La Prensa Del Siglo Xix

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    ISSN: 1132-1873Revista Generalde InformacinyDocumentacinV o l. 8, n. 2- 1998: 241-257

    LA PRENSA DEL SIGLO XIXCOMO MEDIO

    DE DIFUSIN DELA LITERATURAHISPANOAMERICANA (*)

    ALMIJDENA MEJAS ALONSO y ALiciA ARIAS COELLOUniversidad Complutense de Madrid

    Todos los estudiosos de la literatura, la historia o la sociologa de lacenturia pasada, coinciden en afirmar que el siglo XIX es, por excelencia,el siglo de la prensa escrita. De hecho, muchos hombres del siglo pasado,procedentes de diversos mbitos profesionales, consideraban prestigioso elhecho de colaborar en diversas publicaciones peridicas, y un ejemplo deello lo encontramos en unas declaraciones del propio Castelar, que lleg adecir: Cuando tomo en mis manos un peridico, cuando recorro sus co-lumnas, cuando considero la diversidad de sus materias y la riqueza de susnoticias, no puedo menos de sentir un rapto de orgullo por mi siglo.... Si-guiendo en esta lnea podramos citar a muchos profesionales influyentes

    que comparten esta misma idea de Castelar; pero como muestra evidentede la importancia y la fuerza de la prensa escrita en este siglo, recordemosalgunos nombres de aquellos grandes polticos que comenzaron su anda-dura profesional siendo periodistas, y que alcanzaron los ms altos puestosen la nacin, nos referimos a personajes histricos como Cnovas, RosRosas, Sagasta o Gonzlez Bravo.

    La prensa del XIX fue consciente, en todo momento, de su poder en loque se refera a la difusin de ideas polticas, culturales, religiosas o decualquier otro tipo. Se senta educadora y cumpli, conscientemente, es-te papel; por esta razn, en los peridicos y revistas del siglo XIX encon-

    tramos secciones dirigidas a los hombres (sobre todo, las referentes a lasnoticias polticas y culturales), otras diseadas para las mujeres con artcu-los sobre moda, en las que el redactor interviene expresando su opininso-

    (*) Este artculo es el resultado de una comunicacin presentada en las VII lomadasE.U.B.D. Complutense.

    Vase OuvAR BERTRAND, Oratoria, poltica y oradores del ochocieneo, p. 31. Tam-bin lo cita Ma Cruz SEOANE, Historia del periodismo en Espaa, 3, Siglo XIX, p. 11.

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    bre lo que debe vestir una muchacha joven y casadera, que no tiene nadaque ver con la ropa que debe llevar una madre de familia. Tambin encon-

    tramos informacin sobre fiestas, con opinin personal del periodista in-cluida en el artculo; otras veces podemos leerpoesas escritas por mujerescomo, por ejemplo, las de Carolina Coronado que colabora en el Semana-rio Pintoresco Espaol (Madrid 1840-1850), en el Museo Literario (Va-lencia 1865), en el lbum de las Familias (Madrid 1865 y 1866), en La

    Amrica (Madrid 1859-1862) y en El lbum Iberoamericano (Madrid1897-1901); Julia de Asensi que publica en El amigo de las Damas (Ma-drid 1873), en El Folletn (Mlaga 1875-1876) y enEllbum Iberoameri-cano (Madrid 1890-1903); Faustina Sez de Melgar que colabora enEl Co-rreo de la Moda, revista en la que se da a conocer, en 1851, con el poema

