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Daniel Targinio Vieira Filho
Resumen del Suporte Básico de Vida de la American Heart Association
La Reanimación Cardiopulmonar consiste en un método que, cuando bien
aplicado, aumenta la posibilidad de que una víctima de paro cardiaco o/y
respiratorio sobreviva. Conocer, por lo tanto, las buenas prácticas de RCP es
fundamental.
Los más importantes factores suelen ser, en primero lugar, identificar con
rapidez el paro cardiaco y empezar las compresiones casi de inmediato, o sea,
antes de 10 segundos. La caracterización del paro se da mediante medición de
la pulsación arterial, en la arteria carótida. Si entre 5 y 10 segundos no se
identifica pulsación, hay que empezar el RCP.
El según factor está relacionado a la frecuencia de compresiones, que es de no
mínimo 100 por minuto, con una profundidad de cerca de 5 cm para niños y 4
cm para lactantes. La compresión se lleva a cabo poniéndose un puño en la
tercera parte del esternón e presionando con la otra mano el pecho para dentro
y para arriba al mismo tiempo.
El tercer factor de suma importancia es permitir que el pulmón, después de
hecha la compresión, se expanda; sin eso, la sangre no vuelva a llenar
completamente el corazón y las próximas compresiones se convierten
ineficientes. Recuérdese que la compresión tiene el objetivo de mantener la
circulación sanguínea en la victima.
Sin embargo, el espacio entre la compresión, la expansión de la caja torácica y
la siguiente compresión no debe exceder los diez segundos. Minimizar, por lo
tanto, el número de compresiones es el cuarto factor.
El quinto factor se relaciona a la ventilación eficaz de la víctima mientras se
realizan las compresiones; para adultos, la proporción entre compresiones y
ventilaciones indicada por la Asociación Internacional del Corazón es de 30:2.
Para niños menores de 8 años, cuando hay dos o más reanimadores, la
proporción bajo para 15:2; sin embargo, si solo hay un reanimador, la
proporción permanece la misma que la de adultos.
En relación a la ventilación, mantener las vías aéreas abiertas es una
necesidad. Eso se da inclinando la cabeza de la víctima hacia atrás y trayendo
el mentón hacia delante. Los tipos de ventilación suelen ser boca-boca, boca-
mascarilla y bolsa-mascarilla. Sin embargo, en lactantes, por ejemplo, una de
las formas para ventilar es cubriendo con la propia boca a la boca y a la nariz
del bebe y por fin expirando y llenando al pulmón del mismo.
Debiese cuidar para no producir una hiperventilación; así, disminuyese los
riegos de alcalosis sanguínea, de barotrauma en los pulmones, de vomito
provocado por el acceso de aire al estómago, además de otros riegos. Este es
el sexto factor.
La victima puede sufrir de una fibrilación ventricular, que es la contracción
desordenada de las fibras del músculo cardiaco; la desfibrilación es, por lo
tanto, el paro de la fibrilación que debe permitir al corazón volver a latir
harmónicamente.
El DEA tiene parches adhesivos que se los pone uno en la parte superior
derecha del tórax de la víctima y el otro en el borde izquierdo del tórax, debajo
de las axilas. Antes de hacer una descarga, hay que pedir a todos que se
aparten y proseguir así que el desfibrilador confirme la necesidad de la misma.
Es necesario que quien va aplicar la carga también este seguramente fuera de
contacto con la víctima.
Para niños y lactantes, en el caso de el desfibrilador tener una función
pediátrica, es muy útil utilizar la misma, ya que la descarga es menos intensa y
agresiva; sin embargo, en el caso del aparato no tener esta función, es mejor
aplicar la misma descarga que se aplica a un adulto que no aplicar descarga
alguna.
Bibliografía
Jefe, E., Hunter-wiison, S. L., Berg, M. D., & Sayre, M. R. (n.d.). SVB / BLS para profesionales de salud.