OM-65- LA CABALA EL ARBOL SEFIROTICO

POR EL MAESTRO

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Centre OMRAAM

Institut Solve et Coagula Reus

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Pensamiento + CONFERENCIAS + gráficos

EL ARBOL SEFIROTICO EL ESTUDIO DE LA CABALA 21-12-1964 EL SANTUARIO INTERIOR 16-04-1960 LA CAIDA DEL HOMBRE 16-04-1960 A PROPOSITO DE UNA GOTA DE AGUA 3-9-1962 EL AGUA Y EL FUEGO 29-12-1962 EL NÚMERO 10 Y LOS 10 SEFIROTS 3-6-1963 RESPIRACION HUMANA Y RESPIRACION DIVINA 4-1-1965

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EL ARBOL SEFIROTICO

El Árbol Sefirótico es una representación simbólica de la vida divina, que

fluye a través de toda la creación. Es una síntesis del Universo, la llave que permite descifrar los misterios de la Creación. Se presenta como un esquema muy simple, pero su contenido es inagotable. Muchos episodios del Antiguo y Nuevo Testamento no pueden ser interpretados más que a la luz del Árbol Sefirótico.

El Árbol de la Vida contiene en forma condensada toda la ciencia y enseñanza iniciática. Es el pantáculo más poderoso, pues contiene todos los principios, elementos y factores con que Dios creó el mundo.

El uso del Árbol de la Vida evita la dispersión de los esfuerzos dedicados al trabajo espiritual y proporciona orden, equilibrio y armonía.

Para conseguir la base de un verdadero trabajo espiritual, el Árbol Sefirótico debe ser objeto de meditación permanente. En él encontrareis una inmensa variedad de alimentos, porque es un reflejo del Universo. Debéis aprender a nutriros todos los días.

Ningún otro instrumento sobrepasa al Árbol de la Vida. Siguiéndole, vuestro pensamiento cesará de vagabundear y recibiréis sus bendiciones a medida que practiquéis y avancéis en este camino. Trabajando a menudo sobre el Árbol Sefirótico, encenderéis luces en vosotros, y esas luces, no sólo os iluminarán, sino que os purificarán, os reforzarán, os vivificarán y os embellecerán.

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EL ARBOL SEFIROTICO Por el Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Para el que siente la necesidad de acercarse al Creador, de penetrar en su inmensidad, la religión nos ofrece algunos medios: la oración, la participación en los oficios religiosos, la obediencia a ciertas reglas. Todo esto está bien, pero es insuficiente. Para acercarse a Dios, no basta con sentir emociones místicas o respetar ciertas reglas, es necesario profundizar en un sistema con el que podamos comprender una explicación de lo que es el mundo. Y es justamente el Árbol sefirótico de los cabalistas que nos presenta el mejor sistema.

El Árbol sefirótico es una figura sagrada, y es con mucho respeto y humildad que debemos abordarlo. No basta con tener este cuadro en alguna parte y leerlo dos o tres veces con el fin de retener sus nombres y así poderlos mencionar de vez en cuando en las conversaciones. Para conseguir la base de un verdadero trabajo espiritual, el Árbol sefirótico debe ser un tema de meditación permanente. Así pues, probad de asimilar lentamente estas impresiones; es de esta manera que avivaréis luz dentro de vosotros, y estas luces no solamente os iluminaran, ellas también os purificaran, os reforzaran, os vivificaran y os embellecerán.

El Árbol sefirótico es un esquema muy simple, pero su contenido es inagotable. Es una llave que permite descifrar los misterios de la creación.