    La paloma torcaz, en La Violeta (Madrid 1862-1866) y, tambin, en elMuseoLiterario de Valencia; otra espaola que vio impresa su produccinpotica fue Carolina Soto y Corro que public en Flores y Perlas (Madrid1883-1884) y en ElAstaRegia, revista fundada y dirigida por ella en Jerezen el ao 1880. Las mujeres hispanoamericanas tambin tuvieron cabida enlas pginas de las publicaciones espaolas, y as encontramos a GertrudisGmez de Avellaneda, escritora cubana que colabor en LaAmrica (Ma-drid 1851), en El Semanario Pintoresco Espaol (Madrid 1845-185 1), enEllbum Iberoamericano y en Flores y Perlas de Madrid; a la puertorri-quea Lola Rodrguez de Ti, que public en la revista madrileaEspaa

    yAmrica; a Luisa Prez de Zambrana que particip en LaAmrica y enEllbum Iberoamericano, ambas publicaciones de Madrid; y Esther Tapiade Castellanos, que se dio a conocer en Espaa en Ellbum Iberoameri-cano. Pensando en la mujer, estas revistas tambin incluan narraciones lar-gas, con una enseanza moral, que se publicaban por episodios en los dis-tintos nmeros del peridico o revista que compraba sus derechos.

    La opinin del periodista, o de la persona que escriba una crnica oredactaba un articulo, era algo intrnseco al desempeo de la profesin, yesto era as porque desde el momento en que cualquier publicacin tienecomo divisa la Educacin de los lectores, estaEducacin conduce, ine-vitablemente, a la formacin de opinin entre los mismos2. Bien es verdad

    que este punto de vista siempre se puede relativizar teniendo en cuenta elalto ndice de analfabetizacin de lapoblacin espaola. Segn Luis Sn-diez Agesta3, a principios de siglo, concretamente en 1803, slo sabia leer

    Sobre la capacidad de la prensa delXIX para formar opinin. vase Man Cruz Sno-ANE, op. cii., pp. 14 y ss.

    Luis SNCHEZ AGESTA, Historiade constitucionalismoespaol, p. 507.

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    un 5,96% de la poblacin, cifra que se vio elevada en el ao 1900 hasta un33,45%. Como podemos observar la alfabetizacin era bastante escasa, sin

    embargo creemos que esto no minimiza la influencia de la prensa pues te-nemos constancia de que en distintas situaciones, los peridicos eran le-dos en voz alta por personas instruidas con el fin de que la informacin lle-gara al ms amplio nmero de personas.

    Esta forma de difusin de las noticias no es en absoluto novedosa. Dehecho podramos decir que se trata de una tradicin, impuesta por una si-tuacin de analfabetismo, que arranca desde muy atrs en nuestra historiade la cultura, desde laEdad Media pasando porlaEdad Moderna, y que lle-ga hasta nuestros das con las lecturas colectivas infantiles.

    Pero la prensa en el siglo XIX quiso ir ms all, deseaba mostrar su in-

    ters por la literatura y asempez a incluir en sus pginas, como ya hemosindicado ms arriba, obras de diversos escritores; de hecho muchos denuestros autores ms notables publicaron en sus pginas, como es el casode Gustavo Adolfo Bcquer quien vio impreso en las pginas del Museo

    Literario de Valencia4, en 1864, su poema titulado T~yyo, y cuyos prime-ros versos son: Cendal flotante de leve bruma,/Rizada cinta de blanca es-puna. Siguiendo esta tendencia, empezaron a nacer revistas que, poco apoco, fueron adquiriendo un tono ms ligero que el de los peridicos, gra-cias a que tenan un contenido ms variado en el que se combinaban la li-teratura, el entretenimiento con crucigramas, charadas, etc., con la infor-macin social y poltica expresada en un tono menos profundo que el quepresentaba la prensa diaria.

    Los editores de estas publicaciones no slo acogan a escritores nacio-nales, sino que en su ambicin de uniVersalidad, imprimieron en sus pgi-nas numerosas obras traducidas de autores de otros pases, como es el ca-so de las dos poesas de Vctor Hugo, traducidas por Teodoro Llorente ypublicadas el 4 de septiembre de 1892 en Espaa yAmrica, publicacinmadrilea de periodicidad semanal, y cuyos ttulos son A Virgilio: Virgi-lio! Mi poeta! Mi divino maestro!, y El Dervis: Ah-Baj pasaba: losgrandes, los pequeos.

