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(Loten, Noruega, 1873 - Ekely, cerca de Oslo, id., 1944) Pintor
y grabador noruego. La estilización de la figura, la
prolongación de las líneas y, en ocasiones, el intenso
dramatismo y la intensidad cromática, hicieron del estilo
pictórico del noruego Edvard Munch uno de los modelos
estéticos del expresionismo de las primeras décadas del siglo
XX.
Sufrió muy joven la pérdida de sus seres queridos, y el
espectro de la muerte, que llenó su niñez, lo acompañaría durante toda su vida, convirtiéndose en uno de los temas
recurrentes en sus obras. En 1885 llevó a cabo el primero de
sus numerosos viajes a París, donde conoció los movimientos
pictóricos más avanzados y se sintió especialmente atraído
por el arte de Paul Gauguin y Henri de Toulouse-Lautrec. No
tardó en crear un estilo sumamente personal, basado en
acentuar la fuerza expresiva de la línea, reducir las formas a
su expresión más esquemática y hacer un uso simbólico, no
naturalista, del color, y de ahí su clasificación como pintor
simbolista.
De 1892 a 1908 vivió en Alemania, sobre todo en Berlín,
aunque hizo frecuentes viajes a Noruega y París. En Berlín presentó en 1892 una exposición que tuvo que ser retirada
por el escándalo que suscitó y que dio pie a la creación de la
Secesión Berlinesa. En Noruega contó pronto entre sus
amistades con importantes personalidades políticas y
literarias y tuvo particular afinidad con el realismo social de la
creación de Henrik Ibsen, para quien realizó los escenarios y
el vestuario de la obra Peer Gynt en 1896.
En 1908, Munch, después de una tormentosa relación
sentimental y víctima del alcohol, sufrió una grave
enfermedad nerviosa, por lo que tuvo que ser recluido en el
psiquiátrico del doctor Jacobsen, en Copenhague, del que salió
completamente restablecido. En 1908 volvió definitivamente a
Noruega, donde recibió algunos encargos oficiales (pinturas del paraninfo de la Universidad de Oslo) y pasó sus últimos
años en soledad. Munch legó a la ciudad de Oslo todas las
obras que conservó hasta su muerte, acaecida en 1944.
El grito (1893), de Edvard Munch
La obra de Edvard Munch se caracteriza por un sentido trágico
de la vida y de la muerte, propio de toda la literatura
escandinava de Ibsen a Strindberg. A pesar de que sus
primeras pinturas recibieron la influencia de los
impresionistas, pues conoció bien la obra de Gauguin y Van Gogh, en seguida se inclinó por la idea de plasmar los
sentimientos, por exteriorizar las sensaciones de angustia y
soledad del ser humano. Su etapa de madurez está
impregnadas de ese "sentimiento trágico" que tanto
caracterizó a los románticos, pero extraído del contexto propio
del Romanticismo y llevado a sus últimas consecuencias,
otorgándole un valor "absoluto", como algo de lo que el
hombre no se puede liberar.
En la pintura de Munch aparece el rostro del mundo
alimentado por esas fuerzas desconocidas que forman parte
también de la condición humana. Su ambicioso proyecto
titulado El friso de la vida (1893-1918), al que pertenecen sin
duda sus cuadros más representativos, refleja los
sentimientos y las obsesiones humanas. Veintidós de esas
pinturas fueron expuestas, en 1902, en la muestra del grupo
berlinés Sezession. La mayoría de ellas refleja la desilusión del fin de siglo y la imagen del hombre como víctima.
Su obra anterior a 1908 está muy vinculada a este ciclo que,
de algún modo, concibió como si se tratara de un poema de
amor, de vida y de muerte. Así El beso (1892) o La cámara de
muerte (1894), ambas en la Nasjonalgalleriet de Oslo, donde
alude al drama acontecido durante su infancia: la muerte de
su madre y su hermana. Los personajes reflejan su
sufrimiento, pero formalmente están unidos por una línea
serpenteante que recorre toda la superficie del cuadro. No hay
sombras, sólo colores planos y pronunciados contornos que
marcan el ritmo visual, un medio idóneo para expresar la
angustia del espíritu.
Sin embargo, su obra más emblemática es El grito(1893,
Nasjonalgalleriet, Oslo), una de las pinturas que más
intensamente han reflejado el horror y la angustia del ser
humano. La figura que se halla en primer término expresa un
terror inconmensurable. La angustia por la soledad, la
desesperación por no encontrar un sentido a la vida y su
relación con los abismos quedan intensamente reflejados en la
obra del pintor noruego.
Sergio Gárcia Macias, Jessica López, Ángel Moreno.