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Vidas Intensamente Humanas VIH Efraín Bámaca-López

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Vidas Intensamente Humanas

VIH

Efraín Bámaca-López

Efraín Bámaca-López

Vidas Intensamente Humanas

VIH

Copyright © do autor

Todos os direitos garantidos. Qualquer parte desta obra pode ser

reproduzida, transmitida ou arquivada desde que levados em conta

os direitos do autor.

Efraín Bámaca-López

Vidas Intensamente Humanas –VIH–. São Carlos: Pedro &

João Editores, 2018. 67p.

ISBN: 978-85-7993-495-7

1. Histórias de família. 2. Familia da Guatemala. 3. Virtudes.

4. Autor. I. Título.

CDD – 410

Capa: Elder Bámaca López

Editores: Pedro Amaro de Moura Brito & João Rodrigo de Moura

Brito

Conselho Científico da Pedro & João Editores:

Augusto Ponzio (Bari/Itália); João Wanderley Geraldi

(Unicamp/Brasil); Nair F. Gurgel do Amaral (UNIR/Brasil);

Maria Isabel de Moura (UFSCar/Brasil); Maria da Piedade

Resende da Costa (UFSCar/Brasil); Valdemir Miotello

(UFSCar/Brasil).

Pedro & João Editores

www.pedroejoaoeditores.com.br

13568-878 - São Carlos – SP

2018

A la memoria de

Efraín Bámaca y la

Fortaleza de Juliana Santos

Sumario

Prólogo 9

1. Juliana Santos 15

1.1 Mi nacimiento en la convulsa Guatemala del 54 15

1.2 ¿Cómo le conocí? 19

1.3 De vuelta a casa 23

1.4 Mi aliento vino del Señor 25

1.5 Discriminación por ignorancia 27

1.6 Vivencia fructífera 29

2. Edi Efraín 31

2.1 Relato de hijo mayor 31

2.2 Vida Intensamente Humana 36

2.3 Esperanza nocturna 40

3. Eudes Javier 42

3.1 Amigo de las hormigas 42

3.2 Ante todo, saber acompañar, sin juzgar 44

3.3 Falta de ética profesional 45

3.4 A seguir adelante 46

4. Débora Petrona 47

4.1 Lo más sagrado: mi vida 47

4.2 Una Vida Intensamente Humana 50

4.3 Ante la discriminación guardé silencio 51

4.4 Ante todo, el amor 53

5. Cristhian Roberto 55

5.1 La timidez del infante 55

5.2 El otro me configura 57

5.3 Llegó el día 59

5.4 ¿Estancarse o salir adelante? 60

5.5 Esperanza 62

6. Elder Esaúl 63

6.1 Piedad y Amor 66

6.2 Vida e Historia 67

9

Prólogo

Sucedió con sólo una diferencia de minutos, justo

cuando terminaba de pedirle a una amiga escritora

que prologara mi libro “Ama Nacer Agradecido”,

entraba un mensaje a través del WhatsApp de mi

amigo y compañero de camino, Efraín, desde Brasil

con la invitación a prologar VIDAS INTENSAMENTE

HUMANAS -VIH-. Guardé silencio de pura gratitud

ante este gesto de confianza de mi amigo, ante esta

sincronicidad, dioscidencia, comunión. Conociendo a

Efraín y sabiendo del extraordinario ser humano que

es, por supuesto que dije SI.

Efraín llegó a mi vida, viviendo en Nicaragua.

Formaba parte en aquel tiempo de la Compañía de

Jesús y si algo destacaba en él, era su capacidad de

reflexión y su interés academicista. Estudiaba

Comunicación Social y formaba parte del equipo

animador del proyecto de líderes y lideresas que yo

coordinaba. Hombre noble, bueno, inteligente, lúcido,

brillante, sensible, cercano a la juventud, entusiasta.

Salió de Nicaragua y nunca perdimos comunicación.

Años después, viviendo en México, me comunicó que

vendría a un Congreso Nacional sobre Cambio

Climático donde daría una ponencia, benditamente,

pudimos encontrarnos. Luego supe que se fue a Brasil

por asuntos del doctorado. Desde allí, me contactó.

10

Literalmente Efraín me decía en su voz: “Junto con

mi familia hemos hecho un pequeño libro recopilando

nuestra historia. Es un libro que busca contar la experiencia

que tuvimos con mi papá, en sus últimos días de vida. Mi

padre murió a causa del VIH. Tú me conoces y leyendo la

historia de mi familia, sé que puedes aportarle tu propia

experiencia… Yo estaré agradecido si tú lo aceptas”.

Acepté y aquí estoy, profundamente conmovida

después de leer este caleidoscopio, de sentires, de esta

flor familiar: 6 pétalos compartiendo su vivencia a

partir de ese núcleo que fue un hombre, una pareja, un

padre, una VIDA INTENSAMENTE HUMANA.

Honro la sencillez y la fluidez con la que Juliana,

Efraín, Javier, Débora, Cristhian y Elder se han dicho,

desde el corazón, acogiendo una realidad que se llama

VIH que aún en este Siglo XXI sigue siendo un tabú,

un estigma, una mal catalogada como enfermedad y

hasta deshonrosa, una verdad que desacomoda,

genera temor, conflicto y mucho sufrimiento. Honro

la cristalinidad con la que comparten sus sentimientos

ante un hecho tan doloroso como es la partida de un

ser amado, y la manera tan respetuosa de abordarla.

Honro este cambio del contenido de VIH -Virus

de Inmunodeficiencia Humana- por Vida

Intensamente Humana. Sólo ello ya está afirmando

que más allá del juicio, de la crítica, del victimismo…

está la VIDA, la individual, la de quien en su camino y

desarrollo hizo lo que pudo y la de quienes a su

11

alrededor, acogieron la lección que venía envuelta en

la oscuridad y el dolor.

Recuerdo aquí esa frase de uno de mis filósofos

dilectos, Ortega y Gasset cuando afirmaba: “Yo soy yo

y mis circunstancias. Sólo salvando mis circunstancias, me

salvo yo”. Esto es justamente lo que encuentro en estas

páginas, la circunstancia dolorosa de un padre que

murió al llegar a la etapa SIDA para contar la historia,

desde su lado más luminoso; la de la pareja y los hijos,

que eligieron salvar las circunstancias, para crear una

nueva historia.

Con ustedes, me es evidente, que aunque las

circunstancias sean adversas, aunque los pájaros de la

tristeza sobrevuelen nuestras cabezas –como dice el

proverbio chino-, podemos impedir que esos pájaros

tristes aniden en nuestros cabellos; podemos elegir

otro final para nuestras historias familiares y

personales.

Mi admiración profunda por la manera en la que

abordaron esta experiencia, desde la impecabilidad

con la palabra, desde el respeto profundo al hombre, a

la pareja, al padre… que más allá de lo que fueron sus

conductas, fue un SER HUMANO.

Y es justo donde me quiero detener, en la

diferencia entre nuestras conductas y

comportamientos, y lo que somos. Fuimos educados,

desde pequeñitos a unir ante un comportamiento

12

determinado, lo que somos con lo que hacemos. Por

ejemplo, un niño que no quiso compartir algo suyo le

llamamos egoísta; o, alguien que no hizo la cama y

acomodó sus cosas, le llamamos desordenado.

Cuando crecemos, seguimos haciendo unidad con la

acción y el ser, y eso es inadecuado. El SER va más allá

de sus conductas, aunque estas forman parte de él, sin

embargo, el SER es el territorio sagrado donde habita

la luz que también podemos llamar Dios. Esta esencia

es perfecta y sólo quiere desarrollarse en el humano.

El VIH es un virus que va por el sistema inmune,

debilita, hace vulnerable a la persona y la lleva hasta

la muerte. La Vida Intensamente Humana que

ustedes seis nos comparten, es un acto de amor que va

al centro del ser y fortalece la certeza que nuestra

inmunidad lumínica está garantizada aún en las

realidades más difíciles.

Gracias, infinitas gracias. Ustedes con sus

testimonios de vida, me hacen un mejor ser humano,

una mejor ciudadana; me acercan a los lentes de la

sensibilidad exquisita a través de los cuales, elijo

seguir contemplando el caleidoscopio de la vida,

dejando atrás prejuicios e indiferencias, y, accediendo

al motivo por el que cada uno estamos aquí: AMAR.

Deseo y es mi deseo más profundo, que mucho

de lo que yo he sentido mientras leía este fragmento

de sus vidas, que me hace más compasiva,

comprensiva, amorosa y solidaria… sea eso lo que se

13

sientan llamados a vivir, quienes se encuentren con

estas páginas de una Vida Intensamente Humana que

generó, tanta humanidad a su alrededor. Sólo por eso,

ya la vida de su padre y pareja tiene pleno sentido y

su situación ante el Virus y el Síndrome, también.

El hombre más feliz del universo, nombrado así

por la Universidad de Wisconsin, en el año 2008, nos

dice: “Vivir las experiencias que nos ofrece la vida, es

obligatorio. Sufrirlas o gozarlas, es una ELECCIÓN”.

