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7 Actores del mundo rural: elites, chacareros y arrendatarios Luis Ernesto Blacha Maximiliano Ivickas Magallán

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7 Actores del mundo rural: elites, chacarerosy arrendatarios

Luis Ernesto BlachaMaximiliano Ivickas Magallán

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Historia, Cultura y Memoria en el mundo rural

LLuis Ernesto Blacha: Licenciado en So-ciología por la Universidad de Buenos Ai-res. Magister en Ciencias Políticas por el IDAES-Universidad Nacional de San Mar-tin. Doctor en Ciencias Sociales por la Uni-versidad de Buenos Aires. Investigador del CONICET y profesor adjunto de la Univer-sidad Nacional de Quilmes. Miembro del Centro de Estudios de la Argentina Rural (CEAR). Último libro: Redes y representa-ciones en el poder rural, Rosario, Quinta Pata & Camino, 2013 (compilador con Ma-rina Poggi)

Maximiliano Ivickas Magallán: Licencia-do en Ciencias Sociales por la Universi-dad Nacional de Quilmes y doctorando en Ciencias Sociales y Humanas en la misma universidad. Becario doctoral del CONICET. Miembro del Centro de Estudios de la Ar-gentina Rural (CEAR) y del programa I+D: “La Argentina rural del siglo XX”. Último libro: De continuidades y rupturas en la Argentina rural. La revista Hechos e Ideas (1935-1955), Buenos Aires, Imago Mundi, 2014.

CV de los autores a multiplicidad de actores que conforman el entramado de rela-ciones sociales del mundo rural

da cuenta de la complejidad de este obje-to de estudio. En el transcurso entre el pa-sado siglo y principios del actual, fueron protagonistas de distintos tipos de adapta-ciones -a nivel individual y grupal- como resultado de las transformaciones polí-ticas, económicas y socioculturales de la Argentina. Las elites socioeconómicas o grupos dominantes, los chacareros y los arrendatarios actúan en la producción y reproducción de las relaciones de poder en el agro. Estos actores se reúnen en cor-poraciones y/o grupos de interés que re-presentan distintos proyectos y disputan ciertos espacios políticos para imponer la voluntad de sus agremiados. Entre estas instituciones las que cuentan con mayor tradición son la Sociedad Rural Argen-tina (SRA, 1866), la Federación Agraria Argentina (FAA, 1912), Confederaciones Rurales Argentinas (CRA, 1943) y la Con-federación Intercooperativa Agropecuaria (CONINAGRO, 1956).Las transformaciones del agro argentino fueron constantes a partir de 1970 y con el avance del agronegocio dieron lugar al

surgimiento de nuevos actores colectivos no gremiales. Adquieren una importante gravitación en la toma de decisiones po-líticas y económicas del sector que se fun-damenta en su conocimiento experto. Los Consorcios Regionales de Experimen-tación Agrícola (CREA), la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID) y las asociaciones de cadenas que buscan incorporar valor agregado a las materias primas como AC-SOJA, entre otros, reflejan la importancia de estos colectivos específicamente des-de 1990. La coexistencia de corporacio-nes gremiales y grupos de presión/interés complejiza el entramado en las relaciones de saber-poder presentes en la estructura socio-productiva tradicional.A través de un abordaje interdisciplinar que combina teoría sociológica, aborda-jes politológicos y perspectiva histórica la propuesta es caracterizar el complejo en-tramado de los sectores dominantes del mundo rural argentino del siglo XXI a tra-vés de la interdependencia de estos sujetos colectivos, reconociendo sus vínculos con las corporaciones rurales y reconstruyen-do esas relaciones de saber-poder desde la perspectiva foucaultiana.

