Marshall, Principios de Economia

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    B I B L I O T E C A D E C U L T U R A E C O N O M I C AX

    PRINCIPIOS DE ECONOMINTRODUCCIN

    AL ESTUDIO DE ESTA CIENCIApo

    Alfredo l\ IarshallTRADUCCIN DE LA OCTAVA EDICIN INGLESA

    POREvenor Hazera

    alttra non facil saltum

    VOLUMEN PRIMERO

    EL CONSULTOR BInLIOGRFICOPARS, 165 y 167 BARCELONA

    E S P A A )

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    ES PROPIEDAD. DERECHOSRESERVADOS. COPYRIGHTBY EL CONSULTOR BI-BLIOGRFICO, 1931l'RINTED IN SPAIN

    Tip. de El Consultor Bibliogrfico. Pars, 165 167. Barcelona.

    PRLOGODE LA PRIMERA EDICIN

    Las condiciones econmicas estn variando constantemente, y cada generacin considera sus problemas a su manera. En Inglaterra, lo mismo que en el Continente y en Am-rica, los estudios econmicos estn hoy, ms que nunca, a laorden del dia; pero toda esta actividad ha servido para de-mostrar que la ciencia econmica es, y debe ser, una disciplina de crecimiento lento y constante. Algunas de las mejo-r. s obras de la actual generacin parecen a primera vistahallarse en antagonismo con las de los escritores anteriores;pero cuando se estudian detenidamente, se encuentra queno significan realmente una solucin de continuidad en eldesarrollo de la ciencia. Las nuevas d o c t r i n ~ han venido acompletar las antiguas, las han ensanchado, desarrollado y aveces corregido, y a menudo les han dado una tonalidad dife-rente por medio de una nueva distribucin de las materiasms importantes; pero rara vez las han contradicho.El presente tratado tiene por objeto presentar una versinmoderna de las doctrinas antiguas con la ayuda de los nue-. vos trabajos, haciendo referencia a los nuevos problemas denuestra poca actual. Su alcance y objeto general van indicados en el libro J al final del cual se incluye una breve resea de las principales materias que son objeto de la investigacin econmica y de los principales problemas prcticos quecomprenden. De conformidad con las tradiciones inglesas,entendemos que la funcin de nuestra ciencia es recoger,arreglar y analizar hechos econmicos y aplicar el conocimiento adquirido por medio de la observacin y de la experiencia a la determinacin de lo que han de ser con toda probabilidad los efectos inmediatos y finales de los varios gruposde causas; y entendemos tambin que las leyes econmicasson manifestaciones de tendencias expresadas en modo indi-

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    6 LFREDO M RSH LLcativo, y no preceptos ticos imperativos. Las leyes y losargumentos econmicos, en realidad, no son sino una partedel material que la conciencia humana y el sentido comnhan de aprovechar para resolver los problemas prcticos ypara sentar reglas que puedan servir de gua en la vidacotidiana.

    Pero las fuerzas ticas no han de pasar inadvertidaspara el economista. Se ha intentado, es cierto, construir unaciencia abstracta en relacin con los hechos de un hombree c o n m i c o ~ que no obedece a influencias ticas persigueel lucro pecuniario con entereza y energa, si bien en formamecnica y egosta. Pero esos intentos no han tenido xito,ni se han llevado a cabo de modo completo, pues en realidadnunca han tratado al hombre econmico como un ser perfectamente egosta: lo han representado pasando trabajos ysacrificndose para hacer provisin de bienes para su familia, y entre sus mviles normales se han incudias afecciones familiares. Y si se incluyen stas, por qu no hacer lomismo con otros mviles altrwsticos cuya accin es tan uniforme en cualquier clase de personas, en cualquier lugar oen cualquier poca, que puede reducirse a una regla general? Pare ce que no existe razn para no hacerlo; y por estoen el presente tratado se considera que la accin normal esla que puede esperarse, bajo ciertas condiciones, de losmiembros de un grupo industrial, y no se intenta excluir lainfluencia de los mviles, cuya accin es regular, tan slo porel hecho de ser altrusticos. Si la obra tiene algn carcterespecial particular, ste puede decirse que consiste ms bienen la importancia que concede a esta aplicacin del principiode continnidad y a otras similares.Este principio se aplica no solamente a la cualidad ticade los mviles que pueden guiar al hombre en la persecucinde sus fines, sino tambin a la sagacidad, a la energa y alespritu de empresa con que los persigue. As se insiste acerca del hecho de que existe una gradacin continuada desdelas acciones del hombre ms capacitado, que estn basadasen clculos deliberados y previsores, y se ejecutan con vigory habilidad, hasta las del hombre de mentalidad ordinariaque no tiene ni la facultad ni el deseo de conducir sus asuntosen forma mercantil. La voluntad normal de ahorrar, la de

    PRINCIPIOS DE ECONOH 7ejecutar cierto esfuerzo para obtener cierta remuneracin pecuniaria, o la actividad normal que permite buscar los mejores mercados para comprar y vender, o la ocupacin msventajosa para s mismo o para los hijos-todas estas expresiones y otras similares, se refieren a los miembros de unaclase determinada en un lugar y en una poca determinados;pero, una vez esto sentado, la teoria del valor normal es aplicable a las acciones de las clases no mercantiles de la mismamanera, aunque no con la misma precisin de detalles, quea las del comerciante o al banquero.y as como no existe linea divisoria bien marcada entrela conducta que es normal y la que ha de dejarse a un ladoprovisionalmente como anormal, del mismo modo no la hayentre los valores normales:. y los corrientes:. o del mer

    c a d o ~ u o c a s i o n a l e s ~ Estos ltimos son aquellos valores sobre los cuales los accidentes del momento ejercen una influencia preponderante, mientras que los valores normalesson aquellos que se alcanzaran a la postre, si las condicioneseconmicas existentes tuvieran tiempo de producir todos susefectos. Pero no existe entre ambos una barrera infranqueable; proyectan sombras el uno sobre el otro por medio degradaciones continuadas. Los valores que podemos considerar como normales, cuando nos fijamos en los cambios quetienen lugar de hora en hora en una bolsa de productos, sloindican variaciones corrientes con respecto a la historia delao; y los valores normales con relacin a la historia del aono son sino corrientes con relacin a la historia delsiglo. En efecto, el elemento tiempo, que es el punto centralde la principal dificultad de todo problema econmico, esen s mismo absolutamente contnuo: la naturaleza no conoce divisin del tiempo en perodos largos y cortos; ambosproyectan sombras el uno sobre el otro en gradaciones imperceptibles, y lo que es un perodo corto para un problemaes largo para otro.As, por ejemplo, la mayor parte de la distincin entrerenta e inters sobre el capital gira sobre la longitud del perodo de que se trate. Lo que se considera como inters sobreun capital l i b r e ~ o f l o t n t e ~ o sobre nuevas inversiones decapital, es ms bien una especie de renta cuasi renta lo llamamos ms adelante-cuando se trata de inversiones anti-

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    8 ALFREDO MARSHALLguas de capital. Y no existe lnea divisoria bien marcada entre el capital flotante y el que ha sido invertido en un ramoespecial de produccin ni entre las inversiones nuevas decapital y las antiguas; cada grupo proyecta sombras sobreel otro gradualmente. Y as hasta la renta de la tierra se considera no como una cosa en s misma sino como la especieprincipal de un gran gnero a pesar de tener peculiaridadesque le son propias y que son de una importancia vital tantodesde el punto de vista de la teora como desde el de la prctica.Asimismo si bien existe una lnea divisoria entre el hombre y los elementos que utiliza a pesar de que la oferta y lademanda de esfuerzos y sacrificios humanos tienen peculiaridades que les son propias y que no se aplican a la oferla ala demanda de cosas materiales es indudable que estas ltimas son generalmente el resultado de esfuerzos y sacrificioshumanos. Las teoras de los valores del trabajo de las cosashechas por l no pueden separarse; son partes de lf todolas diferencias que existen entre ellas aun en asuntos de detalle cuando se estudian detenidamente resultan ser en sumayora diferencias de grado ms bien que de especie. Ascomo a pesar de la gran diferencia de forma que existe entrelas aves y los cuadrpedos hay una idea fundamental quepreside a todos sus organismos del mismo modo la teorageneral del equilibrio de la oferta la demanda es una ideafundamental que se encuentra en todas las distintas partesdel problema central de la distribucin y del cambio l

    Otra aplicacin del principio de continuidad es la quese refiere al empleo de los trminos. Siempre se han sentidotentados los autores a clasificar los bienes econmicos engrupos claramente definidos acerca de los cuales pudieransentarse cierto nmero de proposiciones breves y concisaspara satisfacer el deseo de precisin lgica que alimenta el

    1 En la obra Economics of lndustry publicada por el autor y suesposa en 1879 se trat de demostrar la naturaleza de esta unidad fundamental. Se hizo una breve exposicin provisional de las relaciones dela demanda y de la oferta antes de explicar la teora de la distribucin;y luego este sistema de explicacin general se aplic sucesivamente alos salarios al inters del capital y a la ganancias de direccin. Pero elobjeto de esa nueva disposicin de las materias no se explic de modosuficientemente claro y por indicacin del profesor Nicholson se le hadado mayor importancia en la presente obra.

    PRINCIPIOS DE ECONOMA 9que estudia y la aficin popular a los dogmas que tienenaire de profundidad sin dejar por ello de poder ser manejados fcilmente. Pero el caer en esa tentacin estableciendolneas generales artificiales all donde la naturaleza no lasha puesto parece haber causado mucho dao. Cuanto ms sencilla y absoluta sea una doctrina econmica tanto mayor serla confusin que traer en los intentos de aplicacin de lamisma a la prctica si las lneas divisorias a que se refiere nopueden encontrarse en la vida real. No existe en sta unalinea divisoria bien marcada entre las cosas que son capitaly las que no lo son entre las que son de primera necesidady las que no lo son ni entre el trabajo productivo y el queno lo es.

