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I lJNIVERSlDAD AUTóNOMA METROPOLITANA UNlDAD IZTAPALAPA DIVISlÓN DE CIENCIAS SOCLALES Y HUMANIDADES CooRDlNAClÓN DE SOCIOLffiÍA "LA EDUCACIóN SEXUAL COMO IDEOLOGíA DE UNA ERóTICA SOCIAL" TESINA QUE PARA OBTENER EL GRADO DE LICENCIATURA EN SOCIOLOGÍA PRESENTA MARfA AMPARO RAFAELA GARCÍA SARMIENTO MATRÍCULA: 87335337 AREA DE CONCENTRACI~N: SOCIOLOG~A URBANA septiembre de 1999

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I

lJNIVERSlDAD AUTóNOMA METROPOLITANA

UNlDAD IZTAPALAPA DIVISlÓN DE CIENCIAS SOCLALES Y HUMANIDADES

CooRDlNAClÓN DE SOCIOLffiÍA

"LA EDUCACIóN SEXUAL COMO IDEOLOGíA

DE UNA ERóTICA SOCIAL"

TESINA QUE PARA OBTENER EL GRADO DE

LICENCIATURA EN

SOCIOLOGÍA

PRESENTA

MARfA AMPARO RAFAELA GARCÍA SARMIENTO

MATRÍCULA: 87335337

AREA DE CONCENTRACI~N: SOCIOLOG~A URBANA

septiembre de 1999

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iNDICE

I

CAP~TULO I. Connotación social de la sexualidad

a) Adolescencia, expresión sexual social.

b) Sexualidad y Erotismo de 10s pueblos.

c) Racionalidad y erotismo.

d) Interpretación del erotismo social.

CAP~TULO 11. Erotismo y el arte de la formación del hombre.

a) Arte y erotismo en la educación.

b) La sexualidad inhibida.

c) La sexualidad abierta.

d) Un programa de Educación sexual.

CAPÍTULO 111. La educación sexual y una “sensualidad” social.

a) Praxis y-conciencia de la adolescencia.

b) Valores sociales desde la sexualidad.

c) Una nueva moralidad sexual.

d) E1 otro desde la sensibilidad.

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CAPíTULO IV. El Estado y el individuo desinhibido.

a) El Estado y la erótica.

b) El Derecho y la verdad de “un” lenguaje.

c) Medios de comunicación y semántica de la sexualidad.

d) Un mundo feliz. El hedonismo social..

CONCLUSIONES

GLOSARIO

BIBLIOGRAFÍA

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" Dos cosas son inevitables: no podemos evitar morir, tampoco podelnos evitar

<<salir de los límites>>. Morir y salir de los limites son, por otra parte, una misma cosa."

Georges Bataille (El erotismo)

La educación es una política, es decir, es un medio para servir a un pueblo, servir que

se traduce como la forma en que los gobiernos, a través de padres y maestros, transmiten

los conocimientos, tradiciones, lenguaje y valores en general que permitan al individuo

lograr su desarrollo y contribuir a los interese comunes que como sociedad se tienen

(Durkheim). Sin embargo no se debe confundir educación con una Paideia, que es el

sentido con el que está realizado este trabajo de investigación. La Paideia también es una

educación, pero contiene como sustancia la evolución espiritual de la idea de hombre de

todas las Cpocas y de todos los pueblos unida al sentido de la vida que surge de una

cosmovisión valorativa de la naturaleza y que pertenece, de una manera singular, a la

ensefianza que cada pueblo práctica en su cotilanidad y con sus individuos. Esta Paideia

que contiene como germen la idea de un pathos -el bien y el mal que se padecen en la vida

misma- en contra de un ethos --teoría del bien--, representa educarse, guiarse por la

experiencia, es decir, por lo que el cuerpo, el intelecto y la espiritualidad del hombre van

viviendo. En este sentido, a ninguno de los constituyentes del hombre se le privilegia para

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su educación. El hombre es demasiado complejo para pensar que sólo se educa a través de

la razón.

La educación ha echado mano de variados medios para transmitir a las nuevas

generaciones lo más valioso que tiene el hombre para hacer la vida. Pero lo trascendental

en la educación actual ya no son tanto los medios sino el rescate o revaloración de la

educación misma. La educación en general, y la universitaria en particular, no es para

competir por puestos de trabajo, no es para obtener más dinero o una mejor posición

social, estas ideas son unas de tantas falacias con las que todavía pretenden sustentarse los

programas de educación de muchas escuelas particulares principalmente. El conocimiento,

que es el fin de la educación, tiene su fin en que permite al hombre ejercer la reflexión

crítica.sobre lo que es éI, la sociedad y el sentido de la vida, para con ello dar orientación a

todas sus tareas, que siempre tendrán un papel secundario. El fin de la formación educativa

no es hacer profesionistas, sino mejores hombres, es así de simple y claro. Una buena

educación hace “estetas”, es decir, hombres que conozcan el mundo a través de una “razón

sensible”. Decía San Agustín que “el corazón también tiene sus razones”.

Para lograr e1 objetivo de la educación que debe reunir una Paideia, que a su vez

alimente un conocimiento de reflexión crítica, es necesario “escuchar” lo que el joven

como hombre y persona social necesita. La sexualidad, el erotismo, es sólo uno de los

caminos por donde el hombre va logrando ese conocimiento humano de todas las

relaciones que el individuo genera en su existencia social, de estudio, de trabajo, de

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familia, de creación, etcétera. Por eso este trabajo comienza por tratar de explicar en el

primer capítulo la dimensión erótica tanto del individuo social como de los pueblos y la

necesidad de reentablar un diálogo con esa sensualidad corporal apabullada, amortajada, o

en el menor de los males, alienada al placer mezquino de la publicidad y el consumo.

La intención primordial que motivó el presente trabajo es, en el fondo, la

desubicación social que no nada más el adolescente de secundaria o preparatoria tiene,

sino el individuo en general, debido al distorsionado entendimiento que sobre la

sexualidad y su dimensión erótica se tiene como formación misma de la educación escolar.

Desubicación que tiene como causas múltiples factores, pero que en la sexualidad

encuentran estas causas tierra blanda, ya que en el hombre la significación que tiene el

cuerpo en relación intima y fundante con la vida representa algo muy delicado cuando no

se sabe transmitir. a través de la educación a la juventud. La sexualidad es estigma, es

ejemplo, es castigo, es mordaza, es pecado, es fantasía, etcétera, todos ellos elementos que

pueden desequilibrar el comportamiento del individuo.

El cuerpo representa el contacto con el mundo, el encuentro inmediato del otro,

delata las emociones y los miedos, también es caricia y es hambre, es en este sentido,

como lo escribe Levinas, preocupación por el otro que desde su mirada está pidiendo

responsabilidad de los actos, está pidiendo, antes que comida y habitación, caricia, abrazo

amoroso que motive al esfuerzo que representa la vida; cuerpo quiere decir rostro, rostro

de ofensa, de felicidad, de expectativa, de utopía y de cansancio; el cuerpo es algo más que

una cosa, es la oportunidad de conocerse a sí mismo, de sentir las cosas y de sentir el

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placer que ello provoca, es la oportunidad para fugarse del mundo, \I como paradoja, a la

vez que es lo más concreto que tiene el hombre, 10 más fáctico y si se quiere lo más

pesado, representa el medio, y no sólo el indio sino el suceso mismo de desprendimiento

del mundo, es la entrada a lo trascendente de la sensualidad o del valor y significacibn de

lo percibido, es la entrada al dolor, al placer, a la miseria y a la podredumbre social.

En este sentido, en el cuerpo el individuo tiene gran parte de su historia

antropológica, guarda simbólicamente una narración mítica que en el fondo no es otra cosa

que el proceso de empatia entre las fuerzas de la naturaleza, del cosmos --orden de las

cosas- y el espíritu del que el cuerpo es una de sus manifestaciones.

El erotismo es la libertad misma del cuerpo, de su sensibilidad y de la imaginación

I de la que el primero es su acérrimo cómplice y del que nunca podrá separarse. El erotismo

siempre ha sido un ejercicio de imaginación heterodoxa, ha sido una preparación para

saber y poder experimentar lo inefable y lo “anormal”. El hombre requiere en su educación

no sólo la “bella y prudente” razón, también necesita de algo que le permita arrojarse a lo

que nadie conoce. Precisamente la formación de la juventud esta estancada porque a

entrado a una etapa donde 10 “normal”, 10 que se estructura muy bien de manera “clara y

distinta” es lo que sirve de categoria para el conocimiento. La mente y la sensibilidad del

joven tienen como opción de formación educativa una “conformación” a la masa

racionalmente conducida. Es ya momento de que las voces de muchos buenos pensadores

sean retomadas no para que uno de ellos resalte en la universidad porque de manera

personal adoptó tal estilo de vida y pensamiento, hace falta que se de paso a las propuestas

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de una nueva ética que comience por la permeabilidad de todos los programas educativos

de lo extraordinariamente innovador, de medidas educacionales draconianas, y como el

erotismo, extremadamente llenas de aventura y fantasía, dispuestos a romper esquemas, a

reinstaurar el sentido de la vida que surge de mucho más que de la mera intelectualidad

racionai. En este sentido es que en el capítulo dos se discurre sobre la enseñanza y la

práctica de una sexualidad al modo del arte, es decir, que exprese una conciencia social y a

la vez busque, inconscientemente, la utopía, quimera, blasfemia de una vida futura de

libertad en todos los sentidos.

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El orden de los capítulos, en el caso de este trabajo de investigación donde el objeto

de estudio mismo no contiene asas específicas por donde atacarle, representa la invitación

a escribir en armonía con la naturaleza del objeto, libremente, de no ser así, se traiciona la

esencia misma del objeto de estudio.

En los capítulos tres y cuatro se hace una reflexión sobre la relación incómoda para

el erotismo del hombre, y que se compone de la triada artificial sexo- ideología-Estado

sumergida en el mundo del discurso publicitario, el mundo de signos y vivencias

artificiales. No otra cosa se quiere resaltar más que el hecho de que el cuerpo es

conducido, se le informa una sexualidad y se le impone el limite del placer idóneo para el

consumo o para la producción. Junto con ello se habla de cómo el Estado no nada más se

debe hacer cargo de una economía, una seguridad o producción nacional, sino del

fundamental sentido, de cómo se debe preocupar por lo que se podría llamar un “erotismo

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del pueblo”, ya que este erotismo representa una especie de sensibilidad para los

problemas de toda indole que padece una sociedad o grupo humano. En la medida en que

la sexualidad, y luego el erotismo de un pueblo, sean al extremo controlados, en esa

medida el individuo social sufrirá las consecuencias de una naturaleza avasallada, lo cual

hará que el cuerpo y l a mente del individuo sufran un divorcio tal que, como sucede en la

actualidad, el individuo sea más toda una patología psicológca que una persona humana.

Los medios de comunicación y sus constantes falacias que pretenden apuntalar a la vida

social representan, al igual que un lenguaje de escamoteo y de exacerbación de fobias y

morbos, “estilizar” la vida desde una política especulativa cuya finalidad es el lucro de la

clase gobernante. Ante tal situación de la formación educativa de los jóvenes, como se dijo

arriba, a lo largo del trabajo se pretende no hacer pensar, sino sensibilizar, cosa que

permitirá sugerir a la estética erótica como materia fündamental de la educación.

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CAPITULO I

Connotación social de la sexualidad

La sexualidad del hombre tiene relación directa con todas sus actividades. Si se

observa al individuo, todo lo que hace tiene que ver con el hecho de que piensa en alguien,

de que está dedicando su labor del día a una persona, y es que ese sentimiento de estar

siempre en relación con un otro: madre, esposa, hermanos, etc., simboliza la necesidad que

se tiene de contar con alguien. La soledad trata de ser ahuyentada, todo io cual indica que

el hombre tiene su vida planeada considerando los deseos de quien recuerda. Tanto el que

recuerda a la persona como el recordado, hacen realidad el sentimiento de pertenencia.

Aunque alguien sea el que recuerda, en el fondo sabe que también es recordado. La

pertenencia es recíproca, y consiste en la convicción natural de que se es de alguien y que

alguien es de uno. Esto no significa ser el ser dueño --que en casos patológcos se llega a

este extremo-, sino el hecho de que el ser de uno eski en el ser del otro. La máxima

facticidad de este hecho lo muestra el feto, su ser es el ser de la madre. Pero si hacemos

una traslación a un inconsciente social a la manera de Karl Jung, encontramos que ser

significa pertenecer a una institución, el ser se desarrolla y se alimenta de ella, luego, se

pertenece a ella. Hay personas que darían la vida por su institución, institución que a la

postre es una ideología, así como dan la vida por la madre o por la esposa o los hijos. Hay

una significación de lecho materno en toda relación de pertenencia, y hay el retorno a 20s

mitos de la creación, de la fertilidad, y de la gran madre naturaleza. Con esto se quiere

decir que todas las actividades del hombre tienen en el inconsciente de este, en su lenguaje

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mismo y en su manera de pensar, una narración mitológica del origen de la humanidad.

Las instituciones sociales, desde el IMSS hasta el PRI pasando por sindicatos, no están

lejos de estar representando, como dice Paz, a los dioses o sacerdotes del pueblo, pero que

en profundidad, lo que representan son el sentimiento de pertenencia a ellos, porque ellos

poseen 18 magia del “dador de vida”, son el lecho que da protección, cobijo. Algo de su ser

se pierde cuando uno de sus individuos no “funciona”. Hay una intima relación de

pertenencia.

La sexualidad, en su sentido antropológico, es fertilidad, es procreación, es dar la

vida y por ese sólo hecho ata al ser creado a quien lo creó. Socialmente la sexualidad es el

compartimento de una intimidad secreta, donde se abrazan cuerpos, problemas y se

resuelven en la esperanza del amor y la procreación de más individuos, que a la postre

puedan colaborar para la familia. Solamente en individuos con personalidad desviada no se

reconoce este lazo de unión, de pertenencia mítica, que es el sustrato simbólico de la

humanidad. Y es que hacer el sexo es compartir el ser con e1 ser del nuevo individuo; es

dar la vida dejando algo del ser propio en otro ser, por lo cual éste último sentirá y vivirá

con un sentimiento de agradecimiento, porque la vida es una gracia del ser que se

comparte.

Este dar la vida, este compartir el ser, tiene sus símbolos en lo social. De alguna

manera es la connotación de muchas de las relaciones e instituciones sociales,

comenzando por la imagen del Estado. Sin embargo lo que interesa aquí es este extraño

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juego de sustitución del sentimiento de pertenencia a la madre, al lecho, al ser originario,

mediante un discurso racional, por el sentimiento de obligatoriedad -que tiene que ver con

una jurisprudencia--, y por el sentimiento de reserva, contención, y cdlculo de la

sexualidad --que en todo caso tiene que ver con la moralidad--.

a) Adolescencia, expresión sexual social.

La adolescencia tiene varios significados para la sociedad, y si se concretiza el

aspecto sexual, se delimita más claramente ese significado. La sexualidad, en primera

instancia, representa vitalidad, renovación de la sangre, perpetuación de la especie. Desde

las tribus primitivas hasta la fecha, la sexualidad gira en torno a aquellos individuos que

aseguran la continuación de la vida mediante su fortaleza, su salud, su virilidad, su

potencia sexual, por eso el adolescente, el joven en sentido social, representa un tesoro

para los pueblos. Alrededor de é1 siempre se ha rendido culto a la fertilidad, que a su vez

tiene el sentido de ahuyentar el fin, la muerte, la terminación de los tiempos.’ Todas las

culturas han tenido respeto a la muerte y el aprecio por la vida es innato en los individuos.

Seguir viviendo representa, de manera prístina, tener alimento, tener naturaleza y estar en

grupo. Contar siempre con el Sol, con el viento, si se quiere es un deseo de “ser con la

naturaleza”, ser en el mito.

El adolescente es la esperanza de los pueblos, su sexualidad, su capacidad de

procreación que aflora en su constitución fisica misma, en la oposición natural a

estructuras sociales, y que le involucra en constantes luchas de oposición a dogmas del -_____ ~

1 Eliade, Mercie, “Tratado de la religiones”, Era, México, 1987.

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grupo, es la manifestación de que la vida tiene para su permanencia en el mundo, una

libertad explosiva, desde lo biológico hasta lo mental y emocional. Cada acto del

adolescente es la búsqueda de afianzamiento de la vida, por eso al adolescente se le educa

con el ejemplo, no con la razón, porque éI vive en el campo de las pasiones, de algo muy

importante que es la revitalización de la especie; el joven es la renovación, es la fuerza en

su máxima potencia que <<asegura>> la continuación de la vida en el grupo.

Así, cada acto del joven es un símbolo a interpretar para develar aquello que puede

ser riesgosamente manipulable por la sociedad; su principal característica la constituye la

dualidad entre vigor y un ser que está incompleto, inmaduro, que bien surge la una de la

otra, y que en el campo de la educación significan los extremos entre los que se debe dar

<información> al ser del adolescente. El vigor representa potencialidad en el trabajo,

significa vigilia en al actividad, significa suma capacidad de procreación. Pero ese vigor

del adolescente, si se ve con cuidado, por la mala orientación del desarrollo de los pueblos

en tanto poder y autoridad de gobierno, también representa riesgo, fuerza de destrucción,

fuerza de oposición a las ideas, apasionamiento por la defensa de causas sociales, etc. El

vigor de la sexualidad, de manera soslayada, puede ser reducida a una dimensión donde lo

que quede como sentimiento de sí mismo del adolescente sea una debilidad que haga

confundir su dimensión de carencia ontológica con el de una deficiencia o ineptitud. La

carencia ontológica de ninguna manera es deficiencia, es búsqueda del ser, es virtualidad

de cualidades y potencia de realización. La educación sexual debe tener mucho cuidado de

contemplar esta dualidad de la sexualidad del adolescente. En efecto, la sexualidad

también, es carencia de ser, recuérdese que se propuso arriba que el acto sexual es “hacer

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más ser”, ser más. La carencia es condición para llegar a ser, y en el inconsciente mítico el

hombre “sabe” que la sexualidad es mhs rudimentario y valioso camino para llegar a ser.

Las tribus poseen una serie de ritos de iniciación a la sexualidad que permiten al individuo

ir conformándose a la estructura social. Desde ese tipo de ritos hasta el amor como

maFifestación de un deseo de completarse en y con el otro, la carencia ontológica invade

todas las manifestaciones de acercamiento sexual.

Ser adolescente es no contar plenamente con las capacidades que la sociedad exige y

considera como suficientes para los diferentes roles a cumplir en ella, no se tiene la edad

para trabajar, no se tiene un amplio criterio, no se tiene prudencia, no se tienen cosas

propias ni un lenguaje propio, etcétera; pero al mismo tiempo, es tener lo que todos los

pueblos tienen como más sagrado, el germen de la vida. Podía enumerar= un sinffn de

citas relacionados con ritos que muestran que lo que adoran es la vigorosidad del joven, en

todos ellos se análoga esa fuerza de vida con diferentes símbolos que denotan la fertilidad:

la luz, el agua, el viento, las flores, el canto, la lluvia, etc., todos ellos son referencias

simbólicas indirectas de la sexualidad, y no precisamente de cualquier miembro del clan,

sino de los que la poseen en máxima potencialidad, los jóvenes.

Por otro lado, la carencia ontológica tiene su dualidad de uso social, o de

manipulación social. Por una parte es, como se dijo, riqueza de ser, es proyecto, es

futuralidad, es promesa de realización, es decir, esperanza de una realidad por <seguir>

viviendo. Pero por otro lado, es la “deficiencia” del adolescente en tanto que defensas

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contra la manipulación. Su carencia de ser le convierte en un individuo lleno de deseos. es

el deseo mismo. Este deseo tiene el peligro de desear desde un no- ser, desde un hombre

que no es tal; es decir, desea desde lo incierto. Bueno, entonces la cuestión es ponerle algo

de <cierto> para que sus deseos no tengan una base de decisión tan débil. El problema es

contemplar quién decide y pone o informa esa base “segura y firme”, además de saber de

qué naturaleza es o qué ideología se pretende darle.

Esta “deficiencia” es un punto débil. El adolescente es una virtualidad, su riqueza

social consiste en que es el individuo al que hay que formar, es potencia, es posibilidad de

crear al nuevo individuo que tenga menos problemas morales, menos, desviaciones

sexuales, menos alienación ideológica, etcétera; es al que hay que educar para que

persistan las creencias, las tradiciones, y más que nada, la experiencia de la vida que

acumulan los pueblos. Y es que su carencia ontológica lo permite, según planes que

contemplan el proceso de desarrollo de un país, que debe involucrar el pasado -cosa que

no se hace-- con metas establecidas en los diferentes rubros, y que a la postre el

adolescente tendrá que asumir. Esta virtualidad significa también que su sexualidad, que es

una actitud encajada en las raíces mismas de la creación mítica del humano, en tanto que

donación del ser y pertenencia a ese ser, por ser deseo de ser y darse al unísono con la

potencialidad sexual, es fácil confundir en la alienación, deseo sexual con deseo de ser. Es

decir, la sexualidad se presenta como la puerta abierta por donde la desvirtuación de la

práctica sexual sana del adolescente se transforma en un plan de gobierno sexenal, el sexo

es sexenal. Cada generación representa el crisol para que pedagogos, sociólogos, sexólogos

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experimenten con “SUS” nuevas teorías acerca de lo que debe ser la sexualidad del

adolescente.

Junto a todo ello, el adolescente es alguien que observa a los adultos y aprende de

ellos, no hace falta un plan exprofeso para la sexualidad del niño o del adolescente, basta

con que el joven viva entre una praxis sexual represiva para captar las condiciones en las

que se debe dar su sexualidad, a saber, llena no de mitos de fertilidad y vigor, sino de

prohibiciones y uniformidad de afectos. Hay una dependencia peligrosa en su crecimiento

por la conducta de los adultos

Su sexualidad no está terminada, es una sexualidad virtual, que significa doble

peligro, por un lado la de ser fácilmente maleable, y por otro lado la de quedar como una

masa informe de sentimientos y actitudes sociales, dejados a la buena de Dios. Empero,

esa virtualidad también es su máxima promesa, significa -no ser-, ser promesa y esperanza

social, que a la postre inserta el discurso histórico como petición de memoria de los

pueblos. En este sentido, el adolescente y su sexualidad son la seguridad palpable de que lo

sucedido puede ya no volver a suceder. Es decir, en tanto que la sexualidad de los jóvenes

es vida futura como razón de ser de las sociedades, es también, por eso mismo, la

esperanza de que la memoria histórica se cobrará los errores, aquellos de no comprender a

la sexualidad como un acto que debe ser apoyado por un sentido de la vida. Se trata de que

los jóvenes tengan la sexualidad que procree seres humanos sin que desde su concepción

sean fusilados.

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La sexualidad adolescente se expresa como petición, como exigencia de estructuras

sociales que le ayuden a desarrollar esa promesa que se convertirá en ci trabajo mismo que

alimente a las instituciones sociales. Una institución social es, en tanto que significa la

perpetuacibn de las ideas, la manera que ha encontrado el hombre para no morir, dejando

un tgnto desatendido en su eticidad, la natural manera de no morir del hombre, la

sexualidad, y en especial, la del más vigoroso de ella, la del joven, el adolescente.

b) Sexualidad y erotismo de los pueblos.

Los pueblos tienen miedo a lo que no tiene forma, rinden culto a lo oculto, rinden

culto a aquello que representa dar o quitar la vida, sanar o enfermar. El erotismo

representa para la mente primitiva <y> para la mente actual, una sexualidad sin forma,

representa por ello un tabú, algo que puede deparar algo mejor o peor para la especie

humana, pero al mismo tiempo que es la invitación insoslayable para la vida.

