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Universiteit Gent Faculteit Letteren en Wijsbegeerte Taal- en Letterkunde: Engels - Spaans Academiejaar 2009-2010 La representación de Buenos Aires en las crónicas de Roberto Arlt. Masterproef ingediend tot het behalen Promotor: van de graad van Master in de Taal- en Prof. dr. Logie Letterkunde: Engels - Spaans door Candy Dauwe

La representación de Buenos Aires en las crónicas de ... · cuentística de Roberto Arlt (2009), la obra de Arlt ya ha sido estudiado ampliamente. Acerca de la representación de

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  • Universiteit Gent

    Faculteit Letteren en Wijsbegeerte

    Taal- en Letterkunde: Engels - Spaans

    Academiejaar 2009-2010

    La representación de Buenos Aires en las crónicas de

    Roberto Arlt.

    Masterproef ingediend tot het behalen Promotor:

    van de graad van Master in de Taal- en Prof. dr. Logie

    Letterkunde: Engels - Spaans

    door Candy Dauwe

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    Agradecimientos

    En estas líneas deseo expresar el agradecimiento a todas las personas que me ayudaron en

    el desarrollo de este presente trabajo.

    A mi directora Prof. Ilse Logie, un agradecimiento profundo y especial por guiarme y

    apoyarme en la redacción de esta tesina.

    A mis padres, les agradezco por el apoyo incondicional que me brindaron desde el inicio de

    esta empresa y por nunca perder la fe en mis capacidades.

    A mis hermanos, Christel, Kurt y Martine, por siempre estar a mi lado cuando les necesitaba.

    A Jeferson, por ser mi compañero incondicional y por hacerme reír en los momentos

    difíciles.

    A Nilton, por darme la fuerza de seguir esforzándome y por recordarme de siempre seguir

    para adelante… como los efelantes.

    A Ilse, Elise-Marie, Eva, Sarah, Eline, An-Katrien y todos los demás amigos, por aguantar las

    quejas, por darme momentos de distracción y por apoyarme en este trabajo.

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    Tabla de contenido

    1. Introducción. ...............................................................................................................................5

    2. Las Aguafuertes de Roberto Arlt. .................................................................................................7

    2.1. La crónica como género. ......................................................................................................7

    2.2. El marco histórico de las Aguafuertes. ............................................................................... 12

    2.3. Características generales de las Aguafuertes. ..................................................................... 18

    3. La representación de Buenos Aires. ........................................................................................... 26

    3.1. Teorías de la ciudad. .......................................................................................................... 26

    3.2. Buenos Aires en la obra de Roberto Arlt. ........................................................................... 31

    3.3. Análisis de algunas crónicas. .............................................................................................. 36

    3.3.1. Teorías de la ciudad. ................................................................................................. 37

    3.3.2. Modernismo radical. .................................................................................................. 50

    3.3.3. Expresionismo alemán. .............................................................................................. 56

    4. Conclusión. ............................................................................................................................... 64

    5. Bibliografía. ............................................................................................................................... 67

  • 5

    1. Introducción.

    En esta investigación propongo analizar las crónicas del autor argentino Roberto Arlt con el

    propósito de estudiar la forma en que el escritor representa la ciudad de Buenos Aires. Las

    crónicas en las cuales me baso para este trabajo tratan tanto de sus Aguafuertes como de las

    crónicas escritas en El Mundo a partir de 1937. Sin embargo, puesto que en las Aguafuertes

    surge a menudo el tema de la ciudad, más que en las demás crónicas, aquellas serán mi

    mayor tema de investigación. Todas las crónicas analizadas provienen de los libros

    Aguafuertes. Obras Completas. Tomo 2. (2008) y El Paisaje en las Nubes. Crónicas en El

    Mundo 1937-1942. (2009) de Roberto Arlt.

    Como ya se ha mencionado en mi tarea de investigación El imaginario apocalíptico en la

    cuentística de Roberto Arlt (2009), la obra de Arlt ya ha sido estudiado ampliamente. Acerca

    de la representación de la urbe, los críticos suelen limitarse a la obra novelística del autor. A

    causa de eso, propongo fijarme en sus crónicas para averiguar la forma en que Arlt

    representa la ciudad, ya que hasta ahora la representación urbana no ha sido el tema

    principal de los estudios de las crónicas. En cuanto a su obra, retornan frecuentemente los

    nombres de Sylvia Saítta, Beatriz Sarlo y Maryse Renaud. Estas críticas han investigado varios

    aspectos de la obra arltiana y son consideradas expertas en el campo. En la parte teórica de

    esta investigación me baso en algunas de sus publicaciones para crear un marco teórico e

    histórico.

    En cuanto a las crónicas del escritor, se han realizado varios estudios. Sin embargo, no

    suelen fijarse en la representación urbana por el escritor. Es más, la mayoría de estudios

    sobre las crónicas de Arlt tratan de una búsqueda hacia el origen de la crónica en general y

    de una comparación entre la obra de Arlt y las características generales del género de la

    crónica. Además, investigan cómo las crónicas del autor argentino se inscriben en las

    tradiciones del costumbrismo. Los nombres más importantes que surgen en esos estudios

    son los de Roberto Scari y Fabiana Inés Varela. Ambos críticos han analizado de que forma

    las crónicas de Arlt se inscriben en las tradiciones costumbristas. Scari se ha limitado, sobre

    todo, en un análisis comparativo con el propósito de determinar los precursores de Arlt,

  • 6

    mientras que Varela se dedica a situar las crónicas de Arlt dentro del costumbrismo y, a

    partir de eso, dentro de la tradición costumbrista argentina.

    Ahora bien, esta investigación consiste en dos partes grandes. La primera parte comprende

    un marco teórico para facilitar la comprensión de mi análisis. Esa primera parte se divide en

    tres subpartes, de las cuales la primera ofrece un panorama de las características generales

    asociadas con el género de la crónica. Es decir, trata de un resumen que traza los orígenes

    de la crónica y que describe las tendencias que han surgido en el transcurso del tiempo. La

    segunda subparte pinta el contexto histórico de las crónicas de Arlt, puesto que el

    conocimiento del carácter epocal de la obra de Arlt ayudará a comprender algunas actitudes

    presentes en la crónicas arltianas. En la última subparte les presento un sinopsis de algunos

    estudios, acerca de las crónicas de Arlt, publicados anteriormente. A base de las

    características mencionadas en esta parte, se realiza una parte de mi análisis.

    La segunda gran parte se enfoca sobre todo en la representación de Buenos Aires en la

    literatura argentina en general y en la obra de Arlt más en particular. En primer lugar,

    presento algunas ‘teorías de la ciudad’ que forman la base de la literatura argentina de los

    comienzos del siglo XX. A base de esas teorías se examina en la parte analítica, de qué forma

    se las aplican y sí se puede inscribir Arlt en la tradición argentina literaria del siglo XX. En

    segundo lugar, les ofrezco un resumen de los estudios que describen la forma en que Arlt

    representa Buenos Aires en su obra, tanto en sus novelas como en sus crónicas. Unos

    elementos clave en esa parte teórica consisten en la presencia de la vertiente expresionista

    alemán y la caracterización de Arlt como modernista radical. En mi análisis quiero averiguar

    hasta qué punto esa definición de modernista radical se corrobora en las crónicas de Arlt. En

    cuanto a la presencia del expresionismo alemán, el propósito de mi investigación consiste en

    comprobar si los elementos expresionistas atribuidos a la novelística de Arlt también surgen

    en las crónicas del mismo. En adición, quiero deducir cómo se aplican esas tendencias

    expresionistas en las crónicas. De esa forma propongo ver si las crónicas arltianas se

    inscriben en el estilo general de su obra.

  • 7

    2. Las Aguafuertes de Roberto Arlt.

    2.1. La crónica como género.

    Con vistas a un análisis de las Aguafuertes de Arlt, propongo aquí una síntesis de las varias

    tendencias presentes en la crónica como género. Ya que la crónica es un género que no se

    deja definir fácilmente me parece necesario ofrecer este resumen para facilitar la

    comprensión de sus Aguafuertes.

    En su artículo La crónica, un género del periodismo literario equidistante entre la información

    y la interpretación (2006) Mesa introduce la noción del periodismo literario para definir el

    género de la crónica. Para llegar a una definición concisa del término ‘periodismo literario’ (o

    literatura periodística) hace falta definir primero tanto la literatura como el periodismo.

    Mesa (2006: s.p.) menciona que la crítica general suele oponer ambas tendencias. De este

    modo, la literatura se define como un género en el cual la forma y la belleza de la expresión

    juegan el papel dominante con una subordinación del valor informativo como resultado.

    Además la literatura se dirige a un público concreto, que consiste en un grupo de lectores

    que lee para el placer, sin prisa alguna. El periodismo, en cambio, se caracteriza por su

    función informativa como propiedad particular. Sus lectores buscan información veraz en un

    espacio temporal corto, lo cual provoca una proclividad hacia un lenguaje asequible, o sea

    entendible para toda la sociedad y con inmediatez (Mesa, 2006: s.p.). Ahora bien, Mesa

    define el periodismo literario como trabajos periodísticos con elementos propios de la

    literatura:

    “Los lectores de los artículos que hoy proliferan en la prensa diaria buscan el placer

    de leer trabajos creativos en los que abundan recursos lingüísticos propios de una

    obra literaria, aunque informan sobre asuntos de candente actualidad. Es literatura,

    pues lo importante es la belleza del texto, pero también es periodismo, ya que no

    abandona su función informativa *…+” (Mesa, 2006: s.p.)

    Asimismo Mesa (ibíd.) define la crónica como un género ambivalente, ya que por un lado se

    caracteriza por la información y por otro lado por la interpretación, es decir consta de un

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    género entre el periodismo informativo y el periodismo de la interpretación. Sin embargo, el

    elemento más esencial de la crónica siempre ha sido su función interpretativa, pues se trata

    de “un texto que narra los hechos en un medio informativo con una valoración de su autor

    *…+” (Mesa, 2006: s.p.). De la misma manera Salazar (2005: s.p.) añade que la crónica se

    elabora en torno a un referente verdadero y común a los lectores. Sin embargo, esa faceta

    factual no impide crear textos con una autonomía estética y de condición artística. Más bien,

    el cronista aplica estrategias artísticas del campo de la ficción en el periodismo. Es una

    técnica que reconcilia la literatura y el periodismo. Por lo tanto la crónica forma un ancla

    entre la realidad y la ficción.