    La nocin de continuidad con respecto al desarrollo escomn a todas las escuelas modernas de Economa ya estninfluenciadas principalmente por la biologa como las representadas por las obras de Hebert Spencer ya por la hishoria y la filosofa como las representadas por la Filosofade la Historia de Hegel y por estudios tico-histricos msrecientes efectuados en el Continente. Estas dos clases deinfluencias han afectado ms que ninguna la substancia delas opiniones expresadas en el presente tratado pero la for

    de stas ha sido influenciada sobre todo por las concepciones matemticas de la continuidad tal como se representan en la obra de Cournet Principes mathmatiques de laThorie des richesses Este nos ha enseado que es necesarioenfrentarse a la dificultad que supone el considerar los varios elementos de un problema econmico-no como determinndose el uno al otro en una cadena de causalidad A determinando a B B determinando a C y as sucesivamentesino determinndose todos ellos mutuamente. La accin de

    la naturaleza es compleja y no Se gana nada a la larga conpretender que es sencilla y tratar de describirla en una seriede proposiciones elementales.Siguiendo a Cournet y. en grado menor a von Thnen fuinducido a conceder gran importancia al hecho de que nuestras observaciones de la naturaleza tanto en el mundo moralcomo en el fsico se refieren no tanto a cantidades totalescomo a aumentos de cantidades que en particular la demanda de una cosa es una funcin continua de la cual el

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    10 ALFREDO MARSBALLincremento marginal: > 1, en equilibrio estable, est equilibrado por el incremento correspondiente de su coste de produccin. No es fcil formarse una idea clara a este respectosin la ayuda de smbolos matemticos o de diagramas. Eluso de estos ltimos no requiere conocimieutos especiales,y con frecuencia expresan las condiciones de la vida econmica con mayor exactitud que los smbolos matemticos, Ypor ese motivo se han utilizado como ilustraciones adicionales en las notas que figuran al pie de las pginas de la presente obra. La argumentacin contenida en el texto nadatiene que ver con estos diagramas, los cuales pueden omitirse, pero la experiencia p r e c ~ demostrar que ellos permitenformarse una idea ms clara d muchos principios importantes, y que existen muchos problemas de teora p ~ r que nadie que haya aprendido a usar diagrama querra tratar enotra forma.El uso principal de las matemticas puras en las cuestioneseconmicas, parece ser el de ayudar a escribir rpidamentey con brevedad y exactitud algunos de los pensamientos propios para el uso propio, y el de asegurarse que se tienenbastantes premisas para las conclusiones (es decir, que lasecuaciones no son ni mayores ni menores en nmero quelas incgnitas). Pero cuando se hace preciso usar muchos smbolos, stos se vuelven muy laboriosos. y aunque el genio deCournet debe impartir una nueva actividad mental a todoaquel que pase por sus manos, y los matemticos de calibresimilar suyo pueden utilizar sus armas favoritas para abrirsecamino hasta llegar al centro de algunos de aquellos difcilesproblemas de la teora econmica de los que slo se ha vislumbrado el exterior, parece, sin embargo, poco convincenteaconsejar a alguien la lectura de largas versiories de doctrinas econmicas expresadas en matemticas, que no han sidohechas para l. En un Apndice al presente tratado se hanreunido unas pocas muestras de aquellas aplicaciones dellenguaje matemtico que han probado ser ms tiles para elobjeto que en l se persigue.

    1 Este trmino incremento marginal ha sido tomado de la obraDer isolirte Staat de von Thnen, 1826-63, y es hoy utilizado comnmente por los economistas alemanes. Cuando se public la Teora deJevons, adopt su expresin incremento fina , pero me he ido convenciendo gradualmente de que marginal es preferible.

    PRLO ODE LA OCTAVA EDICIN

    Esta edicin es una reproduccin de la sptima, que loera casi de la sexta; los nicos cambios efectuados en ella sonsolamente de detalle.Hace ya treinta aos que fu publicada la primera edicin de esta obra, que contena implcitamente la promesade que un segundo tratado complementario del presente, aparecera posteriormente. Pero la obra haba sido proyectadaen una escala demasiado grande, y su alcance fu ensanchndose, ,especialmente en el aspecto reaIstico, con cadaimpulso de aquella revolucin industrial de la actual generacin que ha sobrepujado a la de hace un siglo, tanto enrapidez como en amplitud de movimiento. Pronto me viobligado a bandonar la esperanza de completar la obra endos volmenes. Posteriormente hube de cambiar varias veces de plan, debido al curso de los acontecimientos, a otroscQmpr9misos contrados y a motivos de salud.

    Industry and Trade publicada en 1919, es, en efecto, unacontinuacin del presente tratado. Un tercero (sobre Comercio, Finanzas y el futuro industrial) est ya muy :delantado.En los tres volmenes se trata de estudiar todos los problemasprincipales de la ciencia econmica.Por consiguiente, el presente tratado sigue siendo unaintroduccin general al estudio de la ciencia econmica, semejante en algunos respectos, aunque no en todos, a las obrasfundamentales Grundlagen), que Roscher y otros economistas han colocado en la primera fila de los grupos de obrassemi-independientes sobre Economa. No trata de algunos tpicos especiales tales como la moneda y la organizacin delos mercados; y, con respecto a algunas materias, tales comola estructura de la industria, la ocupacin y el problema de los

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    2 ALFREDO MARSBALLsalarios trata principalmente de las condiciones normales.

    La evolucin econmica es gradual. Su progreso es a ve-ces detenido o trastornado por catstrofes politicas perosus movimientos hacia delante no son nunca repentinospues aun en el mundo occidental y en el Japn est basadoen la costumbre consciente o inconsciente. Y aunque un in -ventor o un organizador o un financiero de genio pueda pa -recer haber modificado la estructura econmica de un pueblocasi de un golpe aquella parte de su influencia que no hasido meramente superficial y transitoria en realidad no seha hecho ms que llevar a trmino un gran movimiento cons-tructivo que habia estado ya largo tiempo en preparacin.Aquellas manifestaciones de la naturaleza que ocurren conmayor frecuencia y son tan ordenadas que pueden ser ob-servadas atentamente y estudiadas a fondo son la base deltrabajo econmico como lo son de los dems trabajos cien-tficos; mientras que las que son espasmdcas poco fre-cuentes y difciles de observar se reservan generalmente pa-ra ser estudiadas ms tarde y el lema Natura non facit s -tum es especialmente apropiado para una obra sobre losfundamentos de la Economa.

    Un ejemplo de este contraste se encuentra en la distribu-cin del estudio de las grandes empresas entre el presentetratado y el de lndustry and Trade Cuando un ramo de in-dustria ofrece campo para que nuevas firmas se coloquen enel primer puesto y luego tal vez decaigan el coste normalde produccin en el mismo puede calcularse con relacina cuna firma representativa que efecte una buena propor-cin tanto de aquellas economas internas que correspondena una empresa individual bien organizada como de aquellaseconomas generales o externas que surgen de la organiza-cin colectiva del distrito considerado como un todo. Elestudio de una firma de esa ndole pertenece propiamente auna obra sobre los fundamentos de la Economa. Lo mismopuede decirse del estudio de los principios sobre los cualesun monopolio firmemente establecido en manos de un de-partamento gubernativo o de una gran compaa de ferroca-rriles; regula sus precios con relacin a sus ingresos perotambin con ms o menos consideracin hacia l bienestarde sus clientes.

    PRINCIPIOS DE ECONOMA 13Pero la accin normal pasa a segundo lugar cuando los

    trusts luchan entre si para conquistar un mercado importantecuando se hacen y deshacen comundades de intereses ysobre todo cuando la poltica de un establecimiento es diri-gida no con la vista puesta en su xito comercial sino subor-dinndola a alguna gran maniobra de bolsa o alguna cam-paa para el control de los mercados. Esas materias no pue-den ser estudiadas propiamente en un tratado referente a losfundamentos de la Economa: pertenecen a una obra que tratede su superestructura.

    La Meca del economista se halla en la biologa ms bienque en la dinmica econmica. Pero las concepciones biol-gicas son ms complejas que las de la mecnica; por lo tantouna obra sobre los fundamentos de la Economa debe reser-var un espacio relativamente extenso a las analogas mec-nicas y por eso se hace uso frecuente del trmino equili-brio que sugiere algo de analoga esttica. Este hecho unidoa la atencin primordial que se dedica en el presente tratadoa las condiciones normales de la vida de la poca modernaha hecho pensar a algunos lectores que su idea central esesttica ms bien que dinmica; pero en realidad todaella se ocupa de las fuerzas que engendran movimiento y sunota principal es la de la dinmica ms bien que la da laesttica.Sin embargo las fuerzas de que se trata son tan numerosasqu s mejor tomar solamente unas pocas a un tiempo ybuscar cierto nmero de soluciones parciales como auxilia-res de nuestro estudio principal. As empezamos aislandolas relaciones primarias de la oferta de la demanda y delprecio con respecto a un articulo determinado. Reducimos ala inaccin todas las dems fuerzas por medio de la expresinen igualdad de circunstancias: no suponemos que estninertas pero por el momento ignoramos su actividad. Estesistema cientfico es mucho ms antiguo que la ciencia: esel mtodo por medio del cual consciente o inconsciente-mente hombres inteligentes han tratado desde tiempo inme-morial todos los problemas difciles de la vida usual.

    En la segunda etapa se suprimen algunas de esas hip-tesis: los cambios que se producen en las condiciones de lademanda y de la oferta de grupos determinados de artculos

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    14 ALFREDO M R S ~ Lentran en juego, y sus interacciones mutuas complejas em-piezan a observarse. Gradualmente, la superficie del problemadinmico se ensancha y la cubierta de supuestos estticosprovisionales se hace ms pequea, y por ltimo se llega algran problema central de la distribucin del dividendo nacional entre los varios de agentes de produccin. Entre tantoel principio dinmico de la substitucin puede verse ac-tuar, haciendo que la demanda y la oferta de cualquiera seriede agentes de produccin sean influenciadas, por conductosindirectos, por los movimientos de la demanda y de la ofertade los dems agentes, aunque estn situados en campos deindustria muy apartados.As, pues, la Economa se ocupa principalmente de sereshumanos que se ven impelidos, para bien o para mal, a cambiar y a progresar. Se utilizan hiptesis estticas fragmentarias como auxiliares temporales de c o n c e p c i n ~ s _

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    16 ALFREDO MARSHALLacerca del uso que mejor cuadra a ciertos trminos y conrespecto de otras materias subordinadas no son sino sealde vida pletrica. Sin embargo, en realidad, existe una ar mona y un acuerdo notables en lo esencial entre aquellosque estn trabajando constructivamente en este nuevo anlisis y especialmente entre los que han hecho prcticas enlos problemas ms sencillos y ms definidos, y por tantoms adelantados, de la fsica. Antes de que haya pasado otrageneracin, su dominio sobre aquel limitado, pero importantecampo de estudios e c o n m i c ~ s para el cual es apropiado, nose pondr en duda.Mi esposa me ha ayudado y aconsejado en cada una delas etapas de las ediciones sucesivas de esta obra. Cada unade ellas debe mucho a sus indicaciones, a su cuidado y a subuen juicio. El Dr. Keynes y Mr. L. L. Price revisaron laspruebas de la primera edicin y me ayudaron en gran manera, y debo mucho tambin a la colaboracin de Mr. A W.Flux. Entre las muchas personas que me han asistido en determinados puntos-en algunos casos con respecto a ms deuna edicin-, deseo mencionar especialmente a los profesores Ashley Cannan, Edgeworth, Haverfield Pigou y Taussig al Dr. Berry, a Mr. C R. Fay y al difunto profesor Sidg-wick.

