repensando a Marx

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    I

    La sociologa surgi como una teora de la sociedad capitalista moderna y hasido la nica disciplina en ciencias sociales que mantiene su relacin con el pro-

    blema de la sociedad como totalidad.1 Podramos aadir que lo hace en lamedida en que se conserva en permanente dilogo con, y apropiacin de, las

    teoras sociales clsicas.Si la tarea de la teora social es dilucidar la naturaleza bsica de nuestra

    sociedad y el carcter de su desarrollo histrico, la teora social clsica puedeser caracterizada como una teora que todava tiene cosas que decirnos[Habermas, 1984: XI] teora lo suficientemente rica y compleja como para quereleerla y retrabajarla pueda ayudarnos a iluminar los rasgos distintivos gene-rales de nuestro universo social. Tal teora, que se vuelve particularmenteimportante durante perodos de transformacin estructural fundamentales,resulta central para nuestros intentos en curso de formular un entendimientoadecuado de nuestro mundo y no debe ser relegada a la prehistoria de la socio-loga. Aunque, ciertamente, la cuestin de la posible relevancia de una teoratal para los fenmenos contemporneos puede ser planteada, debe hacerse enun nivel analtico diferente de aquel en que se desarrollan la mayora de las

    Captulo 9Repensando a Marx

    (en un mundo post-marxista)*

    Moishe Postone**

    * Publicado originariamente en Postone, Moishe (1998): Rethinking Marx (in a Post-Marxistworld), en Camic, Charles (Ed.), Reclaiming the Sociological Classics, Cambridge, Mass BlacwellPublishers.

    ** Me gustara agradecer a Nicole Jarnagin Deqtvaal por su inestimable retroalimentacin crtica.1 Esta formulacin es de Jrgen Habermas. Ver Habermas [1984: 5].

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    agendas de investigacin habituales, ya que la teora clsica interroga el marcosocial bsico que estas ltimas tienden a presuponer.

    Una interrogacin fundamental tal, acerca de nuestro contexto histrico ysocial, resulta especialmente importante hoy. Las transformaciones histricasde las sociedades industrializadas avanzadas y del orden global en las dos lti-mas dcadas han transformado significativamente la naturaleza de nuestromundo. Este perodo se ha venido caracterizando por el retroceso de los Estadosdel bienestar en el Oeste capitalista y por el colapso o la metamorfosis funda-mental de los partidos de Estado burocrticos en el Este comunista ms gene-ralmente, por el debilitamiento de los Estados nacionales como entidades eco-nmicamente soberanas y la reemergencia, aparentemente triunfante, de un

    capitalismo de mercado desregulado. Se han observado tambin transforma-ciones en la estructura social del trabajo, domstica e internacionalmentehablando, el declive del movimiento obrero clsico, la emergencia de nuevosmovimientos sociales, el resurgimiento de nuevos movimientos tanto demo-crticos como nacionalistas, y la creciente importancia de los medios globalesde comunicacin y de las redes financieras internacionales.

    Como entre estos cambios ha estado el dramtico colapso y la disolucin finalde la Unin Sovitica y del comunismo europeo, han sido interpretados como la

    seal del fin histrico del marxismo y, ms generalmente, de la relevancia teri-ca de la teora social de Marx. Sin embargo, precisamente porque las recientestransformaciones histricas han revalorizado la importancia central para la teo-ra social de las problemticas de las dinmicas histricas y de las transformacio-nes estructurales a gran escala, un renovado encuentro con la teora crtica de lamodernidad de Marx, podra, desde mi punto de vista, contribuir de formaimportante al proceso de confrontacin terica con nuestro universo social. Perono nicamente, como seal Daniel Bell, porque cualquier consideracin seria dela transformacin social deba necesariamente pasar por la poderosa teora del

    desarrollo histrico de Marx [Bell, 1973: 55-56] sino, tambin, porque las dosdcadas pasadas suelen ser vistas como marcando el fin de un perodo de orga-nizacin de la vida social y econmica centrado en el Estado, cuyos orgenes pue-den localizarse en la I Guerra Mundial y en la Revolucin Rusa un perodoaparentemente caracterizado por la primaca efectiva de la poltica sobre lo eco-nmico, y la reemergencia manifiesta de la centralidad social de procesos eco-nmicos cuasi-automticos. Es decir, las recientes transformaciones histricassugieren la importancia de un renovado inters terico por el capitalismo.

    Sin embargo, tambin sugieren que si una teora crtica del capitalismoquiere resultar adecuada al mundo contemporneo debera diferir de la tradi-cional crtica marxista al capitalismo en aspectos bsicos e importantes. Y voy

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    a argumentar que la teora social del Marx maduro provee el punto de partidapara, precisamente, una teora crtica reconceptualizada del capitalismo.Esbozar algunos aspectos de una reinterpretacin de la teora social del Marxmaduro que reconceptualiza su anlisis de la dinmica bsica del capitalismo sus relaciones sociales, formas de dominacin y dinmica histrica de maneraque rompe en lo esencial con los enfoques marxistas tradicionales. Esta reinter-pretacin puede ayudar a iluminar los elementos estructurales esenciales y acaptar la dinmica histrica de la sociedad industrial avanzada contemporneaproveyndonos de una crtica bsica del marxismo tradicional, reformulando larelacin de la teora marxiana con otras importantes corrientes de la teora social.

    II

    La interpretacin que voy a esbozar se levanta a partir del reciente inters aca-dmico por Marx pero intenta, tambin, cambiar fundamentalmente los trmi-nos en los que el capitalismo es conceptualizado. Tras el perodo de treinta aosen el que, por un lado, las lecturas de Marx y de la teora marxiana han sidoreglamentadas por la ortodoxia estalinista y, por el otro, comprendidas de forma

    reduccionista y rechazadas como ideologa comunista en los pases capitalis-tas occidentales, el proceso de desestalinizacin, el reflujo de la primera ola de laGuerra Fra, y la reemergencia de los movimientos radicales en los aos sesenta,han contribuido a renovar el inters por los trabajos de Marx especialmentepor los manuscritos que eran desconocidos para el marxismo clsico talescomo los Manuscritos Econmico-filosficos de 1844 y los Grundrisse [Bottomore,1983: 103-141]. Esto ayud a generar una gran cantidad de nueva erudicin enMarx y ha promovido la apropiacin terica de pensadores marxistas occidenta-les muchos de los cuales haban sido marginados en ambos lados, Este y

    Oeste como Georg Lukcs, Karl Korsch, Antonio Gramsci, Max Horkheimer yTheodor Adorno.2 Al mismo tiempo, nuevos trabajos mayores empezaban a serescritos por tericos como Jean-Paul Sartre, Henri Lefebvre, Louis Althusser,Adorno, Herbert Marcuse, Jrgen Habermas y Alfred Schmidt.3

    Este intenso revival acadmico de la teora marxiana tom un gran variedadde caminos tericos, algunos parcialmente coincidentes, otros fuertemente

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    2 Ver Lukcs [1971]; Korsh [1971]; Gramsci [1972]; Adorno y Horkheimer [1972].3 Ver, por ejemplo, Sartre [1982-1991]; Lefebvre [1968]; Althusser [1970]; Althusser y Balibar [1970];Adorno [1973]; Marcuse [1964]; Habermas [1973a]; Habermas [1971]; Schmidt [1971].

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    divergentes incluyendo lecturas humanistas de Marx focalizadas en suteora de la alienacin y enfatizando la prctica humana y la subjetividad,4 tra-

    bajos centrados en las dimensiones hegelianas del pensamiento de Marx,5 lasexploraciones de la Escuela de Frankfurt sobre la relacin histrica de la psico-loga y la sociedad y las transformaciones de la cultura en el capitalismo delsiglo XX,6 y la crtica estructuralista al concepto de sujeto.7 (Para muchoscomentaristas, como Tom Bottomore y Alvin Gouldner, el revival y posteriordesarrollo del pensamiento marxiano en los aos sesenta y setenta pude serdescrito en los trminos de una oposicin subyacente entre la Teora Crtica yel marxismo estructuralista).8

    No obstante, a pesar de este florecimiento de la teora marxiana, la com-

    prensin de Marx que continu predominando en la sociologa norteamerica-na no se apropi, en su mayor parte, de estos nuevos trabajos y de sus impli-caciones y, por el contrario, tendi a asimilar conceptos discutidos en ellos(como el de alienacin) desde marcos interpretativos previos.9

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    4 Ver, por ejemplo, Mszros [1970]; Ollman [1976].5 Ver, por ejemplo, Hyppolite [1969]; Avineri [1968].6 Ver, por ejemplo, Marcuse [1955]; Adorno y Horkheimer [1972].7 Ver Althusser [1970].8 Sus tratamientos de la oposicin entre estas dos aproximaciones tericas, no obstante, no resul-tan completamente adecuados. La caracterizacin de Bottomore de la oposicin como una oposi-cin entre el nfasis de la Teora Crtica en las formas culturales de dominacin y los intentosestructuralistas de establecer la cientificidad de Marx ni le hace justicia a la nocin de totalidad dela Teora Crtica, ni al nfasis de Althusser en la ideologa [Bottomore, 1983: 126-129]. Por otrolado, Gouldner describe esa oposicin como una oposicin entre aproximaciones objetivistas ysubjetivistas, identifica la tradicin marxista hegeliana con la ltima, y enraza esa oposicin enuna tensin interna dentro del trabajo de Marx [Gouldner, 1980]. Esto, no obstante, pasa por altoque los miembros de la Escuela de Frankfurt intentaban superar tericamente la dicotoma entre

    objetivismo y subjetivismo. Lo hicieron sobre la base de una posicin similar a la expresada porShlomo Avineri quien rechazaba enrgicamente la dicotoma que Gouldner, entre otros, hacaentre un joven Marx, humanista e idealista, y un viejo Marx, determinista y materialistay sealaba que, para Marx las circunstancias objetivas mismas eran el resultado de la actividadhumana [Avineri, 1968: 63-64].9 Ver, por ejemplo, Collins [1994]. Se ha dicho que mientras que tericos como Lukcs y Avineridistinguan entre Marx y Engels en orden a subrayar las diferencias entre el sofisticado anlisis delcapitalismo de Marx y las corrientes marxistas ortodoxas, Collins procede desde la misma distin-cin en orden a afirmar las posiciones ms ortodoxas de Engels (en tanto que contribucionesmuy productivas en la, as llamada, tradicin del conflicto) y despreciaba los Grundrisse y El

    Capital como trabajos de tecnologa econmica enraizados en mistificaciones hegelianas[Collins, 1994: 118, nota a pie 1]. Para una aproximacin que persigue una apropiacin ms comnde los trabajos de Marx, ver Alexandre [1982: 11-74, 163-210, 328-370].

