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LOS TERRITORIOS DE LA MEMORIA: SEFARAD y ASHKENAZ COMO LUGARES DE FLORECIMIENTO, DESTRUCCiÓN E IDENTIDADl Liliana Ruth Feierstein Resumo Em nenhum mapa da Europa estao delineados os contornos de Ashkenaz e Sefarad. E, no en tanto, este s países tem urna existencia que está determinada por outras fronteiras geográficas, históricas e políticas. Sao, para nomear-los com urna metáfora de Foucault (1984), heterotopias - espac;:os que se situam nos interstícios, "entre" ou nas margen s dos espac;:os tradicionais e cuja simples existencia questiona os princípios básicos da topografia. A proposta deste artigo é revisitar estes países a partir de tres momentos que ambos, cada qual com suas particularidades, viveram: 1. A "Idade de Our9" caracterizada por um florescimento da cultura própria em paralelo a urna integrac;:ao nao assimilacionista; 2. a destruic;:ao.e 3. a metamorfose em lugares de memória (lieux de mémoire). Com base nestes períodos pode-se trac;:ar um "mapa judeu" da Europa concebido a partir da história de nossos lugares, que nos permita nao só recordar a presenc;:a - ainda atual - de sua virtual existencia, mas tam- bém opor a cartografia europeia ocidental urna contra-história (Foucault) ou contrageografia desenhada a partir de suas margens. Palavras-chave: Sefarad; Ashkenaz; heterotopias; lugares de memória. Abstract The contours of Sefarad and Ashkenaz are not drawn in any existing map of Europe. These countries, however, exist in a metaphorical space, beyond geo- graphical, historical and political borders. To use a term created by Michael Este ar tículo fue originalmente publicado en la revista Majshavot (Seminario Rabínico Latino- americano),2005. 159

Los territorios de la memoria : Sefarad y Ashkenaz como

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Page 1: Los territorios de la memoria : Sefarad y Ashkenaz como

LOS TERRITORIOS DE LA MEMORIA: SEFARAD y ASHKENAZ COMO LUGARES DE FLORECIMIENTO, DESTRUCCiÓN E IDENTIDADl

Liliana Ruth Feierstein

Resumo

Em nenhum mapa da Europa estao delineados os contornos de Ashkenaz e

Sefarad. E, no en tanto, este s países tem urna existencia que está determinada

por outras fronteiras geográficas, históricas e políticas. Sao, para nomear-los

com urna metáfora de Foucault (1984), heterotopias - espac;:os que se situam

nos interstícios, "entre" ou nas margen s dos espac;:os tradicionais e cuja

simples existencia questiona os princípios básicos da topografia. A proposta

deste artigo é revisitar estes países a partir de tres momentos que ambos, cada

qual com suas particularidades, viveram: 1. A "Idade de Our9" caracterizada

por um florescimento da cultura própria em paralelo a urna integrac;:ao nao

assimilacionista; 2. a destruic;:ao .e 3. a metamorfose em lugares de memória

(lieux de mémoire). Com base nestes períodos pode-se trac;:ar um "mapa judeu"

da Europa concebido a partir da história de nossos lugares, que nos permita

nao só recordar a presenc;:a - ainda atual - de sua virtual existencia, mas tam­

bém opor a cartografia europeia ocidental urna contra-história (Foucault) ou

contrageografia desenhada a partir de suas margens.

Palavras-chave: Sefarad; Ashkenaz; heterotopias; lugares de memória.

Abstract

The contours of Sefarad and Ashkenaz are not drawn in any existing map of

Europe. These countries, however, exist in a metaphorical space, beyond geo­

graphical, historical and political borders. To use a term created by Michael

Este artículo fue originalmente publicado en la revista Majshavot (Seminario Rabínico Latino­americano),2005.