    Cambridge, octubre de 1920.

    LIBRO IESTUDIO PRELIMINAR

    CAPTULO IINTRODUCCIN

    l . La conoma es a la vez el estudio de la -queza u ~ a . rama estudio del hombre. La Eco,uu uu.,[ Pohhca o Economa es el estudio de la humamdad en los negocios usuales de la vida; exa

    a ~ u e l ~ a p a ~ t e de la accin individual y socialque esta mas mhmamente relacionada con la conseel uso de los requisitos materiales delEs pues p ~ r una parte, un estudio de la riquezay por t r ~ y esta es la ms importante--, una r a m ~del estudIO del hombre. El carcter del hombefecto ba sido moldeado por su trabajo c o t i ~ ~y por l ~ s recursos materiales que con ste se procura que por .cualquiera otra influencia, si seexceptua la de los Ideales religiosos; los dos grandes e l ~ m e n t o s constructivos de la historia del mundhan SIdo el religioso y el econmico. Algunas v e e ~

    e I ardor del espritu militar o el sentimiento artstIco .han predominado durante cierto tiempo perolas mfluencias religiosas y econmicas no h ~ n de-2. - PRINCIPIOS DE ECONOH., l.

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    18 ALFREDO MARSHALLjado en ningn caso de. o c u ~ a r el p r i ~ e r puesto nipor un instante y han sIdo sIempre ~ a ~ I m p o ~ t ~ n t e sque todas las dems juntas. Lo S ~ o v I l e s rehgIOsosson ms intensos que los economICOS, pero su ac-cin directa rara vez se extiende sobre una partetan grande de la existencia limes el t:rabajo que proporciona al hombre sus medIOs de vIda ocupa gene-ralmente su pensamiento durante la m y o ~ p a ~ t ede las horas en que su mente est en la mejor dIS-posicin, y durante ellas su carcter se est formando segn la manera en que. utiliza s ~ s ~ a c u l t a d e spara la ejecucin de su trabaJo los s e n t ~ m I e n t o s queste le sugiere, y las relaciones que sostIene con susasociados en el trabajo con sus empleados o conlos que lo emplean. . . .muy a menudo la influencIa ejercIda en unapersona por la cantidad de sus ~ n g r ~ s o s es apenasmenor-si no es mayor--que la ejercIda por la manera en que stos son obtenidos. Puede importarpoco a una familia que sus ingresos sean .de 1.?00libras esterlinas o de 5.000; pero en cambIO, ~ x I s t euna gran diferencia entre un ingreso de 30 lIbrasesterlinas y otro de 150, porque con el s ~ g u n d o lafamilia tiene lo suficiente para las necesIdades d.ela vida normal mientras que no lo tiene con el prImero. Es verdad que en la religin en los afectosfamiliares y en la amistad hasta los pobres puedenencontrar campo para muchas de esas facultadesque son fuente de la mayor felicidad pero las c?ndiciones que rodean la extrema pobreza especIal-mente en los lugares densamente poblados tiendena amortiguar las facultades ms elevadas. q ~ e l l o sque han sido denominados a veces la escorIanuestras grandes ciudades tienen poca oportumdad para gozar de la amistad nada saben de lascomodidades ni de la tranquilidad y muy poco de

    PRINCIPIOS DE ECONOMA 19la unidad de la vida familiar y a menudo la religin no llega hasta ellos. Sin duda su falta de salud

    f . s i ~ a mental y moral es debida en parte a causasdistmtas de la pobreza pero sta es el motivo principal de dicha falta.

    y aparte de esa escoria de nuestras grandes ur bes,. existen grandes ncleos de personas tanto enla CIUdad como en el campo que se cran faltas dealimento, de vestido y de habitacin adecuada cuyaeducacin se ~ n t e r r u m p e a temprana edad pa;a que~ u e ~ a n trabajar y ganar su vida, y que, por con-SIgUIente, estn ocupados durante largas horas entareas que agotan sus cuerpos imperfectamente nutridos, no teniendo oportunidad de desarrollar susms altas facultades mentales. Su vida no es necesariamente desgraciada ni falta de salud. GozandoCon el amor. de D ~ o s y.del prjimo y quiz hasta pos ~ y e n d o aIgun refmamIento natural pueden vivir una

    ~ I d a menos incompleta que la de otros muchos quehenen mayor riqueza material. Pero a pesar de ello,p.obreza es para ellos un mal grandsimo y casiSI? Igual. Aun cuando gozan de buena salud su. trIstez a a menudo se asemeja al dolor, mientras quesus placeres son pocos; Y cuando viene l enfermedad,. el sufrimiento causado por la pobreza se quin

    u p h ~ a . aunque el espritu de resignacin puedamf1UIr mucho para hacerles disimular esos malese x i s t e ~ otros q.ue no. pueden remediar. T r a b a j a n d ~demasIado y sm la Instruccin suficiente, tristes yIle.nos de .cuidados, sin tranquilidad y sin ratos deOCIO no tIenen la oportunidad de cultivar sus fa cultades mentales.

    Aunque algunos de los males que acompaangeneralmente a la pobreza no Son consecuencias ne cesarias de sta, sin embargo hablando en sentidolato, la perdicin de los pobres es la pobreza y

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    20 ALFREDO MARSHALLel estudio de las causas de sta es el de los motivosde la degradacin de una gran parte de la huma-nidad.

    2. De si la pobreza es o no necesaria. La esclavitud era considerada por Aristteles como unaley de la Naturaleza, y probablemente as lo eratambin por los mismos esclavos en la antigedad.La dignidad del hombre fu proclamada por la re -ligin cristiana; ha sido sostenida con vehemenciacreciente durante los ltimos cien aos; pero sloen poca reciente ha venido la difusin de la edu-cacin a hacernos comprender todo el valor de esetrmino. Slo ahora es cuando estamos dedicndo-nos seriamente a inquirir si es necesario que exis-tan esas llamadas clases inferiores, es decir, si hande haber grandes masas destinadas desde su naci-miento a trabajar duramente a fin de proporcionara otras los requisitos de una vida refinada y culta,mientras ellas mismas se ven imposibilitadas por supobreza y por su trabajo de tomar parte en esta vida.

    La esperanza que se abriga de que la pobreza yla ignorancia puedan quedar gradualmente extin-guidas, se funda en gran parte en el constante pro-greso efectuado por las clases trabajadoras duranteel siglo XIX. La mquina de vapor las ha aliviadode mucha labor extenuante degradante; los sala-rios han aumentado; la educacin se ha mejoradoy generalizado, el ferrocarril y la prensa tipogrfi-ca han permitido a los miembros de una mismaprofesin dentro de las distintas regiones del pascomunicarse fcilmente entre s y emprender y lle-var a cabo actividades amplias previsoras, al mis-mo tiempo que la creciente demanda de mano deobra inteligente ha hecho aumentar rpidamente elnmero de los artesanos hasta llegar ste a ser su-perior al de los obreros especializados. Gran parte

    PRINCIPIOS DE ECONOMA 21de l?s ar.tesanos han dejado de pertenecer a las cIa-

    s e ~ mferlOres en el sentido en que se usaba este tr-mmo e? un . p r i n ~ i p i o y algunos de ellos ya llevan

    u ~ a eXIstencIa mas refinada y noble que la que vi-v an la mayora de las clases superiores hace unSIglo.E s t ~ p r o g r ~ s o ha contribuido ms que nada aC O I ~ l U l l l C ~ un mters prctico a la cuestin de si no

    s ~ r I a posIble que todos los seres humanos princi-pIaran su ex stencia con una regular probabilidad dellevar una VIda culta, libre de los males de la pobre-za las i n ~ l u e n c i a s embotadoras de un trabajomecamco excesIvo; y esta cuestin se est llevandoa la orde,n del da con la sinceridad que caracterizanuestra epoca. Desde luego no puede ser resueltapor completo por la ciencia econmica, pues depen-de en parte de las capacidades morales y polticasde naturaleza humana, y en estas materias el eco-n o ~ s t a no tiene medios especiales de informacin,temendo que contentarse con presunciones, comohacen otros. Pero la resolucin del problema depen-de en gran parte, de hechos y de deducciones queesJan .dentr.o d ~ l dominio de la Economa, y e;to eslo fue ~ r 0 . p o r c l O n a a los estudios econmicos su in -teres ]>rmclpal ms elevado.

    3. La ciencia econmica en su conjunto es de re-c ~ e n t e creacin. Pudiera suponerse que una cien-CIa que trata de asuntos tan vitales para el bienes-

    t ~ ~ de la humanidad, ha de haber ocupado la aten-clOn, de muchos de los mejores pensadores de todaslas e}>ocas de la historia y debera encontrarse ahoraen plena madu ez. ~ r o el hecho es que el nmerode os e c o n o m I s t a ~ cIentficos ha sido siempre re-d u c ~ d o en proporCIn a la dificultad del trabajo a

    r e a h z a ~ de .modo que la ciencia est todava casien su mfancla. Una de las causas de ello es que se

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    22 ALFREDO MARSHALLha hecho poco caso de la importancia que t i e n ~ laeconoma para el bienestar del hombre. Una CIen-cia cuya principal materia de estudio .es la riqueza,es a menudo repugnante a primera VIsta para muchos estudiantes, pues aquellos que ms hacen paraadentrarse en los lmites del saber, rara vez se preocupan por la posesin de la riqueza por s misma.

