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CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA Problemas conómicos del Socialismo en la URSS  José Stalin 1 de febrero de 1952 Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1953  

Stalin - Problemas Económicos Del Socialismo en La URSS (1952)

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    Problemas Econmicos del Socialismo en la URSS

    Jos Stalin

    1 de febrero de 1952

    Ediciones en Lenguas Extranjeras, Mosc, 1953

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    NDICE

    Problemas Econmicos del Socialismo en la URSS

    1. El carcter de las leyes econmicas en el socialismo 2. La produccin mercantil en el socialismo 3. La ley del valor en el socialismo 4. La supresin de la oposicin entre la ciudad y el campo, entre el trabajo intelectual y el trabajo

    manual, y la liquidacin de las diferencias entre ellos 5. La disgregacin del mercado mundial nico y el ahondamiento de la crisis del sistema capitalista

    mundial 6. La inevitabilidad de las guerras entre los pases capitalistas 7. Las leyes econmicas fundamentales del capitalismo moderno y el socialismo 8. Otras cuestiones

    1. La coaccin no econmica bajo el feudalismo 2. La propiedad personal del hogar koljosiano 3. El valor del arriendo pagado por los campesinos a los terratenientes y el valor de los gastos de

    compra de la tierra 4. La ensambladura de los monopolios con el aparato de Estado 5. El empleo de la maquinaria en la URSS 6. La situacin material de la clase obrera en los pases capitalistas 7. La renta nacional

    9. Sobre la inclusin en el manual de un captulo especial acerca de Lenin y Stalin como fundadores de la economa poltica del socialismo

    10. Importancia internacional de un manual marxista de economa poltica 11. Cmo se puede mejorar el proyecto de manual de economa poltica

    Respuesta al camarada Aleksandr Ilich Notkin (21 de abril de 1952)

    Los errores del camarada L. D. Yaroshenko (22 de mayo de 1952) I. El principal error del camarada Yaroshenko II. Otros errores del camarada Yaroshenko

    Respuesta a los camaradas A. V. Snina y V. G. Vnzher (28 de setiembre de 1952) 1. El carcter de las leyes econmicas del socialismo 2. Las medidas para elevar la propiedad koljosiana al nivel de propiedad de todo el pueblo

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    PROBLEMAS ECONMICOS DEL SOCIALISMO EN LA URSS Jos Stalin

    1 de febrero de 1952.

    A los participantes en la discusin sobre problemas de Economa. Observaciones sobre cuestiones de economa relacionadas con la discusin de noviembre de 1951

    Dispongo de todos los documentos relacionados con la discusin econmica celebrada para apreciar el proyecto de manual de Economa Poltica. He recibido, entre esos documentos, las Propuestas para mejorar el proyecto de manual de Economa Poltica, las Propuestas para eliminar los errores y las inexactitudes en el proyecto, y la Relacin de las cuestiones discutibles.

    Estimo necesario hacer respecto a todos estos materiales, y tambin respecto al proyecto de manual, las siguientes observaciones.

    1. El carcter de las leyes econmicas en el socialismo

    Algunos camaradas niegan el carcter objetivo de las leyes de la ciencia, principalmente de las leyes de la Economa Poltica en el socialismo. Niegan que las leyes de la Economa Poltica reflejan el carcter regular de procesos que se operan independientemente de la voluntad de los hombres. Consideran que en virtud del papel especial que la historia ha asignado al Estado Sovitico, ste y sus dirigentes pueden abolir las leyes de la economa poltica existentes, pueden formar nuevas leyes, crear nuevas leyes.

    Esos camaradas se equivocan profundamente. Por lo visto, confunden las leyes de la ciencia, que reflejan procesos objetivos de la naturaleza o de la sociedad, procesos independientes de la voluntad de los hombres, con las leyes promulgadas por los gobiernos, creadas por la voluntad de los hombres y que tienen nicamente fuerza jurdica. Pero no se debe confundirlas de ningn modo.

    El marxismo concibe las leyes de la ciencia lo mismo si se trata de las leyes de las Ciencias Naturales que de las leyes de la Economa Poltica como reflejo de procesos objetivos que se operan independientemente de la voluntad de los hombres. Los hombres pueden descubrir estas leyes, llegar a conocerlas, estudiarlas, tomarlas en consideracin al actuar y aprovecharlas en inters de la sociedad; pero no pueden modificarlas ni abolirlas. Y an menos pueden formar o crear nuevas leyes de la ciencia. Quiere decir eso que, por ejemplo, los efectos de la accin de las leyes naturales, los efectos de la accin de las fuerzas de la naturaleza sean en absoluto ineluctables, que las acciones destructivas de las fuerzas naturales tengan siempre y en todas partes la fuerza inexorable de elementos que no se someten a la influencia del hombre? No, no quiere decir eso. Si excluimos los procesos astronmicos, geolgicos y otros anlogos en los que los hombres, incluso cuando han llegado a conocer las leyes de su desarrollo, son verdaderamente impotentes para influir en ellos, en muchos otros casos los hombres no son, en absoluto, impotentes para influir en los procesos naturales. En todos esos casos, los hombres, una vez que han conocido las leyes de la naturaleza, pueden, tomndolas en consideracin y apoyndose en ellas, utilizndolas y aprovechndolas debidamente, reducir la esfera de su accin, encauzar en otra direccin las fuerzas destructivas de la naturaleza y hacer que rindan provecho a la sociedad.

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    Tomemos un ejemplo entre muchos. En tiempos remotsimos, el desbordamiento de los grandes

    ros, las inundaciones y la destruccin de viviendas y de sembrados, a las inundaciones aparejadas, considerbanse como una calamidad ineluctable, contra la que los hombres nada podan hacer. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, al aumentar los conocimientos del hombre, cuando los hombres aprendieron a levantar diques y a construir centrales hidroelctricas, se hizo posible preservar a la sociedad de calamidades como las inundaciones, que antes parecan ineluctables, Ms an, los hombres aprendieron a poner freno a las fuerzas destructivas de la naturaleza, a domarlas, por decirlo as, a hacer que la fuerza del agua prestase servicio a la sociedad y a utilizarla para regar los campos y obtener energa.

    Quiere decir eso que los hombres abolieron de esta manera las leyes de la naturaleza, las leyes de la ciencia, que crearon nuevas leyes de la naturaleza, nuevas leyes de la ciencia? No, no quiere decir eso. La realidad es que todo lo que se hace para prevenir la accin de la fuerza destructiva del agua y para utilizar esa fuerza en inters de la sociedad, hcese sin violar en lo ms mnimo, modificar o destruir las leyes de la ciencia, sin crear nuevas leyes de la ciencia. Al contrario: todo eso se hace basndose estrictamente en las leyes de la naturaleza, en las leyes de la ciencia, pues cualquier infraccin de las leyes de la naturaleza, an la ms mnima, conducira nicamente a estropearlo todo, lo frustrara todo.

    Lo mismo hay que decir de las leyes del desarrollo econmico, de las leyes de la Economa

    Poltica, tanto si se trata del perodo del capitalismo, como del perodo del socialismo. Aqu, lo mismo que en las Ciencias Naturales, las leyes del desarrollo econmico son leyes objetivas que reflejan los procesos del desarrollo econmico, procesos que se operan independientemente de la voluntad de los hombres. Los hombres pueden descubrir esas leyes, llegar a conocerlas y, apoyndose en ellas, aprovecharlas en inters de la sociedad, encauzar en otra direccin la accin destructiva de algunas leyes, limitar la esfera de su accin, dar va libre a otras leyes que van abrindose camino; pero no pueden destruir unas leyes econmicas y crear otras nuevas.

    Una de las peculiaridades de la Economa Poltica consiste en que sus leyes no son duraderas,

    como las leyes de las Ciencias Naturales, pues las leyes de la Economa Poltica, por lo menos la mayora de ellas, actan en el transcurso de un perodo histrico determinado, y despus ceden lugar a nuevas leyes. Pero las leyes econmicas no son destruidas, sino que cesan de actuar debido a nuevas condiciones econmicas y se retiran de la escena para dejar sitio a leyes nuevas, que no son creadas por la voluntad de los hombres, sino que nacen sobre la base de nuevas condiciones econmicas.

    Se invoca el Anti-Dhring de Engels, su frmula de que, al ser liquidado el capitalismo y hechos

    propiedad comn los medios de produccin, los hombres dominan estos medios de produccin y se liberan del yugo de las relaciones econmicas sociales, convirtindose en dueos de su vida social. Engels llama a esa libertad necesidad hecha conciencia. Pero, qu puede significar necesidad hecha conciencia? Significa que los hombres, una vez han conocido las leyes objetivas (necesidad), las utilizan, con plena conciencia de lo que hacen, en inters de la sociedad. Por eso Engels dice en esa misma obra que:

    Las leyes de sus propias acciones sociales, leyes que hasta ahora se oponan a los hombres como leyes extraas, como leyes naturales que los tenan sometidos, sern aprovechadas por los hombres con pleno conocimiento de causa y, por tanto, sern dominadas por ellos.

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    Como puede verse, la frmula de Engels no habla, ni mucho menos, en favor de quienes piensan que en el socialismo se puede destruir las leyes econmicas existentes y crear otras nuevas. Al contrario: esa frmula no exige que se destruyan las leyes econmicas, sino que se las conozca y se las aproveche inteligentemente.

    Se dice que las leyes econmicas tienen un carcter espontneo, que su accin es ineluctable,

    que la sociedad es impotente ante esas leyes. Eso no es cierto. Eso es hacer de las leyes un fetiche, entregarse a ellas como un esclavo. Est demostrado que la sociedad no es impotente ante las leyes econmicas; que puede, apoyndose en ellas despus de haber llegado a conocerlas, limitar la esfera de su accin, aprovecharlas en inters de la sociedad y domarlas, como ocurre con las fuerzas de la naturaleza y con sus leyes, como sucede en el ejemplo arriba citado del desbordamiento de los grandes ros.

    Se invoca el papel especial que corresponde al Poder Sovitico en la construccin del socialismo

    y se dice que ese papel le permite destruir las leyes del desarrollo econmico existentes y formar otras nuevas. Eso tampoco es cierto.

    El papel especial del Poder Sovitico se debe a dos circunstancias: en primer lugar, a que el

    Poder Sovitico no tuvo que sustituir una forma de explotacin por otra, como ocurri en las viejas revoluciones, sino suprimir toda explotacin; en segundo lugar, a que como en el pas no exista ningn germen de economa socialista, el Poder Sovitico tuvo que crear en terreno virgen, por decirlo as, nuevas formas de economa, las formas socialistas de economa.

