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SCLAJPT-10 V.00 GIOVANNI FRANCISCO RODRÍGUEZ JIMÉNEZ Magistrado ponente SL416-2021 Radicación n.° 72504 Acta 004 Estudiado, discutido y aprobado en sala virtual Bogotá D.C., quince (15) de febrero de dos mil veintiuno (2021). Decide la Sala los recursos de casación interpuesto por ambas partes, contra la sentencia proferida por la Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, el 27 de junio de 2014, dentro del proceso que le sigue SONIA MARGARITA PÁEZ PINILLA al INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES – ISS EN LIQUIDACIÓN, hoy FIDUCIARIA LA PREVISORA S.A. I. ANTECEDENTES Sonia Margarita Páez Pinilla demandó al Instituto de Seguros Sociales en Liquidación, «[…] representado legalmente por su liquidador, la FIDUCIARIA LA PREVISORA S.A. […]» con el fin de que se declare que entre ellos existió

GIOVANNI FRANCISCO RODRÍGUEZ JIMÉNEZ Magistrado ponente

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SCLAJPT-10 V.00

GIOVANNI FRANCISCO RODRÍGUEZ JIMÉNEZ

Magistrado ponente

SL416-2021

Radicación n.° 72504

Acta 004

Estudiado, discutido y aprobado en sala virtual

Bogotá D.C., quince (15) de febrero de dos mil veintiuno

(2021).

Decide la Sala los recursos de casación interpuesto por

ambas partes, contra la sentencia proferida por la Sala

Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá,

el 27 de junio de 2014, dentro del proceso que le sigue SONIA

MARGARITA PÁEZ PINILLA al INSTITUTO DE SEGUROS

SOCIALES – ISS EN LIQUIDACIÓN, hoy FIDUCIARIA LA

PREVISORA S.A.

I. ANTECEDENTES

Sonia Margarita Páez Pinilla demandó al Instituto de

Seguros Sociales en Liquidación, «[…] representado

legalmente por su liquidador, la FIDUCIARIA LA PREVISORA

S.A. […]» con el fin de que se declare que entre ellos existió

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un contrato de trabajo desde el 1° de abril de 2001 hasta el

30 de junio de 2012, o en las fechas que se prueben en el

proceso, y que se condene al pago de las vacaciones; primas

de navidad, extralegales de servicio y técnicas; cesantías y

sus intereses de orden convencional; y los aportes a la

Seguridad Social. También reclamó que se disponga su

nivelación salarial con los Profesionales Universitarios

Especializados (administradores de empresas) vinculados al

ISS mediante contrato de trabajo, conforme a la tabla de

asignación básica de empleados públicos suscrita por el

presidente del ISS, así como el pago de la bonificación por

suscripción de la convención colectiva, la indemnización

moratoria desde que finalizó la relación laboral, o en subsidio

de esta última, la indexación.

Fundamentó sus pretensiones, básicamente, en que

prestó ininterrumpidamente sus servicios al ISS desde el 1°

de abril de 2001 hasta el 30 de junio de 2012,

desempeñándose como Profesional Universitaria

Especializada en el Departamento Comercial de la Seccional

Cundinamarca, mediante la suscripción de sucesivos

contratos de prestación de servicios personales; que cumplía

horario de trabajo, recibía órdenes directas del Gerente de

departamento, le exigían prestar el servicio en las

instalaciones del instituto y con los elementos que este le

proporcionaba, además de que acataba sus reglamentos, y

era objeto de la potestad disciplinaria de dicha entidad.

Relató que en el ISS había personal que prestaba sus

servicios en condiciones idénticas a la suya, pero la única

diferencia era que aquellos eran de planta, y ella estaba

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vinculada mediante contratos de prestación de servicios, por

lo que no le reconocían todas las prestaciones legales y

extralegales que a aquellos sí, además de que percibía una

asignación básica inferior, y nunca efectuaron en su favor los

aportes en pensión; que el ISS y Sintraseguridad Social

suscribieron la convención colectiva de trabajo para los años

2001 a 2004, la cual se ha venido prorrogando

sucesivamente, destacando que la referida organización

sindical es de carácter mayoritario; que el 5 de junio de 2013

solicitó el reconocimiento de sus derechos legales y

convencionales.

Al contestar, la pasiva se opuso a las pretensiones, por

no estructurarse los presupuestos fácticos y legales para su

prosperidad. Negó todos los hechos de la demanda, pues

adujo que lo que existió entre las partes fue un contrato de

prestación de servicios a término fijo por períodos cortos,

donde la actora se desempeñaría como contratista, de

conformidad con la Ley 80 de 1993, con autonomía e

iniciativa en las gestiones del objeto del contrato

administrativo, de modo que no había subordinación.

Propuso, como excepciones de fondo, las de

prescripción, inexistencia de la aplicación de la primacía de

la realidad, del contrato de trabajo, y del derecho y de la

obligación, ausencia del vínculo de carácter laboral, «BUENA

DE (sic) DEL ISS», cobro de lo no debido y pago, «RELACIÓN

CONTRACTUAL CON EL ACTOR NO ERA DE NATURALEZA

LABORAL», compensación, autonomía de profesión u oficio, e

inexistencia y falta de requisitos de la convención colectiva.

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Mediante proveído del 24 de octubre de 2013 se tuvo

por no contestada la demanda por parte de Fiduciaria La

Previsora S.A.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Veinticuatro Laboral del Circuito de Bogotá,

mediante sentencia pronunciada el 4 de febrero de 2014,

decidió:

PRIMERO: Por las razones expuestas en la parte motiva de esta providencia, CONDENAR al Instituto de los Seguros Sociales en

Liquidación, al reconocimiento y pago a la demandante, Sonia Margarita Páez Pinilla, las siguientes sumas de dinero por los conceptos que enseguida se detallan:

1.1. Por concepto de auxilio de cesantías, la suma de $5.392.957.

1.2. Por concepto de prima de junio, la suma de $5.438.768.

1.3. Por concepto de prima de diciembre, la suma de $5.347.146.

1.4. Por concepto de compensación en dinero de las vacaciones, la suma de $4.494.130,38.

1.5. Por concepto de prima de vacaciones, la suma de $5.297.980.

1.6. Por concepto de prima técnica, la suma de $6.471.548,40.

1.7. Por intereses a las cesantías, la suma de $647.154,84.

1.8. Por concepto de la moratoria del artículo 99 de la Ley 50 de

1990, la suma de $53.059.536.

1.9. Por concepto de indemnización moratoria de los artículos 5 y 6 del Decreto 797 de 1949, la suma de $35.802.904,50.

1.10. A la suma de $7.381.500 por concepto de devolución de los aportes realizados por la demandante al sistema de seguridad

social.

1.11. Condenar al Instituto de los Seguros demandado, a reconocer y pagar los aportes en salud y pensiones a nombre de

la demandante, según las condiciones de trabajo que quedaron probadas en juicio.

SEGUNDO: Absolver al Instituto de los Seguros Sociales de las demás súplicas de la demanda.

TERCERO: Se declara probada la de prescripción. Las demás, no

resultaron probadas.

CUARTO: Costas a cargo del demandado, por haber sido vencido en juicio.

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Mediante providencia del 21 de febrero de 2014, aclaró

el fallo, únicamente con el objeto de explicar las razones por

las que consideraba que era procedente la sanción moratoria

del artículo 99 de la Ley 50 de 1990.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Al conocer del grado jurisdiccional de consulta a favor

de la pasiva, la Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito

Judicial de Bogotá, mediante fallo del 27 de junio de 2014,

resolvió:

PRIMERO.- REVOCAR las condenas impuestas a la demandada COLPENSIONES (sic), en los numerales 1.8 y 1.9 del numeral

primero de la parte resolutiva, de la sentencia de fecha 04 de febrero de 2014, proferida por el Juez 24 Laboral del Circuito de Bogotá, absolviéndola de las mismas, de acuerdo con lo expuesto

en la parte motiva de esta providencia.

SEGUNDO.- CONFIRMAR en todo lo demás la sentencia consultada.

TERCERO.- Sin COSTAS en esta instancia.

De entrada, anunció que tendría en cuenta el artículo 5

del Decreto 3135 de 1968, el cual establece que las personas

que laboran en las empresas industriales y comerciales del

Estado son trabajadores oficiales, y que, por lo tanto, la

normatividad aplicable frente a las relaciones laborales

contractuales es la establecida en la Ley 6ª de 1945 y el

Decreto 2127 del mismo año, advirtiendo que la demandada

tiene tal naturaleza jurídica, conforme al artículo 275 de la

Ley 100 de 1993.

Memoró los preceptos 1°, 20 y 43 del Decreto 2127 de

1945, y 32 de la Ley 80 de 1993, norma esta última que en

su numeral tercero dispone que los contratos de prestación

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de servicios son los que celebran las entidades estatales para

desarrollar actividades relacionadas con la administración o

funcionamiento de la entidad, y que solo podrán celebrarse

con personas naturales cuando dichas actividades no

puedan realizarse con personal de planta o requieran

conocimientos especializados.

