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^^^ ^^:^^, ^^ ^:^^^^^M(NISTERIO DE AGR(CULTURA .^
DIRECCION GENERAL DE AGRICULTURA ^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^,^^^^^^^^,^^^^^^^^,^^;^^,^^^^^,^,^^^^^^,^^^^,^^^^.^^;„^^^^^^^,^^^^^^^,^^^^^^^:^^^^,:^^^^,^^,^^.^^^^,.^.^^^^;^^^:^^^^,^^^^,^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^.^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^,^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^
^i ® J A ^ DIVt1L^ADORAS^^r AÑO XXI`C II JUL1019^5 'i^ NUM. 14 ^
F':^^^;^^:^^:^^t...¢°-%Eg;l^^!r^ ^ - . ^.zy3ĉ̂ 3*.^t^ ;1?'+,̀.^..?á^.^,^`̂C}
e`^r:^3K^'aŝ^. • ,.,,.`^+ ,.<^^• +l^k: ,^« "+A-^'^^^^+"^.^^+ }^.
LOS SUELOS HUMEDOS^'' ^por Jos^ M^^t.ín Mni.ciirsl ,^
Ingeniero agrónomo Vro(esorde la Escuela Fspecial
^I.^gnític^, hal^ar, c^,n I:ri^^alihltts ^nr^i^^dali^nu al t^mclu, cn tcrrcnu, sa-nca^l^^^ ^^n ^^l l'rutect^^ra^l^i c^p;ui^^l ^ac -A^larrttcru^.
(Fu(o d^•l <irilu^r.)
I'u^^lc ^li^^i^lirsc ia i'cnínsula 11^rriia cn clc^s ^ran^ics rc^i^^ncs
climatulú^iras: una la <,^bcritt ;cca'•. cti la qtte la ^^lu^^iontrtría
-tnual no cscc^lc ^lc lus ^^,^ tnilítuctrus ^^ <{uc c^mt}^rrn^lc las dr^s
mcsctas c^t.^tcllana^, la ^lrhresicín tlcl I^atru ^^ l<ts rcmas ^u^l^^ric>>ta-
lcs ^^ lcvautintts, ^^ ^^tra la quc, sin csa^crar cl numhrc, 1>u^lií•ra-
fi) Vlui_^> I)i^^^^t.r,nn^^r.-^>, niíi^^^;. .^: (i9.,J), i.^ (i^^,i.). 7^^ ti
(t^t.;^).
:i ^x^
^F^,^
;^
^^E°̂`2,.^a'^r,s^^.v.^.^^._^_^_.2,.^..^,:^Y^,^.i:a^-^ ,.^.__ ^..?U^:_^:^.^.,:^^?3
Estas ^hojasm se remiten gratis a quien las pide al Servicio de
Publicaciones Agrícolas de la Dirección General de Agricultura
mos denominar "lberia húmeda", que comprende una parte de la depre-
sión b^tica, o fosa tectónica del Guadalquivir, la región cántabro-atlán-
tica y algtma peyueña región mediterránea, en las que anualmente llueve
de 5a^ a i.óoo milímetros.
I?sta última cifra corresponde a un volumen de agua total duránte
el año de 5.00o a r6.ooo metros, repartida en estas zonas, por regla
general de tma manera casi constante y uniforme. De esta masa de
agua que la atmósfera envía al suelo, una parte se evapóra a su vez en
el aire (i), otra se absorbe p^or la vegetación o el cultivo, otra queda for-
mando parte del suelo, tanto cn sus zonas superficiales como en las
profundas en los diversos estados que estudia la I'ísica de aquél
(agua hil;^roscópica, capilar movible, rctentiva y freática o de fondo,
según la definición de Zunl<er), y una parte, por último, "circula" por
la superficie del suelo, contribu}'endo de un modo rápido y directo a la
formación de la red hidrográfica de una región.
^'arían considerablemente estas proporciones según el cliina, oro-
grafía }^ composición del suelo, así como de la clase }^ existencia de la
vegetacieín espontánea de recubrimiento. 1?n la región prealpina suiza,
comparable a la nuestra cantábrica, y a base de una pluviometría anual
de r.óoo milímetros, se estima quc sc cvapora una proporción del 40
por 1 cxl del total, mpartida en la siguiente f orma :
En zona de En campobosque libre
Evaporación por las plantas ... ... ... ... ... ... rs % ro %
Consumida por éstas ... ... . .. ... ... ... ... ... ... zo % 6 %
Evaporación del suelo ... ... ... ... ... ... ... ... 5 % 24 %
Total ... ... ... ... ... ... 40 % &o %
L'n la cuenca del río C^uadaira, y en un año seco, esta repartición
ha sicio la sil;ttiente :
Circulación superficial ... . .. ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ro %
Al^sorción por la planta y el suelo ... ... ... ... ... ... ... ... 35 %
Evaporación total ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 55 %
Es decir, que adoptando cualquiera cíe las cifras anteriores, encon-
tramos que desde el So por roo del agua total Ilovida (si se trata de
(i) Existen regiones desérticas en que se evapora rápidamente en su totali-
dad el agua llovida, como ocurre en India, Rajputana y Sudán.