    Era sta, indudablemente, una tarea difcil y compleja, que no tena precedente. Sin embargo, el

    Poder Sovitico la cumpli con honor. Pero no la cumpli porque hubiera destruido las leyes econmicas existentes y formando otras nuevas, sino nicamente porque se apoy en la ley econmica de la armona obligatoria entre las relaciones de produccin y el carcter de las fuerzas productivas. Las fuerzas productivas de nuestro pas, particularmente en la industria, tenan carcter social, pero la forma de la propiedad era privada, capitalista. Basndose en la ley econmica de la armona obligatoria entre las relaciones de produccin y el carcter de las fuerzas productivas, el Poder Sovitico socializ los medios de produccin, los hizo propiedad de todo el pueblo y de esta manera destruy el sistema de la explotacin y cre las formas socialistas de economa. De no haber existido esa ley y sin apoyarse en ella, el Poder Sovitico no habra podido cumplir su tarea.

    La ley econmica de la armona obligatoria entre las relaciones de produccin y el carcter de las fuerzas productivas pugna por abrirse camino en los pases capitalistas desde hace tiempo. Y si an no se ha abierto camino y no tiene va libre, es porque tropieza con la empeadsima resistencia de las fuerzas sociales llamadas a desaparecer. Aqu nos encontramos con otra peculiaridad de las leyes econmicas. A diferencia de las leyes de las Ciencias Naturales, en las que el descubrimiento y la aplicacin de una nueva ley, casi no encuentra obstculos en la esfera econmica el descubrimiento y la aplicacin de una nueva ley, como ella afecta a los intereses de las fuerzas sociales llamadas a desaparecer, choca con la resistencia tenacsima de esas fuerzas. Se necesita, por tanto, una fuerza, una fuerza social capaz de vencer esa resistencia. Esa fuerza fue en nuestro pas la alianza de la clase obrera y de los campesinos, que representaban a la aplastante mayora de la sociedad. Esa fuerza no existe an en otros pases, en los pases capitalistas. Ese es el secreto de que el Poder Sovitico consiguiese derrotar a las viejas fuerzas de la sociedad, de que la ley econmica de la armona obligatoria entre las relaciones de

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    produccin y el carcter de las fuerzas productivas obtuviera en nuestro pas el ms amplio campo para su desarrollo.

    Se dice que la necesidad de un desarrollo armnico (proporcional) de la economa de nuestro pas

    permite al Poder Sovitico destruir las leyes econmicas existentes y crear otras nuevas. Eso es completamente errneo. No se puede confundir nuestros planes anuales y quinquenales con la ley econmica objetiva del desarrollo armnico, proporcional, de la economa del pas. La ley del desarrollo armnico de la economa surgi como oposicin a la ley de la concurrencia y de la anarqua de la produccin bajo el capitalismo. Surgi sobre la base de la socializacin de los medios de produccin, una vez hubo perdido su fuerza la ley de la concurrencia y de la anarqua de la produccin. Entr en accin porque la economa socialista nicamente puede desarrollarse basndose en la ley econmica del desarrollo armnico de la economa. Eso quiere decir que la ley del desarrollo armnico de la economa da a nuestros organismos correspondientes la posibilidad de planificar con acierto la produccin social. Pero no se puede confundir la posibilidad con la realidad. Son dos cosas diferentes. Para convertir la posibilidad en realidad, hay que estudiar esa ley econmica, hay que dominarla, hay que aprender a aprovecharla con entero conocimiento de causa, hay que confeccionar planes que reflejen con toda plenitud las exigencias de esa ley. No puede decirse que nuestros planes anuales y quinquenales reflejen plenamente las exigencias de esa ley econmica.

    Se dice que algunas leyes econmicas, y entre ellas la ley del valor, que actan en nuestro pas, en el socialismo, son leyes transformadas, e incluso radicalmente transformadas basndose en la economa planificada. Eso tampoco es cierto. Es imposible transformar las leyes, y menos an radicalmente. Si fuera posible transformarlas, tambin lo sera destruirlas, substituyndolas por otras leyes. La tesis de la transformacin de las leyes es un resabio de esa desacertada frmula que habla de la destruccin y la formacin de las leyes. Aunque la frmula de la transformacin de las leyes econmicas hace ya tiempo que est en uso entre nosotros, tendremos que renunciar a ella, a fuerza de ser exactos. Se puede limitar la esfera de accin de estas o aquellas leyes econmicas, se puede prevenir sus acciones destructivas, en caso, naturalmente, de que las haya, pero no se puede transformarlas o destruirlas.

    Por consiguiente, cuando se habla de sometimiento de las fuerzas de la naturaleza o de las

    fuerzas econmicas, de dominio sobre ellas, etc., etc., ello no quiere decir, ni mucho menos, que los hombres puedan destruir las leyes de la ciencia o formarlas. Al contrario: ello slo quiere decir que los hombres pueden descubrir las leyes, llegar a conocerlas, dominarlas, aprender a utilizarlas con pleno conocimiento de causa, aprovecharlas en inters de la sociedad y, de esa manera, someterlas, lograr dominarlas.

    As, pues, las leyes de la Economa Poltica en el socialismo son leyes objetivas que reflejan el

    carcter regular de los procesos de la vida econmica, procesos que se operan independientemente de nuestra voluntad. Quien niega esta tesis, niega en el fondo la ciencia; y, al negar la ciencia niega toda posibilidad de previsin, es decir, niega la posibilidad de dirigir la vida econmica.

    Pueden decirnos que todo lo expuesto aqu es acertado y conocido por todo el mundo, pero que

    en ello no hay nada de nuevo y, por consiguiente, no vale la pena de perder tiempo repitiendo verdades tan sabidas. Naturalmente, aqu no hay, en efecto, nada nuevo, pero sera errneo suponer que no vale la pena de perder tiempo repitiendo algunas verdades ya sabidas. La realidad es, que a nosotros, como ncleo dirigente, se suman cada ao miles de cuadros nuevos, de cuadros jvenes, que arden en deseos

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    de ayudarnos, que arden en deseos de mostrar lo que valen, pero que no tienen una preparacin marxista suficiente, que no conocen muchas de las verdades para nosotros bien conocidas y se ven obligados a errar en la oscuridad. Les dejan atnitos las realizaciones colosales del Poder Sovitico, les producen vrtigo los extraordinarios xitos del rgimen sovitico, y se imaginan que el Poder Sovitico lo puede todo, que nada le es difcil, que puede destruir las leyes de la ciencia y formar nuevas leyes. Cmo debemos proceder con esos camaradas? Cmo debemos educarles en el espritu del marxismo-leninismo? Pienso que repetir de una manera sistemtica las llamadas verdades bien sabidas, explicarlas pacientemente, es uno de los mejores medios para dar a esos camaradas una educacin marxista.

    2. La produccin mercantil en el socialismo

    Algunos camaradas afirman que el Partido procedi desacertadamente al mantener la produccin mercantil despus de haber tomado el Poder y nacionalizado los medios de produccin en nuestro pas. Consideran que el Partido debi suprimir en aquel mismo momento la produccin mercantil. Esos camaradas invocan a Engels, que dice: Cuando la sociedad tome en sus manos los medios de produccin, ser suprimida la produccin mercantil y con ello, el dominio de los productos sobre los productores (vase: Anti-Dhring).

    Esos camaradas se equivocan profundamente. Analicemos la frmula de Engels. No se puede considerar que la frmula de Engels sea bien clara

    y exacta, pues en ella no se dice si la sociedad toma en sus manos todos los medios de produccin o slo parte de ellos, es decir, si todos los medios de produccin pasan a ser patrimonio de todo el pueblo o si slo pasa a serlo parte de ellos. Por tanto, esta frmula de Engels puede ser entendida as y as.

    En otro lugar del Anti-Dhring Engels habla de la posesin de todos los medios de

    produccin, y de la posesin de todo el conjunto de los medios de produccin. Por tanto, Engels no se refiere en su frmula a la nacionalizacin de parte de los medios de produccin, sino de todos los medios de produccin, es decir, a hacer patrimonio de todo el pueblo los medios de produccin no slo en la industria, sino tambin en la agricultura.

    De aqu se desprende que Engels se refiere a pases donde el capitalismo y la concentracin de la

    produccin estn lo bastante desarrollados, no slo en la industria, sino tambin en la agricultura, para que se pueda expropiar todos los medios de produccin del pas y hacer de ellos patrimonio del pueblo entero. Por consiguiente, Engels considera que en esos pases se debera, paralelamente a la socializacin de todos los medios de produccin, suprimir la produccin mercantil. Y eso, naturalmente, es acertado.

    A fines del siglo pasado, cuando apareci el Anti-Dhring, el nico pas as era Inglaterra donde

    el desarrollo del capitalismo y la concentracin de la produccin haban alcanzado, tanto en la industria como en la agricultura, un nivel que, en caso de tomar el Poder, el proletariado permitira convertir en patrimonio del pueblo entero todos los medios de produccin y suprimir la produccin mercantil.

    En este caso, me abstraigo de la importancia que tiene para Inglaterra el comercio exterior, cuyo

    peso especfico, en la economa nacional de ese pas, es enorme. Pienso que slo despus de estudiar este problema se podra resolver definitivamente la cuestin de la suerte de la produccin mercantil en

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    Inglaterra una vez el proletariado hubiese tomado el Poder y nacionalizado todos los medios de produccin.

    Por cierto, no slo a fines del siglo pasado, sino tambin en el presente ha alcanzado algn otro pas el nivel de desarrollo del capitalismo y de concentracin de la produccin en la agricultura que observamos en Inglaterra. En lo que afecta a los dems pases, en ellos, a pesar del desarrollo del capitalismo en el campo, hay an en ste una clase bastante numerosa de propietarios productores pequeos y medios, cuya suerte tendra que decidirse en caso de que el proletariado tomase el Poder.

    Pero surge la pregunta: cmo deben proceder el proletariado y su Partido si en uno u otro pas,

    incluido el nuestro, se dan condiciones favorables para que el proletariado tome el Poder y derroque el capitalismo, si en el pas dado el capitalismo en la industria ha concentrado hasta tal punto los medios de produccin que stos pueden ser expropiados y puestos en manos de la sociedad, pero la agricultura, a pesar del desarrollo del capitalismo, est an tan fraccionada entre numerosos propietarios productores pequeos y medios que no se puede plantear la cuestin de expropiar a esos productores?