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    Adems, aunque en el pasado reciente algunos intentos importantes han sidoacometidos para repensar la teora social de Marx en aspectos fundamentales,10

    buena parte de los nuevos discursos sobre Marx, a pesar de su remarcablenivel de sofisticacin, han permanecido encerrados dentro de los lmites de lacomprensin del marxismo tradicional respecto del capitalismo. Estos lmiteshan debilitado y socavado el poder terico de la reciente vuelta a Marx.

    Por marxismo tradicional no me refiero a una tendencia especfica en elmarxismo, como, por ejemplo, la ortodoxia marxista de la SegundaInternacional sino, ms generalmente, a todos los anlisis que comprenden elcapitalismo y sus relaciones sociales bsicas esencialmente en trminos derelaciones de clase estructuradas por una economa de mercado y por la pro-

    piedad y el control privados de los medios de produccin, y entienden susrelaciones de dominacin fundamentalmente en trminos de dominacin yexplotacin de clase. Dentro de este marco interpretativo general el capitalis-mo es caracterizado por una dinmica histrica (conducida por el conflicto declase, la competencia capitalista o el desarrollo tecnolgico)11 que da nacimien-to a una creciente contradiccin estructural entre las relaciones sociales bsicasde esta sociedad (interpretadas como la propiedad privada y el mercado) y lasfuerzas productivas (interpretadas como el modo industrial de produccin).12

    Cuando la contradiccin capitalista es entendida en estos trminos, la posibilidad

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    10 Ver, por ejemplo, Harvey [1982]; Murria [1988]; Sayer [1979]; Sayer [1987].11 G. A. Cohen, cuya perspectiva permanece mayormente dentro de los lmites del marxismo tra-dicional, ha argumentado de manera convincente que, aunque la lucha de clases y la explotacinson aspectos importantes del cambio histrico, por s mismas no explican la trayectoria permanen-te del desarrollo histrico. La concepcin de Cohen de una dinmica histrica intrnseca, no obs-tante, es una concepcin transhistrica (mientras que, como argumentar ms adelante, una din-mica tal debe ser comprendida como un aspecto histricamente especfico del capitalismo mismo).Es incapaz de fundamentar esa dinmica en trminos histricamente especficos y, por consiguien-te, en trminos sociales, en vez de ello conceptualiza la historia en trminos de un desarrollo evo-lutivo de la tecnologa [Cohen, 1986a: 12-22]. El problema de la mayora de las crticas al determi-nismo tecnolgico, no obstante, es que usualmente tratan de recuperar la posibilidad terica de laaccin social en referencia bien a la lucha de clases o bien dentro del marco del individualismometodolgico, ninguno de los cuales puede explicar lo que Cohen trata de dilucidar, concretamen-te, una dinmica histrica direccional (ver, por ejemplo, la crtica de Jon Elster a Cohen, en Elster[1986: 202-220]. Argumentar que la dinmica histrica especfica del capitalismo puede ser expli-cada con referencia a las formas peculiares de mediacin social expresadas por las categoras demercanca y de capital, categoras que no pueden ser reducidas en trminos de clase.12 Esta comprensin de las fuerzas productivas y las relaciones de produccin es central para la lec-

    tura tradicional del anlisis de Marx del capitalismo. Se trata de una comprensin que es compartidapor autores tan dispares como Richard Flacks, Anthony Giddens, Ernest Mandel y Neil Smelser. VerFlacks [1982: 9-52]; Giddens [1995: xii-xv]; Mandel [1978: 14-15]; Smelser [1973: vii-xxxviii].

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    de su superacin histrica es comprendida implcita o explcitamente entrminos de propiedad colectiva de los medios de produccin y de planifica-cin econmica en un contexto industrializado, es decir, en trminos de unmodo de distribucin justo y conscientemente regulado que sera el adecua-do a la produccin industrial. Esta ltima, por su parte, no es objeto de an-lisis crtico alguno; es vista como un proceso tcnico que es utilizado por loscapitalistas para sus fines particulares pero que es intrnsecamente indepen-diente del capitalismo y que podra ser utilizada en beneficio de todos losmiembros de la sociedad.13

    La contradiccin estructural del capitalismo es expresada, en otro nivel,como la oposicin de clase entre la clase capitalista, que posee y controla la pro-

    duccin, y el proletariado, que crea la riqueza de la sociedad con su trabajo. 14Esta oposicin es la oposicin entre intereses particulares y universales y eshistrica: mientras que la clase capitalista es la clase dominante en el ordensocial presente, la clase obrera est enraizada en la produccin industrial y, porello, en la fundacin histrica de un nuevo orden socialista.

    Este planteamiento esta ligado a una determinada lectura de las categorasbsicas de la crtica de Marx a la economa poltica. Su categora de valor, porejemplo, ha sido generalmente interpretada como un intento de mostrar que la

    riqueza social ha sido siempre y en todas partes creada por el trabajo humanoy que, en el capitalismo, el trabajo subyace tras el modo de distribucin cuasi-automtico, mediado por el mercado. Su teora del plusvalor, de acuerdo conestos puntos de vista, perseguira demostrar la existencia de la explotacin

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    13 Harry Braverman rompe de manera decisiva con estas posiciones que afirman el proceso deproduccin cuando analiza el proceso de produccin mismo como estructurado por el capitalis-mo. Tal anlisis implica que la comprensin tradicional del capitalismo debe ser repensada, peroBraverman no lleva ests implicaciones mucho ms lejos. Ver Braverman [1974]. Tratar de mos-

    trar que una lectura muy diferente de la naturaleza del capitalismo podra proveer las bases te-ricas para el anlisis del proceso de trabajo de Braverman.14 Se ha dado el caso de que algunos analistas, como Herb Gintis, han ampliado el foco de la cr-tica tradicional del capitalismo enfatizando, a la hora de describir el capitalismo, el problema delcontrol sobre los productores ms que el de la propiedad privada (lo cual podra servir para unacrtica de las que han venido siendo nombradas como las sociedades del socialismo realmente exis-tente). No obstante, su perspectiva es fundamentalmente una variacin del anlisis tradicional. Sucontrol se focaliza en la distribucin desigual (de la riqueza y el poder) y no en la organizacin deltrabajo y en la naturaleza de la produccin y la manera en la que resultan estructuradas y rees-tructuradas (por ejemplo, controladas) por la dinmica histrica capitalista. Una objecin simi-lar puede plantearse respecto de los intentos de Richard Wolf y Stephen Resnick de focalizarse enel tema de la apropiacin del excedente en orden a analizar la Unin Sovitica como una estruc-tura estatal capitalista. Ver Gintis [1982: 58-60]; Resnick y Wolf [1995: 323-333].

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    mostrando que el producto excedente es creado nicamente por el trabajo y, enel capitalismo, es la clase capitalista la que se apropia de l. Dentro de estemarco general, entonces, la teora del valor trabajo de Marx, es en primer lugary sobre todo, una teora de los precios y de los beneficios; sus categoras soncategoras de la explotacin de clase y del mercado.15

    En el corazn de esta teora se sita una comprensin transhistrica y desentido comn del trabajo como actividad mediadora entre los hombres y lanaturaleza, que transforma la materia en materia dirigida a objetivos, y que esla condicin de la vida social. El trabajo, as entendido, es supuesto como lafuente de la riqueza de toda sociedad y, como tal, aquello que subyace trastodo proceso de constitucin social; constituye lo universal y verdaderamente

    social [Mszros, 1970: 79-90; Avineri, 1968: 76-77]. En el capitalismo, no obstan-te, el trabajo est demasiado oculto por relaciones particularizadas y fragmenta-das como para resultar completamente realizado. La emancipacin, entonces, serealiza en una forma social en la que el trabajo transhistrico, liberado de lascadenas del mercado y de la propiedad privada, emerge abiertamente como elprincipio regulador de la sociedad. (Esta nocin, desde luego, est ligada a unarevolucin socialista entendida como autorrealizacin del proletariado).

    Dentro de este marco bsico de lo que he denominado el marxismo tradi-

    cional, han coexistido un amplio rango de diferentes aproximaciones tericas,metodolgicas y polticas. No obstante, en ltimo trmino, todas ellas conser-van la asuncin bsica en lo referente al trabajo, y las caractersticas esencialesdel capitalismo y del socialismo esbozadas anteriormente, permaneciendoencerradas dentro del marco del marxismo tradicional. Este ha sido tambin elcaso de las dos corrientes dominantes en las interpretaciones recientes de Marxel estructuralismo y la teora crtica. Althusser, por ejemplo, formul una cr-tica epistemolgicamente sofisticada y mordaz del idealismo del trabajo de la nocin tradicional de que el trabajo es la fuente de toda la riqueza y de

    la subsiguiente concepcin de los individuos como sujetos. En su lugar intro-dujo la nocin de relaciones sociales como estructuras que resultan irreduciblesa la intersubjetividad antropolgica. No obstante, su focalizacin en la cuestindel excedente en trminos de explotacin, as como en la dimensin material,

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    15 Ver, por ejemplo, Dobb [1940: 70-71]; Cohen [1988: 209-238]; Elter [1985: 127]; Gintis [1982];Roemer [1981: 158-159]; Steedman [1981: 11-19]; Meek [1956]; Sweezy [1968: 52-53]. Elster, Gintis,Roemer y Steedman son crticos con la teora del valor de Marx porque, afirman, que el equilibriode los precios y de los beneficios puede ser explicado sin hacer referencia a esa teora.Argumentar que el objeto del anlisis de Marx era diferente al que asumen como tal este tipo deinterpretaciones.