-3-
•r.^mas ^lc hosquc), hasta cl ^5 Pur ic^ a 66 por ^cx^ en camp^^ tibrc,
sc^íin r<^rrespon^la a la rc^ión mcridi<mal ^^ pr^alpina, ^^ scan 7.c^o t^-
nela^las ^le agua conu^ ^u^^medio ^^or hectár^a son las quc se ahnace-
n^trán cn cl suclo, encl^i^u-c^indolu ^ convirti^ndolo cu híin^c^lu ^^ pam
Ian^^s^^, inlhr^^^^i^^ ^^ara cl cttltiv^^ si sus r^^ndiciones ti^x^l<í^;icas o los
trabajus hara su mcjursi n^^ farilitan L•i nuwilizari^ín ^lc ^ultuncn dc
a^;u,^ tan consi^lcrablc.
I>cs^lc cl ^^unt^^ ^lc vista a^^r^in^ímic^^, la humc^la<i csccsiva dc los.
"1'í^^ic^i ni„linu dc ^^icntu, ^^uc actuandi^ ^^^brc una cspiral dc ^lrquímcde>, eontri-lni^^c a la de:ecaci^ín de una c^tensa z^^na.
(l^rito drl ^rutor.)
suclus ^^resenYa l^is si^tticntes inr^mvcnienles, quc ^^ur^ler^ <lcslacarse en;
furn^a tril ^lc haccr c^mi^^lctainentc i^npusihlc cl cultivo. ^^^n aqucllos:
i." .Im^^ide el a^;ua ^l^ imbibici^ín ^l acr^so del aire ^n cl suelo, ac-
tivanclu la íorinacicín ^Ic cc^stra su^>crticial. ^i los sucl^^s sun arcillosos,
estas ^;^rietas alcanzan a<listintas pr^^t'un^li<ía^les las sir;ui^^ntes dimcn-
;iuncs ^ cn la l^au-^^^^a Ccntral, a un ^nctr^^ d^ proftindida^l y tin centí-
metru ^Ic anchura; en I?^^ipto, a i.5 de ^>r^^fundidad }- io ccntímetros;:
en lus ^^aíscs tro^^icales, a ^ t^ 2,4 de profundidad y 25 cenlímetros.
^." 1?stos suel^s ^^m fríos, ^• los cultivos que sobre ayuéllos se^
pro^lucen sufren mucho de las bajas temp^raturas invernales y son muy^
pr^^pcusc^s a ]as cnfermcclades criptogámiras.
;.° l^a hen^ ^^roducido en los suclos húmedos es dc mala calidad„
-a-
dando frecuentemente lugar a enfermedades y trastornos gástricos en
el ganado que lo consume.
4.° Cuando en la mejora de estos suelos se precisa formar tablares
alomados para su más fácil saneamiento, se pierde siempre mayor su-
perficie que si la desecación se efectúa por zanjas, "escorrederos" o
drenes enterrados.
En general, el saneamiento o desecación de un terreno húmedo pue-
de efectuarse por tres diferentes sistemas :
a) Por zanjas abiertas.
6) Por canalización enterrada (drenaje).
c) Por plantacioi;es de gran capacidad evaporatorio }- que actuan-
do como bombas naturales desecan el suelo en su zona radicular.
I?n el anterior estudio de los suelos de marisma (i) ya indicamos
en líneas generales las distancias due deben existir entre las zanjas de
desecación y los drenes, así como de los coeficientes de desag ŭe. Es
absolutamente preciso determinar antes la composición del suelo, pro-
cediendo a su auálisis granulométrico para poder hjar la separación
dc drenes, cuyo diámctro y proftmdidad son a su vez dependientes de
la cantidad de agua cle evacuación y cle la nivelación del terreno. C<:mo
una idea aprotiir_ia ĉla eYponemos a rc>ntinuación las distan^ias tíjaclc:s por
el Servicio de Ingeniería rural de Checocslovaquia:
Proporciún centesimal del suelo en arcilla,limo y arena fina (hasta un tamaño máxi-
mo de partículas de o,04 mm.).^eparación entre
drenes.
