PLUMANEGRA - NÚMERO 0

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    Plumanegra Nmero 0, 2012

    Primera Edicin

    Portada y contraportada: Fotos Abraham Valdivia

    Director: Aarn Pajuelo Reyna

    Edicin: Ivn Julca Anticona

    Diseo de portada: Nelson Snchez

    De los cuentos:

    2012, Leandro Arvalo Livia

    2010, Enrique Avils Zamora 2010, Ivn Julca Anticona

    2011, Aarn Pajuelo Reyna

    2010, Abraham Valdivia Bastidas

    Impreso en Lima, Per

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    ndice

    MUERTE EN EL PUENTE

    HOY SER LA LTIMA VEZ

    UNA COMPRA

    MIRANDO AL GATO

    CIELO AZUCARADO

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    Abraham Valdivia

    Muerte en el puente

    No saba descifrar un reloj. La visin lo engaaba,

    esper. La intemperie se volvi fra y desolada. La fila de

    garrotes se hizo ms alta de lo que se vea desde su posicin.

    Al fondo, el camino se hace un sendero duro y nadie

    apareca, le dola el cuerpo. Tena dentro de s algo que no

    poda explicar. Senta un fuerte dolor en su vientre, perda

    fuerza. Era de noche e ignoraba su ubicacin. Si slo

    pudiera moverse ira a donde Rick y l lo ayudara, pens en

    su memoria instintiva. Segua solo, entonces escucha los

    ltimos ruidos a su alrededor. Una pequea gota de agua

    discurre por su iris y no tiene poder para cerrar sus ojuelos.

    Alguien jala su cuerpo fro. Desde hace minutos su cuerpo se

    ha humedecido y las barandas ya no estn. No ve

    absolutamente nada.

    *

    Estoy buscndolo. La hora es tarde, quiz se fue por las

    partes altas. Pap lo quera, sin embargo, no me ayud a

    buscarlo. Entr por los callejones, donde los ratas, donde

    vive el gordo Gmez, fumn. Recorr largas calles. La noche

    me ganaba y ola mal. Es que las drogas y los orines de

    gentes de esta zona de la ciudad es ms apestoso que el de

    las personas que viven en el centro o cerca al mar. Faltaba

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    desplazarme por el ro. Ya son como las once o cerca a las

    doce. No poda dejarlo.

    Mam lo dej como parte de sus recuerdos antes de

    partir de casa. A ella siempre le gustaron los gatos, sobre

    todo, los que eran de pelaje cremoso o los atigrados; en todo

    caso, los de color becerrito. No poda negar que estaba

    buscando con toda prolijidad, zarpndome en huariques,

    huecos que saba que existan, pero no hubiera entrado sin

    motivos valederos. Mi madre me llamaba, lo oa en el viento y

    no saba nada deNirol. Anoche comi de lo ms comn, y le

    tocaba este mes una de sus vacunas. Siento que estoy en un

    lugar que slo a nosotros nos puede tocar conocer cuando

    conoces lugares espirituales, si en caso existe lo inmaterial,

    aquello de lo que nos hablaba doa Felipa, de los ngeles, las

    almitas y lo que rodeaban a su dios.

    Cuando regres a casa para poder cenar y ver la hora,

    all estaba mi hermano con sus amigos, tomando ese trago

    que venden por litros, fumando yerba que vende el gordo

    Gmez. Pas de largo. Mi padre dorma con su botella

    nocturna. Descans un poco, beb agua. Me imaginaba a Nirol

    en la olla de la familia de negros que viven atrs del colegiocerca al estadio donde se juegan la apuestas de a cinco soles.

    Los negros tenan fama de comerse a los gatos. Julin les dijo

    su vida y tambin todas las lisuras que saba y si no le

    dijeron nada fue porque el tipo estuvo varios aos en la

    crcel, por sicario, y fue all donde aprendi a querer a los

    animales, porque estos ahuyentan la soledad.

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    *

    No senta nada aun as a mi lado sent el cario de Nirol.