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Foucault, they are heterotopies - spaces that exist beyond or at the fringes of

traditional territories. The very existence of these abstract territories jeop­

ardizes all basical principIes of topography. This article tries to re-visit these

countries at three particular moments: l. The Golden Age, which is character­

ized by the flourishing of a specifically Jewish culture, parallel to a non-as­

similative integration. 2. It's destruction. 3. It's metamorphosis into a place of

memory (lieu de mémoire). Based on these three dstinct periods, it is possible

do draw a "Jewish map" of Europe, the conception of which departs from the

history of our places. This will not only allows us to recall the presence of their

virtual existen ce, but al so to oppose a counter-history to the traditional west­

ern european cartography, drawing it from the margins of the "official" history.

Keywords: Sefarad; Ashkenaz; memory; identity

Hay un país que no figura en ningún mapa del mundo entero, una

tierra desconocida y extraña de un tamaño casi irreal de tan

inmenso, cuyas siempre cambiantes fronteras atraviesan continentes

y océanos. Es el país del ídish. ¿Cuántos reivindican esta lengua como

propia, de Nueva York a Moscú, de Buenos Aires a Varsovia, de Jerusa­

lem a París, de Melbourne a Johannesburgo? ¡Millone

Jaim Sloves2

EN NINGÚN MAPA DE EUROPA se encuentran delineados los contor­

nos de Ashkenaz3 y Sefarad. y sin embargo, estos países tienen una exis­

tencia que está determinada por otras fronteras geográficas, históricas

y políticas. Son, para nombrarlos con una metáfora de Michel Foucault

(1984), heterotopfas - espacios que se ubican en intersticios, "entre" o

en los márgenes de los tradicionales y cuya sola existencia cuestiona

2 Citado en SILVAIN y MINCZELES, 1999, p.7. 3 En este artículo se amplió la idea de ldishland a Ashkenaz con la idea de poder incluír también

en esta cartografía a los judíos alemanes y sus descendientes, que sin duda pertenecen a la tra­dición ashkenazí, por más que el idioma de la memoria cultural no sea el ídish sino el alemán.

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Page 3: Los territorios de la memoria : Sefarad y Ashkenaz como

los principios básicos de la topografía. Al mismo tiempo constituyen

cronotopías, ya que se conciben en dimensiones históricas y temporales

que difieren de las "cronológicas" narrativas nacionales, confrontándo­

las con una concepción distinta de la historia. Como señala Yerushalmi,

a propósito de la historia judía: "los rabinos parecen jugar con el tiempo,

como si éste fuera un acordeón que se dejara voluntariamente abrir y

cerrar [ .. . ] uno tropieza así (en sus escritos) permanentemente con

increíbles anacronismos':4

La descripción de Silva in y Minczeles de algunos rasgos de fdishland podría aplicarse también al perfil de Sefarad:

La cuestión es si ldishland es un país mitológico o no. No tiene capital,

ni gobierno, ni ministros, tampoco oficinas, administradores o buro­

cracia. Es un concepto cultural que emana del ídish, una lengua judía

hablada por alrededor de once millones de personas en el umbral de

la segunda guerra mundial. Idishland era, simplemente, el lugar donde

se hablaba ídish. Alrededor de la lengua ídish estaba la ídishkeit, una

amalgama cultural pluralista. Idishland era más que un país, era un

continente desconocido.5

Aunque en el sentido religioso tradicional, Eretz Israel y más especí­

ficamente Jerusalén constituyen los sitios simbólicos de la pertenencia y

la nostalgia, en la memoria cultural del judaísmo se desarrollaron para­

lelamente los conceptos de Ashkenaz y Sefarad - que en un principio

nombraban lugares concretos, geográficamente situados, y que se fueron

metamorfoseando en territorios virtuales, cuya fundamental impor­

tancia para la construcción de la identidad no siempre es divisada.6 La

propuesta de este artículo es re-visitar estos países pensándolos desde

4 YERULSI-lALMI, 1982, p. 30. S SILVAIN y MINCZELES, 1999, p. 7. 6 Es interesante destacar que, como señala Simja Sneh, la ampliación de un concepto geográfico

a corrientes culturales diversas que implican diferencias hasta en las prácticas religiosas no se dió en todos los casos: el territorio de Izarfál (Francia) permaneció como una designación meramente geográfica. Veáse SNEH, 1976, p.lO.

