Renuncia de Roque Dalton A

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    Renuncia de Roque Dalton a "Casa de las

    Amricas"

    Martes, 12 de Febrero de 2013 21:26

    Roque Dalton trabaj para la revista cubana "Casa de las Amricas" hasta1970.

    SAN SALVADOR-Carta de Roque Dalton a sus compaeros del Partido Comunista cubano,donde les explica las razones de su renuncia a la revista Casa de las Amricas.

    Dalton estuvo en esta revista desde 1965 como colaborador ocasional, hasta convertirse enparte del equipo de Casa de las Amricas. En 1970, por las razones que ilustra en la cartasiguiente, renuncia a la revista cubana.

    Carta:

    La Habana, 7 de agosto de 1970Ao de los Diez Millones

    Compaeros de la Direccindel Partido Comunista de CubaPresente

    Queridos compaeros:

    Por medio del compaero N. se me ha solicitado la siguiente informacin para ser elevada alconocimiento de ustedes. Se trata de una informacin sobre los hechos y motivaciones quecondujeron a la presentacin de mi renuncia como trabajador de Casa de las Amricas y comomiembro del Comit de Colaboracin de la revista Casa.

    Dada la complejidad de la materia cultural con que estos hechos tienen relacin, tratar de

    hacer un informe sumamente amplio, comenzando por historiar mis relaciones con Casa de lasAmricas. Creo que en un asunto en el que se mezclan problemas ideolgicos, de

    http://www.rdarchivo.net/letras-rd/renuncia-de-roque-dalton-a-casa-de-las-americashttp://www.rdarchivo.net/letras-rd/renuncia-de-roque-dalton-a-casa-de-las-americashttp://www.rdarchivo.net/index.php?option=com_mailto&tmpl=component&link=9b9f6eddc0c4ec3d05ed8d096d4ff651b520acfahttp://www.rdarchivo.net/index.php?view=article&catid=4%3Aletras-rd&id=216%3Arenuncia-de-roque-dalton-a-qcasa-de-las-americasq&tmpl=component&print=1&layout=default&page=&option=com_content&Itemid=5http://www.rdarchivo.net/letras-rd/renuncia-de-roque-dalton-a-casa-de-las-americas/pdfhttp://www.rdarchivo.net/letras-rd/renuncia-de-roque-dalton-a-casa-de-las-americashttp://www.rdarchivo.net/letras-rd/renuncia-de-roque-dalton-a-casa-de-las-americas
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    procedimiento, de estilo de trabajo, etc., con problemas personales, visiones subjetivas, etc.,cierta minuciosidad en los detalles puede ayudar a una mejor comprensin.

    Deseara hacer antes de entrar en materia las siguientes aclaraciones:

    a) En las siguientes lneas expondr absolutamente mi criterio personal. Ello quiere decir quemis opiniones no comprometen en manera alguna a la organizacin revolucionaria a quepertenezco, la cual no tiene opinin formada sobre los hechos que expondr. Tambin elloquiere decir que sta es una visin necesariamente parcial de los hechos, a pesar de quepondr todo mi esfuerzo por lograr la mayor objetividad que me sea posible en la exposicin. Demi exposicin se desprende la existencia de otras versiones.

    b) Tratar de evitar en lo posible el anlisis de los hechos, as como las interpretacionespolticas o ideolgicas de los mismos, limitndome salvo en algunos momentos en que seaindispensable dar una opinin a exponerlos.

    c) Deseo dejar constancia de mi criterio acerca de que gran parte de los problemas que

    plantear han sido originados en la prctica acefalia en que qued Casa de las Amricas ante laintegracin de la compaera Hayde a los trabajos de la zafra. Aunque pueda sonar a unaespecie de atrevimiento, yo quisiera excluir a la compaera Hayde, explcitamente, de losalcances, las motivaciones y dems problemas concomitantes a mi renuncia, y dejar expresadoaqu mi respeto, mi simpata, mi confianza y mi agradecimiento revolucionarios para ella. Locual no excluye, por mi parte, desde luego, la posibilidad de examinar con ella cualquierresultante de la situacin planteada.

    Mis relaciones con Casa de las Amricas datan de 1962. En el Concurso de ese ao, mi libroEl Turno del Ofendido, fue mencionado y publicado luego por la casa. En aquella pocapubliqu tambin en las colecciones de la Casa, un cuaderno sobre Vallejo y dos monografas(El Salvador, Mxico). Comenc a colaborar en la Revista, dirig la coleccin de monografasLatinoamericanas y particip en las labores de la Casa en conferencias, discusiones, recitales,

    etc. En 1963 volv a mi pas, del cual volv a salir en 1965 hacia Praga, a fin de representar a miPartido en la REVISTA INTERNACIONAL. Estando en Praga recib una carta del cro. Retamaren que me invitaba a formar parte del Comit de Colaboracin de la Revista Casa. Yo tenadudas pues consideraba que todos los otros miembros del Comit tenan un alto nivel literario,pero despus de consultar a mi Partido y de las aseveraciones del propio Roberto en el sentidode que con su llegada a la Direccin de la Revista esta devendra en una publicacin mspoltica e ideolgica, aunque conservando su carcter cultural, acept, aquella distincin.

    Bajo la Direccin del cro. Retamar, la Revista Casa fue pronto considerada una de las revistaspoltico-culturales ms importantes, sino la ms importante, de Amrica latina. Esta lnea detrabajo fue ratificada en la Primera Reunin del Comit de Colaboracin de la Revista (enero,1967, ) y en la segunda (enero, 1969).En toda esta etapa colabor regularmente en la Revista y desempe diversas tareasrelacionadas con la difusin de la Tarea de Casa en Europa, atencin de invitados de Casatransentes por Praga (en colaboracin con la Casa de la Cultura Cubana), etc.En 1968, por razones conocidas por la Direccin del PC de Cuba, dej la Revista Internacional yvine a Cuba temporalmente, despus de haber recibido una importante invitacin en estesentido del compaero Fidel Castro.

