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El corrimiento hacia el rojo Fernando Martinez Heredia

Fernando Martinez Heredia - LaJiribilla · 2005. 10. 18. · que el universo se expande. ... Porque América Latina y el Caribe no sólo vive revoluciones de la comunicación,

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  • El corrimiento hacia el rojo

    Fernando Martinez Heredia

  • Edición: Rinaldo AcostaDiseño de cubierta: Adriana VázquezComposición computarizada: Evelio Almeida Perdomo

    © Fernando Martínez Heredia, 2001© Sobre la presente edición:

    Editorial Letras Cubanas, 2001

    ISBN 959-10-0667-5

    Instituto Cubano del LibroEditorial Letras CubanasPalacio del Segundo Cabo,O’Reilly 4, esquina a Tacón,La Habana, Cuba

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    PALABRAS PRELIMINARES

    Hace casi un siglo que los sabios al fin se dieron cuenta deque el universo se expande. En la ínfima porción de él en quevivimos también se estaba descubriendo entonces el secretode la buena expansión: el corrimiento hacia el rojo. Peroenseguida sufrimos una grave contracción. Años después elplaneta se recuperó, y se expandió bastante durante algunasdécadas. Pero se ha contraído de nuevo, ahora hasta tal puntoque parece deseoso de ser pequeño, limitado, mínimo, mez-quino. Está grávido, sin embargo, de sus avances maravillo-sos: de la condición femenina, la liberación nacional, laecología, el socialismo, el auspicio de la diversidad, las re-beldías contra toda dominación, la cívica de la comunidad.La resultante es un mundo extraño, en el cual reinan el lucroy el hambre, y no parece haber futuro para la decencia, perola indecencia carece totalmente de legitimidad.

    En los textos que leerán a continuación registro momen-tos del camino del siglo XX en un país, nuestro país. Parto delhoy, sus desafíos, sus interrogantes, logros, caídas, certezasy desgarramientos. Como es natural me voy atrás, inclusomás allá del siglo, porque los pueblos están hechos de even-tos y de ríos profundos. Pero mi pretensión en realidad esgrande: mis escritos, como mi palabra, se proponen ayudaren la búsqueda del futuro.

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    La dimensión cubana contemporánea ocupa un lugar esen-cial en este libro. Es la primera parte, también para ratificarque no pretendo ofrecer conclusiones. Mi propósito esrecontar, recuperar nuestra memoria histórica del procesocontemporáneo, explicar, pero sobre todo problematizar ypreguntar: dos verbos ineludibles para el debate cubano delsiglo XXI, un debate indispensable para avanzar. Después,una galería de personalidades del itinerario histórico deCuba. En ellos busco al individuo, el actor privilegiado de lahistoria, unas veces para exponer lo que estimo central de suactividad, otras para asomarse a un ángulo de ella, o de susvidas. Los dos últimos nacieron en otros países de AméricaLatina: Roque Dalton —«dos patrias tengo yo, Cuba y lamía»—, amigo entrañable, que entregó su arte y su vida a lacausa del pueblo, y el Che, ese paso firme que dio el siglopasado hacia los tiempos que vendrán.

    El breve tercer grupo de textos alude al socialismo mar-xista, en sus creadores, sus prácticas y su actualidad. El lu-gar del marxismo en la cultura cubana ha retrocedido. Sehan combinado el polvo y el fango de los derrumbes, el dog-ma al que fue reducido previamente, el crecimiento del espí-ritu conservador y la extraña defensa a la que algunos losometen hoy. Una gran parte de la juventud culta no se rela-ciona con el marxismo, a pesar de ser esa relación una de lasnecesidades de la cultura cubana. Confío en que seremoscapaces de hacer que el marxismo vuelva a florecer en Cuba.

    En la edición de esta obra confluyen, como es natural, lomás personal y lo que se aspira a decir. Mi pequeña historiaintelectual ya ha sido prolongada, y algo accidentada. Aho-ra publico por primera vez en mi país una selección de tra-bajos míos, gracias a la extrema gentileza y la firme tenacidadde la Editorial Letras Cubanas. La mayoría de los textos sondel último quinquenio —el primero lo terminé hace dos me-

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    ses—, pero he incluido algunos de los 30 años anteriores,por las ideas que expresaban, sus circunstancias y los testi-monios que brindan. El conjunto trae mis temas, conviccio-nes, argumentos y quizás una manera de decir, pero no unanovedad. Es cierto que la ciencia no me ha ayudado mucho.Busqué alguna clave para el presente y el porvenir en el GrandDictionnarie Encyclopédique Larousse (París, 1985, t. X, p.10536), pero sólo dice que el mundo está ya en una segundafase «en que el Universo se ha enfriado, es menos denso y seha puesto neutro [...] dominado por la materia»; por eso,agrega, puede organizarse en galaxias y estrellas. Mejor esel poético mundo de la ecuación Wheeler-De Witt, de la cualdice D. Overbye («Before the Big Bang? Just Imagine». NewYork Times/The Herald Tribune, 24-5-2001): «parece viviren lo que los físicos han llamado “superespacio”, una suertede conjunto matemático de todos los universos posibles, losque sólo viven cinco minutos antes de colapsar en huecosnegros y aquellos que están llenos de rojas estrellas que vi-ven por siempre, los que están llenos de vida y los que sondesiertos vacíos...»

    Por mi parte prefiero la inconformidad, y otras certezas.Ya está claro que el nuevo milenio —e incluso el nuevo si-glo— no eran tan importantes, y no significarían elparteaguas de nada. Ahora podemos ver más claramente tam-bién el largo siglo XX cubano, que comenzó en 1895 y no haterminado aún. Cierto es que hemos andado mucho, y hemosaprendido el secreto de la expansión del universo. La únicasalida para el siglo XXI cubano es ir más lejos todavía que loandado en el siglo XX.

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    LA ALTERNATIVA CUBANA*

    Después de los triunfos tan notables de la izquierda en laselecciones de octubre pasado, en Brasil se ha creado una granexpectativa política para las elecciones generales del 2002.¿Qué estrategia adoptar, qué alianzas son necesarias, quéimagen será más apropiada? Estas y otras preguntas están enprimer plano, mientras se discute con entusiasmo acerca delconcepto y de los contenidos y problemas del socialismo. Meha tocado participar en varios seminarios y algunos encuen-tros de estudio, con activistas y simpatizantes que debaten apartir de los datos actuales de Brasil y del mundo, de concep-tos y de la historia propia y mundial del socialismo. En unode ellos recibí una pregunta que según supe después tienealguna difusión: «si la izquierda ganara las elecciones en el2002, y el país fuera bloqueado, ¿cómo sobreviviría Brasil enun mundo como el actual?»

    La pregunta es reveladora. Ella atañe a un tipo muy espe-cial de alternativa, la ruptura con el orden existente. En pri-mer lugar, está bien dirigida: ustedes, un país tan pequeño yescaso de recursos, tan cercano a Estados Unidos en todos

    * «La alternativa cubana» es de abril del 2001; presenté una versiónprimitiva de ella el 27 de marzo en el Seminario El mundo actual delCentro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humani-dades, UNAM, México DF.

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    los sentidos, que fueron bloqueados enseguida que empren-dieron su alternativa, ¿cómo fue que sobrevivieron, cómo semantienen durante tantos años y exhiben tantos logros socia-les, y siguen desafiando a su enemigo, a pesar de que hoy esmás poderoso que entonces y los sigue bloqueando?

    De ahí en adelante, sin embargo, la cuestión planteada obli-ga a salirse de su formulación como pregunta. Porque estarevela ausencias y varios supuestos, que configuran «verda-des» previas: a) ganar unas elecciones es igual a gobiernopopular y este a poder popular; b) el contenido real y los pro-blemas de la gestión de un nuevo gobierno del 2002 en ade-lante no es algo puesto en discusión, cuando es un temadecisivo; c) Brasil puede «ser bloqueado», es decir, existenfuerzas incontrastables que sin duda pueden llevar a cabotamaña empresa, y por tanto se les supone invencibles; d)tácitamente, Cuba con su régimen socialista es un hecho mi-lagroso, abstracto y ahistórico, algo «bueno» pero no de esteperverso y duro mundo.

    La pregunta revela insuficiencias, pero la cuestión en sí esfundamental. Porque América Latina y el Caribe no sólo viverevoluciones de la comunicación, concentraciones del capi-tal e indefensión del trabajo, decadencia de los servicios so-ciales, un reino de las privatizaciones y la consolidación de lapobreza.1 También florecen esperanzas, movimientos popu-

    1 Se espera que en 2002 ya Brasil tenga más teléfonos celulares queinstalados en inmuebles. Pero el salario mínimo actual en ese país esun 23,9% comparado con el de julio de 1940, y menos del 16% delmínimo indispensable para sostener una familia de cuatro personas(Dieese: Anuário Estatístico do Trabalhador. En Folha Online, 26-3-2001). El gobernador del estado de Río de Janeiro declara que 50millones de brasileños no tienen acceso a ningún tipo de atención desalud —La Habana, 21-3-2001—; ese mismo día el Banco Mundialofrece su estimado de pobres latinoamericanos: 250 millones; de ellos,

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    lares, rebeldías organizadas e intentos diversos de levantaralternativas eficaces al orden explotador, excluyente,neocolonial, depredador, que rige en nuestro continente. Esasrealidades americanas tan contradictorias y conflictivas cons-tituyen el marco de cualquier exposición o debate sobre cons-trucción social alternativa.

    La alternativa al capitalismo actual es el socialismo. Pa-rezco demasiado concluyente, pero en realidad no existe al-ternativa dentro del sistema vigente para detener el desplieguearrollador de su naturaleza antihumana y rapaz, no digamospara revertir la situación que ya ha creado. Pero mi afirma-ción no es más que una postulación, que debe enfrentarse aun fuerte grupo de preguntas y desafíos. El socialismo, ¿esuna opción realizable, es viable?, ¿puede vivir en países oregiones del mundo, sin controlar los centros económicos delmundo? ¿Es un régimen político y una forma de distribución,o está obligado a desarrollar una nueva cultura diferente,opuesta y más humana que la del capitalismo? ¿Por su histo-ria no está incluido también en el fracaso de las ideas y lasprácticas modernas que se propusieron perfeccionar a las so-ciedades y las personas?

    Es imprescindible entrar a fondo a esos cuestionamientos,por una razón muy práctica: el socialismo va a emerger otravez como propuesta para este mundo, y eso lo hará avanzarcomo promesa y volver a presentarse como política y comoprofecía. Pero no le será posible intentarlo sin saldar sus pro-pias cuentas, sin radicalizar y transformar sus proyectos, sinrediscutir y hacer avanzar su teoría, sin partir de la situación

    96 millones de indigentes. El año pasado la prensa de Brasil publicóque entre 1990-2000 el Banco Mundial le prestó al país 10 000 millo-nes de dólares, y en ese mismo lapso le cobró 14 000 millones.