8o a too por ioo ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ^i a to metros
6o a So - ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... io a iz -
4o a fio - ... . .. ... ... ... ... ... ... ... ... i2 a iq -
3o a 40 - ... ... ... .. . ... ... ... ... ... ... i:} a [(i -2oa ;;o - ...... ........................ 76a tR -
toa 20 - ..... .......... ............... i4a2o -oa io - .............................. zoa2^ -
Claro que estos datos no son más que para ĥjar una aproximación
en el coste de un proyecto de saneamiento de un suelo híimedo y sólo
bajo este aspecto los hemos citado como prácticos.
Las zanjas de saneamiento deben tener un ancho de 3o a 4o centí-
metros; una profundidad yue depcnde del trazado de nivelación de
evacuación, para que el agua discurra por las mismas, y nunca menor
f t) Véase Ho7ns Divutcnnoans, núm. i i, de i935•
-5-
de t,ay a i,3o tnetros. I_a nivelación de sus taludes puede ser la si-
áuiente (en zanjas abiertas) :
En terrenos arcillosos y tenaces ... ... ... ... ... I I/.} de talud
En terrenos I111105oti ... ... ... ... ... ... ... ... ... I I / ^ -
En terrenos arenosos ... ... ... ... ... ... ... ... ... 2 -
En terrenos de arena suelta ... .. . ... ... ... ... ... 2 I/2 a 3 -
Cuando se trata de zanjas rellenas, se dispone en su parte inferior
el canal circulatorio, bien con piedras gruesas, lajas o fajinas de ma-dera, y aun hoy es irecuente el empleo de tejas árabes o medios tubos
de grés colocarlos en el fondo. I?n este caso, las paredes se ataluzan lo
mcnos posible, pues sólo han cíe sostenerse durante la construcción. La
evacuación de las aguas unas veces se hace por su pie y otras necesita
ser elevada, en general a poca altura, y en este caso el empleo del mo-lino de viento como motor es insustituíble, por su economía y baratura.
Clam es que ĉuando se trate dc ^rancíes volúmenes de agua, en insta-
laciones grandes ha}- que recurrir al elnpleo de las bombas, especial-
Iucntc las ccntrífu^as, ideales para este tipo de trabajo.
Citarclnos, por último, el métocío de saneatniento que utiliza la
capacidad de evaporación de algunas plantas, entre ellas especialmente
21 cucalyf^t,^s ,qloU^T-r,lus y el a^T^ir^^^^alina, que soportan tcmpcraturas bajas
rclativalnente ^° llc;;an a adquirir una allura de 2o metros en i7ueve años.
Otra planta quc tambiúi cvapora enorme proporción de agua por sus
hojas cs el ^^irasol Ihciia^ntl^^L^s rniL^Iir^irs), quc presenta numcrosas utiliza-
cioncs y hasta contrit>u^•e a sanear cl clima influeuciado por los suelos
húmedos y pantanosos.
For este último aspecto de salubridad nacional, ]a vigente ]ey de
.^^uas otorga la propiedad de los terrenos húmedos y pantanosos decla-
radus insalubres a los que se comprometan a sanearlos, eximiéndoles
d^• conlribución de todo g^énero durante quince años después de recibidas
las obras, y esta concesión se extiende no sólo a los terrenos propiedad
del I;stado o de ]os Municipios, sino aun a los de aquellos particulares
clue n^^^ ha^^an s^^licitadu el oportuno cspedicnte <'.e saneamicnto y cíese-
C1C1ó11.
- 6-
Preparación, almacenado y conservación delos abonos
por Luis SáFZ [^rRNáNnrz-C.asntziLCo
Ingeniero Agrónomo de Gembloux
hesulta dc particular valor para resolver convenientemente el pro-
blema del abonado el conocimiento de la naturaleza dcl terreno que se
labra, sus propiedades y su composición, el cíe la especial y caracterís-
tica función de los elemcntos nutritivos más indispensables sobre el des-
arrollo, crecimieuto y producción del vegetal ; el de las particulares
exigencias yue para ellos presenta la planta objeto de cultivo y la for-
ma en que efectúan ]as raíces su absorción, y ello en relación con el
tiempo que dura su ciclo vegetativo y la cuantía de la masa vegetal
producida principalmente.
En la confección de una fórmula de abonado, que para resultar efi-
caz ha de ser generalmente completa, es decir, en la que los tres ele-
mentos antes citados se encuentren contenidos, presenta tanta impor-
tancia la riqueza total en elementos útiles como la relación muttta que
^entre las cantidades existentes de cada uno de ellos pudiera existir;
de la primera depende el valor del abono como reserva nutritiva a dis-
posición de la planta; de la última, su mejor utilización, sus resultados
más favorables y, romo consecuencia de ello, su rendimiento económico.