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tres momentos que ambos, con sus respectivas particularidades, vivie­

ron: 1. la "Edad de Oro" caracterizada por un florecimiento de la cultura

propia paralelo a una integración no asimilacionista, 2. la destrucción y

3.la metamorfosis en lugares de memoria (lieux de mémoire).7 En base

a estos períodos puede trazarse un "mapa judío" de Europa concebido

a partir de la historia de estos, nuestros lugares, que nos permita no sólo

recordar la presencia - aún actual - de su virtual existencia sino oponer

a la cartografía europea occidental una contra-historia (Foucault) o

contra-geografía que fue dibujada desde sus márgenes.

Bosquejando el pasado

Pensar la cartografía de estos, nuestros países, implica entenderlos

en sus similitudes y diferencias. Con base en la tradición común del

judaísmo se van conformando a partir de historias y geografías diversas

dos memorias culturales distintas: producto de la diáspora y la relación

con las sociedades mayoritarias donde las comunidades se establecen.

Estas relaciones se van tejiendo en procesos y dinámicas complejos,

entre otros, entre dispersión y unidad, galut y gerush (diáspora yexpul­

sión), exilio y domicilio (YERUSHALMI, 1993). Ambos comparten, sin

embargo, puntos similares de cristalización que condensan nudos cen­

trales en sus historias. Estos evocan tanto' tiempos dorados, donde se da

una explosión de producciones culturales (la Convivencia para Sefarad,

el florecimiento judío en el SHUM8 y, posteriormente, con el movi­

miento de la Haskalá (Iluminismo) para todo Ashkenaz) como las más

terribles catástrofes (la destrucción del segundo templo en Jerusalén para

todo el judaísmo, la expulsión de la península ibérica de los sefaradim;

los pogroms y las cruzadas en Ashkenaz, así como, en un nivel fuera

7 El concepto /;eux de mérno;re (lugares de memoria) fue desarrollado por Pierre Nora para explicar los lugares concretos y metafóricos desde los que una nación construye la narración de su pasado.

8 Shum (hebreo: ajo) era la denominación para el "corazón judío" de Europa en la alta edad media centrado en las ciudades de Speyer, Worms y Mainz. El acrónimo está formado por las iniciales de estas ciudades en letras hebreas (SII;I1, Vav, Mem).

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Page 5: Los territorios de la memoria : Sefarad y Ashkenaz como

de toda comparación, la Shoá). La pregunta es cómo construimos una

arqueología (Foucault) de esos recuerdos, que no solamente incluya las

divisiones, los cortes y las sobreposiciones sino que también comprenda

la fuerza simbólica que estos momentos siguen ejerciendo en nuestra

identidad. Un ejemplo de ello es, como el propio Yerushalmi subraya,

el duelo de Tisha be Av, que condensa dolores esparcidos en la histo­

ria del judaísmo (con excepción de la Shoá, cuya incomparable dimen­

sión exige un tiempo distinto para el recuerdo). Cuando recordamos la

expulsión de Jerusalén, de Toledo, de Berlín: ¿qué núcleo estructural de

la memoria judaica es pensado (sentido, recordado) en las complejas

sobreposiciones y desplazamientos de los distintos lugares particulares

- sean estos reales o metafóricos?

Por otra parte es necesario reflexionar sobre la manera en que estos

territorios virtuales fungen como fuentes de identidad: la auto-definición

como sefaradí o ashkenazí implica mucho más que un lugar de origen

familiar o colectivo. A diferencia de los "lieux de mémoires" de las grandes

narrativas nacionales - como las que describen los trabajos sobre Francia

de Pierre Nora (1984) o sobre Alemania de Etienne Francois (2001) -

tal vez se trate aquí más bien de "pequeñas narrativas" (en el sentido de

lo que Kafka llamaba "pequeñas literaturas")9 en las que fragmentos de

historias, melodías, gestos, dichos, libros u objetos mínimos son los que

conforman la goldene keit (cadena dorada), frágil traslado del judaísmo

de generación en generación. Aun cuando con el movimiento sionista

y, especialmente a partir de la fundación del Estado de Israel, la iden­

tidad judía comienza a apoyarse en otras marcas, sea en un discurso

nacional moderno o en el idioma hebreo - que desde entonces saltó

el cerco de lo estrictamente religioso y pasó a formar parte de la vida

cotidiana - estas pequeñas narrativas fragmentarias siguen jugando

un papel importante aunque tal vez ya no tan visible - retirado a las

sombras de lo cotidiano.

