Bonilla - Vulnerabilidad vs Autonomía

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    Passagens. Revista Internacional de Histria Poltica e Cultura Jurdica,Rio de Janeiro: vol. 2 no.4, maio-agosto 2010, p. 4-38.

    VULNERABILDADE VS. AUTONOMIA

    CONFLITOS DE MIGRAES CONTEMPORNEAS

    VULNERABILIDAD VS. AUTONOMA

    CONFLICTOS DE LAS MIGRACIONES CONTEMPORNEAS

    VULNERABILITY VS.AUTONOMY

    CONTEMPORARY MIGRATION CONFLICTS

    VULNRABILIT VS. AUTONOMIE.

    CONFLITS DANS LES MIGRATIONS CONTEMPORAINES

    Alcira B. Bonilla

    RESUMO

    O tratamento da questo do conflito nas relaes humanas se constitui em tema

    importante da Filosofia Prtica. A respeito da conflitividade em geral, o filsofo

    argentino Ricardo Maliandi desenvolveu a ideia de carter estruturalmente conflitivo

    das interrelaes humanas e de sua expresso sob a forma de problemas morais.

    Percorrendo estes avanos, o tema central do artigo apresenta uma aproximao com

    o conflito entre vulnerabilidade e autonomia. Para contribuir para a visualizao desde

    conflito, recorre-se a diversos aportes dos estudos migratrios contemporneos, j que

    estes, lidos a partir de uma perspectiva filosfica, colocam novas interrogaes

    tericas; em particular, se exemplifica a partir da referncia especfica ateno dada

    sade mental dos migrantes contemporneos.

    Palavras-chave: Conflito, autonomia, vulnerabilidade, migraes contemporneas,

    sade mental.

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    RESUMEN

    El tratamiento de la cuestin del conflicto en las relaciones humanas constituye un

    tema mayor de la Filosofa Prctica. Respecto de la conflictividad en general, el filsofo

    argentino Ricardo Maliandi desarroll la idea del carcter estructuralmente conflictivo

    de las interrelaciones humanas y de su expresin bajo la forma de problemas morales.Recogiendo estos avances, el tema central del artculo presenta una aproximacin al

    conflicto entre vulnerabilidad y autonoma. Para contribuir a la visibilizacin de este

    conflicto, se recurre a diversos aportes de los estudios migratorios contemporneos,

    porque stos, ledos desde una perspectiva filosfica, plantean interrogantes tericos

    nuevos; en particular, se ejemplifica con una referencia especfica a la atencin de la

    salud mental de los migrantes contemporneos.

    Palabras-clave: Conflicto, autonoma, vulnerabilidad, migraciones contemporneas,salud mental.

    ABSTRACT

    The treatment of the issue of conflicts in human relationships is an important subject of

    Practical Philosophy. While addressing conflictivity in general, Argentine philosopher

    Ricardo Maliandi developed the idea of a structurally conflictive character of human

    interrelations, which expresses itself in the form of moral problems. Considering these

    advances, this paper focuses on an approach of the conflict between vulnerability and

    autonomy. To help visualize such conflict, it resorts to the many contributions of the

    contemporary migratory studies, since, when read from a philosophical perspective,

    they raise new theoretical questions. More particularly, its examples are based on the

    specific reference to the attention given to the mental health of contemporary migrants.

    Key words: Conflict, autonomy, vulnerability, contemporary migrations, mental health.

    RSUM

    Lanalyse de la question du conflit au sein des relations humaines constitue un thme

    important pour la Philosophie pratique. Au sujet des rapports conflictuels en gnral, le

    philosophe argentin Ricardo Maliandi a dvelopp lide selon laquelle il existerait un

    caractre conflictuel au sein des rapports humains et de leur expression sous la forme

    de problmes moraux. En tenant compte de ces progrs, le thme central de larticle

    prsente une approche du conflit entre la vulnrabilit et lautonomie . En vue de

    contribuer la visualisation de ce conflit, lon fait appel aux multiples apports offerts par

    les tudes consacres aux migrations contemporaines, tant donn que celles-ci,

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    considres partir dune perspective philosophique, proposent de nouvelles

    interrogations thoriques. Elles offrent en particulier des exemples partir de lattention

    spcifique porte la sant mentale des migrants contemporains.

    Mots-cls : Conflit, autonomie, vulnrabilit, migrations contemporaines, sant mentale.

    El tratamiento de la cuestin del conflicto o de la conflictividad en las relaciones

    humanas constituye un tema mayor de la Filosofa Prctica que se vuelve visible sobre

    todo a partir de su desarrollo prestigioso en la famosa Dialctica del amo y del

    esclavo de la Fenomenologa del Espritude Georg W. F. Hegel. En el medio filosfico

    argentino, el filsofo Ricardo Maliandi en su tica de la convergencia ha defendido

    como idea central el carcter estructuralmente conflictivo de las interrelaciones

    humanas, as como la presuncin de que tales conflictos se expresan bajo la forma de

    problemas morales1. Aos atrs, Maliandi formul una acertada definicin general de

    conflicto que parte de la categora de relacin: [] una relacin de incompatibilidad o

    de mutua exclusin (o por lo menos de tendencia a la mutua exclusin) entre dos o

    ms elementos de un conjunto2. Puede considerarse que en esta definicin se

    encuentra la clave del despliegue posterior de la tica de la convergencia, siendo

    adems igualmente fructfera para trabajar desde perspectivas no coincidentes del todocon ella.

    Si bien se toman en cuenta tales antecedentes el tema central de este artculo

    no se refiere a la conflictividad en general sino que presenta una aproximacin

    contempornea a un conflicto especfico del campo de la Filosofa Prctica: el conflicto

    entre vulnerabilidad y autonoma. La extensa bibliografa sobre cada uno de los

    trminos involucrados es ampliamente conocida, pero la tensin entre ambos, aunque

    existente, ha sido prcticamente soslayada. Para contribuir a la visibilizacin de este

    conflicto, esta contribucin intenta enriquecer el debate no slo con el recurso habitual

    a la revisin de textos filosficos, sino tambin con diversos aportes de los estudios

    migratorios contemporneos que ledos desde una perspectiva filosfica muestran una

    fecundidad particular y plantean interrogantes tericos que a veces no ponen de

    1 Maliandi, Ricardo (2006). tica: dilemas y convergencias. Cuestiones ticas de la identidad, la

    globalizacin y la tecnologa. Buenos Aires: Biblos. p. 11. La autora de este escrito comparte estasasunciones bsicas, si bien no adhiere en su totalidad a la propuesta de Maliandi. Pero no es ste ellugar para tal discusin.2______. (1984). Cultura y conflicto. Investigaciones ticas y antropolgicas, Buenos Aires, Biblos. p. 9.

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    manifiesto los escritos de filsofos profesionales3. As, con el objeto de mostrar

    aspectos importantes del conflicto mencionado que no siempre resultan claramente

    visibles en los tratamientos tericos de la cuestin, se ejemplific la conflictividad

    anunciada con una referencia especfica a la atencin de la salud mental de los

    migrantes contemporneos.

    Para mayor claridad expositiva, el trabajo se estructura en tres secciones: la

    discusin filosfico-prctica del conflicto vulnerabilidad - autonoma; el caso de la

    atencin de salud mental de los migrantes contemporneos; y, en carcter de

    conclusin, las aportaciones tericas que la consideracin del caso proporciona a la

    tica y la Biotica actuales.

    El conflicto prctico vulnerabilidad vs.autonoma

    Si bien el concepto y el trmino autonoma provienen del mbito poltico, el

    conflicto, o al menos tensin, entre vulnerabilidad y autonoma en el mbito moral,

    obviamente con consecuencias en el social y el poltico, puede rastrearse a lo largo de

    toda la historia de la tica occidental, para hablar slo de un campo ampliamente

    conocido en el medio acadmico latinoamericano. Sin embargo, la consideracin de

    este conflicto se encuentra ms bien soslayada o latente en las diversas teorasantiguas y modernas sobre la agencia o el agente de la accin moral, en definitiva, el

    sujeto de tal conflictividad. Sin necesidad de hacer un recorrido exhaustivo, algunos

    ejemplos bastan para corroborar esta apreciacin.

    Podra comenzarse con una referencia a las figuras aristotlicas bien conocidas

    del hombre prudente (phrnimos) y del sabio (sofs). Sin intentar zanjar la cuestin

    planteada por los textos del Estagirita sobre la coexistencia y jerarqua interna entre

    ambos modelos, representativos de la vida activadel ciudadano (poltes)y de la vidacontemplativa del sabio respectivamente, analizando ambas figuras de la agencia

    moral se percibe que las dos slo pueden ser modlicas para un universo reducido de

    3 En este y otros trabajos de la autora se defiende la necesidad de enfoques interdisciplinarios y de lafuncin y el lugar de la filosofa en ellos para el tratamiento de cuestiones complejas como son lasvinculadas con el fenmeno migratorio. Cf. Bonilla, A. (2006). Discusin de algunas categorasfilosficas para el enfoque intercultural de las cuestiones migratorias en Amrica Latina. En Alemin, C.(Ed.) (2006). Las ideas del Siglo XXI XII Jornadas de Pensamiento Filosfico (Actas), Buenos Aires:FEPAI, p. 225-237; ______. (2007). Esbozos para un campo interdisciplinario. Filosofa intercultural y

    estudios migratorios. En Lrtora Mendoza, C. (Ed.) (2007). Evolucin de las ideas filosficas 1980-2005 XIII Jornadas de Pensamiento Filosfico (Actas), Buenos Aires: FEPAI, p. 189-198; ______. (2007).tica, mundo de la vida y migracin. En Salas Astrain, R. (Ed.) (2007). Sociedad y Mundo de la Vida ala luz del pensamiento Fenomenolgico-Hermenutica actual, EUCSH, Santiago de Chile, p. 27-58.

