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Afiliada a:

A. U. D. U. Agrupación Un iversitaria del Uruguay

F.P.A.A. Federación Panameri cana de Asociaciones de Arquitectos

U. l. A. Unión Internacional de Arqu itectos

Carátula. La Casa del Arqto . Julio Vilarnajó, declarado monumento histórico y que la Asociación de Arquitectos del Uruguay la ha solicitado al Ministerio de Educación y Cultura en custodia.

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DEL URUGUAY

AÑO 1978 No. 244

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(Período 1977 - 78)

COM ITE EJECUTIVO: Presidente: Arq. Gustavo Nicolich Vice-Presidente 1 o .: Arq. Luis A. Teperino Vice-Presidente 2o.: Arq. Luis A. Raffe Secretario Genera 1: Arq. Ruben Perli ni Tesorero : Arq . Ornar Ariasi Secretario Administrativo ( 1 nter ino) :

Arq. Avezer Benc Secretario de Actas: Arq. Avezer Benc

CONSEJO DE L1 BERATIVO:

Arquitectos: Enrique Baña les - Roberto Bogani • Luis Casaretto Marcelo De Vita - César J. Loustau - Jaime Oyuela Joel Petit de la Villeón -Adolfo Pozzi Guelfi­Guillermo Rodríguez Reborati-Juan Francisco Sald ías- Federico Garzón- Barre ira

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Nuevamente tomamos contacto con Ustedes, alentados por la cálida acogida que tuvo el anterior número de ARQUITECTURA. Esa ha sido nuestra , . umca, pero gran recompensa, que justifica el trabajo y desvelo que exige una empresa semejante.

Como lo anunciáramos en dicho ejemplar, hoy ofrecemos el trabajo del

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Profesor Arquitecto Hugo Baracchini , sobre "La evolución urbanística de Montevideo, desde su fundación hasta nuestros días" . Sirvió de base al mismo, la interesante y documentada conferencia que diera en la Universidad, en el marco de los festejos con que se celebrara el sesquicentenario de nuestra " Muy Fiel y Reconquistadora" .

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U na nueva Directiva rige los destinos de nuestra Institución,

presidida por quien fuera Decano de la Facultad y luego Rector de la Universidad , Arquitecto Gustavo Nico­lich. Damos por sentado que la

vincu lación que auguráramos y propi ­ciáramos con la Facultad, se vea au men­

tada aún más, y que ta l nexo, lógico por otra parte, redunde en benef icio de

la Arqu itectura en pr imer término, y de los Profesiona les, después.

Var ios acontecimientos memorables que dieron lustre a nuestra Facultad, conta­

ron con la presencia de numerosos

colegas, lo cual habla a las claras de có­mo son bien acogidos, por parte

del gremio, los eventos que pueden sig­

nificar aportes cu lturales valiosos.

En primer término la exposición de la obra del Arquit ecto argentino AMANCIO Wl LLIAMS concitó gran ex­pectativa, y se siguieron las conferen­cias que dictara - i lustradas con diaposi tivas y fi lmes -, con real y verda­dero interés.

Figura de indiscutido prestigio, pionero en la vecina or illa del movimiento

moderno, transitó, sin claudicacio nes, dentro de una recta 1 ínea de

conducta. Esa intransigencia, ese modo de hacer sin concesiones en favor del público, le llevó sin duda, a que la

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producción realizada f uera tan mengua­da : el lo no amilanó al gran colega

. . , argentrno, que con t rnuo proyectando con la misma alegría y entusiasmo que si el éxito hubiera coronado sus magn i­ficas visiones haciéndolas realidad. En ese sentido constituye todo un ejem­plo de probidad profesional : una t ra­yectoria d igna, ejerciendo una verdade-

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ra docencia sin aulas dictando cátedra en la soledad y silencio de su estudio, para ser brindada generosamente a quien desee recibirla.

Pudimos contemplar los dis1intos pro­yectos que elaborara, dibujados con una sencillez y preciosismo que nos re­cordaban al hombre del "menos es nlás": cada lámina era un portento de expresión con el mínimo de elementos. iDiUcil ciencia supone el arribar a tal

sintetismo! Asimismo su labor entraña una enseñanza más: los fr utos que proporciona el ahondar en una misma linea y no abandonarla hasta no agotar todas sus posibilidades. Así por ejemplo exr>loró con las bóvedas cáscaras, a las que usó de "sobre-techo" -a modo de "brise-soleil" destinado a amenguar los rigores del asolea miento durante la canícula -. en proyectos destina dos a 1

norte argentino. Un mismo pensa­miento seguiría algo después Le Corbu­sier en Chandigarh y tamb1én Louis 1. Kahn en el Consulado de Luanda , acuciados por análogos imperativos climáticos.

Los elementos que manejó · fuste y bó· veda de planta cuadrada - fueron ana­liLados y estilizados al máx 1mo. logrando una enorme expresividad plás· t ica y un lirismo etéreo y volát il increibles: una verdadera poes1'a en su­ma. Dentro de esa esti 1 ística. proyectó una vivienda para la familia Di Tella en Pun ta del Este. sobre la Laguna del Diario que, lamentablemente, no fue realizada. Una pena. sin duda, por· que su concepción hubiera jerarqui­zado nuestro balneario dotándolo de un

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ejemplo de Arqui tectura, as l. con mayúscula. También quedaron en el papel los hospi ta les que diseñara para la Provincia de Corr ientes. Solamente llegó a concretarse en tangible realidad el Pabellón Bunge & Born para la Exposición que tuvo lugar en Buenos Aires. en Palermo, obra exquisita que. como el Pabellón alemán en Barcelona de Mies. tuvo vida efímera.

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La úl t ima de las cuatro conferencias quE diera Amancio Williams, la dedicó a los problemas urbanos que acaparan su mente de arquitecto. Amigo personal de Le Corbusier. conocedor por ende de su doctrina, parte de los principios establecidos por el gran suizo-francés en "Les T ro is E tabl issements Huma i ns" . para elevarse fi losóf icamente como gran humanista que es, y profet izar acerca del devenir de nuestra civilización

Asl establece las bases de "La ciudad que necesita la Humanidad", sentenciando que, de la adecuada estructura que se dé a la misma o no, dependerá la suerte que depare a la cultura de los hombres. Ya en 191 8, Speng ler auguraba escéptica mente, que asistlamos al proceso -en el que estaríamos inmersos- de "La Decadencia de Occidente" . Y a Mumford, en aquella fundamental obra que t ituló sugestivamente "La Cu ltura de las Ciudades", coincidentemente, le animaba idéntica inquietud.

Will iams, entendiendo que la responsabilidad del tema no podía pesar exclusivamente sobre los hombros de una persona, congregó, en torno

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suvo -pero sin que ello significara que asumía el liderato, sino que, modestamente colaboraba como uno más- a Reginald Malcomson (Profesor del lllinois lnstitute of Technologv), a Jerrv Soltan (Director del Instituto de Urbanismo de Harvard) val Arquitecto Mario Pavssé Reves, entre otros. Justamente el 13 de diciembre del año pasado Malcomson arribó a Buenos Aires, trabajando asiduamente en el tema durante diez días v prometiendo retornar en el mes de marzo a la Argentina. Al respecto, va nos hemos puesto en contacto telefónicamente con A.W., sugiriéndole que en esa oportunidad, propiciara una visita de Malcomson al Uruguay.

En próximo número ofreceremos a los colegas la versión depurada por el propio Williams, de la conferencia que diera en el Salón de Actos de nuestra Facultad, por considerarla una pieza de real interés.

Poco tiempo después estuvo entre nosotros el Arquitecto argentino

EDUARDO E LLIS. En un tono más informal, acompañando su charla con una excelente selección de diapositivas

. ' -en secuenc1a que parec1a no tener mucho orden preconcebido-, acaparó la atención de los presentes, va que resultó ésta sumamente interesante v atractiva, sugerente en muchos aspectos. Fueron una serie de "pantallazos", que dejaron esbozados problemas-va veces soluciones- todo dicho en una forma dinámica v sin engole, muv del gusto de la juventud de hov, a la que supo "llegarle".

Más cerca de los días que corren, nos visitó -a nuestra instancia­

otro gran Arquitecto argentino de notoria trayectoria: EDUARDO SACA ISTI. Autor de varios libros: "Huellas de Edificios"; "Usonia (aspectos de la obra de Frank Llovd Wright) "; "Viviendas con Bóvedas"; "Charlas para principiantes"; etc., con gran experiencia en materia pedagógica, dictó cuatro conferencias en las que puso de manifiesto sus condiciones de pedagogo nato. La infeliz coincidencia de su venida con "entregas" en diversos Talleres, restringió enormemente el número de asistentes, por lo que no se contó con el marco adecuado ni lógico dados la jerarquía v antecedentes del visitante.

E ntusiasta fervoroso de estos contactos personales v de

acercamiento entre los colegas de relevancia de ambas márgenes del Plata, como integrantes de la Comisión de Extensión Cultural de la Facultad, hemos propiciado -v seguiremos haciéndolo- todo este tipo de encuentros. En ese sentido tenemos previsto, para el año lectivo 1978, la venida de otras dos personalidades de la Argentina: el Arquitecto Clorindo Testa, cuva fama, de alcance mundial nos exime de todo comentario v del Profesor Enrico Tedeschi.

Mención aparte merece la exposición de la BAU HAUS, que

tuvo lugar en Montevideo del 30/6 al 30/7 de 1977 en el Museo Nacional de Bellas Artes, bajo los auspicios de la Embajada de la República Federal de Alemania v del Instituto Goethe. Nosotros habíamos asistido a la exposición de la Bauhaus en Buenos Aires en setiembre de 1970 v, aunque la muestra que se exhibió en Montevideo presentó menos objetos v elementos realizados en los Talleres de la misma, en cambio contó con más imágenes dadas por " transparencias" v con un sensacional audiovisual múltiple, compaginado por el Dr. Detlev M. Noack, que era una verdadera fiesta para la vista . Asimismo resultaron "fuera de serie" las conferencias con que se complementó la muestra, dictadas por el propio Dr. Noac",

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animadas por dos proyectores de diapositivas acoplados, que ofrecían la posibilidad de la contemplación simultánea de dos imágenes. De esta manera se puede parangonar - por ant(tesis o simil itud- y detectar claramente la influencia de un artista sobre otro, o también, la evolución de un mismo artista, conservando en una de las pantallas el punto de partida v proyectando la sucesión cronológica en el otro.