La práctica sexual de los primitivos rayaba en el erotismo, se hundía en la convulsidn

misma de la tierra en el momento de la explosión volcánica en una naturaleza indomable,

furiosa, abierta a las corrientes de agua, de lluvia, de viento, de luz que rodeaban al

hombre por todos lados y a todas horas. El erotismo tiene mucho de naturaleza, de un

orden en desorden aparente, de fuerzas sin control que acarrean muerte, desolación, pero a

la vez, insufla en los miembros de la tribu la fuerza de hacer y la obcecada persistencia por

seguir viviendo. La sexualidad es lo predecible, el erotismo es lo inesperado, es la petición

a lo oculto de que muestre su poder que tiene de también dar vida. El hombre de siempre

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se ha atrevido a incursionar en lo desconocido, en realizar aventuras entre el peligro, pues

guarda en éI el deseo juvenil de renovarse. Allá donde nadie va está el secreto de la vida,

frase que todos los pueblos repiten en sus mitos, Allá, en lo prohibido como lugar, como

acto, como expresión, como inclusive sueño o imaginación, allí están los muertos que

tuvieron vida, que fueron engendrados por una sexualidad tribal y que ahora tienen el velo

de lo incomunicado. A aquellos lugares sólo se atreven los desalmados, los aventureros,

los que no tiene patria, los que se alocan y desubican, los que no tienen límites y pierden la

prudencia, son los “parias” sociales, los que son recluidos. Un Hernán Cortés, un Lutero,

un Tlacaéiel, un Comte, un Kant, un Jesús, etc., son almas descarriadas, que “erosionan” la

tierra, la convierten en algo sin vida, al menos de la vida de la que se tiene conocimiento.

El erotismo de los pueblos es una sexualidad clandestina que está encubierta de misterio,

su erotismo tiene mucho que ver con los movimientos y las fuerzas de los fenómenos

naturales, es un erotismo irracional pero con el sentido mítico, de procreación conjunta del

hombre y el cosmos. El problema está en que la sexualidad de los pueblos de la historia va

de la mano con un discurso oficial de la práctica del mismo. El erotismo, sin embargo, es

un discurso paralelo, existente como alternativa de una sexualidad no moral que puede ser

practicado en los márgenes de la tolerancia, sin que “nadie Io sepa”. Ese margen puede

estar simbólicamente en la relación con la esposa, con la amante, con la novia; también en

los márgenes del homosexualismo y de la publicidad y venta de sexo. Es decir, en la

medida que al erotismo se le ha dado la connotación de prohibido, el ocultamiento no

permite su objetivación para la vida del hombre. Empero, tal vez, como lo plantean Paz,

Bataille, el Marquez de Sade mismo, el erotismo es fuerza vital en su clandestinidad, pues

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el hombre que se atreve a rebasar los límites de lo aceptado, por ello mismo se autoelige,

se autoselecciona como idóneo para el rito de iniciados que es la sexualidad sin formas,

sólo con aquellas que los cuerpos y sus movimientos conduzcan ... Siempre, en todo

pueblo, hay un manantial que nunca se agota y que se tiene como reserva para los

momentos dificiles de sobrevivencia. Recuérdese el oráculo como manantial de consejos

mediante augurios, la Virgen de Guadalupe como revivencia de la fe, la Teoría de la

Relatividad como una clarificación intelectual del mecanismo de la naturaleza y el

universo; recuérdese el río Ganges, el mar en Veracruz, la roca donde se frotan el vientre

la mujeres en San Miguel Regla, todo es símbolo de petición p o r la vida, y no se

caracterizan precisamente por estar a la mano de todos, sino sólo de aquellos que ya han

sido iniciados. En este sentido, el erotismo, que no está como en los casos anteriores en un

lugar o en una cosa depositado, sino que está en el ser mismo del hombre, tiene una

accesibilidad mas problemática, de más riesgo, es un rito de individuos privilegiados, pues

es enfrentamiento del hombre consigo mismo, lo cual augura la máxima sabiduría que

debiera diseminar todo programa de educación, que es el de conócete a ti mismo, y que, en

efecto, pregona todo sistema de educación, pero que no sabe de las vías de iniciación para

ello. Enfrentarse consigo mismo en el erotismo es presenciar, con el peso del acto que ello

conlleva, lo que uno es capaz de hacer “con” el otro, entre los dos cuerpos en la

complicidad de fuga, de zarandear la conciencia adormecida por la práctica acaramelada

de una sexualidad educada, conducida. Si en el hombre hay algo que es sumamente

peligroso de guiar, es la sexualidad, porque hoy por hoy es la parte del hombre que más ha

sido amancillada por el discurso publicitario e ideológico social, es decir, el sexo ha sido

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racionalizado, metido a intereses económicos de toda indole. Vasconcelos2 ya tenía en

mente uno de los caminos para humanizar la educación, es decir, para valorar la vida desde

una sociedad identificada con sus valores, esta vía vasconcelista era el arte, sensibilizar

artísticamente al pueblo. No tiene mucho de ajeno el arte con el erotismo, ambos son

caminos-consagrados a la vida, en tanto que son expresión de la libertad del ser que busca

y busca nuevas maneras de vivir, de persistir en la lucha, en el esfuerzo por al vida. Si el

arte da más vida es porque rompe esquemas, tanto de creación como de uniformidad o

univocidad de captación sensible del mundo y la vida. El arte es “barroco” por excelencia3,

es búsqueda, pues, da una forma de vivir, es exageración deliberada del alma que entre

recovecos y figuras retorcidas como las palabras y los colores, tiene la esperanza, como

toda sexualidad adolescente, de engendrar la vida, la vida en el sentido de hacerla

diferente, de oxigenarla. Por otro lado y análogamente, el erotismo también da más vida

porque también rompe esquemas, inicialmente hipersensibiliza el deseo y la piel, el alma

del placer, el contacto supremo con el otro. Si la vida, como dice Levinas (1986), no es

otra cosa que dialogar amorosamente con el otro que pide el cobijo de la futurización

gozosa de la vida que la palabra pueda dar, el erotismo es ese lenguaje que promete, que

proyecta la vida en el gozoso placer de la posesión inaudita de los cuerpos, por nadie

practicada de la misma manera; es esa soltura de l a s formas que anuncia otras formas de

amar y de instalarse en la relación de presencia humana, es decir, el erotismo convierte la

distancia no en cercanía, sino en unión. Esta amalgama de sentidos es un manantial, como

el arte, que no tiene nacionalidad, pertenece a todos los puebIos. Por eso hay muchos

2

3

~~ ~- ~~~~~~ ~ ~ ~ ~ ~ ~

Vasconcelos, José, “Discursos”, Botas, México, 1950. Arriarán, Samuel y Mauricio Beuchot, “Filosofia, neobarroco y multiculturalismo”, Itaca, México,

1999.

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heterodoxos que en lugar de aceptar el sánscrito como lengua universal, proponían y

proponen el erotismo, pues cualquier barrera de comunicación humana es rebasada por las

caricias de los cuerpos.

“Nadie comprende ya el lenguaje sensual, y los pájaros en el aire y las bestias en la

selva lo comprenden de acuerdo con sus especies. Por consiguiente, e1 hombre reflexiona

sobre aquello de lo cual ha sido despojado y que tiene que recuperar en su segundo

nacimiento. Porque en el lenguaje sensual todos los espíritus hablan entre sí, no necesitan

otro lenguaje, porque ese es el lenguaje de la naturaleza.’“‘

e) Racionalidad y erotismo.

En un programa de educación sexual a difundir en el sistema escolar, se pone en

enfrentamiento dos tipos de discurso originariamente opuestos. Es lugar común escuchar

las palabras anhlisis, objetivos, actitudes a esperar, aptitudes a conformar, etcétera. Los

programas tienen un discurso de tipo académico científico, racional, que lleva toda una

lógica en el proceso, desde la creación de los contenidos del programa, hasta las tkcnicas

de aprendizaje con las que se deben enseñar. Resulta que el contenido es la sexualidad

pero el lenguaje de éSta es distinto al de la racionalidad científica del programa. La

racionalidad de alguna manera entiende al objeto del que está tratando como ajeno a ella

misma, son la oposición de dos lenguajes. Si se habla del amor se le quiere caracterizar

mediante divisiones de razón -- practicar una taxonomía-, se le trata de definir, de apresar

y estatizar. Los objetos de la racionalidad son objetos inertes, e inclusive inermes, no son

4 Poe, citado por Brown, Norman O., “Eros y Tanatos”, Joaquín Mortíz, México, 1987, p.92.

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propensos de alguna laceración o dolor alguno, inclusive aunque del que se hable sea del

hombre. El lenguaje de la razón es insensible, al objeto de estudio se le extrae de su

contexto real y se le coloca en la burbuja pura donde las “impurezas” de la sangre no le

puedan contaminar y desviar de los cálculos que se hagan de él. Es un lenguaje muerto,

i . que toma decisiones a partir de tablas de valores de verdad de una lógica analítica y cuya

deducción lo que asegura es la correcta deduccibn formal, aunque después venga el

problema a resolver de la adecuación a la realidad.

En las escuelas se ha enseñado sólo con base en este tipo de lenguaje. El hecho de

que las reformas educativas propongan la materia de Arte desde Gnder, vislumbra una

ventana por donde los niños y jóvenes se empapen de un lenguaje abierto, por desgracia,

hasta el arte mismo llega la plaga de la racionalidad, pues le han convertido en “técnicas”

de creatividad. Este tipo de lenguaje racional, en su relación con la sexualidad del

adolescente, y del niño que antes fue, hacen de la <experiencia> una teoría, pecado capital.

A la experiencia nunca se le puede teorizar, a la experiencia se le debe mantener como la

plática de los viejos, como la narración que contiene sabiduría venida de que las palabras

fueron vividas, fueron las mismas que se expresaron en el momento del hecho estudiado,

son las palabras que brotaron al decir que se amaba. No es la misma imagen pedagógica

que un niño se forma cuando le dicen “acto sexual”, que cuando le platican lo que se vive

cuando dos adultos se aman: se tocan, comparten sus cuerpos, se dan, se unen en la

búsqueda de su ser, se sienten uno y la verdad al fin alcanza la identidad entre hombre y

mundo, etc. Y es que el lenguaje del amor sexual colinda o se alimenta del lenguaje

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poético, por excelencia arrojador de horizontes desconocidos de la vida. Así, la

experiencia del sexo, y en su pureza artística del erotismo, no puede ser significada p o r el

lenguaje racional, es de otra naturaleza, de otro orden existencial.

La experiencia --ex-peri-- como tal es el “andar del hombre” entre las cosas del

mundo, es decir, es lo que lo hace mundano, es estar arrojado al mundo para volver a sí. El

prefijo ex hace referencia no nada más a un afuera, sino también a su correlato interior, sin

el cual no tiene sentido hablar de un mundo de afuera. La experiencia es abrazar al otro

para traerlo a sí, para hacerlo parte del in que condiciona al ex; es un acto de

posesionamiento vital, es agarrar la vida, cogerla, aprehenderla, confundirla con el ser

propio. Este acto de posesionamiento no está mejor expresado que en el acto erótico, por

eso su lenguaje no refiere, no corresponde a cosas de afuera, corresponde a una pasión

avasalladora interna del hombre, que lo Único que se puede decir de ella es que templa el

espíritu en las visiones futuristas de la vida que en el mismo acto aparecen, y a la vez, S610

decir metafóricamente lo que sucedió. Este lenguaje abierto, sin forma, sin deducci6n ni

verdad tabulada, sino de verdad experiencia1 que guarda la memoria de lo que es la vida en

una sensualidad dolorida o gozosa, es el que debe ser utilizado para la educación sexual,

por eso es mejor que las sesiones sean mediante comentadores, buenos conversadores de la

sexualidad. Y aunado a ello, el discurso erótico requiere aún m&, requiere la sensibilidad

de que lo que se diga no cae dentro de la blasfemia, la pose, o la enfermedad mental de la

sexualidad. Buen camino promete todo lenguaje verdaderamente poético, pues é1 invita a

la experiencia y advierte que el erotismo, más que un acto en sí , es una fuga de los limites,

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es un lenguaje que combina la agresividad con la creación ”recuérdese que la violencia es

natural al hombre’, y que tiene sus momentos y sus “formas” de explayarse, de manera

muchas veces tapujada, controlada, “orientada”, lo cual le convierte en dañina; y otras

veces sin control alguno, lo que provoca que ella misma encuentre su cauce, que muchas

de las veces donde no interviene la razón humana, se convierte en dadora de vida, de orden

natural, en armonía cósmica.

El lenguaje del erotismo es un lenguaje que surge de las emociones, de un cuerpo

altamente sensible, que está captando el mundo como una promesa de placer, lo cual

necesariamente presenta a las cosas con más horizonte para la vida. Una fenomenología6

del erotismo tal vez sería idóneo intentar como medio para la educación sexual, en el que

el fin no es que el joven aprenda “los pasos a seguir”, como lo es hoy, sino adquirir la

sensibilidad en todos sus matices que surgen del enamoramiento. Fenomenológicamente

hablar del sexo no es describir, no es una imagen en televisión del acto sexual, es preparar

el espíritu y la sensibilidad para que vayan captando la esencia del fenómeno, luego, es

llevarles desde un lenguaje de experiencia diaria, por la poesía, la metáfora, la

comunicación visual con el otro, la gestualidad, el olvido de teorías, hasta las sensaciones

de apertura, que ya en ese momento, la sensualidad y el erotismo se confunde con una

experiencia de libertad, que en el fondo, es el fin del erotismo. Esta fenomenología del

~ _ _ ””

S -~

Cfr. con el libro de Abelardo Villegas donde se defiende la tesis de que la violencia dañina en el hombre aparece cuando la racionalidad impone sistemas de vida, lo cual involucra autoritarimsos, fascismos, totalitarismo, comunismo, etc.. “Violerxia y Racionalidad’, UAM, México, 1985.

Cfr, con el libro de Jean Paul Sarte donde se desarrolla la teoría de que las emociones juegan papel importante en el significado de las cosas; “Bosquejo de una Teoría de la emociones”, Alianza, Madrid, 1983.

6

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erotismo lleva a que la experiencia sexual del joven sea aprehendida como el arte, como

un hacer más que como un pensar.

Un ejemplo del nuevo discurso no racional del erotismo que se debe contemplar en

la educación sexual como paso a la libertad, y que debe comunicarse como una “plática

poética”, es el siguiente:

“La acción decisiva es ponerse desnudos. La desnudez se opone al estado cerrado, es

decir, al estado de existencia discontinua. Es un estado de comunicación, que revela la

busca de una continuidad posible del ser más allá del replegamiento sobre sí. Los cuerpos

se abren a la continuidad por esos conductos secretos que nos dan el sentimiento de la

obscenidad. La obscenidad significa el trastorno que desarregla un estado de los cuerpos

conforme a la posesión de sí , a la posesión de la individualidad duradera y afirmada. Hay,

al contrario, desposesión en el juego de los órganos que se derraman en el renovar de la

fusión, parecido al vaivén de las olas que se penetran y se pierden una en ~ t r a . ” ~

Muy diferente al lenguaje oficial de la explicación de la sexualidad que no hace más

que dar datos y confundir, en ese “vaivén de las olas” del adolescente que no puede

explayar, su sensualidad con la racionalidad, el cálculo de las relaciones, la medida en el

dar y recibir y su deseo de experimentarse en otro. Poco a poco el erotismo natural del

joven se transforma en una erótica, es decir en prácticas sociales legalizadas de la

expresión sensible del hombre, se alienan y enajenan los deseos más libertarios de placer

del joven..

”.

7 ”~ ””

Bataille, Idem, p.3 l .

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d) Interpretación del erotismo social.

Llama mucho la atención que se dé el adjetivo de “ejercicio” a ia sexualidad del

adolescente, además de que se le dé una connotación meramente de funcionalidad social,

en tanto que se trata de educar para prevenir actos indeseables para la salud, primero del

individuo, y luego de la sociedad. Se habla así de prevención de natalidad, de

enfermedades venéreas, de métodos de anticoncepción, de responsabilidad materna,

etcétera. La sociedad contempla al joven como alguien no tan alejado de un objeto que

debe cumplir eficientemente pasos correctos en el “ejercicio” de su sexualidad.

Precisamente el concepto de ejercicio dista mucho, como se dijo arriba, de la sexualidad

como experiencia --no confundir con realizar el acto mismo como medio de educación,

- sino como transmisión experiencia1 que las palabras ya poseen--. El significado de primera

mano que tiene “ejercicio” es el de que con la práctica continua se adquirirá un buen

adiestramiento, un buen control sobre todo aquello que involucra la sexualidad. Inclusive

puede tener connotaciones más graves que el concepto de experiencia, no tanto porque se

trate de adiestramiento, sino porque se “haga como ejercicio”, es decir, como una técnica

para adquirir fortaleza y seguridad en el manejo de sus elementos. Está claro que los

grandes problemas sociales actuales en lo que se refiere a la sexualidad de los jóvenes,

reside en el embarazo prematuro o.el SIDA. En el primer caso la primera cuestión es que

el embarazo adviene porque falló la técnica a consecuencia, en primera instancia, de la

ignorancia de la pareja de métodos de prevención de embarazo, pero en segunda instancia,

se da el embarazo porque el joven no sabe amar, pues se debe tener en claro que el

embarazo no deseado es un problema de valores, del valor de la vida, más que de

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accidentes o caprichos en el acto sexual. El problema del SIDA es más un problema de

salud pública, pero que también, en el fondo, es un problema de no saber amar, de no

conocer el amor, es un problema de educación pública. El que no sabe amar violenta al

otro y a su cuerpo mismo, no se quiere a sí y entrega al otro el cuerpo ultrajado por los

errores de no saber cómo, cuándo y qué es el amor. Quien ama sin saber amar, sin saber

que amar es otreidad aceptada y corresponsabilizada de la existencia en el diálogo abierto,

de veinte mil formas y símbolos, enferma de muerte a quien se acerque a él.

La percepción inmediata por parte de las instituciones de gobierno que vigilan y

controlan la salud del social y en particular del adolescente, es la de falta de conocimiento;

inclusive en las familias de clase media y baja primordialmente, el regafio no es por el

embarazo, sino por no saber prevenirlo, por no educarse sexualmente. En ambos casos,

tanto institucional como familiarmente, la preocupación reside en las técnicas de

sexualidad. El problema, para ser francos, está miis en l a s instancias medias de difusi6n y

aplicación directa de los programas de educación sexual que de la planeacih y contenido

de fa misma, comenta en su artículo Jaime González:

“La postura del Programa de Desarrollo Educativo es congruente con los enfoques

que conciben a la sexualidad como una dimensión compleja de la personalidad y, por

tanto, de la interacción social, que comprende tanto los aspectos biológicos y

reproductivos como aquellos relacionados con el erotismo, presentes en todos los hmbitos

de la actividad individual y social...”’

i

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Esto muestra que los encargados de apoyar la planeación educativa en México son

gente sumamente enterada del problema en su esencia, sin embargo hay la carencia de la

base magisterial en tanto conocimiento que puedan apoyar un programa de eroticidad de la

población, pues ello requiere una alta sensibilidad amorosa, que por idiosincrasia, el

individuo mexicano tiende a ocultar. Es decir, por desgracia el mexicano en general, y en

particular el magisterio, es una persona introyectada y sumamente secreta en su práctica

sexual, ello conlleva, necesariamente, la pérdida de objetividad del erotismo, de la

sensibilidad experimentada al grado de conciencia, pues todavía el sentimiento de culpa

obnubila la riqueza de la experiencia sexual.

Así planteado el asunto, el erotismo social, del hombre común y corriente y del joven

de las escuelas, no existe, no es tomado en cuenta por la educación, porque el

cuestionamiento mismo del erotismo crea problemas, más en una sociedad tan tradicional

como México. El erotismo se reduce peligrosamente a la imagen distorsionada que

presentan, como “alternativa de educacibn”, los programas de televisión, las películas, o el

“erotismo” mismo que los adolescentes observan en sus propios hogares, que es una

“erotismo” carente de valor alguno, pues hay una confisión de elementos que en sí son

valiosos, pero que en su uso de una libertad mal entendida, se desvirtúa su valor, tal es el

caso de la caricia, la desinhibición, la creatividad y la imaginación, etc. Así, el erotismo

percibido y practicado por los jóvenes, al no contar con una educación que no vaya a la

razón sino a la libertad de los cuerpos sensibles como canales de aprehensión de horizontes

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para la vida, y al amor como último y fundamental medio de comunicación humana,

tienden a llevar su sexualidad a la promiscuidad dolorosa.

“Las paradojas contemporáneas del sexo y del amor tienen una cosa en común, a

saber, la trivialización del sexo y del amor, anestesiando la sensación con el fin de

_ I ) ’ desem.peñarse . , mejor, empleando el sexo como una herramienta para probar una hazaña y

la identidad, usando la sensualidad para ocultar la sensibilidad, hemos castrado el sexo

dejándolo soso y vacío.

La trivializacíón del sexo ha sido ayudada e inducida por nuestra comunicación de

masas. Porque la plétora de libros sobre el sexo y el amor, que inundan el mercado, tiene

una cosa en común: simplifican exageradamente el amor y el sexo, tratando el tópico como

una combinación de aprender a jugar tenis y de comprar un seguro de vida. En este

proceso hemos robado al sexo su poder, esquivando al eros y terminando por

deshumanizar a ambos.”’

Esta percepción social de la sexualidad y el erotismo raya en lo cómico y absurdo,

pero siempre teniendo el tinte amarillista de la publicidad de mercado. Es por desgracia la

que crea un estereotipo de sexualidad que la masa toma como aceptado y bueno. En

muchos países del mundo lo que sale por TV es considerado un valor, una conducta buena

a seguir.” El amor es el amor de Pedro Infante, con todas sus connotaciones; la sexualidad

es el que se ejercita en las telenovelas y el erotismo es el de las películas AAA. La

educación sexual requiere de una reinterpretacibn crítica del lenguaje que “expresa

~ _ _ _ 9

10

” -

Rollo, May, “El amor y la voluntad”, Emecé, Buenos Aires, 1971, pp.57-58. Renero Quintmar, Martha, Revista de UIA de investigaciones sociales, “Hablan los televidentes”,

Dic, 1982, Núm.4. p.33.

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sexualidad, amor, erotismo” y que tienen entrada a todos los hogares. El erotismo está en

manos de la economía de mercado del país, a través de la dramatización exagerada

ridículamente de escenas de amor en telenovelas, se suaviza y se permea un erotismo

vulgar, mojigato, o por el contrario, extremadamente lleno de compasión y melancolía

patológicas, o llenos de una violencia, el amor y el sexo se hacen “corrientes” y sin más

dimensión que el placer animal y una sensualidad barata.

“Un año antes de que Conchita se fuera a estudiar, Pedro ”su papá-- conoció a un

joven de nombre Juan, huérfano y que por ilegítimo no era reconocido por sus parientes: A

los veintidós años Juan permanecía soltero y sin casa propia. A Pedro le simpatizó y lo

invitó a vivir con ellos durante ese año. Conchita tenía catorce años en esa época y pronto

se hizo la novia secreta de Juan. Al año siguiente Conchita abandonó el pueblo, pero

durante los diez años que siguieron ella y Juan se l a s ameglaban para verse cada vez que

ella regresaba a casa. Mientras tanto é1 tenía otras novias y comenzó a tener hijos con

diversas mujeres. Conchita también tuvo novios en la escuela......””

El amor se mezcla con abandono, con violencia, con hambre y suciedad; al mismo

tiempo la sexualidad se mezcla con comerciales de autos, de mujeres bellas, con

accesorios de la superfluidad de la sociedad de consumo, con frases que se convierten en

muletillas y en la totalidad del discurso amoroso y sexual de la juventud que no contiene

otra semántica que la de la oferta y la demanda; todo ello contribuye a que el erotismo se

esconda en la mojigatería y en el comercio del auto y tarjetas de crédito, de tal manera que

incluso una persona erótica es aquella que huele bien, con el aroma de un perfume o que ” ...~___

I ! Lewis, Oscar, Antropología de la pobreza”, FCE, México, 1964, p.57.