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    seres humanos, en tanto estn elaboradas sobre la base de exclusiones diversas e

    importantes y estn dotadas de un alto grado de suficiencia moral. El modelo del

    phrnimosse convierteen patrn de medida para la toma de decisiones virtuosas. Esto

    queda claro en la conocida definicin de la virtud (aret) en la que Aristteles se pone a

    cubierto de la objecin que brota de la ms inmediata percepcin del proceso racionalde toma de decisiones. Si bien los actos virtuosos son individuales y hay una sola

    manera del ser bueno, la opcin por el trmino medio no es siempre perceptible con

    claridad, y, si el hbito medio (he mse hxis) es digno de alabanza, ste no siempre

    resulta un criterio adecuado para la eleccin del bien y aun del propio trmino medio

    (mson)4. Por esta razn aparece la figura del phrnimosen la definicin mencionada:

    [] hbito selectivo que consiste en un trmino medio relativo a nosotros, determinado

    por la razn y por aquello por la cual decidira el hombre prudente

    5

    . No slo elphrnimos elige bien los medios, porque est guiado por un razonamiento correcto en

    cuyo caso poco se distinguira del hombre hbil, sino que elige bien, porque su vida

    virtuosa ha generado en l un hbito de mirada particular (el ojo del bien, para

    emplear la metfora platnica)6. Atendiendo al contexto sociopoltico en el que escriba

    Aristteles, que exclua de esta vida virtuosa con promesa de vida ptima (eudaimona)

    a las mujeres, los ancianos, los nios, los asalariados, los esclavos y los extranjeros,

    puede preguntarse de modo legtimo quin o quines constituyen sus referentes,

    cuando establece el modelo del phrnimos y quines integran, en definitiva, la

    comunidad moral de los agentes de la vida virtuosa. Siguiendo en este punto la

    investigacin de R. Bods, hay indicios de que los destinatarios de este discurso son

    los encargados de legislar (nomothtai), de modo tal que el phrnimos es la

    encarnacin del buen legislador y, por extensin, del buen juez7 Si bien lecturas

    posteriores buscaron universalizar al referente del texto aristotlico, queda claro que el

    modelo del phrnimos ha de ser imitado por aquellos varones adultos y libres que

    resultan ser los nicos seres humanos capaces de agencia plena y, por consiguiente,

    4Aristteles (1985). tica a Nicmaco. Edicin bilinge y traduccin de M. Araujo y J. Maras. Madrid:Centro de Estudios Constitucionales. p. 31 [1109b].5 Ibidem, p. 26 [1169b-1107a]. Se modific levemente la traduccin porque la edicin citada da lugar aconfusiones y no resulta fiel al texto griego.6Bods, R. (1982). Le philosophe et la cit. Recherches sur les rapports entre morale et politique dan lapense dAristote. Paris: Les Belles Lettres. p. 71-73.7 Con el trmino nomothtica Aristteles designa la facultad de instaurar las normas racionales que

    presiden efectivamente el devenir humano; una facultad que no slo caracteriza al legislador investido deuna misin en la Ciudad, sino tambin, por analoga, a todos aquellos que, nutridos de la misma ciencia,son capaces de formular para otros los preceptos que tienen fuerza de ley. Cf. Bods, R. (1982). Op.Cit, p. 113-114.

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    los verdaderos partcipes de la comunidad moral. Las ticas helensticas, tanto las

    estoicas como las epicreas, con las diferencias y variantes conocidas, heredaron tal

    modelo de suficiencia moral, si bien las lneas de exclusin de la comunidad moral ya

    no son las mismas, puesto que tanto las mujeres, como los asalariados, los extranjeros

    y los esclavos fueron considerados capaces de agencia moral plena por el estoicismo,nmina a la que el epicuresmo aadi los nios y los ancianos.

    A diferencia del anterior, el modelo del sofs pone de manifiesto de manera ms

    explcita la tensin entre autonoma y vulnerabilidad. En efecto, por un lado el sofs

    queda situado en lo ms alto de la jerarqua humana, en tanto es el nico que puede

    llegar a una eudaimona semejante a la del dios (thes) en el ejercicio de la misma

    actividad que ste: la actividad contemplativa, virtud del entendimiento (vos) que no

    tiene otro fin fuera de s misma8. Es este ejercicio virtuoso el que otorga a los sereshumanos que a l se consagran no slo la eudaimona perfecta y un placer (hedon)

    similar al de la divinidad, sino que los convierte en seres autrquicos, que no requieren

    de los dems hombres para ser virtuosos. Y, sin embargo El ser humano no es un

    dios inmortal (athnatos), sino mortal (brots); por la contemplacin slo puede

    inmortalizarse en momentos privilegiados, nunca de manera continua y permanente.

    Parecera as que esta vida, la ms digna de ser elegida, se revela como la

    intrnsecamente ms vulnerable. Si bien Aristteles no confunde el estado subjetivo deplenitud o felicidad y la posesin de bienes materiales con la vida perfecta

    (eudaimona), tiene en claro que el amor de los dioses no libera al sofs de las

    inclemencias del destino: prdida de bienes, de amigos, de salud, etc., que pueden

    alejarlo de la contemplacin y dificultar as su eudaimona9.

    A partir de este ejemplo se afirma que estas lecturas resultan incompletas si no

    se aade un factor de comprensin que los estudiosos del pensamiento trgico griego

    han puesto en evidencia: el papel del destino y, en consecuencia, la existencia de algoas como una suerte moral (moral luck). Si las consideraciones anteriores hicieron

    referencia al polo de la autonoma o suficiencia moral, las tragedias y la enseanza que

    de ellas recibieron los filsosos remiten as al polo de la vulnerabilidad que ha sido ms

    silenciado por la filosofa. La literatura al respecto es demasiado amplia como para

    mencionarla en este trabajo. Quiz uno de los desarrollos contemporneos ms

    esclarecedores sobre este tpico se presenta en la discusin norteamericana de la

    8 Aristteles (1985). Op. Cit, p. 165-166 [1177a].9Ibidem, p. 169-170 [1178b-1179a].

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    dcada de 1970 sobre las condiciones internas y externas de la eudaimonay la moral

    luck. Este debate se inspira en el texto aristotlico e inicia una relectura de trgicos y

    filsofos antiguos cuya culminacin se encuentra en el muy conocido La fragilidad del

    bien10.

    Con referencia a la Modernidad puede sealarse que la mayor parte de las

    teoras sobre la personalidad moral presentan aproximaciones y referencias a la

    autonoma moral, si bien no en todas hay un tratamiento explcito de la misma. La

    transformacin ms importante de la idea de autonoma es llevada a cabo por Kant,

    que la define en 1785 como [] la propiedad de la voluntad de ser ella misma su ley,

    independientemente de cmo estn constituidos los objetos del querer11. En tanto la

    autonoma es concebida como la capacidad creadora racional de normas y valores que

    tienen a todo ser humano y a todo ser racional por fin (y no como medio) se constituyeen el fundamento de la dignidad de los seres humanos, considerados personas, tal

    como lo indica tambin Kant: La autonoma es, pues, el fundamento de la dignidad de

    cada naturaleza humana o racional12. De este modo se abre el camino para una

    distincin entre autonoma y autocracia (mera capacidad de dominar las inclinaciones)

    y una asimilacin gradual de la autonoma a la autosuficiencia no solamente moral, en

    tanto se la concibe como autonoma de la razn pura prctica, origen de las leyes que

    dependen de la causalidad de la libertad en sentido amplio13

    . Con este planteopareceran no ser compatibles, en principio, representaciones de la vulnerabilidad ni un

    establecimiento de tensiones o de relaciones entre formas de autonoma y formas de

    vulnerabilidad, sobre las cuales, sin embargo, ha trabajado estupendamente P. Ricoeur

    a partir de escritos kantianos14. Las derivas del tratamiento kantiano de la autonoma,

    empero, son mltiples y complejas y no todas resultan fieles a la presentacin bsica

    del autor. Seala H. Allison al respecto: Por ejemplo, la autonoma personal es a

    menudo considerada como un derecho, un ideal moral o una capacidad psicolgica que

    poseen los individuos adultos reflexivos15. As, diversas posiciones liberales

    contemporneas que provienen de Kant sostienen que la dignidad humana consiste en

    10Nussbaum, M. (1995). La fragilidad del bien. Fortuna y tica en la tragedia y la filosofa griega. Madrid:Visor. Cap. 11 y 12.11Kant, I. (1951). Crtica de la razn prctica, Crtica del juicio, Fundamentacin de la metafsica de lascostumbres, Buenos Aires: El Ateneo. p. 520.12 Ibidem, p. 515.13

    Ibidem, p. 50.

    14Ricoeur, P. (2001). Le Juste 2, Paris : Esprit.15Allison, H. (2001). Autonoma. Autonoma y libertad. En: Canto-Sperber, M., Diccionario de tica y deFilosofa Moral, Mxico DC: FCE. p. 121.

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    la autonoma, pero entendindola ahora como [] la habilidad de cada persona en

    determinar para s misma una idea de la buena vida16, ignorando las relaciones de

    poder y dominacin que se dan en las sociedades contemporneas y que determinan,

    en contraste, la vulnerabilidad de grupos minoritarios (entre otros, de migrantes) y su

    imposibilidad de conservar o elaborar estas ideas de buena vida al margen de lassituaciones de dominacin impuestas.

    En franca divergencia con estas posiciones, diversos estudios contemporneos,

    sobre todo posteriores a la Segunda Guerra Mundial, coinciden en acentuar la

    vulnerabilidad como rasgo sobresaliente de la vida humana y del fenmeno de la vida

    mismo. As, Hans Jonas propone en sus investigaciones interdisciplinarias sobre el

    organismo vivo la recuperacin del lugar terico para la unidad psicofsica de la vida;

    vale decir, un retorno a la diferencia aristotlica entre animado e inanimado quehaba sido eliminada de la biologa y la filosofa a partir del mecanicismo cartesiano 17.

    Caracterizada la vida como permanente y limitada conservacin de s mediante el

    obrar, se manifiesta fenomenolgicamente como [] la confrontacin explcita del ser

    con el no-ser18, dado que todo ser vivo tiene en s la posibilidad del no-ser como

    amenaza siempre presente: Cernindose as entre el ser y el no ser, el organismo

    posee su ser de modo condicional y siempre sujeto a una posible revocacin19.

    Con las ticas de la responsabilidad contemporneas20, sobre todo la de H.Jonas y la de Emmanuelle Lvinas, comienzan las revisiones sistemticas de la

    cuestin de la vulnerabilidad. En efecto, no slo se vuelve tericamente visible la

    responsabilidad, sino que igualmente se pone nfasis en la indispensabilidad del

    concepto de vulnerabilidad para la construccin de una tica que supere los lmites

    16 Taylor, C. (1997). Argumentos filosficos. Ensayos sobre el conocimiento, el lenguaje y la

    modernidad,, Barcelona: Paids. p. 320.17 Para un desarrollo ms extenso de los cambios de modelo terico respecto de los organismosvivientes, consultar el captulo 2 deFeij, A. (2005). Utilizao de Animais na Investigao e Docncia -Uma Reflexo tica Necessria, Porto Alegre: EDIPUCRGS.18Jonas, H. (1995). El principio de responsabilidad, Barcelona: Herder. p. 148.19______. (2000).El principio vida, Madrid: Trotta. p. 17.20 La bibliografa contempornea del tratamiento filosfico de la responsabilidad puede llenar variaspginas. La palabra responsabilidad y sus variantes en las lenguas romances, as como la equivalenteVerantwortung en alemn, son creaciones modernas. Usada primero en el mbito del derecho, escomprobable un empleo filosfico escaso a partir del siglo XVIII y alcanz la categora de trmino tcnicopara la filosofa en la segunda mitad del siglo XIX, llegando en el siglo XX a ocupar una posicin clave enla filosofa moral. Podra sostenerse que la escasa tradicin de la responsabilidad como categora

    relevante para la filosofa prctica, en conjuncin con la aparicin de problemas derivados de las nuevassituaciones sociales y tecnolgicas y los nuevos modos de considerar el sujeto moral, han permitido laapertura de un espacio terico y prctico que redimensiona el lugar de la responsabilidad en la reflexinfilosfica contempornea.

