Persistencias Transgeneracionales Del Apego

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    Persistencias transgeneracionales del apego:una nueva teora

    Publicado en la revista n003

    Autor: Fonagy, Peter

    Trabajo presentado en el "Grupo psicoanaltico dediscusin sobre el desarrollo", reunin de la AsociacinPsicoanaltica Americana, Washington DC, 13 de Mayo de1999. Traducido con autorizacin del autor.

    El segundo trabajo de Peter Fonagy presentado en esareunin ("Apegos patolgicos y accin teraputica") serpublicado en el No. 4 de "Aperturas Psicoanalticas".

    El sistema de apego como un mecanismo de regulacin bio-social de regulacin homeosttica

    La teora del apego, desarrollada por John Bowlby(1969, 1973, 1980), postula una necesidad humanauniversal para formar vnculos afectivos estrechos. Comoncleo de la teora se encuentra la reciprocidad de lastempranas relaciones, la que es una precondicin deldesarrollo normal probablemente en todos los mamferos,incluyendo a los humanos (Hofer, 1995). Las conductas de

    apego del infante humano ( p.ej., bsqueda de laproximidad, sonrisa, colgarse) son correspondidas con lasconductas de apego del adulto (tocar, sostener, calmar),y estas respuestas refuerzan la conducta de apego delnio hacia ese adulto en particular. La activacin deconductas de apego depende de la evaluacin por parte delinfante de un conjunto de seales del entorno que dancomo resultado la experiencia subjetiva de seguridad o

    inseguridad. La experiencia de seguridad es el objetivodel sistema de apego, que es, por tanto, primero y por

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    encima de todo, un regulador de la experiencia emocional(Sroufe, 1996). En este sentido, se encuentra en elcentro de muchas formas de trastornos mentales y de latotalidad de la tarea teraputica.

    Ninguno de nosotros nace con la capacidad de regularnuestras propias reacciones emocionales. Un sistemaregulador didico se desarrolla en el que las seales delos nios de cambios en sus estados, momento a momento,son entendidos y respondidos por el cuidador/apemitiendo, por lo tanto, alcanzar la regulacin de esosestados. El infante aprende que la activacin

    neurovegetativa en presencia del cuidador/a no darlugar a una desorganizacin que vaya ms all de suscapacidades de afrontar tal situacin. El cuidador/aestar all para reestablecer el equilibrio. En estadosde activacin incontrolable, el infante ir a buscar laproximidad fsica con el cuidador con la esperanza de sercalmado y de recobrar la homeostasis. La conducta delinfante hacia el final del primer ao es intencional y

    aparentemente basada en expectativas especficas. Susexperiencias pasadas con el cuidador/a son incorporadasen sus sistemas representacionales a los cuales Bowlby(1973) denomin "modelos internos activos" (Trad.:traducibles, tambin, como "modelos internos detrabajo"). Por tanto, el sistema de apego es un sistemaregulador bio-social homeosttico abierto.

    Patrones de apego en la infancia

    La segunda gran pionera de la teora del attachment,Mary Ainsworth (1969; 1985; Ainsworth, Blehar, Waters yWall, 1978) desarroll el bien conocido procedimiento delaboratorio para observar los "modelos internos activos"de los infantes mientras stos estaban transcurriendo.Los infantes, brevemente separados de su cuidador/a, en

    una situacin no familiar para ellos muestran uno de

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    intrusivas; por lo tanto, sobreregulan su afecto y evitansituaciones que pudieran ser perturbadoras. Los nios conapego Ansioso-resistente subregulan, incrementando suexpresin de malestar posiblemente en un intento de

    despertar la respuesta esperada por parte del cuidador/a.Hay un bajo umbral para las condiciones amenazantes, y elnio se convierte en alguien preocupado por tenercontacto con el cuidador/a, pero est frustrado inclusocuando este contacto se halla disponible (Sroufe, 1996).

    Un cuarto grupo de nios exhibe conductasaparentemente no dirigidas hacia un fin, dando la

    impresin de desorganizacin y desorientacin (Main ySolomon, 1990). Los infantes que manifiestaninmovilizacin, golpeteo con las manos, golpeteo con lacabeza, el deseo de escapar de la situacin an enpresencia de los cuidadores son denominados como"Desorganizados/desorientados". Se sostiene generalmenteque para tales infantes el cuidador ha servido como unafuente tanto de temor como de reaseguramiento,

    consecuencia de lo cual la activacin del sistemaconductual del apego produce intensas motivacionesconflictivas. No es de extraar que una historia desevera desatencin o de abuso sexual o fsico estasociada a menudo con este patrn (Cicchetti y Beeghly,1987; Main y Hesse, 1990). Yo considerar este grupo conmayor detalle esta tarde (Trad.: corresponde al trabajoque Fonagy present en la misma reunin por la tarde, a

    publicarse en el nmero 4 de "La revistaweb AperturasPsicoanalticas").

    La continuidad de los patrones de apego

    Bowlby propus que los "modelos internos activos" delself y de los otros proveen prototipos para todas lasrelaciones ulteriores. Tales modelos son relativamente

    estables a lo largo del ciclo vital (Collins y Read,

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    1994). Las tempranas experiencias de acceso flexible alos sentimientos propios son consideradas como formativaspor los tericos del apego. El sentimiento autnomo delself emerge completamente a partir de relaciones seguras

    entre los padres y el infante (Emde y Buchsbaum, 1990;Fonagy et al., 1995a; Lieberman y Pawl, 1990). Msimportante an, el incrementado control que tiene el nio"seguro" le permite moverse hacia aduearse de suexperiencia interna, y hacia comprenderse a s mismo y alos otros como seres intencionales cuya conducta estorganizada por estados mentales, pensamientos,sentimientos, creencias y deseos (Fonagy et al., 1995a;

    Sroufe, 1990). Coherente con esto, la investigacinlongitudinal prospectiva ha demostrado que los nios conhistoria de apego seguro son evaluados independientementecomo con mayor capacidad de resistencia, autoconfiados,orientados socialmente (Sroufe, 1983; Waters, Wippman ySroufe, 1979), empticos para el malestar (Kestenbaum,Faber y Sroufe, 1989), y con relaciones ms profundas(Sroufe, 1983; Sroufe, Egeland y Kreutzer, 1990).