Las conferencias contaron con una afluencia de público nunca vista en la Facultad, al punto de no tener cabida en la sala, pese a que se habilitaron hasta los corredores. Tal éxito nos reconfortó plenamente, pues estudiantes, colegas v artistas en general, respondieron ante un acontecimiento cultural de excepción v mantuvieron

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taller de mobiliario

muebles de acero Marcel Breuer: sillón de tubos de acero 1925

su interés hasta la última disertación que culminó con una espontánea y nutrida salva de aplausos, que dijo bien a las claras, el eco que había sabido despertar entre los asistentes.

Tal "succes" animó al Dr. Noack a retornar a Montevideo en el

mes de octubre, y los días 17, 18 y 19, la Sala de Actos nuevamente se vió colmada de público: el tema abordado esta vez fue la sexta exposición de arte que tuvo lugar en la ciudad de Kassel (Documenta VI").

Si bien no logró el atractivo de las anteriores, por la propia índole del tema -menos arquitectónico si se quiere- resultaron de sumo provecho para interiorizarnos de qué es lo que se piensa y se hace en materia art 1st ica en este momento en Alemania y en general en el Occidente europeo. A l respecto nos cabe agradecer efusivamente al Dr. Noack, al Director del 1 nstituto Goethe,

al Agregado Cultural y al Embajador de A lemania Occidental. que hicieron posible estos eventos que constituyeron la nota cul tural del año.

Dr. Detlev M. Noack

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E n otro orden de cosas, debemos informar a los colegas, que la

Comis¡ón Directiva de la S.A. U. ha venido haciendo gest iones para obtener en custodia, la vivienda de aquel venerable Maestro que fuera Don JULIO VI LAMAJO.

La casa, una vez fallecido "Don Julio", la cuidó su esposa, Mercedes Pulido de Vilamajó ("Merceditas"), con cariño rayano en la idolatría, y prácticamente podemos decir, hizo la razón de su vida el aseo de la misma. Lucía impecable: el parquet de roble de la escalera, los pisos en general impecablemente encerados, los bronces bruñiclos como espejos, la terraza y fuente exteriores

de mármol de Carrara inmaculados ... ,

todo revelaba un ama de casa vigilante

que con devoción atendía hasta el más mínimo detalle. Vivía con Estrella

Vilamajó, la única hermana del Maestro y sabemos, por propias confesiones, el sacrificio pecuniario que le significaba

el mantenimiento de aquel bien que ella consideraba como un museo, donde palpitaba el recuerdo de su marido.

Cada cosa estaba como cuando él la dejó : los libros en la biblioteca; los papeles; sus dibujos, su cama; se diría que, en una especie de in san ía, ella aguardaba la esperanza de su retorno y no quería la reprimenda por haber alterado nada de su orden habitual ...

Nos sentimos tocados en lo más íntimo, al ver tal admiración y respeto por el recue;"dO del esposo: es evidente que sólo un ser de excepción podía suscitar tal sentimiento. Nuestras visitas a la casa nos transportaban mi lag rosa mente años atrás y se diría que en realidad all( el tiempo no pasaba . Al revés que en la obra de Wi Id e en que envejecl a el retrato en vez del retratado, aquí. el que fuera el marco de su vida era el in temporal, donde nada se volvía añejo o fuera de moda.

Doña Merced itas, al ver el interés que demostrábamos en todo lo concernien te al Maestro, nos fue mostrando

recuerdos, fotos, dibujos, con la alegría de revivir momentos felices. Nos permitió que fotografiáramos sus dibujos Y, con unción casi religiosa, iba trayéndonos, uno tras orro, aquellos tesoros artísticos. Felizmente hicimos ese trabajo, que no encaramos como tal, sino como un verdadero placer. Tener en nuestras manos aquellas acuarelas, pasteles, carbonillas, d ibujos a pluma , iqué delicia! Con qué cuidado, con qué respeto quitamos algunos vidrios para evitar reflejos

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perturbadores v poder captar mejor v obtener una imagen más fidedigna!

En vida. Doña Merced itas - v dado que no tuvo hijos- decidió testar ,

legando la casa que tanto amara v que tan caro s recuerdos guardara, a personas de la amistad del matrimonio, como prueba de reconocimiento v gratitud : la mitad del legado le correspondió a Estrellita v la o tra mitad f ue di v id ida entre seis personas.

Tiempo después de fallecer Mercedes, el Ministerio de Educación v Cu ltura

la declaró "Monumento Histórico " v

posteriormente la adquir ió a sus herederos. Se habló de q ue se la iba a acondicionar para albergar el Museo Vilamajó lo que, naturalmente, nos pareció muv adecuado . También se corrió la voz de que seria dedicada a Museo Vilamajó-Pena. dada la entrañable amistad que unió a ambos artistas.v, además, al hecho de que realizaron valiosa obra en colabo ración. como por ejemplo el Monumento a la Confraternidad Rioplatense sito en Buenos Aires v muchas otras que sería prol ijo detallar aqu í .

Luego surgió un "impasse": no se sabía a ciencia cierta qué era lo que pasaba . El que suscr ibe -como va lo hab ía hecho en varias ocasiones cuando viv la sola en ella Estrellita. luego de la muerte de su cuñada - intentó llevar a sus alumnos de Teor ía de la Arquitectura a recorrer la finca. dentro de un plan de visitas a obras ::~rq u itectónicas de destaque, Visto que en la misma habitaba un cuidador. le explicó a éste q ue se trataba de un grupo de la Facu ltad de Arquitectura que asistiría con su

Profesor v t odo ello avalado , naturalment e por el Decano de la

Facul tad. La respuesta fue una ro t unda

nega tiva : so lamente con auto r i7ació n del respect ivo jerarca del Min isterio per mitirla la entrada . Realicé "demarches" en tal sent ido .. . v terminó el año lecti vo v no la obtuve.

Parece absurdamente kafk iano que una finca adq uirida por el M in isterio de Educación v Cultura por sus méri tos arqui tect ó ni cos, no pueda ser ut il izada en su mejor ro l posible: el didáct ico , va que, toda ella, es una sab ia v tangible lecc ió n de arquitect ura. Br inda, al recorrerla, "una promenade archit ectura le" - al decir de Le Corbusier- de inefable va lor para quienes están capacitados para ver v sent ir la arqu itectura. Maravilloso poema pétreo, pro porciona un delei te visua l a cada paso . v desp ierta en quien la visita -parafraseando a Renán-" un eco lejano de resonancias su t i les" .. . La S.A. U. inic ió gestiones ante el Minister io para obtener la vivienda en custodia: nada más propio que la ent idad que nos agremia. para ser deposi taria de un bien tan caro a todos los arqu itectos. Por otra parte, el convert irla en sede de las reuniones semanales del Consejo Deli berat ivo, la instalación

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de un o rganismo vivo en su ma, garan t izar la el mantenimiento en

co nd ic iones de la construcción tal cual fue d iseñada, sin m odificaciones

. . s1empre Irrespetuosas.

No queremos pensar que pasara a manos ignorantes del valor arqu itectón ico que posee, ni del poder evocac iona 1

que trasunta. Casa diseñada para sí por una verdadera glor ia de la arqui tect ura uruguaya cuva especial idiosincrasia signó una época v las anécdotas de su vida v de su quehacer con figuran un pasado de levenda , del cual debemos const i tuirnos en los celosos guardianes.

Ya , antes de tomar posesión del b ien el Min ister io , increlblemente, con un desapego ravano en la insensateL , fue despojada de sus muebles, d e sus cuadros , de las estat ui llas de Pena, de su bibl io teca, dejando nada más (n i nada menos) que las desnudas paredes . Un día aciago apareció un camión v cargó con todo val poco t iempo, sin am,ncio pre·vio, se rea l izó el remate en el anon imato más irreverente. Y as,·, sus recuerdos más l nt irnos, las cosas de uso co tid iano, los muebles algunos por él d iseñados. o tros comprados -pero en todo caso por él elegidos -. estarán vaya Dios a saber dónde. La

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mayor parte de los actuales poseedores no sabrán seguramente quién era Vilamajó, ni la importancia que tuvo su obra, ni menos que fue uno de los nueve arquitectos elegidos de todo el mundo para diseñar el edif icio de la O.N.U. en Nueva York .

Todo simplemente habrá pasado a aumentar el patrimonio de personas desconocedoras de lo que encierran . Los libros, cuyo lógico destino hubiera sido la Biblioteca de la Facultad, se encontrarán dispersos, y aunque pensamos que quien compra libros es porque los ama, seguramente no le evocarán el cálido recuerdo de saber que por aquellas 1 íneas habían transitado los ojos saltarines y vivaces de Don Ju lio. Las sillas del comedor de caños tubulares cromados, diseño de Marcel Breuer, sospechamos puedan estar ahora en el consultorio de algún dentista ...

En fin, lo irreparable está hecho, y nos queda el sabor amargo de pensar que lo que cuidó su viuda con tanto esmero y cariño durante años, haya podido, en un abrir y cerrar de ojos, desaparecer y esparcir como hojas al viento , sin dejar rastros ... Sólo nos resta luchar porque la casa no siga ese proceso de destrucción.

E notro orden de cosas, cabe lamentarnos de los insucesos

acaecidos en Maldonado primero, y en Punta del Este, después. El prestigio

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de que gozábamos como profesionales capaces y probos, se ve un tanto resquebrajado indudablemente. No

somos por supuesto nosotros quiénes para juzgar, ni poseemos los suficientes

elementos de juicio para analizar las

causas- cosa que entendemos debe divulgarse a nivel profesional para conocimiento de los colegas, en la esperanza de que sirva la experiencia ajena -. Unicamente vemos el panorama desde el punto de vista de la profesión y creemos debe ser un llamado de atención, en todo caso una cruel adverten cia.

Naturalmente este "boom" económico sin precedentes vino a desquiciar y alterar el ritmo si se quiere apacible, de nuestra construcción en general. Los poderosos intereses en juego acucian a los proyectistas a producir más, que no quiere decir mejor. Importa primordialmente la cantidad , la rapidez, lo que, en general va en desmedro de la calidad. Hay que producir "en hate" como en una alocada vorágine que tiene un 1 Imite inaplazable: la próxima

temporada veraniega. Y así los estudios funcionan -o no funcionan - sumidos en una en loquecedora fiebre : los proyectos

sa len como en una cadena de montaje, sin el suficiente ajuste, sin la debida "mise au point ".lntuimos que debe ser muy dificil decir NO, máxime que nos aquejaba un período de suma quietud y

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de pronto surge, salvadora, esta posibilidad de trabajo y a una escala insospechada. Enorme fuerza de voluntad se requiere y un entrañable cariño y respeto a la profesión, para no someterse a las exigencias de la

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maqu 1na y pasar a ser un engranaJe mas ... Naturalmente, en esta jungla compuesta de inversionistas - la mayor parte foráneos - cuya única meta es la redituabilidad de la operación, la eterna sacrificada es LA ARQUITECTURA. Prueba de ello es que, de todo lo que se está construyendo -y salvo honrosas excepciones -, relativamente poco es lo rescatable.