    Estaba quieto, ptreo, de pelaje hirsuto y no poda verlo. Sin

    embargo, es en estas situaciones donde funcionan los

    sentidos que no conocemos y existen dentro de nosotros,

    sentidos que se descubren en la vida que an no vivimos.

    -Hijito!, mi Rikcito Por qu a m? Qu le dir a su

    madre?

    Era la voz de pap, llorando y con gimoteos bastanteinconsolables.

    -Hermano!, as es la vida, tarde o temprano nos toca

    quin habr sido? Era mi hermano de voz parecida a un

    ronquido salido de hace veinte aos.

    La polica llegaba. Es todava temprano. Escuch voces,

    murmullos, palabras de conmiseracin.

    Nunca he vuelto a ver a nadie. Despus de cenar fui a

    buscar a Nirol por el puente y a lo lejos visualic un grupo de

    fumones que se acercaban. Siento mucho no haberme

    quedado en casa, lo cierto es que encontr a Nirol cerca al

    puente. A veces siento que buscaba ms el recuerdo de mi

    madre y esta vez no lo perder.

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    Ivn Julca Anticona

    Hoy ser la ltima vez

    Por las tardes de verano, la ciudad se enciende. El sol

    tie de guinda los edificios y los vidrios de las ventanas se

    encargan de reflejarlos por el resto de la ciudad. Del hospital

    Rebagliati sale una mujer joven: ha guardado unos papeles

    en su cartera y camina presurosa, casi dando brincos hasta

    un locutorio. Las personas la miran extraadas: no es comn

    ver gente contenta en esta ciudad. En la visin casi desrtica

    de la avenida se puede percibir cierta sensacin de angustia.

    No te quedan bien los lentes negros, hacen a tu rostro

    ms pequeo y ms endemoniada tu risa.

    Pero ahora era feliz: no ms, nunca ms. Eduardo

    levant el telfono y era ella: que haba salido negativo y

    estaba curada!Obvio, pens l, con una confianza excesiva,

    la tifoidea se curay la invit a comer. Se encontraran en el

    Real Plaza Lima Centro y ella lleg temprano. Sentada en una

    de las bancas frente a un supermercado, reconoci a una

    artista que se tomaba fotos con unas personas pensando yo

    voy a ser como ella y un tipo que pasaba se le qued mirando

    y de qu manera un buen rato hacindola abochornar,

    imbcil.

    Mientras caminaban hacia la avenida Salaverry ya la

    noche se haba apoderado del firmamento cubriendo todo

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    color clido y los faroles sucios de los postes atenuaban la

    visibilidad de las calles con su tono amarillento.

    No haca fro y la comida haba estado deliciosa y el

    coctel de algarrobina, preciso.

    -Cmo son las cosas, deca ella, yo que nunca me haba

    enfermado de nada serio cre que con esto me iba a morir.

    -Tontita, hoy la ciencia est a diez kilmetros de lo que

    tenas, respondi Eduardo.

    La felicidad afloraba en su mirada y para complacerla

    accedi llevarla a bailar, a pesar de que no era buen bailarn

    ni tena intenciones de serlo algn da. Ojal tambin quiera

    el resto.

    Dos cocteles ms bastaron.

    Enloquecidos, ella ms, se contorsionaba en

    movimientos desesperados que descontrolada y furiosa

    (cabecita de pollo, ya te choc el trago) pareca una serpiente

    azuzada al fuego. Le tocaba todo (eres tan tierna), todo se

    besaban (me encantas) y se prestaba a todo lo imaginable

    (cmo pueden decir lo inimaginable? Corazn, qu hermosa

    eres dormida, toda despeinada) en una cama de plaza y

    media en el centro de una pequea habitacin.

    Mientras se baaban follaron una vez ms. A ella se le

    haba ido ya la vergenza.

    -Qu te tapas, loquita, si ya lo vi todo? Ven, hay agua

    caliente.

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    La quiso acompaar hasta su casa pero ella volvi a

    decirle djame aqu noms, al pie del puente Rayito de Sol.