    Prediccin a partir de medidas del apego de adultos

    La estabilidad del apego est demostrada por estudioslongitudinales de nios evaluados con el procedimiento dela "Situacin extraa" y seguimiento hasta laadolescencia o temprana adultez con la Entrevista deapego adulto (AAI) (George, Kaplan y Main, 1996). Yo

    supongo que la mayora de ustedes est familiarizada coneste instrumento clnico, magnificamente estructurado,que produce historias narrativas de las relaciones deapego de la infancia -las caractersticas de lastempranas relaciones, experiencias de separacin,enfermedad, castigo, prdidas, maltrato o abuso. Elsistema de evaluacin AAI (Main y Goldwyn, 1994)clasifica a los individuos en Autnomos-seguros,

    Inseguros/despreocupados (Trad.: "dismissing",despreocupado en el sentido que se desentiende

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    mentalmente), Inseguros-preocupados, o No resuelto enrelacin a la prdida o al trauma, categoras basadassobre las cualidades estructurales de las narraciones detempranas experiencias. Mientras que los individuos

    autnomos valoran las relaciones del apego, integrancoherentemente memorias en una narracin con sentido ylas consideran a stas como formativas, los individuosinseguros son pobres en integrar las memorias de laexperiencia con el significado de esa experiencia.Aquellos que se despreocupan del apego muestran evitacinal negar recuerdos, idealizando o devaluando (o ambas,idealizan y devalan) las relaciones. Los individuos

    preocupados tienden a estar confusos, enojados o pasivosen relacin a las figuras de apego, a menudo quejndoseen la actualidad de ofensas en la infancia, de manerasimilar a las protestas de los infantes resistentes.Individuos de la categora "no resuelto" (Trad.: otratraduccin posible: no elaborado) dan indicaciones dedesorganizacin significativa en su representacin de larelacin de apego mediante confusiones semnticas o

    sintcticas en sus narraciones relacionadas con traumasen la infancia o una prdida reciente. Nuevamente,nosotros revisaremos esta tarde este grupo clnicamentemuy importante.

    Tres estudios longitudinales mayores (Hamilton, 1994;Main, 1997; Waters, Merrick, Albersheim, Treboux yCrowell, 1995) han mostrado una correspondencia del 68-

    75% entre las clasificaciones de apego en la infancia ylas clasificaciones de apego en la vida adulta. Este esun nivel notable de consistencia entre las conductasobservadas en la infancia y las que resultan en la vidaadulta. Obviamente, tales diferencias individualespudieran muy bien ser mantenidas tanto por ambientes quese hayan mantenido invariables as como tambin porpatrones establecidos en el primer ao de vida.

    Las relaciones de apego juegan un papel clave en la

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    transmisin transgeneracional de la deprivacin. Losadultos seguros tienen 3 4 veces ms probabilidad detener nios que estn apegados con seguridad a ellos (vanIJzendoorn, 1995). Esto es verdad an cuando el apego

    parental es evaluado antes del nacimiento del nio(Benoit y Parker, 1994; Fonagy, Steele y Steele, 1991b;Radojevic, 1992; Steele, Steele y Fonagy, 1996; Ward yCarlson, 1995). Los patrones de apego de los padrespredicen variancia en adicin a las medidas detemperamento o a factores contextuales tales comoacontecimientos vitales, apoyo social y psicopatologa(Steele, Steele y Fonagy, en preparacin) Cmo es

    mediatizada tal transmisin transgeneracional? Lagentica podra aparecer como proveyendo una explicacinobvia. Los hallazgos preliminares de un estudio en cursoen nuestro laboratorio sobre gemelos no ha producidoevidencia de niveles diferentes de concordancia de laclasificacin de apego entre gemelos idnticos y noidnticos (Fearon, 1998). Los tericos del apego hansupuesto que los adultos con apego seguro son ms

    sensibles a las necesidades de sus nios por lo cualpromueven la expectativa en los infantes de que ladesregulacin ser rpidamente y efectivamente enfrentada(Belsky, Rosenberger y Crnic, 1995; De Wolff y vanIJzendoorn, 1997). Pero resulta frustrante el hecho quelas medidas estandard de sensibilidad del cuidador/a noparecen explicar de una manera completa las buenaspersistencias transgeneracionales en las clasificacionesdel apego (van IJzendoorn, 1995).

    Apego y capacidad de mentalizar: el cambio desde unainterpretacin teleolgica hacia una mentalstica de lasrelaciones de apego en el desarrollo

    Tenemos que explorar un otro aspecto de losdeterminantes del apego. Mary Main e Inge Bretherton,

    independientemente, llamaron la atencin sobre lo que elfilsofo Dennett denomin "actitud intencional". Dennett

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    (1987) enfatiz que los seres humanos tratan deentenderse los unos a los otros en trminos de estadosmentales: pensamientos y sentimientos, creencias ydeseos, con la finalidad de otorgar sentido y, an de

    mayor importancia, de anticipar las acciones de losdems. Si el nio es capaz de atribuir a la actitudaparentemente rechazante de una madre que no respondecomo que es debida a su tristeza por una prdida en vezde sentirse simplemente impotente frente a esa actitud,el nio est protegido de la confusin y de una visinnegativa de s mismo. El sello distintivo de una actitudintencional es el reconocimiento por parte del nio,

    alrededor de los 3 a 4 aos, de que la conducta puedeestar basada en una creencia ernea. Los psiclogos deldesarrollo han diseado numerosos tests acerca de lacalidad de la comprensin de las falsas creencias ytienden a referirse a esta capacidad como "una teora dela mente". Nosotros preferimos la expresin capacidad dementalizar o funcin reflexiva que denota la comprensinde la conducta de uno mismo y de los otros en trminos de

    estados mentales.