    A causa de la prolongacin de mi estancia en Cuba por motivos de fuerza mayor, conocidos porlos rganos correspondientes de la Revolucin, comenc a colaborar estrechamente con laCasa de nuevo, hasta que se me propuso formar parte de la misma como trabajador. Acept y ala vez propuse una forma especial de integracin, debido a mis condiciones de vida en Cuba, amis obligaciones polticas y al volumen de mi trabajo como escritor. Se decidi que haratrabajos para diversas secciones de la Revista (independientemente de mis colaboraciones de

    fondo) y que me encargara de ayudar al cro. Morales en la edicin de la coleccin Cuadernos.Se acept asimismo que yo trabajara sin sujecin a horario y sin otros compromisosadministrativos, sindicales, de movilizacin, etc. Posteriormente se me relev de las

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    obligaciones en la Revista para encargarme la confeccin de una Antologa de la PoesaLatinoamericana, interrumpida por la disgregacin del equipo original (Padilla, Romualdo, Lihn,etc.). En la nmina de trabajadores se me asign un salario de 150 pesos mensuales.

    Cumpl con mis obligaciones con la produccin agrcola de acuerdo con mis posibilidades. Por

    Casa estuve en la zafra cerca de dos semanas y por otros organismos un total similar. Salvopocas excepciones no estuve en condiciones de asistir al trabajo agrcola dominical, puesdebido a mis ocupaciones cotidianas he usado los fines de semana para trabajar en mis libros.Quiero aclarar que desde hace ms o menos dos aos la direccin de mi obra ha tomado unrumbo poltico directo, dejando de ser una tpica obra personal y as, en ese lapso, hetrabajado prioritariamente en los siguientes libros:

    REVOLUCIN EN LA REVOLUCIN Y LA CRTICA DE DERECHA. Ensayos sobre Debray, yapublicado por Casa, junio 70, 204 pag.

    MIGUEL MRMOL, EL COMUNISTA QUE SOBREVIVI. Testimonio, a partir de una vidapersonal, de la historia del movimiento obrero y del PC de El Salvador, principalmente en torno

    y a partir de la insurreccin campesina de 1932, con ensayo introductorio y documentos. Estelibro an est en elaboracin a causa de su volumen: tengo ya en versin definitiva ms de 600pginas, pero falta copiar unas 300 o 400 ms.

    PROFESIN DE SED. Coleccin de ensayos polticos que rene, actualizados, los trabajos quepubliqu en la Revista Internacional (el movimiento estudiantil latinoamericanos, los catlicos, lacrisis de estructuras, etc); diversos trabajos sobre aspectos de la lucha armada continental(respuesta al Eplogo al diario del Che del PC salvadoreo; Guerra El Salvador-Honduras an en elaboracin; artculo de la Revista Cine Cubano, sobre la especificidad de la violenciaindgena, etc); y artculos sobre literatura e intelectualidad: Vallejo, el Boom, la estticarevolucionaria del tercer mundo, etc.

    Este trabajo central y la elaboracin simultnea y paulatina de mi obra literaria personal o sea:

    tres libros de poemas (Taberna y otros lugares, Premio Casa 1969, ya publicado; Un librolevemente odioso, indito, 250 pginas, y Los hongos, indito, en elaboracin, 50 pginas); dosnovelas (La historia secreta del Pulgarcito, 322 pginas escritas, an en elaboracin; Dalton yCa, en temprana etapa de elaboracin, apenas con un captulo escrito: siendo la primera unahistoria de la violencia en El Salvador a travs del ojo de los poetas y la segunda una biografaapcrifa de mi padre, ejemplificando la penetracin del capital norteamericano enCentroamrica) y un testimonio carcelario personal, conforman el tipo de trabajo intelectual quedesarrollo en la actualidad y que he venido desarrollando en los ltimos dos aos y queconsidero principal EN LAS CONDICIONES PERSONALES Y POLTICAS DE UN MILITANTEREVOLUCIONARIO QUE SLO TEMPORALMENTE RESIDE EN CUBA Y QUE DEBEPREPARAR DIVERSAS CONDICIONES PARA SU PARTICIPACIN FUTURA EN LAACTIVIDAD CONCRETA EN AMRICA LATINA.Esta actividad fue la que no me hizo posible una integracin a tiempo completo en las laboresde Casa. Sin embargo, esta integracin parcial a Casa tambin colabor para que yo pudierarendir mi colaboracin en diversas publicaciones cubanas: Bohemia, Revista Cuba,Tricontinental, Cine Cubano, Granma, Revista de la Universidad de Oriente, Unin, Taller, LaGaceta de Cuba, OCLAE, y en publicaciones latinoamericanas como Siempre, Punto Final,Marcha, etc., y mi colaboracin con Prensa Latina (Servicios Especiales) y otros organismosculturales cubanos como Universidades, Escuelas de Arte (charlas, conversatorios, recitales,etc).Adems de estas labores, particip en las reuniones del Consejo de Colaboracin de Casa delas Amricas, en las reuniones previas y posteriores a la Mesa Redonda sobre El intelectual yla sociedad, de cuyo grupo form parte, confeccion prlogos para diversos libros publicadospor Casa, particip en paneles, discusiones, etc.

    A esta labor se podra agregar mi participacin en la discusin, gestiones, entrevistas y demsactividades a que eventualmente dieran lugar los cambios ocurridos en la composicin ydiversas posiciones del Comit de Colaboracin de la Revista. Este es un hecho conocido, una

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    especie de secreto a voces, sobre el que vale la pena detenerse.

    De los catorce miembros del Comit original, hay que decir que seis, por lo menos (yexceptuando mi caso), han variado en sus posiciones o presentado puntos de vista conflictivoscon los principios en que se haba basado nuestro trabajo anterior o por lo menos discrepancias

    de fondo frente a lo que cree la mayora del Comit acerca de la literatura y la revolucin. Elcompaero Zalamea falleci. Carballo y Rama han interrumpido en la prctica su colaboracincon la revista. Vargas Llosa ha chocado frontalmente con los criterios revolucionarios en el casode Checoslovaquia o en el caso Padilla. Ha llegado a difundir en revistas anticomunistasrumores contra la Revolucin Cubana (Desnoes est preso). Eso, sin hacer referencia a susactitudes en torno al Premio Rmulo Gallegos y a la gesta del Che, de lo cual tiene ampliainformacin y criterios vlidos la direccin de Casa. Rama est hoy (como ha estado MarioVargas) dando ctedras en universidades norteamericanas y puertorriqueas. No tendra nadade inslito si no nos hubieran acompaado en atacar la colaboracin con el imperialismo en elterreno cultural. Julio Cortzar, de cuya honestidad no dudo, tambin ha discrepado fuertementeen diversos niveles polticos, estticos y de otra ndole y puede decirse que con l hay en estosmomentos un virtual estado de discusin. Si a esto se agrega el alejamiento del compaeroLisandro Otero por razones que, supongo, van ms all de sus excesivas ocupaciones, elpanorama del Consejo de Colaboracin dista mucho de ser el mismo de antes y necesitardesde luego de un examen especial por parte de la propia Casa a fin de restituirle suoperatividad.