    Otra causa, todava ms importante, es que muchas de las condiciones de la vida industrial y delos mtodos de produccin, distribucin y consumo,de que trata la moderna ciencia de la Economa, s ~ na su vez de fecha reciente. Es cierto que el cambIOoperado en substancia en algunos respectos no estan grande como el efectuado en la forma externay que gran parte de la teora e C O l ~ m i c a ~ o d e r n a enmayor grado de 10 que parecerla a primera VIstapuede adaptarse a las condiciones de .las razas an teriores. Pero la unidad en la substanCIa que se encuentra bajo muchas variedades de forma, no es .f-d de descubrir; y los cambios de forma han temdopor efecto el hacer que los escritores de todas laspocas se aprovechen del trabajo de sus antecesoresmucho menos de lo que pudieran haberlo hecho.Las condiciones econmicas de la vida moderna,aunque ms complejas, son en muchos respectosms definidas que las de los tiempos anteriores.comereio se destaca ms claramente de otras actI-vidades; los derechos de cada individuo frente a losdems y frente a la comunidad estn ~ ~ a c t a -mente definidos; y sobre todo la emanClpaCIOn dela costumbre y el crecimiento de la libre actividad,de la previsin y del espritu emprended?r, h ~ n dadouna nueva precisin y una nueva preemmenCla a laseausas que rigen los valores relativos de los distintos productos y de las varias clases de trab.ajo.4. La competencia puede ser constructwa o des-

    PRINCIPIOS DE ECONOMA 23tructiua;. aun en el primer caso es menos beneficioque la cooperacin. Se dice a menudo que lasformas ll1?dernas de la vida industrial se distinguende l?s antIguas en que dan mayor lugar a la compet ~ n c I a l?ero este enunciado no es enteramente sah.sfactorIO. El significado estricto de la competenCIa p . ~ r e c e ser la lucha de una persona con otra enrelaclOn con una oferta de compra o de venta de~ l g u n a COsa Esta clase de lucha es sin duda, msI ~ t e n s a y a la vez est ms extendida hoy que an-h g u a m ~ n t e pero es solamente una consecuencia se-C U ~ d ? r l a y podra decirse accidental, de las caracterlshcas fundamentales de la vida industrial moderna.

    No existe trmino alguno que exprese esas ca-ractersticas de modo adecuado. Estas son como 10vere.mos pron o, cierta independencia y el deseo dee.legIr uno. mIsmo sus propios destinos cierta conf ~ a n z a en SI ~ ~ ~ m o ; l ~ e ~ i b e r a c i n unida a la prontItud de declslOn y de JUIcio y el hbito de preverel futuro y de amoldar su actuacin a fines ulteriores. Esas c?ractersticas pueden hacer que las per

    o ~ a s compItan unas con otras; pero, por otra parte~ u e d e l l t.e.nder y actualmente estn tendiendo, a ;cooperaclOn a la formacin de combinaciones det o d ~ s e1ases ~ u e n a s y malas. Pero esas tendencias~ a c I a la propIedad y accin colectivas son muy dis-hntas de las de antao porque son el resultado nod e costumbre, ni de un sentimiento pasivo de ~ s o -claclo.n ~ o ~ los vecinos sino de la libre eleccin decada ~ n d l v I d u o de la lnea de conducta que despusde CUIdadosa deliberacin, le ha parecido ms adecuada para conseguir sus fines sean stos egostaso no.

    El trmino competencia ha sido rodeado deuna mala atmsfera, y ha venido a implicar cierto

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    24 ALFREDO MARSHALLegosmo y mucha i n d i f e r e n c ~ a hacia el b i e ~ e s t a r delos dems. Es cierto que eXIste menos egOlsmo deliberado en las formas antiguas de la industria queen las modernas, pero existe tambin menos des-prendimiento deliberado. La deliberacin, y no elegosmo es la caracterstica de la edad ~ o d e r n a

    Por ejemplo la costumbre en una socIedad PrI-mitiva, si bien extiende los lmites de la familia yprescribe a los vecinos ciertos deberes q u ~ c a ~ n endesuso en una civilizaoin posterior, tamblen Impone una actitud de hostilidad hacia los extraos. Enuna sociedad moderna las obligaciones de bondadfamiliar se hacen ms intensas, aunque estn con-centradas en una superficie ms reducida, y los ve-cinos se colocan ms o menos en el mismo pie quelos extraos. En los tratos usuales con ambos el nivel de justicia y de honradez es inferior al que al-canzaban los tratos de un pueblo primitivo con susvecinos pero es superior al de los tratos de e s ~ e mismo pueblo con los extraos. De modo que. solo sonlos nexos de vecindad los que se han relajado; losde la familia son en muchos respectos ms fuertesque antiguamente; los afectos familiares dan lugar ams sacrificios y mayor devocin que anteriormente y la simpata que sentimos por los e x t r ~ ~ s esfuente creciente de una especie de desprendImIentodeliberado que nunca existi antes de los tiemposmodernos. La nacin en que naci la moderna competcnciR dedica a empresas c r i t t i v ~ una propo r-cin mayor de sus ingresos que cualqUIera. otro paIsv gast treinta millones en comprar la lIbertad deios esclavos de las Antillas.En todas las pocas los poetas y los reformadores sociales han tratado de estimular a sus coetneos a llevar una vida ms noble, refirindoles historias encantadoras de las virtudes de los hroes

    PRINCIPIOS DE ECONOMA 25de la antigedad. Pero ni las lecciones de la historia ni la observacin contempornea de las razasatrasadas, cuando se les estudia cuidadosamentedan consistencia alguna a la doctrina de que el h o m ~

    ~ r e es hoy ms duro y ms egosta de lo que era antIguamente y de que hubo un tiempo en que estabams dispuesto a sacrificar su propia felicidad en beneficio de los dems en los casos en que la costumbre y la ley le dej aban en libertad de elegir su lneade conducta. Entre las razas cuya capacidad inte-1ectuaI parece no haberse desarrollado en otro sen-tido y que no tienen el poder creador del modernohombre de negocios se encontrarn muchas que de-muestran una nefasta sagacidad al contratar en unmercado aun con sus vecinos. Ningn comerciantees menos escrupuloso para aprovecharse de la necesidad de l ~ s desgraciados, que el tratante en trigo

    y el prestamIsta del Extremo Oriente.Por otra parte, la era moderna ha proporcionadonuevas oportunidades para la falta de honradez enel comercio. El progreso de la ciencia ha descubierto nuevo.s ~ i s t e m s para lograr que las cosas apar e ~ c ~ n dIstmtas de lo que son y ha hecho posiblesmuchas formas nuevas de adulteracin. El productor se encuentra ahora muy alejado del consumidor,y sus malas artes no reciben el castigo rpido y efi-

    c l e ~ t e que .era infligido a aquella persona que,oblIgada a VIVIr y morir en su pueblo natal, jugabamala pasada a uno de sus vecinos. Las oportumdades para el mal son ciertamente ms numerosas ,hoy de lo que eran antiguamente, pero no hayrazon para creer que las gentes se aprovechen deesas oportunidades en una mayor proporcin hoyque ayer. Por el contrario, los mtodos comercialesmodernos implican hbitos de confianza, por unlado y de fuerza para resistir a la tentacin de

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    obrar mal, por otro hbitos que no existen entrelos pueblos atrasados. En todos los estados socialesse encuentran ejemplos de veracidad y de buena fepersonal, pero los que han tratado de establecer unnegocio de tipo moderno en un pas atrasado, sehan encontrado con que apenas pueden fiarse de lapoblacin indgena para el desempeo de. los .gos de confianza. Y todava se . les hace mas dIfICIl}Jrescindir del personal extranjero para los traba-jos que requieren un carcter muy moral que paralos que necesitan de habilidad prctica y mental.La adulteracin y el fraude en el comercio estabanextendidos en la Edad Media en una forma que re-sulta asombrosa, cuando se consideran las dificul-tades que existan para obrar mal sin ser descubier-to en aquella poca.En todas las etapas de la civilizacin en que elpoder del dinero ha sido preeminente, los poetas enverso v en prosa se han complacido en pintar unapoca .pretrita que han denominado la Edad.deOro en que no se haba sentido todava la presInde] ~ r o meramente material. Sus cuadros idlicoshan sido hermosos y han estimulado ideas y resolu-ciones nobles pero han carecido de verdad hist-rica. Las pequeas comunidades, con sus contadasnecesidades, a las cuales la Naturaleza provee abun-dantemente, se han visto a veces en verdad, casi en-teramente libres de cuidados en lo referente a susnecesidades materiales y no han sido tentadas porsrdidas ambiciones. Pero siempre que podemos pe-netrar en la vida interna de una poblacin intensasujeta a las condiciones primitivas en nuestra pocamoderna, encontramos ms falta de comodidades,ms estrechez y ms dificultades que las manifesta-das a distancia, y en ninguna parte se encuentranms comodidades, unidas a menos sufrimiento, que

    PRINCIPIOS DE ECONOMfA 27en nuestras naciones occidentales de hoy. No debe-mos por lo tanto, infamar las fuerzas que han cons-trudo la moderna civilizacin con una denomina-cin que sugiera idea maligna.

    Quiz no parezca racional que esta indicacinque hacemos se aplique al trmino competenciapero en realidad es as. Cuando la competencia searraiga, sus formas antisociales se hacen patentes,y rara vez se tiene el cuidado de inquirir si no exis-ten otras formas de la misma que sean tan esencia-les al mantenimiento de la energa y de la esponta-neidad que su cesacin sera probablemente perju-dicial en ltimo trmino, al bienestar social. Loscomerciantes o productores, que se encuentran conque un competidor est ofreciendo mercancas a unprecio inferior al que puede proporcionarles unbuen provecho, se resienten de esta intrusin y sequejan de haber sido perjudicados, aun cuando pue-da ser cierto que los que compran las mercancasms baratas estn ms necesitados que ellos y quela energa y sagacidad de su rival es una gananciasocial. En muchos casos la reglamentacin de lacompetencia es un trmino engaoso que encubrela l l ~ m a d n de una clase privilegiada de producto-res quienes a menudo utilizan sus fuerzas combina-das para frustrar los esfuerzos de un hombre ca-pacitado para levantarse de una clase inferior a lade el]os. Con el pretexto de reprimir la competenciaantisocial le privan de la libertad de formarse unanueva posicin en la cual los servicios prestados porl a los consumidores del artculo de que se trateseran mayores que los daos que pueda causar algrupo relativamente pequeo que se opone a susesfuerzos.Si la competencia se contrapone a la cooperacinenrgica en un trabajo desinteresado encaminado

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    8 ALFREDO MARSHALLal bien pblico entonces aun las mejores formas decompetencia son relativamente I?alas y sus formasms maliciosas y egostas son odIOsas. En un mun?oen que todos los hombres fuesen perfectamente VIr-tuosos. la competencia estara fuera de lugar perotambin lo estaran la propiedad privada y todaclase de derechos privados. Los hombres solo pen-saran en sus deberes, y nadie deseara tener un.aparticipacin mayor que sus vecinos en las comodI-dades y en los lujos de la vida. Los grandes p ~ o ~ u c -tores podran fcilmente soportar .alguna perdIdade modo que desearan que sus vecmos menos af?;-tunados pudiesen producir ms para po?er tambIenconsumir ms. Felices con este p ~ n s ~ m I e l t p , t r ~ a -jaran por el bienestar general con toda la energIala inventiva y la iniciativa de que fuesen capacesv la humanidad saldria siempre victoriosa de todas

