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un cuento de Rafa LLorens Ortin En busca de la luz del reino

Sakatun Ke Pen en busca de la luz del reino

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Un cuento, un mundo, un deseo...

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un cuento de

Rafa LLorens Ortin

En busca de la luz del reino

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SAKATUN KE PEN

un cuento de

Rafa LLorens Ortin

En busca de la luz del reino

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SAKATUN KE PEN

En busca de la luz del reino

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Todo parecía normal aquella mañana en Sin Yen, un pueblecito de gente humilde en el que la mayoría eran agricultores dedicados al laborioso cultivo del arroz.

Allí vivía Sakatun Ke Pen, hijo de Kesu Mun y Ke Tun, un joven muchacho que no podía esperar el im-portante papel que el destino le tenía reservado.

En busca de la luz del reino

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Nuestra historia comienza en un lugar muy lejano, en el palacio de Kuanto Mo Nei, donde una fría mañana de invierno el anciano, místico y visionario Noveo NA tuvo una extraña premonición que provocaría un gran cambio en la nación.

En su profecía, un gran y rechoncho poder se alza-ría al llegar el año del conejo y robaría la luz del reino para saciar sus más profundos deseos y que llegado ese momento solo el verdadero amor podría restaurar la normalidad de la nación.

El emperador Ton Tín interpretó la profecía del sabio y pensó que no podía permitir que bajo ningún

concepto ningún aldeano con sobrepeso se llevara la luz de su reino y cegado por el amor Telokomo To, su primogénita y la luz de sus ojos, instauró en el reino una ley de restricción alimenticia para el pueblo, el decreto Tunokome Yosi por el cual prohibía a el pueblo comer sin el expreso consentimiento del palacio real, el cual se encargaría desde ese momento de distribuir cartillas de racionamiento con las que se podían adqui-rir pequeños sacos de algas comestibles.

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Estos saquetes verdes se convirtieron en la única fuente de alimento permitida del reino y poco apoco los sinyenenses se fueron consumiendo por la amargura del sabor de tan sosainas plantas o puede que probable-mente por la falta de aporte calórico y proteínico de sus dietas.Se convirtieron en personas enclenques y de moral minada, y su gran apetito les llevó a perder la cordura y convertirse en temibles zombis que devoraban a todo aquel que se adentraba en la región.Ton Tín se vio encerrado en los terrenos de su propio palacio, el cual se mantenía inquebrantable gracias a la guardia real, los Kallake Temato, una banda de diminutos pero poderosos ninjas.

Poco a poco vieron como sus bodegas y despensas quedaban más y más vacías, y el emperador envío una garza mensajera a los reinos vecinos pidiendo la ayuda de algún valeroso guerrero que pudiera hacerles llegar reservas alimenticias.

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Sus esfuerzos llegaban tarde, ya que dentro de palacio había demasiadas bocas que alimentar y la banda Kallake llevaba demasiado tiempo alimentándose de algas verdes con lo que terminaron transformándose en zombis y poseídos por el hambre fueron a las mazmorras a buscar

a Tan Ga ka, el legendario panda asesino del reino pues era la mayor fuente de alimento que un zombi podía desear ya que gracias a sus grandes reservas de grasa y a la meditación en su cautiverio no había sucumbido todavía a la ingesta de algas.

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Cegados por el hambre la guardia real fue a por su suculenta presa y como era de esperar, el poderoso guerrero no tuvo ningún problema en librarse de una banda de zombis desnutridos, por muy ninjas que sean.Liberado por fin se dirigió a los aposentos reales

donde raptó a Telokomo To para convertirla en su esposa como siempre había anhelado y encerró a Ton Tín en las mazmorras como venganza a los años de apresamiento.

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La garza real, también malnutrida de su estancia en palacio, no alcanzó su objetivo y desfalleció en pleno vuelo hiendo a aterrizar en la mismísima olla de Sa-katun, que se encontraba en el campo preparando un buen cocido de arroz Wa Rozi ki, una receta secreta de su familia.

