Upload
others
View
3
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
1
Alexa Nicole Ortiz Mota
2
EL CIELO A LOS 16
3
Para los que creyeron,
Creen,
Y creerán en mí.
4
Agradezco a aquellos que sólo llegaron
a darme una lección de vida.
5
PRÓLOGO
Acompañar a Alexa, en esta aventura, te hará
ver las cosas desde otro punto de vista. Te hará
adentrarte en su historia haciéndote sentir un
torbellino de emociones.
Te ayudará a creer en tus sueños, pensar en
ellos. Seguir la historia de esta adolescente, hará que
conozcas a profundidad sus sentimientos,
ayudándote a encontrar tus propios. Viajar a otros
países, ver la cultura de México, imaginar muchos
paisajes. Sentir lo que es ganar, y lo que es perder.
Una persona llena de sueños, sentimientos, y
realidades, como es Alexa, que siempre estuvo
rodeada de su familia, de personas que la inspiraban
a creer en sí misma y en sus sueños, nos redacta su
último año, antes de sus diecisiete, antes de viajar a
Estados Unidos.
Ana Mota García
6
Un sueño en proceso…
7
If you can visualize it, if you can dream it, there’s some way to do it.
–Walt Disney
8
CAPITULO 1
Estoy segura de que muchas personas
coinciden con la idea de que Quintana Roo, México,
es un lugar de los más bonitos que pueda existir, o al
menos eso me parecía en el apogeo de mis 15 años.
(En realidad estaba a nada de cumplir 16)
Me encontraba ahí un 31 de octubre, con uno
de mis hermanos, que es 4 años menor que yo y mi
papá, que es veterinario, por asuntos de trabajo.
Estaríamos ahí por sólo 3 días y regresaríamos a casa
al terminar los cursos.
Playa del Carmen, Quintana Roo, es un lugar
muy bonito, mi hermano y yo solíamos dar paseos
por el hotel en la mañana, íbamos al mar en la tarde,
y a las cenas de los ponentes por la noche, eran días
muy divertidos y podíamos andar por ahí haciendo
travesuras. Además, estaba repleto de extranjeros,
niños, niñas, mamás, papás y abuelitos, quienes
hacían un ambiente bastante familiar.
9
Pero fue un día, un día de esos que estábamos
en la piscina nadando con unos estadounidenses
pequeños pero muy agradables, y cuando decidimos
salirnos para ir al buffet, me topé con que del otro
lado estaba un chico muy apuesto a punto de
meterse a nadar. Intenté ser discreta para verlo, pero
por más, me emocioné y estoy segura de que mis
mejillas se tornaron rosas, casi rojas.
– ¡Jajaja! Por fin, hasta que te gusta alguien
guapo – se mofó mi hermano.
– Calla, no es el primero, aunque ¿qué tiene que
esté guapo? O sea, ni siquiera me volteó a… ¡Oh,
Dios! ¡Me volteó a ver, me voleó a ver!
Tenía unos ojos café claro que me parecieron
hermosos, y a decir verdad, tenía fácil unos 23 años.
Pero no volví a verlo el resto del día, digamos que Ian
prefirió ir a conocer el resto del hotel-parque y entre
tantas personas era casi imposible topármelo de
nuevo, así que lo asimilé y fuimos a andar en bici.
10
Jamás en la vida había salido del país y en mi
estado, no había tantos extranjeros, así que ver por
aquí y por allá personas de otro color de piel, de ojos,
de cabello y un acento raro, era para mí la cosa más
extraña, interesante y agradable en la que pude estar.
Además estaba emocionada de saber cómo
reaccionaban todos al ver una de nuestras mejores
tradiciones, «Día de Muertos». Pasaban muchos
pensamientos divertidos por mi mente, e Ian era
cómplice de ellos, a veces se le ocurría decir cosas sin
sentido, pero que al no conocerlos, igual y podrían
pasar.
Terminó el día, era hora de dormir y fuimos a
nuestra habitación. Aquel chico de los ojos cafés se
había quedado realmente plasmado en mi memoria,
y no podía hacer más que pensar en qué hacer o a
dónde ir para volverlo a encontrar, tal vez mi
atracción por él me haría ser atrevida y hablarle, por
11
lo menos para saber su nombre. Pero no, fui una ilusa
y me dormí.
¡1 de Noviembre! Ahora sí, las ofrendas estaban
en su apogeo y la gente iría a verlas para
fotografiarlas y conocer lo que se hace en México.
Todas las ofrendas estaban en la avenida principal,
muy cerca del hotel, mi papá decidió llevarnos
cuando terminaron las respectivas ponencias del día.
Cuando llegamos a donde estaba todo
adornado y lleno de personas, sentí un escalofrío que
invadió todo mi cuerpo, un mundo de pensamientos
pasaron por mi mente y pude imaginar cuán
importante eran nuestros familiares para nosotros,
sobre todo los más cercanos, como cuando son
nuestros papás, hermanos o quizá primos.
Había ofrendas de todos los tamaños, colores y
formas, unas pequeñas con mucha comida, unas más
grandes con temas prehispánicos, unos medianas
más contemporáneas, y otras cuantas en las que
estaban representados los estados de la República,
12
así que además de conocer las ofrendas, la gente
fotografiaba y conocía la comida o atuendos típicos
de todo México.
Andaba por ahí atónita por lo que veía e
intentando relacionar lo que veía con lo que me
habían enseñado en mi clase de historia del arte, que
abarca el por qué cada región usa diferentes tipos de
tela y colores, así como también varía si es de manga
larga o corta, con o sin cuello.
Siendo sincera, también pasaba por mi mente la
sonrisa de aquél chico y todas las dudas con las que
me había dejado. ¿Y si era su último día aquí? ¿Y si le
hubiera hablado? ¿Qué tal si pensó que mi sonrisa era
hermosa? ¿O si le gustaron mis ojos? ¿Qué tal si
también le gustéeeeee? Caray, muchas preguntas y ni
una sola respuesta.
– ¡Alexa, te estoy hablando! Allá está el chavo
que viste ayer, y está con Juan Carlos, vamos.
– ¿Juan Carlos? ¿Quién es él? – pregunté sin
poner atención ni darle mucha importancia.
13
– Ay, no seas boba, Juan Carlos es hijo del
colega de papá, ¡Y-es-tá-con-el-hi-jo-del-Dr-So-lór-
za-no! ¿Captas?
– ¿¡Qué!? ¿Qué está con quién? ¡VAMOS!
Vaya, creí que no volvería a verlo jamás,
además entre tanta gente y con la avenida enorme,
menos. Fuimos directo a donde estaban ellos, Ian los
saludó muy cómodamente y como si nada pasara,
obvio intenté hacer lo mismo, pero creo que fue inútil
porque tenía una sonrisa estúpida en la cara que me
delataba por completo.
Juan Carlos, hijo de un colega veterinario, nos
presentó e intentó que todos conviviéramos y yo
tuviera un poco más de confianza y no dijera tantas
tonterías. Estuvimos viendo ofrendas por aquí y por
allá todos juntos y haciendo un poco de relajo. Hasta
que Juan e Ian decidieron darnos nuestro espacio
para conocernos un poco más y si bien me iba, me
pediría mi número.
14
Me dijo que tenía 20 y los acababa de cumplir
una semana antes. Estaba estudiando Arquitectura,
era amante de los animales y vivía a 3 horas de donde
estaba mi casa. Resulta que estaba en el hotel porque
simplemente le habían dado vacaciones con su primo
y se iba al día siguiente; igual que yo, ¡Teníamos tanto
en común!
No se sorprendió cuando le dije que tenía 15
casi 16, y que estaba estudiando la preparatoria. Al
contrario, fue un tema de conversación por un rato,
pues pudo contarme sus aventuras de unos años
atrás, también me contó que por un tiempo había
trabajado con su primo haciendo prácticas en un
zoológico en el área de reptiles. Según él, sentía la
adrenalina a más no poder cuando había que darles
el alimento a los cocodrilos, que era un pollo entero.
Había veces que llegaban alrededor de 2,000
personas y todas ellas entraban al herpetario,
incluyendo niños de pre-escolar hasta señoras y
señores de la tercera edad, por lo que las cosas eran
más o menos así:
15
-Bueno, ahora vamos a entrar al área de iguanas,
por favor, no las toquen y cuidado de no pisarlas. Les
recuerdo que pueden tomarles fotos sin flash.
-¿Hay muchas?
-Sí, hay bastantes, ¡Diviértanse!
-¿Y podemos tocarlas?
-No, no pueden. Por favor entren.
-¿Y si se me sube una?
-No, no se te suben, por favor, por este lado.
-¿Pero y si me muerden?
-No, no te van a morder, ¡Ahora sí, por favor hay
que entrar!