    Desde luego, me hago cargo de que mi renuncia agudiza relativamente este panorama, aunquemi direccin no es, por cierto, el rumbo que lleva a las revistas anticomunistas o a lasuniversidades norteamericanas. No creo que el nivel de agudizacin que yo pueda haberaportado vaya ms all de ningn lmite que no sea perfectamente manejable en un sentidopositivo.Hablar ahora del Premio Casa 1970, en el marco del cual sobrevino mi renuncia.

    Ya desde 1969 la compaera Hayde haba anunciado en su discurso inauguratorio algunas

    innovaciones tendientes a hacer del Premio Casa un premio ms acorde con la profundizacinde la Revolucin Cubana y con las necesidades nuevas de la Revolucin Latinoamericana.Como primera providencia, la compaera Hayde manifest que para 1970 se intentaraintegrar a los jurados con intelectuales latinoamericanos provenientes de Latinoamrica y converdaderos europeos. Asimismo se ampli el premio al gnero de testimonio, para mejorrecoger las vivencias latinoamericanas.

    Cuando nos enfrentamos al trabajo preparatorio del Premio 70, el panorama cultural cubano hablando en trminos muy generales estaba presidido por varias incidencias negativas oconfusas. En primer lugar, la prctica postracin de importantes instituciones culturales cubanas(UNEAC, Consejo Nacional de Cultura, la mayora del frente teatral, musical, etc.), lapersistencia de los efectos de problemas del pasado reciente como el caso Padilla, lainminencia de cambios en los ms altos niveles de Educacin y Cultura (salida del compaero

    Llanusa, etc.), la ola de rumores acerca de nuevas orientaciones en la poltica cultural delgobierno revolucionario, etc.

    En lo exterior se perfilaba con mayor claridad lo que he llamado insistentemente el cercoideolgico contra la Revolucin Cubana en el que participan, entre muchsimos otrospersonajes y organismos, intelectuales como K. S. Karol, Dumont, Hans Magnus Enzensberger,Teodoro Petkoff, Jorge Abelardo Ramos, etc., aprovechndose de problemas tan variados comolos que van desde la zafra de los diez millones hasta los ataques de Douglas Bravo y scarZamora, pasando por las posiciones cubanas frente a Checoslovaquia o el ltimo premio que setenga a la mano de la UNEAC.

    A esas alturas, sin embargo, ya en Cuba se haba incorporado al patrimonio poltico de la

    Revolucin la ofensiva revolucionaria, Fidel haba definido las posiciones internacionales de laRevolucin y planteado los problemas internos en un impresionante conjunto de discursos(centenario de Lenin, discurso de los pescadores, anlisis de la zafra) y una lnea de masas

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    (con el proletariado al frente) fue ratificada y planteada a niveles nuevos (como se comprobaraposteriormente con el discurso del 26 de julio y la comparecencia televisada del compaeroRisque).

    En ese contexto (y sobre todo cuando fue claro que el jurado que vendra y se integrara sera

    compuesto por una mayora de personal altamente politizado Vilar, Gunder Frank, Walsh,Galeano, Buenaventura, Escobar, Delgado, Prada Oropeza, don Carlos Quijano, Rufinelli, etc.y por una minora que se podra considerar como personal posiblemente conflictivo por tratarsede amigos con ideologas no definidamente revolucionarias Cardenal, Skrmeta, etc.), secomenz a preparar polticamente al conjunto del personal de Casa de las Amricas y a losjurados cubanos y extranjeros residentes en Cuba. Era tan evidente la necesidad de elevar elnivel poltico del Premio que entre los jurados cubanos se anunci a personalidadesrevolucionarias tan definidas y sobresalientes, a cuadros ideolgicos de tan alto valor como elpropio canciller doctor Ral Roa y el director del ICAIC, compaero Alfredo Guevara. Con dichopropsito se tuvo un amplio ciclo de reuniones sobre los principales problemas polticos de laactualidad que eventualmente pudieran ser objeto de discusin con los jurados: los libros deKarol, Dumont, etc., el artculo de Enzensberger contra el Partido Cubano, los discursos deFidel, la situacin religiosa en Cuba, Cuba y la lucha armada latinoamericana, el significado yalcances de nuestra mesa redonda sobre la intelectualidad, etc., etc. Durante varias semanasse trabaj en reuniones de varias horas, dirigidas por compaeros que haban preparadolargamente sus materiales. Inclusive compaeros de otros organismos como el mismocompaero Guevara o el compaero Ren Depestre dieron su aporte de anlisis a aquellalabor.

    En lo personal yo senta que todo aquel trabajo era muy positivo y significaba un paso ms en latarea de poner a Casa de las Amricas al nivel de las nuevas necesidades de Cuba y AmricaLatina, ya reflejadas en los diversos materiales que haba venido publicando la revista (enparticular la mesa redonda) y que todos veamos como el reflejo de la profundizacin polticadel pueblo cubano a partir de la ofensiva revolucionaria (ms revolucin) y de losrevolucionarios latinoamericanos a partir de la epopeya del Che. Lo cual desde luego no debe

    confundirse con sectarizacin alguna, extremismo, ultraizquierdismo cerril, que seramultiplicadamente negativo en el caso de un organismo como Casa por la materia que trabaja ypor los sectores sociales a los que principalmente se dirige en el mbito continental.

    Las caractersticas altamente polticas del jurado que se esperaba, se acentuaron an ms alretirrsele la invitacin que se haba hecho al poeta chileno Nicanor Parra (a causa de su nadacasual encuentro con la seora Nixon), al no estar en condiciones de responder a la invitacinpersonalidades como Juan Carlos Onetti o Geraldine Chaplin.