Después de recordar las normas procesales sobre la

carga de la prueba, analizó en conjunto las evidencias

recaudadas, y le resultó fácil concluir que debía confirmar la

providencia consultada en cuanto declaró probada la

existencia del contrato de trabajo realidad,

[…] toda vez que de la prueba testimonial recepcionada, consistente en las declaraciones vertidas por las señoras Martha

Emilia Moreno Gómez, Azucena Castillo Zuluaga y Claudia Susana Almonacid, emerge con suficiente claridad la existencia del contrato de trabajo alegado, si se tiene en cuenta que dichos

testigos fueron claros, enfáticos, precisos y uniformes en señalar que la demandante ingresó a laborar desde el 1° de abril del 2001

y hasta el 30 de junio del 2012, en el cargo de Profesional Universitario en el Departamento Comercial de la institución demandada, bajo la continuada subordinación y dependencia de

esta, cuyo poder ejercía bajo la imposición de órdenes y cumplimiento de horarios, además que los elementos de trabajo

que utilizaba la demandante como escritorios, computadores, papelería y sitio de trabajo pertenecían y eran suministrados directamente por la accionada, quedando además amparados los

servicios personales de la demandante bajo la presunción a que alude el artículo 20 del Decreto 2127 de 1945, sin que dicha presunción haya sido desvirtuada por la demandada dentro del

curso del proceso, permaneciendo sin valor y efecto los contratos de prestación de servicios suscritos entre las partes que opuso a

la demandada a las pretensiones de la demanda.

No obstante, estimó que debía revocar las condenas

impuestas a título de indemnizaciones moratorias, debido a

que la conducta omisiva que se le enrostró a la accionada

estaba revestida de buena fe, en la medida en que la

vinculación del servicio personal de la demandante se originó

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en sendos contratos de prestación de servicios, que en su

momento gozaron de la presunción de legalidad, en la medida

en que la administración obró con fundamento en la Ley 80

de 1993.

Tuvo en cuenta que, para la suscripción de los mismos,

la parte actora concurrió de forma libre y espontánea con el

pleno conocimiento de estar celebrando un contrato bajo los

parámetros de la mencionada legislación, al punto que solo

hasta la culminación del último alegó un mejor derecho a la

luz de las normas protectoras del trabajo, sin haber

presentado reclamación alguna dentro de la relación laboral,

«[…] habiéndose declarado la existencia del contrato de trabajo

solo a través de decisión judicial, por lo que en el sentir de la

sala no se evidencia una mala fe de la accionada en relación

con […] el cumplimiento del contrato laboral que vinculó a las

partes […]».

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuestos por el Instituto de Seguros Sociales en

Liquidación, y por Sonia Margarita Páez Pinilla, concedidos

por el Tribunal y admitidos por la Corte, se procede a

resolverlos en el orden propuestos.

Instituto de Seguros Sociales en Liquidación

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende el recurrente que la Corte case la sentencia

impugnada, en los temas en que le fue desfavorable, para

que, en sede de instancia,

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[…] se sirva revocar la decisión del Honorable Tribunal que confirmó parcialmente la condena a mi representada proferida

por el juzgado 24 laboral del circuito de Bogotá del 4 de febrero de 2014 y de conformidad a lo solicitado, la Honorable

Corporación en sede de instancia proceda a la absolución de todas las pretensiones y condenar en costas a la demandante.

Con tal propósito formula dos cargos, por la causal

primera de casación, que fueron oportunamente replicados,

y que habrán de examinarse conjuntamente, pues aunque se

enderezan por vías diferentes, guardan similar línea

argumentativa.

VI. CARGO PRIMERO

Por la senda jurídica, acusó la interpretación errónea de

los artículos 23 y 32 -numeral 2- de la Ley 80 de 1993, 66

del Código Civil, 66 del Decreto 01 de 1984, 177 del Código

de Procedimiento Civil, y 83, 121, 122 y 123 de la

Constitución Nacional.

En la demostración del cargo, estimó que no puede ser

de recibo que, existiendo una facultad legal expresa para

realizar la contratación por prestación de servicios, se le

impute una actuación indebida con ocasión de la vinculación

de la demandante, máxime cuando esta conocía la modalidad

de contratación, presentó las propuestas solicitadas, entregó

pólizas de cumplimiento de cada uno de los contratos, aceptó

durante todo el tiempo de vinculación la modalidad

establecida, e hizo los pagos que le correspondían a la

seguridad social, argumento que repitió varias veces a lo

largo del embate.

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Apuntó que era a la actora a quien le correspondía

demostrar que la contratante había actuado en forma

indebida, cosa que no ocurrió, puesto que siempre le informó

a aquella cuál era la forma de vinculación, sin que presentara

alguna objeción, observación o inconformidad.

Aseguró que no puede partirse de la existencia de

subordinación, simplemente porque a la demandante se le

exigía el cumplimiento de las labores contratadas, pues ello

ocurría con ocasión de la supervisión establecida en el

contrato de prestación de servicios. También expresó que,

[…] no puede decirse que el hecho de realizar sus servicios en las instalaciones y utilizar los elementos necesarios para la prestación del servicio se convierta en contrato de trabajo como

lo estableció la sentencia de primera instancia y fue confirmado por el fallo que aquí se recurre. No entendemos en que (sic) forma puede la entidad demostrar que el contrato era de prestación de

servicios, cuando todas sus actuaciones se dieron bajo esta figura, las decisiones que se impugnan están exigiendo lo que se

denomina una "prueba diabólica" y es probar que el contrato de prestación de servicios que fue firmado de manera voluntaria por las partes, en las que ambas aceptaron en su totalidad las

condiciones durante toda su vigencia, lo es, esto quedo (sic) probado con los mismos contratos y manifestaciones hechas por

cada una de las partes.

Destacó que no había lugar a presumir que la

convención colectiva le era aplicable a la accionante solo por

haberse declarado la existencia del contrato de trabajo, toda

vez que únicamente estaba la afirmación de ella consistente

en que el sindicato era mayoritario, pero sin ninguna prueba,

por lo que resultaban infundadas las condenas basadas en

el compendio extralegal.

Resaltó que el principio constitucional de presunción de

buena fe no solo aplica para los particulares sino también a

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favor de las autoridades, pero, a pesar de ello, la decisión

impugnada partió de una supuesta actuación indebida suya

al suscribir contratos de prestación de servicios con la

demandante, siendo que no existe prueba alguna de dicha

irregularidad, y que la contratación se hizo con sujeción a los

principios del artículo 123 superior.

Adujo que se desconoció lo establecido en el artículo 66

del Decreto 1 de 1984, que establece que los actos

administrativos, en este caso los contratos de prestación de

servicios suscritos por las partes, gozan de presunción de

legalidad, sin que hasta la fecha existan o se conozcan

acciones adelantadas contra los mismos. Remarcó que tales

negocios fueron ejecutados de acuerdo a las condiciones allí

establecidas, se pagaron debidamente las obligaciones

contenidas, las partes se declararon a paz y salvo por las

obligaciones que de ellos se derivaban, «[…] y ahora se

pretende desconocer los mismos y convertirlos en una figura

legal totalmente diferente».

Subrayó que la demandante apenas presentó una

reclamación el 5 de junio de 2013, y la demanda el 3 de

septiembre de ese año, siendo que el proceso de liquidación

inició el 28 de septiembre de 2012, por lo que debió hacerse

presente en la liquidación si consideraba que existía una

obligación en su favor, de acuerdo con las normas que

regulan tales procesos.

Planteó que también debía tenerse en cuenta que la

accionante actuó «[…] de manera negligente por no decir de

mala fe, lucrándose de un contrato de prestación de servicios

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y simplemente esperando a la finalización de la última

vinculación con el fin de demandar al liquidado ISS para

obtener un provecho vía la indemnización moratoria».

Puntualizó que el fallo recurrido desconoce el artículo

122 de la CN, pues al confirmar la decisión de primera

instancia, estaría creando un nuevo empleo, con las

implicaciones financieras que ello envuelve, cuando esto no

puede ser competencia de la justicia ordinaria sino de la ley

y de la administración pública.

Finalmente, y al retomar el argumento relacionado con

el principio de la buena fe, sostuvo que este impulsa a las

partes a ser coherentes en su comportamiento, evitando

contradecir sus propios actos, de modo que haya

consistencia en el actuar de las partes a todo lo largo de su

relación negocial, abarcando no solamente el período de

ejecución del contrato, sino también su proceso de formación

y extinción. Y agregó que,

[…] para que pueda establecerse que una parte obró contra sus

propios actos, deben estar presentes ciertos requisitos, como son (i) la existencia de una conducta anterior que sea jurídicamente relevante; (ii) el ejercicio de un derecho subjetivo que dé lugar a

una determinada pretensión; (iii) la existencia de una contradicción entre la conducta anterior y la pretensión

posterior; y (iv) la existencia de una identidad de sujetos en la relación dentro de la cual se dieron la conducta anterior y la pretensión posterior.

