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CERTIFICADO DE PRESENc;A Informamos que ENRIQUE DE LA GARZA TOLEDO, participou do VII Congresso Latino-americano de Estudos do Trabalho, realizado na Universidade de Sao Paulo 1 Cidade Universitária Sao Paulo, SP, no período de 02 a 05 de Julho de 2013. Autenticación : 970628746232735180000000 Este certificado fue obtenido en 18/7/2013 12:09:31 Su autenticidad puede ser confirmada por el sitio web : _JfFliruneriana :,; lrahaJh•)

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CERTIFICADO DE PRESENc;A

Informamos que ENRIQUE DE LA GARZA TOLEDO,

participou do VII Congresso Latino-americano de Estudos do Trabalho, realizado na Universidade de Sao Paulo 1 Cidade Universitária Sao Paulo, SP, no período de 02 a 05 de Julho de 2013.

Autenticación : 9706287 46232735180000000

Este certificado fue obtenido en 18/7/2013 12:09:31

Su autenticidad puede ser confirmada por el sitio web :

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Los trabajadores que se organizan en la plaza: Una comparación de modelos organizativos en México y los Estados Unidos de América

Hugo Sarmiento, University of California Los Angeles

Chris Tilly, University of California Los Angeles Enrique de la Garza Toledo, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa José Luis Gayosso Ramírez, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa

Contacto: [email protected]

Junio, 2013

Para presentación en el VII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología de Trabajo, São Paulo, Brasil, 3-5 julio 2013 Gracias a UC-MEXUS por su apoyo financiero, y a las organizaciones que participaron en el estudio.

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I. Introducción

El trabajo informal, lo que queda afuera de la regulación y el seguro social, por decreto de la ley, o por falta de alcance de la misma, emplea a la mayoría de la mano de obra en México y a cada vez más personas en los Estados Unidos de América (Bernhardt et al. 2008, de la Garza 2010a,b, Levy 2008). Aunque algunos trabajadores informales tienen ingresos elevados, la mayoría sufre de compensación inadecuada y falta tanto de seguridad económica que de derechos laborales básicos. Por esto no debe sorprender que los trabajadores se van organizando para reclamar sus derechos en varios sectores de los dos países (Fine 2011, de la Garza 2010a,b, Milkman, Bloom y Narro 2010). Lo que sí sorprende, al menos al inicio, es que en cada uno de los dos países, sea un grupo de trabajadores en el espacio público quienes han concretado las organizaciones de trabajadores informales más importantes, siendo, de hecho, organizaciones muy poderosas en muchos países. Hablamos de los vendedores ambulantes en México y los “jornaleros urbanos” estadounidenses—“day laborers,” estas últimas personas, que son principalmente inmigrantes de origen, muchos de ellos mexicanos, quienes buscan día por día trabajo de construcción, jardinero, o trabajo doméstico en el hogar. En un caso trabajan en pleno espacio público (lo que es la banqueta o la calle), en el otro solicitan empleo en el mismo ambiente (en la esquina o el estacionamiento). Es de esperarse que ales trabajadores experimentaran falta de seguridad personal, abusos por parte de la policía, y competencia feroz de otros trabajadores con menos o iguales barreras para entrar al mercado. Sin embargo los trabajadores en estas dos ramas han formado organizaciones poderosas y eficaces (Gayosso etc. en de la Garza 2010a,b, Dziembowska 2010, Theodore 2010). En este texto, exploraremos, y explicaremos en lo posible, las fuentes, formas, alcances, y límites de esta fuerza inesperada. Situamos nuestro análisis en la economía política de los dos países y la coyuntura de la últimas dos décadas, y lo basamos en investigación de campo en dos ciudades, la sede principal del ambulantaje en México, la Ciudad de México, y la ciudad principal de los jornaleros urbanos, Los Ángeles, California. Desarrollamos el análisis en cuatro etapas. Empezamos por describir el contexto nacional en los dos países, desde el nivel más general hasta estos dos sectores específicos. En la próxima sección, explicamos los métodos del trabajo de campo, luego el cuerpo principal del texto, la presentación analítica de los hallazgos. Cerramos con discusión y conclusiones. II. Contextos nacionales A. Nivel nacional 1. México El concepto de informalidad ha sido recientemente extendido por la OIT: trabajadores en negocios no registrados (sector informal) más trabajadores que no reciben prestaciones, en particular servicio médico o pensiones por ser trabajadores, aunque el negocio si esté registrado (informales del sector formal). De acuerdo con esta definición ampliada los trabajadores en condiciones de informalidad serían alrededor del 60% de la población total ocupada en el país de México. Según la encuesta ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo) en la última década ha aumentado el porcentaje de trabajadores informales y estos se encuentran ocupados ampliamente en los servicios. En cuanto a los trabajadores informales, pero subordinados a un patrón, estos constituyen el 50% en el sector informal y el 68% de los informales en el sector formal. Es decir, la informalidad del trabajo tiene su componente principal en el no cumplimiento de las normas legales laborales para los asalariados, que

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tienen un ingreso mensual promedio de 3000 pesos (240 dls). Coherente con estas características, el porcentaje de informales asalariados sindicalizados se acerca a cero. Sin embargo, el problema de la falta de derechos laborales para los informales asalariados (58% del total de los trabajadores informales) no se resuelve simplemente apelando al respecto a la ley laboral, porque están empleados principalmente en micronegocios en los que conviven como trabajadores con pequeños propietarios, y familiares de estos que trabajan sin salario con asalariados, en un marco de relaciones patriarcales. Es decir, el problema principal de la informalidad es laboral (falta de empleos decentes), aunque con componentes culturales (resistencia a ser trabajador subordinado, satisfacción por relativa autonomía en tiempos de trabajo). Es decir, se relaciona con la evolución del empleo formal en México. Históricamente las tasas de desempleo abierto han sido bajas, la falta de suficiente empleo formal se ha subsanado principalmente en la informalidad. Ese crecimiento insuficiente del empleo formal ha tenido que ver con el crecimiento bajo de la economía durante el período neoliberal en el que el crecimiento del producto interno bruto real anual por habitante ha sido del 1.2%, provocando un crecimiento anual del empleo, entre el 2000 y el 2009 de solo 0.61%, con un aumento muy bajo de la productividad de solo de solo 0.92% anual. Para agravar la situación, entre 1980 y el 2009 los salarios mínimos decayeron en 68.4% reales, los contractuales, que son los de los trabajadores protegidos por contratos colectivos del trabajo, en -50.5% reales, complementado con que en el 2012 no tenían contrato escrito (individual o colectivo) el 50.4% de los trabajadores y la sindicalización cayó de 16.7% de la PEA en 2005 al 14.5% en el 2010. Es decir, la economía no solo ha sido incapaz de generar suficientes empleos decentes sino que la cuestión laboral se ha deteriorado durante el modelo neoliberal porque. 1). El modelo productivo en la manufactura, eje exportador del modelo, se ha basado sobre todo en el bajo salario y la intensificación del trabajo, 2). Las políticas laborales de los gobiernos en ese período deterioraron el salario mínimo real (este se fija por una comisión nacional tripartita con fuerte influencia del gobierno) y estos salarios sirve de referencia a los aumentos para aquellos que no ganan el mínimo, 3). Porque el 82% de los contratos colectivos de trabajo son administrados por sindicatos corporativos con dirigencias más interesadas en mantener el monopolio de la representación y sus intereses particulares a partir de las relaciones con gobiernos y empresas, que en empujar, salarios prestaciones y sindicalización hacia la alza. 2. Estados Unidos de América En los EUA, en contraste con México, no existen datos confiables sobre el número de trabajadores de carácter informal. Sin embargo, hay evidencias fuertes de un crecimiento de informalidad (Bernhardt et al. 2008), y una encuesta de trabajadores de bajo salarios en las tres ciudades las más grandes del país, Nueva York, Los Ángeles, y Chicago, reveló que un cuarto de estos trabajadores no recibieron el salario mínimo de ley en la semana anterior de la encuesta, y tres cuartos de los que trabajaron más de 40 horas (la frontera entre horas regulares y horas extras en los Estados Unidos) no recibieron el premio requerido para horas extras (Bernhardt et al. 2009). El flujo de migrantes de México y otros países (la mitad sin documentos) en los años 80-90-00 facilitó la expansión del trabajo informal (Gammage 2008). Pero también importante ha sido el estallido de la subcontratación, resultado de la búsqueda de los negocios estadounidenses para bajar costos y evadir responsabilidad directa para los trabajadores (Bernhardt et al. 2008). Como ha documentado Milkman (2006) en el caso de Los Ángeles, en sectores como la construcción residencial, las empresas de construcción crearon nuevos subsidiarias y cadenas de oferta libres de sindicatos, con salarios bajos y menos atención sobre seguridad física como económica de los trabajadores. Con este empeoramiento