-¡WOW! Son muchísimas, ¿puedo tocarlas?
-No, no las toquen.
-Ándale, déjanos tocarlas.
-No, no, por favor no las toquen, no las toquen, las
tocaron…
16
En ese momento me eché a reír y salieron unas
pequeñas lágrimas de mis ojos, tal vez había sido
algo muy insignificante y sin gracia, pero por favor,
¡Me gustaba y me traía babeando! A todos les ha
pasado… ¿no?
En fin, regresamos con todos para ir a cenar y
después empacar todo para entregar la habitación a
la mañana siguiente a primera hora. El restaurant
estaba a dos cuadras de la avenida, íbamos
caminando cuando me di cuenta de que era la
primera y última vez que hablaba con él, que por
cierto, su nombre era Jorge.
Jorge fue muy sincero y me dijo que le había
parecido una mujer muy bonita y no pude hacer más
que sonrojarme a más no poder. Estuvimos haciendo
bromas y contando chistes durante la cena con todos
los participantes del curso. Y faltaba poco para
despedirnos para siempre, suena demasiado
dramático pero es la verdad, ¿qué tal si no volvía a
17
verlo? No quería que fuera él mi “amor imposible de
una noche”, no sin siquiera saber cuál era su apellido.
Llegamos al hotel y mi hermano supo que no
teníamos ningún medio de comunicación y muy
audazmente le pidió una de sus redes sociales,
decidió darnos su Instagram™. La verdad su nombre
de usuario no era tan sencillo, así que hice mi mayor
esfuerzo e intenté aprendérmelo. Nos despedimos y
sus labios tocaron los míos haciéndome sentir en el
estómago no mariposas, sino una manada de delfines
haciendo espectáculo.
Fui a dormir con una sonrisa enorme en mi
boca. Y me sorprende lo poco que mi papá puso
atención a lo que había pasado, ojalá todos los papás
también sean así y no los celen tanto, o les prohíban
tener novio o novia, porque si lo hacen, entonces
envídienme.
A la mañana siguiente fuimos al aeropuerto y
tomamos el vuelo directo a casa. Después de dos
horas, tristemente, habíamos llegado. Y lo primero
18
que hice al llegar, no fue ir al baño ni tomar una
ducha, tampoco fue acostarme o saludar a mamá, lo
primero que hice fue entrar a Instagram™ y poner mil
y un nombres en el buscador, con la esperanza de
encontrar a Jorge y poder verlo por lo menos en
fotos. Escribí y escribí nombres, pero ninguno era el
correcto.
En fin, había algo más importante para mí, y se
llama “karate”.
19
They say if you dream a thing more than once, it’s sure to come true.
–Aurora (Sleeping Beauty)
20
CAPITULO 2
4 de Diciembre, sigo sin tener respuesta alguna
de Jorge, pero bueno, ni era tan importante. Digamos
que su aparición en mi vida no era como la más
impactante de todas, así que continué con mi vida
normal.
El 7 de Diciembre, era mi segundo torneo
nacional de Karate. Tenía los nervios y a adrenalina
de pies a cabeza, no sabía ya qué hacer para
controlarlos. Ganar el combate y la kata iba a ser un
regalo de mí para mí, que era lo que me importaba
más de lo que mis amigos o familiares pudieran
darme.
Un día antes de mi torneo, estaba en el dojo con
mis compañeros de Karate, mi Sensei y sus hermanas,
las tres cintas negras.
21
-Como entrenan, compiten. – Dijo mi Sensei
para recordarnos que debemos dar nuestro máximo
en los entrenamientos para poder sacar lo mejor que
tenemos en la competencia y sentirnos orgullosos de
nosotros mismos.
Al terminar el entrenamiento, nos sentaron a
todos en círculo, en una posición especial de Karate
y con los ojos cerrados.
-Felicidades chicos, lo han logrado, están
preparados para demostrar ante los demás de lo que
son capaces y de lo que pueden llegar a ser si se lo
proponen– Dijo una de las Sensei con una voz muy
confiable y amorosa, que realmente me hizo sentir su
apoyo.
Sentí un escalofrío en todo mi cuerpo.
Y, recordé una frase de Rocky Balboa que dice
“El mundo no es todo sol y arco iris. Es un lugar
malvado y asqueroso que te derribará sobre tus
rodillas y te dejará allí si tú lo dejas. Tú, yo o quién
nunca va a golpear tan duro como golpea la vida.
22
Pero no se trata de lo fuerte que tú puedas golpear,
se trata de lo mucho que tú puedas aguantar y seguir
hacia delante, de lo mucho que puedas resistir y
seguir hacia delante. ¡Así es cómo se hacen las
victorias!”
El original dice así: “The world ain’t all sunshine
and rainbows. It is a very mean and nasty place. It will
beat you to your knees and keep you there
permanently if you let it. You, me or nobody is going
to hit as hard as life. But it ain’t about how hard you
hit, it is about how hard you can get hit and keep
moving forward, how much can you take and keep
moving forward. That’s how winning is done!”
Recordé todas y cada una de las palabras
anteriores, con sus puntos y comas. Mi corazón latía
cada vez más fuerte y mi respiración se agitaba.
-De ahora en adelante, chicos, cuando estén en
el tatami frente a su oponente, deben confiar al
máximo en ustedes, no importa qué. Ahí estaremos
23
una de nosotras tres coacheándolos desde afuera,
siempre va a haber alguien.
Abrimos los ojos, y nos dieron un pedazo de
papel y un lápiz. Nunca habían hecho este ejercicio
con nosotros, pero se veía interesante. Nos dijeron
que volviéramos a cerrar los ojos y nos
concentráramos en nuestro interior, en nuestros
sentimientos. Y escribiéramos todo lo que sentíamos.
“¿Qué siento?” Me pregunté. Era una pregunta
bastante difícil de describir. El karate se había
convertido en mi pasión, prefería karate sobre
muchas otras cosas, a veces lo prefería por encima de
mi tiempo libre.
Siempre he conocido a personas que tienen una
pasión en diferentes cosas, y es una sensación que
sólo los apasionados pueden sentir a través de su
cuerpo cuando realizan sus sueños.
Mi meta era ir a una competencia mundial de
Karate representando a México y ser campeona. Y
éste era el segundo paso, ir a un torneo Nacional. Ya
24
había ganado el selectivo, era hora avanzar una etapa
y dar lo mejor.
“¿Qué siento?” Volví a preguntarme.
Primero que nada, sentía nervios, no sabía
cuántas personas iban a ir, no sabía si habían
entrenado más o mejor que yo, en pocas palabras, si
eran mejores. Sentía una emoción del tamaño del
mundo, ¡Iba a ir al Nacional en Guadalajara! Y por lo
tanto, también sentía un orgullo enorme por no
haber desistido a mitad del camino a pesar de las
veces que me hacía falta un suspiro para continuar.
Sentía mariposas en el estómago recordándome que
estaba cada vez más cerca de ser mejor que ayer. Y
sentía una felicidad inmensa porque tenía la
oportunidad y las herramientas para lograrlo.
Sentía energía que recorría mi cuerpo y cada
una de mis células. Sentía cómo viajaba la sangre de
arriba hacia abajo y viceversa. Todo eso se resumía en
un latir cardiaco muy rápido y una respiración
acelerada.
25
Abrí los ojos y seguí las indicaciones, escribí lo
que sentía para después compartirlo como todos los
demás lo hacían.
-Yo siento cosquillas en mi pancita – Dijo uno
de los participantes más pequeños. Parecía muy fácil
describirlo.
Continuamos con los demás y sus sentimientos,
al parecer todos habían encontrado las palabras
adecuadas para expresarlo.
Suspiré. Era mi turno. ¿Qué debo decir? Tenía un
nudo en la garganta.
-Mmm, bueno, yo siento…yo siento… – Sentí un
poco de frustración al no saber qué decir. – Siento el
mundo encima… – ¿Eran las palabras indicadas? –
Como si tuviera el control de él y al mismo tiempo me
estuviera poniendo a prueba. – Estaba hablando sin
pensar, estaba hablando desde mi interior – Siento
TODO y nada. – Mi voz estaba entrecortada.
26
Mi respiración estaba agitada, mis compañeros
me veían y yo no podía levantar la vista. Mis ojos
estaban inundados, veía borroso a través de mis
lágrimas, sentía mi corazón acelerado, la sangre
corriendo por mis venas y el cuerpo caliente.
Temblaba un poco. Supongo que eran nervios.
Mis compañeros continuaban y yo intentaba
tranquilizarme. ¡Qué sensible era! En fin, terminaron
todos. La ola de emociones dentro de mí se había
tranquilizado. Me sentía mejor.