VII. CARGO SEGUNDO

Por la vía indirecta, denunció la aplicación indebida del

precepto 471 del CST, lo que condujo a la inaplicación del

145 del CPTSS que remite al 174 del CPC; «[…] y a la indebida

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aplicación de los artículos 3 y 5 de la Convención Colectiva

existente entre el liquidado Instituto de los seguros Sociales y

Sintraseguridad Social».

Le achacó a la providencia impugnada haber incurrido

en los siguientes yerros fácticos:

1. Dar por demostrado, sin estarlo, que la relación que existió

entre la señora Páez con el liquidado Instituto de seguros sociales

fue una relación de trabajo.

2. No dar por demostrado, estándolo, que la relación que existía entre la señora Páez y el Instituto de Seguros Sociales en

liquidación fue una relación regulada por el artículo 32 numeral

tercero de la ley 80 de 1993.

3. Dar por demostrado sin estarlo, que la convención colectiva suscrita entre el liquidado Instituto de seguros sociales y

Sintraseguridadsocial vigencia 2001-2004 era aplicable a la

señora Páez.

4. No dar por demostrado, estándolo, que la convención colectiva suscrita entre el liquidado Instituto de seguros sociales y Sintraseguridadsocial vigencia 2001-2004 no le era la aplicable

a la señora Páez

5. Dar por demostrado, sin estarlo, que la convención colectiva de trabajo suscrita y el liquidado Instituto de seguros sociales y el sindicato de trabajadores de la seguridad social Sintraseguridadsocial vigencia 2001-2004 era la suscrita por el

sindicato mayoritario.

Señaló que tales errores tuvieron origen en la falta de

apreciación de unas pruebas, y en el indebido análisis de

otras, así:

Pruebas no apreciadas:

1. Demanda presentada (folios 3 a 20)

2. Agotamiento de la vía administrativa (folios 21 y 22)

3. Contratos de prestación de servicios firmados entre las partes

(23 a 72)

4. Comunicación del 26 de abril de 2001 a la contratista (folio 97)

5. Comunicación del ISS a la contratista agradeciendo la presentación de informes de ejecución del contrato de prestación

de servicios (folio 146, 17 a 149, 152, 154 y 155)

6. Actas de cumplimiento de las labores contratadas a la

demandante (folios 156 a 244)

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7. Constancias de contratación por prestación de servicios (folios

332 a 344)

8. Certificación de aportes a la seguridad respecto a semanas cotizadas como trabajador independiente de la señora Páez (folios

345 a 369)

9. Contestación de la demanda (folios 518 a 527)

Pruebas indebidamente analizadas:

1.Demanda presentada por la señora Páez (folios 2 a 12)

2. Contestación de la demanda por parte del Instituto (folio 518

a 527)

3. Convención Colectiva del ISS (folios 457 a 472)

Sostuvo que no había documental alguna sobre el

alcance de los contratos de prestación de servicios, sino que,

simplemente con una constancia de la fecha de las

contrataciones por prestación de servicios, «[…] el despacho

procede a fulminar condena […]», con sustento en una norma

que no aplica al caso, y aplica una convención de manera

automática.

Dijo que el Tribunal «[…] no tuvo en cuenta la expresa

manifestación que hace la demandante en el numeral 3 de la

demanda (folio 3) en su comunicación del 5 de junio de 2013

(folio 21) […]», en donde reconoció que la relación se dio

mediante sucesivos contratos de prestación de servicios. En

este punto recordó que, con fundamento en la teoría del acto

propio, la demandante no puede desconocer la modalidad de

su contratación después de que sí la había reconocido. Y

agregó:

De igual manera se presentan los informes de ejecución de las

labores y la entidad hace mención a los mismos a folios 146, 17 (sic) a 149, 152, 154 y 155 del expediente, existen las actas de

cumplimiento de los contratos de prestación de servicios folios 156 a 244 en las que la entidad certifica el cumplimiento de las obligaciones pactadas, la entidad le certificó a la demandante su

modalidad de contratación a folios 332 a 344 en las que se dice que la relación era bajo la modalidad de prestación de servicios.

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Por lo que no podemos entender que no se consideren todas estas pruebas para demostrar que esta era la relación que unía a las

partes y no una de carácter laboral como equivocadamente se da en la sentencia que se recurre. NO es posible para el liquidado

ISS demostrar de manera diferente que esta era la modalidad de

contratación, pues eso fue lo que las partes acordaron.

De igual manera existen actuaciones de la demandante que permiten establecer que la relación era de prestación de servicios, los contratos suscritos entre las partes que establecían que la

relación no era de carácter laboral (folios 23 a 72) los aportes a a (sic) seguridad social en salud y pensiones hechos por la

demandante como trabajador independiente (folios 346 a 369) en donde se demuestra que la demandante era consciente del sistema de vinculación y de su responsabilidad como contratista

independiente.

De igual manera la sentencia recurrida no tuvo en cuenta los argumentos presentados en la contestación de la demanda en la

cual se establece que la relación no era laboral si no (sic) de prestación de servicios (folios 518 a 527).

Insistió en que la demandante procedió en contra de sus

propios actos, todavía más cuando se trata de una

profesional universitaria, como lo alega en su escrito de

demanda, y consta en el expediente un título de

administradora de empresas, para intentar obtener una

nivelación por ese concepto, y que desde el primer momento

aceptó que su vinculación fue en la modalidad de prestación

de servicios, de modo que no se trata de una persona incapaz

que hubiera sido engañada por la otra parte.

Finalmente, repitió en este apartado los mismos

argumentos que expuso en el primer embate acerca de la

inaplicabilidad de la convención colectiva a la accionante.

VIII. RÉPLICA

Sonia Margarita Páez Pinilla advirtió que el alcance de

la impugnación comporta un yerro técnico, puesto que la

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función de la Corte no es la de revocar la sentencia de

segunda instancia.

Frente al primer cargo, aseguró que la recurrente omitió

citar algunas de las normas fundantes de los derechos

pretendidos, pero que, en todo caso, la argumentación

contenida en la demanda de casación no es apta para rebatir

la conclusión sobre la existencia de un verdadero contrato de

trabajo entre las partes, pues desconoce el principio

constitucional de la primacía de la realidad sobre las formas.

Rechazó que la potestad de las entidades públicas de

celebrar contratos de prestación de servicios fuera

omnímoda, ya que está condicionada a que estos no se

desnaturalicen, para lo cual se apoyó en la sentencia CC

C154-1997 de la Corte Constitucional, de la cual reprodujo

algunos apartes. A partir de ello afirmó que ni la doctrina de

los actos propios, ni el principio de buena fe, rebaten la

argumentación del Tribunal.

Respecto del segundo cargo, además de apuntar que en

este se combinaron razones de hecho y de derecho, señaló

que la censura no cuestionó las pruebas que le sirvieron de

base al colegiado para reconocer la existencia del vínculo

subordinado.

Por último, dijo que no se configuran los errores

relacionados con los beneficios convencionales, puesto que el

artículo 3 de la convención colectiva reconoce el carácter

mayoritario de la agremiación sindical firmante, de modo

que, conforme al artículo 38 del Decreto 2351 de 1965, sí se

extienden sus beneficios a los trabajadores no sindicalizados.

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SCLAJPT-10 V.00 16

IX. CONSIDERACIONES

Tiene razón la opositora al identificar las falencias

técnicas relacionadas con el alcance de la impugnación y la

proposición jurídica del primer cargo, pues va en contra de

las reglas del recurso extraordinario solicitar la revocación de

la sentencia de segunda instancia, cuando lo que se depreca

de ella es su anulación, vía casación. Asimismo, el primer

ataque carece de proposición jurídica, pues ninguna de las

normas enlistadas es del orden laboral (CSJ AL6647-2017).

Pero hay más: a pesar de perfilar el embate por la senda

de puro derecho, la recurrente no solo expuso sus

consideraciones jurídicas, sino que, al tiempo, cuestionó las

conclusiones a las que llegó el Tribunal sobre los hechos del

proceso con base en las pruebas recaudadas, siendo que por

este camino debía manifestar su plena conformidad con tales

aspectos. Así se evidenció cuando (i) señaló que siempre le

informó a la demandante cuál era la forma de contratación

sin que esta presentara alguna objeción; (ii) aseguró que a

aquella se le exigía el cumplimiento de las labores

contratadas, no porque el vínculo fuera de carácter

subordinado, sino con ocasión de la supervisión establecida

en el contrato de prestación de servicios; (iii) dijo que no

había quedado probado que el sindicato suscriptor de la

convención colectiva de trabajo vigente en la empresa,

tuviera la calidad de mayoritario; y (iv) afirmó que no se

demostró ninguna irregularidad de su parte, pero que la

actora sí actuó de manera negligente.

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De este modo, incurrió en una inadmisible

contradicción lógica, pues esa amalgama de consideraciones

fácticas y de derecho repugna al recurso de casación.

No obstante, el examen conjunto de ambos cargos

permite encontrarles remedio a dichas falencias, por manera

que, en aras de la claridad, la Corte se pronunciará, en

primer lugar, acerca de los cuestionamientos de estirpe

jurídica contenidos en el primer capítulo acusatorio, y luego,

sobre los planteamientos de orden fáctico enarbolados por la

recurrente en ambos ataques.