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de ciertos empleos, los trabajadores nativos blancos dejaron estos empleos para otras oportunidades, y los sectores— construcción residencial como ejemplo importante—absorbieron poblaciones inmigrantes, muchos de ellos indocumentados. En este contexto, ha surgido una nueva forma organizacional, el centro de trabajadores (“worker center” en inglés). Son organizaciones polivalentes que organizan a, sirven a, representan a, y abogan por los trabajadores que no tienen la posibilidad de formar un sindicato—como los trabajadores informales (Fine 2006, 2011). El inventario más reciente de estos grupos encontró 130 a lo largo de los Estados Unidos (Fine 2011). Los centros de trabajadores sobre todo organizan a trabajadores inmigrantes, utilizando lazos de etnicidad, una experiencia común de ser explotado y perseguido por ser inmigrante, y con tradiciones de solidaridad más fuertes que las acostumbradas en los Estados Unidos. B. Los sectores focales 1. México: Comercio informal

En México, según el INEGI (la oficina de estadística del país), en el 2003, existían en el país 1,635,843 vendedores ambulantes, casi 53% más de los que existían en 1995. Actualmente, de acuerdo con datos de la ENOE en el segundo trimestre del 2012 el total de vendedores ambulantes a nivel nacional fue de 2,197,414, que corresponde a 4.54% del conjunto de la Población ocupada. Vale destacar que en la gran mayoría de los comerciantes de vía pública, de acuerdo con datos de la ENAMIN (2008), la motivación principal para la inserción laboral a su ocupación fue, precisamente, la de buscar un complemento o una fuente alternativa de ingreso familiar con la cual satisfacer sus necesidades económicas y las de sus familias, esto fue en un porcentaje del 32.22%. Lo cual supera motivaciones de otra índole como la herencia ocupacional (8%) o la intención de trabajar de forma independiente (7.44%). En cuanto a sus condiciones de trabajo la mayoría de estos trabajadores, es decir alrededor del 37.8%, tiene un ingreso mensual de 2700 pesos (216 dólares). Con relación a la Jornada laboral, los vendedores ambulantes poseen un horario de trabajo variable, aunque predominan aquellos que realizan su actividad a la semana utilizando de 16 a 34 horas, es decir el 31.5%. En el caso de la seguridad social, la gran mayoría de quienes venden en la calle, el 99.43%, no cuenta con servicio médico por ser trabajadores. Dentro del conjunto de vendedores ambulantes, aunque la mayor parte son trabajadores por cuenta propia, el 77.83%, también existen trabajadores asalariados, que corresponde al 18.77%, y dueños de negocios que emplean trabajadores, aunque representan un porcentaje mínimo del total de vendedores, o sea el 3.40%. En cuanto al nivel educativo los vendedores ambulantes poseen en promedio educación secundaria. Del total de trabajadores que laboran en la venta ambulante el 62% pertenecen al género femenino, en tanto que el 38% corresponde al masculino. Los vendedores ambulantes, aunque en su mayoría se encuentran organizados, las asociaciones a las que pertenecen no son de tipo sindical sino de carácter civil, por esto el 99.76% niega estar constituidos en sindicatos y su número cambia con frecuencia sin que haya un censo de estas en el nivel nacional, en cambio se sabe de su número en espacios más concretos como el centro histórico de la ciudad de México.

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Como se trata de trabajadores que utilizan los espacios públicos para trabajar, los conflictos principales son con las autoridades en diferentes niveles de gobierno, seguidas de las fricciones con otras organizaciones semejantes por esos mismos espacios. A pesar de varios intentos por regular o prohibir la venta callejera, lo cierto es que en el D.F. no existe una ley que regule la actividad de comercio en la Vía Pública, que involucra el uso y destino de los bienes de dominio público de uso común, el uso del suelo, el tipo de actividades permitidas, las condiciones en las que pueden operar, así como las acciones en caso de que no se cumpla lo estipulado en la ley. Esta falta de regulación ha presionado a los vendedores a organizarse y a vincularse con gobiernos y partidos políticos. Sin embargo estas relaciones se han caracterizado por su debilidad puesto que no hay marco legal propiamente que abarque la complejidad del fenómeno. El corporativismo entre estas organizaciones civiles de ambulantes y los gobiernos en turno ha estado vigente. Tradicionalmente, el comercio callejero de la ciudad de México se ha vinculado con el PRI como una forma de clientelismo en la cual a las organizaciones de vendedores se les permitió formar mercados a cambio de su apoyo y activismo a favor de funcionarios y políticos de aquel partido, desde que el PRD ganó el gobierno de la ciudad de México en 1997, apareció un corporativismo perredista (Castro Nieto, 1990: 63). De acuerdo con Gisela Zaremberg (2005) una vez llegado al poder el Partido de la Revolución Democrática (PRD), estimuló una creciente fragmentación de los grandes liderazgos monopólicos de los vendedores ambulantes (que estaban afiliados al Partido Revolucionario Institucional (PRI)), lo que aumentó la competitividad entre los líderes, llevándolos a promover diferentes formas de adhesión y legitimación de sus cargos, que incluyeron desde la protección social hasta las actividades culturales. De acuerdo con esta misma autora, la nueva situación propició la creación de un amplio número de organizaciones pequeñas, constituidas formalmente en Asociaciones Civiles. Fragmentación que a su vez aumentó las presiones competitivas en el entorno organizacional de las agrupaciones, que ha motivado el que los líderes atenúen sus prácticas instrumentalistas y despóticas, reemplazándolos por un estilo proteccionista distribuidor de beneficios sociales y culturales complementarios a la mera garantía del espacio de venta. Y un hecho también relevante es que, a partir de la ofensiva gubernamental contra vendedores ambulantes y tianguistas, los líderes han optado por extender los lazos de sus organizaciones con otras que representan igualmente trabajadores ‘informales’ como taxistas y microbuseros (en México estos trabajadores trabajan a destajo y no tienen seguridad social). De todo el conjunto de organizaciones gremiales una parte relevante se encuentra a su vez aglutinada en federaciones dentro de las que destacan por el grado de activismo político el Frente Nacional de Comercio Informal (FNCI), dirigido por David Arévalo y Fuerza del Comercio (FC), dirigido por José Sánchez Juárez. El primero forma parte del PRI y ha llevado a cabo diversas movilizaciones a partir de la llegada del PRD al gobierno capitalino. En general, las demandas que han motivado las acciones de estas agrupaciones representan una forma de respuesta ante las medidas implementadas por el gobierno capitalino de confiscar la mercancía de los comerciantes, desalojarlos o intentar concretar un ordenamiento, sin que se incluyan demandas con respecto al mejoramiento de sus condiciones de trabajo. Es decir, son acciones de carácter reactivo que buscan aprovechar la coyuntura propiciada por la propia acción gubernamental para hacerse notar públicamente y mostrarse con relativa capacidad de fuerza y movilización. Esta dinámica, empero, si ha permitido que se concreten negociaciones entre la autoridad y las Organizaciones con el objetivo de que los espacios controlados por ellas se mantengan sin alteración alguna.