Recibí un abrazo de cada una de mis Sensei,
Andrea, Mar y Yenni. Fue un abrazo tan cálido que
pude tranquilizarme y recuperar energía. Ahora sí,
estaba al 100%
En realidad había sido como resumir todas las
sensaciones de un año, en tan solo unos segundos.
Este era mi segundo torneo Nacional, pero sin
duda iba a ser muy diferente al primero. Ya empezaba
27
a ponerse más serio el asunto por mi grado y color
de cinta. Y este era un entrenamiento para lo que
podría pasar cuando lograra mi sueño.
Viajamos en avión y llegamos a la capital de
Jalisco. Era un lugar muy bonito al que no había ido
antes.
Llegamos al hotel sede, cerca del lugar en
donde sería el evento.
Yo estaba demasiado nerviosa, había
demasiadas personas, con todo color de cintas,
amarillas, naranjas, cafés, moradas, negras y ¡verdes!
Faltaba sólo un día, un día en el que tenía una
oportunidad en cada ronda. Ya no era como en el
Dojo, si me equivoco, puedo volver a hacerlo, pero en
el torneo no. En el torneo pueden pasar un sinfín de
cosas. La que más me espantaba era que me
descalifiquen por no saberme bien la kata, pero una
de mis Sensei me dijo “Si te equivocas, tú termínala,
no sabes si tu oponente también se equivocara, o
28
peor aún, si se le olvida. Tú termina, con toda la
actitud, nada está escrito.”
El día del torneo fue más o menos así:
Nos despertamos a las 7am para arreglarnos,
estar listas y salir al lugar del evento. Llegamos a las
8 am para desayunar y ver la inauguración, la cual
estuvo muy bonita.
Fue en el Complejo Deportivo de Jalisco (CODE),
afuera había muchas personas vendiendo equipos de
karate, playeras, termos, llaveros, etcétera, etcétera,
había muchísimas cosas.
Adentro estaba repleto de espectadores de
todos los estados, sobre todo de Nuevo León. Había
diez áreas de competencia y un área central en donde
eran las finales de cintas negras.
Todo el equipo de mi estado nos sentamos
juntos en un lado del deportivo y esperamos la
inauguración. Mientras esperábamos, mi mejor
amiga de karate empezó a hacer amigos y pudimos
29
conocer a una chica de Culiacán, que también nos
presentó a sus primos.
Platicamos un rato, fue la inauguración y por fin
era hora. Comenzaron las gráficas de los pequeños, y
cintas amarillas; después un poco más grandes y un
grado más, y así sucesivamente hasta que terminó el
día.
¡Uf! Teníamos un día más para entrenar y
practicar un poco. Pero eso también nos hacía
ponernos un poco más nerviosas.
Eran las 8 de la noche y estábamos en una sala
del hotel entrenando kata y combate, yo me sentía
bien, me sentía preparada, sin embargo, no sabía si
estaba completamente segura de mí misma. En fin,
terminamos y nos fuimos a dormir, el gran día estaba
cerca.
A la mañana siguiente, después de arreglarnos,
llegamos al deportivo nuevamente, ahora sí, había
que demostrarme a mí misma de lo que era capaz.
30
Llamaron a los de mi edad y cinta a la parte de
atrás de la entrada a las áreas de competencia y nos
enseñaron las gráficas. Para mi buena o mala suerte,
era la primera en kata y la quinta en combate.
Nos formamos atrás de una puerta que se
deslizaba hacia arriba y salía vapor de hielo seco,
además ponían luces y anunciaban la categoría.
Caray, era como una película, desde abajo todo lucía
distinto, había cientos de personas apoyando y
gritando porras a sus karatekas. Todo era tan grande,
iluminado y emocionante. Mi corazón comenzó a
acelerarse.
Competí en el área 4, estaba cerca de las gradas
de donde estaba mi equipo, sin embargo, no podía
ver a mi Sensei cerca, y me comencé a preocupar.
Quedaban alrededor de 3 minutos para comenzar.
Estuve calentando, pasaron dos minutos y yo no
veía quién fuera a coachearme…
Me nombraron para prepararme.
31
-¡Alexa Nicole, aka!- Dijo el réferi, dándome a
entender que debía entrar con cinta roja, la de mi
oponente sería azul.
Y no veía a mi Sensie, me desesperé.
30 segundos antes de entrar, por fin vi cómo
venía Andrea, corrió y me dio unos cuantos consejos
y palabras de aliento para antes de que entrara al
tatami. Me sentía más segura.
Me acomodé el karategui, hice saludo para
entrar al área, hice saludo a los jueces, saludo a mi
contrincante y finalmente mi saludo para comenzar la
kata.
Me paré con toda la seguridad que tenía, aun
sintiendo todas las miradas de los jueces y las chicas
de mi categoría. Mis piernas temblaban un poco.
Respiré.
-¡Heian Godan!- grité lo más fuerte que pude el
nombre de mi kata. Respiré nuevamente.
32
Pasaron mis papás y mis hermanos por mi
mente, intentando sentir toda la buena vibra que
ellos podían enviarme. Y sentía mi corazón latir muy
fuerte, mis piernas seguían temblando un poco.
Inhalé, exhalé y comencé mi kata.
Mientras la hacía, había una voz en mi mente
que me recordaba todo lo que debía hacer para que
mi kata fuera perfecta, o por lo menos se acercara.
-Contrae todos los músculos, concéntrate,
siente la kata. Inhala, respeta el ritmo, no te apresures,
disfrútala. Cuida tus posiciones, la mirada y da tu
máximo.- Decía esa voz mientras yo le hacía caso y
me sentía completa.
Hice un salto, y casi me resbalo. “Concéntrate”
Pensé. Sentí un peso enorme, creí que eso me haría
perder.
Terminé mi kata, me sentía bien, pero no estaba
segura de cómo lo había hecho. Hice un último
saludo y salí del tatami.
33
Andrea me felicitó –Muy bien, Ale, recuerda
contraer tus músculos para no caerte – asentí y me
sentí aún mejor.
Fue turno de mi oponente, terminó y nos
llamaron a ambas al tatami. Era hora de decir quién
ganaba. Prepararon las banderas, el réferi hizo un
aviso para dar el punto, después dio la orden de
darlo.
Escuché el sonido del silbato, inmediatamente
levantaron las banderas. Volteé a verlas todas. Mis
ojos se llenaron de lágrimas y sentí retumbar las
porras en mis oídos. Mi cuerpo se sentía diferente, mi
corazón estaba acelerado, entré en un mini shok.
Quedó una imagen plasmada en mi mente, las luces,
las personas, mis oponentes, los jueces…las banderas.
Hice saludo con mi compañera, nos dimos la
mano y un pequeño abrazo. – Lo hiciste muy bien –
Le dije. – Tú también – me contestó. Salí del tatami.
Las lágrimas comenzaron a correr por mis
mejillas, mis piernas y mis manos temblaban. Mi
34
corazón bombeaba mucha sangre a todo mi cuerpo.
Y Andrea me abrazó. Sentí cómo el mundo se me
venía encima, me sentía de lo peor, estaba casi segura
que esa debía ser una victoria mía. Me desilusioné
todavía más al no ver ni una sola bandera roja, ni una.
“Así que así se siente perder, entrené tanto para
nada” pensé.
Las lágrimas no cesaban, no quería dejar de
abrazar a Andrea, sin embargo, eso no solucionaba
nada.
– Nicole, lo hiciste muy bien, diste tu máximo.
Yo sé que se siente mal, pésimo. Ahora hay que
entrenar más y más, eres capaz de ganarle a ellas y a
todas. – Puso sus manos sobre mi rostro y limpió mis
lágrimas. – Respira, esto todavía no acaba, aún queda
el combate…Y no te dejes de mover, morra, no te
enfríes.
Me costó mucho trabajo sacar de mi mente ese
fracaso, sólo tenía como 4 minutos para asimilarlo, en
35
lo que terminaban de competir. Y después sí, sacarlo
en el combate.
Entré al tatami un poco tranquila, aunque a
decir verdad, estaba devastada, ya no me importaba
ganar o perder, sólo quería que eso terminara ya.
Quería regresar a casa.
Sería una sorpresa para mí ganar esta ronda,
pero no estaba segura si era eso lo que quería. – Sólo
2 minutos, Alexa, sólo 2 – me dije para tranquilizarme.
Comenzó el combate y escuchaba lo que
Andrea me decía, escuchaba qué era lo que debía
hacer y de lo que me debía cuidar. Fueron los 2
minutos más largos, fue como una pequeña
eternidad.
Terminó y no gané. ¿Me importaba? Realmente
no. Yo sabía que ya nada podía ser peor. O tal vez sí.
Me decepcioné por no haber escuchado a
Andrea, por haber desperdiciado una oportunidad de
36
medalla. Si hubiera dado lo mejor de mí, ¿habría
ganado? Creo que no lo volvería a hacer jamás.
