Gaceta del Centenario nº 09 - 30 Agosto de 2001

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    N 09 - 30 Agosto de 2001

    SUMARIO

    1. INFORME SOBRE LA FALANGE DE JOS ANTONIO por Enrique de Aguinaga. Conferencia Pronunciada el 29 deOctubre de 1972 en el Saln de Actos de la Jefatura Provincial, con motivo del XXIX aniversario de la fundacin de FalangeEspaola.

    INFORME SOBRE LA FALANGE DE JOS ANTONIO

    porEnrique de Aguinaga

    1. Proposiciones del 29 del octubre de 1933

    Ante una Espaa en ruina moral, una Espaa dividida por todos los odios y todas las pugnas[1], hoy hace treinta y nueve aos,el domingo 29 de octubre de 1933, Jos Antonio Primo de Rivera anunci pblicamente la fundacin no de un partido[2] sino deun movimiento poltico que con el nombre de Falange Espaola vena a proponer no slo un sentido total de la Patria y delEstado que ha de servirla[3] sino tambin una personal manera de ser[4].Ante la postracin de Espaa, reconocida sin excepcin por todos los historiadores de los siglos XIX y XX[5] aquel movimiento-estoy siguiendo al pie de la letra el discurso germinal de la Falange- no slo vena a proponer una arquitectura poltica[6] parala comunidad nacional, sino tambin una conducta individual ante la vida entera[7]. Es decir: una revolucin nacional que nohabra de reducirse a las grandes formas del entendimiento colectivo, ya que, al mismo tiempo, implicaba una ntima revolucinde cada hombre; el nuevo orden que ha de arrancar otra vez del individuo[8].

    Es el propio Jos Antonio Primo de Rivera quien ha dejado explicado el mtodo de aquel inicial planteamiento poltico:Cuando unos cuantos nos lanzamos a fundar lo que ahora parece [...] realidad preocupadora, nos impusimos como el msestricto deber el de conservar sobre todo [...] dos cosas que casi son una: el rigor intelectual y el estilo[9]. Nuestro movimientoes el nico movimiento poltico espaol donde se ha cuidado intransigentemente de empezar las cosas por el principio. Hemosempezado por preguntarnos qu es Espaa. Quin la vio antes que nosotros como unidad de destino?[10].

    Aquel mtodo intelectual sistematiza inmediatamente, las proposiciones de la fundacin en un cuadro sinptico de tpico corteuniversitario que, con los llamados Puntos Iniciales[11], presenta el esquema ideolgico del movimiento:

    A) Espaa es una unidad de destino en la que deben superarse, integradoramente, los separatismos locales, las pugnas de lospartidos y la lucha de clases.

    B) Instrumento al servicio de esta realidad histrica es el Estado, asentado sobre realidades vitales: Familia, Municipio,Sindicato.

    C) El Estado no puede suponer una absorcin del individuo, al que se proclama portador de valores eternos y para cuya dignidad,integridad y libertad, se pide el mximo respeto.

    D) Sobre estas bases, se convoca al individuo a una conducta personal de servicio y sacrificio, a un ascetismo civil noincompatible, sino todo lo contrario, con un sentido alegre y deportivo.

    Este es, de un modo telegrfico, esqueltico, despojado de todo accesorio, el cuadro de las proposiciones de la fundacin polticadel 29 de octubre de 1933.

    Una ancdota s repetir: en los discursos del Teatro de la Comedia no se dijo ni una sola vez la palabra Falange, ya que, porformalidades administrativas, an no estaba autorizada aquella denominacin y el acto tuvo que ampararse en los estatutos deuna entidad llamada Frente Espaol.

    Jos Antonio Primo de Rivera, claro est, no vesta camisa azul, distintivo que por ser de implantacin posterior tampoco se usen el acto de fusin de Falange Espaola con las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista en Valladolid.

    Menos anecdtico es que en el discurso de Jos Antonio Primo de Rivera no se dijese ni una sola vez la palabra revolucin;

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    pero sta es otra historia o, mejor dicho, la historia que, segn algunos autores, se repite.

    2. Proposiciones de este 29 de octubre

    Ante este cuadro objetivo e histrico, vengo aqu, y os tomo por testigos, no para considerar si aquel arranque poltico debe serconmemorado con este u otro rito, o para dirigiros una arenga, o para actuar como artista invitado en un acto gesticulante, opara complacer al auditorio con una mitin o un sermn.

    Vengo aqu sencillamente a presentar mi informe particular sobre aquellas proposiciones de hace treinta y nueve aos, sobre suevolucin, sobre su cumplimiento.

    Vengo aqu, reflexiva y humildemente, con la naturalidad y el recato del profesor que va a dar su primera leccin; sin necesidad,sin obligacin, sin ganancia; a ttulo absolutamente personal, ya que (entre otros motivos, porque nadie me lo ha propuesto) nosoy portavoz de la Secretaria General del Movimiento ni de nadie.

    Vengo aqu por un imperativo de conciencia -la bsqueda y proclamacin de la verdad- comn a todos los hombres yparticularmente vinculado a mi tradicin de periodista.

    No tengo que esforzarme en demostrar que mi oficio no es la Poltica, ni la Historia. Sencillamente, profesionalmente, mi hbitode periodista, me lleva a buscar las verdades por medio de la informacin, oficio particularmente atractivo cuando se trata derestablecer verdades ignoradas, ocultas o deformadas.

    As, aplicando las tcnicas de documentacin que aprend en la Escuela de Periodismo, me propongo informaros, a mi modo,sobre la actualidadde un hecho histrico e ideolgico que se representa con la fecha del 29 de octubre de 1933.

    Respeto todos los sentimientos particulares, pero no traigo ninguna de las motivaciones nostlgicas que tanto han circulado y quepara muchos -cada vez ms- carecen de sentido por imperativo del tiempo.

    Particularmente soy nostlgico -valga el retrucano- del mundo de mis hijos en el que quisiera no rtulos o vestidos usados,epidermis de ideas, sino la viva realidad de la justicia social y de los valores del espritu en plenitud de sntesis.

    Tampoco traigo una simple disposicin conmemorativa, de aniversario, para complacerme, sin ms consecuencias, en laevolucin erudita, en la velada necrolgica, o en una especie de turismo por la Historia, ms propios de la Asociacin de Amigosde Bcquer.

    Ni siquiera me concedo que, en un sentido estricto y vulgar, nos reunamos aqu para honrar la memoria de Jos Antonio Primode Rivera. Espordicamente se ha recordado el incumplimiento del decreto de la Jefatura del Estado[12] que dispuso las distintasformas de rendir homenaje a su memoria.

    Salvo la creacin de ctedras de doctrina poltica en la Universidad para explicar y desarrollar las ideas polticas de JosAntonio Primo de Rivera (art. 3.0), de realizarse puntualmente aquellas respetables disposiciones (monumentos y rtulos), noproduciran mayores efectos que los que producen los nombres de las calles.

    Estoy aqu en busca de compaa para unas recapitulaciones, que quieren ser sobrias y serenas, sobre la proyeccin actual que,en el orden de las ideas y de las realidades, pueda tener aquel hecho histrico que no admite repeticiones o remedos.

    Y creo, adems, que ahora estamos en las mejores condiciones para proponernos tal anlisis, aliviado ya descarnadamente deformalismos y confusiones, de ancdotas y sentimentalismos.

    Tengo conciencia de que, desde un punto de vista juvenil, puede parecer una temeridad la proposicin actual de unacontecimiento fechado treinta y nueve aos antes. Pienso que, cuando termin mi primer curso en la Escuela de Periodismo, unretroceso de treinta y nueve aos me habra situado en 1906; es decir, en la bomba contra el Rey Alfonso XIII, que para m erapura arqueologa.

    No obstante -y esta es la primera cuestin- se trata de analizar hasta qu punto aquella presunta temeridad es necesaria porquetodava hay largas filas ante la tumba de Lenin o -por poner los dos ejemplos polares del mundo de hoy- Jorge Washington esalgo vivo no slo para quienes a s mismos se titulan The sons of the American Revolution.