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    real actual, sus datos desfavorables y favorables y sus ten-dencias, con el objetivo de cambiarla hasta su raíz. Este so-cialismo renovado necesitará, entre otras cosas, gran claridady compromiso con los tiempos pasado, presente y futuro, unagran audacia, ser atractivo y ganarse la conducción de la es-peranza. En síntesis, deberá crear la alternativa.

    Con estos comentarios previos expreso el marco en quecoloco esta exposición sobre Cuba, un caso de construcciónsocial revolucionaria de alternativas en nuestra región, y agra-dezco la invitación que con tanta gentileza y tenacidad me hahecho el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Cien-cias y Humanidades, para volver a participar en su prestigio-so programa sobre el mundo actual que coordina el Dr.Saxe-Fernández, convite que me brinda la oportunidad decompartir con ustedes en esta Casa de estudios que me es tanentrañable.

    I. Cuba: la dimensión actual y las dimensiones históricas

    Los juicios al uso acerca de Cuba suelen mostrar mejor a losque opinan que a ella misma. Las cargas ideológicas tan fuer-tes de la cuestión y la falta de conocimiento establecido indu-cen entonces a la utilización de palabras fuertes para denotara Cuba contemporánea. Como comunista, dictadura, totalita-rismo; o como sociedad más justa, esperanza, utopía. Llevanal uso de expresiones tímidas, como democracia, o mal in-tencionadas, como derechos humanos. Dejémoslas en sus-penso, para ir en busca de Cuba misma.

    Utilizaré una caracterización previa, con el fin de ayudar ala comprensión de lo que expongo a continuación, pero tam-bién para adelantar mis puntos de partida intelectuales y miposición. Cuba actual es un complejo, compuesto por la so-

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    ciedad en transición socialista resultante de la revolución ydel período transcurrido hasta 1990, más la gran tensión de laprimera mitad de la década entre la crisis, la afirmación delrégimen y la resistencia popular, más las transformaciones ypermanencias del país desde fines de los años 80 hasta hoy.Un complejo, porque no se reduce a una sucesión temporal,ni a una mezcla; es en sí una realidad específica, y es el teatrode una transición.

    Tanto por la naturaleza de la materia en análisis comopor razón de método, necesito fijar ciertos elementos histó-ricos. El evento más importante de la segunda mitad delsiglo XX, la revolución socialista de liberación nacional des-encadenada entre 1959 y los años 60, operó una gigantescatransformación súbita del país. Sin embargo, hasta el mástrascendental acontecimiento sólo actúa sobre un mundo pre-vio, que es su materia y provee sus condicionamientos. Deboser muy esquemático, o más bien alusivo, al situar aquí esaCuba previa, solamente para servir a los propósitos de nues-tro tema.

    Sociedad colonial americana durante cuatro siglos, Cuba fuecentro militar, de comunicaciones y de servicios para el impe-rio español —y ganadera a escala local y de la región—;pero desde el último tercio del siglo XVIII tuvo un descomunalauge económico exportador de azúcar y café para el mercadomundial, decisivo para multiplicar siete veces la poblaciónentre 1791 y 1895. Entraron un millón de esclavos y más decien mil chinos, sirvientes contratados; después entró otromillón de inmigrantes hasta la tercera década del siglo XX, lamayoría españoles, pero también de Haití y Jamaica. Ellos ysus mezclas fueron la base de la actual composición racial delos cubanos. Primera exportadora de azúcar del mundo —elcafé salió de la escena hacia 1850—, y a pesar del aumentosostenido de la demanda, el proteccionismo y la remolacha

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    europeos y el auge de las refinerías norteamericanas obliga-ron a Cuba entre 1850-1870 a pasar al predominio del azúcarcrudo y a depender casi totalmente del mercado de EstadosUnidos. Se impuso la dependencia de las políticas del com-prador, y en tecnología y alimentos. Se fue formando unaneocolonia en un país colonial, cuyos nexos principales denegocios no eran con su metrópoli. Aumentar la monoexpor-tación sin cesar y explotar al máximo al trabajo y el mediofueron las dos tácticas priorizadas ante las diferentes coyun-turas, hasta 1914-1925, última gran fase de expansión azuca-rera, ahora con una enorme inversión directa norteamericana.

    La exportación de azúcar que había deformado la estructu-ra del país se estancó por baja demanda y caída de los preciosdesde antes de la gran crisis mundial. La inmigración cesó,hasta hoy. Después de la crisis se renovó la relaciónneocolonial: se consolidó la dependencia económica de Cubaen equipos, alimentos e insumos norteamericanos con tarifasmuy reducidas, a cambio de ser abastecedora de azúcar a pre-cios preferenciales en cuotas fijadas por Estados Unidos. Laproducción se estancó, y se basó en intensa explotación in-dustrial, bajos costos agrícolas, superexplotación y miseriarural. El desempleo estructural y cíclico se entronizó; en 1953sumaba un 35% de la fuerza laboral. Los intentos de indus-trialización dependiente y diversificación de mercados y pro-ducciones obtuvieron muy pobres resultados en tres décadas,a pesar de cierta reanimación de la inversión norteamericanaen la última década.2

    2 La situación económica llegó a ser bien conocida en la época. Ver,por ejemplo, tres autores diversos: Julián Alienes Urosa (Caracterís-ticas fundamentales de la economía cubana, 1950), Julio Le Riverend(Historia económica de Cuba, 1952) y Raúl Cepero Bonilla (Escritoseconómicos, 1946-1958).

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    Bajo el primer gran impacto modernizador de hace 200años predominó la economía dineraria y hubo grandes revo-luciones desde la tecnología y la gestión empresarial hasta elconsumo material y espiritual. El poder económico era ejer-cido por criollos. Ellos explotaron sin tasa y aplastaron a lafuerza de trabajo esclava, promovieron la división de la so-ciedad en castas y el racismo, privilegiaron su gran negociocon esclavos, se asociaron al poder colonial —primero congran autonomía, después con fuerte subordinación— y seopusieron siempre a la independencia. Sectores intermediosy humildes desataron una primera revolución independentistay abolicionista (1868-1878) que no triunfó, pero abrió paso aun régimen colonial postrero con reformas, partidos y ciertalegalidad política y de prensa, y sobre todo puso las bases dela identidad y el nacionalismo cubanos. La esclavitud termi-nó y se generalizaron las relaciones capitalistas; el férreo con-trol burgués sobre la tierra continuó y se amplió en el sigloXX, como condición del sistema exportador, bloqueando avan-ces a la producción libre, a la autosuficiencia alimentaria y elmercado doméstico.

    La clase dominante volvió a ser antinacional ante una nue-va revolución, de liberación nacional, convocada por JoséMartí. Por ella el pueblo de Cuba se sacrificó masivamenteen una guerra total (1895-1898) que creó a los cubanos, gol-peó al racismo y las castas, cerró a Estados Unidos la posibi-lidad de anexarse a Cuba, unificó el territorio, construyóciudadanía, exigió una república con instituciones democrá-ticas y proveyó visiones del futuro del país. Como en todo elmundo colonial, otra vez lo internacional pesó duramente.Estados Unidos hizo una fácil guerra a España en 1898, ocu-pó el país e impuso un régimen de semiprotectorado que durómás de 30 años y unas relaciones neocoloniales que agobia-ron a Cuba hasta 1959. La burguesía cubana se subordinó y

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    se alió a Estados Unidos, pero no hubo ningún sector ni par-tido anexionista en ese período. La burguesía no pudo apro-piarse de los símbolos revolucionarios ni del nacionalismopopular; para ejercer el poder tuvo que reconocer logros de larevolución, pactar con un personal político procedente de ellay asumir una república con tendencias democráticas.

    País de profundas contradicciones, Cuba colonial habíatenido más desarrollo material e integración que una parte delas repúblicas latinoamericanas. Ahora fue una república convoto universal de varones y un dinámico sistema político,una compleja sociedad civil, divorcio, crecimiento económi-co, a la vez que una neocolonia con liberalismo económico yconservatismo social. Pero también hubo inconformidades,sindicatos, anarquismo, ideología mambisa,3 una nueva con-ciencia cívica, antimperialismo, luchas contra el autoritaris-mo, que desembocaron en la tercera revolución (1930-1935).Ella amplió y profundizó el acumulado cultural, trayendo másdemocratismo, nacionalismo radical e ideas socialistas. En elperíodo que siguió, grandes partidos modernos interclasistas,un Estado con atribuciones sobre la economía y al parecerequilibrador entre las clases sociales, una hegemonía muyrenovada, reconocían los acuerdos postrevolucionarios y tra-taban de excluir un nuevo estallido. Sin duda, en Cuba de1952 había más sistema y conciencia políticas que indepen-dencia y dinamismo económicos.

    La revolución de los años 50-60 y sus resultados fueron unvuelco inconcebible previamente para el acumulado cultural3 Mambí se llamaba a los insurrectos cubanos del siglo XIX. La ideolo-

    gía mambisa era nacionalista popular y exaltaba la gesta armada comoorigen de la nación; era democrática, de tendencia antirracista, dejusticia social y anticlerical; veía la república como frustración delideal revolucionario por los políticos venales y el intervencionismode EEUU.

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    cubano de 1952. Así sucede con toda gran revolución. Peroal examinarla hoy como alternativa es necesario tener en cuen-ta —sería igual para cualquier otro caso— los puntos de par-tida desde los cuales actuó, los rasgos que le permitieronavanzar más o la frenaron, las permanencias o largas dura-ciones que fueron o no superadas y sus modos de ser en lanueva situación, además de los nuevas realidades y obstácu-los creados.

    II. La alternativa revolucionaria de liberación

    He investigado y escrito sobre este proceso durante gran par-te de mi vida, pero no pretendo hacer aquí ni siquiera unasíntesis. Solamente apuntaré algunas cuestiones de las tresprimeras décadas que me parecen fundamentales para nues-tro tema, antes de pasar a la etapa más cercana de la últimadocena de años.