Los Cabalistas dividen el universo en diez regiones o Séfirots que corresponden a los diez primeros nombres (la palabra “Séfira” o al plural “Séfirots”, significa numeración). Cada Séfira está identificada por cinco nombres: el nombre de Dios, el nombre de la

2 Séfira misma, el nombre del jefe del orden arcangélico, el del orden angélico, y finalmente el de un planeta.

Cada Séfira pues es una región habitada por un orden de espíritus luminosos teniendo en su cabeza un arcángel, que está el mismo sometido a Dios. Así pues es Dios quien dirige estas diez divisiones, pero bajo un nombre diferente en cada región. Así es porque la Cábala da diez nombres a Dios. Estos Diez nombres corresponden a diferentes atributos. Dios es uno, pero El se manifiesta de formas diferentes según la región. Es siempre el mismo Dios único, pero presentado bajo diez aspectos diferentes, y ninguno de estos aspectos es inferior o superior a los otros.

Los Diez Séfirots son:

1- Kether : la Corona

2- Hochmah : la Sabiduría

3- Binah : la Inteligencia

4- Hesed : la Gracia

5- Geburah : la Fuerza

6- Tipheret: la Belleza

7- Netzah : la Victoria

8- Hod : la Gloria

9- Iesod : el Fundamento

10- Malkut : el Reino

(Estos nombres de los Séfirots cada lengua los escribe de distintas formas, nosotros hemos utilizado los usados por el Maestro en Francés. Las pronunciaciones no varían mucho.)

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Los diez nombres de Dios son:

1- Ehieh, 6- Eloha vaDaath,

2- Iah, 7- Jehovah Tsebaoth,

3- Jehovah, 8- Elohim Tsebaoth

4- El, 9- Chadaï-El-Haï

5- Elohim Gibor, 10- Adonai-Melek

Los jefes de las órdenes arcangélicas:

1- Metatron: que participa en el trono

2- Raziel: secreto de Dios

3- Tsaphkiel: contemplación de Dios

4- Tsadkiel: justicia de Dios

5- Kamael: deseo de Dios

6- Mikhaël : que es como Dios

7- Haniel: gracia de Dios

8- Rafael: curación de Dios

9- Gabriel: fuerza de Dios

10- Uriel: Dios es mi luz, o también Sandalfón que es interpretado como la fuerza que une la materia a la forma.

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Las órdenes angélicas son:

1- Los Hayot ha-Kodesch: los animales de santidad o en la religión cristiana, los serafines 2- Los Ophanim: la rueda, o los querubines 3- Los Aralim: los Leones, o Tronos 4- Los Haschmalim: los resplandecientes, o Dominaciones 5- Los Serafim : los encendidos, o Potencias 6- Los Malahim: los reyes, o Virtudes 7- Los Elohim: los dioses, o los Principados 8- Los Bnei-Elohim los hijos de los dioses, o arcángeles 9- Los Kerubim: los fuertes, o Ángeles 10- Los Ischim: los Hombres, la comunión de Santos

Finalmente los cuerpos cósmicos o planetas que corresponden al plano físico:

1- Reschit ha-Galgalim: los primeros torbellinos, (Neptuno)

2- Mazaloth: el Zodiaco, (Urano) 3- Chabtai: Saturno 4- Tsedek : Júpiter 5- Maadim : Marte 6- Chemesch : el Sol 7- Noga : Venus 8- Kohav: Mercurio 9- Levana: la Luna 10- Aretz : la Tierra, o también Olam Iesodoth el mundo de los fundamentos.

Los Antiguos, los antepasados, que no conocían más que siete planetas, no situaban sobre le Árbol Sefirótico ni Urano, ni Neptuno, ni Plutón. A Kether le daban la correspondencia de las nebulosas, los primeros torbellinos: Reschit ha-Galgalim, y a Hokmah, el Zodiaco: Mazaloth. Podemos si queréis conservar estos atributos, pero podemos también poner Urano al nivel de Hochmah y Neptuno al nivel de Kether. Y Plutón a la Séfira misteriosa de Daath.

