ahora a hablar de la tercera agua con que seriega esta huerta que es el agua corriente de río o de fuente,que se riega muy a menos trabajo, aunque alguno da elencaminar el agua” (V16,1).

    Este modo de oración lo viene experimentando madreTeresa desde hace cinco o seis años y vamos a tener laoportunidad de conocerlo muy de cerca, porque la narración

    que nos va a hacer del mismo, es casi en directo: “Me dio elSeñor hoy, acabando de comulgar, esta oración, sin poder iradelante, y me puso estas comparaciones y enseñó la manerade decirlo y lo que ha de hacer aquí el alma; que cierto yo meespanté y entendí al punto” (V16,2).

    Vamos a oír la voz del Señor, como si Él estuvierahablando en un idioma que no entendemos y Teresa nos fuerahaciendo la traducción simultánea. Así que recojamosnuestros sentidos y dispongámonos a no perder detalle de loscapítulos 16 y 17 deVida. Para aquellos que no tengan el libroa mano, hacemos un breve resumen de lo que aquí vamos aencontrar.

    El Señor quiere ayudar al hortelano poniendo tanto

    empeño, que prácticamente es Él quien va a hacer todo eltrabajo. El alma goza a la vez que siente como si agonizara:“que no me parece que es otra cosa sino un morir casi del todoa todas las cosas del mundo, y estar gozando de Dios” (16,1).Anda como desatinada y embriagada de amor. Hay momentosque querría pregonar a los cuatro vientos su enamoramientopara hacernos partícipes a todos de su gozo y al mismotiempo arde en deseos de salir de este destierro. Es gozo y

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    pena, glorioso desatino, locura celestial, porque no puederesistir más el estar lejos de su Amado. “El comer la mata; eldormir la congoja; ve que se le pasa el tiempo de la vida pasar

    regalos, y que nada ya la puede regalar fuera de Vos; queparece vive contra natura, pues ya no querría vivir en sí sinoen Vos” (16,4). A esta oración la llama sueño de las potencias,que ni del todo se pierden, ni entienden cómo obran.

    Por otro lado, es consciente de lo poco o nada que hahecho por su Señor y querría no morirse nunca para estarsirviéndole sin descanso. Desea contagiarnos a todos de estaenfermedad, de esta locura de amor, comenzando por suconfesor a quien se dirige en este escrito, al que igual le llamahijo que padre y concluye su misiva pidiéndole que la rompasi considera demasiado atrevido lo que acaba de escribir, peroantes exclama: “¡Oh gran libertad, tener por cautiverio haberde vivir y tratar conformea las leyes del mundo!” (16,8).

    Madre Teresa se toma un pequeño respiro. Ha escrito aldictado del Amado. No tiene por costumbre volver a leer loque ha escrito, pero en esta ocasión lo va a hacer, porque haterminado bastante exaltada. Ve que todo lo escrito está bienescrito. En cuanto a los deseos contrapuestos de morir deinmediato o vivir eternamente, decide que lo mejor es dejarloen manos de Dios: “Si quierellevarla al cielo, vaya; si alinfierno, no tiene pena, como vaya con su Bien; si acabar deltodo la vida, eso quiere; si que viva mil años, también. Haga SuMajestad como de cosa propia; ya no es suya el alma de símisma; dada está del todo al Señor; descuídese del todo” (V17,2).

    Este grado de oración es más elevado que el de quietud.

    Las virtudes quedan con más fortaleza y en el alma crece lahumildad porque reconoce que ha sido el Señor quien ha

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    realizado prácticamente toda la labor. Ella no ha hecho otracosa que consentir y aceptar los dones que le ha dado el Señory abrazarlos con su voluntad. Él ha dado el agua abundante y

    ha realizado en un momento lo que el alma con sólo susfuerzas no habría logrado en muchos años. Comienzan a olerlas flores, las frutas están madurando y el alma ya se alimentade ellas, aunque de momento, no es deseo del Señor quecomience a repartirlas a sus prójimos.