    La frmula de Engels no responde a esta pregunta. Por cierto, no debe responder a ella, pues

    surgi sobre la base de otra cuestin, concretamente de la cuestin de cul debe ser la suerte de la produccin mercantil una vez socializados todos los medios de produccin.

    As, pues, cmo debemos proceder si no se han socializado todos los medios de produccin,

    sino tan slo una parte de ellos y existen condiciones favorables para que el proletariado tome el Poder?, debe en tal caso el proletariado tomar el Poder?, debe destruirse inmediatamente despus de ello la produccin mercantil?

    Naturalmente, no se puede calificar de respuesta la opinin de algunos marxistas de pacotilla que

    estiman que en tales condiciones se debe renunciar a la toma del Poder y aguardar a que el capitalismo arruine a los millones de productores pequeos y medios, convirtindolos en jornaleros, y concentre los medios de produccin en la agricultura; que nicamente despus de esto se puede plantear la cuestin de la toma del Poder por el proletariado y de la socializacin de todos los medios de produccin. Claro est que los marxistas no pueden aceptar esa salida si no quieren cubrirse de vergenza para siempre.

    Tampoco se puede calificar de respuesta la opinin de otros marxistas de pacotilla que piensan

    que quizs se debera tomar el Poder y expropiar a los productores rurales pequeos y medios y socializar sus medios de produccin. Los marxistas tampoco pueden seguir este camino descabellado y criminal, pues ello minara toda posibilidad de victoria de la revolucin proletaria y empujara a los campesinos, por un largo perodo, al campo de los enemigos del proletariado.

    La respuesta a esa cuestin la dio Lenin en sus trabajos acerca del impuesto en especie y en

    su famoso plan de cooperacin.

    En pocas palabras, la respuesta de Lenin se reduce a lo siguiente: a) no dejar escapar las condiciones favorables para la toma del Poder; el proletariado debe tomar

    el Poder sin esperar a que el capitalismo logre arruinar a los millones de productores individuales pequeos y medios;

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    b) expropiar los medios de produccin en la industria y hacerlos patrimonio de todo el pueblo; c) en cuanto a los productores individuales pequeos y medios, unirlos paulatinamente en

    cooperativas de produccin, es decir, en grandes haciendas agrcolas, en koljoses; d) desarrollar por todos los medios la industria y dar a los koljoses la base tcnica moderna de la

    gran produccin, con la particularidad de que no deben ser expropiados, sino, por el contrario, dotados intensamente de tractores y otras mquinas de primera calidad;

    e) para la alianza econmica de la ciudad y el campo, de la industria y la agricultura, se debe

    mantener por cierto tiempo la produccin mercantil (el intercambio mediante la compraventa), como la nica forma aceptable para los campesinos de vinculacin econmica a la ciudad, y desarrollar con toda amplitud el comercio sovitico, de Estado y cooperativo-koljosiano, desalojando del trfico mercantil a todos los capitalistas sin excepcin.

    La historia de la construccin socialista en nuestro pas demuestra que ese camino de desarrollo,

    trazado por Lenin, se ha justificado plenamente. No cabe duda de que para todos los pases capitalistas, en los que hay una clase ms o menos

    numerosa de productores pequeos y medios, ese camino de desarrollo es el nico posible, el nico que asegura la victoria del socialismo.

    Se dice que la produccin mercantil deber en todas las condiciones conducir, y que conducir

    inevitablemente, al capitalismo. Eso no es cierto. Eso no ocurre siempre ni en todas las condiciones. No se puede identificar la produccin mercantil con la produccin capitalista. Son dos cosas distintas. La produccin capitalista es la forma superior de la produccin mercantil. La produccin mercantil nicamente conduce al capitalismo si existe la propiedad privada sobre los medios de produccin, si la fuerza de trabajo aparece en el mercado como una mercanca que el capitalista puede comprar y explotar en el proceso de la produccin, si, por consiguiente, rige en el pas el sistema de la explotacin de los obreros asalariados por los capitalistas. La produccin capitalista comienza all donde los medios de produccin estn concentrados en manos privadas, y los obreros que no poseen medios de produccin, se ven constreidos a vender su fuerza de trabajo como una mercanca. Sin eso no hay produccin capitalista.

    Pues bien, si no existen esas condiciones que convierten la produccin mercantil en produccin capitalista, si los medios de produccin no son ya propiedad privada, sino propiedad socialista, si el sistema del trabajo asalariado ya no rige y la fuerza de trabajo ha dejado de ser una mercanca, si hace ya tiempo que ha sido liquidado el sistema de explotacin, a qu atenerse?, se puede considerar que la produccin mercantil conducir, a pesar de todo, al capitalismo? No, no se puede. Y nuestra sociedad es precisamente una sociedad donde hace ya mucho que no existen la propiedad privada sobre los medios de produccin, el sistema del trabajo asalariado, el sistema de la explotacin.

    No puede considerarse la produccin mercantil como algo que se baste a s mismo, como algo

    independiente de las condiciones econmicas circundantes. La produccin mercantil es ms vieja que la produccin capitalista. Existi en el rgimen esclavista y sirvi a ese rgimen, y, sin embargo, no condujo al capitalismo. Existi en el feudalismo y sirvi a ese rgimen, y, a pesar de que prepar ciertas condiciones para la produccin capitalista, no condujo al capitalismo. Yo pregunto: por qu no puede tambin la produccin mercantil servir por cierto perodo a nuestra sociedad socialista sin conducir al

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    capitalismo, si se tiene en cuenta que la produccin mercantil no est ilimitadamente difundida en el pas y no lo albarca todo, como en el capitalismo, si se tiene en cuenta que en nuestro pas ha sido rigurosamente circunscrita gracias a condiciones econmicas tan decisivas como la propiedad social sobre los medios de produccin, la liquidacin del sistema del trabajo asalariado, la liquidacin del sistema de la explotacin?

    Se dice que, una vez establecido en nuestro pas el dominio de la propiedad social sobre los

    medios de produccin, que, una vez liquidado el sistema del trabajo asalariado y de la explotacin, la existencia de la produccin mercantil ha perdido su sentido y que, por ello, dicha produccin debera ser suprimida.

    Eso tampoco es cierto. Actualmente tenemos en nuestro pas dos formas fundamentales de la

    produccin socialista: la estatal, de todo el pueblo, y la koljosiana, a la que no se puede dar ese calificativo. En las empresas del Estado, los medios de produccin y los productos son propiedad de todo el pueblo. En las empresas koljosianas, aunque los medios de produccin (la tierra y las mquinas) pertenecen al Estado, los productos son propiedad de los distintos koljoses, pues all la fuerza de trabajo, lo mismo, que las semillas, es de los koljoses, y stos disponen de la tierra, que les ha sido cedida en usufructo perpetuo, como si fuera propiedad suya, a pesar de que no pueden venderla ni comprarla, ni arrendarla, ni hipotecarla.

    Esta circunstancia hace que el Estado nicamente pueda disponer de los productos de sus empresas, pues los koljoses disponen ellos mismos de su produccin, como propiedad suya. Pero los koljoses no quieren enajenar sus productos como no sea bajo la forma de mercancas, a cambio de las cuales quieren recibir otras mercancas que necesitan. En el presente, los koljoses no aceptan ms vnculos econmicos con la ciudad que los vnculos mercantiles, que el intercambio mediante la compraventa. Por eso la produccin mercantil y el trfico de mercancas son hoy en nuestro pas una necesidad, como lo era, por ejemplo, hace unos treinta aos, cuando Lenin proclam que era necesario desarrollar por todos los medios el trfico de mercancas.

    Naturalmente, cuando en lugar de los dos sectores principales de la produccin, el estatal y el

    koljosiano, surja un solo sector que lo abarque todo y tenga derecho a disponer de toda la produccin del pas destinada al consumo, la circulacin de mercancas, con su economa monetaria, desaparecer, como un elemento innecesario, de la economa nacional. Pero mientras no se haya llegado a eso, mientras existan los dos sectores principales de la produccin, la produccin mercantil y la circulacin de mercancas debern continuar en vigor, como un elemento necesario y muy til de nuestro sistema de economa nacional. De qu modo se llegar a la creacin de un sector nico y unificado, si ser mediante la simple absorcin del sector koljosiano por el sector estatal, cosa poco probable (porque sera interpretado como la expropiacin de los koljoses), o mediante la institucin de un organismo econmico nacional nico (con representantes de la industria del Estado y de los koljoses), que tenga al principio el derecho de llevar la cuenta de toda la produccin del pas destinada al consumo y, posteriormente, tambin el de distribuir la produccin, por ejemplo, mediante el intercambio de productos, es una cuestin especial que exige ser analizada aparte.

    Por consiguiente, nuestra produccin mercantil no es una produccin mercantil habitual, sino una

    produccin mercantil de tipo especial, una produccin mercantil sin capitalistas, que en lo fundamental tiene que vrselas con las mercancas de productores socialistas unificados (el Estado, los koljoses y las cooperativas), una produccin cuya esfera de accin est circunscrita a los objetos de consumo personal y

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    que es evidente no puede de ningn modo transformarse en produccin capitalista y est llamada a contribuir, con su economa monetaria, al desarrollo y al fortalecimiento de la produccin socialista.

    Por ello no tienen ninguna razn los camaradas que afirman que, si la sociedad socialista no suprime las formas mercantiles de la produccin, deben ser restablecidas en nuestro pas todas las categoras econmicas propias del capitalismo: la fuerza de trabajo como mercanca, la plusvala, el capital, el beneficio del capital, la norma media de beneficio, etc., etc. Esos camaradas confunden la produccin mercantil con la produccin capitalista y suponen que, si existe la produccin mercantil, debe existir tambin la produccin capitalista. No comprenden que nuestra produccin mercantil se distingue radicalmente de la produccin mercantil en el capitalismo.