    En definitiva, el jurado que se integr podra desglosarse as:a) Representacin peruana. Encabezada por el vicerrector de la Universidad de San Marcos deLima, una verdadera autoridad en materia de crtica literaria y en los problemas de la reformaeducativa en su pas. No es necesario subrayar demasiado la importancia de este grupo

    peruano en el marco de las actuales condiciones de aquel pas y de la poltica cubana conrespecto a aquella zona.

    b) Grupo de los ensayistas polticos. Compaero Carlos Quijano, compaero Sergio Vilar (delPC de Espaa), compaero Andr Gunder Frank, conocido terico de los problemas delsubdesarrollo y la dependencia en Amrica Latina (por cierto una de las influenciastericotcnicas mayores entre los jvenes socilogos, investigadores de ciencias polticas yfilsofos jvenes cubanos); profesor Ricardo Pozas, antroplogo social de Mxico (actualmenteprepara un libro sobre El indio en las clases sociales latinoamericanas), experto encooperativas rurales, etc.

    c) Grupo del peridico uruguayo Marcha. El mismo compaero Quijano, que es su director, y los

    compaeros Rufinelli, Gerardo Fernndez, Eduardo Galeano. Como se sabe, Marcha es uno delos peridicos ms importantes de la izquierda latinoamericana.

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    d) Grupo de los periodistas escritores militantes, Rodolfo Walsh (peronismo de izquierda, cgtargentina), Eduardo Galeano (reportajes en China, en la guerrilla guatemalteca, etc.).

    e) Grupo de los escritores de izquierda. Identificados con las posiciones de la Revolucin peroexclusivamente desde su obra. Buenaventura, Prada Oropeza, Laurette Sejourn.

    f) Grupo de los escritores no militantes, de posicin ambigua, etc. Ernesto Cardenal, AntonioSkrmeta, Norman Briski, Marta Lynch, Alejandro Galindo, etc.

    g) Grupo de los extranjeros residentes en Cuba. Margaret Randall, scar Collazos y yo.

    h) Grupo cubano. Doctor Roa, compaero Guevara, Cintio Vitier, Raquel Revuelta, SergioChaple,Ambrosio Fornet. Por sus ocupaciones diversas, por motivos de salud, etc., los compaerosRoa, Guevara y Raquel Revuelta no se integraron al trabajo cotidiano con los juradosextranjeros.

    Creo que no hace falta insistir en que la composicin del grupo ameritaba una poltica de

    relaciones sumamente balanceada y sincronizada, que incluyera incluso prioridades de tratoespecializado, etc. Esto se hace particularmente evidente en el caso del grupo peruano y en elcaso del grupo posiblemente conflictivo por su posicin ambigua.

    Unos das antes de la llegada de los jurados yo fui llamado a Casa de las Amricas y elcompaero Roberto Fernndez Retamar me comunic oficialmente mi designacin para integrarel jurado de poesa, agregndome que se trataba de uno de los jurados que podra tener algnproblema por el hecho de la presencia de Cardenal, su integracin al seno de un grupo dondehaba otro poeta catlico, revolucionario y todo, pero no marxista, y donde iba a estar tambinWashington Delgado, de cuyas posiciones no se conoca apenas nada. Agreg Roberto que enesas circunstancias Casa de las Amricas contaba conmigo como el hombre de confianza enel seno del jurado de poesa. Despus se le comunic su designacin a Margaret Randall, en mipresencia, y se le habl en la misma forma. Margaret y yo acordamos coordinar frente a

    cualquier problema y hacer un trabajo que garantizara un resultado ptimo.

    En lo que atae al gnero de poesa especficamente, Margaret y yo cumplimos a cabalidadnuestra tarea, llevando a buen trmino la misma en estrecha y cotidiana colaboracin conla premiacin de un libro de alto valor esttico y revolucionario. Sera muy largo y compendiosodetallar sobre esta labor.La compaera Hayde inaugur oficialmente el Premio 70 con un discurso en que puso nfasisen la necesidad de hacer el Premio Casa an ms revolucionario, de convertirlo en el premioms revolucionario del mundo, e hizo diversas proposiciones: que los jurados estrecharan susvnculos con la Revolucin en contacto directo con la realidad, que en el futuro el Premio seinstalara fuera de La Habana, en el campo; pidi sugerencias para cambios en la estructura delPremio, etc. Despus de informar al jurado de que haba tenido una ausencia prolongada deCasa, por las labores de zafra, la compaera Hayde marc en su discurso una pauta que erauna continuacin positiva del proceso de revolucionarizacin constante del Premio que se hapretendido.

    La primera etapa del concurso estuvo marcada por la labor de los jurados en la lectura de lasobras, por una programacin recreativa y de visitas y por el desarrollo de un ciclo deconferencias a cargo de los visitantes. Las conferencias significaron, en general, un notableretroceso en lo ideolgico y poltico, tanto con respecto al nivel de conclusiones frente a losproblemas poltico culturales que se han discutido en Cuba y Latinoamrica en los ltimos aos,como frente al nivel del pblico que asisti a ellas. Salvo escasas oportunidades no se logrsustanciar una discusin de fondo frente a puntos de vista, incluso reaccionarios, que fueronplanteados por los conferenciantes. En alguna ocasin se cort la discusin arbitrariamente.Recuerdo an el caso de la conferencia de Skrmeta cuya visin excluyente de los poetas

    revolucionarios chilenos del cuerpo de la exposicin, la encendida y dadas las circunstancias cuasi provocadora apologa de Nicanor Parra y la exaltacin de una visin pequeoburguesay exaltante a contrario sensu del Che fue uno de los colmos en este sentido. No quisiera

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    tampoco omitir la posicin del padre Cardenal al colocar en la extrema izquierda de Nicaragua arepresentantes tan notables de la reaccin centroamericana como Pablo Antonio Cuadra, JosCoronel, etc., magnficos poetas, por otra parte. Los comentarios crticos del pblico fueron casiunnimes en las conferencias a las que asist, con excepciones en el caso de Buenaventura,quien, aunque plante puntos de vista ya superados por nosotros (el artista debe ser

    revolucionario en su obra, etc.), tuvo un nivel serio y atendible.