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El biopoder se combina con las políticas públicas,resultando en prácticas gubernamentales quepolitizan rasgos biológicos fundamentalesen el hombre y su entorno

Sobre el poder y las relacionesque componen el entramado rural

La teoría social caracteriza las relacio-nes que los individuos establecen entre sí como un entramado de vínculos me-diados por la cultura y delimitados por las relaciones de poder. El orden social se fundamenta, en última instancia, en la internalización de las normas sociales y funciona a través de las instituciones so-ciales. La interconexión que existe entre individuos y sociedad destaca el carácter dinámico del mundo social, donde las in-teracciones subjetivas producen y recons-tituyen un entramado social más amplio. Las instituciones también pueden ser in-terpretadas como ámbitos de socialización específicos y delimitados que potencian la organización del grupo de referencia. La interdependencia entre estos actores au-menta su capacidad de predicir las trans-formaciones y reconfiguraciones que pueden afectar al grupo. Tal es el caso de la SRA, donde este conocimiento permite fundamentar su posición privilegiada en el sistema productivo argentino vinculado al mundo rural. Las transformaciones de escala subjetiva se vinculan con aquellas de perspectiva colectiva, transformando a la socialización en parte del fundamento del orden social.

La socialización en ámbitos especificos también permite dar cuenta del víncu-lo existente entre poder y saber, en tanto que se producen conocimientos específi-cos que permiten a los individuos actuar en forma grupal. El conocimiento so-bre ciertas pautas de comportamiento se combina con prácticas productivas para potenciar la importancia del saber como fundamento del orden social y de la po-sición privilegiada del grupo. Estos sabe-res incluyen tanto formas de organización de la producción, que luego se convierten en tradicionales, como modernas y van-guardistas técnicas productivas vincula-das a la transgénesis y en consonancia con las nuevas maquinarias agrícolas. La inser-ción de las relaciones de poder en los in-dividuos también incluye una politización de las características biológicas subjetivas. Así es posible afirmar la existencia de un biopoder. El filósofo francés Michel Foucault afirma que los espacios, los ámbitos de socializa-ción y las prácticas están moldeados por el poder a través de la interconexión entre la internalización de las normas sociales y un control institucional. El biopoder se com-bina con las políticas públicas, resultando

en prácticas gubernamentales que politi-zan rasgos biológicos fundamentales en el hombre y su entorno. El Estado comien-za a dar cuenta de un conjunto de funcio-nes que le son propias; y características que delinean una lógica donde las necesidades humanas son interpretadas e interpeladas a través de una economía característica. La natalidad, la fecundidad, la mortalidad, la salubridad -en un primer momento- son parte de las preocupaciones estatales, dando cuenta de la interdependencia: po-der y saber. Estas políticas públicas fueron fundamentales para permitir el surgimien-to del sistema productivo capitalista y sus transformaciones se encuentra en con-sonancia con los nuevos modos de pro-ducción. Con el devenir del siglo XX, se amplían los cuidados gubernamentales para los ciudadanos que en los albores del siglo XXI incluyen aspectos genéticos. Es-tas prácticas también muestran un entra-mado social complejo y las relaciones de poder suponen la producción y reproduc-ción de saberes y prácticas, pero también está latente la posiblidad de incorporar a nuevos individuos y grupos en los secto-res gobernantes.

Actores del mundo rural, corporacio-nes y grupos de interés. Sujetos y en-tidades tradicionales

Los ámbitos de socialización tienen una importancia destacada en el fundamen-to de las relaciones de poder. Las elites socioeconómicas rurales, también deno-minadas “burguesía terrateniente”, “oligar-quía” o “los que mandan”, se consolidan a fines del siglo XIX. La SRA es la entidad más antigua y tradicional, fundada el 10 de julio de 1866 en la casa de Benjamín Mar-tínez de Hoz y es la principal exponente de los intereses estancieros bonaerenses. Esta institución representa un momento fun-dacional que forma parte del liberalismo económico en la Argentina y representa los intereses del sector ganadero -inver-nadores y criadores-, desplazando de su seno a los medianos propietarios y cha-careros. Mirta Palomino plantea que un alto porcentaje de sus miembros pertene-ce a la clase alta, lo cual le permite gravitar como órgano de poder político con am-plios recursos y como expresión gremial de los intereses de los grandes propietarios de tierras. Estos individuos conforman un grupo con espacios de socialización