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    centristas21de las ticas modernas. Si bien este ltimo tpico importante no puede

    ser explicitado en este espacio, baste sealar que tales lmites, por otra parte, han sido

    heredados por diversas corrientes contemporneas, se consideren o no continuadoras

    del proyecto moderno, como el pragmatismo rortyano, las ticas discursivas, la teora

    de la justicia en el modelo rawlsiano, etc.

    Las propuestas de Jonas y Lvinas se pueden examinar conjuntamente dado

    que emanan de una matriz religiosa, filosfica y existencial compartida. En efecto,

    ambos pensadores provienen de la tradicin tica del judasmo, se forman

    filosficamente en la escuela de la fenomenologa y de la hermenutica, y el ascenso

    del nazismo y del Holocausto deja en los dos una huella indeleble. En el caso de

    Jonas, la experiencia del cuerpo doliente y vejado realizada durante la guerra lo

    condujo al estudio de la filosofa del organismo y al descubrimiento de que la historiaevolutiva es la de la libertad que, presente en todas las manifestaciones de la vida,

    culmina como responsabilidad en el ser humano. Levinas, por su parte, apela a la

    presencia insoslayable del rostro del otro para interpelar desde su filosofa de la

    exterioridad y el infinito a la filosofa de la totalidad, de la que el nazismo es

    consecuencia casi obligada22. As, ambos subrayan el llamado a la responsabilidad que

    se manifiesta en la extrema vulnerabilidad del otro: la naturaleza y las generaciones

    futuras que los alcances de las acciones humanas determinadas por la tecnologapueden poner en peligro, para Jonas; y, para Levinas, empleando las expresiones

    bblicas, el pobre, el hurfano, la viuda, el extranjero. Responsables y rehenes del

    otro, todos los seres humanos estn obligados a hacerse cargo de la vulnerabilidad del

    otro; otro que, en razn de esa vulnerabilidad misma, se encuentra fuera de todo deber

    de reciprocidad. Para usar la expresin conocida de Jonas, en este sentido la

    responsabilidad sera el deber del poder o, ms explcitamente: [] es el cuidado,

    reconocido como deber, por otro ser, cuidado que, dada la amenaza de su

    vulnerabilidad, se convierte en preocupacin23.

    21 En la lnea de E. Lvinas, aunque con aportes de la obra de F. Nietzsche y del psicoanlisis, B.Waldenfels emplea este trmino de modo genrico para referirse al carcter autista y fagocitante engeneral del pensamiento europeo y sus derivados, que elimina al otro tanto en su particularidad como ensu vulnerabilidad y extrema, en consecuencia, esta ltima. Cf. Waldenfels, B. (2006). Grundmotive einerPhnomenologie des Fremden, Frankfurt a. M., Suhrkamp; ______ (1995). Lo propio y lo extrao. EnEscritos de Filosofa, ao XIV, 27-28, pp. 149-162.22Lvinas, E. (1977). Totalidad e infinito. Ensayo sobre la exterioridad, Salamanca, Sgueme. p.47-56.23

    Jonas, H. (1995). Op. Cit, p. 357. El desarrollo filosficamente ms denso de la nocin deresponsabilidad defendida por Jonas en encuentra en un pasaje anterior de esta misma obra, que se citaa continuacin segn la traduccin que figura en la bibliografa, que contiene algunas imperfeccionesestilsticas: Existe todava un concepto de responsabilidad del todo diferente, que no concierne a la

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    Ubicarse en la lnea levinasiana exige abandonar las filosofas de la totalidad

    occidentales dominantes (el pensamiento de lo Mismo) y recurrir a la excedencia de la

    exterioridad, tal como sta se manifiesta en la localizacin platnica de la Idea del Bien

    en un allende (epkeina) el mundo de las Formas incorruptibles y eternas. En el

    interior de la tradicin totalizante misma, entonces, Lvinas encuentra la apertura haciauna sustitucin jerrquica radical de la ontologa (la primaca del Ser) por la tica (la

    primaca del Bien)24. En esta sustitucin de lo Mismo por lo Otro (Autrui) se juega la

    inversin de la intencionalidad (el lugar privilegiado de lo Mismo)25. Vale decir, la

    conciencia de que fuera signo y origen de lo humano (el conocimiento racional, la

    accin libre y los afectos ms elevados) se revela como dominadora y absolutista,

    fagocitante de la riqueza y la variedad de lo real, antropfaga en el ejercicio de su

    libertad y, por consiguiente, causante de genocidios y matanzas. Como segundaconsecuencia de este nuevo posicionamiento Levinas propone otro modo que ser con

    el que deja inaugurada una posibilidad de existir convivialmente, erigindose el no

    matars como imperativo absoluto que la excedencia impone. La excedencia del rostro

    del otro en cuanto vulnerable conmina la responsabilidad de cada uno y lo convierte en

    guardin de la vida desnuda. Ms all de los universales de la razn y de la poltica,

    un nico universal inapelable: el otro vulnerable, expuesto, que se instituye como

    generador de la tica y de la poltica (de los derechos y de la justicia).

    cuenta a pagar ex post-factopor lo hecho, sino a la determinacin de lo que se ha de hacer; segn esteconcepto, yo me siento responsable primariamente no por mi comportamiento y sus consecuencias, sinopor la cosa que exige mi accin. La responsabilidad, por ejemplo, por el bienestar de otros noexaminaslo los propsitos dados del acto en lo que respecta a su admisibilidad moral, sino que obligaa realizar actos que no tienen otro propsito que ese fin. El pordel ser-responsable tiene aquevidentemente un sentido del todo distinto al que tena en la clase anterior, que se refera a s misma.

    Aquello por loque soy responsable est fuera de m, pero se halla en el campo de accin de mi poder,remitido a l o amenazado por l. Ello contrapone el poder a su derecho a la existencia, partiendo de loque es o puede ser, y mediante la voluntad moral, lleva al poder a cumplir su deber. La cosa es cosa maporque el poder es mo y tiene una relacin causal precisamente con esa cosa. En su derecho intrnseco,lo dependiente se convierte en lo que manda; en su causalidad, lo poderoso se convierte en lo obligado.El poder se vuelve objetivamente responsable de lo que le ha sido encomendado de ese modo y, envirtud de la toma de partido de su sentimiento de responsabilidad, queda comprometido afectivamente:en el sentimiento, lo vinculante encuentra su vinculacin a la voluntad subjetiva. Pero la toma de partidodel sentimiento tiene su primer origen no en la idea de responsabilidad en general, sino en la bondadpropia y conocida de la cosa, bondad que afecta a la sensibilidad y que abochorna al puro egosmo delpoder. Lo primero es el deber-ser del objeto; lo segundo, el deber-hacer del sujeto llamado a cuidar delobjeto. Por una parte la demanda de la cosa, en la falta de garanta de su existencia; y por otra laconciencia moral del sentimiento de responsabilidad del yo activo, que engloba ya siempre el ser de las

    cosas. Cf. Jonas, H. (1995). Op. Cit, p. 163-164.24Lvinas, E. (1977). Op. Cit, p. 57-76.25 ______. (1978). Autrement qutre ou au-del de lessence, Paris, Kluwer Academic. p. 179ss ; 278ss.

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    Otra de las figuras notables de este debate tico es Carol Gilligan26. Sin entrar

    en el detalle de las discusiones originadas por su libro de 198227, a los fines de este

    trabajo resulta til la referencia a un texto algo posterior28en el cual explora formas del

    s mismo (self) y de la responsabilidad que permanecieron latentes en la cultura

    occidental. La falta de tratamiento filosfico de estos aspectos la lleva buscarmateriales para su investigacin en el episodio del encuentro entre Eneas y el espectro

    de Dido muerta por su espada en los campos del llanto ( lugentes campi) infernales

    del Canto VI de la Eneida virgiliana. Sorprendido por el dao irreparable que ha

    causado involuntariamente a su amada (He sido la causa de tu muerte?; Funeris

    heu tibi causa fui? L.VI, 458), Eneas se describe a s mismo como un hombre obligado

    por su responsabilidad a cumplir el destino sealado por los dioses. Segn Gilligan,

    sta es una imagen de la autonoma individual asociada con una nocin deresponsabilidad social concebida como deber u obligacin tpicamente masculina y

    occidental. El arte del poeta permite atisbar la cara oculta del hroe y tambin una

    responsabilidad diferente mediante la aparicin del adjetivo infandum (no decible,

    inexpresable), en dos momentos decisivos del texto: en el banquete que la reina de

    Cartago le ofrece manifiesta su dificultad para contar la dolorosa historia de la cada de

    Troya (infandum... dolorem; L.II 3) y cuando la pasin lleva el calificativo de infandum...

    amorem (L. IV, 85). Tal inexpresabilidad revela que estas historias de dolor y de amor

    han quedado generalmente fuera de las discusiones acerca de la moralidad, la

    responsabilidad y el individuo.

    La perplejidad y las preguntas de Eneas reflejan en su tensin esencial dos

    maneras de pensar acerca del s mismo en relacin y dos formas de responsabilidad

    conexas, si bien incompatibles: Las dos imgenes del s mismo fijadas por estos dos

    marcos conceptuales implican dos maneras de pensar acerca de la responsabilidad

    que son fundamentalmente incompatibles29. Gilligan distingue as dos acepciones de

    la palabra responsabilidad: responsibility, que significa compromiso con respecto a las

    26 Considerada adalid de una corriente de tica del cuidado de innegable trascendencia en la Biotica. Suobra ms conocida, In a Different Voice, 1982, no slo result una crtica difcil de refutar para sumaestro L.Kohlberg, sino que introdujo diversos debates en el territorio de la tica discursiva, que habaaceptado desde sus comienzos, si bien crticamente, tanto la idea universalista del sujeto moralrawlsiana como el esquema del desarrollo moral de Kohlberg, inspirado en aqul. 27A ellas se ha referido en lo esencial S. Benhabib en: Benhabib, S. (1992). The Generalized and theConcrete Other: The Kohlberg-Gilligan Controversy and Moral Theory In Situating the Self: Gender,Community and Postmodernism in Contemporary Ethics. London: Routledge. p. 148-177.28Gilligan, C. (1982). In a Different Voice.29Para todas las citas de este texto de Gilligan se emplea la traduccin realizada por la estudiante V.Grillo y revisada por la autora.