Determinada la fórmula que para el caso particular se encuentre
más indicada, deberá realizarse entre los diferentes fertilizantes que
el comercio ofrece una conveniente selección con el fin de utilizar para
la confección de las mezclas, únicamente aquellos que por sus carac-
terísticas y sus especiales condiciones de graduación, solubilidad y fá-
cil transformación, etc., mejor se adapten para el objeto previsto, dentro,
naturalmente, de los límites que la economía aconseja.
No siempre son tenidas, sin embargo, suficientemente en cuenta
ciertas prccauciones indispensables para evitar que, con sus más fre-
cuentes alteracioncs, pucdan sufrir los fertilizantes preparados modifi-
caciones cuya inmediata consecuencia se deja apreciar, bien sea por la
pérdida yue sufren sus graduaciones, bien por reacciones que lleg^an a
modificar su estado químico, y con ello la solubilidad y el posible apro-vechamiento por las plantas de los elementos útiles que contienen, bien
por detcrminadas variaciones en su naturaleza física capaces de difi-
cttltar y encarecer su manípulación, mezcla y empleo.
-^-
Tales alteracioncs ptiieden provenir, en primer término, de la natu-
rale^a niisma de los abonos. ]?s suticientem^nte conocido, aun cuando
no sicmpre se insistirá bas[ante sobre ello, yue no todas las materias
^^ue cl comercir^ ofrece como tales puc^íen ser en tocl^^ rncm^ento y sin
incem^-enientc l^uestas en rl^uttu^ contacto. i.a cauti<la^l de árid<i lihre
Preparando una mezcla dc abonos.
yue a algunas acoinj^aña, la proporció^i de cal que oLras contieiien, son,
cntre otras r^^sas, ratisa de reaccio»es que originan moditiracionrs y
^^^^r^lidas ytie cl a^;rirultor ha de tenei- inter^s en evitar.
l^a si^uicntc dia^rama inclica cuáles s^^n, entrc l^^s fcrtilirantcs dc
m;ís c^^rricnte en^pleo, ac^uellos que ^iunca deben ser inezclados ^, los
^^ue ^,ueclen as^>ciarse c^^n Poca anticihación a su etnpleo I^^I^^ }' los que
^^ara ^•llu no oirecen ntmca diticultaél ni iuconveniente ®. ^^
1V'f e<licla <le cletiiental precaucióii ha de ser, por parte d^l a^rictilt^^r,
tener en ruenta cuant^^ antccede al etectuar sus mezclas de abonos,
^^ tan^bi^n el conservar en lus almaccnes la debida separ^ici^^n entrc
lr^s diÍcrcntes fertilizantes de que ^lis^ion^^a, especialmentc entre aque-
ll^^s ca^iaces ^le ^lar ltigar a l^^s inc:meenientes señalaclos.
^1a^ i^o rl^hen tcrminar allí sus previsiones; r^n^^sideran^l^^ <^ue et^
1<i c^mstrucri^ín ^le l^^s locales destinaclos a aln^acenes se emhlea i^re-
rucnlcnieiite cl l^inrrni;;^^n ^^ la mam^:^^steria ron tnortero o revestimiei^t<^
cic renicnlu, la cal c^ne a^stos arompaña, al esiar en contacto con de-
termina<los icrtilizantcs l^o^lría llcgar a rcaccionar, dandu lugar n<^
solaitiente a ^^í^rdidas de rraduacióii (^caso del sulfato ambnico), sino
qiic al desa^i-egarsc y^ perdcr, en ^^arte, sus propiedades a^-lutinaittes,
-b-
podría acarrear el deterioro, y aun en algunos casos hacer inminente
el riesgo de desplomamiento de la obra de albañilería con todas susconsecuencias.
Debe proscribirse siempre el contacto entre los abonos almacenados
^Ĵ„^/es ^^ei..^si ĉ.^s.
s^.^^ fesf.^ro .
-FiJtOri.,•S :
9/l70/7/!O ,
L^icv/7d/^^/tfor.
^rralo de .rosd.
_ _ CN^/.
• - /^ofdsd.
JJ^irta - l^.s/-.sirlC/z
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y los muros y pisos de los ]ocales destinados a su conservación ; y aun
cuando^ frccuentemente se recomienda el que aquéllos sean revestidos cíe
asfalto, alquitrán o cemento refractario a los ácidos, parece preferible
para tal objeto hacer uso de la madera; ^eví^tense los pisos de tierra o
de cemento y sustitúyanse por una tarima suficientemente resistente o
por el adoquinado, utilizando en las juntas la arena y el asfalto.
Otros perjuicios pueden derivar de la absorción de que la humedad
atmosférica es objeto, en mayor o menor escala, por parte de algunos
fertilizantes.
La mayor parte de los abonos minerales de más corriente empleo
se encucntra constituída pur sales, ^^ todas ell^s, aun cuando eu grado
diter^nte, son solubles, no caisticndo ninguna quc no sca higroscópica.