    En efecto, Salazar (2005: s.p.) señala que la base de la crónica se encuentra en el periodismo,

    ya que es un género ligado a todo aquello novedoso y actual. Esa preferencia hacia la

    actualidad da lugar a dos rasgos fundamentales que según Salazar caracterizan a la crónica.

    En primer lugar, indica la provisionalidad del discurso cronista. Como es imposible recrear

    una versión definitiva de los hechos, la crónica se concibe a sí misma como escritura de lo

    provisional. En segundo lugar, Salazar menciona la parcialidad. La crónica nos ofrece una

    mirada limitada, ya que es una interpretación personal de acontecimientos reales: “No se

    trata de establecer una versión monolítica de lo que sucedió sino tan sólo de una mirada

    personal” (Salazar, 2005: s.p.). Esa idea es corroborada por Karam que en su ensayo La

    Crónica y los Estudios Culturales. Notas para un debate compartido(2006) define la crónica

    como un género informativo, cuya función básica consiste en contar ‘hechos’. Sin embargo,

    aparte de su función informativa la crónica también posee otras funciones como la función

    opinativa y la función interpretativa. Igualmente Mesa (2006: s.p.) concluye que la crónica es

    un género de autor ya que suele ir firmada y en el texto el cronista comenta, amplía y

    ordena los hechos a su manera con un estilo literario sin dejar de ser periodístico. Como

    indica Karam (2006: 8), la crónica asume el punto de vista personal como el único, ya que se

    liga más a la experiencia y al testimonio que al saber y la “verdad”. El hecho de preferir lo

    personal ante lo general , también se encuentra a nivel de la redacción, más bien en la

    preferencia de los cronistas por la primera persona y por los estilos libres. Sin embargo, no

    basta con equiparar la crónica a la simple interpretación, puesto que se trata de una

    narración valorada de acontecimientos reales (Mesa, 2006: s.p.). Dicho de otra manera, la

    crónica es un artículo periodístico que lleva el sello personal de su autor. No obstante, el

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    cronista aún está sometido a los límites éticos asociados con los géneros periodísticos. Así

    que la crónica no coincide con una deformación de lo sucedido, sino que trata de ser una

    narración objetiva de lo acontecido mezclada con la visión personal del cronista.

    Aparte de los límites impuestos por su carácter periodístico, Mesa (2006: s.p.) indica otras

    limitaciones de la crónica, ligadas a su público. Es decir, como la crónica se dirige al gran

    público debe tener en cuenta algunos elementos estilísticos. De ese modo la crónica

    mayormente consiste en un texto claro y transparente, con oraciones simples, escrito en

    estilo directo. Sin embargo, Reguillo (2000: 62) define la crónica como un género integrador,

    definido y delimitado que se caracteriza por convocar distintos modos del lenguaje, o sea la

    crónica incluye elementos de distintos registros estilísticos. De ese modo la crónica funciona

    como espacio de evocación compartida y asume el papel de vehículo de socialización que

    tiende puentes entre diferentes mundos.

    Karam (2006: 6) parte de una definición etimológica para precisar el carácter del género

    cronista. Esta definición etimológica revela las raíces temporales de la palabra, ya que por un

    lado denota una relación ordenada de hechos (i.e: la crónica), mientras que por otro lado

    remite a algo largo y duradero (i.e. : lo crónico). A base de esa definición se podría concluir

    que la crónica, en su sentido temporal, puede comprehender tanto lo inmediato como lo

    permanente (Karam, 2006: 6). Además señala que la crónica se caracteriza por cierta

    flexibilidad, lo cual le posibilita extraer lo permanente de lo temporal. Esa flexibilidad se

    encuentra sobre todo en su capacidad de adaptarse a los tiempos nuevos y de “sobrevivir a

    mutaciones y cambios” (ibíd.). Eso está relacionado con su tendencia a expresar lo privado

    en lo público. De manera semejante Salazar(2005: s.p.) define la crónica como un género

    escurridizo, que se caracteriza por la velocidad (lo inmediato) y por el hecho de retratar

    espectáculos pasajeros: “una escritura del presente que *…+ busca aprehender lo eterno

    desde lo transitorio, con el fin de crear una totalidad autónoma perdurable” (Salazar, 2005,

    s.p.)

    Otro elemento esencial de la crónica según Salazar (2005: s.p.) es que el cronista pone el

    énfasis en un ámbito que se opone simbólicamente a los medios, dicho de otro modo: el

    cronista se enfoca en la calle. De esa manera atiende una esfera menospreciada por la

    historia tradicional y los medios de comunicación moderna. Se fija en el ámbito cotidiano y

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    anónimo, motivado por concepciones políticas que subyacen a su escritura. Además aparece

    ‘lo otro’ como sujeto en la crónica. El cronista se empeña en hacer visible lo que ha sido

    callado por los medios y el discurso oficial. Salazar añade que el género se considera

    fundamentalmente abierto, ya que inicia y mantiene un diálogo constante con ‘lo otro’. Es el

    reconocimiento de la otredad para dar sentido a su propia existencia. De ese modo Reguillo

    (2000: 63) supone que la crónica moderna está endeudada con las viejas crónicas de viajes.

    En estas crónicas antiguas, los viajeros representan imágenes de un mundo nuevo y exótico,

    de ese modo contribuyen a la construcción del imaginario del ‘otro’, del ‘extraño’. Es más,

    para Reguillo (ibíd.), hoy en día el ‘otro’ ya no se encuentra en un lugar lejano, sino que

    surge en el centro de la propia cultura. La crónica refiere simbólicamente a un movimiento

    interno, ya que se caracteriza por un estilo que propone separar y unir las diferencias en

    una cultura globalizada.

    Como ya se ha mencionado, la crónica introduce ‘lo marginado’ en el centro (Salazar, 2005:

    s.p.).Consiste más bien en una estrategia en la cual el cronista se distancia de los discursos

    hegemónicos con la finalidad de cuestionar las estructuras centralizadas y autoritarias de un

    país. Además intenta reivindicar las secciones excluidas del proyecto de la nación

    hegemónica. La crónica funciona como representante de la cultura marginal frente al canon

    establecido. De esa forma, el cronista se inscribe en un proyecto político puesto que la

    función principal de la crónica consiste en crear un testimonio impugnador con el fin de

    contar la historia no oficial. Es considerada una manifestación contra el poder de la amnesia

    colectiva(Salazar, 2005: s.p.). Reguillo (2000: 60) coincide con Salazar en que la crónica

    irrumpe en el concierto armónico de los relatos gobernables, porque sirve como un

    testimonio de lo que no debería verse. La crónica aspira a entender el movimiento

    permanente del carácter epocal.

    Salazar (2005: s.p.) insiste en que, contrariamente a lo que pasa en la “gran literatura”, la

    crónica es considerada como una escritura marginalizada. A pesar de ser un género muy

    importante para la literatura y la historia hispanoamericana, siempre ha estado fuera de la

    consideración estética por su carácter no ficcional. Reguillo (2000: 62) añade que la crónica

    se destaca por una caracterización doble, es decir por un doble movimiento de encuentro y

    disrupción: con la crónica surge un nuevo género discursivo que no se deja situar en la

    dicotomía conocida que opone la literatura al periodismo (Reguillo, 2000: 62), (Karam, 2006:

  • 11

    9). Según el punto de vista de Reguillo es precisamente esa hibridez la que le otorga su

    riqueza y efecto discursivo a la crónica. La hibridez permite a la crónica “hacerse cargo de las

    transformaciones en las formas del relato, en las sensibilidades, en las formas de comunicar

    con los otros” (Reguillo, 2000: 62). A pesar de esas dificultades de inscribir la crónica en una

    tradición específica, Karam (2006) observa que la crónica es un instrumento útil para

    conocer la realidad social: ya que “ *da+ cuenta de actores, movimientos sociales y luchas de

    las minorías “ (Karam, 2006: 9). Se trata de un género caracterizado por el mestizaje y por

    sus posibilidades expresivas. En conclusión, se puede decir que la crónica debe ser

    considerado como un género híbrido. Tanto en sentido cultural, ya que combina elementos

    del ensayo, el testimonio, la crítica y la ficción, como en sentido político, presente en su

    carácter anticanónico. Es un género intermedio porque violenta las reglas preestablecidas en

    cuanto a las convenciones generales.

    En su artículo, Reguillo (2000: 63) presta atención a la crónica urbana como subgénero que

    se fija en la vida urbana. Para ello, la crónica urbana trata diferentes mundos que se

    encuentran en el mismo plano espacial, puesto que cuenta de múltiples ciudades

    imaginadas e ideológicas que convergen en una ciudad real. El cronista describe paisajes que

    van desde otros temporalidades y creencias hasta el encuentro cotidiano. Por eso, Reguillo

    concluye que la crónica no puede ser considerada como una escritura neutra porque aspira a

    representar lo no representado y lo no representable. Igualmente Capello (2008: 253)

    considera la crónica urbana como un género que reside en el espacio liminal entre el

    periodismo y la literatura. Como el cronista describe la zona de contacto entre la cultura baja

    y la cultura alta, posee la posibilidad de apelar a un público de varias clases y le da el poder

    de resistir las normas culturales dominantes. en su artículo, Capello(2008: 252-253) se

    refiere a la obra de Esperança Bielsa1, cuando introduce la crónica como un reporte de la

    cultura no oficial de un narrador cuya voz está siendo atenuada por las voces de sus

    personajes.

