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1\ 'I k , 'H,I,I"I \ "11 IJII.I10"'11 " I , I 1I " 11\ a unción y suj era i nI r á 'ti ';I I 'I ser lal '01110l' , , ('lllIlllIh, ' I '.~III\l l' al universo Ia unidad d env ltura, escul] j .ndola, COlHO I 't '!'l1lina 'ioll finita y como hipoteca, sobre Ia historia futura n 'I ' 'r qu ' I ~ nvucl ve. Adán se temporaliza por el pecado, libre elección n cesaria y trans forrnación radical de 10 que él es: Adán hace entrar en el universo Ia ternporazacíón humana. Esto significa claramente que Ia libertad eu cada hombre es fundamento de Ia historia, Pues todos nosotros somos Adán, en Ia medida en que cada uno de nosotros comete, para sí mismo y para todos, un pecado singular, es decir, que para cada uno Ia finitucl es necesaria e incomparable. Mediante su acción finita el agente desvía el curso de Ias cosas, pero 10 hace de acuerdo con 10 que ese mismo curso debe ser. EI hombre es, en efecto, mediación entre Ia trascen- dencia de detrás y Ia trascendencia de delante, y esta doble trascen- dencia es una sola. Así, puede decirse que, por el hombr e, el curso mismo de Ias cosas se desvía en su propia desviación. Kierkegaard nos desvela aquí el fundamento de Ia paradoj a suya y de Ia nuestra -que son una sola~. ada uno de nosotros, en su historicidad misma esca- pa a Ia historia en Ia misma medida en que I hace. Siendo yo históri- co en Ia medida en que también los otros hacen a historia y me hacen a mí, yo soy un absoluto transhistórico por 10 que yo hago con 10 que ellos hacen, con 10 queellos me han hecho y con 10 que ellos me harán más tarde, es decir, por mi historialidad. Es preciso comprender bien todavia 10 que el mito dei pecado nos aperta. Ia instuuciôn es Ia sin- gularidad convertida en ley para los otros y para mí rnismo. La obra de Kierkegaard es é l mismo en cuanto universal. Pero, por otro lado, el contenido de esa universalidad sigue siendo su contingencia misma, elegida y superada por Ia elección que hizo de ella. En resumen, posee una doble cara: por su sentido eleva Ia contingencia a Ia universalidad concreta, es el anverso luminoso y, sin embargo, incognoscible -en Ia medida en que el conocimiento remite a 10 -histórico-rnundíal » en Ia mediación del arraigo-. Por su reverso oscuro, rernite al conjunto con- tingente, datos analíticos y sociales que definen el ser de Kierkegaard antes de su institución. Con ello quedan denunciados dos errores de método: mediante uno -el histórico-mundial-, se definiría el mensaje kierkegaardiano en su universalidad abstracta y como pura expresión de estructuras generales, esta sea, por ejemplo, como dijeron los hege- lianos, Ia conciencia desgraciada, encarnación de un momento necesa- 30 111111"1,11 ,1111111.11 .\1 I1 ItI 1111 I 1111 '\'1.,,11,() l ilvn ,l'II,1 '01110p r 'I .rina M. 'I'isseau-e- ,1,1111111111 ldl\ .rl h: 1,1 Iv, \11 ,1 lamuda lanzada a Lodos los cristia- 1"" 111\ 1'lll.ltll'lO nl~li:1110. M .diarue el otr error se vería en Ia 1II I I I .unpk: 'llTIO () 1:1 simplc tra lu ión de azare originales: es 10 I'I \ 1111.1111.111,1 -sccpuclsrno p icoanalítico, és te se basa en que toda ia I 111/1 (" til' " i 'ri 'ga~l!'d 'stá pr sente en Ia obra como fundamento de 11 II I ul . ur d . rd y .n qu , n cierto sentido, en los Iibros escritos no hay 0110111I1.1~ qu ' Ia institu ión de una vida. Es cierto que Ias obras de II'11 Ol1lj .n in múltiples símbolos freudianos, y re ulta perfectamente I'" 1III una lectura psi oanatica de sus textos. Y Ia mismo diría de 10 ,111' 'I) I .nominaria marxismo escéptico, es decir, un mal marxismo: 11I11I1"l' A< 1 m diato, existe sin duda alguna un condicionamiento radi- I ti tli' , i .rk gaar I por el medio histórico; SU desprecio de Ias masas y 1I . rr i s to .ratísmo -10 mismo que sus relaciones con el dinero- no t i , 1,111inguna duda sobre sus orígenes sociales ni sobre sus tomas de 1"1 klón políticas (por ejempl o, su predilección por Ia monarquía abso- 1111.1), ue, aunque enmascaradas, se encuentran portodas partes y fun- 11.111 vídentemente sus tomas de posición ticas y religiosas. Pero jus- t. uu - nt e Kierkegaard nos ensefia que el yo, el actoy Ia obra, con su cara dt' s mbra y su cara de luz, on perfectamente irreductibles entre í. I'oda Ia sombra está en Ia luz, pues está instituida: es verdad que todo .1110 Y todo escrito expresa el yo entero, pero es que se da homoge- IIl'i lad entre el yo-institución y el acto-Iegislador; es imposible poner (limo base 10 general: esto equivaldría aolvidar que es general en el -ntído -histórico-rnundi al .. -por ejemplo, Ias relaciones de producción 1'11 Ia Dinamarca de 1830-, pero ue es v ivido como azar no significa- r ivo por cada persona; es olvidar que ésta se inserta en 10 general por azar, El hecho de que cada persona exprese singularmente 10 universal hace que singularice Ia historia entera, Ia cual se convierte a Ia vez en necesidad -por el modo misrno como las ituaciones objetivas se g biernan- y en aueruura, porque Ia persona es siempre 10 general s ntido e instituido como particularidad no significativa por el momen- L . Asi Ia persona se convierte en universal singular por Ia presencia en lla de agentes quese definen como singularidades universalizadoras. Pero inversamente Ia cara de sombra es ya luz, pues es el momento , de Ia interiorización exterior de 10 azares. Sin esta unidad pre-in stitu- yente se ecae en Ia díspersión, c n demasiada frecuencia el psicoaná- 31