Gracias Juliana, Efraín, Javier, Débora, Cristhian y

Elder por escribir desde la luz, desde lo que se ha

quedado con alegría en sus vidas, e invitarnos desde

allí, a elegir también nosotros y nosotras, aquello que

nutre y fortalece la vida. Buena lectura a quién tenga

el presente testimonio.

Yulis Ortega

Autora de Ama Nacer Agradecido

14

Al frente de izquierda a derecha: Cristhian, Débora, Efraín.

Atrás mismo orden: Javier, Elder.

Fotografía de Foto Estudio Samy, mayo 2014.

15

Juliana Santos

Tener VIH no es para espantar el espíritu sino para alentar el

ánima a hacer mejor las cosas…

1.1 Mi nacimiento en la convulsa Guatemala del 54

Un día lunes, meses después del golpe de Estado

al presidente promotor de la justicia agraria en

Guatemala, cerca de las nueve de la noche, a la luz de

la luna y de alguna vela que ardía de antorcha, así fue

mi nacimiento. Soy Juliana Santos López Menchú,

quién hoy te comparte su testimonio de vida y luz en

este caminar de más de seis décadas. Era el año de

1954 según el calendario romano, fecha 22 de febrero.

En un típico caserío llamado Labor Las Ventanas,

ubicado en el municipio de Coatepeque.

16

Probablemente te sorprenda que inicie mi relato

mencionando el tema de la reforma agraria en

Guatemala, y quizás sea porque mis padres y yo

fuimos agricultores desde nuestros orígenes y la

vinculación con la tierra también es mi historia, mis

progenitores fueron analfabetos, guatemaltecos de

nacimiento, por la invasión española heredamos el

López y por los ancestros de mi tierra el Menchú.

Procedo de una prole numerosa, la número seis

de doce hermanos. Desde pequeña estaba al cuidado

de mis hermanos menores, combinaba las tareas

domésticas con las agrícolas. Mi trabajo de la infancia

consistía en cuidar que los cultivos no fueran

devorados por las aves. Siendo adulta me tocó cuidar

de mis hijos para que no fueran impregnados por la

cultura consumista del mercado y las garras de lo que

llaman mundo moderno, muchas veces enfocado en la

cultura del desecho.

En el área rural no era tan común ir a la escuela y

menos para una mujer, pero a pesar de eso, a los

nueve años de edad comencé mis estudios en el

primer año de educación escolar.

El salón de clases era un galerón, un local único, un

solo profesor, todo era único. Ahí se impartían

solamente los primeros tres grados de primaria,

recuerdo que en aquel salón había más de cien

estudiantes. Considero que mis avances fueron

notables para mi realidad, ello motivó al profesor a

ofrecerse voluntariamente para darme cuarto año de

17

primaria en la jornada de la tarde; trabajaba por la

mañana en el cultivo de la tierra y estudiaba de

catorce a dieciocho horas. Seguir el quinto año de

primaria, fue imposible en aquel lugar, puesto que ya

no había más espacio físico ni profesor alguno para tal

fin.

Siendo mis padres fieles devotos de la fe católica,

fervorosos de romerías y visitas a santuarios

nacionales, entre ellos al del Señor de las Tres Caídas

en Ciudad Tecún Umán; en uno de esos peregrinajes y

después de haber participado de la Eucaristía; el

sacerdote celebrante, no sé qué carisma pudo haber

observado en mí, que me hizo llamar a la sacristía, y

habiendo dialogado con mis padres, me ofreció la

oportunidad de estudiar en esta localidad y vivir con

las monjas que atendían la parroquia. Bastante difícil

fue convencer a mis padres, pero logré aprovechar la

oportunidad de continuar con mi formación

académica. Vienen a mi mente los sucesos de aquella

aventura que con un ligero equipaje y muchas

ilusiones en mi matate, emprendí. Como todo

comienzo, las cosas no fueron sencillas. Después de

gran esfuerzo y dedicación, logré coronar mi

preparación primaria, en la Escuela Justo Rufino

Barrios, de este poblado que me acogió.

Por asuntos de movilidad; llegué a Coatepeque,

ingresé al Colegio María Auxiliadora, tiempo en el

cual aproveché para estudiar Corte y Confección, por

espacio de un año. Seguidamente, viajé hacia la

18

ciudad de Jutiapa para continuar mis estudios de

secundaria (primero y segundo básico). Luego retorné

a casa de mis padres, volví a mis raíces agrícolas y de

trabajo arduo en horario de doce horas: 6:00 a.m. hacia

las 6:00 p.m.; retomar este trajín fue inaguantable,

después de haber transitado por un tiempo en la

escuela, fascinada por las lecturas de la época, no

soporté esta actividad, aunque admiro, valoro y sé

realizar esta labor, supe que ya no era lo que aspiraba

para mi vida y tampoco para mis hijos, no por carecer

de un profundo amor por la tierra y su labranza, sino

por el excesivo trato injusto, el desafuero que se viven

en esos ambientes y los abusos salariales sobretodo.

Anhelaba incorporarme a las aulas de estudio, ansiaba

enormemente poder formarme y para ello tenía que

desarraigarme de mi casa nuevamente, fue así como

decidí viajar a la capital de Guatemala, lugar donde

alcancé estudiar el tercer año básico. Decidí quedarme

a trabajar en la capital, pero el salario era menos de lo

mínimo; en aquel tiempo, y no alcanzaba a

sostenerme. Resolví continuar viviendo en mi

municipio natal, después de unos días en casa de mis

padres, regresé a Coatepeque, concretamente al barrio

El Rosario, ahí empecé a confeccionar vestidos y

demás. Fue en aquel lugar donde principié como

modista, confeccionado para quién solicitase de mis

oficios profesionales, vivía en compañía de mi

hermano Juan. Fue ahí donde conocí a quién se

convirtió en mi esposo, el padre de mis hijos y la

persona con quién conviví hasta el día de su muerte.

19

1.2 ¿Cómo le conocí?

Es una crónica un poco extraña. Él era amigo de

uno de mis hermanos que estudiaba en Coatepeque.

Un día mi hermano enfermó, fui a cuidarlo una noche

al hospital, fue ahí donde le conocí. Sostuvimos una

conversación muy escueta, me comentó que era amigo

de mi hermano, y ya había contraído su primer

matrimonio. No despertó en mi ninguna curiosidad,

ni atención mayor a la que uno puede tener en

cualquier conversación. Tiempo después vine a

enterarme que él se divorció de quién era su esposa en

aquel momento.

Mi hermano, sirvió de

enlace desdeñoso por

mucho tiempo, porque él

dejaba cartas con mi

hermano, pero nunca me di

por aludida y enterada.

Digo enlace desdeñoso

porque nunca mi hermano

fue cartero fiel, todas las

cartas se las quedó. Tiempo

después adujo que él recibía

las cartas porque consigo

traían para él algún

obsequio. Instalada en el

taller de costura en Coatepeque, Barrio el Rosario,

llegó alguien con una carta en mano para hablarme de

Boda religiosa, 1980.

20

él. Al parecer poseía gusto por la escritura, es así como

comenzamos una serie de conversas, dando como

resultado posterior un noviazgo y a continuación una

unión matrimonial que se conservó hasta el día de su

muerte.

Desde el primer día de matrimonio pensaba en el

futuro de mis hijos, fue una situación distinta a la

esperada, me casé con un hombre poseedor de

múltiples habilidades, pero también con mucha

miseria ante la visión de la vida, sin optimismo y

carácter, sobre todo para trabajar su alcoholismo y

tratarlo con esfuerzo.

Después de la fiesta matrimonial realizada en

casa de mis padres, viví un tiempo en casa de mi

suegra, hasta que decidí marcharme para residir en un

sitio más cercano del centro del municipio,

mudándome al Barrio Candelaria, ejerciendo la

profesión que venía desarrollando antes de conocerlo.

Mi memoria evoca impecablemente el nombre de mi

primer cliente, la Señora Genoveva, cuya hija

estudiaba en una escuela parvularia de nombre Club

de Leones.

Aquel traslado se llevó a cabo en un carretón a

caballo, este era conducido por don Lencho, siendo el

viejo y cansado animal y su jinete testigos de mi

mudanza urbana como madre y mujer, en busca de lo

llamado realización de la vida, no fue una tarea fácil ni

21

mucho menos armoniosa, para entonces los problemas

tanto económicos como familiares iban en aumento.

Desde ese momento quería mi independencia,

vivir solamente con mi primogénito, porque la

situación de vida era poco favorable para un adecuado

desarrollo emocional y físico, tanto para mi hijo, y no

digamos para los que habrían de venir después en

caso de seguir igual. A mi llegada a lo que la

modernidad llama Ciudad, empecé a trabajar y

procurar independencia económica.

Mi esposo siguió mi ruta, le pedí que continuara

estudiando si deseaba seguir a mi lado, empezó a

hacerlo, iba muy bien en los estudios, gozaba de dotes

en dibujo a mano alzada, excelente caligrafía, tenía

grandes cualidades, pero algo no pudo trabajar y

avanzar con dignidad: el alcoholismo. Situación que

trajo a su vida serias desgracias hasta el último día de

su vida.