    En cuanto al marco histórico de la crónica, los autores no logran coincidir acerca del origen

    de aquel género tan escurridizo. Por ejemplo, Karam (2006: 11-12) indica que generalmente

    se suelen ubicar sus inicios en los primeros relatos de viaje que surgen en la literatura

    1 The Latin American Urban Crónica (2006) por Esperança Bielsa

  • 12

    hispánica después del descubrimiento del nuevo mundo. Sin embargo, denota que aparte de

    esa raíz la crónica forma parte de una tradición más larga y anterior a la conquista. Sugiere

    que la crónica ya existió desde hace muchos siglos, no obstante “ en formas que no siempre

    son las canónicas para referirse y postular al género, ni tampoco en usos y estilos que hoy

    hemos definido como centrales” (Karam, 2006: 12). Así que según Karam los orígenes de la

    crónica moderna no se encuentran en el siglo XVI con los relatos de viaje, caracterizados por

    una función administrativa sino en los finales del siglo XIX con el surgimiento del periodismo

    y las luchas políticas. A partir de ahí, en el siglo XX será asociada con la literatura testimonial

    y luego con el modernismo. Capello (2008: 252), en cambio, indica que Bielsa ve el origen de

    la crónicas en géneros anteriores como la novela picaresca y los esbozos costumbristas del

    siglo XIX. Bielsa añade que los escritores de crónicas suelen aplicar técnicas literarias

    sofisticadas, sin embargo su fuerza reside en su accesibilidad a un público variado debido a

    su carácter urbano, ya que representan la ciudad dialógicamente.

    2.2. El marco histórico de las Aguafuertes.

    Entre 1880 y 1910 la demografía argentina sufre un cambio dramático por olas de

    inmigración extranjera, que causan un malestar en las elites. Ellas sienten que el país no se

    está convirtiendo en una nación sino en un mercado en desarrollo. Por un lado, las elites

    consideran la economía abierta del país como un peligro, una amenaza porque a pesar de las

    grandes riquezas materiales provenientes de aquella economía, surgen unas consecuencias

    no tan deseables ni previstas 2. Toda la riqueza se concentra en las manos de unas pocas

    personas, lo cual da lugar a la exclusión, la segregación y la opresión de la clase trabajadora.

    Como indica Sarlo (2001: 25) las elites tienen la impresión de vivir en un país incompleto o

    distorsionado, lo que ven como una grave imperfección del sistema político. Por otro lado, la

    gran mezcla de nacionalidades diferentes produce una sensación de deficiencia en cuanto a

    2 El período de 1880 a 1916 es conocido como ‘La Republica liberal’ en la historia argentina. El gobierno instala

    una economía abierta que favorece las inversiones extranjeras, creando de esa forma un estado que consiste en una minoría poderosa, tanto económicamente como políticamente, que oprime a las clases bajas.

  • 13

    la presencia de una identidad nacional. A partir de aquel descontento surge la necesidad de

    una reforma, tanto política como cultural (Sarlo, 2005: 25 ss.).

    La reforma es iniciada por las fuerzas sociales que piden más participación en el gobierno;

    por un lado, reclaman una institucionalidad política que garantice la rotación de las elites y

    por otro lado, exigen una revisión del concepto de la ciudadanía. Antes de la reforma,

    Argentina se percibía como una república de elites, consistiendo en una escena de alianzas,

    conflictos y pactos apoyados por el voto cantado. El sistema del voto cantado abarca un

    sistema electoral en el cual los caudillos locales obligan a las personas bajo su poder a votar

    por los candidatos de su elección. Los votos son dados en voz alta y de esa manera accesible

    a la corruptela. Ese sistema fraudulento solía conducir a conflictos armados entre diferentes

    partidos políticos y consistía muchas veces en la corrupción de los actores judiciales.

    Por la aceptación del voto secreto3 para toda la población masculina, surgen cambios

    educacionales y culturales. La llamada “cuestión universitaria” en 1918 implica un programa

    político que propone todo acceso gratuito a las universidades y un sistema de enseñanza en

    el cual los estudiantes juegan un papel importante en el gobierno de las universidades. Eso

    da lugar al surgimiento de un movimiento estudiantil en la esfera pública como actor político

    (Sarlo, 2005: 27 ss.). Aquella reforma universitaria evoca una renovación de los cuadros

    profesionales, intelectuales y políticos, puesto que facilita el ascenso social de los sectores

    medios. Además, la nueva política educacional admite la incorporación de los hijos de los

    inmigrantes a la escuela pública. De ese modo la enseñanza argentina de inicios del siglo XX

    consiste en una distribución de capacidades básicas, facilitando la integración en el mercado

    laboral:

    “Ser argentino implicaba trabajar, leer y escribir, votar. Ser argentino también

    significaba un imaginario articulado por principios de orgullo nacional, posibilidades

    de ascenso social y relativo igualitarismo”. (Sarlo, 2001: 28)

    3 En 1912 se vota la Ley Sáenz Peña, que disipa el voto cantado. Esa ley produce que el voto no sólo sea universal y obligatorio para toda la población masculina sino que también llega a tener carácter secreto. Ese triunfo de los partidos sociales es visto como una fecha clave en la transformación de Argentina en un estado democrático.

  • 14

    A causa de todos esos cambios sociales y políticos, surgen nuevos géneros discursivos. El

    cambio inicia con la aparición del diario Crítica en 1916 y culmina con Clarín en 1945. Según

    Sarlo (2001: 36-37) esos nuevos discursos periodísticos serán decisivos en la formulación de

    narrativas sociales y en la creación de una categoría especializada de escritor a la cual

    pertenece Arlt: el escritor como periodista. Es notable que la mayoría de los autores

    argentinos son escritores y periodistas a la vez. Sarlo además indica que la emergencia de

    esos nuevos productores culturales altera tanto las relaciones dentro del campo de los

    intelectuales como las relaciones entre los intelectuales y su público. El imaginario nuevo del

    público de la industria cultural es democrático, ya que una gran variedad de lectores

    encuentran un lugar de identificación en el discurso del nuevo periodismo: “El discurso

    periodístico crea un público que, a su vez, lo modifica con su presencia.” (Sarlo, 2001: 37)

    Es en ese clima de cambios políticos y culturales en el que Arlt pasa su infancia y su

    juventud. Su condición de hijo de inmigrantes presupone un empleo físico con sueldo bajo.

    Sin embargo, sus intereses personales y motivación determinada lo llevan a un camino

    alternativo el de periodista4. A la edad de 25 años Arlt comienza su carrera periodística en

    una publicación semanal: Don Goyo. El empleo en Don Goyo consiste en una nota quincenal

    que puede ser interpretada como el antecesor de sus Aguafuertes Porteñas. Se trata de

    relatos breves, escritos en primera persona y mayormente con una base autobiográfica:

    “Arlt narra pequeños episodios de su adolescencia y juventud o, con ironía, toma a

    personas reales, miembros de su familia o conocidos del barrio Flores, y los convierte

    en personajes de situaciones absurdas.” (Saítta, 2000: 37)

    De ese modo Arlt encuentra su primer trabajo estable con sueldo, relacionado con el

    periodismo.

    A partir de febrero 1927 Arlt empieza a escribir para el diario Crítica en el cual trabajará un

    año escribiendo crónicas policiales. Su trabajo como periodista policial le da la oportunidad

    de recorrer las calles, paseos y zonas periféricas de la ciudad; “de sumergirse en los bajos

    fondos de la ciudad”. (Saítta, 2000: 52) A finales de 1927, a causa de la muerte de su amigo

    4 La fuente principal de la información biográfica acerca de la carrera profesional de Roberto Arlt es el libro de

    Saítta: El escritor en el bosque de ladrillos. (2000) Sin embargo hace falta mencionar una fuente secundaria: el artículo de Varela: “Aguafuertes Porteñas: Tradición y Traición de un género.” (2002).

  • 15

    íntimo Ricardo Güiraldes, Arlt se cansa de las noticias banales de las policiales. Así que

    cuando le piden ayuda con el lanzamiento de un diario nuevo, Arlt no duda en aprovechar el

    momento.

    De este modo nace el diario El Mundo, el primer tabloide del periodismo argentino. Desde el

    comienzo del diario, Arlt se encarga de escribir una nota diaria, la cual se publica primero sin

    título ni firma. A partir del ocho de agosto de 1928 aparece por primera vez el título: Las

    Aguafuertes Porteñas. El nombre refiere al conocido arte del grabado, que consiste en “una

    técnica agresiva y multidinaria del grabador Facio Hebequer que lo fascina y con la que Arlt

    se identifica de manera explícita: ‘ Nada de colores, tinta y carbón’”( Varela, 2002: 145). La

    nota tiene la apariencia de una viñeta costumbrista en la cual Arlt comenta un aspecto

    pintoresco de las noticias del día (Varela, 2002: 147). El catorce de agosto aparece la nota

    con las iniciales del autor: R.A y al día siguiente aparece el nombre completo del autor.

    Puesto que Arlt escribe en primera persona, su nota le dará un espacio para volcar sus

    opiniones propias y sostener posiciones controvertidas. Las Aguafuertes le dan fama

    inmediata al cronista, como autor de la única sección firmada del periódico. De esa forma

    logra consolidar un lugar propio, como periodista profesional con un sueldo y un horario. Sin

    embargo, Arlt no considera el estatuto de escritor salariado como algo deseable:

    “ El periodismo impone sus ritmos, sus tiempos, sus leyes, y Arlt se queja. *…+ Para

    Arlt ganarse la vida escribiendo en un periódico es penoso y rudo *…+ porque elige

    compararse con aquellos escritores que, al pertenecer a otra clase social, tienen el

    tiempo adecuado para escribir una literatura sostenida por las rentas familiares o el

    dinero obtenido en sedantes empleos nacionales. Arlt no se compara con el obrero ni

    con el empleado de clase media que diariamente ficha en una oficina; como señala

    Drucaroff, la mirada y la envidia están en los que ocupan los lugares de privilegio.”

    (Saítta, 2000: 57)

    A pesar de sus quejas, Arlt se da cuenta de que escribir para El Mundo le trae bastantes

    ventajas (Saítta, 2002: 57 ss.). En primer lugar ventajas materiales como sus viajes a Europa y

    África. En segundo lugar, El Mundo permite a Arlt difundir libremente sus cuentos y otras

    publicaciones. Además, el autor puede disponer de su tiempo y nota como le plazca, la

    única restricción, según Arlt, impuesta por el director Carlos Muzio Sáenz Peña, consiste en

  • 16

    la prohibición de tocar el campo político (Saítta, 2002: 60). Del mismo modo Peña se encarga

    de corregir la ortografía de las Aguafuertes, algo que el escritor percibe como una forma de

    censura. Otra ventaja de su estatuto de periodista reconocido es que mediante las

    Aguafuertes Arlt logra salir del anonimato relacionado con su origen social al ser él hijo de

    inmigrantes. Sus notas diarias le ofrecen la certidumbre de tener un público propio y de

    interesar a la gente. Además, le dan a Arlt un lugar de exhibición pública (Saítta, 2002: 59),(

    Varela, 2002: 152) en la cual tiene la posibilidad de mirar a los otros y de ser mirado a la vez.