    Say, un nio de tres aos, ve a su amigo Maxiesconder un trozo de chocolate en un caja al mismo tiempoque Maxi dice que l saldr pero volver para comerlo mstarde (Perner, 1991). Despus de que Maxi sale, el niove al experimentador cambiar el chocolate a un cesto. Sele pregunta al nio: "Dnde buscar Maxi el chocolate

    cuando l vuelva?". El nio de tres aos tiende apredecir que Maxi mirar en el cesto donde el chocolateest en realidad ms que en la caja donde l lo dej. Losnios de cuatro y cinco aos son ya capaces de predecirla conducta de Maxi sobre la base de lo que se esperaraque seran las creencias de Maxi, es decir, que elchocolate estar donde l lo dej. Se dice que el nio decuatro aos tiene una "teora de la mente", lo cual estindicado por su habilidad de atribuir falsas creencias(Wimmer y Perner, 1983). Adopta una actitud intencional y

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    razona en trminos de las creencias que pueden seratribuidas a Maxi. El nio de tres aos, sin embargo,basa su prediccin en su propia representacin de larealidad y no en el estado mental del otro.

    Una forma de interpretar este hallazgo es que lasexpectativas de un nio de tres aos estn basadas en unmodelo no mentalista de la conducta, "teleolgico", msque en un modelo intencional mental (Gergely y Csibra,1997). Dentro de este modelo teleolgico simple, laconducta de los objetos humanos es interpretada entrminos de los resultados visibles y no de deseos

    inferidos, y en trminos de restricciones de la realidadfsica ms que ser atribuidos a las creeencias acerca dela realidad. El nio de tres aos en la tarea de la queMaxi es partcipe basa su prediccin en un supuesto deuna accin racional, suponiendo que el otro har lo quesea ms racional para conseguir la futura meta (comer elchocolate), dado el actual estado de la realidad externa(que el chocolate est en el cesto).

    En realidad, la capacidad para discriminar entreacciones racionales y no racionales ha sido demostradacomo teniendo lugar a una edad tan temprana como los 9meses (Gergely, Nadasdy, Csibra y Biro, 1995). Se lesmostr a infantes una imagen animada por ordenador en elcual un pequeo crculo repetidamente saltaba sobre unapared y hacia contacto con un crculo mayor del otro

    lado. Con la repeticin de estas presentaciones, losinfantes se "habituaron", perdieron inters en lo que seles mostraba. Entonces, al infante se le presentan una odos nuevas imgenes animadas. En ambos casos la pared esremovida: en un caso, el pequeo crculo ahora seaproxima al mayor directamente (en lnea recta); en elotro, realiza exactamente la misma aproximacin medianteun salto como en la primera experiencia. Los infantes

    muestran sorpresa en este ltimo caso pero no en elprimero (cuando el crculo primero se acerca en lnea

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    del nio pequeo con respecto a la accin se transformaen una de tipo "mentalizante" durante el segundo y tercerao de edad. Hacia los 18 meses (pero no todava a los14) los nios muestran una comprensin mental del deseo(Meltzoff, 1995; Repacholi y Gonpik, 1997), siendo yacapaces de comprender que las acciones de la otra personapueden ser impulsadas por deseos diferentes a los delpropio nio. En este estado, el nio pequeo llega a ser

    capaz de inferir las intenciones del otro cuando lapersona usa nuevas palabras para denominar objetos nofamiliares para el nio (Baldwin y Moses, 1996;Tomasello, Strosberg y Akhtar, 1996). Durante el segundoao los nios ya hablan acerca de estados de deseo de sy del otro, y en el tercer ao la conversacin acerca decreencias tambin emerge. Una habilidad mentalizanteacabada, tal como se demuestra por la capacidad de

    atribuir falsas creencias en las tareas de teora de lamente, es alcanzada hacia el final del tercer ao(Perner, 1991).

    La adquisicin de una "teora de la mente" estlejos de alcanzar el punto final de este proceso dedesarrollo. En verdad, se podra argumentar que lafuncin reflexiva nunca es alcanzada totalmente. En

    momentos de alta activacin emocional, en el contexto derelaciones ntimas, encontramos difcil el construirrepresentaciones exactas del mundo mental delotro.Razonamos acerca de la conducta de aquellos cercanosa nosotros sobre la base de lo que parece obvio, de loque es visible, de lo fsico ms que del mundo mental. Siusamos estados mentales, stos tienden a serestereotipados, distorsionados, o confusos, demasiadofragmentarios e inexactos. Nosotros hemos intentadooperacionalizar diferencias individuales en las

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    capacidades de los adultos para mentalizar. Nuestraoperacionalizacin fue relativamente simple, basada en lapresencia de descripciones inequvocas de estadosmentales (p.ej., falsas creencias) en las narraciones.