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viste bien, con el traje de una compañia. Vistas así las cosas, la percepción del erotismo de

la sociedad, y luego su constitución en una sensibilidad estética que procree la educación

en los adolescentes, es totalmente una agresión a la dimensión de la libertad erótica del

hombre, que tiene todo que ver con el conocimiento de la vida.

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CAPÍTCJLO II

Erotismo y el arte de la formación del hombre.

a) Arte y erotismo en la educación.

El arte es el: mejor medio para educar, es la manera como el hombre refleja lo que el

entorno social le señala como mejor para la vida. En las obras de arte y en la actitud del

verdadero artista, está la cultura de los pueblos, en el sentido de que en una pintura, en una

escultura, etcétera, el artista trató no intencionalmente de expresar al pueblo lo que éste

mismo era, sino que el artista y su obra fungen de intermediarios en el diálogo entre el

pueblo y su espíritu a nivel Hegeliano. Hay una evolución histórica de lo que en un pueblo

pasa en la vida, es decir, cada vez más el pueblo toma conciencia de los errores y de los

aciertos de su sociedad que le acercan o alejan a una vida cada vez más feliz. Hay una

relación intrínseca, entonces, entre lo que sucede a l a s sociedades y lo que hace el arte; el

segundo es la voz de lo que es el primero pero en el sentido más de anunciación del futuro

que de descripción llana del presente, por eso el arte siempre es extemporáneo, pues no

pertenece a su tiempo, su tiempo sólo le despierta.

El arte es, pues, una especie de censor que da cuenta de lo que está sucediendo en los

tiempos en tanto que son memoria histórica y visión de futuro. El enlace entre la memoria

y lo que hace el artista es fundamental. Si el arte expresa la cultura, la manera de ser del

hombre como expectativa de la vida; la memoria histórica es recordar el origen de la

manera feliz o dolorosa de ser de un pueblo, y que es peculiar de sus individuos, del grupo

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que se incrusta en las relaciones mismas de la sociedad como un constituyente

insoslayable. Se puede decir que el arte es la misma memoria del hombre o un canal

fundamental de ella. Pero lo que le hace importante como memoria, es que no es un

“recordar” lo que alguien o alguna sociedad hizo o no hizo basándose en una ideología, a

una manipulación mental de la realidad, no, el arte es la memoria dolorida, es la expresión

que emerge de lo más originario del padecimiento vital, y es que el artista es un ser

desnudo que se conmueve por todo, y todo lo expresa mediante un técnica que cultivó para

no morir ahogado por su necesidad de “vida o muerte” de expresarse. El artista se

sorprende de lo que su obra misma esta “diciendo”, pues en ella se reconoce como alguien

que sensibilizó un acontecer de la sociedad, de la vida, que le dio forma. La persona del

artista es alguien en quien la historia hace remolino y arroja el tiempo a otra dimensión. Y

es que el artista cuando hace su obra platica con el deseo humano, arca de frustraciones y

horizonte de sueños. El artista ve en su obra a la humanidad, é1 da su vida para que la raza

humana escriba el texto de su experiencia. Poesía, pintura, escultura, música, arquitectura,

etcétera, son textos simbólicos que requieren la interpretación desde la comprensión de la

vida; aquel que no esté hundido en los límites de la vida no entenderá la obra de arte, se

requiere la sensibilidad del espíritu, por eso el arte, más que educar, cultiva, es decir,

vuelve a la tierra al sujeto, lo pierde entre las formas y los colores de su obra, que en todo

caso, es colores y formas del deseo social. Por eso el arte es necesariamente social, no

existe l’art pour l’art:

“El arte puede elevar al hombre del estado de fragmentación al de ser total,

integrado. El arte permite al hombre comprender la realidad y no sólo le ayuda a soportarla

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sino que fortalece su decisión de hacerla más humana, más digna de la humanidad. El arte

es, en sí mismo, una realidad social. La sociedad tiene necesidad del artista, el brujo

supremo, y tiene derecho a pedirle que se consciente de su función social. Ninguna

sociedad ascendente ha puesto jamás en duda este derecho, al contrario de las sociedades

decadentes. El artista empapado de las ideas y de las experiencias de su época no sólo

quiere representar la realidad sino también darle forma. El Moisés de Miguel Angel no es

sólo la imagen artística del hombre del Renacimiento, la expresión en piedra de una nueva

personalidad, consciente de sí misma. Es también una orden en piedra que Miguel Angel

da a sus contemporáneos y a sus mecenas: “así es como deberíais ser. La época en que

vivimos lo exige. El mundo a cuyo nacimiento asistimos lo necesita.”12 El mismo autor

más adelante dice:

“En una sociedad decadente, el arte, si es verdadero, debe reflejar la decadencia. Si

no quiere perder la fe en su función social, el arte debe mostrar el mundo como algo que se

puede modificar. Y debe contribuir a m~difícarlo”’~

El arte en tanto que lo hace un alma especial, sumamente abierto y en vigilia de lo

que sucede en su alrededor, representa un peligro para toda sociedad, porque además de

captar lo que otros no pueden captar, es un ser atrevido, “blasfemo”, que irrumpe

abruptamente en moldes carcomidos de la sociedad, es su función. El joven adolescente

está en la edad en que su formación está en potencia pura, hace falta educar su sensibilidad

- l2 Fischer, Ernst, “La necesidad del arte”, Península, Barcelona, 1978, p. 54. l3 Idem, p.56.

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32

p r a la apertura total, y enseiiarle una técnica de expresión que le permita desahogar lo que

su alma sensibilizada tenga como consuetudinaria conmoción estética.

El erotismo también es una expresión inaudita, innovadora, que viene de la nada

vivida y que representa, ai igual que el arte, un deseo de vida en primera instancia

--proponiendo formas de ella--, y en segunda instancia una afirmación de la existencia

humana en la libertad, a partir de la cual el hombre, en las situaciones límites de sus

decisiones, forja y conoce de sus virtudes, individuales y de grupo. El erotismo, pues, se

parece al arte en lo “indecentes”, en lo “vanguardistas”, es decir, en que son guardias de

avanzada, que cuidan de la vida no en su pennanencla, sino en su arrojo hacia el futuro. Si

el arte es memoria de los pueblos en las obras, el erotismo es la memoria del cuerpo, de la

carne que “juega” entre el dolor y el placer.

En este sentido, el erotismo, del que se puede y debe hablar en sentido genérico, se

relaciona con el libertino, con el que se mofa y “alburea” a costa de las “buenas formas”

sociales; es una forma que tiene el subyugado, el esclavo, el plebeyo social, de incursionar

en la alcoba de la reina y renegar de su sexualidad “limpia y pura” que representa para el

dolor del hambre y la pobreza.

“En el siglo XVIII el libertinaje se volvió filosófico. El libertino fue el intelectual

crítico de la religión, las leyes y las costumbres. El deslizamiento fue insensible y la

filosofia libertina convirtió al erotismo de pasión en crítica moral. Fue la máscara ilustrada

que asumió el erotismo intemporal a l llegar a la Edad Moderna. Cesó de ser religión o

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profanación, y en ambos casos rito, para transformarse en ideología y opinión. Desde

entonces el falo y la vulva se han vuelto ergotistas y fiscalizan nuestras costumbres,

nuestras ideas y nuestras leye~.”’~

33

Hay una similitud, altamente peligrosa para los totalitarismos de Estado, entre el arte

y el erotismo. Si la educación sexual implantada por los gobiernos consideraran su

inclusión como ejes fundamentales de la sensibilidad del futuro ciudadano, estaría a la

postre abriendo la mejor ventana para la adquisición de la conciencia social por parte del

individuo. Tener conciencia está claro que es contraproducente para el poder de los

gobernantes, pues ella significa saber del valor de l a s cosas, los actos, los sucesos, las

palabras, valor que a su vez quiere decir que son fundamentales como parámetros éticos e

ideológicos para la organización de la sociedad, que claro está, sería una base de

organización basada en la segunda instancia de una educación así, la de darse cuenta del

sentido de la vida. Las sociedades caen en apatía cuando sus individuos no saben a donde

van, hacia donde, en todo caso, les dirigen, es decir, cuando no tiene conciencia. El

erotismo, al igual que el arte, abren carnes adormecidas, les abren a la vida en el mismo

instante de la sorpresa de ver, percibir, sentirse diferentes, a la vez que se reinstaura el

contacto humano como acortamiento de diálogos, se reinstaura el sentido del beso y de la

caricia, del placer y de la fuga, de la plática entre nuevas formas, que a la postre, sugieran

nuevas formas de dialogar socialmente y bajo otras premisas de normatividad.

14 Paz, Octavio, “La llama doble”, Seis Banal, Barcelona, 1993, p.25

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La educación sexual como arte y erotismo se inscribe en el proyecto no de una

reforma de la sociedad, sino de una innovación que corresponda con la naturaleza de

aquellas. Se puede habtar de una utopía, de una tierra del más allá que haga referencia al

más allá del arte y del erotismo, del más allá donde aguardan experiencia de amor y

sexualidad, individuales y de grupo, que no sólo tienen como fin la conservación de la

especie, sino la espiritualización del cuerpo, para que así se done la memoria del

atrevimiento vivido y no de la cobardía soportada.

“Soy moral no cuando hago lo que debo --ipuf!-- sino cuando me atrevo a hacer lo

que quiero. Lo que realmente quiero” ... .”Después de todo, si es en última instancia la

sociedad en que vivimos la que aprueba o condena determinada gama de

comportamientos, en tanto miembros de dicha sociedad podemos, nosotros solos, ayudar a

la ampliación de dicha gama.”15

b) La sexualidad inhibida.

La educación es el medio que tiene la sociedad no para transmitir las creencias y

costumbres de l a s viejas generaciones, como lo escribió DurkheimI6, sino para transmitir la

experiencia, en primera instancia de una sociedad, y después de la humanidad. La

experiencia se entiende como la sabiduría de los viejos, pero más que como costumbres, se

trata de un agudo sentido del valor de la vida. En la esencia de la experiencia, detrás de

tradiciones, ideologías, religiones mismas, está un transcurrir de la vida que queda

I S ”

Fernando Savater y D, Bell, respectivamente citados por Francisco Delfin, en la revista “Básica”,

Durkheim, Emile, “Educación y sociología”, Linotipo, Bogotá, 1979. Eduación sexual, SNTE, Año IV, Mayo-Junio, 1997, N.17, pp.36,39. 16

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sedimentada en el lenguaje humano. Las formas simbólicas de las que habla Cas~irer'~,

como el mito, el lenguaje, el arte, la ciencia, contienen la visión y el dolor de cada hombre

y grupo de l a s diferentes épocas de la humanidad, contienen su perspectiva vital, su

horizonte; pero todas ellas, además, convergen en que son expresión del hombre, son

lenguaje, son manifestación de intenciones, inquietudes, anhelos de pueblos y épocas

enteras. En ese lenguaje, subrepticiamente, se crean su espacio el amor y el sexo, el

erotismo y la caricia pasional. Todo un trabajo de investigación y de mucho valor

representa el libro de Foucault "Historia de la sexualidad( 1989), representa esa búsqueda

del origen de la relación entre sociedad, moral, sexualidad, erotismo, que se desvela en las

prohibiciones no tanto de práctica sexual, sino de nombrarla. El hecho de nombrar, de

utilizar ciertos conceptos que correspondan con una práctica sexual, da señal de la libertad

o de la prohibición que el hombre tiene no para la sexualidad a secas, sino para lo que

representa, a saber, la capacidad de amar, de relacionarse con el otro en la caricia, de

explotar en el placer en el cuerpo del amado, de ser sano, abierto, sumamente apreciador

de la vida, y por tanto, del otro y de sí mismo.

Quisiera en esta parte dejar casi la palabra a Foucault, pues representa, en lo que

escribe, la idea principal de este inciso. Esto porque la educación sexual, Io que menos

pretende, es inhibir la potencialidad, variedad y riqueza de la sexualidad del adolescente.

En la medida en que logran, los programas de educación sexual, que el joven lleve su

sexualidad a armonizar con el amor, la creatividad, la responsabilidad, respeto y cuidado

de y con el otro, los futuros individuos construirán una sociedad saludable, cuya violencia _._____~ ~.""___-~.~"""____I_ "" ~

17 Cassirer, Erns, "Filosofia de las formas simbólicas", FCE, México, 1985.

35

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se disipará al no tener fuertes problemas psicológicos respecto a su emocionalidad sexual

--este planteamiento lo expone G . R. Taylor (1988), que se comentará algo más abajo--.

“De los antiguos libertinos nace todo un pequeño pueblo, diferente a pesar de ciertos

primazgos. Desde las postrimerías del siglo XVIIl hasta el nuestro, corren en los

6 . intersticios de la sociedad, perseguidos pero no siempre por las leyes, encerrados pero no

siempre en las prisiones, enfermos quizá, pero escandalosas, peligrosas víctimas presas de

un mal extraño que también lleva el nombre de vicio y a veces el de delito. Niños

demasiado avispados, nifiitas precoces, colegiales ambiguos, sirvientes y educadores

dudosos, maridos crueles o maniáticos, coleccionistas solitarios, paseantes con impulsos

extraños: pueblan los consejos de disciplina, los reformatorios, las colonias penitenciarias,

los tribunales y los asilos; llevan a los médicos su infamia y su enfermedad a los jueces.

Trátase de la innumerable familia de los perversos, vecinos de los delincuentes y parientes

de los locos. A lo largo del siglo llevaron sucesivamente la marca de la “locura moral”, de

la “neurosis genital”, de la “aberración del sentido genético”, de l a “degeneraci6n” y del

“desequilibrio psíq~ico’~.”’~

Las palabras con que se califica a una persona, los adjetivos y la jerga misma que

circula en l a s aulas, prescribe de antemano ciertas prácticas y ciertas relaciones de amor y

sexo. Es decir, la Educación Sexual, en tanto programa de gubernamental, contiene un

lenguaje de censura que va de acuerdo con la visión que los investigadores de la SEP

tengan respecto a la sana sexualidad del adolescente. Sin embargo, se debe contemplar que

ese lenguaje que se utiliza en la educación, se ve infiltrado por otro tipo de lenguaje, de

36

18 Foucault, Michel, “Historia de la sexudidad’, Siglo XXI, México, 1989, p. 53 .

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discurso, principalmente el de la publicidad, de la cotidianeidad, de la intelectualidad, de

la política y de las creencias religiosas, que conforman lo que se llama las ideologías

sociales, y que a la postre, valoran, legalizan, inclusive conceden un parámetro de verdad

no sólo a lo que se dice sino a lo que se hace. La praxis está ordenada por un lenguaje de

ideplogía que alcanza las aulas mismas. La .sana conformación de un lenguaje en la

educación sexual, será garantía no sólo de un forma de pensar del individuo adulto, sino de

su práctica misma del amor. El peligro está en que si el lenguaje de la educación inhibe,

con su significado mismo dado por las ideologías, la sexualidad, e inclusive excluye el

erotismo, o si el nombre mismo significa para la mente y las emociones del pueblo una

libertad sana. Escribe Foucault:

''LQué significa la aparición de todas esas sexualidades periféricas? ¿El hecho de que

puedan aparecer a plena l u z es el signo de que la regla se afloja? ¿O el hecho de que se les

preste tanta atención es prueba de un régimen más severo y de la preocupación de tener

sobre ellas un control exact^?."'^

La forma en que habla el pueblo es un sensor de la represión o no que ejercen los

gobiernos u otras ideologías que pretender tener la verdad sobre la praxis de la misma, y

luego, influenciar un tipo y nivel de conciencia, que a la postre, como ya se ha dicho, será

la manera como el indrviduo valore y encuentre el sentido de la vida.

"Lo importante quizá no resida en el nivel de la indulgencia o la cantidad de

represión. sino en la forma de poder que se ejerce. Cuando se nombra, como para que se

"

19 "."___I -

Foucault, Idem, p.53.

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levante, a toda esa vegetación de sexualidades dispares, ¿se trata de excluirlas de lo

real?”*’

En los discursos escolares, entre pedagogía y legalidad, entre realidad y verdad

, científica, el lenguaje nombra y autoriza una conciencia, una valoracicin de la sexualidad.

Sin embargo su mecanismo es muy sutil, con el nombrar se selecciona, se instaura, se

moldea la sensibilidad del hombre, se da una “clase” al sexo y una raza, se da un castigo y

se anula la existencia con el sólo hecho de nombrar al sexo de equis manera, primero en la

educación, después en la sociedad misma. De esta manera, en este subtema, el deseo es

dejar en claro y contribuir al cuidado que se debe tener al utilizar cierta clase de lenguaje,

de adjetivos, de nombres mismos de la sexualidad, pues desde ahí ya se puede estar

vencido en las buenas intenciones del programa; recuérdese que nombrar, poder nombrar

es tener el Poder sobre aquello que se nombra. Agrega Foucault:

“El placer irradia sobre el poder que lo persigue; el poder ancla el placer que acaba

de desembozar. El examen médico, la investigación psiquiátrica, el informe pedagógico y

los controles familiares pueden tener por objetivo global y aparente negar todas las

sexualidades erráticas o improductivas; de hecho, funcionan como mecanismos de doble

impulso: placer y poder. Placer de ejercer un poder que pregunta, vigila, acecha, espía,

excava, palpa, saca a l u z ; y del otro lado, placer que se enciende al tener que escapar de

ese poder, al tener que huirlo, engafiarlo o desnaturalizarlo. Poder que se deja invadir por

el placer al que da caza; y frente a é1, placer que se afirma en el poder de mostrarse, de

escandalizar o de resistir. Captaci6n y seducción; enfrentamiento y reforzamiento

2o Wid, p.54. .~ - -~ _____.

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recíproco: los padres y los niiios, el adulto y el adolescente, el educador y los alumnos, los

médicos y los enfermos, el psiquiatra con su histérica y sus perversos no han dejado de

jugar este juego desde el siglo XlX. L o s llamados, las evasiones, las incitaciones circulares

han dispuesto alrededor de los sexos y los cuerpos no ya fronteras infranqueables sino las

espirales perpetuas del poder y del placer”*’ ...” Es posible que Occidente no haya sido

capaz de inventar placeres nuevos, y sin duda no descubrió vicios inéditos. Pero definió

nuevas reglas para el juego de los poderes y los placeres: allí se dibujó el rostro fijo de las

perversiones. Directamente. La implantación de perversiones múltiples no es una burla de

la sexualidad que así se venga de un poder que le impone una ley represiva en exce so... 9922

En este mismo sentido, pero entendiendo la inhibición sexual a partir no ya de un

discurso de poder social, sino de una “frustración”. psicológica de los individuos de un

grupo social o de la sociedad misma, T a y l ~ ? ~ propone la teoría histórica social del cambio

de estructuras a partir de la conformación de relaciones afectivas madre-hijos, padre-hijos,

que los miembros de la sociedad superan de manera saludable. Basa su teoría en un

inconsciente colectivo de tipo freudiano. La imagen de la madre o del padre que difunda

una sociedad a través de su cultura, manipulada o no, se vuelven sostenedores de una

seguridad que a la postre repercutirá en l a s sanas relaciones, desde sexuales hasta de

trabajo de sus individuos.

“El patrismo se expresa en coherentes actitudes hacia el arte, la investigación

científica y la propiedad. Le preocupan conceptos de castigo muy estricto a las

21 Ibid, p.59. Ibid, pp. 6 2 6 3 .

23 Taylor, G. R., “The Angel-Makers”, Heinemann, Londres, 1958.

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irregularidades sexuales en especial: se señalan la masturbacih y el homosexualismo

como los tipos más odiosos de comportamiento desviado.

Por otra parte, el matrismo se expresa en actitudes liberales on política, religión y

cuestiones sociales. Va asociado a un alto concepto de la naturaleza, frecuentemente

personificada como mujer ... suelen preocuparse excesivamente por el incesto como

problema social y personal, y casi no preocuparse por el homosexualismo, preocupación

central del patrista conservador.”*‘

Lo que se descubre es que la práctica sexual y erótica de los jóvenes, y de la

población en general, se ve conducida, en el mejor de los casos, y disefíada, en el peor, por

los valores que son exaltados por las diferentes instituciones sociales. Si la sociedad, a

través de una publicidad política instaura imágenes de reputación, sea para interés de

partido o no, a la madre, al padre, al maestro, al trabajador, al niño, a ia justicia, a la

democracia, a la salud, al arte, a la creatividad, etcétera, de acuerdo con esa exaltación se

conformará, a través o no de la vía de la intrucción publica, una práctica sexual y erótica,

que a la postre puede resultar contraproducente o benéfica con los planes de desarrollo

social del Estado.

c) La sexualidad abierta.

¿Sexualidad abierta es lo mismo que sexualidad moral, si es que esto existe? o por el

contrario ¿se hace referencia a una sexualidad heterodoxa? Hablar de sexo es meterse en

~ _ _ _ _ _ _ ~ 24

__”.I_ .__ ~”

Mcleish, John, “La teoría del cambio social”, FCE, México, 1984, pp.82-83, comentando las ideas de Taylor de su libro “The sex history’’.

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un problema que necesariamente , al atacarle, arrojará luz sobre las relaciones entre los

hombres.

Otra pregmta forzada es si hablar de sexo se habla de amor y de erotismo; y si es así,

en qué sentido se hace. En primer lugar, hablar de sexualidad abierta se quiere decir que se

debe hablar de la sexualidad sin tapujos, sin tabúes ni prohibiciones, que como se vio,

brincan entre la moralidad y la legalidad. Pero entonces se corre el riesgo de que se tache

lo que se exprese de inmoral, de heterodoxo, o incluso de pervertido. Y es que la

sexualidad puede, y de hecho lo hace, herir sensibilidades que guardan su sexualidad

fuertemente vigilada, inclusive se sienten invadidos en la vida privada grupos, sectas y

hasta sociedades enteras. No cabe duda que la sexualidad es cultural, que lo que se diga de

ella sufre connotaciones diferentes, y por tanto, restricciones y hasta coacciones extremas

dependiendo del grupo y la época en que se diga qué de la sexualidad.

Tal vez este misterio que esconde desde castigo y placer, sean tan vituperado porque

representa para el hombre tocar el umbral de una función biológica de reproducción y un

uso consciente del placer. El placer ha sido apartado para los dioses, no para los simples

mortales. Esta connotaci6n triple que da la sociedad, entre placer, dolor -en tanto que

castigo o mal nacimiento-- y sacralidad de la sexualidad, le hacen ser una práctica social

que está en la cuerda floja de la prudencia, de la mesura. Estas actitudes de mesura han

sido simbolizados de diferentes maneras a lo largo de la historia. Recuérdese tal vez no

tanto la mesura sino la herramienta para implantarla. A la mente viene de manera pronta

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los conventos, la vida reiigiosa; por otro lado ciertas prácticas de aislamiento o cuarentena;

inclusive los extremos de considerar perversos y locos para usar entonces medios como

catacumbas o islas para su destierro, actualmente vemos desde castigos familiares hasta

programas de prevención sexual mediante uso de condón. Todas son herramientas para

tratar de que el individuo no coma de es “Fruto prohibido”, por lo menos de manera tan

abierta como su presencia y deseo en el hombre emergen.

No cabe duda que la sexualidad significa para el adolescente el placer “eternamente”

prohibido, y por contraposición, “eternamente” deseado, de la desnudez del otro. La joven

es un fiuto prohibido, esconde una dicha que tiene su pecado en lo que se entiende como

precocidad. Es decir, después de pasado un tiempo, y en la clase media mexicana, el joven,

no la joven, tiene el “permiso” para practicar el sexo, siempre y cuando sepa de cómo

“usarlo”. A lo que se quiere hacer referencia es al hecho de que el adolescente no entiende

que “todo tiene su tiempo”, está bien, pero ¿qué significa eso? preguntan y con justa razón.