Sartre Universal-Singular Parte 2

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1\ 'Ik , 'H,I,I"I \ "11 IJII.I10"'11 "I, I 1I" 1 1\

a unción y suj era i n I r á 'ti ';I I 'I ser lal '01110l', , ('lllIlllIh, ' I '.~III\l l'

al universo Ia unidad d env ltura, escul] j .ndola, COlHO I 't '!'l1lina 'ioll

finita y como hipoteca, sobre Ia historia futura n 'I ' 'r qu ' I~ nvucl

ve. Adán se temporaliza por el pecado, libre elección n cesaria y trans

forrnación radical de 10 que él es: Adán hace entrar en el universo Ia

ternporalízacíón humana. Esto significa claramente que Ia libertad eu

cada hombre es fundamento de Ia historia, Pues todos nosotros somos

Adán, en Ia medida en que cada uno de nosotros comete, para sí mismoy para todos, un pecado singular, es decir, que para cada uno Ia finitucl

es necesaria e incomparable. Mediante su acción finita el agente desvía

el curso de Ias cosas, pero 10 hace de acuerdo con 10 que ese mismo

curso debe ser. EI hombre es, en efecto, mediación entre Ia trascen-

dencia de detrás y Ia trascendencia de delante, y esta doble trascen-

dencia es una sola. Así, puede decirse que, por el hombre, el curso

mismo de Ias cosas se desvía en su propia desviación. Kierkegaard nos

desvela aquí el fundamento de Ia paradoja suya y de Ia nuestra -que

son una sola~. ada uno de nosotros, en su historicidad misma esca-

pa a Ia historia en Ia misma medida en que Ia hace. Siendo yo históri-

co en Ia medida en que también los otros hacen Ia historia y me hacena mí, yo soy un absoluto transhistórico por 10 que yo hago con 10 que

ellos hacen, con 10 que ellos me han hecho y con 10 que ellos me harán

más tarde, es decir, por mi historialidad. Es preciso comprender bien

todavia 10 que el mito dei pecado nos aperta. Ia instuuciôn es Ia sin-

gularidad convertida en ley para los otros y para mí rnismo. La obra de

Kierkegaard es é l mismo en cuanto universal. Pero, por otro lado, el

contenido de esa universalidad sigue siendo su contingencia misma,

elegida y superada por Ia elección que hizo de ella. En resumen, posee

una doble cara: por su sentido eleva Ia contingencia a Ia universalidad

concreta, es el anverso luminoso y, sin embargo, incognoscible -en Ia

medida en que el conocimiento remite a 10 -histórico-rnundíal»

en Iamediación del arraigo-. Por su reverso oscuro, rernite al conjunto con-

tingente, datos analíticos y sociales que definen el ser de Kierkegaard

antes de su institución. Con ello quedan denunciados dos errores de

método: mediante uno -el histórico-mundial-, se definiría el mensaje

kierkegaardiano en su universalidad abstracta y como pura expresión

de estructuras generales, esta sería, por ejemplo, como dijeron los hege-

lianos, Ia conciencia desgraciada, encarnación de un momento necesa-

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111111"1,11 ,1111111.11

.\1 I1 ItI 1111I 1111'\'1.,,11,() lilvn ,l'II,1 '01110pr 'I .rina M. 'I'isseau-e-