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    fsica, de la produccin, estn fundamentalmente relacionadas con lo que serauna comprensin tradicional del capitalismo [Althusser y Balibar, 1970: 145-154, 165-182].

    Y aunque varios anlisis econmicos, polticos, sociales, histricos y cultu-rales que han sido generados dentro del marco tradicional hayan resultadomuy poderosos y perspicaces, las limitaciones del marco mismo empezaron aresultar discernibles frente a desarrollos histricos tales como el nacimiento delcapitalismo estatalistaintervencionista y el socialismo realmente existente.Se han vuelto cada vez ms evidentes con el crecimiento de la importancia delconocimiento cientfico y de la tecnologa avanzada en los procesos de produc-cin, incrementando las crticas al progreso tecnolgico y al crecimiento, y con

    el incremento de la importancia de otro tipo de identidades sociales, diferentesde las identidades de clase. Adems, tericos sociales clsicos como Weber yDurkheim ya haban argumentado, con el cambio de siglo, que una teora cr-tica del capitalismo entendida en trminos de relaciones de propiedadresultaba demasiado estrecha para captar los rasgos fundamentales de lassociedades modernas.

    Es frente a este trasfondo histrico como puede entenderse mejor la trayec-toria de la otra corriente central en los anlisis marxianos: la Teora Crtica.

    Aunque este grupo de aproximaciones ha sido frecuentemente interpretadocomo relativo a la, as llamada, superestructura (Estado y cultura) en ordena explicar porqu los obreros no han hecho la revolucin [Willey, 1987: 8-11],considerar brevemente esta corriente terica en otros trminos como unintento de reconceptualizar una teora crtica del capitalismo adecuada al sigloXX que persegua ir ms all de las limitaciones del marxismo tradicional, peroque mantena algunas de sus presuposiciones bsicas.

    Respondiendo tanto a los cambios histricos a gran escala del siglo XXcomo a crticas tales como las de Weber y Durkheim, un nmero de tericosdentro de los lmites de la tradicin marxista notablemente Georg Lukcs,as como otros miembros de la Escuela de Frankfurt de Teora Crtica inten-taron desarrollar una teora social crtica que pudiese superar las limitacionesdel paradigma tradicional y resultar ms adecuada ante estos desarrollos his-tricos. Estos tericos procedieron desde la base de una sofisticada compren-sin de la teora de Marx, a la que no consideraban exclusivamente como unateora de la produccin y de la estructura de clases y, menos an, como una teo-ra exclusivamente econmica. Por el contrario, la trataron como un anlisiscrtico de las formas culturales tanto como de las estructuras de la sociedadcapitalista, y como una teora que tambin trataba de captar las relaciones

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    entre teora y sociedad de una forma autorreflexiva. Es decir, vean esta teoracomo un intento de analizar su propio contexto social la sociedad capitalis-ta de manera que explicase reflexivamente la posibilidad de su propio puntode vista. (Este intento reflexivo de fundamentar socialmente la posibilidad deuna teora crtica es, al mismo tiempo, un intento de fundamentar la posibili-dad de una accin social antagonista y transformadora).

    Partiendo de la base de su compleja comprensin de la teora de Marx estospensadores perseguan responder a la transformacin histrica del capitalismodesde su forma de mercado a su forma burocrtica, a un capitalismo centradoen el Estado, reconceptualizando el capitalismo mismo. No obstante, comoresultado de algunas de sus asunciones tericas, tanto Lukcs como otros miem-

    bros de la Escuela de Frankfurt no fueron capaces de realizar completamente suobjetivo terico de desarrollo de un anlisis del capitalismo adecuado al sigloXX. Por un lado, reconocieron las inadecuaciones de una crtica terica de lamodernidad que definiese el capitalismo exclusivamente en los trminos en losque era definido en el siglo XIX esto es, en los trminos de mercado y propie-dad privada de los medios de produccin. Por el otro, permanecieron ligados aalgunas de las asunciones de ese tipo de teora.

    Esto puede verse claramente en el caso del Lukcs de Historia y conciencia de

    clase, escrito a principios de 1920, en el cual persigue reconceptualizar el capi-talismo sintetizando a Marx y Weber [Lukcs, 1971: 83-222]. Asume la caracte-rizacin de Weber de la sociedad moderna en trminos de un proceso histri-co de racionalizacin, e intenta insertar este anlisis en el marco del anlisis deMarx de la forma mercanca como principio estructural bsico de la sociedadcapitalista. Fundamentando el proceso de racionalizacin de esta manera,Lukcs persegua mostrar que lo que Weber describi como la jaula de hie-rro de la vida moderna no es el necesario punto de llegada de ninguna socie-dad moderna, sino una funcin del capitalismo y, por ello, susceptible de ser

    transformado. Al mismo tiempo, la conceptualizacin del capitalismo implica-da en este anlisis es mucho ms amplia que la de un sistema de explotacinbasado en la propiedad privada y en el mercado; e implica que este ltimo noes fundamentalmente el rasgo principal del capitalismo.

    No obstante, el intento de Lukcs por conceptualizar el capitalismo postli-beral era profundamente inconsistente. Cuando trataba la cuestin de la posi-ble superacin del capitalismo recurra a la nocin del proletariado como elSujeto revolucionario de la historia. Esta idea, no obstante, slo tiene sentido siel capitalismo es definido esencialmente en trminos de propiedad privada delos medios de produccin y si el trabajo es considerado como el punto de vista

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    de la crtica. As pues, a pesar de que Lukcs reconoca que el capitalismo nopoda ser definido en los trminos tradicionales si su crtica pretenda resultaradecuada como crtica de la modernidad, socavaba su propia perspicacia his-trica al continuar considerando el punto de vista de la crtica, precisamente,en esos trminos tradicionales, es decir, en trminos de proletariado y, demanera anloga, en trminos de una totalidad social constituida por el trabajo.

    Las aproximaciones desarrolladas por los miembros de la Escuela deFrankfurt pueden tambin ser comprendidas en trminos de una tensin entreel reconocimiento de que el marxismo tradicional resulta inadecuado comoteora para el capitalismo del siglo XX, y el mantenimiento de algunos de suspresupuestos bsicos concernientes al trabajo. Por ejemplo, frente a desarrollos

    histricos tales como el triunfo del nacionalsocialismo, la victoria del estalinis-mo y el incremento general del control del Estado en Occidente, MaxHorkheimer llega a la conclusin, en 1930, de que aquello que antes caracteri-zaba al capitalismo el mercado y la propiedad privada ya no constitua suprincipio organizativo esencial [Horkheimer, 1978: 95-117]. No obstante locual, no procedi, sobre la base de esta intuicin, a la reconceptualizacin delas relaciones sociales fundamentales que caracterizan al capitalismo. Por elcontrario, manteniendo la concepcin tradicional de estas relaciones y de lacontradiccin del capitalismo (como la contradiccin entre el trabajo, por una

    parte, y el mercado y la propiedad privada, por la otra), Horkheimer argumen-taba que la contradiccin estructural del capitalismo haba sido sobrepasada; lasociedad se encontrara ahora directamente constituida por el trabajo. Lejos designificar una emancipacin, este desarrollo haba conducido, por el contrario,a un grado ms elevado de falta de libertad en la forma de una nueva forma dedominacin tecnocrtica.

    De acuerdo con Horkheimer esto indicaba, no obstante, que el trabajo (quel continuaba conceptualizando en trminos tradicionales, transhistricos) no

    poda ser considerado como la base de la emancipacin sino que, ms bien,deba ser entendido como la fuente de la dominacin tecnocrtica. La sociedadcapitalista, en sus anlisis, ya no posea en lo sucesivo una contradiccinestructural; se haba convertido en unidimensional una sociedad gobernadapor la racionalidad instrumental sin ninguna posibilidad de crtica o transfor-macin fundamentales.

    Es porque Horkheimer mantena algunas de las presuposiciones bsicas delmarxismo tradicional, como su comprensin del trabajo y de la contradiccin

    bsica del capitalismo, por lo que sus intentos de superar sus lmites resulta-ban problemticos. No habiendo elaborado una concepcin alternativa de las

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    relaciones sociales bsicas del capitalismo, no poda realmente justificar sucaracterizacin de la sociedad moderna como capitalista, dada su afirmacinde que el mercado y la propiedad privada haban sido efectivamente abolidos.Ms an, la tesis del carcter unidimensional del capitalismo postliberal impli-caba problemas tericos adicionales. La nocin de contradiccin social habasido central para la idea de una crtica autoreflexiva. Esto permita a la teorafundamentarse a s misma en su contexto y, no obstante, tomar una distanciacrtica con ese contexto. Al afirmar que la contradiccin del capitalismo habasido superada, el anlisis de Horkheimer ya no poda en lo sucesivo dar cuen-ta de su propio punto de vista y, por ello, perda su carcter reflexivo [Postone,1993: 84-120].

    El ms conocido intento de superacin de los problemas con los que se topa-ron Lukcs y la Escuela de Frankfurt en su lucha con el capitalismo postliberal esel de Jrgen Habermas [Habermas, 1970, 1971, 1984, 1987]. Respondiendo a losdilemas implicados en el anlisis de Horkheimer, Habermas ha intentadoreformular las bases de la Teora Crtica, argumentando que la sociedadmoderna no est constituida nicamente por el trabajo, sino tambin por laaccin comunicativa, que trabajo y accin comunicativa constituyen principiosque tienen su propia lgica independiente, y que la crtica social es posible porla esfera social constituida por la accin comunicativa.