    3. Dos premisas

    Dos premisas propongo y pido que se acepten para que se entienda lo que enseguida voy a decir:

    A) La Falange fue planeada por Jos Antonio Primo de Rivera como una funcin de Espaa. Es decir, la Falange naci para laperfeccin de Espaa. La Falange no naci para la perfeccin de la Falange. Por muy perogrullesco que esto parezca convienerefrescarlo porque hay actitudes residuales que podran calificarse de ombliguismo falangista.

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    B) Las tres principales dimensiones de la Falange en estos treinta y nueve aos son:

    1. La Falange de Jos Antonio, que va desde el 29 de octubre de 1933 al 20 de noviembre de 1936 y que incluso, como dir, sepuede reducir an ms en sus lmites cronolgicos. La Falange de Jos Antonio es la Falange original e histrica. La Falange deJos Antonio es la Falange propiamente dicha.

    2. La Falange oficializada, que va desde el 17 de abril de 1937 (Decreto de Unificacin) hasta el 14 de diciembre de 1966 (LeyOrgnica del Estado) tiempo en el que la palabra Falange se us oficialmente en la denominacin de una institucin incorporadalegalmente al sistema del Estado espaol. La Falange oficializada es la Falange de los funcionarios y de las contradicciones. LaFalange oficializada es la Falange de las abnegaciones.

    3.-La Falange mental, que es la que reside afectiva o racionalmente, o de ambos modos a la vez, en la intimidad individual demuchas personas as como en zonas ms o menos difusas del espritu del pueblo y de la ortodoxia gubernamental. La Falangemental es la Falange de los falangistas autnomos. La Falange mental es la Falange superviviente.

    Por supuesto, tanto la Falange oficializada como la Falange mental, con todos sus defectos y virtudes, son emanaciones de laFalange de Jos Antonio y por eso se consideran en este Informe.

    4. Falange y Jos Antonio

    Parece de toda evidencia que, de un modo indisoluble, el 29 de octubre de 1933 est vinculado a la dimensin poltica de JosAntonio Primo de Rivera, cuya ejemplaridad ha sido proclamada no slo por razones de afiliacin a su ideologa.

    Hace dos aos subray unas palabras de Fernando Surez Gonzlez, Catedrtico de Derecho de Trabajo en la Universidad deOviedo, que, declarando previamente no ser falangista, deca: Su testamento es una de las cosas ms impresionantes que puedeleer un hombre, un espaol, un intelectual[13]. Posteriormente, comentando esta cita, el propio Fernando Surez me escriba:Jos Antonio despierta admiracin en cualquier espaol que se dedique a pensar con buena fe, aunque no haya aprendido el"Cara al Sol" en los Campamentos Juveniles.

    Ahora bien, Jos Antonio Primo de Rivera y Falange vienen siendo trminos equivalentes. As, mientras que para el profesorAdolfo Muoz Alonso, en una hipottica desvinculacin de estos dos trminos, Jos Antonio no pasara de ser unpensadorintransitivo[14], Francisco Farreras, traductor de la conocida tesis doctoral de Stanley G. Payne, explica en el prlogo ladedicacin a Jos Antonio Primo de Rivera de buena parte del libro con justa visin histrica porque Jos Antonio es casi lsolo la Falange[15], en tanto que el propio Payne afirma literalmente que Jos Antonio empieza a hacer la Falange cosa suya

    en 1935[16].

    Esta precisin cronolgica est referida sin duda a la fecha de los discursos del cine Madrid[17]. En el primero de ellos, el propioJos Antonio Primo de Rivera establece el principio de una nueva etapa falangista -etapa de madurez y radicalizacin, porsupuesto- al tiempo que reduce el acto de fundacin de 1933 a un preludio, con el calor y la irresponsabilidad de lainfancia[18].

    El final de aquella Falange fue -a juicio de David Jato- el fusilamiento de Jos Antonio [...] Jos Antonio slo vivipolticamente tres aos y, desde su muerte, nadie pudo continuar, ni siquiera en nfima medida, su obra. As muri su Falange.Con l[19].

    5. Falange de Jos Antonio

    No es, pues, caprichoso deducir que el hecho histrico e ideolgico que por economa dialctica se denomina la Falange deJos Antonio se clarifica y comprime entre el discurso de la revolucin espaola (19 de mayo de 1935) y el testamento (18 denoviembre de 1936), en aquel ao y medio tan preado que, consciente o inconscientemente, sigue viviendo en zonas ntimas dela mentalidad espaola.

    La edicin de un libro poco voluminoso con los discursos y textos esenciales a partir del 19 de mayo de 1935 contribuira a estaclarificacin, facilitara la confrontacin ideolgica de las nuevas juventudes y podra demostrar la inconsecuencia que supone lavaloracin del 29 de octubre, reducida a la rutinaria repeticin de la lectura de aquel discurso primerizo, porque sin la lecturameditada de este discurso no se entiende nada de la vida poltica de Jos Antonio; pero los que se atienen slo a l corren elpeligro de malentenderlo todo, porque lo que en ese acto se fundaba no quedaba restringido a lo que en el discurso sedijo[20].

    Es probable que gentes atosigadas con las esquirlas de aquel discurso, como el ms noble destino de todas las urnas, el

    magisterio de costumbres y refinamiento, la dialctica de los puos y de las pistolas, etc.[21] ignoren que en la Falange deJos Antonio hay otras ideas, ideas capitales, como el empalme con la revolucin del 14 de abril[22]; el puente sobre lainvasin de los brbaros[23]; la desarticulacin del sistema capitalista por la asignacin de la plusvala del trabajo al Sindicato[24], por la nacionalizacin del crdito[25] y por la creacin de formas comunitarias de propiedad[26]; la reforma agraria con el

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    lema de la cancelacin de las rentas[27], y, en suma, las bases de un socialismo personista, es decir, un socialismo occidental ycristiano, enmarcado en un humanismo espaol[28].

    Y todo ello con la clave, que es el patrimonio ideolgico de Jos Antonio Primo de Rivera, de proponer una sntesis superadorano slo de la alternativa partidista de derecha e izquierda[29], sino tambin de dicotomas ms amplias: patria y revolucin(nacionales y rojos), derechos de la persona y solidaridad social, conservadurismo y progresismo, capitalismo ycomunismo, orden de libertad y sistema de justicia, y, en general de todas aqullas que puedan ser objeto de la integracincristiana del orden material y del orden espiritual como empresa comunitaria.

    Raimundo Fernndez Cuesta, que, como decimos los periodistas, estuvo all, ha declarado no hace mucho: Esta es latrascendencia que los fundadores de Falange Espaola atribuyeron al acto del 29 de octubre: alzar la bandera que respetase loque pareca pervivir del sistema liberal y aceptase la parte de razn que el comunismo tuviera[30].

    Se trata, pues, de algo ms que de una sntesis de simples efectos literarios como la que proclamar don Jos Mara Pemn haceya muchos aos: Espaa va a esa sntesis que es nuestra Falange: mpetu mstico en estilo romano....

    El propio Jos Antonio Primo de Rivera establece el fundamento de la Falange en una sntesis concreta: Se nos ocurri aalgunos pensar si sera posible lograr una sntesis de la revolucin y de la tradicin [...] Fruto de esa inquietud de unos cuantos,naci la Falange[31].

    El Gobierno republicano -escribe Bartolom Mostaza al cabo de los aos- al montar proceso ilegal contra la nobilsima persona

    de Jos Antonio Primo de Rivera, tan caballeroso y tan honesto en su pensar y en hacer polticos, se sentenci y conden a smismo, degradndose a verdugo de la tercera Espaa, la de la sntesis y la conciliacin[32].

    Esta sntesis es la que calific literalmente de genial el profesor Antonio Tovar[33] y de la que Garca Escudero escribi: Lasntesis que Jos Antonio realiz es la razn de que pueda ser propuesto como gua de dos generaciones sucesivas[34].