Un día de aquellos que recuerdas por su

celebridad, mi suegra contrajo matrimonio, ocasión

que mi esposo aprovechó para consumir alcohol en

exceso, protagonizando un inusitado alboroto en

aquella casa alquilada, y como era de suponer, nos

solicitaron salir de la misma, este incidente produjo

una sucesión de mudanzas hacia otros barrios esta vez

al barrio Guadalupe, luego al barrio San Francisco,

barrio donde nació mi segundo y tercer hijo.

Meditando en todos estos episodios concluyo que mi

22

historia ha estado marcada por un constante

peregrinaje por el país y ahora por el Norte del

Continente Americano, quizás también por eso al

menos mi hijo mayor a sus primeros años de

adolescencia buscó migrar para ir en busca de sus

aspiraciones académicas y que por cierto a la escritura

del presente se encuentra en Sur América, muy

próximo a culminar sus estudios de doctorado.

Establecidos en el barrio San Francisco, inicia mi

deseo por construir una casa propia, pretensión que

junto a los desvelos en una máquina de coser y

rodeada de vivos colores de tejidos de diversa calidad,

fui también tejiendo el presente y futuro de mis

vástagos. En el barrio Colombita, habitando en mi

nueva morada, nacen mis otros dos hijos.

Creo haber entregado a la sociedad de

Guatemala, cinco ciudadanos con una adecuada

formación humana y educación formal de calidad,

todo ello para contribuir en la construcción de una

mejor realidad, dejando este espacio menos corrupto

de cómo lo hemos encontrado. Hablo de corrupción

por ser en la coyuntura del momento el escenario

diario, en donde nos damos cuenta de las decenas de

acciones malévolas realizadas por quienes nos han

gobernado.

He sido objeto de múltiples halagos, pero

también mucha crítica destructiva ante mis sueños de

querer dar a mis hijos una vida distinta a la que me

23

tocó vivir. Nunca he de olvidar palabras muy

alentadoras, pero también otras muy decepcionantes,

en caso de haberles prestado atención, no estaría

compartiendo este relato, ni mis hijos tendrían la

dicha de estar vivos porque la desnutrición intelectual

y física les hubiese corroído su existencia. Paralelo a

mi arduo trabajo para sustentar a mis hijos, en casa se

desplegaba un volcán de escándalos cada vez

mayores, engendrándose un ambiente de turbación e

inestabilidad absoluta.

Determinada con total autoridad y

discernimiento claro, pedí a mi esposo abandonar

nuestro hogar para no seguir aportando un modelo de

vida desacertado a nuestros hijos y seguir viviendo

maltrato familiar.

1.3 De vuelta a casa

En el año 2003 y en vísperas del viaje a Panamá que

emprendería mi hijo mayor, decidí visitar a su padre,

era un domingo gris y un poco helado, yo salía de un

retiro espiritual en la parroquia; al retornar mi hijo nos

manifiesta las condiciones en que su padre habitaba,

no eran las más humanas e indicadas para una

persona. Muy de mañana, el día siguiente, me dispuse

visitarle, declarándole que en nosotros tenía una

familia, su casa, esposa e hijos, pero le hice ver la

necesidad de un cambio de actitud, en caso él lograra

salir de esa situación. A causa del viaje de nuestro hijo

24

no podía ayudarle a trasladarse a casa, pero él

deseando volver a su hogar, encontró la forma de

movilizarse. El coraje y la rabia rebalsaron en mí,

como el ímpetu de un riachuelo en invierno (aunque

ahora con el cambio climático y el secuestro de los

caudales por los empresarios, ya eso poco se mira),

logré sobreponerme y empezar a atenderle, cuidar de

él por los restantes noventa días que le quedaron de

vida.

Era apremiante la visita al médico, pues su estado

de salud era crítico, sin perder el tiempo nos dirigimos

a la clínica parroquial, donde le han prescrito una

serie de análisis médicos de laboratorio, al conocer los

resultados me asaltó una abismal tristeza y

desconsuelo, no por mí, ni por él, sino por nuestros

hijos, los pensamientos saturaron mi mente aturdida,

Casa del barrio Colombita, Coatepeque.

25

me increpaba saber que sería de mis pequeños, qué

harían, a quién podría encomendarlos, porque de

forma inmediata asumí que yo también tendría VIH.

Mi esposo tenía VIH. Mi esposo había sido ya

diagnosticado con el Virus de Inmunodeficiencia

Humana. Mi llanto fue profundo. Recuerdo aquella

escena de movilidad en un taxi, seguramente el piloto

habrá pensado con el aspecto enclenque de mi esposo

y mi llanto, que ambos tendríamos VIH, era el

pensamiento que me acechaba, que todos nos miraban

como “personas enfermas” expreso enfermas porque

es lo que la sociedad presume, luego compartiré el

tema de los equívocos en las palabras cuando se trata

del tema VIH.

1.4 Mi aliento vino del Señor

¿Cómo hizo para sobrellevar todo esto? Es la

interrogante que escuche en repetidas ocasiones,

solamente puedo decir: mi aliento diario vino del

Señor. Ante el maltrato recibido y las situaciones

duras del matrimonio, lo único que pude decir fue “yo

te perdono en el nombre de Dios” pero… me invadían

las preguntas -mis hijos y yo- ¿qué pasará con

nosotros? mi cabeza era bombardeada por la idea de

que toda mi familia estaba contagiada y ellos sin ser

responsables de nada.

Debido a mi devoción religiosa, conservaba

amistades en los círculos religiosos, personas que

26

permanecieron cercanos en esos momentos, fueron mi

sostén y fortaleza. La fe y confianza en Dios me

permitieron cobrar ánimo en los momentos más

duros. Ahora lo único que faltaba era realizarme la

prueba y de una vez conocer si también era portadora

del virus, ante esta situación el miedo me asediaba

como un cruel verdugo, deseaba huir de esta realidad,

con recelo pensaba en hacerme o no ese examen,

asumía que también estaba contagiada. El dolor era el

manto sombrío que eclipsaba la paz de nuestro hogar,

a todos nos abrumaba una densa angustia por la

situación que estábamos viviendo.

La constante duda hacía conmover mi espíritu,

tomar la decisión y confirma cual sería mi destino. Me

negaba a conocer esta verdad, el temor de un

resultado positivo resquebrajaba mi alma. Pude tomar

la decisión con la ayuda del párroco de mi iglesia,

quien me animó y apoyó a no dilatar más esta

inevitable situación. Es ahí cuando entro en contacto

con una ONG que me acompaña en el proceso.

Recuerdo la presencia de mi comadre en aquel

momento en el que decidí hacerme la prueba de VIH

en el Proyecto Vida. Pero ya antes había acudido para

que atendieran a mi esposo y también pudiese yo

aprender más sobre VIH. Los resultados no fueron

inmediatos, una luna más de agonía y grande

incertidumbre, tipo la noche del Huerto de Getsemaní,

literalmente sentí el sudar gotas de sangre, a causa de

27

la zozobra y miedo, creía firmemente que el VIH

también era mi realidad.

Remembranzas de la espera angustiante que mis

hijos sufrieron, queriendo conocer los resultados,

recuerdos que me sacuden todavía el alma, todos

esperando conocer la situación: que como caja de

pandora sorprendió al ser abierta, trayendo consigo

un resultado negativo que dio alivio de alguna

manera nuestra triste situación. Personalmente

atribuyo a la fe y devoción a Dios el poder estar hoy

compartiendo este testimonio. La virgen María ha sido

y seguirá siendo mi fiel compañera de camino y

protectora diaria. A pesar de la angustia y el miedo

estaba preparada para la situación que se estaba

viviendo y también para lo que se avecinaba, tanto en

gastos económicos como también en lo emocional. Mis

hermanos biológicos también fueron apoyo en esta

situación, tanto en visitas, como también en su

acompañamiento en los últimos momentos de mi

esposo.

1.5 Discriminación por ignorancia

La discriminación no se hizo esperar por parte de

algunos vecinos, esto no surtió ningún efecto en mí,

pues mi autoestima estaba muy firme. En contraste, la

hermandad y el amor de mis hermanos en la fe me

sirvieron de apoyo emocional y espiritual para poder

28

sobrellevar con buen ánimo esa difícil situación de la

vida.

La situación vivida al lado de mi esposo me

ayudó a vivir con un criterio formado y a la vez darme

mi lugar como mujer, madre, esposa y cristiana. La

clave en esta etapa: aprecio, cariño y no dejar en

soledad a quién ha sido infectado con el VIH, también

mucha fortaleza. Educarse para bien convivir en

familia, respetar los espacios que demanden para sí,

no dejarlos solos sino saber estar ahí con ellos, y

también estar bien con nosotros mismos.