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En términos de la toma de decisiones, legitimidad, representatividad de las organizaciones de vendedores ambulantes, estas van de las francamente gangsteriles, pasando por aquellas que funcionan como negocio de los líderes a partir de las cuotas que cobran a los ambulantes, a las clientelistas en función de apoyos a gobernantes y partidos y escasas organizaciones democráticas. En general no se vinculan con ni toman la forma de sindicatos. 2. Estados Unidos de América: Trabajo jornalero urbano El trabajo jornalero urbano, “day labor” en inglés, refiere en los Estados Unidos a personas que buscan empleo en mercados de trabajo al aire libre, en calles y cruceros con mucho tráfico, delante de tiendas dedicadas a productos para el hogar (como Home Depot), y otros espacios públicos. Estos jornaleros usualmente consiguen empleos de corto plazo como tareas de jardinería, pintura, demolición, y otras formas de trabajo manual, sobre todo en la construcción residencial. Según el Estudio Nacional de Trabajo Jornalero, trabajo jornalero es un fenómeno nacional, causado por la búsqueda de mayor flexibilidad laboral en el mercado de trabajo. El fenómeno ha crecido particularmente en el sector de construcción, donde los empleadores han incrementado la utilización de trabajadores “contingentes” contratados para proyectos de corto plazo, para trabajar solamente para el período requerido para el proyecto. Los aumentos en el ritmo de inmigración también han impulsado el crecimiento del mercado para trabajo jornalero, en el cual la mayoría de trabajadores son migrantes latinoamericanos, y tres cuartos son indocumentados (Valenzuela, et al. 2006). Mientras los jornaleros están excluidos de muchos derechos y privilegios como trabajadores, y son especialmente vulnerables debido a su estado indocumentado, participan en una parte crítica de los mercados de trabajo competitivos que subyacen en el crecimiento del sector de construcción residencial (Theodore 2010). Con el transcurso de las últimas tres décadas la densidad sindical en el sector de construcción ha decaído de aproximadamente 40% a menos de 15%, dejando sin presencia ni influencia sindical secciones grandes del sector, particularmente la sección residencial que representa a alrededor de la mitad del sector. Consecuencia del declive en densidad sindical ha sido una presión hacia abajo en los salarios y estándares de trabajo. Además, el sector se ha reorganizado: los trabajadores sindicalizados se han reubicado a secciones de construcción donde se paga más, y empleadores han re-arreglado el empleo para aumentar flexibilidad y disminuir los costos. El resultado ha sido una dependencia cada vez más estructural del sector de construcción residencial en los jornaleros que trabajan de forma informal, contingente, y sin sindicato (Theodore 2010). La Encuesta Nacional de Trabajo Jornalero descubrió que los jornaleros urbanos ganan un salario mediano de $10.00 por hora. Este promedio se puede comparar con el salario de $12.23/hora, promedio ganado por todos trabajadores en el sector de construcción residencial (US Bureau of Labor Statistics 2013). Sin embargo, como para jornaleros el empleo es inestable e inseguro, sus salarios por mes son volátiles, y los ingresos anuales casi nunca rebasan los $15,000, dejando a la mayoría de los jornaleros debajo de la canasta básica que en los EUA se llama “línea de pobreza,” “poverty line” (Valenzuela, et al. 2006). Además, una encuesta New York-Los Ángeles-Chicago de más de 4,000 trabajadores de bajo salario halló que trabajadores en el sector de construcción residencial representan 13% de los que experimentaron violaciones de la ley del salario mínimo (Bernhardt et al. 2009). Bernhardt, et al., también concluyeron que trabajadores nacidos en el extranjero experimentaron violaciones de la ley salarial con probabilidad mayor (31%) que los trabajadores nativos (16%). Para poner los jornaleros en este contexto, Valenzuela, et al., (2006) estimaron que 75% fueron migrantes indocumentados, con la mayoría nacidos en México (59%) y Centroamérica (28%).

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No discutimos aquí la historia de las organizaciones de jornaleros porque incorporamos esta historia en nuestros estudios de caso, que explican la única federación de grupos de jornaleros estadounidenses, y unos grupos fundadores del movimiento nacional. Sin embargo, vale mencionar que hay investigaciones importantes sobre esta historia (Dziembowska 2010, Narro 2009, Theodore 2010). III. Métodos

Nuestra unidad de análisis es el estudio de caso organizacional. Cada de las cinco

organizaciones en la muestra es asociación civil. En México, hicimos estudios de caso en profundidad de dos organizaciones del comercio informal, el Frente Nacional del Comercio Informal (FNCI) y la Asociación Nacional de Artesanos de Coyoacán (ANAC), ambos con sede en la Ciudad de México, D.F.. En estos dos casos, entrevistamos a líderes y miembros de las organizaciones, y observamos los lugares de venta, así como asambleas y manifestaciones. En los EUA, hicimos estudios de caso más limitados de tres organizaciones: la Red Nacional de Organización de Jornaleros Urbanos (NDLON por sus siglas en inglés), una coalición de alrededor de 30 organizaciones en 22 estados de la nación, y dos organizaciones miembros de NDLON en Los Ángeles, El Instituto de Educación Popular del Sur de California (IDEPSCA) y el Centro de Recursos para Centroamericanos (CARECEN). IDEPSCA y CARECEN manejan varios programas sociales de los cuales el programa de organizar a jornaleros urbanos es solamente uno; en contraste, NDLON tiene un enfoque especializado. Las tres organizaciones trabajan en dos niveles: intervienen en la política pública municipal, estatal, y federal, pero también operan centros de búsqueda de empleo que sirven a colonias específicas. (Vale aclarar que estos centros son un concepto distinto de los centros de trabajadores, término que se aplica a la organización entera, es decir IDEPSCA y CARECEN son centros de trabajadores para jornaleros que dirigen centros de empleo para jornaleros; utilizamos “centro de trabajadores” para el primero, “centro” o “centro jornalero” para el segundo. También utilizamos la forma corta “jornalero” en vez de “jornalero urbano.”) En los casos estadounidenses entrevistamos a líderes a los dos niveles, observamos el funcionamiento normal de los centros (tres en IDEPSCA, uno cada de los otros dos casos), y salvo en el caso de CARECEN observamos eventos especiales (asamblea, fiesta, taller, clases de inglés, conferencia de prensa). No tuvimos la oportunidad de entrevistar a parte a trabajadores miembros de las organizaciones, pero observamos la participación de trabajadores en los centros y en los actos especiales. Entonces en total observamos tres niveles de organización en los casos estadounidenses: la red nacional, las organizaciones miembros de la red, y los centros individuales que manejan la red y las organizaciones. Además de los estudios de caso nacionales, organizamos, conducimos, y observamos dos reuniones binacionales (2-3 horas) de líderes de estas organizaciones y de unas organizaciones adicionales de vendedores ambulantes de Los Ángeles. La primera reunión se condujo de manera remota por Skype, y la segunda de manera presencial en un centro jornalero en Los Ángeles. Participaron en ambos los jefes de las dos organizaciones mexicanas, FNCI y ANAC, y entre las dos reuniones hubo participación del Director de CARECEN, de los Directores de los programas de jornaleros de IDEPSCA y CARECEN, y de varios jornaleros miembros de estas dos organizaciones. Los líderes del FNCI y ANAC también visitaron la oficina de NDLON (la red nacional) y un centro operado por lo mismo, donde intercambiaron ideas y preguntas con la plantilla y los trabajadores presentes. Complementamos estas observaciones directas con revisión de la literatura académica sobre los dos movimientos, artículos seleccionados en los medios masivos, y de documentos de las organizaciones. En los resultados del trabajo de campo, no identificamos a la persona específica que fue fuente de uno u