5 Si los Cabalistas han llamado esta figura “El Árbol de la vida”, Es porque el conjunto que forman los Séfirots debe ser comprendido teniendo en cuenta justamente, la imagen de la figura de un árbol. ¿Como está hecho un árbol? Tiene raíces, un tronco, ramas, hojas, flores y frutos que son todos solidarios los unos con los otros. Igual pues, las Séfiras están unidas entre ellas a través de vías de comunicación llamados “senderos”. Estos senderos, son 22, están designados por las 22 letras del alfabeto hebreo. Los 22 senderos y las 10 Séfiras son llamados las 32 vías de la Sabiduría que están, simbólicamente, situados en Hochmah. Las 32 vías de la Sabiduría unen los 10 Séfirots, cada una de ellas con sus 5 divisiones, es por eso que la Cabala dice que ellas te conducen a las 50 puertas de la Inteligencia atribuidas simbólicamente a la Séfira Binah. Y ahora, ¿por qué diez Séfirots? Pues porque el número diez representaba una totalidad, un conjunto terminado. Séfira, os he dicho, significa numeración. Es a partir de los diez primeros nombres que todas las combinaciones numéricas son posibles. Los Cabalistas mencionan, aunque raramente, una onceaba Séfira: Daath, cuyo nombre significa: Saber. La sitúan entre Kether Tipheret, pero esta figura generalmente no figura sobre las representaciones del Árbol de la vida.

Finalmente, más allá de la Séfira Kether, los cabalistas sitúan una región que llaman Aïn Soph Aour: luz sin fin. Este espacio es como un velo tendido que no se pueden penetrar. Es El Absoluto, el No-Manifestado, así pues Kether, Dios el Padre, es una emanación.

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La Divinidad tal como los cabalistas lo entienden esta más allá

de la luz y de las tinieblas, más allá de los mundos creados. Y para mejor expresar este misterio de la Divinidad, más allá de Aïn Soph Aour los cabalistas han concebido una región que han llamado “Aïn Soph”: sin fin. Y todavía más allá de Aïn Soph, “Aïn”: sin. Así pues en el origen del universo hay una negación. Pero “sin”, que significa la ausencia, la falta, no significa por lo tanto también la no-existencia. Aïn no es el nada absoluta como algunos han imaginado el Nirvana de los hinduistas. De hecho, es más bien exactamente lo contrario. Aïn Soph Aour como Nirvana no es la no-existencia, un aniquilamiento, sino más bien una vida en el más allá de la creación, más allá de la manifestación.

Aïn, Aïn Soph, Aïn Soph Aour…. Es así que los cabalistas han

intentado expresar estas realidades que escapan a nuestro entendimiento.

Los Séfirots están distribuidos en tres pilares. -A la derecha, el pilar de la Clemencia, potencia masculina, que

comprende las Séfiras Hochmah, Hesed y Netzah. -A la izquierda, el pilar del Rigor, potencia femenina, que

comprende las Séfiras Binah, Geburah, y Hod. - Finalmente, sobre el pilar central, que equilibra los dos otros,

están situadas las Séfiras Kether, Daath, Tipheret, Iesod y Malkut. Esta división nos revela que el universo está gobernado por los

dos principios antagonistas y a la vez complementarios: el masculino y el femenino, el Pilar de la clemencia y del rigor, y, que para armonizarse, estas potencias deben reencontrarse en el centro.

Sobre cada Séfira está inscrito un símbolo, ¿por qué? La

finalidad de la búsqueda espiritual esta a menudo representada por uno o varios objetos que el Iniciado llega a conseguir después de largos y penosos trabajos, de largas penas, y la varita mágica, el elixir de la vida inmortal, la panacea universal, el espejo mágico, la piedra

7 filosofal son otros tantos ejemplos de las facultades que llega a desarrollar y de poderes que el discípulo ha conseguido obtener. La varita mágica con Kether, el espejo mágico con Daath, la panacea universal con Tipheret, el elixir de la vida inmortal con Iesod, la piedra filosofal con Malkut.

Diréis: “¿Pero como entrar en el dominio de esta Enseñanza?

¿Qué trabajo debemos hacer?” Cuando os esforzáis en transformar

vuestros pensamientos y vuestros sentimientos ordinarios, mediocres, mezquinos, en pensamientos y sentimientos nobles, generosos, desinteresados, vosotros ya trabajáis con la piedra filosofal (Malkut) que transforma los metales viles en oro.