    Ms an: yo pienso que es necesario rechazar algunos otros conceptos tomados de El Capital

    obra en la que Marx analizaba el capitalismo y que han sido trados por los pelos para aplicarlos a nuestras relaciones Socialistas. Me refiero, entre otros, a los conceptos trabajo indispensable y suplementario, producto indispensable y suplementario, tiempo indispensable y suplementario. Marx analiz el capitalismo para esclarecer la fuente de la explotacin de la clase obrera, la plusvala, y dar a la clase obrera, privada de medios de produccin, un arma espiritual para derrocar el capitalismo. Se comprende que, al hacer ese anlisis, Marx operara con conceptos (categoras) en plena correspondencia con las relaciones capitalistas. Pero resulta algo ms que extrao operar con esos conceptos ahora que la clase obrera, lejos de estar privada del Poder y de los medios de produccin, es, por el contrario, duea del Poder y de los medios de produccin. Hoy, en nuestro rgimen, resultan bastante absurdas las palabras acerca de la fuerza de trabajo como mercanca y de la contrata de obreros. Parece como si la clase obrera, duea de los medios de produccin, se contratara a s misma y se vendiera a s misma su fuerza de trabajo. Igualmente extrao resulta hablar hoy de trabajo indispensable y suplementario. Parece como si en nuestras condiciones el trabajo entregado por los obreros a la sociedad para ampliar la produccin, para fomentar la instruccin pblica y la sanidad, para organizar la defensa, etc., no fuese tan indispensable a la clase obrera, que est hoy en el Poder, como el trabajo gastado en cubrir las necesidades personales del obrero y de su familia.

    Conviene sealar que Marx, en su obra Crtica del programa de Gotha obra en la que ya no

    analiza el capitalismo, sino, entre otras cosas, la primera fase de la sociedad comunista, reconoce el trabajo entregado a la sociedad para ampliar la produccin, para la instruccin pblica, para la sanidad, para los gastos de administracin, para crear reservas, etc., tan indispensable como el trabajo gastado en cubrir las necesidades de consumo de la clase obrera.

    Pienso que nuestros economistas deben poner fin a ese desacuerdo entre los viejos conceptos y

    el nuevo estado de cosas que existe en nuestro pas socialista, sustituyendo los viejos conceptos por conceptos nuevos, de acuerdo con el nuevo estado de cosas.

    Ese desacuerdo se ha podido tolerar hasta cierto momento, pero ha llegado la hora en que, por fin, debemos liquidarlo.

    3. La ley del valor en el socialismo

    A veces se pregunta si la ley del valor existe y acta en nuestro pas, en nuestro rgimen socialista.

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    S, existe y acta. All donde hay mercancas y produccin mercantil no puede por menos de

    existir la ley del valor. En nuestro pas la ley del valor extiende su accin, ante todo, a la circulacin de mercancas, al

    intercambio de mercancas mediante la compraventa, al intercambio, principalmente, de las mercancas de consumo personal. Aqu, en esta esfera, la ley del valor sigue desempeando, naturalmente en ciertos lmites, el papel de regulador.

    Pero la accin de la ley del valor no queda limitada a la esfera de la circulacin de mercancas. Se

    extiende tambin a la produccin. Cierto es que en nuestra produccin socialista la ley del valor no desempea un papel regulador, pero, con todo y con eso, acta sobre la produccin, cosa que debe ser tenida en cuenta al dirigir sta. La realidad es que los productos destinados al consumo, necesarios para cubrir los gastos de fuerza de trabajo en el proceso de la produccin, se producen y se realizan en nuestro pas como mercancas sometidas a la accin de la ley del valor. Aqu, precisamente, se pone de manifiesto la accin de la ley del valor sobre la produccin. Por este motivo tienen hoy importancia para nuestras empresas cuestiones como el clculo econmico y la rentabilidad, el costo de produccin, los precios, etc. Por eso nuestras empresas no pueden ni deben despreciar la ley del valor.

    Es eso bueno? No es malo. En las condiciones actuales de nuestro pas, no es malo, ni mucho menos, pues esa circunstancia ensea a los camaradas que trabajan en el dominio de la economa a dirigir de un modo racional la produccin y la disciplina. No es malo porque ensea a los dirigentes de nuestra economa a calcular las magnitudes de la produccin, a calcularlas exactamente y a tener en cuenta con la misma exactitud las cosas reales en la produccin, en vez de hablar y hablar de datos aproximados, puro producto de la imaginacin. No es malo porque ensea a los dirigentes de nuestra economa a buscar, encontrar y aprovechar las reservas ocultas en las entraas de la produccin y a no pasar por encima de ellas sin advertirlas. No es malo porque ensea a los dirigentes de nuestra economa a mejorar sistemticamente los mtodos de produccin, a reducir el costo de sta, a aplicar el principio del clculo econmico y a esforzarse por conseguir que las empresas sean rentables. Esta es una buena escuela prctica, que acelera el desarrollo de los cuadros que trabajan en nuestra economa y su conversin en verdaderos dirigentes de la produccin socialista en la actual etapa de desarrollo.

    La desgracia no estriba en que la ley del valor acta en nuestro pas sobre la produccin. La desgracia consiste en que los dirigentes de nuestra economa y los encargados de planificarla conocen mal, salvo raras excepciones, la accin de la ley del valor, no estudian esa accin y no saben tenerla en cuenta al hacer sus clculos. A ello, precisamente, se debe la confusin que an reina en cuanto a la poltica de precios. Dar un ejemplo entre muchos. Hace algn tiempo se resolvi regular, en inters del cultivo del algodn, la correlacin de precios entre el algodn y los cereales, precisar los precios de los cereales que se venden a los cultivadores de algodn y elevar los precios del algodn que se entrega al Estado. En relacin con ello, algunos dirigentes de nuestra economa y los camaradas que la planifican hicieron una propuesta que no pudo por menos de asombrar a los miembros del CC, ya que en la propuesta el precio de una tonelada de trigo casi equivala al de una tonelada de algodn, con la particularidad de que el precio de la tonelada de cereal se igualaba al precio de una tonelada de pan. Cuando los miembros del CC observaron que el precio de una tonelada de pan deba ser ms alto que el de una tonelada de cereal, debido a los gastos complementarios de molienda y cochura y que el algodn, en general, era mucho ms caro que el trigo, como lo atestiguan tambin los precios del algodn y del trigo en el mercado mundial, los autores de la propuesta no pudieron decir nada inteligible. En vista de ello, el

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    CC tuvo que tomar el asunto en sus manos, reducir el precio del trigo y elevar el del algodn. Qu habra ocurrido si la propuesta de esos camaradas hubiese entrado en vigor? Habramos arruinado a los cultivadores de algodn y nos hubisemos quedado sin este producto.

    Pero, quiere decir todo esto que la accin de la ley del valor tiene en nuestro pas va libre, como

    bajo el capitalismo, que la ley del valor es en nuestro pas un regulador de la produccin? No, no quiere decir eso. En realidad, la esfera de accin de la ley del valor est en nuestro rgimen econmico rgidamente circunscrita y limitada. Ya he dicho que la esfera de accin de la produccin mercantil est en nuestro rgimen circunscrita y limitada. Lo mismo hay que decir de la esfera de accin de la ley del valor. Es indudable que la ausencia de la propiedad privada sobre los medios de produccin y que la socializacin de estos medios tanto en la ciudad como en el campo no pueden por menos de limitar la esfera de accin de la ley del valor y su influencia en la produccin.

    En el mismo sentido acta la ley del desarrollo armnico (proporcional) de la economa del pas,

    que ha sustituido a la ley de la concurrencia y de la anarqua de la produccin.

    En el mismo sentido actan nuestros planes anuales y quinquenales, y, en general, toda nuestra poltica econmica, que se basan en las exigencias de la ley del desarrollo armnico de la economa del pas.

    Todo ello, sumado, hace que la esfera de accin de la ley del valor est en nuestro pas

    rigurosamente limitada y que en nuestro rgimen la ley del valor no pueda desempear el papel de regulador de la produccin.

    Ello, precisamente, explica el hecho asombroso de que, a pesar del desarrollo ininterrumpido e

    impetuoso de nuestra produccin socialista, la ley del valor no conduzca en nuestro pas a crisis de superproduccin, mientras esa misma ley del valor, que en el capitalismo tiene amplio campo de accin, conduce en los pases capitalistas, a pesar del bajo ritmo del incremento de la produccin en esos pases, a crisis peridicas de superproduccin.

    Se dice que la ley del valor es una ley constante, obligatoria para todos los perodos del desarrollo

    histrico, y que, si pierde su fuerza como regulador de las relaciones de cambio en el perodo de la segunda fase de la sociedad comunista, conservar en esa fase de desarrollo su fuerza como regulador de las relaciones entre las distintas ramas de la produccin, como regulador de la distribucin del trabajo entre las ramas de la produccin.

    Eso es completamente equivocado. El valor, lo mismo que la ley del valor, es una categora

    histrica vinculada a la existencia de la produccin mercantil. Cuando la produccin mercantil desaparezca, desaparecern tambin el valor, en todas sus formas, y la ley del valor.

    En la segunda fase de la sociedad comunista, la cantidad de trabajo invertido en la produccin de

    productos no se medir indirectamente, a travs del valor y de sus formas, como ocurre en la produccin mercantil, sino de manera directa e inmediata, por la cantidad de tiempo, por la cantidad de horas invertidas en la produccin de los productos. En cuanto a la distribucin del trabajo entre las ramas de la produccin, no ser regulada por la ley del valor, que entonces habr perdido ya su fuerza, sino por el incremento de las necesidades de la sociedad en productos. Ser esta una sociedad en la que las

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    necesidades de la misma regularn la produccin y el clculo de esas necesidades adquirir una importancia primordial para los organismos encargados de la planificacin.

    Es tambin completamente errnea la afirmacin de que en nuestro sistema econmico actual, en

    la primera fase de desarrollo de la sociedad comunista, la ley del valor regula las proporciones de la distribucin del trabajo entre las distintas ramas de la produccin.

    Si ello fuera as, no se comprendera por qu en nuestro pas no se desarrolla al mximo la industria ligera, la ms rentable, dndole preferencia frente a la industria pesada, que con frecuencia es menos rentable y a veces no lo es en absoluto.

    Si ello fuera as, no se comprendera por qu en nuestro pas no se cierran las empresas de la

    industria pesada que por el momento no son rentables y en las que el trabajo de los obreros no da el resultado debido y no se abren nuevas empresas de la industria ligera, indiscutiblemente rentable, en las que el trabajo de los obreros podra dar mayor resultado.

    Si eso fuera as, no se comprendera por qu en nuestro pas no se pasa a los obreros de las

    empresas poco rentables, aunque muy necesarias para la economa nacional, a empresas ms rentables, como debera hacerse de acuerdo con la ley del valor, a la que se atribuye el papel de regulador de las proporciones de la distribucin del trabajo entre las ramas de la produccin.

    Es evidente que, de hacer caso a esos camaradas, tendramos que renunciar a la primaca de la

    produccin de medios de produccin en favor de la produccin de medios de consumo. Y qu significa renunciar a la primaca de la produccin de medios de produccin? Significa suprimir la posibilidad de desarrollar ininterrumpidamente nuestra economa nacional, pues es imposible desarrollarla ininterrumpidamente si no se da preferencia a la produccin de medios de produccin.