    No parece, as, ridculo que para muchos la ltima resonancia del 29 de octubre no pase ms all de una frase potica comoarma al brazo y en lo alto las estrellas?[35].

    6. Oficializacin de Falange

    Establecido que la efemrides de hoy corresponde preferentemente a la Falange de Jos Antonio y no al MovimientoNacional del que aquella Falange constituye un valor inseparablemente incorporado[36], pero no el Movimiento Nacionalmismo, parece oportuno que, en trance de actualizacin, se analice cul ha sido la evolucin o el trfico de aquel hecho en losltimos 36 aos o, todava, con mayor precisin, a partir del 19 de abril de 1937, fecha del Decreto de Unificacin y, porconsiguiente, de la cancelacin formal de Falange Espaola de las JONS y del comienzo de la Falange oficializada.

    Conviene un breve repaso histrico.

    Para supeditar al destino comn de la Patria la accin individual y colectiva de todos los espaoles, para evitar la lucha departidos y organizaciones polticas que, si bien -todas- pugnan noblemente por el mejor servicio de Espaa, gastan sus mejoresenergas en la lucha por el predominio de sus estilos particulares[37], en virtud del Decreto de Unificacin, Falange Espaolade las JONS, con la Comunin Tradicionalista, qued imperativamente integrada en una sola entidad poltica de carcternacional que de momento adoptara el nombre de Falange Espaola Tradicionalista y de las JONS (artculo 1.0) y que,primero, en el prembulo del Decreto y, luego, en el artculo 1.0 de los Estatutos de FET y de las JONS[38] se explica como

    Movimiento inspirador y base del Estado espaol.

    Planteado as el anlisis, no debe quedar sin mencin un aspecto dialctico que puede conducir, y de hecho ha conducido, ajuicios equvocos: la ambigua utilizacin del trmino Movimiento.

    En tanto que el trmino Movimiento, estrictamente entendido como Movimiento de la Falange, es utilizado reiteradamentepor Jos Antonio Primo de Rivera desde el discurso del Teatro de la Comedia[39] hasta la ltima frase del informe ante elTribunal que le conden a muerte[40], el trmino Movimiento, genricamente entendido como Movimiento Nacional, esuna creacin poltica del Decreto de Unificacin.

    Hara falta el mtodo y el trabajo de un historiador para documentar de un modo ecunime, las vicisitudes de lo que, muchasveces por simple reduccin de lenguaje, se ha venido denominando simplemente Falange durante veintinueve aos, entre elDecreto de Unificacin (1937) y la Ley Orgnica del Estado (1966).

    Una, primera mirada al cmulo de datos y de juicios sobre aquel perodo obliga a considerar, en primer trmino, la existencia deposiciones individuales y colectivas de nobleza, sacrificio, eficacia y lealtad. Particularmente, de lealtad[41].

    Slo por obcecacin se puede despreciar el hecho de que en nombre de la Falange se hayan originado y asumido en este perodo

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    actitudes de admirable e ntima abnegacin, de emocionante pureza.

    Por otra parte, es evidente que con el mismo nombre de Falange, ha funcionado simultneamente una confusin de rtulos,personas y hechos que, al amparo de una inflacin poltica, formalizada burocrticamente, hoy no se pueden revisar sin unsentimiento de ridculo en el mejor de los casos.

    7. Postergacin

    He aqu un juicio tan amargo como reciente. Es de Emiliano Aguado: Esa fue la tragedia de Falange: el da 20 de noviembre de1936, al caer asesinado Jos Antonio Primo de Rivera, se hizo en Espaa ese silencio atroz que tanto tema Ortega a la muerte deUnamuno. Quin iba a protestar en adelante contra las injusticias? Falange hizo muchas cosas estimables, heroicas; tuvo buenospolticos; estuvo siempre al servicio de Espaa. Pero no pudo romper el silencio atroz. Se avino con todo, elogi todo lo que sehaca o se quera hacer y no fue nunca mirada por nadie como escudo contra una ofensa, contra una injuria o contra un atropello.La indolencia con que asisti a la persecucin de los liberales, y el buen nimo con que acudi a la persecucin de la masonera,fantasma de otros tiempos resucitado por los partidos ms arcaicos, fue un signo de ese silencio atroz que Jos Antonio hubieseroto. Pero los escritos de Jos Antonio fueron ledos y comentados como se leen y se comentan siempre los escritos de los quehan sido elevados a la santidad; as se comentan los de Lenin, y as se hubieran comentado los de Hitler y los de Mussolini, dehaber seguido en el poder el rgimen que fundaron despus de haber muerto ellos[42].

    Como denominador comn de juicios muy abundantes, el historiador que afronte la tarea de documentar la Falangeoficializada se encontrar inmediatamente con la idea de que una serie ininterrumpida y abrumadora de imperativos histricosno slo ha ido postergando la plena operacin de la Falange de Jos Antonio, sino que, al mismo tiempo, ha ido fomentandosu definitiva neutralizacin.

    Primero, el imperativo de ganar una guerra y, despus, encadenadamente, los imperativos de la reconstruccin nacional, de laconsolidacin de la paz, de la Segunda Guerra Mundial, del cerco internacional, del reconocimiento diplomtico, dellevantamiento de la economa por mtodos liberales y, siempre, de la lealtad al caudillaje, han sido las causas de aquellaspostergaciones, que para algunos han adquirido caracteres de masoquismo o mana persecutoria.

    Durante esta etapa, seguramente ha sido el DiarioArriba en cuanto rgano de la FET y de las JONS, la platina en la que se haverificado de un modo ms cotidiano y dramtico aquel fenmeno de represin ideolgica. En este sentido, laBreve memoria de

    Arriba (1939-1956), escrita por Ismael Herraiz, tiene pasajes estremecedores. En el posteriorBreve informe sobre el diarioArriba (19391965, presentado por Sabino Alonso Fueyo, se dice, por ejemplo (pg. 15): Mientras tanto, en las disquisicionestericas, que nunca pasaban a la prctica y que equivalan a mostrar un pavo asado a un enfermo de anemia perniciosa, seproponan aArriba los modelos deLe Monde,Il Borghese oL'Express, pero se amordazaba al peridico para que no contestase

    al ex abrupto deInformaciones contra Jos Antonio.

    No es extrao que, en este clima, junto a clandestinidades romnticas, ilustres deserciones, bajas notables[43] y avancesreaccionarios, haya podido florecer la idea de una nueva fundacin de la Falange o la distincin, a veces bizantina, entre laFalange y el Movimiento, entre la Falange y los falangistas y, en ltimo refinamiento, entre los falangistas y los joseantonianos.

    Ha habido realmente distincin entre una Falange titular que de la Falange de Jos Antonio asuma los imperativos generalesde servicio a Espaa con ndices de justicia social, y una forzosamente replegada Falange de Jos Antonio en cuantorealizacin de la Revolucin pendiente[44] por medio de un concreto esquema nacionalsindicalista de la organizacin delEstado y de la Sociedad.

    8. Antologa de distinciones

    Por si no estuviera clara la distincin entre la Falange de Jos Antonio y el sistema de posiciones y actitudes posteriormenteamparadas bajo la capa nominal de la Falange, he aqu una antologa de estimaciones de aquel fenmeno:

    ...el objetivo de la posterior reconstruccin de un pas que haba quedado convertido prcticamente en solar la condujo (a laFalange) a despreocuparse de cualquier otra cosa que no fuera la reedificacin de Espaa. (Jos Miguel Ort Bords,Apelacina la Falange, El Espaol, 29 de octubre de 1966).

    La lealtad de la Falange a Francisco Franco estuvo por encima de todos los aplazamientos en la iniciacin de la marcha hacialas metas revolucionarias apetecidas en el origen. Frente al peligro mayor de prdida de la oportunidad histrica del Movimiento,nadie fue, ni de muy lejos, tan leal como la Falange al compromiso para la paz del primero de abril de 1939. (Manuel Cantarerodel Castillo, La Falange ante el tiempo nuevo, Conferencia en la Casa Sindical, 13 de noviembre de 1962).