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    obligaciones, y responsiveness, vale decir, sensibilidad en las relaciones. Apelando a

    su experiencia y conocimiento profesional como psicloga, Gilligan determina entonces

    la existencia de dos predisposiciones, una hacia la justicia y otra hacia el cuidado, que

    surgen de las experiencias de desigualdad y de unin incluidas en la relacin entre

    hijos y padres y que caracterizan todas las formas del vnculo humano. Al igual que losautores tratados ms arriba, Gilligan insiste en el carcter unilateral de una tica de la

    responsabilidad basada en la reciprocidad que parte de la definicin del s mismo y de

    la moralidad en trminos de autonoma individual y de responsabilidad social puesto

    que desde esta perspectiva siempre se retorna al s mismo, retorno que redunda en

    olvido del otro, aun cuando se exprese como imperativo categrico o como regla de

    oro. La atencin real hacia el otro se produce desde otra perspectiva que sobre todo la

    observacin de la experiencia de las mujeres permite desplegar. En ella el s mismo esconocido en la experiencia del vnculo, [] definido no por la reflexin sino por la

    interaccin, por la sensibilidad [responsiveness] del compromiso humano. Sin

    embargo, como lo muestra el Eneas virgiliano, no se trata de algo privativo del gnero,

    sino constitutivo de la experiencia de los seres humanos como tales. Ms bien podra

    determinarse la coexistencia de dos voces morales: la que habla de vnculo, de evitar

    daar, de cuidado y de respuesta, y la que habla de igualdad, reciprocidad, justicia y

    derechos pretendidamente universales.

    Estas discusiones tericas, sin embargo, revelan una dificultad adicional que se

    evidencia luego de una lectura atenta de los textos. En efecto, no se da cabida en ellos

    a las situaciones de vulnerabilidad en las cuales los sujetos involucrados como actores

    (agentes y pacientes) pertenecen a culturas ajenas a la occidental y respecto de las

    cuales la ciencia y la filosofa occidentales estn cargadas de prejuicios y supuestos,

    como ha mostrado fehacientemente E. Said30. En tales casos, cuando la comunicacin

    de interpretaciones se torna compleja, slo se puede ir produciendo en horizontes de

    traduccin de experiencias, de racionalidades y de lenguajes renovados y ampliados

    constantemente. Como ocurri en el momento de la aparicin terica de la experiencia

    de las mujeres, que parcialmente se refleja en las entrevistas y encuestas que

    transcribe Gilligan, tambin en las situaciones que aqu se mencionan ha de partirse de

    una escucha respetuosa que rescate de las voces de los otros no slo el relato del

    sufrimiento que trasmiten sino tambin la imagen de nosotros mismos que nos

    devuelven, tal vez como agentes y responsables de ese dolor. Con esta

    30Said, E. (2004). Orientalismo. Barcelona: Random House Mondadori.

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    democratizacin efectiva del dilogo, convertido entonces en pollogo de razones31, la

    convivencia de personas, a la vez autnomas y vulnerables, se torna finalmente

    posible.

    A partir de una relectura de los textos kantianos P. Ricoeur logra vincular

    autonoma y vulnerabilidad en un marco de tensiones mltiples de enormes

    consecuencias para la tica y para el tratamiento de los cuestionamientos que plantean

    las sociedades actuales32. La conjuncin de fenomenologa, hermenutica y dialctica

    en la metodologa de trabajo de este pensador33, as como su atencin a la literatura, la

    historiografa, los estudios bblicos y el psicoanlisis, le han permitido arribar a una

    concepcin del sujeto de la tica que reinterpreta y abre las lneas de investigacin

    tradicional mediante la consideracin de la vulnerabilidad o fragilidad constitutivas del

    ser humano. Ricoeur no renuncia a la consideracin kantiana del ser humano comoautnomo, en tanto que slo la capacidad de darse a s mismo racionalmente la ley

    (ser legislador de s mismo) lo habilita a ste para obrar de modo verdaderamente

    moral. Empero, en una reconstruccin del discurso kantiano a partir de las dos

    vertientes que se manifiestan respectivamente en la Crtica de la Razn Prctica (la

    autonoma como nudo a priori de la libertad y la ley) y en Qu es la Ilustracin? (la

    autonoma como tarea de sujetos polticos que deben salir del estado de sujecin),

    Ricoeur seala que la autonoma se presenta de modo paradojal y como idea-proyecto: Porque el ser humano es por hiptesis autnomo, debe llegar a serlo 34. De

    este modo queda manifiesta una ampliacin de sentido de la autonoma, que permite

    considerarla a la vez como la prerrogativa y el desideratumde un ser vulnerable, frgil.

    Ambos trminos, vulnerabilidad y autonoma, lejos de oponerse, se componen entre s:

    [] la autonoma es la de un ser frgil, vulnerable. Y la fragilidad no sera ms que una

    patologa, si no fuera la fragilidad de un ser llamado a ser autnomo, dado que siempre

    lo es de alguna manera35.

    A partir de esta reconstruccin, sobre la base de investigaciones anteriores en

    las cuales el filsofo enfoc crticamente la nocin occidental del s mismo (self, soi-

    31Bonilla, A. (2006). Autonoma moral entre limones y colectivos: las mamacitas bolivianas en BuenosAires En Wehr, I. (Ed.) (2006). Un continente en movimiento: Migraciones en Amrica Latina, Frankfurta. M. / Madrid, Vervuert / Iberoamericana. p. 143-158.32Ricoeur, P. (2001). Op. Cit, p.85-105.33 De modo explcito, Ricoeur se refiere a esta temtica en una recopilacin de trabajos publicada a

    mediados de los 80. Cf. ______. (2000). Del texto a la accin, Buenos Aires: FCE. p. 39-110; 259-278.

    34 Ricoeur, P. (2001). Op. Cit, p.86. Las citas de esta conferencia de Ricoeur, Autonomie evulnerabilit, estn traducidas por la autora.35Ibidem, p. 87.

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    mme, Selbst), se ampla en cierto sentido la definicin kantiana de autonoma, sin

    sacarla de su marco terico moderno, en trminos de poder o capacidad (hrexis,

    conatus, potentia)36. De esta forma la autonoma, el poder o la capacidad es concebida

    bajo la metfora de un triple haz que se despliega en el poder de decir, en el poder de

    obrar sobre el curso de las cosas y de ejercer influencia sobre los otros protagonistasde la accin y en el poder de hacer una narracin inteligible y aceptable de la propia

    vida (puesto que la dimensin temporal nos es intrnseca), a los que debe agregarse el

    poder de considerarse a s mismo como autor de los propios actos. Ahora bien, la

    reelaboracin del concepto de autonoma planteada integra niveles de vulnerabilidad

    (no potencia, o potencia menor o disminuida) que se corresponden igualmente con

    aqulla: el no poder decir (fuente de desigualdad bsica, dado que lo distintivo del ser

    humano es el lenguaje), las fragilidades en el mbito del obrar, que provienen del cursodel mundo (enfermedades, envejecimiento, accidentes) o son infligidas por otros seres

    humanos, habida cuenta de la disimetra entre el agente y el receptor de la accin, y

    por ltimo la incapacidad de conducir la vida de acuerdo con la idea de coherencia o

    identidad narrativa desde la perspectiva insustituible de la singularidad, vale decir, de

    ser autnomo en sentido pleno.

    Desde su particular experiencia de errancia la filsofa espaola Mara Zambrano

    despleg en El exiliado una fenomenologa del exilio que con todo derecho debe serincorporada a esta discusin37. Para caracterizar al exiliado en su peculiar condicin,

    Zambrano realiza dos pasos metodolgicos. En primer trmino opera una epoj, una

    puesta entre parntesis, de los supuestos habituales desde los cuales habitualmente es

    considerado el exilio, para rechazar la tradicional caracterizacin heroica, a la vez

    activa y deshumanizante, del exiliado. Con ello obtiene el espacio privilegiado de

    aparicin para esta dimensin esencial de la vida humana. El segundo paso consiste

    en la prctica de las igualmente fenomenolgicas variaciones imaginarias, para lo

    cual confronta de la figura del exiliado con las del refugiado y del desterrado y habilita

    el acceso a las diferencias esenciales entre estas figuras, que Zambrano denomina

    respectivamente: abandono, acogida y expulsin.

    36 En un retorno de la moral a la antropologa, Ricoeur seala que la capacidad constituye [] elreferente ltimo del respeto moral y del reconocimiento del hombre como sujeto de derecho. Ricoeur, P.(1999). Lo Justo 1, Madrid, Caparrs. p. 30. En este sentido se puede asignar capacidad al ser humano

    en virtud de su lazo ntimo con la nocin de identidad personal y/o colectiva, cuyo componente msimportante est constituido para Ricoeur por la identidad narrativa sobre la cual (solamente) puedepensarse la identidad moral.37Zambrano, M. (1990). Los bienaventurados, Madrid: Siruela. p. 29-44.

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    El abandono (nadie le pide ni le llama) es el rasgo tipificador del exilio que

    marca su carcter sacro. El exiliado es aqul a quien dejaron en la vida: en el desierto

    o en la orilla de la historia, despojado y expuesto, manifestndose as slo lo propio de

    que se est desposedo. En efecto, el hombre reconducido hacia s mismo en tanto

    puro y desnudo padecer, en estado de vulnerabilidad absoluta, []est ah como sinaciera, sin ms ltima, metafsica, justificacin que esa: tener que nacer como

    rechazado desde la muerte, como superviviente38. Esta particular revelacin evidencia

    la condicin ms propia de todo ser humano: padecer y trascenderse sin poder acabar

    de estar, a la vez que abre los caminos para su realizacin personal e histrica. Por

    esto, el exiliado es alguien que emprende una peregrinacin entre las entraas

    esparcidas de una historia trgica, cuyos sentidos Zambrano pretende sacar a luz por

    su recurso a la razn potica, razn apta para y capaz de hacerse cargo de todoaquello que ha estado en el exilio de la razn occidental. La razn potica es as el

    mtodo de un lgos transformado (voz de las entraas, luz de la sangre) que da

    razn de los profundos o nferos del ser humano y de su historia (las entraas, los

    sueos, el padecer, la temporalidad), condenados al exilio por el imperio de una razn

    desencarnada, violenta y patriarcal. La figura del exiliado zambraniano sintetiza

    arquetpicamente as experiencias y circunstancias dramticamente densas de la

    historia reciente. Es por esto que sus contribuciones merecen ser rescatadas por los

    estudios contemporneos acerca de los numerosos exilios y migraciones que por

    razones polticas (el caso de la propia Zambrano), religiosas o econmicas atraviesan

    la experiencia y la historia del ltimo siglo y lo que va de ste.