    Para puntuar alto en estas evaluaciones las narracionesde apego tenan que mostrar la percatacin de estadosmentales, manifestar esfuerzos explcitos paradesentraar las razones internas detrs de la conducta,mostrar la percatacin que los pensamientos del nio ysentimientos son probablemente diferentes de los deladulto, y reflejar una sensibilidad a los estadosmentales del entrevistador (Fonagy, Target, Steele y

    Steele, 1998). La medida se correlaciona de manerainsignificante con el cociente Intelectual y con el niveleducacional. Nosotros tenamos curiosidad por saber si lamedida de las observaciones reflexivas acerca de losestados mentales de s mismo y de los otros en lasnarraciones del AAI (Entrevista de Apego del Adulto)podran predecir la seguridad del infante. Laspuntuaciones de la capacidad reflexiva hechas antes del

    nacimiento del nio predecan fuertemente el apego segurodel nio en su segundo ao de vida. Tanto los padres comomadres que obtenan altas puntuaciones en esta capacidadreflexiva tenan tres o cuatro veces ms probabilidad detener nios conapego seguro comparados con los padrescuya capacidad reflexiva era pobre (Fonagy, Steele,Moran, Steele y Higgitt, 1991a).

    La capacidad de entender los estados mentales queyace por detrs de la conducta de los padres puede serparticularmente importante cuando el nio es expuesto aexperiencias desfavorables, en extremo, de abuso otrauma. Nosotros dividimos nuestra muestra entre aquellosque s haban informado de deprivacin significativa(hacinamiento, enfermedad mental) y aquellos que no.Nuestra prediccin fue que las madres en el grupodeprivado (separaciones en la infancia) tendran msposibilidad de tener nios con apego seguro si su

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    puntuacin en la funcin reflexiva era alta. Todas lasmadres en el grupo deprivado con altas puntuaciones en sucapacidad reflexiva tenan nios que posean un apegoseguro con ellas, mientras que slo 1 de 17 madres

    deprivadas con bajo puntaje lo tenan. Nuestros hallazgosimplican que este ciclo de desventaja puede serinterrumpido si el cuidador/a, ha adquirido una capacidadde reflexionar productivamente sobre la experienciamental (Fonagy, Steele, Steele, Higgitt y Target, 1994).

    Mentalizar y el desarrollo del self

    No solamente los padres con capacidad reflexivapromueven con ms probabildiad un apego seguro en elnio, particularmente si sus propias experiencias deinfancia fueron adversas, sino que tambin el apegoseguro puede ser un elemento facilitador clave de lacapacidad reflexiva (Fonagy et al., 1995a). En nuestroestudio longitudinal de 92 nios, la proporcin de nios

    con apego seguro era doble en el grupo que super latarea de falsa creencia, comparado con el grupo quefracas. La funcin reflexiva de la madre estaba tambinasociada con el xito del nio. El 80% de los nios cuyasmadres estaban por encima de la media en la funcinreflexiva pasaron la prueba mientras que slo el 56% deaquellos cuyas madres estaban por debajo lo hicieron. Lafuncin reflexiva del cuidador/a predij la seguridad en

    el apego, la cual, a su vez, predij la adquisicinprecoz de una teora de la mente. El apego al padretambin pareca contribuir a este logro en el desarrollo.En un test de habilidades de la capacidad de mentalizarde segundo orden, en el que al nio se le requierepredecir la conducta de una persona sobre la base de lascreencias de esa persona acerca de las falsas creenciasde un tercero, aquellos que tenan apego seguro con ambos

    padres fueron ms capaces de tener xito mientras queaquellos que no tuvieron apego seguro con ninguno de los

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    padres fueron menos capaces de lograrlo.

    Estos resultados sugieren que la capacidad de los

    padres para observar la mente de los nios facilita lacomprensin general que los nios tienen de las mentes atravs de la mediacin del apego seguro. Un cuidador/areflexivo incrementa la probabilidad del apego seguro delnio, el cual, a su vez, facilita el desarrollo de lacapacidad de mentalizar. Nosotros suponemos que unarelacin de apego seguro provee un contexto tambinseguro para que el nio explore la mente del cuidador/a,y de esta manera conozca ms acerca de las mentes. El

    filsofo Hegel (1807) sugiri que es solamente a travsde la exploracin de la mente del otro que el niodesarrolla una completa captacin de la naturaleza de losestados mentales. La capacidad reflexiva en el nio esfacilitada por el apego seguro. El proceso esintersubjetivo: el nio consigue conocer la mente delcuidador/a de acuerdo a cmo el cuidador/a intentacomprender y contener el estado mental del nio.

    Al dilucidar este proceso quisiera sugerir trescomponentes crticos. Estos son: (1) el papel de laespecularizacin (mirroring), (2) el cambio hacia lainterpretacin de la conducta del cuidador/a en trminosintencionales ms que teleolgicos, y (3) la integracinde una forma primitiva dual de realidad psquica en unarepresentacin mentalizante nica de la mente.

    1. El papel de la especularizacin

    Las representaciones de segundo orden (o simblicas)de estados mentales, desde nuestra perspectiva, sedesarrollan en el contexto de relaciones de apego. Elconcepto del nio de las emociones es alcanzado mediantela introspeccin (Gergely y Watson, 1996; Target yFonagy, 1996). La ansiedad para el nio, por ejemplo,

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    est asociada con una mezcla confusa de experienciasfisiolgicas, conductas e imgenes visuales. Una vez questas devienen en simblicamente ligadas, la experienciacorrespondiente en un nivel simblico secundario o

    mentalizado ser una experiencia de temor o de ansiedad.Este proceso de ligazn simblica es esencial para que elnio sea capaz de nombrar la experiencia comocorrespondiente a una emocin especfica. Esteconocimiento no es inherente. Supongamos que el selfconstitucional o fsico del nio se encuentre en unestado de activacin. Asociado con esto hay seales(expresiones no verbales, faciales, as como vocales). El

    cuidador/a resuena con estas seales e idealmente serefleja en su experiencia interna y genera una expresinapropiada como respuesta. Tales desplieguesespecularizantes son innatos y no conscientementegenerados por el cuidador/a (Meltzoff, 1993). Larepresentacin que tiene la madre del afecto del infantees representada por el nio, y "mapeada" sobre el estadoconstitucional del self del nio (Rogers y Pennington,

    1991). La discrepancia entre la experiencia original delnio y la internalizacin de la representacinespecularizante del cuidador/a es til en la medida enque permite que esta representacin de alguna maneramodificada (es simultneamente la misma y, sin embargo,no es la misma) se convierta en una representacin deorden superior de la propia experiencia del nio.