    En Cuba el origen estuvo en una insurrección nacional con-tra una dictadura, que desde su triunfo en 1959 se profundizómuy rápidamente hasta convertirse en una revolución socialsumamente radical. En un mismo acto, ella liquidó el aparatorepresivo del sistema, abatió todo el orden vigente en Cuba yrompió los lazos neocoloniales con los Estados Unidos. Elgobierno derribado era ilegítimo, pero la revolución hizo desa-parecer y sumió en el desprecio a todas las formas políticasprecedentes. Se implantó un régimen político nuevo en el paísy en América, que buscó sus fundamentos de derecho en elpropio hecho revolucionario y en ideas muy radicales proce-dentes de la tradición nacional popular y de luchas por la jus-ticia social, y asumió el ideal socialista. El nuevo régimenfue capaz de conducir y exacerbar el profundo nacionalismocubano en una dirección socialista de liberación nacional yantimperialista.

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    Toda revolución verdadera hace retroceder los límites delo posible; la revolución cubana lo hizo hasta grados inima-ginables. El capitalismo cubano, el poder de los Estados Uni-dos y la geopolítica fueron negados. La lógica de loscomportamientos humanos y sociales se alteró brusca y pro-fundamente; la actividad desatada de la revolución puso aprueba lo normal, lo justo, lo esperable y lo imposible segúnlos conocimientos establecidos, los saberes e incluso el sen-tido común: los que no pasaron la prueba fueron denunciadosu olvidados.

    Los cambios trascendentales que sucedieron tuvieron comoagentes a: un poder revolucionario muy cohesionado y au-daz, que partió de la conciencia política y de ideales socialesalcanzada por el país y tuvo una enorme capacidad de con-ducción; y una actividad incesante en la ejecución de las trans-formaciones y defensa del nuevo régimen de una parte enormede la población —la mayoría en los momentos culminantes—,que se hizo consciente del proceso que vivía y asumió suproyecto, y se organizó y sistematizó en un tiempo breve. Laconjunción muy prolongada en el tiempo del poder revolu-cionario y el espíritu libertario están en la base de la alterna-tiva cubana. Comprender eso es imprescindible para todoslos análisis que se hagan de los hechos económicos, políti-cos, ideológicos de la revolución, de las diversas dimensio-nes de lo social y lo individual, y también para comprendersu estabilidad y permanencia.

    La clase de los propietarios de las empresas industriales,comerciales y agrícolas grandes y medianas, desapareció; losbanqueros y los demás elementos ligados al modo de pro-ducción capitalista neocolonial, desaparecieron. La mayoríade ellos y sus constelaciones cercanas emigraron, y de losintermediarios, los políticos y otros beneficiarios del siste-ma; también emigró una parte de los profesionales y técni-

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    cos, y otras personas de sectores medios y bajos de la socie-dad. Pero muy amplios grupos calificados, empleados y desectores medios, junto a la mayoría de los elementos de lasclases y grupos populares, se integraron a las tareas econó-micas, sociales y políticas de la revolución con gran dedica-ción y entusiasmo. La disciplina laboral del viejo orden seextinguió, pero el complejo de motivaciones y obligacionesimplementados por el nuevo poder no ocupó totalmente elespacio que aquella dejó vacío. El desbarajuste que ocasionaa una economía transformaciones tan radicales de sus objeti-vos, medios, organización y nexos, cambios sociales e indi-viduales tan profundos y desgarradores, el aprendizajeprecipitado de tantos nuevos roles y técnicas, la carencia decuadros, las urgencias simultáneas en tantos terrenos, presi-dieron la formación de las nuevas relaciones e institucionessociales. Eso no fue un paseo, sino un trayecto agónico,4 peroprodujo una nueva formación económica y social, una nuevaconciencia y un nuevo país.

    Los problemas de la política y la economía ni siquiera hu-bieran podido plantearse bien —no ya resolver alguno— sinesa actividad revolucionaria. Hay una rica historia de bús-quedas, pruebas, grandes decisiones, muy duros aprendiza-jes, formación de organizaciones, reelaboración de relacionesy vínculos y creación de muchos otros nuevos, que incluyeerrores y desatinos. Pero al quinto año (1963) se llegó al ple-

    4 «Ahora pasan los medios de producción a poder del pueblo, pero elpueblo sigue siendo aquel mismo pueblo que ayer increpaba al pa-trón y maldecía su trabajo. Las condiciones de trabajo en muchoscasos no han cambiado.» «En estos países no se ha producido todavíauna educación completa para el trabajo social [...] al individuo, actorde ese extraño y apasionante drama que es la construcción del socia-lismo» (Ernesto Che Guevara, 1964, 1965).

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    no empleo, se restablecieron nexos básicos como el de la ciu-dad y el campo, funcionaban las instituciones económicas yse discutían públicamente los problemas fundamentales deun desarrollo autónomo del país, de las prácticas y los princi-pios del sistema económico y del papel de la economía en unpaís en transición socialista. Para llegar a logros tan notablesresultaron principales tres rasgos: a) la política revoluciona-ria tomó el mando sobre la economía, que pasó a ser com-prendida y medida por su capacidad para servir a lasatisfacción de las necesidades de las mayorías y los nuevosplanes y proyectos; b) fue liquidado todo obstáculo puesto aesos fines, lo que acabó con la propiedad privada capitalistay con el respeto a ella, un sentimiento que es tan arraigado; c)la participación popular directa a un grado masivo y bastanteorganizado en los eventos económicos, trascendentales o co-tidianos, y la conciencia extendida de que el socialismo noera una donación desde el poder sino una creación y un dere-cho de todos.

    Eso permitió al nuevo orden sobrevivir y fortalecerse pro-gresivamente, imponer una economía muy diferente y co-menzar a funcionar con ella de manera eficaz y rápida, contarcon una cohesión nacional activa para todas las políticaseconómicas, y dotar a Cuba de alta capacidad de desafío yde negociación externa.5 Se reconocieron los recursos delpaís desde otra óptica de clase, se pasó a aprovecharlos másy mejor, desde las tierras baldías hasta el control biológico

    5 Entre cientos de libros dedicados a la Cuba de esos años, cito a dos delos internacionalistas que dejaron sus vivencias y reflexiones de estaetapa de revolución en la economía, el mexicano Juan F. Noyola: Laeconomía cubana en los primeros años de la revolución y otros ensa-yos, Siglo XXI, México DF, 1978; y Edward Boorstein: La transfor-mación económica de Cuba, Ed. Nuestro Tiempo, México DF, 1968.

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    de las plagas,6 y se comenzó a planificar su utilización. Nohubo una simple reforma agraria sino una revolución de lavida, la situación social y la participación real de la pobla-ción rural, y nuevas relaciones e instituciones económicas,sociales y políticas en el campo, un proceso basado en unanueva actitud hacia el medio rural por parte del poder cen-tral, los órganos de la revolución y la conciencia nacional.La administración y gestión estatales con honestidad gene-ralizada y tendencias planificadoras fue la base para ponerla economía al servicio de las necesidades de la gente y deun ambicioso proyecto nacional de desarrollo. Cada vez quela práctica lo exigió, se pusieron en duda o rechazaron creen-cias previas —la industrialización como camino al desarro-llo—, o influencias recientes —la cooperativa como formafundamental de propiedad rural—, aunque ellas fueran de-fendidas por las ideas dominantes en Europa oriental.

    Se estableció un pacto social muy sólido basado en la ma-yor y más sistemática redistribución de la riqueza social yapertura de oportunidades de que tengo noticia. Ese pacto yel consenso alrededor de un proyecto nacional trascendentequedaron hasta hoy en la base del poder político y de su legi-timidad. Ese poder elaboró sus estructuras y planes a largoplazo con sentido de permanencia, y sin tendencia alguna a laformación de un sistema de partidos políticos alternantes enel gobierno, o a crear mecanismos de institucionalización deldisenso.

    Se arraigaron rasgos de democratización de la vida socialque en gran parte se hicieron permanentes y hasta se tornaroncostumbres. Entre ellos están la firme tendencia a la igualdadreal de oportunidades y derechos de los individuos y de di-

    6 Ver Richard Levins: «La lucha por una agricultura ecológica en Cuba»,en Ecología Política núm. 2, Icaria, Barcelona, 1990.

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    versos grupos humanos —incluidos los de bajos ingresos, bajaescolaridad, las mujeres y los no blancos— y la protección alos niños, ancianos y personas con capacidades diferentes; lapacificación de la existencia personal y familiar; la pérdidadel prestigio de la propiedad privada y del mantenimiento delorden por el orden; la moderación en el ejercicio de la autori-dad, tan importante cuando el arbitrio tiene un gran espacio;el hábito de los ciudadanos de reclamar sus derechos o justi-cia, y el hecho de contar con canales diversos para ello; fuer-tes órganos de poder local.

    El profundo desprecio al régimen previo a 1959, tanto ensus formas autoritarias como en las democráticas, contrastacon la altísima valoración de la unidad política lograda; en eldiscurso político ella ha sido ligada a la defensa de la nacióny el socialismo. A escala de la población la unidad es unainstancia muy fuerte de identificación entre el régimen polí-tico y la nación. Por otra parte, las inculpaciones que pinta-ban a Cuba de antidemocrática por parte de acusadorestotalmente descalificados en esa materia, han provocado re-pudio general. Se hizo habitual relacionar «democracia» conhipocresía, mentira y engaño, reaccionar defensivamente anteel tema e incluso subestimarlo; el saldo de la ideología socia-lista que estaba en boga favorecía esa posición. De esto re-sultó un evidente perjuicio para el aprovechamiento deaspectos prácticos y experiencias positivas de democracia, ypara la estimación de sus valores conceptuales.

    El proceso encontró sus límites en muchos terrenos. A pesarde formidables esfuerzos, autoconfianza y estrategias propias,fue imposible superar la estructura primarioexportadora basa-da en azúcar crudo, tabaco, níquel, pesca, aunque desde la pri-mera década mejoró la posición del país en cuanto a educación,salud y formación técnica de su población, inversión de recur-sos en el desarrollo, crecimiento —a veces notable— en secto-

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    res, ramas y empresas basados en decisiones y planes de ver-dadero interés nacional, infraestructura y capacidad negocia-dora externa. Después de logros muy sensibles enmodernización agropecuaria, se abandonó la meta de la auto-suficiencia alimentaria. Cuba no dispuso de los medios preci-sos para aprovechar sus recursos naturales. Pese a la calidad desus proyectos, lo obtenido en industrialización resultó muy in-suficiente en aspectos nodales, aunque registró avances nota-bles. A los efectos terribles y conocidos del bloqueonorteamericano se sumaron las desventajas muy duras en lasrelaciones económicas internacionales que son típicas para lospaíses «subdesarrollados» en el sistema mundial capitalista.