Como tales sales, posecn la propiedad de absorber la humedad atinos-
rí:rira para disolverse, y ello aun cuando en íos almacenes se encuen-
tren pr^?lcgidos rontra la llttvia.
I.a tendencia de una sustancia a absorbcr la htunedad depeude, en
prirner lugar, de ella misma ^^ de la tensión dcl vap^^r de agua en la
atmósfera. r^ una temperatura dcterminada la tensión dc vapor de uu
cuerpo nu vol;itil en sulucióu acuosa es siempre inferior a la del ag^ua ;
en tales c^m^liciones, cuando tu^ ruerpo sólido se encueutra en contacto
1)i;hihuci^^n de abono a mano.
con una atmósiera cu^^a tensicín de vapor parcial sea superior a la dc
su solución saturada, tendr^i lugar una condensación sc^bre su super ĥ -
cic dc la humedad del aire, que serviría, en parte, a originar una solu-
ción ^aturada, y mientras ello no se produzca comple tamente, a una
soluciún cuya tensión de vapor llegaría a ser semejante a la dcl agua
en la atmósfera.
Más aún que a la cautidad de humedad atmosf^rica, son ]os abo-
nos particularmente sensibles a las variaciones en el estado hig^romé-
trico del aire y^ a las diferencias de temperatura, y csto por su in-
flucncia sobre la tensión del vapor de agua. La humedad absorbida
origina disoluciones parciales, y si la temperatura aumenta al tiempo
que ]a atmósfera se deseca, una parte del agua utilizada así se evapora
y]a masa llega a cristalizar en bloques más o menos grandes, y ello
con intensidad tanto mayor cuanto que ]os cambios de temperatura sean
^^ ^
n^ás f recuentes, Consecuencia de todo ello puede ser la disolución y
pĉ rdida de una parte del abono, la consistencia pastosa que algunos
adqttieren, la aglomeración y endurecimiento que en tantas ocasionesliay que lamentar, etc.
Como precauciones para evitar, o por lo menos aminorar, tal estado
de cosas, son : sustraer los fertilizantes, en los ]ocales en que se alma-
cenan, lo más posible de las iniluencias e^ternas, acumulándolos úni-
camente en lugares bien secus, aislados y cerrados, evitando ]a ventila-
ción en^r^^ica }^ las corrientes de aire que, al renovar éste, pueden dar
lugar a cambios bnacos en su estado higrom^trico. Y ello deberá
tenerse particularmente en cuenta cuando se trate <le ciertos abonos
dutados de una fuerte }^ característica higroscopicidad. Yoseen ésta en
reducida escala el sulfato amónico extraseco y esPecial (lo es más
fuertementc cl que contiene ácido libre) y los fosfatos alcalinos ; con
algo rna}^or intensidad los suPerfosfatos, ^- en forma m^"ts acentuada
las sales de potasa ; mu}^ sensibles a la humedad son los nitratos y
amonitratos, y ello, en #;eneral, en proporciones que guardan relación
con su riqueza. Así, aun cuando los 83 árados higrométricos se vean
sobrepasados, el sulfato amónico apenas lle^a a absorber humedad en
cantidad apreciable ; el superfosfato lo hace muy débilmente, por bajo
de ]os b3 árados, y sobre ellos puede lle^ar a absorber z,so por ioo.
1?ntrc las sales potásicas, la silvinita absorbe i,5o í^or ioo entre 8o y 83
grados y 6 por ioo entre 83 y gi ; el cloruro potásico, sólo 3,5o por ioo
entre K3 y qi ; el nitrato de sosa, i por Too entre 77 y 8o grados, i,5o
por ta^ entre 80 ^• ^^^ y sobrepasa la última cifra, 7 por roo, al cabo
de cuatro días ; muy higroscópico es el nitrato de cal y absorbe la hu-
medad aun con un ^^rado higrom ĉtrico inferior a 75 ; esta absorción
llega a r,5o por ioo entre 75 y f3o grados en veinticuatro horas, y a
b por roo gor día entre 83 y qi.
:^^o pueden estas cifras servir de norma para estimar la higrosco-
picidad de ]as mezclas ; se da el caso de que deterniinadas sales, que
individualmente son poco o moderadamente hig^r^^^scópicas, una vez
mczcladas alcanzan un f;rado mucho más elevado ; sucede así con la
urea, el sultato amónico, el superfosfato, el nitrato de sosa y el cloruro
pot<ísico ; una mezcla compuesta de to partes de nitrato de sosa, io de
sulfato amónico, 6o dc superfosfato y^o de cloruro potásico, llegaría
a absorber hasta 3o por ioo dc humedad, mientras que sus componen-
tes, individualmentc, sólo lo harían en la proporción de 7, 0,50, 2,5o y
3^^o Por too, resPectivamente.