    ~ u s contiendas con la Naturaleza. Esa sera la me-jor Edad de Oro que los poetas y los p e n s a ~ o r e spodr:: ll imaginar pero s i g u i e ~ d o el curso. racIOnalde las cosas, seria una locura Ignorar las Imperfec-ciones de que adolece la naturaleza humana.La historia general y especialmente la de losacontecimientos sociales, demuestra que los hom-bres son rara vez capaces de abrigar durante muchotiempo puros ideales de altruismo y q ~ e s ~ l o sur-gen excepciones a esta regla cuando. el msli o. fer-vor de un pequeo grupo de entusIastas relIgIOSOShace que stos pospongan los bienes materiales a lafe en otra existencia superior. .Indudablemente los hombres aun en la actualI-dad son capaces de prestar ms servicios s i n t ~ -resados de los que generalmente prestan y el fmsupremo del economista es descubir en qu formapuede ser desarrollado ms rpidamente est.e valorsocial latente y cmo puede hacrsele producIr. Pero

    PRINCIPIOS DE ECONOMA 9no se debe desacreditar la competencia de una ma-nera genera]; es preciso mantenerse en actitud neu-tral frente a cualquiera manifestacin particular dela misma hasta que se adquiera la seguridad de que,teniendo en cuenta la naturaleza humana la restric-cin de la competencia no seria ms antisocial ensus efectos que la misma competencia.Pouemos pues concluir de lo anterior que el tr-mino competencia no es muy adecuado para des-cubrir las caractersticas especiales de la vida in-dustrial de la edad moderna. Necesitamos una ex-presin que no implique cualidades morales malaso buenas sino que indique el hecho indiscutido deque el comercio y la industria modernos se caracte-rizan por el aumento de la confianza en la humananaturaleza de la previsin y de la libertad de elec-cin deliberada. No existe trmino apropiado parael objeto, pero la expresin libertad de industria yde empresa o, ms brevemente libertad econ-mica, parece acertada y puede utilizarse a falta deotra mejor. Naturalmente esta eleccin deliberaday libre puede llevar a apartarnos en cierto modode la libertad individual cuando la cooperacin o lacombinacin parece ofrecer el mejor camino parallegar al fin propuesto. No entra dentro del cuadrode la presente obra el estudiar en qu grado las for-mas deliberadas de asociacin pueden destruir lalibertad que presidi a su origen y en qu extensinpueden contribuir al bienestar social l

    5. Breve resumen del crecimiento de l libert dde l cienci econmicas. En las ediciones ante-riores de esta obra figuraban despus la introduc-cin de dos breves bosquejos: uno relacionado conel crecimiento de la libre empresa y, en general de1 Estas ocupan un lugar considerable en la obra en preparacin.obre Industria Comercio.

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    la libertad econmica, y otro referente al crecimiento de la ciencia de la Economa. No pretenden dichosbosquejos ser historias sistemticas; su propsitoes solamente sentar algunos jalones en los caminosque han seguido la estructura y el pensamiento econmicos hasta llegar a su estado actual. Han sidotransferidos en esta edicin a los Apndices A y Bque figuran al final de la obra, en parte debido aque puede apreciarse mejor su alcance despus dehaber trabado conocimiento con la materia objetode la ciencia econmica, y en parte porque, en losveinte aos transcurridos desde que fueron escritos, se ha desarrollado mucho la opinin pblica enrelacin con el lugar que el estudio de la cienciaeconmica y social debe ocupar en una educacin li beral. No existe hoy ya la necesidad de insistir sobreel hecho de que los problemas econmicos de la presente generacin derivan muchas de sus caractersticas de cambios tcnicos y sociales ocurridos en feeha reciente, y de que su forma y la urgencia de sureso udn suponen la libertad econmica efectivade todo el pueblo.Las relaciones que sostenan muchos de los antiguos griegos y romanos con los esclavos de supertenencia eran cordiales y humanas. Pero aun enel Atica el bienestar fsico y moral de la masa delos habitantes, no era aceptado como el objetivoprincipal del ciudadano. Los ideales de la vida eranelevados, pero se referan solamente a unos pocos,y la doctrina de la riqueza, tan llena de complicaciones en la poca moderna, podra haber sido trazada entonces en un solo plan, tal como podra concebirse hoy si casi todo el trabajo manual fuerareemplazado por mquinas automticas que requirieran solamente una cantidad determinada de vapor y de materiales y no tuvieran nada que ver con

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    ciudadanos. Muchos de los hechosmodernos podran en verdad haber sidoen las poblaciones de la Edad Media,se combin por primera vez el espritu

    de empresa con una industria naciente,no se les dej seguir su curso en paz, y el mun-

    tuvo que esperar, para presenciar el amanecerla nueva era econmica moderna, a que toda unacin estuviese preparada para la prueba de laeconmica.Inglaterra, especialmente, se haba ido preparangradualmente para esta tarea, pero hacia el finalsiglo XVIII, los cambios, que haban sido hasta

    lentos y graduales, se hicieron de prontodos violentos. Las invenciones mecnicas, la}, ,,,ul;.c;utracin de las industrias, y un sistema de manufactura en gran escala para surtir mercados lejanos, vinieron a romper con las viejas tradicionesde la industria y a dejar a cada cual el cuidado denegociar como mejor pudiera, al propio tiempo queestimulaban el aumento de una poblacin para lacual no se haba preparado nada ms que un sitioen- las fbricas y talleres. De ese modo se dej a lalibre competencia, o mejor dicho, a la libertad deindustria y de empresa, seguir libremente su carrera,como un monstruo desencadenado. El abuso que comerciantes hbiles pero incultos hicieron de su nuevo poder produjo males en ambos lados; hizo a lasmadres inapias para sus deberes, postr a los niospor el excesivo trabajo y la enfermedad, y, en muchos lugares, degrad la raza. Al mismo tiempo, laindiferencia benevolente de la ley contribuy mstodava a rebajar la energa moral y fsica de los in gleses que la indiferencia egosta de la disciplina delos industriales, pues al privar al pueblo de las cualidades que lo habran hecho apto para el nuevo

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    32 ALFREDO MARSHALLorden de cosas, aumentaba el mal y disminua elbien causado por el advenimiento de la libertad deempresa.Y sin embargo, la poca en la cual sta hizo suaparicin con extraordinaria brusquedad fu aquella misma en que los economistas estuvieron msprdigos en elogios hacia ella. Esto se debi principalmpnte a que vieron claramente lo que los que pertenecemos a esta generacin hemos olvidado en granparte, es decir, la crueldad del yugo de la costumbrey del rgido orden de cosas que la libertad de empresa habia venido a remplazar, y tambin a que latendencIa general de los ingleses en aquella pocaera la rle afirmar que la libertad en todos los asuntos, polticos y sociales, mereca todos los sacrificios,menos el de la prdida de la seguridad. Pero ocurra tambin que las fuerzas productivas que la li bertad de empresa le daba a la nacin eran el nicomedio con que poda sta ofrecer una resistenciaeficiente a Napolen. Por eso los economistas consideraron la libertad de empresa, no como un bieninnegahle, sino como un mal menor que el orden decosas existente en aquel tiempo.Adhirindose a los principios que haban sidosentados por los comerciantes medievales y contillUados por los filsofos franceses e ingleses de lasegunda mitad del siglo XVIII, Ricardo y sus discImlos expusieron una teora de la accin de la libreempresa (o, como ellos la llamaban, de la libre competenda , que contena muchas verdades. las cuales probablemente sern consideradas como sumamente importantes mientras el mundo exista. Sutrabajo fu admirablemente completo, teniendo encuenta los estrechos lmites en que se encerraba.Pero la mejor parte de l es la que se refiere a losproblemas relacionados con los arrendamientos y

    PRINCIPIOS DE ECONOMA 33O I ~ ,el valor .de los cereales-problemas de cuya soluclOn pareCla entonces depender el destino de Inglaterra, pero muchos de los cuales, en la forma especial en que fueron tratados por Ricardo, slo tienen escasa relacin con el actual estado de cosas.l na. buena parte del resto de su obra fu empequeneclda por el hecho de tratar de una manera de

    masiado exclusiva la situacin especial de Inglaterra en aquella poca, y esa estrechez de miras hap r o ~ o c ~ d o una reaccin. Hoy, que una mayor experIenCIa y una mayor abundancia de recursos ma

    t e r i ~ l e s nos han permitido sujetar la libre empresaa CIertas reglas, disminuir su facultad de causardao aumentar su poder de hacer bien, va creciendo entre muchos economistas una especie de despecho contra ella. Algunos hasta se inclinan a exagera.r ~ u s males y le atribuyen la ignorancia y el sufrImlente que son resultado, ya sea de la tirana yde la opresin de los tiempos pasados, ya de un falso concepto o de una mala aplicacin de la libertadeconmica.Colocado entre esos dos extremos se encuentraun ~ u m e r o s o grupo de economistas que, trabajandoen lmeas paralelas en muchos pases distintos, aportan a sus estudios un deseo inequvoco de llegar ala verdad, y una buena disposicin para llevar a

    ~ a ~ o la ardua y pesada, labor por medio de la cualumcamente pueden obtenerse resultados cientficosde algn valor. Variaciones de opinin, de carcter, de i l u s t r a c ~ n y .oportunidades hacen quecada uno trabaje en dIstInta forma y dedique suatencin a distintas partes del problema. Todos, enmayor o meno,r ~ r a d o han de recoger y disponerhechos y estadlshcas referentes a pocas pasadas y

    m o d ~ r n a s y todos han de ocuparse ms o menos deanalIzar esos hechos y tomarlos como base para sus3. - PRINCIPIOS DE ECONOllA, l.

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    36 ALFREDO MARSHALLen dinero de los mviles de la vida comercial ha hecho que la Economa haya adelantado a todas lasdems ramas de la ciencia social si bien naturalmente la Economa no puede compararse con lasciencias fsicas exactas porque tiene que habrselascon las fuerzas siempre variables y sutiles de la naturaleza humana lLa ventaja que la Economa tiene sobre otras ramas de la ciencia social parece pues derivars e delhecho de que su campo especial de trabajo proporciona ms amplias oportunidades para los mtodosexactos que cualquiera otra rama. Se ocupa principalmente de aquellos deseos aspiraciones y afec-tos de la naturaleza humana cuyas manifestacionesexteriores constituyen incentivos de accin tales quela fuerza o cantidad de los mismos puede ser esti-mada v medida con bastante exactitud y que por

    c o n s i g ~ i e n t e son en cierto modo susceptibles de sertratados por medios cientficos. Se presenta unaoportunidad para el empleo de los mtodos y experimentos cientficos desde que la fuerza de los mviles de una persona-y los mismos mviles-pueden ser medidos aproximadamente por la cantidadde dinero que dar para asegurarse una satisfaccin deseada o tambin por la suma que se requiera para inducirla a sufrir cierta fatiga.Es esencial observar que el economista no pretende medir afectos de la mente en s o directamente sino slo indirectamente por medio de suefecto. Nadie puede medir exactamente propios es-tados mentales en distintas pocas ni medirlos unoscon otros y nadie puede medir los estados mentalesde otra persona a no ser indirectamente y por con-jeturas valindose de sus efectos. Naturalmente va-

    1 En el Apndice e 1 2 se encontrarn detalles acerca de la relacin de la Economla con el conjunto de las ciencias sociales.