La sexualidad abierta se da en sociedades altamente totalitarias, como aquellas en

que todas las actividades, privadas y públicas, están reglamentadas y “toleradas” por el

Estado, inclusive las huelgas y los conciertos de rock donde la sexualidad se exhibe como

parte de la fiesta; es decir, que hasta el dormir y el comer están no solamente reglados,

normativizados, legislados, sino que además son resultado de proyectos de empresas de

investigación que “saben” lo que el joven necesita para su “sano” crecimiento (Cuba, E.U.,

México, Alemania). Entonces ese “todo a su tiempo” se convierte en un engaiio, se

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convierte no en un tiempo natural de¡ amor y la atracción fisica, sino en un tiempo

funcional, utilitarista, mejor dicho, operacional. Recuérdese que en todos los tiempos han

existido amores heterodoxos, que se salen de un camino establecido para poseer a la

amada o al amado. Los Cantares de gestas, Romeo y Juiieta, un Don Juan Tenorio, un

Marquez de Sade con sus narraciones, las comunas hippies, las orgías del Decamerón,

etcétera, que representan esas alternativas de romper con una sexualidad impuesta desde

ideolodas sociales. Si hay en la historia de la humanidad movimientos que no se alienan a

un discurso y praxis oficial, son el anor y el arte. Dice Paz:

“La herencia que nos dejó 1968 fue la libertad erótica. En este sentido el movimiento

estudiantil, más que el preludio de una revolución, fue la consagración final de una lucha

que comenzó al despuntar el siglo XIX y que prepararon por igual los filósofos libertinos y

sus adversarios, los poetas románticos. Pero ¿qué hemos hecho de esa libertad?

Veinticinco años después de 1968 nos damos cuenta, por una parte, de que hemos dejado

que la libertad erótica haya sido confiscada por los poderes del dinero y la publicidad; por

la otra, del paulatino crepúsculo de la imagen del amor en nuestra sociedad. Doble fracaso.

El dinero ha corrompido, una vez más, a la libertad. Se me dirá que la pornografia

acompaña a todas las sociedades, incluso a las primitivas; es la contrapartida natural de las

restricciones y las prohibiciones que son parte de los códigos sociales. Y en cuanto a la

prostitución: es tan antigua como las primeras ciudades; al principio estuvo asociada a los

templos, según puede verse en el poema de Gilgamesh. Así pues, no es nueva la conexión

entre la pornografia, la prostitución ... La sociedad capitalista democrática ha aplicado las

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leyes impersonales de¡ mercado y la técnica de la producción en masa a la vida erótica. Así

la ha degradado, aunque como negocio el éxito ha sido inmenso."25

Y es que la vituperación de la sexualidad surge a partir de que se enseña al joven una

<<Educación Sexual>> supeditando, el amor al sexo; cuando, por el contrario, debería de

planearse una <<Educación amorosa>>, pues el amor contiene al sexo, no el sexo contiene

al amor; lo segundo sólo sucede en las especie animales, y ni así, pues en ellos sÓ10 el sexo

existe.

La educación sexual impiicaria, pues, la apertura, no ya tanto en lo que respecta a un

erotismo libertario, que a la postre se dará necesariamente, sino al amor, a un

romanticismo moderno, donde la sabiduría platdnica se implantara, aquella en donde el

placer máximo surge del "deseo intelectual". Hoy hay la suficiente inteligencia para amar

bien, y luego sexualizar bien edy con el otro. Este amor intelectual es el que enseña a ser

prudente con los actos desde la capacidad de pensamiento que surge de la educación en

general. Se trata pues, de enseñar a amar, de enseñar a pensar en el amor, a enseííar a que

se piense en las emociones, comenzando por saber qué es el amor a través de "veinte mil

vías" para incursionar en éI, en el amor: poesía, dinámicas gestalt, reuniones de diálogo y

acompañamiento, encuentros literarios sobre el amor y el ser del hombre, excursiones,

bailes, deportes, pero sin satanizar, sino por el contrario invitar a que expresen su

sexualidad entre todos, etcétera.

25 - " - ~ . " ~ ~ . " _ ~ - I _ ""

Paz, Octavio, Op. cit., pp. 157-158.

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La educación sexual no tiene nada que ver, en esencia, con “pasos y técnicas” para la

práctica del mismo, y sí tiene mucho que ver con la educación de las capacidades humanas

en su conjunto que fortalezcan la inteligencia, el encuentro, el diálogo, el saber acercarse

al otro, pues es el medio para que el pensamiento del joven vaya tomando conciencia de sí

<<entre los demás>>.

Esto es que el amor, como condición suprema de la sexualidad, requiere a un

cómplice que le “diga” al sujeto del amor cuál es la carencia ontológica por la cual le ha

surgido el amor y a través del cual quiere aliviar su “inestabilidad e incomplitud” también

ontológica. Este cómplice que está en el mismo sujeto enamorado, es la inteligencia, el

pensamiento. Éste descubre, por su alta conspicuidad fortalecida, de manera critica y clara,

lo que necesita el sujeto desarrollar, alimentar, completar, sean conocimientos o

habilidades; reconociendo t a l carencia ontológica es por lo que se aman los libros y

también se llega a amar a los instrumentos, porque se les necesita; también por dar o

necesitar caricias o compañía, es por lo que se ama un cuerpo que se sublime al ser y al dar

caricias; tambibn se ama una cosa, o un jarrón, pues también el hombre ama la seguridad

de la materia y el consejo del pasado. Todos ellos son objetos que de alguna manera es th

en potencia de pasar a formar parte del ser carente que les desea, es decir, de aquel que les

ama por tal motivo.

Si el amor tiene un interés es el interés de ser más, de tener más ser. Sin embargo, el

problema surge cuando la inteligencia, el cómplice del amor, el pensamiento, se ve

obstruido, ya sea por una educación deficiente, o por un lenguaje publicitario que

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escamotea el ser del hombre en sus naturales carencias, también llamadas virtudes, o por

los lenguajes autoritarios de ideologías establecidas como creencias de poder. Hacer una

Educación Sexual implica comenzar por desenmascarar el lenguaje con el que se educa la

inteligencia, con el que se enamora el adolescente.

Si se ve, por lo dicho arriba, la sexualidad es sólo una manera de completar el ser,

incluye . . la fruición, el rito de posesión del objeto amado y a su vez la posesión. El que ama

desea poseer al otro, al que representa la continuación en su desarrollo de todo lo que es: al

libro, a la casa, a la pieza musical, al árbol, a la mesa de la abuela, etcétera. La naturaleza

misma del hombre es amatoria, luego sexual, sin embargo el problema es el juego social

del amor, es ese comerciar con los sentimientos que todo tipo de industria explota a nivel

de mercado. En la medida que el hombre pueda decir lo que siente, es decir, lo que deseo

surgido de lo que no es pero pretende ser junto con el otro al que le sucede los mismo, en

esa medida la educación “sexual” tendrá éxito, lo demás son paliativos.

La sexualidad abierta busca por ella misma al dialogante de sentimientos y de

caricias corporales, cuando hay una comunidad comunicativa “limpia” de intereses e

ideologías, l a s cuales lo que fundan es una erótica, es decir, un morbosos juego corporal

sin sentido, o quizá el de la venta. El hombre mismo tiene su sexualidad enamorada que

persigue la procreación junto con la muerte del placer, que busca el acercamiento en el

beso y la caricia, en el abrazo y en la mirada que en el fondo aceptan la complicidad del

otro en la búsqueda de la vida, de la felicidad no allá, sino aquí en la sociedad. La

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sexualidad abierta implica responsabilidad, conocimiento y cuidado26 de aquello que la

inteligencia develó como “pareja” ai haber develado antes una necesidad y carencia

ontológica del amante.

Se trata, además, de en l a educación sexual no llevar nada más al joven a cumplir

como procreador, como responsable de una familia o de una pareja, de ser “astuto” para la

prevención del embarazo, o darle el conocimiento de técnicas de legrados y clínicas de

atención pública “gratuita”, o quizá de enumerar lugares de ayuda a madres solteras,

etcétera, no; se trata de que el joven y el hombre social se mire en su sexualidad, se

encuentre en una manera de ser y de sentir, como dice Paz:

“El erotismo es el reflejo de la mirada humana en el espejo de la naturaleza. Así, lo

que distingue al erotismo de la sexualidad no es la complejidad sino la distancia. El

hombre se refleja en la sexualidad, se baila en ella, se funde y se separa. Pero la sexualidad

no mira nunca el juego erótico; lo ilumina sin verlo. Es una luz ciega. La pareja está sola,

en medio de esa naturaleza a la que imita. El acto erótico es una ceremonia que se realiza a

espaldas de la sociedad y frente a una naturaleza que jamás contempla la representación.

El erotismo es, a un tiempo, fbsión con el mundo animal y ruptura, separaci6n de ese

mundo, soledad irremediable. Catacumba, cuarto de hotel, castillo fuerte, cabaila en la

montafia o abrazo a la intemperie, todo es igual: el erotismo es un mundo cerrado tanto a la

sociedad como a la naturaleza. El acto erótico niega el mundo: nada real nos rodea excepto

nuestros fantasma^.'^^'

26 Fromm, Eric, “Ética y psicoanálisis”, FCE, México, 1964. 27 Paz, Ocravio, “Un más allá erótico: Sade”, Vuelta, México, 1993, pp.24-25.

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El individuo social tiene su niñez y su juventud para oler la promesa que su cuerpo le

brinda, promesa que significa armonía con la naturaleza, los espacios, el mundo, pero

también la promesa de “desubicación”, de experiencias nuevas, abiertas a la plasticidad de

su imaginación que hace que los esquemas entren en límites de caducidad. Y es que la

sexualidad humana es más una manera de ser que una manera de hacer el amor. La

educación sexual comienza por, y termina, en el conocimiento y padecimiento de las

pasiones en su relación cruenta y bella a la vez con la razón, con la inteligencia que jala los

corceles de la furia.

“Ya que al pensar y querer unas relaciones basadas en la comprensión, en la ruptura

de tabúes, en la complementariedad amistosa, y no sólo en la dualidad

masculino-femenino, surgirá la amistad que puede no tener fronteras con el cuerpo

(superando así en algún caso también la absurda y mimética distribución de la pareja

homosexual por roles sexuales), relaciones triples, familia matriarcal, hogar abierto, o

cualquier otra manera de conexión afectiva y libre. Porque lo que es básico entender a la

hora de buscar disyuntivas a la pareja tradicional es que cualquiera de las dichas relaciones

(u otras muchas posibles) no son la búsqueda --picante o pervertida- de nuevas

sensaciones eróticas, al modo de un Don Juan universal, sino el intento de abrir cauces a

modos de comprender lo humano sin barreras de sexo, con el común denominador (tan

básico en toda cultura) de libertad, de deseo de comprensi6n, y búsqueda del contacto y del

afecto por encima de la competición aislante y de la irremediable soledad. Puesto que una

nueva relación entre individuos es la base elemental, el suelo nutricio, de una verdadera

nueva

28 ______ ~ _ _ _ _ _ _

Savater, Fernando, “Heterodoxias y contracultura”, Montesinos, Barcelona, 1982, p. 135.

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d) Un programa de Educación Sexual.

Para implementar la educación sexual se debe considerar en primera instancia a la

gente a la que está destinado el programa. Desde edad, nivel escolar, creencias, costumbres

y tradiciones del grupo, rol en la sociedad del grupo, maneras de amar y ejes principales de

su conducta moral y Ctica. Además, se debe tomar en cuenta los medios con los que se

cuenta, y lo más inmediato en tanto que es lo que se enseñará, los puntos o tópicos que

debe contener el programa.

El problema radica en que se tratará de filtrar una estructura idiosincrásica y

pragmática de una sociedad “Postmoderna”, de sociedad de consumo, de objetos disefiados

para su “USO y tire”; de vida de velocidades altas y de cultura de “accesorio”, como lo

comenta Baudrillard (1984), a otra estructura que toma su sentido de vida desde la base de

consumidor, del vapuleado por la publicidad y cuya legalidad de la vida le viene de l a s

pantallas de cine o televisión o de la escuela de los hijos.

“Ni aun las herzas profundas, ni aun las pulsiones inconscientes dejan de ser

movilizables en este sentido en la “estrategia del deseo” ... Es preciso “dessublimar” estas

funciones, y por lo tanto, desconstruir las funciones del yo, las funciones morales e

individuales conscientes en beneficio de una “liberación” del ello y del superyó como

factores de integración, de participación y de consumo --en beneficio de una inmoralidad

consumidora total en la que el individuo se abismará al fin en un principio de placer

totalmente controlado por el planning de la produ~ci6n.’”~

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Las palabras que se viertan en los espacios sociales por un plan de educacibn sexual

influirá radicalmente en las formas de vida familiar, de grupo y de la comunidad a las que

se dirija; nadie tiene derecho a desviar un crecimiento natural, con base en tradiciones y

creencias, de pueblos o grupos de individuos, en principio se debe contar con una alta

preparación ética, de sumo respeto al hombre. Ya se ha visto que todas las propuestas de

“educación” en diferentes rubros han resultado un fracaso: hay que llamar al pan pan y ai

vino vino.

El problema que representa un plan de educación en la esfera de la sexualidad, se

complica cuando que la sexualidad es una conexión intima entre el hombre y la vida como

tal. Es decir, tal educación sexual no es un adiestramiento al modo como lo realizan l a s

empresas en sus cursos de capacitación autorizados por la Secretaría del Trabajo y

Previsión Social; por el contrario, representa una oportunidad que tiene la sociedad para,

mediante el retomar el camino y el significado verdadero de la libertad, reinstaurar,

paulatinamente, una nueva forma de vida; y es que en efecto, la sexualidad es renovación

vital, no esclerotización de la “sangre”.

En cada uno de los rubros mencionados en el párrafo anterior se necesita hacer toda

una investigación de tipo estadístico, pero más que nada, de una sutil interpretación

estructural y hermenéutica, que tiene el fin de llegar a la sensibilidad misma con que esos

grupos, esos sectores de la sociedad o la sociedad misma, asumen su sexualidad, la

padecen, la comparten y la filtran en su visibn de la vida y el mundo.

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En lo que respecta a la técnica pedagógica, su manejo para la educación sexual como

una de tantas herramientas, tienen su virtud sólo si no se rebasa el umbral de su naturaleza

técnico-material, de lo contrario ella se empieza a imponer y genera todo un sistema, que

como la técnica, raya en la artificialidad, en una vida que se maneje bajo los parámetros de

eficacia y operacionalidad. Comenta Ivan Illich que cuando el uso de cualquier método o

técnica en cualquier campo de la vida, se lleva más allá de su naturaleza misma, el hombre

pierde el control sobre de ella y ahora se revierte su efecto, le esclaviza. Por poner un

ejemplo piénsese en la computadora. El hombre le ha utilizado para actividades que

rebasan su umbral técnico y Ctico: usarla para que el hombre se comunique, si se piensa

bien, es una aberración. La educación sexual, como técnica, debe ser una herramienta de

libertad, como lo es el martillo y el cincel para el escultor, que dedica todo su tiempo a

plasmar sus emociones en la piedra, no en el cuidado del manejo de sus instrumentos. Pero

aquí es donde sale a flote la importancia de que la educaci6n sexual es más maduración

integral del ser del hombre, de su inteligencia, cuerpo y emociones, que a la postre darán

el sentido que requiere la vida después de manejar bien las técnicas. Al adolescente se le

informa tbcnicamente, se le adiestra al extremo, que sin ninguna preparación, por nimia

que sea, de cultura antropológca, se atreve a impartir educación sexual en comunidades

de poblaciones agrarias. La educación sexual, es pues, más una cultura que una forma

social de relación.

“La relación industrial es el reflejo condicionado, una respuesta estereotipada del

individuo a los mensajes emitidos por otro usuario a quien jamás conocerá a no ser por un

medio artificial que jamás comprenderá. La relación convivencial, en cambio siempre

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nueva, es acción de personas que participan en la creación de la vida social. Trasladarse de

la productividad a la convivencialidad, es sustituir un valor técnico por un valor éttico, un

valor material por un valor logrado. La convivencialidad es la libertad individual, realizada

dentro del proceso de producción, en el seno de una sociedad equipada con herramientas

eficaces.”3o

La comunicación humana, como lo escribe Levinas, no es más que a través del

diálogo, el cara a cara, frente a la mirada amorosa y la piel trémula y en deseo de caricia y

de asumir responsabilidad de Io que el otro espera como acto de uno. Para comunicar lo

sexual del hombre en la educación, como se dijo, se deben encontrar las palabras, las

maneras del discurso que presente el hecho de la sexualidad a flor de piel. El pedagogo

debe empaparse de este diálogo para a la postre realizar programas de educación sexual,

no de otra manera se puede hacer. Y es que la palabra, el lenguaje no va al sexo mismo,

sino a la conciencia que el individuo tenga de su sexualidad.

“La caricia no se dirige ni a una persona, ni a una cosa. Se pierde en un ser que se

disipa ya por completo en la muerte, en un sueño impersonal sin voluntad y aun sin

resistencia, una pasividad, un anonimato ya animal ya infantil. .. . La caricia aspira a lo

tierno que no tiene ya el estatuto de un <<ente>>, que sale de los <<números y los

seres>> y no es una cualidad de un ente. Lo tierno designa una modalidad, la modalidad de

sostenerse en la no man’s land, entre el ser y no-ser-aún. Modalidad que no se distingue

52

~ _ _ _ _ 30 Illich, Ivan, “La convivencialidad”, B a d , Barcelona, 1975, p.25.

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como una significación, que, en modo alguno, ilumina, que se apega y se desmaya,

debilidad esencial de la Amada que se muestra vulnerable y mortal.”3’

La educación sexual es un arte del diálogo, o un diálogo de arte, pues su fin no es

otro que la creación del mundo; es una poesía de las sensaciones, es el deseo de promesas

inagotables. Un verdadero programa de Educación Sexual tiene más que ver con la poesia

que con las t&nicas de prevención y con las medidas higiénicas para evitar contagios

sifilíticos y sidosos, se trata de educar el alma. Tiene más que ver con un lenguaje que

corresponda con la suavidad de la piel femenina, tiene más que ver con una sensibilización

amorosa del adolescente que con una visión pragmática de trabajo, de crianza, o de rol

familiar, etcétera; o que con una racionalización de los actos y los sentimientos --que de

sobra ha quedado demostrado por Adorno, Wonfilio Trejo, de que la razón se ha

convertido en violencia-- ‘Educará sexualmente la poesía de los amorosos de Jaime

Sabines a los jóvenes?.

La computadora sujeta al hombre y le impone un ritmo de vida, totalmente ajeno a

sus capacidades naturales antropológicas; tal vez por eso, entre otras muchas razones, el

hombre de hoy es el hombre que “velozmente” alcanza .la histeria, y en la histeria la

capacidad amatoria y luego la sexual, quedan menguadas. Nada tiene que ver ya el acto de

hacerse de alimento con la sexualidad, nada tiene ya que ver el acto de trabajar con el

amor, etcbtera. Racionalmente los mundos originalmente unidos se separan, se hunde

dolorosamente el filo del análisis en la carne del hombre, sin revalorar o reconocer que lo

31 Levinas, Emmanuel, “Totalidad e infinito”, Sígueme, Salamanca, 1987, p.269.

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que la mente piensa tiene su origen en un abrazo amoroso entre el ser del hombre y el ser

de la vida natural:

‘‘El sujeto llamado encarnado no resulta de una materialización, de una entrada

dentro de la especie y las relaciones de contacto y de dinero que habría realizado una

conciencia; esto es, una conciencia de sí, provista contra todo ataque y previamente no

espacial. Porque la subjetividad es sensibilidad - -exposición a los otros, vulnerabilidad y

responsabilidad en la proximidad de los otros, uno-para-el-otro, esto es, significación- y

porque la materia es el lugar propio del para-el-otro, el modo como la significación

significa antes de mostrarse como Dicho dentro del sistema del sincronismo, dentro del

sistema lingüístico, es por lo que el sujeto es de sangre y carne, hombre que tiene hambre y

que come, entrañas en una piel y, por ello, susceptible de dar el pan de su boca o de dar su

Es pues recomendable que todo programa de educación sexual tome al lenguaje, a lo

que dice y lo que expresa el hombre en lo que dice, a su ser mismo como lenguaje para

crear una pedagogía sexual. Es indudable que lo primero sería hablar, <<platicar>> del

significado del amor, de inquietar al adolescente para que se experimente como un ser

amoroso, y bajo el mismo talante, dialogar del sexo y el erotismo, de las prácticas sociales

de las mismas; de la libertad, de la piel, del “rol” social del erotismo y la importancia de la

familia, y entre ese platicar que casi llegue al susurro, sensibilizar para que el joven sepa y

sienta amar al otro, a todo otro antes que solamente a una pareja.

32 Levinas, Emmanuel, “De otro modo que ser, o más allá de la esencia”, Síqueme, Salamanca, 1987, p.135.

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CAPITULO 111

La educación sexual y una “sensualidad” social

a) Praxis y conciencia de la adolescencia.

En este punto se trata de hablar de la capacidad que tiene el joven para darse cuenta

de las cosas valiosas que tiene a su alrededor y, además, de la claridad que tiene respecto a

sus fines y sus actos para conseguirlos. Esto tiene que ver con una educación sexual

”como todo lo tiene que ver sin afán de ser freudiana-, pues en la adolescencia la

sexualidad representa un factor muy importante en el equilibrio emocional del joven, que

es indispensable para que piense las cosas con la calma suficiente que exige un momento

dado de su vida.

Aquí es necesario relacionar claramente tres factores, una realidad que acosa, un

desarrollo psico-emocional y una conciencia inmadura a la que el joven tiene que pedir

consejos. En general, los tres factores en su relación dinámica que conforman el mundo

del joven, generan una óptima identidad, conciencia de identidad, que ya muy bien a

tratado Eric Er i~kson~~. El puente entre los tres factores no puede ser otro, como lo es

siempre en el hombre, que el lenguaje mismo. Lo que escucha el joven, con su antecedente

en la nifiez, refuerza positiva o negativamente actitudes sociales de amor o de odio.

Expliquemos. Cuando el joven, desde su niñez, incluso en edad maternal, contempla una

realidad que no coincide con lo que “escucha” o recibe a través de cualquier tipo de

33 La idea que subyace en este subtema está tomada de las obras de Erik Erikson: --“Identidad, juventud y crisis”, Paidós, Buenos Aires, 1971. --“La juventud en el mundo moderno”, Paidós, Buenos Aires, 1963.

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“lenguaje”, entonces comienzan en 4 , a nivel psicoemocional, una ruptura entre la

semanticidad conceptual de la vida, y lo que la vida misma le presenta como hecho,

comienza una “identidad” que en realidad es un engaño, pues los parámetros que debe fijar

para tomarlos como ejes en toda su vida, representan nada menos que un escamoteo. La

identidad nace torcida, producto de un engaño. Ello acarrea que el adolescente, en

cualquiera de sus relaciones que construya, las haga a través del engaño, que a la postre,

bien puede ser un parámetro o paradigma de la “red” social de la conducta de los

individuos. Este engaño, este resquebrajamiento del mundo, será la base de la conciencia,

pues la conciencia no se hace de la nada, sino de lo que se va viviendo. Si en el

adolescente la conciencia está inmadura, empeora el hecho de que además de estar entre

ser y no ser, es una conciencia que cambia el “oro por la hojalata” o viceversa, todavía no

ubica una base axiológica. Si el joven tiene que encontrar en las relaciones, y en l a s cosas

mismas, un valor, un por qué y un sentido --llámese sentimiento de plenitud o momento de

dicha o placer-- y que a la vez, por ser eso, siente que es feliz sin hacer daño a nadie, y

siente una congruencia emocional y no tanto racional, ello poco a poco va madurando en

una conceptualizacibn de la vida social, en un pensamiento y conciencia de armonía entre

lo que siente y vive. Sin embargo, el problema que se vislumbra en este apartado es que

tanto emociones como pensamientos a posteriori del joven, son altamente dislocados por

lo que recibe como vida de los adultos a través de “su lenguaje”. El adulto, comenzando

por los más cercanos al joven que son los padres, tiende a ocultar, como cultura social en

MCxico, lo que sienten o lo que hacen en su trabajo, con sus amistades, con su imaginación

y proyectos. No hay una comunicación abierta con el adolescente, y si la hay, es pues,

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mediante el disfraz, les presentan las cosas maquilladas; ya sea para bien o para mal, el

problema está en el “maquillar” las intenciones. Lo que sucede a la postre es que al

adolescente genera a su alrededor relaciones también de “maquillaje”. A la novia se le

engafia, a los mismos padres se les miente, al maestro se le “embarca”, y ya no se diga de

las relaciones sexuales de los padres o los adultos, que son evidentemente poco maduras,

serias, toman el carácter de la mentira, es decir, “de oportunismo”. Esta práctica social va

dejando en la formación del adolescente el sentimiento de que “todo se vale”, tan st510

basta con improvisar “ad hoc” pretextos, disculpas, extravíos, evasiones, inclusive y

extremosamente emociones, etcétera. No siente apego por nada y, si desde niiio sintió que

no tenía sus padres, pues le mentían, ahora acepta “conchudamente” cualquier pérdida.

