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LA PSICOLOGÍA DEL FOTÓGRAFO

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Extracto del libro "LA PSICOLOGÍA DEL FOTÓGRAFO. Lo que nadie te ha contado sobre la fotografía de personas" de Gus Geijo.

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LA PSICOLOGÍA DEL

FOTÓGRAFO

EOLASFOTO

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LA PSICOLOGÍA DEL

FOTÓGRAFOLO QUE NADIE TE HA CONTADO SOBRE LA FOTOGRAFÍA DE PERSONAS

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A Cami y Valeria, por ser parte fundamental…

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© Gus Geijo, 2016www.gusgeijo.com

© de esta edición: EOLAS Ediciones

© de sus respectivas fotos: Sergio Rueda (p. 12/13) · Isabel Abril (p. 20, 148) · Rubén Álvarez (edición

artística p. 26/27) · Pancho (p. 28, 118) · Grupo Puech (p. 122) Daniel Melguizo (p. 152/153) · Ruth Álvarez (solapa de portada)

facebook.com/EOLAS.EDICIONES

Dirección editorial: Héctor EscobarMaquetación: Alberto R. Torices

ISBN: 978-84-16613-31-1Depósito Legal: LE-220-2016

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún

fragmento de esta obra

www.conlicencia.com91 702 19 70 / 93 272 04 47

Impreso en España

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índice

algo sobre mí · 13

por qué la «fotografía de personas» · 19

mis cámaras, objetivos y su uso · 29

elementos importantes en mis fotos · 33

interactuar con tu modelo · 35

bebés y niños · 39

familias · 55

embarazo · 59

fotografía de belleza · 67

bodas · 97

salto a profesional y ética · 119

preparar una sesión de fotos partiendo de cero · 123

esquemas de iluminación · 127

llego a casa con las fotos, ¿ahora qué hago? · 149

¿aficionado o profesional? toda la verdad · 153

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… por empezar a leer este libro? Si es así, acabas de acertar, porque quiere decir que eres de los que realmente viven y se apasionan con la fotografía.

Este es un libro en el que no te voy a enseñar a procesar una foto paso a paso con ilustraciones y flujo de trabajo. ¡Eso lo harás tú en Inter-net si quieres! Pero no dejes de leer, porque voy a contarte mi manera de entender este trabajo explicándote cosas de mi día a día. Te hablaré de los equipos que utilizo y de cómo sacarles un mejor partido. Voy a intentar demostrarte cómo, interactuando correctamente con la persona que vas a fotografiar, podrás obtener resultados mucho mejores.

Esto no es cosa de apretar un botón sin más. La fotografía de perso-nas hay que vivirla, sentirla… Ser capaz de darte cuenta de que una foto no es solo el cúmulo de datos que quedan guardados en el sensor de la cámara, sino todo lo que la rodea, desde que la preparas hasta que se la enseñas a tu modelo.

Un viaje no se valora únicamente por los lugares que visitaste. El valor de un viaje está en el recuerdo que te dejan el conjunto de olores, sabores, paisajes, sentimientos y sensaciones que viviste en él. Con la fotografía de personas ocurre lo mismo. Detrás de cada foto queda el recuerdo de gente a la que has conocido y a la que le regalaste algo tan valioso como un trocito de tu conocimiento, de tu tiempo y de ti mismo, para que cuando vean esas fotos en el futuro, quede algo más que una simple imagen…

¿estás impaciente…

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M e llamo Gus Geijo. Vivo en León (España) y es allí donde

tengo mi lugar habitual de trabajo, aunque me desplazo constante-mente haciendo fotos allí donde me llaman e impartiendo cursos y charlas relacionadas con la fotogra-fía. Enseñar a los demás es algo que me gusta, me hace sentir bien y me ayuda a cambiar el chip saliendo de la monotonía que podría llegar a ser trabajar a diario sin salir de mi estudio.