Hecha la anterior precisión, entonces le corresponde a

la Sala determinar si el Tribunal se equivocó al confirmar, en

lo pertinente, la sentencia del a quo que declaró probada la

existencia de una relación laboral entre las partes.

Frente al cargo orientado por la senda jurídica,

encuentra esta Corporación que, si bien es cierto que el

numeral 3 del artículo 32 de la Ley 80 de 1993 le permite a

las entidades públicas la celebración de contratos de

prestación de servicios, ello no supone desconocer que,

cuando se reúnen los elementos esenciales de una verdadera

relación de trabajo, esta se configura entre el supuesto

contratista y el Estado contratante, con fundamento en el

principio constitucional de primacía de la realidad sobre las

formas (art 53 CN).

A decir verdad, la mencionada disposición legal no

puede servirle de patente de corso, ni a los particulares, ni

mucho menos al Estado en su rol de empleador, para ignorar

los genuinos derechos que el ordenamiento jurídico

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 18

colombiano le dispensa a quienes prestan un servicio

marcado por la subordinación.

Por manera que, si a partir de las pruebas recaudadas

el colegiado dedujo que la demandante estuvo subordinada a

la accionada, la previsión normativa aducida por la censura

no constituía una barrera infranqueable que le impidiera

avalar la decisión del a quo por medio de la cual declaró que

lo que en realidad existió entre las partes fue un contrato de

trabajo, y no uno de prestación de servicios.

De otro lado, es cierto que una de las razones que llevó

al ad quem a declarar la existencia de la relación laboral, fue

que los elementos de trabajo que utilizaba la demandante

pertenecían y eran suministrados directamente por la

accionada, pero esa no fue la única motivación, pues,

además, de la prueba testimonial advirtió que la actora se

encontraba bajo la continuada subordinación y dependencia

de la pasiva, cuyo poder ejercía bajo la imposición de órdenes

y cumplimiento de horarios.

Por lo tanto, la acusación en este punto luce exigua,

pues de nada le sirve a la recurrente atacar la referida

inferencia del Tribunal, si la decisión impugnada se sigue

sosteniendo sobre otro pilar.

Tampoco es atinado el reproche que la censura le hace

a la sentencia impugnada, al acusarla de suponer la creación

de un empleo público, en detrimento del artículo 122 de la

Constitución Nacional. No hay ni una sola orden en ese

sentido en la decisión que se analiza. El Tribunal, en rigor,

actuó en el marco de sus competencias al confirmar la

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 19

providencia del a quo por medio de la cual se declaró la

existencia de una relación laboral en la realidad entre la

demandante y el ISS, y con tal proceder no supuso la

creación de un cargo público, ni mucho menos se rebeló

contra la norma normarum.

Conviene memorar lo dicho por la Sala en la sentencia

CSJ SL, 13 sept. 2006, rad. 26539, reiterada en la CSJ

SL825-2020, en cuanto a que «[…] la inclusión de un

trabajador en la planta de personal es cuestión ajena a su

voluntad y no puede ser excusa para desconocerle los

derechos laborales que le corresponden si estuvo vinculado

por una relación laboral».

Por otra parte, es infundado sostener, como lo hace la

impugnante, que la actora debió hacerse presente en la

liquidación de la entidad si consideraba que existía una

obligación en su favor, pues, precisamente lo que procuró al

promover el proceso judicial que ahora se examina, fue que

se declarara la existencia de la relación laboral, y de contera,

del crédito a cargo de la enjuiciada. En todo caso, importa

destacar que el inicio del proceso liquidatorio de una entidad

pública no es impedimento alguno para que sus trabajadores

concurran a los jueces, con el objeto de propender por que se

declaren judicialmente las garantías laborales que les han

sido desconocidas.

De otro lado, la recurrente insistió en el principio de no

contradicción de los actos propios, y explicó los requisitos

que deben tenerse en cuenta para establecer si una persona

actuó de esa manera. Al efecto, resulta menester traer a

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 20

colación la sentencia CSJ SL4537-2019, reiterada en la CSJ

SL4045-2020, en la que la Corte resolvió un recurso de

casación basado en argumentos similares. En esa

oportunidad se expresó ampliamente lo siguiente:

3º) La teoría de los actos propios «venire contra factum proprium

non valet» y su desarrollo jurisprudencial.

El artículo 83 de la Constitución política estatuye que «Las actuaciones de los particulares y de las autoridades públicas

deberán ceñirse a los postulados de la buena fe, la cual se presumirá en todas las gestiones que aquellos adelanten ante

éstas».

Por su parte, el artículo 55 del Código Sustantivo del Trabajo consagra que «El contrato de trabajo, como todos los contratos,

debe ejecutarse de buena fe y, por consiguiente, obliga no sólo a lo que en él se expresa sino a todas las cosas que emanan

precisamente de la naturaleza de la relación jurídica o que por la

ley pertenecen a ella».

En el horizonte trazado por la Carta superior y la ley la buena fe debe presidir la ejecución del contrato del contrato de trabajo, pues, a no dudarlo, es un principio cardinal que gobierna la

relación laboral, en aras de que se lleve a cabo de manera

respetuosa y armónica.

Adviene pertinente memorar que esta Corte en providencia CSJ SL, del 23 de oct. 2007, rad. 28169, trajo a colación la buena fe-

lealtad es una noción de contenido ético específico que ha de ser tanto subjetivo como objetivo. Supone una posición de honestidad y honradez en el comercio jurídico en cuanto lleva

implícita la plena conciencia de no engañar, perjudicar ni dañar. Más aún, implica la convicción de que las transacciones se

cumplen normalmente, sin trampas, ni abusos. La Corporación destacó que se trata de una actitud personal ante los demás, consciente, responsable y recta. Agregó que ha de medírsela

también utilizando parámetros más o menos objetivos. En la existencia o no de la buena fe los puntos subjetivos no son los que deciden la valoración de la conducta; sino la conciencia

axiológica de la comunidad cuya objetividad se afirma en un tipo o modelo de obrar que opera como el meridiano de toda conducta:

la del hombre medio o, si se prefiere la terminología tradicional,

el buen padre de familia.

En el asunto bajo examen la sala sentenciadora no desconoció este basilar principio, sino que partiendo de él estimó que la

llamada a juicio, no acreditó razones atendibles de su proceder

al desconocer una relación de estirpe laboral.

Ahora, tanto la doctrina y jurisprudencia nacional y foránea, con estribo en el mencionado principio de la buena fe, de vieja data vienen desarrollando la teoría del acto propio, según la cual, en

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 21

estrictez, no es permitido que una persona vaya en contra de sus propios actos o los contradiga y se valga de ellos para alterar la

confianza que los mismos generaron o irradiaron en el entorno, exhibiéndose una cristalina incoherencia en su proceder, es

decir, que «nadie puede ir válidamente contra sus propios actos».

[…]

– Verificación de los requisitos o condiciones del acto propio en

el asunto bajo escrutinio

– Conducta jurídicamente precedente, relevante y eficaz por parte

del trabajador

Para proceder a verificar este requisito se impone memorar que

las normas laborales son de orden público y, por ende, los derechos y prerrogativas que conceden son irrenunciables según el entendimiento del artículo 14 del Código Sustantivo del

Trabajo, ello como una palmaria expresión del principio tuitivo

que ampara a los trabajadores.

En ese horizonte, tiene dicho esta Corte que no es la voluntad de las partes por sí misma quien determina si un contrato es o no

de trabajo, sino tan solo el hecho de si la relación llena o no los requisitos impuestos por la ley para que se configure tal relación especialísima. De manera que si se cumplen a cabalidad los

mismos, existe contrato de trabajo, a despacho de cuanto

piensen las partes al respecto.

No de otra manera se comprende que si las normas que regulan la contratación laboral son de orden público y obligan a los

contratantes por encima de lo que ellos pacten, no se pueden desconocer los derechos previstos en la ley en favor del trabajador y solo son admisibles los pactos entre las partes que

se ajusten a los postulados de la misma o mejoren las condiciones que ella contempla como mecanismo mínimo protector del empleado. Dicho en breve, los cánones de derecho

del trabajo son de orden público y como tales prevalecen frente a pactos que se encuentran en oposición (sentencia CSJ SL, del 28

de may. de 1998, rad. 10661).

Desde esa perspectiva, nótese que si bien esta Corporación ha

sostenido que los acuerdos a los que lleguen los trabajadores y los empleadores en observancia de las garantías y derechos mínimos e irrenunciables de aquellos, son válidos y deben ser

honrados, y ello implica no solo el cumplimiento de lo pactado (pacta sunt servanda), sino también su ejecución de buena fe

(artículo 55 del CST en armonía con el 1603 del CC), es decir, su desarrollo conforme a la seriedad, colaboración y lealtad que debe regir en cualquier disciplina social y jurídica, como la laboral

(SL5469-2014), es claro que ese respeto de lo acordado, se pregona, única y exclusivamente cuando se realicen conforme a

la ley laboral, toda vez que no siempre las partes pueden decidir libremente, «el orden público laboral limita la voluntad de las

partes».