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1"" 111\ 1'lll.ltll'lO nl~li:1110. M .diarue el otr error se vería en Ia

1II I I I .unpk: 'llTIO () 1:1simplc tra lu ión de azare originales: es 10

I' I \ 1111.1111.111,1-sccpuclsrno psicoanalítico, és te se basa en que toda ia

I 1 1 1 / 1 ( " til' " i 'ri 'ga~l!'d 'stá pr sente en Ia obra como fundamento de

11 III ul .ur d .rd y .n qu , n cierto sentido, en los Iibros escritos no hay

0110111I1.1~qu ' Ia institu ión de una vida. Es cierto que Ias obras deI I ' 11 Ol1lj.n in múltiples símbolos freudianos, y re ulta perfectamente

I'" 1III una lectura psi oanalítica de sus textos. Y Ia mismo diría de 10

,111' 'I) I .nominaria marxismo escéptico, es decir, un mal marxismo:

11I11I1"l' A< 1 m diato, existe sin duda alguna un condicionamiento radi-

I ti tli' , i .rk gaar I por el medio histórico; SU desprecio de Ias masas y

1I .rr isto .ratísmo -10 mismo que sus relaciones con el dinero- no

t i , 1,111inguna duda sobre sus orígenes sociales ni sobre sus tomas de

1"1 klón políticas (por ejemplo, su predilección por Ia monarquía abso-

1111.1),ue, aunque enmascaradas, se encuentran por todas partes y fun-

11.111vídentemente sus tomas de posición éticas y religiosas. Pero jus-

t.uu -nt e Kierkegaard nos ensefia que el yo, el acto y Ia obra, con su caradt' s mbra y su cara de luz, son perfectamente irreductibles entre í.

I'oda Ia sombra está en Ia luz, pues está instituida: es verdad que todo

.1110 Y todo escrito expresa el yo entero, pero es que se da homoge-

IIl'i lad entre el yo-institución y el acto-Iegislador; es imposible poner

(limo base 10 general: esto equivaldría a olvidar que es general en el

-ntído -histórico-rnundial .. -por ejemplo, Ias relaciones de producción

1'11Ia Dinamarca de 1830-, pero que es vivido como azar no significa-

rivo por cada persona; es olvidar que ésta se inserta en 10 general por

azar, El hecho de que cada persona exprese singularmente 10 universal

hace que singularice Ia historia entera, Ia cual se convierte a Ia vez en

necesidad -por el modo misrno como las ituaciones objetivas seg biernan- y en aueruura, porque Ia persona es siempre 10 general

s ntido e instituido como particularidad no significativa por el momen-

L . Asi Ia persona se convierte en universal singular por Ia presencia en

lla de agentes que se definen como singularidades universalizadoras.

Pero inversamente Ia cara de sombra es ya luz, pues es el momento,

de Ia interiorización exterior de 10 azares. Sin esta unidad pre-institu-

yente se recae en Ia díspersión, con demasiada frecuencia el psicoaná-

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I h'rll'H,I,11I1 1111,1111.1.11111.1.I 1\ 1111

lisis redu e el s ruído ai sins .ntído, p r [uc S ' 11\ 'g,1 ,I V\'I 1.1111. lu 'li-

bilidad de los escalones dialécticos. Pero a a I i '1'1 .guur I fu ' ~J J ri-

mero q~e mostró que 10 universal entra como singular n Ia história, n

ia medida en que 10 singular se instituye en ella como universal. Bajo

esta nueva fon~a de Ia historialidad volvemos a encontrar Ia paradoja,que adapta aqui el aspecto insuperable de una ambigüedad.

Mas, como hemos visto, en Kierkegaard el aspecto teórico de Ia obra

:s pura ilusión. Cuando nos encontramos con sus palabras, éstas nosinvitan de repente a una utilízación distinta dei Jenguaje, es decir, de

nue tras propias palabras, pues son Ias mismas. Ellas remiten en él a

aquello que se Ilarna, según sus propias declaraciones, Ias -categorías »

de Ia existencía. Pero estas categorías no son ni principios, ní concep-

tos, 11l materias de conceptos. aparecen como relaciones vividas con Ia

totalidad, a Ias que se puede llegar a partir de Ias palabras mediante

una v~sión regresiva que va de Ia pai abra al que Ia dice. Es:o significa

que ninguna d; es~as alíanzas de pala bras es inteligible, sino que con _

ntuyen, por Ia negación misma de todo esfuerzo para conocerlas un

reenvío a aquello que 10 funda. Kierkegaard utiliza Ia ironia el humor

el mito, Ias frases no significativas, para comunicarse indirect;mente co~nosotros: esto quiere decir que, si se adopta ante sus libros Ia actitud