Todos hemos de morir, todos. Haber sido

infectado por el VIH no es sinónimo de muerte

inmediata, sino una alerta a cuidarse mejor, a no

exponerse a situaciones de riesgo. Tener VIH no es

para espantar el espíritu sino para alentar el ánima a

hacer mejor las cosas; debido a tanta ignorancia acerca

del tema, yo pensé que tener VIH es tener un pie en la

sepultura, pero ahora con la experiencia vivida

aprendí que no es así. Al contrario, es tener los dos

pies en la vida para bien transitar y cuidar nuestros

pasos porque detrás seguramente hay muchos otros

que pueden ser hijos, familia, esposa, esposo y que

seguramente también están acompañando ese

proceso, entonces es un momento privilegiado para

aprender e incluso enseñar a otros porque hay mucha

ignorancia en el manejo del tema del VIH, todavía hay

mucha gente desinformada y por ende surge la

segregación, el miedo origina el rechazo.

29

La vivencia con mi esposo y mi familia, me ha

dado las herramientas para hoy ser la mujer que soy y

tener los hijos que tengo. A una persona con VIH no

hay que tenerle miedo, porque es la primera reacción

ante lo desconocido, no. A lo que realmente hay que

tenerle miedo es a la discriminación que surge de la

ignorancia social, pero no a una persona infectada.

1.6 Vivencia fructífera

Este acontecimiento aportó a mi alma fuerzas

para ser una mujer luchadora en la vida, esta fortaleza

también se reflejó en la vida de mis hijos, que al igual

que yo son personas luchadoras, de haberme quedado

sumida en aquella pobreza inicial de este matrimonio;

y no hablo solamente de la escases económica, sino

intelectual y demás, estoy convencida que hoy

ninguno de mis hijos podría ni siquiera estar vivo,

mucho menos desempeñarse como profesionales para

ayudar a nuestro país a salir delante de su miseria,

ignorancia y corrupción económica, política, social y

hasta cultural. Hasta la fecha con más de seis décadas

de historia y vida, sigo luchando en mi trabajo diario.

Al final lo que le da sabor a mi vida es

contemplar el fruto de mis esfuerzos reflejado en los

aportes a la creación de una sociedad más justa e

inclusiva. Cada uno de mis hijos contribuyendo en la

edificación de una sociedad donde se pueda vivir con

30

dignidad, y permita a todos tener un empleo digno,

derecho a los servicios básicos de salud, así también la

atención a personas infectadas no solamente con VIH

sino con todo tipo de situaciones que ponen en riesgo

su salud en cuerpo y hasta el alma por la exclusión

social que a diario se vive.

Nos queda seguir en la lucha diaria por el

levantamiento de un país en donde el espacio de

convivencia sea en justicia, creo que con optimismo lo

podemos lograr.

31

Edi Efraín

Toda Vida Intensamente Humana tiene sus glorias, riesgos y

fracasos, depende cómo nos detengamos a examinarlo.

2.1 Relato de hijo mayor

Sabes, fui fruto del

primer amor de mis

padres, hijo primogénito

de la familia Bámaca

López, heredero de las

primeras lecciones de mi

madre, algunas bastante

profundas y afectivas,

otras me llevaron a serias

afectaciones estomacales

por los descuidos

alimenticios, al procurarme

alimentos mal

manipulados y poco

recomendables para

un infante, era lo

Padre e hijo, junto a Ángela.

32

mejor que ellos podrían darme en aquel momento. La

pobreza y la inexperiencia de vida no fueron las

mejores aliadas para el cuido más indicado. Fui el

primer experimento de amor para una pareja ya

madura en edad, pero primerizos con el título de

padres.

Fui un niño bastante inquieto o mal

acostumbrado, depende que enfoque se tenga del

comportamiento. Por boca de terceros, he llegado a la

conclusión que cuidar de mí en la infancia no era

ninguna tarea que se envidiase, puesto que los llantos

fácilmente desesperaban a cualquier mortal, incluso

poseedor de una buena dosis de amor, salvo a mi

madre, abuela materna y en algunas ocasiones a mi

padre quién es sus espacios breves de estancia en casa,

me arrullaba en sus brazos. Así transcurrieron años de

vida infantil, creo incluso que desde la infancia traía

conmigo el hecho de la movilidad puesto que nací en

la periferia de la llamada Ciudad de las Gardenias

(Coatepeque) y ahora resido en Brasil. A la fecha, mis

estancias en Coatepeque son esporádicas, por razones

de formación académica y laboral.

Mi educación formal inició en un colegio

evangélico, siguió en una institución pública, continuó

en un colegio seminario de Quetzaltenango y hoy creo

estar en una fase ya más adulta académicamente

hablando, puesto que estoy realizando mis estudios de

doctorado en Brasil.

33

Quizás por razones laborales de mi madre, me

crecí muy independiente, puesto que ella debía

escoger entre acompañarme a mis actividades o

buscar el sustento diario que me hiciera seguir

estudiando, y creo que bien escogió trabajar para

alimentar a su hijo y al resto de los hermanos según

fueron viniendo, no por ello dejó al descuido algunos

aspectos esenciales de acompañamiento en la vida:

primera comunión, graduación de sexto primaria y

bachillerato, por mencionar algunas partes

importantes en mi vida.

A partir de ahora mi relato se convierte muy

maternal, hay una grande razón, solamente era ella

quién velaba por nosotros, a pesar de la existencia de

mi padre, él era el presente-ausente. Con todo esto

quiero denotar que crecí en una familia que según

algunos especialistas hoy le llamarían disfuncional,

pero como mi objetivo principal no es entrar a debates

teóricos sino exponer nuestras historias de vida;

entonces sigo contando la historia de vida. Crecí en

una familia de cinco hermanos, y en su tiempo hacían

compañía dos perras, algunos pollos y en épocas

cercanas a la navidad, algunos chompipes, que por

cierto siempre eran para alimentar a algún

ladronzuelo de barrio urbano, sin quererlo

ayudábamos a la economía informal de algún infeliz

que codiciaba lo que nosotros guardábamos en el

patio de casa, pero también estoy seguro que eran bien

degustados en plato ajeno, ya que era yo quién antes

de partir al colegio tenía la tarea de dejarlos

34

alimentados con maíz y algunas hierbas que también

iba a hurtar al suelo del vecino, digo hurtar porque no

pedía permiso para entrar, por un pequeño detalle no

había a quién pedir permiso.

Mientras transcurrían mis días de escolar en la

primaria, soñaba con ser un académico. Eso me ayudó

siempre a ver los estudios como aquello más delicioso

del día, así que ir al colegio nunca fue para mí una

obligación. Mi madre siempre apoyó mis deseos

académicos, incluso ahora que curso el doctorado, y

seguro que también lo hará en el momento que llegue

el Postdoctorado.

Los días de la escuela primaria fueron muy bien

vividos, y también desde la condición de madre

trabajadora fueron bien acompañados. Quizás me

Primer año de escuela.

35

faltó un para leer más historias, inventar más juegos o

enredarme en cosas de infante travieso, pero estoy

contento con lo que se me ha permitido vivir hasta el

momento. No he de olvidar aquellos embrollos

filosóficos con los cuales empecé a confrontarme en mi

formación de bachillerato, y que todavía al día de hoy

me acompañan, aunque ahora creo tener algunos

elementos más claros para su interpretación y lectura.

En aquella época de la infancia, la presencia-

ausente de mi padre era bastante fuerte, puesto que en

algunas conversas de amiguitos se escuchaba en más

de alguna ocasión que tal figura paterna era más que

una presencia, era sustento, apoyo, crítica propositiva,

ejemplo y hasta héroe.

Fueron días de infancia que marcaron mi vida,

hubo grandes alegrías, pero también fuertes

sufrimientos debido en parte a las actitudes derivadas

del alcoholismo de mi progenitor, no es fácil la

convivencia con un papá alcohólico. Soy hijo de padre

alcohólico. Escribir esto; hoy, me resulta fácil y lo

considero ya integrado a mi vida, pero no fue nada

fácil, me llevó un largo proceso y tratamiento

especializado de la Psicología para lograr integrar

estas circunstancias en mi vida. Como descendiente de

un adicto a las bebidas alcohólicas, la sociedad

también hace su parte, puesto que en ocasiones esas

situaciones te convierten en un individuo bastante

vulnerable ante distintos acontecimientos, aunque

también te proporciona algunas fortalezas.

36

Regularmente el entorno de un alcohólico en

estado de pobreza, no es el más favorable para

propiciar el crecimiento tanto humano como

profesional. Estas situaciones críticas han dejado

recuerdos de infancia que con el paso del tiempo y

ayuda de la ciencia, considero han ido integrándose, y

hoy puedo no solamente compartirlo sino ver esto

como parte de mi historia sagrada de existencia, y lo

que ha venido a configurarme una Vida Intensamente

Humana.

2.2 Vida Intensamente Humana

Acá la hoja se torna colorida, una parte que para

muchos aún sigue siendo un estigma y que para mí es

una grande faceta de vida, la cual considero ha podido

ser no solamente trascendental sino integrada, me ha

llevado a seguir caminando con inusitado ánimo y

esperanza. Los que nacemos en pobreza material y

hasta espiritual, tenemos la oportunidad de alcanzar

la riqueza del alma, cognitiva, emocional y estamos

llamados a trascender para procurar el fin para el cual

hemos sido creados: la realización plena como ser

humano.