Alguien me dijo que estaba loco por enseñar mis métodos a otros fotógrafos. Dijo que yo mismo estaba creando mi propia compe-tencia… ¿Sabéis lo que respondí? «El que quiere aprender fotografía lo va hacer. Si no le enseño yo, será otro… En mi colegio todos aprendimos a escribir de la mano del mismo profesor y con el mismo método de caligrafía. Sin embargo,

no había dos niños que escribiesen de manera idéntica».

En fotografía ocurre lo mismo. Pue-do enseñar técnica, pero nunca po-dré enseñar el particular modo que cada uno tiene de ver las cosas. Eso es lo único que nos diferencia.

Pienso que, hoy en día, los fotógra-fos que se quedan en la mesa de su estudio esperando a que entre un cliente están abocados al fracaso en la mayoría de los casos. Tam-bién pienso que los fotógrafos que intentan abarcar todas las ramas de la fotografía están equivocados, ya que especializarse es algo esencial para poder sobrevivir. Eso sin olvi-dar que cualquier persona puede hacer una foto, tanto con su telé-fono móvil como con una cámara réflex que, por un módico precio, está al alcance de cualquiera brin-dándole posibilidades que hace

algo sobre mí

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años eran impensables para un aficionado. Es por ello que los fotó-grafos estamos obligados a ofrecer creatividad y una calidad en nues-tras fotos muy superior a la que un aficionado pueda conseguir, ya que es el único modo de convencer a alguien para que pague por nuestro trabajo.

La creatividad es un factor a tener en cuenta cuando te planteas ser fotógrafo. No entiendo a la gente que copia las fotos, a veces de una manera casi matemática. Hay gente que antes de hacer una foto nece-sita buscar en Internet una fuente de inspiración para poder llevarla a cabo, con el único argumento de que «a mí no se me ocurre nada».

Yo mismo busco en la Red a diario. Pero, como he dicho, muchas veces busco imágenes relacionadas con una idea que me ronda la cabeza para asegurarme de que no hay otro fotógrafo, al menos en mi entorno, que ya la haya realizado.

Muchos han definido la fotografía como la manera de crear imágenes basándonos en la luz. Si no tienes esa capacidad para crear, deberías plantearte dedicarte a otra cosa. Y es que una de las muchas magias de la fotografía es poder plasmar visiones, realidades o deseos en el sensor de tu cámara, así que no

caigas en el error de repetir lo que otros han hecho o de intentar imi-tar. ¡Se tú mismo!

Por otro lado está el intrusismo, muy habitual en todas las profe-siones pero en la fotografía todavía más, si cabe. Al respecto solo digo que los intercambios con modelos son necesarios para poder aprender. ¡Hacerle fotos al bebé de tu amiga o fotos en la boda de tu prima tam-bién! Yo lo hice, pero pienso que un fotógrafo que pretende ganarse una buena reputación y para conse-guirla lleva 10 años haciendo fotos a modelos esculturales sin cobrar un céntimo por ello, tiene una ma-nera un tanto especial de aprender o una jeta que se la pisa…

La mayoría de las veces, este perfil de personas fracasa cuando quiere dar el salto a la fotografía profesio-nal, ya que han acostumbrado a su entorno a que su trabajo vale cero. Lo han estado regalando durante años.

Siento empezar de una manera tan drástica pero decir lo contrario significaría estar engañando a la gente que ve la fotografía como un posible medio de vida de cara al futuro.

Comencé haciendo fotos por curio-sidad. Eran etapas esporádicas en

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las que me obsesionaba con la foto-grafía; después desaparecían, que-dando latentes, y un día de buenas a primeras volvían a aparecer. Tuve muchas cámaras y objetivos porque pensaba que cuanto mejor fuese mi equipo, antes haría buenas fotos. Lógicamente estaba equivocado.