    Una serie de acontecimientos econmicos hicieron que la realizacin de estos postulados (de la doctrina econmica de Jos

    Antonio) se fuese posponiendo [...] Todo ello oblig a tomar una serie de medidas coyunturales. Buena parte de las estructurasmarcadas en la doctrina de la Falange no se adoptaron en ningn momento. (Juan Velarde Fuertes. Sobre la decadenciaeconmica de Espaa, Entrevista de Melchor Saiz-Pardo,Arriba, 1967).

    La Falange no fue nunca la fuerza bsica del Estado. Slo en tiempo ya lejano luch por hacerse sitio. Luego [...] qued

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    reducida a ser la etiqueta externa de un rgimen polticamente neutral. (Ramn Serrano Suer, Qu pasa en la Falange?,Encuesta deInformaciones, 31 de octubre de 1968).

    Y llegado el momento, la Falange ofreci a Espaa otro sacrificio: el de servirla en silencio, con doloroso silencio. (CruzMartnez Esteruelas, Discurso en el Teatro Lara, 17 de abril de 1966).

    Cada falangista, en los momentos actuales, tiene que hacerse cargo de sus propias y personales responsabilidades; tiene laobligacin, por s mismo, de luchar por sus fines... (Junta Nacional de Crculos Doctrinales Jos Antonio. Declaracin de 15 de

    mayo de 1966).Entindase por Falange no una determinada organizacin o conjunto de hombres, sino una nueva frmula poltica yeconmica. (Luis Gonzlez Vicen, Valor actual de la Falange, Conferencia ante el Consejo Nacional de la Seccin Femenina,Pontevedra, enero de 1964).

    La Falange est cristalizada en el pensamiento y en la conducta de todos los que creen su doctrina. (Raimundo FernndezCuesta, Se ha evaporado la Falange?, entrevista de Emilio Romero, Pueblo, 20 de marzo de 1968).

    (La Falange) no ha hecho su revolucin [...] la justicia que algn da se le har no poda, lgicamente, esperarla en su momentopor su peculiar situacin que ha hecho siempre difcil distinguirla del organismo en que se hallaba "enviscerada".

    Nos parece justo todo lo que sea reconocer el papel destacado que la Falange ha desempeado en la historia del Rgimen,diremos ms: el papel sacrificado, puesto que la Falange, que naci como un partido, con su propio y generoso programa, tuvodespus que asumir la representacin de un Estado, que le pidi smbolos y todas sus posibilidades de mxima sugestin poltica,pero en el cual, de hecho, haba otras fuerzas, participantes en unos Gobiernos, donde la Falange slo era una ms y no siemprela ms importante. La Falange ha sido, por eso, como la piel que se estira hasta cubrir con ella un cuerpo mayor que el suyo.Que, gracias a eso, ha prestado positivos servicios a la nacin, es evidente; pero tambin que los ha prestado a costa de sudespersonalizacin, unas veces por tener que cubrir lo ajeno, bueno o malo, que no le corresponda, y otras, por tener que dejarfuera lo propio, lo que le habra gustado abrigar (Editoriales de Ya, Qu pasa en la Falange?, 6 de noviembre de 1968, yLa

    parte y el todo, 28 de febrero de 1971).

    Es claro que la Falange desapareci subsumindose en la ms ancha arquitectura del Movimiento. Vista desde el horizonte dela Espaa del 70, la Falange se presenta como un factor germinal, y el destino de todas las semillas -mientras no se demuestre locontrario- es perecer para fructiferar. (Gabriel Cisneros. Entrevista de Miguel Veyrat,Nuevo Diario, 18 de febrero de 1970).

    9. Mentalidad falangista

    Aprobada la Ley Orgnica del Estado por Referndum de 14 de diciembre de 1966, se exacerba el pleito ideolgico entre lo quese ha dado en llamar la Falange de la emocin y la Falange de la razn al mismo tiempo que cobra su ms explcita dimensinla Falange mental.

    A esta crisis pertenecen de un modo tpico las polmicas sobre la existencia o no existencia de la Falange, que llegan a plantearsepintorescamente con el Aranzadi en la mano; o sobre la presencia ms o menos efectiva de la Falange en el aparato de Poder,que llegan a reducirse, no menos pintorescamente, a una cuestin estadstica o a un tema de encuesta[45].

    La Falange secuestrada, evaporada, absorbida, diluida, difuminada, subsumida, licenciada o pulverizada son expresiones que hancirculado profusamente. Quiz a su sombra, se ha preguntado pblicamente y con extraeza Cul es la revolucin pendiente?[46] y, ms tarde, Jos Mara Pemn[47] ha negado no slo que Jos Antonio Primo de Rivera fuera titular de una doctrina, sinotambin que hubiera tenido voluntad de estructurarla[48].

    As, no es extrao que en el orden prctico la definicin actual del falangista sea una cuestin ardua, lo cual viene a confirmaruna de las proposiciones de Jos Antonio Primo de Rivera, cuyo cumplimiento nadie pondr en duda: Que la dificultad sigahasta el final y despus del final que la vida nos sea difcil antes del triunfo y despus del triunfo[49].

    No es nada fcil, ciertamente, contestar a la pregunta de ser o no ser falangista. Los periodistas Miguel Veyrat y Jos Luis Navasandan, en estos das, preguntando a unos y a otros para hacer un libro-encuesta (ttulo provisional: Falange ahora mismo)seguramente sobre el supuesto de que hoy ya no cabe hablar de la Falange sino de los falangistas segn el juicio de GabrielCisneros: La Falange como partido nico no existe [...], pero lo que s existe es la realidad sociolgica de los falangistas yexiste en amplios estratos del pas una difusa mentalizacin de cuo falangista[50].

    De esta idea se deduce la caracterstica dificultad de declararse falangista en sentido estricto en el da de hoy. T eres

    falangista? es, evidentemente, una pregunta a la que no se puede responder con simplicidad porque, salta a la vista, es unapregunta que encadena otras muchas y difciles preguntas.

    El historiador Ricardo de la Cierva se propona la cuestin no hace mucho retando al periodista que le haca la pregunta: Ahorauna persona que se entusiasme por Jos Antonio y crea que Jos Antonio es un condicionante para el futuro de Espaa qu

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    hace?, se hace falangista?, y cmo se hace uno falangista? Respndame a una pregunta[51].

    En unas recientes declaraciones al semanarioMundo, el profesor Velarde ha dicho que declararse falangista ya no es unadefinicin: Si algn falangista sostiene alguna idea debe decir que lo hace a ttulo personal porque como miembro de unaorganizacin nada puede decir.

    Este panorama de subjetividades necesita el complemento de los anlisis objetivos: la fractura de la sntesis de la Falange deJos Antonio y, por otra parte, su viabilidad en la situacin espaola que nace con la terminacin de la guerra a la que laFalange de Jos Antonio

    dio toda su intendencia dialctica.10. Proposicin de la sntesis

    Es muy conocido el juicio de Indalecio Prieto, que, impresionado ante los documentos dejados por Jos Antonio Primo de Riveraen la crcel de Alicante, escribe: Acaso en Espaa no hemos confrontado con serenidad las respectivas ideologas paradescubrir las coincidencias que, quiz fueran fundamentales, y medir las divergencias, probablemente secundarias, a fin deapreciar si stas valan la pena de ventilarlas en el campo de batalla[52].

    Con todo fundamento se puede decir que, precisamente, lo que la Falange de Jos Antonio se propuso fue una serenaconfrontacin de ideologas, no tanto para descubrir coincidencias como para organizar complementariedades, y que a esteprincipio responde su constante definicin de la izquierda y de la derecha como concepciones incompletas as como su empeo,ms intelectual que estratgico, de superarlas fundindolas en una sntesis superior[53] en una integracin al servicio del

    pueblo.

    Que se trataba de algo ms importante que de una simple contemporizacin lo corrobora Jos Antonio Primo de Rivera cuando,al repetir una vez ms que la Falange no es de derecha ni de izquierda, aade: mucho menos es del centro[54].