Toda Vida Intensamente Humana tiene sus

glorias, riesgos y fracasos, depende de la manera en

que nos detengamos a examinarla. Viví una etapa

dura junto a mi familia, siendo el hijo mayor fue un

37

tanto desconcertante, angustiante y hasta generadora

de miedo, el saber que mi padre era un hombre VIH

positivo. ¿Por qué?, porque no se está preparado para

tal asunto, luego el estigma social, inclusive esta

situación afectó económicamente a la familia, puesto

que requiere inversión, y lo digo porque lo escuché de

mi madre, ya que las garantías constitucionales al

derecho a la salud y acceso a medicamentos, es una

farsa. El desarrollo de políticas públicas para personas

infectadas con VIH cada vez resulta un reto mayor.

Saber que tu padre ha sido contagiado de VIH no

es fácil de digerir, no es tarea fácil a pesar de poseer

cierto conocimiento sobre el tema. Conocí acerca de la

situación de mi padre, en el preciso momento en que

me preparaba para emprender un viaje fuera del país

por espacio de seis meses, travesía que se vio

interrumpida al tercer mes de haber partido, por

razones del estado de gravedad que aquejaba a mi

progenitor. Estar contagiado ocasionó una alteración

en los restantes miembros de la familia, inclusive

cambia la dinámica de vida, puesto que se requiere

estar al cuidado de dicha persona, procurarle atención.

En aquella fase inicial, hubo una ONG que facilitó

acompañamiento a mis padres. Recuerdo la negativa y

la no aceptación de mi padre a tal cuestión, no lo

concebía, maldijo mil veces a quién le entregó los

resultados de la prueba, transcurrió un largo tiempo

para que él lograra aceptar esta realidad devastadora,

pero lo que más inquietaba era conocer la situación de

38

mi madre, ella era su esposa, los demás éramos

espectadores que también estábamos siendo afectados

al vivir aquellos momentos de colosal tensión. Muchas

preguntas en la cabeza ¿qué pasará? ¿cómo estará mi

madre? ¿qué puedo hacer para ayudar? ¿cómo mi

padre adquirió el virus? ¿cuántos días más estará con

nosotros? ¿qué se puede hacer ahora? Dios ayuda a

resolver muchas inquietudes, pero acá es la ciencia y

las personas conocedoras del tema quienes pueden

orientar y acompañar.

Muchas preguntas aguijoneaban mi pensar,

muchas. El tiempo y la inquietud me llevaron a leer e

investigar, hasta llegar a tomar un diplomado superior

en abordaje del VIH, enfocado a periodistas y

comunicadores sociales, porque también ese es otro

aspecto, las noticias son mal tratadas y enfocadas

cuanto se da cobertura a esta pandemia del VIH.

Como lo he conversado con algunos: todos tenemos

VIH, es decir Vidas Intensamente Humanas y aunque

algunos se infectan con el VIH, es cuestión de

prevención y evitar las situaciones que nos ponen en

riesgo. Y si nos dicen que estamos infectados, es una

nueva etapa de vida, no la última, mirémoslo de ese

modo, si yo estoy infectado, es una fase, una forma

distinta de llevar mi vida, una manera diferente de

tantas formas diferentes de vivir. Hoy incluso la

ciencia nos proporciona métodos para prolongarnos

en el buen vivir, incluso contagiado. Existen múltiples

maneras de encontrar asistencia y apoyo, no se está

solo, mata más la soledad que el padecimiento,

39

recordemos es solamente un estilo diferente de

conducir tu vida, ahora con más precaución y

cuidado.

Como hijos de una sociedad de consumo y en

crisis de conocimiento, de objetividad como hacen

referencia algunos pensadores - a pesar que algunos

teóricos argumentan la existencia de la Sociedad del

Conocimiento - lo más inmediato es la

estigmatización, la crítica irracional y que por ende es

destructiva, lo que podemos hacer por ellos es

facilitarles los espacios favorables para su formación y

a la vez ayudarlos a superar su ignorancia ante la

pandemia del VIH. No es de extrañar que provenga

de la propia familia, son incluso los primeros en

“atacar y discriminar”, suele pasar, ante ello un poco

de madurez y salud mental por bien personal. Nos

matará más el poner atención a tales situaciones que el

mismo virus.

El reto no es minúsculo tampoco de fácil logro,

junto a nuestras historias de vida, hay también

muchas personas que apuestan por nuestras

realizaciones personales y también por la búsqueda

del mayor bien humano: vivir con dignidad. No

debemos estancar nuestros anhelos, parafraseando al

gran Rubén Darío diría que si la casa es pequeña uno

grande la sueña. Procuremos la construcción de una

sociedad más justa en donde las vidas con VIH,

pobreza, discriminación social, analfabetismo, y tantas

situaciones difíciles, se conviertan en una verdadera

40

gesta de esperanza y ánimo en el diario vivir, y para

quién crea en la resurrección, es la resurrección del

cada día la que nos llevará a la gloria eterna.

2.3 Esperanza nocturna

Era una noche de octubre del año 2003, una

esperancita –nombre que damos al insecto

perteneciente al orden Orthoptera– rondaba el

aposento donde reposaba sus últimos momentos mi

padre. La

escena fue

muy

significativa.

Recuerdo el

momento

exacto 9:58

p.m.,

mientras la

esperancita

anunciaba el

nacimiento a

la eternidad de un hombre cuyo existir es lo que hoy

nos mueve a relatar esta vivencia, él procuró su último

respiro, en una postura que trae a la memoria, mi

recorrido por los museos del Vaticano, en donde La

Piedad denota ese dolor maternal, ver a su hijo

muerto, solamente que en esta ocasión era yo, su hijo

quién le sostenía, en una postura nada envidiable a la

escultura de Miguel Ángel.

41

Hay muchos símbolos que pueden también

compararse a aquella escena de la crucifixión, estaba

en ese momento rodeado de tres mujeres: Juliana (su

esposa), Isabel (su madre), Martha (su hermana). Tres

mujeres alrededor de una esperanza nocturna,

esperanza en la resurrección y el buen ánimo para

seguir en el caminar cotidiano, nocturna porque aún a

la fecha son muchas las mentes obscuras que no tienen

el conocimiento debido frente a una realidad que

afecta a miles de personas en el mundo.

Que la esperanza sea nuestro ánimo para el diario

vivir, así con VIH se luche por un mundo más justo y

equitativo, en donde el sistema económico permita a

las vidas ser Vidas Intensamente Humanas y no las

convierta en solamente sujetos de consumo y desecho.

Que el presente testimonio se convierta también en

una clara muestra de denuncia ante tanta injusticia

vivida frente a las personas más vulnerables del

planeta.

Quién hoy te comparte su experiencia de vida es

un ser con Vida Intensamente Humana, quién la vida

le ha permitido ser barrendero en el norte, laureado

académico, y también hijo de una persona infectada

con VIH y actualmente formándome al más alto nivel

en el extranjero como becario de un organismo

internacional. Solamente soy el hijo de un albañil y

una modista de barrio, quién con pasión

confeccionaba mis relatos, hoy escritos para vos.

42

Eudes Javier

Ante todo: saber acompañar, sin juzgar.

3.1 Amigo de las hormigas

Siendo el segundo hijo del matrimonio Bámaca

López, según el calendario Romano nací el 18 de julio

del año 1984, mis padres decidieron llamarme Eudes

Javier.

De la infancia recuerdo los juegos con una

motocicleta de plástico en colores amarillo y rojo, así

también mis visitas a un pequeño parque municipal

cercano al barrio donde residía. Mis juegos eran tenta,

canicas, escondidas y muchos otros. Relata mi madre

que desde muy pequeño me mostré amante de los

animales y las plantas, a llegar incluso a conversar con

los sompopos y las hormigas. Desde muy chico la

agronomía ha sido mi pasión, hoy es mi profesión. Me

inicié en el cultivo de la tierra con un arado artesanal

en compañía de mi abuelo materno, desde entonces la

agronomía era algo que me apasionaba. Hoy en día

me he especializado en el tema de la Nutrición

43

Vegetal, una vez culminados mis estudios

universitarios de Ingeniería Agrícola.

Con inmenso cariño rememoro la época de mi

niñez, tanto en el colegio como en casa. Recuerdo, por

ejemplo; el extravío de un libro de texto, por

considerarlo una joya no solo por su valor académico

sino por el costo económico para mi madre, lo hago

anotar porque son aspectos que desde la infancia me

motivaron a valorar lo que me ha sido dado. Salve

aclarar que pronto aquel libro lo recuperé al bandido

colegial que lo había tomado.

Los años de colegio fueron alegres, anidados en

mi memoria se encuentran los nombres de todos los

profesores, así también mi participación en el equipo

de futbol. También en los años de infancia; al igual

mis hermanos, fuimos parte del grupo de acólitos de

la parroquia Santiago Apóstol de Coatepeque.

Mi época en la secundaria transcurrió en el barrio

Colombita. Muchos de mis compañeros hoy siguen en

su mismo trabajo, lamentablemente no les fue posible

seguir sus estudios universitarios, pero se procuran la

vivencia diaria en la realidad que el país ofrece.