    PRINCIPIOS DE ECONOMA 37rios afectos pertenecen a la naturaleza ms elevadadel hombre y otros a la inferior y son por consiguiente de distinta ndole. Pero aun limitando nuestraatencin a los meros placeres fsicos a las penas dela misma ndole encontramos que slo pueden sercomparados indirectamente por medio de sus efec-tos y en realidad aun esta comparacin es necesariamente conjetural en cierto modo a no ser queocurran a la misma persona y al mismo tiempo.As por ejemplo los placeres que dos personasderivan de fumar no pueden ser directamente comparados ni tampoco pueden serlo los que la mismapersona deriva de fumar en diferentes pocas. Perosi encontramos que un hombre duda entre gastarunos peniques en un cigarro o en una taza de to en volver a casa en coche en lugar de hacerlo apie podemos seguir un razonamiento natural y de-cir que espera sacar de esos peniques iguales placeres.Si pues deseamos comparar satisfacciones f-sicas debemos hacerlo no directamente sino indirectamente por medio de los incentivos que proporcionan para obrar. Si los deseos de conseguir unou otro de dos placeres indu cen a personas que se encuentran en circunstancias similares a hacer unahora de trabajo extraordinario o inducen a hombres que ocupan la misma posicin social y tienenlos mismos medios de vida a pagar un cheln poruno u otro podemos decir que esos placeres soniguales para nuestros propsitos porque los deseosde conseguir uno u otro son incentivos para obrar deigual fuerza para personas de condiciones similares.As pues al medir un estado mental como loshombres lo hacen en la vida usual por su fuerza motriz o el incentivo que proporciona para obrar nosurge ninguna nueva dificultad por el hecho de per-

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    38 ALFREDO MARSHALLtenecer algunos de los mviles que tenemos que tomar en cuenta, a la naturaleza superior del hombre,v otros a su naturaleza inferior.. Supongamos que la persona, a la que vim?s dudar entre varias pequeas satisfacciones propIas, seencuentra despus de un rato en su camino con unnobre invlido y se pone a reflexionar acerca de si~ s c o g e r una satisfaccin para s m ~ s m o ? h a r ~ unacto de caridad y gozar con la sahsfacCIOn ajena.A medida que sus deseos van de uno a otro objeto,se efecta un cambio en la calidad de sus estadosmentales, y el filsofo se ve obligado a estudiar lanaturaleza de este cambio.Pero el economista estudia los estados mentalesen sus manifestaciones ms bien que en s mismos,v si encuentra que proporcionan incentivos para

    ~ b r a r igualmente equiparados, los considera primal cie como iguales para su propsito. El sigue, enverdad, de manera ms paciente y detenida, los he chos diarios de cada uno en la vida usual. No tratade pesar el valor real de los afectos ms elevados denuestra naturaleza en contraposicin a los inferiores, no pone en un lado de la balanza el amor a lavirtud y en el otro el deseo de un alimento agradable. Ap recia los incentivos de accin por sus. efectosdel mismo modo que lo hace el vulgo en la VIda normal. Sigue el curso de la conversacin usual,. difiriendo tan slo de l en que toma ms precaUCIOnespara aclarar los lmites de su s a b ~ r a m e d i ~ a queva avanzando. Llega a sus conclUSIOnes prOVISIOnales por medio de la observacin de los hombres engeneral bajo condiciones determinadas sin intentarmedir las caractersticas mentales y espirituales delos individuos. Sin embargo, no ignora el lado mental y espiritual de la vida; al contrario, aun paralos fines ms especiales de los estudios econmicos,

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    es imporlante saber si los deseos que prevalecen sonde tal ndole que puedan ayudar a formar un carcter enrgico y honrado. Y en los fines ms generalesde estos estudios, cuando se les aplica a problemasprcticos, el economista, como cualquiera otro hombre de ciencia, debe ocuparse de los propsitos fi nales del hombre y tomar en cuenta las diferenciasde valor real que existen entre satisfacciones queson incentivos igualmente poderosos para obrar yque tienen, ~ o r consiguiente, medidas econmicasiguales. El estudio de estas medidas no es ms queel punto de partida de la Economa, pero lo es singnero de duda l2. Limitaciones de l medida en dinero de los

    mviles econmicos.-Existen otras varias limitaciones de la medida en dinero de los mviles econmi- Las objeciones presentadas por algunos filsofos al hecho de quese hable de dos placeres como iguales, en todas circunstancias, parecenreferirse nicamente a empleos de la frase distintos de los que interesanal economista. Sin embargo ha ocurrido desgraciadamente que los usoshabituales de los trminos econmicos han sugerido a veces la creenciade que los economistas se adhieren al sistema filosfico del hedonismo odel utilitarismo. En efecto, si bien han dado por sentado generalmenteque los mayores placeres son los que resultan del cumplimiento del de ber,.1lan. hablado de placeres y de penasl> como mviles de toda acciny se han expuesto de ese modo a las censuras de aquellos filsofos paraquienes es una cuestin de principio insistir en que el deseo de cumplircon el propio deher es una cosa distinta del deseo del placer que puedeesperarse obtener de l si es que se piensa en ello), aunque quiz puedaser descrito correctamente como un deseo de satisfaccin propia o lasatisfaccin del yo permanente. Vase, por ejemplo, T. H. Green, Pro-

    legomena o Efhics pgs. 165-166.)Es claro que no corresponde a los economistas tomar parte en unacontroversia tica, y puesto que est generalmente reconocido que todoslos incentivos de accin, en cuanto son deseos conscientes, pueden propiamente ser designados como deseos de satisfacciones, quiz pueda serconveniente usar esa expresin en lugar de deseos de placeres, cuandollegue la ocasin de referirse a los fines de todos los deseos, ya provengan de la naturaleza superior del hombre, ya de la inferior. La anttesissencilla dt' satisfaccin es disgusto; pero quiz ser preferible emplearen su lugar la palabra detrimentol>.Puede observarse, no obstante, que algunos discpulos de Benthamaunque quiz no l mismo) hicieron servir estas palabras placer ypena como un puente para pasar el hedonismo individualista a un credotico c o m p l ~ t o sin reconocer la necesidad de la introduccin de una premisa mayor independiente, y, sin embargo, la necesidad de esa premisaparece ser absoluta, aunque las opiniones difieran en cuanto a su forma,

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    coso La primera deriva de la necesidad de tener encuenta las variaciones en la cantidad de placer, uotra satisfaccin, que proporciona la misma suma dedinero a diferentes personas y en circunstanciasdistintas.Un cheln puede medir un placer mayor u otrasatisfaccin) en una poca que en otra aun para lamisma persona, porque tenga mayor abundancia dedinero, porque su sensibilidad puede variar l Y per-sonas cuyos antecedentes son similares, y que sonexteriormente semejantes la una a la otra, son amenudo afectadas de modo muy distinto por acon-tecimientos similares. Cuando, por ejemplo, un gru-po de nios de las escuelas de la ciudad sale a ha -cer una excursin al campo, es probable que no ha -br dos que retiren de ella un placer que sea exac-tamente de la misma ndole o igual en intensidad.La misma operacin quirrgica causa una cantidaddiferente de dolor a distintas personas. De dos pa-dres que son, al parecer, igualmente amantes, unosufrir mucho ms que el otro con la prdida de unhijo querido. Algunas personas que no son muy sen-sitivas por lo general son, sin embargo, especialmen-te susceptibles de sentir ciertos placeres y penas, y,por otra parte, las diferencias de carcter y de edu-cacin hacen que la capacidad de un hombre parael placer o para la pena sea ms grande que la deotro.Por consiguiente sera aventurado afirmar quedos hombres que tengan la misma renta derivarnpues algunos la considerarn como un imperativo categrico, otros comouna simple creencia de que, cualquiera que sea el origen de nuestros ins-tintos morales, sus indicaciones, confirmadas por la experiencia de lahumanidad, nos dicen de que la verdadera felicidad no puede alcanzarsesin el respeto de s mismo y que ste slo se tiene si se trata de vivirde manera a promover el progreso de la raza humana.

    Vase Mathematical Psuchics de Edgeworth.

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    igual beneficio de su empleo, y que sufriran delmismo modo por una disminucin igual de la mis-ma. Cuando dos personas que tienen cada cual unarenta de 300 libras esterlinas al ao pagan un im-puesto de una libra, cada una de ellas se privar, aldar esa libra, de un valor igual del placer u otrasatisfaccin de que puede ms fcilmente dispen-sarse, pero las intensidades de la satisfaccin de queuno y otro se privan puede no ser exactamente igual.No obstante, si tomamos trminos medios bas-tante amplios para que las particularidades de losindividuos queden contrabalanceadas unas con otras,el dinero que personas de igual fortuna den paraobtener un beneficio o evitar un dao, ser una bue-na medida de ese beneficio o de ese dao. Si toma-mos un millar de personas que viven en Sheffieldy otras tantas en Leeds, que tengan cada una un in-greso anual de 100 libras esterlinas, y suponemosque se les cobre a todas un impuesto de una libra,podemos tener la seguridad de que la prdida desatisfacciones o el dao que el impuesto cause enSheffield ser de una importancia casi igual que laque causar en Leeds; y cualquier circunstancia quevIniera a aumentar todos los ingresos en una libraproporcionaria placeres o beneficios equivalentes enlas dos ciudades. Esta probabilidad se hace mayortodava si todas las personas mencionadas son hom-bres adultos que se dedican a la misma profesino negocio y son, por consiguiente, similares en sen-sibilidad y carcter, en gusto y en educacin, segnes de presumirse. Y la probabilidad no queda dis-minuida en mucho si tomamos la familia como uni-dad y comparamos la prdida de placer que resultade disminuir en una libra los ingresos de cada unade las mil familias que cuenten con haberes anualesde 100 libras esterlinas en las dos ciudades.