9 Ver DELEUZE y GUATTARI, 1996.

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Este artículo quiere plantear también una reflexión sobre los nuevos

procesos de guetoización, vaciamiento y borramiento de estos lieux de mémories en la historia colectiva de las sociedades mayoritarias no

judías. En ellas parece delinearse una inversión de la existencia real de la

vida judía: los espacios concretos donde ésta sucedía están ahora vacíos de ella - pero son folclorizados y cosificados a través de la obsesiva

búsqueda de huellas de ese pasado. Esas' teatralizaciones artificiales y

repletas de estereotipos que se llevan a cabo en los territorios de lo que

fueran alguna vez Ashkenaz y Sefarad (como el Jewishworld que ahora

existe en el antiguo barrio judío de Cracovia o los paseos turísticos por

la "Toledo judía") son la contracara de procesos q~e simultáneamente

niegan o, para decirlo más exactamente, borran las huellas subterráneas

reales del pensamiento judío en las culturas mayoritarias - como la

intertextualidad talmúdica oculta en el Quijote10 o la invisible presencia

de los argumentos de Maimónides en las obras kantianas. ll

Los tres momentos

Volviendo a nuestros países y sus historias, y sin olvidar las (enormes)

diferencias específicas para cada caso y cultura, podríamos pensar en

caracterizar, como ya se mencionó, tres momentos que implicaron

estructuras y efectos de algún modo similares, a saber:

1. Florecimiento o Edad de Oro.

Son diversas fases en la historia de comunidades judías donde en sus

respectivos territorios, a pesar de las siempre presentes restricciones, se

podían sentir relativamente integrados y produjeron aportes gigantescos

tanto al interior de la misma cultura (p.e. Maimónides, Rashi, Mendels­

sohn), como en la sociedad mayoritaria (p.e. Maimónides, Hermann

Cohen, Einstein). Yerushalmi (1993) describe el "siglo de oro" sefaradí

como caracterizado por una dialéctica entre exilio y domicilio: "uno

10 Ver BARUCH, 1988. 11 Ver SPERLING, 1991.

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vivía religiosamente en el exilio pero existencialmente en casa", una des­

cripción que tal vez podría aplicarse también al "largo siglo" del floreci ­

miento judío en Alemania (1783-1933). Las causas de este florecimiento

no se encuentran solamente en las políticas (algo) más tolerantes de las

sociedades mayoritarias en tiempos y lugares específicos (piénsese en

la figura de Alfonso el Sabio) sino también en la "incorporación cultu­

ral" de esos lugares de exilio hasta sentirlos, de alguna manera, propios.

Incorporación que conforma un gesto central del judaísmo, como lo

señala Levinas, a propósito de la adopción en la historia judía de la ins­

titución griega del Sanhedrín con su respectiva "adaptación" a la par­

ticularidad cultural produciendo un fenómeno parecido pero distinto.

Esta incorporación se da ya desde los nombres (Toledo, por ejemplo, se

entendía como Toledot o Toletula; según una leyenda Ashkenaz tenía

sus raíces en la transposición anagramática de letras - un mecanismo

muy común en la tradición interpretativa judía - del nombre germano

"Sachsen" en Aschken(as) - un nombre bíblico que aparece en Bereshit 10:3, etc.). Claramente se divisa este proceso en la creación de lenguas

propias (ladino e ídish) que, si bien en ambos casos toman como base

el idioma del lugar, éste fue re-estructurado y apropiado a través de la

incorporación de giros gramaticales y vocablos del hebreo - así como la

adopción de este sistema de escritura, que hacía imposible para los no

judíos leerla. En general, se desarrolla un real microcosmos de vida judía

en las juderías y Judengassen que incluía no sólo instituciones religiosas .

y educativas sino un sistema propio y autónomo de justicia. Evidente­

mente la población judía era obligada a vivir confinada en estos "barrios"

pero lo interesante es justamente el desarrollo cultural y autónomo que

se logra en los mismos. Se trataba, en fin, de desarrollar "espacios judíos"

en el exilio - Bruno Zevi (1974) afirma que el judaísmo tiene una con­

cepción existencialista del espacio: una mezuzá convierte cualquier lugar

en un espacio judío: lo que cuenta es el espacio vivido y no la abstracción

de las puras formas en sí mismas.