Desde la niñez el trabajo era una consigna, desde

las 5:00 a.m. todos los días, mi madre nos despertaba

para ayudar en las tareas de la casa antes de ir al

colegio, cada uno tenía un oficio en el hogar, ya sea

barrer, comprar el pan, en fin, no sin antes dejar hecha

44

mi cama. Aquellos días de inocencia y trabajo diario,

forjaron una actitud que todavía hoy agradezco,

porque me dieron las herramientas para afrontar la

vida que se presenta cada día. Puede resultar muy

sencillo y simple el ir al mercado de compras, pero

aprenderlo siendo un niño es invaluable, rebosan en

mi pensamiento aquellas escenas en las que a diario

podría incluso ir al mercado hasta dos o tres veces

para proveer las cosas necesarias en el taller de

costuras de mi madre. Eso también me hizo conocer

muy bien las calles de mi pueblo, hoy observo su

proceso evolutivo, aunque aquellas imágenes del

pasado han quedado grabadas en mí como valiosas

estampas históricas.

Entre otras cosas que recuerdo, es un regalo de mi

madre en navidad: una bicicleta. Y ante la falta de un

acompañamiento en ese proceso de aprendizaje, fue a

golpe y golpe que logré aprender, incluso choqué con

un autobús urbano y que para bien no pasó a mayor

cosa.

3.2 Ante todo, saber acompañar, sin juzgar

Mi reacción ante la situación de mi padre, fue de

quietud. Frente a esta realidad me mantuve en una

postura de tranquilidad, es decir no me originó

grande alarma, al final lo vi como una circunstancia

que nadie puede juzgar, no me consideraba una

persona apta para juzgar, criticar o incluso enojarme,

45

porque cada uno es responsable de sus actos.

Considero que nadie en esta vida puede o debe

sentenciar a los demás, nadie. Estimo que con temas

como el del VIH, no cualquier persona está en

capacidad de poder acompañar un proceso como este,

así que en aquel momento como joven no conté a

nadie ni busqué tampoco tomar actitud denigrante

para con mi padre, seguí siendo el hijo que había sido.

Lo único importante en las condiciones difíciles

de la vida de otra persona, creo es acompañar sin

discriminar. Hay que tener en cuenta que lo único que

se puede hacer es estar ahí para ayudar con lo que se

pueda, ya sea a nivel económico o espiritual.

3.3 Falta de ética profesional

Es válido también ahora mencionar un caso

personal, donde queda evidenciado el maltrato en las

instituciones públicas y la discriminación. Estaba en el

momento que mis cordales estaban saliendo y yo

estaba muy mal, tanto por el dolor como por no

consumir alimento por casi cinco días, a causa del

malestar que experimentaba. El odontólogo de turno

sin preguntarme absolutamente nada, me envió al

área de atención a pacientes con VIH. Muy

probablemente mi raquítico estado de salud y

apariencia física fue el único diagnóstico que el

profesional en mención observó en mi persona, razón

por la que me hicieron la prueba de VIH, lo cual no

46

estoy en contra, pero debería ser con el debido

consentimiento del paciente, y es ahí donde quiero

hacer valer mi crítica, el trato discriminatorio que sentí

al ser atendido en dicha instancia de carácter público,

cuando mi problema era diferente al que ellos

sospechaban. Lo chistoso del caso es que habiendo

determinado que no estaba infectado, y verificando mi

condición, terminaron ofreciéndome sus servicios

profesionales para realizar el tratamiento en su clínica

privada, y por razones inmediatas de salud, él mismo

fue quién me realizó esta leve cirugía. Este relato es

para denotar la ineficiencia e ignorancia de los

llamados profesionales de la salud, tanto en el

tratamiento del paciente como también en la falta de

ética profesional.

3.4 A seguir adelante

Mi madre me motivó a seguir estudiando y

gracias también a su esfuerzo lo he logrado, hoy en

adelante me procuro un mejor presente para la

construcción de una Guatemala más justa y menos

discriminante hacia las personas en general. A quién

pueda leerme, mi historia no tiene nada de relevante,

pero la comparto para que también se vea como lo que

es: una Vida Intensamente Humana.

47

Débora Petrona

No soy quién para juzgar a nadie, mucho menos a mi padre.

4.1 Lo más sagrado: mi vida.

Soy la única mujer

en medio de cuatro

hermanos, literalmente

en medio, soy la tercera

de cinco hermanos. El

anhelo de tener una hija,

se dio en mis padres, mi

madre lo ha expresado

claramente. Mi madre a

pesar de su cansancio

estuvo siempre al

cuidado de todo.

Recuerdo también a mi

hermano mayor

cuidando de sus otros dos hermanos: Javier y yo, así

también velando por los quehaceres que en aquel

48

momento eran propios de nuestra casa, hablo de otro

niño cuidando de sus hermanos.

Soy una

mujer bastante

sensible, un

tanto reservada

y temerosa, lo he

sido desde niña.

Tuve en varias

ocasiones

mucho miedo a

la aprobación de

mis actos por

parte de las

demás personas,

considero ahora

que estas cosas

no son sanas y

no ayudan a

crecer, pero

también he encontrado las raíces de esto, en

situaciones vividas en la infancia. La niñez que

también estuvo marcada por el alcoholismo de mi

padre y la presencia de situaciones muy conflictivas,

esto no fue tan fácil. Tales circunstancias me eran

generadoras de miedo, hoy con muchos años más de

vida, veo que tal realidad no fue la mejor, pero fue la

que me ha sido dada para contar. Si en algo te

acompaña en tu proceso de vida, enhorabuena.

Junto a mi hno. Javier.

49

Mi madre asignaba a cada uno tareas para que

fueran realizadas antes de ir a estudiar, en lo

particular yo era a la que reñía por lo mal que

quedaba mi tarea de casa, y seguramente por la misma

presión vivenciada, sus maneras de corregirme no

eran las mejores, pero ella en su amor y valentía, fue lo

mejor que pudo darme, eso es admirable; hoy como

madre de familia comprendo varias de esas cosas.

En la infancia uno quisiera intervenir para

solventar los problemas de familia, pero la etapa que

toca vivir no es esa, solamente fui testigo silencioso de

las situaciones que a causa del alcoholismo de mi

padre se vivían en casa: gritos, golpes, insultos y

miedo. Fueron momentos también de gran apoyo

entre hermanos, todos infantes en ese momento, pero

dándonos cariño a nuestra medida.

En ocasiones algunos pensamientos pesimistas

nos invaden, y ante ello es necesario buscar ayuda y

seguir en el camino, personalmente pasé por muchos

momentos así, pero como mujer creyente en Dios, sé

que él en su infinita misericordia siempre está con

nosotros y nos acompaña. Nunca estamos de más ni

de menos, donde Dios nos ha puesto precisamos hacer

crecer su bondad, el propósito de él es grande mucho

más grande de lo que te imaginas.

El Señor en su divina misericordia me tiene con

grande bien: dos hijos; Angelus y Juan Diego. Junto a

50

mi esposo vamos tratando de construir una realidad

distinta a la que al momento me ha tocado vivir.

Al igual que mis hermanos, con la salvedad que por

los compromisos matrimoniales he ido un poco más

despacio en los estudios universitarios, pero ya he

terminado la etapa de pregrado como pedagoga, y

espero en el futuro próximo iniciar la maestría.

4.2 Una Vida Intensamente Humana

Todas las cosas vivenciadas en mi infancia

podrían acarrear grandes resentimientos hacia mi

padre; pero no fue así, por el contrario, hubo grande

compasión en mi corazón de joven e hija mujer.

Recuerdo perfectamente el día en que le entregaron el

diagnóstico. Era mediodía, llegaba del instituto donde

estudiaba, vi que estaba mi abuela paterna, mi madre

y mi hermano Javier. Era un panorama excepcional,

verles juntos en torno a mi padre, no era común tal

hecho, pero reconociendo un poco el estado delicado

de salud en que él se encontraba no me impresioné

tanto, aunque mi madre fue quién me comenta que lo

habían llevado al médico para chequeos y que los

resultados habían dado positivo para VIH, la verdad

yo no entendía casi nada, lo que si recuerdo muy

claramente fue el escepticismo de mi padre, no creía

en los resultados presentados. En aquel momento

notaba en mi hermano un rostro de confusión y

angustia, recuerdo incluso que ese día él no quiso

51

almorzar, y yo me preguntaba qué tan perjudicial era

ese virus, a mi edad desconocía a fondo el tema. Esto

denota lo poco informada que estaba sobre el VIH.

Mi madre buscaba la mejor forma para ayudar a

entender la realidad de la situación de mi padre, pero

era inquietante escucharla decir que también podría

estar infectada con el VIH. Al inicio de esta narración

comenté que ella era el pilar de nuestro hogar, la

figura paterna nos era un tanto indiferente, de ahí que

imaginarle contagiada con el virus, era un asunto muy

fuerte.