    Hay una segunda forma de oración en esta tercera agua,en la que la voluntad está atada a Dios y gozando, mientras elentendimiento y la memoria vuelan libres. Se diferencia de laoración de quietud en que aquí la voluntad, además de ejercerde María, también lo puede hacer de Marta, dedicándose a lacontemplación y a la vez sirviendo en obras de caridad,aunque no sea uno completamente dueño de sus actos: “escomo si estuviésemos hablando con uno y por otra parte noshablase otra persona, que ni bien estaremos en lo uno ni bienen lo otro” (V 17,4).

    Yahora nos va a explicar una tercera, que “aunque no esentera unión, mas es más que la que acabo de decir y no tantocomo la que se ha dicho de esta tercera agua” (V 17,5). En éstaDios coge la voluntad y el entendimiento, mientras lamemoria y la imaginación quedan libres. En cuanto laimaginación se ve sola, se comporta como esas maripositas delas noches, importunas y desasosegadas; así anda de un cabo aotro, dando guerra y procurando desasosegarlo todo. Teresalleva años buscando el remedio de frenar la imaginación yparece que al fin lo ha encontrado: “Que no se haga caso deella más que de un loco, sino dejarla con su tema, que sóloDios se la puede quitar; y en fin, aquí por esclava queda.Hémoslo de sufrir con paciencia” (V 17,7).

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    Concluye este tercer grado de oración volviendo aacordarse de la mariposita revoltosa de la imaginación, que siDios quiere, también acaba quemándose alguna vez en la vela

    divina, donde las otras potencias “están ya hechas polvo,perdido su ser natural, casi estando sobrenatural, gozando tangrandes bienes” (V 17,7).

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    7.4 CUARTO GRADO DE ORACIÓN

    Vamos a entrar en un mundo diferente del vivido hastaahora, más allá de la razón y los sentidos. Madre Teresa lepide al Señor que le dé palabras para saber decir algo sobreesta cuarta agua, y se dispone a escribir. Nada. Como si leestuvieran hablando en griego. Deja la pluma y se va acomulgar. “¡Bendito sea Dios que así favorece a los ignorantes!Aclaró Dios mi entendimiento, unas veces con palabras y otrasponiéndome delante cómo lo había de decir, que como lo hizoen la oración pasada, Su Majestad parece quiere decir lo queyo no puedo ni sé” (V 18,8).

    Esta cuarta agua es el agua de lluvia, con la que riega elSeñor nuestro huerto, sin que nosotros movamos un dedo. Esagua abundante que harta la tierra. Nosotros no podemoshacer nada por traer esta agua, llueve cuando Dios quiere,

    cogiéndonos a veces por sorpresa. Aunque en algún momentotrabajemos un poco, es tal el consuelo que pone el Señor ennuestra alma que no lo tenemos por trabajo sino por gloria.“Acá no hay sentir, sino gozar sin ent ender lo que se goza.Entiéndese que se goza un bien, adonde juntos se encierrantodos los bienes, mas no se comprende este bien. Ocúpansetodos los sentidos en este gozo, de manera que no quedaninguno desocupado para poder en otra cosa, exterior niinteriormente”( V18,1). A continuación nos dice que en estaoración hay levantamiento de espíritu o juntamiento y locompara con la llama que sale del fuego, que también es fuego.

    Si en la anterior unión del alma con Dios es todo gozo ypaz, en ésta el alma es arrebatada, arrastrada, elevada,

    enamorada de una forma más radical y duradera, mientrasqueda el cuerpo rígido y sin poder apenas respirar. Oye pero

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    no sabe lo que oye, ve las letras si estaba leyendo pero no lasentiende. El cuerpo anda desatinado.

    Al concluir esta oración, el cuerpo no sólo recupera lasfuerzas perdidas, sino que las aumenta. Y mientras, ¿qué hasido del alma? Nos lo explica a continuación: “Estaba yopensando cuando quise escribir esto, acabando de comulgar yde estar en esta misma oración que escribo qué hacía el almaen aquel tiempo. Díjome el Señor estas palabras: Deshácesetoda, hija, para ponerse más en Mí. Ya no es ella la que vive,sino Yo. Como no pude comprender lo que entiende, es noentender entendiendo” (V 18,14). Y acto seguido, cuando tratade explicarnos más extensamente lo que le pasa a la memoria,a la voluntad y al entendimiento, termina Teresa con un lío enla cabeza del que va a salir airosa gracias a su gracejo yhumidad: “El entendimiento, si entiende, no se entiende cómoentiende; al menos no pude comprender nada de lo queentiende. A mí me parece que entiende, porque–como digo-no se entiende. ¡Yo no acabo de entender esto!” (V 18,14).