    La dimensión internacional —una constante crucial parapaíses como Cuba— adquirió nuevos contenidos. La oposi-ción radical de los Estados Unidos ha sido y es sistemática.7Desde 1960 inició un bloqueo económico sin guerra declara-da que está en el centro de sus agresiones y obstrucciones a laeconomía cubana, con perjuicio además de los intereses y lasoberanía de terceros países.8 Los gobiernos norteamerica-

    7 En los documentos de las dos Demandas del pueblo de Cuba al go-bierno de Estados Unidos, una por daños humanos y otra por dañoseconómicos, interpuestas ante tribunales cubanos en mayo de 1999 ymarzo del 2000, se expone muy amplia y detalladamente una agre-sión que dura más de 40 años. La primera relaciona, entre otros deli-tos, acciones criminales que provocaron 3 478 muertes y dejaron 2099 incapacitados; la segunda detalla los efectos económicos del blo-queo y de acciones subversivas, terroristas, de sabotaje y guerra bio-lógica, evaluando los daños en 121 093.2 millones de dólares.

    La ley norteamericana que permite ventas de alimentos y medici-nas a Cuba, de octubre del 2000, «realmente no hace mucho», reco-noció el propio Clinton; en realidad refuerza el bloqueo.

    8 En el plano de las relaciones interestatales esa política ha generadoprotestas y denuncias —entre otros— de México y Canadá, sus

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    nos utilizan ese bloqueo dentro de una estrategia de múlti-ples vías dirigida a lograr un cambio de régimen en Cuba,que tiene una historia de más de cuatro décadas —la violen-cia fue central en los primeros años— y una diversidad deactores, circunstancias y condicionamientos. Sus razones másgenerales están en: la incapacidad de aceptar la pérdida de larelación de dominio y de los intereses neocoloniales que leocasionó la revolución; el temor a que el ejemplo cubanocontagiara a los otros países de América Latina, reforzadopor la muy activa política cubana en la región, favorable acambios pro autonomía o revolución; las vicisitudes, debili-dades, corrupción y pugnas internas de su propio sistemapolítico; el rígido marco de principios de la estrategia cubanaen cuanto a posibles negociaciones —a mi juicio acertado—;y la percepción de que Cuba era sumamente peligrosa por laalianza que mantuvo con la URSS. Los motivos profundosestadounidenses resultan más claros para todos desde que ter-minó la «guerra fría».9 Aunque nunca ha logrado realizar susobjetivos más ambiciosos, Estados Unidos condiciona siem-pre a gran parte de la actividad internacional cubana e influyeen aspectos muy sensibles de la vida económica, social ypolítica interna.

    comiembros en el TLC, de los gobiernos de la América Latina, elCaribe y Europa, del CARICOM y la Unión Europea. La AsambleaGeneral de la ONU ha votado, en todos los períodos de sesiones de1992 al 2000, Resoluciones que llaman a poner fin al bloqueo deEstados Unidos contra Cuba; las votaciones son abrumadoras.

    9 Una información interesante acerca de las relaciones entre ambos paí-ses durante el año 2000 puede verse en «Cuba-EE.UU.: ni tan lejos nitan cerca». En IPS: Resumen Político Anual, La Habana,Corresponsalía IPS, pp. 5-12.

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    Desde 1960-62, la relación con la URSS se volvió básicapara la economía y la defensa de Cuba, ante el cuadro agudode expulsión brusca de sus relaciones internacionales, blo-queo, agresiones armadas, terrorismo, cierre de mercados dearmas y aislamiento a que fue sometida. La Crisis de Octubrede 1962 mostró de manera dramática los límites de aquellaalianza. En los años 60 Cuba y la URSS se alejaron cada vezmás ideológica y políticamente, en la medida en que el socia-lismo cubano era más consecuente y profundo. La herejíacubana era un polo atractivo para los nuevos revolucionariosy las protestas populares en América Latina, conmovía en lospaíses centrales del capitalismo y llegaba hasta África. Loque sucedía en un pequeño punto de América requería a lasideas, las personas, los movimientos y los Estados ser másradicales en el enfrentamiento al imperialismo y a los pro-pios defectos e insuficiencias. Cuba hacía una propuesta so-cialista más humana y revolucionaria. La alternativa cubanaalcanzó entonces su cénit.

    Pero no pudo constituirse un campo de países liberados oautónomos en América Latina,10 ni Cuba pudo realizar su es-trategia de desarrollo económico socialista acelerado. Enton-ces se impuso una retirada parcial respecto al proyecto de losaños 60, y en ese marco las relaciones económicas y políticas

    10 Al contrario, en el curso de la nueva fase de integración más subordi-nada e íntima al capitalismo mundial que había comenzado en la re-gión, la represión a las protestas y rebeldías y la meta de tener manoslibres para las relaciones de dominación y las políticas económicasemergentes apelaron a regímenes autoritarios en gran parte del conti-nente. La ejecución de ese proyecto fue orientada y asistida por Esta-dos Unidos y respaldada por los sectores más «modernos» de lasburguesías. Entonces la ideología opuesta a la revolución cubana ha-blaba mucho más de «seguridad nacional» —supuesto objetivo deregímenes que apelaron hasta al genocidio— que de democracia.

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    con la URSS se volvieron mayores y más profundas. Cubaingresó en el CAME (1972), aumentó mucho la proporciónde algunos países de ese grupo en sus relaciones económicasexternas y sacrificó gran parte de su estrategia a cambio deseguridad en cuanto a intercambios sistemáticos, capacidadnegociadora y una alianza política. La agresión económicapermanente de Estados Unidos reforzó esa necesidad; la muymodesta distensión de 1977-78 desapareció desde 1979, cuan-do Centroamérica pudo contar con el internacionalismo cu-bano. El sistema, la práctica y la ideología económica cubanasfueron influidas cada vez más por aquella relación y por elllamado socialismo real, pese a tener las partes realidades tandisímiles. Eso comprometió el tipo de crecimiento de la eco-nomía y afectó negativamente a la dirección económica, laeficiencia de los actores, el papel de la actividad económicaen las transformaciones socialistas de los individuos, las ins-tituciones y la sociedad como un todo, y al proyecto nacionalde desarrollo económico socialista.

    No se ha hecho un balance de la compleja historia de 30años de relaciones Cuba-URSS, y no pretendo adelantarloaquí. Comento al menos que la relación con la URSS signifi-có para Cuba contar con aportes muy valiosos para lasobrevivencia, la satisfacción de necesidades sociales, el fun-cionamiento de la economía, la defensa, la formación de téc-nicos y algunos otros rubros. La relación ayudó a aminorarlos efectos nocivos de la agresión norteamericana y de la con-dición «subdesarrollada», pero era imposible que fuera unfactor favorable al desarrollo sostenido y autónomo de Cuba.Además, pesó demasiado en las acciones y opciones cubanasy generó un conjunto de dependencias e influencias de saldonegativo. De todos modos, es interesante para el tema de lasalternativas el hecho de que, a pesar de todo, Cuba mantuvo

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    sus especificidades, y no siguió fatalmente un curso análogoal de Europa oriental.

    Sus relaciones con las dos mayores potencias mundialesmarcaron gran parte de las actitudes hacia Cuba desde el res-to del mundo, incluidos los juicios sobre su sistema político.Sin embargo, en todo el período ha existido un cuadro muyrico de relaciones autónomas entre este país y multitud depersonas, medios e instituciones en el mundo. Para ello hansido decisivos la enorme resonancia de la revolución y de suslogros sociales, la vocación de independencia, consecuencia,vigor y amplitud de su política internacional, defensora delos derechos de todos los pueblos a la autodeterminación, lasoberanía y otros, su pertenencia muy activa a institucionesgubernamentales multilaterales, su antimperialismo,latinoamericanismo y el cumplimiento ejemplar de princi-pios internacionalistas.

    Desde inicios de los años 70 a la segunda mitad de los 80sucedió una larga etapa contradictoria, caracterizada por launiversalización efectiva de servicios sociales básicos comolos de salud, educación y seguridad social, el logro de un«estado de bienestar» sin excluidos, un salto gigantesco enlos niveles de instrucción y técnico, un fuerte proceso deinstitucionalización y mayor peso de la legalidad en el siste-ma político y en la vida ciudadana (paso del predominio de larevolución como fuente de derecho al de la llamada legalidadsocialista), mayor democratización de los poderes locales, uninternacionalismo muy activo. Pero esa segunda etapa delproceso estuvo marcada también por numerosos atributosnegativos, reforzados o impulsados por la relación con laURSS ya referida: una fortísima burocratización, deteriorode las ideas y los comportamientos socialistas, las deforma-ciones aludidas de la economía y sus funciones sociales en latransición socialista, emergencia de intereses, privilegios y

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    ventajas de grupos, clientelismo, tecnocratismo,mercantilismo, descontrol e ineficiencia. La formalización dela vida pública facilitó que crecieran el vaciamiento del dis-curso político, la simulación, el oportunismo, la indiferenciay las frustraciones. La unidad, la disciplina y la cultura polí-tica cubanas acumuladas desde el inicio de la revolución de-ben ser muy tenidas en cuenta al analizar cómo pudieroncombinarse elementos tan disímiles y hasta opuestos sin quese perdiera el carácter y lo esencial del proceso, ni este desa-pareciera al chocar con una nueva situación muy crítica.

    III. Hacer la revolución, crear riquezas con la conciencia

    No es retórico afirmar que Cuba se convirtió en una alterna-tiva hace 42 años, y más aún hace cuarenta, cuando enfrentócon éxito la agresión imperialista, el bloqueo económico y laexclusión de la OEA mediante la victoria de Playa Girón y elarmamento general de la población, la revolución agraria y lacampaña de alfabetización. Y en medio de tremendas con-vulsiones sociales y esfuerzos gigantescos consumó la na-cionalización de los medios de producción, de la banca y dela educación, como base para que el pueblo desatado y supoder tomaran posesión de sus vidas, su país y su destino.

    Cuando se estableció la alternativa cubana comenzaban losaños 60, pero nadie lo sabía todavía. El imperialismo aún nohabía completado su geografía económica, aunque su econo-mía crecía y se centralizaba con celeridad; el «primer» mun-do fue retado desde adentro por los que exigían cambios, y suorden de postguerra sufrió varias derrotas y fuertes pérdidasde prestigio. Estados Unidos sufrió años de graves crisis in-ternas, intervino en Viet Nam y se empantanó, hasta ser ven-cido en 1975 por la decisión vietnamita. Una Europa cadavez más rica, pero insatisfecha, dejó al fin de dar lecciones a

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    todos, y produjo el emblemático 68. Era un mundo en que laURSS salía al cosmos y a los mares del mundo, pero a lointerno se reorganizaba de manera conservadora, entre ajus-tes modernizantes; en que el control que había ejercido ennombre del socialismo europeo fue desafiado por una nuevaizquierda y por el maoísmo, y el movimiento comunista per-dió cohesión. Y un mundo «tercero» que se autoidentificó,vivió la descolonización y las tensiones de adecuación o re-beldía frente a la generalización del neocolonialismo, e in-ventó el no alineamiento. Un mundo en que sucedía la segundaola de revoluciones e ideas anticapitalistas del siglo XX, olacentrada en otros continentes y no en Europa como la prime-ra, con fuertes efectos sobre los temas principales y el am-biente cultural de las protestas sociales y políticas, y sobre elanticapitalismo. En el Lejano Oriente, China Popular era unpolo atractivo y un poder; Viet Nam daba el ejemplo moral ymodificaba la correlación de fuerzas internacional. Desde susrealidades tan diferentes y específicas, en África y AméricaLatina había insurgencias, que en nuestra región parecíanconducir a revoluciones radicales y coordinaciones posibles.