    Un elemento esencial de la obra periodística de Arlt reside en el contacto directo que

    mantiene con su público, mediante cartas y visitas que sus lectores ofrecen a la redacción

    (Saítta, 2002: 63). Esa forma de tratar con su público lector propone una táctica contra la

    despersonalización asociada con el periodismo de los años veinte.

    El Mundo llega a ser un periódico muy popular que posee las características necesarias para

    competir con los diarios tradicionales. Su formato de tabloide con un orden impecable

    mantenido en todas las ediciones abre el camino a un público amplio; empleados,

    universitarios, amas de casa, etc. El diario se empeña en mantener un carácter respetuoso

    de las buenas costumbres y de la moral social. Ya que propone defender el interés del

    núcleo familiar, el diario prefiere el uso de un lenguaje decente que se considera apto para

    un público de clase media y para el hogar, evitando expresiones coloquiales. Arlt, por lo

    contrario, defiende la aplicación del lunfardo y del caló porteño como medio de expresar sus

    crónicas. Saítta (2002: 61-62) indica que de esa forma Arlt se inscribe en una larga tradición

    de escritores costumbristas, cuando en sus primeras Aguafuertes describe el lenguaje

    callejero con la intención de demostrar la productividad de esa variante. Su preferencia por

    el lunfardo forma una incomodidad en un diario que pretende competir con los diarios

    serios. Sin embargo, el uso del lunfardo en las crónicas de Arlt funciona como broma frente a

    la seriedad del público (Saítta, 2002: 61-62).

    El escándalo de las notas de Arlt surge de la combinación de las voces de la calle con una

    exhibición constante de un saber literario. Además, Arlt introduce discursos ajenos a la

    literatura como el lenguaje de la química, la física, la geometría, las ciencias ocultas, etc.

    (Saítta,2002: 62). Con esa combinación extraña, Arlt intenta representar la subjetividad y el

    paisaje urbano. En sus Aguafuertes Arlt recorre la ciudad y aprovecha la oportunidad para

    denunciar los efectos de la modernización urbana. A partir de abril 1934, la mirada del

  • 17

    escritor se fija en las zonas periféricas de la urbe; “donde percibe, ya ni grados de

    diferenciación entre el centro y los barrios, sino verdaderos abismos sociales” . (Saítta, 2000:

    66). A causa de ese enfoque nuevo, Arlt comienza una campaña periodística ‘Buenos Aires se

    queja’ en la cual Arlt aprovecha su posición de autor reconocido para señalar un sistema

    equivocado y denunciar los problemas presentes en los barrios periféricos. Las Aguafuertes

    que aparecen en relación con esta campaña causan una ola renovadora, ya que es una de las

    primeras veces que un periodista se ocupa de los menos poderosos de la ciudad. Su

    denuncia provoca una reacción del Ayuntamiento a favor de cambios sociales (Saítta, 2002:

    64-65).

    En 1935 Arlt embarca varios viajes a Europa y África del norte, de donde envía crónicas de

    viajes al diario comentando sus impresiones personales de los diferentes lugares. Según el

    lugar el titulo de las crónicas se adapta: Aguafuertes africanas, madrileñas, asturianas, etc.

    La mirada que el escritor ofrece de los varios lugares, consiste en la mirada típica de un

    extranjero que visita una ciudad desconocida. Esas crónicas se inscriben en la larga tradición

    de las crónicas de viajes de los siglos anteriores (Varela, 2002: 148).

    A consecuencia de una preocupación creciente por los sucesos políticos internacionales

    como la popularidad ascendiente de Hitler y la situación penosa de la España franquista, Arlt

    deja de lado sus Aguafuertes en 1936. No obstante, su interés personal en aquellos asuntos

    dan lugar a nuevos tipos de crónicas: Tiempos Presentes y luego Al margen del cable. Ambas

    crónicas constan de interpretaciones personales del autor sobre los acontecimientos

    preocupantes de la política internacional. En Al margen del cable, cuyo título refiere a

    aquellas noticias que suelen quedarse fuera de la perspectiva general del periodismo, Arlt

    recupera las noticias menores de los periódicos internacionales y las reescribe. A veces de

    modo irónico o burlesco, a veces de modo serio con una entonación preocupada

    (Varela,2002: 148).

    En 1937, Arlt retoma la ciudad como el centro de sus notas en las cuales intenta “plasmar la

    mirada extrañada del cronista frente a los fuertes cambios producidos en la fisonomía

    urbana de Buenos Aires”. (Varela, 2002: 147). Sin embargo, el título de aquellas notas no

    queda limitada a Aguafuertes porteñas sino que según el espacio descrito se integran tanto

    en las Aguafuertes como en Al margen del cable. Arlt seguirá escribiendo sus notas diarias

  • 18

    hasta el día de su muerte en 1942, cada vez con interés creciente en la política tanto

    internacional como nacional.

    2.3. Características generales de las Aguafuertes.

    Tanto Roberto Scari en su artículo ‘Tradición y renovación en las Aguafuertes porteñas de

    Roberto Arlt’ (1976) como Fabiana Inés Varela en su ensayo ‘Aguafuertes porteñas: tradición

    y renovación de un género’ (2002) encuentran en las Aguafuertes de Arlt una fuerte

    tendencia hacia el costumbrismo tradicional. Scari halla sobre todo una influencia de

    Quevedo y Larra que destaca como autores predilectos de Arlt y muy influyentes en el

    cronista argentino. La presencia de esos prosistas españoles en las crónicas del autor

    argentino se halla tanto en alusiones directas como en unas persistentes semejanzas de

    vocabulario, tono y contenido ideológico. Sin embargo, Scari indica que el propio Arlt ha

    ejercido una gran influencia sobre el género del costumbrismo. Varela (2002: 148) coincide

    con Scari (1976: 196 ss.) en que Arlt retoma las características del costumbrismo clásico pero

    las renueva con su aporte original. Varela (2002: 148-150) enumera algunos rasgos que

    colocan las Aguafuertes en el marco del costumbrismo. En primer lugar, el costumbrismo se

    reconoce por la presencia de un título expresivo que resume el contenido o tema del

    artículo. En segundo lugar, Varela (ibíd.) señala el modo personal de abrir y cerrar las notas.

    En tercer lugar, el costumbrista pinta paisajes genéricos presentados mediante un

    perspectivismo deshumanizante. Es decir, por un lado el autor deforma la realidad, mientras

    que por otro lado exagera ciertos tratos con el propósito de destacar el vicio moral de la

    sociedad. En cuarto lugar, Varela presenta el hecho de que los artículos siempre tratan

    sucesos reales, acontecidos en lugares concretos. Y en último lugar, el costumbrismo se

    caracteriza por la descripción directa con diálogos intercalados.

    Para empezar, Scari (1976: 196-200) examina la presencia de Quevedo y de la picaresca en

    las crónicas de Arlt. Para Scari (ibíd.), Las Aguafuertes pueden ser vistas como “picarescas sin

    pícaro”, por su estructura directa y fragmentada que se combina con el típico espíritu frívolo

    de las novelas picarescas. Con un tono parecido a la picaresca Arlt deja pasar su mirada a

    través de la gran ciudad, fijándose sobre todo en las esquinas donde habitan el hambre, el

  • 19

    trabajo degradante, la avaricia y la hipocresía. Sin embargo, Arlt añade un elemento

    típicamente porteño: una especie de hastío: “ *…+ un juego de ‘papanatas5’(p.120) que

    desperdician la vida en trabajos inútiles, y cuya existencia sería, sin la picante salsa de

    ‘macaneo6’(p.120), aun para ellos, insoportable.” (Scari, 1976: 196). Scari añade que

    “La clave del parentesco con los relatos picarescos se halla *…+ en las numerosas

    descripciones de la lúgubre fraternidad del hambre, que a su vez engendra la

    hipocresía con sus ingredientes indispensables, la envidia, la codicia y la astucia”

    (Scari, 1976: 198).

    De esa forma se revela el vínculo directo con Quevedo, quien igual que Arlt considera estos

    tres vicios como la gran plaga del mundo. Tanto Arlt como Quevedo reducen esos vicios a un

    vicio general que los engloba todos: la hipocresía. Quevedo en sus sátiras suele condenar a

    grupos enteros al infierno, es decir no se detiene en castigar al pecador individual. Es en esa

    faceta en la que Arlt coincide con Quevedo; ambos escritores satirizan y castigan a una cierta

    clase social (en el caso de Arlt la baja burguesía) sin prestar atención a los individuos :

    “En este contexto social el autor examina, con minucia de detalle, cómo la pobreza,

    el hambre y la hipocresía se entrecruzan para crear lo que el satírico se complace en

    llamar, casi con regocijo, ‘el infierno de la desdicha’.” (Scari, 1976: 198)

    Además ambos escritores fracasan en cuanto a la eficacia didáctica de sus obras. La meta de

    ambos autores no consiste en educar a sus lectores acerca del bien y del mal. Al contrario,

    Arlt busca divertir al lector y estimular la fantasía de su público con sus ataques satíricos.

    (Scari, 1976: 198-199)

    A continuación Scari (1976: 200 ss.) denota una afinidad entre Arlt y Larra. Scari compara los

    Delirios Filosóficos de Larra con algunas Aguafuertes7 de Arlt y constata que esas crónicas no

    pueden ser consideradas como costumbristas sino que forman una variación arltiana de los

    Delirios de Larra, ya que comparten la misma intensidad emotiva y las mismas

    5 Según el diccionario de RAE ‘papanatas’ refiere a: Persona simple y crédula o demasiado cándida y fácil de engañar. Fuente: http://www.rae.es/rae.html 6 ‘macaneo’: según el diccionario de RAE proviene del verbo ‘macanear’ que en el español de Argentina lleva los siguientes significados: decir mentiras o desatinos o golpear. Fuente: http://www.rae.es/rae.html 7 Se trata de las crónicas siguientes: El espíritu de la calle Corrientes no cambiará el ensanche, Persianas

    metálicas y chapas de doctor, La tragedia del hombre que busca empleo y La decadencia de la receta médica.