    El enfoque de Habermas acierta en el rescate de la dimensin reflexiva dela Teora Crtica, pero lo hace de una manera que est basada en el mismoconocimiento tradicional del trabajo y, como resultado, da lugar a una nuevaserie de dificultades tericas. Aunque no pueda desarrollarlas aqu, permtase-me plantear simplemente que el anlisis de Habermas de las formas econmi-cas, sociales y culturales de la modernidad es fundamentalmente inespecficoy adolece, en gran medida, del poder de los primeras aproximaciones de laEscuela de Frankfurt a la hora de captar la cultura y sociedad del siglo XX. Ms

    an (y esto resulta crucial para nuestras consideraciones) la perspectiva deHabermas ya no justifica y delinea adecuadamente la dinmica histrica de lasociedad capitalista uno de los objetos centrales del anlisis de Marx. Por elcontrario, Habermas desarrolla una teora evolucionista transhistrica deldesarrollo humano [Postone, 1990: 170-176].

    La cuestin de la dinmica histrica de la sociedad capitalista y del cambioestructural a gran escala tambin han supuesto problemas para otros recientesintentos de formular una teora social de la dinmica histrica del siglo XX. Porejemplo, mientras que los miembros de la Escuela de Frankfurt respondierona las transformaciones de la primera mitad del siglo XX intentando formular

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    una teora del capitalismo postliberal, Daniel Bell extendi los argumentos deWeber, Durkheim y, ms tarde, Raymond Aron, en los primeros setenta, argu-mentando que el concepto de capitalismo (que Bell comprenda en los trmi-nos marxistas tradicionales) ya no captaba importantes aspectos de la sociedadmoderna. Afirmaba que la experiencia histrica del siglo XX haba mostradoque capitalismo y socialismo no se referan de manera fundamental a dife-rentes modos de vida social y, por ello, a diferentes pocas histricas, sino adiferentes formas de organizacin de un mismo modo subyacente de vidasocial, a saber, la sociedad industrial (la cual, segn Bell, estara en proceso dedesarrollo en direccin a una sociedad postindustrial) [Bell, 1973].

    Independientemente de lo bien trada que pudiese estar la crtica de Bell a

    una teora de la modernidad centrada en el mercado y la propiedad privada,su propia perspectiva tambin resulta problemtica. Se encuentra implcita-mente ligada a una concepcin del desarrollo histrico como un desarrollo tec-nolgicamente impulsado y no proporciona una explicacin social para elcarcter histricamente dinmico de la sociedad moderna. La concepcin deBell del desarrollo histrico es esencialmente lineal y presupone el control efec-tivo de la economa por el Estado. Esto, adems, impide la identificacin delcarcter no lineal de importantes evoluciones sociales y econmicas de los pa-ses industriales avanzados en los ltimos veinte aos tales como el declive

    del poder intervencionista del Estado en el control de la economa desde losprimeros aos setenta, la tendencia al incremento de las diferencias de rentas,el estancamiento de los niveles de ingreso para grandes segmentos de la pobla-cin trabajadora y/o el crecimiento estructural del desempleo.

    Estas evoluciones cuestionan importantes aspectos de la teora de Bell dela sociedad postindustrial. Ms generalmente, han vuelto anacrnica la idea,muy expandida en la postguerra, de que el surgimiento del intervencionismoestatal haba significado el fin de la dinmica cuasi-autnoma de la sociedad

    capitalista.La clara reemergencia de una dinmica tal sugiere la necesidad continuada

    de una teora del capitalismo. Sin embargo, tal teora debe ser capaz de respon-der a las intuiciones tanto de los tericos de la Escuela de Frankfurt, como deAron y Bell acerca de que el mercado y la propiedad privada no pueden serentendidos como los rasgos definitorios centrales de las sociedades modernas.Una teora tal, en otras palabras, debe basarse en una concepcin del capitalis-mo que no conciba los relaciones sociales fundamentales de esta sociedad entrminos de relaciones entre clases estructuradas por la propiedad privada delos medios de produccin y de mercado.

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    Me gustara esbozar una reinterpretacin de los trabajos maduros de Marx especialmente de El Capital, trabajos que proveen la base para una teorareconceptualizada del capitalismo [Postone, 1993]. He escogido la teoramadura de Marx como punto de partida puesto que, desde mi punto de vista,proporciona la mejor fundamentacin para un anlisis riguroso del procesodinmico que subyace tras el desarrollo histrico alcanzado por el mundomoderno. Al mismo tiempo, mi intencin es la de desarrollar los principiosestructurantes bsicos de la sociedad capitalista, principios esencialmentediferentes de los del marxismo tradicional, as como superar las familiaresdicotomas tericas de estructura y accin, sentido y vida material. He inten-tado mostrar que esas categoras pueden servir como fundamentos para una

    crtica terica rigurosa y autoreflexiva del capitalismo, para una teora de lamodernidad, abarcando tanto las sociedades industriales occidentales avan-zadas contemporneas como tambin lo que se ha venido llamando el socia-lismo realmente existente. Una teora tal podra probar ser un fructferopunto de partida para el anlisis de las transformaciones a gran escala de laspasadas dos dcadas.

    III

    Permtaseme empezar por describir un importante giro que tom Marx duran-te la escritura de los Grundrisse [Marx, 1973], el manuscrito preparatorio del ElCapital. Marx empieza los Grundrisse con la consideracin de categoras trans-histricas e indeterminadas como la produccin y el consumo [Marx,1973: 83 y ss.]. No obstante, no est satisfecho con este punto de partida. Haciael final del manuscrito, Marx propone un nuevo comienzo, el cual retendrpara sus textos posteriores.16 Este nuevo comienzo era el de la categora de

    mercanca.17

    En sus ltimos trabajos el anlisis de Marx no es el de las mercan-cas tal y como podran existir en mltiples sociedades, tampoco es el de unhipottico estadio precapitalista de la produccin mercantil simple. Ms

    bien, su anlisis es el de la mercanca tal y como existe en la sociedad capitalis-ta. Marx, ahora, analiza la mercanca no como un mero objeto, sino como laforma histrica, especfica y fundamental de las relaciones sociales que carac-terizan esta sociedad [Marx, 1976: 949-951].

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    16 Martn Nicolaus ha llamado la atencin sobre este asunto. Ver Nicolaus [1973: 35-37].17 Marx [1973 : 881]; Marx, [1970: 27] ; Marx [1976a: 125].

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    Este cambio desde un punto de partida transhistrico a un punto de partidahistricamente especfico indica un giro muy significativo en el pensamientode Marx. Implica que las categoras de la teora son histricamente especficas.Ms an, dada la asuncin de Marx de que el pensamiento est socialmenteconfigurado, su deslizamiento hacia una nocin de la especificidad histrica delas categoras de la sociedad capitalista, es decir, de su propio contexto histri-co, implica implcitamente un desplazamiento hacia la nocin de la especifici-dad histrica de su propia subjetividad.

    Esto supone la necesidad de una especie diferente de crtica social. El puntode vista de la crtica no puede ser ubicado transhistrica o trascendentalmentesino que debe ser localizado como una dimensin inmanente al objeto social de

    investigacin. Ninguna teora incluida la de Marx tiene una validez abso-luta y transhistrica dentro de este marco conceptual. Una importante tarea dela teora consiste ahora en ser reflexiva: debe volver plausible su propio puntode vista por medio de las mismas categoras con las que ha analizado su con-texto histrico.

    Una segunda implicacin importante del giro de Marx hacia la especifici-dad histrica de sus categoras fue la de que las nociones transhistricas, talescomo la de una lgica dialctica subyacente a toda la historia humana, ahora

    deban ser relativizadas histricamente. Discutiendo su validez transhistrica,no obstante, Marx no afirmaba que esas nociones no fuesen nunca vlidas. Porel contrario, restringa su validez para las formaciones sociales capitalistas, a lapar que mostraba cmo aquello histricamente especfico del capitalismopoda llegar a ser tomado como transhistrico. Sobre estas bases Marx proce-di a analizar crticamente las teoras que proyectaban sobre la historia y lasociedad en general categoras que, de acuerdo con l, eran nicamente vli-das para la poca capitalista. Esta crtica vale tambin implcitamente para losescritos tempranos del propio Marx, con sus proyecciones transhistricas

    tales como la nocin de que la lucha de clases se encontraba en el coraznmismo de la historia, por ejemplo, o la nocin de una lgica intrnseca a lahistoria o, desde luego, la nocin del trabajo como elemento constitutivo cen-tral de la vida social.

    Si, no obstante, las antiguas nociones de Marx sobre la historia, la sociedady el trabajo haban sido proyecciones y, en realidad, slo eran vlidas para lasociedad capitalista, ahora tena que desvelar los motivos de su validez comocaractersticas especficas de esta sociedad. Marx buscaba hacerlo localizandolo que l vea como la forma ms fundamental de las relaciones sociales quecaracterizaba la sociedad capitalista y, sobre esta base, construir cuidadosa-mente una serie de categoras integradas con las cuales persegua explicar el

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    funcionamiento subyacente de esta sociedad. Esta forma fundamental, comoya hemos mencionado, es la mercanca. Marx toma el trmino mercanca ylo utiliza para designar una forma histricamente especfica de las relacionessociales, una forma de prctica social constituida y estructurada que, almismo tiempo, constituye un principio estructurante de las acciones, lasvisiones del mundo y las disposiciones de los individuos. Como categora dela prctica es una forma tanto de la subjetividad como de la objetividadsocial. En algunos aspectos ocupa un papel similar en el anlisis de la moder-nidad de Marx al que la categora de parentesco ocupa en los anlisis antro-polgicos de otras formas de sociedad.

    Lo que caracteriza a la forma mercanca de las relaciones sociales, tal y

    como Marx las analiz, es que est constituida por el trabajo, existe en unaforma objetivada, y presenta un carcter dual.

    Para dilucidar esta descripcin, la concepcin de Marx de la especificidadhistrica del trabajo en el capitalismo debe ser clarificada. De acuerdo con elanlisis de la mercanca, el trabajo constituye realmente las relaciones socialesfundamentales del capitalismo. No obstante, resultando histricamente espe-cfico, esta funcin constituyente no puede ser comprendida como un atributodel trabajo en s mismo, tal y como ste exista en otras sociedades. De hecho

    una de las mayores crticas de Marx a Ricardo era el no haber captado la espe-cificidad histrica del valor y del trabajo que lo constitua [Marx, 1968: 164],[Marx, 1970: 60].