habitual del lector, tales libros forman, con Ias palabras, pseudo-con-

ceptos que se organízan, ante nuestra mirada, en un falso saber. Pero

este falso saber se denuncia a sí mismo como falso en el momento en

que se constituye. 0, más bien, se constituye como saber de un pre-

tendido objeto que no puede ser sino sujeto. Kierkegaard utiliza regr e-

szvament: conjuntos objetivos y objetivantes, de manera que Ia auto-

destrucción dei lenguaje desenmascara necesariamente ai que 10

emplea. Así, Ias urrealistas pensaban desenmascarar el ser producien-

~o incendíos en ellenguaje. Para ellos el ser estaba todavía ante los ajas;

SI Ias palabras -cualesquiera que fuesen- se quemaban, el ser se des-cubría ai deseo infinito como una sobre-realidad, que era también, en

s~ma, una sobre-objetividad no conceptual. De tal modo construye

Kierkegaard ellenguaje que, en el falso saber, presenta líneas de fuer-

za que otorgan, en el pseudo-objeto constituido, posibilidades de retor-

no ai sujeto. Kierkegaard inventa enigmas regresivos. En éllos edificios

verbales on ~igurosamente lógicos. Pero el abuso mismo de esa lógica

desemboca siempre en contradicciones o en indeterminaciones que

32

I I 11111. I ,11 11111.11

1IIII'Ih,111,p,II,1 11111'1,1utlr.ul.}, \11\(:lItlh () dl' ori 'Illat'i )1), Por 'j '1111101111111)1,1,I'lI,tI,ldo .1\';11\' \ nhl , ,I simpl . título de « nc pto de

1111\,011;1',," 1111:1rovo ':1 'lón. Pu 'S para I icrkcgaard Ia angustia no

I III'd,' ,(I '1111111~lIn.aso ( bj 'to de un concepto, y, en cierta medida,

I 11111011110'halla '(1 el orig n de Ia libre opción temporalizadora de Ia

111111\1, Ia angustia es fundamento no conceptual de todos Ias concep-

111 cada uno de n tros debe poder comprender que Ia palabra

,llIgllstia. es universalización dei singular y, por tanto, falso concepto,IIIIVSsus .ita n nosotros Ia universalidad en cuanto remite a Ia Único,

'1"1' 'S su fundamento.Utilizando Ias palabras ai revés es como podemos Ilegal' a Kierkegaard

\'11 su singularidad vivida y desaparecida, es decir, en su contingencia ins-

I tukla. La finitud de ese Kierkegaard excluido, tarado, ineficaz, víctima de

1.1maldición que su padre, según cree él, atrae sobre Ia farnilia entera, se

pu xl describir como impotencia y como alteridad. Kíerkegaard es dis-

1 1 1 11 0 de todos Ias dernás, distinto de si, distinto de 10 que escribe.

1\i erkegaard instituye su particularidad mediante Ia elección libre de ser

singular, es decir, se establece en ese momento ambiguo en que Ia inte-

rlorización, grávida de Ia exteriorización futura, se suprime para que éstaI ueda nacer. La opción de Kierkegaard -que tiene miedo de alienarse

Inscribiéndose en Ia trascendencia dei mundo-- consiste en identificarse

con ese escalón dialéctico, que es, por excelencia, el lugar del secreto:

.iertamente, no puede evitar el exteriorizarse, pues Ia interiorización sólo

puede ser objetivante. Pero hace todo 10 posible para que Ia objetivación

no 10 defina como objeto de saber; dicho de otro modo: para que Ia ins-.rípcíón de su persona en Ia real permanezca, como tal, indescifrable y

remita ai secreto inaccesible de Ia interioridad, en lugar de resurnirle en

Ia unidad de Ia historia en curso. Kierkegaard brilla en un salón, ríe, hace

r ír y escribe en su cuaderno: Quisiera mo rir. Hace reír porque quisiera

morir; quiere marir porque hace reír. Así Ia exterioridad -el conversadorbrillante- está desprovista de sentido, a menos que se vea en ella Ia

negación intencional de toda acción reducida a su resultado objetivo, a

menos que el sentido de toda manifestación sea justamente Ia íncornple-

títud, el no-ser, Ia no-significación, y que ese sentido obligue a quienes

quieren clescifrarlo a retroceder hacia su fuente inaccesible: Ia interiori-

dado Kierkegaard instituye sus azares mediante su opción de Ilegal' a ser

el caballero de Ia subjetividad.