  • 20

    consideraciones psicológicas-morales. Así que en esas crónicas Arlt nos pinta un retrato

    agrio de la burocracia argentina mediante una burlesca apoteosis del inservible y sin

    aspiración alguna. Para Scari (1976: 201) la diferencia esencial entre Larra y Arlt se encuentra

    en el optimismo dieciochesco presente en la obra de Larra. Larra aún mantiene viva la

    esperanza y la compasión hacia el otro ser humano. En sus obras, el lector siente compasión

    hacia el personaje que sufre. A fin de cuentas, es sólo el autor quien se hunde en la

    desesperación. Dicho de otra forma; en la obra de Larra el pesimismo se restringe a la

    pérdida de una ilusión personal del autor, sin incluir al resto de la sociedad. Larra incorpora

    en sus escritos la fe de una reforma y considera la literatura como medio para llevarla a

    cabo.

    Como ya se ha mencionado antes, Arlt no cree en una posibilidad de mejora social:

    “ *…+ Arlt no aspira a nada, ni asoma en él jamás una ilusión que se pierde o un

    anhelo frustrado; Todo –autor, lector, ambiente- se hunde en el desengaño

    completo.” (Scari; 1976: 202)

    Además en las obras de Arlt, a diferencia de lo que pasa con Larra, no son los proyectos

    reformadores personales los que que se desperdician sino toda la ciudad y por extensión la

    sociedad argentina y finalmente hasta la humanidad entera. Sin embargo, las Aguafuertes

    poseen una orientación política y económica, presente indirectamente mediante alusiones a

    causas importantes para el autor mismo y a los efectos de la situación actual del país. Otra

    diferencia denotada por Scari (ibíd.) entre ambos ensayistas concierne al estilo. Larra emplea

    un estilo más elegante, “más diestro en materia de estilo y quehacer literario” (Scari, 1976:

    203) mientras que los trabajos de Arlt se caracterizan por un descuido relativo de los

    recursos estilísticos:

    “Arlt es muy distinto, pero también hábil en forjarse un estilo que refleje fielmente su

    estado de ánimo y su actitud frente a la sociedad que observa y critica: más

    impaciente y brusco que Larra, sin su elegancia y elocuencia expresivas, lleno de

    tropiezos y contrastes de tono, incluso groserías y lo que a menudo parecen

    flagrantes errores.” (Scari, 1976: 204)

    A pesar de esas características, Scari (1976: 204) no define a Arlt como un escritor frívolo.

    Arlt busca más bien sorprender a su lector burgués, un público que Arlt considera

  • 21

    incompetente y más que divertirlos, el escritor busca irritarlos. Según Scari (ibíd.), Arlt

    funciona como el portavoz literario de la clase media bonaerense. Como escritor nos dibuja

    un retrato detallado y franco de aquella franja de la sociedad sin dejar de lado su sátira

    corrosiva y deformadora. A causa de la estructura fragmentada de las crónicas arltianas, les

    falta una profundidad analítica. Sin embargo, Scari encuentra una correspondencia entre la

    áspera estilística y la actitud nihilista de Arlt, una correlación que promueve la ferocidad

    satírica.

    “Lo esencial, lo que separa Arlt definitivamente de los satíricos españoles es *…+ la

    ausencia absoluta de idealismo en el escritor argentino, el desengaño radical que le

    hace actuar, sentir y, en fin, vivir, de acuerdo a una de sus más inolvidables

    creaciones, la “psicología del siervo”.”(Scari; 1976: 207)

    Para Varela(2002: 148), en cambio, lo que aleja Arlt de los maestros españoles es

    exactamente lo que le acerca a la tradición costumbrista argentina. Una tradición más crítica

    ya en sus raíces, y asociada fuertemente con el costumbrismo crítico y ético-social de origen

    inglés. En su artículo Varela supone que en las crónicas de Arlt ambas tendencias están

    entrelazadas. Sin embargo, se limita sobre todo a investigar hasta qué punto el

    costumbrismo crítico domina en los artículos de Arlt y qué efectos provoca la tensión entre

    ambas tendencias. Varela comienza por definir tanto el costumbrismo pintoresco como el

    costumbrismo crítico, para después analizar la obra de Arlt y descubrir como ambas formas

    se interrelacionan.

    Varela (2002: 149 ss.) señala que el costumbrismo pintoresco se caracteriza, por un lado, por

    su color local. Se trata de una tendencia más tradicionalista, marcada por un tono

    melancólico que procede de una nostalgia hacia el pasado. Es un estilo proveniente de

    España. El costumbrismo crítico, por otro lado, aspira a un mejoramiento de costumbres

    mediante el humor y la ironía. La tendencia surgió en el periodismo inglés e intenta señalar

    las flaquezas y vanidades del ser humano. Además Varela enumera algunos rasgos del

    costumbrismo inglés relacionados con la obra de Arlt. En primer lugar, se trata de la elección

    de lugares familiares, en especial el placer de caminar por los parques y lugares públicos de

    la ciudad con motivo de escuchar y hablar con la gente. En segundo lugar, el costumbrista

    crítico intenta presentar una galería de tipos de personas originados por el crecimiento y el

  • 22

    desarrollo desordenado de la ciudad. Es decir, presentarnos la vida de los marginados de la

    sociedad: los libertinos, los ateos, los alcohólicos, etc.

    Varela (2002: 150) considera que a partir de aquellos rasgos se originó el costumbrismo

    argentino que posee algunas características propias. Entre ellas se destaca el interés por la

    crítica teatral, la descripción de escenas costumbristas, la incorporación del lenguaje

    hablado, un orgullo nacional combinado con una admiración hacia lo extranjero. Además, el

    género al inicio también incluía la dicotomía “civilización y barbarie”. En general se podría

    deducir que en esta vertiente costumbrista se trata de una denuncia de costumbres

    populares a las cuales el cronista opone ciertos principios de su ética individual, entre las

    cuales se considera a las corridas de toros, el carnaval, etc. En cuanto a esa actitud crítica

    frente a las costumbres populares, más en particular el carnaval, Varela (2002: 155 ss.)

    denota que Arlt invierte los valores aplicados por el costumbrismo argentino.

    Tradicionalmente los costumbristas suelen denominar el carnaval como una especie de

    barbarie y optan en sus textos por fiestas más refinadas. Arlt, en cambio, no critica al

    carnaval como costumbre sino la hipocresía y el afán de apariencias de la burguesía. Su

    crítica frente al carnaval moderno se parece más a una añoranza hacia un pasado perdido e

    irrecuperable:

    “ *…+ Arlt denuncia que los cambios operados en la burguesía, que finalmente

    asumió *…+ el ideal progresista de los hombres del siglo pasado, son una mera

    hipocresía que ha llevado a perder el verdadero sentido de una fiesta popular como

    el Carnaval.” (Varela, 2002: 157)

    Solis (s.f.: 6) discrepa de Varela, ya que propone que la característica que diferencia a Arlt de

    los escritores canónicos argentinos reside en su mirada hacia el presente. Dicho de otro

    modo, Arlt no añora un pasado sino que en su obra condensa un presente con tanta

    autorreferencialidad que explota en una multiplicidad de particularidades. En las

    Aguafuertes el autor pinta escenas urbanas y caracteres individuales como tipos únicos,

    ambos siempre denominados por lo que hacen y lo que dejan de hacer y nunca por su

    pasado. Además añade que las crónicas de Arlt se proyectan hacía el futuro, pues anuncian

    una ciudad nueva a partir de una estética caótica. En ese presente y futuro tan inseguro y

    caótico el único punto de anclaje reside en el lenguaje callejero (Solis, s.f. : 7). La fijación de

  • 23

    Arlt en el lenguaje de la calle también se relaciona con el deseo del cronista de crear una

    etimología urbana, ya que de esa forma puede mostrar el discurso que circula al margen de

    la literatura clásica. En el prólogo de El paisajes en las nubes (2009: 9-12) Ricardo Piglia

    coincide con Solis ya que describe las crónicas de Arlt como una especie de sintomatología

    social, es decir, las crónicas de Arlt funcionan como un registro de los cambios psicológicos

    en el clima social. Además añade que Arlt sigue la tendencia del expresionismo alemán, ya

    que mira los hechos y situaciones con el motivo de encontrar datos para inventariar un

    mundo nuevo. En sus notas siempre subyace una utopía, lo cual coincide con una inversión

    perversa del costumbrismo. Arlt considera a la literatura como un laboratorio en el cual

    experimenta con partículas de la vida social (Piglia, 2009: 11).

    Otro elemento esencial de las crónicas resaltado por Scari (1976: 196 ss.) es la indolencia

    como rasgo sobresaliente de las Aguafuertes porteñas, de toda la obra arltiana en realidad.

    Arlt siempre toma el tiempo para describir rigurosamente la vida triste del argentino medio.

    El autor generalmente no se detiene para profundizar sus visiones, sino que más bien

    expone sin explicar con la intención de intensificar su pesimismo. Un elemento que Scari

    considera como una característica esencial de las crónicas, es decir, el pesimismo radical en

    el cual falta la menor alusión a un posible mejoramiento futuro tanto como la introducción

    de posibles medidas correctivas. Arlt está convencido de que en su país todo irá de mal en

    peor, así que en su obra propone subrayar la falta de fraternidad entre los argentinos y

    mediante sus crónicas ofrece al lector una imagen de la esencial inhumanidad de la sociedad

    argentina. Según Scari (1976: 197-198), ese nihilismo forma una meta arltiana, que se

    cumple en las mejores crónicas y logra conmover y desconcertar al lector, un efecto

    sorprendente en un género que suele ir caracterizado por la tendencia hacia un alto grado

    de concentración en los detalles, provocado por su afán científico. Además ese toque

    nihilista en la obra de Arlt imposibilita cualquier matiz didáctico, ya que Arlt goza del castigo

    que impone a la burguesía con sus notas. Según Scari esa es una de las facetas que Arlt

    renueva en sus ensayos:

    “Arlt, al adaptar y renovar un procedimiento tradicional, nos descubre nuevas

    perspectivas latentes en el género, revelando así su admirable originalidad.” (Scari,

    1976: 198)

  • 24

    Para Scari las Aguafuertes nos ofrecen la posibilidad de acceder a la ideología del autor de

    manera más directa y precisa que las novelas y los cuentos.