    Si la revolución cubana pudo enfrentar con éxito sus tre-mendos escollos, oposiciones, insuficiencias y condicionantesdesfavorables, y aprovechar las favorables, fue solamente por-que estuvo caracterizada permanentemente por la actuación:

    a) en el terreno interno, que es siempre el principal, contodos los atributos conocidos, basándose en desarrollar suspropias fuerzas y en avanzar audazmente, guiada por princi-pios inalterables de revolución popular anticapitalista y deíntima relación entre poder y bases, y con una enorme flexi-bilidad táctica;

    b) en lo externo, por ser realmente internacionalista yantimperialista, y mantener ambos rasgos definitorios duran-te su transición socialista.

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    El primer resultado que quiero destacar es la autonomíaobtenida por Cuba, en grados impensables si se atiende a lageopolítica de entonces o a las elaboraciones más recientessobre los límites de la soberanía, y a las creencias más exten-didas en la actualidad acerca de lo posible para los países dela llamada periferia del sistema. Estas tienen dos corolariosbásicos: los «países pobres» carecen de posibilidades nego-ciadoras que reduzcan su indefensión («asimetría») frente alos «países ricos»; al final nada puede oponerse al arbitrio delas grandes potencias. A pesar de sufrir una historia de gra-ves dificultades y diferentes tipos de recortes, lo esencial deesa autonomía cubana se ha sostenido bastante bien durantetodo el período histórico al que nos referimos, hasta hoy.

    Otros resultados fueron los colosales avances aludidos, unproceso interno muy radical de decisiones en cuanto a lasopciones entre proyectos de cambio más o menos profundos,mayor calidad de la política y de su relación con la moral, ydesarrollos de las personas que no hubieran sido ni siquierapensables. El país dio un gran ejemplo de lo que es obligato-rio y posible para un poder y una sociedad en transición so-cialista, multiplicó sus esfuerzos cuando tuvo más personascalificadas y recursos, y se labró un inmenso prestigio. Esaestrategia acertada le permitió que la sobrevivencia fuera labase de su ambicioso proyecto socialista —en vez de aban-donar el proyecto para sobrevivir—, elaborar y mantener po-líticas propias, hacer contribuciones a un arco de movimientosy posiciones enfrentados al dominio capitalista o colonial/neocolonial en el mundo, tener una gran fuerza moral en susrelaciones internacionales, incluidas las negociaciones y re-laciones con la URSS y algunos aliados de esta, y sostenercolaboraciones con países diversos.

    Al calificar a esa actuación revolucionaria quiero destacarsolamente otro de sus rasgos: avanzar con creatividad. Cuba

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    sufrió las acusaciones de voluntarismo y subjetivismo quefueron usuales en la tradición de izquierda, hasta estos últi-mos años en que el economicismo más burdo es la banderaideológica del gran capital, y sus formas elaboradas han ane-gado los territorios de la ciencia y el pensamiento sociales.La creación de nuevas realidades y la apertura de oportunida-des no soñadas a partir de la praxis revolucionaria fueronconstatadas y se convirtieron en saberes. Pero el rápido au-mento de los conocimientos sociales y la exigencia deintencionalidad de la transición socialista llevaron a análisisde las decisiones a tomar y políticas a seguir que querían sercada vez más fundados. La experiencia cubana ha sido muyrica en avances audaces como actitud general ante los pro-blemas, pero ellos no han estado exentos de exámenes pre-vios. No había una guía, sin embargo, mucho más allá de losdatos de los problemas, porque estos eran en su mayoría nue-vos y porque la teoría de la revolución estaba atascada y eratergiversada. La creatividad resultó obligada y la originali-dad inevitable. Aforismos como los del título de este acápite—y otros como «construcción paralela del socialismo y elcomunismo» o «que la sociedad se convierta en una gigan-tesca escuela»— expresan en su concreción la aparición deun trabajo intelectual y un cuerpo de pensamiento nuevos.

    Toda alternativa que pretenda ser viable deberá tener esascaracterísticas, y siempre encontrará obstáculos formidablesen el material intelectual acumulado por su propio campo,tanto por su forzosa adecuación previa a la hegemonía capi-talista como por los modos como ha formulado hasta ahí suidentidad y estrategias de resistencia. En el proceso cubanosucedió así,11 dando lugar a una lucha de ideas interna que

    11 Ernesto Guevara invita en una polémica famosa a «no desconfiar de-masiado de nuestras fuerzas y capacidades»: «¿Por qué pensar que lo

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    forma parte importante de su construcción social, pero quedebo abstenerme de tratar aquí.

    En la fase de los años 70-80, en que hubo tantos perjuiciospara las iniciativas, la concientización, las actividades públi-cas y la dinámica general del proceso, a pesar de todo el pa-pel de la actuación calificada que hemos referido no cesó.Eso contribuyó a la generalización de logros y actitudes posi-tivas a la transición socialista, y fue decisivo cuando una nuevacoyuntura de cambios y crisis exigió fuerzas y decisiones.

    IV. Presente y desafíos de la construcción social cubana

    ¿Qué significa Cuba hoy como construcción social alternati-va? No me es posible caracterizar aquí la situación mundialactual y las alternativas de actuación ante ella.12 Pero es im-prescindible tenerla en cuenta en todo momento cuando seanaliza un tema como este en cualquier país. Lo primero esque la existencia de Cuba socialista niega una exigencia bási-ca de la ideología dominante en el mundo actual: que es ne-cesario resignarse al dominio del capitalismo sobre la

    que “es” en el período de transición, necesariamente “debe ser”?»(1964). Y en su Diario de Bolivia: «el significado del 26 de Julio: rebe-lión contra las oligarquías y contra los dogmas revolucionarios» (1967).

    12 Lo he hecho en diferentes textos; ver por ej.: «Anticapitalismo y pro-blemas de la hegemonía», en F. Martínez: En el horno de los noven-ta, Eds. Barbarroja, Buenos Aires, 1999, pp. 160-166; «Una gigantescaguerra cultural. Capitalismo y subjetividad», en América Libre núm.16, Buenos Aires, abril 2000; y «Memoria y proyectos. Gramsci y elejercicio de pensar», en Gramsci en América. II Conferencia Inter-nacional de Estudios Gramscianos. Dora Kanoussi, Comp/edit., Uni-versidad Autónoma de Puebla, Int. Gramsci Society, Plaza y ValdésEds, México DF, 2000, pp. 143-162.

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    existencia cotidiana, la organización social y la vida de lospaíses en todo el mundo. Cuba es un escándalo, y como talprovoca reacciones muy variadas.

    Ante todo, Cuba vivió por segunda vez un corte brusco ysúbito de sus relaciones económicas principales, sólo 30 añosdespués del primero —corte que provocó una crisis econó-mica profundísima y un gran deterioro de la calidad de lavida—, y logró sobrevivir a él. Cuba no se sumó a la cadenade «caídas del socialismo». Y eso en la coyuntura del fin deuna abarcadora y larga bipolaridad, y de un formidable des-prestigio mundial del socialismo. Empleó esfuerzos gigan-tescos y sistemáticos a lo largo de los años 90 para que esasobrevivencia se convirtiera en la viabilidad de su régimen, yya es aceptado por medios muy diferentes que ese objetivo seha logrado.13 Les recuerdo mi advertencia inicial de que Cubaactual es un complejo compuesto por su acumulación socialrevolucionaria, los elementos de la crisis de los noventa y sustransformaciones y permanencias en curso. La continuidadde su tipo socialista de organización social es lo dominanteen sus expresiones políticas y en el balance que pueda hacer-se de su sociedad. Pero también decía que esa realidad espe-cífica es el teatro de una transición. Escojo ciertos rasgos suyosque me parecen muy importantes para esta fase final, siem-pre dentro del tema que nos convoca.

    Cuba demostró ser una alternativa viable sin aplicar frentea su crisis políticas económicas como las que se exigen en elmundo actual, y salió adelante sin perjudicar a la vida de lasmayorías, al revés de lo que se ha vuelto usual. Su Estadosiguió siendo muy fuerte e intervencionista en muy alto gra-

    13 En un reciente informe de investigación de CEPAL se afirma: «Cubaha registrado avances económicos significativos en los últimos cincoaños y comienza a acoplarse a la nueva dinámica mundial.»

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    do en la economía, lo contrario de lo que se exige. Desde1995 hasta hoy su economía ha venido recuperándose a rit-mo paulatino pero sostenido, y gana en eficiencia a pesar delos enormes cambios que ha debido ejecutar.14 Una primerarazón básica de ese éxito es que Cuba utiliza con eficacia susfuerzas propias. Su población tiene niveles generales y capa-cidades útiles que en muchos aspectos son realmente nota-bles y están bien consolidados; la economía posee apreciablesniveles de reproducción, control, diversificación y otros ras-gos positivos; la infraestructura tiene desarrollo; el sistemade servicios sociales está entre los más avanzados del mun-do, y ha resistido bastante el deterioro producido por la cri-sis; la paz social y política favorecen mucho la actividadeconómica; el Estado y las estructuras de poder en general semuestran capaces en la realización de sus tareas.

    14 La evolución del producto interno bruto real, para 1993=100, fueestimada por la Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba en:1995=103,2, 1996=111,2, 1998=115,6, 1999= 122,8 y 2000=130,2(La Habana, 2000). El pronóstico fue superado por el crecimientoreal del 2000, un 5,6%; la productividad del trabajo creció 4,6% (In-formes de Osvaldo Martínez, Presidente de la Comisión de AsuntosEconómicos, y José Luis Rodríguez, Ministro de Economía y Planifi-cación, ante la Asamblea Nacional del Poder Popular. Granma, LaHabana, 22-12-2000, p. 4, y 23-12-2000, p. 4). Pero Rodríguez acla-ra que con ello se logra llegar sólo al 85% del PIB de 1989, aunquecon «una economía más eficiente y que asegura un desarrollocualitativamente superior». Para un cuestionamiento de las compara-ciones directas de los datos económicos de 1974-1991 con los de losaños anteriores y siguientes, ver F. Martínez: «Desconexión,reinserción y socialismo en Cuba», en Cuadernos de Nuestra Améri-ca no. 20, La Habana, jul. – dic. de 1993, pp. 46 - 64.