Para el adolescente no implica mayor problema tener o no tener, ser o no ser, amar o no

amar, es esta cultura de la disipación, de la holganza, de la “sin importancia de nada”, de

la exuberancia gratuita, del despilfmo en todo, hasta del sexo. Y es que en efecto los

adultos, que le amamantaron, mostraron que era fácil decir “te amo” y después nunca estar

con la persona.

La conciencia del adolescente, pues, tiene su alimento de origen en lo que los adultos

“dicen”, con lenguaje o actos, y que arrojan sobre la vida de los demás. Cuando el adulto

al que ama el adolescente miente, sufre una pérdida de imagen, una frustración que a la

postre motiva intervalos depresivos con intervalos de lucidez. La naciente y formante

identidad sufie heridas. Tener identidad es contar con tres, cuatro, cinco pilares

kndamentales, alrededor de los cuales el joven toma decisiones; llámense amor, visto y

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oído en los padres, llámense honestidad, visto y oído en la familia y amigos de la familia,

llámense trabajo, responsabilidad, limpieza, agradecimiento, etcétera. Sin estos pilares que

debe el niño <<observar>> en su bmpo social, el futuro joven y gente adulta, construirá

sus relaciones con esa falta de identidad, es decir, de reconocerse como alguien con ciertos

valores que le hacen ser “estable”, seguro para sí y para los demás, dando una imagen

consistente en sus actos, con el conocimiento necesario del por qué y del valor de lo que

hace. Se dirá que esto es ideal, no sólo hace falta que la conciencia tenga como alimento la

verdad social de los actos humanos.

La importancia del lenguaje que rodea al adolescente, desde que es niño, es de suma

importancia para el carácter de compromiso que dará a sus relaciones amorosas, sexuales,

de estudio, trabajo, etcétera. Ya bien se ha estudiado la importancia de los significados

tribales que se manifiestan en el lenguaje para la formación de la conciencia de grupo, de

individuo. Lo que se escucha en la sociedad debe ser corroborado por ella, los discursos

sociales, y en primera instancia familiares, suelen estar manejados por intereses ajenos a la

realidad. El adolescente refuerza sus “decepciones” piscoemocionales cuando tiene en su

alrededor una publicidad obsesionada en el consumo, en el “use y tire”, en las relaciones

sexuales “tiigiles” o “lights”: todo es cuestión de la moda, de cambiar e intercambiar,

como en las máquinas, de accesar y salir, de velozmente consumir. Ese es el lenguaje que

rodea al joven, el lenguaje que no instaura, que no hecha raíz ni responsabilidad, el de la

caricia con “valor de cambio”; ya ni las jóvenes son bellas por ellas. por lo que son, sino

por lo que representa “conseguirlas”. La sensualidad sexual tiene su barómetro en lo fácil 0

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dificil, en la clase o la sin clase, en la sin compromiso o con, etcétera. E l mundo está

construido artificialmente, y de la misma manera se piensan y se valoran las relaciones y se

asume un orden en la vida.

El adolescente que ya está inmerso en la práctica sexual con un previo significado

del lenguaje respecto al mundo que vive, entra en ella con una conciencia disipada. Con

ello quiero hacer referencia a que el lenguaje, cuando se comprende el sentido que tiene,

muestra el orden vital con que funciona la sociedad, la familia, el trabajo, etcétera y que

rodean al adolescente. Además, dona un sentido de la vida, un para qué se vive o cuál es el

horizonte que la vida ofrece.

El adolescente quiere encontrar orden social desde lo que el lenguaje de su alrededor

dinamiza, ubica, empero, lo hace desde una “interpretación” con un lenguaje sin

parámetros de estructura social significativa, lo que a su vez hace que no tenga categorías

de reflexión estables para encontrar su papel social. Es decir, para el adolescente del que

estamos hablando, una reunión social tiene, como expresión que implica un discurso

explicativo de la dinámica social, una significación tal vez de “intriga”, de “complot”, de

“ocultamiento”, todo lo cual tiene relación con significantes de niiio y adolescente

absorbidos de un medio lingüístico de significados escamoteados. El adolescente , pues,

encuentra a la sociedad como un gran “dilema”, o como un “proclama” que raya en el

acertijo, en el riesgo, en donde la vida se pone en peligro, donde inclusive hacer el sexo es

sumamente riesgoso y jurídicamente es un anatema.

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El orden, no nada más como concepto, sino como realidad que le debe cobijar al

adolescente, se puede entender como la claridad que tiene de todas las relaciones

familiares, sociales y culturales en las que desarrollará su vida. Este orden, como lo señala

Piaget, y a la postre Victor Frank1 como elemento necesario para la identidad personal del

adolescente.

“...Análogamente, en el dominio causal, los más pequeños declaran, casi sin

excepción, que el agua de los ríos corre y desciende “puesto que debe ir hacia el lago”. Un

pequeño manifestó que si la luna iluminaba de noche y no de día, era porque durante el

día “no es ella la que manda”, l o que constituye un bello ejemplo de indiferenciación entre

lo fáctico y lo normativo..

60

Representan estructuras cognoscitivas <de orden> que instaurará el adolescente en la

mente para su capacidad de aprehensión del mundo. Y este orden que toda estructura de la

mente necesita absorber, primero, del mundo real, para después tenerlo como categoría de

conocimiento, se refiere, como se dijo, a todos los ámbitos. La significación que los

discursos que escucha el joven, sean obscuros o claros, confusos y provocadores de

angustia; los actos que parezcan sin motivo alguno, también provocan desasosiego. A la

postre este “caos” del mundo externo deja al adolescente deprimido por no tener seguridad

del “lugar” en el que vive. Inclusive, ese orden también se puede traducir como “lo justo”

de las acciones humanas, la legalidad, la verdad, o como el bien y el amor, las maneras

“oficiales” de la práctica sexual, si se reflexiona de manera más profunda. Todo ello es

” ”

34 ___I”____-

Piaget, Jean; “Psicogénesis e historia de la ciencia”, Siglo XXI, México, 1982, p. 8 I .

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61

una comunicación primigenia que el adolescente entabla y comienza desde bebé; es como

la matriz dialógica que el niño instaurará en su mente para “hablar” con el exterior.

Unido a la aprehensión del “orden” exterior, esta la comprensión del mismo.

Podemos decir que la civilización humana tiene su base de desarrollo en esta capacidad del

hombre de “hallar un sentido a la vida”. La religión, el arte, el trabajo, el gobierno, etc.,

han sido medios que donan un <para qué vivir>. Otros llaman a esta comprensión un

horizonte particular que cada época de la historia tenía o prometía a sus hombres. Gracias

a que en todo momento y sociedad del hombre se cuenta, de manera heredada una “idea de

hombre” que comuna con la comprensión que el hombre de la época tiene de su mundo, es

por lo que se puede hablar de que las sociedades reúnen a los individuos bajo un “interés

común”, de otra manera se puede decir que el hombre vive, o en todo caso puede tener una

vida sana, cuando esa comprensión, esa “orientación” que tiene la vida y que es muy

propia de su momento, de su circunstancia, está instaurada, absorbida de manera adecuada

por el adolescente. Para esto, como se dijo arriba, el joven necesita el mínimo de verdadera

correlación significativa entre su lenguaje y lo que el mundo es.

Si se ve, al adolescente se le deja en desamparo, a la deriva de sentido de la vida,

cuando desea anclarse en un valor, en una utopía, en una “verdad” del mundo, resulta que

interpreta mal y encuentra lo que no existe como horizonte del mundo. Se puede leer, en el

libro de Alfred Adler “Superioridad e interés muchos ejemplos en donde el

adolescente depresivo describe su mundo o su vida como “algo” sin sentido, sin chiste,,

35 Adler, Alfied; “Superioridad e interés social”, FCE, México, 1976, Parte 111.

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donde manifiestan apatía, o inclusive hasta odios y violencia ante el “fantasma” que es el

mundo. Y es que sus palabras, léase, sus ideas y conceptos con los que introyecta la vida,

están sumamente débiles en cuanto referencialidad verdadera. Por eso en la depresi6n del

joven se muestra un constante desinterés social, por lo que a la postre muestran inclusive

mie.dos patológicos a relacionarse con los demás.

Para cualquier individuo, la comprensión es necesaria para su desarrollo no nada más

social, sino para algo más importante que es el desarrollo de su conciencia de la vida, para

que la persona, el joven, encuentre aprecio por un fin que busca y por las personas que le

acompañarán. La voluntad, decía Aristóteles, es el apetito de la razón. Cuando la mente

tiene en claro aquello para lo que se está esforzando, lo busca con ahínco, y en

cooperación y solidaridad con sus semejantes, amándolas, que por la misma comprensih

de la vida, sabe que esos otros son también como él, que también buscan sus metas dentro

de un armonioso <sentido que tiene la vida>. Si la vida ofrece, por el lenguaje que se

acuna en éI, la bella promesa de no ser “una pasión inútil”, sino que cada cosa que se haga

está valorada y apreciada por el prdjimo, y en todo caso, por la vida misma que redundará

en gratificacibn, en placer y no en displacer, todo porque se “intuye” que toda época de la

humanidad tiene sus fundamentos morales, amorosos, legales, religiosos, institucionales,

etcétera, que le dan orden y auguran un sabor a la vida dejando oír <en lo que se habla>

alrededor del adolescente, una congruencia entre los actos humanos y los bellos ideales,

virtudes y conocimientos que el hombre tiene respecto de todas las relaciones del hombre,

consigo y con su entorno (Teoría del utilitarismo y del valor desarrollada por Jaspers y

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Sarlre)” ¿,Rominlico? Si, pero no por ello no válido, ya que se debe recordar que en la

heurística, en el contexto dcl descubrimiento, es donde la ciencia ha hccho sus tncjores

vías para la invcstigacicin.

b) Valores sociales desde la sexualidad

iJ,a sexualidad humana puede ser base para que se instaure o se rescate un valor

social? Sin duda alguna la scxualidad está como fuente de formas de conducta. En la

antigüedad el hombre rendía culto a la sexualidad porque de ella “etnanaba” el valor de la

vida. Las sociedades tienen sumo respeto a la sexualidad en tanto que ella significa el que

el sol vuelva a salir, el que el río siempre tenga agua o la tierra siempre sea fértil.

Indudablemente que la sexualidad es fundamento de valores sociales.

Estudiando esta liga matriz de la sexualidad en la cosmovisión y aprecio que el

hombre tiene de su entorno, se puede deducir, no sin grandes problemas de interpretación,

valores que requieren ser de nuevo asumidos por la juventud, por la educación en sus

planes a nivel nacional y con un fondo de formación cultural, es decir, con la intención no

de adiestrar, sino de cambiar la manera de ser del individuo a partir de lo que recibe en la

escuela. Ya se mencionó arriba que la educación, como opinión personal, debe ser un

proyecto donde se involucra a la persona adulta, de segunda y tercera edad, para que no se

suscite la contradicción de que el adolescente, cuando llega a casa después de la escuela,

36 ___ _______”~

Jaspers, Karl; “Psicopatologia general”, FCE, México, 1993, Primera parte, primera secc. Adcmb, Sartre, Jean-Paul; “El ser y la nada”, A l i a n z a , Madrid, 1990,Segunda parte,Cap.III-p.216ss.

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I’

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sc cncucntra con un espacio, personas y lengua-jc, aicnos y hasta contradictorios con lo que

oye en la cscucla.

E\ valor quc “frcntc a los qjos” resalta de la comprensión y vivencia de la sexualidad,

y quc como sc dijo, cs mcnester reinstaurar, cs cl de un “diálogo”, un accrc,amiento,

cncuentro, unión, acompañamiento, contacto, abrazo de dos personas ¿Qué quiere decir

csto? La scxualidad es desco de prcsencia del otro. es deseo de contar con el otro, esto es

la csencia, si se puede decir así, de la todo valor social, parte de esta simpatía de los

individuos, que a la postre, se nombrarán personas por ser parte no de una sociedad legal,

sino de una comunidad amorosa. El sexo es irremediable búsqueda complementaria del

otro, aquel que está esperando ser poseído y poseer como acto simbólico de esa mutua

pertenencia de dos mundos que en realidad es uno. El acto sexual es la confirmación de

que el mundo del hombre no admite divisiones ni egoísmos, es por el contrario, “un”

mundo en el que se vive el mismo padecimiento, la vida. Por eso la educación sexual

comienza por enseñar a acercarse al otro como una conducta rescatable y sumamente

valiosa en la actualidad. La sexualidad es la llamada del otro y de otro para objetivar la

vida, no en categorias racionales, sino en “categorías” cercanas al sentimiento de la nada,

del placer pleno que causa pertenecer al todo por un momento, donde la nada y el ser

comulgan, donde nadie presume ser Único ni presume tener la preferencia. La sexualidad,

como valor social, es la fuerza de solidaridad que surge de la <<comprensión>> de que la

vida humana es imposible sin la caricia del otro. Actualmente a los jóvenes les cuesta

mucho trabajo acercarse a otra persona, la sexualidad es un ejercicio consuetudinario de la

I ’

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caricia, del flirteo quc dcsca cstar siempre “con” y “en” otros; cs csc coqueteo que no

permite cl aislarnicnto, cl solipsismo, conductas patol6gicas del individuo social.

Es itnportantc scñalar a los cducandos, sean de la cdad que scan, que la sexualidad

no se debe confundir s61o con el acto scxual. El acto tan shlo es el símbolo que los cuerpos

generan a partir de una necesidad de conocimiento de si y del mundo vía el amor. La

sexualidad cs, más que nada, una forma de estar en el mundo, es la manera prístina de ser

del hombre entre los hombres, de estar en situación vital; diría Eduardo Nicol que la

situación del hombre es la que le impele su prójimo, la que le reclama presencia, y más

que nada, deseo de ser en éI:

“Lo ajeno al sujeto --sobre todo el “otro YO”-- no le es ajeno, sino que le es propio,

puesto que tiene que incorporarlo para existir como si propio o sí mismo. El otro y lo otro

decimos por consiguiente que forman parte de la situación, no porque sean lo extrafio al yo

y que lo demarquen, como las aguas del mar demarcan a la tierra de una isla que ellas

rodean por todos lados como algo extraño a la tierra. El sujeto no está rodeado de lo

transubjetivo. El sujeto es propiamente sujeto, o esa sujeto a lo transubjetivo, porque lo

incorpora a su propia vida.”37

El otro deja de ser ajeno a la vida propia, se abre la puerta y los secretos más íntimos,

se abre la carne, se abre el cuerpo para dar cabida a los otros ojos que ayudan a entender el

mundo. La sexualidad reclama, pues, capacidad de diálogo, de convencimiento para que el

otro se entregue, o mejor dicho, para que en el otro aflore el deseo que oculta de ser en y

37 ___ -

Nicol, Eduardo, “Psicología de las situaciones vitales”, FCE, México, 1975, p. 105.

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con cl otro. Si sc ve, pucs, la sexualidad cn la cducacicin cs una forma de instaurar el valor

dc la convivencia, para dccirlo dc una mancra llana, de acercar de nuevo a los jbvcnes,

unos junto a otros, sin tnicdos ni rescrvas. Es momento urgente de eliminar la falacia,

exprcsada sin ningún cuidado por educadores y padres dc familia, y aún más por los

medios de comunicación, dc que "el otro te quiere hacer daño". Con este tipo de falacias

lo que sc provoca es una sociedad del tcmor, de la angustia diaria, del no deseo del otro, al

otro no se le ama, sc le mide, se I C da la vuelta, se le obstaculiza la llegada. De esta

manera, la educacidn sexual como generadora de valores sociales basados en lo más

originario de la vida en comunidad, se ve desviada. Resulta que ahora al otro hay que

hacerle la guerra, es un encmigo, y por tanto, la posibilidad de reconocerse en el otro se

hace imposible, como consecuencia se tiene que no hay respuesta de amor o caricia, de

abrazo o acto sexual que regresen la imagen propia como resultado de ese diálogo en

silencio. Primero hay que provocar que las personas se den, se toquen, ofrezcan sus

cuerpos como se ofrece la experiencia de otro mundo. La sociedad así se convertirá en un

ambiente propicio para que el individuo pueda y sienta la libertad de manifestar sus

preferencias, sus sentimientos y deseos hacia alguien. Parece esto que se dice algo muy

trivial, sin embargo, la sexualidad del individuo se vuelve patológica cuando la sociedad

representa, en palabras de Freud, un superyó avasallador, en una voz social mojigata, que

todo lo bello de vivir lo lleva al secreto sucio, al lenguaje de la mentira y el cálculo. Es

necesario en este punto hacer una cita en toda su extensión por la importancia y claridad

de la sexualidad como amor, deseo y manera de compartir, de entrar al mundo de otra

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pcrsona, el amado, a travts de su cucrpo, mundo que lo anuncia su piel blanca, su tobillo,

su pelo, o sus delicadas manos.

" Ida aprchensibn primera dc la sexualidad del Prhjimo, en tanto que vivida y

padecida, no puede scr sino el deseo: al desear al Otro (o descubriéndome cotno incapaz de

desearlo) o al captar su dcsco de m í , descubro su ser scxuado; y el dcseo me descubre a la

vcs m i ser-sexuado y su ser-sexuado, mi cuerpo como sexo y su cuerpo ... Y ante todo, ¿de

qu6 hay deseo? ... el dcsco es por sí mismo, irreflexivo; no podria, pues, ponerse a sí mismo

como objeto que debe ser suprimido. Sólo un libertino se representa su deseo, lo trata

como objeto, lo excita, lo controla, difiere su satisfacción, etc. Pero entonces, hay que

subrayarlo, lo deseable es el deseo mismo. El error proviene aquí de que se ha ensefiado

que el acto sexual suprime el deseo. Se ha unido, pues, al deseo un conocimiento; y, por

razones exteriores a su esencia (procreación, carácter sagrado de la maternidad, fuerza

excepcional del placer provocado por la eyaculación, valor simbblico del acto sexual), se

le ha añadido desde fuera la voluptuosidad como su satisfacción normal. Así, el hombre

medio no puede, por pereza de espíritu o por conformismo, concebir para su deseo otro fin

que la eyaculación. Esto ha hecho posible concebir el deseo como un instinto cuyo origen

y fin son estrictamente fisiológicos, ya que, en el hombre por ejemplo, tendrfa por causa la

ereccih, y la eyaculación por término final. Pero el deseo no implica en sí, en modo

alguno, el acto sexual; no lo pone temáticamente, ni siquiera lo esboza, como se ve cuando

se trata de niños de corta edad o de adultos que ignoran la <<técnica>> del amor .... El

dcseo, al no poder ni proponer su supresión como su fin supremo ni elegir como objeto

dtimo un acto particular, es pura y simplemente deseo de un objeto trascendente ....,¿ de

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qud ob-icto hay dcsco? i,Sc dirá que cl dcsco cs dcsco dc un cuerpo? En cierto sentido, cs

inncgaIdcmcnte así .... lo quo nos perturba es cl cuerpo: un brazo o un seno cntrcvisto, o

acaso un pic. Pcro hay que advertir, antc todo, quc no dcscamos jamás el brazo o el seno

descubierto sino sobre el fondo de prescncia del cuerpo cntcro como totalidad orgánica ... Y

m i deseo no se engaña: no sc dirige a una suma de eletncnto fisiológicos sino a una forma

total; mejor aún: a una forma en situacibn. La actitud ... hace tnucho para provocar el deseo.

Pero en la actitud, sc dan los cntornos y, cn última instancia, el mundo. Y de pronto henos

aquí en las antípodas del simple prurito fisiológico: el desco pone el mundo y desea al

cuerpo a partir del mundo, y a la bella mano a partir del cuerpo ... captamos el cuerpo del

Prcijimo a partir de su situación en el mundo ... Así, esa totalidad orgánica que está

inmediatamente presente al deseo no es deseable sino en cuanto revela no sólo la vida sino

también la conciencia adaptada. Ciertamente, se puede desear a una tnujcr dormida, pero

sólo en la medida en que el suefio aparece sobre fondo de conciencia. La conciencia

permanece siempre, pues, en el horizonte del cuerpo deseado: constituye su sentido y su

unidad. Un cuerpo viviente como totalidad orgánica en situación con la conciencia en su

horizonte: ése es el objeto al cual se dirige el deseo.’’38

La sexualidad es la presencia misma del cuerpo que promete un horizonte, un mundo

para la vida. At& de los ojos, atrás del toque de los labios y de la sexualidad amorosa,

está el deseo de saber de “otro” mundo. Se desea, pues, el mundo por donde ese cuerpo ha

andado, su conciencia, lo que sabe y valora de la vida. IJna educacibn sexual debe

instaurar, como valor social, el deseo trascendente de la experiencia vital que se esconde, y

311 I____ -__ ”” ~ _ _

Sme, Jean Pad, “El ser y la nada”, Alianza Universidad, México, 1990, pp. 409-4 1 1 .

I

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a la vcz cmbellccc, al cucrpo humano en los momentos diarios de la cscitacicin scxual. El

joven dcbe desear cl cucrpo y su scxualidad cn la mcdida quc ticnc como fondo el saber

más dc la vida, dialogando con la caricia, la palabra y el placer. Qucrer haccr el sexo es

desear la intimidad del Otro, es desear incursionar cn lo más secreto que el Otro rcscrva

como sostén de su vida, por eso, tal vcz, el sexo se hace en la intimidad, a oscuras, porque

sólo así se puede llegar a habitar ese recinto, sagrado, lleno de maná, de fucrm para la

vida. Dice Nicol:

“Una cosa es tener intimidad o intimar con alguien, y otra cosa es estar en intimidad.

En intimidad se puede estar a solas (aunquc no siempre que estamos solos estamos con

nosotros mismos o con personas no intimas. La situación de intimidad requiere un medio

de una cierta dimensión y cualidad. Lo intimo nos evoca lo reducido; por esto decimos que

un lugar es intimo, entendiendo que es propicio para una situación de intimidad. Pero no

basta que sea reducido: lo intimo no es sólo un lugar, sino un ambiente, y el ambiente es

siempre humano: o creado por el hombre o proyectado por é1 en la naturale~a.”~~

La sexualidad rescata, como valor, esa manera singular de padecer la vida y de

acumular sabiduría, y que a la postre, se convierte en el objeto intimo del deseo sexual.

Toda persona tiene intimamente guardado lo que, en un momento intimo, intimamente

compartirá como la vida misma. La sexualidad, pues, es la forma que tiene el ser humano

de cohabitar espacios, naturaleza, cuerpos, experiencia y esperanza del futuro.

___”___

39 -~ ~ _ _

Nicol, Eduardo, Op. Cit., p. 127.

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c) Una nueva nmralidad sexual.