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otro dicho, para mantener una confidencialidad parcial. Cuando no citamos una fuente específica para un hecho, viene de las entrevistas y observaciones. IV. Hallazgos Presentamos los hallazgos en siete categorías: (A) Resúmenes breves de la historia de cada organización, (B) Los niveles de organización en cada de las dos combinaciones país-sector, (C) Terrenos de actividad, (D) Estrategias, (E) Alianzas principales, (F) Modelos organizativos, y (G) Los cambios más significativos en sus ambientes, y como han reaccionado ante estos. A. Historias breves de las organizaciones Vamos a discutir con mucha más detalle las experiencias de las organizaciones, aquí nada más introduciremos a las organizaciones de manera básica. La Organización del Frente Nacional de Comercio Informal (FNCI) fue creada en el año de 2004 por el dirigente de los comerciantes ambulantes de las Plazas comerciales de San Antonio Abad 1 y 2, ubicadas en la periferia del Centro Histórico de la Ciudad de México, David Arévalo Méndez. Con una trayectoria organizativa que se inició con los vendedores ambulantes del interior del sistema metropolitano de transporte (METRO), mejor conocidos como vagoneros, así como con el contingente de comerciantes que se dedica a expender ropa de segunda mano de origen norteamericana1. El dirigente David Arévalo decidió impulsar la conformación de un frente organizativo con el fin de aglutinar diferentes organizaciones gremiales y sociales, pero no exclusivamente referidas al comercio informal, aunque la base del FNCI sí lo constituye el contingente de comerciantes ambulantes, no sólo de las Plazas antes referidas sino en general de comerciantes que se dedican a la venta de este tipo de mercancía en los diferentes tianguis (mercados de calle semanales que duran un día en cada sitio) que se colocan en distintos puntos de la ciudad de México. El FNCI tiene afiliados fuera del Distrito Federal en el Estado de México y el estado de Puebla. Pero la afiliación es puramente formal, en el sentido que estas organizaciones no participan en la dinámica de la federación. Los objetivos del FNCI han sido defender el derecho de vender en los espacios públicos, y obtener para sus miembros unos servicios y recursos de apoyo de parte de la autoridad pública. Hasta la fecha el FNCI y su dirigencia se han conducido de tal forma que mantienen una línea de consecución de objetivos favorable. La Asociación Nacional de Artesanos de Coyoacán (ANAC) es una organización de escala menor, la que reúne solamente comerciantes artesanos del centro histórico de la Delegación Coyoacán en el D.F. La ANAC surge como un desprendimiento (uno de varios) de la primera organización de comerciantes artesanos de Coyoacán propiamente dicha y legalmente constituida, la ANAURMAC2, a mediados de los años noventa. La ANAC en el periodo en que subsistió el Tianguis de Artesanías obtuvo diferentes logros para sus agremiados, sobre todo defender el espacio de trabajo de sus integrantes de la intención tanto de otras organizaciones de comerciantes por adueñarse de este, como de la autoridad para desalojarlos del mismo. La pelea más intensa resultó en 2008 cuando se desalojó a todos los comerciantes.

1 Esta Plaza es el mayor centro comercial que ofrece ropa de segunda mano en el D.F., conocida como “ropa de paca” porque la forma en que se distribuye para su venta es precisamente por medio de pacas o bultos. Es en este lugar donde asiste la mayor parte de comerciantes que expenden ese tipo de producto en los tianguis de la ciudad de México y de la zona metropolitana 2 Asociación Nacional de Artesanos Urbanos de la República Mexicana Asociación Civil, la cual tenía presencia en los lugares más importantes de venta de artesanías urbanas en la Ciudad de México a principios de los años ochenta.

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Después de un año de lucha fuerte, ANAC y otras organizaciones comerciales ganaron el derecho de ocupar un sitio cerrado ofrecido por el gobierno, pero siguieron reclamando el derecho de vender otra vez en la plaza. Ahora, después de cinco años de resistencia, la organización se encuentra debilitada, los vendedores se quedaron en un edificio cerrado de Mercado (sin certeza de tener el espacio en el largo plazo), y la ANAC está al punto de aceptar esta solución. El Instituto de Educación Popular del Sur de California (IDEPSCA) tuvo su origen en Los Ángeles en 1984 como organización de educación popular, al principio entre migrantes centroamericanos (principalmente salvadoreños) que huyeron de las guerras civiles de aquella época (IDEPSCA 2013). Luego IDEPSCA se extendió a incluir a migrantes de otros países latinoamericanos, sobre todo México. Lanzó su trabajo con jornaleros unos años más tarde, y en 1992 abrió su primero centro de jornaleros, en Pasadena, un suburbio de Los Ángeles (Calderón, Foster, y Rodríguez 2005). Empezó un proceso de colaboración con otra asociación civil, la Coalición para la Reforma Migratoria Humana de Los Ángeles (CHIRLA), y el Ayuntamiento de Los Ángeles para abrir más centros. Vale mencionar que fue CHIRLA, otra organización fundada por centroamericanos, que inició, en 1988, la primera campaña para los derechos de jornaleros urbanos, ganó por parte del Ayuntamiento el establecimiento del primer centro jornalero en los EUA, en 1989, y luego abrió más centros, pero luego el Ayuntamiento cambió los contratos para manejar los centros a IDEPSCA y CARECEN (Dziembowska 2010, Narro 2009). En el punto cumbre IDEPSCA manejó seis centros, pero con los recortes gubernamentales recientes, hoy en día operan cuatro. CARECEN, el Centro de Recursos para Centroamericanos, se fundó por un grupo de refugiados salvadoreños como centro de servicios y organización para centroamericanos en Los Ángeles, y se certificó como asociación civil en 1983. Como IDEPSCA, maneja varios programas, además de la organización de jornaleros urbanos. Comenzó de hacer trabajo organizativo con jornaleros en 1988 (CARECEN 2013). Ha operado varios centros jornaleros (inclusive del centro en Pasadena que visitamos, ahora operado directamente por NDLON), pero al momento que escribimos tiene solamente uno, en Pico-Unión, una colonia centroamericana, cerca de la oficina de CARECEN. La Red Nacional de Organización de Jornaleros Urbanos (NDLON) surgió como coalición de un proceso de incubación en Los Ángeles. Varias organizaciones (CHIRLA, IDEPSCA, CARECEN) empezaron a coordinar sus esfuerzos en los años noventa; en 1999-2000 IDEPSCA condujo una escuela de liderazgo que atrajo participantes de organizaciones de hasta la costa Atlántica. En 2001 se formó NDLON como red nacional, inicialmente bajo la licencia de asociación civil de CHIRLA, y por fin se incorporó como asociación civil en 2008 (Dziembowska 2010). En cada paso de esta evolución, los vínculos entre líderes salvadoreños desempeñaron un papel vital, y de hecho el salvadoreño Pablo Alvarado fue co-fundador de IDEPSCA, organizador de jornaleros para CHIRLA, y el director fundador y actual de NDLON. Es decir, las organizaciones miembros de NDLON están abiertas a jornaleros de cualquier nacionalidad o etnicidad. NDLON ha coordinado luchas en todos niveles hasta el federal por el reclamo de derechos para jornaleros. Todavía tiene su sede en Los Ángeles.