Cuando se produjo el "boom" de la Propiedad Horizontal en la década del

50 a 1 60, la tónica estaba dada por un buen nivel. Así lo reconocimos desde las páginas de "EL OlA", destacando la labor de colegas como Sichero, García Pardo. Jones, etc., que dieron jerarquía al quehacer arquitectónico de ese entonces, con realizaciones que significaron un aporte al acervo edilicio montevideano. Solamente cabe lamentarse - desde el punto de vista urbanístico- la falta de amplitud de miras, de no haber previsto la sombra vespertina que arrojarían los edificios situados en la Rambla de Pocitos sobre la playa. Un planeamiento urbano con criterio moderno, debe establecer "el derecho al so 1", protegiendo a cada propiedad de la posibi lidad de acceder a la fuente de vida. Con mayor razón debió respetársele para un espacio de uso público y más

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todavía tratándose de una playa. Los edificios tendrían que haber estado situados prácticamente una cuadra atrás para evitar este hecho a todas luces inconcebible. De paso la Rambla, cuyo ancho no es generoso - compáresela si no, con el de la A ven ida Libertador de Buenos Aires,-, tendría posibilidad de ampliarse.

En Punta del Este tememos pase algo semejante. Por otra parte, el propietario que edifica un chalet, siempre está "con e 1 Jesús en la boca", pensando que pueda surgir u na "torre" v sumirlo en la sombra o, por lo menos, cambiar el estilo de vida al barrio . Debe establecerse un adecuado "zoning", que confine los edificios en altura dentro de una determinada área, más allá de la cual esté vedado el hacerlos. Debemos cuidar de no

destruir la belleza que hizo el justo renombre de que goza nuestro principal balneario. Como uruguayos Y como Arquitectos nos cabe esa tremenda responsabilidad .

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Es más, dada la enorme trascendencia que puede tener para el pals una solución acertada o no, que ponga en valor la innegable belleza de la zona,o, al contrar io , la destruya, propugnamos por la realización de un concurso de anteproyectos nacional -o eventualmente internaciona 1 - que permita elegir, entre las soluciones que se presenten, la más adecuada al caso. Esta es la manera de asegurarse la obtención de la solución óptima, la mejor posible.

Estamos seguros por otra parte, que, por la importancia del tema v por lo

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atracti·.¡o del mismo, se presentarán

todos los profesionales más capaces y los "teamworks" más acreditados. Pensamos que Punta del Este se merece esto. Los gastos que demande el evento quedar tan

compensados por la promoción de carácter internacional que se le dar(a ya

que, las revistas especializadas v las que no, comentar(an exhaustivamente el . . . tema que sera not1c1a .

El gremio ha empezado a tomar

conciencia del problema : sabemos que este año. el tema a estudiarse en la Facultad será PUNTA DEL ESTE, as1'

como el año pasado fue SALTO con toda la repercusión de la obra

bi-nacional de la represa. Consideramos oportuno y muv "con los pies sobre la t ierra", que los estudiantes estén

enterados de los problemas que van a tener que enfrentarse en la vida profesiona 1: creemos sea ésta una manera eficaz de preparar técnicos.

Debe reverse el planeamiento ex istente sobre la Pen(ncula v sus aledaños. A parte de que un Plan Director tiene que

. . , . ser un organ1smo v1vo y no estat1co, susceptible de ir retocando "au fur et a

mesure" - como un plan de operaciones en la guerra debe modificarse en el

fragor de la batalla si nuevos

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-acontecimientos alteran los esquemas preconcebidos -, so pena de pasar tristemente a la Historia como Grouchv, que no se atrevió a desobedecer las órdenes de Napoleón, pese a que todo

le indicaba que debla hacerlo.

En Punta del Este el "boom" vino a cambiar, dida vo, hasta el "tradicional' estilo de vida" de la Península, que algunos, justamente por esa especial

idiosincrasia, llegaron a bauti zar "La República de Punta del Este". La postura e indumentaria, la actitud "nonchalant" de que se hace gala, con

clara prescindencia de la hora -tal vez como una revancha de todas aquellas personas que el resto del año viven esclavas de la misma -ahora se ve mezclada con un mundo delirante de trabajo contra reloj. Se da la paradoja de que conviven el ocio oneroso v despreocupado v el trabajo febri 1, para dar cabida a más turistas.

Lo que nos asusta v estremece es pensar si la satisfacción de esa demanda no está destruyendo la causa que ocasionó la misma, o sea, si no estamos "matando la gallina de los huevos de oro". Todo aquel perfil tlpico de la Península, desde " La C iga le" hasta e 1

Faro, está siendo sustitu ído por la si lueta de una pequeña Manhattan. De balneario apacible que era, se está convirtiendo en una ciudad balnearia , con todos los inconvenientes que trae

aparejado tal trasmutación. No somos de los que piensan que todo pasado fue

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mejor, ni menos todavía que nos

opongamos al avance de la ci vilización. Pero sí tememos que lo que vinieron a buscar los tunstas en nuestra

privilegiada costa este, no lo vavan a encontrar: un lugar tranquilo de

descanso, una naturaleza pródiga, un inmenso arbolado. En su lugar

encontrarán asfalto ... v el bullicio de la ciudad; en suma, aquellos que huyen de la misma, se instalarán en otra.

Ya Vilamajó - ien 1943! - habla sentido análoga sensación : "Es un

común deseo entre los que gustan de Punta del Este, que algo se haga por este lugar, algo, para que lo típico que da carácter a esta región se desarrolle sin que pierda las cualidades que hoy nos la hacen querer.

Apreciamos un crecimiento rápido v prodigioso, sentimos que lo que se crea no atañe sólo al orden materia l, sino que también abarca lo espiritual: a la par que aumenta la riqueza se crea un nuevo arte de vivir .

SENTIMOS UN PUJANTE DESARROLLO Y ESE SENTIR NOS SOBRE COGE, NOS HAC ¡::TEMER UN FUTURO ANARQUICO,

TEMEMOS SE PIERDAN LOS HILOS QUE GUIAN SU EQUILIBRIO , TEM EMOS QUE EL AMBIENTE QUE HOY TIENE UNA ARMONIA TAN SUGESTIVA SE TRANSFORME EN UN CONJUNTO SIN INTERES Y QUE

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ESTE RINCON QUE HOY NOS ENAMORA PIERDA SU ENCANTO"

Por su parte, el Arq. Julio C. Abella

Trias, en el No. 30 de la Revista "Habitat", de octubre de 1977, expresa:

"Pensamos que en Punta del Este, las playas v el bosque son los que hav que

conservar v el bosque si se comienza a construir con lo que la Ordenanza

permite, es decir planta baja calada v 4 pisos altos, pronto va a desaparecer como uno de los elementos que hace a Punta del Este, única, en el mur.do, como unión de mar v bosque".

A los nativos, a los que vivimos año a año el crecimiento de este "fenómeno" que se nos va de las manos, no nos queda otro recurso que la rememoración nostálgica de aquél balneario salvaje e hirsuto que un día fue v quedamos a la espera de que un genial "jaz zman", un nuevo W. C. Handv, escriba "Gorlero Street Blues", o sea lamentaciones de la calle Gorlero, como un réquiem que

lapide aquel niño que, lamentablemente para los padres, está teniendo barba y

vicios que deseadamos nunca tuviera. Para domeñar esos vicios, para contener las intemperancias juveniles, es que se necesita una mano paternal que frene v controle a la libertad irrestricta: en una palabra, UN PLAN REGULADOR que impida los que pueden llegar a ser verdaderos desmanes.

Arq. CESAR J. LOUST AU

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PROCESO FUNDACIONAL Y CIUDAD COLONIAL

E 1 tardío proceso fundacional de la ciudad de Montevideo, está signado

por la contradicción existente entre su diseño urbano y su destino histórico de ciudad puerto.

La Banda Oriental constituye una re­giÉ>n marginal del 1 mperio Español cuya expansión colonial se apoya en la aplica­ción de los principios económicos del mercantilismo, en su versión hispánica. En esencia la concepción mercantilista se basa en el principio de que el potencial económico de una nación es proporcional a la posesión y acumulación de metales preciosos. Descartada la posibilidad de

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existencia de dichos metales en estos territorios, unido a la ausencia de una cul­tura precolombina, que otorgare al impe­rio un equipamiento físico de apoyo, la corona delega a un plano absolutamente secundario a esa lejana y casi desértica re­gión conocida con el nombre de Banda Or iental. Ello justifica la ausencia de tem­pranos actos poblacionales relevantes y la tardía fundación de la ciudad fortaleza de Montevideo, erigida a posteriori de la fundación por los portugueses de Colonia do Sacramento (1680) y estimulada por la fracasada tentativa de los mismos de asen­tarse en la propia bahía de Montevideo (1723) . La fu ndación por los portugueses de Colonia do Sacramento y su tentativa de ocupación de la bahía de Montevideo

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constituyen actos reclamatorios de la Co­rona Portuguesa, de su derecho de pose­sión del territorio de la Banda Oriental, inserto de lleno en la franja de litigio entre los dos imperios ibéricos, a punto de sal ida del impreciso Tratado de Tarde­sillas ( 1494). Discutido y negociado a lo largo de siglos, orig ina numerosos trata­dos de 1 ímites, con participació n activa de las demás potencias europeas, entre los cuales destacamos por su incidencia en el tema los tratados de Utrech ( 1715) Ma­drid ( 1750) y San lldefonso ( 1777). Pero por encima y más allá de las complejas negociaciones po lít icas, importa la ocupa­ción de tacto del territorio recla mado , que genera derechos reconocibles y otor­ga importantes argumentos en las mesas

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de negociaciones d iplomáticas. Tanto la fundación de Colonia do Sacramento por los portugueses y de Montevideo por los españoles responden a la aplicación prác­tica de esa política de facto, en reclamo de sus respectivos intereses territoriales.