    Dentro de este modelo especularizante esperaramosque fracase si esta demasiado prximo a la experienciadel nio o demasiada alejado de la misma. Si laespecularizacin es demasiado exacta, la percepcin en smisma se puede convertir en una fuente de temor y pierdesu potencial simblico. Si no esta disponible, o estacontaminada con la preocupacin de la madre, el procesode desarrollo del self est profundamente comprometido.Podemos suponer que los individuos para quienes lossntomas de ansiedad significan catstrofe (p.ej., ataque

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    al corazn, muerte inminente) tienen representaciones desegundo orden de sus estados emocionales que no puedenser limitados en intensidad a travs de la simbolizacin,quizs porque la especularizacin por parte del

    cuidador/a primario exageraba las emociones del infante.

    Reconocemos que este es un modelo especulativo, peroes pasible de ser puesto empricamente a prueba. Podraayudar a responder a la espinosa pregunta de por qu losindividuos con trastorno de pnico atribuyen inmensosignificado a desequilibrios biolgicos de gradorelativamente moderado. Lo que se sugiere aqu es que la

    representacin secundaria del afecto, o representacinsimblica, en estos casos contiene demasiado de laexperiencia primaria; por lo tanto, en vez de que elhecho de nombrar la experiencia tenga el potencial deatenuarla, tiende a estimular y exacerbar los sntomasdel estado afectivo, los que a su vez acentan laexpresin secundaria, en un ciclo de pnico que serealimenta. En un estudio reciente (Fonagy et al., 1995b)

    hemos confirmado que las madres que calman msefectivamente a sus angustiados nios de 8 meses despusde que stos reciben una inyeccin son las que reflejanla emocin del nio, pero esta especularizacin estmezclada con otros afectos (sonren, interrogan, hacendespliegues gestuales burlones, y cosas por el estilo).Al desplegar tal "afecto complejo" (Fonagy y Fonagy,1987) ellas aseguran que el infante reconozca sus

    emociones como anlogas, pero no isomrficas, con lo cualsu experiencia y, por tanto, el proceso de formacin desmbolo puede comenzar. De esta manera el "mapeado"representacional entre el afecto del self y las emocionesde los otros, el intercambio de afecto entre el niopequeo y el cuidador/a, proveen una especial fuente deinformacin para el nio acerca de sus estados internos.

    El nio que busca una manera de manejar su malestaridentifica, en la respuesta del cuidador/a, una

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    representacin de su estado mental que l puedeinternalizar y usar como una estrategia de orden superiorde regulacin afectiva. El cuidador/a seguro calma alcombinar una especularizacin con un despliegue emocional

    incompatible con el afecto del nio (por lo tanto, quizsimplicando ya capacidad de afrontar la situacin). Estaformulacin de sensibilidad tiene mucho en comn con lanocin del psicoanalista britnico Wilfred Bion (1962)sobre la capacidad de la madre para "contener"mentalmente al estado afectivo intolerable para el nio yde responder en trminos de cuidado fsico de una maneraque reconoce el estado mental del nio pero que sirve

    para modular sentimientos inmanejables. El hallazgo quela claridad y coherencia de la representacin que lamadre tiene del nio acta de mediadora entre su estatusde apego y su conducta es ciertamente consistente coneste modelo (Slade, Belsky, Aber y Phelps, en prensa).

    Nosotros sugerimos que el significado o elsentimiento de afecto se desarrolla a partir de la

    representacin integrada del afecto en el self y en elotro. La combinacin de la representacin de laexperiencia del self y de la representacin de lareaccin del cuidador/a transforma el modo teleolgico dela mente por parte del nio, y en ltima instancia lefaculta para interpretar y para comprender lasdemostraciones afectivas en los otros, as como aalcanzar la regulacin y control de sus propias

    emociones. El "mapeado" emocional de las muestras deemocin y de la experiencia del self es visto aqu comoun ejemplo prototpico de sensibilidad por parte delcuidador/a quien, como trataremos de demostrar,constituir probablemente un importante componente en eldesarrollo de la capacidad de mentalizar. La funcinreflexiva del cuidador/a estimula al nio para comenzar aorganizar una experiencia del self de acuerdo a grupos derespuestas que, eventualmente, vendrn a ser etiquetadasverbalmente como emociones especficas (o deseos). La

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    respuesta altamente contingente es el medio mediante elcual este mapeado tiene lugar. A las experienciasafectivas del nio se les da significado adicional alquedar asociadas con un conjunto de restricciones de la

    realidad dentro de la interaccin padres-infantes(conduciendo a creencias rudimentarias acerca de lascausas y consecuencias de su estado emocional).