Preocupación de Ia técnica industrial ha sido el llegar a aumentar
- I1 -
1a resistencia de las sales empleacías cotno abono y la de sus mezclas,
.a la absorciórl de la ilumedad atmosférica, eliminando, en lo posible,
las ronsecuencias que derivan de su especial higroscopicidad. Varios
procedimientos han sido ensayados, bien sea por me^lio de inezclas con
^.•uerlios insolubles (carbonato de cal, iosiato precipitado, etr.), bien pur
procedimientos cleternlina<los de aálomeración en fragmentos de escaso
volurncn.
I)csde 1^23 se viene ensayanclo en los laboratorios oficiales clc lus
L;stados Unidos de Ainérica el granulado de los abonos, habienclo r^>nI-
proba<lo qtte con ello los fertilirautes sc endurccen menos, sc reparten
tnejor, no son arrasri^ados por el viento cuando se distribuyen, auinenta
su acción efectiva conlo iertilizantes al ser m^is lentamente disucit^^s y
no c>tán tan expttestos a sufrir pérdidas en el suhsuelo. La absc^ni<ín
^de humcdad por ellos se encuentra notablcmente reducida, hasta el pun-
to dc quc en cl nitrato clc sosa granula<lo, a más de 83 g^ra^l^>s hi;;romí•-
u•icos, cs inlerior en 3 por Icx> a la que corresponde al si^nplemeute
pulv^rizado. "1'ambién en Alemania se acuerda la máxima atencióu a1_
^^ranttlado de los abonos. }?n el mcrcado sc cncucntran hoy cn scmcjante
forma, además del nitrato de Chile, el de cal, el nitro-cal-amor, la nitro-
ghosl:a I1 y la cspecial con cal, la cianamida (en perlas que evita su
estaflo pulvertilento y los inconvenientes de su manejo y distribución),
el cal-amor-fostatado, cl nitro-cal-amor-fosfatado y otros. Actualmente
se fabrican igualmente, en Atnérica del i\lorte, briquetas, principalmcn-
te de sales potásicas, destinadas a las plantaciones dc caña de azúcar,
sobre las que en otra ocasión daremos detalles.
1?sta plausible orientación de la industria tiende a gcneralizarse,
<lisponi^•ndo hoy cl agricultor dc una serie de productos simples y de
compuestos que utilizar como abono en los que, evitados en lo posible
]os inconvenientes de la higroscopicidad, es dado conseguir una conser-
vacióv, manipulación y empleo más fácil, sencillo y eficaz.
EL HUEVO Y LA INCUBACION^OP E!^fILIO OSTALÉ TUDL.LA
Perito Agrfcola
La cáscara del huevo es porosa y consta de tula capa exterior ^^
otra interior. hebajo cle ésta hay dos membranas, que se hallan sepa-radas en el extremo grueso del httevo, formando una cá^nara de aire
de I^ mm. c. de volumen si el huevo es f msco, y aumenta de una
manera directa a]a evaporación del huevo.
- I2 -
Rudeando la yema, y debajo de estas membranas, está la clara, o
albúmina, que contiene 7^,4 por ioo de agua, zo de proteína y r,6 de
inateria mineral. Uos ligamentos membranosos de albúmina, denomi-
ziados calasías, }' que tienen la forma de espiral, son los que unen los
lados opuestos de la yema con cada
estremo de la cáscara, sirviendo para
disminuir los movimientos y regular
su posición.
I'ara la incubación es absoluta-
mentc necesario que el huevo esté fe-
cundado, due sea fértil y bueno, así
como clue proccda de aves sanas.Los huevos de las g^allinas de nues-
tro corral son mucho mejores que los
quc traigamos de fuera.
Cuanto más recientes los huevos,
son niejores para la incubación.
La mejor época para incubar esla de marzo a mayo.
Los huevos que se van a incubar
se les debe voltear diariamente. Todoel mundo sabe que la ñallina no ne-
cesita ser fecundada por el gallo para due ponga huevos, aunque se
ascnu, a que las vírgcnes ponen menos, pero más delicados y que se con-
servan más tiempo ; pero estos huevos no valen para la incubación. Las
Pollas o^allinas jóvenes dan huevos más pequeños y menos a propósito
para incubar.
I?1 número cíe hucvos que se le debe poner a cada ave varía entre
ia y t5.
?^1i que dccir tiene que los huevos que ponemos a las cluecas deben
ser de aquellas razas que nosotros queremos propagar, procurando que
sean lo más frescos posibles. Los mejores son los dei día, ya que salen
más pronto que los añejos.