Es importantc comcnzar por cntcndcr quc la moralidad es ncc.csarialnentc social, y

más quc eso, cs cultural, forma las raíccs conductuales mismas dc un pucblo. Moralidad,

cntonccs, se entcndcrá como aquellas tradicioncs, costumbres, maneras de scr que, por la

sabiduría quc da la vida, guardan una cspccie de “normas“ para una conducta bucna, o por

lo menos aceptada como tal, dentro de un grupo humano, llámese comunidad o país. La

morqlidad así entcndida, es una forma cn que se conducen los individuos para alcanzar las

metas, dcl grupo o de la persona misma, siempre <<dando su lugar a las cosas y a las

personas>>. Si se ve, la moralidad no es una teoría, no es un estudio sistemático y

estructurado en una carta normativa coercitiva; sí es en efecto una forma de coerción

social o de grupo, cuya fuerza le viene de que todos los miembros de la comunidad “por

años” saben que se deben hacer las cosas “de ta l manera”, la fuerza le viene del tiempo

que una forma de vivir tiene, que una forma de hacer las cosas tiene y que se ha vivido

como buena. A lo que lleva esta moralidad, este bien que se vive como experiencia diaria,

es a actuar de una manera libre; la conciencia de pertenencia a un pueblo, su identidad

comunitaria y la memoria histórica de los pueblos es lo que de una manera callada lleva a

que los individuos actúen dentro de “las buenas costumbres”. Ese sentimiento de

pertenencia, de identidad y de memoria que tienen los individuos de todos los grupos

humanos, se establecen a partir de la propia actuación de sus miembros. Es decir, la

conciencia moral, si no se enseña en los pueblos, sí se aprehende conviviendo en la

dinámica social misma, se aprehende “viendo como actúan los viejos”, lo que dicen y

hacen, lo que cuidad y aman, lo que protegen y a lo que rezan. Así, la moralidad tiene su

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fuerza de reunicin en quc todos vcn con buenos qjos lo que los den& hacen rcpiticndo lo

que sus vic.jos aconsc-jaron. Es, pucs, necesario, que los viejos y los .jóvcncs rcinstauren,

como se di-jo cn el capítulo antcrior, una manera de ser que vaya reasumiendo un pasado

que no está pcrdido, sino que está desviado o está ocultado por intereses, hoy por hoy,

consumistas.

Dos son las raíces del “pasado sexual” del hombre que hay que volver a traer al

presente. Una revalorización de la scxualidad de la mujer y la relaci6n sexual en sí como

un acto mítico, sagrado. Pero debe quedar claro que lo que se sugiere no es, en tanto que

moralidad, una teoría educativa en sí, sino cotno una especie de corolario de todas las

clases y en todas las aulas, motivando a su práctica diaria para que a la postre se reinstaure

como moralidad, no como un “derecho positivo”. Se trata de hacer que lajuventud “ande”

pensando y sintiendo desde otros parámetros, no que escucha como receta en las aulas,

sino que ve practicar en los grupos que se mueve, por ello es importante una educacibn que

envuelva a personas de todas las edades en toda una escalada nacional.

En lo que respecta a la sexualidad de la mujer en México se puede encontrar

información basta en libros que tratan de la manera de ser del mexicano, ya que es esth

hablando de moralidad y no de ética. En todos ellos la imagen que dejan ver de la mujer

es el de la mujer avasallada por el hombre, el de la mujer “usada” en todos los aspectos, el

de la mujer sumisa y maternal, en la “Adelita”, en la mártir de Gorki, en la madre dolorida

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y cnfcrtna, prototipo difundida por las películas mexicanas dc los cincucntas. Dicc al

respecto Rosario Castcllanos:

“Ida osadía dc indagar sobrc sí misma; la nccesidad de hacerse conscicnte acerca del

significado de la propia cxistencia corporal o la inaudita pretensión de conferirlc un

significado a la propia cxistencia cspiritual es duramente reprimida y castigada por el

aparato social. kste ha dictaminado, de una vez y para siempre, que la única actitud lícita

de la femineidad es la espera.”4o

Un poco más atrás de la cita, comenta Rosario que el canon de belleza de la mujer la

impone el hombre, y la mujer que la cumple es poco nada menos que una inválida. Sin

embargo, más adelante comenta lo siguiente, y que es la idea que aquí se quiere verter

como opinión de una nueva moralidad en lo que respecta a la sexualidad de la mujer:

“No vamos a dejarnos atrapar en la vieja trampa del intento de convertir, por un

conjuro silogístico o mágico, al varón mutilado --que es la mujer según Santo Tomás--en

varón entero. Más bien vamos a insistir en otro problema. El de que, pese a todas las

técnicas y tácticas y estrategias de domesticación usadas en todas las latitudes y en todas

las épocas por todos los hombres, la mujer tiende siempre a ser mujer, a girar en su órbita

propia, a regirse de acuerdo con un peculiar, intransferible, irrenunciable sistema de

valores .... la mujer rompe los modelos que la sociedad le propone y le impone para alcanzar

su imagen auténtica y consumarse --y consumirse-- en ella .... Para elegirse a sí misma y

preferirse por encima de lo demás se necesita haber llegado, vital, emocional o

””

40 ___.-__

Castellanos, Rosario, “Mujer que habla latín”, FCE, México, 1992, p. 15.

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rcflcxivalnentc a lo quc Saltrc llama una situacicin límite. Situacihn lílnitc por su

intensidad, su dramatismo, su desgarradora densidad metafisica.“”

Sc trata dc quc la actitud hacia la mujer, y dc la mujer hacia sí misma, sc cambic por

una actitud vcrdadcramcnte de <<igualdad en la difcrencia>l. La mu.@ debe seguir siendo

mujer, “el sexo bello”, lo cual no dcbe implicar ni mcnos sugerir, cualquier clase dc

debilidad, por cl contrario, debe sugerir otra manera de ver y sentir el mundo. El hombre y

la mujer ven y asumen el mundo desde su scxualidad, el acto sexual así, se convierte en el

complemento deseado, imaginado, de tener, de contar con esa otra sensibilidad del sexo

opuesto.

“La concepcihn tradicional de la sexualidad le ha negado siempre a la mujer el

derecho a gozar, mientras que al hombre se le reconoce el derecho a hacer el amor por el

propio placer. Esta concepción incluso forma parte de una imaginería de Epinal: un

hombre mujeriego no está mal visto jamás, es viril y, como decía mi madre: ‘’es un

hombre, hija, y puede hacer lo que

Además de quitar el estigma de que la mujer es a la norma del hombre, también debe

desaparecer la idea de que la sexualidad de la mujer sólo tiene la función de la

procreación; en el misma libro de la cita anterior, se lee:

“En la enseñanza prevista se estudiarán los órganos genitales, la familia, la

procreacihn, y se silenciará la verdadera sexualidad: el amor, el placer .... Sin embargo, cs

41 Castellano, Rosario, Ibid., p. 19. 42 Halimi, Gisele, “La causa de las mujeres”, Era, hlcxico, 1976, p. 109.

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ncccsario quc los niños scpan, que los jbvcncs y los padrcs scpan, lo mis pronto posible,

quc haccr el amor cs un clcmcnto cstabilizador, una nccesidad, importante para algunos,

rclativa para otros, que forma partc de nuestra naturalera y que no conlleva, cada vcz y

ncccsariamcnte, la obligacihn, la fatalidad dc procrear ... Por otro lado. y lo repito una vez

más, cl acto de procrear debe cstar neccsarialncntc precedido por una concientizacihn:

sabcr que al hacer cl amor sc puede tcncr un hijo y también que sc puedc hacer el amor

porque a uno le gusta hacer el amor, sin más.""'

Aunque el libro es de 1976, todavía hoy se estigmatiza a la mujer a su papel

procreador, ya no digamos el de cocinera, lavandera, etcétera que bien está descrito del

libro de Oscar Lewis "Antropología de la pobreza". De la misma manera, en libros como

el de Francisc.0 González, "El Mexicano; su dinámica psicosocial", escribe: "La mujer

tiene que volver al sacerdote porque no tiene marido cercano a quien expresar sus

necesidades y en quien apoyarse, y también porque el sacerdote, con su voto de castidad,

no representa consciente o inconscientemente un peligro sexual, como lo representa

afrontar su propia soledad o el frecuente engafío del esposo o el deseo de destruir su hogar

actual y tratar de formar otro, en venganza hacia el marido, o como búsqueda de alguna

solucidn a su soledad. Eso le produciría tan extraordinaria culpa que, en general, prefiere

volverse a la religidn como a un soporte y al sacerdote como a un hombre-sustituto, sin la

culpa y sin la complicación sexual."

"

43

4.1

- - ""

Idem, p. 1 OS. González Pineda, Francisco, "El Mexicano; su dináimca psicosocial", Pax-México, 19s 1, p.97.

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Se trata de por todos los medios de cvitar el sexo, se trata de huir de la posibilidad de

romper con el voto dc femineidad mexicana, dc no expresar la sexualidad y mucho menos

el placer que ello acarrea. La nueva moralidad debe practicar el alzar los o-jos ahiertamentc

cuando cn la Sexualidad se tiene amor y placer, cuando sentirse tentada a sexualizar sea

una scnsacihn de cmoci6n excitante, placentera que causa el estar ”con” otro. La tnujer

debe ser reivindicada a través de la conducta social que le dé seguridad en la práctica de su

sexualidad, más allá de los compromisos y falsas Cticas, responsable y lozana, dispuesta a

gritar que vive en una sociedad donde las ideas, tanto como el cuerpo y el placer, son

sumamente respetados en sus manifestaciones, basta ya de una sexualidad, además de

sumamente “feminoide”, sumamente represiva. “Las mujeres de clase media no se dan

cuenta que ellas son las que inventaron, en cierta forma, la infidelidad, al volverse

posesivas, celosas y egoístas, en respuesta a las posesivas y celosas actitudes del esposo ...

Ellas dicen que el movimiento de liberación abarca, o trata de abarcar, los problemas

de la mujer en su totalidad; un problema que no es econbmico, ni político, ni psicológico,

ni sexual; sino la suma de todos ellos. Por desgracia, la liberación de la mujer en México

es parte también del proceso de colonización del imperialismo norteamericano. Porque

muchas de estas mujeres liberadas imitan y repiten los procedimientos de la lucha de las

mujeres norteamericanas que es un contexto totalmente diferente del mexicano. Las

mujeres liberadas de clase media en México, en sus expresiones, han optado por ser una

caricatura del machito mexicano: fuman, se alcoholizan, hablan con madres y padres, se

visten de pantalones y parecen una mala imitación de Chabela Vargas ...”45

1s __ .”

45 Careaga, Gabriela; “Mitos y fantasías de la clase media en México”, Cal y Arena, México, 1990,

I

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La imagen de la mujer necesita ser reivindicada, no dejar que se autoforme según los

avatares de la T.V. o el cine, o los caprichos de las altas clases que filtran modas y

lenguajes que nada tiene que ver con una mujer crítica y abierta a las experiencias del

mundo desde su circunstancia muy particular. Cada mujer debe ser una proposición de

amor, de sexo, de matrimonio o de soltería, cada mujer, en un México todavía machista,

debe ser una reclamo, no de “ibaaldad’ con el hombre, sino de singularidad femenina. La

sexualidad social comienza por “informar” en la conciencia de las personas, una imagen

<<natural>> de la mujer y el hombre, sin estereotipos ni paradigmas de la practica sexual

ni del rol social.

76

Por otro lado la práctica sexual en sí, como acto mítico, está enclavado en los

grandes misterios, que deben continuar siendo sagrados para el hombre y la sociedad

misma, pues representa no sólo la vida como procreación, sino como revitalización, como

nacer por realimentarse con la presencia amorosa del otro. La sexualidad está rodeada de

misterio, de muerte y vida, de lo “tremendo” que significa la presencia y el abrazo mismo

del Otro; tener al Otro en acto sexual es la presencia misma de la trascendencia humana en

un instante, del cual el hombre no puede tomar conciencia, pues todo el cosmos y lo que

representa la odisea humana se le vienen encima, le abordan y le abarcan todos los límites

ontológicos. En el acto sexual acaban todas las doctrinas, acaban todas las teorías sobre el

hombre. Esta magnificencia sagrada de la sexualidad, a travCs de la poesía, del canto

amoroso, del baile y la lujuria, tiene que ser vertida en la vida misma de todos los

PP. 130-131.

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“Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslo blancos,

te pareces al mundo en tu actitud deentrega.

Mi cuerpo de labriego salvaje te socava

y hace saltar el hijo del fondo de la tierra

Fui sólo como un túnel. De mí huían los pájaros,

y en mí la noche entraba su invasión poderosa.

Para sobrevivirme te forjé como un arma,

como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.

Pero cae la hora de la venganza, y te amo.

Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.

¡Ah, los vasos del pecho! ¡Ah, los ojos de ausencia!

¡ A h , las rosas del pubis! i A h , tu voz lenta y triste!

Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.

¡Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!

Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,

y la fatiga sigue, y el dolor infinito.’“46 ”

46 ”_______ -____ ___

Neruda, Pablo, “”20 poemas de amor y una canción desesperada”, Editores Unidos Mexicanos,

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d) El Otro desde la sensibilidad.

Escribe Emmanuel Levinas:

“Hemos dicho que vivir de algo, no equivale a extraer una parte de la energía vital.

La vida no consiste en buscar y consumir los combustibles provistos por l a respiración y la

alimentación, sino, si se puede decir, en consumir alimentos terrestre y celestes ... Esto de

lo que vivimos no nos esclaviza, lo gozamos ... El ser humano se complace de sus

necesidades, es feliz de sus necesidades. La paradoja del <<vivir de algo>> o, como diría

f Platón, la locura de esos placeres, est$ precisamente en una complacencia frente a aquello

de lo que depende la vida ... Es, tal vez, la definición misma de la complacencia y del

placer. Vivir de ..., es la dependencia que se convierte en soberanía, en felicidad

esencialmente egoi~ta.’”~

El hombre es el Único ser que puede convertir, y de hecho lo hace, la necesidad, la

carencia ontológica en la condición de posibilidad de la dicha, del placer y el gozo. Porque

no se es el Otro, ese Otro representa la dicha esperada, tan sólo hay que romper la banera

psicológica y sensible que le separa. La racionalidad ha sido por excelencia un separador

de cuerpos, es una analítica despiadada que desde los estudios primarios se insufla a los

niños; es una práctica de descuartizamiento despiadado del mundo. La nueva sensibilidad

que se requiere educara para una sexualidad aportativa, adviene del mundo de la

comprensión, pero no de esa que se entiende como compasión o un “te entiendo”, como si

se dijera “pobre de ti”; por el contrario se habla de una comprensión en el sentido de

México, 1978, poema uno. 47 Levinas Emmanuel, “Totalidad e infinito”, Siqueme, Salamanca, 1987, p. 133.

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existir-con-el-otro, estar en la comprensión misma de la vida, en una aprehensión unida

que disipe todo asomo de separabilidad, y luego, de enfrentamiento u lucha social, lucha

desde el cobijo hasta el alimento, la mujer y las estúpidas ideologías.

El punto pues, es el enfrentamiento reflexivo de dos fuentes de la sensualidad

humana. Por un lado la racionalidad, y por otro la comprensión en el sentido de hundirse

conscientemente en las necesidades y horizontes vitales del otro, es decir, en la intromisión

responsable en el mundo y la vida de los demás.

La racionalidad, ya lo comenta Abelardo Villegas, siempre ha sido fuente de

violencia, y su causa es su naturaleza analítica. La razón pone en enfrentamiento, en

primera instancia, al sujeto con el objeto de conocimiento, son dos cosas separadas, y la

condición de existencia de la una es la otra, en su distanciamiento. Esa racionalidad

implica, si se quiere un permiso, una dialéctica, a lo más, una lucha de contrario, siempre

teniendo a distancia y recelo un posible <<abrazo>>. La razón demarca, limita, pone

fronteras y convierte el cuerpo del hombre en un cuerpo de objeto, bien delineado, lo cual

se opone a lo que dice Levinas:

“Si el dar es la proximidad misma, no alcanza su sentido pleno más que

despojándome de aquello que me es más propio que la posesión .... Dar , ser- para-el-otro, a

su pesar, pero interrumpiendo para ello el para sí es arrancar el pan de la propia boca,

alimentar el hambre del otro con mi propio ayuno. El para-el-otro de la sensibilidad goza a

partir del gozar y del saborear, si se permite hablar así; porque la sensibilidad no juega el

. ._ . ...

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juego de la esencia, no juega ningún juego, es p o r lo que es la seriedad misma que

interrumpe el placer y la complacencia del juego. El análisis de la sensibilidad deberá

partir del saborear y del gozar."'*

La sexualidad, como se ha repetido varias ocasiones, no es sólo acto sexual, es,

prístinamente, sacrificio amoroso, entrega en la consumación sexual, entrega del alma y

del pan, de la vida y de su visión, entrega en la fuerza del placer que revivifica el alimento;

entre dos la sexualidad se hace milagro, se diálogo mágico y sensualidad .

"...la experiencia sensible del cuerpo es desde siempre encarnada. Lo sensible

..maternidad, vulnerabilidad, aprehensión-- teje el lazo de la encarnación en una intriga

más amplia que la percepción de sí, intriga en la cual yo estoy anudado a los otros antes de

estarlo a mi ~uerpo.""~

El cuerpo del hombre debe dejar de ser partido por la razón, separado

experimentalmente por el afán científico de conocer lo que es el hombre. El hombre no es

vísceras ni extremidades, es cuerpo doliente que a través de la sensibilidad reclama la

caricia que le consuele. La sexualidad es la manifestación más plena del lenguaje humano,

es decir, de lo que dice, y lo que dice siempre es petición, es obsesión por tener a todos en

un acto, aquí y ahora, cubiertos por el semen de la vida.

~- .___"

48 Levinas, Emmanuel, "De otro modo que ser, o más allá de la esencia", Sígueme, Salamanca, 1987, p 1 .

Levinas, Idem, p. 135.

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A lo que se está haciendo referencia en esta sensibilidad social, es a que la

sexualidad debe dejar de connotar esa imagen televisiva de la pareja haciendo el amor, o

de la publicidad social amarillista de interés consumista y alienadora de conciencias. Ésa

es una imagen demasiado gastada, y por lo mismo, muy accesible y asimilable para las

masas, a las que se les reduce, por lo mismo, a una corporeidad de trabajo y de placer

meramente carnal. Recuérdese, como se dijo en al capítulo anterior, que el placer de la

sexualidad adviene a los amantes porque sus cuerpos anuncian una conciencia del mundo.

La manera de andar, de vestir, de sonreír, de mover las manos, de mirar, son ese anuncio

del mundo que excita y consuma en el placer del acto sexual. El sexo meramente camal,

de sangre caliente entorbellinada, no es una sexualidad humana, tiene su parte, pero no lo

abarca. Por el contrario, una sexua1idad.a la que debe pretender toda educación de masas,

es a la que .implica, como ya muchas poesías lo han dicho, el andar juntos en la vida,

corresponsabilizándose del dolor del Prójimo. La dimensión social de la sexualidad, es la

hipersensibilidad que brota de amar intensamente al otro, al otro que en todo caso es uno

mismo, en el momento de la brega social diaria. A s í , pues, la sexualidad es tomar la mano,

es dar pan, es limpiar lágrimas y evitar la guerra; no nada más es, como dirían las abuelas,

estar en la cama, síntoma de subdesarrollo urbano, pues ni en el campo se hace tal cosa. En

la educación sexual se comienza por hacer sensible al individuo, por ensefiarle a sentir al

otro, a conocer las maneras como se acerca, como habla y lo que dice, lo que pide y lo que

necesita. El sexo es cosa hermosa cuando después de hacerlo se platica se comparte, antes

de todo compromiso está el seguir reconociendo el valor del hombre, lo tanto que le cuesta

seguir en la existencia en busca de la libertad. “El prójimo me concierne antes de toda

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asunción, antes de todo compromiso consentido o rechazado. Estoy unido a éI que, sin

embargo, es el primer venido sin anunciarse, sin emparejamiento, antes de cualquier

relación contratada. Me ordena antes de ser reconocido. Relación de parentesco al margen

de toda biología, <<contra toda lógica>>. El prójimo no me concierne porque sea

reconocido como perteneciente al mismo género que yo; al contrario, es precisamente otro.

La comunidad con éI comienza en mi obligación a su vista. El prójimo es hermano.

Fraternidad que no puede abrogarse, asibmación irrecusable, la proximidad es una

imposibilidad de alejarse sin la torsión de un complejo, sin <<alienación>> o sin falta. Tal

insomnio es el psiquism0.”~0No se puede educar sexualmente si el individuo, joven o

adulto, no tiene la sensibilidad “educada” para estar y tocar al otro, estar en lo que es, en lo

que tiene de presencia humana, en todos los sentidos. El fallo de la educación sexual está

en que antes no se da una educación estética, no nada más de “percepción” del mundo y la

naturaleza, sino primordialmente del hombre; no se le sabe ver, oler, gustar, entrar en él.

La educación sexual es una educación estética que consiste en saber valorar, con el acto

mismo, el ser del otro. Sexualidad quiere decir tocar y poseer el ser del otro en el placer

que causa el ser amado, es decir, <<comprendido>> en la vida. No hay nada más sexual

que saber que de nuevo se puede hablar con el otro <<a flor de piel>>. La educación

sexual debe, pues, pretender no una tkcnica de protección contra el embarazo o contra el

SIDA, eso es superfluo; se debe tener como meta que el hombre vuelva a sentir su cuerpo

en la medida que siente el cuerpo del otro, desde que le clava la mirada, desde que le

habla, hasta el momento en que le reclama libertad y alimento, lucha y protección para

todos. No hay sociedad menos sexual y amorosa que la que está en guerra, pues ahí la ” ” “_______l_l” -__ 50 Levinas, Emmanuel, Idem., p. 148.

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razón instaura el imperio de la estrategia para humillar al otro, para ultrajar los cuerpos,

para desgarrarlos bestialmente hasta llegar a lo inconcebible y aberrante. Bien escribió

Adorno, que después de Auschwitz ya nada podía hacer el hombre para ser perdonado. “El

individuo es despojado hoy día de lo último y más pobre que le había quedado. El que en

los campos de concentración no sólo muriese el individuo, sino el ejemplar de una especie,

tiene que afectar a los que escaparon a esa medida.””

____ S 1

____I

Adorno, Theodor W.,”Dialéctica negativa”, Taurus, Madrid, 1975, p.362. -__

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CAPíTULO IV

El Estado y el individuo desinhibido

a) El Estado y la erótica.

El cuestionamiento que sirve de base para el desarrollo del presente capítulo es la

idea siguiente: “¿El Estado tiene derecho a prohibir lo que la moral tiene como aceptado?”.

El análisis de la pregunta dará l u z sobre la relación que hay y que debe haber entre una

conciencia moral histórica y una ética social emanada de una educación planeada por las

instancias de gobierno.

El papel del Estado a lo largo de la historia ha sido muy variado según la concepción

de la justicia, el trabajo, la solidaridad y subsidiaridad, así corno la idea de gobierno que la

sociedad de cada época pregone. No han faltado los gobernantes que creydndose

representantes del espíritu de la época, acaudillan movimientos de renovación o de total

retroceso en la función de gobernar. Sin embargo, en lo general, al Estado se le ha

considerado un gran vigilante de los intereses de los diferentes grupos que componen un

país. Algunos piensan que además debe tomar parte en los procesos mismos de la dinámica

social como duefio u organizador de las diferentes ramas de producción, educación,

cultura, etcetera, sin por ello faltar los que hablan de que el Estado es una figura de la clase

dominante sobre la clase desposeída52. Sea como fuere, el Estado surge de la confianza que

el pueblo deposita en algunos cuantos para que orienten el progreso de la Nación. El

Estado es el depositario de aquella vieja frase de que los pueblos, las sociedades son tal

52 Savater, Fernando, “Panfleto contra el todo”, Alianza, Madrid, 1987.

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porque tienen un “interés común”, interés que debe ser no nada más captado por los

gobernantes, sino propuesto; es aquí donde el Derecho que el pueblo da al Estado de guiar

los destinos exige que sus hombres sean los más capacitados y sensibles a los cambios que

todos pueblo requiere. El hombre es proteico, y su cambio le viene de si y porque su

sociedad se lo pide. Por eso artistas, científicos, filósofos, religiosos, de vez en cuanto se

reúnen para hacer recuento de lo que va de la vida, y prepararse para el cambio.