    El caso de la atencin de salud mental de los migrantes contemporneos

    Antes de desarrollar este acpite, se necesitan dos aclaraciones. En primer

    lugar, un breve excursus metodolgico sobre la oportunidad de incorporar al desarrollo

    terico un estudio de este tipo y explicar qu se entender por caso en el trabajo. En

    segundo lugar, se mostrar que no por azar, sino obedeciendo a razones tericas, el

    caso ha sido relevado del vasto campo de los estudios migratorios.

    En los estudios sociales especialmente, el trmino caso abarca diversas

    acepciones, pudindose indicar al menos una acepcin amplia y otra ms restringida.

    Por otra parte, la construccin y estudio de casos resulta un recurso bsico de la

    38______. (1993). La razn y la sombra. Antologa, Madrid: Siruela. p. 383.

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    denominada tica aplicada (biotica, la tica de la educacin, la tica de los negocios,

    la tica de las profesiones y la tica pblica) en las prcticas de docencia,

    investigacin, asesoramiento, etc. Este uso a veces se da junto con la discusin

    metatica acerca del valor terico real del surgimiento actual de una casustica

    renovada.

    Para mayor esclarecimiento y justificacin de la acepcin empleada en el texto,

    recurriendo al Dictionnaire tymologique de la langue latinede Ernout y Meillet no est

    de ms recordar que caso proviene del latn casus, -us (cada, hecho de caer (y, por

    eufemismo, de morir); y, en sentido concreto, lo que cae, accidente, chance, ocasin,

    a menudo en sentido desfavorable. Este sustantivo, a su vez, deriva del verbo cado, -is,

    cadere, cecidi, casum, caer, empleado con bastante regularidad en el sentido de

    acontecer de modo inopinado39. Esta etimologa da lugar a las acepciones designificado no gramatical en castellano, tales como suceso, acontecimiento,

    casualidad, acaso, lance, ocasin o coyuntura, pero tambin especie o asunto de

    que se trata o que se propone para consultar a alguno y pedirle su dictamen40. Puede

    observarse que la historia y la tradicin de la casustica guardan relacin tanto con el

    carcter de suceso inopinado del caso (como opuesto a acontecimientos habituales o

    esperables) como con la ltima acepcin indicada. En este trabajo, que no toma una

    historia particular, sino justamente un asunto ms amplio aunque especfico, sedefiende el valor terico del anlisis de casos, sosteniendo con Orlans que: Develar

    casos conduce a la modificacin y refinamiento de los compromisos tericos, as como

    la teora proporciona el marco para pensar acerca del caso41. Sea del tipo que fuere, la

    construccin del caso, y no slo su tratamiento, es una operacin relativamente

    compleja que muchas veces necesita del aporte de diversos especialistas puesto que

    est gobernada por una lgica y una retrica interna que no se circunscribe a la

    descripcin pura y simple de una situacin problemtica particular sino que debe hacer

    patentes los rasgos sobresalientes que configuran una situacin problemtica completa

    en el campo respectivo42.

    39 Ernout, A.; Meillet, A. (1959). Dictionnaire tymologique de la langue latine, 4me. d., Paris,Klincksieck. p. 81.40RAE, 2001. La referencia est tomada de la edicin electrnica.41 Orlans, B.; Beauchamp, T. L.; Dresser, R.; Morton, D.B.; y Gluck, J.P. (1998) The Human Use ifAnimals, New York / Oxford, Oxford University Press. p. 1, 48. Traduccin de la autora.42Bonilla, A. (2002). El empleo de casos en la enseanza de la tica: pros y contras (trabajo indito

    ledo en las IX Jornadas sobre la Enseanza de la Filosofa. Coloquio Internacional: Homenaje aGuillermo A. Obiols, Buenos Aires, 2002).

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    El segundo aspecto que debe aclararse es la eleccin del caso de la atencin de

    salud mental de los migrantes contemporneos. Para sealar la conflictividad tpica que

    se manifiesta en este campo casi virgen para la investigacin en este artulo no se

    desarrolla el tema de modo exhaustivo; simplemente se indica un marco descriptivo y

    terico general sobre migraciones, derechos humanos y ciudadana y se realizanalgunas calas en la bibliografa disponible. En efecto, del conjunto de informaciones y

    reflexiones reunidas surge la constatacin de la escasa atencin terica y prctica

    otorgada a las caractersticas especficas de la salud psquica y de las enfermedades

    de origen psquico que afectan a personas pertenecientes a grupos de origen migrante

    en la Argentina y en el mundo.

    Por su masividad, frecuencia, pobreza material y correspondencia con las

    orientaciones del mercado globalizado, los movimientos migratorios contemporneosse han convertido en el fenmeno biopoltico mayor de nuestro tiempo43. La

    investigacin de este fenmeno y de sus mltiples implicancias econmicas, polticas,

    sociales y culturales, as como de su impacto en los cuerpos y en la formacin de

    subjetividad de las y los migrantes, constituye actualmente un campo complejo e

    imposible de abordar desde disciplinas aisladas44, necesitndose un enfoque

    interdisciplinario que incluya la filosofa. Si bien la consideracin filosfica de las

    migraciones puede ser considerada una parte ineludible de la cuestin filosfica delotro45, a pesar de tal relevancia esta temtica estuvo prcticamente ausente de las

    agendas filosficas casi hasta fines del siglo XX. Algo similar sucedi en la Ciencia

    Poltica. Una bsqueda de estos temas en diccionarios y enciclopedias especializadas,

    por ejemplo, arrojara un resultado desolador46. Por aadidura, al florecimiento de estos

    estudios sobre todo en la dcada del 90 sigui un empobrecimiento paulatino de los

    mismos despus de los sucesos del 11 de setiembre de 2001 que, entre otros efectos,

    tuvieron los de etnicizar y demonizar la figura de los migrantes. La Repblica Argentina,

    con la Ley de Migraciones 25.871 (2004) y la aplicacin unilateral por su gobierno del

    Protocolo de Las Leas sobre la libre circulacin de nacionales del MERCOSUR y

    43Esta frase que expresa la situacin actual parafrasea conjuntamente a . Balibar y a M. Foucault.44Los trabajos tradicionales sobre migraciones provienen en gran parte de la demografa, la historia y lasociologa, siendo reciente el esfuerzo epistemolgico de modelos complejos e interdisciplinarios.45 Bonilla, A. (2008). El Otro: el migrante. En Fornet-Betancourt, R. (Hrsg.) (2008). Menschenbilderinterkulturell. Kulturen der Humanisierung und der Anerkennung, Aachen: Verlagsgruppe Mainz inAachen. p. 366- 375.46Como ejemplo de lo expuesto puede citarse el Diccionario de polticade Bobbio, N.; Matteucci, N.yPasquino, G., que no tiene el trmino migraciones entre sus entradas. Cf. Bobbio, N.; Matteucci, N.yPasquino, G. (Dres.) (2008). Diccionario de poltica. 16 e. en espaol. Mxico D.F. : Siglo XXI editores.

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    asociados, ms el Plan de Regularizacin Documentaria Patria Grande, fue una de

    las excepciones a lo que hicieron la mayor parte de las naciones. Quiz esta actitud

    amplia, que da pleno cumplimiento a lo establecido en la Constitucin Nacional y a los

    Documentos internacionales incorporados a ella, coadyuv al refuerzo de los estudios

    migratorios en la Argentina47

    .

    Si bien la migracin es un fenmeno constante en la historia de la humanidad,

    los flujos migratorios actuales no son homogneos, as como tampoco resultan

    fcilmente comparables entre s las sociedades de acogida48 adonde arriban los

    migrantes49 y el trato legal y social que stas les brindan. El universo de referencia

    mayor de este trabajo es particularmente el de los migrantes pobres50, que tambin

    comprende a refugiados y exiliados; vale decir, a todas aquellas personas que han

    debido abandonar su lugar de origen y cobijo porque la existencia en ste se les torninviable. La mayor parte de los migrantes actuales pertenecen a estos grupos y

    constituyen efectivamente migraciones compelidas y no voluntarias. Hoy se cuentan

    por millones los seres humanos que han sido y son arrojados de su suelo natal por el

    hambre, la guerra y las persecuciones por motivos tnicos y/o religiosos. Este rasgo

    particular otorga a tales migrantes una vulnerabilidad caracterstica que los convierte en

    pieza de ajuste de los procesos econmicos y polticos tanto regionales como globales.

    Al focalizar la situacin argentina hay que realizar algunas puntualizaciones.Definir la Argentina como pas de inmigracin, usualmente slo hace referencia al

    hecho de las migraciones de procedencia europea que confluyeron en su territorio

    desde el ltimo tercio del siglo XIX y el primero del XX. Ni la accin conquistadora y

    colonizadora espaola, ni la importacin de esclavos negros o el traslado de grupos

    47El momento culminante de este movimiento estuvo constituido por la realizacin en abril de 2006 en

    Buenos Aires del 1er. Congreso Argentino de Estudios sobre Migraciones Internacionales, PolticasMigratorias y de Asilo.48Los trminos tcnicos sociedades de recepcin y sociedades de acogidade los estudios migratoriosslo hacen referencia al pas o lugar de arribo de los grupos y/o individuos migrantes. 49La categora migrantes puede aplicarse a clases muy diversas de personas: estudiantes y profesoresque disfrutan de becas o convenios de estada laboral o investigativa; religiosos y religiosas de distintasconfesiones que desarrollan una misin especfica fuera de su pas; accionistas, gerentes y empleadosde empresas trans- o multinacionales; simples turistas; personas que buscan horizontes de realizacinms amplios, exiliados y refugiados, etc. Tambin puede hablarse de migraciones externas e internas(flujos poblacionales de un lugar a otro en el interior de un pas determinado). Cf. Mrmora, L. (2001).Migraciones. En Di Tella, T. et alii(sup.) (2001). Diccionario de Ciencias Sociales y Polticas, BuenosAires: Ariel. p. 460-461.50Si bien no se trata de una expresin tcnica en sentido estricto, su empleo aparece insinuado con el

    mismo sentido y funcin -migrante, como pobre extranjero- en dos obras fundamentales para el tema:Fornet-Betancourt, R. (2003). Interculturalidad y filosofa en Amrica Latina, Aachen,Wissenschaftsverlag Mainz in Aachen; ______. (Hrsg.) (2004). Migration und Interkulturalitt, Aachen:Wissenschaftverlag Mainz in Aachen.