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común que potencian los alcances de sus decisiones y actúa en resguardo de su po-sición económica de privilegio.Sus socios tuvieron una gravitación deter-minante en las esferas de poder, con un rol protagónico en la consolidación y apogeo del Estado-Nación conservador en lo po-lítico y liberal agroexportador en lo eco-nómico (1880-1910). En este período los gobernantes provienen de familias tra-dicionales del país, que encuentran en la SRA un espacio de socialización represen-tativo de sus intereses, que se ubica entre entidad corporativa y organismo de reu-nión, integración y autorreconocimiento de sectores de la clase alta. Su rol central en la producción, le permitía -y aún le permi-te- consolidar un habitus identificable más allá de las transformaciones políticas, pro-ductivas y sociales. Su capacidad corpo-rativa, la acerca a la definición weberiana del poder, entendido éste como la proba-bilidad de imponer voluntades en una re-lación social, aún contra las resistencias y fundamentos de la probabilidad. En el abordaje del poder, éste es siempre social y sus implicancias están determinadas por el marco institucional en el cual se inserta.Otra entidad representativa de los media-nos y grandes propietatios es CRA. Nace en 1943 producto de una escisión de la SRA en la que la Confederación de Aso-

ciaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP, 1932) es su entidad re-gional de segundo grado más represen-tativa. Pensada y autoproclamada como federal, CRA es una institución gremial federativa de tercer grado que coordina a todas las entidades que agrupa a nivel nacional. Es una institución confrontati-va frente al Estado, porque sus socios no siempre cuentan con la posibilidad de im-poner sus intereses. El abordaje del bio-poder y la gubernamentalidad tiene la flexibilidad analítica suficiente para dar cuenta de movimientos opositores como parte integral de los vínculos de poder. A través de estas voces divergentes se refuer-za el fundamento del orden social y avan-za el sistema productivo a través de nuevos actores y prácticas renovadas.En el caso de los arrendatarios y chaca-reros, sus intereses y reclamos son cana-lizados por medio de otras instituciones gremiales como la Federación Agraria Argentina, que nace en agosto de 1912. La institución surge luego de un perío-do de acelerada expansión de la frontera agraria pampeana entre 1890 y 1912. Ese año se inician los conflictos con los cha-careros y peones rurales de la localidad de Alcorta (provincia de Santa Fe), que pro-claman una huelga y paralizan la produc-ción provincial y luego se extiende a todo

el territorio nacional. Los reclamos más inmediatos eran las mejoras en las condi-ciones de trabajo en tierras ajenas y la esta-bilidad en los contratos de arrendamiento. El acceso a la propiedad de la tierra, polí-ticas crediticias accesibles y la lucha con-tra la concentración de la riqueza agraria, son los ejes históricos por los que transita la FAA desde 1918. El vínculo entre gober-nantes y gobernados también tiene que te-ner en cuenta a estos últimos en tanto los vínculos sociales de poder son interde-pendientes y sus actores se constituyen a través de la producción y reproducción de prácticas dentro del acervo de elementos culturales disponibles. El “Grito de Alcorta” (1912) evidencia las tensiones existentes en la estructura de te-nencia de la tierra entre grandes propieta-rios y arrendatarios, pero también refleja los cambios operados a nivel macrosocial. La sanción de la ley Sáenz Peña (1912), transforma el régimen electoral y también

la relación entre el Estado y los grupos so-ciales. En adelante, los arrendatarios cana-lizarán sus demandas a través de FAA y le exigirán a los partidos políticos - al Parti-do Socialista y a la Unión Cívica Radical- compromiso y apoyo en la intermediación con los propietarios. Este conjunto de prácticas precedentes constituye un marco de referencia donde se insertan las accio-nes individuales con implicancias sociales; permitiendo a los actores explicar su en-torno y -en parte- resignificarlo.Otra entidad representativa de los chaca-reros, los arrendatarios y pequeños pro-pietarios rurales es la Confederación Intercoopertiva Agropecuaria. Se crea en 1956, aunque sus antecedentes se remon-tan a 1922, considerando esta última fecha un momento fundador de la experiencia gremial cooperativa. CONINAGRO agru-pó -y agrupa- a una multiplicidad de aso-ciaciones cooperativas de segundo grado como UCAL, SANCOR y ACA, entre las