    La crtica entre los crculos en que yo me muevo fuera de Casa de las Amricas (los de losmilitantes revolucionarios latinoamericanos que residen temporalmente en Cuba) era an msfuerte. Desde entonces me vi precisado a entrar en discusiones, explicaciones, defensas,inclusive, lo confieso, con respecto a realidades que no me convencan ya, por razones deespritu de Casa, lo cual era ya, objetivamente, un nivel de conflicto. Pronto comenzaron asurgir inquietudes en el seno de los jurados por tomar el contacto ms directo posible con laRevolucin, con sus problemas y sus logros, pero no en museos simplemente o en visitasprogramadas a centros de trabajo urbanos, sino por medio de entrevistas con cuadros polticos,con la participacin en las labores agrcolas y el contacto con obreros y campesinos.Despus de unos das fuimos por una semana a Isla de Pinos para resolver en lo fundamentalla labor de lectura de manuscritos. En la isla se hizo marginalmente un programa de visitas ypaseos, fallidos o insuficientes en su mayora, con alguna excepcin positiva. Sin embargo, esverdad que el objetivo principal de la permanencia all era el de leer los manuscritos en un hotelapartado. Este hecho sin embargo no pes mucho en el nimo de algunos jurados quecomenzaron a insistir en mayor medida acerca de sus necesidades de ver y comprender Cuba.Esa insistencia fue muy marcada en los jurados Ernesto Cardenal, Sergio Vilar, doctor Escobar(ste solicitaba sobre todo informacin estadstica educativa, visitas a planteles educativossobre todo en la isla, etc.) y en otro tono, menos marcado, en la generalidad del jurado. Deestas inquietudes yo comenc a informar a los compaeros de Casa de las Amricas y del icap;al doctor Galich, a Eddy Lpez, a Chiqui Salsamendi, a Silvia Gil, a los guas del [ilegible], etc.

    Antes de continuar quiero hacer dos aclaraciones. 1) Por razones de amistad personal conalgunos jurados (como en el caso de Washington Delgado, a quien conozco desde 1957, o de

    Sergio Vilar, a quien conoc en Europa, etc.), a causa de afinidades nacionalgeogrficas conotros (Cardenal, etc.) o a causa de que intimamos mucho con los dems all (Galindo, Pozas,Galeano, Gerardo Fernndez, etc.), lo cierto es que sobre m confluan las quejasconfidenciales, las sugerencias, las dudas, en forma por lo dems presionante, de manera queyo me senta entre varios fuegos, ya que por ms que elevaba las informaciones al personal deCasa, las cosas no eran explicadas ni tampoco cambiaban. Esto me obligaba a dar cada dacien explicaciones un poco en el aire por cuanto que eran explicaciones que yo no habarecibido. 2) Estoy consciente de las dificultades por las que atraviesa Cuba en estos momentos(polticas, econmicas, organizativas, etc.) y estoy claro acerca de la caracterstica de la etapapor la que el pas pasaba durante las labores del jurado, o sea: fin de zafra, carnavales,desmovilizacin del personal en diversas zonas del pas, dificultades de transporte,alojamientos, etc., y conozco las limitaciones de un organismo como Casa que no puedesimplemente hacer todo lo que se le ocurra a un grupo de jurados vidos. Incluso yo no reclam

    ni reclamo en el sentido de que Casa debi satisfacer las peticiones en niveles que no eraposible solucionar. Todas estas explicaciones las daba yo a los compaeros jurados frente asus crticas y preocupaciones, pero el problema estribaba en que estas explicaciones no sedaban a nivel de organismo, ni a los jurados ni a quienes, como yo, transmitamos lasinquietudes. Lo cual fue la causa de tensiones innecesarias y comenz a dar base, en mi casopersonal, a un verdadero desconcierto.As las cosas, regresamos a La Habana. Como los miembros del jurado de poesa habamosterminado nuestro trabajo por haber llegado tempranamente a un acuerdo sobre el premio ycomo yo tena bastante trabajo atrasado decid no participar en las restantes giras al interior,participando solamente en algunas de las actividades a efectuarse en La Habana. El grupo delos jurados extranjeros parti hacia Pinar del Ro, en cuyo recorrido invirtieron unos das.

    Al regresar de Pinar del Ro, la protesta era an ms generalizada y en los casos especiales

    que ya he citado el nimo llegaba casi a la exasperacin. Walsh y Gerardo Fernndez medijeron que solamente el ltimo da haba podido ser aprovechado en firme al visitar una granja.

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    Vilar me dijo que era deplorable que l hubiera venido a hacer turismo con la cantidad de cosasque quera l ver o discutir o conversar. Galeano, otros compaeros y compaeras planteabanen tonos discretos: menos turismo, ms contactos polticos. Gunder Frank haca planteamientossimilares en forma dura y directa. Con Cardenal, la cosa fue ms lejos an. Desde el principio,por mi medio y por todos los medios haba planteado que lo que ms le interesaba era

    contactos con los campesinos, ya que l trabajando en la ruralidad nicaragense no podavolver contando de Varadero o del 1830. Se le haba dicho que en Pinar del Ro visitaragranjas, pequeos campesinos, etc. Al regresar me dijo que haba tenido contacto con uncampesino cubano y eso que subrepticiamente, cuando con Gunder Frank decidieron no asistira una excursin turstica y se quedaron en el hotel y al marcharse todo el mundo salieron acaminar por los alrededores y fueron a charlar con el primer habitante de boho queencontraron.

    El mismo da de su llegada Cardenal me pidi hablar en privado y entonces me lleg a decir quel estaba convencindose de que le estaban ocultando la Revolucin de manera consciente yque una de dos, o consideraban que l era un reaccionario o en Casa de las Amricastrabajaban personas que estaban saboteando la labor. No hay que decir que me alarmsumamente, pero trat de restarle importancia a las aparentes aprehensiones de Cardenal, ledije que por qu razn se le iban a ocultar los xitos revolucionarios cuando no se le impedaque lo visitara y hablara con l cuanto gusano quisiera venir a informarle de todo lo malo, real oinventado (como estaba pasando y a lo cual me referir en adelante). Rechac su acusacincontra Casa y le dije de nuevo lo de la poca difcil, lo del fin de la zafra, lo de los carnavales,etc., aunque tuve que aceptar que tambin haba problemas burocrticos.

    Desde luego, estas actitudes de Cardenal no las tomaba yo sin reservas. Esas reservasexistieron siempre en m. Independientemente de conceder un crdito de honestidad a unapersona mientras no se pruebe lo contrario, Margaret Randall recordar que ya desde la Isla dePinos, al planificar las formas de la discusin para el premio, partamos de varias hiptesis, sindescartar las ms extremas sobre Cardenal: Cardenal sacerdote honesto, Cardenal msticodesaforado, Cardenal reaccionario embozado, Cardenal agente de la CIA, etc.

    A estas alturas, la delegacin peruana haba partido ya, sin pena ni gloria. Escobar yWashington Delgado me dijeron al despedirse que haba sido una lstima venir a Cuba comojurados y que queran volver para ver de verdad la Revolucin.