    Esos camaradas olvidan que la ley del valor slo puede regular la produccin bajo el capitalismo,

    cuando existen la propiedad privada sobre los medios de produccin, la concurrencia, la anarqua de la produccin y las crisis de superproduccin. Olvidan que la esfera de accin de la ley del valor est limitada en nuestro pas por la existencia de la propiedad social sobre los medios de produccin, por la accin de la ley del desarrollo armnico de la economa y, por consiguiente, tambin por nuestros planes anuales y quinquenales, que son un reflejo aproximado de las exigencias de esta ltima ley.

    Algunos camaradas deducen de aqu que la ley del desarrollo armnico de la economa del pas y la planificacin de la misma destruyen el principio de la rentabilidad de la produccin. Eso es completamente errneo. En realidad, ocurre todo lo contrario. Si consideramos la rentabilidad, no desde el punto de vista de esta o aquella empresa o rama de la produccin, y no en el transcurso de un ao, sino desde el punto de vista de toda la economa nacional y en un perodo, por ejemplo, de diez a quince aos sta sera la nica forma acertada de enfocar el problema, veramos que la rentabilidad temporal e inconsistente de esta o aquella empresa o rama de la produccin no puede en absoluto compararse con la forma superior de rentabilidad, slida y constante, que nos dan la accin de la ley del desarrollo armnico de la economa nacional y la planificacin de la misma, librndonos de las crisis econmicas peridicas, que destruyen la economa nacional y causan a la sociedad tremendos daos materiales, y asegurndonos el desarrollo ininterrumpido de la economa nacional y el elevado ritmo de este desarrollo.

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    En pocas palabras: no cabe duda de que en las condiciones socialistas de la produccin que existen actualmente en nuestro pas, la ley del valor no puede regular las proporciones de la distribucin del trabajo entre las distintas ramas de la produccin.

    4. La supresin de la oposicin entre la ciudad y el campo, entre el trabajo intelectual y el trabajo manual y la liquidacin de las diferencias entre ellos

    Este encabezamiento se refiere a varios problemas que se distinguen unos de otros esencialmente; sin embargo, yo los uno en un mismo captulo, pero no para confundirlos, sino nicamente para ser ms breve.

    El problema de la supresin de la oposicin entre la ciudad y el campo, entre la industria y la

    agricultura, es un problema conocido, planteado hace mucho por Marx y por Engels. La base econmica de esta oposicin es la explotacin del campo por la ciudad, la expropiacin de los campesinos y la ruina de la mayor parte de la poblacin rural por todo el proceso de desarrollo de la industria, el comercio y el sistema de crditos en el capitalismo. Por eso la oposicin entre la ciudad y el campo en el capitalismo debe ser considerada como una oposicin de intereses. Sobre esta base naci la actitud hostil del campo hacia la ciudad y, en general, hacia la gente de la ciudad.

    Es indudable que con la destruccin del capitalismo y del sistema de explotacin, con el

    fortalecimiento del rgimen socialista, en nuestro pas deba desaparecer tambin la oposicin de intereses entre la ciudad y el campo, entre la industria y la agricultura. As ha ocurrido, precisamente. La enorme ayuda prestada a nuestros campesinos por la ciudad socialista y por nuestra clase obrera para liquidar a los terratenientes y a los kulaks fortaleci la base de la alianza de la clase obrera y los campesinos, y el abastecimiento sistemtico de los campesinos y de sus koljoses con tractores y otras mquinas de primera calidad ha convertido en amistad la alianza de la clase obrera y de los campesinos. Naturalmente, los obreros y los campesinos koljosianos constituyen dos clases que se distinguen por su situacin. Pero esta diferencia no debilita en medida alguna su amistad. Por el contrario, estn interesados en un mismo fin: el fortalecimiento del rgimen socialista y la victoria del comunismo. Por ello no tiene nada de extrao que no quede ni rastro de la vieja desconfianza y, menos an, del odio del campo hacia la ciudad.

    Todo eso significa que la base de la oposicin entre la ciudad y el campo, entre la industria y la agricultura, ha sido ya liquidada por nuestro actual rgimen socialista.

    Eso no significa, naturalmente, que la supresin de la oposicin entre la ciudad y el campo deba

    conducir al fenecimiento de las grandes ciudades (vase el Anti-Dhring de Engels). En vez de fenecer las grandes ciudades, aparecern nuevas grandes ciudades, como centros del florecimiento superior de la cultura, como centros no slo de la gran industria, sino de elaboracin de los productos agrcolas y de poderoso desarrollo de todas las ramas de la industria de la alimentacin. Esta circunstancia facilitar el florecimiento cultural del pas y conducir a que las condiciones de vida en la ciudad y en el campo sean las mismas.

    Una situacin anloga es la que existe en nuestro pas con el problema de la supresin de la

    oposicin entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. Este es tambin un problema conocido, planteado hace tiempo por Marx y por Engels. La base econmica de la oposicin entre el trabajo intelectual y el

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    trabajo manual es la explotacin de los hombres dedicados al trabajo manual por los representantes del trabajo intelectual. Todo el mundo conoce el divorcio existente bajo el capitalismo entre los hombres dedicados en las empresas al trabajo manual y el personal dirigente. Se sabe que sobre la base de este divorcio se desarroll la actitud hostil del obrero hacia el director, hacia el maestro, hacia el ingeniero y hacia otros representantes del personal tcnico, a los que consideraba enemigos suyos. Se comprende que, al ser destruidos el capitalismo y el sistema de explotacin, deba desaparecer tambin la oposicin de intereses entre el trabajo manual y el trabajo intelectual. Y en nuestro actual rgimen socialista ha desaparecido, efectivamente. Ahora los hombres dedicados al trabajo manual y el personal dirigente no son enemigos, sino camaradas y amigos, miembros de una misma comunidad de produccin, interesados vitalmente en la prosperidad y en el mejoramiento de la produccin. De su vieja enemistad no queda ni rastro.

    Tiene un carcter completamente distinto el problema de la desaparicin de las diferencias entre

    la ciudad (la industria) y el campo (la agricultura), entre el trabajo manual y el trabajo intelectual. Este problema no lo plantearon los clsicos del marxismo. Es un problema nuevo, planteado por la prctica de la construccin socialista en nuestro pas.

    No ser ste un problema artificial? Tiene para nosotros alguna importancia prctica o terica?

    No se puede considerar este problema como un problema artificial. Al contrario: es para nosotros un problema de la mayor importancia.

    Si tomamos, por ejemplo, la diferencia entre la agricultura y la industria, veremos que en nuestro pas no queda reducida a que las condiciones de trabajo sean en ellas distintas, sino, ante todo, principalmente, a que en la industria tenemos la propiedad de todo el pueblo sobre los medios de produccin y los productos, mientras que en la agricultura no tenemos la propiedad de todo el pueblo, sino la propiedad de determinados grupos, de los koljoses. Ya hemos dicho que esta circunstancia conduce al mantenimiento de la circulacin mercantil, y que slo al desaparecer esta diferencia entre la industria y la agricultura podr desaparecer la produccin mercantil, con todas las consecuencias que de ello se derivan. Por tanto, no se puede negar que la desaparicin de esta diferencia esencial entre la agricultura y la industria debe tener para nosotros una importancia de primer orden.

    Lo mismo hay que decir del problema de la liquidacin de la diferencia esencial entre el trabajo

    intelectual y el trabajo manual. Este problema tambin tiene para nosotros una importancia de primer orden. Antes de que la emulacin socialista adquiriese un carcter masivo, la industria se desarrollaba a duras penas, y muchos camaradas incluso plantearon la necesidad de amenguar el ritmo de su desarrollo. Debase todo ello, principalmente, a que el nivel cultural y tcnico de los obreros era demasiado bajo y se encontraba muy a la zaga del nivel del personal tcnico. Sin embargo, la cosa cambi radicalmente cuando la emulacin socialista adquiri un carcter de masas. Precisamente despus de ello avanz la industria a ritmo acelerado. Por qu la emulacin socialista adquiri un carcter masivo? Porque entre los obreros aparecieron grupos de camaradas que no slo asimilaron el mnimo de conocimientos tcnicos indispensables, sino que fueron ms lejos y se pusieron al nivel del personal tcnico, empezaron a hacer observaciones a los peritos y a los ingenieros, a echar por tierra las normas existentes, por considerarlas caducas y a introducir normas nuevas, ms modernas, etc., etc. Qu habra ocurrido si en vez de algunos grupos de obreros hubiese sido la mayora de stos la que hubiese elevado su nivel cultural y tcnico a la altura del nivel del personal tcnico? Nuestra industria habra alcanzado cumbres inaccesibles para la industria de otros pases. Por tanto, no se puede negar que la liquidacin de la diferencia esencial entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, mediante la elevacin del nivel cultural y terico de los obreros a la

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    altura del nivel del personal tcnico no puede por menos de tener para nosotros una importancia primordial.

    Algunos camaradas afirman que, con el tiempo, no slo desaparecer la diferencia esencial entre la industria y la agricultura, entre el trabajo manual y el trabajo intelectual, sino tambin toda diferencia entre ellos. Eso no es cierto. La liquidacin de la diferencia esencial entre la industria y la agricultura no puede conducir a la liquidacin de toda diferencia entre ellas. Indudablemente, seguir existiendo alguna diferencia, aunque no esencial, debido a las diferencias en las condiciones de trabajo de la industria y de la agricultura. Incluso en la industria, si se consideran sus distintas ramas, las condiciones de trabajo no son en todas partes las mismas: las condiciones de trabajo en las minas de carbn, por ejemplo, se distinguen de las condiciones de trabajo de los obreros de una fbrica mecanizada de calzado; las condiciones de trabajo de los mineros se distinguen de las condiciones de trabajo de los obreros productores de mquinas. Si esto es cierto, con mayor razn debe conservarse cierta diferencia entre la industria y la agricultura.

    Lo mismo hay que decir respecto a la diferencia entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. La

    diferencia esencial entre ellos, es decir, la diferencia en cuanto al nivel cultural y tcnico, desaparecer, sin duda alguna. Pero, con eso y con todo eso, seguir existiendo alguna diferencia, si bien no esencial, aunque slo sea porque las condiciones de trabajo del personal dirigente de las empresas no son las mismas que las condiciones de trabajo de los obreros.