    En esta situacin, y sobre todo en la ltima dcada del siglo XIX, las

    revistas de carcter cultural ya haban conseguido un lugar reconocido porla sociedad, y las ms prestigiosas, como la Revista Contempornea, fun-dada por Jos del Perojo en 1875, y La Espaa Moderna, fundada por L-yaro Galdeano en 1889 fueron, en gran medida, responsables de la intro-

    E l Musco Literario es una publicacin valenciana que tuvo tres aos de vida, del1864 al 1866. La coleccin completa se conserva en la Hemeroteca Municipal de Madrid.

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    duccin de la cultura y esttica alemana, francesa y de otros pases euro-peos5, adems dieron cabida en sus pginas a autores espaoles como Emi-lia Pardo Bazn, Galds, Clarn o Menndez Pelayo, entre otros.

    Es fcil suponer que, ante el avance de las revistas culturales, stasacogieran colaboraciones de autores de pases hispanoamericanos. Por es-ta razn no es sorprendente encontrar huellas de escritores uruguayos, pa-raguayos, chilenos, ecuatorianos, y otros, que el tiempo, y otras circuns-tancias, ha hecho que hoy resulten desconocidos para nosotros, pero que ensu da aparecieron al lado de otros escritores reconocidos en la literaturamundial como es el caso de Rubn Daro.

    No conocemos exactamente la tirada de estas publicaciones de carcterfundamentalmente cultural, pero lo que s sabemos es que estaban dirigi-das tanto al pblico masculino como al femenino, de manera que es plau-sible la idea de que fueran revistas compartidas, no slo por los miembrosde la familia, sino por el crculo de amistades de la misma. No nos aventu-ramos, sin embargo, a afirmar que se hiciera una lectura en voz alta de sucontenido, pues el analfabetismo conleva, la mayora de las Veces, desco-nocimiento de la literatura, del arte, de lafilosofa, etc. En este sentido po-demos decir que son un tipo de revistas dirigidas a una elite ilustrada, in-telectual, curiosa por las novedades del extranjero y que se complace coneste tipo de informacin; sin embargo, esta afirmacin no tiene que llevar-nos a engao y pensar que estas revistas eran un medio limitado de difu-sin de la literatura hispanoamericana; muy al contrario, podemos afirmar

    que gracias a la existencia de estas publicaciones el nivel cultural de nues-tra intelectualidad se elev y, que con ello, muchas personas que hasta esemomento se haban acercado tmidamente a las letras hispanoamericanas,pudieron ampliar su cultura. Por otro lado, pensemos que el precio de es-tas publicaciones era bastante ms asequible que el de un libro, de maneraque su contenido alcanzaba tambin a sectores intelectuales de niveles so-ciales inferiores, de forma que podemos hablar de una cierta populariza-cin de la literaturahispanoamericana que, hasta ese momento, era la grandesconocida de nuestras letras, a pesar de que todava haba pases, comoCuba y Puerto Rico, que pertenecan a la corona espaola.

    La cercana del Cuarto Centenario del descubrimiento de Amrica fa-voreci la aparicin de revistas como La Unin Iberoamericana, que ensus orgenes, datados en el ao 1885, naci como una asociacin, apare-

    La Revista Contempornea, en su primera etapa, fue el medio de difusin ms im-portante del movimiento neokantiano y positivista en Espaa. A travs de La Espaa Mo-derna, se divulgaron en nuestro pas autores como Tolstoi, Ibscn o Turguencv.

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    ciendo un primer opsculo impreso en el 18876, fecha que se consideraco-mo el ao de la fundacin de la revista, cuyas miras estaban puestas en el

    1892.En 1891 La Unin Iberoamericana ya estaba realizando plenamente sulabor de portavoz de nuestros pases hermanos de Amrica. As encontra-mos aportaciones de las peruanas Mercedes Cabello de Carbonera (1 de fe-brero) y Clorinda Matto de Turner, tambin peruana, de Lima, quien noshace una crnica de las tradiciones cuzqueas (1 de marzo), y nos ofrecesu novela ndole (1 de diciembre).