4.3 Ante la discriminación guardé silencio

No manifesté a nadie lo que pasaba en la familia,

no deseaba que las personas interpretaran de manera

errónea lo que estaba sucediendo, tampoco quería que

esto fuera motivo de burla, previniendo estas

situaciones me negué a hablar y callé. Creo que lo más

sano es buscar ayuda con instituciones especializadas

en la temática, o con personas de corazón honesto e

inteligencia formada, eso puede colaborar a un mejor

entendimiento del proceso del VIH y acarrear la

realidad con más paz.

Según fue llegando a la fase del SIDA él era más

vulnerable, los cuidados eran muy especializados. Yo

era bastante joven en aquel momento; colaboraba en lo

52

que podía, fue mi madre quién más aportó auxilio

para mi padre.

Un día antes de que él muriera, recuerdo que nos

llamó a los que estábamos en la casa: Cristhian, Elder

y yo. Y nos compartía algunas palabras.

Personalmente me invitaba a construir una familia con

alguien que realmente me valorase. Al día siguiente

por la noche, mi madre me despierta de tres

movimientos, anunciando con ello la noticia ya

esperada: mi papá había muerto. Voy a toda prisa le

tomo de las manos, no en vano son el símbolo de la

caridad, se las uní; sentí tristeza. Mi abuela paterna,

gritaba y gritaba, se lanzaba al suelo y aún hoy creo

que no hay razón para hacer del dolor un escándalo.

Sí, el dolor es profundo; es llorar por los buenos

recuerdos marcados en la historia y que ahora ya no

estarán más. Lo prepararon para el ataúd, lo cierran y

queda listo para nuestro encuentro en la Resurrección,

porque como cristiana creo en ella.

Hoy me atrevo a compartir un sueño que en esa

ocasión tuve, al momento no lo había comentado con

nadie: vi claramente como en el espacio donde estaba

mi padre, precisamente en el baño, salía una enorme

serpiente que nunca había visto, era muy grande.

Muchas preguntas venían a mi mente en relación a ese

sueño, lo comparto puesto que también mi hermano

mayor contaba que en la noche de la muerte de

nuestro padre, una esperancita se posaba en él.

Menciono el sueño no para encontrar respuestas y

53

hacer alusiones sin sentido, sino solamente por

compartir lo asombroso que fue para mí aquella

escena. La biblia menciona los sueños como

revelaciones que suceden en el futuro o mensajes para

el pueblo, aún no he discernido qué podría significar

aquel sueño.

4.4 Ante todo, el amor

Dios sabe que mi padre representaba algo muy

importante en mi vida y ahora sigue figurando en la

distancia. Durante su estado delicado de salud, la

oración junto a los auxilios médicos fueron grandes

aliados para sobrellevar tal situación. En aquellos

tiempos acostumbrábamos rezar siempre en familia, y

por largo tiempo lo hicimos alrededor de su cama, él

decía que también eso le ayudaba a estar mejor y

descansar.

No me da vergüenza; saber que el ser al que todo

niño lo mira como el héroe, y que uno se siente seguro

estando con él, falleció de VIH, al contrario, me siento

comprometida socialmente y también en la caridad y

misericordia por aquellas familias que viven una

situación como la que nos tocó vivir. Dios es el único

en esos momentos angustiantes.

No soy quién para juzgar a nadie, mucho menos a

mi padre. No soy nadie para culparlo, lo quiero y lo

54

extraño, cuanto quisiera decir: voy a ir con mi papá,

no se puede, ya no existe desde hace un buen tiempo.

Hoy ya no guardo silencio, porque no soy

responsable de la ignorancia de la gente, no me

importa si la gente se entera y hoy aún discrimina. No

hay razón para marginar a las personas infectadas con

VIH, y tampoco a sus familiares.

A la fecha aún llamo y acudo a mi padre en mis

meditaciones, como mortal me pregunto: ¿dónde ha

de estar? pero inmediatamente me respondo como

cristiana; gozando de la presencia de Dios. Hace algún

tiempo soñaba que estaba en aquella habitación en la

que él falleció, y veo al fondo –de donde salió aquella

serpiente enorme que también había soñado– una

gran luz, muy resplandeciente.

Aquella situación dura y un poco difícil me

ayudó a ver la vida con otra perspectiva, me da fuerza

para caminar en el día a día, a ver la historia con otros

ojos y procurar que esa crónica no se repita, conocer y

contar mi testimonio es parte del hecho. Estoy llamada

a la trascendencia, a ser mejor para el servicio y no la

vanagloria, el poder o el prestigio, estoy invitada a

tener mucha fuerza como mi madre, una gran mujer

valiente que en ningún momento dejó a mi papá solo

en esa situación, sino que le apoyó en todo, sin

importar los costos económicos y sociales que

representaría para ella siendo una madre de cinco

55

hijos, jamás vi un gesto de desagrado o cólera hacia mi

papá, realmente la admiro.

Cristhian Roberto

Ante toda situación de vida difícil y complicada, lo último que

deberíamos enterrar es la esperanza…

5.1 La timidez del infante

Soy el cuarto de cinco hijos. Mi madre alumbró a

la vida un nuevo ser el 1 de marzo del año 1990, a una

década de terminar el siglo. Mis años de infancia y

juventud transcurrieron en la ciudad de Coatepeque,

Quetzaltenango. Mis primeras letras las aprendí en la

Escuela Inocencia López de Campollo, lugar muy

cercano a casa. Lo mismo ocurrió en la formación de

los años de básico y diversificado. Actualmente curso

56

la Maestría en Derecho Penal en la Universidad

Nacional, y espero después iniciar también los

estudios de doctorado.

Por las situaciones que

la sociedad va imponiendo,

el trabajo hizo que mis

padres poco se ocuparan del

crecimiento y atención

afectiva con mayor

dedicación, porque era

importante ocuparse de velar

por el vestido, alimento,

vivienda, educación y demás

atenciones básicas

para la vida. Esto fue

forjando en mí; un ser

con un elevado grado de autonomía a tan corta edad.

Independencia que era denotada tanto en los aspectos

académicos como también en las demás decisiones

que la vida misma va ofreciendo. Mi personalidad era

tímida, lo que hizo en parte no ser conocido incluso

como miembro de la familia.

Creo a la fecha haber integrado tantas situaciones

difíciles que me tocaron vivir, una de ellas el

alcoholismo de mi padre. Dicha circunstancia trajo

consigo muchos inconvenientes en las relaciones

internas de la familia, también agravantes que en

algún momento llegaron a generar violencia física a

mi madre, y a todos en casa, agresión psicológica y

por ende grandes daños emocionales en el desarrollo

Domingo de infancia.

57

personal. El sentimiento imperante en la infancia es de

enojo e impotencia, por no poder hacer nada para

solventar las cosas que al menos yo consideraba era

mi responsabilidad poder resolver, cosa que con el

paso del tiempo he comprendido que no era así.

Mi madre es una figura esencial en la situación de

vida de cada uno de los miembros de la familia, creo y

estoy seguro de eso. Ella jugó un papel esencial en la

formación de mi identidad, el inculcarme valores

como la perseverancia que, junto al esfuerzo diario,

permite alcanzar lo que uno se propone. Para aquellos

años de infancia yo creía tener el compromiso de

entender a mi madre, digo compromiso porque creo

que los paradigmas heredados de la formación de sus

padres, le hacía estar sumisa a una realidad que la

esclavizaba, por su parte también ella era maltratada y

nada valorada en su condición de madre, esposa y

mujer. Mi historia es la de un infante tímido frente a la

realidad de aquel momento; incluso al momento hay

mucha ignorancia en cuestión al tema del VIH. Esta

historia no es más que la de alguien que también ha

llevado una Vida Intensamente Humana.

5.2 El otro me configura

Cuando los hechos ocurrieron yo no tenía la

suficiente capacidad para comprender conceptos tan

profundos como VIH, Vida, Muerte, aunque tenía

nociones, pero no completamente, me enteré de la

58

situación de mi padre, por boca de mi madre, pero

más aún por escuchar los comentarios que de ello

hacían aquellos a quién ella en su momento decidió

compartir: sus hermanos.

Las primeras impresiones que recibí fueron las

reacciones que veía en los rostros, las palabras

escuchadas, como un algo que acabaría con mi padre.

Incluso llegue a usar la palabra errada “enfermedad”.

Para aquel entonces, cursaba el primer año de

educación secundaria, lo que en Guatemala

conocemos como primero básico. Acá traigo a colación

una reflexión vinculante: es interesante ver que, en

aquel tiempo, la información sobre el VIH y las

enfermedades de transmisión sexual fueran cuasi

misterios de ultratumba; puesto que, en los

establecimientos educativos, al menos en el mío, eso

no era tema de enseñanza y si lo fue, seguramente fue

poco llamativo o nada eficaz, ya que no recuerdo

haber escuchado hablar de ello en mi formación

académica.

Ante toda esta situación, sentí un primer impulso

en ayudar, pero me sentía incapacitado, pues apenas

era un chiquillo de 13 años. Posteriormente

comprendí, que el VIH es como ese debilitamiento

progresivo en el cuerpo y que él estaba siendo muy

vulnerable a cualquier otro tipo de virus, y que

entonces sería ello lo que acabaría con su existencia.