    2. Parentalizacin reflexiva y el cambio desde modelosmentales teleolgicos a modelos intencionales

    Nosotros adoptamos el punto de vista que laadquisicin de la capacidad de mentalizar es parte de unproceso intersubjetivo entre el infante y el cuidador/a(vase Gopnik, 1993, para una elaboracin altamenteelegante de un tal modelo). Desde nuestro punto de vista,el cuidador/a facilita la creacin de modelosmentalizantes a travs de procesos lingsticos y casilingsticos, primariamente a travs de comportarse conel nio de una manera que conduce a ste a ver

    eventualmente que su conducta puede ser entendida mejoral suponer que l tiene ideas y sentimientos quedeterminan sus acciones, y las reacciones de los otroscon respecto a l, lo que puede entonces ser generalizadoa otros seres vivientes. El cuidador/a se aproxima alnio que llora con una pregunta en su mente: "Quieres uncambio de paal?" , "Necesitas una caricia?". Elcuidador/a sensible de manera improbable encarar la

    situacin teleolgicamente, sin tener a la persona enmente, de modo que es poco probable que se diga a smismo: "Estas mojado alrededor de tu culito?", o "Hasestado solo demasiado tiempo?" El cuidador/a sensiblepuede cubrir el hiato entre focalizarse en la realidadfsica y la atencin dirigida hacia el interior, lo quees suficiente para que el nio identifique contigenciasentre experiencia interna y externa. Por fin, el nio

    llega a la conclusin que la reaccin del cuidador/ahacia l puede ser entendida como racional dado el

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    supuesto de un estado interno de creencia o de deseodentro de l. Inconscientemente, y de manera profunda, elcuidador/a adscribe un estado mental al nio con suconducta, trata al nio como un agente mental, lo que es

    percibido por el nio y usado en la transformacin de losmodelos teleolgicos y, entonces, en el desarrollo de unsentimiento nuclear de mismidad mental. Nosotrossuponemos que esto es, en gran medida, un procesocotidiano que ocurre rutinariamente a todo lo largo de lavida, sobre el que no se reflexiona y, por lo tanto, esraramente modificado. Los cuidadores, sin embargo,difieren en sus formas de llevar a cabo esta natural

    funcin humana. Algunos pueden estar particularmentealerta a las tempranas indicaciones de intencionalidad;otros, pueden necesitar indicaciones ms intensas antesde percibir el estado mental del nio y modificar suconducta de acuerdo a este estado mental. Otros, comohemos descrito en el contexto de la temprana infancia,pueden sistemticamente percibir errneamente los estadosmentales del nio, con la consiguiente deformacin del

    sentimiento del nio de s mismo.

    La capacidad de los padres de observar los cambios,momento a momento, en el estado mental del nio, portanto, est en la raz del cuidado sensible, lo que esvisto por los tericos del apego como la piedra angulardel apego seguro (p.ej. Ainsworth y col., 1978;Grossmann, Grossmann, Spangler, Suess y Unzner, 1985;

    Isabella y Belsky, 1991). El apego seguro provee, a suvez, la base psico-social para adquirir una comprensinde la mente. El nio con apego seguro se sientetranquilo, seguro, al hacer atribuciones de estadosmentales para dar cuenta de la conducta de su cuidador/a.En cambio, el nio con apego evitativo se escapa enalguna medidad del estado mental del otro; mientras queel nio con apego resistente se centra en su propioestado mental de malestar con exclusin de intercambiosintersubjetivos estrechos. Los nios con apego

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    desorganizado pueden representar una categora especial:hipervigilantes de la conducta del cuidador, ellos usantodos los indicadores disponibles para predecir, y puedenser agudamente sensibles a los estados intencionales;

    pueden, por tanto, estar ms preparados para construiruna explicacin en trminos mentales de la conducta delcuidador/a. Nosotros argumentaremos (vase ms abajo) queen tales nios la capacidad de mentalizar puede serevidente pero no tiene el rol central y efectivo en laorganizacin del self que caracteriza a los nios conapego seguro.

    Creemos que lo ms importante para el desarrollo deuna organizacin mentalizante del self es que laexploracin del estado mental del cuidador/a sensiblecapacite al nio para encontrar en su mente una imagen des mismo como motivada por creencias, sentimientos eintenciones; en otras palabras, como un ser quementaliza. Hay considerable evidencia que apoya el puntode vista de que el apego seguro incrementa el desarrollo

    de la seguridad interna, de la autovala y de laautonoma (p.e. Londerville y Main, 1981). Los nios conapego desorganizado, an en el caso que adquieran lacapacidad de mentalizar, fallan en integrar sta con suorganizacin del self. Puede haber un nmero de razonesligadas para esto: a) el cuidador del nio con apegodesorganizado es menos confiablemente contingente enresponder al estado del self del infante y, sobre todo,

    muestra sistemticas distorsiones en su percepcin yreflexin acerca de este estado; b) el estado mental delcuidador/a evoca intensa ansiedad ya sea a travs deconductas atemorizantes que sugieren malevolencia haciael nio, o de conductas que sugieren temor, que puedeincluir el temor que el cuidador/a tiene del nio; c) elnio necesita usar recursos desproporcionados paraentender la conducta parental a expensas de lo que serareflexionar sobre sus estados del self. Estos factores secombinan, quizs, para hacer que los nios con apego

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    desorganizados se conviertan en agudos lectores de lamente del cuidador/a en determinadas circunstancias, pero(nosotros sugerimos) pobres lectores de sus propiosestados mentales.