Si el sistema mercantilista español , con su peculiar escala de valoración eco­nómica regional, es el fa ctor determinan­te de la tardía fundac ión de la ciudad de Montevideo, derivada de la margi nalidad de estos territorios, la disputa de fro nte­ras coloniales, por el contrario, lleva a primer plano la necesidad de contrarres­tar las sucesivas y permanentes penetrac io­nes portuguesas, con la fundación de una ciudad fortificada. La hermosa y estraté­gica bahía de Montevideo, será el sitio

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elegido. El gobernador de Buenos Aires es el encargado de realizar el acto po líti­co fundacional: Bruno Mauricio de Zaba­la dicta en Buenos Aires el 28 de agosto de 1726, el Auto de Erección de la ciudad de San Felipe de Montevideo. El trazado es encomendado al Capitan de Ingenieros Domingo Petrarca cuyo d iseño def initivo, responde en sus li neamientos. generales, a las disposiciones de las Leyes de Indias que corresponden a una ciudad de interior, mediterránea, negándose en consecuencia, dr.sde el propio acto 'f undacional, la cali­dad de ciudad puerto, segunda variante prev ista en las Leyes de Indias. La ubica­ción de la Plaza Mayor (Matriz) alejada de la costa y cercana a la Ciudadela; la ubica­ción de esta última, cubriendo el área

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terrestre en dirección a la campaña, de espaldas a la bahía; la orientación de las calles y otros elementos de menor consi­deración, señalan claramente que el Capi­tán de Ingenieros Domingo Petrarca apli­có aquellas disposiciones indianas que definen la calidad de ciudad de hinterland, de interior, sin que ello, naturalmente in­terf iera con la idea originaria de una ciu­dad fortificada, amurallada, con diversos puntos fuertes en la costa y una sólida Ciudadela, proyecto del Ingeniero Militar Diego Ca rdoso, terminada dos décadas des­púes del Auto de Erección y que responde en su diseño a las ideas del Ingeniero Mi­litar francés Sebastián Le Prestre, Señor de Vauban.

La negación urbanística colonial de la

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condición de puerto a la ciudad de Monte­

video es coherente con los principios de la poi ítica monopólica del Imperio Español, poi ítica apoyada en el instrumento deno­minado sistema de flotas y puertns úni­cos. El mercantilismo, en su versión espa­ñola, no es concebible, sin la existencia de un férreo monopolio comercial, que implica un ordenamiento universal del transporte de mercancías que excluye, premeditadamente, a la más importante población de la Banda Oriental.

Organización territorial de

Montevideo Colonial

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A partir de la instauración de la Casa Borbónica, en particular bajo el reinado de Carlos 111, se procesa una nueva polí­tica de colonias, de inspiración liberali­zante, que da lugar a una vasta obra legisiativa de importantes proyecciones en la vid2 económica y comercial de la América española.

Montevideo, centro urbano vital de la Banda Oriental, es reconocido por prime­ra vez como factible puerto de importa­ción y exportación de productos. La ciu-

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dad fortaleza será habilitada c~mo puerto de introducción de esclavvs y exportación de cueros, en concordancia con el alcance de la Real Cédula de Libre Comercio de 1778. En 1781 se realizan en el casco urbano de Montevideo, las primeras obras

portuarias, instalándose un primitivo mue­lle de piedra. La activación del Comercio y la necesidad de localizar un importante contirgente de familias españolas, saldo de una fracasada radicación en Patagonia, promueve la fundación, dentro de la juris-

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de previsión de crecimiento. La 1 ínea de Propios limita un territorio mayor integra­

do por las Dehesas, de propiedad común y los propios del Cabildo. Constituyen en conjunto suelos dedicados a la pastura de ganado, siembra de sustento y afinca­miento eventual.

En la ciudad de Montevideo los c itados límites coinciden aproximadamente con las actuales calle Ejido y Bulevar José Batlle y Ordóñez (ex Bulevar Propios).

El casco urbano corresponde a lo que hoy

denominamos Ciudad Vieja, denomina­ción impregnada del concepto liberal de ciudad, negadora del concepto colonial integrador donde el casco urbano, el recin­to amurallado, es sólo una de las partes

integrantes de la ciudad, considerada

como una unidad económico- territor ial.

Esa concepción integradora se comple­

menta y culmina con la determinación de

los 1 ímites jurisdiccionales. La Jurisd icción es el territorio de al­

cance administrativo y base rural del sus­tento económico, que en la Banda Or ien­tal se apoya en la explotación de chacras

y estancias. El 20 de diciembre de 1726 el Capitán

de Coraceros Pedro Millán comisionado por Zabala, para dar cumplimiento al Au­to de Erección de la ciudad de Montev i­deo, abre el Libro Padrón y asienta en él a las pr imeras familias pobladoras. El 24 del mismo mes fija la Jurisdicción de

Montevideo y el 12 de marzo de 1727 determina el Ejido, Dehesas y Propios.

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En el mismo acto delimita las tierrns

destinadas a chacras de Montevideo. El 18 de enero de 1730 el citado Pedro

Millán y el Capitán Pedro de Fuentes eje­

cutan el reparto de tierras destinadas a

chacras entre los pobladores de Montevi­

deo. El reparto de gracias de estancias se realiza en sucesivos Autos a lo largo del

siglo XVIII. Concebida la ciudad colonial como una

mutua relación de defensa y sustento económico, la m isma se va estructurando, tanto cuando se procede a la construc-ción de un cubo o un fuerte en el casco amurallado, como cuando se aprueba un

Auto de reparto de chacras o de es­

tancias.

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Plano de la Plaza de San Phelipe de Montevideo, realizado por el Coronel de 1 nfantería Juan de los Reves. Año 1798

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o lebadízo v sus QÚartcles aprueb~ Inglesa y dos Algives.

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Baluarte de S': Fernmydt/ quevr.mtado su cara flanco qu!!. m1ra a! Norte. Baluartes v corti11as que cierran la ¡to/d. lebarzta do en t 2 y 18 pies,

n Cuho ó r orreon con 2 cañone.< E Bateria del Puerto F 8Meri.J del Muelle con 6 cañones. G Bataia de s• Fran!'!. . -H Batnia de S ~ Jo se( con 6 cañones.

. . I Bateri.1 de S ~. Carlos P rovisional. J Baterías de la P(J/bora con 8 y f C<lfilY" . K Bateria del Sur con 6 cañones. L <rorreon con 2 cañones. M Baluarte con algunos ca ñon' montos. !'\ Las dos Puertas $~ ,Fhelipe r S• --·

Tiago,. una para /,untntda y otra p$. la saltda.

O Puertas Prwisional1• en la cortina.

p l[.[lesia mn• . con cura y Tlleniente. Q Casll de cabildo v Plaza. R Hospícío que {ue de los regulares.

Aloxamíento 1iel Governador y Al-S macenes.

T Corrbento de S~ Francisco. V Galpones pe. Petrechos de MMina. X P(l:os de Agua dulze de manantiales. Y Q_IIMff¡ .te l"Oraf!_Ones. Z Taonas . 1 ~Jolino de viertto que f ue. 2 Fuente del Rl.!l' a J?,¡hrica .1e La.fríllo. 4 a.tJ!mar:enes de Polh<Jra ;, Flll'll f,• di' /,1 Crut. . ________________________ J

dicción de Montevideo de las ciudades de San José (1781), Santa Lucía (1781), Guadal u pe, actual Canelones ( 1783), San Francisco de las Minas ( 1783) y Pando ( 1787) . En estos seis años, inmediatos a la Real Cédula, se produce en la Banda Oriental, particularmente en el territorio que corresponde a la jurisdicción de Mon­tevideo, una inusitada actividad fundacio­nal, cuyas causas iniciales deben ubicarse en la aplicación de la legislación borbóni­ca liberalizante.

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El concepto de ciudad, vigente en la época de la colonización española de nues­tra América, instituído en sendas disposi­ciones de las Leyes de Indias, difiere sus­tancialmente de la concepción liberal de ciudad, imperante en la República, a lo largo del siglo X 1 X. Recién en el segundo tercio de nuestro siglo, la doctrina urbanís­tica retoma la riqueza ideológica conteni­da en el concepto de ciudad, derivado de las leyes indianas.

En la época colonial española la t.::on-

cepción de ciudad no se limita al casco urbano, al territorio efectivamente ocupa­do y limitado por las murallas. La ciudad se concibe como una unidad económica integrada por el casco urbano y un terri­torio circundante clasificado, que le servi­rá de sustento económico. En el recinto amurallado funcionan la administración civi 1, mi 1 itar y religiosa y se asienta e 1 comercio y la vivienda. La línea del Ejido, distante de las murallas a tiro de cañón, limita un área inmediata al casco urbano

Plano de la Plaza de San Pheli pe de Montevi deo y su bahía. Año 1771 ¿....

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lA CIUDAD NUEVA

E 1 tiempo de la gesta _i,ndepend~ntista , implica la subrogac1on de la Jdeolo­

yía económica mercantilista española, por la doctrina universa l del liberalismo social

, . y econom1co.

Las luchas libertadoras se apoyan esen­cialmente en la campaña, siendo el recinto amurallado de Montevideo el refugio de la ideología monárquica y colonialista. Las murallas de la vieja ciudad colonial son a los ojos de los patriotas un símbolo del último refugio de los poderes extran­jeros y al mismo tiempo una traba física para la libre expansión de la ciudad. Es así que el 25 de agosto de 1829, un año antes de la Jura de la Constitución y "como un homenaje a los principios de libertad y de progreso, que fueron y han sido las bases de la constitución democrá­tica del pueblo oriental" se decreta "Toda la fortificación de la parte de tierra de la Plaza de Montevideo, se demolerá a la próxima brevedad". Este acto de gobier­no debe ubicarse enmarcado en la ideolo-

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gía poi ítica liberal triunfante, cuyo signi­ficado territorial se apoya en un nuevo concepto de ciudad, expansiva, no limita­da, cuyo crecimiento, independiente de los trazados previsores, sólo se rige por el libre mercado inmobiliario.

Recién en 1877 se aprueba un Decreto anexando a la Plaza 1 ndependencia el sitio que ocupaba la Ciudadela, cuya de mol i­ción se efectuó muy lentamente durante varias décadas. En 1878, un año después, se aprueba un Decreto disponiendo Ir¡ demolición de "El Fuerte", creando un espacio abierto, enjardinado, actual Plaza Zabala. Estos dos Decretos culminan des­de el punto de vista legal - administrativo, lo dispuesto por la Honorable Asamblea del Estado en 1829.

En el mismo año del Decreto que orde­na la demolición de las murallas de Mon­tevideo, se aprueban, por sendas disposi­ciones legislativas: la derogación del regi­men de Mayorazgo, la disolución de los Talleres de Maestranza y la aprobación del regimen de Licitación y Remate Público para la ejecución de las obras del Estado,

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todo ello concordante con la ideología liberal vigente, cuerpo de disposiciones que comieza n a regir aún antes de la aprobación de nuestra primera Constitu­ción de 1830.

El Estado limita su participación en el campo urbano a la acción de contratar de la iniciativa privada mediante la Comisión Topográfica creada en el año 1831 y que tiene por integrantes destacados a José María Reyes, su primer Presidente y CJr­los Zucchi. que actúa en su calidad de Ingeniero Arquitecto entre 1836 y 1842.