El día que me paré a estudiar cómo hacer fotos técnicamente correctas, cómo encuadrar, componer y sobre todo, cómo transmitir y provocar una reacción en el espectador utili-zando las expresiones, poses y ges-tos de mis modelos, fue el día que empecé a ser fotógrafo de verdad.

No hay un momento concreto en el que doy el salto a la fotografía pro-fesional. Es el propio público, los que ahora son mis clientes, amigos

o seguidores, los que me empujan a ello cuando la demanda de mis fotos crece de manera exponencial y casi sin darme cuenta.

Trabajaba en una empresa de publicidad en la que no me iba nada mal. Me ganaba la vida muy dignamente y la comodidad de una nómina fija todos los meses no me dejaba lanzarme a lo que realmen-te era mi gran pasión. Compaginé ambos trabajos a la vez durante unos años, pero llegó un momento en que las horas del día (y muchas durante la noche) no daban para las dos cosas y, poniendo en la balan-za ambas dedicaciones, la fotogra-fía pesaba mucho más.

Mi primer estudio estaba en la planta baja de mi casa. Eran unos

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50 m² llenos de encanto por todas partes. Mi casa está alejada del centro de la ciudad, por lo que lle-gar hasta ella era todo un reto para muchos de mis clientes. La parte positiva era que la gente que iba allí tenía un verdadero interés en que yo fuese su fotógrafo. Muchas de mis mejores fotos están hechas en ese lugar. Algunas, de hecho, podéis verlas en este libro.

Pasaba el tiempo y por aquel pe-queño estudio pasaban personas de todas partes. A la mayoría de ellas no las conocía de nada. Realmen-te, a mi familia le incomodaba el hecho de que entrasen extraños a diario en nuestra propia casa.

Como durante varios años compa-giné la fotografía con otras ocu-paciones, utilizaba estos trabajos como principal fuente de ingresos para poder permitirme la compra de material fotográfico.

En el momento en el que tuve claro que el tipo de fotografía que de ver-dad me gustaba era la fotografía de personas, tomé la difícil decisión de dejarlo todo para dedicarme solo a lo que realmente me gustaba. ¿Cuál fue la primera duda? En mi cabeza no dejaba de rondar la idea de que si mi volumen de trabajo aumentaba (y eso era necesario para llegar a fin de mes) mi calidad se vería afectada

porque iba a tener mucho menos tiempo para hacer las fotos y mucho menos tiempo para procesarlas…

Y es que, para un aficionado, es muy fácil hacer una sesión de fotos cada 15 días y tener otros 15 para darles un procesado, dejándolas preciosas y que les encanten a sus amigos. Pero, a nivel profesional, yo hago dos sesiones diarias, una por la mañana y otra por la tarde, que tengo que procesar en la mayor parte de los casos el mismo día, ya que al día siguiente tengo otras dos y así sucesivamente.

Por esta causa, descubrí por mí mis-mo otra gran verdad: intenta que las fotos «buenas» salgan directamente de la cámara y usa el ordenador simplemente para mejorarlas.Con todo lo anterior conseguido (dominar la técnica, dar valor a mi trabajo y conseguir ofrecer calidad en un tiempo módico), tomé la decisión de mudarme a otro lugar y así nace The White Room. He bautizado mi estudio con ese nom-bre quizá porque «La Habitación Blanca» era menos comercial y me sonaba a psiquiátrico…

Me centré en la fotografía de be-lleza hace aproximadamente 10 años… Y en este tiempo he acumu-lado unas 15.000 fotos editadas y entregadas a mis clientes/amigos.

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Que Gus Geijo te haga unas fotos de impacto y calidad no es lo más importante. Conocer lo que se vive en su estudio y sentir

cómo una persona ama su profesión hasta límites insospechados sí que lo es. No es posar, sino «desnudar» tu interior y mostrarte

como realmente eres para que puedas recordarlo…

Gracias, Gus, por tocar ese punto donde moran los sentimientos.

Rafa GueRReRo

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