    3. El cambio desde la realidad psquica dual a lasingular (nica)

    En dos trabajos anteriores hemos usado tanto laevidencia clnica como la proveniente de la investigacinpara mostrar que la experiencia normal de la realidad

    psquica no es una propiedad inherente de la mente sino,ms bien, un logro evolutivo (Fonagy y Target, 1996;Target y Fonagy, 1996). Es la consecuencia de una exitosaintegracin de dos modos diferentes de diferenciar entrelo interno y lo externo. Consideramos al l desarrollo delnio como cambiando normalmente desde una experiencia dela realidad psquica en la cual los estados mentales noson considerados como representaciones, a una visincrecientemente compleja del mundo interno, la que tiene

    como sello la capacidad para mentalizar, para pensarflexiblemente acerca de los pensamientos y sentimientosen los otros y en uno mismo. Inicialmente, la experienciadel nio de la mente es como si fuera un aparato degrabacin, con correspondencia exacta entre estadointerno y realidad externa. Nosotros usamos el trmino"equivalencia psquica" para denotar este modo defuncionamiento, para enfatizar que para un nio pequeo

    los acontecimientos mentales son equivalentes en trminode poder, causalidad e implicaciones, a losacontecimientos en el mundo fsico. Equiparar lo internoa lo externo es, inevitablemente un proceso a doble va.No solamente se sentir el nio pequeo compelido aequiparar la apariencia con la realidad (lo que parece,es lo que es) sino que tambin las representacionesinternas distorsionadas por la fantasa sern proyectadas

    sobre la realidad externa de una manera no modulada porla comprensin de que la experiencia del mundo externo

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    pudiera estar siendo equivocadamente construida de estamanera.

    Quizs porque puede ser aterrorizante que lospensamientos y sentimientos sean experienciados comoconcretamente "reales", el nio desarrolla una formaalternativa de construir estado mentales. En la"modalidad de simulacin" (Trad.: "hacer como si",) elnio experiencia los sentimientos e ideas como totalmenterepresentacionales, o simblicos, como no teniendoninguna implicacin para el mundo exterior. An cuando elnio de 2 aos de edad sepa que su simulacin de ser un

    polica no es real, no es porque l comprenda que estsiendo un "polica simulado" sino, ms bien, porque elmodo de realidad psquica que prevalece en ese momentopresupone una estricta separacin con respecto a larealidad (Gopnik y Slaughter, 1991). Por lo tanto, sujuego por s mismo no forma un puente entre la realidadinterna y externa. Solamente gradualmente, y a travs dela estrecha participacin de otra mente que puede

    simultneamente mantener juntas la simulacin del nio ylas perspectivas reales, esta integracin de dosmodalidades da lugar a una realidad psquica en que lasideas y sentimientos son conocidas como internas, aunqueen estrecha relacin con lo que est afuera (Dunn, 1996).

    Normalmente el nio entonces integra estasmodalidades alternativas para llegar a la capacidad de

    mentalizar, o modalidad reflexiva, en la cual los estadosmentales pueden ser vividos como representaciones. Larealidad interna y la externa pueden entonces ser vistascomo relacionadas, aunque son aceptadas como quedifieren de maneras importantes, y no tienen entonces queser igualadas o disociadas una de la otra (p.ej. Gopnik,1993). La capacidad de mentalizar pasa a existir a travsde la experiencia del nio de que se ha reflexiona sobre

    sus estados mentales, por ejemplo, a travs del juegoseguro con un padre/madre o con un nio mayor. De una

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    manera juguetona, el cuidador/a otorga a las ideas ysentimientos del nio (cuando l est "solamente haciendocomo s") un vnculo con la realidad a travs de indicarla existencia de una perspectiva alternativa, la que

    existe por fuera de la mente del nio. El padre/madre onio mayor tambin muestra que la realidad puede serdistorsionada actuando sobre ella de una manerajuguetona, y a travs de esta actividad ldica unaexperiencia mental simulada pero real puede serintroducida.

    El desarrollo del nio y la percepcin de los estados

    mentales propios y de los otros depende, por lo tanto,de su observacin del mundo mental de su cuidador/a. les capaz de percibir estados mentales cuando elcuidador/a est en una modalidad, compartida con el nio,de juego de de hacer como si (por tanto la asociacinentre la modalidad de "hacer como" y la primitivacapacidad de mentalizar), y muchas interacciones comunes(tales como el cuidado fsico y el calmar, o

    conversaciones con compaeritos) tambin implicarn talactividad mental compartida. Esto es lo que hace que seaninherentemente intersubjetivas las concepciones que setengan sobre estados mentales tales como el pensar; laexperiencia compartida es parte de la estricta lgica delas concepciones sobre los estados mentales.

    Para anticipar de alguna manera el tema que abordar

    esta tarde, en nios traumatizados, las emocionesintensas y conflictos conducen a una falla parcial deesta integracin, de modo que los aspectos de la"modalidad de simulacin" ("hacer como") defuncionamiento se convierten en parte de una modalidadpsquica equivalente a vivir la realidad. Esto puede serdebido a que cuando el maltrato ha tenido lugar dentro dela familia, la atmsfera tiende a ser incompatible con

    que el cuidador "juege con" los ms oprimentes aspectosde los pensamientos del nio; stos son a menudo

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    perturbadores e inaceptables para el adulto, de manerasemejante a como lo son para el nio. La rgida,controladora conducta del nio preescolar con unahistoria de apego desorganizado es, por lo tanto, vista

    como surgiendo a partir de una falla por parte del niopara moverse ms all del modo de equivalencia psquicaen relacin a ideas o sentimientos especficos, de maneraque l siente a stos con la intensidad que pudieraesperarse que ellos tuvieran si fueran acontecimientosexternos que estuvieran ocurriendo.