    ***

    Es el resto de ese domingo. Eduardo estudia para el

    examen sobre anlisis virales del martes a primera hora.

    Al medioda volvera a ver a Laura, que sale del Cimas,

    y daran una vuelta por el Parque de Lima (ella detesta el

    centro histrico) y ojal que el sbado puedan de nuevo ir a

    comer.

    Ese mismo da, por la tarde, ella, Laura, que en realidad

    se llama Elena y no vive en San Martn sino en Ate, se est

    alistando para volver a salir, baja en Emancipacin y toma

    una calle paralela a Tacna. Siente que se est enamorando de

    Eduardo pero a la vez necesita dinero y quizs hasta podraanimarse a estudiar algo de verdad. Con su cartera y sus

    tacones, cruza la pista, camina presurosa unas dos cuadras,

    se maquilla un poco y bajo la luz mortecina de un poste que

    se enciende, el mismo poste de siempre, se pone a esperar.

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    Enrique Avils

    Una compra

    El mnibus traqueteaba. La lata vieja de la cual estaba

    conformada su carrocera empezaba a hacer estragos. Las

    gentes estaban con aspectos distintos, caras largas y sin

    mucho entusiasmo: no todos estamos as de tristes o

    desganados cuando tomamos el transporte pblico, los

    habemos contentos tambin, no felices, pero s de buena

    gana. Sentado, pegado a la ventana, contemplas en las

    calles, por las cuales rara vez sueles caminar, sueles ver

    quiz en algn episodio curioso de la vida cotidiana.

    Desde simpticos vendedores ambulantes (no todos son

    simpticos) capaces de vender los artculos ms

    insospechados, hasta algunas marchas escolares, montones

    de colegiales saliendo de algn centro educativo ubicado en

    plena avenida, quiz peligrosas escenas de robo o abuso y

    hasta mascotas olfateando en la fachada de

    alguna importantsima institucin.

    Cuando en eso subi un nio al bus, su aspecto era

    bastante miserable sin embargo, apareci sonriente. Con una

    expresin que denotaba picarda y mirada saltona, empez a

    hablar: Muy buenas tardes, seores, damas y caballeros, con

    el respeto que ustedes se merecen, les saluda un joven

    estudiante y a la vez trabajador, que sube da a da a los

    http://caelanocheenokinawa.blogspot.com/2010/12/una-compra.htmlhttp://caelanocheenokinawa.blogspot.com/2010/12/una-compra.html
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    carros, para ayudar a su familia, para salir adelante y... les

    vengo a cantar una cancin, y dice as

    Un hombre gordo y medio calvo empez a levantar la voz, su

    cara expresaba molestia y pesadez, grit a voz en cuello que

    cmo era posible que este rapaz, seguramente piraita, vena

    a engaarnos, que l lo ve todos los das y que era mentira

    eso que deca pues se la pasaba mataperreando por ah, que

    seguramente la plata que le daban se la malgastaba, que

    seguramente en drogas se lo gastaba...

    A pesar de eso, el nio no pareca nervioso, ms bien

    segua alegre y luego de pasar por todos los asientos pidiendo

    colaboracin lleg incluso a pasar por el asiento del hombre

    gordo que le hizo una mueca de fastidio. Cuando el bus se

    detuvo en el paradero se dispuso a bajar.

    ***

    El hombre gordo baj en una transitada avenida, se

    acomodaba la corbata, la informe panza haca casi reventarlos botones de la camisa. Se acerc a un Kiosco. -Me da una

    cajetilla de Hamilton Light. Pag, acto seguido, se march.

    El muchacho baj en la misma avenida pero varias

    cuadras ms abajo, andaba por la calle sin preocupaciones,

    sonriente, feliz... Una seora lo llam con mucha familiaridad,

    respondi al saludo de igual nimo.

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    Seora, deme uno!, Enseguida, hijo!

    La seora empez a enjuagar los cubiertos, secar los

    platos, poner la mesa. Atenda un puesto de comida.