José María Reyes, General de Ingenie­ros, formula una propuesta urbanística de ocupación del territorio del antiguo Ejido, que denomina Ciudad Nueva. Su trazado se apoya en una trama vial en damero, que tiene por eje una calle de mayor ancho (treinta varas), que se le denomina en las planimetrías de la época: "calle prin­cipal", "Continuación de la ca lle San Carlos" o "r;alle Real que va al Cordón". Esta calle Mayor, actual avenida 18 de Ju­lio, tiene el único espacio público de la propuesta, que corresponde a la ubica-

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ción de la actual Plaza Cagancha. El Plan de José María Reyes, aunque

no supone ningún aporte de (ndole urba­nístico, es sin embargo claramente repre­sentativo de la ideología urbana imperan­te. El ordenamiento ortogonal del sistema vial urbano, permite el máximo aprove­chamiento inmobiliario, particularmente usufructuable en el territorio urbanizado inmediato a la Ciudad Vieja , que en la medida que dispone de menos solares li­bres, valoriza la propiedad del Campo de Marte, asiento de la Ciudad Nueva.

La ausencia de una solución adecuada del encuentro de los dos dameros de dis­tinta orientación, el existente en la ciudad colonial y el proyectado de la Ciudad Nue­va; la inadecuada solución del entronque de la calle San Carlos (hoy cal le Sarandí) con la calle Principal (hoy Avenida 18 de Julio), mediante una pequeña plaza semi­octogonal, que ocupaba parte de la mi­tad este de la actual Plaza Independen­cia; la ausencia de espacios significativos dedicados a plazas o paseos públicos,

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Carlos Zucchi, nacido en Italia, for­mado en la Escuela Especial de Arqui­tectura de París, es contratado por Riva­davia para prestar sus servicios en la Ar· gentina donde actúa desde 1826 a 1836, año en que se traslada a Montevideo, don­de se radica, actuando como técnico de la Comisión Topográfica. Será Carlos Zucchi quien tiene la virtud de observar con cla· ridad la insuficiente solución que José María Reyes propuso para la conexión de las dos ciudades. Varias son las propuestas de arreglo elaboradas por Zucchi, de las cuales surge la ubicación y dimensionado de la actual Plaza 1 ndependencia y la ubi· cación definitiva del Nuevo Teatro (Tea­tro Solís), con una explanada a su frente, qud lo conecta visualmente con la men· cionada plaza. La estructuración de la Pla· za Independencia, incluye el ordenamiento

edilicio arquitectónico, en base a un paseo porticada, continuo, que la entorna y la define espacialmente. El pórtico se basa en la reiteración rítmica del arco romano. La casa de Elías Gil, proyectada por Zuc­chi, oficia de modelo repetible. Posterior­mente Bernardo Poncini propone, en 1860, un nuevo ordenamiento para la Plaza 1 n· dependencia, sustituyendo la arcada ro­mana de Zucchi por un pórtico adintelado, compuesto de columnas dóricas, y una planta alta con vanos coronados, en forma alternada, con frontones curvos y rectos, entre pilares jónicos. Este ordenamiento, de mayor complejidad, no modifica sus­tancialmente la concepción espacial de la Plaza Independencia, tal como la concibió Carlos Zucchi. En el entorno de la primera década de nuestro siglo, la Plaza Ind epen­dencia alcanza su máximo ordenamiento espacial, inspirado en las ideas neoclásicas, en base a la difusión de las propuestas de Poncini, siendo el Palacio Estévez, hoy Ca­sa de Gobierno, un logrado ejemplo .

Simultáneamente al proceso de ocupa-

Plano de la ciudad de Montevideo.

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Autor: Pedro Pico. Año 1846. La Guerra Grande: doble 1 ínea de trincheras

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ción del territor io del Ejido, de acuerdo al plan de Reyes, se fundan en las cer­canías inmed iatas villas y pueblos de vida independiente, que el posterior crecimien­to de Montevideo transformará en barrios caracterizados, en la medida que se incor­poran a la trama urbana. Ejemplos típicos son: Villa Cosmópolis (1834), Pueblo Vic­toria (1838) y Villa Restauración (1839).

Villa Restauración constituye sin em­bargo, un caso peculiar. Como consecuen­cia de la Guerra Grande ( 1839-1851), si­tiada la ciudad de Montevideo,enmarcada por una doble línea de trincheras, se conforma en el campo sit iador una nueva ciudad, dispersa territorialmente, que en sus partes integrantes cumple con la to­talidad de las funciones urbanas.

Villa Restauración es el centro político­administrativo, cultural, religioso, y resi­dencial. La ciudad dispersa sitiadora tiene su puerto en la bahía del Buceo, donde se construye un muelle de embarque, el edificio de la aduana (Aduana de Oribe), barracas de almacenamiento, el edificio del Tribunal de Comercio, hoy desapare­cido y obras de defensa constitu ídas por trincheras y baterías de costa. Villa Res­tauración y el Puerto del Buceo se unen por el camino del Cardal, luego calle Co­mercio. donde justamente se ubicaba el citado Tribunal de Comercio que ejercía funciones de contralor de la actividad co­mercial vinculada a la importación y ex­portación de mercaderías. Su importancia radica en el hecho de que el campo si­tiador t iene como base productiva la tota lidad del territorio nacional. En el Cerrito, se ubican las instalaciones mil i­tares, Campamento del Cerrito, con el equipamiento edilicio correspondiente. El Campamento del Cerrito constituye el punto de salida del poster ior pueblo del Cerrito de la Victoria. En las chacras del Miguelete se asienta el Poder Legis­lativo y el Poder Judicial. Villa Restau­ración, el Campamento del Cerrito y las chacras del Miguelete, se conectan con una estructura vial, cuyo eje es el camino de los Propios. Esta pecu liqr ciudad ·dispersa funciona durante el transcurso de la Gue­rra Grande, desintegrándose progresiva­mente a partir de la paz celebrada el 8 de octubre de 1851 . Ese mismo año, por sendos decretos Villa Restaurac ió n pasa a denominarse Villa Unión y el tramo del Camino al Maldonado, Camino 8 de Oc­tubre, denominaciones ambas de notorias implicancias pol íticas .

La ciudad dispersa del campo sitiador, responde a circunstancias históricas par­ticulares, constituyendo una respuesta te­rritorial at ípica, que no concuerda con ninguna teoría urbanística vigente en la

época. Su existencia se limita al lapso his­tórico que corresponde a la Guerra Grande, sufriendo un rá pido deterioro en la medi­da que sus funciones urbanas son asimila­das por la ciudad de Montevideo, integra­da entonces por la Ciudad Vieja, ant iguo recinto colonial y la Ciudad Nueva, pla­neada por José María Reyes.

Durante la Guerra Grande, la ciudad sitiada, limitada territorialmente por la pr imera línea de trincheras, no sufre mo­dificaciones urbanas que alteren sustan­cialmente su ordenamiento territorial. Se produce, sin embargo, una importante ac­tivación de sus funciones portuarias . El primitivo muelle de piedra de 1781 , ha sido sust ituído en 1824 por un muelle de madera techado y en 1830 se habi 1 ita un viejo edificio de la Marina, aun existente, ubicado en la actual calle Zabala, en cali­dad de aduana (Aduana de Rivera) .

Entre las calles San Joaquín (Treinta y Tres) y San Felipe (Misiones) contiguo al muelle de madera, existía una pequeña playa de desembarco, que era utiliLada mediante el sistema de sucesivos trasbcr­dos. Los veleros anclaban en la bahía , alejados de la costa, debido a la poca pro­fundidad de las aguas. Las mercancías y las personas trasbordan a barcazas de me­nor Cétlado que se arriman al muelle, o en su defecto, se produce un segundo tras-

Plano de la ciudad de Montevi deo.

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bordo a carros de altas ruedas, que se in­troducen en las aguas, a lo largo de la playa mencionada. Este sistema de suce­sivos trasbordos, heredado de la época colonial, rige plenamente, y en forma particularmente activa durante la Guerra Grande, durante todo el siglo XIX, hasta 1901, fecha en la cual se inician las obras

•

del Puerto de Montevideo. En la segunda mitad de nuestro siglo

se construyen muelles de madera, propie­dad del Estado, en la costa que corres­ponde a la Ciudad Vieja y muelles de madera, de propiedad privada, disemina­dos en el resto de la bah ía.

En la misma medida que el Estado Oriental afirma su ideología liberal, se consol ida el destino histórico de Monte­video puerto, negado en su Acto Funda­cional, por la aplicación de las Leyes de Indias relat ivas a las ciudades mediterrá­neas. La República del siglo X IX se ca­racter izará por la ardua disputa, en los , margenes típ1cos de la filosofía liberal , entre los puertos de Montevideo y Buenos Aires. En ese marco debe ubicarse la tem­prana preocupación del Estado, una vez finalizada la Guerra Grande, de construir un equipamiento portuario adecuado, he­cho que se concretará a comienzos de nues­tro siglo.

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LA CIUDAD NOVISIMA

l a Paz de Octubre, no sólo significa un acuerdo de finalización de las

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pertura de un período de conci 1 iación na­cional y consecuentemente el fortalec i­

miento de los poderes del Estado. Centra­l izado el gobierno en la ciudad de

Mbntevideo, levantada la doble 1 ínea de trincheras, concentradas las funciones ur­banas en el territorio que hasta entonces constituía la ciudad sitiada, se produce, durante las dos décadas siguientes a la finalización de la Guerra Grande, una

rápida y efectiva ocupación del territorio del Ejido, en un proceso simultáneo a la desintegración de la ciudad sitiadora, de la cual sólo sobrevive la ahora denomina­nada Villa Unión.

En la década de los años sesenta se rea­

lizan importantes amanzanamientos y lo-

teamientos en las tierras de extra-Ejido. En 1861 se dicta un Decreto aprobando el trazado de los amanzanamientos de la Aguada y el Cordón, quedando ambos incorporados a la Ciudad Nueva, d ispo­

niendo por lo tanto de los servicios de salubridad y policía otorgados por la Junta Económico-Administrativa de Mon­tevideo. De 1866 a 1869 quedan delinea­

das definitivamente las trazas de la Aguada y del Cordón.

Apoyado en el concepto liberal de rentabilidad, en el marco de la libre competencia y sólo limitado por el juego

de la oferta y la demanda, florece el negocio inmobiliario, aplicado preferen­

cialmente al loteamiento de solares conti­guos a la Ciudad Nueva. Ello resulta en una estimulación al crecimiento extendido

y caótico de Montevideo, a partir del últi­mo tercio del siglo pasado.