Andrea me dice que karate no es sólo en el dojo,
sino también en la vida cotidiana, es una filosofía de
vida. Me puse a pensar, ¿en verdad habría
reaccionado así ante un problema? ¿Sería esa mi
solución? Creo que no…creo que había crecido como
persona.
Mientras salía del área de competencia, me di
cuenta de que debía confiar más en mí y estar segura
de lo que soy. ¿Por qué gente muy cercana confiaba
en mí y yo no? ¿¡Por qué!?
Di un paso más, ahora tenía un secreto valioso.
Ahora era más fuerte.
Entré al vestidor para cambiarme, no había
nadie ahí, así que tenía el tiempo y tranquilidad del
mundo para sacarlo todo. Grité un poco, pero mi
grito fue absorbido por mi toalla. Sí, le grité a mi
toalla. Mi quité el karategui y me puse ropa cómoda.
37
Salí del vestidor y ¡oh, sorpresa! Venía
caminando de frente una persona que se me hacía
conocida, un hombre muy apuesto, nuestras miradas
aún no se cruzaban. Mi corazón se paró un segundo.
¡Caramba, muchas emociones por hoy!
¿¡En verdad era él!? ¿Qué hacía aquí? Seguí
caminando, intenté no mostrar tanta emoción. Nos
topamos, me volteó a ver… ¡y sonreí! Rayos, creo que
era una sonrisa enorme, pero él me la devolvió. No
pudimos decir nada, me abrazó. Un abrazo eterno de
10 segundos.
– ¿Cómo has estado? Te había estado
extrañando. – Me dijo Jorge con una sonrisa hermosa
y enorme. – ¿Qué haces aquí?
– ¡Yo también te había extrañado! – Le contesté
un poco, y sólo un poco emocionada. – Acabo de
competir, y pues…me estaba cambiando. – Mis
mejillas se tornaron rositas, y peiné mi cabello.
¡No podía creerlo, de nuevo estaba con él!
38
– ¿Y cómo te fue? Cuéntame. – Me dijo mientras
me hacía señal de que camináramos un poco.
– En realidad no quiero hablar de eso. – Porque
en realidad no quería. – Creo que no era lo que
esperaba. – Al parecer lo entendió y me acompañó
con mi equipo.
– Por cierto, ¿Qué te trae por acá? – pregunté.
– Uno de mis primos de DF vino a competir, vine
a apoyarlo. Es cinta negra, quedó seleccionado. ¡Y en
verdad no esperaba encontrarte aquí, qué bueno que
vine! – Me pareció que estaba más emocionado que
yo.
Había olvidado por completo mi fracaso, con él
junto a mí ya nada importaba. Estábamos sentados
en las gradas viendo las peleas, era algo que a los dos
nos gustaba, compramos nachos y disfrutamos el
resto del día. Jugueteábamos un poco
ensuciándonos con el queso, como si fuésemos dos
niños pequeños, y un tanto enamorados.
39
Pude recostarme sobre su pecho y sentir sus
brazos rodear mi cuerpo. El latir de su corazón me
tranquilizaba y disfrutábamos pequeños silencios
entre la multitud. Era un encuentro inesperado y
perfecto.
¡Gracias papás por no estar aquí!
Se hizo de noche, terminaron las peleas, y era
hora de ir al hotel. Me despedí de Jorge, no fue una
despedida dramática, sabía que nos veríamos
después. Esta vez sí me pidió mi número, y me
emocioné.
Nos subimos al autobús. Ya todos estaban
cansados y sólo pudieron mofarse un poco de mí y
de Jorge, pero no me molestaba, al contrario, sus
comentarios me hacían sonreír estúpidamente.
Se acomodaron todos y apagaron las luces del
autobús. Por la ventanilla podía ver la ciudad de
noche, con las luces prendidas y un toque de
serenidad.
40
Andrea ya no me hizo ningún comentario, se dio
cuenta de que estaba tranquila.
¡Vaya día! Legamos y fuimos todos a dormir.
41
“Give a girl the right shoes and she can conquer the world.”
Marilyn Monroe
42
CAPITULO 3
La cosa más emocionante y lo que quería desde
la secundaria, aún sin saber lo que me estaba
generando, era viajar a Paris y conocer la Torre Eiffel,
era algo que por alguna razón desconocida pasaba
por mi mente una y otra vez.
A decir verdad, a veces a hablaba por hablar y
les decía a todos que quería viajar a la ciudad del
amor.
Pero dicen por ahí, que en lo que más piensas
es lo que te pasa, y tienen razón. Llegó mi papá con
una hoja en mano y me dio la sorpresa de que iba a
ir a Paris en Junio, justo cuando iniciaba el mundial
de fútbol. Aunque para mí, eso del fútbol no era muy
importante. Sentí aún más nervios que cuando me
dijeron que tenían boletos para que fuera al concierto
de Tiësto, o incluso al concierto de U2 o Aerosmith.
Juraba que nunca se haría realidad mi sueño, o
por lo menos no tan rápido. Creo que ha sido una de
43
las mejores noticias que me han dado en mi corta
vida.
La cosa era sencilla, comenzando por ir hasta
allá, por dos semanas, sin mi familia, y con un par de
amigas y mucha gente desconocida, pero que igual
eran mexicanos.
La verdad es que era la primera vez que viajaba
fuera del país y para mí todo era nuevo. Desde
renovar el pasaporte hasta preparar una maleta con
mis cosas, que cupiera todo para estar dos semanas
en Europa, explorando culturas y cumpliendo mi
sueño.
El viaje era gracias a una gran parte de mi
familia, porque todos habían contribuido de una
manera u otra para que pudiera irme.
El viaje consistía en visitar 3 países, comenzando
por Francia, después Inglaterra y Bélgica para
terminar. Iríamos la capital de cada país. Y
casualmente, primero sería Francia, como siempre lo
había deseado.
44
Fue entonces cuando comenzó el papeleo y
todo el rollo que se tiene que hacer para poder viajar
a otro país. Pasaporte, carta de mis papás en donde
dicen que me dan permiso de ir sola y blah blah blah.
Faltaban ya unos meses, tenía todo el papeleo
listo. Habíamos tenido una cita con el Notario para
que nos diera la carta, mis papás firmaron y me hizo
unas cuantas preguntas. Cada vez me emocionaba
más. El pasaporte estaba listo. Los boletos pagados,
el hospedaje y todas esas cosas que se pagan para
irte de viaje.
Pasaban los días y las semanas, se me hacían
eternas. ¡YA QUIERO IRME! Pensaba a menudo.
Durante esos meses, desde diciembre a junio,
sólo había podido ver una vez más a Jorge, pero
literal habían sido 20 minutos, nos vimos en DF.
Esa fue la última ocasión en que nos vimos antes
de que se fuera a vivir a Nuevo León. Después de eso,
sólo hablábamos por internet. Nuevamente el
45
destino nos separaba y quizá nos juntaría de nuevo
sin esperarlo.
Yo creía que en algún momento lo nuestro
podría funcionar, pero quizá no era el momento. Qué
más da, ya lo había aceptado una vez, podría hacerlo
de nuevo.
¡Por fin estaba a una semana! Mi abue, mamá
de mi papá, me compró un poco de ropa extra para
irme de viaje. Estuvimos un día completo de compras
para que no me hiciera falta nada. Pasta y cepillo
dental, analgésicos, toallas femeninas, productos de
higiene personal, etcétera, etcétera, etcétera. Y como
iba con mi abue, no pudo faltar un suéter nuevo. Y yo
me preguntaba ¿cómo voy a meter todo esto en la
maleta?
En fin, ya era Junio 11, estaba en casa con mi
papá y mamá estaba en DF. Puse toda mi ropa,
zapatos, perfume, desodorante, peine, cepillo, suéter,
sandalias y salsas en mi cama, estaba repleta. ¿¡Cómo
46
cabría todo eso en una maleta!? ¿¡CÓMO!? Qué difícil
era esto, insisto.
Entró papá a la habitación y dejó salir una
sonrisa tierna, notando que no podía con eso. Abrió
la maleta y empezó a acomodar las cosas, lo hacía ver
muy sencillo. Me explicó cómo hacerlo.
– Papá, sabes que la maleta no regresará igual,
¿verdad?
– Sí, lo sé hija, pero espero que al menos lo
intentes. – Me respondió con tono gracioso.
Me acosté a dormir y recibí su beso de las
buenas noches.
¿Saben lo difícil que es conciliar el sueño antes
de un viaje a Europa?
Sonó la alarma a las 6 a.m. Llegamos a la
terminal de autobuses a las 6:50 para ir a DF. Mientras
esperábamos, papá comenzó a hacer de sus bromas
comunes para alegrar el día.
47
– A ver, voltea y regálame una sonrisa.