B. Niveles de organización La morfología de estas organizaciones es muy parecida en los dos países, aunque sirven a grupos distintos. En las organizaciones del comercio informal mexicano, existen tres niveles de organización. La unidad básica es la organización en un lugar específico, como una plaza. Encima de esta, hay agrupaciones al nivel de un giro particular dentro del comercio (en un área geográfica

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determinada): por ejemplo en el caso del FNCI, asociaciones de vagoneros, tianguistas de ropa usada, etc. Y como organización pico, hay federaciones, como lo que es el Frente. Respecto a las organizaciones de jornaleros estadounidenses, otra vez hay tres niveles significativos. La unidad básica es el centro jornalero individual, o también la esquina donde se congregan los jornaleros sin centro físico. Hay entonces organizaciones, como IDEPSCA y CARECEN, que pueden abarcar varios centros y esquinas en adición a otros programas y líneas de trabajo. De lo que sabemos, no existen organizaciones distintas por rama de trabajo diario, de hecho los centros que observamos incluyen a trabajadores de construcción (principalmente hombres), trabajo doméstico (principalmente mujeres), y limpieza (ambos). Al nivel superior, existe una sola federación, la Red Nacional (NDLON), aunque existen también unos centros afuera de la NDLON, por ejemplo dos centros que opera el Instituto de Política Pública para Jóvenes (YPI) en Los Ángeles (YPI 2013). C. Terrenos de acción En ambos casos hay cuatro terrenos de acción, con elementos comunes pero con aspectos de énfasis distintos. El terreno principal de acción entre ambos grupos, lo que en cierto sentido define la identidad de las organizaciones, es defender los derechos fundamentales de los trabajadores en cuestión. El derecho más básico es precisamente el derecho de ejercer su oficio en el espacio público. Tanto el FNCI como la ANAC han crecido y madurado en luchas para defender este derecho ante el gobierno y la policía, dado que las leyes del Distrito Federal ni dan ni prohíben explícitamente el derecho de vender en la vía pública. En los Estados Unidos a fines de los años ochenta, en contragolpe a la congregación de migrantes en esquinas para solicitar trabajo, varios municipios en el sur de California empezaron a adoptar leyes para prohibir la solicitud de trabajo en lugares públicos. Organizaciones como IDEPSCA, CARECEN, y CHIRLA prosiguieron una estrategia triple—de procesos legales, negociaciones, y protesta—para cambiar estas políticas. Pero la situación de los jornaleros urbanos dictó otras líneas de acción en defensa de derechos. Como los jornaleros son empleados y no empresarios, IDEPSCA y CARECEN dedican mucho tiempo a reclamar para trabajadores individuales (o para grupos que trabajaron para el mismo patrón) los derechos básicos bajo las leyes laborales vigentes: pago de sueldo (a veces los empleadores dejan de pagarlo), un sueldo que conforme al salario mínimo, y el premio para trabajar horas extras. Otro asunto que a veces ha dominado la atención de las organizaciones de jornaleros urbanos en los Estados Unidos es lo de los derechos migratorios y la reforma migratoria. CHIRLA inició su organización de jornaleros por medio de asistencia a trabajadores para obtener la amnistía migratoria luego de la Ley de Reforma y Control Migratorio de 1986. En 2005, la propuesta de ley Sensenbrenner, que hubiera intensificado la represión contra los migrantes indocumentados, contuvo clausulas dirigidas directamente contra jornaleros, y en los años siguientes hubo ataques de grupos anti-migrante como los Minutemen, y leyes estatales, empezando en Arizona, para mandar la policía local a ejecutar la ley federal de migración. La administración Bush (2001-08) empezó una política de redadas dirigidas a lugares de trabajo, y la administración Obama (2009-presente) ha intensificado las redadas y ha generalizado la integración de policías locales en la imposición de ley federal migratoria bajo un programa llamado Comunidades Seguras. En reacción, los grupos y sobre todo NDLON han girado hacia defender los derechos migratorios de los jornaleros y exigir una reforma migratoria; según Fine (de próxima aparición) NDLON ahora pone primera prioridad en reforma migratoria. Segundo terreno de acción es ayudar la superación económica de los trabajadores informales. Aquí hay una divergencia entre los dos sectores en los dos países. Para los vendedores ambulantes, el principal

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instrumento económico es restringir la oferta, por evitar que se genere un superávit de vendedores (por medio de negociación, petición de las autoridades, o confrontación directa). En los Estados Unidos es una práctica central de los sindicatos de construcción, pero las organizaciones de jornaleros, quienes también trabajan en la construcción, han elegido el no restringir la oferta de los jornaleros que compiten por aceptar estándares inferiores (Fine, 2007 y de próxima aparición). De hecho Calderón, Foster, y Rodríguez (2005) cuentan de una lucha exitosa, en un centro en la ciudad de Pomona, para abandonaron una política de restricción de competencia y los líderes abogaron por la estrategia de convivencia con competidores y libre movimiento de los trabajadores entre el centro y los alrededores donde se contratan trabajadores fuera de la revisión del centro. Aunque los centros jornaleros, y las esquinas organizadas no buscan de manera forzada limitar la competencia, tratan de ganar el acuerdo de los trabajadores en una esquina o estacionamiento para exigir un sueldo prescrito. Además, las organizaciones inviertan mucho esfuerzo en competir de otra manera. Ofrecen al cliente una garantía de calidad, prohíben el consumo de alcohol o drogas, y en intercambio piden un sueldo establecido para tareas definidas e información de contacto del cliente en caso de cualquier problema con la compensación. Anuncian la disponibilidad de sus trabajadores por afiches, anuncios en la prensa, o por servicios de internet. Ofrecen clases de inglés, capacitación en métodos construcción, y clases de seguridad ocupacional y derechos laborales y civiles para posibilitar su avance en el trabajo. En términos relativos IDEPSCA dirige más esfuerzos en estrategias económicas, CARECEN en estrategias políticas—pero las dos organizaciones se dedican a ambas. La tercera área de acción es proveer servicios auxiliares. El FNCI ha obtenido del gobierno del DF ayuda para sus trabajadores en términos de alojamiento, educación, y actividades deportivas. El proceso organizativo de jornaleros de CHIRLA y luego NDLON ha incluido una liga de futbol, un teatro, y un grupo musical. IDEPSCA y CARECEN dan a los jornaleros participantes servicios de salud, consejo personal y familiar, y alimentos básicos. Cuarto y final, y aquí otra vez hay divergencias significativas, algunos de los grupos desarrollan el liderazgo de los miembros como actividad importante. Las dos organizaciones mexicanas de vendedores siguen caminos distintos. La ANAC privilegia la participación en asambleas, programa regularmente el aprendizaje en técnicas de participación y facilitación, y rota los puestos de dirección en la organización. El FNCI, en contraste, deriva su fuerza como organización de la influencia y las conexiones de su líder máximo, y la unidad y disciplina de los miembros, entonces el liderazgo se mantiene más o menos concentrado. Entre las organizaciones jornaleros en los EUA, todos los sujetos de nuestros estudios de caso buscan impulsar la participación de la membresía en decisiones, pero hay grados distintos de cultivar y enseñar el liderazgo. Al nivel de las organizaciones enteras, IDEPSCA quizás invierta más que las otras en esta línea de trabajo (con más asambleas generales y talleres, y pedagogía de educación popular)—los miembros aún se llaman “IDEPSCOs”. Mientras al nivel del centro CARECEN parece haber cultivado un comité más activo de trabajadores miembros. La plantilla del centro CARECEN atribuyen el nivel de compromiso de su membresía a la alta concentración de centroamericanos, quienes tienen una tradición más fuerte de política progresista y participación amplia. Para resumir, todas las organizaciones ejercen una combinación de defensa de derechos, mejoramiento de la situación económica de los trabajadores, provisión de servicios, y en algunos casos desarrollo de líderes nuevos. Por motivos de su ubicación en lugares públicos, priorizan la defensa de derechos, sobre todo el derecho de ejercer su profesión. Pero en el caso estadounidense, la situación de empleo de los jornaleros y su estado migratorio implican que, habiendo ganado el derecho de solicitar trabajo, se da