Fuente: José Muzlera. Archivo personal

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más representativas. Es una organización de tercer grado que actualmente reúne a diez federaciones y éstas a miles de em-presas agrarias cooperativas en todo el país. La entidad se encarga de fomentar el movimiento cooperativo en la sociedad y de instalar la idea de empresa cooperati-va en el mundo rural. En estas institucio-nes también circulan saberes y tecnologías que delinean y delimitan el biopoder e in-cluyen tanto factores técnicos como for-mas sociales para organizar la producción.Los cambios en materia política y el im-pacto de la ciencia y la técnica aplicadas al agro, a partir de la segunda mitad del siglo XX, dan lugar a la “modernidad tardía en el agro”, sobre todo en la región pampeana que acelera cambios y transformaciones precedentes. Las políticas implementa-das a partir de 1970 y profundizadas en la década de 1990 se asocian a la expan-sión de cultivos transgénicos, a la informá-tica aplicada y a los criterios de eficiencia y competitividad de los actores agrarios. Estos cambios llevaron a una mayor dife-renciación y especialización entre los dis-tintos tipos de productores y también a nuevas formas de vida. Se desdobla el su-jeto agrario. La competitividad por terciarización de servicios, asociada a la siembra directa, implica el desarraigo de una buena par-

te de los pequeños y medianos produc-tores. Son cambios culturales que relejan transformaciones económicas y resigni-fican prácticas sociales. La imposibilidad económica -pero también el rechazo a la siembra directa- para acceder a los últi-mos adelantos en biotecnología y en las técnicas de manejo de nuevos productos, lleva a los sujetos que fueron histórica-mente centrales en el entramado producti-vo a reconvertirse en contratistas, rentistas o a desaparecer. El poder y la toma de de-cisiones en el agro ya no están vinculados exclusivamente a la posesión de la tierra, tal como sucedía en los siglos XIX y XX. Hay una resignificación de las relacio-nes de producción y una especialización a gran escala, que influyen en el entorno so-cioproductivo y reconfiguran a los indivi-duos y su medioambiente.

Los nuevos sujetos del agro

Las trasformaciones científicas y tecnoló-gicas operadas a partir de 1970 y profundi-zadas en la década de 1990, dieron lugar al surgimiento de nuevos sujetos colectivos agropecuarios. Uno de los más destacados es la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID) funda-da en 1993, que nuclea a los intereses soje-ros imperantes.

El agronegocio, encarnado en empresa-rios como Gustavo Grobocopatel -direc-tor del grupo económico y empresarial “Los Grobo”-, ocupan un lugar destaca-do en la economía nacional. Vinculados a la producción de soja -y en menor medi-da a otros cultivos como el trigo o el maíz-, garantizaron en concepto de retenciones a la exportación 36.530 millones de dóla-res entre 2006 y 2012. Encarnan el tipo ideal de expertos de la ciencia y la técni-ca, relegando la acción gremial ante el Es-tado. Son aquellos que traen la innovación al campo pero también encuentran limita-da su autoridad política en relación a ins-tituciones ya consolidadas. La aplicación intensiva de un nuevo paquete tecnológi-co en la producción rural, por parte de un grupo creciente de empresas condicionó la reproducción estructural de los pequeños y medianos propietarios a fines del siglo XX. Osvaldo Barsky y Jorge Gelman afir-man que el proceso de concentración de la tierra generó una reducción en la canti-dad de productores dedicados a las tareas agropecuarias y se produce un incremen-to en los volúmenes de las cosechas -con la soja en primer lugar -, aumentando la superficie sembrada, en detrimento de la producción ganadera. El entorno de inte-racción es resignificado porque se amplía, pero también se “vacía”. El aspecto poten-

La consolidación del agronegocio en la Argentina, en detrimento del modelo agroganadero, conduce a preguntarse por el espacio que hoy ocupan las elites socioeconómicas nucleadas en la SRA o CRA. Si bien otros grandes productores -generalmente no propie-tarios- que se dedican a la agricultura se encuentran nucleados en AAPRESID y acompañan en menor o mayor medida las políticas oficiales, la SRA continúa ocupando el rol de opositor a las políticas públicas. La trayectoria de ambas instituciones y su capacidad de presión difiere sustan-cialmente. Los sectores vinculados al agronegocio están preocupados por consolidar una imagen dinámica y pujante de la economía agroexportadora en diálogo con el sistema científico para ser aceptados por la sociedad. La entidad que agrupa a la vieja elite agraria también construye una imagen de sí misma y en su discurso persisten los reclamos políticos que interpelan al Estado. Ambos tipos de prácticas suponen una interconexión entre poder y saber.