    Se trataba de salvar con los valores del espritu, residenciados en la derecha y negados en la izquierda, los valores sociales,residenciados en la izquierda y negados en la derecha[55].

    Se trataba, segn la conocida frmula, de salvar a la vez la libertad y la justicia, del modo que ha dado pie para que se califique ala Falange de Jos Antonio como un socialismo de hombres libres[56].

    Donde se advierte el mayor calado de esta sntesis es en la tesis del puente sobre la invasin de los brbaros, que en Jos AntonioPrimo de Rivera no es una idea ocasional, sino que se repite y se esfuerza como vaticinio que, al cabo de los aos, se est

    cumpliendo, de una parte, en la crisis de los comunismos nacionales y, de otra, en la crisis actualizadora de la Iglesia.

    En la, para Jos Antonio Primo de Rivera, inevitable invasin de los brbaros, lo que se propone es que la catstrofe de un ordenmaterial -la propiedad, tal como la concebimos ahora, toca a su fi- no arruine los valores del espritu[57].

    Jos Antonio Primo de Rivera sublima la vulgaridad de la derecha y defiende los valores del espritu, con una dialctica egregia.Jos Antonio Primo de Rivera sirve a la dimensin espiritual del hombre y de la Patria con inteligencia rigurosa que se hapresentado como su compostura ideolgica preferente a costa de los dems ingredientes de la sntesis falangista.

    As el germinal discurso del Teatro de la Comedia ha obtenido muchas ms repeticiones que el discurso maduro del Cine Madrid[58].

    Es lgico que el programa de la Revolucin Nacional enunciada por Jos Antonio Primo de Rivera estremeciera al

    conservadurismo, que todava no le ha perdonado la famosa invocacin, slo repetida a hurtadillas: En la revolucin rusa, en lainvasin de los brbaros a que estamos asistiendo, van ya, ocultos y hasta ahora negados los grmenes de un mundo futuro ymejor. Tenemos que salvar esos grmenes y queremos salvarlos. Esa es la labor verdadera que corresponde a Espaa y a nuestrageneracin: pasar de esta ltima orilla de un orden econmico y social que se derrumba a la orilla fresca y prometedora del ordenque se adivina[59].

    Segn Salvador de Madariaga, que aqu ignora burdamente la originalidad de la Falange[60], Jos Antonio [...] opinaba que,por ser inevitable el triunfo final del comunismo, convena ir hacia l por la va autoritaria del fascismo. Y aade Madariaga:Esta opinin, que naturalmente no haca pblica, pero que me consta haber sido suya, prueba que, a diferencia de la inmensamayora de sus secuaces, Jos Antonio no tena pelo de tonto ya que el fascismo ha demostrado fuerte tendencia al comunismoen economa y el comunismo fuerte tendencia al fascismo en poltica[61].

    En este punto, parece mejor fundada la definicin del profesor Pedro Farias que califica a Jos Antonio Primo de Rivera comounpostmarxista anticipado[62].

    11.Fractura de la sntesis

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    Para el profesor Velarde, catedrtico de Estructura e Instituciones Econmicas, el rechazo del conservadurismo surgeinmediatamente ante la radicalizacin de la Falange de Jos Antonio. Este es su diagnstico: Las viejas ideas corporativistasque procedan del upetismo, las adherencias anarco-sindicalistas que, va Nicasio lvarez de Sotomayor y las JONS, habanllegado; el socialismo de Bermdez Caete y Ramiro Ledesma, el corporativismo ligado a la Quadragsimo Anno de OnsimoRedondo, el gremialismo ingls, la influencia del nacionalismo de la Accin Francesa, el fascismo que flotaba en el ambienteeuropeo, son, en el corto perodo que va de 1933 a 1935, decantados por Jos Antonio. El resultado fue la comprensin de loridculo del anticomunismo, de la trampa del fascismo. En 1935 formula un cudruple planteamiento: reforma agraria, luchacontra los monopolios, reforma fiscal y estatificacin de la Banca. El golpe era duro, y tal extravagancia decidi aplastarla lagran burguesa espaola. Repsese la Prensa de finales de 1935 y principios de 1936 y se ver de dnde y cmo surge elaislamiento de Jos Antonio. Se neg a ser fascista. Por eso la firme resolucin de que fueran borrados del mapa l y suorganizacin. Es el profeta que va a ser destruido[63].

    En el terreno dialctico, el conservadurismo se ha defendido ironizando sobre la Fai-lange, fomentando la idea de residenciara la Falange como una oposicin, radical y dcil a la vez[64], o inventando la etiqueta de Falange de izquierda queconceptualmente es un disparate, pero que corresponde a otro disparate ms domesticado: La Falange de derecha.

    Ya en 1942, el profesor Antonio Tovar diagnostic aquel fenmeno como una dislocacin (accin y efecto de sacar una cosa desu lugar) y lo document con una cita helnica: El gran peligro de la Falange como formacin guerrera es el de dislocarse enlos pasos difciles[65].

    Est claro que la dislocacin de los ingredientes de una sntesis es el mortal peligro de la propia sntesis y que de la sntesis de

    Jos Antonio Primo de Rivera (sentido social y sentido nacional) se han sobrevalorado unos componentes y se han postergadootros.

    Est claro que (con unos signos externos que, en definitiva, eran indiferentes) de la sntesis de la Falange se han potenciadodesenfrenadamente unos contenidos laterales y, si se apura, contrarios a su ndole.

    En la base 2 de las aprobadas por Jos Antonio Primo de Rivera y Ramiro Ledesma Ramos para la creacin de FalangeEspaola de las JONS (13 de febrero de 1934), se dice textualmente: Se considera imprescindible que el nuevo movimientoinsista en forjarse una personalidad poltica que no se preste a confusionismos con los grupos derechistas.

    La historia, segn el profesor Velarde Fuertes, no secund aquel propsito: Y, entonces, en lugar de la reforma agraria, la fiscaly la bancaria, se nos habl de luceros, de imperios y de retrica, que era el floripondio de una doctrina. Todo se qued endiscursos, slo con el floripondio y, al final, nos quedamos sin banderas. Luego aade inmediatamente: Quien haba ganado la

    guerra era la derecha y la extrema derecha, los conservadores. Y hubo un pacto, esperando hacerse con el poder, seguramenteporque el alud reaccionario fue inevitable[66].

    En un simple juego dialctico, cabra decir que la tragedia histrica de los falangistas ha consistido en que, teniendo una claravocacin izquierdista, se han visto forzados a ponerse a la cabeza de la derecha espaola.

    12. Posibilidades y resultados

    La cuestin histrica consiste en averiguar si las cosas podan o deban haber ocurrido de otro modo; es decir, si la autnticarevolucin nacionalsindicalista ha sido una revolucin abortada o si, por el contrario, lo que verdaderamente ha ocurrido es quehasta ahora no ha sido objetivamente factible[67].

    La idea de que la implantacin inmediata del sistema habra producido, por falta de base y preparacin, una desarticulacin de la

    sociedad convaleciente del gran trauma de la guerra, no es una idea extraa. El profesor Fernndez-Carvajal, catedrtico de laUniversidad de Murcia, la explica claramente: Franco consider en 1939 que la realizacin del avanzado programa social de laantigua Falange comportaba riesgos superiores a las ventajas. Puede discutirse si entonces hubiera sido posible la revolucinnacionalsindicalista como puede discutirse si, en tal o cual oportunidad, un determinado general pudo haber planteadovictoriosamente una batalla; pero no hay duda de que contra tal revolucin militaban razones graves. Si en torno a 1930 juzgabaLargo Caballero an inmadura a Espaa para la revolucin socialista, ya que, como escribiera Marx, "no se puede socializar lamiseria", no es extrao que Franco, tan slo nueve aos ms tarde, en un pas desangrado por la guerra civil y en un mundo alborde de la, conflagracin mundial, juzgara a Espaa tambin inmadura para la no menos honda revolucinnacionalsindicalista[68].