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Page 8: Los territorios de la memoria : Sefarad y Ashkenaz como

En estos tiempos de convivencia relativamente pacífica muchos inte­lectuales judíos intentaron iniciar un diálogo con las culturas mayorita­rias. La metáfora del puente puede ayudarnos a pensar estos procesos,

especialmente en la figura del traductor. '2

2. Expulsión e Inquisición (Sefarad) I Aniquilación (Ashkenaz)

"El Dió ke no mos traiga" (refrán sefaradí)13

No existe nunca un documento de la cultura que no sea al mismo tiem­

po uno de la barbarie.

Walter Benjamín (1940)

A los tiempos de florecimiento les siguió en ambas historias una fase

de destrucción radical - corporizada en la expulsión de la península

ibérica y la inquisición en un caso, y cruzadas, pogroms y siglos después la Shoá en el otro. Podrían pensarse aquí dos aspectos fundamentales

de estos procesos: 1) El fantasma de la homogeneidad y los miedos paranoicos - inclu­

sive la violencia extrema - que despertó la cultura judía en las respec­

tivas sociedades mayoritarias (por ejemplo, el debate sobre el antisemi­tismo - Antisemitismustreit - en la universidad de Berlín en 1879).

2) Las heridas que dejaron en la memoria cultural del judaísmo

estas experiencias de exilio (sea real o interno, como en la figura de los marranos o en la clandestinidad bajo el nacionalsocialismo) y

aniquilación. El entretejido de estas cicatrices intenta encontrar un

sentido a lo inexplicable anudándolo a otros dolores de la memoria cultural. Como sugiere Sander Gilman (1997), es un pequeño milagro

que los sobrevivientes de la Shoá en los displaced camps (campos de

desplazados) tuvieran la idea de hablar de sí mismos como "Sheerit

12 Respecto a la figura del traductor ver el ensayo "N. de la T.: los pies del texto" en FEIERSTEIN, 2011, 17-34.

13 Refrán tradicional sefaradí utilizado para distanciarse de la tragedia no prommciable (la expulsión) .

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Page 9: Los territorios de la memoria : Sefarad y Ashkenaz como

hapleitá", "el fragmento que sobrevivió": un concepto histórico con el

que en la tradición se nombraba a aquellos que quedaron como rema­nentes del exilio babilónico e intentaron regresar a Jerusalén. En un

sentido cronológicamente contrario pero desde la misma concepción

intertextual de historia y memoria se incorporará a partir de 1945

en muchas hagadot, después del relato de la esclavitud en Egipto, la

remembranza de Auschwitz. 14 En estas re-inscripciones y tejidos de

la memoria se resignifican mutuamente los lugares y las experiencias

de la destrucción.

3. Sefarad y Ashkenaz como territorios virtuales de la nos­

talgia y la identidad

Como consecuencia de los procesos de destrucción de las expulsio­

nes, inquisición y aniquilación los espacios reales fueron vaciados de

vida judía. La mayoría de los pocos que sobrevivieron la persecusión

tomaron su cultura, sus experiencias y recuerdos, muchos en forma de

los fragmentos anteriormente mencionados, pequeños objetos simbó­

licos: la llave de una casa, un sidur traído de Francfort o Vilna, un talit, las tijeras de sastre del shtetl o alguna foto y partieron, heredándolas

después a las siguiente's generaciones - y con ellos también la pérdida

y el duelo. De esta manera Sefarad y Ashkenaz se metamorfosearon en

lugares virtuales, frágiles fuentes de identidad existentes en un aroma

o un acento. En los escritos y en las lenguas (ídish, ladino), en refranes

y viejas melodías aprendidas en una aljama o un jeder estos territorios

de la memoria siguen viviendo: latidos sólo descifrables por oídos que

crecieron rodeados de esa ternura.