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    rebeldes de indgenas a lugares alejados de su asentamiento tradicional se estudian

    habitualmente como migraciones. Tampoco se seala que las poblaciones originadas

    en las migraciones actualmente ms numerosas y visibles, las provenientes de los

    pases limtrofes, han mantenido constante su participacin porcentual sobre la

    poblacin total desde el primer censo de 1869 (2,4%) al de 2001 (2,8 %). El mitofundacional del crisol de razas51 que determin imaginariamente la Organizacin

    Nacional se construy sobre la base de la desmarcacin tnica52. Esta operacin

    comprendi a la vez diversos procesos y estilos discriminatorios, incluido el genocidio,

    que ignoraron y dejaron fuera del crisol a mestizos, mulatos y negros y la promesa de

    una igualdad garantizada por la inclusin para los blancos que operaban la escuela

    pblica y el servicio militar obligatorio. Frente a sta, la situacin contempornea se

    caracteriza por tres cambios fundamentales: el aumento proporcional de los migrantesde pases limtrofes o cercanos (el grupo inmigrante mayoritario), su mayor presencia

    en las ciudades y su nacionalidad (incremento de paraguayos, bolivianos y peruanos).

    En coincidencia con Grimson puede afirmarse que en la dcada del 90 se pas de una

    situacin de invisibilizacin de la diversidad a una hipervisibilizacin de las

    diferencias53. Si del plano de los fenmenos poblacionales se va al poltico, tambin

    resulta interesante subrayar que este cambio se da en el marco de los debates y

    polticas multiculturales y del reconocimiento. La actual legislacin migratoria

    argentina es fruto de estos debates, ya que contribuyeron a la redaccin de su texto

    numerosas organizaciones religiosas y de la sociedad civil particularmente sensibles a

    la problemtica54. La Ley 25.871, que entr en vigencia a comienzos de 2004,

    establece en su Art. 4 el derecho humano a migrar. Formulado de esta manera el

    derecho a migrar y su contraparte, el derecho a permanecer en el pas de origen- no

    es considerado una concesin particular del Estado argentino, sino que se lo reconoce

    como inherente a la persona humana como tal y, por consiguiente, dotado de

    universalidad.

    51Expresin al parecer creada por M. G. J- de Crvecoeur en Letters from an American Farmer, 1782,para referirse al modo cmo en las tierras de Amrica del Norte los europeos de diversos orgenes sehan convertido en americanos, fundidos en una nueva raza de hombres. Bilbeny, N. (2002). Por unacausa comn. tica para la diversidad, Barcelona: Gedisa. p. 67. La itlica es de la autora.52 Grimson, A.; Jelin, E. (comp.) (2006). Migraciones regionales hacia la Argentina. Diferencia,desigualdad y derechos, Buenos Aires: Prometeo. p. 71.53

    Ibidem, p. 70.

    54Las contribuciones publicadas en Migracin: un derecho humano. Ley de Migraciones N 25.871dantestimonio de esto. Cf. Giustiniani, R. et alii(2004). Migracin: un derecho humano. Ley de MigracionesN 25.871. Buenos Aires: Prometeo.

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    En sntesis, la constancia y visibilizacin de nuevos migrantes, sobre todo en

    las grandes ciudades, conduce a la ruptura del mito del crisol de razas y a la

    reconsideracin de las prcticas polticas fundadas en l, principalmente en los mbitos

    de la justicia, la salud, la educacin y el trabajo. En la situacin actual de pluralidad real

    por la copresencia en casi todas las sociedades del mundo de grupos de origendiverso, no siendo la Argentina una excepcin a ello, se torna indispensable la

    deconstruccin de este mito y la propuesta de nuevas formas de entender esta

    pluralidad con el objeto de posibilitar formas ms plenas de realizacin individual y

    modelos de convivencia ms justos55. En razn de lo dicho, la coexistencia de

    individuos y de grupos migrantes de gran heterogeneidad, mayoritariamente pobres, en

    nuestras megalpolis y en vastas regiones de las naciones actuales, interactuando en

    mltiples relaciones dinmicas con las sociedades denominadas de acogida y entre s,impone por su propio peso una revisin ms completa de la nocin de ciudadana, en la

    que se incluya fuertemente la categora de ciudadana cultural, pero a la vez el

    carcter inestable, dinmico y abierto de las relaciones referidas.

    Para estudiar mejor la problemtica compleja del proceso migratorio suele

    dividirse a ste en etapas, cada una de las cuales ofrece conflictos particulares tanto

    desde el punto de vista objetivo como subjetivo (vale decir, en referencia a la/las

    subjetividades migrantes) En la literatura especializada se reconocen al menos tres56

    :emigracin o salida del lugar de residencia habitual, inmigracin o entrada y proceso de

    reorganizacin de la vida en el lugar de acogida y reconstruccin de los lazos con el

    lugar de origen (etapa que puede suceder o superponerse a la anterior). Hoy cabra

    aadir una cuarta, que segn la secuencia temporal ira en segundo trmino: la etapa

    del trnsito, por dems difcil y riesgosa tal como lo demuestran numerosos ejemplos

    cotidianos. La mayor parte de los estudios referidos al tema investigan los procesos de

    reorganizacin de la vida en el lugar de acogida desde diversos modelos

    integracionistas o directamente asimilacionistas57 que colocan el proceso de

    inmigracin en una secuencia lineal en la que el/la inmigrante va perdiendo sus

    55 Para la deficiencia de las teoras denominadas multiculturalistas y de las polticas multiculturales:Bonilla, A. (2008) El derecho humano a migrar y la transformacin de la nocin de ciudadana. En Aru,R.; Bazzano, B.y DAndrea, V. (comp.) (2008). Transformaciones, prcticas sociales e identidad cultural,Vol. II, Tucumn, Universidad Nacional de Tucumn. p. 773-788.56Castillo Guerra, J. (2004). Hacia una teologa de la migracin: perspectivas y propuestas. En Fornet-Betancourt, R. (Hrsg.) (2004). Migration und Interkulturalitt, Aachen, Wissenschaftsverlag Mainz in

    Aachen. p. 154-155.57Segn muestran anlisis crticos autorizados de los modelos sociolgicos del fenmeno migratorio. Cf.Han, P. (2000). Soziologie der Migration. Stuttgart, Lucius & Lucius. p. 38-62.

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    vnculos con el lugar de origen as como sus connotaciones culturales especficas

    hasta convertirse en un integrante indiferenciado ms de la sociedad de recepcin.

    Para visibilizar los problemas de vulnerabilidad especial que aquejan a estos

    grupos de migrantes pobres en cada una de las etapas sealadas y tomando en cuenta

    todas las variables posibles, no basta con la clasificacin anterior y los resultados que

    provienen del campo de las Ciencias Sociales. Segn se seal ms arriba, una caja

    de herramientas sobre el tema no puede prescindir de los aportes de la filosofa58. Los

    tratamientos ya referidos de la vulnerabilidad de H. Jonas y C. Gilligan, pero sobre todo

    de E. Levinas, M. Zambrano y P. Ricoeur, aumentan la posibilidad de visibilizacin y

    enriquecen con sus variables el anlisis de la vulnerabilidad caracterstica de estos

    grupos y personas migrantes pobres. Como ya se dijo, en cada una de las etapas o

    estadios de la migracin dicha vulnerabilidad puede ser considerada desde dos puntosde vista: un punto de vista subjetivo y otro objetivo. Segn el primero (el subjetivo)

    podra intentarse una fenomenologa de la subjetividad migrante59. En calidad de

    primer resultado sta arrojara el dato de que la vulnerabilidad se manifiesta como

    malestar o sufrimiento. Consecuentemente esta vulnerabilidad redunda en dificultades

    para el ejercicio consciente de la autonoma (empoderamiento), en la internalizacin

    de estilos de minorizacin, en problemas para la identificacin cultural y social, etc., con

    elevados riesgos de anomia y, por consiguiente, de una cada cada vez mayor en lavulnerabilidad extrema.

    Partiendo de una perspectiva objetiva que atiende a las normas y prcticas de la

    sociedad de acogida referidas a los y las inmigrantes se tipifica esta vulnerabilidad

    como exclusin. Tal exclusin comprende un abanico de formas de trato discriminatorio

    por parte de las sociedades de acogida que pueden sintetizarse como conculcacin en

    diversos grados de derechos fundamentales para el ejercicio de capacidades y

    funcionamientos de la existencia humana60

    , entre otras, la participacin ciudadanaplena, es decir el ejercicio de todos y cada uno de los derechos humanos en su

    conjunto.

    58En el Congreso Argentino de Estudios sobre Migraciones Internacionales, Polticas Migratorias y deAsilo, Buenos Aires, 2006, se puso de relieve la importancia de la filosofa para la investigacinmigrantolgica.59

    Tal vez pueda adaptarse el modelo zambraniano de la fenomenologa del exiliado para realizar esteanlisis, tarea que desborda el objetivo de este trabajo.60A los fines de este trabajo se adopta libremente esta denominacin de A. Sen. Cf. Nussbaum, M.; Sen,A. (eds.) (1993). The Quality of Life, New York: Oxford University Press. p. 3.

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    Como una indicacin de que el punto de vista adoptado en este escrito no se

    encuentra alejado del tratamiento del tema que se realiza en los foros internacionales

    especializados, a continuacin se mostrarn algunas coincidencias con la teora

    elaborada por J. Bustamante sobre la vulnerabilidad de los migrantes61. Para

    comprender estos hechos, el autor recurre a la conocida distincin weberiana de lasdos dimensiones de la accin social, vale decir, entre la conducta observable de los

    actores y la dimensin intersubjetiva (o sentido) de la accin. Segn Bustamante esta

    distincin facilita la diferenciacin entre una vulnerabilidad estructural y otra, derivada

    de la anterior, cultural. La vulnerabilidad estructural se genera en la diferencia

    existente en las relaciones con el Estado entre un nacional y un migrante (se entiende,

    en el esquema moderno de los estados nacionales). De esta diferencia surgen las

    desigualdades en el acceso a los recursos, tales como prestaciones sociales,educacin, trabajo, etc., y se van convirtiendo en el criterio normativo de las relaciones

    sociales entre nacionales e inmigrantes. Las diferencias de poder entre quienes hacen

    las normas y quienes las acatan se incrementan por la presencia de la vulnerabilidad

    cultural que se deriva [] del conjunto de elementos culturales (estereotipos,

    prejuicios, racismo, xenofobia, ignorancia y discrimintacin institucional) con

    significados despectivos que tienden a justificar las diferencias de poder entre los

    nacionales y los extranjeros62. La secuencia que va de la vulnerabilidad estructural

    enunciada a la vulnerabilidad cultural, sera, entonces: 1. [] los nacionales

    transfieren al contexto social de sus relaciones con los inmigrantes/extranjeros, la

    diferenciacin que hace el Estado entre nacionales y extranjeros; 2. Esa

    diferenciacin acaba siendo convertida en un criterio o base normativa de una

    asimetra de poder de facto en las relaciones entre inmigrantes y nacionales; 3. como

    resultado de la reiteracin prctica de tal asimetra de poder en las relaciones entre

    unos y otros, se va insertando un contenido de sentido, vale decir, una vulnerabilidad

    cultural que perpeta el tipo de relaciones sociales de dominacin63. Vista a lo Weber

    como tipo ideal, la vulnerabilidad estructural sera la construccin terica que

    representa el extremo de la desigualdad que caracteriza a los inmigrantes

    internacionales como sujetos de derechos humanos y puede definrsela como carencia

    61 Bustamante, J. (2007). La migracin de Mxico a Estados Unidos; de la coyuntura al fondo EnDefensor del Pueblo de Bolivia OACDH, Octava Conferencia Internacional de Instituciones Nacionalesde Derechos Humanos. Migracin. El rol de las instituciones nacionales. Informe Final, Santa Cruz de la

    Sierra: Editorial El Pas. p. 41- 57.62Ibidem, p. 55.63Ibidem, p. 49.