    En conclusión, Varela (2002: 151 ss.) deduce que Arlt se inscribe en la tradición crítica

    aunque también se distancia del género. Por un lado, las crónicas de Arlt permiten

    caracterizar al escritor como cronista estereotípico del género, ya que su obra contiene

    algunos tópicos conocidos del género: la capacidad de observar, la caracterización del

    cronista como hablador, la relación típica con su editor, las quejas continuas ante la tarea

    cotidiana, la imposibilidad de dejar satisfechos a todos los lectores y la apelación a cartas8 de

    lectores para plantear un tema (Varela, 2002: 151). Queda por mencionar que la

    caracterización de Arlt como hablador atribuye algunos rasgos específicos a su escritura.

    Varela (2002: 155) indica que el decir de Arlt contiene un matiz fuerte de acidez. Un

    elemento de ironía domina sus crónicas. La acidez sirve para molestar a su lector pero al

    mismo tiempo constituye un motivo de meditación. Además, ese actitud de hablador implica

    un tono familiar. Al utilizar el lenguaje de la calle, Arlt habla el mismo idioma que sus

    lectores lo cual provoca un cercanía con su público.

    Por otro lado, Varela (2002: 152) concluye que las Aguafuertes porteñas no se dejan

    inscribir en la tradición costumbrista típica. Arlt introduce una perspectiva nueva, su crítica

    pierde el valor reformador e ideológico. Del mismo modo que Scarí, Varela (2002: 162) opina

    que Arlt tiende a caerse a veces en un nihilismo profundo y en una nostalgia hacia un pasado

    perdido. Además añade que la falta de seudónimo es uno de los rasgos que separa a Arlt de

    los demás cronistas de los años treinta. Varela menciona varias causas por la falta de

    seudónimo. En primer lugar lo atribuye a la anonimia típica del la cultura de masas del siglo

    XX. En una sociedad moderna ya no es necesario esconderse. Por el contrario, el hecho de

    ser reconocido le añade más convicción al discurso del autor. En segundo lugar, Varela cree

    que Arlt sentía la necesidad de crearse una identidad a través de sus crónicas. De ese modo,

    el cronista argentino puede crear personajes homónimos a si mismo pero que no pueden ser

    confundidos con el Arlt de carne y hueso (Varela 2002: 152-153). Además, la fama

    8 Tanto Saitta (2002: 63) como Varela (2002: 153) mencionan que nunca se ha confirmado la verosimilitud de las cartas mencionadas por Arlt. Sin embargo, ambas estudiosas creen que es una técnica muy ampliada por cronistas para establecer una relación más estrecha con su público y para introducir temas que interesan al lector.

  • 25

    relacionada con ser conocido le consolida un lugar de enunciación al escritor y le otorga un

    público (Varela, 2002: 152), (Saitta, 2002: 59).

  • 26

    3. La representación de Buenos Aires.

    3.1. Teorías de la ciudad.

    Bajo este capítulo propongo presentar algunas ideas e imágenes que proliferan acerca de

    Buenos Aires. Me baso en Ciudad Vista de Beatriz Sarlo y el articulo ‘La realidad ciudadana y

    su metáfora en el ensayo argentino de los años 30’ de Fausta Antonucci.

    En primer lugar hace falta explicar en qué consisten las teorías de la ciudad; Sarlo(2009: 141)

    alude a Borges quien define esas teorías como ficciones referidas a la ciudad, no como una

    entidad real sino como idea. Como añade Sarlo:

    “Los discursos producen ideas de ciudad, críticas, análisis, figuraciones, hipótesis,

    instrucciones de uso, prohibiciones, órdenes, ficciones de todo tipo. La ciudad escrita

    es siempre simbolización y desplazamiento, imagen, metonimia.” (Sarlo, 2009: 145)

    Una primera teoría de ciudad mencionada por Sarlo(2009: 141) consiste en la idea de la

    ciudad como Biblioteca de Babel. En esa visión la ciudad se concibe como un espacio cuyo

    organización obstaculiza su conocimiento. La Biblioteca es un espacio compuesto por

    hexágonos cuyo centro está en todas partes y su límite exterior en ninguna. Es decir, se trata

    de un lugar infinito caracterizado por la repetición de módulos iguales. En la Biblioteca los

    lectores se pierden en un ambiente potencialmente infinito en el cual es imposible trazarse

    un mapa del recorrido. El único mapa posible sería uno teórico ya que no se puede verificar

    su geometría regular empíricamente sino solo deducirlo abstractamente. Al relacionar esa

    teoría a la ciudad, se le encuentra en la expansión moderna de la urbe, ya que lugares

    conocidos se ven devorados por la creación de edificios modernos, caracterizados por una

    geometrización incesante. De esa forma la ciudad se convierte en un conjunto de espacios

    sin cualidades propias en los cuales es imposible orientarse.

    En relación a la Biblioteca de Babel, Sarlo (2009: 142) indica que algunas teorías comparan la

    ciudad con un laberinto. Sarlo (ibíd.) aplica el término ‘laberinto transparente’, ya que la

    ciudad consiste en un espacio que por un lado parece un laberinto, pues es imposible

    entender su composición como un todo, mientras que por otro lado la ciudad posee un tipo

    de transparencia, presente en las formas que vuelven a repetirse cada vez. Sarlo (ibíd.) se

  • 27

    refiere a Borges, quien en sus obras compara el laberinto con el desierto. Para Borges la

    ciudad es como el desierto, o sea en ambos se trata de un espacio idéntico e ilimitado en el

    cual un mapa no sirve porque no poseen los puntos típicos de identificación. Tanto en la

    ciudad como en el desierto la capacidad de orientarse depende de la experiencia y de la

    memoria. Borges tiende a igualar mundo/laberinto/ciudad. Sin embargo, Sarlo (2009: 143)

    indica que Borges opone el laberinto a la ciudad, ya que la arquitectura turbadora del

    laberinto sirve a un fin, mientras que la estructura desconcertante de la ciudad se considera

    como más horrible porque carece de fin.

    Sarlo (2009: 143-144) considera a Borges como el pensador de la distopía. Esa conclusión se

    funda en una antítesis que forma la base de los pensamientos de Borges. Borges propone la

    ciudad perfecta como algo intolerable. Es decir, la simetría y la perfección intimidan a los

    habitantes ya que son características ajenas a las cualidades del paisaje humano. Sin

    embargo insiste en que la ciudad ideal sería una ciudad desierta. Dicho de otra manera, la

    geometrización ascendiente de la modernidad se equipara a un afán hacia la utopía. La única

    forma de llegar a aquel estado de utopía, consiste en la destrucción de la ciudad existente y

    su pasado. No obstante, Borges se opone a lo utópico, ya que lo perfecto excluye lo

    imperfecto. De ese modo, indica que las consecuencias de aquella destrucción y utopía

    serían la demolición de la sociedad porque sin ciudad tampoco puede haber sociedad. En

    conclusión, la ciudad perfecta consiste en una ciudad inhumana y por eso la ciudad utópica

    merece ser destruida según Borges.

    A partir de las teorías de la ciudad surgen lo que Sarlo (2009: 146) llama ‘ciudades escritas’.

    La escritora indica que la mayoría de las ciudades escritas tienen como trasfondo de

    referencia una ciudad real: “La ciudad real presiona sobre la ficción por su fuerza simbólica y

    su potencial de experiencia, incluso en textos que no se ocupan deliberadamente de ella.”

    (Sarlo, 2009: 146). Además señala que la ciudad escrita puede tener varios orígenes. De ese

    modo puede tratarse de una ciudad existente, o de una mezcla de varias ciudades existentes

    o puede ser una ciudad totalmente inventada (lo cual es el caso en las distopías de la ciencia

    ficción). Sarlo (ibíd.) añade que algunas ciudades escritas gozan de una tendencia realista, la

    cual surge en la presencia de los nombres de las calles o del lenguaje callejero que conecta la

    ciudad inventada con la ciudad real. Sin embargo, estos elementos aparentemente realistas

    que a la superficie unen la invención con la realidad, en el fondo los separan de inmediato.

  • 28

    Dicho de otro modo, las características de las ciudades inventadas parecen confirmar la

    realidad urbana pero en realidad la ciudad escrita se distingue tanto de la ciudad verdadera

    que una identificación concreta resulta imposible. Para Sarlo, la ciudad escrita se ordena

    desde ciertas perspectivas; el pasado, el futuro, la imagen de una ciudad ideal, etc.:

    “La toponimia no es sólo designación de lugares; alrededor de los nombres, los

    adjetivos, los verbos y sus tiempos, las perspectivas de enunciación arman una red

    que se vuelve inseparable del nombre; es la luminosidad que lo acompaña, o la

    oscuridad, su aura.” (Sarlo, 2009: 147)

    Sin embargo, cada representación de la urbe contiene una fuerza prescriptiva, ya que los

    autores escriben algo recortado que va en contra de lo que existe en la ciudad real. La

    perspectiva del presente consiste en una descripción de lo que está en la ciudad. No

    obstante, las versiones realistas de los espacios urbanos siempre conllevan algunas

    desviaciones de las cuales deberíamos preguntarnos cuál es el significado de las diferencias.

    Según Sarlo, las deviaciones denotan el modo en que se piensa la ciudad, de ese modo cada

    ciudad escrita posee un poder de revelación.

    Antonucci (1989: 181-182) no habla de teorías, sino de imágenes. Según ella, Buenos Aires

    siempre tuvo su lugar en la literatura argentina. A partir de 1845 con Facundo de Sarmiento,

    Buenos Aires entraba en la dicotomía civilización-barbarie como espacio de contraste con la

    pampa. Esa obra fundadora siguió funcionando como base para demostrar la antinomia

    entre América Latina y Europa. Cuando a finales de los años veinte emerge una crisis

    económica y luego un golpe de estado, los argentinos viven en un periodo de inestabilidad.

    Esa inestabilidad interna se combina con grandes olas inmigratorias, formando un conjunto

    de problemas. De ese modo, Antonucci (1989: 182) indica que los valores de Sarmiento se

    invierten y por primera vez surge el enfoque en “el problema de Buenos Aires” (Antonucci,

    1989: 181). La realidad ciudadana ya no está alejada de la pampa, sino que más bien se

    convirtió en una condena.