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Una vez muerto, S9lr .n ingr -sa '11 ,I :-.,11,I (Olllel li" 11\1I).\\Il':-'li\(

vivió en Dinamarca en Ia prim ra rn itad I -I siglo pu su clo y qu ' Iu ' '()I

dicionado por una situación familiar d finida, xpr 'si n ti -I 111 vimi '\1

to histórico en su generalidad. Pero ingresa en el saber como inint -Iigi

ble, como descalificación dei conocirniento, como un huec virul int )

que escapa ai concepto y, en consecuencia, a Ia muerte. Y he aquí qu -

hemos vuelto a nuestra cuestión primera. Nos preguntábamos: iqué cs

10 que impide que el difunto Kierkegaard devenga objeto de conoci-miento? La respuesta es que no 10 era mientras vivía. Kierkegaard nos

revela que Ia muerte -que nosotras considerábamos como Ia meta-

morfosis de Ia existencia en saber- anula radicalmente 10 subjetivo,

pera no Ia cambia. Si en el primer instante Kierkegaard puede parecer

un amasijo de conocimientos, se debe a que 10 sabido no es negado de

una manera inmediata por 10 vivido. Pero, muy pronto, es el saber el

que, en el pseudo-objeto que es para nosotros ese muerto, se niega a

sí mismo de modo radical. El saber descubre sus propios límites, y des-

cubre que el objeto contemplado se desvanece, pues no puede darse

nunca como determinación autónoma de 10 exterior.

En este nivel Ia paradoja adquiere un aspecto nuevo: ise puedesuperar Ia negación dei saber por él mismo? iSe Ia puede superar en

presencia deI vivo, que da testimonio de su secreto? iSe Ia puede supe-

rar cuando ese vivo ha desaparecido? A estas preguntas Kierkegaard da

una respuesta única e idêntica: Ia regresión de 10 significado ai signifi-

cante no puede ser objeto de ninguna inteJección. Sin embargo, pode-

mos aprehender el significante en Sll presencia real mediante 10 que

Kierkegaard !lama Ia comprensiôn. Y el caballero de Ia subjetividad no

define Ia comprensión, ni hace de ella un acto nuevo. Pero, con su

obra, da a comprender sa vida. En 1964 nosotros Ia encontramos, en Ia

historia, hecha como una llamada a Ia comprensión.

Pero iqueda algo que comprender si Ia muerte es abolición? A estorespondió Kierkegaard con su teoría de Ia -conternporaneídad-, ante

Seren, el muerto, queda algo que comprender: nosotras mismos. La

paradoja que es para nosotros este muerto vivo, Ia encontró Soren a

propósito de jesús, a partir de Adán. Y su primera respuesta es que se

comprende aquelJo que se deviene. Comprender a Adán es convertirse

en Adán. Y, cíertarnente, no se puede Ilegar a ser Cristo a no ser que se

comprenda su mensaje ininteligible sin ninguna mediación temporal,

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111\1 1 I I ,ti' 111111.11

11 11111ldll 1'1'\11'111111111111'I '1\11('11',"" tllvllsaj' vn ti 'Slina lo, 'S le 'ir,

I I11i II I 1'1I11I ,1110, SI, I\lvl'l 'g:t:t r I 'SI{Iviv si a nosotro no es

I 'I II11IIII'H,II,11,1'1'KI('I'I 'g:t:lr I, () si, Inv rsamente, st muerto no cesa

I 11111'1'11' 111-11111111or los vivos, tornándoles en prestamo sus vidas,

1111.,111111'1ln, ' 'I) ,lias y alimentando su singularidad con Ia nuestra.

I I 11111lIl,IS I ;lInbras: Kierkegaard está vivo si aparece en el corazón

I. I 1111'1'OI1l0cl I -nunciador perpetuo, en cada uno, dei no-saber, dei

I til I " c l l . r l "cti ' n que Ia interiorización se transforma en exteriori-1I 1111.'11una palabra, de Ia existencia.'.1, di " I ierk gaard: vosotros podéis llegar a ser yo: porque yo

1111111I11gar a ser Adán. El pensamiento subjetivo es Ia captación refle-

I I til' mi S r-acontecimiento, de Ia aventura que yo soy y que me

111,11I,\ n • ariamente a llegar a ser Ad án, es decir, a recomenzar de

11111) ,I P cado original en el movimiento mismo de rni ternporalíza-

Ih 111,1':1p cado es Ia opción. Todo hombre es, a Ia vez, él mismo y

.l.tu r -comenzado, en Ia misma medida en que Kierkegaard es, a Ia

I/; -I mismo y su padre, el blasfemo, cuya blasfernia Kierkegaard

1.\\111 mediante su propio pecado. Todo pecado es particular en cuan-

111lnstituye, en condiciones particulares, una persona única; y es, a Ia1'/, > 1 pecado, en cuanto es elección de Ia finitud y desafío blasfemo a

I )jns, Así, Ia universalidad dei pecado está contenida en Ia singularidad

di' Ia opción. Por ella todo hombre llega a ser siempre todo el hombre.