    El ao del Centenario, 1892, La Unin Iberoamericana se hace eco dela literatura hispanoamericana, y asconocemos noticias sobre la escritoracolombiana Soledad Acosta (1 de enero), las opiniones sobre la novela mo-

    derna de Mercedes Cabello de Carbonera (1 de mayo); y el mismo da 12de octubre, aparece un nmero extraordinario de esta revista donde encon-tramos una heroica sextina del Conde de Cheste que dice as:

    Nave feliz que la primera hendisteLos tenebrosos mares, an no hollados,Y al mandato de Dios, por ellos fuisteA descubrir los pueblos apartados:Slo hispano bajel tanto podra:No en vano lleva el nombre de Maria!

    En este mismo nmero encontramos tambin una alabanza a Coln fir-mada por Antonio Cnovas, dos poemas dedicados al Almirante y firma-dos. el primero, por Manuel del Palacio, y el segundo por Ricardo Palma,y otras muestras literarias realizadas para este nmero especial de la citadarevista.

    Una vez pasado el evento del Cuarto Centenario, La Unin Iberoame-ricana sigui siendo voz en Espaa de autores hispanoamericanos de dis-tintos pases: colombianos como Antonio Mara Gmez Restrepo que par-

    ticipa con un soneto cuyo primer verso es Ya el triste Enero hacia su ocasorueda, o el guatemalteco Mximo Soto Hall, que escribe un soneto cuyottulo es Mayo, dedicado a la primavera y que comienza as: Ya la hermo-sa y fecunda primavera.

    De este ao slo se conservan, en la Hemeroteca Municipal de Madrid, los nmerospertenecientes al 1 de enero, dondc aparece el Acta de Constitucin de la Unin Iberoamen-cima en Mxico, y al 20 dc julio.

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    Esta revista incluye tambin ua seccin Biogrfica-Bibliogrfica connoticias sobre la publicacin de obras hispanoamericanas, tanto histricas

    como literarias; citemos, como ejemplo, el Primer Anuario Estadstico dela Repblica de Honduras correspondiente al ao 1889; lasalida al merca-do de dos novelas del autor argentino Carlos Mara Ocantos tituladas En-tre dos luces y su segunda parte titulada El candidato. Tambin encontra-mos, en este mismo nmero una noticia sobre la Biblioteca Nacional deHonduras, fundada en 1880, donde se habla de la donacin de 309 vol-menes que el Doctor D. Marco Aurelio Soto hizo a la citada biblioteca, yde la donacin hecha por D. Ramn Roca. Adems incluye los canjes queexisten con las bibliotecas de Montevideo, Uruguay y Chile, lo que cons-titua, en este momento, un total de 1.949 volmenes y 369 folletos.

    En esta misma seccin, el 4 de octubre, leemos PrimiciasReligiosas deAmrica, escritas por el R.P. Ramn Garca Muios, del colegio de los PP.Franciscanos de Santiago, donde se recuerda el IV Centenario Colombino.A continuacin, leemos la noticia de que Francisco Montero Barrantes hapublicado un libro tituladoElementos de Historia de Costa Rica, con refe-rencia a los aos 1856 y 1890.

    El 4 de agosto, Csar N. Penson nos da la triste noticiade que la RA.E.ha abandonado el proyecto de hacer una antologa potica Hispanoameri-cana, que se haba proyectado despus de haber alcanzado un acuerdo conlos gobiernos y Academias de Amrica Latina. Y tambin, en esta misma

    fecha, nos enteramos de la existencia de unos convenios literarios entreEspaa y Mxico, Espaa y Costa Rica y Espaa y U.S.A., este ltimo afalta de revisin, y de un convenio sobre propiedad intelectual con Guate-mala.

