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R. ANTONIO RAMOS LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY Y EL IMPERIO DEL BRASIL PUBLICAÇAO CONJUNTA DO CONSELHO FEDERAL DE CULTURA E DO INSTITUTO HISTÓRICO E GEOGRÁFICO BRASILEIRO A FRANCISCO NEGRAO DE LIMA, DIPLOMATICO ILUSTRE, AMIGO Y CABALLERO RECONOCIMIENTO Al dar a la estampa este libro me es sumamente grato expresar mi viva gratitud a Francisco Negrao de Lima, Beatriz Bosch, Constança Wright, Júlio César Chaves, E. Vilhena de Moraes, Hélio Vianna, al gran historiador desaparecido Affonso de E. Taunay, al Archivo Histórico de Itamarati, a la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro, al Instituto Histórico Brasileño, al Museo Imperial de Petrópolis y al Archivo Nacional de Asunción, con cuya colaboración he podido dar satisfactoriamente término a este trabajo. Y muy especialmente agradezco a la eficaz intervención de los ilustres historiadores José Antonio Soares de Souza, Pedro Calmón, Américo Jacobina Lacombe y Arthur Cézar Ferreira Reis, a quienes debo la publicación de esta obra. Agradezco asimismo la colaboración de las señoritas Elena López Bogado y Celsa Sosa. ABREVIATURAS Archivo Nacional de Asunción A.N.A. Archivo Histórico de Itamarati A.H.I.

LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY Y EL IMPERIO DEL BRASIL R. Antonio Ramos.docx

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R. ANTONIO RAMOSLA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAYY EL IMPERIO DEL BRASILPUBLICAAO CONJUNTADOCONSELHO FEDERAL DE CULTURAE DOINSTITUTO HISTRICO E GEOGRFICO BRASILEIROA FRANCISCO NEGRAO DE LIMA, DIPLOMATICO ILUSTRE,AMIGO Y CABALLERORECONOCIMIENTOAl dar a la estampa este libro me es sumamente grato expresar mi viva gratitud a Francisco Negrao de Lima, Beatriz Bosch, Constana Wright, Jlio Csar Chaves, E. Vilhena de Moraes, Hlio Vianna, al gran historiador desaparecido Affonso de E. Taunay, al Archivo Histrico de Itamarati, a la Biblioteca Nacional de Ro de Janeiro, al Instituto Histrico Brasileo, al Museo Imperial de Petrpolisyal Archivo Nacional de Asuncin, con cuya colaboracin he podido dar satisfactoriamente trmino a este trabajo.Ymuy especialmente agradezco a la eficaz intervencin de los ilustres historiadores Jos Antonio Soares de Souza, Pedro Calmn, Amrico Jacobina LacombeyArthur Czar Ferreira Reis, a quienes debo la publicacin de esta obra. Agradezco asimismo la colaboracin de las seoritas Elena Lpez BogadoyCelsa Sosa.ABREVIATURASArchivo Nacional de AsuncinA.N.A.Archivo Histrico de ItamaratiA.H.I.Biblioteca Nacional de Ro de Janeiro Coleccion Ro BrancoB.N.R.J. C.R.B.

INDICEPrlogopor Jos Antonio Soares de SouzaPrimera Parte La poltica de Portugalyla independencia del ParaguayCAPITULO I La Corte de Lisboa en AmricaCAPITULO II El Paraguay y el auxilio portugusCAPITULO III La independencia paraguayaSegunda Parte La independencia del ParaguayyBuenos AiresCAPITULO IV Congreso de 1811CAPITULO V Tratado con Buenos AiresCAPITULO VI Controversia con la capital del plataCAPITULO VII Congreso dg 1813Tercera Parte La independencia del ParaguayyRosasCAPITULO VIII Congreso de 1842CAPITULO IX Comunicacin a la Confederacin ArgentinaCAPITULO X Las razones secretsimasCAPITULO XI Presidencia de Carlos Antonio LpezCuarta Parte La independencia del Paraguay y el BrasilCAPITULO XII Misin Pimenta BuenoCAPITULO XIII El reconocimiento de la independenciaCAPITULO XIV La protesta de RosasCAPITULO XV La polmicaCAPITULO XVI El Paraguayo IndependienteQuinta Parte Gestiones del Imperio del Brasil para el reconocimiento de la independencia del ParaguayCAPITULO XVII La circular del 24 de noviembreEn EuropaCAPITULO XVIII Misin del vizconde de AbrantesCAPITULO XIX Reconocimiento de Portugal y AustriaCAPITULO XX Representaciones en Inglaterra y FranciaCAPITULO XXI Representaciones en Espaa y Ciudades HanseticasCAPITULO XXII Reconocimiento de los Pases Bajos y representaciones en Blgica y otros EstadosEn AmricaCAPITULO XXIII Reconocimiento de Bolivia y ChileCAPITULO XXIV Reconocimiento del UruguayCAPITULO XXV Reconocimiento de Venezuela y ColombiaCAPITULO XXVI Representaciones en Per y Estados Unidos deAmricaSexta Parte El ocaso de RosasCAPITULO XXVII Alianza con el BrasilCAPITULO XXVIII Capitulacin de OribeCAPITULO XXIX El Paraguay y el tratado del 29 de mayoCAPITULO XXX Tratado del 21 de noviembreCAPITULO XXXI Reconocimiento de la independencia por la Confederacin ArgentinaCAPITULO XXXII Reconocimiento de la independencia por Inglaterra, Francia, Cerdea, los Estados Unidos de AmricaPROLOGOHace casi veinte aos que conozco al Dr. R. Antonio Ramos. Fue nuestro amigo comn Walter Alexander de Azevedo, quien me present en enero de 1946. Desde entonces he seguido de cerca los trabajos del ilustre historiador y, a veces, investigbamos juntos en el Archivo Histrico de ltamarati y en la Biblioteca Nacional de Ro de Janeiro. Gran parte del material utilizado en este libro l lo obtuvo, con un trabajo meticuloso y paciente, al cual yo asist sin interrupcin no slo por meses sino por aos.El estudio en comn durante todo ese tiempo, de determinados temas y pocas de nuestra historia, me dio la oportunidad de conocerle no slo como historiador, erudito y equilibrado, sino tambin como incansable e inteligente investigador. Era natural as que adems de mi admiracin le consagrase particular estima, considerndolo uno de los buenos amigos y compaero de trabajo. A esos lazos de una ya vieja amistad y no a mritos, que no tengo, debo, ciertamente, el honroso encargo de escribir el prefacio de LaIndependencia del Paraguayyel Imperio del Brasil.El Dr. Ramos no necesitaba, sin embargo, de introducciones y prefacios escritos por m para sus libros, pues es autor sobradamente conocido, tanto en el Paraguay y Brasil como en otros pases de Amrica. Su primer libro: LaPoltica del Brasil en el Paraguay,publicado en Buenos Aires por la Editorial Ayacucho, en 1944, lo consagr definitivamente como historiador y tuvo, aqu en el Brasil, merecida repercusin. El 9 de enero de 1958 el Dr. Ramos fue electo Miembro Correspondiente del Instituto Histrico y Geogrfico Brasileo.Varios trabajos public el Dr. Ramos e innmeras las conferencias que pronunci. Mencionarlos uno a uno sera alargar el prefacio, eludiendo lo principal que es la presentacin de este libro, obra importantsima, por ser la primera reconstruccin histrica de la independencia de la Repblica del Paraguay, en la que se incluye el reconocimiento de esa independencia, como parte principal de ese proceso.* * *Una vez declarada la independencia del Paraguay, su consolidacin fue obra exclusiva del Dr. Francia. La poltica de aislamiento que adopt, no tuvo otro objetivo que liberar a la provincia no slo de la tutela de Espaa, incapaz entonces de reconquistarla, sino tambin de Buenos Aires, en su tentativa de atraer hacia s, como centro que fue del antiguo virreinato, a las provincias que se separaban. Justamente las dos primeras partes de este libro se refieren a la liberacin del Paraguay, con las victorias de Paraguar y Tacuar, a la destitucin del gobernador Velasco y, finalmente, al Congreso general del 17 de junio de 1811, que resolvi crear una Junta Gubernativa y declarar que la provincia del Paraguay se gobernara por s misma, independiente de Buenos Aires. Desde entonces el Paraguay sigui la inspiracin o la direccin segura del Dr. Francia, en el sentido de hacer efectiva la independencia de la provincia.La independencia y su consolidacin fueron dos etapas relativamente fciles en relacin a la ltima, o sea, al reconocimiento de la independencia. Se ha visto que el Dr. Ramos les dedic solamente dos partes de las seis en que dividi su libro. Las otras cuatro partes se refieren al reconocimiento y a la ayuda importante del Imperio del Brasil en esta ltima fase.Mientras vivi e1 Dr. Francia nadie dud de la independencia del Paraguay, al menos oficialmente. El Imperio la reconoci indirectamente con la misin de Correa da Cmara, y, directamente, en la nota del marques, entonces vizconde, de Inhambupe, del 17 de marzo de 1826, dirigida al ministro paraguayo Bentez. Todos respetaban al Supremo, inclusive el general Rosas, gobernador de Buenos Aires, quien, dos aos despus de la muerte del Dr. Francia, hizo insertar en suGazeta Mercantil,del 7 de marzo de 1842, el artculo que deca: Durante las dos pocas de la administracin de Nuestro Ilustre Restaurador de las Leyes jams se ha escrito en esta Provincia contra el Paraguay, ni contra el Dictador Dr. D. Jos Gaspar de Francia, ni contra su poltica.Ahora bien, toda la poltica del Dr. Francia estaba dirigida en el sentido de fortalecer la independencia conquistada en 1811. Si el ilustre Restaurador, que no era otro sino el propio general Rosas, nada escribi contra la poltica del Dr. Francia, sera de presumir que estuviese de acuerdo con la independencia del Paraguay y su consolidacin, objetivos principales, sino nicos, de la poltica del Dictador.Tal no ocurri, sin embargo. El silencio de Rosas no significaba asentimiento, pero s desaprobacin. Tanto era as que, mucho antes de la muerte del Dr. Francia y de haberse publicado el artculo citado en laGazeta Mercantil,l afirmaba en carta a Estanislao Lpez, fechada el 21 de julio de 1836: La Provincia del Paraguay, aunque est de hecho separada de nosotros por la influencia y caprichos de Francia, pertenece de derecho a la Confederacin de la Repblica, y nosotros debemos por nuestra parte en cuanto podamos conducirnos con ella bajo de este concepto para que jams se nos pueda disputar el derecho con argumentos tomados de nuestros propios y libres procedimientos.(Correspondencia entre Rosas, QuirogayLpez,p. 373, Librera Hachette S.A., Buenos Aires, 1958).Rosas era coherente con sus puntos de vista. Muerto el Dr. Francia, tanto el Brasil como Inglaterra intentaron abrir comunicaciones con el Paraguay por los ros de la Plata, Paran y Paraguay. Rosas no lo consinti. No permiti al Brasil por tratarse de la navegacin de ros interiores, privativa de la Confederacin. Reservadamente se agreg que la negativa se justificaba, adems, porque se refera a un pedido para el viaje de diplomticos acreditados en el Paraguay, considerado como provincia por la Confederacin y, por lo tanto, parte integrante del territorio argentino. Los fundamentos de la negativa para el ministro ingls Mandeville habran sido, ms o menos, los mismos. El comerciante inglsHuguespara ir a Asuncin, en 1841, por los ros Paran y Paraguay, tuvo que viajar en barco argentino, con bandera argentina. Y Gordon, de la Legacin de Gran Bretaa en Ro de Janeiro, al ao siguiente, cruz el Uruguay y el territorio correntino, protegido por el general Rivera, para llegar a Itapa y de ah aAsuncin.Por la manera que llegaron los dos ingleses al Paraguay, los Cnsules desconfiaron de las intenciones de Rosas. Formularon entonces varias preguntas, a las cuales los ingleses respondieron con franqueza. De esas respuestas concluyeron los Cnsules que la independencia de la Repblica, si bien consolidada en el interior, era, en el exterior impugnada por el gobernador de Buenos Aires.Convocseun nuevo Congreso que se reuni en noviembre de 1842, en la ciudad de Asuncin. Ese Congreso adems de ratificar la independencia autoriz a los Cnsules que la ratificacin llevada a cabo se comunicase a los gobiernos vecinos, especialmente al de la Confederacin Argentina.A ese Congreso sigui la misin a Buenos Aires de Andrs Gill con el