1 ••ula uno hace avanzar Ia historia volviendo a iniciaria, y también sien-

110 I antemano, en sí mismo, Ias re-íniciaciones futuras. Desde este

P\lnLOele vista, si Kierkegaard puede Ilegar a ser Adán, e que Adán era

,I, n el corazón de su existencia pecadora, Ia premonición ele un

1\1.rkegaard futura. Si yo puedo llegar a ser Kierkegaard, es que éste

V\"H ya, en su ser, una premonición de todos nosotros.i volvemos a tomar Ia cuestión en los mismos términos en que Ia

planteamos, ocurre 10 siguiente: Ias palabras de Kierkegaard son nues-Iras palabras, En Ia medida en que esas palabras se transforman, en

!T I dio deI saber, en no-saber, y son re-enviadas por Ia paradoja desde

'1 ignificado ai significante, nosotros somos el significante que ellas

I svelan regresivamente. AI leer a Kierkegaard me remonto ha ta mí

misrno; quiero captarlo a él, y es a mí a quien capto. Esta obra no con-

ceptual es una invitación a comprenderme como fuente de todo con-

epto. Así, ai encontrar sus propios límites, el saber de muerto no

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1, , 11 "H,I.!I!!\ 1'I I 11.1. 11011." I I. 1011

desernbo a .n Ia aus 'I) 'ia, sino qu ' I' '1()l11.1I 1 1l'III'g,I,lId, " dl',li, ,I

mí, Yo me d scubro amo xistente irr xIu 'Iihl', 'OlllClIlilvll:ld <1" ' 11,1

llegado a ser mi necesidad. Compr ncl que cl bj 'to I 'I sab 'I' es SlI ,~'I

en el modo tranquilo de Ia perennidad, y, a Ia vez, que y soy no-ohj ,

to, porque tengo que ser mi ser. De hecho, mi ser es opción tempera

lizante y, por tanto, sufrída, pero el carácter de este ser-sufrido e rioen libertad y, por tanto, tener que proseguir Ia opción.

Kierkegaard es restituido como mi aventura, no en su sentido úni o,sino ai nivel de su ser-aventurero, en Ia medida en que yo tengo qu '

ser el acontecimiento que me adviene desde fuera. En tanto que Ia his-

toria, universalizada por Ias cosas, que llevan el selIo de nuestra acción,

se convierte, por cada nuevo nacimiento dei hombre, en aventura sin-

gular y repliega en ella su universalidad, Seren, una vez rnuerto, puede

estar vivo, pues era de antemano yo, que todavia no existía, dado que

yo le re-comienzo en circunstancias históricas distintas. Y, de modo

curioso, esta relación de interioridad y de inmanencia recíprocas entre

Kierkegaard y-cada uno de nosotros no se establece en Ia relatividad de

Ias circunstancias, sino ai nível mismo en que cada uno es un absoluto

incomparable. La realidad común y, en cada caso, singular nos Ia mani-fíestan Ias palabras, signos trastrocados, instrumentos de Ia comunica-

ción indirecta, que me reenvían a mí, porque reenvían única mente a él.

Kierkegaard vive porque, ai rechazar el saber, revela Ia contempora-

neidad transhistórica de los muertos y los vivos, es decir, manífíesta que

todo hombre es todo el hombre en cuanto univer ai singular. 0, si se

prefiere, por el hecho de que, contra Hegel, Kierkegaard manifiesta Ia

temporalización como dimensión transhistórica de Ia historia, Ia huma-

nidad pierde sus muertos y vuelve a comenzarlo absolutamente

mediante sus vivos. Sin embargo, él no es yo, que soy ateo. Ní es tal

cristiano, que mafíana le reprochará su teología negativa. Digamos que,

en el tiempo de su vida, Kierkegaard era sujeto único. Una vez muer-

to, Kierkegaard no resucita enteramente más que convirtiéndose en

sujeto múltiple, es decir, en un ión interna de nuestras ingularidades.