– ¡Papá! ¿Qué haces? – Hice una mueca como
de vergüenza.
– Sólo quiero una foto tuya antes del viaje.
Solté una pequeña risa, me hacía sentir un amor
raro por él.
Y ese momento quedó plasmado en una
fotografía.
Me quedé cerca de la fila para abordar el
autobús, mi papá no quería que me subirá, hizo todo
para estar más tiempo conmigo.
Me abrazó y resbaló una lágrima por su rostro.
– ¡No me hagas esto papá! Son sólo dos semanas. –
Lo abracé y me subí.
Es típico que antes de salir de la terminal, se
despidan y sonrían por última vez mientras estás en
la ventanilla y ellos abajo, buscándote. ¡Por fin
comenzaba el viaje!
48
No pude pensar muchas cosas en el camino,
estaba un poco desvelada. Decidí relajarme y
contemplar el paisaje.
Llegamos al aeropuerto como mil horas antes,
éramos 22 personas que iríamos juntos, y en lo que
esperábamos, llegó mamá. La vi caminar hacia mí con
una sonrisa falsa, un tanto hipócrita. Noté que algo
no estaba bien.
Su atuendo no lucía como siempre, se veía
cansada. ¿Qué había pasado? Estaba preocupada. Mi
mamá hizo todo para que no lo notara, pero aun así
pregunté.
– A mi hermano ya no le duele nada. – Se
llenaron sus ojos de lágrimas, su rosto se tornó rojo y
me abrazó. Sentía su respiración muy profunda y se
le escuchaba sollozar.
Tuve la oportunidad de devolverle uno de esos
miles de abrazos cálidos que ella me daba, que
siempre me hacían sentir protegida, no importa qué.
49
No podía estar pasando esto, no antes de irme.
Era devastador verla sufrir y no poder hacer nada. No
podía irme y dejarla así.
Tenía un nudo en la garganta. La pérdida de mi
tío no me era tan dolorosa como lo era para ella, pero
esta vez era yo quien podía consolarla. Lo sacó todo
y me dijo que había sido una larga noche.
Se tranquilizó, compramos algo de comer y me
dio pequeños consejos para disfrutar al máximo mi
viaje. Llegó la hora de despedirnos y entrar a la sala
de espera.
Subimos a un avión enorme, mi asiento estaba
entre personas que no conocía, lo cual para mí era
aún más emocionante.
Despegamos, todo normal, como cuando viajas
en avión. Dieron de comer y de cenar, yo lo devoraba
todo e intentaba dormir para compensar el cambio
de horario.
50
De pronto, sentí que el viaje de 12 horas, duraba
dos días. Nadie me dijo que sería tan aburrido y que
se sentiría tan largo.
Además, me dieron ganas de ir al baño. ¿Cómo
iba a salir si la chica que estaba aún lado estaba
dormida? Del otro lado ni loca iba a salir. Suena loco,
pero literal pasé por encima de ella y pise su asiento,
no lo notó para nada, por suerte, qué pena haberla
despertado.
Unas horas más tarde, le pregunté a la
aeromoza, que por cierto siempre me decía ‹señora›,
si podía cambiarme de lugar, y me dijo que sí. Me
senté cerca de la ventanilla a un lado de un señor.
Planeaba quedarme ahí por lo menos 5 minutos.
– Excuse me, lady, I really don´t want to disturb
you, but… I bought two tickets because, you know,
I´m fat. And I wouldn´t like to cause a problem, so…
– Oh, sorry, sir. I didn´t know it. I´m ashamed. –
Dije con un poco de duda de mi inglés. Caray, qué
vergüenza.
51
– No, no, I mean, you can stay but not for too
long.
– No, it´s ok, it´s ok. Don´t worry. Buen viaje. –
Sonreí y me fui.
Su pronunciación tampoco era muy buena,
pero nos entendimos. No volvería a hacerlo. Escuché,
además, que unas chicas se estaban burlando. ¡Qué
oso! Mejor me senté y me puse a ver una película, ya
no debía faltar tanto.
Pasaron un par de horas y llegamos al
aeropuerto de Madrid, pasamos la aduana, nos
sellaron el pasaporte y esperamos el siguiente vuelo
a París. ¡Qué frustrante! Estaba tan cerca y tan lejos,
eran las 6 am, el vuelo era a las 8 y llegaríamos a las
9:45 am a París.
¡Qué viaje tan largo! Ya era 13 de Junio, y en
México seguía siendo 12. Qué loco…
Abordamos el segundo avión, era más
pequeño. Esta vez me pude sentar con mis amigas.
52
En los asientos de en frente estaban sentados 3
hombres, un chino, un brasileño y un francés. Nos
hicieron un poco de plática y el viaje se hizo más
corto.
Estábamos llegando a París, me invadió una
emoción enorme de pies a cabeza cuando pude
asomarme por la ventanilla y ver la Torre Eiffel. ¡Se
veía muy pequeña a lo lejos!
Llegamos al aeropuerto y todos nos tomamos
fotos en el letrero de bienvenida a París. Tomamos un
autobus al hotel. ¡HABÍAMOS LLEGADO!
53
‘But the only way never to do the wrong thing is never to do anything.’
Jim Butcher
54
CAPITULO 4
Entramos al hotel, pero como si fuera
interesante describir un hotel habiendo tantos en el
mundo.
Dejamos las maletas, yo estaba toda soñolienta.
Nos llevaron a conocer un poco París, era temprano
todavía, sin embargo, yo sentía que debía estar
durmiendo aún.
Caminamos dos o tres cuadras. Estábamos del
otro lado de la acera esperando para cruzar y
llegamos a un puente. La gente lo llama “Pont des
Arts”, o mejor conocido como “el puente de los
candados”.
Era un día soleado, nos dijeron que habíamos
llegado en un buen día porque días anteriores habían
sido lluviosos. En el puente, la gente estaba tomando
fotos desde todos los ángulos, intentando que no se
escapara ni un solo momento tan valioso.
55
Antes de comenzar con las fotos, decidí
contemplar un poco el panorama. Me tardé en
reaccionar en que estaba en tierras Francesas, más
bien sentía como si estuviera en el centro de una
ciudad más.
Fue hasta que vi a un señor de edad avanzada
que estaba tocando con un acordeón música muy
típica de Francia, algo así como cuando te dicen
“Piensa en París” y en seguida llegan imágenes de un
mimo, gente vestida a rayas y con una pañoleta roja
en el cuello. Y no puede faltar esa melodía.
Indudablemente tenía que capturar ese
momento en una imagen. Prendí la cámara y la
enfoqué en él. El señor sentado en una banca, el suelo
era con un acabado de madera, de fondo la maya del
puente repleta de candados y el sol ayudaba
perfectamente con la iluminación que la foto
necesitaba.
Justo en el momento en que salió en flash,
reaccioné. ¡ESTABA EN PARIS! ¡Sépanlo todos!
56
Qué más podía pedir, era un sueño hecho
realidad, sólo me faltaba ir a la Torre Eiffel, pero
iríamos hasta el segundo o tercer día.
Al darme cuenta de eso, sentí una energía que
venía desde las plantas de mis pies y recorría cada
parte de mi cuerpo, me sentía más feliz que nunca,
era una emoción nueva y extraordinaria, llegó hasta
mi rostro, en donde se asentó en mi boca
provocando una sonrisa más sincera que nada.
Tomé fotos por aquí y por allá, ahora me sentía
de un mejor humor, posábamos por todas partes,
paradas, sentadas, de espaldas, haciendo gestos, en
fin, mis amigas y yo nos la estábamos pasando de lo
mejor.
Llegamos del otro lado del puente, caminamos
un poco más y llegamos a un parquecito. Era un área
llena de pasto y árboles, había personas de diferentes
partes del mundo. Nos sentamos todos haciendo un
círculo y platicamos un poco.
57
Cerca de nosotros había otro grupo de
personas, eran españoles. Su acento llamaba mi
atención, los observé y los escuché un poco,
inevitablemente.
– ¡Hola, guapa! ¿Cómo estás? – Me dijo uno de
ellos.
La verdad me vi muy torpe en ese momento y
volteé a mi espalda para confirmar que hablaba
conmigo. Regresé la mirada a él.
– Hola, estoy muy bien, ¿y tú? – Le dije con una
sonrisa.
En ese momento las personas que estaban con
él y las que estaban conmigo nos voltearon a ver y a
ponernos atención. ¡Caray, ya no podía uno socializar
porque lo observaban!
Él y yo hablamos un poco desde lejos, las
personas por fin habían dejado de ponernos
atención, así las cosas eran más tranquilas. Fue una
58
experiencia inolvidable y un tanto comprometedora,
pero no llegó a más.