    Lo que está claro es que el alma queda bastante fuera desí, pero experimentando una inmensa ternura, con tantoánimo que le gustaría perderse en el Amado. El alma,locamente enamorada, se ha quedado a solas con Él. No hacefalta ni el entendimiento para entender, que en esosmomentos sólo se ama y basta.

    De la fruta que ha comido querría que probaran las queestán a su alrededor y se les hace la boca agua al ver todavíaen sus ojos los destellos de lo sucedido. “entienden que tienevirtudes y ven la fruta que es codiciosa. Querríanle ayudar acomer” (V 19,3).

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    Ahora Teresa nos mira a los que subsistimos con el almaflaca y tenemos el huerto bastante descuidado por andarmetidos en otras ocupaciones. Es posible que nos hayamos

    descuidado tanto con el riego, que si Dios en este tiempo noha enviado algún chaparrón, se haya secado todo. “Nodesesperen, ni dejen de confiar en la grandeza de Dios.Aunque después de tan encumbradas, como llegarlas el Señoraquí, caigan, no desmayen, si no se quieren perder del todo;que lágrimas todo lo ganan: un agua trae otra” (V 19,3).

    Éste fue uno de los motivos que la empujó a escribir ellibro: el evitar que alguien que tuviera oración, la dejara. Ellatenía la amarga experiencia de haberla dejado durante año ymedio, limitándose a los rezos comunitarios obligatorios, yaun éstos, no siempre de buena gana. Nos anima a que nadiela deje por mucha oscuridad que tenga en su alma, porque alfinal verá como el Señor la sacará a puerto de luz, “que sabe eltraidor (el demonio) que alma que tenga con perseveranciaoración la tiene perdida y que todas las caídas que le hace darla ayudan, por la bondad de Dios, a dar después mayor saltoen lo que es su servicio: ¡algo le va en ello!” (V 19,4).

    Otro motivo para escribir fue poder dirigirse a todosaquellos que vamos alejándonos de Dios por el pecado, paraanimarnos a volver la mirada a Dios misericordioso, que nosalarga su mano para que nos podamos levantar. Aquí aprendenuestra alma humildad y agradecimiento, a reconocernuestras miserias y la grandeza de Dios, a acercarnos alregazo de María, nuestra Madre, para que nos ayude yconsuele; y pensemos también en los santos que nos hanprecedido en las caídas y en saberse levantar. Y sobre todo,para que acudamos a la Eucaristía y recibiendo al Amado en

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    nuestro interior, le digamos en silencio todo aquello quequeremos decirle y que sólo cabe en una mirada.

    Todo lo que ha ido tratando en esta cuarta agua, a lamayoría nos ha parecido muy denso. Nos surgen algunaspreguntas y nos gustaría tener respuestas. Teresa ya lo sabe ypor eso trata de aclararnos a continuación algunos conceptos:“Querría saber declarar con el favor de Dios la diferencia quehay de unión a arrobamiento o levantamiento o vuelo quellaman del espíritu o arrebatamiento, que todo es uno. Digoque estos diferentes nombres, todo es una cosa, y también sellama éxtasis” (V 20,1).

    La oración de unión, aun sin entender mucho lo que seentiende, ya ha quedado explicada. Hemos visto que si en ellauno se puede resistir, en el arrobamiento o éxtasis no haymanera. De improviso, cuando Dios quiere, levanta al alma yla lleva consigo como si una nube absorbiera el vapor de la

    tierra, o un águila te llevara en sus alas. Como eres conscientede lo que te está pasando, se necesita tener un ánima animosay determinada a dejarse hacer, a que te lleve el Señor de sumano y no resistirse, porque no sirve para nada. “Yo, nosconfiesa Teresa, me quería resistir en secreto, pero sobretodo, cuando estaba en público”. Y sigue:“Algunas podía algo,con gran quebrantamiento, como quien pelea con un jayánfuerte, quedaba después cansada; otras era imposible, sinoq