    Cul es entonces la especificidad histrica del trabajo en el capitalismo?Marx mantiene que el trabajo en el capitalismo tiene un doble carcter: essimultneamente trabajo concreto y trabajo abstracto [Marx, 1976a: 131-139]. Trabajo concreto remite al hecho de que algn tipo de lo que conside-ramos la actividad laboral est mediando las interacciones de los seres humanoscon la naturaleza en todas las sociedades. Trabajo abstracto, plante, signifi-ca que, en el capitalismo, el trabajo tambin posee una especfica funcinsocial: mediar en un nuevo modo de interdependencia social.

    Permtaseme elaborar esto: en una sociedad en la que la mercanca es lacategora estructurante bsica de la totalidad, el trabajo y sus productos no sonsocialmente distribuidos a travs de vnculos sociales tradicionales, a travs denormas o de relaciones abiertas de poder y dominacin es decir, a travs derelaciones manifiestamente sociales, como era el caso en otras sociedades.Por el contrario, el trabajo mismo reemplaza esas relaciones sirviendo como un

    tipo de medio cuasi-objetivo por el cual se adquieren los productos de losotros. O, lo que es lo mismo, un nuevo modo de interdependencia nace cuan-

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    do nadie consume lo que produce pero cuando, no obstante, la funcin del tra-bajo y sus productos es, para cada uno, un medio necesario de cara a la obten-cin de los productos de los dems. Sirviendo como un medio tal, el trabajo ysus productos, en efecto, resuelven esa funcin en lugar de las relaciones socia-les manifiestas. En lugar de resultar definido, distribuido y acordada su signi-ficacin social por relaciones sociales manifiestas, como es el caso en otrassociedades, el trabajo en el capitalismo es definido, distribuido y acordada susignificacin social por estructuras (mercanca, capital) que son constituidaspor el trabajo mismo. Es decir, el trabajo constituye una forma de las relacionessociales que presenta un carcter impersonal, aparentemente nosocial y cuasi-objetivo y que abarca, transforma y, hasta cierto punto, subyace tras, y sustituye

    a, los lazos tradicionales y las relaciones de poder.As, en los trabajos de madurez de Marx la nocin de la centralidad del tra-

    bajo para la vida social no es una proposicin transhistrica. No refiere al hechode que la produccin material sea siempre una precondicin de la vida social. Susignificado no debera ser tomado, pues, como aquel por el que la produccinmaterial se convierte en la dimensin ms esencial de la vida social en generalo, inclusive, del capitalismo en particular. Ms bien se refiere a la constitucinhistricamente especfica en el capitalismo de las relaciones sociales que carac-terizan fundamentalmente esta sociedad como relaciones constituidas por el

    trabajo. En otras palabras, Marx analiza el trabajo en el capitalismo como cons-tituyendo una forma determinada de mediacin social que es la base ltima delos rasgos distintivos de la modernidad en particular de su dinmica histri-ca. Ms que postular la primaca social de la produccin material, la teoramadura de Marx persigue mostrar la primaca en el capitalismo de una forma demediacin social (constituida por el trabajo abstracto) que moldea tanto el pro-ceso de la produccin material (el trabajo concreto) como el consumo.

    El trabajo en el capitalismo, entonces, segn Marx, no es nicamente el tra-

    bajo tal y como lo entendemos desde el punto de vista del sentido comn,transhistricamente, sino una actividad histricamente especfica que funcionacomo mediacin social. De ah que sus productos mercanca y capital seanambos productos del trabajo concreto y formas objetivadas de mediacinsocial. De acuerdo con este anlisis, las relaciones sociales que ms bsicamen-te caracterizan las sociedades capitalistas son muy diferentes de las relacionessociales cualitativamente especficas, de las relaciones sociales abiertas comolas relaciones de parentesco o las relaciones de dominacin directa y personalque caracterizan a las sociedades nocapitalistas. Aunque este ltimo tipo de

    relaciones sociales contina existiendo en el capitalismo, lo que verdaderamenteestructura esta sociedad es un nuevo y subyacente nivel de relaciones sociales

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    constituidas por el trabajo. Estas relaciones tienen un carcter cuasi-objetivo yformal peculiar y resultan duales se caracterizan por la oposicin de unadimensin abstracta, general, homognea y una dimensin concreta, particu-lar, material, apareciendo ambas como naturales, ms que sociales, y comocondicin social de las concepciones sobre la realidad natural.

    El carcter abstracto de la mediacin social subyacente al capitalismo tam-bin se expresa en la forma de la riqueza dominante en esta sociedad. Comohemos visto, la teora del valor-trabajo de Marx ha sido frecuentemente malin-terpretada como una teora del trabajo relativa a la riqueza, esto es, como unateora que perseguira explicar el funcionamiento del mercado y probar la exis-tencia de la explotacin argumentando que el trabajo, en todo lugar y momen-

    to, sera la nica fuente social de la riqueza. El anlisis de Marx, sin embargo,no es un anlisis sobre la riqueza en general, as como tampoco lo es del trabajoen general. Analiz el valor como una forma histricamente especfica de lariqueza, forma ligada al rol histricamente nico del trabajo en el capitalismo:como forma de la riqueza es tambin una forma de mediacin social. Marx dis-tingua explcitamente el valor de la riqueza material y relacionaba estas dosdiferentes formas de la riqueza con la dualidad del trabajo en el capitalismo.La riqueza material es medida por la cantidad de productos producidos y esten funcin, adems del trabajo mismo, de un nmero de factores tales como el

    nivel de conocimientos, la organizacin social, las condiciones naturales.Segn Marx, el valor est constituido nicamente por el gasto de tiempo de tra-

    bajo humano y es la forma dominante de la riqueza en el capitalismo [Marx,1976a: 136-137]; [Marx, 1973: 704-705]. Mientras que la riqueza material, cuandoes la forma dominante de la riqueza, resulta mediada expresamente por lasrelaciones sociales, el valor es una forma automediada de la riqueza.

    Lejos de plantear que el valor es una forma transhistrica de la riqueza,Marx trataba de explicar rasgos centrales del capitalismo argumentando que

    ste se basa exclusivamente en el valor. Sus categoras intentan captar unaforma histricamente especfica de dominacin social y una dinmica inma-nente nica y no fundamentar simplemente el equilibrio de los precios ydemostrar la centralidad estructural de la explotacin.18 De acuerdo con elanlisis de Marx, el objetivo ltimo de la produccin en el capitalismo no son

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    18 En este sentido general Althusser tena razn cuando afirmaba que Marx coga las categorasde la economa poltica y cambiaba los trminos del problema: las usaba para plantear cuestiones

    que la economa poltica nunca haba planteado. [Althusser y Balibar, 1970: 21-25]. La mayora delas discusiones acerca de la teora del valor de Marx, no obstante, permanecen dentro de los lmi-tes de las cuestiones planteadas por la economa poltica.

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    los bienes producidos sino el valor, o ms precisamente, el plusvalor. No obs-tante, como forma de la riqueza, el valor la objetivacin del trabajo funcio-nando como un medio cuasi-objetivo de adquisicin de los bienes que uno noha producido es independiente de las caractersticas fsicas de las mercanc-as en las que se ha incorporado. Dentro de este marco, la produccin en el capi-talismo est necesariamente orientada cuantitativamente hacia incrementossiempre crecientes del plusvalor. Como produccin de plusvalor, la produccinen el capitalismo ya no es un medio para un fin sustantivo, sino un momentoen una cadena sin fin. Se trata de producir por producir [Marx, 1976a: 742].

    La teora del valor de Marx provee la base para un anlisis del capital comouna forma socialmente constituida de mediacin social y de riqueza cuya

    caracterstica principal es su tendencia hacia una expansin ilimitada. Unaspecto, de una importancia crucial, de este intento por especificar y funda-mentar la dinmica de la sociedad moderna, es su nfasis en la temporalidad.As como el valor, dentro de este marco, no est relacionado con las caracters-ticas fsicas de los productos, su medida no es inmediatamente idntica a la dela masa de bienes producidos (la riqueza material). Ms bien, se trata de unaforma abstracta de riqueza, el valor se basa en una medida abstracta el gastomedio, socialmente necesario, de tiempo de trabajo.

    La categora de tiempo de trabajo socialmente necesario no es una categorameramente descriptiva, sino que expresa una norma temporal general, resultantede las acciones de los productores, a la cual stos deben ajustarse. Tal norma tem-poral ejerce un modo de coercin abstracta que resulta intrnseco a la forma capi-talista de mediacin de la riqueza. En otras palabras, los productores se enfrentanal objetivo de la produccin en el capitalismo como si de una necesidad externa setratase. No viene dada por la tradicin social o por la coercin social explcita ytampoco es conscientemente decidida. Ms bien, ese objetivo se presenta a smismo como situado ms all de todo control humano. La especie de dominacin

    abstracta constituida por el trabajo en el capitalismo es la dominacin del tiempo.As, la forma de mediacin constitutiva del capitalismo da lugar a una

    nueva forma social de dominacin que sujeta a los individuos a imperativosy constricciones cada vez ms racionalizados y estructurales, de carcterimpersonal [Marx, 1973: 164]. Esta forma de dominacin estructural autogene-rada remite a la reelaboracin histrica y social, en los trabajos maduros deMarx, del concepto de alineacin desarrollado en sus trabajos tempranos. Seaplica a los capitalistas tanto como a los trabajadores, a pesar de las grandesdiferencias entre ellos en cuanto a poder y a riqueza.

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    La forma de dominacin abstracta analizada por Marx en El Capital nopuede, as, ser adecuadamente captada en trminos de dominacin de claseo, ms generalmente, en trminos de dominacin concreta por parte dedeterminados grupos sociales o agencias institucionales del Estado y/o laeconoma. No tiene un locus determinado19 y, aunque est constituida por unaprctica social de un tipo especfico, parece no resultar social en absoluto. Laestructura funciona de tal manera que son las necesidades de uno mismo,ms que las relaciones de fuerza u otro tipo de sanciones sociales, las queaparecen como la fuente de esa coercin.