    La inversión de fuente interna en el 2000 (3 100 millones de dóla-res) fue más del doble que la de 1995, y 16% más que en 1999. Laefectividad de la inversión creció 5,8%.

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    Resulta extraordinaria la combinación de capacidad en laactividad económica, flexibilidad y ejercicio de controles se-veros, que se aprecia con sólo mencionar algunos asuntos dela última década. El turismo, que casi no existía, aportó en1998 el 50% del total de ingresos por exportaciones de bie-nes y servicios y ya es una rama consolidada y dinámica. Laazucarera se desplomó desde 1993, pero no colapsó ni expul-só a su enorme masa de trabajadores; se recuperó hasta cua-tro millones de TM en 2000, es cada vez más eficiente y buscasu diversificación. El níquel ha multiplicado su importancia,y registra una sólida expansión productiva (72 000 TM en2000) y comercial (vende a más de treinta países), alta efi-ciencia, provechosa asociación con capital extranjero y reno-vación tecnológica. El sector energético es un caso ejemplar:el holding estatal Cubapetróleo aprovechó el enorme conoci-miento acumulado y en plena crisis continuó la expansiónproductiva y estableció empresas mixtas con compañías devarios países; pasó de 0,8 millones de TM en 1991 a 3,3 en el2000, y ahora aprovecha el gas asociado al petróleo. El 70%de la electricidad se produce con crudo nacional; en el 2001se prevee alcanzar el 90%, y una producción de cuatro millo-nes de TM de petróleo y gas.

    Junto a una reorientación radical del comercio exterior sehan realizado innumerables gestiones y negocios en el sectorexterno. En lo interno, el país con mayor porcentaje de tierraestatal del mundo entregó en usufructo gratuito la mayor par-te de las granjas estatales a sus colectivos de trabajadores,con sus equipos y rebaños (1993); un reparto singular quetornó cooperativistas a una multitud de trabajadores. Se esta-bleció la circulación legal del dólar junto al peso cubano(1993), medida audaz para un régimen rigurosamenteantimperialista, que franqueó una gran captación de divisasmediante las remesas de emigrantes a sus familiares en Cuba

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    y una red comercial estatal; el peso se revalorizó hasta arribara 21 por dólar. Un país con 94,4% de empleo estatal en 1988abrió cauce legal al trabajo por cuenta propia, que mantienecierta amplitud, aunque dentro de normas restrictivas.

    A pesar de todos los elementos positivos aludidos, Cuba nopudo evitar encontrarse en una situación muy difícil, a partirde los límites de su desarrollo, referidos en el acápite II, y deldoble efecto de la aguda crisis que sufrió en los años 90 y elagravamiento de la posición de la mayoría de los países frenteal altísimo grado de centralización del sistema capitalista mun-dial y la naturaleza de su forma dominante transnacional y pa-rasitaria actual. Cuba es muy vulnerable en sus relacioneseconómicas internacionales, por los intercambios desiguales yescaso control sobre las condiciones en que se efectúan, lo queeterniza su crónico desbalance comercial, por la indefensiónfrente al movimiento de las finanzas y su alto endeudamientoexterno. Las fuentes de financiamiento externo le están veda-das en general, o resultan muy difíciles y onerosas. Si el paísno naufraga en ese piélago tan adverso es precisamente por lasfuerzas que saca de su régimen social.

    Por otra parte, el crecimiento de las desigualdades socialesha sido una consecuencia de la situación y las medidas adop-tadas, lo cual es grave porque afecta la esencia igualitaria encuanto a redistribución de riqueza y oportunidades del siste-ma de transición socialista cubano. La desigualdad principales por el ingreso y el acceso a consumos. Es más irritanteporque está asociada a la doble moneda; no se dispone dedólares por realizar el trabajo más complejo o tener actitudesindividuales acreedoras al mayor reconocimiento de la socie-dad. Se obtienen sobre todo de actividades relacionadas conla economía mixta, con el turismo, con algo aleatorio comoes recibir remesas, y con una amplia gama de actos que vandesde los ofrecimientos privados de servicios y productos

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    hasta el enriquecimiento de intermediarios y negocios ilega-les, en las dos monedas. Los precios informales en monedacubana son demasiado altos para los ingresos personales yfamiliares de la mayoría. La corrupción —ese demonio de lafalsa moral pública actual del capitalismo— debía ser anali-zada en sus funciones sociales en cada caso concreto. En laCuba actual desempeña un sordo papel.

    Alrededor de la nueva situación se integran grupos privile-giados, y en su entorno se van formando constelaciones socia-les. Lo cierto es que todavía son de procedencia realmentevariada, y carecen de toda legitimidad que acompañe a su ca-pacidad adquisitiva, pero la cultura política nacional es sufi-cientemente alta para que muchos infieran que esos grupospodrían llegar a ser más exclusivos, integrarse más y desarro-llar autoidentificaciones y proyectos. Un efecto sumamentenocivo de esta realidad social es que erosiona seriamente lasmotivaciones y los valores socialistas, generando un desarmeideológico desde la vida cotidiana, sutil, ajeno a la virulencia ylas definiciones de los enfrentamientos políticos, pero a la lar-ga más peligroso que estos para la vigencia del socialismo.

    La cultura socialista es sostenida muy vigorosamente porla política social del régimen. La reasignación de recursos através del presupuesto central del Estado es un mecanismoque redistribuye el ingreso a favor de los servicios, sectoresestatales y el interés de la sociedad, y mantiene la confianzaen el objetivo de las medidas económicas. Ofrezco algunosdatos del 2000. El desempleo ha sido evitado y combatido;de un 8.1% de la PEA en 1995 bajó hasta 5,5%. El ingresomedio del trabajador fue de 359 pesos, alza vinculada al au-mento del salario medio (7,3%), y a estimulaciones variadasque reciben entre un tercio y más de la mitad del total deasalariados: pagos por producción, divisas, alimentos, ropa yzapatos, otros artículos. El Estado subsidió productos

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    normados al consumidor por 755 millones de pesos, y estáaumentando en alguna medida su oferta de alimentos en losmercados «liberados», a precios más bajos que el sector pri-vado. La alimentación total percápita se estimó en 2585kilocalorías y 68 gramos de proteínas. Hubo aumentos en di-versos servicios, y se enfrenta el gran deterioro sufrido porsus infraestructuras. Aun así, los informes oficiales calificande discreto el avance en las condiciones de vida de la pobla-ción. La seguridad social atendió a 1 400 000 personas (12%de la población); se da cuidado diferencial a los de bajas pen-siones y otros menos favorecidos, mediante asistencia social.El monto y la proporción respecto al total en los gastos públi-cos correspondiente a salud, educación y seguridad social hacrecido durante toda la década anterior, hasta hoy.15

    La cultura política de los cubanos es decisiva. Anoto sólodos rasgos suyos, aunque muy relevantes. El primero, la acti-tud ante los objetivos del trabajo y la relación indirecta entresus resultados y las retribuciones, que caracterizan a la tran-sición socialista —tan diferentes a lo que es normal en elcapitalismo—, siguen manifestándose en la abnegación conque masas enormes de trabajadores y técnicos dieron y dancontinuidad a la producción y los servicios, en condicionesnuevas en que aquellos fines del trabajo y retribuciones so-

    15 La situación social de Cuba sigue siendo excepcional en AméricaLatina, según fuentes de organismos internacionales, como puedeverse en dos informes recientes: el del Laboratorio Latinoamericanode Evaluación de Calidad en Educación, a los Ministros de Educa-ción de América Latina en la VII Reunión Intergubernamental delPROMEDLAC: Cuba ocupa el primer lugar en la región, con índicesdos veces superiores a la media regional (Cochabamba, marzo del2001); y uno de riesgo de salud sexual y reproductiva: Cuba tiene lamenor tasa de la región (Population Action International: Investiga-ción en 133 países).

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    cialistas se debilitan y oscurecen, y se refuerzan la retribu-ción directa y el egoísmo. El segundo, la peculiar relacióncon el consumo creada por la revolución que forma parte dela cultura cubana contemporánea, ha podido resistir la tre-menda ofensiva de una década de cambios e influencias queen gran medida favorecen modificaciones en las necesidadesy deseos, y también la adopción de representaciones y rela-ciones capitalistas. A pesar del deterioro que registra, aquellarelación con el consumo sigue siendo un valor socialista, yun factor decisivo para la estrategia y el desempeño econó-micos del país desde el ángulo del apoyo o rechazo de la po-blación, cuando en un caso como el cubano la disposiciónfavorable de la mayoría es indispensable.

    La acumulación revolucionaria previa fue decisiva en losaños de crisis aguda, y conserva un papel principal pese a lasmodificaciones de la situación. El fenómeno político masivofundamental de los años 90 fue el predominio de la cohesión,la disciplina y la actividad social en apoyo a la manera devivir que se había construido en las tres décadas previas, laque se expresa no sólo en las instituciones y la legislaciónsino también en conciencia social, costumbres, representa-ciones, que se despliegan en los diversos espacios públicos yprivados. Ese comportamiento social mayoritario ha sido laclave de la política del período. Entiendo que su motivaciónfundamental a escala más general de la sociedad descansa entres saberes: a) la unidad entre los cubanos es vital para en-frentar todas las cuestiones cruciales que se vienen presen-tando desde fines de los años 80; b) el régimen político vigentese dedica a sostener activamente la manera de vivir que larevolución y la transición socialista construyeron, defiendeeficazmente la soberanía nacional y controla la economíanacional; y c) un retorno al capitalismo en Cuba significaríapara la mayoría de los cubanos un desastre, en pérdida de

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    derechos sociales y calidad de la vida, en explotación del tra-bajo, pobreza y humillaciones, y en soberanía popular.