objeto de entregar al general Rosas una nota de los Cnsules, en la que solicitaban el reconocimiento de la independencia del Paraguay por la Confederacin Argentina. Rosas se neg a atender la representacin paraguaya por considerar a la Repblica una provincia argentina.El Supremo Gobierno no se conform con la negativa rosista. Al ao siguiente envi otra misin con la jefatura de Manuel Pea. En esta misin figuraba como adicto Francisco Solano Lpez, hijo mayor del Cnsul Carlos Antonio Lpez. Rosas persisti en su punto de vista de considerar al Paraguay una provincia y, como tal, incapaz de gobernarse por si misma.La misin de Andrs Gill adems del objeto principal tena otro, el de hacer llegar a las manos del gobierno brasileo una nota dando cuenta de las resoluciones del Congreso, reunido en Asuncin en noviembre de 1842, y solicitando el reconocimiento de la Repblica. Esta nota no fue entregada al ministro brasileo en Buenos Aires, Duarte da Ponte Ribeiro, sino al ministro argentino D. Felipe Arana, que la remiti al general D. Toms Guido, representante de Rosas en Ro de Janeiro, quien, a su vez, la entreg al ministro de Negocios Extranjeros, Honorio Hermeto Carneiro Leao.La respuesta del Brasil no fue inmediata. Slo en octubre de 1843, durante el ministerio de Paulino Jos Soares de Souza, se resolvi la ida de Jos Antonio Pimenta Bueno al Paraguay, en el carcter de encargado de negocios, dndosele como misin principal el reconocimiento de la independencia de la Repblica.En setiembre de 1844, Pimenta Bueno cumpla sus instrucciones, reconociendo aquella independencia. Este acto vino a agravar an ms las relaciones del Brasil con Rosas. Adems de las quejas nacidas del no reconocimiento del bloqueo de Montevideo por el ministro Sinimbu, el general Guido agreg ahora la del reconocimiento de la independencia del Paraguay. Al ao siguiente, el ministro brasileo Antonio Paulino Limpo de Abreu al contraprotestar contra la protesta argentina por el reconocimiento de la independencia paraguaya, esclareca los motivos que llevaron al Imperio a tal decisin. Entre estos motivos, figuraba como primordial, el derecho que asista al Paraguay a una independencia no cuestionada por ms de 30 aos! Fue nuevamente Limpo de Abreu, quien, en noviembre de 1845, orden a las legaciones brasileas en Europa y Amrica para que procurasen sondar las posibilidades del reconocimiento de la independencia del Paraguay de parte de los gobiernos ante los cuales estaban acreditados.Hasta 1850 la inseguridad persisti en las cuestiones del Ro de la Plata. Montevideo continuaba asediada por los ejrcitos argentinos, bajo el comando del general Oribe. En el Paraguay el presidente Lpez vacilaba, sin saber que rumbo seguir, pues la poltica brasilea, si bien clara y firme en cuanto a la independencia de las Repblicas del Uruguay y Paraguay, era indecisa cuando se trataba de afrontar a Rosas.Mas, en 1850, el ministro Paulino Jos Soares de Souza, que volvi al ministerio en 1849, decidi que el Imperio saliese de la posicin en que se haba colocado ante la poltica agresiva del general Rosas. En setiembre de 1850 rompi con el general Guido, representante de la Confederacin. Por intermedio del encargado de negocios en Asuncin, Pedro de Alcntara Bellegarde consigui firmar un tratado con la Repblica del Paraguay.Son expresivas dos cartas del presidente Lpez al ministro Paulino, escritas antes de concluido el tratado. La del 6 de setiembre de 1850, deca:Primero que todo, agradezco a V.E. la amistosa expresin de sus sentimientos, y simpata por la causa de mi Patria, y por las consideraciones con que me honra en su estimable de 22 de julio pp.V.E. en conformidad a la poltica de sus antecesores, reconoce la comunin de intereses, y la conveniencia de ligar los destinos del Brasil, y del Paraguay; pero Dios no permite que los Gobiernos del Imperio, y de la Repblica arriben del actual equvoco de una amistad sin garanta, ni vnculo.La tranquilidad que hasta hoy ha disfrutado mi Patria, se ve amenazada de una prxima tormenta que le tiene armada el intratable enemigo de la nacionalidad paraguaya.En esta lucha, el Paraguay se encuentra solo; y tiene que ser fuerte en la Capital, y en sus vastas fronteras: no cuenta sino con sus propios medios, y estos pueden ser apurados por el perpetuo bloqueo de los puertos de la Repblica; pero est resuelta a sepultarse en sus ruinas, primero, que doblar una rodilla al feroz salteador que quiere sojuzgarla. Cualesquiera que sean las ulterioridades de esta crisis, podrn aleccionar a los que presentemente no dan mucha importancia a la fuerza de las cosas. V.E. sabe que el momento perdido en poltica, ya no vuelve.Felizmente para el Brasil se halla V.E. al frente de los Negocios extrangeros, ahora que ha tenido lugar el desenlace de la que se llamaba cuestin del Plata, y lo tendrn las diferencias del Gabinete brasilero, con el Gobierno argentino.La llamada cuestin del Plata no tuvo, entonces, su desenlace, ni el gabinete brasileo consigui entenderse con el gobierno argentino.En noviembre, anteviviendo ya la efectividad de la alianza con el Imperio, volva Lpez a escribir, el da 19:Me ha sido grandemente satisfactoria la apreciada de V.E. de 11 de Octubre pp., y en su mrito quedo dispuesto a tratar con el Illmo. Sor. Encargado de Negocios de S. M. el Emperador del Brasil, concurriendo cuanto pudiere para facilitar, y apresurar nuestras comunicaciones.V.E. me ha presentado el farol que necesitaba para conocer mi horizonte, y me ha despejado el camino, que no dejaba de presentarme dificultades mas menos serias. Cuento en que V.E. no estraar esta franqueza.Soy grato a V.E. por sus importantes providencias, y esplicaciones satisfactorias sobre el incidente desagradable ocurrido en el contestado territorio fluvial, volviendo las cosas al estado anterior, hasta un arreglo amigable de lmites.Todavia no me ha enviado el Seor Bellegarde la correspondencia impresa con que me ha favorecido el bueno, y fino afecto de V.E., y dndome desde luego por entregado de ella, le doy espresivas gracias por este importante obsequio, y por las interesantes noticias que se ha servido comunicarme.La amistad, y la correspondencia de V.E. son para mi prendas de inmenso valor: quiera pues V.E. continuar favorecindome con sus comunicaciones, la vez que le permitan sus grandes atenciones, con la franqueza y lisura que interesa la libertad de una correspondencia amistosa.El tratado firmado en Asuncin el 25 de diciembre de 1850, entre el Brasil y el Paraguay, facilit el entendimiento, que se verific a partir de marzo de 1851, entre el Imperio y el general Urquiza.De ah en adelante la llamada cuestin del Plata tuvo un rpido desarrollo. En octubre de 1851, Montevideo se liber de los ejrcitos de Rosas. Y en febrero de 1852 caa el podero del general Rosas ante los ejrcitos aliados, en Monte Caseros. Separado el dictador porteo del escenario poltico del Ro de la Plata fue fcil obtener el reconocimiento de la independencia del Paraguay de parte de aquellas naciones que, en consideracin a Rosas, no lo haban hecho hasta entonces.* * *A esos cincuenta aos de historia de nuestro continente dedic el Dr. R. Antonio Ramos este libro, fruto de mucho estudio y bien orientada investigacin. Es copiosa y autntica la documentacin que cita y transcribe con propiedad y correccin.La historia que nos ofrece, por tanto, es digna de ser leda y meditada. Es minuciosa, sin duda, pues se basa en un sin nmero de documentos de la poca y en bastante bibliografa, pero, por eso mismo, reveladora. La presencia de nuestro pasado, en aquello que an es vivo, aclar con objetiva certeza, y consigui su intento, dndonos, en cuadros sucesivos, la historia de la independencia del Paraguay y de su reconocimiento, sealando con justicia el papel del Imperio en esta ltima fase.Niteri, 5 de diciembre de 1965.Jos Antonio Soares de Souzadel Instituto Histrico y Geogrfico BrasileoPrimera ParteLA POLITICA DE PORTUGAL Y LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAYCAPITULO ILA CORTE DE LISBOA EN AMERICAComo consecuencia del tratado de Fontainebleau, firmado el 27 de octubre de 1807, entre Espaa y Francia, los ejrcitos de Napolen invadan a Portugal y al ao siguiente a Espaa.La Corte de Portugal de acuerdo y con el apoyo de Inglaterra se traslad al Brasil. (1) Ejerca entonces la regencia de ese reino el Prncipe Don Juan, por imposibilidad de su madre, la Reina loca Doa Mara I. Don Juan estaba casado con la Princesa Carlota Joaquina de Borbn, hija primognita de Carlos IV, hermana del Prncipe de Asturias, despus Fernando VII de Espaa. La Princesa acompa a su esposo en el viaje a Amrica. Marido y mujer, sin embargo, no se entendan, sus relaciones estaban lejos de ser cordiales y afectuosas. La corte lusitana con 15.000 personas dej las costas de Europa el 29 de noviembre de 1807.Caio de Freitas, en su obra sobre Canning y el Brasil, en la que estudia la influencia de la diplomacia inglesa en la formacin de este pas, expresa que el traslado de la corte al Brasil tuvo como resultado inmediato, una sbita eclosin de las secretas ambiciones del Prncipe Regente, En el sentido de compensar con las ventajas de una poltica expansionista que podra ofrecerle la Amrica del Sur, los perjuicios resultantes de la ocupacin por los franceses de su reino en Europa,(2)En el largo e incmodo viaje Don Juan trat en secreto con Rodrigo de Souza Coutinho, despus conde de Linhares, la posibilidad de intentar un golpe de fuerza inmediata en el Ro de la Plata. La empresa era delicada, pero el plan madur durante la travesa. Nada detuvo en el Prncipe Regente aquella invencible sed de accin, aquella devoradora ansia de realizar con urgencia un acto de agresin poltica que tuviese la virtud de desvanecer con el xito, que juzgaba cierto, la melanclica impresin que causara su fuga de Portugal. (3)Tal era el propsito del Prncipe Regente cuando lleg a Ro de Janeiro y tal la poltica de penetracin en el Ro de la Plata, que su influyente y dinmico ministro Sousa Coutinho iba a poner en prctica. Don Juan apenas puso pie en tierra y todava bajo la influencia del fatigoso viaje, ya cuchicheaba con Linhares afirma Pedro Calmn la conquista de las posesiones espaolas. (4)El traslado de la corte portuguesa caus inquietud y alarma en el Ro de la Plata. Santiago de Liniers, el 19 de febrero de 1808, poco menos de un mes antes de la llegada de Don Juan a Ro de Janeiro, comunic confidencialmente la noticia al gobernador del Paraguay, Manuel Gutirrez Varona, ordenndole que tomase las medidas de precaucin en esa Frontera para evitar cualquier sorpresa... sin publicar el motivo y objeto de ellas, y de un modo que no causen desconfianza, ni temor en la provincia y en la frontera. Con ese motivo, el gobernador, en nota muy reservada del 16 de marzo, comunic, a su vez, al comandante de Villa Real, Jos de Espnola, el contenido del oficio de Liniers, recomendndole que con la reserva que se manda, tome pr. su parte las medidas, o medios que encuentre ms oportuno para averiguar por conducto de los Indios, o de otro equivalente, si los portugueses hacen algunos movimientos, o si se reunen Tropas en los puntos de la Frontera y comunique las noticias en la brevedad posible. Tambin le orden que le remita prontamente una relacin de las armas y municiones disponibles en el distrito, con expresin de su calidad y clase y de la Gente con que se podr contar en caso de ataque, sin que para esto haya reunin, llamamiento, ni otras disposiciones que indiquen novedad. Igualmente le peda que le informase qe. camino oculto, o senda han abierto los portugueses al Guachi, para estraher Ganados de los Campos y Estancias de esos vacinos.