    Una primera imagen mencionada por Antonucci (1989: 183) es la idea de Buenos Aires como

    ciudad portuaria y comercial. Antonucci (ibíd.) indica que esa noción ya se encuentra en

    Sarmiento, quien ve la posición geográfica de la ciudad como algo positivo. Es decir, su

    carácter de puerto forma una fuente de riqueza, tanto económicamente (las mercancías)

  • 29

    como socialmente y culturalmente. Sarmiento suponía que la posibilidad de negociar con

    Europa, facilitaría el intercambio de ideas y una influencia europea en la cultura argentina.

    Sin embargo, Antonucci (ibíd.) añade que a partir del siglo XX, el estatuto portuario de

    Buenos Aires asume un valor negativo. En primer lugar, por el hecho de servir como entrada

    de los inmigrantes. En segundo lugar por “la rápida desespañolización y europeificación de

    la ciudad” (Antonucci, 1989: 183). Después de un tiempo, los inmigrantes empiezan a

    intervenir en el comercio, algo que poco a poco irá convirtiéndose en un binomio negativo, y

    dará lugar a la comparación de Buenos Aires con Babel. Antonucci (1989: 183) indica que el

    comercio se convirtió en mercadeo, la riqueza material deja de ser percibida como progreso

    para ser considerada como traición de los valores del espíritu criollo. Los escritores de los

    años veinte tratan al inmigrante europeo como “portadores de este deplorable afán

    materialista” (Antonucci, 1989: 184), que se oponen a una criolledad hipotética. Antonucci

    (ibíd.) define esa supuesta autenticidad como un sentimiento relacionado a los valores

    paternalistas de la elite agropecuaria. Dicho de otro modo, trata de una cultura purificada de

    toda influencia exótica, y que, paradójicamente, tiene su raíz en el carácter portuario de

    Buenos Aires. Los escritores proponen volver la cara hacia el interior del país, “ligarse

    espiritualmente a nuestras provincias” (Antonucci, 1989: 184). No obstante, la pampa no

    asume un valor puramente positivo:

    “Por una parte, necesidad y carácter positivo del contacto entre ciudad y pampa; por

    otra, carácter negativo del influjo de la pampa sobre el hombre de la ciudad.”

    (Antonucci, 1989: 185)

    Otra imagen, presentada por Antonucci (1989: 185), consiste en Buenos Aires como reino

    del materialismo, una ciudad falsa e inauténtica. Generalmente esta visión coincide con una

    Buenos Aires que carece de autenticidad y que presenta un predominio del materialismo. La

    escritora indica que Buenos Aires se presenta como capital de la ficción, en contraste con el

    interior del país que representa la autenticidad. Los escritores de los años veinte ven al

    habitante de la ciudad como un ser que ‘representa’ en vez de que vive; de ese modo se

    opone al habitante del campo. Antonucci (1989: 186) introduce la oposición entre la ciudad

    que es un teatro y el campo que es la verdad. Sin embargo, la pampa no pierde su valor

    negativo original. En efecto, los intelectuales la denominan como la causa de los aspectos

    condenables de Buenos Aires:

  • 30

    “*Sarmiento+ no vio que la ciudad era como el campo *…+. Esa barbarie vencida, todos

    aquellos vicios de estructuración y de contenido, habían tomado el aspecto de la

    verdad, de la prosperidad, de los adelantos mecánicos y culturales” (Antonucci, 1989:

    186).

    Según Antonucci (ibíd.), los aspectos deplorables de la urbe provienen de un ansia de llenar

    el vacío de la pampa, o sea de un deseo de huida frente a una naturaleza demasiado

    superior a los humanos. Además añade que esos temores forman la base del carácter

    nacional argentino y que aún están presentes en la ciudad, manifestados en el ansia hacia la

    riqueza material, la falta de ideales y proyectos seguros, la heterogeneidad social y la huida

    de la realidad del interior hacia una ficción urbana. Empero, en algunos autores el valor

    positivo de la pampa predomina, ya que se opone radicalmente a la ciudad en cuanto a

    autenticidad. Aquellos escritores consideran al hombre capaz de dominar la naturaleza ya

    que poseen los valores asociados con el argentino del interior: fe, constancia, capacidad

    creadora, espiritualidad y autenticidad. De esa forma Antonucci (1989: 187) propone que

    Buenos Aires se parece a Babilonia, una ciudad conocida por un lado por sus riquezas

    materiales, por otro lado por el caos y el vocerío humano. Según Antonucci (1989: 188) los

    escritores de los años veinte ven al inmigrante como el símbolo y la personificación del

    materialismo ciudadano, a causa de la falta de raíces y de Historia de aquellos forasteros. Los

    inmigrantes representan la contaminación de las raíces históricasargentinas ligadas a la

    herencia española. Así que se podría comparar Buenos Aires también con la cabeza de

    Goliat. La ciudad se equipara con el inmigrante, ya que ambos han cortado con sus raíces, y

    andan como la cabeza cortada del gigante que actúa sin tener contacto con sus miembros.

    La última imagen introducida por Antonucci (1989: 190) trata de Buenos Aires como un

    niño. Esa idea ya surgió en Sarmiento, sin embargo no conllevaba una connotación negativa.

    Por lo contrario, Buenos Aires simbolizaba el niño que vence al gigante. Dicho de otra

    manera, el país latino que se libera de la potencia europea. La metáfora incluía una promesa

    hacia el futuro para una ciudad en su juventud. A partir de los años veinte y treinta esa

    comparación asume un valor desfavorable. La imagen del niño llega a destacar la inmadurez

    y el egoísmo de la ciudad. Además representa un niño mimado a quien le falta un pasado.

    En relación con esa imagen del niño surge la comparación entre Buenos Aires y una mujer

    despiadada (Antonucci, 1989: 191). Es decir, la ciudad se equipara a una virgen inaccesible

  • 31

    que se caracteriza por una parte por el rechazo de entregarse, y por otra, por un ansia

    devorador. Para Antonucci (ibíd.) es ese ansia que determina al pueblo argentino, que

    también toma sin dar: la mujer encarna la defensa extrema de lo privado típico de los

    argentinos. Encima, esa representación de Buenos Aires como mujer rebelde consiste en una

    situación de anormalidad, lo cual representa el desorden que caracteriza la realidad urbana.

    Antonucci (1989: 193) concluye que todas las imágenes contribuyen a crear una identidad

    mítica de la ciudad, que es el efecto de la conciencia de una crisis profunda tanto de la

    realidad urbana como de la identidad nacional.

    3.2. Buenos Aires en la obra de Roberto Arlt.

    En esta parte de mi investigación quisiera presentar un resumen de las características de la

    obra arltiana que se relacionan con la urbe. Cabe constatar que no me limito únicamente a

    sus crónicas sino que me fijo en su obra completa con el objetivo de ofrecerles un vistazo a

    las técnicas preferidas por Arlt mismo. Hace falta mencionar que para este resumen

    retomaré algunas ideas ya presentadas en mi tarea de investigación El imaginario

    apocalíptico en la cuentística de Roberto Arlt (2009). Además añado algunas ideas nuevas

    que se fijan sobre todo en las crónicas del escritor argentino. Para esa información me baso

    sobre todo en los artículos de Scari (1976), Varela (2002) y Solis (s.d.).

    En primer lugar, me propongo examinar el papel que juega el discurso de Arlt en su

    representación de la ciudad. Según Sarlo (2009: 147) el discurso urbano de Arlt se

    caracteriza por la presencia de adverbios catastróficos y adjetivos, sacados de manuales

    técnicos, que se superponen a los nombres propios. Saítta (2004: 137) añade que Arlt

    emplea, en su descripción de la urbe, un léxico ajeno al escritor que pertenece al campo de

    la química, la física, la geometría, la electricidad, etc. y lo combina con el discurso de la

    teosofía, la tecnología y la invención (Saítta 2004: 137). De la misma manera Sebrelí (2005:

    93) inscribe la obra de Arlt en la tradición de los dramas de las grandes ciudades, ya que Arlt

    se fija en el lenguaje oral y en personajes de clase baja. Mediante la presencia de personajes

    bajos, el autor trata de representar el caos de la vida urbana y la marginalidad en la cual

  • 32

    están arrojadas las criaturas arltianas. Tanto Renaud (2000: 704) como Saítta (2004: 139)

    relacionan esa marginalidad con la noción de angustia, que ambas críticas consideran como

    una característica típica del personaje arltiano urbano. Según Renaud (ibíd.) la angustia

    funciona como el eje constructor de Los siete locos y Los lanzallamas, ya que resulta de la

    desigualdad entre las aspiraciones de los personajes y su ámbito inhóspito. Saítta (ibid.)

    añade que la angustia de los personajes arltianos resulta del intento en vano de adaptarse al

    ritmo de las transformaciones sociales y políticas de la modernización.

    Además, Sarlo menciona que Arlt, en sus obras, toma partido, porque el escritor cree que

    las nuevas construcciones forman un nuevo espacio en donde la nostalgia ya no tiene lugar.

    Sarlo (2009: 156-157) considera a Arlt como un modernista radical con una fascinación por el

    caos y las demoliciones. En las construcciones surgentes Arlt ve más de lo que hay, ve lo que

    desea ver:

    “una modernidad arrasadora, expresionista, deformante, pecaminosa, destructiva,

    implacable con los débiles, puerca y sucia en sus bordes, sobre todo sin pasado.”

    (Sarlo, 2009: 156)

    La belleza descrita por Arlt no exige el conocimiento de una historia ni el pertenecer a ella. A

    Arlt le fascinan los armazones de cemento, ya que para él simbolizan aquello que queda

    oculto una vez que se termina el edificio. El autor goza de la devastación barrosa sobre la

    que se avanza el ensanche de la calle Corrientes. Además el cronista queda magnetizado por

    la ciudad desprolija que no se cristaliza en orden, porque para Arlt el orden se equipara a la

    jerarquía.