Mis amigas y yo fuimos a ver el lago desde el
límite del puente, se veía lindo. Y una vez más, otra
sesión de fotos. A unos cuantos pasos de donde
estábamos, había un árbol enorme y de tronco
grueso, ¡lo amé! Creo que fue uno de las cosas que
más me gustó.
En seguida de tomar la foto, se nos acercó un
hombre alto, delgado y de tez negra. Estaba bien
vestido y llevaba un portafolio. Nos dijo algo en
francés, pero en realidad no entendimos
absolutamente na-da. No sabíamos francés.
Hablamos cada quien en nuestro idioma y
llegamos a la conclusión de que quería tomarse una
foto con nosotras, obviamente con nuestras cámaras,
y aceptamos la foto, total, no teníamos nada que
perder.
¡El primer día y ya había hablado con personas
de 5 países distintos!
59
Me estaba enamorando de eso.
Después de descansar y tomar aire fresco en el
parque, en donde por cierto probé agua de una
fuente en la que todos los turistas llenaban su botella.
Se me hacía una cosa rara, pero aun así lo hice. No
sabía a agua extraña, era agua francesa.
Fuimos a visitar la Catedral de Notre Dame, en
seguida tomamos fotos por aquí y por allá
nuevamente.
Cuando estábamos frente a ella, recordé que
alguna persona había mencionado que el aire en
París olía horrible, así que respiré conscientemente.
¡El aire olía normaaaaaal! Qué exagerados son.
Recorrimos calles aledañas a la catedral y al
llegar la noche, era hora de volver al hotel. Para ser
sinceros, había sido uno de los días más largos de mi
vida, no sabía que en París oscurecía alrededor de las
10 pm.
60
Llegué al punto de reunión con todos y un
grupo de 5 chicos más grandes que yo dijeron que
irían a comer para luego rentar una bicicleta de esas
que usan en Francia.
Yo, al escucharlos, le pregunté a una chica si
podía ir con ellos, nadie de los adultos me lo negó y
me dijeron que sí, que estaba bien. Me dieron un
mapa y me dijeron en qué calle estaba el hotel.
Los acompañé a rentar las bicicletas, nada del
otro mundo, era un sistema sencillo para poder
usarlas. Bien, todos teníamos ahora un boletito para
nuestra bicicleta. Posteriormente los acompañé a
comer y finalmente fuimos a dar la vuelta.
Se oscureció, uno de los chicos propuso ir a ver
la Torre Eiffel, iba a ser sencillo llegar ahí, era lo único
que se veía cuando volteaba para arriba. Todos
aceptamos y fuimos hasta allá.
Era una sensación increíble sentir el viento
recorrer mi cuerpo mientras me acercaba cada vez
más a mi sueño. Cada vez más cerca.
61
Podía ver mucha gente caminando por las
calles, todos muy bien vestidos y muchos de ellos,
turistas. Las luces que alumbraban las aceras, las
tiendas muy lujosas, las fuentes que adornaban, y
algo muy impresionante, el Museo de Louvre. Se veía
increíble, había un rayo de luz que lo atravesaba por
completo. Hacía un poco de frío, pero todo estaba en
orden.
Llegamos, por fin.
Entramos por uno de los costados, en el centro
de los dos corredores, hay unos jardines destinados
a que la gente pueda estar ahí.
Había muchísima gente haciendo de todo,
incluyendo unos policías (muy guapos, por cierto)
que cuidaban el área.
Estaba atónita, ¡estaba en frente de la Torre
Eiffel! En seguida y sin dudarlo, comenzamos a tomar
más y más fotos.
62
Entramos a uno de los jardines con nuestras
bicicletas, yo entré primero. Ellos entraron después y
dejamos las bicicletas a un costado de nosotros.
Fotos aquí y fotos allá. En una de esas, llegaron dos
chicos, uno era de España y el otro de Brasil, habían
estado tomando un poco y decidieron colarse en mi
foto. No me molestó, si no que les pedí que salieran
sonriendo conmigo. Aceptaron.
Decidieron que era hora de regresar, buscaron
en el mapa y subimos a las bicicletas, pero ¡Oh,
sorpresa! La mía ya no estaba, volteamos a todos
lados, había mucha gente y ninguna bicicleta.
Una de las chicas se acercó al policía y le dijo lo
que había pasado. Él nos dio un papelito con algo
escrito y nos mandó a la estación. Llegamos y
tocamos para que nos dejaran entrar.
¡Caray, la primer noche y estaba pasando esto!
¡No puede ser! Además yo quería dar un beso bajo la
Torre, ¡Jah! Qué ingenua.
63
Llegamos a la terminal y nos sentaron en una
banca, en frente de mí había un señor un poco ebrio
sujetado a un tubo con unas esposas. Yo quería salir
lo más pronto posible de ahí, excepto por los policías
que tenían muy buenos rasgos físicos.
Se acercaron a preguntarnos lo que había
pasado y me hicieron llenar una hoja, con mis datos
y el suceso. Me volvieron a sentar mientras los otros
chicos llevaban sus bicicletas a su lugar. Entonces me
quedé sola.
Tal vez sólo se tardaron un par de minutos, pero
yo los había sentido eternos, además de que no
entendía nada de lo que decían.
Me llamó un policía y me dijo que lo
acompañara a una oficina. Me levanté e inhalé,
comencé a sentir un frío muy intenso y muchos
nervios, nuevamente podía sentir los latidos de mi
corazón perfectamente.
Pasamos por una puerta, que cerró en seguida
de que entramos, ahora no podía ver nada de la
64
recepción. Cruzamos un pasillo y entramos a una
oficina pequeña.
Del lado izquierdo de la puerta estaba el
escritorio de uno de ellos, y al fondo en la esquina
contraria estaba otro escritorio, ambos estaban
trabajando y haciendo papeleo.
El policía con el que estaba me pidió que tomara
asiento en frente del primer escritorio. Y así lo hice.
Seguía muy nerviosa.
Comenzó a preguntarme mi nombre, y fue
haciendo preguntas poco a poco, parecía que el otro
policía estaba capturando toda mi información en
una computadora.
Les expliqué lo que pasó y nos entendimos un
poco. Las cosas se empezaron a relajar. A decir
verdad, les sorprendía que fuera mexicana, se veían
felices. No tardé en preguntarle si ya había venido a
México y dijo que sí, que le había gustado mucho.
65
Llegó un momento en que nos dejamos de
entender y decidió utilizar el traductor en su celular,
¡Vaya, qué astuto! Aunque la verdad fue la idea más
torpe que pudo entender, comenzando por que el
traductor no era de calidad y seguíamos sin entender
nada.
En fin, llenaron el formato y me dejaron salir.
Llegamos al hotel alrededor de las 4 am, y había que
estar en la recepción a las 7 am.
Evidentemente mis papás me regañaron y el
encargado del viaje me advirtió que podían
regresarme a México por una cosa así, sin embargo,
yo no tenía idea de que esa salida había sido sin
permiso.
También nos dijo que teníamos prohibido
separarnos de él el resto del viaje, o hasta nuevo
aviso. Aunque no me importó, igual no me iba a ir tan
mal. Claramente no volví a hacer las cosas sin
preguntar si podía o no hacerlas.
66
Tal vez fue muy peligroso, pero entendí que hay
veces que debo ir contra las reglas por dos simples
razones: Para aprender que no lo debo hacer y para
aprender que sólo lo haré una vez.
Terminé enamorada de esa noche.
67
París, Francia
68
CAPITULO INFILTRADO
ESCAPAR DE MÍ
Entré con ella a una cafetería cerca de la escuela,
había sido un buen día hasta el momento. Nos
sentamos en frente de la puerta. Se acercó un señor
con la edad perfectamente inexacta para ser padre de
un niño de 7 años.
Ella ordenó el menú del día. Yo podía ver
claramente la manera en que el señor servía la
comida con delicadeza, mientras que su hijo jugaba
en la mesa de enfrente.
Continuamos con nuestro diálogo torpe e
insignificante.
Llegó nuevamente el señor, acomodó el plato
sobre la mesa, en seguida puso los cubiertos y un
vaso de agua. Era tan delicado.
Ella sonrió y agradeció los servicios que él le
ofrecía, todo seguía siendo tan delicado. Sus miradas
que se encontraban y eran tan delicadas.
69
Quedó la imagen plasmada en mi mente. Me sentí
sola, vacía e indefensa, como si no hubiera nadie
conmigo y se hubiera detenido el tiempo.
Como si se hubiera detenido el mundo.
Lo recordé a él y las escasas veces que tuvo la
oportunidad de servirme de comer, de atenderme, de
consentirme.
Recordé que hacía tiempo que no era tan delicado
como aquel señor lo hacía con una chica
desconocida.