(5)El 17 de marzo, Gutirrez Varona contest el oficio de Liniers, destacando la responsabilidad que significaba la defensa de las dos extensas fronteras: la del Uruguay y la del norte. Refirindose a la primera agregaba qe. los Portugueses estaban reuniendo Tropas, disciplinndolas diariamente, en el manejo del Fusil..., atrincherndose y haciendo Quarteles en la Vanda Oriental del Uruguay: estos movimientos me han puesto en el mayor cuidado, y se aumenta progresivamente a proporcin que considero el estado de indefensin en que me hallo. Para poder organizar la defensa solicit los recursos necesarios, porque yo no puedo expresaba responder al Rey de esta Prova, y mucho menos de la de Misiones; comprometindome nicamente, como me comprometo a tomar un Fusil y de este modo de otro qualqa, derramar la ltima gota de mi sangre pr. el Rey y pr. la Patria, pero sin ser responsable de lo qe. no puedo defender ni conservar si los enemigos me atacan. Ha dado instrucciones que redoblen el celo y vigilancia en la frontera. (6)Indudablemente que la inquietud de las autoridades espaolas era fundada, dada la rivalidad entre las dos coronas y teniendo en cuenta la ambicin acariciada por la corte de Lisboa de extender sus dominios hacia el Ro de la Plata y en las regiones del alto Paraguay. Los sucesos posteriores justificaron los recelos de Liniers.El 7 de marzo de 1808, Don Juan lleg a Ro de Janeiro. Y el 13, seis das despus, ya Sousa Coutinho diriga un mensaje a las autoridades de Buenos Aires, en el que ofreca a nombre de su soberano,tomar el CabildoyPueblo de la Ciudad de Buenos Airesytodo el Virreynato bajo su Real proteccin.Los trminos del documento eran cordiales, pero encerraban tambin una velada amenaza bajo la forma de una advertencia, un verdadero ultimtum, porque si las propuestas eran rechazadas su S.A.R. se vera obligado a obrar de comn acuerdo con su poderoso aliado y con los grandes y fuertes medios que la Providencia deposit en sus reales manos.... (7) A este mensaje sigui una carta al mismo cabildo de la Princesa Carlota Joaquina en la que haca valer susderechos.(8)Las gestiones de Sousa Coutinho no pararon aqu. Aprovech la presencia del conde Luis de Liniers, hermano de Santiago, para ensearle el mensaje del 13 de marzo y explicarle los propsitos de la poltica portuguesa, que buscaba una aproximacin para evitar que los espaoles de Buenos Aires fuesen molestados por los ingleses, ya que un ataque de Inglaterra contra el Ro de la Plata sera grandemente perjudicial a1 intercambio comercial de los dos pases, y manifestarleque una demostracin de buena voluntad de parte del gobierno de Buenos Aires, sera que soldados portugueses fuesen admitidos a en algunos puntos estratgicos del virreinato. Termin Sousa Coutinho pidiendo al conde de Liniers que aceptase la misin de completar las negociaciones con las autoridades de Buenos Aires. (9)Adems de estas gestiones fue enviado al Ro de la Plata el brigadier Joaquin Javier Curado, en misin confidencial. Este deba ver si el gobernador de Montevideo tendra voluntad de entregarse al dominio de S.A.R. y pintndole las tristes consecuencias de una intil resistencia, le har los mayores ofrecimientos de parte de S.A.R., contando que l entregue luego la plaza y dems territorios, pudiendo Vm., en el caso de hallar buenas disposiciones, reclamar despus tropa de Ro Grande y de San Pablo, para cuyo efecto lleva las advertencias competentes.... (10)El cabildo de Buenos Aires rechaz las proposiciones de la nota del 13 de marzo y dispuso que el virrey, Santiago de Liniers, tomase las medidas conducentes a la seguridad de las provincias, vengando y castigando el temerario arrojo con que un prncipe fugitivo, esclavo del gabinete de Saint James, atacaba su honor y su lealtad, para desagraviar as los vejmenes irrogados al soberano espaol y a su poderoso aliado el emperador Napolen. Liniers, llevado por su entusiasmo, hasta pens invadir Ro Grande del Sur, con un ejrcito de 2.000 hombres. Elo le convenci de la inconveniencia de esta calaverada. (11)La misin Curado tampoco tuvo xito. Sousa Coutinho insisti estrilmente sobre que la unin sera conveniente contra una posible invasin francesa. A su regreso el comisionado propuso la adopcin de la fuerza para solucionar la cuestin, agregando que deba avisarse a los del Ro de la Plata de la necesidad de ocupar sus tierras, para impedir que las ideas anrquicas los arruinasen... El Prncipe y Don Rodrigo aceptaron el plan... En consecuencia, el brigadier Curado fue enviado a fines de 1808 con tropas de San Pablo a Ro Grande del Sur. (12)Pero Sousa Coutinho al tomar estas determinaciones no se haba asegurado el apoyo ingls, no previ el veto de Strangford, que anulara esta primera tentativa de la poltica expansionista del Prncipe Regente. (13)En el mes de abril, Sousa Coutinho comunic a Hill, encargado de la legacin inglesa, la esperanza de poder inducir a las colonias espaolas a que se declarasen a favor del Prncipe Regente, el cual, por ese medio, se convertira en el nico soberano del inmenso continente sudamericano. El gobierno portugus, adelant Sousa Coutinho, intentara alcanzar sus objetivos por medios pacficos, pero si su esfuerzo fracasase, sera solicitada la asistencia de Inglaterra para que esta idea se ejecutase por la fuerza. (14) Hill comunic la novedad a su gobierno, solicitando las instrucciones correspondientes.El 22 de julio de 1808 lleg a Ro de Janeiro Percy Clinton Sidney Smythe, sexto vizconde de Strangford, ministro plenipotenciario de S.M.B., que desempeara el mismo cargo en Lisboa, habiendo intervenido eficazmente en el traslado de la Corte portuguesa al Brasil. En Ro de Janeiro sera un activo defensor de los intereses britnicos y un ejecutor decidido de la poltica de Canning. Sousa Coutinho le comunic los propsitos de la Corte de posesionarse de los dominios espaoles del Ro de la Plata y las medidas de fuerza adoptadas, como consecuencia del fracaso de los medios pacficos. El ministro portugus agreg, que su gobierno dispona de los siguientes efectivos: 4.500 soldados en San Pablo; 3.000 en Ro Grande; 1,500 en Santa Catalina; 2.000 en Ro de Janeiro; 3.000 en Minas Geraes. La ejecucin del proyecto obedecera al siguiente plan; en primer lugar, los paulistas tomaran Asuncin, Corrientes, y las Misiones y se reuniran enseguida a las fuerzas de Santa Catalina y de Ro Grande paraun ataque a Montevideo. En cuanto esas maniobras se llevasen a cabo en tierra, el almirante Sir Sidney Smith con la escuadra inglesa desembarcara 2.000 hombres de la guarnicin de Ro de Janeiro y ocupara el Ro de la Plata, cortando, inmediatamente, las comunicaciones entre Montevideo y Buenos Aires. El ataque sera para mediados de noviembre. (15)Por estas informaciones que Strangford comunic a Canning, el 25 de julio de 1808, tres das despus de su llegada, se puede apreciar la audacia del plan de la corte portuguesa. Tanto el Prncipe Regente como Rodrigo de Sousa Coutinho estaban decididos a llevar adelante esta poltica de penetracin. Pero Strangford tampoco se atrasaba, pues en la misma comunicacin inform confidencialmente a su canciller, que haba manifestado al almirante Smith que si la expedicin se realizase y se viese coronada con el xito, seria altamente deseable que se retuviese para S.M.B. ya sea Buenos Aires o Montevideo. (16)Mientras tanto en Espaa se desarrollaron en el mes de mayo de 1808 los sucesos de Bayona. Carlos IV y Fernando renunciaron sus derechos a la corona espaola a favor de Napolen. Este, por su parte, impuso el cetro de Carlos V a su hermano Jos, entonces Rey de Npoles. Estos hechos y sus consecuencias influyeron en las relaciones de Espaa con Portugal e Inglaterra. La Gran Bretaa que apoyaba a Portugal frente a las pretensiones de Francia, de enemiga se converta tambin en aliada de Espaa.Canning, por tanto, desaprob enrgicamente las decisiones del Prncipe Regente, comunicadas a Strangford por intermedio del secretario de Estado. El canciller britnico recrimin a su ministro en Ro de Janeiro por no haber observado a Sousa Coutinho cuando ste le habl sobre la cuestin, agregando que habindose adoptado el proyecto sin comunicar al gobierno britnico, Inglaterra se reservaba el derecho de aprobarlo o desaprobarlo y que la actitud de la Corte portuguesa demostraba una falta absoluta de confianza en el gobierno britnico, revelando, por otra parte, estar tan seguro que Inglaterra pudiese prestar cualquier auxilio para la ejecucin de ese plan. En la misma nota del 2 de setiembre de 1808, Canning prosigui expresando categricamente: no es necesario informar a V.E., que en el estado actual de las relaciones del gobierno de S.M.B. con Espaa no puede l pensar en ningn designio hostil a la paz y a la independencia de los dominios espaoles en Amrica del Sur. En esas condiciones, por tanto, V.E. deber insistir con vehemencia, junto al ministro portugus, en el sentido de que sean suspendidas las nuevas medidas a tomarse con ese objetivo y que sean respetados en las colonias sudamericanas los lazos de inters mutuo y de amistad por los cuales estaban unidos en Europa, Espaa y Portugal. (17)El 25 de noviembre Canning ampli la nota anterior, refirindose concretamente a la Princesa Carlota Joaquina. Deca el canciller britnico: nada podr ser ms ftil que la tentativa llevada a efecto por Don Juan para extender su dominio hasta la Amrica espaola, as como la manera de conducirla. Inglaterra es especialmente contraria a cualquier pretensin de Don Juan a la regencia de Espaa por conducto de su esposa. (18)Los sucesos europeos de Bayona y sus consecuencias en las relaciones internacionales de Espaa, Portugal, Francia e Inglaterra, influyeron en la orientacin de la poltica portuguesa en el Ro de la Plata, dando lugar, a lo que acertadamente Roberto Etchepareborda llama, la segunda operacin de Sousa Coutinho para obtener el dominio de las ricas posesiones espaolas. (19) La Corte de Ro de Janeiro cambi de procedimiento. Al medio de la fuerza reemplaz otro de mayor flexibilidad. De la violencia planteada directamente se recurri al recurso de las negociaciones. Esta orientacin sirvi de fuerte estmulo a las pretensiones de la princesa Carlota Joaquina, cuya ambicin y temperamento singular, la llevarn a mezclarse en intrigas, acciones y reacciones, no siempre elevadas, con el objeto de suceder a su hermano en el dominio de las colonias espaolas de Amrica. A esta aspiracin dedic todas sus energas, desarrollando una actividad sorprendente por su intensidad y vigor. Es que Doa Carlota Joaquina, afirma Qliveira Lima, nunca se resign a ser aquello para lo cual haba nacido: una Princesa consorte. Se senta con sobrada virilidad para ser ella el Rey. (20)A esta poltica respondieron los cuatro Manifiestos en los cuales la princesa Carlota Joaquina y su sobrino el Infante Don Pedro Carlos denunciaban y protestaban contra los sucesos de Bayona y reclamaban sus derechos para suceder a la dinasta borbnica en las colonias americanas, como miembros que eran de esa dinasta, residentes en Amrica y libres de la dominacin francesa. Uno de los Manifiestos fue dirigido al propio Prncipe Regente, quien respondi prometiendo su apoyo a las reclamaciones de la Princesa y del Infante