Cuando, por una vida pura,

regeneráis las células de vuestro organismo, vosotros ya trabajáis con el elixir de la vida inmortal (Iesod).

Cuando os esforzáis de llevar a los

humanos la luz y el calor, vosotros ya trabajáis con la panacea universal (Tipheret). Entonces, allí donde vayáis, los humanos se sentirán mejor, los dolores se alejaran, sus problemas desaparecerán y se volverán más animosos.

Cuando adquiráis la costumbre de concentraros en temas

elevados, recibiréis mensajes del espacio y los veréis, como si los objetos y los seres vinieran a reflejarse en un espejo (Daath).

Cuando lleguéis a ejercer un gran dominio sobre vosotros

mismos, entonces, empezareis a entrar en posesión de la varita mágica que da todos los poderes (Kether). Pero no olvidéis nunca que no

8 podéis imponeros a lo exterior más que cuando habréis llegado a dominaros interiormente.

Estos simboles están también asociados a los otros seis Séfirots.

Para Hod (Mercurio), un libro. Para Netzah (Venus), una flor, la más preciosa de todas por su perfume: la rosa, pues las entidades espirituales están siempre atraídas por los perfumes sutiles. Para Geburah (Marte), una espada, pues para poder proteger a los demás y protegerse a sí mismo de los ataques del mal, se requiere, - simbólicamente – poseer una espada. Para Hesed (Júpiter), una corona o una tiara, símbolo de la realeza y del sacerdocio. Para Binah (Saturno), un esqueleto con la hoz, símbolo del tiempo y de la eternidad. Para Hochmah (Urano), una rueda o un ojo, el ojo que todo lo ve. Os corresponde ahora a vosotros profundizar todos estos símbolos y trabajar para formarlos en vosotros mismos. Pues es en vosotros mismos primero que debéis mirar de poseerlos bajo la forma de cualidades y virtudes. Ningún objeto simbólico puede ser deseado fuera del uso que podáis hacer con él en vuestra vida interior.

Desde las piedras y las plantas hasta los Arcángeles y hasta Dios,

todo lo que tiene una existencia existe también en el hombre. Incluso en nuestro cuerpo físico, todos los elementos de las creaciones están presentes. Nada falta, y es por eso que podremos progresar hasta el infinito. Pero para esto debemos trabajar sobre nuestra propia materia, volverla flexible, dócil, transparente y hacerla vibrar hasta que pueda expresar el mundo divino: es así que nos manifestaremos un día en plenitud tal como así somos arriba.

Para guiarnos en nuestro trabajo e indicaros el camino a seguir,

tenemos necesidad de tomar un método. Este método, para mí, es el trabajo sobre el Árbol Sefirótico (El Árbol de la vida). Es por esta razón que insisto siempre para que aprendáis a penetrar en todos sus aspectos. Con Malkut, concretizareis las cosas. Con Iesod, las purificareis. Con Hod, las comprenderéis y las expresareis. Con Netzah, les daréis la gracia. Con Tipheret, las iluminareis. Con Geburah, lucháis para defenderlas. Con Hesed, las someteréis al orden divino. Con Binah, les daréis la estabilidad. Con Hochmah, las haréis

9 entrar en la armonía universal. Finalmente, con Kether, pondréis sobre las mismas el sello de la eternidad.

Aprended a meditar sobre las diez Séfiras teniendo consciencia

que el Árbol de la Vida está en vosotros, y que la única actividad que vale la pena es la de hacerlo crecer, florecer y sacarle frutos. Cuantos años, cuantas encarnaciones quizás necesitareis antes de que cada uno se vuelva realmente este Árbol de la Viuda… esto no debe preocuparos. Miles de veces quizás deberéis venir a la tierra, hasta que estos diez Séfirots que están inscritos en vosotros, empiecen a vibrar y que vuestro interior sea transmutado por todas las luces del Árbol de la Vida.

Que el Cielo y todas sus Divinidades os iluminen en esta tarea.

El Maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov

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