Simultáneamente, como ya se mencionó, algunas de las culturas

mayoritarias de los países donde Sefarad y Ashkenaz existían antes de la

destrucción comenzaron un proceso de musealización, en una obsesiva

búsqueda de "huellas de vida judía': Ambas dinámicas - la existencia

14 Ver YERUSHALMI. 1997.

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Page 10: Los territorios de la memoria : Sefarad y Ashkenaz como

virtual de estos territorios en la memoria judía, y la cosificación y expro­

piación de los mismos en los espacios que alguna vez albergaron judíos

y fueron aniquilados y vaciados por la destrucción - se desarrollan de

manera paralela y casi sin puntos de contacto. En el abismo entre ambas

maneras de asumir un pasado terrible vuelve a resurgir la pregunta por

la causa del mal radical: un mal que pareciera haber golpeado más fuerte

cuanto más profundos eran los intentos (y los éxitos) de una integración

no asimilacionista.

Re-visitar los países de Ashkenaz y Sefarad concibiéndolos como

lieux de mémoires permite reconceptualizar el judaísmo incor­

porando esos pequeños "restos" inmensamente significativos en

nuestras memorias. Es una búsqueda que abre la posibilidad de

una definición de la identidad judía no reduccionista, que rebase

el aspecto específicamente religioso o nacional (sionismo) . Divisar

esos retazos de identidad en el trabajo pedagógico, sin idealizar­

los ni folklorizarlos, simplemente re-conociéndolos, puede ser un

desafío emocionante y enriquecedor: el judaísmo entendido como

una memoria cultural conformada por fragmentos mínimos que

esconden mundos.

Un palacio de clavitos y guijarros

La tomí por la mano

Al banco la lleví

Llorando me dezía

N'on te olvides de mÍ.

Canción sefaradí (fragmento)lS

Me voy como llevado por alas.

Un párrafo de nuestro pasado;

innumerables generaciones

juntaron aquí guijarros y clavitos.

15 Citada en BENSIGNOR, 2004.

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Me arrojas una pregunta y te ríes:

-¿es acaso el ídish un idioma?

¿Y yo? ¡Qué puedo contestarte!

Yo hojeo un libro sobre mis rodillas

y de pronto, ya no estoy aquí;

Page 11: Los territorios de la memoria : Sefarad y Ashkenaz como

Un guijarro del monte, otro del valle,

un clavito de la feria, otro de la calle,

legándonos un palacio.

Zishe Vaimper: "Ídish" (Fragmento) 16

En su artículo Der Mantl, Lois Barr retoma la metáfora de una vieja

canción ídish "hob ieh a mantl jun jar-tzei-tike shtof" (tengo un abrigo

hecho de un género especial) en que el cantante cuenta que: "de su

abrigo ha hecho una chaqueta, de la chaqueta un chaleco, del chaleco

un bolsillo, del bolsillo una iarmulke y de la iarmulke a gornisht, una

nada. Luego el cantante deja de cantar y hay aplausos. Cuando paran

los aplausos el cantante renauda su canción para revelar lo que hace de la nada: a liedl, una cancioncilla:'17 Eso sucedió con nuestros países:

Sefarad y Ashkenaz, una vez mantos de enorme superficie y materiali­

dad concreta, fueron metamorfoséandose según las circunstancias, gas­

tados por la historia, tomando otras formas pero siempre con nosotros,

cobijándonos del frío circundante: un palacio construído con clavitos y

guijarros que, tan parecido a la nada, nos sostiene en una melodía que

condensa nuestra memoria de siglos.

Liliana Ruth Feierstein. Investigadora da Universidade de Heidelberg,

Ph.D. em Filosofia pela Hei nrich Heine Universitat Düsseldorf, mestre em

Ciencias pelo Centro de Invest igaciones y Estudios Avanzados de México,

Lic. em Educac;:ao pela Un iversidade de Buenos Aires

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