Don Carlos, constituyendo su respuesta otro de los Manifiestos. El almirante Sir Sidney Smith tambin prest su conformidad a los documentos. (21)Carlota Joaquina se dedic desde entonces a desarrollaruna actividad intensa, escribiendo a las colonias espaolas y manteniendo contacto con ellas por intermedio de agentes de su confianza. En esta tarea tuvo la colaboracin decidida del almirante Smith, quien, desde un principio, tom partido a favor de la Princesa.El apoyo del Prncipe Regente no era incondicional. Iba slo hasta donde le permitira llevar adelante su poltica en el Ro de la Plata. En este sentido, las pretensiones de Carlota Joaquina servirn como un medio para dar realidad y consistencia a esa poltica. No entraba en los clculos de la Corte que la Princesa pudiera erigirse en un poder capaz de contrarrestar el del Prncipe Regente. Entre marido y mujer exista una indudable divergencia en la orientacin de sus decisiones. Pedro Calmn deja claramente establecida esta diferencia, cuando escribe, que la princesa Carlota Joaquina entenda que le corresponda la administracin de las colonias espaolas, en nombre de su hermano Fernando VII, por ser ella la nica persona de la sangre de ste que pasara a Amrica; y Don Juan quera solamente aumentar sus dominios de Brasil, como los reyes, sus antepasados. En todo caso, agrega el ilustre publicista concordaban en una accin comn que obligara a Buenos Aires a someterse a la proteccin luso-inglesa. (22)Lord Strangford, por su parte, expres a Canning, en oficio del 24 de agosto de 1808: S.A.R. parece firmemente resuelto slo sobre un punto y V.E. puede quedar con la certeza de que todas sus vistas y todos sus deseos estn dirigidos hacia la realizacin de ese objetivo. Me refiero al proyecto de extender el Imperio portugus en Amrica hasta el Ro de la Plata y de recuperar los territorios que haban sido cedidos por tratado a Francia o a Espaa. Esos son asuntos sobre los cuales el espritu de S.A.R. est tan seriamente inclinado que lleg a asegurarme que el fracaso de la misin Curado le haba dado el mayor placer, ya que esa circunstancia le dejaba en libertad para obtener por la fuerza lo que no le haba sido posible conseguir por medios ms suaves. El deseo del Prncipe parece ser el de romper con las colonias espaolas, no con el propsito de evitar por la fuerza que caigan en manos de Francia sino con el de extender sus dominios y estoy plenamente convencido de que no se sentir arrepentido si el efecto producido por las ltimas proclamaciones fuesen de tal naturaleza que le de razones aparentemente para iniciar las hostilidades contra aquellas colonias. (23)La comunicacin del ministro ingls era terminante y de su testimonio no puede dudarse. La dualidad de la poltica de Don Juan era patente. En ella cay enredada las pretensiones de Carlota Joaquina, quien en los momentos culminantes de sus gestiones encontr la oposicin decidida del Prncipe Regente. De ah la expresin de la princesa, refirindose a Don Juan: en estos negocios tiene dos caras.Carlota Joaquina remiti a Liniers los actos pblicos los manifiestos con nota del 27 de agosto de 1808. Le recordaba al virrey de Buenos Aires su fidelidad y particular adhesin a Carlos IV y dems miembros de la familia real y la esperanza de que proseguir en la misma exactitud de acuerdo con sus mritos y servicios. Terminaba expresndole que ser de su aprobacin una contestacin. (24) Los mismos documentos fueron tambin enviados a Cornelio de Saavedra, Manuel Belgrano, Bernardino Rivadavia, Martn de Alzaga, Javier de Elio y otros. (25) Belgrano figur poco despus entre los patricios argentinos que pidieron la regencia de Carlota Joaquina.Liniers contest a la Princesa el 13 de setiembre de 1808. La nota, redactada en trminos respetuosos y cordiales, pero categricos, dejaba claramente consignado el sentimiento del virrey y de los crculos oficiales. Luego de referirse a la llegada del enviado francs marqus de Sassenay, del rechazo de ste, de la llegada de Goyeneche, de la jura a Fernando VII, de las propuestas del brigadier Curado, que hubiera considerado como una formal declaracin de guerra sino fuesen las comunicaciones de la Princesa, Liniers termin expresando: En quanto al tenor de las Proclamas de V.A.R. y del Sr. Infante D. Pedro, tengo el honor de contestarle, que despus de haber jurado la Magestad del Sr. D. Fernando VII, y reconocida la Junta Suprema de Sevilia, quien lo representa, nada se puede innovar a nuestra presente constitucin.... (26)En esa poca Manuel Belgrano comenz sus trabajos para fundar un Gobierno Nacional, con absoluta independencia de Espaa. Pens en una monarqua constitucional, a cuya cabeza estara la Princesa Carlota Joaquina. Deca en sus Memorias: Entonces fue que no viendo yo un asomo de que se pensara en constituirnos, y si, los americanos prestando una obediencia injusta a unos hombres que por ningn derecho deba mandarlos, trat de buscar los auspicios de la Infanta Carlota, y de formar un partido a su favor, oponindome a los tiros de los dspotas que celaban con mayor anhelo para no perder sus mandatos; y lo que es ms para conservar la Amrica dependiente de Espaa aunque Napolen la dominara; pues a ellos les interesaba poco y nada, ya sea Borbn, Napolen u otro cualquiera si la Amrica era Colonia de Espaa. (27)Belgrano encontr apoyo en patriotas como Juan Jos Castelli, Vieytes, Pueyrredn, los Passos y Nicolas Rodriguez Pea, en Ro de Janeiro, Saturnino Rodrguez Pea, quien desde all estaba en comunicacin con Francisco de Miranda, tambin adhiri al plan. (28)El grupo encomend la misin de hacer conocersus propsitos al italiano Felipe Contucci, personaje intrigante y sin escrpulos, pero inteligente y de amplias vinculaciones en el Ro de la Plata y Ro de Janeiro. Sujeto de misteriosas actividades, serva indistintamente a la corte portuguesa, a la Princesa Carlota Joaquina y a los patriotas argentinos. Roberto Etchepareborda, erudito historiador, ha estudiado acabadamente, en dos interesantes trabajos, las aventuras y gestiones de este agente mltiple. (29)Belgrano y sus amigos reconocan los derechos de la Princesa y pedan el envo del Infante Pedro Carlos con amplios poderes para representarla. Para evitar agitaciones y asegurar la recepcin, sugeran tambin que el viaje del Infante estuviese respaldado por ocho o diez mil hombres. (30)Pero antes de pasar adelante conviene recordar que los patriotas argentinos, al recurrir a Carlota Joaquina, buscaban instaurar con ella una monarqua constitucional. Ardan de entusiasmos cvicos, dice Pedro Calmn en su libro sobre Don Juan VI. En el fondo se valan de la pretendiente para romper con la metrpoli. Queran una monarqua liberal. En esto es que divergan inconciliablemente. Mejor seria si se escuchasen, pero se repeleran. El rgimen liberal horrorizaba a la Infanta como un sacrilegio, un parricidio, un desvaro de la plebe; no cedera una sola pulgada los derechos divinos. Nunca admitir la constitucin. (31)Por otro lado, los crculos allegados a la Princesa no vean con simpata el viaje del infante Don Pedro Carlos. El almirante Smith era de los que se oponan al traslado del sobrino de la Princesa. (32)Contucci en Ro de Janeiro entreg las comunicaciones de las cuales era portador. Saturnino Rodrguez Pea comunic esta novedad al Precursor Francisco de Miranda. Los oficios estaban dirigidos al Prncipe Regente, a la Princesa del Brasil e Infanta de Espaa, D. Carlota Joaquina, al Infante de Espaa D. Pedro Carlos y al Ministro de Negocios Extranjeros. En el fondo las propuestas tradas por Contucci no fueron del pleno desagrado del gobierno portugus, que alimentaba siempre la intervencin en el Ro de la Plata. D. Juan, si bien concordaba con el viaje del Infante D. Pedro Carlos, cambi de parecer cuando supo la oposicin de Lord Strangford.Tambin el almirante Smith se opuso al plan de Buenos Aires, pero insisti, en favor de la partida de la Infanta. (33)Carlota Joaquina, con el apoyo del almirante Smith, prosigui intentando trasladarse al Ro de la Plata. Insisti y recurri a todos los recursos a su alcance. El 19 de noviembre de 1808, en carta a su esposo, el Prncipe Regente, solicit nuevamente la autorizacin correspondiente para emprender el viaje proyectado. Don Juan neg el permiso sin que hubiese obtenido para eso la aprobacin del gobierno britnico, pero tena en cambio, la influencia cercana de Lord Strangford. No faltan autores que sostienen que el Prncipe dio la autorizacin solicitada. Pero aunque fuese as, la revoc despus. (34)Con su carta del 26 de noviembre de 1808, Don Juan daba un corte radical a las pretensiones de su esposa. Deca: La Princesa no ignora la parte que tomo en lo que puede interesar a la Princesa como a mis hijos. Por este motivo no debe admirarse que le diga que sobre sus intereses con los espaoles del Ro de la Plata, de la Amrica Espaola, nada puede hacer u obrar sin mi consentimiento o sin estar de acuerdo con el gobierno establecido en Espaa o con S.M.B., y debe creer que en su oportunidad nada le dejar ignorar para que la Princesa tome entonces las medidas sabias, prudentes y que no comprometan la dignidad e intereses de mi Real Corona. Estos son mis sentimientos que servirn de norma a su conducta. (35)Por su parte Canning, desde Londres, el primero de marzo de 1809, escriba a Strangford que Inglaterra no podra pensar en ninguna medida que tuviese por objeto una interferencia en la situacin de los dominios espaoles en Amrica, teniendo en cuenta la perfecta unin y amistad, felizmente existente entre S.M.B. y el gobierno de Espaa que actuaba en nombre de S.M. el Rey Fernando VII. (36)Estaba ganada, como dice Caio de Freitas en su bien informado estudio, la batalla con Doa Carlota Joaquina. El gran sueo de la formacin de un imperio Borbn-Braganza en Amrica entr en colapso, fracasando as la segunda tentativa de la corte portuguesa de obtener por medios pacficos la posesin de la Banda Oriental. (37)A este desenlace no fue extrao el influyente Lord Strangford. La resolucin definitiva del Prncipe Regente sobre el viaje de la Princesa fue seguida por la remocin de Sir Sidney Smith por orden de su soberano. Tambin Inglaterra influy para el alejamiento de Jos Presas, secretario de Carlota Joaquina, a cuya pluma debi la Princesa la redaccin de los principales documentos que abonaron sus pretensiones.Despus del fracaso de sus gestiones en Ro de Janeiro, Felipe Contucci volvi a Buenos Aires, donde lleg en marzo de 1809. Desde all continu su correspondencia con la Princesa y el conde de Linhares, sin descuidar los contactos con sus amigos argentinos. Al servicio de las pretensiones de la Corte portuguesa y de Carlota Joaquina dedic nuevamente sus actividades, pero otra vez sin xito, hasta 1810.Durante su permanencia en esta ciudad no dej de recomendar una solucin por la fuerza (38) y de insistir en el traslado de la Princesa al Ro de la Plata porque as se cortarn de golpe todas las intrigas.... (39) En oficio del 24 de mayo de 1809 deca al conde de Linhares: Cuantos entran al Partido de reconocer a S.A.R. la Princesa Nuestra Seora por Regente de estos Dominios, proceden bajo el concepto de que la Espaa y su constitucin van a revivir en este suelo; pues de otro modo no se acomodan; porque la preocupacin de nacin limtrofe est arraigada, y necesita tiempo para vencerla. Con esta informacin, comenta Etchepareborda, quedaban confirmados los ideales emancipadores del grupo motor revolucionario. (40 )El 16 