    Antes de continuar con otros problemas, quisiera detenerme un poco en el caso de ErnestoCardenal. Cardenal es sin duda una figura social muy importante en Nicaragua y enCentroamrica. En su llegada a Cuba estuvieron muy interesados los compaeros del FrenteSandinista de Liberacin Nacional de Nicaragua, que contactaron conmigo para plantearme lasposibilidades de hacer algn trabajo con l, tener entrevistas, etc. Esto lo plante al compaerode Relaciones Exteriores de Casa, Luis Lazo, para que entre ambos pudiramos formarnos uncriterio previo sobre Cardenal y as poder aconsejar a los compaeros del FSLN. En estotrabajamos con el compaero Lazo, pero al final, despus de los hechos que relatar, no me

    pareci conveniente que el contacto se realizara. A m se me recomend en Casa que, comocentroamericano, me acercara mucho a Cardenal. Efectivamente, cuando ste lleg, bienpronto intimamos y para m fue relativamente fcil hacerme una idea aproximada de sucompleja personalidad, de sus intereses posibles, de sus limitaciones, etc. Fue tal la confianzaque mostrara conmigo Cardenal en los primeros momentos, que el compaero Benedetti(despus de que Cardenal haba cenado en casa de Pablo Armando Fernndez con HebertoPadilla y otros escritores cubanos que hicieron las consabidas acusaciones contra Casa,Benedetti, etc.) me sugiri la posibilidad de que por mi medio se diera a Cardenal una ampliavisin de la problemtica cultural cubana de la actualidad (a partir del caso Padilla, etc.).

    La primera impresin que tuve de Cardenal la pas a Casa por medio de Fernndez Retamar,Lazo, compaera Mariana, Chiqui Salsamendi, etc., etc. Podra resumirse as: Cardenalpolticamente, una de dos: o un mstico idealista, informalista, semejante a los primeroscristianos (y si es as hay que tratarlo con cuidado porque los errores involuntarios de losmsticos suelen ser embrollantes) o un poltico sumamente hbil, sutil hasta el extremo, que

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    sta fue mi expresin navega con bandera de bobo. En todo caso una personalidadcompleja y un caso complejo. Discrep con Cardenal frente a sus concepciones pacifistas en lotocante a la Revolucin Latinoamericana. Y tampoco estuve de acuerdo en deponer losprincipios de nuestra ideologa frente al encanto potico, al misticismo, al idealismo en sumaque Ernesto coloc (a la par de expresiones revolucionarias) frente a los nutridos auditorios

    juveniles que lo escucharon. Creo que haba formas adecuadas de respuesta y de dilogopblico con l, que no dejaran las posiciones verdaderamente revolucionarias en apariencia deser groseras ideas materialistas comparadas con la voz del profeta.

    Un da lleg para Cardenal un telegrama del arzobispo nicaragense instndole a intervenirfrente al Gobierno Revolucionario en favor del preso poltico nicaragense y agente de la CIA,Chester Lacayo. Cardenal contest que as lo hara y le pidi al arzobispo que a su vez seinteresara por la suerte de los presos del FSLN en las crceles somocistas. Estos mensajes sepublicaron en la prensa internacional. Cuando Cardenal me cont esto, yo pens: ste es elinicio de una operacin de canje. Detrs del arzobispo de Nicaragua est la CIA. Cul es elpapel de Cardenal en esto? Consciente o inconsciente?. Ese da, y despus de informar loshechos a los compaeros del FSLN, fui a casa de Roberto Fernndez Retamar, que por susocupaciones universitarias no estuvo participando en las actividades del Premio como en otrosaos, y le plante mis dudas, pidindole una opinin al respecto. Roberto me dijo que seconsideraba que Ernesto es un buen compaero, que la respuesta al cable era polticamentemuy buena y que inclusive Seguridad haba ofrecido un informe sobre Lacayo, para que se lepasara a Cardenal. Esto me tranquiliz en el sentido de que si haba un problema de seguridad,ste ya estaba en manos de quien corresponda y nuestras obligaciones seguan limitndose altrabajo normal con Cardenal como invitado de Casa. De manera que el trato debera ser con linclusive ms cuidadoso. Porque inclusive las explicaciones de Roberto no borraban del todolas posibilidades de que hubiera en todo esto un gato conscientemente encerrado.

    Las crticas de Cardenal frente al turismo apoltico siguieron subiendo de tono. Una gran partede las mismas me las comunicaba a m, y yo las haca llegar a Casa a travs del primerfuncionario que se pusiera a mi alcance. Haba otras peticiones de Cardenal de las que no me

    enter sino hasta despus de que l sali y que ms bien emiti en los crculos catlicos de LaHabana, a los cuales yo no le acompa en ninguna ocasin. Se referan a la posibilidad de vera unos seminaristas en Isla de Pinos, visitar una crcel reeducativa, etc., que eran peticionesdesde luego nada normales. Pero haba otro problema en el caso de Cardenal. Inmediatamentecayeron sobre l todos los intelectuales discrepantes de La Habana, todos los resentidos, y unbuen grupo de gusanos, embozados o no. Esto depar que Cardenal comenzara a plantear (am y a otros compaeros) ya no slo problemas de la programacin inconveniente, sino asuntosconcretos tales como: Ayer vino un joven poeta que se llama Joaqun Ordoqu y me cont latragedia de sus padres. Qu piensas t de esto?, Es cierto que la pelcula Z ha estadoprohibida en Cuba durante meses por ser antisovitica?, Es cierto que se sigue persiguiendoa los homosexuales en organismos como el ICR y que a los muchachos de pelo largo se lesmanda a rapar ah mismo, etc.?, No es verdad que hay un plan nacional para impedir que losnios catlicos puedan tener acceso a la educacin religiosa?. Desde luego, todas estas

    preguntas tenan su respuesta y por lo que a m concierne y de acuerdo con mis conocimientosy mis posibilidades las respuestas adecuadas solan darse. Pero ello daba un aspecto nadapositivo. Y no es que yo diga que esto es culpa de Casa, ni que haba que ponerle a la par aCardenal un compaero para que le espantara los gusanos. No estoy en contra de que unextranjero vea que aqu hasta los gusanos dan sus opiniones sin temor. Pero debe unaorganizacin revolucionaria que invita a un extranjero ver impasiblemente esta situacin sintratar de ofrecer las opiniones y los puntos de vista de los comunistas? Para m el colmo fuecuando Cardenal me comenz a contar una serie de hechos internos y confidenciales del FrenteSandinista de Nicaragua, de los cuales se estaba enterando aqu en La Habana. Yo pudeverificar exactamente despus qu persona le estaba pasando estas informaciones. Como setrataba de hechos sumamente graves, inform a los compaeros del FSLN y a Seguridad. Estasituacin produjo en m una gran inconformidad. Pues cualquiera que fuera el criterio final sobreCardenal, lo que estaba pasando era no slo absurdo sino polticamente muy negativo.