    En los trminos de Marx, despus del contexto precapitalista caracterizadopor relaciones de dependencia personal, emergi un nuevo contexto caracteri-

    zado por la libertad personal individual dentro de un marco social de depen-dencia objetiva [Marx, 1973: 158]. De acuerdo con el anlisis de Marx, ambostrminos de la moderna oposicin antinmica el individuo libremente auto-determinado y la sociedad como una esfera externa de necesidad objetivaestn histricamente constituidos con el nacimiento y la expansin de la formamercantilmente determinada de las relaciones sociales.

    As, dentro del marco de esta interpretacin, las relaciones sociales msbsicas del capitalismo no son nicamente las relaciones de explotacin y dedominacin. El anlisis marxiano incluye, desde luego, estas dimensiones pero

    va ms all de ellas. No concierne nicamente a la distribucin efectiva de losbienes y, finalmente, del poder, sino que tambin pretenda captar la naturale-za real de la mediacin social que estructuraba la modernidad. Marx perseguamostrar en El Capital que las formas de mediacin social expresadas por cate-goras tales como la mercanca y el capital evolucionan hacia una especie desistema objetivo que determina cada vez ms los objetivos y los medios de lamayora de las actividades humanas. O, lo que es lo mismo, Marx trataba deanalizar el capitalismo como un sistema social cuasi-objetivo y, al mismo tiem-po, fundamentar ese sistema en formas estructuradas de prctica social.20

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    19 Este anlisis de la forma de dominacin asociada con la forma mercanca proporciona un pode-roso punto de partida para el anlisis de la omnipresente e inmanente forma de poder que MichelFoucault describi como caracterstica de las sociedades modernas occidentales [Foucault, 1977].20 La interpretacin de la teora marxiana que acabo de esbozar puede tambin ser leda como unaespecie de teora sofisticada del tipo de la propuesta por Pierre Bourdieu, como una teora de las rela-ciones mutuamente constituidas entre las estructuras sociales y las acciones cotidianas y el pensa-miento [Bourdieu, 1977: 1-30, 87-95]. Lo que frecuentemente ha sido nicamente interpretado comoun problema econmico en el trabajo de Marx, concretamente la cuestin de la relacin entre valores

    y precios, debera, en mi opinin, ser considerado como parte del intento de formular una teora dela relacin entre las estructuras sociales profundas y las acciones cotidianas de los actores sociales queconstituyen esas estructuras, an resultando stos ltimos ignorantes de la existencia de aquellas.

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    La forma de dominacin que he empezado a describir no es esttica; comohemos visto, genera una dinmica intrnseca subyacente a la sociedad moder-na. Ulteriores determinaciones de esta dinmica pueden ser esbozadas consi-derando algunas de las implicaciones de la determinacin temporal del valor.

    La dimensin temporal del valor implica una determinada relacin entreproductividad y valor, la cual solamente podemos mencionar de pasada aqu.Puesto que el valor est en funcin, nicamente, del tiempo de trabajo social-mente necesario, los incrementos de la productividad resultan incrementos devalor nicamente en el corto plazo. Una vez que los incrementos de la produc-tividad se convierten en socialmente generales, entonces, redeterminan el tiem-po de trabajo socialmente medio (o necesario); la cantidad de valor producida

    por unidad de tiempo regresa entonces a su nivel bsico original [Marx,1976a: 129]. Esto significa que los ms altos niveles de productividad, una vezque se han convertido en socialmente generales, son estructuralmente recons-tituidos como el nuevo nivel bsico de la productividad. Estos generanmayores cantidades de riqueza material, pero no mayores niveles de valor porunidad de tiempo. Por el mismo procedimiento y esto resulta crucial losmayores niveles de la productividad social general no disminuyen la necesidadsocial general del gasto de tiempo de trabajo (cual sera el caso si la riquezamaterial fuese la forma dominante de la riqueza); al revs, esta necesidad es

    permanentemente reconstituida. En un sistema basado en el valor, existe laurgencia de incrementar los niveles de productividad, pero el gasto de tiempode trabajo humano directo resulta necesario para el sistema como totalidad.Este patrn promueve an mayores incrementos de la productividad.

    Todo ello es el resultado de una dinmica histrica muy compleja y nolineal.Por un lado, esta dinmica est caracterizada por una permanente transforma-cin de los procesos tcnicos de trabajo, de la divisin social y tcnica del trabajoy, ms generalmente, de la vida social de la naturaleza, estructura e interrela-

    ciones entre las clases sociales y otro tipo de agrupamientos, de la naturaleza dela produccin, el transporte, la circulacin, las formas de vida, las formas de lafamilia, etctera. Por otro lado, esta dinmica histrica implica la reconstruccinpermanente de su propia condicin fundamental en tanto que rasgo inmutablede la vida social a saber, que la mediacin social sea efectuada fundamental-mente por el trabajo y, por ello, que el trabajo vivo permanezca como intrnsecoal proceso de produccin (considerado en trminos de la sociedad como totali-dad), independientemente de los niveles de productividad.

    Este anlisis nos provee de un punto de partida para entender por qu elcurso del desarrollo capitalista no ha sido lineal, por qu los enormes incremen-tos de la productividad generados por el capitalismo no nos han conducido ni

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    a mayores niveles generales de riqueza, ni a una reestructuracin fundamentaldel trabajo social que suponga una significativa reduccin de los tiempos detrabajo. La historia en el capitalismo, dentro de este marco, no es ni la simplehistoria del progreso (ya sea tcnico u otro) ni la de su regresin y su declive.Ms bien, el capitalismo es una sociedad que est en un constante fluir y, no obs-tante, reconstituye permanentemente su identidad subyacente (por lo cual estaidentidad, debemos insistir, es captada en trminos de una forma social dinmi-ca cuasi-objetiva constituida por el trabajo como una actividad de mediacinsocial e histricamente especfica, ms que en trminos de propiedad privada yde mercado). Esta dinmica genera a la vez la posibilidad de otra organizacinde la vida social y, no obstante, frena la posibilidad de su realizacin.

    Una compresin tal de la compleja dinmica del capitalismo permite unanlisis crtico, social (ms que tecnolgico), de la trayectoria del crecimiento yde la estructura de la produccin en las sociedades modernas. Hemos visto queun sistema basado en el valor da lugar a una deriva permanente hacia produc-tividades siempre incrementadas. El anlisis de Marx de la categora de plus-valor especifica esto de manera ms compleja. Lo importante del concepto deplusvalor, clave en Marx, no es nicamente, como ocurre en las interpretacio-nes tradicionales, mostrar intencionadamente que el excedente es producidopor la clase obrera, sino mostrar que el verdadero excedente en la sociedad

    capitalista es el excedente de valor y no el de riqueza material. El anlisis deMarx de esta forma de excedente indica que, cuanto mayor es el nivel de laproductividad social general del trabajo ms la productividad debe verse pos-teriormente incrementada en orden a generar un incremento de plusvalor[Marx, 1976a: 657-658]. En otras palabras, la expansin del plusvalor requeridapor el capital tiende a la acelerada generacin de ratios superiores de produc-tividad y, con ellos, de la masa de bienes producidos y de materiales no elabo-rados consumidos. No obstante, los incrementos permanentes de las cantidadesde riqueza material producida no presentan como correspondencia mayoresniveles de riqueza social en la forma de valor. Este anlisis sugiere que, en lorelativo a este rasgo paradjico del capitalismo moderno a la ausencia deuna prosperidad general en medio de una plenitud material, no estamosnicamente ante una cuestin de distribucin desigual, sino que deriva de lafuncin de la forma valor de la riqueza, del corazn mismo del capitalismo.

    Otra consecuencia implicada en este patrn dinmico, que genera incremen-tos en la riqueza material ms importantes que los generados en el plusvalor, esla acelerada destruccin del entorno natural. El problema del crecimiento eco-

    nmico en el capitalismo, dentro de este marco, no es nicamente que sea uncrecimiento marcado por las crisis, como frecuentemente han enfatizado los

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    enfoques marxistas tradicionales, sino que es la forma misma de crecimiento laque es problemtica. La trayectoria del crecimiento podra ser diferente, deacuerdo con este enfoque, si el verdadero objetivo de la produccin fueranmayores cantidades de bienes en lugar de mayores cantidades de plusvalor. Latrayectoria expansiva en el capitalismo, en otras palabras, no puede ser identi-ficada con el crecimiento econmicoper se. Se trata de una determinada tra-yectoria, trayectoria que genera una creciente tensin entre las consideracionesecolgicas y los imperativos del valor como forma de la riqueza y como formade mediacin social.

    La distincin entre riqueza material y valor, entonces, permite una aproxi-macin que aborde las consecuencias ecolgicas negativas de la produccin

    industrial moderna dentro del marco de una teora crtica del capitalismo. Msan, sera capaz de apuntar ms all de la oposicin entre el crecimiento des-

    bocado como condicin de la riqueza social y la austeridad como condicin deuna organizacin ecolgica de la vida social, al fundamentar esta misma opo-sicin en una forma histricamente especfica de mediacin y de riqueza.

    La relacin entre valor y productividad que he comenzado a esbozar tam-bin nos proporciona la base para un anlisis crtico de la estructura del trabajosocial y de la naturaleza de la produccin en el capitalismo. Marx, en sus tra-

    bajos de madurez, no trata el proceso industrial de produccin como un proce-so tcnico que, aunque crecientemente socializado, resulte utilizado por loscapitalistas para sus propios fines. Ms bien analiz ese proceso como molde-ado por el capital y, por consiguiente, como intrnsecamente capitalista [Marx,1976a: 492 y ss.]. De acuerdo con sus anlisis, la forma valor de la riqueza inducea la par el incesante incremento de los niveles de productividad y el manteni-miento estructural del tiempo de trabajo humano directo en la produccin, apesar de los grandes incrementos de la productividad. El resultado es elaumento de la produccin a gran escala, tecnolgicamente avanzada, acompa-

    ada por el incremento de la fragmentacin del trabajo individual.Este anlisis proporciona el principio de una explicacin estructural para

    una paradoja central de la produccin en el capitalismo. Por un lado, la urgen-cia del capital hacia incrementos aadidos de productividad da lugar al naci-miento de un aparato de una sofisticacin tecnolgica considerable que vuelvela produccin de riqueza material esencialmente independiente del gasto detrabajo humano directo. Esto, por su parte, abre la posibilidad de reduccionesa gran escala del tiempo de trabajo socialmente necesario y de transformacio-nes fundamentales en la naturaleza y la organizacin social del trabajo. No obs-tante, esas posibilidades no se realizan en el capitalismo [Marx, 1973: 704 y ss.].