de junio, tanto el conde de Linhares como al Prncipe Regente, reiter el pedido del traslado de Carlota Joaquina. A Don Juan deca que es necesario que S.A.R. la Princesa Mi Seora venga en persona a ocupar la Regencia de estos Dominios y para impresionar al Ministro de Relaciones Exteriores con la amplitud de sus planes hegemnicos, escriba a ste: Este aparato de la Majestad impondr como es debido a todos estos habitantes y tranquilamente revivir la Monarqua Espaola en el Continente Americano, para ser un da, ayudada de las luces de V.E. un imperio formidable, en que cuantos lo habiten formarn una sola y nica familia... Parece que stos son los intereses de ambos estados que ha de llegar tiempo que no sea ms que uno y en verdad sta es obra que est en las manos de V.E., que lo ha de inmortalizar entre nosotros. Estim, adems, que la Princesa deba apoyarse en su viaje en un ejrcito de diez mil hombres. (41) Nuevamente la recomendacin de la fuerza. Pero de esta vez su visin adquiri un carcter ms amplio, pues habl de la sola y nica familia y de los verdaderos intereses de ambos estados que con el tiempo no sern mas que uno. Esta gran empresa de la formacin de un imperio formidable estaba en las manos del conde de Linhares, cuya realizacin inmortalizara al hbil canciller.Los patriotas argentinos, por su parte, no se dejaron estar. Enviaron a Juan Martn de Pueyrredn para gestionar el traslado de Carlota Joaquina, pero la misin tampoco tuvo xito. (42) Y Contucci, siguiendo el hilo de sus contactos, inform a Francisco de Miranda sobre los proyectos a favor de los derechos de la Princesa, que provoc la indignacin del glorioso Precursor. (43)Con estas acciones y reacciones, intrigas, denuncias, recelos e intentos de predominio, se inici el ao decisivo de 1810, con la expulsin de Contucci el 13 de enero.* * *En Ro de Janeiro, desde mediados de 1809, se encontraba el marqus de Casa Irujo, como ministro plenipotenciario de Espaa, cuya misin tena que ser forzosamente la preservacin de la integridad de los dominios de su amo salvndoles de la codicia portuguesa y de la atraccin ejercida por el espejismo de la independencia. All observ las maquinaciones y el desarrollo de la poltica portuguesa, conoci de cerca a los personajes reales y a los que rodeaban con su influencia a la Corte, y desde all se comunic con las autoridades espaolas de Buenos Aires y Asuncin, actuando de acuerdo con las circunstancias e inspirndose en su leal saber y entender.E1 29 de abril de 1810 dirigi una nota reservada al virrey de Buenos Aires, Baltazar Hidalgo de Cisneros, informndole que entre el Prncipe Regente y su esposa Doa Carlota Joaquina no exista ninguna armona; que al Prncipe diriga un triunvirato formado por el favorito, una especie de Godoy, Francisco Lovato, el secretario de Estado conde de Linhares y el ministro ingls Lord Strangford; que hacia dos aos que el gobierno portugus tuvo proyectos hostiles contra las posesiones espaolas del Ro de la Plata; que con las tropas reunidas en Ro Grande persegua algn objeto de grande importancia; que esas tropas se mantenan all con el conocimiento de Inglaterra las cuales se retiraran con la menor indicacin de la misma Inglaterra; que Lord Strangford, creyendo servir los intereses de su pas, daba la mano a ciertos proyectos del conde de Linhares; que no obstante las protestas de amistad, ste procuraba aumentar las tropas aludidas; que la princesa vea estas maniobras del conde de Linhares, a quien aborreca de muerte; que el prncipe deseaba evidentemente la posesin de la orilla izquierda del Ro de la Plata. (44) El 5 de mayo Casa Irujo confirmaba a Cisneros lo del apoderamiento de la margen septentrional del Ro de la Plata, teniendo en cuenta el descaro con que se protege y defiende a los prfugos de Buenos Aires, sin duda porque esperan llegar el da en que puedan hacer uso de ellos. (45)El 25 de mayo de 1810 fue depuesto en Buenos Aires el virrey Cisneros, crendose en su reemplazo una Junta presidida por Cornelio de Saavedra. Con las tendencias de la revolucin, el expediente Carlotino, afirma Etchepareborda pierde ahora su razn de ser. Los patriotas siguen otra orientacin y los Carlotistas porteos, los antiguos comitentes de Felipe Contucci, pronto, en los fragores del nuevo que hacer y en plena lucha, olvidaran esas miras, para volcarse en el ancho camino de la Patria nueva. (46)Pero la corte portuguesa no renunci a sus pretensiones: la ocupacin de las posesiones espaolas y la regencia de la Princesa Carlota Joaquina. Lord Strangford sintetiz claramente en tres puntos la poltica agresiva del conde de Linhares, expresando:1 Que los cambios polticos que han ocurrido en Buenos Aires causan grandes inquietudes a S.A.R. quien no puede mirarlos ms que como un comienzo de una revolucin que podr extender sus llamas hasta los territorios limtrofes de S.A.R. y que S.A.R., se vea en la necesidad absoluta de tomar rpidas medidas para contrarrestar el avance del mal que cree que lo amenaza.2 Que S.A.R. ha credo que para esto era necesario convertirse en dueo del territorio que se extiende de un lado desde la frontera brasilea hasta la ribera septentrional del Ro de la Platay del otro hasta la ribera del Paraguay.3 Que como medida de precaucin ulterior, es esencial que S.A.R. la Seora Princesa del Brasil se encargue de la Regencia de las Posesiones espaolas y que S. M. sancione esta iniciativa de S.A.R (47)Lord Strangford manifest su oposicin a esta poltica que peligraba los lazos de alianza y amistad entre las dos coronas y agreg que en el caso de que la Corte portuguesa ocupara por la fuerza los dominios espaoles protestara solemnemente contra esta incitativa. (48)As como la llegada de la Corte portuguesa al Brasil produjo inquietud en el Ro de la Plata, as tambin la revolucin de 1810 en esta zona de los dominios espaoles no dej de preocupar al gobierno de Ro de Janeiro. Don Juan escribe el barn de Ro Branco mand despus reunir en las fronteras de Ro Grande un ejrcito de observacin, compuesto de tropas de lneas y de milicianos gauchos y tambin de algunos regimientos en Santa Catalina y de San Pablo. El capitn general de Ro Grande del Sur, Diego de Souza, despus conde de Ro Pardo, espritu esclarecido y hombre de rara energa, elev ese ejrcito al ms alto grado de instruccin y disciplina, y lo prepar para el buen xito que obtuvo en las campaas siguientes. (49)La junta de Buenos Aires trat que las provincias reconociesen su autoridad e invit a stas a enviar sus diputados al congreso general que deba celebrarse en la antigua capital del virreinato para fijar los destinos del Ro de la Plata. El Paraguay contest al llamado con el congreso del 24 de julio de 1810, que resolvi el reconocimiento y jura del consejo de regencia, legtimo representante de Fernando VII; guardar fraternal armona con Buenos Aires; y la formacin de una junta de guerra en atencin a estarnos acechando la Potencia vecina. (50) Esta potencia era Portugal. El Cabildo en el Manifiesto que se ley luego de iniciarse el congreso expresaba para abonar el fundamento de esta ltima decisin: Pero como nos hallamos tan cercanos de una potencia que observa los momentos de tragarse esta preciosa y codiciada provincia, y sabemos que tiene sus tropas sobre el Ro Uruguay; no distante del Paran nuestra frontera, si os parece ser bueno, para precaver sus intentos armar inmediatamente la numerosa juventud de la provincia, no mas por ahora, hasta el nmero de cinco a seis mil hombres, del mejor modo que se pueda, con armas de fuego, hasta donde alcansen las que hay; los dems, con la artillera, con lanzas, y de otras maneras adecuadas a nuestra situacin. (51)Velasco tom las medidas para poner a la provincia en condiciones de defensa, pero estos preparativos no estaban dirigidos a contrarrestar la invasin de la potencia vecina (el Brasil) como se anunci en la arenga del Cabildo, sino para resistir a los designios de la Junta Provisional de Buenos Aires, y evitar la unin de ambas provincias. (52) El peligro portugus era el pretexto para armar a la provincia. Velasco poco despus solicit la ayuda lusa. La actitud del gobernador espaol ya entonces dio lugar a dudas. Mariano Antonio Molas se pregunta si por qu Velasco que mostr tanto celo en el congreso del 20 de julio que se jurase al consejo de regencia, como depositario de la autoridad de Fernando VII, y que el Paraguay no se dejase subyugar por nadie que no fuese su legtimo soberano, no fortific las dos fronteras nuestras, a saber el Paran al sud y el ro Apa al norte, y las dej francas para que libremente sin oposicin ni recelo pudiesen entrar cuando quisiesen los portugueses a posesionarse de esta provincia. (53)Buenos Aires por su parte resolvi someter al Paraguay por la fuerza, destacando una expedicin militar al mando de Manuel Belgrano, que deba imponer la autoridad de la Junta portea. El peligro puso en pie de guerra a la provincia y dio motivo a Velasco para solicitar la ayuda portuguesa.Mientras tanto Diego de Sousa continuaba con sus tropas concentradas en las fronteras de Ro Grande del Sur. Este jefe del ejrcito portugus era un leal sostenedor de los derechos eventuales de la Infanta Carlota Joaquina y su posicin favorable a este respecto puede verse en la carta al conde de Linhares, del 16 de diciembre de 1810. (54)Las instrucciones dadas por el mismo conde de Linhares a Diego de Souza prevean el caso de una solicitud de ayuda. Para cuando sta se produjese, rezaban concretamente dichas instrucciones: que aun en el caso de serle pedido auxilio en la forma que ya le orden por las autoridades, Gobernador o Cabildo de Montevideo, establecidas por el Seor Rey Fernando VII, Vm, no marche ni avance en su socorro sino cuando conozca que esa solicitud no es fantstica, sino que procede de una gran mayora del pueblo espaol, el que realmente reconozca la proclamacin de los derechos eventuales de S.A.R. la princesa Nuestra Seora, pues que de otro modo sera no slo una temeridad el atacar, sino que sera hasta contrario a la buena fe que S.A.R. profesa, hallndose ligado por vnculos de amistad y alianza con Sus Majestades Britnica y Catlica. (55) Efram Cardozo agrega que el pedido formal era un requisito reputado por Lord Strangford como indispensable para consentir la intromisin militar portuguesa en los dominios espaoles. (56) Diego de Souza deba poner en conocimiento de los gobernadores de Montevideo y Paraguay que tena autorizacin de entrar con sus tropas, en los territorios respectivos, toda vez que sus autoridades le requiriesen. (57)Por su parte el conde das Galveias, ministro de marina y ultramar del Prncipe Regente, en nombre de ste, ordenada a Diego de Souza que combatiese a los revolucionarios de Buenos Aires que amenazaban la Banda Oriental y el Paraguay. En oficio del 30 de enero de 1811 deca el aludido ministro portugus, que era constante a S.A.R. el recelo que inspiraba el rgimen revolucionario de Buenos Aires, que no encubre sus prfidas y futuras intenciones contra el gobierno de Ro Grande y el pas de Misiones; que era necesario impedir que la Junta portea tome ascendiente y predominio en los territorios aquende el Uruguay, comprendiendo Montevideo, y en el Paraguay, desde Santa Fe hasta Corrientes, Candelaria y Asuncin, regiones casi limtrofes del pas de Misiones y de Mato Grosso; y aun ms, vigilarla para poner un lmite a su desenfrenada ambicin, que amenaza el reposo y la futura tranquilidad de toda la Amrica