    Pero el caso de Cardenal, repito, no era el nico. Gunder Frank plante inclusive en una reunin

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    donde estuvieron presentes por Casa los compaeros Mariano, Fernndez Retamar, EddyLpez, yo mismo, etc., sus dudas y sus crticas, llegando a recordar que en alguna ocasinhaba dicho que Casa de las Amricas era una mierda porque no trabajaba en lo polticoseriamente. Luego propuso ir al fondo de las posibles reformas al premio sobre la base desaber si efectivamente se quera y se poda hacer un Premio ms revolucionario o no. Sin

    compartir las posiciones de Frank en todos sus niveles y comprendiendo que se trata de uncompaero difcil, de concepciones perfeccionistas, que busca defectos hasta donde no loshay y que cae en ocasiones en ciertos antis que no comparto de ninguna manera, no cabeduda de que sus crticas y la forma agresiva de plantearlas deberan haber hecho pensar a loscompaeros de Casa de las Amricas que algo andaba realmente mal y que habra sidoprovechoso que se atendieran las inquietudes, que nos detuviramos un momento a discutir losproblemas. Nada de eso se hizo. Las razones? Creo que conozco algunas. En general creoque en la actualidad, por la ausencia prolongada de la compaera Hayde, los criteriosadministrativos han llegado a predominar en la conduccin de Casa. Pero ste es un problemainterno del organismo que no me corresponde desarrollar. Simplemente lo anoto al pasar.Segn me contaba la seora de Walsh antes de despedirse, Gunder Frank dej sus crticas aCasa por escrito. Si ello es verdad, podra ser otro elemento de anlisis.

    As las cosas, precisamente unos minutos despus de que Cardenal haba hablado sobre lo quele haban contado del Frente Sandinista, almorzamos juntos con el compaero Mario Benedetti.Ernesto insisti en sus crticas, en su deseo de ver campesinos, etc. y yo apoy frente alcompaero Benedetti las inquietudes de Cardenal. Dije que Cardenal tena razn en lo quesolicitaba y que haba que darle respuestas claras y que no era correcta la forma en que se leestaba tratando, al grado de que en sus entrevistas estaba tomando contacto con un ochentapor ciento de personas desafectas a la Revolucin y un veinte por ciento de revolucionarios. Meextra mucho la indignacin del compaero Benedetti cuando me dijo que era slo mi opinin,etc. Despus el compaero Benedetti ha dicho que en esa ocasin yo le falt al respeto por nodejarlo hablar, que me port de manera insolente y que fue incorrecto que planteara losproblemas frente a Cardenal. Yo no estoy de acuerdo con la opinin de Mario. En primer lugarno creo haberle faltado al respeto. Si lo hice no fue esa mi intencin, pero en todo caso habrabastado con pedirme explicaciones posteriormente para aclararlo todo: al fin y al cabo hemossido buenos amigos, no somos seoritas de un colegio de monjas, y yo nunca he sentido por lotra cosa que no sea estimacin por sus mltiples cualidades positivas. En segundo lugar nocreo que, de acuerdo con las circunstancias que estaban planteadas, haya sido incorrectoplantear aquel nivel de problemas frente a Cardenal. Cardenal me los vena planteando a mdesde haca varias semanas e inclusive yo tena la idea de que l crea que simplemente yo notrasladaba sus quejas. Estas quejas se las haba planteado adems Cardenal a medio mundo,era todo del conocimiento pblico, no era ningn secreto. Por qu no hablar entonces de ellasen voz alta? O el error consisti no en plantear el problema ante Cardenal sino ante Benedetti,ya que en alguna manera ste quedaba entonces comprometido ante aqul? No lo s. Lo ciertoes que al da siguiente Benedetti me retir hasta el saludo. Creo que el compaero Benedettidebe tener su punto de vista al respecto y no insisto en que el mo sea el definitivo, pero desdeel primer momento yo vi as la situacin y pasados ya bastantes das sigo vindola igual. Peroes que, adems, la crtica y las peticiones que haca Cardenal eran justas objetivamente,independientemente de que se tuvieran sobre l criterios que no se me explicaron nunca y quepor lo tanto no poda yo manejar.

    Dos das despus, en casa de un joven poeta cubano, se dio un cocktail para Cardenal. Fue laprimera vez que vi a Cardenal en un crculo integrado en su totalidad por revolucionarios, fuerade Casa de las Amricas. Fue asimismo una de las pocas ocasiones en que particip elcompaero Retamar. En una parte yo lo abord y le plante lo que vena ocurriendo y miinconformidad. Me sorprend sumamente cuando vi que Roberto estaba sumamente indignado yme dijo que ya saba que yo andaba hablando basura por todas partes (desde luego, laexpresin fue otra). Hay que saber que a ambos nos ha unido la ms estrecha amistad, unaamistad de ms de ocho aos, sin la menor diferencia. Insist en que se trataba de misopiniones, etc.

    Luego nos enfrascamos en una conversacin, que se interrumpa frecuentemente por el lugaren que nos encontrbamos, una discusin que en lo fundamental recay sobre los mismospuntos que yo vena planteando. Hasta que hubo un momento en que Roberto me dijo algo que

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    a mi modo de ver cerraba toda posibilidad de discusin y, a mi modo de ver, no me dejaba otraalternativa, incluso desde un punto de vista de principios, de retirarme del trabajo de Casa. Medijo textualmente: Roque, en ltimo caso, somos nosotros quienes invitamos a los juradosextranjeros y somos nosotros los que sabemos qu hacer con ellos. Partiendo de RobertoFernndez Retamar, esta expresin adquiri para m un contenido verdaderamente serio pues

    no slo se trata del compaero con el que yo he tratado directamente todos los problemasserios desde que me relacion con Casa, del compaero por cuya opinin decisiva yo habaingresado al Consejo de la revista, del compaero al cual he otorgado siempre en el seno deCasa las ms altas dotes de inteligencia, habilidad diplomtica y discrecin, sino que adems setrata de mi mejor amigo cubano. Yo entenda que se trat de un criterio elaborado comorespuesta ante mis crticas y creo que esto se ha comprobado con la forma en que luego fuemanejada mi renuncia, las versiones que se dieron de la misma, etc. Deplorablemente, esamisma noche, cuando Roberto se retiraba, yo comet el error de insultarlo, al decirle que l notena coraje para enfrentar los problemas. Desde luego, mi expresin fue tambin ms fuerte.Debo decir que siento profundamente haber cometido ese error.