La Ciudad colonial, la Ciudad Nueva

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de Reyes e incluso los amanzanamientos de la Aguada y del Cordón son el resulta ­do d e la aplicación de actos unitarios de gobierno. Por el contrario, el crecimiento posterior de Montevideo se apoya en la sumatoria de actos pr ivados de urbaniza­

ción, que no responden a un concepto in-•

tegrador, que da por resultado final un modo de crecimiento urbano espontáneo y desordenado.

Esa expansión caótica por loteos suce­sivos promueve una creciente inquietud en esferas de gobierno que se concretará

en la temprana aprobación del trazado de

un boulevard de circunvalación, como modo de limitar el desordenado creci ­miento extensivo de la ciudad capital. El 31 de agosto de 1878 el Gobernador

Provisorio Coronel Lorenzo Latorre, a­prueba su trazado. El boulevard de circun­valación se denominará Boulevard Ge­

neral Artigas y el territorio comprendido

Plano de la ciudad de Montevideo. Di rección de Obras Públicas. Año 1883. Plan imetría de la ciudad novísima

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entre la Ciudad Nueva y el citado Boule­vard se denominará Ciudad Novísima .

La construcción del Boulevard General Artigas llevará décadas y será objeto de múltiples polémicas y críticas. En un artículo periodístico publ icado a comien­zos de 1911, se enjuicia severamente la utili zación de los dineros comunales en la construcción de ese costoso Boulevard que une puntos tan distantes y desért icos como Tres Cruces (hoy aprox. Bulevar Artigas y 8 de Octubre) y Punta Carretas.

La simple aprobación del trazado de circunvalación, naturalmente, no puso freno al loteamiento efectuado fuera de sus límites, promovido por la iniciativa privada. Un ejemplo claro en ese sentido lo constituye la evolució n y progreso del Pueblo de los Pocitos, que por decreto de

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Fra ncisco Pi ria con su emporio comer· cial e in mob iliario " La Industrial" es el representante típico del urbanizador de tacto, del especulador de tierras urbanas, en base a la aplicación de los primarios principios del urbanismo denominado to­pográfico. Em ilio Reus fundador del Ban­co Nacional y de la importantísima em-

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presa "Compañía Nacional de Crédito y Obras Públicas" es el ejemplo más claro y al mismo tiempo más lúcido de la es­peculación inmobiliaria a escala edilicia y de conjuntos habitacionales: los Barrios Reus Norte y Sur constituyen su obra mayor en est e campo.

En 1864 se crea la Dirección Gral. de Obras Públ icas, que subroga a la Comisión Topográfica creada en 1831, quedando a su cargo los problemas de ordenamiento territorial. El Reglamento de Conventillos de 1871 y la resolución relativa al trazado de pueblos y colonias de 1877, constitu­yen sus aportes más destacados. A ellos deben agregarse diversas disposiciones re­lativas a la ubicación de las industrias consideradas insalubres.

En 1868 comienza a funcionar la pri­mera línea de tranvías a caballo a cargo

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de la empresa "La Unión" . La sola inicia­ción de la colocación de los rieles produce una sensible valorización de la propiedad suburbana, en las áreas que at iende su extenso recorrido: Tres Cruces, Figurita, Blanqueada y Unión. En la medida que se extiende y consolida la trama vial tranvia­ria, a punto de salida de esta primera línea que recorre el eje vertebral urbano del Montevideo de entonces, las calles 18 de Julio y 8 de Octubre, se extiende y consolida la trama urbana de la ciudad capital. Hacia fines de siglo queda practi­camente estructurado el ordenamiento vial tranviario cuya electrificación se pro­cesa en los años 1906 y 1907.

En 1869 comienza a funcionar el pri­mer tramo ferroviario de nuestro país, comunicándose la estación Bella Vista en Montevideo con la localidad de Las Pie­dras. Hacia fines de siglo el sistema ferro­viario, a impulsos de las inversiones britá­nicas, queda estructurado con sus caracte­rísticas actuales, radial y concéntrico a la ciudad capital. El sistema ferroviario cons­tituye un elemento más, no el único, que confirma y acelera el macrocefalismo montevideano.

La red tranviaria y ferroviaria forman parte del equipamiento urbano, integrado además por un complejo sistema de insta­laciones: agua potable, luz eléctrica, co­municaciones telegráficas y telefón icas, suministro de gas, y obras de pavimenta­ción y alcantarillado. Equipamiento urba­no que tiene gran impulso en el último tercio del siglo pasado.

El Prado, cuya base inicial es la dona­ción Buschental, localización de los más espléndidos ejemplos del eclecticismo ar­quitectónico, con sus Casas Quintas; Villa Colón, el sueño concretado del legen­dario Dn. Perfecto Giot, sobre la base del trazado realizado por el Agrimensor Pedro d'Aibenas y el Parque Capurro, constitu­yen los paseos habituales del ·monte­videano de las últimas décadas del siglo pasado. Paulatina y progresivamente co­mienzan a competir con los mismos los balnearios habilitados a lo largo de la cos­ta urbana de Montevideo. El Pueblo de Los Pocitos constituye la primera localiza­ción urbana de calidad balnearia, precur­sor de numerosas localizaciones balnearias posteriores, ubicables en nuestro siglo, que van cubriendo la faja costera del terr itorio montevideano. Producto típico del acoplamiento de sucesivos loteos, que da como resultado una trama urbana caó­tica, el Pueblo de los Pocitos es temprana­mente incorporado, decreto mediante, a la planta urbana de la ciudad de Mon­tevideo.

LA CIUDAD EN NUESTRO SIGLO

Nuestro siglo se abre con la afirmación definitiva del cumplimiento del des­

tino histórico del Montevideo puerto. El mejoramiento sucesivo de las instalaciones portuarias desde el inicio de la República, siempre insuficiente, culmina con la apro­bación del "Proyecto Definitivo de las Obras del Puerto de Montevideo" , me­diante decreto promulgado el 7 de no-

la primera década culminan estas obras, para cuya realización se emplearon más de dos mil obreros, ganándosele a la bahía una superficie de sesenta hectáreas.

En 1904 se introduce en Montevideo el primer automóvil, adquirido por Alejo Rossell y Rius, iniciándose la era de los automotores en nuestro país. La importa­ción de automóviles aumenta año a año y en 1930, Montevideo tiene empadrona­dos 37.000 automotores.

viembre de 1899, bajo la presidencia de La construcción del sistema carretero Juan Lindolfo Cuestas. El 18 de julio de nacional, que adquiere gran impulso a par-1901, enmarcado en un acto solemne y tir de la Ley de Vialidad e Hidrografía de jubiloso, se coloca la piedra fundamental 1928, creando una estructura similar y del Puerto de Montevideo, la operación competitiva a la de los ferrocarriles, radial urbanística más compleja e importante y concéntrica, unido al monopolio de realizada en nuestra ciudad capital. Los tacto que ejerce el Puerto de Montevideo, trabajos se real izan con precisión e inusi· que es en realidad el Puerto de la Repúbli · tada rapidez, ajustándose al citado Pro· ca, constituyen factores que confirman y yecto Definitivo y muy pocos años des- aceleran el macrocefalismo montevideano. pués, entre 1906 y 1907, se habilitaban La incorporación masiva del automóvil las primeras instalaciones. Hacia fines de promueve el deterioro funcional de la

Plano de la ciudad de Montevideo. Dirección de Obras Municipales. Año 1921 . La ciudad extendida v desordenada.

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trama vial montevideana, heredada de la época colonial y del siglo XI X, ideada y realizada a escala del transporte de trac­ción a sangre. Montevideo presenta ya, en la primera década de nuestro siglo, un ordenamiento territorial extendido, dis­perso, de baja densidad, apoyado en una trama vial inadecuada a los modos mecá­nicos del transporte. Tempranamente los Poderes Públicos adquieren conciencia de la necesidad imperiosa de estudiar su problemática urbana.

Las primeras propuestas reguladoras están impregnadas de las ideas urbaníst i­cas de Jorge Haussmann, Prefecto del Sena, bajo Napoleón 111 , autor del Plan de París, realizado a lo largo de la se­gunda mitad del siglo pasado .

Bajo la presidencia de José Batlle y Ordóñez, por ley del 6 de julio de 1911, se llama a un "Concurso Internacional de Proyectos para el Trazado General de Avenidas y Ubicación de Edificios Públi­cos en Montevideo". La propia denomi-

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nación del concurso anuncia la doctrina urbanística imperante en la época, aplica­da contemporaneamente a la regulación de ciudades tan importantes y distantes como Viena y Buenos Aires. Trazado de grandes avenidas que unen importantes espacios y edificios públicos, exaltando e 1

Poder del Estado, tal es la esencia formal que nuestro siglo hereda de las ideas haussmanianas, que se apoyan original­mente en una complejidad conceptual más vasta y profunda . Se presentaron al llamado diecisiete proyectos, siendo los ganadores: primer premio, Augusto Gui· dini, arquitecto italiano; segundo premio, José Brix, arquitecto alemán y tercer premio Eugenio P. Baroffio, arquitecto uruguayo. El proceso posterior del Con-. curso culmina con la designación de una Comisión Técnica, integrada por los arqui­tectos Augusto Guidini y Eugenio P. Baroffio (primer y tercer premio) y el ingeniero José P. Gianell i, encargada de proyectar el primer Plan Regulador para la Ciudad de Montevideo, plan que será definitivamente aprobado mediante de­creto del 12 de setiembre de 1912. El Plan Regulador de 1912 se afilia, al igual que los proyectos premiados en el llama­do "Concurso de las Avenidas", a la ideo­logía urbanística universalmente vigente, inspirada en las ideas del Barón de Haussmann.