^l)elante de tuia luz colocamos un huevo y lo miramos ; si estuviera
mermado, lo desecharnos. También podemos conocer qué huevos son^.
buenos echándolos en a^ua ; los malos sobrenadan, y los buenos se pre-
cipitan al i^ondo, L;ste agua no les es perjudicial ; al contrario, da una
misma temperatura a todos los huevos y hace que los pollos salgan al
mismo tiempo.
Los huevos de dos yemas no valen, porque mueren los pollos a
los quince días o producen monstruos.
Los de cáscara irregular dan pollos enfermizos. Los buenos son lo^
de c^rscara reg^ular, dura y resistente. Si proceden de aves jóvenes, da,^
pollos de fácil cebo.También hay quien lava los huevos con agua templada, con objeto
de facilitar la entrada dcl aire a trav^s de la cáscara, ya que cl aire es
indispensable para la formación del pollo.
En el cornercio avícola se entiende por huevos frescos los que en
invierno no tienen más de quince días, y en primavera y verano, ocho.
Tarnpoco son buenos para incubar los huevos de formas esatieradas.
tales como los muy alargados y redondos, los dc cáscara rugosa y los
rajados.
Si queremos el huevo muy ]imhio lo lavamos con agua caliente v
lo secamos con un trapo de tejido suave.
Sicmpre se deben dejar reposar ]os huevos que vienen de lejos dc
quince a veinticuatro horas antes de ctuprender la incubaci^>n, l^,sto se
'iace con el fin de que el germen, alterado por la trcpidación, vtteh^a a
su estado normal.
Tampoco vale para la incubación el lurevo due posea anillos cn la
cáscara ni los que han estaclo al sol o al calor de la lurnbre de la ^^o-
rina, ni los suci^^s ni mojados. T^^s preciso conservar los huevos en sitic^
seco, limpio y oscuro.
1'ara probar los huevos en agua es mtry convenientc mezclarla cen
sal : i j^ ^ramos para un litro de a^ua.
Si los examinamos a la 1u2, la corona de aire explicada no debc
pasar del tamaño de una moneda de dos céntimos.
l^ebemos marcar er_ una de las caras del huevo, y con lápir blando,
las inicialcs <,le la raza, g^allina, casa, ctc., de que proceda. Los huevos
de a.ves muy ^ordas no producen muchos pollos. Las aves que se hrrllan
libres dan más huevos fecundos qtte las encerradas. Para tener se;;uri-
dad de que los huevos son útiles para la incubación no debemos poner
a un ^allo con ulás de iz ó t5 gallinas, si es de ]a raza castellana,
Prat, andaluza, minorque, etc., y de 8 a io si son americanas.
Una buena pr<lctica es esconer los huevos de reg^ular tamaño y del
mismo color, así obtendremos una desceudencia uniforme y aumen-
tarem^s cl volumeu de los hucvos quc pon^an.
I?n tiempo frío se reco^en tres veces al día, para impedir cl en-
iriamiento. flunqtte resisten temperaturas muy variables, si es pos?ble
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lcs debemos conservar a una, de ro a i^ grados centigrados, usando^cajas especiales.
1'ara el volteo, el comercio vende unos aparatos especiales ; mas sin
necesidad de estas cosas los tenemos en cajones y los damos vuelta con]a mano, obteniendo el mismo resultado.
I)e todas ]as variedades de gallinas podemos incubar huevos juntos,.
pero no co^iviene unir los de dos razas mediterráneas (Leghorns, minor-
ques, andaluza, Prat, etcl, con los de I'igmouth, Poca, Orpigtons, et-
cétera, ya qi.lc las raza ŝ más pequeñas incuban antes que las grandes.
CULÍIVOS DE HUERTAALBARICOQUERO
1?ste árbol frutal, originario de Ariuenia, fué bautizado en la antigiie-
dad con el nombre latino de Prunitis armeniaca, Es cultivado con apro-
vechamiento en huertos y jardines por la bondad de su fruto.
Los albaricoqueros fluyen por entre los intersticios de su corte•r,a, bien
sea espontánea o artificialmente, una goma muy parecida a la arábiga,
que constituy-e una de las variedacíes de go^na ^del país, que es muy utili-
zada por la industria.
Ll albaricoquero requiere para su plantación tierras sueltas y sustan-
ciosas, sitios abrigados, riegos verificados con la debida oportunidad, por-
que si se riega en demasía la fruta aumenta en volumen, pero resulta_insípida y acuosa.
La reproducción de este frutal se verifica por siembra del hueso desdeoctubre a enero, según el clima, a cuyo efecto los huesos se ponen dentr^
de tierra, de buenas condiciones, en tiestos para que germinen y luego se
trasplantan al sitio que se les destine en definitiva.