En lo que respecta al alcance del artículo 1602 del Código Civil, otro argumento del instituto impugnante, esta Sala, de vetusta,

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 22

ha enseñado que el contrato civil y el de trabajo difieren no solo por el objeto sino principalmente porque en el primero prevalece

la autonomía de la voluntad de los contratantes mientras que en el segundo no puede pactarse nada que esté por debajo de las

garantías que las leyes otorgan al trabajador, aunado a ello de estar presidido por un interés social (sentencia CSJ SL, del 5 de

mar. de 1948, G del T., t III, núms. 17 a 28, p.74).

También ha enseñado que el mencionado precepto (art. 1602 CC) consagra el principio de la libertad de estructuración en el

contenido de los contratos, con las salvedades impuestas por normas imperativas que restringen aquella libertad bien sea por

razones de ética o bien de orden público, principio este que, según lo explicado, tiene un campo de acción muy restringido en derecho del trabajo, porque el legislador, partiendo del supuesto

de la desigualdad económica entre empleadores y trabajadores, trata de buscar o conseguir la igualdad jurídica al instituir determinadas restricciones a la voluntad de las partes

contratantes, y al regular el contrato de trabajo en su constitución, ejecución y efectos (sentencia CSJ SL, del 16 de jul.

de 1959, G. J, t XCI, núm. 2214, p.256).

Entonces, todo lo asentado se puede sintetizar en que la

declaración de la primacía de la realidad sobre las formalidades establecidas por los sujetos de la relación respecto de la cual se proclama su carácter laboral, entraña el desplazamiento de la

voluntad de las partes por la de la ley, en todas las materias en las que no tienen libertad de consenso por tratarse de derechos

mínimos e irrenunciables y, en tal medida, las cláusulas que se opongan directamente a la regulación laboral, serán ineficaces

(CSJ SL5523-2016, SL986-2019).

Aquí dimana una imperativa conclusión: al declararse que la relación jurídica que unió a las partes en contienda fue de

naturaleza laboral y no de prestación de servicios, cualquier pacto realizado por las mismas en sentido contrario, sin

hesitación ninguna, no produce efecto alguno, aun, se insiste, así

se haya efectuado con el avenimiento expreso del trabajador.

En este marco de cosas, refulge que no se satisface el primer requisito para la estructuración del acto propio, conducta jurídicamente precedente, relevante y eficaz por parte del

trabajador, como lo pretende el recurrente. Y siendo todo ello así, se exhibe fútil estudiar los restantes supuestos, pues a falta de uno de ellos no es dable pregonar desconocimiento del acto

propio.

El precedente es suficientemente ilustrativo y resuelve

el argumento propuesto por la censura, razón por la cual este

se debe desestimar.

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 23

Ahora bien, desde la arista de lo fáctico, desde ya se

advierte que el cargo es insuficiente para develar alguna

mácula en la sentencia fustigada, habida cuenta que no

atacó todos los medios de prueba en los que esta se fundó.

Se dice esto porque, evidentemente, la recurrente olvidó que

el colegiado también tuvo en cuenta los testimonios de

Martha Emilia Moreno Gómez, Azucena Castillo Zuluaga y

Claudia Susana Almonacid, a los que calificó como claros,

enfáticos, precisos y uniformes, y con los cuales encontró

acreditado que Sonia Margarita Páez Pinilla laboró al servicio

de la accionada bajo la continuada subordinación y

dependencia de esta, cuyo poder ejercía mediante la

imposición de órdenes y horarios, y que, además, los

elementos de trabajo que aquella utilizaba como escritorios,

computadores, papelería y sitio de trabajo, pertenecían y

eran suministrados directamente por la entidad.

La impugnante tenía el deber procesal de controvertir la

valoración de esa prueba, pese a no ser calificada en

casación, en la medida que las conclusiones que de ella

extrajo el fallador plural fueron determinantes para decidir la

instancia (CSJ SL, 18 oct. 2001, rad. 16351), pero no lo hizo,

con lo cual, forzoso resulta colegir que la providencia

definitiva de instancia se sigue sosteniendo sobre los

cimientos que fueron dejados libre de ataque en casación.

Aun cuando lo expuesto sería suficiente para

desestimar la acusación, no está de más señalar, de nuevo,

que la decisión del colegiado no fue el resultado de valorar

simplemente una constancia de las contrataciones por

servicios, pues a decir verdad, no fue esta la única prueba

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 24

que analizó al momento de resolver, pues, como ya se dijo,

también tuvo en cuenta los testimonios.

Además, al confirmar en lo pertinente la decisión de

primer grado, el Tribunal refrendó la valoración que aquel

hizo sobre los contratos de prestación de servicios, correos

electrónicos y documentos remitidos por el ISS a la

demandante, en su calidad de funcionaria, entre el 3 de abril

de 2001 y el 30 de junio de 2012, tales como circulares y

memorandos en los que imponía los horarios, así como la

evaluación de desempeño, el cuadro de control de funciones,

y la certificación de prestación de servicios, entre otros.

Asimismo, la manifestación de la actora en el hecho 3

de la demanda, consistente en que su vinculación se dio

mediante sucesivos contratos de prestación de servicios, no

tiene la trascendencia que pretende imprimirle la censura,

toda vez que ella nunca desconoció que, formalmente, fue así

como se consolidó su ingreso y permanencia en la

institución. La discusión en el sub lite orbitaba precisamente

en torno a definir si la celebración de los contratos de

prestación de servicios encubría una verdadera relación

laboral en la realidad, de modo que era absolutamente lógico

y necesario que la accionante hiciera tal manifestación, como

punto de partida para la controversia suscitada.

También es menester señalar que la sola existencia de

los contratos de prestación de servicios, y las cláusulas

incluidas en ellos, a priori incompatibles con el surgimiento

de un vínculo laboral, no acreditan que la relación que unió

a las partes hubiera estado caracterizada por la autonomía e

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 25

independencia, como se pretende hacer ver, con mayor razón

si existían otras pruebas, como las testimoniales -que no

fueron atacadas en casación- de las cuales emergía la

sujeción personal de la demandante por parte del empleador.

Lo mismo ocurre con los documentos señalados por la

recurrente al singularizar las pruebas del cargo, pues las

comunicaciones dirigidas a la actora, los informes de

ejecución que esta presentaba, las actas de cumplimiento, y

las constancias de contratación, no demuestran nada

distinto a que aquella prestaba sus servicios a la pasiva. De

hecho, su contenido no necesariamente contradice lo que

dedujo el colegiado a partir de la prueba testimonial.

Puntualmente, en relación con la certificación de

aportes a la seguridad social efectuados por la propia

demandante como trabajadora independiente, es lógico que

así haya ocurrido, pues fue la manera como se desarrolló, en

apariencia, el vínculo jurídico que existió entre las partes,

pero ello no desvirtúa automáticamente la relación laboral

que en la realidad hubo entre los sujetos involucrados, de la

manera como la hallaron acreditada los jueces de instancia.

Por el contrario, los mencionados documentos reflejan

que la extrabajadora prestó personalmente sus servicios a la

pasiva, y que estaba obligada, entre otras cosas, a elaborar

informes estadísticos, proyectar y dar respuesta dentro de los

términos a las solicitudes de investigación sobre la legalidad

de las afiliaciones, adelantar investigaciones de campo a

empleadores y trabajadores por presuntas irregularidades en

sus afiliaciones (f.° 23-72), labores que no ejerció

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 26

ocasionalmente ni de forma temporal, sino durante más de

11 años sin interrupción, lo que a simple vista evidencia que

su vinculación no fue excepcional o transitoria.

Por si fuera poco, también le imponían metas: por

ejemplo, las del último contrato consistían en realizar 50

apoyos técnicos, administrativos y logísticos al departamento

comercial, elaborar 3 informes estadísticos de la Seccional

Cundinamarca, responder 10 solicitudes mensuales dentro

de los términos, realizar 60 consultas mensuales en las bases

de datos del ISS, y recibir en descargos a 7 citaciones

mensuales de las partes involucradas.

De esta manera, el mecanismo empleado para vincular

a la actora transgredió el numeral 3º del artículo 32 de la Ley

80 de 1993, conforme al cual, la celebración de contratos de

prestación de servicios, en aquellos casos en los que las

actividades relacionadas con la administración o

funcionamiento de la entidad no puedan realizarse con

personal de planta o requieran conocimientos especializados,

solo es permitida «por el término estrictamente indispensable»

(CSJ SL981-2019, CSJ SL2584-2019).