Mientras duró su presencia entre nosotros, observaba

59

como él sufría tanto en el cuerpo como en el alma,

quizás era por la misma situación antes contada.

El temor a la discriminación provocó la discreción

acerca de lo que sucedía en mi hogar, en todos mis

entornos sociales guardé silencio. Por mi cabeza

pensaba que quién supiera de tal situación

argumentaría que “él y toda su familia están

infectados con VIH”, por ello enmudecí, en parte por

no comprender por completo lo que pasaba. Hoy me

he dado cuenta que es mucha la ignorancia sobre el

tema del VIH, a la fecha hay personas que cuando

escuchan respecto al tema, todavía sienten como que

si yo fuera alguien a quién no deben ni siquiera

hablar. Mi madre y hermanos mayores fueron el

sustento y apoyo en aquellos días, la familia es un

pilar que en situaciones como las narradas, son el

espacio de fortaleza y crecimiento mutuo.

5.3 Llegó el día

Mi padre falleció en horas de la noche. Escuché a

mi madre decir: “¡no, a ellos no los despierten!”

refiriéndose a mi hermano pequeño y a mí, continuó

diciendo: “solo despierten a Débora” en esos instantes

me desperté, levanté de la cama, corrí para donde mi

padre, y me repetía internamente: sabía que esto

pasaría. Vi a mi abuela paterna llorar, en esos

instantes quedé en estado de confusión, no sabía

realmente qué sentimiento tenía, si era alegría porque

60

mi padre dejaba de sufrir en su vida o tristeza porque

ya no estaría con nosotros.

Durante el tiempo restante de la noche, recibimos

en casa la visita de algunas personas y todo siguió

según nuestras costumbres: velar el cuerpo, misa de

cuerpo presente y sepultura.

5.4 ¿Estancarse o salir adelante?

En ese momento mi vida se vio marcada por una

línea divisoria: antes y ahora en adelante. Sabía o al

menos medio

comprendía que tenía

dos opciones: quedarme

estancado o seguir

caminando, puesto que

al andar se hace camino,

diría Machado. Terminé

de estudiar el nivel

diversificado con mucho

esfuerzo, ya que no se

contaba con una

economía estable en

casa. Fue un tiempo un

poco duro; no

merendaba en los

recreos, no olvido las

burlas que en ocasiones

recibí al llevar mis Graduación de nivel medio.

61

atoles en un recipiente para tomar a la hora del receso

de clase, no viaja en buses o taxis; caminaba, utilizaba

lo poco que me daban para hacer mis trabajos y

comprar algún complemento requerido en clase.

Al ver que cada día se me dificultaba estudiar en

la universidad, tuve que buscar un trabajo estable,

para pagar los gastos generados durante mi estadía

universitaria. No fue nada fácil, nada, nada fácil. Me

ha sido bastante difícil, pero lo he logrado.

Las reflexiones que ahora denoto en torno a

aquella vivencia, es que en la vida tendremos muy

diversas situaciones de tropiezo y estancamiento,

especialmente en una sociedad corruptible y corrupta,

donde lo mejor es ser a cuestas del otro y no con el

otro, entonces una realidad como la del VIH no es

sinónimo de vida sino por el contrario de

discriminación y menosprecio, especialmente en

sociedades como la nuestra, donde la intolerancia y el

irrespeto radica en las mismas instituciones que se

supone deben velar por la garantía de los mínimos

derechos a la persona.

62

5.5 Esperanza

Todas las personas debemos defender los

derechos de las personas infectadas por el rastro de la

discriminación social a causa de cualquier situación y

en concreto del VIH, comprender su realidad, y si no

logramos comprender, al menos respetar su vivencia y

no opinar y comentar con base en la ignorancia. Creo

que nuestra sociedad es analfabeta en muchas cosas,

muchas, pero especialmente con algo tan estudiado y

analizado como es el VIH, no hay razón para tal

argumento. Ante toda situación de vida difícil y

complicada, lo último que deberíamos enterrar es la

esperanza, mientras hay vida, que la esperanza nos

aliente en el caminar.

Defensa tesis de pregrado.

63

Elder Esaúl

Que el pasado no interrumpa el presente, sino que nos de

fortaleza para ser mejores ciudadanos.

Soy el hijo menor

de la familia, nacido

como un milagro. En el

lenguaje médico estaba

destinado a nacer

muerto por la posición

que tenía dentro del

vientre de mi madre.

Mi existencia era

propicia para un

dilema: mi madre o

yo. Después de más

de dos décadas, mi

madre y yo estamos vivos. Lo considero un milagro,

Graduación parvularia.

64

pero también una gran muestra de la presencia divina

en nuestras existencias. Hoy con más de dos décadas

de vida, he llegado a convertirme en un apasionado

por la fotografía1, amante del futbol y actualmente

estudiante de Comunicación Social.

Tuve una infancia de grandes alegrías y

situaciones que poco entendía, pero se vivieron. Fui

acólito en mi parroquia, y desde pequeño me inicié en

asuntos vinculados al servicio a los demás, hasta

llegar incluso a servir como promotor voluntario en

varias actividades, con niños especialmente.

Varias de las cosas que podría expresar, ya en las

páginas anteriores ha sido anunciado: el trabajo

constante de mi madre, cuido maternal, procura de

estudios y abrigo, educación en la fe, formación de

valores, en sí todo aquello que ha cimentado la base

de lo que hoy soy.

1 Las fotografías acá utilizadas son de mi autoría, salvo se indique

lo contrario o aquellas cuya edad del fotografiado es mayor a la

mía.

65

Al momento

puedo dar una

lectura distinta a

aquella realidad,

pero en su momento

vivía mi infancia,

que incluso al tener

noticia de la

situación por la que

pasaba mi padre, no

la comprendí,

incluso en el

instante de escuchar los comentarios, yo permanecí en

mis juegos y asuntos de niño, era la etapa que me

tocaba vivir. En mi mente pensé que eso era algo como

una fiebre, con una pastilla y se curaba. Lo que sí

recuerdo es que esa noticia empezó a transformar las

cosas en casa, empecé a notar que ponía a todos; o

tristes o de mal humor, y eso me hacía entender que

algo estaba pasando. Al siguiente día en la escuela a la

que asistía, llega un grupo de médicos sin fronteras,

aproveché para consultar sobre lo que había

escuchado y fue ahí donde comprendí un poco mejor

lo que estaba pasando con mi padre. En su momento

no tenía conocimiento de la situación, mucho menos

las consecuencias que mi familia tendría a causa de

ello.

En aquel tiempo escuche muchas estupideces por

parte de muchas personas, la ignorancia lleva incluso

66

a ofender. Opinaban muchos sin conocer y saber

realmente sobre el virus.

6.1 Piedad y Amor

Hoy considero que

esas palabras encierran

mi actitud infantil.

Solamente veía sin

comprender a mayor

plenitud los hechos

ocurridos. La piedad

llevó a mi madre a ser

esa mujer atenta y cuidadosa hasta la muerte, el amor

al prójimo era notorio, hoy puedo nombrarlo con

libertad y mayor claridad.

Estas reflexiones hoy en día me llevan a

considerar a mi madre como una mujer ejemplar que

con actitud muy humana y cristiana supo llevar

adelante tanto la formación de sus hijos, como

también el cuido de mi padre en esos momentos. Creo

que no sufrí tanto por discriminación puesto que mi

círculo social en aquel tiempo, era muy reducido a

niños que al igual que yo no pensaban más que en

jugar, y desconocíamos realmente el tema del VIH.

Siendo niño también sentía esas situaciones duras

de mi madre, ya que por ser el más pequeño

compartía mucho más con ella.

67

6.2 Vida e historia

Esta situación que hoy

te comparto, me ha

dado grande bendición

y lección. Suele uno

pensar sobre el por qué

es a uno a quién le

pasan tantas cosas, pero

al final de la historia,

son esas situaciones las

que permiten formar y

forjar lo que hoy somos.

Que el pasado no interrumpa el presente, sino que nos

de fortaleza para ser mejores ciudadanos.

Hoy con la mayor espontaneidad pronuncio que

mi padre murió a causa del VIH, todo esto lleva

consigo grande historia de vida humana, y junto a mi

madre y hermanos, nos ha sido motivo para seguir

adelante. Acá nuestros testimonios por si en algo

ayudan a seguir caminando en el proceso diario de la

vida.

Honro la sencillez y la fluidez con la que

Juliana, Efraín, Javier, Débora, Cristhian

y Elder se han dicho, desde el corazón,

acogiendo una realidad que se llama VIH

que aún en este Siglo XXI sigue siendo

un tabú, un estigma, una mal catalogada

como enfermedad y hasta deshonrosa,

una verdad que desacomoda, genera

temor, conflicto y mucho sufrimiento.

Honro la cristalinidad con la que

comparten sus sentimientos ante un

hecho tan doloroso como es la partida de

un ser amado, y la manera tan respetuosa

de abordarla.

Yulis Ortega

Autora de Ama Nacer Agradecido