El denominado Plan Maillart, propues· to en 1887 y aprobado con variantes por ley del 18 de enero de 1889, constituye el antecedente más valioso, en nuestro medio, tanto desde el punto de vista doctrinario como operativo del "Concur­so de las Avenidas" de 1911, como de su inmediata consecuencia, el Plan Regula­dor de 1912. El arquitecto Norberto Maillart eleva al Poder Ejecut ivo, el 25 de octubre de 1887, una propuesta de traza­do de dos avenidas de veinticinco metros de ancho, confluyentes al terreno del antiguo Cementerio Inglés, actual locali­zación de la Intendencia Municipal, pre­dio donde construirá el Palacio de los Al­tos Poderes del Estado. La propuesta Maillart incluye la pavimentación de las dos avenidas, incluído veredas, la cons· trucción del citado Palacio y la creación y ornamentación de una plaza de 15.000 m2, en el extremo de la llamada Avenida Norte, en cuyo centro se levanta­rá un monumento público. La propuesta se acompaña con tres planos: No. 1) ante­proyecto del Palacio, que concentra las funciones inherentes a los Poderes Legis· lativo, Ejecutivo y Judicial: No . 2) trazado de las dos avenidas proyectadas y No. 3) trazado del área inmediata a las dos avení· das, que comprende un conjunto de maA-

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zanas, cuya expropiación y beneficio se solicita. La ley del 19 de enero de 1889, que aprueba con modificaciones la pro­puesta Maillart, no modifica sustancial­mente la filosofía de apoyo de la misma. Se autoriza la construcción de tres edifi­cios pa·ra los Poderes Legislativo, Ejecuti· vo y Judicial y la apertura de dos avenidas de treinta metros de ancho como mínimo y una plaza pública. Los tres edificios se ubicarán: el del Poder Ejecutivo en los te­rrenos del antiguo Cementerio Inglés, el del Poder Legislativo y el del Poder Judi­cial en los extremos de las Avenidas Norte y Sud Este respectivamente, La afiliación y sustento de la ideología del Barón de Haussmann es notoria, particularmente en la versión del contrato· ley del 89: dos monumentales avenidas uniendo tres edi­ficios públicos, representativos del poder del Estado.

El Plan Maillart, el "Concurso de las Avenidas", el Plan Regulador de Montevi­deo de 1912, apoyados en sendas resolu­ciones gubernamentales, quedan en sim­ples propuestas. La aplicación práctica de las ideas haussmanianas deriva de la apro­bación del Plan Fabini, aprobado en 1928 mediante varias disposiciones legislativas. Sin los pretenciosos alcances del Plan Re­gulador de Montevideo y sin la impronta especulativa que signan las propuestas de Norberto Maillart, la propuesta de Juan P. Fabini significa la intervención directa del Estado en la solución de una proble­mática urbana concreta y limitada. La construcción de la Rambla Portuaria de

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la Rambla costanera hasta el Br. Artigas, el delineamiento definitivo de varias calles da importancia, su construcción, su en­sanche o su rectificación, dentro de los límites de la Ciudad Novísima y funda­mentalmente la construcción de la Aveni­da Agraciada, constituyen la problemática concreta del Plan Fabini . La apertura y regulación de la A ven ida Agraciada, que permite apreciar en todo su esplendor, desde su encuentro visual con la principal avenida, 18 de Julio, al monumental Palacio Legislativo, orgullo arquitectónico de la época y el más importante y repre­sentativo edificio del Estado. Es la apl i-

- , cac1on concreta y lograda de la visión urbana manejada por Jorge Haussmann y al mismo tiempo su última influencia en Montevideo.

En 1930 la ciudad de Montevideo ce­lebra jubilosa, junto al resto de la Repú­blica, el Centenario de la Jura de la Constitución. Simultáneamente se cum­ple poco más de doscientos años de su proceso fundacional. La toma de con­ciencia de un desarrollo urbano extendido y desordenado, de la existencia de un

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ordenamiento territorial caótico, que tra­ba la armonía necesaria de las funciones urbanas, llega ahora a amplias capas de la población montevideana. Es en este en­torno que se constituye una Comisión, que patrocina y financia la elaboración de un Anteproyecto del Plan Regulador de Montevideo, que se conocerá posterior­mente con la denominación de "Plan del Centenario". Dicha Comisión está inte­grada por José Serrato, Baltasar Brum, Alejandro Gallina!, Numa Pesquera y Horacio Mailhos. El equipo de técnicos seleccionados para tal fin está integrado por los arquitectos Mauricio Cravotto, Octavio de los Campos, Hipólito Tournier,

América Ricaldoni, Milton Puente y el ingeniero Santiago Michelini. El arqu itec­to Mauricio Cravotto será el director de l mencionado equipo y vinculará esa inicia­tiva privada, avalada por el Estado, co11 las doctrinas dictadas en su cátedra de Trazado de Ciudades y Arquitectura Pa i­sajista, de la Facultad de Arquitectura, de la cual Mauricio Cravotto es Profesor Titular desde el año 1926. Su permanente inquietud creadora le permite conocer y asimilar las ideas urbanísticas del racio­nalismo europeo, que se formulan a lo largo de la década de los años veinte, pro­ceso que culminará con la creación de los C.I.A.M. (Congresos Internacionales de la

Ocupación del territorio urbano 194 7 - 1 960. La ciudad conurbada

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Arquitectura Moderna), en La Sarraz, en 19213 y que tendrá su definida codifica­ción doctrinaria e instrumental en la denominada Carta de Atenas, documen­to emergente del 4to. Congreso de los C.I.A.M., realizado en 1933.

E 1 Anteproyecto del Plan Regulador de 1930 debe valorarse tanto en el plano estrictamente técnico-urbanístico, como en el plano de la denuncia y consecuente concientización de la existencia de una problemática urbana no resuelta. Vale por sus principios sustentadores y por el inne­gable valor arquitectónico de la propuesta, más allá de la ineficacia operativa, que resu lta del propio concepto regulador,

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implícito en los ambiciosos urbanísticos de los C.I.A.M.

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El Anteproyecto del Plan Regulador del Centenario promueve amplias d iscu­siones a nivel técnico y en definitiva, reac­tualiza el interés por la problematica urbana. Su incidencia en el campo de la docencia se concreta en 1936, con la crea­ción del 1 nstituto de Urbanismo, en la Fa­cultad de Arquitectura, que dirig irá el propio arquitecto Mauricio Cravotto. En el plano poi ítico-administrativo su influen­cia se refleja en la creación de la Oficina

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El concepto de Plan Regulador será subrogado, entre los años 1955 y 1959, por el concepto de Plan Director. Nace entonces el Plan Director de la Ciudad de Montevideo, que importa algo más que una simple modificación terminológica. En la década de los años 50, a escala uni­versal, se cuestionan los principios básicos y las propuestas reguladoras del raciona­lismo internacional, en el seno de los propios C.I.A.M.. La idea totalizadora de regular toda la problemática urbana de una ciudad, mediante la aplicación de una serie de mecanismos técnicos de largo al­cance, es sustituída por el concepto direc­tor, que supone aplicar el instrumental técnico-urbanístico, a los problemas más urgentes y detectables de la ciudad, con metas modificables a corto plazo, sin pre­tender abarcar toda la problemática urba­na ni un iversa lizar la misma. Se reconoce

' la identidad caracterizante de cada núcleo urbano, que no permite planteas globales generalizadores y consecuentemente se reconoce un cierto grado de desarrollo es­pontáneo de la ciudad, factible de ser dirigido, direccionado. E 1 primer Plan Di rector para la Ciudad de Montevideo, se formula en el período citado, siendo Director General del Departa mento de Planeamiento el arquitecto Julio César Abella Trías.

En las primeras tres décadas de nuestro siglo, se conforma el ordenamiento de parques y jardines actualmente existente. A los ya mencionados cuando analizamos la Ciudad Novísima: Prado, Parque Ca­purro, Villa Colón, paseos habituales del montevideano del último cuarto de siglo, debemos agregar vastas áreas de la ciudad que se dedican a esos fines.

Como consecuencia de la quiebra del Banco Nacional, que creara y regenteara don Emilio Reus, y luego de un largo proceso de liq uidación, la Junta Econó­mico Administrativa de Montev ideo, re­cibe en 1896 los terrenos ub icados sobre la playa Ram írez, propiedad de l Banco Nacional, destinados a la creación de un Parque Urbano (hoy Parque Rodó), en pago de la deuda que el referido Banco tenía con la Junta. En 1911, por decreto del 18 de diciembre, se autoriza la expro­piación de amplias áreas colindantes a los efectos de la ampliación del citado Parque Urbano.

En 1907 se crea el Parque Central (hoy Parque Batlle y Ordóñez) en base a la donación testa mentaria de don Antonio Pereyra. Posteriormente, vía legislativa, se aprueba la expropiación necesaria para su ensanche y configuración definitiva. En ese mismo año de 1907, se proyecta

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el Jardín Botánico, colindante a el Prado. Hacia fines de la década de los años 20

se aprueban los delineamientos definitivos del Parque Rivera y del Parque Fernando García.

Particular significación, por su destino funcional, tiene el decreto del 31 de mayo de 1912, que autoriza el estable­cimiento del entonces lejano Balneario Carrasco, en el límite este del Departa­mento de Montevideo. Su creación tiene un doble significado: anuncia temprana­mente el punto de atracción de la conur­bación este de la ciudad de Montevideo y la creciente predilección del montevidea­no por la franja de playas en la costa, que desplaza paulatina y progresivamente a los tradicionales paseos interiores. Ello exigirá una implantación habitacional acor­de, de la cual el Pueblo de los Pocitos, será su temprano y premonitor anuncio.

El crecimiento extensivo de la ciudad . . , . . . , de Montev1deo contmua sm mterrupc1on a lo largo de nuestro siglo. Las tendencias conurbadoras se acentúan en las últimas décadas, particularmente en dos direccio­nes: la conurbación norte, entroncando a las localidades de La Paz, Las Piedras y Progreso, que con el crecimiento inexora­ble de la ciudad capital, constituirán en un futuro próximo áreas caracterizables de la misma y la conurbación este, que llega, a lo largo de las localidades balnea­rias costeras, hasta Parque del Plata. Las localidades ubicadas, tanto en la conurba­ción norte como en la conurbación este, tienden a constituirse en poblaciones dormitorios, en tanto su población activa tiene mayoritariamente su actividad pro­ductiva asentada en la ciudad de Monte­video. El último Censo de Población y Vivienda confirma esta tendencia. La coordinación del transporte interdeparta­mental, la extensión de regulares servicios urbanos de Montevideo en dirección a las conurbaciones citadas, constituyen, sin duda, el reconocimiento comunal de la existencia de la problemática enunciada.

El Montevideo actual, con caracteres urbanos claramente definidos, es el resul­tado de la permanencia de determinantes generadas desde su fundación colonial _y del desarrollo de problemas urbanos ori­ginados en la República liberal del siglo X 1 X, acelerados por la eclosión metro­politana de los últimos decenios. La re­sultante actual de ese complejo proceso, es una ciudad capital con una definida y fuerte personalidad. o

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QUIMERA DEL ORO: PUNTA DEL ESTE

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Este verano. como tantos otros ya pasados,

han corrido ríos de información -léase propaganda-. sobre las actividades ciertas o inc-iertas en este Balneario que acapara la atención de nuestro pa(s por ser un centro de una actividad comercial de rea 1 importancia más que por méritos propios -que indudablement e los tiene­Y a pesar de lo mucho que

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se va haciendo para que los pierda . Al hombre siempre le ha resultado muy difícil superar lo que la naturaleza ha dado a nuestro maltratado planeta . Esta empresa ha estado en manos de hombres si m pies o de hombres genia les.