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más importancia a los derechos laborales, los derechos del migrante, y la lucha para una reforma migratoria justa. D. Estrategias Los gremios de comerciantes informales mexicanos funcionan en parte como gremio de propietarios, aunque el trabajo en la calle involucra fundamentalmente al propietario que trabaja, algunos miembros de su familia generalmente no remunerados y algunos asalariados auxiliares del dueño del negocio. Sin embargo, el eje central es el trabajo de vender no los intereses de propietario, empezando porque no es el propietario del espacio de venta, y que ocupa un lugar precario en la economía y el territorio de la ciudad. Además a veces se considera un trabajador y su lucha es por el derecho al trabajo. Este fenómeno no es universal, y depende en parte de la ideología de la organización. En todo caso, hay solamente una minoría de vendedores ambulantes pequeñoburgueses para los que lo fundamental es la propiedad de varios puestos trabajados por asalariados. En esta medida, los movimientos de vendedores ambulantes del tipo predominante deben ser considerados como de trabajadores no asalariados por el derecho a poder trabajar. El eje central de la estrategia es la negociación con la autoridad pública. El FNCI y la ANAC igualmente procuran negociar el derecho de vender y de obtener servicios. Utilizan herramientas distintas en el proceso de negociación. En el caso del FNCI, la organización aglutina una población bastante grande y tiene líderes, particularmente David Arévalo, sofisticados en el trueque electoral con los partidos y con políticos individuales, entonces el apoyo electoral es su mayor valor a jugar. Utiliza también los contactos con los medios masivos, y a veces la protesta. En cambio, la ANAC depende más de la protesta, y en mostrar su legitimidad como grupo de artesanos y avergonzar a las autoridades. Las organizaciones jornaleras de Los Ángeles utilizan un portafolio más amplio de estrategias, lo que investigadores han caracterizado como una combinación de intermediario laboral, sindicato, y organización comunitaria (Fine 2007, Theodore 2009, 2010). Como intermediarios (agencias de trabajadores temporales, instituciones de entrenamiento), sirven el trabajador para buscarles empleo, por regularizar y transparentar la distribución de los empleos entre solicitantes, por ayudar en la adquisición de capacidades nuevas, y por formalizar el contrato en términos de salario y tareas requeridas. Pero también como intermediarios, sirven a los empleadores para seleccionar trabajadores capacitados y capaces, y por mantener una oferta predecible de mano de obra. Como sindicato, tratan de elevar los salarios y otros estándares de empleo, y defienden los derechos de los jornaleros. Pero los paralelos con las organizaciones comunitarias son tal vez el aspecto del mayor interés. Dziembowska (2010), Narro (2010), y Theodore (2009) explican el éxito de las asociaciones de jornaleros por dos elementos con raíces en movimientos comunitarios en vez de otros modelos organizativos. Primero, las organizaciones empezaron por utilizar, y siguen utilizando, técnicas de educación popular para involucrar a los jornaleros y fomentar un sentido de ser dueños de las organizaciones, cultivando una lealtad que excede un nivel instrumental. Entonces, el desarrollo de liderazgo al cual referimos antes es un aspecto fundador y medular de estas organizaciones. Segundo, desde el principio, al nivel del vecindario donde hay centro o esquina activa, la práctica común ha sido mantener un diálogo continuo con todo actor con interés en la situación (inclusive de dueños de empresas), lo que se transforma en negociación cuando surgen elementos de conflicto. Además de educación popular y diálogo multilateral, los grupos de jornaleros utilizan una variedad de otras estrategias. Han utilizado mucho la litigación, por ejemplo cooperar con el Fondo Mexicano-American de Defensa Legal (MALDEF) para impugnar (con mucho éxito) las leyes municipales contra la

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solicitación de trabajo en público, o interponer demandas legales para salarios no pagados (Cummings 2011). Prosiguen también a veces cambios legislativos. Al nivel local, por ejemplo, ganaron una ordenanza que manda a las grandes tiendas de mejoras al hogar (principalmente Home Depot) de establecer un centro jornalero en su parqueo. En el nivel nacional, el ejemplo mayor es la reforma migratoria: impedir leyes como la propuesta punitiva de Sensenbrenner, y ganar una reforma simpática a las necesidades de los migrantes y en particular los jornaleros. Para presionar para cambios legislativos, o para cambios en normas y prácticas administrativas y policiales, utilizan como los grupos de comerciantes mexicanas la protesta y, la negociación, y el diálogo. La negociación se utiliza sobre todo al nivel del municipio, por ejemplo para obtener permiso para quedarse en un lugar o conseguir recursos para abrir un centro o proveer servicios. El diálogo, otra vez, se utiliza sobre todo al nivel del vecindario. E. Alianzas Las alianzas se conforman en los niveles organizacionales, y corresponden a las estrategias principales. En el FNCI, debido a su estructura más vertical, con el poder de negociación concentrado en la cima del grupo, las alianzas—con políticos, partidos, periodistas, y otras organizaciones—también se concentran en los niveles superiores de la organización. La ANAC no tiene el mismo ámbito ni la misma concentración del poder, entonces forma alianzas horizontales con organizaciones pares. En ningún caso hay alianzas con sindicatos, porque en México los sindicatos solamente organizan a trabajadores formales (aunque hay casos excepcionales, como el Frente Auténtico de Trabajo, que extienden la organización a cuentapropistas). Entre los gremios de jornaleros urbanos en los Estados Unidos, los tres distintos niveles de organizaciones forman alianzas distintas. Al nivel federativo, la red NDLON tiene como sus aliados más importantes la organización de defensa de derechos civiles MALDEF y la federación sindical principal en el país, AFL-CIO (hubo antes una alianza también fuerte con la segunda federación, Cambiar para Ganar [Change to Win, CTW], pero el sindicato que formaba el puente entre NDLON y CTW, el Sindicato Internacional Norteamericano de los Peones de Construcción [LIUNA] se mudó de CTW a la AFL-CIO). La alianza con MALDEF sigue naturalmente de la estrategia de litigación, pero el ejemplo del AFL vale más explicación, sobre todo en el contexto de la falta de conexión en México. Al principio los centros de trabajadores y los sindicatos en Los Ángeles se vieron con sospecha (Milkman 2010), y aún hay muchas dificultades en las relaciones de cooperación entre las dos partes (Fine, 2007 y de próxima aparición). Por ejemplo el Sindicato de los Peones está acostumbrado, como todo sindicato, a excluir no-miembros de sus sitios de trabajo, pero como ya explicamos, las organizaciones jornaleros adoptan un principio de no-exclusión, lo que ha dificultado el funcionamiento de unas organizaciones locales compartidas por los dos socios. Pero, en medio de estas fuerzas poco propias a una alianza, se han concluido una serie de acuerdos, con culminación en el acuerdo de cooperación NDLON-AFL-CIO en 2006. Un líder del movimiento jornalero explicó que el motivo para los lazos fue, y representan, crisis existenciales para las dos organizaciones. Para la AFL-CIO y sus sindicatos miembros, la crisis es la pérdida de miembros (un problema particularmente agudo para el Sindicato de Peones cuyos miembros tienen un oficio que demanda menos preparación) y la salida en 2005 de los sindicatos más activos en organizar nuevos miembros para formar, Cambiar para Ganar. Para NDLON, la crisis fue la propuesta de ley Sensenbrenner y la amenaza de leyes anti-inmigrantes y anti-jornaleros. En el acuerdo, NDLON ganó acceso a recursos políticos y financieros masivos, y la AFL-CIO adquirió un afiliado en proceso de organizar a un grupo importante que los sindicatos no han podido reclutar.