    En el nmero del mes de marzo, y bajo la seccin titulada Del ameri-canismo en la poesa, Antonio Rubio y Lluch da su autorizacin para quese publique en la revista un documento de especial inters. Se trata de unaCada abierta al seor don Juan Len Mera sobre sus Melodas Indgenasque previamente ya haba sido publicada en la Revista Ecuatoriana, aoXI, n. 32. La carta, fechada el 15 de febrero de 1892, est dirigida, como

    es evidente, a Juan Len Mera, autor de una novela de gran xito tituladaCumand, y de otras como son Virgen del Sol y Melodas Indgenas. JuanLen Mera, adems, era conocido por su colaboracin en la Revista Ecua-toriana donde haba publicado varias cartas dirigidas al autor espaol Va-lera con las que provoc cierta polmica. Sin embargo, el documento quems nos interesa es la larga carta de la que hemos empezado a hablar fir-mada por Antonio Rubio, pues en ella se reproduce una silva de Len Me-ra titulada Ce/vino, adems de dos tercetos del poeta argentino Rafael Obli-gado referidos a otra polmica literaria que ste mantena con el tambin

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    argentino Calixto Oyuela. Tambin nombra a Andrs Bello, a Echeverra,a Gutirrez Gonzlez, a Rodrguez Galvn, a Batres y Montufas, a Here-

    dia, y aOlmedo, todos ellos autores que dieron carcter propio a la litera-tura hispanoamericana.

    En 1893 La UninIberoamericana segua fiel a su principio de ser por-tadora de la voz literaria de Amrica, y en este ao VIII de la revista, queno est completa en la Hemeroteca Municipal de Madrid, podemos desta-car la presencia, nuevamente, de una mujer literata, la colombiana doaWaldina Dvila Ponce de Len que se presenta con el arreglo de un dramaen tres actos, titulado Zuma.

    Hasta el ao 1900 seguimos encontrando en las pginas de esta revistalas obras de diversos autores hispanoamericanos, como son Jorge A, Icaza,

    de Ecuador; Justo A. Fado, de Panam7; Ignacio Montes de Oca y Obre-gn, quien firmaba sus colaboraciones bajo el pseudnimo de IpandroAcaico, de Mxico; Enrique W . Fernndez y Miguel Antonio Caro, de Co-lombia; Vicente Acosta y Carlos Arturo Imendia, de la Repblica de ElSalvador; Salvador Diaz Mirn, de Mxico o Francisco Orandmontagne,de Argentina.

    La Unin Iberoamericana continu su andadura hasta 1926, aoen quepas aser laRevista de las Espaas.

    Otra publicacin importante que naci para conmemorar el aconteci-miento del Cuarto Centenario fue la revista Espaa yAmrica a la que yahemos aludido ms arriba. Esta revista fue fundada en 1892 por Femandodel Toro y Saldaa, y se define como revista de Bellas Artes, Ciencias y Li-teratura.

    El nmero 1 , fechado el 3 de enero de 1892, se estrena con un artculoen el que se saluda a la prensa y al pblico en general de Espaa y Amri-ca, y enseguida encontramos colaboraciones de personajes hispanoameri-canos, como es un cuento del paraguayo Jos Zahonero dedicado a su dis-tinguida amiga la seora doa Angeles Feduchy de Ruiz. Nombres comoLuis Bonafoux, de Puerto Rico, se repiten en varios nmeros, como tam-bin el de Juan Clemente Zenea, cubano; Salvador Daz Mirn, mexicano,que tambin colabor en La Unin Iberoamericana; Juan Carlos Gmez,uruguayo; Rafael Mara Baralt, venezolano, que escribe una poesa titula-daA Cristbal Coln: Quin el furor insulta de mis olas?; sin olvidar aMiguel Antonio Caro, vicepresidente de la Repblica de Colombia, que es-cribe el poema Patria: Patria! te adoro en mi silencio mudo, titulo que

    GRISMER, en su obra A Reference ndex to Twelve Thousand SpanishAmericanAul-hors, leda la nacionalidad panamea-costarricense.