    Los camaradas que afirman lo contrario se basan, por lo visto, en una conocida frmula dada por

    m en algunos trabajos y que habla de la liquidacin de la diferencia entre la industria y la agricultura, entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, sin puntualizar que se trata de la liquidacin de la diferencia esencial, y no de toda diferencia. Precisamente as han comprendido esos camaradas mi frmula, suponiendo que se trata de la liquidacin de toda diferencia. Pero eso significa que la frmula no era exacta, que no puede satisfacernos. Debemos desecharla y sustituirla por otra formulacin, que diga que sern suprimidas las diferencias esenciales y subsistirn diferencias no esenciales entre la industria y la agricultura, entre el trabajo intelectual y el trabajo manual.

    5. La disgregacin del mercado mundial nico y el ahondamiento de la crisis del sistema capitalista mundial

    La disgregacin del mercado mundial nico y omnmodo debe ser considerada como el resultado econmico ms importante de la Segunda Guerra Mundial y de sus consecuencias econmicas. Esta circunstancia determin una profundizacin an mayor de la crisis general del sistema capitalista mundial.

    La misma Segunda Guerra Mundial fue engendrada por esta crisis. Cada una de las dos

    coaliciones capitalistas que se enzarzaron durante la guerra, pensaba derrotar a su enemigo y conquistar la dominacin del mundo. En esto buscaban la salida de la crisis. Los Estados Unidos pensaban poner fuera de combate a sus competidores ms peligrosos, Alemania y el Japn, apoderarse de los mercados extranjeros y de los recursos mundiales de materias primas y conquistar la dominacin del mundo.

    Sin embargo, la guerra no justific esas esperanzas. Cierto es que Alemania y el Japn quedaron

    fuera de combate como competidores de los tres pases capitalistas ms importantes: los Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Pero, al mismo tiempo, se desgajaron del sistema capitalista China y las democracias

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    populares de Europa, formando, con la Unin Sovitica, el unido y poderoso campo socialista, opuesto al campo del capitalismo. Una consecuencia econmica de la existencia de los dos campos opuestos ha sido la disgregacin del mercado mundial nico y omnmodo; tenemos hoy la existencia paralela de dos mercados mundiales, opuestos tambin el uno al otro.

    Debemos sealar que los Estados Unidos, Inglaterra y Francia han contribuido ellos mismos,

    aunque sin quererlo, claro est, a la formacin y al fortalecimiento del nuevo mercado mundial paralelo. Sometieron a un bloqueo econmico a la URSS, China y las democracias populares de Europa que no entraron en el sistema del plan Marshall, suponiendo que con su bloqueo lograran estrangular a todos esos pases. En realidad, en vez de ser estrangulado, el nuevo mercado mundial se ha fortalecido.

    Ahora bien, la causa principal de lo dicho no es, claro est, el bloqueo econmico, sino el hecho

    de que, en el perodo que ha seguido a la guerra, esos pases se han agrupado estrechamente desde el punto de vista econmico y han organizado la colaboracin y la ayuda mutua en el dominio de la economa. La experiencia de esa colaboracin demuestra que ningn pas capitalista hubiera podido prestar a las democracias populares una ayuda tan eficaz y tan calificada desde el punto de vista tcnico como la que les presta la Unin Sovitica. No se trata slo de que esa ayuda es barata en grado mximo y altamente calificada desde el punto de vista tcnico. Se trata, ante todo, de que la base de esa colaboracin es el sincero deseo de ayudarse mutuamente y de alcanzar un auge econmico general. En consecuencia, la industria de esos pases ha logrado un elevado ritmo de desarrollo. Puede afirmarse que, dado ese ritmo de desarrollo de la industria, esos pases pronto se pondrn a tal altura, que no necesitarn importar mercancas de los pases capitalistas, sino que ellos mismos sentirn la necesidad de exportar las mercancas excedentes por ellos producidas.

    Pero de aqu se desprende que la esfera de explotacin de los recursos mundiales por los principales pases capitalistas (los Estados Unidos, Inglaterra y Francia) no va a ampliarse, sino a reducirse, que las condiciones del mercado mundial de venta empeorarn para esos pases, extendiendo y profundizando en ellos el fenmeno de las empresas que no trabajan a pleno rendimiento. En esto, justamente, consiste la profundizacin de la crisis general del sistema capitalista mundial, profundizacin relacionada con la disgregacin del mercado mundial.

    Eso lo perciben los propios capitalistas, pues es difcil no sentir la prdida de mercados como la

    URSS y China. Los capitalistas tratan de resarcirse de esas dificultades con el plan Marshall, con la guerra en Corea, con la carrera armamentista y con la militarizacin de la industria. Pero lo que hace esa gente se parece mucho a lo de agarrarse a un clavo ardiendo.

    Esa situacin plantea ante los economistas dos problemas: a) Se puede afirmar que sigue todava en pie la conocida tesis de Stalin respecto a la estabilidad

    relativa de los mercados en el perodo de la crisis general del capitalismo, tesis formulada antes de la Segunda Guerra Mundial?

    b) Se puede afirmar que sigue todava en pie la conocida tesis formulada por Lenin en la

    primavera de 1916 de que, a pesar de hallarse en proceso de descomposicin, el capitalismo se desarrolla en su conjunto con una rapidez inconmensurablemente mayor que antes?

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    Pienso que eso no se puede afirmar. Debido a las nuevas condiciones, surgidas en relacin con la segunda guerra mundial, hay que considerar que ambas tesis han envejecido.

    6. La inevitabilidad de las guerras entre los pases capitalistas

    Algunos camaradas afirman que, debido al desarrollo de nuevas condiciones internacionales despus de la segunda guerra mundial, las guerras entre los pases capitalistas han dejado de ser inevitables. Consideran esos camaradas que las contradicciones entre el campo del socialismo y el campo del capitalismo son ms fuertes que las contradicciones entre los pases capitalistas; que los Estados Unidos dominan lo bastante a los dems pases capitalistas para no dejarles combatir entre s y debilitarse mutuamente; que los hombres ms inteligentes del capitalismo han sido lo bastante aleccionados por la experiencia de las dos guerras mundiales guerras que han causado serios perjuicios a todo el mundo capitalista para no permitirse arrastrar de nuevo a los pases capitalistas a una guerra entre s; y que, en virtud de todo eso, las guerras entre los pases capitalistas han dejado de ser inevitables.

    Esos camaradas se equivocan. Ven los fenmenos exteriores, que aparecen en la superficie, pero no advierten las fuerzas de fondo que, si por el momento actan imperceptiblemente, sern, en fin de cuentas, las que determinen el desarrollo de los acontecimientos.

    En apariencia, todo marcha felizmente: los Estados Unidos tienen a racin a la Europa

    Occidental, al Japn y a otros pases capitalistas; Alemania (la del Oeste), Inglaterra, Francia, Italia y el Japn, que han cado en las garras de Estados Unidos, cumplen, sumisos, las rdenes de ese pas . Pero sera un error suponer que ese bienestar puede subsistir por los siglos de los siglos, que esos pases soportarn siempre el dominio y el yugo de Estados Unidos y que no intentarn arrancarse de la esclavitud a que los tienen sometidos los norteamericanos y emprender un camino de desarrollo independiente.

    Tomemos, ante todo, a Inglaterra y a Francia. Es indudable que son pases imperialistas. Es

    indudable que las materias primas baratas y los mercados de venta asegurados tienen para ellos una importancia de primer orden. Se puede suponer que esos pases soportarn eternamente la situacin actual, en la que los norteamericanos, al socaire de la ayuda segn el plan Marshall, penetran profundamente en la economa de Inglaterra y de Francia, con el afn de convertirla en un apndice de la economa de los Estados Unidos? Soportarn eternamente esos pases que el capital norteamericano eche la zarpa a las materias primas y a los mercados de venta en las colonias anglo-francesas y prepare de este modo una catstrofe para los elevados beneficios de los capitalistas anglo-franceses? No ser ms acertado decir que la Inglaterra capitalista y, tras ella, la Francia capitalista se vern, en fin de cuentas, obligadas a arrancarse del abrazo de los Estados Unidos y a tener un conflicto con ellos para asegurarse una situacin independiente y, claro est, elevados beneficios?

    Pasemos a los principales pases vencidos, a Alemania (la del Oeste) y al Japn. Estos pases

    arrastran hoy una existencia miserable bajo la bota del imperialismo norteamericano. Su industria y su agricultura, su comercio y su poltica exterior e interior, toda su vida se ve encadenada por el rgimen norteamericano de ocupacin. Y esos pases todava ayer eran grandes potencias imperialistas, que sacudieron los fundamentos del dominio de Inglaterra, los Estados Unidos y Francia en Europa y en Asia. Suponer que esos pases no tratarn de ponerse en pie otra vez, de dar al traste con el rgimen de los Estados Unidos y de abrirse paso hacia un camino de desarrollo independiente, significa creer en milagros.

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    Se dice que las contradicciones entre el capitalismo y el socialismo son ms fuertes que las

    contradicciones entre los pases capitalistas. Tericamente, eso es acertado, claro est. Y no slo lo es ahora, hoy da, sino que lo era tambin antes de la Segunda Guerra Mundial. Y, ms o menos, eso lo comprendan los dirigentes de los pases capitalistas. Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial no empez por una guerra contra la URSS, sino por una guerra entre pases capitalistas. Por qu? En primer trmino, porque la guerra contra la URSS, como el pas del socialismo, es ms peligrosa para el capitalismo que la guerra entre pases capitalistas, pues si la guerra entre pases capitalistas slo plantea la cuestin del predominio de unos pases capitalistas sobre otros pases capitalistas, la guerra contra la URSS debe plantear inevitablemente la cuestin de la existencia del propio capitalismo. En segundo trmino, porque los capitalistas, aunque con fines de propaganda alborotan acerca de la agresividad de la Unin Sovitica, no creen ellos mismos lo que dicen, pues tienen en cuenta la poltica pacfica de la Unin Sovitica y saben que este pas no agredir a los pases capitalistas.