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Al nivel de la organización jornalera individual, forman alianzas con políticos municipales y otros grupos pro-inmigrantes, además de grupos que pueden ofrecer pericia especializada, como abogados. Por ejemplo en una coalición para diseñar e implementar una ley contra robo de salario (el no pago del salario por el cliente) o proveedores de servicios de salud. Al nivel del centro, el cuadro principal de alianzas es el diálogo multilateral con sus vecinos. F. Modelos El comercio informal mexicano tiene tres modelos principales de organización. El primero consiste en organizaciones francamente gansteriles, en las cuales la relación de la organización a sus miembros es más extorsión que apoyo. El segundo modelo, muy común, es el clientelismo. El FNCI ejerce una forma de clientelismo muy productivo en términos de logros para sus miembros con un intercambio de promesas de votos y apoyo en campañas políticas, por adopción de políticas favorables a la membresía. El tercer modelo es de organizaciones democráticas, como la que es la ANAC. La ANAC tiene compromiso de dar voz a sus miembros, sin dictar una afiliación partidaria, de hecho los líderes de la ANAC son críticos de todos los partidos. Asociaciones democráticas como la ANAC son poco comunes. De lo que sabemos, las organizaciones jornaleras en los EUA se confinan en los últimos dos modelos. Los grupos que estudiamos todos son democráticos aunque, como mencionamos en la sección sobre terrenos de acción, hay variaciones en el grado de desarrollo de liderazgo. Todos participan en comicios con participación más o menos activa de los miembros. Pero estas organizaciones no agotan la variedad de tipos de organizaciones jornaleras estadounidenses. Un líder en el movimiento comentó que hay dos modelos de tales organizaciones: el modelo de empoderamiento que utilizan todas las organizaciones en el estudio de caso, y el modelo de proveedor de servicios. Según esta fuente, el modelo servicios es más vertical y conforma al modelo de ONG convencional de servicios sociales. El mismo afirmó que los grupos afiliados con NDLON siguen el modelo empoderamiento. Presumimos que en Los Ángeles el Instituto de Política Pública para Jóvenes (YPI), operador de dos centros, tal vez se puede clasificar bajo el modelo servicios. G. Como responden a cambios en el ambiente Las organizaciones que estudiamos han experimentado cambios masivos en sus ambientes. Lo que nos interesa es su capacidad y disposición a reaccionar y adaptarse frente a estos cambios. En el plano político, el cambio más significativo que encontró el FNCI fue el cambio del gobierno del Distrito Federal del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al Partido de la Revolución Democrática (PRD) en 1997, con el inicio de elecciones en esta entidad. Como la gran mayoría de organizaciones populares en México, el FNCI tenía una relación simbiótica, y fuertemente clientelista con el PRI durante muchas décadas de gobierno unipartidario. Pero el FNCI se mostró muy pragmático ante esta evolución de la política capitalina, y ha negociado exitosamente con los gobiernos del PRD, aún luego de apoyar a sus rivales en las elecciones. Otro desafío para ambas organizaciones llegó en 2008 con una política intensificada de preservar los centros históricos (el propio Centro Histórico de la Ciudad de México, y el centro de Coyoacán). Otra vez el FNCI adaptó su estrategia y consiguió permanecer en el centro; para la ANAC ha sido más difícil y parece que su tregua con las autoridades implica aceptar el espacio cerrado ofrecido como alternativa a su lugar acostumbrado. Para los organizadores de jornaleros en los Estados Unidos, el reto político más formidable ha sido el endurecimiento de la persecución de los once millones de inmigrantes indocumentados en el país, junto

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con el atraso de cualquier reforma migratoria más progresista—lo que describimos antes como una amenaza existencial al movimiento jornalero. Este cambio golpeó primero al nivel estatal, en Arizona y después en otros estados tales como Alabama, pero pronto se convirtió en lo que un líder describió como una “Arizonificación” de la política migratoria federal. La vuelta en la política llamó por una respuesta nacional, y precisamente fue NDLON que negoció la alianza con la AFL-CIO, redirijo sus recursos hacia bloquear políticas restrictivas, abogar por una reforma comprensiva, y movilizar las organizaciones locales para redirigir también sus actividades. Hasta la fecha los EUA todavía no tienen adoptada una reforma migratoria, pero también hasta la fecha las organizaciones jornaleras han sobrevivido, y con apoyo de una coalición muy amplia y el peso cada vez más grande de votantes de origen latinoamericano, parece que una reforma va a adoptarse este año. Otro desafío que enfrentan los grupos jornaleros es lo que se llama en los EUA la Gran Recesión económica, con el virtual derrumbe del sector de construcción. Cuando no hay empleo suficiente, la competencia y aun desesperación socava la solidaridad y rebaja la capacidad de los centros de proveer oportunidades adecuadas para una masa crítica de trabajadores. El declive económico además disminuye los recursos del gobierno, lo que ha resultado en recortes de fondos para manejar centros jornaleros. Las organizaciones en Los Ángeles se tambalean bajo este asalto económico, con cerramiento de centros, reducción de plantilla, y decrementos de membresía frente a la falta de oportunidades para empleo. Otra vez hasta la fecha superviven las organizaciones, pero mucho depende de la trayectoria futura de la economía estadounidense. Entonces por mayor parte las organizaciones casos han mostrado una capacidad impresionante de adaptarse a cambios en las circunstancias. El modelo clientelista del FNCI se ha adoptado exitosamente a un nuevo partido y una nueva política (o al menos una nueva implementación de políticas existentes). El modelo participativo de la ANAC, tan eficaz en sostener la movilización de la membresía, sin embargo ha puesto limites en el tamaño, alcance, y conexiones de la organización, dejándola débil ante la represión abrumadora. La reacción de los gremios jornaleros estadounidenses a políticas anti-inmigrantes en apariencia funciona, y sus esfuerzos estratégicos de construir su base y coaliciones más amplias les ha permitido exitosamente movilizar recursos y aliados a pesar de su tamaño relativamente pequeño y sus organizaciones que en otros sentidos permanecen limitados. Pero cabe duda acerca de su habilidad para perdurar en la economía difícil. V. Discusión y conclusiones: Lecciones comparativas para entender la auto-organización de trabajadores informales Hay semejanzas llamativas entre los dos sectores nacionales que comparamos. En cada de los dos casos, el oficio se ve por muchos ciudadanos como una molestia, pero también tiene una función útil y aun necesaria. Hay disputas sobre el uso del espacio público. Las organizaciones mexicanas de comerciantes ambulantes y las asociaciones estadounidenses de jornaleros urbanos, todos se encuentran obligadas a desarrollar poder político. Para construir poder político, buscan un equilibrio entre negociación y confrontación, utilizando las dos hasta el grado que sea adecuado. En cada caso, han surgido organizaciones de niveles múltiples para ejercer funciones desde el vecindario hasta el área metropolitana o aun la nación. Pero hay límites al isomorfismo de los casos, y las diferencias también resaltan de la comparación. Las asociaciones mexicanas de vendedores se concentran en la política propia, mientras los gremios jornaleros estadounidenses dedican mucha energía al desarrollo interno y dialogo con los vecinos. La ANAC, con su enfoque en fomentar la participación, es una excepción parcial en el caso mexicano. De