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    Aarn Pajuelo

    Mirando al gato

    Aquella noche tan iluminada pude recordar tantas

    alegras como tristezas que prefer demorarme, antes que

    llegar a casa y verla. Me apresur en cruzar las pistas

    transitadas y ver a la gente, que en un arranque de irapodran evitar mi arribo al pequeo parque de la plaza.

    , pens al sentir

    la humedad y la brisa de mi ciudad. Aun as volv a sentir fro

    como si mis nimos tambin bajaran con l.

    -Joven, por favor colabreme -no quise ni mirar a la

    anciana que me peda unos cuantos cntimos.

    -No tengo, seora -y se lo dije sintindolo,

    disculpndome en serio.

    Bueno para qu sentirme mal, si tambin soy un

    miserable. No dej de verla hasta llegar a la esquina y

    perderme entre las paredes.

    , rogaba

    como si fuese posible.

    Trat de olvidarme de todo y corr hasta el parque con la

    mochila, con los papeles y la comida que Juana haba

    preparado ayer.

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    Mi modesto empleo no me permita vivir bien, unos

    cuantos soles que no significaban nada y mi mujer que lo

    nico que hace es joderme: hablo de las dos acepciones.

    Cuando pensaba en todo esto, tirado en la banca, un

    gatito se acerc a m, y con lo que me gustan! Trat de

    hacerle cario pero no se dej. Enojado con el animal lo

    ignor.

    -A propsito, que hermosas mujeres salen de noche.

    Haba de todo. Observ detenidamente el paso de

    muchas. Algunas me miraron atentas, otras, ni despejaron la

    vista de su camino.

    No lo esperaba. Cre que tendra la voluntad de

    acercarme y tener una aventura. Cuando pens en irme, una

    joven de comenz a hablarme de lo ms natural.

    Recuerdo sus ojos negros como si la noche la hubiese

    creado.

    - Vienes ac siempre? pregunt.

    -Slo hoy, quise despejar la mente dije.

    En una circunstancia que nadie hubiese credo, la joven

    y yo terminamos contndonos, si se puede decir as, nuestros

    ms entraables recuerdos. No tenamos toda la noche ni la

    intencin de quedarnos ms tiempo, as que le dije, me voy.

    Ella agreg un: tal vez nos veamos otro da, cudate mucho.

    Quise que sus palabras se cumplieran. La desped igual,sin exaltarme, sin intencin, claro, de volverla a ver.

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    Tom el Metropolitano para regresar a casa.

    Al entrar al dormitorio, Juanita dorma como un beb.

    Solo cuando sinti mi cuerpo deslizarse dijo:

    -As que ahora trabajas hasta las 11?

    Haba olvidado la nocin del tiempo, no haba comido.

    Una disculpa rpida fue:

    -No sabes el problemn que se dio en la oficina.

    Juana con el desprecio de siempre se dio la vuelta. Yo

    saba que no tena fuerzas para discutir. Seguro su da haba

    sido agotador.

    Mi matrimonio es imposible, no s qu he hecho. Olvid

    que era para siempre

    ***

    Al salir del trabajo (otra vez) una sensacin de ver al

    gato me embarg.

    Como tena la suerte de ordenar y escribir rpidamente

    las notas, dej la oficina con media hora de anticipacin. Les

    dije a todos: voy para el parque.

    Encamin mi expectativa al parquecito ese. Punto

    aparte, lo que ms me molesta me apena: ver a la gente

    pedirme dinero, algunos tenan mal las extremidades o son

    ancianos (como la seora de la otra noche. Aunque hay veces

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    en que fingen pobreza. Desgraciados!) o son nios que van a

    su suerte.

    Doy un suspiro de alivio al sentarme en la misma

    banqueta de ayer. Trataba de sacarme los problemas como

    quien aspira el cigarro y exhala el humo.

    Quiero concentrarme en otra cosa. .

    -Qu hora es? detuve la vista en mi reloj.