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    extrema de poder. Pasando a la vulnerabilidad cultural, el autor la define como la

    justificacin ideolgica de la existencia y de la prctica de la condicin de vulnerabilidad

    de los migrantes de la cual se deriva la impunidad para quienes violen los derechos

    humanos de aqullos.

    Igualmente deudor de Weber, aunque renuente a poner en primer lugar la

    consideracin de la vulnerabilidad cuando se habla del fenmeno migratorio, y defensor

    de una teora de las migraciones que pone el acento en la autonoma de las y los

    migrantes, el filsofo italiano S. Mezzadra es conocido por su elaboracin del derecho

    de fuga64. Desde una mirada crtica alternativa al capitalismo tras investigar la relacin

    entre globalizacin, trabajo y ciudadana, Mezzadra indaga el significado poltico de los

    procesos de movilidad y, por ende, el fenmeno migratorio. La fuga se le presenta

    como categora poltica indispensable y el derecho de fuga funge para poner demanifiesto la individualidad de los migrantes que son ejemplo de las contradicciones del

    capitalismo. Mezzadra encuentra una plataforma terica estructuralmente afn en textos

    juveniles de M. Weber (la investigacin sobre la condicin de los trabajadores agrcolas

    del Reichy escritos y discursos de los aos 1892-1899). Por ello reivindica el carcter

    pionero de la percepcin weberiana sobre la conexin entre el desarrollo del

    capitalismo y la persistencia de flujos migratorios pretendidamente controlables, su

    caracterizacin de las migraciones como movimientos sociales y su comprensin dela subjetividad migrante. Con la categora bsica de derecho de fuga pretende

    subrayar la dimensin subjetiva de los procesos migratorios fuertemente ligada al

    ejercicio de elecciones personales, aunque no se subestiman ni las causas objetivas de

    la migracin ni sus condiciones materiales y sociales. La categora de derecho de fuga

    permite superar la distincin entre migrantes y prfugos y, para el caso de los

    migrantes, cumple la funcin de reaccionar contra la etnizacin de las migraciones65y

    de concentrar en la figura del migrante las contradicciones inherentes al ejercicio del

    derecho a la libertad de circulacin, de modo que pone en evidencia la naturaleza

    poltica de las disputas sobre las migraciones. La tesis de la autonoma de las

    migraciones cierra el crculo terico abierto por el derecho de fuga. En vez de reducir

    las migraciones contemporneas a las leyes de oferta y demanda, esta tesis toma en

    64Mezzadra, S. (2005). Derecho de fuga. Migraciones, ciudadana y globalizacin, Madrid/Buenos Aires:Traficantes de sueos/Tinta Limn.65Aunque aclare que las diferencias tnicas son construcciones sociales y polticas, Mezzadra parece

    hacer el juego a las teoras liberales o marxistas que minimizan las diferencias culturales. As como lanaturalizacin de las diferencias culturales conduce a la racizacin, inferiorizacin o exclusin de las ylos migrantes, su minimizacin puede conducir a la incomprensin de los mltiples procesos desubjetivacin, de adscripcin cultural y de asuncin de poder.

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    cuenta el excedente de prcticas subjetivas que se expresan en los movimientos

    migratorios en relacin con las causas objetivas que los determinan66 y, en

    consecuencia, da cuenta de fenmenos econmicos y sociales vinculados con la

    migracin, tales como la constitucin de redes trasnacionales planteando desafos a las

    polticas migratorias centralizadas en el concepto de integracin. La tesis de laautonoma de las migraciones, que saca al migrante de su papel subordinado de

    vctima, no slo obliga a reelaborar el racismo en el contexto de las relaciones y

    recursos del capitalismo global sino que igualmente ofrece la posibilidad para

    reconstruir el cuadro de las transformaciones del capitalismo globalizado desde el

    punto de vista del trabajo vivo y de su subjetividad. Un aporte indiscutible, sin duda,

    que pone el fenmeno migratorio en el corazn del capitalismo y seala sus

    contradicciones y alternativas posibles. Pero aporte que igualmente minimiza lasheridas en el cuerpo y la subjetividad migrantes, as como sus dificultades en los

    lugares de acogida para ser visualizados y reconocidos como sujetos de derechos.

    Coincidiendo con Mezzadra respecto del potencial creador y hasta revolucionario de las

    y los migrantes, en tanto que su presencia cuestiona las creencias y prcticas

    habituales de la ciudadana, est lejos de la perspectiva de esta contribucin obviar la

    existencia de fortalezas y capacidades individuales y grupales de resistencia de

    quienes han debido migrar. Sin embargo, dada la situacin de abandono y la

    consiguiente vulnerabilidad subjetiva y objetiva de las y los migrantes en las

    sociedades contemporneas, se sostiene que abandono y vulnerabilidad se vuelven

    categoras indispensables, entre otras, a la hora de un tratamiento completo y serio del

    tema.

    Puesto que el enfoque que orienta este trabajo, al volver visible la mltiple

    vulnerabilidad de las y los migrantes igualmente pone en evidencia los desafos

    particulares que se plantean a las sociedades de acogida respecto de la efectivizacin

    plena de los Derechos Humanos67, y sobre todo, de su efectivizacin diferenciada, vale

    decir, la que se hace cargo de las diferencias culturales e individuales en lo que stas

    comportan de vulnerabilidad y dominacin, habida cuenta de la toma de conciencia de

    la interrelacin entre lo personal y lo poltico, logro indudable de las luchas feministas.

    Es esta voluntad de efectivizacin la que debe expresarse en las diversas polticas

    pblicas que involucran a las y los migrantes, incluidas las polticas de salud mental. El

    66

    Mezzadra, S. (2005). Op. Cit, p. 143-157.

    67Con los trminos efectivizacin, o su sinnimo realizacin, se seala que el Estado y sus agentesdeben tener, a travs de las polticas pblicas y su implementacin, una funcin ms activa respecto delos Derechos Humanos que lo indicado con los trminos defensa o promocin.

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    derecho humano a migrar implica, entre otros, la posibilidad de realizacin plena del

    derecho a la salud, incluida la mental, que slo puede efectuarse plenamente en el

    marco del ejercicio de los derechos culturales. En el Art. 12 del Pacto Internacional de

    Derechos Econmicos, Sociales y Culturales de 1966 se reconoce [] el derecho de

    toda persona al disfrute del ms alto nivel posible de salud fsica y mental. Con elobjeto de volver efectivo este reconocimiento, este artculo debe complementarse con

    la vigencia y realizacin del Art. 15 que establece los derechos culturales, vale decir, en

    primera instancia, el derecho a la libre adscripcin a la cultura de origen o a otra de

    adopcin y a una prctica cultural en ese marco. Resulta importante aclarar que estos

    derechos se enuncian de modo muy genrico y deben complementarse tanto con

    normativas especficas como con el aporte de estudios sistemticos sobre la unidad y

    los alcances de tales derechos

    68

    . En definitiva, este derecho a la salud debe serconsiderado tambin como integrando la ciudadana cultural para quedar vinculado a

    una perspectiva democrtica ampliamente inclusiva y participativa puesto que atiende a

    los contextos histrico-polticos de cada cultura que se han caracterizado y se

    caracterizan por episodios de dominacin y resistencia protagonizados por grupos con

    especificidades diversas: tnicas, lingsticas, religiosas, sociales, etc.69. Sin temor a

    equivocaciones puede afirmarse que, ms ac de lo exigido por las normas migratorias,

    los modelos actualmente vigentes de salud mental y las polticas y prcticas que

    dependen de ellos exhiben un carcter de dominacin. En efecto, en tanto no toman en

    cuenta de modo explcito los rasgos culturales especficos de los grupos migrantes y

    los derivados de su vulnerabilidad particular, tales modelos, polticas y prcticas

    pueden ser considerados intentos de homogeneizacin cultural que atentan contra el

    carcter de sujetos de derechos de las personas de origen migrante o pertenecientes a

    minoras tnicas o lingsticas. Es ms, a punto tal no se consideran estas

    diferencias70, que las dificultades para el diagstico y tratamiento de las y los migrantes

    en situacin de vulnerabilidad mental ha conducido en diversos casos a medicalizar la

    migracin en calidad de nica alternativa teraputica, como se ver ms adelante. Al

    respecto pueden trazarse analogas con la medicalizacin de otras etapas y situaciones

    68Symonides, J. (ed.) (2000). Human Rights: Concept and Standards, Aldershot, Ashgate / UNESCO. p.175-230.69Chau, M. (2006). Cidadania cultural.O direito cultura. San Pablo: Fundacin Perseu Abramo. p. 138.70Como ejemplo de lo afirmado, se seala que en una obra local de publicacin reciente sobre biotica ysalud mental slo aparecen referencias vagas a la necesidad de considerar la situacin cultural de los

    presuntos pacientes y no hay ningn artculo especfico sobre el tema. Cf. Maglio, I.y Bello, M. A. (2009).Derechos Humanos e investigacin clnica en Salud Mental, p. 100, y Stagnaro, J. C. (2009). Apuntespara una reflexin sobre la perspectiva biotica en psiquiatra, p. 220-221 En Fantin, J. C.y Fridman, P.(Comp.) (2009). Biotica, Salud Mental y Psicoanlisis, Buenos Aires: Plemos. P. 89-122; 207-230.

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    de la vida humana, como la menopausia, el envejecimiento y la vejez, etc. El efecto

    general de esta medicalizacin consiste en la reduccin a enfermedad de etapas y

    momentos fundamentales de la condicin humana y por consiguiente en el

    empobrecimiento, no slo de la calidad de vida de los grupos y personas que se

    encuentran en dichas etapas o circunstancias existenciales, sino de su prdida efectivade autonoma (vale decir, de poder)71.