Así lo ha sostenido esta Corte, entre muchas otras, en

la sentencia CSJ SL981-2019, reiterada en la CSJ SL1262-

2020, en la que puntualizó:

[…] Por lo demás, a juicio de la Sala el argumento del Tribunal

relativo a que el ISS tuvo que recurrir a la contratación de la demandante ante la insuficiencia en su planta de personal es

inadmisible, toda vez que la autorización prevista en el numeral 3.° del artículo 32 de la Ley 80 de 1993 para celebrar contratos de prestación de servicios cuando las actividades relacionadas

con la administración o funcionamiento de la entidad no puedan realizarse con personal de planta o requieran conocimientos

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 27

especializados, es “por el término estrictamente indispensable”. Es decir, la vigencia del contrato debe ser por el tiempo necesario

para ejecutar el objeto contractual convenido. Se trata mediante esta figura de afrontar situaciones especiales relacionadas con la

administración o funcionamiento de la entidad, por tanto, la temporalidad y excepcionalidad de la contratación es de la esencia de este tipo de contratos. En este sentido, cuando las

actividades atendidas a través de esta clase de vinculación demanden una permanencia superior o indefinida, de modo tal que se desborde su transitoriedad, es necesario que la entidad

contemple en su respectiva planta los cargos necesarios para desarrollarlas.

En este asunto, evidentemente, dicha temporalidad está desvirtuada porque los contratos de prestación de servicios suscritos para el desarrollo de funciones en el Departamento de

Historia Laboral y Nómina de Pensionados –Seccional Cundinamarca– se prolongaron injustificadamente durante 10

años para el desarrollo de las mismas labores.

A la luz de estas reflexiones, advierte la Corte que en este asunto no existen pruebas que desvirtúen la presunción del artículo 20

del Decreto 2127 de 1945, por lo que se equivocó el ad quem al no dar por probada la relación de trabajo subordinada.

En lo concerniente a que la demandante consintió en la

modalidad contractual utilizada, sin plantear ninguna

objeción o inconformidad, la Corte ya ha tenido oportunidad

de rechazar este argumento, bajo el entendido de que el

silencio del trabajador oculto no puede derivar en la

aceptación de que el vínculo no es subordinado, si las

circunstancias del caso muestran otra realidad, lo cual hace

justicia al hecho de que es la parte débil de la relación

laboral. En la sentencia CSJ SL9156-2015, explicó:

Por otra parte, se precisa que no afecta el amparo de la mencionada presunción del artículo 24 precitado, ni la aplicación

del principio constitucional de la primacía de la realidad, la circunstancia de que el accionante no hubiese reclamado sus derechos laborales estando vigente la relación, como quisiera la

censura que sucediera, según su argumento; dado que la ley no impone esa condición para hacer efectiva la protección al trabajo.

Del silencio del trabajador oculto no se puede derivar su aceptación de un contrato de prestación de servicios ni la renuncia a uno laboral, pues, justamente, en vista de que él es

la parte débil de la relación se le ha de brindar la protección

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 28

requerida para hacer efectivo el derecho al trabajo, y esto se logra permitiéndole que, en el momento en que lo considere a bien,

reclame sus derechos como trabajador, con la única limitante de los efectos de la prescripción de la acción establecida para efectos

de brindar la seguridad jurídica propia de un Estado social de derecho.

Finalmente, no es cierto que el Tribunal haya

encontrado que el sindicato firmante de la convención

colectiva de trabajo era mayoritario solo porque la

demandante así lo manifestara. Aun cuando es cierto que el

cuerpo del fallo de segundo grado no contiene ninguna

mención sobre el tema, el aval que le dio a la providencia del

a quo permite inferir que hizo suyas las consideraciones

expuestas por aquel, quien sostuvo que la condición de

beneficiaria de la demandante de la convención colectiva se

infiere del artículo tercero del estatuto convencional, visible

a folio 458 del expediente, sin que la casacionista adujera la

errónea apreciación de este medio documental.

Los cargos no prosperan.

Costas a cargo de la recurrente y a favor de la

demandante. Como agencias en derecho se fija la suma de

ocho millones ochocientos mil pesos ($8.800.000), que

deberá incluirse en la liquidación que a efecto realice el juez

de primer grado, de conformidad con lo dispuesto en el

artículo 366 del Código General del Proceso.

Sonia Margarita Páez Pinilla

X. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende la recurrente que la Corte case parcialmente

la sentencia impugnada, en cuanto revocó las condenas por

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 29

concepto de indemnización moratoria del artículo 1° del

Decreto 797 de 1949, y por no consignación del auxilio de

cesantía, para que, una vez constituida en sede de instancia,

confirme en estos puntos la del juzgado.

Con tal propósito formula dos cargos, por la causal

primera de casación, que fueron oportunamente replicados,

y que habrán de examinarse conjuntamente, pues aunque se

enderezan por vías diferentes, guardan similar línea

argumentativa.

XI. CARGO PRIMERO

Acusó a la providencia impugnada de violar, por la vía

indirecta, en la modalidad de aplicación indebida, los

artículos 1°, 11 y 12 de la Ley 6ª de 1945; 1°, 2°, 3°, 37, 40,

43, 47, 49, 50 y 51 del Decreto 2127 de 1945; 1° del Decreto

797 de 1949; y el 99 de la Ley 50 de 1990.

Le imputó al Tribunal los siguientes errores de hecho:

1. No dar por demostrado estándolo, que la contratación de la demandante no fue ocasional o temporal ni un hecho

excepcional.

2. No dar por demostrado estándolo, que las actividades por las

cuales fue contratada la demandante eran necesarias para el cumplimiento de los objetivos de la entidad y correspondían al personal de planta del Instituto.

3. No dar por demostrado estándolo que la entidad de manera abierta le daba a la demandante el tratamiento propio de una trabajadora y no de una contratista.

4. Dar por demostrado sin estarlo que la entidad demandada tuvo la convicción razonable de haber celebrado con la demandante

contratos de prestación de servicios.

5. Dar por demostrado sin estarlo que la demandada obró de buena fe al desconocer la relación laboral que la ligaba con la

demandante y al no pagarle las prestaciones sociales.

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 30

Señaló, como pruebas apreciadas equivocadamente, los

contratos de prestación de servicios suscritos entre las partes

(f.°30-72) y la certificación emitida por el ISS sobre el tiempo

servido (f.° 337); y como evidencias dejadas de observar, las

siguientes:

[…] el documento de folios 75 a 78, denominado “Acta de reunión Departamento Comercial — Proceso Decreto 1703 Grandes

Empresas” en el que consta la asistencia de la demandante en calidad de asesor Chapinero”; el documento de folios 80 y 81, denominado “Acta”, en el que se registra que a dicha reunión la

demandante asiste en representación “del área de Tesorería, Presupuesto y Facturación Seccional Cundinamarca y D.C”; el documento de folios 84 a 86, que textualmente dice: “En la

ciudad de Bogotá, el día 27 de septiembre se reunieron los Jefes de los Departamentos, para analizar la estrategia a desarrollar

para carnetizar a los afiliados a las EPS ISS, en las instalaciones de la Gerencia Seccional Cundinamarca piso 9” en el que consta la asistencia de la demandante como representante del

Departamento Comercial; el memorando del 7 de octubre de 2004 (Fs. 87 y ss), dirigido por la Gerencia Seccional

Cundinamarca a “líderes de centros verdes”, documento en el que se identifica claramente a la demandante como integrante del grupo de ventas del ISS; el documento de folios (sic) 97 dirigido

por el Jefe del Departamento Comercial del ISS a la demandante, en el que se le manifiesta lo siguiente: “de manera atenta le informo que a partir de la fecha, usted debe continuar con la

ejecución del contrato en el Centro Verde, en la carrera 10 64-61. Por lo anterior favor presentarse ante la doctora Luz Amparo

Restrepo, a fin de coordinar lo pertinente”; los documentos de folios 100, 101, 103, 118 y 141, en los que se observa como terceros ajenos al ISS, reconocían a la demandante como

funcionaria del ISS; los documentos de folios 98, 99, 106, 107, 112, 114, 115, 119 y 409 en los que la Jefe Nacional del Departamento Comercial del ISS, le impartía órdenes a la

demandante y se le asignaban turnos de ventanilla; el documento de folios 142 en el que la demandante fue citada a reunión para

presentación y rendición de informes de gestión; el documento de folios 143, en el que la Jefe del Departamento Comercial del ISS, le solicita con carácter urgente cuadros comparativos de metas

proyectadas y alcanzadas y da instrucciones sobre cómo debe presentarse el informe; el documento de folio 153, en el que se le

dan instrucciones para que asista a realización de programas de seguridad social en representación del ISS; el “Memorando 063-174” (Fs. 309), dirigido específicamente a “funcionarios y

contratistas” suscrito por la Jefe de la demandante, con asunto: “Mejoramiento del desarrollo y ambiente laboral”; y finalmente,

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 31

los documentos de folios 369 a 386 que detallan el “Inventario de Elementos devolutivos Dpto. Comercial”.

En la sustentación del cargo, recalcó que la conclusión

del fallador plural sobre la buena fe de la demandada era

manifiestamente equivocada, toda vez que su contratación

no fue un hecho temporal u ocasional, sino con vocación de

permanencia, lo que contradice la esencia y razón de ser de

los contratos de prestación de servicios.

Aseveró que la certificación del tiempo de servicios

visible a folios 337 a 338 refleja que fue contratada por el ISS

por más de 11 años sin interrupciones, salvo de uno o dos

días, a través de 25 contratos de prestación de servicios, cuya

fecha de iniciación resultaba inmediatamente anterior a la

del contrato siguiente, lo que desvirtúa el carácter transitorio

inherente a los contratos de prestación de servicios, «[…]

trayendo consigo que pierda sustento la afirmación sobre la

buena fe de la entidad demandada, quien tergiversó la función

y razón de ser de los contratos de prestación de servicios

celebrados».