Así, pues, el pueblo otorga un derecho al Estado, el problema está en confirmar la

manera como el pueblo traslada y desde que origen ese derecho al Estado. Y es que para

nadie es un secreto el hecho de que el medio no es la democracia. Se sabe que los

diputados de extracción humilde son muchas de las veces los que traicionan los ideales del

. , pueblo al que representan, luego la pregunta es si la moral que representan tales diputados,

gobernantes, es la que dona el derecho al Estado. Ya no se diga la moral del pueblo en

masa, de la masa media como le nombran los medios de comunicación o la publicidad,

pues tal moral desde la que decidiría el pueblo en sus votaciones, es una moral sucumbida

en la transculturación y en el hambre.

La pregunta es pues, si el Estado tiene el derecho de ir en contra o exacerbar un

acepción social de la sexualidad. Porque es bien sabido que a través del órgano legislativo

sobre los medios de comunicación no se hace nada que salve el bombardeo, violento,

callado, contra la mente de un pueblo que no tiene un bagaje conceptual que le pueda

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proteger contra el derrocamiento de sus costumbres, sus mitos, sus ritos y sus fonnas de

hablar al otro.

En este sentido y en contraposición al derecho del Estado, el pueblo tiene el derecho

de la memoria histórica, del pasado que fundamenta el presente, el derecho a un tipo de

parto, a un tipo de matrimonio como se describe en la novela Juan Perez Jolote, de un tipo

de fiestas celebrativas de casamiento, de defunción, de nacimiento y hasta de castigo. Tal

vez no tengan la estética griega, pero si son el alimento de todo pueblo. Por esto la frase de

si el Estado tiene derecho toma el sentido más bien de que tiene el derecho de estar

obligado a cuidar las “buenas costumbres”, que t a l vez nada o poco tengan que ver con la

ética académica.

La moral de los pueblos --y se puede hablar de la moral de grupos o de pequefías

comunidades como son el caso de los barrios o de las pandillas” tiene que ver con la

identidad psicológica, con aquello que hace sentir seguro al individuo y con orientacibn y

valor en su quehacer diario, es el sentido de la vida de los grupos humanos. El Estado tiene

derecho a conservar todo ello, a que se transmitan a través de la educación maneras de ser

que están en armonía con otros elementos como la naturaleza que rodea y el más allá que

se espera.

Lo que se quiere señalar es que parece haber un divorcio entre el derecho que tiene

el Estado de “actuali~ar’~ la vida y la moral de l a s sociedades. Hoy por hoy la vida que

pregona el Estado pone en cuestionamiento su derecho, pues no nada más no prohibe sino

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que exacerba la “cultura” del consumo, del lenguaje de la publicidad que es un discurso de

sibmos que todo lo invaden y cambian de significado según el mejor postor, lenguaje de

escamoteo y de explotación de los constituyentes míticos que posee el hombre, como el

miedo, la pureza, lo tremendo, la ciclicidad, etcétera, y que será, tratados de mejor manera

en el siguiente subtema.

Por lo dicho en los capítulos anteriores y con lo de la frase de arriba, se puede

afirmar que el erotismo pertenece al campo de la moral de todas las culturas, pues

pertenece a su amatoria natural que siempre guarda relación con la divinidad, con el mis

allá y con una concepción de la armonía de la naturaleza que les rodea”. El Estado debe

percibir la erótica de su pueblo, pues representa una fuerza enorme en todos los sentidos y

que está siendo explotada por empresas de publicidad. Esa fuerza del erotismo construyó y

sostuvo a grandes civilizaciones, y ello porque como se dijo, simboliza el encuentro, a

través del hombre, de fuerzas cósmicas, humanas, escatol6gcas, fuerzas de destrucción

que esconden la gestación de la vida, fuerzas que contienen la muerte como condición para

seguir viviendo, Eros y Tanatos. El Estado no puede dejar escapar esta fuerza real, social

del erotismo que todos los individuos y que como cultura guardan y que mal está siendo

aprovechada y desvirtuada por medios totalmente opuestos a esa riqueza: T.V.

pornográfica, cuentos sexuales --ya se analizará en el inciso c--.

Hay un círculo vicioso, y es el que consiste en que el individuo social, aunque fuera

su propósito, en un acto increíble de recogimiento y reflexión, encontrara valores, por

53 - ”___ __~

Eliade, Mercie, “Tratado de l a s religiones”, idem.

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desgracia sus actos, su voluntad estaría tullida, sin medios de imagmción y pensamiento

para dar nacimiento a la voluntad que llevara a provocar una conducta de cambio. El

lenguaje intelectual, del intelecto, del cual se desprende la voluntad- lo posee el individuo

de manera prefabricada, ya con sibwificados operativos muy determinados. El lenguaje

social es escamoteado por agencias de publicidad que desvirtúan la sexualidad hacia falsos

sentidos de la existencia y conducidos a tomar conductas ya ajenas al erotismo y

confundidas con el placer patológico deformador de conciencias, motiL-antes de patologías

como violadores, suicidas, asesinos, etcétera. Está claro que el Estado tiene la culpa de

tales cosas por ser incapaz de saber y valorar el erotismo de un pueblo, de una moral.

El Estado, como se dijo, tiene el derecho que obliga, del derecho que es

responsabilidad, es decir, el derecho de saber responder por el sentido de la vida de los

demás. Este saber responder es saber orientar y explicar al pueblo lo que “sus dioses”

desean que se haga, ~ pues todo el entorno muestra presagios, indicios, señales que así tiene

que ser. El erotismo es sensibilidad de tiempos de vida o de decadencia, es también

esperanza y entrega total, abiertos a los inexplorado e inefable, el erotismo no habla, siente

lo que sucede. En este sentido, el Estado debe cultivar tal erotismo de los pueblos, y no

como una sexualidad normada y esthtica que transcurre generación tras generacih, como

si la vida se detuviera. Por el contrario, el erotismo es proceso de inestabilidad que está en

el cambio, no que “es” cambio, es como dijo Jean Paul Sartre, un “siendo”. El hombre no

debe estar, y no puede, con una sexualidad y un erotismo satisfechos, es anatema. Sexo y

erotismo son inquietud, son desasosiego entre y con los demás, son l a desubicación que

1

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ubica al otro, es decir, son la posibilidad misma de lo justo, ahí, entre el dolor y el placer,

entre la vida y la muerte se acrisolan las simientes de todos los conceptos que sirven de

paradigmas sociales.

El erotismo es moral pues forma parte de una manera de ser de los pueblos del

mundo; manera de ser que refleja lo que cada cultura entiende por prohibido, por

interdicto, por diabólico, por misterio, por locura y lujuria, por exceso y por moderacibn,

por muerte y vida, por límite y por transgresión, como más all&. El Estado debe dedicar

buen presupuesto, no tanto a la UNAM, sino de primera instancia a construir canales, vías,

lenguajes, espacios, oráculos, etcétera, para develar tal riqueza de espiritualidad humana

que en verdad dará, fundamento, sentido y valor a la lucha por vivir de todos los tiempos.

b) El Derecho y la verdad de “un” lenguaje.

El Derecho como brgano social que instaura, vigila y desarrolla el hecho y el

concepto de la legalidad, es necesariamente un producto de la verdad, y no al revés. Esto

viene a colación porque la sexualidad y el erotismo en particular, como se concluyó en el

subtema anterior, son canales por donde la verdad hace eclosión en la sociedad. La verdad

no es una categoría racional, científica, o una parámetro de comprobación como mal

entendido lo tiene la juventud. La verdad tampoco es un conocimiento, es, lacónicamente,

el contenido de lo que aprehende el conocimiento. Se aprehende la verdad, no con la

verdad, pues no es una categoría. La verdad está en el mundo, afuera, en la vida. La

relación tan dificil de entender es la que se da entre la idea y la realidad. La realidad

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parece ser una cosa distinta al “mundo” de las ideas. Casi nunca coinciden. Cuando las

ideas que se tienen, es decir, el pensamiento que se tiene va siendo acorde con la vida, la

experiencia se acumula y la verdad se va captandos4; porque también hay que decirlo, la

verdad no es prenda de un momento, de una cosa, o incluso de una época, la verdad es de

la historia, porque nada toma su “verdadero” sentido hasta que no se ven sus

consecuencias. El pensamiento, por eso, es mis memoria histórica, es más narración de la

vida, es más símbolos a traducir de las obras legadas por el hombre para ver si así, de

alguna manera, la verdad hace eclosi6n y reorienta la vida.” Y es que la verdad se forma

de esa vida de afuera que a su vez se forma de símbolos, que a la postre, tendrán su

correcta o incorrecta representación interpretativa en el mundo de las ideas. La idea es una

interpretación del símbolo que son las obras del hombre y que hacen su vida, la vida

humana. De acuerdo con esas ideas, de época en época, el Derecho afirma, confirma,

apoya y coacciona una legalidad de las relaciones sociales, que a su vez, con memoria

histórica, fundamentan el Derecho que ahora les legaliza. Esto es de tal manera que el

lenguaje del erotismo sólo tendrá el derecho que el Derecho le otorgue, cuando que tal

Derecho no es otra cosa que la aprehensión verdadera de lo que la vida es. De otra manera

planteado lo que se quiere decir, es que al adolescente, en un programa de educación

sexual revolucionario --no puede ser de otra manera-, debe comenzar, de nuevo, no ha

descubrir la sexualidad del Estado, sino la sexualidad escondida, abrupta, irreverente, si se

quiere “inmoral”, para así instaurar la vida sexual que a la postre de cuerpo al Derecho, a

la verdad sobre tal lenguaje. Es una vuelta, comenzar, como dice el tan mencionado Sartre,

S4 De Alejandro, José Ma., “Gnoseología”, BAC, Madrid, 1984. 55 Gadamer, Hans Georg, “Verdad y Método”, Sígueme, Sdamanca, 1986.

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¿por qué el ser y no más bien la nada?; ¿por qué el Derecho sobre la sexualidad y no más

bien la nada (el derecho del sexo)?. El Derecho lo hacen esas formas de la socarroneria del

mexicano. Se debe dejar paso al mundo del Pathos, y ya no del Ethos, para a s i , recomenzar

las relaciones del que las ideas aprehendan la verdad y den forma a un nuevo y más

empático Derecho.

c) Medios de comunicación y semántica de la sexualidad.

Los valores representan una estimación que el hombre hace del esfuerzo que le

cuesta vivir la vida. Tal estimación parte de que el individuo tiene una conciencia formada

a través de la praxis que circunda su vida social. Es decir, alguien hace una estimativa en

la medida en que su entorno le proporciona los elementos de valoración. Pero además, no

nada más se trata de “ver” el entorno y con base en ello decir si está bien o mal lo que se

hace en la vida, sino que la praxis, como ya se ha dicho, significa actividad, actuación,

trabajo y creación en el mundo social. Lo que se quiere decir es que la conciencia a partir

de la cual se hacen valoraciones, implica un <trajín> diario, un lucha diaria no nada más

por sobrevivir, además por encontrar sentido a lo que se hace, en otras palabras, razón o

chiste a la vida. En la medida en que el hombre encuentra que su <trajín> tiene un sentido,

un por qué y para qué, en esa medida tendrá el individuo elementos para hacer una

estimativa, una valoración, que no es otra cosa que contar con valores de base para hacer el

juicio de valor supremo.

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Se tiene entonces que los valores humanos y sociales guardan una relación entre

conciencia, trabajo en el mundo y sentido de la vida. La conciencia es la capacidad que

tiene el individuo de darse cuenta de los valores de su época y del sentido que tiene la vida

de acuerdo a ellos. No es cosa fácil la conciencia, es una gran virtud y representa todo un

esfuerzo humano por orientar la vida. De t a l manera que el hombre y los pueblos sin

conciencia equivocan su destino, no tienen felicidad porque el presente y el futuro se

confunden con un pasado desordenado, sólo recuerdan el dolor de la incertidumbre. Pero

la conciencia, como se dijo, no brota de la noche a la mafiana, es producto de la manera

como el hombre interact& con su entorno, aquí es donde la publicidad juega un papel

importante (hoy por desgracia degradante).

. . La publicidad, como se dijo, es más un discurso e imagen que una cosa en sí. Pero el

trabajo del hombre no es un discurso ni una imagen, es esfuerzo, cansancio, es sudor y

pena. ¿Qué relación hay entre ello? En primera instancia está claro un rompimiento, una

desarmonía. El hombre es trabajo y la publicidad representa, y alimenta como esencia, un

mundo de comodidad o holgura, de paraíso terrenal. Necesariamente se provoca un dilema

en la conciencia del hombre, se le mete en una encrucijada: trabajo o no trabajo. Por un

lado la sociedad valora al individuo que trabaja y por otro parece <anunciarse> que el

trabajo debe ir disminuyendo hasta el momento en que el hombre, por el avance de la

tecnología, sólo viva para sí mismo. En segunda instancia, y de manera más sustancial y

menos perceptible, estA el hecho de que la publicidad es un modelo del trabajo como

especulación, como teorización, igualándolo en cierto sentido al significado que tiene el

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arte. Es decir, la publicidad es un arte de la especulación, así como la economía de México

es una economía que no se basa en la producción y en el crecimiento de su planta fabril,

sino en negocios “intelectuales”, en inversiones de cartera, pero nunca invirtiendo en el

levantamiento real de empresas; análogamente la publicidad “fabrica” el mundo de

objetos, fetiches, artificios, sorna^'^, placeres, ‘‘discursos de valor” pero que en realidad no

entretejen una realidad consistente. Por esto a la publicidad se le suele tachar de retórica

comunicacional.

93

Así planteado el problema, se ve pues, que la publicidad está llenando el mundo de

cualidades exaltadas de las cosas, de personajes con reputación que al hablar instauran una

“verdad, y que a la postre no son, sino que engañan ser, y que la conciencia como base de

la valorización de la vida, al formarse a partir del mundo de la “praxis” que se crea

alrededor, tiende entonces a conformarse al tono del mismo discurso de la publicidad.

Entonces los valores, en efecto, cambian, pero el caso es saber si para bien o para mal.

La praxis ”el mundo de acciones que rodea al hombre y del que se vale para existir y

tomar conciencia de su existencia--, entonces, es creada a partir del discurso publicitario,

que está por demás señalar que <la palabra orden-, más en la actualidad que se diseiia la

locución con la idea de <autoridad>. Pero esa palabra, ese lenguaje de la publicidad

esconde su referencia hermenéutica, es decir, esconde el significado que toma a partir de

su conexión antropológica de la <discriminación y prestigio> que entretejen las relaciones

sociales de todas l a s épocas. Es decir, en la medida que estas raíces inconscientes que dan

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forma a todo el teje y maneje de la producción, distribución, compra de los productos

comerciales que sustituyen el encuentro real con el otro y que parece ser se ha vuelto el

alma de la cotidianidad, se les hace pasar (se les maquilla) más como una lucha creativa

por la vida y no por lo que en realidad son: un snobismo protector de fobias o

frustraciones, en esa medida la publicidad dejará de ser discurso e imagen maquillados:

“...no la relación con las necesidades, el valor de uso, sino el valor de intercambio

simbólico, de prestación social, de Competencia, y, en el límite, de discriminación de

clase ... . 7) 56

Esta sociedad que vive gracias al intercambio de discursos que exaltan desde l a s

cosas hasta a sus dueños casándolos en una magia publicitaria, genera, a nivel masivo

(masa, media) el deseo de poseer ese objeto valioso; los valores ya no son actos y ni mucho

menos cosas reales, son lo que se dice de ellos y que representa la claridad con la que

ejercen un autoritarismo sobre los objetos y las vidas de otros hombres. Es decir,

soterradamente, el valor máximo que la publicidad se ha encargado de <realizar>, es el de

la ostentación, que no es, que es una comunicación no verbal del deseo del hombre de

dominar a los otros y que en psicología suele llamarse sadomasoquismo. Prestigio,

autoridad, poder, “sabiduría”, potencia en todos los sentidos, riqueza, ociosidad y

vitalidad, capacidad de dilapidación--que a la postre representará en la conciencia del

individuo social, poseer tanto a las cosas y las vidas del hombre, que puede inclusive

disponer como se le antoje de ellas. Se puede dar, y de hecho se da, la enferma situacibn

de que quien tiene la capacidad de dilapidar, es porque dilapida de lo que es dueño, de lo

S6 Baudrillard, Jean, “Crítica de la economía politica del signo”, Siglo XXI, Mdxico, 1983, p.3.

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que compró; se llega al engaño de que un poseedor de poder posee a su esposa, y su

sexualidad es destructiva como ostentación de tal poder. Y quien es dueilo es porque

“hizo” (compró con un instructivo anexo; una teoría del amor o la seducción) a esa cosa o

a esa vida de la que es dueño y por lo tanto sólo éI tiene el poder y el secreto para

de~trui,rlo~~-- etcétera, se confunden en el lenguaje publicitario con colores, formas,

sonidos, e incluso, silencios que señalan un status, una jerarquía social:

“El mundo de los objetos no escapa a esta regla, a esta coacción de superfluidad: es

siempre en aquello que tiene de inútil, de fútil, de superfluo, de decorativo, de no

hcional, en lo que categorías enteras de objetos (bibelots, accesorios, baratijas) o, en

cada objeto, todas l a s connotaciones y el metabolismo de las formas, el juego de la moda,

etc. --en suma, los objetos no agotan jamás sus posibilidades en aquello para lo que sirven,

y es en este exceso de presencia donde adquieren su significación de prestigio, donde

“designan” no ya el mundo, sino el ser y la categoría social de su poseedor”58

El <mensaje> in vitro es el de un significado que en su raíz quiere decir soberanía

sobre las fierzas de la naturaleza, del mundo, de la mujer, a la postre de la sociedad;

soberanía sobre toda autoridad adquirida por la magia que se adquiere a través de los

objetos publicitados. La no verbalización del mensaje oculto de la publicidad, hace su

efecto cuando el individuo siente someter lo que antes no podía hacer. De alguna manera

es “eliminar la carencia” ontológica, cubrir o tapar la mancha natural del hombre, el

57 ~~ ~

Esta creencia y actitud de saberse con el derecho de destruir de lo que se es poseedor, es una conducta arcaica que se encuentra en conductas rituales de las más variados grupos primitvos. Se explica esto en el libro de Mercie Eliade, “Tratado de las religiones”, Era, México, 1986. 58 Baudrillar, J., Idem, p.5.

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pecado original se cubre con filigrana. El asunto paradójico está en que no nada más se

cubre lo que no se debe cubrir, sino que se revierte y se enfrenta a aquello que cubrió. Es

decir, si el individuo social, por su naturaleza humana y mítica, tiene miedo a la sexualidad

o tiene atracción por io luminoso, el mercado publicitario da a conocer a todos, para que

no aparezca el sentimiento, hoy deprimente, de la diferencia, el artículo que no nadamás le

cubre la timidez sexual o su anonadidad ante la l u z , además le vuelca en forma de ataque

contra la sexualidad o la l u z de la que se originó. Se posee la loción o la ropa o el auto que

cubre la no expresión sexual, y violentamente, ahora, se trata de dominarla, se trata de

tener poder o autoridad sobre de ella. No basta ser sexual, se necesita dominar el sexo, con

todas sus connotaciones. Lo que se quiere decir es que la publicidad basa su desarrollo en

la agresividad contra aquello que de suyo le pertenece por naturaleza al hombre; no sólo es

dosificar, suavizar, facilitar, ahora tiene el significado de <poder hacer lo que se quiera con

ello>, destruir, pues a su vez, el producto de la publicidad exige que ese producto se

efimero, no dure más que una dosis, una eyaculación efimera, pues hay muchos otros

producto^'^ que esperan su turno. En el fondo, la publicidad está dirigda contra la

naturaleza humana: no tener miedo, cuando el miedo es parte del hombre y cualidad que le

hace tomar una debida distancia de lo otro; no tener esperanza, es decir, horizonte, al

futuro incierto en la medida de la creatividad inesperada del hombre, se le transforma en

un mañana calculado, en un mañana racional de bitácora, sólo basta “destapar u oprimir”

para que el mañana se realice; ... poco a poco el hombre acumula ese desorden de ir

contranatura, de hacer lo que no es, de oír lo que no se dice, de actuar conforme a una

lógica que no tiene mucho que ver con la ilogicidad de la vida:

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“El doctor Dichter caviló mucho sobre este anticuado puritanism0 del

norteamericano corriente que “consume toda clase de refrescos, cigarrillos, bebidas

alcohólicas, y cosas por el estilo ... y, no obstante, al mismo tiempo, se siente mortificado

por lo que está haciendo”. Como resultado de sus cavilaciones y sondeos, el doctor Dichter

llegó a esta conclusión general:

“Cada vez que se vende un producto que proporciona satisfacción al que

I compra.. . hay que mitigar sus complejos de culpa.. . ofreciendo ab~olución”.~~

El valor supremo es la superfluidad, es decir, lo que fluye fácilmente y tiene la virtud

de acomodarse a cualquier situación, persona, cosa, es una no esencia que pasa por ser

consistente, es un valor que “se usa y se tira” según la ocasión, es una sexualidad libertina

la que se esconde; aquello que no cuesta trabajo poseer toma valor, por eso el “instructivo”

se hace cada vez más fácil de comprender, e incluso el mismo mecanismo de uso de los

productos no representa mayor problema. Recuérdese que el diseño actual es el del

accesorio, el de la funcionalidad, el de la virtualidad, el de <es todo y a la vez es nada>.

En el fondo de la corriente (red) de la publicidad se extiende silenciosamente la

agresión del hombre contra la naturaleza del mismo. A la postre encuentra que el sentido

que tiene la vida es el de la defensa a través del sometimiento de todo lo que est6 a la

mano, en principio es un sentimiento bien explotado por la publicidad, es decir, el hombre

siente que en efecto domina poseyendo el artículo, y no nada m8s a t a l artículo, sino a

~~

Packard, Vana, “Las formas ocultas de la propaganda”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1991, p.68-69.

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aquello a lo que virtualmente apunta el mismo: el auto apunta a la velocidad, p o r lo tanto,

el que posee el auto <domina> la velocidad. No se trata de vivir las capacidades y

carencias ontológicas, sino de someterlas y llevarlas a la conquista de aquello que

virtualmente se anuncia en el instructivo que es para lo que sirve. Repitamos, poder,

autoridad, etcétera, hasta tener el “derecho” de la destrucción, de la vejación. Esta

violencia soslayada en el “discurso e imagen publicitario” aparece a cada instante en el

momento en que se acaba la posesión, es decir cuando el producto, el individuo, se acaba,

se desgasta, siempre y cada vez más en un tiempo muy corto. El hombre repite estas

experiencias psico-perceptivas y lleva su vida al agotamiento o desgaste rápido de lo que

posee, en todos los sentidos, es un destructor a mansalva, ofrece dinero para que adquiera

la autoridad de aniquilar; junto con ello muestra un ansia de poseer siempre lo diferente, lo

,c.ual no existe más que en su mente enajenada, y lo cual no permite duraciones largas entre

las personas y en el uso de los objetos. La misma publicidad cada vez mhs se hace más

rápida, se riega en cápsulas sedantes y catalizadoras a la vez con la debida dosis de

agresión, pues se ultraja, además de al objeto, el orden natural de tiempos y espacios

lentamente <sentidos>, se daiia la agresión natural en el hombre, para lo cual a su vez se

diseñan otros sedantes. A la postre no falta quien haga la traslación al carácter humano y

publicita la imagen de una “persona” segura y agresiva ante todo, destruyendo y

posesionándose de todo a diestra y siniestra, como si en lugar de amarlo el sentido de la

vida fuera despreciarlo. Y es que la superfluidad tiene en su “diseño” publicitario, y por su

naturaleza misma, esa dualidad que consiste en <servir para ser destruido>, <no ser y

contagiar de no ser>, que en el lenguaje del “inconsciente colectivo” se traduce en tabúes

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de adueí’íarse de Io ajeno, transgredir hasta el pecado, infundir el terror, ridiculizar la

ciencia, un ejemplo sería:

“Los personajes violan lo inviolable invocando al demonio, enamorándose de una

muerta ... en la publicación de Vampirela. Seres que se deshacen ante nuestros ojos,

violentas violaciones entre violáceos vampiros, el acto sexual protagoniza sobre un charco

de sangre, son apenas algunos detalles superficiales dentro de la publicación .... Sabios

locos que juegan con la ciencia y de pronto descubren una droga que podría envenenar a

todo el planeta.. . . 99 60

La superficialidad y la violencia se condicionan mutuamente, y se corresponden bien

con la dualidad comodidad- posesión. La vida, como se oye hoy decir a la masa, debe

vivirse fácilmente,.pero contar con el mayor número de posesiones ”mediante robo, droga,

sexo, política, etcétera--.