    La actuación social consciente le ha dado al sistema ungrado muy alto de autonomía política. El poder político hautilizado esa autonomía para conducir al país a través de lassituaciones de todos estos años, manteniendo bajo su estrictocontrol variables fundamentales. Ellas son un sector econó-mico estatal mayoritario, que incluye la banca, las comunica-ciones y el comercio exterior —un bloque aún mayor si sesuman las cooperativas rurales creadas en 1993—; la econo-mía mixta y privada, sujetas a un control muy abarcador; unaenorme capacidad negociadora exterior; la ejemplar políticasocial; el sistema político, los medios de comunicación, laeducación y otros campos de la producción espiritual. El des-gaste del discurso político era ya notable desde antes de 1989,y los años más críticos sin duda deterioraron en cierta medi-da la credibilidad y la aceptación del régimen. Sin embargo,este nunca se deslegitimó, y la firmeza y eficiencia de su ac-tuación le permitieron recuperar terreno. La administraciónpública y el mantenimiento del orden se basan en el consen-so, y no en la represión. El mismo poder político que garanti-za todos los cambios y las medidas tan diversas de la transiciónes claramente percibido como defensor del socialismo y lasoberanía. Hoy es el eje de la situación cubana, y a la vezdepositario de las esperanzas de la mayoría.

    La formación social cubana actual es transicional en dossentidos: a) es de transición socialista, porque reproduce lascondiciones económicas y políticas que dan continuidad aese régimen, y este es la base de la forma de gobierno; b) estáen un proceso de reinserción limitada en el sistema de econo-mía mundial controlado por el capitalismo, de tal modo quehasta ahora maneja todas sus variables favorables para man-tener el control, tomar decisiones y reasignar recursos; es decir,

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    para seguir siendo de transición socialista en vez de estar rea-lizando una integración progresiva al capitalismo mundial.Sus principales cartas son su tipo de relación entre el podereconómico y el poder político, y el consenso mayoritario conque cuenta. Una y otra —aunque con diferencias entre sí—basan su legitimidad en la revolución sucedida y en el régi-men de transición socialista, y no en la reinserción en curso.Eso proporciona una enorme fuerza al régimen vigente. Pero,para un futuro no precisado, es una grave interrogante si sepodrá o no evitar: a) la contaminación de actores o beneficia-rios de las relaciones económicas no socialistas y sus conste-laciones sociales del deseo de participar en la forma capitalistade vida que ven o se imaginan, y que esa influencia se extien-da sobre otras capas de la sociedad; b) que la transición so-cialista vaya perdiendo lentamente su carácter dominantefrente a la atracción de las relaciones de tipo capitalista, tantoeconómicas como de todo su complejo cultural, y el régimensea permeado y ganado para la integración al capitalismomundial, con sus especificidades nacionales.

    Si ese es el problema principal, entonces las tensiones ypugnas fundamentales no se dan hoy en los terrenos de laeconomía o la política, sino en el ideológico, o más exacta-mente, en un terreno cultural en que las ideologías están in-cluidas. Es obvio que en esa pugna las influencias externascumplen papeles mucho mayores del lado capitalista que dellado socialista, lo cual tiene consecuencias muy diversas. Demanera muy particular, Cuba también participa en la actualguerra cultural mundial.

    La reabsorción de Cuba por el capitalismo exigiría actosde voluntad para los cuales no existen hoy legitimidad algu-na, coyuntura favorable ni fuerzas sociales suficientes. Esehecho, y el alto grado de control efectivo que posee, brindanal régimen cubano todo un período a su favor. Es preciso

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    aprovecharlo, actuando acertadamente. Vuelve a resultar de-cisiva la actuación calificada, para hacer que una tendencia yno otra salga triunfante. Esta actuación no puede limitarse arepetir lo que en otro tiempo fue eficaz, porque el medio y lasvariables que inciden actualmente son diferentes: tiene queser una actuación creativa, original. La transición socialistaestá obligada a basarse en la intencionalidad de la construc-ción social y el uso cada vez más y mejor planeado de losmedios y las ideas con que cuenta; y basarse en la participa-ción democrática cada vez mayor de la población, porque ellaes la fuerza fundamental del régimen y su motivación y sueficiencia dependen de que se involucre realmente en unaconstrucción social tan radicalmente nueva y diferente. Elcubano ha recorrido todo el camino «moderno» de la indivi-dualización, y ha aprendido a crear y ampliar vínculos de so-lidaridad para enfrentar y superar a la modernidad mercantilcapitalista. Si la extraordinaria cultura política de los cuba-nos se moviliza y ejerce su discernimiento y su acción frentea los problemas y peligros reales de hoy, si se utilizan susideas, opiniones, iniciativas y esfuerzos, esa cultura será de-cisiva para desarrollar a las personas y las instituciones ensentido socialista.

    El apoliticismo y el pensamiento y los sentimientos con-servadores han registrado avances en Cuba en estos últimosaños. Pero no se han generalizado; estamos en medio de unaintensa batalla de valores. Es necesario derrotar las creenciasacerca de las relaciones y representaciones capitalistas comoalgo dado, de origen externo, que resulta inevitable aceptar.E impedir que se convierta en algo «natural» para los cuba-nos la existencia de desigualdades sociales y jerarquías debi-das al poder del dinero. Se está dirimiendo también la cuestióncrucial del vínculo o la disociación entre lo cubano y el so-cialismo, después que estuvieron unidos en la identidad na-

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    cional durante décadas. Esta y el nacionalismo incluyeron ensu núcleo a la justicia social, lo que los enriqueció decisiva-mente y significó un aporte muy valioso de Cuba al pensa-miento y las luchas por la liberación en el llamado TercerMundo. Las reelaboraciones del problema deben constituirun aspecto central de la cultura cubana actual.

    Cuba descubre el vigor y complejidad de sus diversidadessociales —antiguas o emergentes— con sentimientosdiscordes; es comprensible porque la revolución destrozó lossentidos de la sujeción de la sociedad al poder de la repúblicaburguesa neocolonial, cambió la vida social y levantó su pro-pio sistema de relaciones e instituciones sociedad-poder ysociedad-Estado. La crisis de los 90 y las desigualdades so-ciales recientes tienen mucho que ver en todo esto, pero seríaabsurdo reducir a ellas la cuestión, o creer que una diversidadsocial activa expresa la debilidad del Estado. Ese error parti-cipa de la funesta confusión entre el Estado y el socialismoque tanto daño hizo a las experiencias del siglo XX. La diver-sidad social en movimiento es una gran riqueza del país y unpotencial de renovación de todos los aspectos de la vida so-cial, que puede fortalecer mucho al socialismo, si sus ideales,actividades y organizaciones sienten que el socialismo es suvehículo, y si los órganos y la cultura socialista son capacesde hegemonizarla.

    Cuba socialista es una alternativa latinoamericana al capi-talismo, que existe y muestra con sus logros y realidades quees posible vivir de otra manera más humana, y que los paísespueden ser otra cosa que lugares de contrastes inaceptables,frustraciones e iniquidades. Cuba necesita seguir siendo unaalternativa, como consecuencia de mantener el sistema so-cial y la estrategia que le permite conservar su manera devivir, su soberanía nacional y su autonomía en el mundo ac-tual. Los escollos y tareas que tiene ante sí no puede

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    enfrentarlos un país capitalista dependiente, sea pequeño ogrande. Pero no le bastará persistir. Ante las opciones y losproblemas de hoy y los que vendrán, acertará si avanza en elcamino del socialismo, en vez de retroceder. Entre esos avan-ces estarán la multiplicación de los participantes sistemáti-cos en el control y las decisiones sobre la economía, la políticay la reproducción de las ideas, y la elaboración de un proyec-to socialista más avanzado, integrador, complejo, capaz yparticipativo que los que han existido. Estará la continuaciónde la estrategia económica a base de la premisa de que suprimer objetivo es el bienestar de la población, del aprove-chamiento racional de los recursos y de lograr aumentos deeficiencia, pero también de autonomía, en su inserción inter-nacional. Estará poner en primer plano la batalla por el pre-dominio de los vínculos de solidaridad sobre los egoístas eindividualistas, y hacer que las libertades y el interés socialse complementen.

    No temo concluir este texto con esa entrada en el territoriodel deber ser, ni pretendo asomarme a la crítica epistemológicade la ciencia social. Me limito a afirmar que el conocimientosocial no es ajeno —ni de modo intrínseco ni en sus condi-ciones de producción— a los valores y a las posiciones anteun orden social o un proyecto dado, y ante los conflictos so-ciales implicados. Al tomar como tema la alternativa socia-lista cubana parto de un compromiso vital con ella; alanalizarla verifico que está viva, y que es un extraordinariolaboratorio social.

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    NOTAS SOBRE SOCIEDAD Y CULTURADESDE LA CUBA ACTUAL*

    I

    Después de medio milenio de historia escrita y con ciudades,podemos constatar que Cuba ha recorrido un camino muyintenso y en algunos sentidos asombroso. Durante la mayorparte de ese largo intervalo ha sido afectada por la forma fun-damental de mundialización del capitalismo, que es el colo-nialismo y el neocolonialismo. En el curso de sus sucesivasintegraciones al sistema internacional, las formaciones eco-nómicas registraron etapas de dinamismos extraordinarios, alos cuales debió el país muchos de sus rasgos principales,aunque los sistemas económicos resultantes de aquellas inte-graciones subordinadas explotaron muy duramente a las fuer-zas de trabajo, exigieron sistemas sociales opresivos y nofueron capaces de asegurar autorreproducciones económicassuficientes. El interés económico y las etapas del capitalismoen los países centrales del sistema, y las relaciones entre laspotencias, han afectado siempre a Cuba, y nos han influidomucho sus modos de vida, su pensamiento, sus culturas.

    * «Notas sobre sociedad y cultura desde la Cuba actual». Política &Trabalho. Revista de Ciencias Sociais num. 16, Programa dePostgraduacion en Sociología, Universidad Federal de Paraiba, Bra-sil, set. 2000.

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    Otra característica de la historia cubana —a diferencia denumerosas sociedades— es la intensidad y la sucesión decuatro revoluciones, formas extremas de la actuación socialen busca de cambios significativos, en un período histórica-mente breve. Esas revoluciones tuvieron como vehículo prin-cipal acciones populares colectivas muy intensas yabarcadoras, y como resultado profundos cambios en los in-dividuos, las relaciones sociales y las instituciones.

    No puedo tener en cuenta en estas notas a ese ámbito tanabarcador que acabo apenas de esbozar, y que es, sin embar-go, tan atinente a mi tema. Todos aquellos rasgos, más lapaulatina sedimentación de atributos culturales propios y asi-milados, de condensaciones, mezclas y subordinaciones deformas culturales en su interior —ese melting pot que es ge-neral en la formación de las naciones—, configuran las acu-mulaciones culturales que contiene Cuba, esenciales a la horade inquirir por o de valorar a los eventos y los procesos de lacoyuntura.