Y entonces le hablé al universo, me sentí tan débil,
tan pequeña. Le pedí fuerza. Le pedí calor. Le pedí
valor. Sentía una presión en mi pecho. Una presión
que no me dejaba respirar, una presión que inundaba
de lágrimas mis ojos. A mi corazón le costaba trabajo
palpitar.
El tiempo comenzó a transcurrir más lento, veía sus
movimientos lentos y delicados, como si fuera yo
quien iba más a prisa.
70
Por dentro estaba gritándole a mi padre,
esperando una respuesta y un abrazo de esos que él
me da, esperaba que llegara milagrosamente a
salvarme de ese pequeño infierno. De ese MI
pequeño infierno llamado “pasado”.
Nadie notaba lo que me pasaba, mi cuerpo no lo
expresaba . E s taba a t rapada dent ro de é l .
Jamás había deseado escapar de mí.
Jamás había deseado ser libre de mí.
Y fue así, como en silencio me perdoné.
Me perdoné
por no haber
perdonado
a mi padre
antes.
71
We are all in the gutter, but some of us are looking at the stars.
Oscar Wilde
72
CAPITULO 5
Después de regresar de una aventura
completamente nueva y llena de emociones que sin
duda no puedo escribir en un solo libro, regresé a
México con ideas que nunca antes había tenido, mi
imaginación, mis sentimientos y mis sensaciones
estaban al máximo.
Estaba en sintonía con el Universo.
Regresé con una nueva mentalidad, con una
nueva forma de sentirme parte del mundo.
Una noche, después de un mal día, un pésimo
día. Tuve una cita con una muy buena amiga. Una de
esas amigas que al principio caen mal, y poco a poco,
vaya uno a saber cómo, se convierte en alguien
especial. Y es que pensábamos muy similar.
Nos sentamos en la barra de la cafetería,
habíamos ordenado un chocolate caliente y una
crepa. Estaba lloviendo y hacía un poco de frío.
73
La plática estaba tan fluida, interesante y
divertida, que esperar nuestros alimentos no
representó ningún tipo de molestia.
Nos dirigimos a los sillones, decidimos
sentarnos en uno rojo, el único desocupado.
Comimos y veíamos a la gente pasar, era un
lugar muy agradable. Era una sala con colores cálidos
y luces que ayudaban a ambientar.
Transcurrieron las horas, ya eran las 11 de la
noche. Y pasó. Llegó el momento mágico y único que
ella me enseñó, ese momento en que “somos
infinitas”.
Y en ese momento, mi mente explotó. Una nube
enorme de ideas y pensamientos salió de mi cabeza,
sentía la nube justamente arriba de mí. Podía pensar
con claridad, el Universo me estaba dando las
respuestas.
74
Estaba recibiendo respuestas de preguntas que
no tenía, era lógico, todas mis preguntas las tenía el
viento.
Me di cuenta de cuán hipócrita es la gente, y es
que la sociedad los hace ser así, las personas cuando
están frente a otras, aparentan ser quienes no son.
Las vi partir a su casa, o al menos eso imaginé.
Iban a ir a su casa a quitarse esa ropa tan cara que ni
siquiera los hace sentir bien. A quitarse esos zapatos
tan lujosos que los cansan a más no poder. A quitarse
eso que los hace ser quienes no son.
Y al día siguiente, seguirían con su rutina
cuidando todos esos tontos detalles que la sociedad
dice que se deben seguir.
Eso me molestaba, me molestaba que todos
cambiaran. Y me molestaba que a mí también me
pasaba, me molestaba aún más no darme cuenta.
75
Me molestaba darme cuenta de que siendo yo
tan pequeña, la sociedad me hacía, de cierto modo,
ser presa de muchos prejuicios y sugestiones.
Y fue ahí, cuando pude cambiar nuevamente mi
manera de pensar de una manera un poco más
consciente y reforcé mi creencia y mi deseo de querer
alcanzar mi sueño.
Me enojaba tanto ver cómo destruían las
creencias de los niños, sus sueños y anhelos de ser
presidentes o astronautas. Definitivamente podían
serlo, y yo quería ser parte de ello.
Me molestaba también, ver cómo los adultos se
olvidaban de que los niños son la parte más
importante del mundo, sino entonces, ¿quiénes son
los adultos sin los niños?
Y entonces lo decidí, decidí alcanzar mi sueño y
llegar a mis metas, para que un día, espero que sea
un día cercano, alguien logre llegar a donde quiere
porque pude darle una poca o mucha motivación.
76
Quería ir en contra de lo que dicen que los
mexicanos hacen, yo no quería hacer menos a los
demás, quería que todos llegaran a sus metas, a lo
que siempre quisieron.
Era momento de hacer un cambio en mí, difícil
o no, tenía que lograrlo.
Y es que mi papá siempre lo repitió “No se trata
de cambiar a los demás, se trata de que ellos no te
cambien”.
Y heme aquí, queriendo ser mejor de lo que fui
ayer. Tengo esperanza en la humanidad, tengo
esperanza en que, algún día, todos vuelvan a sentirse
parte del mundo y no dueños del mundo. Ser parte
de la Madre Naturaleza y no dueños de ella.
Creo en los sueños y en las personas dueñas de
sus sueños.
Muchos siguen a la sociedad ciegamente, pocos
seguimos a la sociedad viendo las estrellas.
77
Regresé a casa más tranquila, preparándome
para el mañana, un futuro incierto.
78
I’m an idealist. I don’t know where I’m going, but I’m on my way.
Carl Sandburg
79
CAPITULO 6
Lo vi por primera vez años atrás, solíamos salir,
yo le gustaba. Nunca me lo dijo. No era él.
Lo vi por primera vez en un evento bastante
formal, para mi buena suerte iba de traje y corbata
con un nudo curioso. Sé veía muy bien. No pudimos
hablar. No era él.
Lo vi por primera vez en una fiesta, de lejos
parecía caerme mal. Era su cumpleaños. Llegó a mi
mesa y platicó con mis amigos. Ahora me caía bien.
Llegaron por mí. Le gusté y lo supe hasta un mes
después. No era él.
Lo vi por primera vez en otra fiesta, me habló y
me invitó a salir en mi cumpleaños. Suerte que a
veces salía con desconocidos. Me llevó de regreso a
mi casa, nos llevamos bien. Pero no era él.
80
Con mis mejores amigas y mis amigas,
podíamos divertirnos como si no hubiera mañana,
como si eso fuera lo único que supiéramos hacer: reír.
Claro que de vez en cuando hablábamos de esa
cosa rara que llaman “amor” y es que a veces
creíamos encontrar a alguien y al final no era la
persona correcta.
No sé, tal vez las hormonas eran las culpables.
Como buena adolescente siempre quise
conocer a alguien con quien salir, que me quisiera,
que pudiéramos hacer cosas estúpidas, hablar de
temas polémicos, salir al cine, y hacer todas esas
cosas que los enamorados hacen.
Antes de cumplir 17 y de irme a Estados Unidos,
había pensado mucho en eso, pero pocos meses
antes de irme, decidí que no podía sentir nada por
nadie. Iba a ser difícil dejar a alguien muy querido.
Sería triste, él en México y yo en EUA…
81
A quién le miento, a veces quería que mi partida
al otro país fuera un poco dramática y que esa
persona que tanto quería fuera a despedirse de mí al
aeropuerto.
Habría sido bonito tener a alguien que llegara
con rosas, un globo y un peluche a decirme cuánto
me estimaba y que no quería que me fuera. Típico de
una película romántica.
A decir verdad, abrirme a esa idea era un poco
peligroso. Pedirle al Universo poder encontrar al
amor de mi vida antes de irme sería como matar un
amor prematuro, además de que podía decidir
quedarme.
Había alguien, más grande que yo, que conocí
sin conocer, quiero decir, que nos saludábamos y
platicábamos de vez en cuando, pero nunca tuvimos
tiempo para llegar a esas charlas más íntimas que te
hacen conocer a una persona. Sólo sabíamos lo
esencial.
82
Lo conocí poco antes de cumplir 16, es decir,
justo cuando estaba viviendo el primer capítulo de mi
libro.
Qué curioso, qué ironía llegar al final para hablar
de alguien que conocí al principio. Y es que dicen que
así es la vida, y que da vueltas, y comienzo a creerlo.
Es curioso cómo pude escribir algunas de mis
anécdotas y describir mis sensaciones, con la
finalidad de inspirar a otros y de inspirarme a mí en
un futuro (porque ese era mi objetivo) y terminar
hablando sobre el amor, no me refiero a un cuento
de hadas, ni mucho menos.
Me refiero a que de alguna forma, lo que me
hace cerrar uno de mis ciclos, termina siendo el amor.
Qué mágico.