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    En segundo lugar debemos tener en cuenta elhecho de que se necesitar un incentivo mayor parainducir a un pobre a pagar un precio determinadopor ulla cosa que para inducir a un rico a hacer lomismo. Un cheln es la medida de menos placer osatisfaccin de cualquier clase para un rico quepara un pobre. Un rico que vacila en gastar un che-ln en un solo cigarro est pensando en su menteun placer ms pequeo que un pobre que vacila engastar un cheln en pna cantidad de tabaco que ledurar un mes. El dependiente que gana 100 librasal ao se ir a pie a la oficina bajo una lluvia msrecia que el que gana 300 pues el coste de un tra-yecto en tranva o en taxi es la medida de un bene-ficio mayor para el pobre que para el rico. Si el po-bre gasta el dinero sufrir ms la falta de ste queel rico. El beneficio medido por el coste es mayoren la mente del pobre que en la del rico.Pero esta fuente de error es disminuda cuandopodemos considerar las acciones y los mviles degrandes grupos de personas. Si sabemos por ejem-plo que la quiebra de un Banco ha arrebatado200.000 libras esterlinas a los habitantes de Leedsy 100.000 a los de Sheffield podemos asumir conjusticia que el dao causado en Leeds ha sido unasdos veces mayor que el causado en Sheffield a noser que tengamos razones especiales para creer quelos accionistas del Banco residentes en una de las

    dos ciudades eran ms ricos que los residentes en lao t ~ a o que la prdida de empleo causada por laqUIebra recay en proporcionesdesiguales sobre lascIases trabajadoras de las dos ciudades.La mayora de los hechos con que est relacio-nada la Economa afectan en proporciones casi igua-les a todas las distintas clases de la sociedad; demodo que si las medidas en dinero de los beneficios

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    causados por dos hechos son iguales es racional yadaptado al uso el considerar que las cantidades debeneficios son equivalentes en ambos casos. Y ade-ms como lo probable es que dos grandes gruposde personas tomados al azar en dos lugares cuales-quiera del mundo occidental dediquen las mismascantidades de dinero a los usos ms elevados de lavida existe hasta alguna probabilidad prima f ciede que iguales aumentos en sus recursos materia-les producirn iguales aumentos en las comodidadesde la vida y en el progreso de la raza humana.3. EI hbito mismo est b s do en gr n p rte enl eleccin deliberada. Pasemos ahora a otro pun-to. Cuando hablamos de la medida del deseo pormedio de la accin para la cual constituye incentivono debe suponerse que asumimos que toda accinsea deliberada y sea el resultado del clculo. En esteaspecto como en todos los dems la Economa con-sidera al hombre tal como es en la vida usual y ensta no se pesan por anticipado los resultados detoda accin ya proceda el impulso hacia ella de lanaturaleza superior ya de la naturaleza nferiordel_h9mbre l

    Este es el caso especialmente de ese grupo de satisfacciones quese denominan generalmente los placeres de la competencia los cualescomprenden no solamente la leve emulacin de los juegos y pasatiemposde la caza y de las carreras sino las luchas ms serias de la vida profe-sional y mercantil y ocuparn gran parte de nuestra atencin cuando es-tudiemos las causas que rigen los salarios y los beneficios y las formasde organizacin industrial.Algunas personas son de temperamento indeciso y no podran darcuenta ni aun a s mismos de los mviles de sus acciones; pero si unhombre es decidido y reflexivo basta sus impulsos son el producto delas costumbres que ha adoptado ms o menos deliberadamente y yasean estos impulsos una expresin de su naturaleza superior o no yaprocedan de los mandatos de su conciencia de la presin de las relacio-nes sociales o de sus necesidades fsicas l les otorga una relativa pre-ferencia sin necesidad de reflexin porque en ocasiones anteriores hadecidido deliberadamente concederles esa preferencia. El hecho de ejecu-una accin ms bien que otra aunque no sea el resultado de un clcu-momento es el producto de determinaciones ms o menos delibe-tomadas por l anteriormente en casos algo similares.

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    Ahora bien, el lado de la vida con el cual la Economa tiene que ver especialmente, es aquel en elcual la conducta del hombre es ms deliberada, y enel cual ste considera ms a menudo las ventajase inconvenientes de cualquier accin especial antesde acometerla. Y ms particularmente es aquel ladode la vida del hombre en el cual, cuando ste obrasegn el hbito y la costumbre y procede por el momento sin clculo estos hbitos y costumbres hansurgido casi con toda seguridad, de un examendetenido y cuidadoso de las ventajas e inconvenientes de distintas normas de conducta. No sehabr establecido por regla general un balance deganancias y prdidas, pero los hombres, al regresara casa despus del trabajo, o en sus reniones so-ciales se habrn dicho el uno al otro que no tenacuenta hacer esto que sera mejor hacer esto otro.Lo que hace que una lnea de conducta se consideremejor que otra, no es necesariamente una ventajaegosta ni un provecho material; a menudo se ha br argumentado que este o aquel proyecto ahorraba algn trabajo o dinero, pero que era injustopara los dems o que pareca ruin o que hara seDrtirse ruin al que lo llevara a cabo.Es cierto que cuando un hbito o una costumbre,que se ha formado con arreglo a un conjunto de circunstancias, ejerce su influjo en otras condicionesno existe relacin exacta entre el esfuerzo y el finque ste logra. En pases atrasados existen todavamuchos usos y costumbres similares a los que obligaban a los cautivos a construir su propia crcel;stos son muy sugestivos para el historiador y debenser tenidos en cuenta por el legislador, pero en asuntos de negocios y en el mundo moderno esos hbitos pronto desaparecen.As pues, la parte ms sistemtica de la vida de

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    los hombres es generalmente aquella que les proporciona su subsistencia. El trabajo de todos aquellosque se dedican a una ocupacin cualquiera puede ser cuidadosamente observado; pueden hacerseacerca de l apreciaciones generales y stas puedencompararse con los resultados otras observaciones; pueden establecerse clculos numricos enrelacin con la cantidad de dinero o potencia adquisitiva general que se requiere para proporcionarlesun mvil suficiente.La renuencia a privarse de satisfacciones actuales ahorrando as para el uso futuro, se mide porel inters que produce la riqueza acumulada que proporciona incentivo suficiente para ahorrar para elfuturo. Sin embargo, esta medicin presenta algunas dificultades especiales cuyo estudio debemosdejar para ms adelante.

    4. Los mviles econmicos no son exclusivamen-te egostas pueden ser nobles. Debemos tener presente que el deseo de hacer dinero no procede necesariamente de mviles egostas aunque ese dineroest destinado para gastarlo en uno mismo. El dineroes un medio para distintos fines y si stos son nobles el deseo de conseguir el medio no es innoble.El muchacho que trabaja con ahinco y ahorra cuanto puede para poder ms tarde entrar a la Universidad, est ansioso de ganar dinero, pero esta ansiano es innoble. En una palabra, el dinero es la potencia adquisitiva y se busca como medio para todaclase de fines elevados y bajos, espirituales y ma teriales 1As pues, aunque es cierto que el dinero, la po-

    1 Vase el admirable ensayo de CUrCe LesUe sobre The Love oMoney Se o ~ e , en efecto, hablar de personas que buscan el dinero porsl mismo sin cuidarse de lo que puede comprar, especialmente al finaluna larga vida dedicada a los negocios, pero en este caso, como ense trata de un hbito que se conserva an despus de que el objeto

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    tencia adquisitiva, o el dominio de la riqueza ma-terial, es el centro alrededor del cual gira la cienciaeconmica; esto es as, no porque el dinero o la ri -queza material se consideren como el propsito prin-cipal del esfuerzo humano, ni como el principal ob-jeto de estudio del economista, sino porque en estemundo nuestro es el nico medio conveniente paramedir Jos mviles humanos en gran escala. Si losantiguos economistas hubieran aclarado este concep-to, habran evitado 1Jluchas malas interpretaciones,y las esplndidas enseanzas de Carlyle y de Ruskinacerca de los rectos propsitos del esfuerzo humanono habran sido obscurecidas por los rudos ataqueshechos a los economistas, ataques fundados en laerrnea creencia de que aquella ciencia no se ocu-paba de ms mviles que del deseo egosta de rique-zas y de que inculcaba una poltica de srdidoegosmo l

    Asimismo, cuando se dice que el mvil de unaaccin humana es proporcionado por el dinero quese trata de ganar, no se quiere significar con estoque la mente del que la ejecuta est cerrada a cual-q u i e ~ otra consideracin que no sea la de la ga-naUCIa, pues hasta las relaciones ms mercantilesde la vida suponen honradez y buena fe, y muchasde ellas dan por sentado, si no la generosidad, cuan-menos la ausencia de ruindad, y el orgullo queSIente todo hombre honrado al cumplir como es de-bido. Por otra parte, muchos de los trabajos conlos cuales los hombres ganan su subsistencia sonque se propona en un principio ha dejado de existir. La posesin de ri -quezas da a esas personas un sentimiento de poder sobre sus semejantesy les asegura una especie de respeto envidioso en el que encuentran ungran placer aunque mezclado de amargura. .

    . l En r e ~ l i ~ d puede concebirse un mundo en el cual hubiera unacl.encla economlCa muy parecida a la nuestra, pero en el cual no habriadmero o moneda de ninguna especie. Vanse los Apndices B, 8 y D, 2.

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    agradables en s mismos, y es cierta la afirmacinde los socialistas de que muchos de ellos podran ha -cerse todava ms agradables. Hasta el trabajo co-mercial, que parece a primera vista poco atrayente,proporciona a menudo gran placer porque ofreceamplio campo para el ejercicio de las facultades delhombre y para sus instintos de emulacin y de po-der, pues, as como un caballo de carrera o un atletafuerza todos sus nervios para adelantar a sus com-petidores y siente placer en ello, del propio modoun fabricante o un comerciante es a menudo esti-mulado mucho ms por la esperanza de vencer asus rivales que por el deseo de aumentar su for-tuna l5. Los economist s siempre han consider do l svellt j s que proporcion el tr b jo ms que l g -n nci material. Siempre ha sido costumbre de loseconomistas estudiar cuidadosamente las ventajas quehacen que las gentes tengan preferencia por una ocu-pacin, ya sean estas ventajas en forma de dineroo no. En igualdad de circunstancias, prefieren unaocupacin en la cual no necesiten ensuciarse las ma-nos, que les proporcione una buena posicin social,as sucesivamente, y toda vez que estas ventajas noafectan a todos exactamente del mismo modo, peros a la mayora de las personas en una forma casi si-milar, su fuerza de atraccin puede ser calculada ymedida por los salarios en dinero a los cuales se con-sideran equivalentes.

