Meditación Del Reino

Embed Size (px)

Citation preview

  • 8/20/2019 Meditación Del Reino

    1/1

    MEDITACIÓN DEL REINO

    El primer preámbulo es composición viendo el lugar; será aquí ver con

    la vista imaginativa sinagogas, villas y castillos por donde Cristo nuestroSeñor predicaba.

    El segundo, demandar la gracia que quiero; será aquí pedir gracia anuestro Señor para que no sea sordo a su llamamiento, mas presto ydiligente para cumplir su santísima voluntad" [91]

    "El primer punto  es poner delante de mí un rey humano, elegido demano de Dios nuestro Señor, a quien hacen reverencia y obedecentodos los príncipes y todos hombres cristianos. [92]

    El segundo, mirar cómo este rey habla a todos los suyos, diciendo: Mivoluntad es de conquistar toda la tierra de infieles; por tanto, quien

    quisiere venir conmigo ha de ser contento de comer como yo, y así debeber y vestir, etc.; asimismo ha de trabajar conmigo en el día y vigilaren la noche, etc.; porque así después tenga parte conmigo en lavictoria, como la ha tenido en los trabajos. [93]

    El tercero, considerar qué deben responder los buenos súbditos a reytan liberal y tan humano; y, por consiguiente, si alguno no aceptase la

     petición de tal rey, cuánto sería digno de ser vituperado por todo elmundo y tenido por perverso caballero" [94].

    Para escuchar el llamamiento del Señor y trabajar por El, es necesario tener conciencia de símismo, de mis pequeñeces, por supuesto, pero también de todas las cosas buenas que Dios ha puestoen mí, de mis posibilidades, de mis talentos,... Nada de acomplejarse, de achicarse, de ceder a los

    miedos. ¡Hay que ser valiente y decidido para luchar contra estas tentaciones del mal espíritu! "Antes depensar en ofrecerse hay que pensar en ser", es preciso que nazca el hombre, sabiendo que éste "nollega a ser hombre más que si se abre al amor en la libertad". Para ofrecerse a Dios el ser humano debe1

    encontrarse primero a sí mismo.

     A todos y cada uno se nos invita a entregarnos desde la realidad de nuestro propio yo, de mipropio ser. Me tengo que aceptar y querer para poderme entregar. Amar todo lo bueno que Dios hapuesto en mí: mis facultades, mis sentidos, mi cuerpo, todo mi ser,... Desde aquí es como debo seguir alSeñor y trabajar para El. Y esto sin narcisismo de ningún tipo, sin retener nada para mí, sino desde elfirme deseo de darme a la persona de Cristo.

    Jean LAPLACE S.J. “Diez días de Ejercicios” p.791