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    utilizar tambin el puertorriqueo Salvador Brau para nombrar asu poe-sa que empieza as: Bien lo recuerdo, s, que en mi memoria.

    En esta revista tambin encontramos, el 3 de julio de 1892, un poematituladoA mipatria, dedicado alamuerte del ilustre puertorriqueo D. Ma-nuel Corchado, y cuya autora es una de las ms conocidas poetisas puerto-rriqueas de la centuria pasada, Lola Rodrguez de Ti, ala que ya hemoscitado ms arriba. En el mismo nmero se describen los festejos progra-mados en Cuba y en Madrid para conmemorar el Centenario de Coln yun cuento del cubano Toms Orts-Ramos. El 7 de agosto encontramos unfotograbado de Lola Rodrguez de Ti, que acompaa a una semblanza delacitada autora; y el 1 1 de septiembre, de lamisma autora, leemos el poe-ma Contemplacin. El 14 de agosto Jos Zahonero, paraguayo, publica una

    novela corta titulada PedroyJuan, dedicada a su amigo el seor Femandodel Toro, a la sazn director de la revista.Durante varios nmeros se describen minuciosamente las fiestas que

    tienen lugar en Huelva para celebrar el Cuarto Centenario, y el 4 de sep-tiembre encontramos en laseccin Poetas Americanos, dedicada a Nica-ragua, dos sonetitos de Rubn Daro que, segn ha detectado la Dra. Al-mudena Mejfas, presentan algunas variantes con respecto a la versinpublicada en libro de sus poesas completas. En Espaa yAmrica encon-tramos la siguiente versin:

    1 PARA UNA CUBANA

    Poesa dulce y mstica,busca a la blanca cubanaque se asom a la ventanacomo una visin artsticamisteriosa y kabalstica,puede dar celos aDiana,con su faz de porcelana

    de una blancura eucarsticaLlena de un prestigio asitico,roja, en el rostro enigmtico,su boca, prpura finge.y al asomarse ve en ella [Yal sonrerse vi en ella]el resplandor de una estrellaque fuese alma de una esfinge.

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    II PARA LA MISMA

    Mir al sentarme a la mesa,baado en la luz del da,un retrato de Maa,la adorable japonesa.El aire acaricia y besacomo un amante lo harala orgullosa bizarrade la cabellera espesa.Diera un tesoro el Mikadoporque fuera dominado

    por princesa tan gentildigna de que un gran pintorla ninte junto auna floren un vaso de marfil.

    [la cubana japonesa]

    [por sentirse acariciado]

    Todos sabemos la importancia que tienen las variantes en los textos li-terarios, pues stas ayudan al investigador de la literatura areconstruir ca-da momento de la creacin de laobra de un escritor, como es el caso de Ru-bn Daro quien, en esta misma revista, cl 25 de septiembre, nos ofrece supoema Sinfona en gris mayor, en el que la doctora Mejas, de nuevo, hadetectado variantes en los siguientes versos:

    con pasos de enfermo camina al zenit[con paso de enfermo camina al zenit]8

    teniendo de almohada su negro clarn[teniendo la almohada su negro clarn]

    sus crespos cabellos, su gorra de lana,sus bceps de atleta, su blusa de dril.[sus crespos cabellos, sus bceps de atleta,

    su gorra de lona, su blusa de dril.].

    Adems de los dos poemas anteriores, Rubn Daro colabor con es-ta revista ofreciendo en sus pginas distintas composiciones que hoy po-

    Como en el caso de la poesa anterior, los versos que aparecen entre corchetes y encursiva son la versin definitiva que se da en Obras Completas.

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    demos encontrar en sus Obras Completas, como la que empieza con el si-guiente Verso: Desgraciado Almirante! Tu pobre Amrica; o los que

    aparecen bajo el ttulo de Rimas, cuyos primeros versos son los siguien-tes:

    1 . En el libro lujoso se adviertenII. Amada, la noche llega,

    III. En la plida tarde se hunda9IV . All en la playa qued la niaV. Una noche

    VI. Hay un verde laurel. En sus ramas,VII. Llegu a lapobre cabaa

    VIII. Yo quisiera cincelarloIX. Tena una cifraX. En tus ojos, un misterio

    X I. Voy aconfiarte, amadaXII. Que no hay alma? Insensatos!