    Despus de la Primera Guerra Mundial considerbase tambin que Alemania haba sido puesta

    fuera de combate para siempre, como algunos camaradas piensan hoy del Japn y de Alemania. Entonces tambin se hablaba y se alborotaba en la prensa diciendo que los Estados Unidos tenan a Europa a racin, que Alemania no podra ponerse de nuevo en pie y que no habra ya ms guerras entre los pases capitalistas. Sin embargo, a pesar de todas esas consideraciones, Alemania levant cabeza y se puso en pie como una gran potencia al cabo de unos quince o veinte aos despus de su derrota, arrancndose a la esclavitud y emprendiendo el camino, de un desarrollo independiente. Es muy sintomtico que fueran precisamente Inglaterra y los Estados Unidos quienes ayudaron a Alemania a resurgir econmicamente y a elevar su potencial econmico militar. Claro est que, al ayudar a Alemania a ponerse en pie econmicamente, los Estados Unidos e Inglaterra pensaban orientar a Alemania, una vez repuesta, contra la Unin Sovitica, utilizarla contra el pas del socialismo. Sin embargo, Alemania dirigi sus fuerzas, en primer trmino, contra el bloque anglo-franco-norteamericano. Y cuando la Alemania hitleriana declar la guerra a la Unin Sovitica, el bloque anglo-franco-norteamericano, no slo no se uni a la Alemania hitleriana, sino que, por el contrario, se vio constreido a formar una coalicin con la URSS, contra la Alemania hitleriana.

    Por tanto, la lucha de los pases capitalistas por los mercados y el deseo de hundir a sus

    competidores resultaron prcticamente ms fuertes que las contradicciones entre el campo del capitalismo y el campo del socialismo.

    Se pregunta: qu garanta puede haber de que Alemania y el Japn no vuelvan a ponerse en pie,

    de que no traten de escapar de la esclavitud norteamericana y de vivir una vida independiente? Pienso que no hay tales garantas.

    Pero de aqu se desprende que la inevitabilidad de las guerras entre los pases capitalistas sigue existiendo.

    Se dice que la tesis de Lenin relativa a que el imperialismo engendra inevitablemente las guerras

    debe considerarse caducada, por cuanto en el presente han surgido poderosas fuerzas populares que actan en defensa de la paz, contra una nueva guerra mundial. Eso no es cierto.

    El presente movimiento pro paz persigue el fin de levantar a las masas populares a la lucha por

    mantener la paz, por conjurar una nueva guerra mundial. Consiguientemente, ese movimiento no persigue

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    el fin de derrocar el capitalismo y establecer el socialismo, y se limita a los fines democrticos de la lucha por mantener la paz. En este sentido, el actual movimiento por mantener la paz se distingue del movimiento desarrollado en el perodo de la Primera Guerra Mundial por la transformacin de la guerra imperialista en guerra civil, pues este ltimo movimiento iba ms lejos y persegua fines socialistas.

    Es posible que, de concurrir determinadas circunstancias, la lucha por la paz se desarrolle hasta

    transformarse, en algunos lugares, en lucha por el socialismo, pero eso no sera ya el actual movimiento pro paz, sino un movimiento por derrocar el capitalismo.

    Lo ms probable es que el actual movimiento pro paz, como movimiento para mantener la paz,

    conduzca, en caso de xito, a conjurar una guerra concreta, a aplazarla temporalmente, a mantener temporalmente una paz concreta, a que dimitan los gobiernos belicistas y sean sustituidos por otros gobiernos, dispuestos a mantener temporalmente la paz. Eso, claro es, est bien. Eso incluso est muy bien. Pero todo ello no basta para suprimir la inevitabilidad de las guerras en general entre los pases capitalistas. No basta, porque, aun con todos los xitos del movimiento en defensa de la paz, el imperialismo se mantiene, contina existiendo, y, por consiguiente, contina existiendo tambin la inevitabilidad de las guerras.

    Para eliminar la inevitabilidad de las guerras hay que destruir el imperialismo.

    7. Las leyes econmicas fundamentales del capitalismo moderno y del socialismo

    Sabido es que la cuestin relativa a las leyes econmicas fundamentales del capitalismo y del socialismo ha sido planteada reiteradas veces en el transcurso de la discusin. A este respecto se han manifestado opiniones diversas, incluso las ms fantsticas. Por cierto, la mayora de los camaradas que han participado en la discusin ha reaccionado dbilmente ante este problema, y no se ha perfilado ninguna solucin. No obstante, ninguno de los camaradas ha negado la existencia de esas leyes.

    Existe una ley econmica fundamental del capitalismo? S, existe. Qu ley es sa?, cules son sus rasgos caractersticos? La ley econmica fundamental del capitalismo es una ley que no determina un aspecto aislado o unos procesos aislados del desarrollo de la produccin capitalista, sino todos los aspectos y todos los procesos ms importantes de ese desarrollo; por tanto, determina el fondo de la produccin capitalista, su esencia.

    No ser la ley del valor la ley econmica fundamental del capitalismo? No. La ley del valor es,

    ante todo, una ley de la produccin mercantil. Existi antes del capitalismo y sigue existiendo, lo mismo que la produccin mercantil, despus del derrocamiento del capitalismo, como ocurre, por ejemplo, en nuestro pas, si bien es cierto que con una esfera de accin limitada. Naturalmente, la ley del valor, que tiene una amplia esfera de accin en el capitalismo, desempea un gran papel en el desarrollo de la produccin capitalista pero no slo no determina la esencia de la produccin capitalista ni los fundamentos del beneficio capitalista, sino que ni siquiera plantea esos problemas. Por eso, no puede ser la ley econmica fundamental del capitalismo moderno.

    Con las mismas razones no pueden ser tampoco la ley econmica fundamental del capitalismo la

    ley de la concurrencia y de la anarqua de la produccin ni la ley del desarrollo desigual del capitalismo en los diferentes pases.

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    Se dice que la ley de la norma media de beneficio es la ley econmica fundamental del capitalismo

    moderno. Eso no es cierto. El capitalismo moderno, el capitalismo monopolista, no puede darse por satisfecho con el beneficio medio, que, adems, tiene la tendencia a bajar debido a la elevacin de la composicin orgnica del capital. El capitalismo monopolista moderno no exige el beneficio medio sino el beneficio mximo, necesario para llevar a cabo ms o menos regularmente la reproduccin ampliada.

    Lo que ms cerca est del concepto ley econmica fundamental del capitalismo es la ley de la

    plusvala, ley del nacimiento y del incremento del beneficio capitalista. Esa ley predetermina, efectivamente, los rasgos principales de la produccin capitalista. Pero la ley de la plusvala es demasiado general, y no toca los problemas de la norma superior de beneficio cuyo aseguramiento es condicin del desarrollo del capitalismo monopolista. Para llenar esta laguna hay que concretar la ley de la plusvala y desarrollarla de acuerdo con las condiciones del capitalismo monopolista, teniendo en cuenta que el capitalismo monopolista no exige cualquier beneficio, sino el beneficio mximo. Esa, precisamente, ser la ley econmica fundamental del capitalismo moderno.

    Los rasgos principales y las exigencias de la ley econmica fundamental del capitalismo moderno podran formularse, aproximadamente, como sigue: asegurar el mximo beneficio capitalista, mediante la explotacin, la ruina y la depauperacin de la mayora de los habitantes del pas dado, mediante el avasallamiento y el saqueo sistemtico de los pueblos de otros pases, principalmente de los pases atrasados, y, por ltimo, mediante las guerras y la militarizacin de la economa nacional, a las que se recurre para asegurar el mximo de beneficio.

    Se dice que el beneficio medio podra considerarse, sin embargo, por completo suficiente para el

    desarrollo capitalista en las condiciones actuales. Eso no es cierto. El beneficio medio es el nivel inferior de la rentabilidad, por debajo del cual la produccin capitalista es imposible. Pero, sera ridculo suponer que los gerifaltes del capitalismo monopolista moderno tratan nicamente, al ocupar las colonias, esclavizar a los pueblos y gestar guerras, de asegurarse meramente el beneficio medio. No, no es el beneficio medio ni son los superbeneficios, que nicamente representan, como regla, cierta superacin del beneficio medio, sino el beneficio mximo, concretamente, el motor del capitalismo monopolista. Precisamente la necesidad de obtener beneficios mximos empuja al capitalismo monopolista a dar pasos tan arriesgados como el sojuzgamiento y el saqueo sistemtico de las colonias y de otros pases atrasados, la conversin de pases independientes en pases dependientes, la organizacin de nuevas guerras que son para los gerifaltes del capitalismo moderno el mejor business para obtener beneficios mximos y, por ltimo, los intentos de conquistar la dominacin econmica del mundo.

    La importancia de la ley econmica fundamental del capitalismo consiste, entre otras cosas, en

    que, al determinar todos los fenmenos ms importantes del desarrollo del modo de produccin capitalista sus ascensos y sus crisis, sus victorias y sus reveses, sus virtudes y sus defectos: todo su contradictorio desarrollo, permite comprenderlos y explicarlos.

    He aqu uno de los numerosos y sorprendentes ejemplos. Todo el mundo conoce hechos de la historia y de la prctica del capitalismo que demuestran el

    impetuoso desarrollo de la tcnica en el capitalismo, hechos en los que los capitalistas aparecen como abanderados de la tcnica avanzada, como revolucionarios en el dominio del desarrollo de la tcnica de la produccin. Pero tambin se conocen hechos de otro gnero, que evidencian altos en el desarrollo de la

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    tcnica en el capitalismo, hechos en que los capitalistas aparecen como reaccionarios en el dominio del desarrollo de la nueva tcnica y pasan con frecuencia al trabajo a mano.

    A qu se deben estas flagrantes contradicciones? nicamente pueden deberse a la ley econmica fundamental del capitalismo moderno, es decir, a la necesidad de obtener beneficios mximos. El capitalismo es partidario de la nueva tcnica cuando sta le promete los mayores beneficios. El capitalismo es contrario a la nueva tcnica y partidario del paso al trabajo a mano cuando la nueva tcnica deja de prometerle los mayores beneficios.

    As estn las cosas en cuanto a la ley econmica fundamental del capitalismo moderno. Existe una ley econmica fundamental del socialismo? S, existe. En qu consisten los rasgos

    esenciales y las exigencias de esta ley? Los rasgos esenciales y las exigencias de la ley econmica fundamental del socialismo podran formularse, aproximadamente, como sigue: asegurar la mxima satisfaccin de las necesidades materiales y culturales, en constante ascenso, de toda la sociedad, mediante el desarrollo y el perfeccionamiento ininterrumpidos de la produccin socialista sobre la base de la tcnica ms elevada.

    Por consiguiente, en vez de asegurar los beneficios mximos, asegurar la mxima satisfaccin de

    las necesidades materiales y culturales de la sociedad; en vez de desarrollar la produccin con intermitencias del ascenso a la crisis y de la crisis al ascenso, desarrollar ininterrumpidamente la produccin; en vez de intermitencias peridicas en el desarrollo de la tcnica, acompaadas de la destruccin de las fuerzas productivas de la sociedad, el perfeccionamiento ininterrumpido de la produccin sobre la base de la tcnica ms elevada.