    Despus de este incidente dej pasar an un da sin tomar ninguna iniciativa. Al tercer dapresent por escrito mi renuncia a mi cargo en Casa y en el Consejo de la revista, en dos notassimplemente declarativas, en las que no constaban mis motivaciones. Yo cre que renunciar eralo mejor que poda hacer en vista de que la discusin de los problemas slo habra tradodisgustos y malos momentos en el interior de Casa y slo habra empeorado las cosas. Larenuncia fue de hecho aceptada inmediatamente, el compaero Retamar hizo retirar mi nombrede la lista del Comit antes de dos horas despus de leer mi nota. La renuncia a mi cargo enCasa fue enviada a la compaera Hayde. Hasta este momento no tengo nada que objetar, elprocedimiento era correcto, eso era lo que corresponda hacer, para eso renunci. Peroposteriormente, en el seno de Casa de las Amricas, en forma que ha trascendido pblicamenteen los medios culturales, se han dado de mi renuncia diversas interpretaciones que trasciendenel alcance de mi decisin y que podran ser fuente de nuevos problemas.

    Primeramente se tom la renuncia como una medida destinada a presionar, a causar dao a

    Casa o a lograr quin sabe qu fin diverso. Yo renunci de Casa, repito, porque se me dijo enotras palabras que no siguiera metindome en asuntos que no eran de mi incumbencia. Y norenunci por otro objetivo que no fuera el de quedarme al margen de una responsabilidad queyo haba tratado de cubrir con fervor y que de pronto se me haba dicho que no me incumba.Confieso, eso s, que present mi renuncia sin dar las explicaciones, los motivos, etc. en el textode la misma, con la creencia de que esas explicaciones se me pediran expresamente. Eso nosucedi y no me toca a m juzgar las razones, aunque conozco el caso de otros miembros delComit que antes han puesto a la disposicin de la direccin de la revista sus respectivasdimisiones y ante la sola idea de una ocurrencia tal han aparecido las respuestas aclaratorias,las explicaciones, etc.Lo que tampoco me parece en manera alguna correcto es que de una situacin ya de por scompleja y confusa se pase a la completa tergiversacin de mi propsito y actitud. En el ltimoConsejo de Direccin de la Casa la compaera secretaria ejecutiva, Genoveva Daniel, inform a

    los miembros de dicho Consejo que yo haba renunciado porque me haba solidarizado con lascrticas de Ernesto Cardenal contra Casa de las Amricas, que haba renunciadorepentinamente, sin ton ni son, que yo no era un compaero sino un ciudadano del que nose saba si todava era revolucionario o no.

    Tomando las cosas como de quien vienen y sin adoptar un tono dramtico, aclarando que enese tono no es posible discutir absolutamente nada, creo que debo declarar aqu que rechazorotundamente esta interpretacin tan simplista, esta manera tan festinada de tratar un problema,tpicamente administrativa. Creo que tengo derecho a hacerlo cuando inclusive despus de losincidentes he visitado varias veces Casa de las Amricas en actitud normal, me he comunicadopor razones de trabajo comn con Roberto F. Retamar o Mario Benedetti, sin que de mi partemediara el propsito de llevar el problema a niveles enojosos e inclusive inconvenientes para eltrabajo de Casa y, en definitiva, para el trabajo cultural de la Revolucin. Vale repetir que estas

    ocurrencias en el interior del Consejo de Direccin de Casa de las Amricas andan de boca enboca en los famosos medios culturales de La Habana.

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    Desde luego no quiero decir que soy ms revolucionario que nadie, que mi razn es la nicarazn, etc. Conozco mis numerosos defectos y limitaciones y no me extraara que ellos pesea los esfuerzos que vengo haciendo de un tiempo a esta parte para terminar de dejarlos atrsestn en la base de la actitud expresada por los compaeros Retamar, Benedetti y Daniel.

    Incluso estoy seguro de que en varios momentos en el trabajo del premio comet errores dediversa ndole, de los cuales puedo responder en cualquier discusin.

    Hasta ah las cosas, los hechos. Despus de lo narrado, muchas personas han tratado deobtener la versin ma de los acontecimientos, pero solamente con Depestre, Federico lvarezy Margaret Randall, compaeros muy cercanos a la Casa, he hablado con cierta amplitud. Porregla general me abstengo de hacer comentarios o minimizo la importancia del problema a lasnecesidades de mi trabajo personal. Sin embargo, el problema ha trascendido en forma mayorde lo que esperaba. Inclusive ya he recibido preguntas directas de la prensa extranjera (porejemplo, de parte de la corresponsal viajera de LUnit Rinascita, del PC italiano), etc.

    Por medio del compaero Arqueles Morales, yo propuse al compaero Retamar que si bien yocreo que la renuncia era un hecho consumado, tal vez sera conveniente sentarnos brevementey elaborar un mtodo para reducir la trascendencia del incidente y para lograr una versincoherente que impida a los enemigos de la Revolucin aprovecharse de nuestros problemas.No hubo respuesta. Podra decir, pues, que en adelante declino responsabilidades. Pero sasera una actitud de avestruz. Por eso digo que, por mi parte, tanto Casa de las Amricas comolos organismos responsables de la Revolucin encontrarn en m siempre un compaerodispuesto a poner de su parte lo que sea necesario para enfrentar cualquier problema ennombre de las posiciones revolucionarias y en provecho de la Revolucin. Si algo puedo haceren ese sentido, puede contarse sin duda conmigo.

    Si me he extendido tanto en este informe ha sido precisamente porque hasta ahora habasilenciado mi versin de los hechos y haba callado inclusive ante las tergiversaciones a que he

    hecho alusin.En cuanto a Casa de las Amricas, creo que hay en su seno compaeros capaces dedesentraar la naturaleza de fondo de estos conflictos. As se sabr si se trata simplemente deconflictos personales, de problemas de mtodos de trabajo, de problemas de la estructura de laorganizacin, etc. No creo que sea yo el ms indicado para dar opiniones en este sentido,aunque, desde luego, las tengo. Los compaeros de Casa de las Amricas, estoy seguro deeso, bajo la direccin de la compaera Hayde y la direccin revolucionaria, podrn tomar lasmedidas necesarias para salir adelante.

    Revolucionariamente,Roque Dalton