    A la vista de los resultados, la capciosa pregunta de si ha triunfado la Falange puede obtener respuestas positivas ya que, bajocualquier forma, la sustancialidad de la Falange es el servicio a Espaa.

    La primera respuesta es el propio pas. Sin milagros ni ignorancias, sin conformismos ni retorcimientos, sin tpicos niconsumismos, por encima del desarrollo vegetativo, quin me puede negar que la Espaa que se encuentran mis hijos es muysuperior a la que yo me encontr?[69].

    Otra respuesta, todo lo anecdtica que se quiera, es el hecho de que el primer monumento a Jos Antonio Primo de Rivera en su

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    Madrid, un busto hecho por un albail, Jess de la Rica, se haya erigido, de un modo espontneo y popular, en un barrioproletario del suburbio de Vallecas y con palabras sobre La Revolucin pendiente[70].

    La impregnacin del pueblo con una mentalidad y un modo de ser, tan incorporados que muchos ignoran su origen, es tambinuna nota que se registra en este sentido con muchas coincidencias.

    Se reconozca o se niegue -dijo Carlos Pinilla a los veteranos de la I Bandera de Castilla- lo cierto es que la Falange ha creadoun estado de conciencia irreversible y que muchos espaoles an sin saberlo o sin quererlo, piensan y sienten en falangista[71].

    A esta mentalidad pertenece la ruptura de barreras sociales que Vicente Mortes, actual Ministro de la Vivienda, expres de unmodo personal: Mi promocin social fue la Falange, los campamentos del Frente de Juventudes [...] (all) me di cuenta de quecon camisa azul todos ramos iguales[72].

    A los resultados concretos, tantas veces enumerados en los catlogos de las Realizaciones del Rgimen, hay que aadir elfenmeno histrico de la creacin de una clase media que ah est y lo que la vigilancia poltica de raz falangista ha supuestocomo freno a los excesos reaccionarios. As lo enuncia Jos Martnez Emperador: Derrotadas las fuerzas revolucionarias comoconsecuencia de la guerra, Espaa se habra convertido en el gran latifundio de la derecha sin la presin decidida delfalangismo[73].

    En otros rdenes concretos fciles de documentar y que van desde la apertura a los vencidos hasta el acceso de corrientesmodernas de cultura con el consiguiente escndalo de exquisitas y poderosas resistencias, los falangistas han estado en una

    perseverante vanguardia[74]. Lo ha recordado no hace mucho el profesor Antonio Tovar: Los falangistas fuimos entonces losms abiertos, mientras los dems grupos eran partidarios de volver [...] no s, de volver [...] a antes de todo. Y el ejemplo es quecuando regresaron a Espaa hombres como Menndez Pidal y Ortega y Gasset, si se encontraron con alguien fue con algunosque ramos falangistas[75].

    La Falange, en fin -tomo la cita de Manuel Cantarero del Castillo- represent, fundamentalmente, una voluntad constante desuperacin de la injusticia social, de destruccin del sistema de castas, de apertura total de oportunidades, hasta tal punto, quepuede afirmarse, y es comprobable en el examen etiolgico de cualquiera de las nuevas instituciones espaolas, que all dondehubo un rescate verdadero de la injusticia social, all donde hubo una realizacin creadora o una reduccin de viejos prejuicios, ose encontr plenamente la Falange o hubo con ello, como promotor esencial, un hombre de la Falange[76].

    El ejemplo de Jos Antonio Girn en el Ministerio de Trabajo tiene un reconocimiento general.

    No trato, naturalmente, de hacer un catlogo de las seales de aquel Orden nuevo con base en el individuo, de aquellaproposicin histrica[77].

    Pero, cuando est enunciado el cierre de un ciclo de la Historia Contempornea de Espaa, cuando la sntesis de justicia ylibertad ya es nuestro patrimonio mental y cuando se alerta la coyuntura de que el pueblo espaol se gobierne a s mismo[78],sirvan de resumen las siguientes palabras: El acierto de nuestro movimiento poltico es el habernos apercibido desde hacetreinta aos, que nos hallbamos ante una nueva era [...]; que la sociedad capitalista [...] pese a sus resistencias, haba de dar pasoa una sociedad donde el trabajo fuese el factor dominante. El principio de justicia social que nosotros proclamamos ya apenas sediscute, si no en cuanto afecta a sus formas prcticas de aplicacin y generalizacin; y ni el mayor progreso humano imaginable,pueda excluir la trascendencia del hombre como portador de valores eternos, que nosotros desde el principio definimos.

    Estas palabras fueron pronunciadas por Francisco Franco en 1966, al presentar a las Cortes la Ley Orgnica del Estado, que,segn se dice, ha sido el tiro de gracia a la Falange.

    13. Vigencia

    Han variado tan sustancialmente (tan sustancialmente, digo) las razones de hace treinta y nueve aos como para que, en ladcada de los 70, sea superfluo el replanteamiento de una revolucin nacional y de un perfeccionamiento de la composturaindividual?

    Por ventura, todos los progresos sociales y econmicos, que han cambiado la faz espaola en los ltimos treinta y nueve aos,hacen ya innecesaria una instancia reformadora de aquella ndole?

    Han surgido, quiz, unas ideas o unas estructuras que hayan anulado totalmente, por superacin, a aquellas proposiciones dehace treinta y nueve aos?

    Podemos considerar, que la justicia y la libertad han agotado sus posibilidades de desarrollo y han llegado, en estos treinta ynueve aos, al lmite de sus perspectivas?

    Es que el hombre del consumismo no est necesitado, igual que el hombre de hace treinta y nueve aos, de una tica que lelibere de los estupefacientes rediles en que el moderno materialismo puede confinarle?

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    Preguntas de este estilo estn provocando una respuesta actual y enrgica que en muchos casos habr que conectar con larespuesta a otra pregunta del repertorio polmico: Conserva realmente vigencia el hecho histrico e ideolgico del 29 deoctubre de 1933?.

    De todas las respuestas archivadas, he aqu la que, hace ya diecinueve aos, se dio a s mismo el profesor Lan Entralgo: Talprodigio de armona en la visin de la vida espaola y de la vida toda (Jos Antonio) conserva hoy su entera vigencia? Lo quehace veinte aos pudo ser canon de nuestra empresa colectiva, puede seguir sindolo ahora, cuando en el libro de la historiauniversal ha sido vuelta -irreversiblemente- una decisiva pgina? La ilusin de ayer, durante los aos en que la sien era negra,podr mantenerse idntica bajo la sien plateada o desnuda? Conteste cada cual por s mismo. Yo slo s que, cuando me mira alos ojos un joven puro y ambicioso, siento en el fondo de mi alma que este Jos Antonio adivinado y permanente se me conviertesin remedio, con la rapidez y el brillo del relmpago, en urgente interrogatorio judicial[79].

    Como contrapunto de esta contestacin otoal, vayan dos respuestas prximas y heterogneas. La primera es de Ota Sik, exprimer ministro adjunto encargado de las Reformas Econmicas de Checoslovaquia, ex director del Instituto de Economa de laAcademia Checoslovaca de Ciencias, ex miembro del Comit Central del Partido Comunista checoslovaco y actor de laprimavera checoslovaca en el intento de crear un socialismo con rostro humano. Cuando pas por Madrid, hace dos aos,dijo algo que puede resonar particularmente en este da: Estoy convencido de que el desarrollo proseguir y de que ha deaparecer un nuevo sistema que ni se va a parecer al actual capitalismo ni al comunismo de hoy[80]. Cmo se llamar o cmo sedesignar? Esto ya no es lo ms importante. Nosotros lo hemos llamado el socialismo democrtico o el socialismo humano[81].