Generalmente este árbol se cultiva por líncas rectas al aire libre o, a.
lo stuno, en espaldar.
A1 efectuarse la poda debe practicarse con sumo cuidado, en razón a
que la madera de este árbol es dura y saltadiza, resistiéndose a los cortes
que sufre, si ^stos no se practican con la correspondiente oportunidad e
inteligencia.
La fruta del albaricoquero es demasiado conocida para detenernos
en minuciosos detalles, sin que por eso dejemos de consignar que, tanto
al interior como al exterior, su color es amarillo, su carne tari delicada
que se deshace en la boca, de un olor y un sabor agradables en todas sus.
varicdades, y sobre todo en los años cálidos.A esta fruta se. le atribuye ser causante de calenturas, lo cua] es una
vul^,=aridad muy manifiesta.C.'uan^lo se halla bien madura no produce daño al^uno, a menos de co-
mcrse en cantidad excesiva, porquc en este caso podría ser notiva, lo que
i^ualmente sucedería con cualquiera otra clase de alimento.
Si está verde, si es de mala calidad, puede producir acciclentes, por-
que en este estado es indigesta, y particularmente si se come mucha, como^
con frecuencia lo verifican los niños.
Sin embargo, como coincide la ^poca de las calenttn-as con la de la
ma^lurez de los albaricoqucs, sc le atribuye a esta fruta aqucllos efectos,
mientras que ellos no son niás que coincidentes en su aparición, pudiendo^
decirse con justa razón que siendo el albaricoque bumectante, rcfrescan-
tc y atempcrante, es más propio para curar aqu ĉ llas que para produ-
cirlas.
1?1 albaricoque es el mejor de los frutos de hueso, reuniendo la cir-
cunstancia ^lc ser menos susccptiblc de acedarse en el est^íma^;o que el me-
locothr^ ; también es más digrstivo, a no ser qu^ sc coma con exces.?.
I)eben preferirse los albaricoques ^ruesos, carnudos, maduros, de sa-
bor a^;radable, y después clc haberlos comido tener la l^recaución de to-
ni,ir un poco de vino.
Esta fruta no es convenicnte a todos los estóma^os, y las personas.
que tienen uua vida sedentaria o quc hacen mal las ^li^estiones, debeti
abstenerse dc comerlos o fomarlos con precaución.
Conócense gran núu^ero de variedades de esta f ruta, pero una de ]as
más afamadas cs la de Toledo, que cs gustosísima, al^o más pequeña que
el albaricoque común y señalada con variedad de pintas y de hueso dulce.1?1 alboricnqatiero ^corriún es e] yue obtiene mayor tamaño, dando por
consiguiente mayor rendimiento en fruto si se ha plantado en buenas con-
diciones ; sus bojas son de color verde oscuro, grandes, de pezones, ^e-
tiolacs rojos y largos.
]:1 albaricoquero pr^^co^, de fruto pequeño, redondo, de carne roja por
el lado que le da el sol y amarillo el resto }' almendra amar^a ; puesto en
espaldar madura antes que si se halla a todos los vientos.
i?1 alba-ricoq^uero blmv^co, de fruta e igua] tamaño que cl antcrior, de
carne blanca y fibrosa, sabor y color algo semejantes al melocotón; de
este árbol hay algunos p^ies que forman el grttpo llamado gra,^^a^ albarico-
quero binnco, que sólo se diferencia en que los frutos son bastante ma-
yores.
La fruta que procluce el albaricoquero es muy apreciada por su car-
nosidad, que es bastante jugosa, empleándose en variedad de preparados.
Se conservan en dulce, en aguardiente y al natural, cuyas fórmulas no
consignamos por no ser en poco ni en mttcbo pertinente al objeto quenos proponemos.
También se elabora con esta fruta jarabe, crema, mermelada y otraspreparaciones.
El hueso del albaricoquero sirve para la confección de licores, queson muy estimados, dándoles un aroma peculiar de este fruto.
La almendra es comida con placer por algunas personas, cosa que
debe verificarse con prudencia, pues comiéndola en cantidad puede sernociva.
De la almendra se estrae un aceite al que se le otorgan grandes pro-
piedades para calmar los dolores hemorroidales, los zumbidos de los oí-dos, porque es muy parecido al aceite de almendras dulces.
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SERVICIO DE PUBLICACIONES AGRICOLAS PUEDEN SER CONSUL-
TADAS EN EL LOCAL DEI. MISMO ( MINISTERIO DE AGRICULTURA,
P:1SE0 DE :1TOCHA, I Y 3) 7Oll05 LOS DIAS LABORABLES, DE
DIE'L A UNA.
(iRÁFICAS UGUINA.-IVIELÉNDE7. VALDI:S, 7, MADRID