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y una frescura envidiables. Los genios, han dado las pautas, siendo los abanderados de cada época y nos han legado al igual que los primeros, una enseñanza maravi l losa. Tanto unos como otros han afirmado estas cualidades poco comunes como son la sensibilidad y el genio del hombre.

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económicas y de factores geográficos ambos de acuerdo para aprovecharse de nuestra complaciente naturaleza. El "boom~·, una explosión. Esto hace pensar en peligro, en caos, Y eso es precisamente el resultado . Una palabra inconscientemente bien empleada. Esto no es una visión optimista del problema. Todos los medios de información

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se encargan de inyectarnos un optimismo con dosis de tontería y frivolidad. Por lo visto la propaganda es un mal innecesario que el mundo desarrollado nos impone cada vez con más insistencia

' . y con mas astuc1a. Lo dicho y lu que sigue va dirigido a todos nosotros, los arquitectos. Debemos· tomar conciencia de cual es nuestro cometido; cargamos con la responsabilidad de mejorar las condiciones de vida físicas pero sobre todo psíquicas del hombre. Desarrollar su sen si bi 1 idad y dejar un testimonio a las nuevas generaciones de lo máximo que hemos sido capaces de dar en técnica y diseño. La arquitectura es un arte por encargo en que los factores económicos tienen un papel preponderante y

ejercen sobre nosotros presiones de las cuales sólo podemos librarnos con valor, con desprendimiento y con gran espíritu de cuerpo.

El diseño, la técnica y el pensamiento marcan las épocas y es lo que de ellas nos queda.

¿Cómo es posible que los arquitectos que conocemos las obras que han marcado cada época, que las hemos estudiado con interés

. -y con canno, no nos pongamos en la misma actitud creadora frente a los trabajos que se nos presentan?

¿Cómo puede ser que en la época que el hombre vive deseoso como un niño de los últimos adelantos con un diseño evolucionado de alta técniC9 y refinamiento estético, no conciba que ese diseño llegue a su vivienda? Es culpa de él o culpa nuestra?

¿Es posible que una vivienda privada sea la copia de un "cottage" de la campiña inglesa o el pasticho sin pie ni cabeza, revival de la arquitectura de la gente simple del Mediterráneo o la mezcla sin orden ni concierto de formas sin sentido? No educamos, mal educamos, consentimos a una cl ientela que busca lo nuevo y no somos capaces de dárselo o se refugia en lo viejo porque no le ofrecemos posibi lidades mejores.

La arquitectura reflejo de nuestra época surge en la década del 20 como respuesta,

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mejor dicho como rebelión, frente a valores establecidos carentes de sentido y cada vez más absurdos al compararlos con el avance de la técnica y de la ciencia. Los mismos principios que impulsaron el movimiento moderno tienen vigencia hoy día. La arquitectura de esa época es también válida y los buenos ejemplos siguen siendo de una actualidad sorprendente. Ellos fueron el producto de una reacción violenta que los hizo tal. vez demasiado fríos o deshumanizados pero ello no es argumento suficiente

. para que ca1gamos en un fácil pintoresquismo.

La arquitectura es entre otras cosas un arte utilitario como lo son todos los objetos de uso corriente que nos rodean; en ninguno de ellos se nos ocurre que pueda existir lo inútil, lo arbitrario o sin sentido. Bastante tuvimos de esto en el siglo pasado. La reacción fue violenta y sana. Nuestro oficio es más rico, trabaja en otra dimensión creando espacios que inciden poderosamente en la vida del hombre.

W. Churchill decía que el hombre hace edificios y los edificios hacen a los hombres.

Nuestra tarea es dificil: debemos subsistir, nos debemos a nuestros el ientes y debemos crear dando lo mejor de nosotros conscientes de nuestra misión. En este juego de presiones y tensiones no debemos ni podemos hacernos trampa.

Se podrá objetar que esta es una visión muy idealizada que tiene poco que ver con la realidad cotidiana del ejercicio de nuestra profesión; los creadores que admiramos tuvieron una postura similar a la que podemos considerar como fuera de la realidad. Todas estas reflexiones son el fruto de una recorrida reciente por Punta del Este. No es mi intención atacar o defender sino llamar a reflexión. Si pensamos que la Solana del Mar tiene más de 30 años de construída, debemos reconocer que hemos adelantado poco y en esta materia no adelantar es retroceder.

Nos debemos a nuestra época, y debemos además preservar la naturaleza a cualquier precio, lección ésta que parece, no se aprende nunca. o

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ARQ. MARTIN BOADA

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tida, quien ejerciera la Presidencia de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay en el último período (1975-77) .

Dejó de existir en la plenitud de una vida fecunda, cuando mucho camino tenía que recorrer. Todos cuantos le conocimos y tratamos quedamos atónitos ante la noticia : nos parecía imposible que el Supremo Silencio hubiera echado su manto sobre él, cuando hacía tan poco habíamos gozado de su compañía . Frente a lo inmutable, nos invade un sentimiento de rebeldía por la injusticia que supone el tronchar una vida pródiga, pletórica, y con ansias aún de hacer.

Ascendió a la Presidencia de la So· ciedad, ungido por una lista que no fue la que propugnamos. No obstante he­mos de reconocer -"noblesse oblige"­que ejerció el cargo con singular acierto. Le tocó empuñar el timón en especia 1 épo­ca de borrasca, su condición de político nato le hizo sortear los escollos con habi-

lidad y mesura , y pudo llevar la nave a mar calmo.

Animado de un espíritu conciliador en la coyuntura, puso especial énfa­sis en promover y acentuar los motivos de coincidencia, soslayando en cambio las eventuales discrepancias. Entendió debía ser su misión la unificación del gremio -en lo cual le secundamos poseídos de igual convicción-, y puso todo su afán en conseguirla.

El reencuentro de todos en pos del bien común, pudo haber sido su le­ma y con altura, con pasión y con espe­cial tesón, supo ceder cuando fue el caso, atemperar los án irnos en otros, encabezar y propulsar soluciones, las más.

Vocacionalmente constructor, fue el principal artífice que cimentó las bases de una singular estatua: la de la Concordia y de la Comprensión, hacién­dose por ello acreedor del respeto y reco­nocimiento de todos nosotros.

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E n el país hermano se promovió un concurso por invitación para la crea­

ción del COUNTRY CLUB "NEWMAN", en la zona de El Tigre y tenemos la satis­facción y el orgullo de comunicar a los socios, que el anteproyecto ganador fue ideado por un equipo uruguayo, actuando en colaboración con el prestigioso colega argentino Mario Roberto Alvarez.

Fueron invitados al evento las fir­

Aqto. Mario R. Alvarez

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mas: SEPRA (Sánchez Elías, Peralta Ra­mos y Agostini); Aslan y Ezcurra; Ko­courek y Mario Roberto Alvarez. A su vez este último invitó a Raúl Sichero Bou­ret a trabajar juntos ya que en este mo­mento realizan obras en colaboración en Punta del Este.

Sichero entonces reunió en torno

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suyo, un selecto núcleo de profesio­nales, conformando un "teamwork" para diseñar con real competencia un pro­yecto que pudiera alentar esperanzas de triunfo.

Llamó entonces a su ex-co laborador, el Arq. Atilio Farinasso, a los estu­diantes Fernando Fabiano y Atilio Far i· nasso (h) y como asesores al Arq. Antonio Cravotto (para la parte paisajística), al Sr.

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Diego Suárez parad iseñar las instalaciones eléctricas y al Sr. Roberto Firpo, para las de saneamiento.

A la sazón le cupo el mérito de haber logrado la solución más acorde con las condicionantes del Programa, al equipo uruguayo que actuó - como hemos dicho- conjuntamente con el Arq . Alvarez. En el acta que transcribimos, el Jurado fundamenta así su decisión :

CONCURSO DE ANTEPROYECTO PARA LA URBANIZA.CION

DEL COUNTRY CLUB "NEWMAN"

ANTEPROYECTO "O" PREMIADO

P tanteo urbanístico . El mejor a jui­cio del jurado dentro de las premi­

sas planteadas para valorizar los trabajos (especialmente la zonificación del loteo).

Buena adaptación a las caracter í s­ticas intrínsecas del predio. Correcta aisla­ción respecto a las zonas más comprome­tidas del límite N.O., a través de la ubicación de zonas deportivas.

Mayor cantidad de lotes valorizados por su ubicación respecto a vistas prefe­rencia les, a la arboleda existente, a las cotas existentes de nivel, etc., en las zonas más altas del predio.

Inteligente aprovechamiento de la zona más desfavorable del predio, integra­da a la cancha de golf.

Buena zonificación para las distintas actividades: vivienda, deportivas masivas, deportivas privadas, sociales.

Correcta resolución del planteo cir­culatorio, pero revisable en su vinculación con el club-house y en el cruce de la can­cha de golf.

Buena ubicación de la reserva para el dormy-house en cuanto al posible loteo previsto en las bases del concurso, mejo­rable si la decisión de construirlo es definitiva. Simplicidad de la posible am­pliación del !oteo y cancha de golf. Correcto dimensionamiento de ésta.

Club-House

Correcta su ubicación y las vistas directas a la cancha de golf desde los loca les socia les.

Correcta vinculación del club house a las posibles actividades deportivas.

Demasiado generosas las superficies cubiertas y de terrazas obten idas.

Mejorable ubicación de lloca !"tercer tiempo".

Se considera verificables los accesos y las circulaciones, una vez que se revise su relación con la circulación vehicular.

El Juradu -de tres Miembros- estuvo compuesto por los Arqs. Ramos Mej ía, Oíaz y Devoto.

El Programa en cuestión, un tanto desconocido en nuestro medio -solamente ha hecho su aparición en Punta del Este a influjo de promotores argentinos- ha sido impulsado por el deseo de habitantes de conglomerados urbanos populosos, de

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"joies esentielles" -al decir de Le Corbu­sier- y volver a una existencia más sana,

más natural. De ahí el ubicar estos centros habitacionales en paisajes bucóli­cos, por un lado y crear centros de interés

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deportivo-social, -como puede ser el dotar la planificación con canchas de tennis, piscinas, campos de golf, sede social para reunión de los componentes de la peque­ña comunicad, etc.·, por otro.

De este modo los socios del Club pueden practicar deportes al " pie de la casa" -co mo lo quería Le Corbusier, aunque propugnando distinta solución

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En el ejemplo que nos ocupa, las casas rodean el campo de golf, que no constituye un deporte ruidoso ni con­centra masiva cantidad de espectadores y en cambio brinda un verde inestimable que proporciona un ambiente idea l para . ·'. ..

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