    La segunda respuesta es de Manuel Mara Escudero, Procurador en Cortes por Guipzcoa. Haba presentado una de las cincoenmiendas a la totalidad del Proyecto de Ley Sindical y para defenderla, en las Cortes (21 de octubre de 1970), record un pasajede las conclusiones definitivas de Jos Antonio Primo de Rivera ante el Tribunal que le conden a muerte, aqul que dice: Porel segundo postulado (del artculo primero de los estatutos de Falange Espaola de las JONS) o sea el sindicalista, se tiende asustituir la ordenacin econmico-capitalista, que asigna la plusvala a los empresarios y titulares de los signos de crdito, poruna organizacin sindicalista, que entregue la propia plusvala a la agrupacin orgnica de los productores constituidos ensindicatos verticales[82].

    Jaime Campmany escribi entonces que en la sala se hizo un silencio impresionante, que fue el momento de mayorintensidad polmica y doctrinal, el momento donde asom una punta de dramatismo. Campmany tambin explic la respuestadel ponente, Fernando Surez: Sera intil negar que esta Ley no es una Ley falangista. Muchos de los hombres -vino a decir-que creyeron y creen en aquellas palabras de Jos Antonio, que por ellas se ilusionaron y por ellas lucharon, hubieron desacrificarlas, como otras palabras y otras cosas, en aras de la unidad y la integracin de todos los espaoles y en consideracin de

    otros magisterios que proclaman como principio el derecho a la propiedad privada. Esas palabras pueden servir de meta o debandera o de esperanza, pero nunca de acusacin[83].

    Por su parte,Nuevo Diario inform de este punto de la sesin en los siguientes trminos: Aludiendo a la cita falangista, elponente dijo que esta Ley no es falangista, y seguramente lo sienten muchos Procuradores (voces de exacto y muy bien).Ese reproche, si acaso, hay que dirigirlo a las Leyes Fundamentales. Como stas reconocen la propiedad privada, el capital comoinstrumento de la produccin, y no nacionalizan el crdito, que es lo que muchos buenos espaoles habran querido, el defectono es de la ponencia.

    Si, en resumidas cuentas, las Cortes Espaolas admiten que una Ley no es falangista porque para serlo tendran que habersecumplido unos supuestos que, evidentemente, representan una perspectiva revolucionaria no alcanzada, no resulta difcil argirsobre la vigencia de los planteamientos correspondientes.

    En orden general, en orden histrico, el profeso Lan Entralgo (la cita es del pasado ao) considera que el reto est en pie: Doscaminos histricos se ofrecieron entonces (siglo XIX) y siguen ofrecindose hoy a esa clasc social (la clase media) ya entoncesdecisiva: acaudillar revolucionariamente las reivindicaciones econmicas y polticas del proletariado, la va que siguieron Marx,Engels y Lenin, o reformar poltica y econmicamente la sociedad, de modo que sean eficaz y decorosamente conciliadas(insisto: eficaz y decorosamente conciliadas) la justicia y la libertad. Ante ese dilema sigue la humanidad en la segunda mitaddel siglo XX[84].

    Habr que considerar que a los falangistas no les falta razn cuando arguyen que la Falange de Jos Antonio tendr o notendr vigencia, pero lo cierto es que su sola mencin produce un especial nerviosismo en las alas extremas del pas donde sepone la mecha a los petardos contra los monumentos funerarios o se discute con excitacin la propia existencia de la Falange, elderecho de los falangistas a asociarse, la difusin de un disco del Cara al Sol en versin joven o la supuesta resurreccin delSEU. En estos casos, ha dicho Carlos Pinilla, los que niegan razonan con el deseo[85].

    14. Revolucin pendiente

    La revolucin nacionalsindicalista qued en suspenso segn el texto ya citado del profesor Rodrigo Fernndez-Carvajal. Y estees el momento apropiado para completar aquel texto porque, a punto y seguido, el profesor Fernndez-Carvajal continadiciendo: El hecho es que esta revolucin no se hizo, pero a cambio se hizo otra cosa: treinta aos de ininterrumpido trabajo

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    que cambian la faz del pas y que, al enriquecerlo, hacen inexorablemente necesario resucitar aquel radicalismo que en 1939hubo de embalsamarse, o cuando menos una versin actualizada del mismo[86].

    As, por lo pronto, y en orden a la vigencia de los contenidos de la Falange de Jos Antonio, cabe considerar aquella vigenciano slo, en sentido general, como la actualizacin de la sntesis falangista que el profesor Antonio Tovar propona a las nuevasgeneraciones[87], sino tambin, en sentido particular, como un concreto compromiso revolucionario: el de evitar que, superadaslas justificaciones de la moratoria, creada la necesaria base socio-econmica, la oligarqua capitalista se apropie de susposiciones (que, en definitiva, tiene como un prstamo del pueblo espaol) y, ya sin ms justificacin que su dictadura, aplace

    otra vez la ocasin que Jos Antonio Primo de Rivera alumbr un 29 de octubre y que el pueblo espaol ha ganado con martiriosy trabajos.

    Para la filosofa de la Falange de Jos Antonio y a estas alturas, sera una contradiccin no considerar al pueblo espaol en sutotalidad, sin distingos beligerantes, y no entenderlo, a estos efectos, como una sntesis de las justas reivindicaciones proletarias,que cayeron de un lado y las justas reivindicaciones espirituales, que cayeron del otro[88].

    Sin necesidad de pruebas historiogrficas, no es aventurado sostener que el pueblo, desde un lado o desde otro, no luch pararestablecer un orden anterior y que, si el pueblo (con la derrota o con la victoria, por la fuerza o por la conveniencia) devolvi ala oligarqua capitalista las posiciones que se iban por la posta, fue en calidad de cesin temporal, en una especie de pactohistrico no escrito, pero que bien podra titularse la Revolucin pendiente en un sentido muy estricto[89].

    Bien es verdad que incluso desde posiciones falangistas tambin se considera que una revolucin demasiado pendiente es una

    revolucin imposible[90] o que pretender hoy desmontar revolucionariamente (en los pases desarrollados o en va dedesarrollo) el sistema neocapitalista es, adems de inviable, antieconmico en trminos histricos[91] o que Jos Antonio hoyVolvera a hablar de justicia social, pero quiz no se entretendra tanto en hacer la crtica del capitalismo liberal y delsocialismo marxista, sino que buscara la va de entendimiento del neocapitalismo europeo y del socialismo democrtico[92].

    15. Alternativa para la juventud

    Todo consiste, pues, en considerar si es oportuno un replanteamiento y, por consiguiente, una reclamacin de aquella deudahistrica, o si, por el contrario, ante otras perspectivas, conviene admitir que la oligarqua capitalista, desde sus actuales castillos,nos diga como en el juego infantil: Santa Rita, lo que se da no se quita[93].

    Hay que decir que la respuesta a aquella alternativa es fundamentalmente una tarea de jvenes con modos jvenes?

    Ya Jos Antonio Primo de Rivera prevea el relevo de generaciones en el empeo revolucionario con un lema antiguo: Si novenc reyes moros, engendr quien los venciera[94].

    Un fenmeno muy vivo, muy ardiente, favorece esta proposicin, el hecho de que en la juventud actual se adviertan de un modovehemente y simultneo la bsqueda de una tarea comprometedora y, por encima de las desviaciones o pintoresquismos, lapalpitacin de una tica confortante.

    En la polmica del enfrentamiento de generaciones ya es una idea comn la de que los jvenes tienen razn porque en definitivasienten iguales aspiraciones y piensan como sus padres. Lo que ocurre, es que quieren que esas ideas pasen en todo lo posible dela utopa a la realidad. Es decir, que se han tomado en serio los ideales que les han enseado sus mayores[95].

    El profesor Muoz Alonso, actual Rector de la Universidad Complutense, lo dijo de un modo esclarecedor: La rebelda de lajuventud actual encuentra su fundamento explicativo en querer actuar a niveles de situacin las ideas y los valores defendidospor los mayores a niveles de principio. La violencia de la juventud es el diccionario que maneja para estas traducciones porqueno encuentra fcilmente otro instrumento vlido para su versin[96].

    16. Final

    He llegado al final de este informe sobre la Falange de Jos Antonio.

    Comprendis ahora por qu, sin necesidad, sin obligacin. sin ganancia, me he impuesto la redaccin de este informe?