Cada uno de nosotros es Seren como aventura. Y cada interpretación,

ai negar Ias otras, Ias asume, sin embargo, como su profundidad nega-

tiva. Inversamente, cada una es negada, pero asumida por Ias otras, en

Ia medida en que, rehusando ver en ella una realídad plenária o un

saber referente a Ia realídad, conciben su posibilidad refiriéndose a Ia

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I I 111111"li 1"1\"1,"

IlltI/olld '1"' , wil I'g,I,lid"I'lIl' til' S()jlOlI:l1' liv 'I'sas interpr taciones,

1111 .110 1.1 i Vl'l '1'1H1.1,I" onll':1 licci ll1 Y Ia umbigüe da I son preci-

Ili' 111 1.11,111111do" dCIVl'Il1in:ltI:1de Ia .xist ncia. De este m~do, Ia

"" 1101\ 101il' 1\ll'l'kcga:11' I, su maneta de seguir siendo, en mi, otro,

01 I IIi t i " 1'111110,'S ,I tro d hoy, mi contemporáneo real, que es

I 111111I1H'llIn ti' 'SIO. Inversamente, Kierkegaard es, en cada uno,

111111'.101. LI :lIl1higü xlad en él y en los otros: siendo comprensible ~n'I lllil' til' l'ada arnbigüedad, Kierkegaard es nuestro vínculo, rel~Clon

I 1011,1.11,múltiple Y ambígua entre los existentes contemporaneos

111' I,Ill',~,cs de ir, como ambivalencias vividas. Kierkegaard per~ane-

1\ 1.1hlstoria como relación transhistórica entre los contemporaneos

1" 1 " 'IHIidos n su historialidad singular. En cad~ uno d~ ,nosotro~

I 1 1 " l'g,l:!1' I se otorga y se rehusa, como hacía rruentras VIVIa; e~ rru

I , 11111I":1sigue siendo, para Ias d ernás, Kierkegaard, el Otro ; perma-

11 I' I'il 'I horizonte, siendo para este cristiano testigo de que Ia fe es

1111h-vcnir siempre en peligro, y siendo para mí testigo deque el deve-

11/1 utco es una larga empresa difícil, una relación absoluta con estos

,1,1 lilfinito: el hombre y el universo.

unque se lleve a cabo triunfalmente, toda empresa no deja de ser

1111i"(IGaSO, es decir, incompletitud que hay que completar. VIve por~~e

• 1 ,1 abierta. El fracaso aquí es claro. Kierkegaard rnanifiesta Ia historia-

1Ii1,ld,pero yerra Ia historia. Habiéndose ob tinado en ir .contra Hegel,

,,' c-m pleó con demasiada exclusividad en hacer su contingencia 111~tl-

nuda en Ia aventura humana y, por ello, desdefió Ia praxis, que es racio-

n.rlldad. De resultas desnaturalizó el saber; olvidando que el mundo que

nnsotros sabemos es el mundo que hacemos. El arraigo es un aconte-

( lmiento fortuito, pero Ia posibilidad y el significado racional de ese

,11.:11"stá dado en estructuras generales de envoltura que 10 fu~dan y

que constituyen, en sí mismas, Ia universalización de aventuras singula-

II'S por Ia materialidad en que éstas se inscriben. .

Kierkegaard está vivo en Ia muerte en Ia medida en que afirma Ia

singularidad irreductible de todo hombre a Ia historia, Ia cual le condi-

dona rigurosamente, sin embargo. Y está rnuerto, en el sen~ rnismo deI" viela que prolonga gracías a nosotros, en cuanto sigue siendo 111te-

rrogación inerte, círculo abíerto que exige ser ,cerrado pOl",nosotros. En

SlI época, o poco después, otros estuvíeron mas lejos que el, .mostraron

el círculo acabado ai escribir: -Los hombres hacen Ia histona sobre Ia

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II '1111'/.\,1.11\1111 11111"'111111'11,10111

bas d cir un tan ias ant rrior 'S ", 1:11 {' , I,I,~ p,li,liu .! 111 Igreso sobre K' k 'd .' 110 \,IY!lI!!ler egaar . pue esta ,'" I, 1 I I. ." 11 LItu :1 1)('1111,111(', ahSlr:1 '1 .1

c~rre pelígro de excluir Ia singularidad humana d 'I 1I11ivrsal '0'" 'Imlentras no . ti' ' I Il (I,, . m egre a inmanencía kierkegaardiana n Ia l i a l é t' I 'tonca Kierke aa d ica lls