meridional; que S.A.R. tenia noticias ciertas que Belgrano, haba avanzado hasta Santa F con 1300 a 1500 hombres y que Rocamora se encontraba con 600 hombres en la frontera de Misiones; que el gobernador del Paraguay esperaba en una regin intermedia, entre Asuncin y Corrientes, el ataque de los revolucionarios de Buenos Aires que tambin amenazan Montevideo y su territorio aquende el Uruguay. En consecuencia, contina la nota: Su Alteza Real ordena que V.S., tomando en consideracin todo lo que acabo de referirle y uniendo en su reflexin todo lo que en esta materia le tengo escrito de orden del mismo Augusto Seor, proceda luego a hacer reconocer por todos los medios a su alcance, en primer lugar cul es la fuerza real de los revolucionarios de Buenos Aires sobre los diversos puntos del Paraguay y del pas de Misiones. En segundo lugar, si reuniendo Su Alteza Real Mayores fuerzas en el pas de Misiones, se podra dar por aquel lado, con probabilidades de xito, golpes decisivos, que con gloria de sus Reales Armas asegurasen la tranquilidad de toda su frontera, y que, extendindose al Paraguay y Uruguay, los librase de todo peligro de Buenos Aires, que poda intentar alguna cosa por aquel lado, salvando al mismo tiempo a los dos gobernadores de Montevideo y del Paraguay. En tercer lugar, si la fuerza que Su Alteza tiene actualmente en Ro Grande, juntamente con las milicias de la Capitana, es suficiente para realizar estas grandes vistas de que tanto depende la futura tranquilidad y felicidad de los vasallos de Su Alteza Real en Ro Grande, y en el pas de Misiones. En cuarto lugar si cul sera el plan ms conveniente, ofensivo o defensivo, para asegurar la independencia del territorio de Montevideo y del Paraguay, y librarlos de la opresin con que los amenazan los habitantes de Buenos Aires. Y de todo esto V.S. dar la ms circunstanciada cuenta para que pueda elevar sin prdida de tiempo, a la Real Presencia. (58) En el mismo oficio, S.A.R. autorizaba tambin a Souza a hacer retirar de la frontera de Misiones a Rocamora y hasta de atacarlo si ste se resistiese a una justa reclamacin, recomendndole especialmente que en el caso de atacar lo hiciese con fuerzas superiores como para tener la mayor probabilidad de alcanzar la victoria, ya que de los golpes felices y decisivos... depende muchas veces la suerte de la campaa en las guerras revolucionarias.Linhares se escudaba en los derechos eventuales de la Princesa Carlota Joaquina para dar curso a su poltica de intervencin, tal como se desprende de sus instrucciones a Souza. Pero el reconocimiento de esos derechos eventuales era slo un motivo aparente. La realidad de la poltica de la corte portuguesa estaba expresada en la nota en que el conde das Galveias transmita a Souza las rdenes del Prncipe Regente. En ella se hablaba claramente de la independencia de Montevideo y del Paraguay, para salvarlos de la opresin de Buenos Aires. En otros trminos, evitar la reconstruccin del virreinato.Por su parte el conde de Linhares se dirigi a la Junta de Buenos Aires, el 30 de mayo de 1811, contestando una comunicacin de ese gobierno. Por encargo del Prncipe Regente escriba para manifestar la real sensibilidad con relacin a los infelices acontecimientos que est desolando el Virreinato de Buenos Aires, particularmente el Paraguay y ahora mismo el territorio del Uruguay. Aunque Buenos Aires acept la mediacin que le ofreci S.A.R. y hallndose la frontera brasilea expuesta a la horrible anarqua revolucionaria que agita el Uruguay y habiendo el virrey Elo pedido el auxilio que el prncipe Regente debe a su aliado, S.M. Catlica, S.A. Real no puede negar ese auxilio, salvo que la Junta portea se muestre inclinada al restablecimiento de la paz y a la cesacin de todas hostilidades, la que conducira a un entendimiento pacfico con la metrpoli y en consecuencia con S.M. Catlica. S.A. Real, agregaba el secretario de Estado deseando hacer saber la justicia y la moderacin con que procede, propone de nuevo su mediacin con estas simples condiciones: Que la paz sea restablecida en el territorio del Uruguay, quedando sujeto al virrey Elo; que se levante el bloqueo de Buenos Aires y se reconozca la libertad de comercio; que el Paraguay quede sujeto al Gobernador Velasco y el resto del Virreinato a la Junta de Buenos Aires; y finalmente que se nombren comisarios con plenos poderes para tratar con Espaa a cuya aprobacin debe someterse este ajuste, declarando S.A. Real, al mismo tiempo, que si la Junta accediese a los trminos expresados, sus tropas no auxiliarn al Virrey Elo y que el auxilio se dar solamente en el caso de un rechazo. (59)Si bien en esta nota, redactada con habilidad poltica y diplomtica, no se hablaba de la independencia del Uruguay y Paraguay, como en la dirigida por el conde das Galveias a Souza, se consignaba, en cambio, claramente, que ambos territorios deban quedar separados de la influencia de la Junta de Buenos Aires. Eso era lo fundamental para la Corte portuguesa, sobre todo en lo que se refera al Paraguay, pas sobre el cual no tena los propsitos ostensibles de incorporacin como sobre el Uruguay. Foment su independencia como consecuencia de sus tendencias contrarias a la unidad del antiguo virreinato, Pereira Pinto llama a esto la sensata poltica internacional de Portugal. (60) El Brasil no se apart de esta orientacin.Buenos Aires tampoco permitira que el Paraguay cayese bajo la dominacin de los portugueses. As dio a entender la Junta portea a Celedonio Jos del Castillo, al contestar a ste una comunicacin sobre los recelos que se tena en la provincia de una invasin lusa so pretexto de libertar al Sor Velasco. Deca la Junta de Buenos Aires, que por auxiliar al Paraguay contra las asechanzas de los Portugueses, corrern nuestras tropas llenas de entusiasmo a unirse a los Bravos Paraguayos para partir con ellos el honor de la victoria. (61)La accin de los ejrcitos revolucionarios de Buenos Aires impuls a las autoridades espaolas a recurrir a la ayuda portuguesa. El peligro de la invasin de Belgrano al Paraguay movi al marqus de Casa Irujo a solicitar del conde de Linhares, el 16 de enero de 1811, el pronto envo de 500 o 600 hombres al Paraguay para que se pusiesen a las rdenes de Velasco. (62) Tambin Elo cuando despus pidi tropas portuguesas, lo hizo en el concepto de que estas estuviesen con entera sujecin y arregla a sus rdenes, pues de otra manera expresaba ni debo ni puedo admitirlos. (63) Para justificar su actitud escribi a Carlota Joaquina; El Supremo Cansejo de Regencia acaba de prevenir a este gobierno, que en el extremo caso de ver la inminente prdida, y riesgo de entregar la plaza, ocurra a los auxilios y fuerzas que logre obtener de los portugueses. (64)NOTASPrimera ParteCAPITULO I1- Tratado del 22 de octubre de 1807, firmado en Londres, entre Portugal e Inglaterra, ratificado en Lisboa el 8 de noviembre siguiente.2- Caio de Freitas. George Canning e o Brasil. Volumen I. So Paulo, 1958, pg. 208.3- Ib. Ib. Ib., pg. 210 y 211.4- Pedro Calmn, O Rei do Brasil. Ro de Janeiro, 1935, pg. 152.El Barn de Ro Branco en su libro, Historia do Brazil, Ro de Janeiro, 1930, pg. 99, dice por su parte: Luego de su establecimiento en el Brasil, era intencin del gobierno portugus ocupar la margen izquierda del Plata, de acuerdo con los ingleses, que deban enviar una expedicin contra Buenos Aires, para desagravio de las dos derrotas que acababan de sufrir en esa ciudad...Roberta Etchepareborda. Prolegmenos del movimiento emancipador. La poltica de Portugal y la presencia del general Francisco de Miranda Buenos Aires, 1960, pgina 10.5- A.N.A. Vol. 207 S.H. El gobernador Gutirrez Varona a Jos Espnola, 16 de marzo de 1808. Copia en nuestro poder por gentileza de Roberto Quevedo.Oliveira Lima, Don Juan VI no Brazil. Primeiro Volume. Ro de Janeiro, 1968, pgina 291.6- A.N.A. Vol. 207 S.H. Gutirrez Varona a Liniers, 17 de marzo de 1808.7- Freitas, ob cit., pgs. 216 y 217.Pedro Calmn. Historia do Brasil. 4 Volume. O Imperio, Brasiliana, 1947, pgina 62.8- Calmn. Historia cit., pgina 62.9- Freitas, ob. cit., pg. 217 y 218.Etchepareborda. Ob. cit., pg. 10.10- Calmn. O Rey do Brazil, cit., pg. 160.Etchepareborda. Ob. cit., pg. 10.11- Bartolom Mitre. Historia de Belgrano y de la independencia Argentina, Buenos Aires. 1950, Ed. Anaconda, pgs. 106 y 10712- Calmn. Historia cit., pgs. 62 y 63.13- Ib. Ib., pg. 63.14- Freitas, ob. cit., pg. 219.15- Ib. Ib. pgs. 222 y 223.Roberto Etchepareborda. Felipe Contucci y el cartolismo. Rosario, 1960. Este historiador reproduce el texto en ingls de la nota del 25 de julio y su traduccin al espaol. Ver pgs. 52 al 56.16- Ib. Ib. pg. 223 y 224.Etchepareborda, Qb. cit., pg. 11.17- Freitas, ob. cit., pg. 233.18- Ib. Ib., pg. 233 y 234.19- Etchepareborda. Prolegmenos..., ob. cit., pg. 12.20- Oliveira Lima, ob. cit., pg. 261.21- Freitas, ob. cit., pg. 227 y 228.Etchepareborda, Prolegmenos..., ob. cit., pg. 12.22- Calmn, O Rei do Brasil, ob. cit., pg. 155.Historia..., ob. cit., pag. 62.23- Freitas, ob. cit., pg. 230.24- A.N.A. Vol. 207 S.H. Impreso.25- Etchepareborda. Prolegmenos..., ob. cit., pg. 14, nota 25.Estos documentos fueron entregados por el Dr. Carlos Jos Guesi, despus enviado especial ante la Junta argentina, creada el 25 de mayo de 1810.26- A.N.A. Vol. 207 S.H. Impreso.27- Mitre, ob. cit., pg. 113.Etchepareborda, Prolegmenos..., ob. cit., pg. 15.28- Mitre, ob. cit., pg. 113 y 114.Etchepareborda, Prolegmenos..., ob. cit., pg. 15.Ernesto Palacio. Historia de la Argentina. Buenos Aires, 1954, pg. 114.29- Felipe Contucci y el Carlotismo cit.Prolegmenos..., cit.30- Etchepareborda, Prolegmenos..., cit., pg. 15.Freitas, ob. cit., pg. 246.31- Calmn, O Rei, ob. cit., pg. 153 y 154.32- Freitas, ob. cit., pg. 247 y 248.Etchepareborda, prolegmenos..., ob. cit., pgs. 19 y 20.33- Freitas, ob. cit., pg. 247 y 248.Etchepareborda. Prolegmenos..., ob. cit., pg. 21 y 22.34- Freitas, ob. cit., pgs. 250 y 251.Etchepareborda, Prolegmenos..., ob. cit., pgs. 23 y 24.Jos Presas en sus Memorias Secretas de D. Carlota Joaquina, Ro de Janeiro, 1940, pgs. 41 y 42, dice: Tres cosas pueden haber concurrido para que el Prncipe cambiase tan bruscamente de idea y resolucin: en primer lugar, las sugestiones e intrigas de los ulicos, que se sentan cados irremediablemente desde el momento que la Princesa llegase a gozar de alguna autoridad; en segundo lugar, la influencia del ministro de Inglaterra Lord Strangford, quien segn las instrucciones de su gobierno, deba trabajar activamente para obtener la independencia de la Amrica espaola, lo que no podra alcanzar estando la Princesa al frente de su gobierno; y por ltimo el bien fundado recelo que nutra el propio Prncipe de que su esposa, luego que se viese seora de Buenos Aires, levantase un ejrcito y marchase sobre Ro de Janeiro para despojarlo del trono y hacerlo prisionero.Strangford no dej de fomentar el recelo del Prncipe Regente, explotando el odio que doa Carlota Joaquina dedicaba al esposo, aviv la mar de sospechas que exista en el espritu de Don Juan, cuando, con mucha astucia, insinu que la Princesa, una vez consagrada reina de la Amrica espaola, podra muy fcilmente hacer la anexin del Brasil con el auxilio del almirante Sir Sidney Smith y esa tarea le pareca mucho mas viable que la absorcin de las colonias espaolas por el Brasil. Freitas, ob. cit., pgs. 244 y 265.35- Etchepareborda. Felipe Contucci..., ob. cit., pg. 61.36- Freitas, ob. cit., pgs. 251 y 252.37- Ib. Ib., pgs. 252 y 253.38- Etchepareborda. Prolegmenos..., ob. cit., pg. 31.Felipe Contucci..., ob. cit., pg. 19.39- Ib. Ib. Ib. Ib. Ib. Ib.40- Ib. Ib. Ib.Ib. Ib. Ib.41- Ib. Ib., pg. 33.Ib. Ib. pg. 22.42- Ib. Ib., pg.35.Ib. Ib., pg. 24 y 25.43- Ib., p. 36 y 37, p. 26 y sgtes.44- Historia Paraguaya Anuario del Instituto Paraguayo de Investigaciones Histricas, 1956, pgs. 149 a 152. Casa Irujo a Cisneros, Ro de Janeiro, 29 de abril de 1810.Roberto Etchepareborda. Carlos Jos Guezzi. Historia. N 21. Buenos Aires, 1960. pgs. 168 a 171.45- Historia Paraguaya, cit., pg. 153.46- Etchepareborda. Prolegmenos..., ob. cit., pgs, 42 y 45.47- Ral Alejandro Molina. Lord Strangford y la defensa del Plata. Historia. N 20. Buenos Aires, 1960 pgs. 205 a 210.48- Ib. Ib. Ib.49- Baro do Ro Branco. Historia do Brasil. Ro de Janeiro, 1930, pg. 100.50- R. Antonio Ramos. La poltica del Brasil en el Paraguay bajo la dictadura del Dr. Francia. Segunda edicin. Buenos Aires. Asuncin 1959, pgina 15.Mariano Antonio Molas. Descripcin histrica de la antigua provincia del Paraguay. Tercera edicin. Buenos Aires, 1957, pg. 103.51- Molas, ob. cit., pg. 102.52- Ib. Ib., pg. 104.53- Ib. Ib., pg. 105.54- Revista do Arquivo Pblico do Ro Grande do Sul, N 11. 