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manera correspondiente, la forma más común de organización entre los comerciantes mexicanos es la clientelista (otra vez, la ANAC es excepcional), y los jornaleros estadounidenses se organizan principalmente en forma participativa (aunque el YPI es excepción, y hay variación en el grado y naturaleza de la participación de miembros aun entre las asociaciones “participativas”). Los comerciantes ambulantes capitalinos en México se agrupan de manera dual, como propietarios y como trabajadores no asalariados. Esta dualidad resulta porque sus integrantes principales no son asalariados sino dueños de su pequeño negocio, aunque sería difícil considerar su actividad como empresarial cuando se trata comúnmente de una estrategia de sobrevivencia que involucra muy pocos bienes en juego y mucho trabajo. En contraste, los jornaleros en los Estados Unidos son plenamente asalariados, aunque, a veces, se les pague a destajo, y se organizan como empleados. Pero ellos tampoco se organizan como empleados en el sentido estrecho de un sindicato, sino además integran actividades más típicas de un intermediario laboral o una asociación comunitaria. Entonces en ambos casos hay elementos de hibridez en las organizaciones. La lucha principal en nuestro caso mexicano es precisamente por el derecho de vender en la vía pública, y también para el monopolio sobre este derecho en lugares determinados. Los jornaleros en los Estados Unidos igualmente pelean para el derecho de solicitar empleo en las áreas públicas. Pero evitan establecer un monopolio sobre este derecho, con un modelo organizativo que reconoce la permeabilidad entre la búsqueda de empleo adentro de un centro u organización y afuera, y que pone un alto valor en relaciones amigables con la población entera de jornaleros. Aún más importante, tratan de intervenir en los debates sobre política migratoria, como la enorme mayoría de los jornaleros son migrantes, muchos de ellos indocumentados. Otra distinción en el terreno de la política pública es que los vendedores mexicanos utilizan como herramienta principal la presión política como medio de protestar, regatear, o prometer votos, mientras los jornaleros en el Norte utilizan también con frecuencia litigación y legislación. Las diferencias en forma organizacional y estrategia en los dos casos surgen de la historia y el ambiente institucional de cada movimiento. La historia de los gremios mexicanos de comercio informal es que nacieron en desafíos al derecho de vender. Las organizaciones buscaron, y buscan, forma eficaz de anular y superar estos desafíos. Los líderes son vendedores, o a veces abogados u operativos políticos (y a veces gangsteriles) que saben navegar en el sistema político. El movimiento jornalero estadounidense, en comparación, se organizó por militantes de la izquierda salvadoreña refugiados en los Estados Unidos, quienes buscaron organizar a poblaciones de salvadoreños y luego otros centroamericanos y migrantes de otros países, para aplicar modelos de educación popular y organización comunitaria incubada en los movimientos de resistencia en América Central. Esta trayectoria distinta tiene dos resultados importantes. Por contribuir tradiciones nuevas de otros países, aportó nuevas soluciones a problemas organizativos para los que los sindicatos y organizaciones comunitarias nativos en los Estados Unidos no hubieron encontrado soluciones adecuadas. Pero también, por ser una población inmigrante y de gran parte indocumentada, los jornaleros siempre quedan vulnerables, y no disponen del voto. Sin el voto, el modelo clientelista tiene mucha menas atracción. Divergencias ambientales también ayudan a explicar las diferencias organizacionales. En México, siete décadas del poder del PRI consolidó un sistema de corporativismo clientelista, y los gobiernos PRD en el DF mantienen este padrón. Esta matriz política es más hospitalaria a las organizaciones que se conforman al clientelismo. La ejecución de la ley es bastante discrecional: se puede aplicar de manera selectiva y flexible. En las ciudades estadounidenses existen también aparatos clientelistas. Pero como los jornaleros no tienen votos, estas estructuras tienen poca relevancia para ellos. Las ciudades

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estadounidenses se acercan más a un estado de derecho—claro, todavía con discreción y ejecución selectiva de la ley—lo que implica más importancia para litigación y legislación. En los Estados Unidos, los cambios en la letra y aplicación de la ley migratoria han sido muy consecuentes para los jornaleros. Por ejemplo, la amnistía migratoria en la reforma de 1986 (IRCA) y provisiones para re-asentamiento de refugiados políticos de Centroamérica dieron residencia permanente o ciudadanía a muchos líderes del movimiento jornalero, pero como hemos explicado, la represión elevada contra los indocumentados en años recientes ha obligado cambios en estrategia. Otra distinción se encuentra en los raíces de los oficios. Vender en la vía pública es una tradición de siglos en México, con orígenes pre hispanos, entonces tiene una cierta legitimidad, además de que trata de dueños de su negocio que lo trabajan con sus familias y algunos asalariados, estos últimos son secundarios en los problemas que analizamos. En los Estados Unidos, hubo una historia de jornaleros urbanos a principios del siglo 20, pero no era una tradición vigente cuando llegó la ola de migrantes que recuperaron la práctica a fines del siglo 20. Se necesitó crear políticas nuevas—sean permisivas o restrictivas—en respuesta a esta actividad que se vio como nueva (y con frecuencia no bienvenida). Vale señalar también unos paralelos y divergencias en las alianzas, las más importantes de los dos movimientos, y los determinantes del éxito y fracaso. Respecto a las alianzas, ambos empezaron con luchas localizadas, y formaron las alianzas adecuadas a este carácter de lucha. En México, gremios clientelistas como el FNCI construyeron alianzas verticales con políticos como patrocinadores, y los como la ANAC crearon alianzas horizontales con organizaciones pares. En los Estados Unidos, las asociaciones de jornaleros empezaron su trabajo también en el ámbito localizado, aliándose con apoyadores en el gobierno municipal y con organizaciones locales comunitarias de derechos civiles. Pero posteriormente la lucha jornalera saltó a la escala nacional, por formar parte de la discusión acalorada sobre política migratoria. Este cambio de escala necesitó para NDLON de trabajar con la organización de derechos civiles MALDEF en esta misma escala nacional, y buscar un acuerdo con la AFL-CIO. Para analizar los determinantes del éxito, vale otra vez distinguir dos tipos de lucha. Un tipo se queda altamente localizado. En este terreno localizado, la unidad se puede mantener por auto-organización y participación activa, como lo ha hecho la ANAC, y por dialogo con la comunidad afectada, como lo ha hecho las organizaciones de jornaleros urbanos. Las estrategias participativas aún pueden funcionar más eficazmente que las estrategias verticales de asociarse con un socio poderoso. Pero a veces hay cambios más amplios en la política, y estos implican la necesidad de cambiar también la estrategia. En la Ciudad de México, la activación de una política centralizada de “limpiar” los centros históricos y en los Estados Unidos, el alza en la represión contra inmigrantes y la difusión de leyes estatales en contra de inmigrantes llamaron por alianzas con aliados más grandes y poderosos. Para conseguir tales alianzas, hay que tener algo que ofrecer a un socio deseado. En México, dicho cambio favoreció un modelo clientelista de intercambiar votos por apoyo, y puso en una postura defensiva la ANAC, organización más autónoma. En los Estados Unidos, la red NDLON pudo ofrecer a la AFL-CIO una capacidad de organizar los trabajadores “no organizables”, y han intervenido juntos en la debate sobre migración. Entonces cambios en el ambiente político pueden cambiar los requisitos para el éxito, y alterar las fortunas de varias organizaciones. Pero cambios económicos pueden hacer lo mismo. La caída económica estadounidense hasta ahora todavía presenta un reto formidable para el movimiento jornalero.

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Estas comparaciones apuntan a implicaciones para analizar más en general las organizaciones de trabajadores informales. Desafíos comunes, como lo del control sobre espacio público, tienden a rendir elementos de convergencia en las prácticas de los grupos. Sobre todo, se debe esperar un papel importante para la política, porque la mayoría de trabajadores informales, organizados o no, tienen poco poder económico. Importa el ambiente institucional y política, como en la influencia del corporativismo en México y el peso de la ley migratoria en los EUA. Pero también importa la historia e ideología específica de una organización y de sus fundadores y líderes principales. El éxito demanda fuentes de nuevas ideas estratégicas, e igualmente flexibilidad ante un paisaje económico y político siempre en flujo. La creatividad y la flexibilidad son esenciales, pero se necesita también fuerza suficiente para prevalecer. Para estas organizaciones, cuando enfrentan retos de gran escala, esta fuerza viene principalmente de sus alianzas con grupos ya poderosos. Las semejanzas y las distinciones entre las asociaciones mexicanas de vendedores ambulantes y las organizaciones estadounidenses de jornaleros urbanos nos enseñan mucho de las limitaciones y potencialidades de organización de trabajadores informales.

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