. . ~ r y Marx, estos muertos-vivos condicionan nu SIJ()

arra.lgo y, habiendo desaparecido, se hacen instituir como nuestro pOI

v~n~r,. como nuest .ra .tarea futura: icómo concebir Ia historia 10 tranx

histórico para restituír, en Ia teoría y en Ia práctica su realidad I .Y si" de i '. ' p enanau re aClo~ .e mtenondad recíproca a Ia necesidad trascendente d 'I

proceso hl~tonco Y a Ia libre inmanencia de una historialización rec _

~e~zada sin cesar, en una palabra, para descubrir en cada co nturaindísolublemenre ligadas, Ia singularidad del uni I I . yu . '., del sí nrversa y a umversahza-clon e singular>

Traducción de Andrés-Pedro Sánchez Pascual

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HI) I':N MI t>1~NSAMII':N'I'

'<lhri ,[ Marc 1

,llIlI,\. Y S -fior s:

111 ''o .xpr sar en primer lugar mi agradecírniento aios organiza-

I,li' ,11' .stc coloquio, que me han honrado con su invitación a parti-

11I Ii 1'11-I.Me explico fácilmente que hayan creído deber hacerlo, pues

I I1I1,I' me _()0siqe~a. ~.!!~S)_1!E..~~_~~<?~~~.Pr...~~~I.lt'!m~~e Ia f~~~e11' 1st '11 ia. Y se piensa con razón que, en último_!érmino, és ta pro-

1,01,' t i -I p~\~l].t.Q. ~~Jerk~~rd, He dicho: en último término, y

11I 1.11'hrán ustedes en cornprender por qué he introducido aquí ese

111I 1., esa ligerísima reserva.M ' encuentro, desde luego, en un gran apuro, e incluso me siento

IIUIlO falto de base en que apoyarme, y estoy obligado a decirles ense-

f{lilda por qué. En Ia ~~ ~E_ qu~ yo [)ued,? hacer inv~I}-ta!i? ..de Ias

liillu .ncias ejercidas al comíenzo sobre el º-~ªrrolLQ prORio d~_mi J?.en-

,1I11into l!!~-ª-~~.que Ia influencia de Kierkegaard fue prácticarnen-It' inexistente. Un he~ho ;s-~i~rto -~n'-~~~lq~ie~-~~so:--yõ-õo " íc i a

1\1.rke aa.rd, y no en su conjunto, sjn..?~ólo escritos sl;lelt?~.~os,ha";taI\IU hg ç!.~~2~.~.§..de_.p,ubllcar.Jl1iDiario metafisico en 1927. Y hasta 1940,

__ " • __ • f __ , _ ~ ~ _ • -

() rnejor, hasta comienzos de 1941 no trabé conocimiento, por consejo

ti '1 P. de Lubac, con el Post-scripturn, que es Ia única obra de

I ierkegaard que ha retenido profundamente mi atención. Debo anadir,

sin embargo, que antes había leído Ias Migajas filosóficas en Ia tradu c-

. íó n alemana publicada por Diedrich. ~En qué fecha exacta? Todo 10

que puedo decir es que 10 hice or conseio de J , Wahl, que se hallaba- --.._ _ ._-

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· .

./.-1'. SA ""H E / J. MAR 'L / . JA PERS /1 - :. P A J / E . ~VINA / J . DERRIDA /

M. ARCÍA-BARÓ

Kierkegaard vivo.

Una reconsideración

Eençu~ntro Ged lC lOnes a.

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\JNl\SC l(», I ar;! los :llli 'ltlUI'i:

-El universo singular", -Ki .rk .gaard .n ml p ensaml .ruo-, .1 k -r l 'wwrd

hoy- y -Kierkegaard vivo y Ia v rdad ra ignifica i n d . Ia r Ilstorla ..

© Fata Morgana 1976, para el artículo:

-Existencia y ética"

© Miguel García-Baró 2005, para el artículo:-Ensayo sobe Ia situación fundamental de Ia existencia ..

,€iciones Encuentro, S. A, Madrid

Disefio de Ia coleceión: E. Rebull

Queda prohibida, salvo excepción prevista en Ia ley, eualquier

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INI)I :E

I 'r 'S .n tac ión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

KIERKEGAARD VIVO. UNA RECONSIDERACIÓN

m uniuersal singular,

J an-Paul Sartre .

Kierhegaard en mi pensamiento,

Gabriel Mareei .

Kierkegaard hoy,

Karl ]aspers .

Kierkegaard vivo y Ia verdadera significaciôn de Ia Histeria,

Enzo Paci .

Existencia y ética,Emrnanuel Lévinas

A quién dar (saber no saber),

Jacques Derrida .. , , .

Ensayo sobre Ia situación fundamental de ta existencia,

Miguel García-Baró .

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