    Comprendis ahora por qu me he arriesgado a que este informe sea calificado de utpico?[97].

    [1]Obras de Jos Antonio Primo de Rivera. Edicin Cronolgica. Seccin Femenina del Movimiento. Quinta

    Edicin. 1970. Pgina 64. En lo sucesivo se citar abreviadamente como OJA.[2] OJA pg. 65.[3] OJA pg. 66.[4] OJA pg. 68.

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    [5] La evidencia de este juicio est precisada por el profesor Adolfo Muoz Alonso. Un pensador para unpueblo. Pg. 391.[6] OJA pg. 68.[7] OJA pg. 68.[8] OJA pg. 425.[9] OJA pg. 914.

    [10] .OJA pg. 914.

    [11] FE 7 de diciembre de 1933.[12] Decreto de 16 de noviembre de 1938. Boletn Oficial del da 17.11.[13] Fernando Surez: Conversacin con cisne al fondo. Entrevista de Pedro Rodrguez.Arriba, 18 de octubre de1970[14]Un pensador para un pueblo. Pg. 387.

    [15] Falange. Historia del fascismo espaol. Stanley G. Payne, pg. IX.[16] d. pg. 63.[17] 19 de mayo y 17 de noviembre de 1935. OJA. Pgs. 557 y 705.

    [18]OJA. Pg. 557.[19] David Jato, El hombre del traje gris. Entrevista Pedro Rodrguez,Arriba, 14 de marzo de 1971.[20]Un pensador para un pueblo,. pgs. 27 y 28.

    [21]OJA, pgs. 62, 67 y 68.[22]OJA, pg. 557.

    [23]OJA, pgs. 423, 427 y 711.[24] OJA, pgs. 789 y 924. Sobre la Falange indita, artculo de Aguinaga. Agencia Pyresa. Agosto de 1968.[25]OJA, pgs. 342 y 717.[26]OJA, pg. 563[27]OJA, pg. 716.

    [28] Encuesta sobre el futuro de Espaa, Torcuato Fernndez Mi randa.Arriba, 21 de julio de 1966.[29]OJA, pgs, 65 y 485.[30] Entrevista con Raimundo Fernndez Cuesta. Jos Luis Jerez Riesco. En Pie, Octubre de 1970.

    [31]OJA, pg. 647.[32]Decadencia o derrota de Espaa?, Bartolom Mostaza, Ya, 26 de mayo de 1971.[33] Transmitamos encendida la llama, Arriban, 20 de noviembre de 1952.[34] Tiempo. Una actitud ante Jos Antonio, Arriba, 24 de noviembre de 1956.[35]OJA, pg. 69.[36] Nota de la Comisin Permanente del Consejo Nacional, 14 de octubre de 1970.[37] Decreto de Unificacin. Prembulo. 21[38] Decreto de 31 de julio de 1939.

    [39]OJA, pg. 65.[40] Jos M Mancisidor. Frente a frente, pg. 216.[41] Porque con camisa azul o con camisa blanca, en el Gobierno o fuera del Gobierno, en el ao 36 y en el 45,y en el 56, y en el 71, como una pequea escuadra, como una falange, como un partido, como un movimiento,como pueblo annimo y emocionante de Espaa, no renegaremos nunca de nuestro origen joseantoniano y denuestro ser de falangistas, JaimeCampmany, Discurso en el Puerto de la Cadena (Murcia),Lnea, 16 de febrerode 1971. Dionisio Ridruejo, al volver de la Divisin Azul, afirm que"haba que morir con Alemania", que aslo exiga nuestro honor de espaoles polticos. Declaraciones de David Jato,Arriba, 14 de marzo de 1971.[42] Emiliano Aguado.D. Manuel Azaa Daz, pg. 360, Ediciones Nauta, Madrid, 1972.[43] Hace diecisis aos, aproximadamente, Salas Pombo, que era vicesecretario y tena en la mano todo aquelmundo de la Vicesecretara, me propuso la Delegacin de Prensa y Propaganda del Movimiento. Yo aprovechno slo para renunciar al cargo, sino para darme de baja en la Falange. Se lo expliqu en una larga carta. Yoquera seguir siendo lo que era, lo que haba sido siempre. Seguir en aquello ya no tena finalidad,Declaraciones de David Jato,Arriba, 14 de marzo de 1971.[44]OJA, pg. 569.

    [45] Ha mandado la Falange en Espaa?, Encuesta de Informaciones, 16 de mayo de 1969.[46] Editorial deABCde 3 de noviembre de 1967. En l se dice: ...cuando en su pas se ha llegado a tal

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    desarrollo administrativo y legal [...] resultan extraordinariamente sorprendentes ciertas frecuentes apelaciones ala "revolucin pendiente" [...] De nuestra sorpresa brotan interrogantes en cascada. Cul es esa revolucinpendiente? Qu signo tiene? Qu se piensa "revolucionar" en el actual Estado de Derecho o en la actual yreciente Constitucin, aprobada con masivo refrendo popular? [...] Espaa, a lo que entendemos, ha hecho [...] surevolucin. De ella ha salido su nuevo Estado, su nuevo Rgimen. Este se ha institucionalizado y tiene suConstitucin. Entonces, cul es la "revolucin pendiente"?.[47]Parecer,ABC, 13 de julio de 1969.[48] Ayer, por ltima vez, expliqu al Tribunal que me juzgaba lo que es la Falange. Como en tantas ocasiones, repas, aduje,los viejos textos de nuestra doctrina familiar, OJA, pg. 954.[49]OJA, pg. 570.[50] Gabriel Cisneros,La interrogacin poltica, Pueblo, 4 de julio de 1968.[51]La guerra civil ya es historia, entrevista de Pedro Pascual,Arriba, 4 de julio de 1971.[52]Palabras de ayer y de hoy.

    [53]OJA, pg. 485.[54]OJA, pg. 550.[55]OJA. pg. 796.[56] Jos Luis Rubio. Un socialismo de hombres libres,ndice, nm. 174, febrero de 1961. Tambin, ManuelCantarero del Castillo enNeocapitalismo, socialismo y oportunismo, SP, 25 de junio de 1969.

    [57]OJA, pg. 427.[58] En el mismo discurso de la Comedia no aparece la palabra revolucin [...] hay que esperar al discurso del19 de mayo del 35, en el cine Madrid, para encontrar un pensamiento maduro sobre la revolucin..., Jos MGarca Escudero, Tiempo. Una actitud sobre Jos Antonio, Arriba, 24 de noviembre de 1956. Segntestimonio de Rafael Garca Serrano, en los aos 50, la direccin deArriba fue objeto de una gran reprimendapor haber reproducido en su aniversario pero inoportunamente fragmentos de aquel discurso.[59]OJA, pg. 711.[60] Nuestro movimiento [...] jams se ha llamado fascista en el ms olvidado prrafo del menos importantedocumento oficial ni en la ms humilde hoja de propaganda, OJA, pg. 913.[61] Salvador de Madariaga, Espaa, 1964.[62] Es la mentalidad de las derechas espaolas la que achaca al marxismo la exclusividad socialista. Por lo tanto la salvacin

    est en el capitalismo. La verdad es que existe un socialismo no marxista, que es anticapitalista. Naturalmente, esto no convienea las derechas. Friso, con la rbrica de Arturo,Arriba, 7 de noviembre de 1972.[63] Juan Velarde, Jos Antonio patrimonio espiritual de los espaoles. Arriba, 20 de noviembre de 1970.[64] Ramn Serrano Suer, Qu pasa con la Falange?, Encuesta deInformaciones, 31 de octubre de 1968.[65] Antonio Tovar,Aguafiestas iluminados, Pueblo, 23 de agosto de 1942.[66] Juan Velarde Fuertes,Arriba, 15 de octubre de 1970.[67] Leopoldo Azancot, La revolucin postergada, Pueblo,[68] Rodrigo Fernndez-Carvajal,La constitucin espaola, pg. 14.[69] Falange no ha sido un hecho histrico como otro cualquie