Expresó que las funciones descritas en la certificación

obrante a folio 339, las cuales se corroboran con las

señaladas en los contratos de prestación de servicios de folios

29 a 72, detallan que ella debía brindar apoyo técnico,

administrativo y logístico al Departamento Comercial,

elaborar informes estadísticos de la Seccional

Cundinamarca, proyectar y dar respuesta a las solicitudes

de investigación sobre legalidad de las afiliaciones,

diligenciar planillas de descargos, adelantar investigaciones

de campo a empleadores y trabajadores por presuntas

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 32

irregularidades en las afiliaciones, entre otras, por lo que

resulta incuestionable que dichas funciones eran inherentes

al giro ordinario de la entidad, pues sin duda concernían de

manera directa al objeto del ISS como entidad

administradora del fondo de pensiones del régimen de prima

media, «[…] lo que pone de presente el abuso de la forma

contractual (contrato de prestación de servicios) por parte de

la entidad demandada, en razón a que estos no pueden ser

utilizados para el desempeño de tales funciones».

Adujo que los contratos de prestación de servicios

suscritos no son idóneos para evidenciar la buena fe de la

entidad, pues solo revelan que ella los firmó, pero no dan

cuenta de las condiciones reales bajo las cuales se prestó el

servicio, como tampoco un acto de convicción ni del ISS ni de

la demandante sobre la ausencia de una relación laboral.

Indicó que los documentos de los folios 75 a 78, 84 a

86, 97, 98, 99, 100, 101, 103, 106, 107, 112, 114, 115, 119,

142, 143, 153, 309 y 409 acreditaban fehacientemente que

realizaba funciones como representante del área comercial,

le impartían instrucciones propias de una trabajadora y

extrañas a un contratista, era citada a reuniones para

presentación y rendición de informes de gestión, le fijaban

turnos de trabajo en las ventanillas, y le dirigían

memorandos sobre mejoramiento del desarrollo y ambiente

laboral. Por si fuera poco -continuó- a lo largo de la relación

laboral la pasiva le suministró los elementos de trabajo con

los cuales debía realizar sus labores, y la responsabilizaba

del inventario asignado. Y concluyó:

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 33

La prueba documental relacionada resulta elocuente en cuanto a las órdenes, directrices e instrucciones que recibía la

demandante para el desempeño de sus funciones al interior del ISS, evidenciando que la demandante era tratada abiertamente

como una verdadera trabajadora de la entidad y no como una contratista.

Dicha prueba deja en claro que la entidad demandada abusó de

manera indiscriminada de los contratos de prestación de servicios celebrados con la demandante, sin que tal abuso resulte coherente con el principio de la buena fe, y sin que el mismo se

pueda justificar en el hecho de que la demandante hubiera suscrito los contratos referidos y no hubiera reclamado hasta

tanto no finalizara la relación que vinculó a las partes.

Finalmente, añadió que esta Corporación ha sostenido

en casos similares que la conducta del ISS no se puede

catalogar como de buena fe, para lo cual trajo a colación las

sentencias CSJ SL, 24 abr. 2013, rad. 40666, CSJ SL, 22

ene. 2013, rad. 40067, CSJ SL, 19 mar. 2014, rad. 42773, y

CSJ SL, 23 jul. 2014, rad. 43457, entre muchas otras.

XII. CARGO SEGUNDO

Por la vía directa, acusó la aplicación indebida de los

artículos 1°, 2 y 11 de la Ley 6ª de 1945, 20 del Decreto 2127

de 1945, 1° del Decreto 797 de 1949, 99 de la Ley 50 de 1990,

y 32 de la Ley 80 de 1993.

En el desarrollo de la acusación, argumentó que si bien

el artículo 32 de la Ley 80 de 1993 señala que los contratos

de prestación de servicios no generan relación laboral ni

prestaciones sociales, ello no significa que el contratante

pueda desconocer los elementos esenciales de tal tipo de

contrato, ni que se pueda utilizar dicha modalidad cuando

las actividades se deban desempeñar bajo condiciones de

subordinación laboral, o cuando son permanentes y del giro

ordinario de la entidad.

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 34

Por lo tanto, aseguró que si la entidad pública ocultó,

bajo el ropaje de un contrato de prestación de servicios, una

verdadera relación laboral, su obligación era la de reconocer

al trabajador las prestaciones sociales que le correspondían

una vez finalizó el vínculo entre las partes, sin que fuese

menester esperar una decisión judicial en la que se

reconociera la existencia del vínculo laboral.

Precisó que el Tribunal erró al pretender justificar la

conducta de la demandada, invocando la facultad legal que

tienen las entidades públicas de celebrar contratos de

prestación de servicios, el consentimiento de la trabajadora

al suscribir los contratos, y la ausencia de reclamación

durante la vigencia de la relación jurídica, razonamiento que

es equivocado y comporta la denunciada violación normativa.

Al final, citó nuevamente las mismas providencias de

esta Corporación que había invocado en el cargo precedente.

XIII. RÉPLICA

El ISS en Liquidación consideró que la demandante

incurrió en importantes errores de apreciación en ambos

cargos, puesto que simplemente presumió que la existencia

de los contratos de prestación de servicios hace que se

conviertan automáticamente en contratos de trabajo, y que

de la misma manera ello da lugar a la declaración de mala fe

y a la condena por indemnización moratoria, siendo que ello

no es posible hacerlo, para lo cual invocó el principio de la

buena fe, y la sentencia CC C-1194-2008.

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 35

Expuso que al revisar las normas laborales y de

contratación administrativa, no existía una presunción de

mala fe para la administración pública al realizar contratos

de prestación de servicios de conformidad con lo establecido

en el artículo 32 de la Ley 80 de 1993. Y agregó:

En el caso que nos ocupa la administración cumplió con todas las regulaciones y condiciones establecidas por la ley 80 de 1993

para la contratación de personal bajo la modalidad de prestación de servicios, puede que haya sido cuestionado a través del presente proceso laboral ordinario si la relación derivada de dicho

contrato de prestación de servicios era laboral o no, pero ello no puede invalidar la actuación de la entidad, actuación que se encuentra revestida por el principio de legalidad de los actos

administrativos, y es por ello que el Honorable Tribunal Superior de Bogotá consideró que la actuación de mi representada estaba

revestida de buena fe y que no había lugar a la condena por indemnización moratoria solicitada y que además hay que considerar que no habría lugar a la misma pues el momento en

que terminó el contrato es contemporáneo proceso de liquidación del ISS, instante en que la entidad pierde toda capacidad para

hacer reconocimientos de moratorias por el pago de prestaciones y beneficios en un contrato de prestación de servicios que se encontraban discusión.

Reiteró los mismos argumentos que planteó en su

demanda de casación, y finalmente resaltó que existe una

grave falla de técnica, ya que «[…] no aparece mención alguna

a la forma en que las normas citadas en la causal fueron

interpretadas de manera errónea por el honorable tribunal

[…]».

XIV. CONSIDERACIONES

Le corresponde ahora a la Sala definir si se equivocó el

Tribunal al revocar las condenas por concepto de

indemnizaciones moratorias, consagradas en los artículos 1°

del Decreto 797 de 1949 y 99 de la Ley 50 de 1990, por

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 36

considerar que la demandada actuó de buena fe frente a la

demandante.

Huelga recordar que el juez plural llegó a esa conclusión

por lo siguiente: (i) porque la vinculación de la trabajadora se

dio mediante contratos de prestación de servicios, revestidos

en su momento de la presunción de legalidad, en la medida

en que la administración obró con fundamento en la Ley 80

de 1993; (ii) porque la actora concurrió de forma libre y

voluntaria, con pleno conocimiento de estar celebrando esa

clase de contratos, al punto que solo hasta la terminación del

último fue que alegó un mejor derecho; y (iii) teniendo en

cuenta que la relación laboral solo se declaró por decisión

judicial.

Vistas así las cosas, considera la Sala que tiene razón

la censura al endilgarle al Tribunal la transgresión de las

disposiciones que integran la proposición jurídica de los

cargos. En efecto, en cuanto a lo primero, tanto los contratos

como la certificación expedida por el ISS que milita a folio

337 del plenario, reflejan que la demandante prestó

personalmente sus servicios a la pasiva, y que estaba

obligada, entre otras cosas, a elaborar informes estadísticos,

proyectar y dar respuesta dentro de los términos a las

solicitudes de investigación sobre la legalidad de las

afiliaciones, adelantar investigaciones de campo a

empleadores y trabajadores por presuntas irregularidades en

sus afiliaciones (f.° 23-72). Ninguna de esas labores era

extraña a las actividades que recaían en cabeza del ISS, como

entidad administradora del régimen de prima media con

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 37

prestación definida, conforme a los predicados de la Ley 100

de 1993.