    Tambin el deseo de obtener la aprobacin general,de evitar el desprecio de los que nos rodean, es unestimulo que a menudo obra con cierta uniformidaden toda clase de personas en un lugar determinado yen una poca dada, si bien las condiciones locales y1 Algunas observaciones acerca del gran desarrollo de la Economatal como se concibe en Alemania se encontrarn en el Apndice D, 3.

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    8 ALFREDO MARSHALLtemporales influyen en gran manera no solamente enla intensidad del deseo de obtener la aprobacin sinotambien en la calidad de las personas cuya aprobacin se desea. Un hombre de carrera por ejemploo un artesano sern muy sensibles a la aprobacin odesaprobacin de los de su misma ocupacin y sepreocuparn poco del parecer de las dems personas; y existen muchos problemas econmicos cuyoestudio sera enteramente errneo si no se tomara elcuidado de observar los mviles semejantes a stosque hemos mencionado y de calcular con bastanteexactitud la fuerza de los mismos.As como puede haber un tinte de egosmo en undeseo que parece encaminado al bien del prjimodel mismo modo puede haber un elemento de orgullopersonal en el deseo del hombre que anhela que sufamilia prospere mientras l viva y despus de sumuerte. Pero de todos modos los afectos familiaresrevisten generalmente una forma tan pura de altrusmo que su accin podra presentar poca aparienciade regularidad si no fuera por la uniformidad queexiste en las relaciones de familia. En realidad suaccin es bastante regular y los economistas han con-tado siempre con ella especialmente en relacin conla distribucin de los ingresos de la familia entre susvarios miembros los gastos de educacin de los hijos y la acumulacin de la riqueza que ha de dejara los suyos el jefe de la familia para despus de sumuerte.No es pues la falta de deseo sino la falta de posibilidad la que impide a los economistas tomar encuenta la accin de mviles como stos y ellos vencon agrado el hecho de que ciertos actos filantrpicos puedan ser consignados en estadstica y hastatomados por base para sentar leyes econmicas siempre que se tomen promedios suficientemente amplios.

    PRINCIPIOS DE ECONOMA 9Apenas existe en verdad mVil alguno tan caprichoso

    tan irregular que no pueda servir de base para sentar una ley con respecto al mismo con la ayuda deuna observacin detenida y paciente. Sera posiblepor ejemplo por ejemplo predecir con bastanteexactitud las cuotas con que una poblacin inglesade 100.000 habitantes de posicin mediana contribuirian para sostener hospitales iglesias y misiones yuna vez sentado esto existe una base suficiente paradiscutir econmicamente acerca de la oferta y de la

    d ~ m n d en relacin con los servicios de enfermerasmisioneros y otros ministros religiosos. Sin embargosiempre subsistir el hecho de que la mayor parte deaquellas acciones que son debidas a un sentimientode deber y de amor al prjimo no pueden ser clasificadas ni medidas ni reducidas a leyes inmutables y es por este motivo-y no porque dichas accio-nes no estn basadas en el inters propio--que losprincipios de la Economa no pueden series aplicados.6. Los mviles que impelen a l ccin colect ivson de una import nci creciente p r el economis-ta --:-Los primitivos economistas ingleses quiz dedicaban demasiada atencin a los mviles de la accinindividual; pero es el hecho que los economistascomo todos los que cultivan alguna ciencia social seocupan principalmente de los individuos como miembros del organismo social. As como una catedral esalgo ms que las piedras que la componen y que unapersona es algo ms que una serie de pensamientos yde sensaciones del mismo modo la vida de una so-ciedad es algo ms que la suma de las vidas de susmiembros individuales. Es cierto que la accin delconjunto est formada de la de sus partes constitu

    , . O : ; J ~ . ~ . y que en la mayora de los problemas econ-el mejor punto de partida se halla en los

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    mviles que afectan al individuo considerado nocomo un tomo aislado sino como miembro de algngrupo especial comercial o industrial pero no esmenos cierto como lo han consignado algunos escri-tores alemanes que la Economa se ocupa principal-mente v con inters creciente de los mviles relacio-nados ~ o n la propiedad colectiva de bienes y con elcumplimiento colectivo de importantes fines. La cre-ciente formalidad de nuestra poca la inteligenciacada da ms desarrollada de las masas populares yel poder del telgrafo de la prensa y de otros mediosde comunicacin vienen a ensanchar constantementeel radio de la accin colectiva encaminada al bienpblico; yesos cambios juntos con la difusin delmovimiento cooperativista y de otras clases de asociacin voluntaria van en aumento debido a la in -fluencia de varios mviles aparte del de la gananciapecuniaria; proporcionan constantemente al economista nuevas oportunidades de medir mviles cuyaaccin haba parecido hasta ahora imposible reducira leyes definidas.La variedad de esos mviles las dificultades que sepresentan al medirlos y la manera de vencer estasdificultades figuran entre los temas principales quehemos de tratar en esta obra. Casi todos los puntosque hemos tocado en el presente captulo habrn deser estudiados ms detalladamente con referencia aalguno o a algunos de los principales problemas econmicos.

    7.-La Economa se ocupa principalmente de unsolo aspecto de la vida humana pero es la vida eun hombre real no de un ser ficticio.-Podemossentar como conclusin provisional que los econQmistas estudian las acciones de los individuos en re-lacin con la vida social ms que en relacin con lavida individual y que por consiguiente se ocupan

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    muy poco de las particularidades personales de ca-rcter de temperamento. Observan cuidadosamenteel modo de obrar de toda una categora de personasa veces de toda una nacin a veces solamente de todos los que viven en determinado lugar ms a menu-do de los que se dedican a una misma ocupacin enuna misma poca y en un mismo lugar; y con laavuda de estadsticas o en otra forma averiguan~ n t o dinero por trmino medio los miembros delgrupo especial estudiado estn dispuestos a pagarcomo precio de determinada cosa que desean o cun-to debe ofrecrseles para inducirles a producir ciertoesfuerzo o soportar cierta molestia. La medida asobtenida no es en verdad perfectamente exacta puessi lo fuera la Economa estara a la par de las cien-cias fsicas ms adelantadas no como ahora lo estde las menos adelantadas.Sin embargo la medida es suficientemente exactapara permitir a las personas experimentadas estable-cer bastante bien los resultados que habrn de pro-ducir los cambios efectuados en esos mviles. Aspor ejemplo pueden calcular con bastante exactitudla suma que se necesitar para obtener un suminis--tro -apr opiado de mano de obra de toda clase desdela superior hasta la inferior para un negocio nuevoque se trate de implantar en cualquier lugar. Cuandovisitan una fbrica de una especialidad para ellosdesconocida pueden decir con una diferencia deuno a dos chelines por semana qu salario gana untrabajador con slo observar la clase de ocupacina que se dedica y el esfuerzo que supone para susfacultades fsicas mentales y morales. Y pueden pre-decir con bastante seguridad qu aumento de precioseguir a una disminucin dada en la produccin deun artculo determinado en qu forma ese aumen-to de precio vendr a influir en la produccin.

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    52 ALFREDO MARSHALLPartiendo de sencillas consideraciones de esta n-dole los economistas pasan a analizar las causas que

    rigen la distribucin local de diferentes clases deindustria los trminos en que los pueblos que vivenen pases lej anos cambian sus mercancas con otrosas sucesivamente; y pueden explicar y predecir laforma en que las fluctuaciones del crdito afectarn

    l comercio exterior o la extensin en que la cargade un impuesto dejar de pesar sobre aquellos que lopagan para recaer spbre el consumidor y as sucesivamente.

    En todos estos asuntos consideran al hombre talcomo es no como un ente econmico abstracto sinocomo una criatura de carne y hueso. Tratan de unhombre que es influenciado en gran manera por m-viles egostas en su vida mercantil pero que si obraa veces por vanidad. y por clculo tambin siente amenudo satisfaccin en cumplir bien su cometido ensu propio inters o en sacrificarse por el bien de sufamilia de sus convecinos o de su patria y apreciauna vida virtuosa en lo que vale. Tratan del hombretal como es; pero como se ocupan principalmente deaquellos aspectos de la vida en que la accin de unmvil es tan regular que puede predecirse y que elclculo de las fuerzas motrices puede comprobarsepor los resultados han establecido su trabajo sobreuna base cientfica.

    En primer lugar tratan de hechos que pueden ob-servarse y de cantidades que pueden medirse y regis~ a r s e de modo que cuando se suscitan diferenciasde opinin con respecto a ellos stas pueden ser confrontadas con los datos consignados en registros p-blicos bien establecidos con lo cual la ciencia obtie-ne una base slida para su trabajo. En segundo lugarlos problemas que se clasifican como econmicos porreferirse especialmente a la manera de obrar del

    PRINCIPIOS DE ECONOMA 53hombre bajo la influencia de mviles que pueden me-dirse por medio de una suma de dinero vienen aconstituir un grupo bastante homogneo. Natural-mente tienen muchas materias en comn como sedesprende de la misma naturaleza del caso. Peroadems aunque esto no es tan evidente a priori re -sulta que en el fondo de la mayora de ellos existeuna unidad fundamental de forma y que por consiguiente al estudiarlos en conjunto se obtiene lamisma ventaja que al efectuar la entrega de todaslas cartas de una calle por medio de un solo carteroen lugar de hacer que cada una de ellas sea entrega-da p.or un mensajero. En efecto los anlisis y razo-namIentos que hayan de aplicarse a cada grupo deproblemas sern generalmente tiles para los de-ms grupos.As pues no es preciso recurrir a disquisicionesescolsticas para everiguar si una consideracin de-terminada entra en el campo de la Economa. Si elasunto es de importancia lo tomaremos en cuenta enla medida de lo posible. Si es un punto acerca delcual existen opiniones divergentes que no pueden-contrastrse a la luz de conocimientos exactos y biensentados si es un punto acerca del cual los principiosgenerales del anlisis y del razonamiento econmicono pueden tener aplicacin no lo tomaremos en cuen-ta en estos estudios que son puramente econmicos.Pero obraremos en esa forma tan slo porque el in-tentar ocuparnos de ese punto disminuira la seguri-dad y la exactitud de nuestros conocimientos econ

    ~ o s sin ningn provecho sensible y recordandoSIempre que ha de ser tomado en cuenta por nues-tro instinto tico y nuestro sentido comn cuandostos como rbitros finales vengan a aplicar a finesprcticos el conocimiento obtenido por medio de la

    : . L . I U J , ~ U J L l l ~ i : l y de otras ciencias.