1923 pginas 11 a 18.Roberto Etchepareborda. Carta en nuestro poder del 4 de mayo de 1961.55- Revista cit., pg. 63. Linhares a Souza, 20 de agosto de 1810.Etchepareborda, carta cit.Carlos Jos Guezzi, enviado de la corte portuguesa ante la Junta de Buenos Aires, a una pregunta de Mariano Moreno si las fuerzas de Brasil se unirn a los espaoles de la Banda Oriental, contest: No se nada, pero si estas provincias fieles al Gobierno de la Nacin que la Corte del Brasil reconoce imploran su proteccin, no tengo ninguna duda de que las proteger.Roberto Etchepareborda. Carlos Jos Guezzi. Historia N 21. Buenos Aires, 1960, pg. 131.56- Efram Cardozo. La Princesa Carlota Joaquina y la independencia del Paraguay. Revista de Indias, Nms. 57-58. Madrid, pgs. 361 y 362.57- Revista cit., pgs. 89 a 92. Linhares a Souza, 22 de febrero de 1811.Etchepareborda, carta cit.58- Arquivo Histrico do Itamarati. Lata 172, mao 5, pasta 11. Conde das Galveias a Diego de Souza, 30 de enero de 1811. Copia en nuestro poder por gentileza del historiador brasileo Helio Vianna.Guezzi en el dilogo que mantuvo con Moreno el 16 de noviembre de 1810, deca entre otras cosas: el inters principal del Brasil es que se mantenga la paz y la unin en el Virreinato, que una Provincia no quiera esclavizar a otra y que por el momento todas concurran, en lo que puedan, a la defensa de la causa general.Etchepareborda. Artculo cit. en Historia N 21.Esta unin del Virreinato no puede compaginarse con las rdenes del Prncipe Regente, transmitidas a Souza por intermedio del conde das Galveias.59- Antonio Pereira Pinto. Apontamentos para o direito internacional. Tomo II. Ro de Janeiro, 1865, pgs. 128 y 129. Linhares a la Junta de Buenos Aires. Ro de Janeiro, 30 de mayo de 1811.60- Ib. Ib. Tomo III. Ro de Janeiro 1866, pg. 120.61- Archivo General de la Nacin Argentina, X 3 4 1. Original. Coleccin Andrs Lamas, legajo 41, Banda Oriental, 1810 1839. Buenos Aires, 6 de junio de 1811. Copia en nuestro poder por gentileza de Roberto Etchepareborda.La Junta de Buenos Aires prosegua en estos trminos: pero a pesar de tan vivos sentimientos no puede determinarse a prestar este auxilio sin una noticia mas individual de las intenciones de la Junta... Convocada la Nacin esta Capital para tratar sobre los importantsimos negocios del..., y concurriendo por medio de sus representantes, los Pueblos todos de las Provincias del Virreinato, se espera solam.te q.e los Pueblos de la Provincia del Paraguay tomen una parte en el congreso nacional, y sin faltar un sufragio de tanta importancia se pueda... de acuerdo con todos los verdaderos hijos de la Patria sobre su seguridad, para q.e todos tengan una parte igual en sus... y sus, glorias. En el instante q.e esta Junta comunique a esta sus sentimientos de cuya ilustrada rectitud vivimos persuadidos, se darn inmediatam.te las providencias necesarias para contener a los portugueses en los limitrofes q.e Dios, y el Derecho di gentes los ha prescripto: y sin poder por ahora determinar otra cosa damos a V. las gracias por la apreciable actividad con q.e nos ha comunicado tan plausibles noticias q.e creemos sern el ltimo paso hacia nuestra libertad, y confusion eterna de los despotas. 62- Cardozo, ob. cit. 364 a 366.Julin Mara Rubio. La infanta Carlota Juaquina y la poltica de Espaa en Amrica. Madrid, 1920, pg. 137.63- Archivo del Museo Imperial de Petrpolis. XXIV 522. Elo a Carlota Joaquina, 1 de mayo de 1811.Etchepareborda. Carta en nuestro poder cit.64- Ib. Ib. Elo a Carlota Joaquina, 4 de agosto de 1811. Ib. Ib.CAPITULO IIEL PARAGUAY Y EL AUXILIO PORTUGUSMientras Velasco se dedicaba a los preparativos para la defensa de la provincia, comenz sus comunicaciones con las autoridades de Ro Grande del Sur. El 31 de agosto de 1810 se dirigi al coronel Francisco das Chagas Santos, comandante de las Misiones portuguesas, expresndole confianza en la utilidad que una a los soberanos de los dos pases al hacer causa comn en Europa y en las colonias ultramarinas. Pero las palabras del gobernador espaol no llegaron a satisfacer a Diego de Souza, que tambin tenia recelos de los preparativos blicos del Paraguay. De consiguiente pidi explicaciones a Velasco, por los movimientos de las tropas del comando de ste, en las proximidades de la frontera de los dominios del Prncipe Regente. (1)Souza ignoraba la actitud paraguaya frente a la invasin de Belgrano y de consiguiente no poda tomar determinacin alguna antes de conocer los sucesos ocurridos en la provincia. De ah su nota al conde de Linhares, del 3 de febrero de 1811. Deca el gobernador de Ro Grande: Puesto que en el presente es difcil comunicarse con el Paraguay he de procurar los medios para sostener la opinin de su gobierno, y saber los sucesos de las tropas de Buenos Aires contra aquel gobierno, donde dice fueron ya batidas, pero de lo cual nada consta con certeza por la vigilancia que hay y no dejan pasar para aqu del Paraguay noticias algunas. (2) El inters era explicable. Estaba dentro de las preocupaciones de la corte portuguesa que el Paraguay no cayese bajo la hegemona de Buenos Aires.El mismo da Souza se diriga tambin a Francisco Xavier de Elo, nuevo virrey del Ro de la Plata. Al expresarle los cordiales parabienes por su eleccin, agregaba: me lisojeo de que los sentimientos de V.E. sean tan fundados en cuanto son los de mi corte para sustentar dignamente los derechos del Seor Rey D. Fernando VII, a los cuales parece que no poco se opone la conducta de la Junta de Buenos Aires y aunque me faltan las precisas nociones para poder adelantar mi opinin, me parece que en caso que ella se resista obstinadamente a la obediencia de V.E., lo que parece probable, teniendo en cuenta los hechos anteriores, convendra que V.E., de acuerdo con el gobierno del Paraguay, y protegido de las tropas de mi mando, entrase sin demora en el proyecto de libertar de la jurisdiccin de aquella Junta el territorio del Uruguay y Paran, como supongo interesa a su posicin y a la ma. (3)En el mismo mes, veinte das despus, Souza escribi directamente a Velasco, ya en conocimiento de la actitud del gobernador del Paraguay frente a la invasin de Belgrano y antes de recibir respuesta de su oficio dirigido el 3 al virrey Elo, en el cual propona una accin conjunta contra Buenos Aires, para expresarle que, adopte o no sus proposiciones el aludido virrey, podra colectiva o separadamente contar con ellas y con las fuerzas de su comando, que quedaban prontas a obrar. (4)Velasco no dej de pensar en Portugal. Despus de la batalla victoriosa de Paraguar, Belgrano se retir hacia el sur. El primero orden la enrgica y rpida persecucin del enemigo, aunque fuese a pie a falta de caballos. En sus instrucciones a Manuel Atanasio Cavaas, jefe de las fuerzas paraguayas, deca a ste, que en esa accin esta fundada la seguridad del Pas no solo pr. qe. ella deve alejarlos mucho de nosotros, sino porque debe proporcionarnos la via de la comunicacin con Montevideo y Portugal, en cuyos principios devemos de cimentar una parte principal, talves, la mayor de ntra. seguridad y defensa. (5) El cabildo contempl la posibilidad del auxilio portugus, al manifestar al gobernador que las tropas de Vigodet deban socorrer a la provincia, solas o auxiliadas de los portugueses. (6)Tanto Velasco como el Jefe de las fuerzas paraguayas en operaciones, Manuel Atanasio Cavaas, escribieron en los primeros das de febrero al Coronel Francisco das Chagas requiriendo el auxilio portugus. Si bien el texto de las cartas no conocemos, de su contenido tenemos una clara referencia en el oficio de Souza a Elo del 25 de febrero de 1811. Deca el gobernador de Ro Grande del Sur: Anteayer llegaron a este campamento tres chasques del Paraguay trayendo con la carta para el Seor Don Gaspar Vigodet, tres oficios ms, uno del Sr. Don Bernardo de Velasco y dos de Don Manuel Atanasio Cavaas, dirigidos al Coronel don Francisco das Chagas, mi subordinado y comandante en la provincia de Misiones, en los cuales se solicitan tropas de lnea de mi gobierno con el fin no slo de perseguir los restos del ejrcito destrozado de Belgrano sino de resistir a los nuevos socorros que l pidi de Corrientes y Santa Fe, y principalmente a la divisin de don Tomas Rocamora, que se conserva en Santa Rosa, sin sufrir prdida alguna. Tambin en la carta dirigida a Velasco en la misma fecha, Souza menciona los tres oficios antes aludidos. (7)Souza deca a Velasco que en virtud de las rdenes del Prncipe Regente de socorrer a las autoridades legtimamente constituidas por el Seor Rey Don Fernando VII y que reconociesen los derechos de la Princesa Nuestra Seora Doa Carlota Joaquina de Borbn, a falta de sus Augustos Hermanos con auxilios que solicitasen contra los insurgentes de Buenos Aires se preparaba no slo a alistar dos cientos hombres de tropa sino de ochocientos a mil; que se apresuraba a hacerlos marchar hacia un punto de la costa del Uruguay, donde esperarn rdenes ms precisas: que el cruce del Paran por el paso de Ita Ybat, indicado por Cavaas, no le pareca prudente; que a su entender tal vez convendra obrar activamente en los distritos del Uruguay y Paran; que si las circunstancias exigan podra ampliar su proteccin con una segunda o ms columnas; que esperaba la respuesta en San Borja por intermedio de algn oficial inteligente con instrucciones competentes para convenir el orden y la seguridad de la marcha de sus tropas, lo que mucho interesaba al buen xito de la justa causa sostenida por ambos. (8)Belgrano despus de capitular en Tacuar, el 9 de marzo de 1811, abandon el territorio paraguayo. La noticia de la derrota del ejrcito porteo recibi Diego de Souza el 22 de ese mes y el mismo da se apresur a transmitir sus parabienes a Velasco por haber triunfado gloriosamente de un cuerpo de insurgentes opuestos a los derechos del Sr. D. Fernando VII. Le remeta copias de sus dos ltimos oficios, por si no los hubiese recibido. Y agregaba: Cuente pues V.S. con los auxilios en ellos prometidos y queriendo que nos entrevistemos para coordinar el plan de las operaciones sucesivas, como juzgo preciso, avseme en que da y lugar nos podamos encontrar para estar all sin tardanza. El capitn de Dragones Sebastin Barreto, portador del presente