Asimismo, como bien lo sostuviera la recurrente, y como

ciertamente lo señalara la Sala al resolver el recurso de

casación formulado por la enjuiciada, dichas labores no las

ejerció ocasionalmente ni de forma temporal, sino durante

más de 11 años sin interrupción, y mediante la suscripción

de veinticinco contratos, lo que a simple vista evidencia que

su vinculación no fue excepcional o transitoria.

La celebración sucesiva de una multiplicidad de

contratos de prestación de servicios entre las partes lo que

denota es, en realidad, la vocación de permanencia de las

funciones desempeñadas por la accionante, y de contera, le

impedía a la pasiva recurrir a aquella modalidad contractual,

por expresa disposición legal (art. 2, D. 2400/68). Es ahí

donde se descubre el error del Tribunal, pues, en rigor, lejos

de haberse demostrado en el proceso que la administración

obró con fundamento en la Ley 80 de 1993, lo que realmente

se acreditó fue que el ISS abusó de esa facultad legal, en clara

rebeldía de las garantías mínimas laborales de la

trabajadora.

Al resolver un asunto de contornos fácticos similares,

contra la misma demandada, en la sentencia CSJ SL11436-

2016 esta Sala de la Corte razonó así:

Reitérese que los contratos de prestación de servicios aportados y la certificación del ISS sobre la vigencia de los mismos, en este

asunto no pueden tenerse como prueba de un actuar atendible y proceder de buena fe; ya que no acreditan más que una indebida actitud del ISS carente de buena fe, al acudir a iterativos y

aparentes contratos de prestación de servicios que no están

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 38

sujetos a la citada Ley 80 de 1993, con desconocimiento constante del predominio de actos de sometimiento y

dependencia laboral que muestran todos los demás medios de prueba, lo cual no deja duda de que la entidad era conocedora de

estar desarrollando con la demandante un contrato de trabajo bajo la apariencia de uno de otra índole.

De ahí que, mirando en conjunto el caudal probatorio, lo que

acontece en el sub examine es que en la práctica el ISS abusó en la celebración y ejecución de seis (6) contratos de prestación de servicios con supuestos mantos de legalidad, con el único

propósito de negar la verdadera relación de trabajo subordinado como la de la citada accionante, a efecto de burlar la justicia y

los condignos derechos sociales que debieron reconocerse a tiempo a favor de la trabajadora, lo que es reprochable y reafirma la mala fe de la entidad empleadora, máxime que tales contratos

fueron para cubrir funciones que de manera permanente requiere la entidad para cumplir con su objeto social, lo cual

ratifica su intencionalidad de utilizar una vinculación temporal para cubrir un cargo permanente.

Fluye de lo expuesto que la enjuiciada conocía, desde el

inicio de la vinculación de la actora, que lo que la unía con

esta era un genuino contrato de trabajo, pero a pesar de eso,

decidió vincularla bajo una modalidad que para el caso

concreto resultaba espuria, y mantener en el tiempo esa

contratación ilegal. Es evidente que este comportamiento no

se ajusta a la buena fe que debe imperar en las relaciones de

trabajo.

En lo tocante a que la demandante era consciente de

que estaba celebrando un contrato de prestación de

servicios, al punto que no presentó ninguna reclamación

durante su vigencia, huelga invocar lo que ya se dijo en esta

misma providencia al resolver el recurso extraordinario del

ISS en Liquidación, en cuanto a que el silencio del trabajador

oculto no puede derivar en la aceptación de que el vínculo no

es subordinado, si las circunstancias del caso muestran otra

realidad, lo cual hace justicia al hecho de que es la parte débil

de la relación laboral.

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 39

Adicionalmente, el hecho de que la actora haya firmado

espontáneamente los supuestos contratos de prestación de

servicios, no excusaba al empleador de cumplir con las

obligaciones laborales que desde un comienzo era consciente

que estaba adquiriendo. Sobre este punto, en la sentencia

CSJ SL10497-2017, esta Corporación adoctrinó:

[…] Pero lo que resulta ser más relevante para desestimar en tal

sentido el ataque de la recurrente es recordar que la falta de reclamación del trabajador sobre el pago en debida forma de sus acreencias laborales no purga su precariedad o defecto, ni excusa

al empleador de no hacerlo conforme corresponde, pues, a lo sumo, lo que puede producir esa falta de reclamación en el tiempo es a que si se llega a cumplir el previsto como mínimo en

la ley, la acción o el derecho prescriban, pudiéndose, en todo caso, interrumpirse de no haberse cumplido, o renunciarse de

haberse producido. Por lo anotado bien puede decirse que es al empleador a quien compete efectuar el pago debido al trabajador, “al tenor de la obligación”, tal cual lo exige el artículo 1627 del

Código Civil, para no exponerse al pago de, adicional a lo debido, indemnizaciones como las aquí reclamadas. En suma, no puede

excusar el empleador su falta de diligencia y cuidado en el pago de sus obligaciones pecuniarias al trabajador con una no exigida legalmente acuciosidad del trabajador en su reclamación.

Finalmente, el que la relación laboral solo se haya

declarado por decisión judicial, pasa a ser un suceso

anecdótico, pues lo relevante es que sí existió el contrato de

trabajo desde sus inicios, y que la demandada tenía pleno

conocimiento de ello. Recuérdese que, tal como lo ha venido

sosteniendo esta Sala de la Corte, las sentencias que

declaran un contrato de trabajo, no tienen un efecto

constitutivo sino declarativo (CSJ SL4515-2020).

Por fuerza de lo expuesto, al ser evidente la mala fe de

la empleadora, la trabajadora tenía todo el derecho de

reclamar la indemnización moratoria del artículo 1° del

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 40

Decreto 797 de 1949, con lo cual se constata la transgresión

que de dicha normativa cometió el Tribunal.

No ocurre lo mismo con la sanción por la no

consignación de las cesantías en un fondo, puesto que, aun

cuando el colegiado se equivocó al catalogar el

comportamiento patronal como de buena fe, de todas

maneras, constituida en instancia, la Sala arribaría a la

misma conclusión absolutoria a la que llegó el ad quem, toda

vez que, tal como en incontables ocasiones lo ha dicho esta

Corporación, la referida indemnización consagrada en el

artículo 99 de la Ley 50 de 1990 solo cobija a los empleados

del sector particular, mas no a los trabajadores oficiales,

como lo era la demandante (CSJ3849-2020, CSJ SL5520-

2019, CSJ SL981 -2019, CSJ SL705-2013 y CSJ SL, 7 nov.

2012, rad. 39533).

En suma, de lo anterior se sigue, ineludiblemente, el

éxito de los cargos estudiados. En consecuencia, se casará

en lo pertinente la providencia recurrida, únicamente en

cuanto revocó la condena impuesta por concepto de la

indemnización moratoria por falta de pago de salarios,

prestaciones e indemnizaciones a la terminación de la

relación laboral.

Sin costas en el recurso extraordinario a cargo de la

demandante, por salir avante su acusación.

XV. SENTENCIA DE INSTANCIA

Las razones expuestas en precedencia permiten colegir

que la indemnización consagrada en el artículo 1° del Decreto

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 41

797 de 1949, sí es procedente. Por lo tanto, habrá de

confirmarse en este punto la sentencia consultada, dejando

claro que el a quo la dispuso en una suma fija de

$35.802.904,50, que es inferior a la que se obtendría de

calcularla hasta el 31 de marzo de 2015, fecha de la

liquidación definitiva de la entidad demandada. Con todo,

como quiera que la demandante no recurrió la providencia

del juzgado, no podrá modificarse.

Asimismo, con fundamento en lo esbozado en casación

en torno a la sanción moratoria por la no consignación de las

cesantías en un fondo, se revocará esta condena contra la

enjuiciada.

Sin costas, debido a que la segunda instancia fue

generada por el grado jurisdiccional de consulta surtido en

favor de la pasiva.

XVI. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,

Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre

de la República y por autoridad de la ley, CASA la sentencia

dictada el veintisiete (27) de junio de dos mil catorce (2014)

por la Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial

de Bogotá, dentro del proceso ordinario laboral seguido por

SONIA MARGARITA PÁEZ PINILLA contra el INSTITUTO

DE SEGUROS SOCIALES – ISS EN LIQUIDACIÓN-,

únicamente en cuanto revocó la condena impuesta por

concepto de indemnización moratoria del artículo 1° del

Decreto 797 de 1949. No la casa en lo demás.

Radicación n.° 72504

SCLAJPT-10 V.00 42

Costas en casación a cargo de la demandada, como se

dijo en la parte motiva.

En sede de instancia, RESUELVE:

PRIMERO: Confirmar el ordinal 1.9 de la parte

resolutiva de la sentencia consultada.

SEGUNDO: Revocar el ordinal 1.8 del segmento

dispositivo del fallo recurrido, y en su lugar, se absuelve a la

demandada de la sanción moratoria por la no consignación

de las cesantías en un fondo.

TERCERO: Sin costas en la segunda instancia.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el

expediente al tribunal de origen.

ANA MARÍA MUÑOZ SEGURA

OMAR DE JESÚS RESTREPO OCHOA

GIOVANNI FRANCISCO RODRÍGUEZ JIMÉNEZ