    XIII. Veo en tus ojos el alma*XIV. All est la cumbreXV. El ave azul del sueo

    XVI. Ms luz, ms alegra*lO

    Adems de este insigne poeta, encontramos tambin composiciones de

    poetas mexicanos como Manuel Gutirrez Njera con su poesa titulada Tobe: Inmenso atesmo es el dolor humano! (30 de octubre); el poema delparaguayo Jos Zahonero que empieza El poema de un beso; o la apor-tacin del poeta cubano Eduardo Undurraga con su poesa El triunfo deColn: Quin es ese hombre de sublime aliento?.

    Queremos hacer tambin una breve alusin a la revista El Centenario,que naci, como su nombre indica, con el propsito de dar a conocer lali-teratura, la historia y las costumbres de la Amrica hispana en el ao de1892. En ella podemos encontrar conferencias americanistas que tuvieronlugar en el Ateneo; la invitacin que hizo este organismo a americanos im-

    portantes para que tomasen parte en estas conferencias histricas; artculossobre las esposas de los conquistadores, que toman la forma de ensayo his-trico; el programa de festejos que tuvieron lugar en Huelva; un largoar-

    En Obras Completas se lee En la clida tarde se hunda.

    o Segn ha constatado la doctoraMejas Alonso, las poesas nmeros XIII y XVI noaparecen en Obras Completas.

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    L A S E S P O S A S D E LOS C O N Q U I S T A D O R E S

    E N S A Y O HIST RICO

    1 . rderb l o ~ ero n is taqant.guOs y 0c10WS

    m od e rnos Pa p s o c z a sd e lo s ccn qu ls td o res

    d e A rn d ric a y a ma-rs cmo fundaroscolonial, kvaxltatdl

    dudada,

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    tculo sobre los contemporneos europeos de Cristbal Coln, trabajo queimplica un estudio sobre personajes histricos de la etapa renacentista y ,por ltimo, un amplio comentario sobre los trabajos que se presentaron enel Congreso literario Hispano-Americano.

    Por ltimo nos fijaremos en ElAlbum de Madrid. Es una publicacinliteraria que naci el 14 de abril de 189911 y termin el 27 de octubreconel nmero 29, pero a pesar de su cortavida, hemos credo conveniente darnoticiade esta revista debido a la notable cantidad y calidad de los autoreshispanoamericanos que colaboraron en sus pginas, como son los cubanosLuciano Aneiros Pazos y Nicols Cao y Pastor; el peruano Jos SantosChocano que nos ofrece su soneto Rubia: Rob el oro su lustre a tu cabe-lo, que, segn ha comprobado ladoctoraMejas, no aparece en sus Obras

    Completas; el nicaragilense Rubn Dado con suMarcha Triunfal: Ya vie-ne el cortejo! que presenta ligeras variantes de puntuacin con respecto ala versin definitiva de sus Obras Completas, aunque ms variantes en-contramos en algunos versos de su Sonatina, donde leemos:

    Y en un vaso olvidado se desmaya una flor[y en un vaso, olvidada, se desmaya unaflor]12El jardn puebla el triunfo de los pavos reales.[Eljardin, puebla el triunfo de los pavos- reales]

    La princesa no canta, la princesa no siente;[Lo princesa no re, laprincesa no siente;]

    Ay la pobre princesa de los labios de rosa[Ay/a lapobreprincesa de la boca de rosa]

    ni de halcn encantado, ni el bufn escarlata[ni el halcn encantado, ni el bufn escarlata,]

    las camelias de Oriente, los nelumbos del Norte[los jazmines de Oriente, los nelumbos delNorte,]

    II Vase Almudena MBIAs ALoNso, Hispanoamericanos en El lbum de Madrid.Variantes rubendarianas y otros comentarios, en Anales de Literatura Hispanoamericana,ni 26. Servicio de Publicaciones, UCM, Madrid, 1997, pp. 95-110. Los ejemplares comple-tos de esta revista se encuentran en la Hemeroteca Municipal de Madrid y en la BibliotecaNacional.