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    Aunque existe una huida del trabajo manual, el desarrollo de una produccintecnolgicamente sofisticada no libera a la mayora de los individuos de un tra-

    bajo fragmentado y repetitivo. De manera similar, el tiempo de trabajo no se vereducido en un nivel social general sino que resulta distribuido desigualmente,inclusive incrementndose para muchas personas. La actual estructura del tra-

    bajo y de la organizacin de la produccin, entonces, no puede ser adecuada-mente comprendida en trminos exclusivamente tecnolgicos; el desarrollo dela produccin en el capitalismo debe ser entendido en trminos sociales tam-

    bin. Tanto la produccin como el consumo resultan moldeados por mediacio-nes sociales que se expresan en las categoras de la mercanca y del capital.

    Considerado en trminos de la estructura del trabajo asalariado, otra

    dimensin de esta paradoja de la produccin es la creciente brecha que se abreentre los inputs de tiempo de trabajo y los outputs materiales. De ah que suel-dos y salarios se conviertan, cada vez ms, en una forma de distribucin socialgeneral que mantiene sin embargo la forma aparencial de una remuneracindel tiempo de trabajo invertido. No obstante, de acuerdo con el anlisis de ladinmica del capitalismo de Marx (como implicando una reconstitucin per-manente de la necesidad de la forma valor), los inputs de tiempo de trabajo per-manecen como estructuralmente esenciales para el capitalismo.

    El anlisis de Marx de la dialctica del valor y la riqueza material, entonces,plantea implcitamente que tanto el crecimiento econmico desbocado como laproduccin industrial basada en el proletariado estn moldeadas por la formamercanca, y sugiere que ambas, la forma de crecimiento y la produccin,podran ser diferentes en una sociedad en la que la riqueza material hayareemplazado al valor como la forma dominante de la riqueza. El capitalismomismo da nacimiento a la posibilidad de una sociedad tal, de una estructuradiferente del trabajo, de una forma diferente de crecimiento, y de una formadiferente de interdependencia global compleja; al mismo tiempo, sin embargo,

    bloquea estructuralmente la realizacin de estas posibilidades.As, de acuerdo con su interpretacin, la teora de Marx no postula un

    esquema de desarrollo lineal que apuntase ms all de la estructura existentede la industria y del trabajo (como lo hacen las teoras de la sociedad postin-dustrial); tampoco, sin embargo, trata a la produccin industrial y al proleta-riado como las bases de la futura sociedad (como lo hacen muchos enfoquesmarxistas tradicionales). Ms bien se trata de un intento que haga justicia a lacreciente importancia de la ciencia y la tecnologa y que dilucide la posibilidadhistrica de una organizacin del trabajo postindustrial y postproletaria mien-tras que, al mismo tiempo, analiza las discrepancias entre la forma actual deldesarrollo capitalista y las posibilidades que ste genera.

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    La contradiccin estructural del capitalismo, de acuerdo con esta interpreta-cin, no es la contradiccin entre la distribucin (el mercado, la propiedad pri-vada) y la produccin, sino la que emerge como contradiccin entre las formasexistentes de crecimiento y de produccin y las que podran ser si las relacio-nes sociales ya no estuvieran mediadas de forma cuasi-objetiva por el trabajo ysi, por lo tanto, los individuos tuviera un mayor grado de control sobre la orga-nizacin y la direccin de la vida social.

    La teora madura de la historia de Marx, de acuerdo con esta interpreta-cin, no puede ser leda al margen de sus trabajos tempranos, tales como LaIdeologa Alemana o El Manifiesto Comunista, pero es una dimensin implcitaen su exposicin en El Capital. Hemos visto que, de acuerdo con la aproxima-

    cin que acabo de esbozar, las interacciones dialcticas en el capitalismo entrelas dos dimensiones, trabajo y riqueza, dan lugar a una compleja dinmicadireccional que, aunque es constituida socialmente, resulta cuasi indepen-diente de los individuos que la constituyen. Presenta las propiedades de unalgica histrica intrnseca. Dicho de otra forma, la teora madura de Marx nohipostasa la historia como una fuerza que movera a todas las sociedadeshumanas. Lo que hace, no obstante, es caracterizar la sociedad moderna entrminos de una dinmica direccional permanente y trata de explicar estadinmica en referencia al carcter dual de las formas sociales que se expresan

    en las categoras de mercanca y capital.Enraizando el carcter contradictorio de esta formacin social en tales

    formas duales, Marx implcitamente est planteando que esa contradiccinde carcter estructural es especfica del capitalismo. La nocin de que la rea-lidad social, o las relaciones sociales en general, resultan esencialmente con-tradictorias y dialcticas aparece, a la luz de este anlisis, como una nocinque slo puede ser asumida metafsicamente, sin ser explicada. El anlisis deMarx se deshace ahora tcitamente de las concepciones evolucionistas de la

    historia,21

    sugiriendo que cualquier teora que plantee el desarrollo de unalgica implcita de la historia, ya sea de tipo dialctico o evolucionista, lo queestara haciendo es proyectar el caso especfico del capitalismo sobre la his-toria en general.

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    21 Tambin se deshace de la idea (bsicamente hegeliana) de que la vida social humana est basa-da en un principio esencial que se realiza a s mismo en el trancurso del desarrollo histrico (por

    ejemplo, el trabajo transhistrico en el marxismo tradicional o la accin comunicativa en los traba-jos ms recientes de Habermas).

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    IV

    Habiendo esbozado algunos aspectos de mi reinterpretacin del anlisis deMarx del capitalismo, me gustara volver brevemente sobre las consideracionespreliminares de sus implicaciones para la cuestin de la relacin entre el trabajosocial y el sentido social en la teora de Marx. Muchas de las discusiones sobreeste asunto conceptualizan el problema como relativo a la relacin entre el tra-

    bajo, comprendido transhistricamente, y las formas de pensamiento. Esta es laasuncin que subyace tras la idea comn de que, para Marx, la produccin mate-rial constituye la base fundamental de la sociedad, mientras que las ideas for-man parte de, la ms perifrica, superestructura22 con lo que, ligado a ello, lascreencias, para Marx, estaran determinadas por los intereses materiales [Collins,1994: 65-70]. Esta era tambin la asuncin de Habermas cuando en Conocimientoe Inters argumentaba que un anlisis basado en el trabajo (que l, como el lti-mo Horkheimer relacionaba, en tanto que categora epistemolgica, con el cono-cimiento instrumental) deba de ser completado por un anlisis basado en la teo-ra de la interaccin, en orden a recuperar la nocin de una fundamentacinsocial para las formas no instrumentales del sentido y, a partir de ello, para laposibilidad de la conciencia crtica [Habermas, 1971: 25-63].

    Sin embargo, como he venido argumentando, la teora madura de Marx dela constitucin social no es una teora del trabajoper se, sino de los actos de tra-bajo en tanto que actividades mediadoras en el capitalismo. Esta interpretacintransforma los trminos del problema de la relacin entre trabajo y pensamien-to. La relacin que delinea no es la relacin entre trabajo concreto y pensamien-to, sino entre el trabajo que media las relaciones sociales y el pensamiento. Elanlisis de Marx sugiere que lo que en otras sociedades puede muy bien serestructurado de forma diferente, produccin e interaccin, para utilizar la ter-minologa temprana de Habermas, est, en un nivel ms profundo, confundidoen el capitalismo, al encontrarse ambas igualmente mediadas por el trabajo. Almismo tiempo, mantiene que esta especificidad caracterstica de la sociedadmoderna de las formas de pensamiento (o, ms ampliamente, de la subjetivi-dad) puede ser comprendida con referencia a estas formas de mediacin. Esdecir, en tanto que Marx analiz la vida social y la produccin con referencia auna forma estructurada de mediacin cotidiana, y no defini nicamente laproduccin en trminos concretos y materiales, su enfoque no dicotomizabasujeto y objeto, cultura y vida social. Las categoras de su crtica madura, en

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    22 Para una crtica de esta concepcin ortodoxa ver [Williams, 1977: 75-82].

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    otras palabras, pretendan ser determinaciones de la subjetividad y de la obje-tividad social, simultneamente. Representaban un intento de ir ms all deldualismo sujeto-objeto, un intento de captar los aspectos sociales de las formasmodernas de mirar a la naturaleza, a la sociedad y a la historia, a partir de lasformas histricamente especficas de mediacin social constituidas por deter-minadas formas de prctica social.

    Este enfoque implica una teora del conocimiento muy diferente de lasupuesta en el bien conocido modelo de base-superestructura, donde el pensa-miento es un mero reflejo de la base material. Tampoco se trata de una aproxi-macin funcionalista en el sentido de explicar las ideas porque fueran fun-cionales ni para la sociedad capitalista ni para la clase capitalista. Lo que tiene

    inters en los intentos de Marx, frecuentemente implcitos, de construir unateora sociohistrica del conocimiento en El Capital es que no trata esencial yfundamentalmente con modos de pensamiento en trminos de posicin sociale inters social, incluidas la posicin y el inters de clase. Por el contrario, inten-ta en primer lugar fundar categorialmente los principales, e histricamenteespecficos, modos de pensamiento dentro de los que esas diferencias, deacuerdo con las clases, tienen lugar.