    Se dice que la ley econmica fundamental del socialismo es la ley del desarrollo armnico,

    proporcional, de la economa nacional. Eso no es cierto. El desarrollo armnico de la economa nacional y, por tanto, la planificacin de la misma, que es un reflejo ms o menos fiel de esta ley, de por s no dan nada, si no se sabe en nombre de qu tarea se desarrolla planificadamente la economa nacional, o si esa tarea no se tiene clara. La ley del desarrollo armnico de la economa slo puede dar el resultado debido cuando existe una tarea en nombre de la cual se desarrolla planificadamente la economa nacional. Esa tarea no puede ofrecerla la propia ley del desarrollo armnico de la economa nacional. Y menos an puede hacerlo la planificacin de la economa nacional. Esa tarea se encierra en la ley econmica fundamental del socialismo, bajo la forma de sus exigencias arriba expuestas. Por eso la accin de la ley del desarrollo armnico de la economa nacional nicamente puede tener va libre en el caso de que se apoye en la ley econmica fundamental del socialismo.

    En cuanto a la planificacin de la economa nacional, sta slo puede obtener buenos resultados

    si observa dos condiciones: a) si refleja acertadamente las exigencias de la ley del desarrollo armnico de la economa nacional; b) si est de acuerdo en todo con las exigencias de la ley econmica fundamental del socialismo.

    8. Otras cuestiones

    1) La coaccin no econmica bajo el feudalismo.

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    Naturalmente, la coaccin no econmica desempe cierto papel en el fortalecimiento del poder econmico de los terratenientes feudales; sin embargo, la base del feudalismo no fue esa coaccin, sino la propiedad feudal sobre la tierra.

    2) La propiedad personal del hogar koljosiano. No sera justo decir en el proyecto de libro de texto que cada hogar koljosiano posee en usufructo

    personal una vaca, ganado menor y aves de corral. Como es sabido, la vaca, el ganado menor, las aves, etc., no se poseen en realidad, en usufructo personal sino que son propiedad personal del hogar koljosiano. La expresin en usufructo personal ha sido tomada, por lo visto, del Estatuto Modelo del artel agrcola. Pero en el Estatuto Modelo del artel agrcola se incurri en un error. La Constitucin de la URSS, que fue elaborada con ms minuciosidad, dice otra cosa, a saber:

    Cada hogar koljosiano... posee en propiedad personal una economa auxiliar, casa-vivienda, ganado productivo, aves de corral y aperos de labranza menudos. Esto, naturalmente, es acertado. Debera adems decirse, y con detalle, que cada koljosiano posee en propiedad personal de una a

    tantas vacas, segn las regiones; tantas y tantas ovejas, tantas y tantas cabras, tantos y tantos cerdos (indicando las cifras mnimas y mximas, segn las regiones) y un nmero ilimitado de aves de corral (patos, gansos, gallinas, pavos).

    Estos detalles tienen gran importancia para nuestros camaradas de otros pases que quieren

    saber con exactitud qu le ha quedado concretamente al hogar koljosiano en propiedad personal, despus de haber sido colectivizada en nuestro pas la agricultura.

    3) El valor del arriendo pagado por los campesinos a los terratenientes y el valor de los gastos de

    compra de la tierra.

    En el proyecto de manual se dice que, como resultado de la nacionalizacin de la tierra, los campesinos se vieron eximidos del pago de arriendos a los terratenientes por una suma total de unos 500.000.000 de rublos anuales (es necesario indicar rublos oro). Hara falta precisar esta cifra, pues, segn me parece, no comprende la suma total de arrendamiento en toda Rusia, sino solamente en la mayor parte de sus provincias. A la vez, hay que tener en cuenta que en algunas regiones perifricas de Rusia el pago del arriendo se haca en especie, cosa que, segn parece, no ha sido tomada en consideracin por los autores del proyecto de manual. Adems, es necesario no olvidar que los campesinos no slo se vieron eximidos del pago del arriendo, sino tambin de los gastos anuales de compra de la tierra. Se ha tenido en cuenta esto en el proyecto de manual? Me parece que no se ha tenido en cuenta, aunque hubiera sido necesario tenerlo.

    4) La ensambladura de los monopolios con el aparato de Estado. La expresin ensambladura no es exacta. Es una expresin que registra de modo superficial y

    descriptivo el acercamiento de los monopolios y del Estado, pero no revela el sentido econmico de ese acercamiento. Se trata de que en el proceso de ese acercamiento no se produce una simple ensambladura, sino la subordinacin del aparato de Estado a los monopolios. Por esa razn, procedera

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    desechar la palabra ensambladura y sustituirla por las palabras subordinacin del aparato de Estado a los monopolios.

    5) El empleo de la maquinaria en la URSS. En el proyecto de manual se dice que las mquinas se emplean en la URSS en todos los casos

    en que economizan el trabajo a la sociedad. No es eso, ni mucho menos, lo que procedera decir. En primer lugar, las mquinas, en la URSS, siempre economizan trabajo a la sociedad, y por ello no conocemos ningn caso en que no economicen en nuestro pas ese trabajo. En segundo lugar, las mquinas no slo economizan trabajo, sino que, a la vez, facilitan la labor de los trabajadores, y por ello en nuestro pas, a diferencia de los pases capitalistas, los obreros utilizan muy gustosamente las mquinas en su trabajo.

    Hubiera procedido decir, por tanto, que en ninguna parte se emplea la maquinaria de tan buena

    gana como en la URSS, pues las mquinas economizan trabajo a la sociedad y facilitan la labor de los obreros, y, como en la URSS no hay paro, los obreros emplean gustosamente las mquinas en la economa nacional.

    6) La situacin material de la clase obrera en los pases capitalistas. Cuando se habla de la situacin material de la clase obrera se tiene habitualmente en cuenta a los

    obreros ocupados, dejando a un lado la situacin material del llamado ejrcito de reserva de los sin trabajo. Es acertada esa forma de tratar el problema de la situacin material de la clase obrera? Yo creo que no es acertada. Si existe un ejrcito de reserva de desocupados, cuyos componentes carecen de otro medio de vida que no sea la venta de su fuerza de trabajo, los desocupados no pueden por menos de formar parte de la clase obrera, y, si forman parte de ella, su situacin de miseria no puede dejar de influir en la situacin material de los obreros ocupados. Yo creo, por ello, que, al caracterizar la situacin material de la clase obrera en los pases capitalistas, se hubiera debido tener tambin en cuenta la situacin del ejrcito de reserva de los obreros parados.

    7) La renta nacional. Pienso que es indispensable incluir en el proyecto de manual un captulo nuevo sobre la renta

    nacional. 8) Sobre la inclusin en el manual de un captulo especial acerca de Lenin y Stalin como

    fundadores de la Economa Poltica del socialismo. Yo pienso que se debe excluir del manual el captulo La doctrina marxista del socialismo. V. I.

    Lenin y J. V. Stalin, fundadores de la Economa Poltica del socialismo. Es por completo innecesario en el manual, ya que no aporta nada nuevo y es slo una pobre repeticin de lo que los captulos anteriores explican con mayor detalle.

    En cuanto a las dems cuestiones, no tengo ninguna observacin que hacer a las propuestas

    de los camaradas Ostrovitinov, Lentiev, Sheplov, Gatovski y otros.

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    9. Importancia internacional de un manual marxista de economa poltica

    Pienso que los camaradas no tienen en cuenta toda la importancia de un manual marxista de Economa Poltica. Ese manual no slo es necesario para nuestra juventud sovitica. Es especialmente necesario para los comunistas de todos los pases y para las personas que simpatizan con los comunistas. Nuestros camaradas de otros pases desean saber cmo nos hemos librado de la esclavitud capitalista; cmo hemos transformado la economa del pas siguiendo los principios del socialismo; cmo hemos logrado forjar la amistad con los campesinos; cmo hemos conseguido que nuestro pas, hace an poco dbil y msero, se haya convertido en un pas rico, en un pas poderoso; desean saber qu son los koljoses, por qu nosotros, aunque hemos socializado los medios de produccin, no liquidamos la produccin mercantil, el dinero, el comercio, etc. Desean saber todo eso y muchas otras cosas no por simple curiosidad, sino para aprender de nosotros y aprovechar nuestra experiencia en su propio pas. Por eso, la aparicin de un buen manual marxista de Economa Poltica no slo tiene una gran importancia poltica interior, sino tambin una gran importancia internacional.

    Necesitamos, por consiguiente, un manual que sea un libro de cabecera para la juventud

    revolucionaria no slo en nuestro pas, sino tambin en el extranjero. No debe ser excesivamente voluminoso, ya que un manual excesivamente voluminoso no puede ser un libro de cabecera y, adems, resulta difcil de asimilar, de digerir. No obstante, debe contener todo lo fundamental, tanto de la economa de nuestro pas como de la economa del capitalismo y del sistema colonial.

    Algunos camaradas han propuesto durante la discusin incluir en el manual varios captulos nuevos: los historiadores, sobre historia; los polticos, sobre poltica; los filsofos, sobre filosofa, y los economistas, sobre economa. Pero eso hinchara el manual terriblemente, cosa que, claro est, no se puede permitir. El manual recurre al mtodo histrico para ilustrar los problemas de la Economa Poltica, pero eso no quiere decir que debamos convertir el manual de Economa Poltica en una historia de las relaciones econmicas.

    Necesitamos un manual de 500 a 600 pginas como mximo. Ese manual de Economa Poltica

    marxista ser un libro de cabecera, un buen regalo para los comunistas jvenes de todos los pases. Adems, debido al insuficiente nivel de desarrollo marxista de la mayora de los Partidos

    Comunistas de los dems pases, un manual as sera tambin de gran utilidad a los cuadros comunistas no jvenes de esos pases.

    10. Como se puede mejorar el proyecto de manual de economa poltica

    Algunos camaradas han arremetido con excesivo celo durante la discusin contra el proyecto de manual, han increpado a sus autores por los errores y las omisiones, afirmando que el proyecto no vale. Eso es injusto. Naturalmente, el manual tiene errores y omisiones, cosa que ocurre casi siempre en todo trabajo importante. Pero, no obstante, la gran mayora de los camaradas que han participado en la discusin ha reconocido que el proyecto puede servir de base para el futuro manual si se introducen en l algunas enmiendas y adiciones. En realidad, basta slo comparar el proyecto con los manuales de Economa Poltica de que disponemos hoy, para llegar a la conclusin de que est a cien codos por encima de ellos. Eso es un gran mrito de los autores del proyecto de manual.

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