    En relación con esa fascinación por las demoliciones, Sarlo (2009: 158-159) menciona que en

    la literatura de los comienzos del siglo XX los autores clásicos sitúan lo sublime en la

    naturaleza. Arlt, en cambio, encuentra lo sublime en lo urbano, que le provoca la misma

    sensación de asombro y deslumbramiento que la naturaleza causa en otros escritores. De

    ese modo la obra de Arlt demuestra un impulso de retomar lo sublime en términos técnicos

    y urbanos (Sarlo, 2009: 158). Según Sarlo (ibíd.), Arlt ve a la modernidad vencer alturas antes

    sólo alcanzadas por la naturaleza, además ve en las construcciones nuevas una promesa

    para el futuro. Las construcciones simbolizan “el triunfo de lo técnico” (Sarlo, 2009: 159)

    para Arlt, lo cual le concede “ la revancha del recién llegado que posee saberes que no

  • 33

    interesan a los escritores cuyo origen está en la elite social.” (Sarlo, 2009: 159). Encima Arlt

    adora todas las formas de la ciudad moderna y se inspira en el cine y los afiches de películas,

    algo que Sarlo (2009: 159) atribuye al origen inmigrante del escritor.

    En segundo lugar surge el expresionismo alemán como característica esencial de la obra

    arltiana. Tanto Sebrelí (2005: 91) como Saítta (2004: 137) y Renaud (2000: 703-704)

    encuentran una tendencia expresionista en la obra de Arlt. El autor enfatiza las formas

    geométricas en sus obras para señalar “el martirio del hombre moderno entregado al poder

    del entrono” (Renaud, 2000: 703-704). El surgimiento reciente de la urbe se describe desde

    un ángulo amenazador, de ese modo se destacan la agresividad y el poder destructivo de la

    ciudad. Arlt crea así un ambiente hostil para sus personajes. Otro elemento expresionista

    mencionado por Saítta (2004: 137) trata de la tendencia de Arlt de presentar la ciudad

    mediante cuadros descriptivos, dominados por un contraste fuerte entre el blanco y el

    negro. El uso de contrastes se relaciona con una fijación en la cara oculta de la

    modernización, es decir en la alienación, el aislamiento, el anonimato, etc.

    Para Scari (1976: 201) el elemento expresionista de Arlt se encuentra en la forma en la cual

    dibuja la topografía de la ciudad. El autor emplea un cinismo tajante frente al elemento

    humano, otorgándole un valor fotográfico a su descripción de la urbe:

    “*…+ las aguafuertes del satírico argentino tienen una cualidad de cosa vivida, de

    visiones y experiencias tomadas de una observación directa e inmediata, de rápidas

    pinceladas que no han pasado por una etapa de contemplación y ordenación. Arlt se

    pasea, hurga, y husmea los rincones más íntimos del ambiente porteño, los recovecos

    de la urbe, y los somete a una radiografía que minuciosamente nos va revelando sus

    esferas más recónditas. ” (Scari, 1976: 201)

    De ese modo, ese valor fotográfico va acompañado por una dimensión intimista, no

    perteneciente al género costumbrista, que supone un constante diálogo entre el autor y su

    lector.

    Otro elemento expresionista que domina la obra de Arlt lo constituye la flânerie. Sebrelí

    (2005: 92) define a Arlt como un ‘merodeador de calles’, es decir, anda solo y sin rumbo en

    las calles formando una proyección imaginaria de la metrópoli del futuro. Esa flânerie se

  • 34

    reconoce por la atención por los detalles. La obra de Arlt presenta una precisión en cuanto a

    los nombres y números de las calles y casas, ofreciéndole al lector la posibilidad de visitar el

    hábitat de la trama y seguir los desplazamientos de los personajes. Asimismo el crítico

    considera a Arlt como un escritor visual que nos ofrece descripciones vivas de los ambientes

    interiores o exteriores con un gran sentido de la puesta, la iluminación y el color, lo cual

    Sebrelí interpreta como una influencia probable del cine expresionista de los años veinte.

    Encima de eso Sebrelí (2005: 95) denota que por la exclusión de la naturaleza en sus

    visiones, Arlt pertenece a la corriente expresionista. En su obra la atención a los momentos

    de transición, en los cuales “el viejo desaparece y el nuevo todavía no surge” funciona como

    trasfondo. De esa forma Arlt crea una sensación de inseguridad, azar e incertidumbre. Otro

    tema expresionista según Sebrelí (2005: 91) es la presentación de la ciudad como una nueva

    Babilonia. Arlt nos presenta las calles como“*un+ escenario grotesco y espantoso donde,

    como en los cartones de Goya, los endemoniados, los ahorcados, los embrujados, los

    enloquecidos danzan su zarabanda infernal” (Sebrelí 2005: 91), de ese modo aplicando la

    visión de un artista expresionista. Esa actividad de la flânerie surge también en sus crónicas,

    ya que Arlt lleva al lector en sus andanzas por la ciudad, convirtiéndolo en su acompañante.

    Scari( 1976: 197) deduce esto de la forma en que Arlt se dirige directamente a su público,

    “*…+ incitándolo mediante preguntas retóricas y aseveraciones corrosivas, a compartir su

    tétrica visión de la vida social argentina”. (Scari, 1976: 197)

    También Solis (s.d.: 7) considera que las caminatas por la ciudad de Arlt, se parecen al vagar

    del flâneur, puesto que trata de una perspectiva privilegiada de mirar en torno sin ser

    percibido por el entorno. En sus crónicas Arlt construye el personaje del “flâneur modelo”

    que se mezcla con el paisaje urbano como un ojo y un oído que se desplazan al azar. El

    escritor se mete en “la pobreza nueva de la gran ciudad y en las formas más evidentes de la

    marginalidad y el delito.”(Solis, s.d.: 7). Muy presente en las crónicas de Arlt es el tránsito del

    centro a la periferia. Solis denota que no sólo comprende en este caso límites territoriales y

    concretos, sino también de límites sociológicos. Ahí Solis se refiere a Simmel, mencionando

    que una ciudad es una entidad sociológica que está construida espacialmente. De esa forma,

    la cultura urbana consiste en entrecruzamientos de diferentes clases y persones que se

    encuentran en las calles, lo cual da lugar a una cultura de mezcla. Esa cultura de mezcla se

    caracteriza por un lado, por el progreso material relacionado con el centro de la ciudad que

  • 35

    mantiene contacto con la vanguardia y con la cultura europea. Por otro lado, se asocia con la

    cultura marginal, relacionada con la pobreza nueva y consiste en una mezcla de diferentes

    culturas y lenguas (por la inmigración extranjera), de ilegalidad y delitos. Esas dos formas de

    culturas se entremezclan y se yuxtaponen en la Buenos Aires de los años veinte.

    Solis (s.d.: 8) también indica la importancia del transporte público como medio para cruzar

    las fronteras geográficas entre las varias zonas de la ciudad. Sus paradas permiten dar un

    vistazo a las diferentes clases sociales en un movimiento ininterrumpido. En las crónicas de

    Arlt el transporte público simboliza el aislamiento del hombre de la gran ciudad, ya que los

    pasajeros en los tranvías se encierran en su propio mundo al ponerse a leer o al evitar la

    conversación con los demás pasajeros. Mediante las Aguafuertes Arlt logra entrar en ese

    mundo, ya que sus lectores son los pasajeros con los cuales el lenguaje de la calle forma un

    canal de comunicación de experiencia.

    Sin embargo, para Varela (2002) el andar por las calles de la urbe, observando y

    describiendo el espectáculo que le ofrecen los lugares públicos, inscribe a Arlt

    indiscutiblemente en la tradición de los cronistas costumbristas y no tanto en la tradición

    expresionista. Según la crítica el vagar de Arlt no coincide con aquel vagar de la burguesía

    media del inicio del siglo XX, que pasean por la ciudad como actividad social, con el motivo

    de ‘ver y ser visto’: “El paseo de Arlt se transforma en el vagabundear propio del flâneur que

    en su vagar por calles y barrios va redescubriendo una ciudad que le es a la vez propia y

    ajena.” (Varela, 2002: 153). En Arlt el vagabundeo se une con un don de observación que le

    permite experimentar una realidad cambiante y cotidiana y ver más allá de lo aparente. La

    calle funciona como espectáculo, un escenario para poner en juego sus crónicas. La calle se

    convierte en un microcosmos donde se condensa toda la riqueza del universo. Es importante

    mencionar que Varela indica que el cronista no debe ser visto como un observador fiel a la

    realidad, ya que altera sus rasgos, la transforma, la deforma a través de la caricatura para así

    llamar la atención de sus lectores.

  • 36

    3.3. Análisis de algunas crónicas.

    En este capítulo se comienza la parte analítica de esta investigación. Las crónicas

    seleccionadas provienen tanto del libro Aguafuertes. Obras Completas. Tomo 2. (2008) como

    del libro El Paisaje en las Nubes. Crónicas en El Mundo 1937-1942. (2009). Ambos libros

    consisten en una compilación de crónicas escritas por Roberto Arlt. De este modo, las

    crónicas analizadas son, por un lado, Aguafuertes y por otro lado, crónicas escritas en El

    Mundo después de 1937. Provenientes de El Paisaje en las Nubes (2009) son las siguientes

    crónicas: “Íbamos a vivir en un laberinto” (401-403), “El museo melancólico” (727-728),

    “Caretas en soledad” (725-726) y “La mujer porteña, víctima de la guaranguería” (143-145).

    Entre las Aguafuertes (2008) se consideran las notas; “El desierto en la ciudad” (215-217),

    “Criollaje en Mataderos” (233-236), “Pueblos de los alrededores” (236-238), “Grúas

    abandonadas en la Isla Maciel” (59-61), “El espíritu de Corrientes no cambiará con el

    ensanche” (169-171), “Pasaje Güemes” (207-209), “Encantos de las calles del centro” (256-

    258), “La calle Florida” (221-224), “Casas sin terminar” (86-89), “Molinos de viento en

    Flores” (39-42), “Nuevos aspectos de las demoliciones” (296-298), “El rascacielo y la

    plazuela” (298-299), “El placer de vagabundear” (115-117), “Siriolibaneses en el centro”

    (278-281) y “Corrientes, por la noche” (230-233). La selección de estas crónicas se motiva

    por su tema común: la ciudad de Buenos Aires. En todas estas crónicas se describe un lado

    de la capital argentina o de sus habitantes, y se ilumina sus particularidades desde el punto

    de vista de Arlt. Estas crónicas ayudan a demostrar la polifonía y la diversidad presente en la

    obra de Arlt. Como ya se ha mencionado anteriormente, el propósito de esta investigación

    consiste en averiguar hasta qué punto las crónicas se inscriben en el estilo arltiano. Es decir,

    a base de las características de la novelística de Arlt, establecidas en la parte teórica de la

    investigación, se comprobarán las semejanzas ent