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productores/empresarios los que estimu-lan la expansión sojera y también son los que se adueñan de las ganancias -con pre-cios internacionales altos- mientras se apropian del lenguaje de la sociedad del conocimiento. German Dabat y Sergio Paz plantean que en este proceso tuvo una gran incidencia la producción de cultivos transgénicos a través de la siembra direc-ta, que amplió y profundizó los lazos en la red de actores productivos nacionales, po-sicionando a la Argentina como uno de los sistemas de producción e innovación más competitivos del mundo en ese rubro. El poder, en tanto relación social, tiene la ca-pacidad de producir significado y permite que los actores resignifiquen sus prácticas de forma reflexiva y caractericen el entra-

mado social del que forman parte.La siembra directa y la propiedad de la tie-rra son los principales temas que deben resolver distanciándose de la tradicional defensa de la tenencia territorial que enar-bolan los arrendatarios y chacareros del siglo XX. Las 50.000 hectáreas que en el 2001 explotaba la sociedad El Tejar, diri-gida por Oscar Alvarado (vinculado con AAPRESID y AACREA), da cuenta de esta situación. La tierra no forma parte de la sociedad y explotan tierras ajenas. No poseen activos fijos y dan la idea de “em-presa virtual”. La significación social de la producción no sólo se refleja en su capa-cidad de interpelar a los actores sino tam-bién de interpretarlos como parte de un entramado de relaciones sociales de poder. La siembra directa y el sistema de contra-tos permitieron reducir costos e incor-porar una mayor cantidad de hectáreas cultivables sin acrecentar los costos es-tructurales. Son prácticas que consolidan una nueva organización de la producción y que resultan en el surgimiento de nue-vos actores rurales que combinan ciencia, técnica y conocimiento para lograr mejo-rar la escala de producción sin reparar en la desocupación de mano de obra. Se tra-ta de un abordaje que claramente se dife-rencia de las propuestas de la SRA, aunque no logran consolidarse como un referen-te social en tanto grupo de presión. Es un actor político con menor visibilidad. Sus prácticas aún no cuentan con la potencia-lidad que tienen las estructuras más con-solidadas. Su autoridad carece del carácter temporal de amplio alcance que poseen, por ejemplo la SRA, CRA -e incluso aque-

llas entidades que representan a los arren-datarios y pequeños propietarios como la FAA-, en base al sustento de prácticas y estrategias de reproducción del capital económico, social y político que históri-camente practicaron. El poder y el saber combinados, en ambos casos, son funda-mento de un orden social en el cual con-viven distintas formas de organización social de la producción.El cambio de paradigma productivo es in-terpretado por dos referentes en la cues-tión (Gustavo Grobocopatel o Rogelio Fogante, miembro y socio fundador de AAPRESID), como el principal escollo para el avance de la siembra directa. Las prácticas deben interactuar con e interpe-lar a los actores más vigorosos, como son las instituciones que representan y repro-ducen a uno y otro conjunto de saberes. Su rol cultural también influye en la capaci-dad que una y otra institución tienen para consolidarse como grupo de presión. En los casos de la SRA, CRA, FAA y CONI-NAGRO, su efectividad pareciera funda-mentarse en su reconocimiento público, producto de su historia y del poder sim-bólico que tienen en el imaginario colec-tivo y para el discurso de gran parte de la dirigencia nacional.Ciencia y tecnología, innovación y cono-cimiento experto, son las claves del nuevo modelo productivo. Un renovado grupo de interés lucha -y también negocia- con la entidad que nuclea tradicionalmente a los grandes terratenientes. Ambas institu-ciones se diferencian en sus reclamos, en su gestión y en su discurso. Las entida-des tradicionales cuestionan las políticas

cial de las relaciones sociales de poder se multiplica al tiempo que muchas prácticas quedan “ocultas”.Son estos actores nucleados en AA-PRESID quienes con mayor visibilidad se consolidan como los “exitosos” poseedores de un tipo de conocimiento y un cúmulo de prácticas “novedosas”, para la produc-ción agropecuaria. Son los principales be-neficiarios de la política oficial y ejercen una disputa por el poder real frente a las corporaciones rurales tradicionales. Es-tos productores son los más tecnificados, promedian los 40 años de edad y suelen tener formación universitaria. Practican una agricultura de precisión asociada a la informática y la tecnología. Noemí Gir-bal-Blacha advierte que son estos nuevos