Tiene sentido. Tiene sentido si lo planteo como
que fue amor lo que sentí estando en Quintana Roo,
conociendo mi cultura. Y fue amor lo que sentí
cuando Andrea me abrazó después de mi fracaso
(que al final fue una lección). Y fue amor lo que sentí
83
cuando supe que mi familia me regalaría un viaje a la
ciudad de mis sueños. Y fue amor lo que sentí por los
niños al querer proteger sus sueños.
Y ahora, después de todas esas oportunidades
de aprender, quizá estoy lista para irme a vivir un año
sin mis papás. Tal vez es hora de conocer una nueva
parte de la vida. Yo creo que todos lo hacen.
Sin embargo, yo seguía con la idea de conocer
a alguien especial. Y ya lo conocía, pero yo ignoraba
ese hecho, no nos habíamos dado la oportunidad.
Si bien era él que me hacía reír en las fiestas y
con quien estaba cuando mis amigas aún no
llegaban. Y era él quien me cantaba todas las
canciones que escuchaba. Y era él, que de alguna
forma me cuidaba todas esas veces.
No sé cómo se le llama a ese tipo de amigos,
sólo nos hablábamos para tener una charla de unos
cuantos minutos.
84
Conocía sus pasatiempos y su deporte favorito,
pero no sabía nada de su vida, ni de sus sentimientos.
Puedo decir que es una buena persona, fue él
quien me dijo “Recuerda que el hombre llega hasta
donde la mujer lo permite”, qué razón tenía. Aunque
la verdad es que nunca intenté ni me preocupé por
conocerlo.
En una ocasión, poco antes de poder terminar
este libro, pudimos platicar un poco de nuestras
familias, se parecían, no estaban completas.
Creo que era lo único que me faltaba vivir para
poder decidir cómo concluir esta parte de mi vida. Esa
plática.
Cuando llegué a casa y anocheció, pensé en
todo lo que había vivido y lo importante que eran las
personas para mí. Sobre todo mis hermanos, que
siempre me celan, si pudiera describirlos con algo,
definitivamente sería con un cuento breve de Mario
Benedetti, titulado “Cleopatra”.
85
Pensé en mis padres, en mis tíos, en mis primos,
abuelos, amigos, conocidos, maestros, compañeros,
etcétera, etcétera, etcétera.
Esa plática, con ese chico, me dejó pensando
por días, y tal vez hasta semanas.
Y entonces, después de esa ocasión, fue cuando
me di cuenta de que yo no era cualquier persona.
86
Me gusta la gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su
propia realidad.
Mario Bendetti
87
CAPITULO 7
Pocos días antes de irme de México, tuve la
oportunidad de platicar con mi prima, me hizo
algunas preguntas sobre tener alguna pasión, algún
sueño.
Me alegré al poder contestarle lo que sentía, y
cómo era que se podía llegar ahí, sin embargo, no le
dije que le estaba mintiendo un poco. Qué podía
decirle yo, que apenas estaba visualizándome en
unos años.
– ¿Y qué es lo que quieres realmente? – Me
preguntó. Sus ojos me veían, como si fuera alguien
importante y famosa en el planeta.
– Pues mira – suspiré – lo que realmente quiero
es proteger a niños de todo el mundo y que sean
iguales sin distinción alguna, creo que ha sido muy
difícil…
Me interrumpió.
88
– Sabes que no me refiero a eso. ¿Cuál es tu
sueño?
Vaya, empezaron las preguntas difíciles, suspiré
nuevamente. Al parecer ella no tenía una pasión
como yo la sentía por el Karate. O un sueño como
vivir en París y esas cosas.
Fue entonces cuando decidí escribirle una
historia. Esta historia empezaba por lo que me
gustaba, y me gusta México.
Le conté de las tradiciones que tenemos en el
país, de las que debe estar orgullosa, no importa qué.
También le hablé sobre el amor, sobre que no
siempre es eterno, sin embargo sucede y se puede
encontrar. Por eso le platiqué de las espontáneas
apariciones de mi amor.
Le dije que debe aprender de sus caídas, por eso
le conté mi derrota más dolorosa. Le dije que debía
aprender de sus errores, por eso le platiqué de lo más
absurdo que hice estando en París, que fue no
89
escuchar a la autoridad. Y le dije que a veces no debía
seguir lo que dicta la sociedad.
Le recordé no tenerle miedo a todos los
extraños, porque el amor de su vida comenzaría
siendo eso, un extraño.
– La vida a veces te hace bajar, lo hace sin
avisarte. Y por eso le lloré a mi papá. Llorar no es
malo, al contrario, podrás liberar tu alma y recibir
más.
Le hablé acerca de las personas importantes,
familia y amigos. Y le dije que eso que siente por
ellos, también se llama amor.
– Se escucha imposible, pero no lo es – le
inventé una receta, antes de prometerle un libro.
“Cómo lograr tus sueños en 10
sencillos pasos”
INGREDIENTES:
- Un humano
- Un sueño
90
- Una pizca de imaginación
- Dos pizcas de pasión
PASOS:
1. Saca un sueño de tu imaginación.
2. Apasiónate por él.
3. Cree en él lo máximo que puedas.
4. Planea una forma de lograrlo,
aunque no suene posible.
5. Intenta, cae y aprende.
6. No vuelvas a repetir el error.
7. No olvides mirar al cielo y
mejorar el plan.
8. Mantente siempre en el camino.
9. Mejóralo hasta que se convierta
en realidad.
10. Jamás de los jamases te
rindas.
Se la di para que la leyera. La tomó con sus dos
manos como si fuera un gran tesoro. Y salió con otra
de sus preguntas difíciles.
91
– Mmm… ¿Cuánto tiempo tarda eso? – Caray, en
qué lío me había metido. No quería desilusionarla
con la respuesta, entonces le respondí que dependía
cuánto se esforzara por alcanzarlo.
– ¿Sabes qué? – la miré. – Te haré una promesa,
te voy a demostrar que sí se puede.
Y si en unos años,
No soy Licenciada en Derecho Internacional,
Ni trabajo en París,
Ni me caso con un francés;
Y soy secretaria
Y trabajo en México
Y no me caso,
Entonces,
Quema mi libro.
Sus ojos brillaron un poquito, eso me daba
fuerza y valor para lograrlo. Y me abrazó.
Nuevamente surgieron sus preguntas difíciles. – ¿Y
cómo se siente? – Volteé a ver el cielo.
92
Me quedé pensando en las palabras indicadas.
– ¿Ya diste tu primer beso? – pregunté un poco
incómoda. Ella no entendía.
– Sí, ya lo di. – me dijo un poco confundida –
¿Por qué?
– El proceso es algo similar a cuando esa
persona está cerca de ti, es casi la misma sensación.
Son esas mariposas en el estómago, la sangre
recorrer tu cuerpo, sentir frías las manos y tu corazón
latir más y más fuerte.
Sentí la emoción.
– Y cuando te besa…sientes esa explosión de
mariposas, de colores, de energía, de alegría. Cuando
sus labios se juntan y sientes el cielo. ¿Puedes
imaginarlo, puedes sentirlo?
– ¡Sí, sí, lo siento! – Me respondió con una
sonrisa enorme y sus ojos brillantes.
– Bueno, así se siente. Justo así, sólo que no
besas otros labios…besas el cielo.
93
¿Adiós? No, nunca se dice adiós. Se dice: Te amo.
Chavela Vargas
94
CAPITULO 8
Y lo encontré. Encontré a una persona con el
mismo pensamiento que yo “He vivido muchas cosas
que me hacen ser chingón”, la primera persona que
escuché decirlo.
No quiso darme detalles, ni contarme nada; y
tenía sentido, yo tampoco lo contaría todo, como los
secretos que tuve que guardar mientras escribía este
libro.
Aunque nos conocíamos, no sabíamos nada del
otro. Ojalá hubiera tenido tiempo para conocerlo.
Terminó siendo una persona especial; viví con él una
de esas cosas que pasan una sola vez en la vida.
Así fue como cumplí 17. Sin saber cuándo, ni
cómo, ni porqué.
Así fue como cumplí 17. Sin saber de quién me
había enamorado…
Y me fui a vivir a otro país.
95
[…]Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien se permite huir de los consejos sensatos dejando las soluciones en manos de nuestro padre Dios.
Mario Benedetti.
96
EPILOGO
Siempre había pensado que
los sueños eran lo que nos
hacían levantarnos y hacer de
nuestros días pequeñas metas
para crecer.
A mis dieciséis años, había
visto a personas caer y
levantarse. Siempre creí estar
rodeada de personas fuertes,
inteligentes y capaces de amar
sin querer nada a cambio. Y
aunque todavía lo creo, también
quiero ver que tanto puedo
soportar.
Quiero probarme que aunque
la vida me haga arrodillarme, me
levantaré.
¡Ahora es tu turno!
Con amor,
Alexa Nicole.
97
98
99
100