    IZ Los versos que aparecen entre corchetes pertenecen a la versi6n que aparece en lasObras Completas de Rubn Dao.

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    Almudena MejasAlonso Laprensadel siglo XIXcornomediode d,fusin...Alicia Arias Coello

    est presa en sus galas, est presa en sus tules

    [Est presa en sus oros, estapresa en sus tules,]

    Oh, quien fuera a la tierra donde un prncipe existe[Quien volara a la tierra donde un prncipe existe]

    el feliz caballero que [3adora sin verte[elfeliz caballero que te adora sin verte]y que viene de lejos, vencedor de la Muerte[y que llega de lejos, vencedor de laMuerte,]

    Tambin, el mismo autor public en esta revista dos sonetos bajo el t-tulo de Los nforas de Epicuro. Este ttulo apareci enProsas Profanas en-cabezando un conjunto de trece poemas y, curiosamente, ninguno de losdos poemas anteriores forman parte de este grupo3 sino que aparecern in-cluidos en su libro Cantos de viday esperanza en 1905. Tambin nos apor-ta un texto en prosa titulado Acuarela que ser publicado en su libroAzulcon diversas variantes.

    Junto a Rubn Dado, conocido internacionalmente, encontramos lasaportaciones de los mexicanos, ya anteriormente citados, Salvador DiazMirn y Manuel Gutirrez Njera, del guatemalteco Enrique Gmez Ca-rrillo, del boliviano Ricardo Jaimes Freire, del chileno Mariano Latorre y

    Castillo, del uruguayo lvaro Armando Vasseur, que firmaba con el pseu-dnimo de Amrico Llanos, del famoso argentino Leopoldo Lugones, delvenezolano Miguel Eduardo Pardo, de los mexicanos Bonifacio Prez Rio-

    ja y Luis Salcedo, entre los ms importantes.Como vemos con este breve recorrido, Ellbum de Madrid, a pesar de

    su corta vida, es un digno representante del espritu que animaba a estaspublicaciones en su afn de dar a conocer la literatura del otro lado delocano.

    Para terminar slo nos queda decir que nuestro objetivo con este ar-tculo ha sido el de sealar la importancia de las publicaciones del siglo

    XIX como documento histrico transmisor de una literatura y de unos au-tores hispanoamericanos que hoy desconocemos en su mayor parte, sobretodo las obras de tantas mujeres escritoras que vieron en las pginas de es-tas revistas la posibilidad de dar a conocer sus frutos literarios. Son auto-

    ~ Para ms informacin sobre este tema, vase Almudena MEJAs ALONSO, op. cii., p.9 9 -

    Revista GeneraldeInformaciny Documentacin 256Vol. Sn. 2- 1998: 2 4 1 -257

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    Almudena Mejas Alonso L a prensadel sigloXIXcomomediode difusin...AliciaArias Coello

    res que, en su mayora, estn hoy olvidados, en muchos casos injustamen-te, por los investigadores de la literatura hispanoamericana.

    A este respecto, queremos llamar la atencin de todas aquellas perso-nas que trabajan y trabajarn en bibliotecas y hemerotecas, con el fin deque sean conscientes de la utilidad que tiene el hacer vaciados de revistasya sea para recuperar autores olvidados, cuya obra puede ser el origen demovtmientos culturales posteriores, ya sea para presentar las variantes delaobra de un autor, o para realizar diversos estudios histrico-sociolgicossobre la importancia de la transmisin impresa a travs de estos documen-tos conocidos como publicaciones peridicas.

    257 RevistaGeneralde InformacinyDocumentacinVol. 8, ni 2- 1998: 241-257