    El gatito otra vez! Aunque el gato me pareci simptico(era otro) y su color plomizo no me hizo confundirlo con una

    rata, era difcil que algn felino me diera su consentimiento.

    Luego de un rato, se arrastr ignorado por debajo de mi

    banqueta. Dio algunas volteretas en el pasto, con las patas

    arriba y la gente lo miraba divertido, le sonrean y lo

    sealaban.

    >. Se apelotonaron

    algunos oficinistas mejor pagados que yo, las turistas le

    tomaban fotos. La turba iba disminuyendo cuando el gato

    callejero dejaba de moverse y bostezar y mostrar esos

    diablicos ojos dicindoles: >.

    Dej de estar volteado mirndolo y volv a mi posicin

    inicial pero esta vez, encend un cigarro. .

    -Es su gato?

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    -Cmo? respond buscando el rostro de la suave y

    sensual voz que me hablaba.

    -Su gato? Es muy curioso Ay qu bonito!

    Me impact su mirada, la claridad de sus ojos me

    detena. Joven, de mi edad, delgada (no puedo dejar de

    contemplarla, mirarla, desnudarla, imaginarla), de rasgos

    delicados.

    -No.

    La joven se ruboriz un poco. Ella me auscultaba de

    forma discreta.

    -S, se nota callejero. Disculpe usted.

    La invit a sentarse. Se le notaba cansada. Conversamos

    amistosamente, as estuvimos cerca de unos diez minutos. Lo

    que dijo fue que era practicante de secretara y que me haba

    visto comer cerca de donde estudiaba, un edificio rosado, de

    seis pisos. Mi nueva amiga era modesta en recursos

    econmicos, lo not por sus ropas y lo que deca por sus

    aspiraciones.

    El tiempo nos jug una mala pasada. La acompa atomar su bus, algunas de sus compaeras que salan dijeron

    algo que no pude escuchar con claridad. Nuestra despedida

    fue muy alegre. Despus tom el mo.

    Estaba contento no lo voy a negar, pero la hora!

    Llegando a casa Juana de seguro va a mandarme un

    sartenazo.

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    *

    -Me alegra que te diviertas de noche prendi la

    lmpara del cuarto.

    -No te voy a mentir s? Estuve en el parque mirando a

    un gato y despus conversando con una chica.

    -Mirando a un gato? Ests loco, borracho o qu?

    Acustate s? Tienes los ojos rojos. Idiota!

    Yo estaba seguro que deba salir del cuarto y no volver.Qu extraa estaba la noche, muy clara.

    A la maana siguiente todo estara bien. Lo saba.

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    Leandro Arvalo

    Cielo azucarado

    El globo rosado y esponjoso se disolva haciendo

    burbujas calientes en la boca de Mark. Su lengua lo

    degustaba y sus manos sudorosas galopaban el contorno de

    una palma tibia y juguetona, sujetndolo cariosamente

    mientras paseaban de noche por la avenida Arequipa.

    Ms tranquilos, ms calmados, divagaban por las calles

    resolviendo un dilema: hotel o departamento. Hoy te toca

    elegir, le dijo Ed. Decidi el hotel, la emocin que deparaba

    echarse en una cama diferente era entusiasmante y

    refrescante, de ver la televisin abrazados, de escuchar la

    msica de Bob Marley, de fumar y tomar para luego volar y

    dejarse llevar por los cuerpos acelerados.

    Llegaron a uno de la avenida Risso, los atendi una

    seorita de mirada curiosa y les dio la llave, subieron y

    encontraron el cuarto ordenado, limpio y dispuesto a ser

    vctima de la pasin. Lo primero que hicieron fue celebrar un

    encuentro ms. Mark destap el corcho y sirvi el vino.

    Ambos brindaron y luego de risas y de bromas, comenzaron a

    lo que realmente vinieron, donde todo queda a disposicin de

    los efectos energticos. Mark se desnuda, se saca la ropa y

    queda dispuesto a ser embestido sin piedad por su cruel y

    sdico Ed.

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