Se asombró al descubrir la nota que había en la patita del animalillo y mucho más al ver que estaba cerrada con el sello real. No tardaría mucho en saber que el ave y la carta habían caído en sus manos por una simple casualidad. Sakatun se estremeció al saber que el emperador estaba en graves apuros y lo peor de todo, que la princesa también. Él la había conocido de niño cuando sus padres trabajaban en palacio coci-nando arroz para la familia real y, mientras tanto, ellos se escabullían a jugar en los bellos jardines a escondidas de sus respectivas familias, que no veían bien su amistad debido a su diferencia de clase social. Esos encuentros fueron interrumpidos y no pudieron volver a verse desde que Ton Tín despidió a Ke Sumun y Ke Tun al

aficionarse a comer ramen precocinado de una de las grandes cadenas de restaurantes locales y no necesitar-los más como cocineros.

Al terminar la nota el valor creció dentro de Sa-katun, que se dio cuenta que la única persona a la que realmente había amado estaba en grave peligro y decidió hacer algo…pero ¿qué podía hacer un simple agricultor aprendiz de cocinero para ayudar al reino?.De repente vio que la decrépita garza real había re-cuperado su aspecto normal y volvía a recobrar su vitalidad y enseguida comprendió que al caer en la olla había ingerido la receta especial que le habían legado sus padres al fallecer años atrás.

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No lo dudó mucho tiempo y llenó una mochila de bambú de su cocido anti zombis, se enfundó el traje bondage de cuero negro que heredó de su abuelo el pervertido del pueblo, ya que era la única prenda que le protegía la espalda del calor de la mochila y se diri-gió hacia el encuentro de su amada.

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Al l legar las puertas de palacio se encontró el primer inconveniente ya que los aldeanos zombis estaban custodiando la puerta principal porque era el único rincón de la zona donde quedaba algún bocado que llevarse a la boca.

Al notar su presencia, los hambrientos zombis se abalanzaron hacia Sakatun que, armado con un cazo, comenzó a lanzar bolas de arroz cocido la sus bocas y veía cómo iban recobrando poco a poco la normali-dad. Consiguió atravesar la primera ofensiva y alcanzar una entrada secreta a palacio que había conocido con Telokomo de pequeñín.

El pasadizo conducía al salón real, y al alcanzar el otro lado se encontró de frente con Tan Ga Ka, que había atado fuertemente a Telokomo al trono y que ya lo estaba esperando por culpa del revuelo que se había armado en la batalla de la entrada.

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El panda cruzó una desafiante mirada con Sakatun y sin mediar palabra saltó encima de él para aplastarlo de un solo golpe. SaKatun no era un rival para Tan Ga ka. Ni era guerrero ni iba armado para confrontarlo así que en un instante de desesperación le lanzó lo único que llevaba encima, su mochila de bambú llena de Wa Rozi Ki para intentar derribarlo en pleno vuelo, pero el hábil y peludo contrincante destrozó la mochila de un solo bocado y la engulló.

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Sakatun cerró los ojos y se encogió creyendo que aquel era su fin, pero no ocurrió nada. Al abrir los ojos vió a Tan Ga Ka de pié en frente de él con una sonrisa mayor de la que nadie le hubiera conocido nunca y sin rastro de maldad en su voz, el panda le dijo al pequeño cocinero que jamás había probado un bambú tan buen como aquel, que le recordaba a la comida que le preparaba su madre de pequeño antes de que el empe-rador utilizara todas las reservas locales de bambú para construir muebles de diseño para todas sus residencias vacacionales con lo que las familias de pandas tuvieron que emigrar.

Ese sabor limpió el rencor del corazón de Tan Ga ka, que liberó a la princesa a cambio de que Sakatun le prometiera ser su cocinero particular.

Todos juntos repartieron cocido anti zombi al resto de la población y restauraron la paz de la nación. En cuanto a Ton Tin, después de ir a terapia por sus horas de cautiverio sin tener mucho éxito, fue declarado incapa-citado mental por el poder judicial y Telokomo asumió

el trono de Sin Yen; ahora protegido por el general Tan Ga ka (conocido hoy en día como el Goloso).

Convertido en marido de Telokomo, Sakatun Ke Pen rompió las barreras sociales y se convirtió en co-cinero real y en el marido de Telokomo; no tuvo que luchar nunca más y solo se enfunda su traje bondage en la intimidad.

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CONTINUARÁ...

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