Palermo, año 1950.Fuente: AGN. Depto. Doc. Fotográficos. Buenos Aires. Argentina.http://blogs.lanacion.com.ar/historia-argentina/

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corporaciones rurales tradicionales, aun-que sin hacer referencia explícita a ellas. Es una lucha simbólica con implicancias con-cretas en la valoración de la técnica y el co-nocimiento experto que caracteriza a cada una de estas organizaciones. El entrama-do espcacio-temporal da cuenta de la evo-lución de estas distintas técnicas y resulta en una ventaja cultural y simbólica para la SRA, CRA, FAA y CONINAGRO, sobre las nuevas entidades rurales. Una situa-ción notoria en el caso de la SRA, por su posición privilegiada en tanto vocera del liberalismo y de un determinado modo de producción. Un tipo de posicionamiento público no se advierte en el caso de las en-tidades más recientes.En el caso de las cadenas de valor como la Asociación de la Cadena de Soja (ACSO-JA), creada en el 2004 al calor del boom sojero, persiguen objetivos específicos vin-culados a la productividad y rentabilidad económica de los emprendimientos que desarrollan; sin convertirse en un factor explícito de presión política. Mejorar la competitividad de todos los sectores que participan en la cadena para agregar valor a las materias primas, es el objetivo princi-pal de estas entidades, aunque no el único. Crean espacios de investigación científi-co-técnicos e incentivan a la industria y el comercio para ofrecer nuevos produc-tos. También interactúan con los sujetos que toman decisiones en la esfera públi-ca y privada. Su capacidad de gestión cor-porativa las convierte en grupos de interés

dentro de las estructuras de poder en las que interactúan. A su vez la SRA, más allá de sus intere-ses liberales, consigue establecer una in-teracción fluida con el aparato estatal, tal como refleja su capacidad para actuar como agente de presión. En el caso de AA-PRESID y las asociaciones de cadenas de valor, las variables socio-políticas son in-terpretadas como un factor más de la pro-ducción en siembra directa y del complejo agroindustrial. Fundamentándose en su actividad, intentan distanciarse de la po-lítica, aunque operan sobre ella con una efectividad diferente a la que tienen las en-tidades tradicionales. La capacidad de in-fluir sobre la política es un saber más que determina las transformaciones del agro y que, a su vez, diferencia a las organiza-ciones tradicionales de los nuevos sujetos rurales. Ambos tienen un conocimien-to práctico que los caracteriza y delinean un acervo tecnológico que incluye aspec-tos técnicos e influencias sociales.

Reflexiones finales

En el entramado productivo rural actual conviven dos tipos organizativos que tie-nen implicancias sociales. La tecnología es algo más que una suma de procesos téc-nicos. También incluye los vínculos que los distintos actores establecen entre sí y que son mediados a través de las relacio-nes de poder. Poder, saber y tecnología son los fundamentos de un orden social

de Estado, mientras los nuevos actores in-tentan formular emprendimientos mixtos. Los primeros intentan renovar su presen-cia política; en tanto los segundos adop-tan un perfil de baja exhibición pública. La nueva escala de producción necesita de la participación de un conjunto numeroso y heterogéneo de actores sociales, así como una mayor planificación y una calculabi-lidad técnica de los costos que también incluye aspectos anteriormente considera-dos como “naturales.” La estrategia discursiva de los nuevos acto-res del agro homogeneiza y no acepta mo-delos complementarios de producción. Universaliza a los agentes con capacidad de acción en la estructura productiva. Sur-ge un nuevo estilo en la retórica de la di-rigencia rural que no puede posicionar a sus instituciones como actores de presión con amplio reconocimiento público. Esta ambigüedad también puede ser interpre-tada como parte de la potencialidad de su poder. Las entidades rurales tradicionales cumplían un rol diferenciador, tanto por las bases en las cuales asentaban su poder como por el tipo de reclamos y demandas que establecían ante los agentes estatales. La SRA y la CRA, representan los intereses de los medianos y grandes propietarios; mientras FAA defiende los intereses de los pequeños productores y arrendatarios. Por último, CONINAGRO nuclea a las cooperativas y los intereses asociativistas. Tal es el caso de AAPRESID en su inten-to por disputar parte de la autoridad de las