    Una de las ms explcitas indicaciones de esta aproximacin a una teora

    sociohistrica del conocimiento en El Capital est en la famosa seccin del, as lla-mado, fetichismo de la mercanca, en donde Marx habla de las relaciones obje-tuales entre los individuos en el capitalismo [Marx, 1976a: 163-177].Desafortunadamente, estos pasajes han sido tomados frecuentemente por un cri-ticismo de la perversa comercializacin de todos los aspectos de la vida social. Lanocin de Marx de fetiche, no obstante, es un aspecto de su teora del conoci-miento que trata de volver plausibles aspectos del pensamiento moderno porejemplo, el nacimiento del concepto de Razn como una categora de la totali-dad, o la visin de la naturaleza como lo objetivo, lo homogneo y lo racional

    con referencia al carcter peculiarmente objetivo de las formas de mediacinsocial subyacentes que constituyen la sociedad capitalista. Este enfoque dadala complejidad de las categoras de Marx y del hecho de que son estructuralmen-te dinmicas y contradictorias permite una teora histrica de las formas desubjetividad, una teora muy diferente a los enfoques que dejan indeterminadala naturaleza del pensamiento mientras que examinan sus funciones sociales.23

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    23 He encontrado esta perspectiva general de una teora social histrica y nofuncionalista del

    conocimiento de gran utilidad para tratar de entender la centralidad del antisemitismo modernopara el nacional-socialismo, de manera que, desde mi punto de vista, da mejor cuenta de estaforma de pensamiento de la que lo hacen las teoras del nacional-socialismo como ideologa que

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    Difiere a la vez de la teora de Bourdieu acerca del no reconocimiento social,que es esencialmente funcionalista, y que no puede de manera intrnseca rela-cionar aquello que es intencionadamente noreconocido y la forma misma delnoreconocimiento [Bourdieu 1977: 159-197], y de la concepcin de Althusser dela ideologa, que es transhistrica, predicada sobre el modelo de Engels de

    base/superestructura, y que no permite al terico crtico fundar reflexivamen-te la posibilidad de la crtica a la ideologa.24

    As pues, lo material en la teora materialista madura de Marx es losocial. El sentido no es analizado como un reflejo epifenomnico de una basefsica, material. Tampoco, desde luego, es tratado de manera idealista comouna esfera autnoma, completamente autodeterminada. Ms bien, la estructu-

    ra del sentido es contemplada como un aspecto inmanente a la estructura de lamediacin social. Es porque, segn Marx, el trabajo en el capitalismo no cons-tituye nicamente una actividad productiva sino tambin una mediacinsocial, por lo que realmente resulta constitutivo de sentido. En general, dentrodel marco de mi propuesta de interpretacin, la teora marxiana no es slo unateora de las condiciones materiales de vida sino, ms bien, una teora socialcrtica y autorreflexiva, relativa a la interseccin de la cultura y la sociedad, deun sentido y una vida material histricamente especficos.

    V

    La reinterpretacin de la teora de Marx que acabo de esbozar constituye unaruptura bsica con, y una crtica de, las interpretaciones ms tradicionales.Como hemos visto, tales interpretaciones captan el capitalismo en trminos derelaciones de clase estructuradas por el mercado y la propiedad privada, suforma de dominacin es considerada en primer lugar en trminos de dominacin

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    reflejara los intereses del gran capital o, incluso, como ideologa contra la modernidad. Haciendouso de los anlisis de Marx sobre las formas sociales fundamentales del capitalismo y de su con-cepto de fetiche, he sido capaz de describir una forma de pensamiento que era anticapitalista ensus intenciones y, no obstante, afirmativa frente al capital industrial. Sobre estas bases he tratadodespus de dilucidar en trminos histricos y sociales el ncleo del antisemitismo nazi, la concep-cin de una tremendamente poderosa, misteriosa, fuente de maldad, y la identificacin de esamaldad con los judos. De esta forma he intentado proporcionar una explicacin social de la lgi-ca subyacente a un programa de exterminio completo (como opuesta a la del asesinato en masa).Ver Postone [1986].24 Althusser [1971: 127-188]. Al dicotomizar la existencia social y la conciencia social, como lo haceAlthusser, reintroducimos el problema de la direccin causal.

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    de clase y de explotacin, y la crtica del capitalismo es presentada como unacrtica normativa e histrica desde el punto de vista del trabajo y de la produc-cin (entendidos transhistricamente en trminos de interacciones entre losseres humanos y la naturaleza material). He argumentado que este entendi-miento comn y transhistrico del trabajo no subyace tras la crtica de Marx,que su teora no concierne a la produccin de la riqueza social en general y quesu comprensin de las relaciones sociales esenciales y de la forma de domina-cin caracterstica del capitalismo debera ser repensada. Es decir, he tratadode mostrar que, mientras que la mayora de las interpretaciones tradicionalespermanecen dentro de los lmites de los problemas planteados por la economapoltica clsica, Marx cambi los trminos de dichos problemas.

    De acuerdo con la reinterpretacin que acabo de esbozar, el anlisis deMarx del trabajo en el capitalismo es histricamente especfico; persigue dilu-cidar una forma peculiar, cuasi-objetiva, de mediacin social y de riqueza (elvalor) que, como forma de dominacin, estructura el proceso de produccin enel capitalismo y genera una dinmica histrica nica. De ah que el trabajo y elproceso de produccin no resulten separables de, ni opuestos a, las relacionessociales capitalistas, sino que constituyen su centro. La teora de Marx, enton-ces, se extiende mucho ms all de la crtica tradicional de las relaciones bur-guesas de distribucin (el mercado y la propiedad privada); no es slo una cr-

    tica de la explotacin y de la distribucin desigual del poder y la riqueza. Msbien, capta la sociedad industrial moderna misma como capitalista y analizacrticamente el capitalismo esencialmente en trminos de estructuras abstrac-tas de dominacin que incrementan la fragmentacin del trabajo y la existen-cia individual y desarrollan una lgica ciega y desbocada. Trata a la clase obre-ra como el elemento bsico del capitalismo ms que como la encarnacin de sunegacin e, implcitamente, conceptualiza el socialismo, no en trminos de rea-lizacin del trabajo y la produccin industrial, sino en los de la posibilidad dela abolicin del proletariado y de la organizacin de la produccin basada en

    el trabajo proletario, as como del sistema dinmico de compulsiones abstrac-tas constituido por el trabajo como una actividad de mediacin social.

    Por lo tanto, esta reinterpretacin de la teora de Marx implica repensar fun-damentalmente la naturaleza del capitalismo y su posibilidad histrica de trans-formacin. Dirigiendo el foco de la crtica lejos de los asuntos del mercado y dela propiedad privada exclusivamente, nos provee de las bases para una teora cr-tica de la sociedad postliberal en tanto que capitalista y tambin puede propor-cionarnos los fundamentos bsicos para una teora crtica de los pases del, as

    llamado, socialismo realmente existente, como formas alternativas (y fallidas)de acumulacin de capital, ms que como modos sociales que representaron lanegacin histrica del capital en formas, no obstante, imperfectas.

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    Aunque el nivel lgicamente abstracto del anlisis perfilado aqu no indicainmediatamente los factores especficos subyacentes tras las transformacionesestructurales de los ltimos veinte aos, puede proporcionarnos un marcodentro del cual estas transformaciones podran ser fundamentadas socialmen-te y entendidas histricamente. Proporciona las bases para una comprensinnolineal de la dinmica de desarrollo de la sociedad moderna que puede incor-porar muchos aspectos importantes de las teoras postindutriales, a la par quedilucidar las constricciones intrnsecas a esa dinmica y, a partir de ellas, la dis-tancia entre la organizacin actual de la vida social y la forma en la que stapodra ser organizada dada especialmente la creciente importancia de laciencia y de la tecnologa.

    Desarrollando una explicacin nolineal del patrn de desarrollo histricocapitalista, esta reconceptualizacin permite una dilucidacin sistemtica derasgos de la sociedad moderna que podran parecer anmalos en el marco delas teoras lineales de desarrollo: notablemente, de la continuada produccin depobreza en medio de la abundancia, de los aparentemente paradjicos efectosdel ahorro de trabajo y de tiempo por la tecnologa en la organizacin social deltrabajo y del tiempo, y del grado en que importantes aspectos de la vida moder-na son moldeados por fuerzas impersonales y abstractas a pesar de la crecientecapacidad de los individuos para controlar sus medios sociales y naturales.

    Esta interpretacin, en tanto que persigue fundamentarse socialmente y escrtica con las abstractas y cuasi-objetivas relaciones sociales, y con la naturale-za de la produccin, el trabajo y los imperativos del crecimiento en el capitalis-mo, podra tambin empezar a localizar un rea de preocupaciones sociales,insatisfacciones y aspiraciones, en aras a ofrecer un fructfero punto de partidapara una consideracin de los nuevos movimientos sociales de las dcadasrecientes y para la clarificacin de los puntos de vista histricamente constitui-dos que stos personifican y expresan.

    Finalmente, esta aproximacin tambin presenta implicaciones para la cues-tin de las precondiciones sociales de la democracia, ya que analiza no slo lasdesigualdades de poder social real que son contrarias a las polticas democrti-cas sino que tambin revela como socialmente constituidas y por ello objetoslegtimos de debate poltico las constricciones sistmicas impuestas por ladinmica global del capital sobre la autodeterminacin democrtica.

    Al repensar fundamentalmente la significacin de la teora del valor yreconceptualizar la naturaleza del capitalismo, esta interpretacin cambia los

    trminos del debate entre las teoras crticas del capitalismo y otros tipos deteora social. Sugiere implcitamente que una teora adecuada de la modernidad

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    debera ser una teora autorreflexiva capaz de superar las dicotomas tericasde cultura y vida material, estructura y accin, a la vez que fundamentar social-mente la dinmica direccional no lineal del mundo moderno, su modo de cre-cimiento econmico, y la naturaleza y la trayectoria de sus procesos de produc-cin. Es decir, una teora tal debera de ser capaz de proporcionar una explica-cin social de los rasgos paradjicos de la modernidad esbozados ms arriba.

    Refirindose a estas cuestiones, la interpretacin que he presentado buscacontribuir a la discusin de la teora social contempornea y, correlativamente,a nuestra comprensin de las grandes repercusiones que acompaan las trans-formaciones de nuestro universo social.

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