    En la relacin insegura, sern las defensas del

    cuidador aquello que tender a ser internalizado, y elmalestar del nio es repetidamente evitado. De an mayorimportancia, el proceso del desarrollo del self ha sidocomprometido. Las relaciones inseguras padres-niospueden ser consideradas como que establecen las basespara subsecuentes distorsiones de la personalidad de dosmaneras. Estas corresponden a los dos modos de vivir larealidad psquica. La madre puede hacerse eco del estado

    del nio sin modulacin, como en la modalidad deequivalencia psquica, concretizando o entrando en pnicoante la perturbacin del nio. O, ella puede evitarreflexionar sobre el afecto del nio a travs de unproceso similar a la disociacin, que colocaefectivamente a la madre en una "modalidad de como s"no relacionada con la realidad externa, incluyendo alnio. La madre puede entonces ignorar el malestar del

    nio, o traducir a ste como si fuera enfermedad,cansancio, etc.. Ambas condiciones despojan a lacomunicacin del nio del potencial de tener un sentidoque l pueda reconocer y utilizar. Puede tambin conducira un intercambio entre la madre y el nio en que seinterpretan los sentimientos en trminos fsicos, de modoque el estado fsico es la cosa "real". Lynne Murray(1997), en su trabajo con madres afectadas de depresinpuerperal, ha ofrecido algunas vvidas ilustraciones detales madres que ofrecen una realidad alternativa marcada

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    por la exageracin asociada con afirmaciones no respaldaspor la realidad, no relacionadas con la experiencia delinfante. Los observadores psicoanalticos de este tipo deinteraccin identificaran rpidamente la operacin de

    negacin masiva e, incluso, de defensa manaca. Elinfante no ha sido capaz de encontrar una versinreconocible de sus estados mentales en la mente de laotra persona, y la oportunidad de adquirir unarepresentacin simblica de estos estados se ha perdido,y un patrn de apego desorganizado es lo que puedederivar a continuacin.

    Conclusin

    En resumen, el nio con apego seguro percibe en laactitud reflexiva de su cuidador/a una imagen de s mismocomo deseante y con creencias. Ve que el cuidador/a lorepresenta a l como un ser intencional, y estarepresentacin es internalizada para formar el self. El"Yo pienso, por lo tanto yo soy" no constituir el

    modelo psicolgico del nacimiento del self. Quiz seacerque ms a la realidad el "Ella piensa de m comopensando y, por lo tanto, yo existo como un pensador". Sila capacidad reflexiva del cuidador/a le ha permitido al/ella describir adecuadamente la actitud intencionaldel nio, entonces ste tendr la oportunidad de"encontrarse a s mismo en el otro" como un ser concapacidad de mentalizar. En el ncleo de nuestros

    "selves" est la representacin de cmo nosotros fuimosvistos. Nuestra capacidad reflexiva es, por tanto, unaadquisicin transgeneracional. Nosotros pensamos de losotros en trminos de deseos y creencias porque, y en lamedida en que, nosotros fuimos pensados como seresintencionales. Solamente siguiendo este proceso deinternalizacin puede el desarrollo de la percatacin delos estados mentales en nosotros ser generalizado a

    otros, incluyendo al cuidador/a.

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    La teora de la funcin reflexiva transgeneracionaltiene estos componentes: 1.-Suponemos que lainternalizacin de las representaciones de segundo orden

    de los estados internos depende de la reflexin sensiblepor parte del cuidador/a y ofrece los ladrillos con locuales un modelo interno reflexivo con el que se trabajaes construido. 2.- El gradual cambio desde una actitudteleolgica hacia una intencional est intrnsicamenteligado a la experiencia de seguridad del nio en laexploracin de la mente del cuidador/a para descubrir lossentimientos y pensamientos que pudieran dar cuenta de su

    conducta. Es innecesario decir que esta es ms fcil yms segura en el contexto de una relacin de apegoseguro. 3.- El cuidador/a hace una contribucin adicionalimportante, quizs de manera an ms significativa en unaetapa ulterior. De manea prototpica, mientras estinvolucrado en un juego de "hacer como si" con el nio,el cuidador/a implica simultneamente al mundo internodel nio mientras retiene una perspectiva basada en la

    realidad externa. Esto es anlogo a las discusionespsicoanalticas sobre el impacto cognitivo de la tradaedpica, en que la realidad compartida de dos personas esbruscamente experienciada desde el punto de vista deltercero. La implicacin parental en el mundo interno delni lleva a ste ms all de la concepcin de sus mentescomo una replica del mundo externo.

    Estos tres componentes (la representacin de segundoorden del afecto, la representacin intencional delcuidador/a y, por ltimo, la representacin intencionaldel self) equipan al nio para enfrentar a una realidadsocial algunas veces inadecuadamente dura. Yo continuarargumentando que el establecimiento slido de una funcinreflexiva tiene un efecto protector y, por contraste, suestatus relativamente frgil seala una vulnerabilidadpara traumas ulteriores. Considero que el apego seguro yla funcin reflexiva son construcciones que se solapan, y

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    la vulnerabilidad asociada con el apego inseguro subyaceprimariamente a la desconfianza del nio para concebir almundo en trminos de realidad psquica ms que entrminos de realidad fsica. Producido un trauma de

    suficiente intensidad, incluso un vnculo seguro puedederrumbarse a veces, y en ausencia de presionespsicosociales la funcin reflexiva puede ofrecer slo unaventaja evolutiva marginal. Para comprender el trastornosevero de personalidad, como espero veremos (Trad.:serefiere al trabajo que aparecer en el No. 4 de AperturasPsicoanalticas), es importante que estemos entonadoscon la capacidad de nuestros pacientes usar el lenguaje

    de los estados mentales tanto para la organizacin delself as como para la comprensin social.

    Ver "Apegos Patolgicos y Accin Teraputica"continuacin de este trabajo del mismo autor.

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    * Copywright: Peter Fonagy, PhD, FBA