oficio, dir a V. S. ms cosas interesantes y le certificar la mucha estima que tengo a las virtudes de V. S. (9)Velasco que estaba dispuesto a recibir la ayuda portuguesa, leera con satisfaccin la comunicacin de Souza, a quien escribi: Me lisongeo que unidas las tropas del Paraguay con las Lusitanas, toda la Amrica del Sud no es capaz de sustraer los territorios de mi mando de la dominacin del Sr. Don Fernando Sptimo y unin a la Metrpoli. (10)* * *La entrevista propuesta no se produjo ni el capitn Barreto pudo cumplir su cometido. Souza entonces resolvi destacar otro comisionado ante Velasco, el capitn Jos de Abreu, despus Barn de Cerro Largo, para presentarle verbalmente sus tentos cumplimientos. Abreu era portador del oficio del 10 de abril de 1811, como asimismo el del 22 de marzo que debi entregar el capitn Barreto, en el cual Souza despus de noticiar a Velasco de la marcha de Belgrano y su ejrcito, expresaba: Pero en las actuales circunstancias en que considero la debilidad de los recursos de Montevideo, creo que es de la mayor importancia que las fuerzas de V.S., auxiliadas por las mias, y conjuntamente con las de Montevideo, sean empleadas a liberar el pas del Uruguay de la dominacin de Buenos Aires sin lo cual ni su gobierno (el del Paraguay), ni aquel (el de Montevideo) desejarn de estar siempre amenazados o inquietos. En vez de 800 a 1000 hombres hizo marchar hacia San Borja una columna de 1500. En e1 campamento de San Diego y en los Cerros de Bag existan, ms o menos iguales fuerzas para entrar en accin. Habra podido interceptar los designios de Belgrano si no hubiese recibido la noticia de que ste haba capitulado y que estaban arreglados los negocios con el Paraguay, ya que su intencin se limitaba a socorrer a las autoridades constituidas por el Sr. Fernando VII y no invadir los dominios ajenos por propia deliberacin. (11)La preocupacin principal de Souza estaba en el Uruguay, cuya dominacin por Buenos Aires quera evitar. El Paraguay estaba ya libre de ese peligro y sin necesidad de un auxilio inmediato. Como bien hace notar Cardozo la nota de Souza no hacia referencia al reconocimiento previo de los derechos de la Princesa Carlota Joaquina. El 27 de abril Souza escribi nuevamente a Velasco. Luego de expresarle su preocupacin por la demora y falta de noticias de Abreu, le comunic que sala para la campaa de Montevideo, actualmente en insurreccin e invadida por Manuel Belgrano. Dejaba solamente fuerzas necesarias para la defensa de Ro Grande, que no eran suficientes para obrar sucesivamente. (12)Abreu lleg a Itapa, donde esper quince das la autorizacin para pasar a Asuncin. El 29 de abril, el teniente coronel Fulgencio Yegros, desde ese lejano puerto del Paran, donde desempeaba la comandancia de esa zona, comunic a Souza que al da siguiente Abreu segua para la capital. Souza agradeci esta atencin el 2 de mayo. (13)Abreu arrib a Asuncin el 9 de mayo. Al aproximarse, a nueve leguas de distancia, comenzaron los cumplimientos de Velasco y de los militares entre los cuales se contaba un enviado del teniente coronel Juan Manuel Gamarra. Tambin recibi el saludo de un sacerdote. Abreu expres en su informe que en la Recoleta comenz a reunirse tanta gente en el espacio de una legua de marcha, que cuando lleg... a la residencia del Gobernador Velasco se vio acompaado por ms de 3. 000 personas de ambos sexos. Velasco sali a la puerta de la calle donde estaba su guardia y lo recibi con la mayor alegra; y despus de conversar por ms de dos horas, refirindose a los diversos ataques en que bati y venci a los de Buenos Aires, afirm:que todo su empeo era ponerse a los pies de la Serensima Seora Doa Carlota, pues que no reconoca otro sucesor a la CotonayDominios de Espaa.(14)Indudablemente que la misin de Abreu, a estar por la nota de Souza del 10 de abril, tena por objeto principal obtener la cooperacin del Paraguay para que el Uruguay no cayese bajo la influencia de Buenos Aires. Pero tambin deba ratificar a Velasco el ofrecimiento de que las tropas portuguesas concentradas en Ro Grande del Sur, acudiran igualmente, en un caso necesario, a salvar a la provincia del poder absorbente de Buenos Aires. A Velasco no podra disgustar esta ltima proposicin. Anteriormente ya habra solicitado la ayuda de las tropas de Souza. Por otro lado no es aventurado afirmar que en la conversacin de dos horas mantenida por el gobernador espaol con el agente portugus, ste se habra referido a los derechos eventuales de la Princesa Carlota Joaquina, teniendo en cuenta que las instrucciones del conde de Linhares, recomendaban a Souza que no proceda a proteger a las autoridades y pueblos espaoles sino a pedido de stos y en el caso de que realmente reconociesen y proclamasen los aludidos derechos eventuales.Adems, Souza se mostr siempre favorable a la Princesa Carlota Joaquina. Abreu no pudo haber dejado de comunicar todo esto al gobernador. As se explica que Velasco, partidario del envo de tropas portuguesas, afirmase al comisionado, al terminar su larga conversacin;que todo su empeo era ponerse a los pies de la Serensima Seora Doa Carlota,Esta manifestacin era una prueba de habilidad de Velasco, pues con ella satisfaca una de las condiciones exigidas para alcanzar la ayuda portuguesa. La reiterar al despedirse de l Jos de Abreu.Segn el mismo Abreu, Velasco convoc el 11 de mayo al Cabildo y al Obispo para considerar el ofrecimiento del agente portugus. (15) Celedonio Jos del Castillo, en su nota del 23 de mayo de 1811 a la Junta de Buenos Aires, dice que la convocatoria fue para el 15. Velasco hizo retirar agrega a la guardia de Paraguayos que hava all, dirigindose escoltado de los usares con los dos portugueses a l. (16) La sesin del Cabildo no se celebr el 11 ni el 15 sino el 13 de mayo. El acta correspondiente a esta ltima fecha es terminante. (17) El mismo del Castillo expresa que el alcalde Antonio de Recalde se opuso a la proposicin de los portugueses: la ayuda ofrecida por Souza, bajo la condicin de que se reconociese a la Infanta Doa Carlota como Regenta y heredera de S. M. el Seor Dn. Fernando Septimo (18) y que con ese motivo refiere Wisner de Morgenstern tambin Velasco se opuso resueltamente a admitir esa ayuda, sosteniendo que el Paraguay tena fuerzas suficientes para rechazar cualquiera otra intromisin extraa, y por considerar que tal medida importaba un verdadero peligro para la dominacin espaola. Esta versin es la que dio Somellera sobre el ofrecimiento transmitido por Abreu. El Cabildo del Paraguay anota en sus notas a Renger y Longchamp recibi esta oferta comoun don de la Divina Providenciay trat de admitirla, pero el gobernador Velasco la repugn e hizo una oposicin fuerte a la admisin del auxilio: varias conferencias hubo sobre ello; pero prevaleci la opinin del Cabildo... El Cabildo del Paraguay extra, y llev a mal la tenacidad del gobernador Velasco al auxilio portugus; hubo acuerdo en que la exaltacin de este honrado gefe desminti su genial moderacin: el Cabildo atribuy a mis consejos la resistencia del gobernador, y no se enga del todo. Velasco y yo, tenamos presente los requerimientos y protestas que nos haban dirigido el ao anterior la princesa Carlota y el infante don Pedro sobre, su derecho a la corona de Espaa, faltando Fernando VII: el gobernador y yo estbamos de acuerdo en este punto, aunque por razones muy diversas. Somellera agrega: otro gran motivo Velasco tena para resistirse al auxilio, el haber recibido, pocos das antes de llegar Nez y Abreu con su embajada de Souza una nota reservada del marqus de Casa Irujo en la que el embajador espaol encargaba al gobernador, que por ningn motivo consintiese, que tropas portuguesas pisasen en la provincia,ni con pretexto de sujetar a los insurjentes...Velasco, segn el mismo Somellera y por consejo de ste no inform al Cabildo del oficio de Casa Irujo. (19)Al error apuntado sobre la fecha de la reunin del Cabildo, debamos agregar que Antonio de Recalde no se opuso a la ayuda portuguesa y si se opuso en un principio habra concordado despus, ni tampoco, por consiguiente, pudo haber sido expulsado de la sesin. El acta del Cabildo del 13 de mayo es terminante y no admite dudas ni afirmaciones en contrario. (20) En la reunin de ese da el cuerpo capitular resolvi aceptarunnimemente(21) el ofrecimiento de Diego de Souza. El acta est firmada por Antonio de Recalde y los cabildantes Bernardo de Haedo, Bernardo de Argaa, Jos de Arza, Pedro Pablo Martnez Senz, fos Garca del Barrio, Joaqun de Enterria, Francisco Riera, Francisco Daz de Bedoya; Jos Carsimo, Pedro Ignacio Carrillo y Juan Antonio Fernndez. (22)Velasco solicit el auxilio de tropas portuguesas, teniendo en cuenta el peligro del ejrcito de Buenos Aires que haba invadido la provincia y que luego de las derrotas de Paraguar y Tacuar se retir hacia la otra banda del Paran. Para mayo el peligro inmediato haba desaparecido, si bien que Belgrano poda recibir refuerzos de Corrientes y Santa Fe y se poda esperar hostilidades de la divisin de Rocamora, conservada sin prdidas en Santa Rosa.Esta circunstancia influy en el nimo del gobernador, quien no acept el ofrecimiento de Souza para el envo de tropas portuguesas, no obstante haberlo pedido anteriormente. Al respecto deca Velasco al Jefe militar de Ro Grande del Sur: En vista de las Cartas de V.E. de 22 de Marzo, y 10 de Abril anteriores, conducidas por el Then. te de Dragon.s Jos de Abreu, devo contestar a V.E. q.e por ahora no necesita esta Prov el auxilio de tropas q.e tan generosamente me ofrece, esperando que si acaso volviese este Pas a ser imbadido por los enemigos del Rey no le faltar su proteccin. El Theniente Abreu se h portado con la mejor conducta, y no puedo menos de recomendarle a V.E., de quien estimar me proporcione el auxilio de veinte y cinco mil p.s, q.e es lo q.e por ahora necesito p mantener la constante fidelidad de estos honrados Provincianos. (23)Velasco ya no tema a las fuerzas de Buenos Aires y, en consecuencia, no necesitaba de tropas que viniesen a defender a la provincia, salvo que sta fuese nuevamente invadida por los enemigos del Rey, Slo reclamaba de Souza una ayuda de veinte y cinco mil pesos con el objeto de mantener la fidelidad de estos honrados Provincianos. El apremio era de carcter econmico. La retirada definitiva de Belgrano impidi que los portugueses apareciesen como auxiliares en el Paraguay y el golpe del 14 de mayo evit, a su vez, el auxilio de los veinte y cinco mil pesos a que hacia referencia Velasco en su comunicacin. El gobernador tena aun fe en la fidelidad de la provincia, no intuy la fuerza del movimiento emancipador, que estall al da siguiente.El Cabildo estaba informado por el gobernador de los ofrecimientos de Souza. El acta del 13 de mayo no menciona la asistencia de Velasco, pero textualmente expresa: y estando as juntos y congregados acordaron unanimente (sic) que respecto de que el Sr. Governador Intendente en varias ocasiones ha manifestado confidencialmente a este Ilt.e Cuerpo, los generosos sentimientos de la Nacin Portuguesa, de auxiliar a esta Provincia, y defenderla contra los connatos de la Junta de Buenos Ayres que a viva fuerza quiere subyugarnos; y ultimamente nos h ratificado esto mismo el Teniente de Dragones Dn. Jos de Abreu, enviado con el propio objeto de dho. Sor. Governador por el Iltmoy Exmo. Sor. Capitan gral. Dn. Diego de Souza; escribir a este Gefe en los trminos siguientes... (24)No obstante la ma