    Ante la falta de materiales locales pueden extraerse algunas referencias y

    observaciones crticas sobre el modelo vigente de salud mental de las y los migrantes

    del trabajo reciente de E. Koch, psiquiatra de larga trayectoria en la clnica y la

    investigacin especficas, en donde se toman en cuenta los resultados ms avanzados

    en la materia de los ltimos cuarenta aos en Alemania72. De forma anloga a lo

    expresado ms arriba el estudio de Koch parte del axioma de que la migracin en smisma no constituye enfermedad alguna y que, por consiguiente, no sera legtimo

    establecer una conexin causal entre perturbacin psquica y migracin. Sin embargo,

    esto no significa que no deban ser tomadas en cuenta las sobrecargas de esfuerzo y

    de desgaste fsico y psquico especficos que la migracin trae aparejadas, sobre todo

    en las etapas de trnsito y de reorganizacin de la existencia en la sociedad de acogida

    y las caractersticas culturales propias de las y los migrantes. Citando a J. Zeiler y

    F.Zarifoglu, el autor describe diversos factores asociados a la migracin conconsecuencias potenciales para el origen y desarrollo de enfermedades psquicas cuya

    enumeracin puede resultar de inters a los fines de esta contribucin:

    el peso y duracin de la sobrecarga de esfuerzo en el transcurso de la

    migracin;

    las caractersticas de la sociedad de acogida, entre las que figuran tanto las

    formas ms o menos incluyentes de las polticas pblicas respecto de los inmigrantes

    como los prejuicios y las prcticas discriminatorias compartidas por dicha sociedad

    71 Sobre los daos subjetivos de la medicalizacin, cf. Bonilla, A.. (2006). Quin es el sujeto de laBiotica? Reflexiones desde la vulnerabilidad. En Losoviz, A.; Vidal, D.y Bonilla, A. (Eds.) (2006).Biotica y salud mental. Intersecciones y Dilemas, Buenos Aires: Akadia. p. 75-88.72 Koch E. (2003). Psychiatrie, Psychotherapie, Psychosomatische Rehabilitacin und Migration. EnBeauftragte der Bundesregierung fr Migration, Flchtlinge und Integration (Hrg.) (2003). GesundeIntegration, Berlin, Beauftragte der Bundesregierung fr Migration, Flchtlinge und Integration, p. 43-53.En el comienzo de estos estudios incidi la firma del Acuerdo alemn-turco del 30 de octubre de 1961que estimul y regul la migracin de trabajadores turcos. El ingreso masivo de este tipo de migrantes,hasta el momento poco frecuentes y culturalmente otros (por su lengua, religin, modos de entender lasrelaciones sociales y polticas), provoc un impacto sociocultural del que todava no se ha repuesto la

    sociedad alemana que no estaba preparada para recibirlos. Cf. Bosse, D.; Vior, E. (2005) PolitischePartizipation von Migranten mit muslimischen Hintergrund in Deutschland Entwicklungen undProbleme, Magdeburg, Institut fr Politikwwissenschaft Otto-von-Guericke-Universitt.

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    (todas ellas dependientes de las representaciones sociales sobre la inmigracin y los

    grupos inmigrados, es decir, del imaginario social sobre la inmigracin);

    las caractersticas de los grupos de poblacin inmigrados que los hacen

    reaccionar de formas especficas generando modos diversos de integracin,

    asimilacin limitada o marginalizacin respecto de la sociedad de acogida;

    la calidad y efectividad de la ayuda social que reciben los individuos inmigrados;

    las condiciones de vida concretas en el pas de acogida de las y los

    inmigrantes, por ejemplo la situacin legal de residencia, el estatuto socioeconmico,

    los lazos de pertenencia familiar, los lazos de pertenencia con el grupo tnico de

    origen, las experiencias de falta de seguridad y amenazas, etc.;

    las condiciones y caractersticas individuales: las enfermedades psquicasprevias, las experiencias de la migracin que marcaron particularmente a la persona,

    las expectativas y nivel de informacin previos a la migracin, el conocimiento de

    idiomas, los modos y formas de aculturacin psicolgica, las vivencias negativas en el

    pas de acogida (p.e. enfermedades, muerte de personas cercanas);

    la fase de aculturacin en la que se encuentra cada persona y/o grupo

    inmigrante73.

    Una relectura de la enumeracin anterior muestra que se distinguen con claridad

    factores independientes y factores dependientes del migrante mismo como

    posibilitantes de la enfermedad mental o del riesgo de sta. De todas maneras, segn

    muestra este estudio, la preocupacin poltica, social y profesional por la atencin a los

    migrantes tiene ms bien que ver con la necesidad de conservar la armona social en la

    sociedad de acogida (la previa a la inmigracin que en general se concibe como factor

    de perturbacin) para que sta no se vea seriamente transtornada por patologas

    nuevas o crecientes derivadas del fenmeno inmigratorio que puedan evitarse odisminuirse.

    Aparecen otros datos que ponen de manifiesto el trato discriminatorio hacia los

    migrantes con dolencias psquicas. Merecen destacarse, por ejemplo, los bajsimos

    ndices de tratamiento e internacin de pacientes psiquitricos de origen migrante que

    registran las publicaciones y estadsticas74. Igualmente resulta un problema mayor la

    falta de tratamientos en lenguaje materno siendo esto muy grave para el caso de

    73Koch E. (2003). Op. Cit, p. 43-53.74Entre un 1% y un 9% de la poblacin en condiciones de internacin solamente en 2003.

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    terapias que consideran el lenguaje y los relatos de las y los pacientes un instrumento

    fundamental de diagnstico y tratamiento, sean o no psicoanalticas, puesto que, entre

    otras distorsiones, se vuelve imposible la recuperacin de relatos en los casos de

    amnesia provocada por el choque cultural. Para la mayor parte de las y los pacientes

    inmigrantes, habida cuenta de las carencias y dificultades de los diagnsticos posibles,el tratamiento que les es proporcionado no va ms all de un cctail de psicofrmacos,

    prctica, como se sabe, totalmente alejada de un verdadero tratamiento

    psicoteraputico del tipo que sea. Frente a estos resultados un tanto desalentadores el

    trabajo de Koch finaliza con un llamado a incrementar las competencias interculturales

    de los terapeutas, los funcionarios y el conjunto de los actores sociales, si bien lo hace

    en sentido funcionalista como medio para lograr una armona social y no tanto desde

    una perspectiva de reconocimiento de la otredad y de la diferencia migrantes comovalor sociocultural positivo.

    De los estudios reseados por Koch slo en un trabajo de N. Schmacke de

    200275 aparece el respeto por la autonoma de los inmigrantes; all se supera el

    concepto de asimilacin mediante la consideracin de la pertenencia cultural y de los

    valores propios de stos. Esta constatacin casi marginal habilita para indicar el locus

    enuntiationis y algunos presupuestos ideolgicos del artculo de Koch. En efecto, ms

    all de las buenas intenciones y del sentido crtico del autor, se evidencia que paraste, tanto como para casi todos los estudios que analiza y critica, existe un nico

    patrn de desarrollo humano que es el occidental europeo de los pases centrales. Vale

    decir, la perspectiva resulta una vez ms etnocentrista. Respecto de los grupos

    migratorios se evidencia como ideal para los mismos y sus relaciones con la sociedad

    de acogida la integracin / asimilacin a este patrn a travs de diversas etapas de

    adaptacin al mismo. Agregado a este presupuesto est el de una concepcin

    esencialista de las culturas a las que pertenecen las y los migrantes que las considera

    como entidades cerradas y deja de lado las dinmicas propias del cambio y las

    posibilidades de la relacin intercultural real, obturando de este modo la posibilidad de

    elaborar estrategias de salud mental que, adems de ser exitosas, respeten el

    complejo de derechos de los que las y los migrantes son sujetos.

    75Koch E. (2003). Op. Cit, p. 46.

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    Conclusiones:

    En las pginas anteriores se mostr en primer trmino que el conflicto

    vulnerabilidad vs. autonoma no es una novedad de las filosofas del siglo XX y

    actuales, sino una cuestin persistente en el pensamiento occidental. De la

    multiplicidad de ejemplos que brinda su historia, se seleccionaron dos autores

    paradigmticos como Aristteles y Kant. Recurriendo al Estagirita, se puso en

    evidencia que sus desarrollos de las figuras emblemticas por su perfeccin y

    autosuficiencia del phrnimosy del sofsapenas enmascaran el profundo dramatismo

    derivado de su carcter mortal. En cuanto a Kant, se prefiri partir de un par de calas

    en su textos y expandir el tratamiento ms tradicional del tema con referencias a

    epgonos; sobre todo poniendo de relieve la paradoja de la autonoma que se encierra

    en los enunciados kantianos segn se percatara sagazmente de ello P. Ricoeur.

    An haciendo justicia a la riqueza de perspectivas y argumentos que se pueden

    recabar en las obras heredadas de la tradicin filosfica respecto de este conflicto, fue

    uno de los objetivos de esta contribucin poner de manifiesto la visualizacin del

    debate en la segunda mitad del siglo XX a raz del lugar terico central ocupado por la

    vulnerabilidad en los estudios de tica, Antropologa filosfica y Filosofa poltica, a

    partir de las investigaciones de H. Jonas, E. Lvinas, C. Gilligan y P. Ricoeur.

    Por ltimo, mediante las referencias al tratamiento filosfico contemporneo del

    fenmeno migratorio y, en especial, al caso de la atencin de salud mental de las y los

    migrantes contemporneos, se intentaron ampliar an ms los aspectos tericos y

    prcticos en juego. Si bien en otras publicaciones se esboz una clasificacin de las

    investigaciones filosficas sobre el tema76, siguiendo el hilo de las corrientes

    predominantes, este texto que se concentra en el conflicto autonoma vs.

    vulnerabilidad destaca dos temas fundamentales. Por un lado, recurriendo al utillaje

    conceptual de autores como M. Zambrano y R. Fornet-Betancourt, entre los filsofos, y

    de J. Bustamante, socilogo, se pone de manifiesto que las dos formas principales de

    la vulnerabilidad caracterstica de las y los migrantes, vale decir, la vulnerabilidad

    subjetiva (dolor y sufrimiento) y la vulnerabilidad objetiva (exclusin de la comunidad

    ciudadana de derechos y obligaciones), son diversas caras o facetas de una misma

    vulnerabilidad que se hace visible en diversos momentos, situaciones y fenmenos del

    proceso migratorio. Por otro lado, se mostr la pertinencia terica del debate a travs

    de un enfrentamiento de posiciones entre los autores que subrayan la peculiaridad de76Bonilla, A. (2006). Op. Cit.

  • 7/25/2019 Bonilla - Vulnerabilidad vs Autonoma

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    la vulnerabilidad de las y los migrantes y su carcter inhabilitante para el reclamo y

    ejercicio de derechos provocado por sta, y aqullos, como Mezzadra, que insisten en

    los rasgos de autonoma ya implcitos en el ejercicio del derecho de fuga y sus

    consecuencias para el desarr