que es múltiple, complejo y que requie-re de un abordaje interdisciplinar. Este or-den social ha permitido una organización de la producción donde conviven las enti-dades tradicionales con los nuevos actores colectivos no gremiales. Ambas imprimen un dinamismo propio al agronegocio, que debe rastrearse en prácticas precedentes.Los aspectos sociales de la producción tam-bién destacan que la socialización es parte del fundamento del orden social. Tanto los nuevos actores rurales como los sectores tradicionales ejercen cierta capacidad cor-porativa para influir en las políticas públi-cas. Las implicancias de este biopoder, de estas prácticas gubernamentales, van más allá de las reflexiones de Michel Foucault y destacan su influencia sobre el hombre, la naturaleza y el medioambiente. El agrone-gocio, con su uso del territorio, da cuenta de esta situación e interpela a todos los ac-tores del mundo rural por igual. A partir de un abordaje interdisciplinar del poder, fue posible caracterizar las com-plejas relaciones del mundo rural del siglo XXI a través de los vínculos que se esta-blecen desde, al menos, finales del XIX. Poder, saber, tecnología y socialización recorren transversalmente a los actores nuevos y tradicionales. Interacciones que denotan límites pero también responsa-bilidades para con su entorno medioam-biental, político y social.

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Bibliografía

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El CEAR es un centro de investigacio-nes científicas (creado por la Universidad Nacional de Quilmes mediante Res. CS 557/10) que también desarrolla activida-des de posgrado y extensión, su Directora es la Dra. Noemí Girbal-Blacha (CONICET-UNQ). Tiene carácter multidisciplinar y está orientado al estudio de la Argentina rural, con enfoque regional. Depende ad-ministrativamente del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Na-cional de Quilmes. Está integrado especial -pero no exclusivamente- por científicos, docentes-investigadores y becarios per-tenecientes a las Ciencias Sociales y las Humanidades. Pretende ser un ámbito de trabajo académico plural que tienda a la integración de la comunidad científica de la Universidad Nacional de Quilmes como así también de investigadores procedentes de otras universidades o centros de alto ni-vel que están interesados en el estudio del “mundo rural”. Está reconocido como lugar de trabajo para investigadores y becarios por el CONICET (Res.1164/10).El CEAR se propone recoger la experien-cia de un equipo de trabajo constituido

por investigadores formados y en forma-ción, becarios y doctorandos, que desde hace más de dos décadas y media están dedicados al estudio de la Argentina rural de los siglos XX y XXI. Desde el año 2003, a partir de dos programas prioritarios de investigación y desarrollo financiados por la UNQ, este grupo de trabajo se ha fortale-cido, convirtiéndose en los últimos años en un referente de los estudios rurales en la Argentina, América Latina, España y Fran-cia. Sus actividades evaluadas periódica-mente, han recibido subsidios externos del CONICET, del MINCyT a través del FONCyT y de la propia Universidad Nacional de Quilmes. Mantiene vínculos académicos a través de programas específicos con Bra-sil (CNPq-CAPES, UFF, UNIRIO), con la OEI, con México (UAMI, UAMXo, UNISon, UABC), con España (universidades de Alicante, Al-mería, Murcia y Santiago de Compostela), con Francia (Observatorio Argentino en París y la UPPA radicada en Pau-Proyecto ITEM). Anualmente organiza Jornadas de Investigación y Debate –de carácter nacio-nal e internacional- sobre temas agrarios argentinos, latinoamericanos y europeos.

Blacha, Luis

Actores del mundo rural : elites, chacareros y arrendatarios / Luis Blacha y Maximiliano Ivickas Magallán.

1ª ed. - Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 2015.

16 p. ; 21x15 cm. - (Historia, Cultura y Memoria en el mundo rural / Martha Ruffini)

ISBN 978-987-558-343-6

1. Historia Económica Argentina. 2. Medio Rural. I. Ivickas Magallán, Maximiliano II. Título

CDD 330.098 2

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