    La cuarta revolución comenzó como una insurrección con-tra un gobierno ilegítimo, y triunfó hace 40 años. Ha sido elprincipal hecho cultural de la segunda mitad del siglo en Cuba.Ella implicó los cambios sociales súbitos más trascendenta-les desde los que en el siglo XVI iniciaron aquella historiaescrita. No voy a repetir aquí los análisis y valoraciones quehe hecho en numerosos textos acerca de esos cambios, y engeneral acerca del proceso de la revolución y de la situaciónactual, sus nexos con la historia cubana, y sobre el contenidoy la historia de las ideas en el período. En esos trabajos tam-bién he tenido en cuenta los enfrentamientos y relaciones in-ternacionales: las actuaciones de los Estados Unidos y algunospaíses de América Latina, las ideas y las luchas populares enesta región, los regímenes establecidos en la URSS y otrospaíses en nombre del socialismo y los movimientos comu-

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    nistas en el mundo, los países de capitalismo desarrollado ylas fuerzas e ideas diversas que existen.

    Sólo quiero apuntar aquí tres cuestiones que son constan-tes en mis hipótesis de investigación y en mis ensayos sobreel tema, porque las necesito como contextos intelectuales dela reflexión. Primera: califico a la revolución de socialista deliberación nacional, porque sólo pudo triunfar y desarrollar-se combinando íntimamente la lucha de clases anticapitalistay la de liberación nacional. Esto afectó el contenido de lonacional en Cuba, y le dio determinadas características a sutipo de socialismo (Martínez Heredia, 1991; 1995). Segun-da: no utilizo los conceptos de «construcción del socialis-mo», «socialismo pleno», etc., porque no creo en su capacidadni fertilidad para la comprensión de los procesos reales. Paralos regímenes fundados en poderes anticapitalistas y proyec-tos comunistas trabajo con conceptos como el de transiciónsocialista, que se refiere a lo que son y a lo que deben seresas sociedades basadas en una intencionalidad y en las queresultan indispensables determinados cambios culturales(Martínez Heredia, 1990). Tercera: «el problema de las rela-ciones entre el poder y el proyecto es el más trascendentepara todo el que intenta llevar la realización práctica de larevolución contra el capitalismo hasta sus últimas consecuen-cias (Martínez Heredia, 1989; 1990; 1997; 1997 a).

    Hablo desde una coyuntura, como sucede siempre. A ini-cios de 1999 situaba así la nuestra en la época contemporánea:

    «El mundo cambiaba cuando sucedió la Revolución cuba-na, aunque sólo adquirió ese sentido para nosotros como pue-blo cuando hicimos aquí el gran cambio revolucionario. Sihay una expresión breve para decirlo es “los 60”. Ahora sepercibe, se dice o se piensa que el mundo cambia otra vez,pero sin que casi nadie se alegre. Claro que todo el mundo—o casi— está viviendo los cambios y se dispone a vivirlos,

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    pero las actitudes se parecen mucho a la resignación o al másestrecho pragmatismo. El mundo de estos cambios no parecehecho de la materia que luego abuelos orgullosos les conta-rán a nietos admirados. Yo los vivo, nosotros los vivimos,desde el mar de experiencias y la gran cultura política de loscubanos, desde el inmenso cambio cultural que sucedió enCuba. Poder decir “nosotros” es un logro maravilloso en elmundo actual, en que la cultura que se promueve es la de laindiferencia ante la suerte de los demás, la cultura de la frag-mentación, del miedo y de la resignación.

    »Frente al gran capitalismo mundial somos “nosotros”. Perono somos ciegos ni sordos; no lo soy. Ahora mismo, en nues-tro país, en nuestras casas, en nuestras mentes y sentimien-tos, estamos envueltos en una descomunal pugna de valores.La cultura socialista, la de la solidaridad entre las gentes y elpoder redistribuidor justiciero de las riquezas sociales se batemuy arduamente en todos los terrenos. Audacias y pruden-cias, aciertos y errores, mezquindades y heroísmos, trabajosy afanes de lucro, orgullos y desconsuelos, suceden todos enun país que tiene más posibilidades de salir adelante comosociedad justa en busca de felicidad que la mayoría de lospaíses del mundo. Pero a la vez suceden cerca del borde deun oscuro remolino.» (Martínez Heredia, 1999: 29-30)

    La cultura plasmada en la Cuba contemporánea es el teatroprincipal de la intensa pugna de valores en curso, que influi-rá, quizás de manera decisiva, en el tipo de sociedad queemergerá de las duras tareas actuales de la sobrevivencia y lareestructuración de las relaciones económicas. Hoy se levan-tan otra vez las grandes preguntas, en torno a la identidadnacional y sus rasgos principales, a las identidades de gruposde la sociedad, su relación con la identidad nacional y con lasinstituciones; se pregunta otra vez qué es la nación, y qué hasido en los proyectos históricos. En realidad, todas las pre-

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    guntas atañen al futuro, lo que evidencia tanto la vitalidad dela cultura cubana como la inquietud, incluso las angustias,del presente. Con el propósito de contribuir muy modesta-mente a un debate imprescindible, limitaré esta vez mis notasa una breve aproximación a tres cuestiones, caracterizadaspor las tensiones entre antiguos predominios y nuevas situa-ciones: el paso de la homogeneidad a los avances de la hete-rogeneidad; el paso de la politización a la profesionalización;y el crecimiento de la religiosidad.

    II

    Las revoluciones son instancias de unificación social, y lacubana lo fue en un grado altísimo. La causa principal estuvoen la gran efectividad lograda en su ataque radical a los siste-mas de explotación, marginación, subordinación y humilla-ción que existían en Cuba. La expropiación general de loscapitalistas y la pérdida del respeto a la propiedad privada, ladesposesión radical de otros elementos de control económi-co, político e ideológico que sufrieron los antiguos dominan-tes, eliminaron gran parte de las diferencias sociales, atenuaronotras y ocultaron a las demás. El igualitarismo no es —comose ha pretendido en tiempos recientes— un defecto de la po-lítica de esa época: es una de las expresiones ideológicas dela formidable igualación de oportunidades experimentada enla práctica por la mayoría de los cubanos, que llegó a conver-tirse en un rasgo cultural que ha persistido hasta hoy. Entreotras expresiones espirituales básicas de la sistematizaciónde las prácticas de la Revolución en este campo están la paci-ficación de la existencia de las personas y las familias, y lavaloración social de cada individuo por los méritos acepta-dos socialmente, méritos que llegaron a ser en su mayoría de

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    corte socialista. Se alcanzó un gran peso de la actividad so-cial y política a la escala de las comunidades territoriales ylaborales, como ámbitos del ejercicio cívico y de la fraterni-dad humana. Las divisiones y dominaciones de clases y deotros grupos humanos retrocedieron tanto —aunque en gra-dos diferentes— que la representación de unificación de lasociedad fue sumamente compartida.

    En un proceso tan fuerte y abarcador no se tienen muy encuenta las permanencias —que caracterizan, junto a los cam-bios, a todas las revoluciones—, si ellas se adaptan a las nue-vas condiciones. Al analizar desde hoy este primer problemade la homogeneidad alcanzada y los avances recientes de laheterogeneidad, es necesario pasar balance a la existencia ylas consecuencias de una historia interna de estos 40 años,tan poco tenida en cuenta o francamente olvidada. Distin-guir, entre las tareas del proceso, las civilizatorias y lasliberadoras,1 y las complejas relaciones que se dan entre am-bas; analizar los rasgos esenciales de las etapas sucesivas dela revolución en el poder; los alcances y los límites del proce-so transformador. Registrar entonces los logros y avances,pero también las detenciones, las deformaciones y los retro-cesos respecto al proyecto, sufridos en el curso de esas cuatrodécadas, y la emergencia de intereses particulares y de poderde nuevos grupos dentro de la sociedad. Es básico tener en

    1 Las primeras tienden a satisfacer necesidades como vestido y alimen-tación, salud, empleo, vivienda, educación, estado de derecho, etc.Las segundas atañen a cambios profundos de las gentes, sus relacio-nes entre sí y con las cosas, dirigidos contra todas las dominaciones ya favor de la formación de individuos más plenos y más solidarios,organizados para que la sociedad sea cada vez más libre y más socia-lista. La división es difícil y los intersectos entre ambos tipos de ta-reas son muy fuertes.

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    cuenta para todo lo anterior las relaciones y condicionamientosinternacionales de Cuba. Y recordar que cuando se precipitóla crisis de los años 90, la sociedad resultante de la revolu-ción ya tenía fijados caracteres favorables y negativos res-pecto a su proyecto socialista.

    En los años 90 se han abierto paso fuertes diferenciacionessociales, relativas sobre todo al ingreso y al acceso a consu-mos. El pleno empleo que rigió durante 30 años, casi todoestatal, implicaba relaciones salariales para la gran mayoríade la población laboral, con una dispersión de ingreso peque-ña;2 hoy el ingreso y el consumo provienen de un complejode actividades estatales, privadas o cooperativas, o combina-ciones de ellas, donde la retribución y el status se handiversificado bastante. La población económicamente activaconfronta situaciones muy diferentes. Unos han visto des-cender su capacidad adquisitiva y nivel de vida pero mantie-nen su prestigio social, otros pueden recibir altos ingresospor productos o por servicios que prestan, pero no tienen unalto prestigio social; en medio hay toda una gama de situa-ciones. Hay capacidades personales, empleos y hasta víncu-los familiares que han cambiado de significación respecto alingreso, mientras otros se mantienen, o cambiaron sus mo-dos de operar. La variable regional, e incluso local, pesa mu-cho también en las diversidades. Dos monedas y una economíamixta, grandes replanteos de las oportunidades, los tipos deactividad, las relaciones y otras circunstancias, crean y des-

    2 La revolución transformó la distribución del ingreso: en 1953, el 40%más pobre recibía el 6,5%, en 1986, recibía el 26%; el 10% más rico,en 1953 recibía el 38,8%, en 1986, el 20,1%. El PIB per cápita cuba-no creció el 3,1% anual entre 1960-85; en el resto de América Latinacreció al 1,8% en el mismo período. (Zimbalist y Brundenius, 1989:cap. X, tablas 10.2 y 10.6)

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    pliegan nuevas constelaciones sociales. Los mecanismos deredistribución de la riqueza son hoy menos indirectos que enlas tres décadas anteriores.

    Pero frente a esas realidades el sistema vigente mantieneel dominio en variables fundamentales: a) un enorme sectoreconómico estatal que funciona efectivamente como tal, y uncontrol firme y una gran capacidad negociadora en el resto dela economía; b) la excepcional política social que ha sido unode los rasgos definitorios del socialismo cubano y que está enla base de su sistema político; y c) su entidad como podersoberano y como polo moral y político de las esperanzas deuna mayoría que no quiere que desaparezca el tipo de socie-dad en que ha vivido. Varios éxitos