Con lo anterior se quiere hacer referencia al estilo de vida llamada de consumo. Y es

que el hombre, silenciosamente, hace su vida según modelos de consumo que utiliza y que

99

cada producto influye a través de la publicidad. Cada individuo tiene una forma de

consumo que bien puede analogarse con su manera, no ya de vivir, sino inclusive de ser.

La misma palabra consumo pareciera anunciar su falacia intrínseca, hundirse junto con

todos en el mundo del desgastar, llevar a que se consuma. Cuando un producto es

comprado entonces acepta el que lo compra, en un acuerdo tácito con quien lo vende, que

se trata de “acabárselo”, el que mejor acaba las cosas es mejor en el consumo. Esta idea ___ 60

”- -

Prieto Castillo, Daniel, “Retórica y manipulación masiva”, Premia, México, 1984,p.59.

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1 O0

trasladada a la sexualidad representa una violencia extrema en la conducta de la juventud.

Hacer el sexo no representa ninguna responsabilidad, se trata de salvajemente anular al

otro.

Los mundos silenciosos son aquellos que entretejen, pues, otra vida, una vida que se

lleva conforme a mensajes no directamente descifrables, sino que permanecen en lo

oculto, en la clandestinidad que les protege de cualquier queja por parte del comprador.

Podemos decir que hay tanto mundos “silenciosos” como compañías de publicidad, o

tantos como raíces míticas del hombre son manejadas, explotadas. Sea por ejemplo el de la

sublimación sexual, de un mundo “en silencio” que corre a lado del mundo aparentemente

sobrio, ecuánime y que no sufre de desequilibrios emocionales. Inclusive el mismo mundo

“sobrio” ya es un lenguaje de publicidad. Recuérdese también la manipulación que se hace

de la violencia o de la pobreza, o del ansia de poder de todo individuo. Hablemos un poco

de ellos, de los mundos alternos que alimentan pasionalmente al mundo real a través de la

incisión en el ser mítico del hombre y que, anclados en la fuerza natural de la sexualidad

como renovación de la vida, hacen del erotismo una virtud o un lastre social.

Basados principalmente en Roman Jakobson, encontramos que un mensaje lo que

menos tiene es ser puro, es decir, que desde el momento en que se lanza al exterior, se

encuentra con una serie de filtros comunicacionales que distorsionan el mensaje. Desde el

emisor, se encuentra el mensaje con diferentes funciones a cumplir, lo cual le da un

denotado, como contexto, contacto, mensaje, código, y que dependiendo del destinatario se

resignifica connotacionalmente.6’ La connotación, a su vez, advierte Umberto Eco”, surge - -

6’ Jacobson, Roman, “Ensayo de lingiiistica general”, Seix Barral, Barcelona, 1973.

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a partir de la consideración que se haga del lugar donde se produzca la comunicación, lo

cual lleva a pensar en todo un estudio del impacto o resignificación que toman los

mensajes dependiendo de la estructura social en la que se de: un grupo de pandillas, un

grupo de empresarios, una comunidad indígena, etcétera. El éxito de la publicidad

consistiría en prever tales filtros y su semántica, con lo cual, el mensaje informaría la

original intención del emisor. Sin embargo no es así, la publicidad comercial tiene como

fin el control total de tales canales, filtros, lenguajes, código, etc., con el fin de impactar al

receptor de una manera totalmente prevista, lo cual toca a su vez el campo de la Ctica,

pues al receptor, que nunca deja de ser una persona, se le insufla un mundo para el cual 61

no tuvo voz ni voto, cuando menos supo ya tenía un mundo estructurado.

Precisamente la estructura del mundo del que informa y del que recibe, esth mediado

por una estructura intermedia que es la que el propio mensaje instaura en el mundo por la

riqueza misma de las palabras, se convierten en metonimias, en metáforas, en parábolas,

en retórica, en alegoría, en analogía, en similes, en barroquismo, etcétera. Y es que las

palabras mismas poseen, como se explica desde el mito, sus raíces mismas de

comunicación hombre-mundo, llámese miedo a caer, temor al fuego, adoración al agua,

atracción sexual animal, etcétera. En este nivel de discurso, en el que se estructura a sí

mismo por las palabras mismas, es que está la estructuración de mundos no-verbales.

Recúerdese que el problema de todos los medios de comunicación, según Jakobson y lo

comenta PecorP3, es el de los lenguajes contiguos, metonímicos, es decir, el de instaurar en

62

63

_____ b, Umberto, “La estructura ausente. Introducción a la semiótica”, Lumen, Barcelona, 1972. Pecori, Franco, “Cine, Forma y Método”, Gustavo Gili, Barcelona, 1977.

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I

102

un ritmo de vida real, una estructura de vida artificial cuyo lenguaje logre el traslado de

origen vivencia1 a la pantalla, al escenario, a la música, a la TV, a la radio, al cine, al

artículo de revista o periódico: las acciones del actor son las propias del espectador. Si en

T.V. ha un acto sexual, el espectador siente que é1 lo esth protagonizando.

“Un hacha no engendra nunca otra hacha; entre dos utensilios idénticos, o entre dos

utensilios distintos, pero de forma lo más parecida posible, hay y habrá siempre una

discontinuidad radical, debido al hecho de que uno no deriva del otro, sino que cada uno

de ellos tienen un sistema de representación.”

De lo cual comenta Pecori:

“La dificultad es precisamente ésta: como el sentido de una cultura no nos es dado

por la suma de los elementos culturales, sino por su relación dentro de un <<sistema de

representacihn>>, para alcanzar el sentido del lenguaje cinematográfico, tambiCn tenemos

que atrapar el sistema formal que regula las relaciones que sostienen entre sí los distintos

elementos semióti~os.’~~

Paralelamente hoy se alternan dos vidas, una real y la otra que con el arte pretende

no nada m& ser real, sino más real, en el sentido de que los medios llevados al arte tienen

la meta de emerger, de hacer notar los valores mhximos de la vida. Estos lenguaje

contiguos, no de similitud, se prestan uno al otro, se abrazan para impactar al hombre. El

problema surge cuando el fin y el medio ya no es el arte, la vida, sino abiertamente el

negocio. Los lenguajes son abruptamente acomodados, violentamente cortados, por lo cual

&I ”

Lévi-Straws, C., “Antropología estructural”, EUDEBA, Buenos Aires, 1969 ~ecori, op. cit., p. 102.

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ya no se habla de contigüidad sino de montaje técnico, a secas. Lo que sc quicrc d ~ i r es

que cuando los medios se utilizan como arte, una imagen de TV dondc alguictl lime

hambre, entre similitud y contigüidad, no hace falta más que mostrar cl hambrc, t d vez

remarcando características definitorias del hambre; pero cuando se muestra otra cos% tal

vez un taco, un restaurante con limpieza, colores y grandes platillos, ya no hay conligaidad

ni similitud, sólo publicidad “subliminal”, y la imagen se vuelve un discurso

racional-técnico que vitupera a la naturaleza humana. No es 10 mismo la mirada dc Una

mujer que la marca de las prendas que usa, lo segundo deja en reserva mil posibilidadcs de

catarsis erótica interindividual.

Recuérdese que una estructura, según Lévi-Strauss, es una forma rclacional que

significa, que da significado, a determinadas formas de vida. Es decir, por ejemplo, 111 PRI

tiene un significado que le viene de forma en que hace sus relaciones con los demas

ámbitos de la sociedad, la cultura, l a s masas populares, la religión, los intelectuales,

etcétera; además del hecho de que se inscribe en un momento histórico determinado. No es

10 mismo el PRI hoy que hace cuarenta dos. En este sentido, todo mensaje publicitario es

un lenguaje que se inserta en una relacionalidad de la vida que ya posee un valor, un

sentido de realización. El mensaje publicitario trata de llegar ahí, en el sentido que lleva la

vida para contiguarse.

Así, pues, hay tres “discursos” que se filtran, se diluyen en todos los ámbitos de la

sociedad, de manera silenciosa, no verbal, y que logran acomodarse en espacios miticos

del ser hombre para hacerle pensar que es parte de 61 mismo. uno es el sexual, otros es el

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de la violencia que guarda una relación intima con el anterior, y el tercero, de entre otros

muchos, es el del miedo.

El discurso sexual de la publicidad se instaura en la estructuras mágico religiosas de

..la fertilidad, de la procreación, de la conservación de la especie, del retorno de la vida, de

la inmortalidad, de la existencia del más allá. Es interesante estudiar este punto desde la

perspectiva del I erotismo, porque precisamente ahí es donde la sexualidad “oficial” se

disemina en prácticas sexuales cuyo fin es la experiencia sagrada de la muerte, de la

ruptura con la vida en busca de ventanas para la misma. Esta ansiedad, esta búsqueda de lo

que no tiene reglas, de lo que estalla en placer exorbitante como medio “narcótico” para

tener acceso a otra forma de mundo, de existencia, es consumido en el consumo de la

sociedad llena de mensajes eróticos. El erotismo significa para el hombre fuerza de

continuidad de la vida y expresión de la libertad que es su esencia. A h í hay que meter el

mensaje de la publicidad dicen los publicistas. Dice Bataille “...más allá de la ebriedad

abierta a la vida juvenil, se nos otorga el poder de abordar la muerte de cara, y de ver en

ella la continuidad ininteligible, incognoscible, que es el secreto del erotismo, y del cual

sólo el erotismo aporta el secreto ... >>no hay mejor medio de familiarizarse con la muerte

que aliarla a una idea libertina>>.”66

Si la sexualidad es procreación, el erotismo es “violación” de normas en busca de

horizontes, espacios, mundos para hacer la vida, que está, en la misma sensibilidad del

hombre. A la vez, el erotismo es cargado del ansia de posesión, a su parte morbida, de

66 Bataille, Georges, ‘‘El erotismo”, Tusquets, Barcelona, 1992, p.39.

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apego enfermo al objeto que accesa al Eros, pero no aprecio al Eros mismo. De aquí que

los mensajes sexuales se correspondan con el objeto sexual como llave para atrapar el

deseo inerme del individuo. Empero, la comprensión y el valor mismo de la sexualidad y

el erotismo quedan frustrados. Así, se encuentra que vale más el objeto que la sexualidad,

el auto que el erotismo, la función que su sentido de la muerte, etcétera. Y esto está claro

porque lo que importa vender es el producto, no la experiencia, que esa ya se deja para la

“buena de Dios” según el carácter o educación de cada individuo. Se encuentran, entonces,

desde corsetería de todas marcas con nombres de artistas, hasta automóviles, viajes y

alimentos afrodisiacos. Lo importante de seaalar, otra vez, es que esos productos

representan la imagen de libertad, de tocar límites prohibidos, de ser “creativos” en las

relaciones, pues ello es similar al erotismo mismo. “Un anuncio muy difundido mostraba a

una chica muy bonita, con largas trenzas rubias, vestida sólo con faja y corpiño, a quien

arrastraba del cabello por el piso un moderno hombre de las cavernas. El título era: ¡Sal de

la edad de piedra, q~erida!~’

Masoquismo, sadismo, son connotaciones que el mensaje sexual adquiere y que da

fuga al dualismo de proteger y ser protegido. Existen las famosas escenas donde un chico

seduce a una chica en el auto, luego, el auto se convirtió en símbolo de sexualidad y poder,

de seducción y seguridad, etc. O el caso de la escena donde a una rubia le vuela el vestido

yn respiradero del metro. La prenda que se la alcanza a ver se hace muy vendible, Los

objetos son los importantes, lo que suceda con ellos no tiene garantía. Colores rojos,

67 - - _ _ - _ _ ~ -

Packad, Vance, “Las formas ocultas de la propaganda”, Hemes, México, 1992, p.97.

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envolturas en forma de vaginas, productos líquidos, etcétera, hacen un culto al objeto, no a

la experiencia humana.

Otra de las dimensiones, como se dijo, que se avasallan con la publicidad, es la de la

violencia natural humana. El hombre es violento por naturaleza como no se cansa de

decirlo Santiago Genovés en repetidas entrevistas que le hacen. También Abelardo

Villegas lo comenta6& y hace un estudio interesante de cómo el hombre se ha violentado

más conforme racionaliza, mide, calcula toda su vida, sus actos, su pensamiento. En el

momento en que el hombre saca del orden natural de defensa al hombre, mediante la razón

le encausa a objetivos prefijados por la razón, que por lo regular, es perseguir el poder. Es

decir, la publicidad aprovecha esto y ofrece, además de productos, sublimar el deseo de

aniquilar, matar al otro, que a su vez es producto de otra publicidad política que le presenta

a su prójimo como alguien con el que se compite, al que hay que vencer. Al individuo,

desde niilo, se le prepara para la competencia, que es análogo de violencia. ,Competir es

ganar, vencer, destruir al otro. La violencia, entonces, en la publicidad se maneja a través

de la competitividad presentada como forma normal de la vida. Se vive para vencer, y se

vence si se tiene el mismo o el mejor automóvil del otro, Una forma de aniquilar al otro es

comprando un mejor departamento que aquel; una forma de agredir al otro es

discriminarlo, es decir que no se pueda comprar lo que desea, lo cual no le permitirá tener

acceso a otra clase social.

- 68 Villegas, Abelardo, “Violencia y racionalidad”, UAM, México, 1982.

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“Hay aquello para quienes la TV es un objeto, y hay aquellos otros para quienes es

un ejercicio cultural”: sobre esta oposición radical se funda un privilegio cultural y de

clase, que se inscribe en un privilegio social de esencia”.69

La otra dimensión del ser del hombre en sentido mítico y que es explotada por la

publicidad es el miedo. De éI, o a costa de él, se generan una serie de productos que

esconden una retórica del engaño comercial. Todo tipo de “máscaras” sociales que son el

símbolo de protección de los miedos escondidos y que “nadie debe mostrar por estar en

oposición a la imagen del hombre seguro de sí mismo”. Trajes, maquillajes, lociones,

etcétera, comienzan una serie larguísima de sublimación del miedo. Formas de discurso,

de venta, de comportamiento, de petición de trabajo, todo se encuentra en “manuales” que

ofrecen eliminar todos esos miedos que surgen del desconocimiento de los “poderes

mágicos” del hombre. La nava de rasurar, el calcetín, la corbata, hasta lentes sombreros y

cigarros, representan ese ataque al natural miedo que el hombre debe conservar y hgar de

manera natural, y más que nada en la creatividad, en la aportación artística al medio en

donde se desarrolla el hombre. Además el miedo se aleja dando seguridad al hombre, y

esto se logra haciéndole la vida fácil, todas l a s cosas son sumamente manejables, c6modas,

todos lo pueden usar. Todo debe ser vaciado de su misterio ancestral, debe perder la

memoria, convertirse en un “aquí y ahora funcional”. Todo cambia de lugar, de color, de

forma rápidamente y tan sólo con un botón.

“Es cierto que la cultura ha desempeñado siempre este papel ideológico de

apaciguamiento: sublimar las tensiones ligadas al reino de las pulsiones, proveer, más allá

69 Baudrillar, Jean, “Critica de la economía política del signo”, Op. cit., p.43. ”_ - ~ _ _

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de la materialidad y de los conflictos del mundo real, el reconocimiento del ser en una

forma. Esta forma, que a pesar de todo da testimonio de una finalidad y asegura la

reminiscencia viviente de la envoltura fundamental, es sin duda más apremiante aún en

una civilización

Vivimos en la cultura de la “envoltura”, del paquete, de la caja, de la bolsa, que a

todas luces, se l a n z a hasta el ser mítico del culto a la madre, a la protección, al cobijo del

man6 que da o quita vida, al seno maternal.

d) Un mundo feliz. Una vuelta al hedonismo.

La disyuntiva que se presenta en este subtema es de si la vida del adolescente debe

ser educada según el modelo que se propone en la novela de Aldoux Huxley, Un Mundo

Feliz, donde la conciencia es la gran pérdida y a la vez la gran ganancia de esa vida

“social”, o si por el contrario, y de forma extrema como muestra de tal aberración del

mundo feliz, educar al joven en una sexualidad llena de placer, placer que habría entonces

que especificar. El Mundo Feliz pone a su vez un concepto al que habría que explicar no

nada más como punto de esta tesis, sino ponerlo a la par en programas de educaci6n

sexual, pues el problema buena parte viene de que el adolescente tiene ideas equivocadas

de lo que son la felicidad, el placer, los valores, etcétera.

La felicidad del hombre no puede ser un estado, ya sea de zínimo, del cuerpo, del

espíritu, de la inteligencia, de la sensibilidad, etcétera. Lo que se quiere marcar es la -_____ ”_______ - ~ _ _ _ 70 Baudrillard, Jean, “El sistema de los objetos”, Siglo X M , México, 1992, p.5 I .

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concepción de un “estado”. La felicidad, al igual que la sexualidad y el erotismo, al igual

que todos los constituyentes esenciales del hombre, no SO^', “están siendo”. La felicidad

se hace de instantes donde se devela el sentido de la vida. Tal develación puede ocurrir a

través de mucho y diferentes medios. Puede ocurrir que la inteligencia devele el sentido de

la vida porque descubrió la fórmula sintética de la orina, o porque la sociología logró

explicar al fin porque el “pez grande se come al chico”, o porque la religión al fin encontró

un lenguaje común entre el hombre y Dios y desmintió que Dios no existe o que es una

manera de justificar ciertas acciones en contra de grupos poco protegidos, etcétera.

También puede develarse el sentido de la vida a través del arte, en una perspectiva o con el

uso de un material en un tema, o puede ser que a través del amor, o de la sexualidad y el

erotismo. Lo importante en la felicidad es darse cuenta del momento en que ese sentido de

la vida, su importancia, su valor, su camino, su esfuerzo al que invita, sean

conscientemente aprehendidos, Io cual provoca el sentimiento de felicidad, pero no como

un momento estático, sino precisamente porque el hombre rompe la estaticidad totalitarista

de la razón y se va junto a ese sentido de vida que descubri6. La felicidad es una fuga de la

quietud de la vida, es como una búsqueda de la misma vida por la muerte, como que el

hombre presiente que el valor de la vida no está aquí, sino en la trascendencia, en lo que se

haga para trascender.

En este sentido, la felicidad exige conciencia, apercibir la evolucih, el proceso que

la vida lleva para llegar a la muerte, y en consecuencia, actuar para dar “rostro a la muerte”

”” . - -. -.

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t

1 1 1

es que su lenguaje tiene las dimensiones de su vida, una, sólo una, la de codificar y

descodificar señales que le vienen oapabullan sus sentido por todos lados.

La vuelta al hedonismo es la propuesta de volver a sentir las cosas del mundo, nada

más; volver a construir el mundo social desde una estética, es decir, desde un cuerpo

altamente entrafiado con el pensamiento que logran disfrutar, gozar, de todo lo que existe,

pues la premisa es que el ser no tiene divisiones ni momentos, es algo que no es pero hace

ser: el amor, el diálogo, el abrazo intimo buscando la singularidad como propuesta para

continuar el sentido de la vida. No otra cosa ya se dijo en el inciso c del Cap. 111, Levinas

escribe que hay otra manera, no “de ser”, sino “que ser”, y es precisamente, desde una

interpretación de su libro ya citado y que se llama igual, que pienso que el hombre es

continuas fugas, a través del amor con el otro, de su caricia y su petición de amor, de sexo,

de pan, de compañía en la noche sin límite de figuras, fuga hacia la felicidad, hacia la

develación del sentido que tiene la vida y vivirla, para después continuar.

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CONCLUSIONES

Las sociedades a lo largo de la historia han mostrado que para su desarrollo no nada

más intervienen factores de tipo material ni sistemas de gobierno o un conjunto de normas

y leyes, los pueblos crecen más bien por otros elementos que muchas de las veces no se

perciben más que por el estudio y la narración reflexiva que sobre de ellos se llega a hacer.

Es decir, las sociedades, tanto como sus individuos, son más espirituales que materiales, y

los medios por los que el espíritu se alimenta no son del orden de lo fáctico. El hombre y

los grupos que organiza, tienen como sustancia los mitos, las creencias, que en el sentido

actual no son otra cosa que las ideologías. Los mitos tenían la fuerza del maná, de aquello

que da o quita la vida si no se sabe acercarse a él. El mito era el logos de los pueblos que

hablaba Con los dioses para que les favorecieran, era la palabra mágica, del chamán, del

sacerdote, siempre la palabra, palabra que ahora sigue teniendo el mismo poder que le

confiere el que el hombre se cobije con ella para todo o ante todo. La palabra es la fuente

de conocimiento, pero en esencia es el poder de comunicación que guarda el secreto de la

excelsa virtualidad para desarrollar o degenerar no sólo a individuos, sino a pueblos y

civilizaciones enteras -no otra connotación tenían los oráculos griegos, eran la fuente de la

palabra, eran la palabra que, sin rostro alguno, venida de los tiempos inmemorables, de

donde los lugares se convierten en horizonte humano, venidas de la experiencia arcana de

la espiritualidad, decía al hombre, le narraba lo que acontecía e iba a acontecer; ese

presagiar la vida, ese anunciar el futuro desde aparentemente la nada, la nada de la palabra

que solamente en el hombre ha tomado nido-. Esa palabra que se la entiende como

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lenguaje, como símbolo, como discurso, como teoría científica, como imagen o como

pensamiento mismo7', en el hombre se vuelve acto, el cual a su vez requiere del cuerpo. El

cuerpo es como el logotipo de la palabra, sin embargo, no se sabe en qué momento, el

cuerpo dejó de ser un simple medio de materialización de la palabra. El cuerpo dejó de ser

boca, dejó de ser ojos, dejó de ser un esclavo de la palabra para exigir su mundo, para

buscar su identidad. El cuerpo es ahora otro lenguaje, paralelo y en diálogo y tan profundo

corno el otro. Sin embargo no se puede olvidar el hombre que desde siempre tuvo cuerpo,

que aunque no se le había escuchado, o mejor dicho, no se le dejaba hablar, ahora

representa, como ya diferentes artes lo muestran--danza, cine, fotografia, etc.--, toda una

manera de hablar del mundo, de la vida, del hombre mismo. En este sentido es que se

quiere concluir este trabajo que durante su desarrollo fue el intento de acercarse al cuerpo

sin mordazas, cosa por demás doliente ante un cuerpo amortajado por un discurso oficial

que no viene ya del maná, que no viene ya del prístino encuentro del hombre con su

naturaleza. Lo que se encontró fue un cuerpo, conforme las palabras trataban de hablar de

éI en tanto que aquello que no nada más enfrenta a las cosas y al otro de primera instancia,

en el choque, sino como aquello que conoce el mundo, que capta, platica y enamora al

otro, como aquello que percibe el espacio de frío y de violencia, de calor y de ternura, el

cuerpo como aquello que también procrea, que engendra, entre todo eso que es, un nuevo

ser y que, como muestra de su atrevida desnudez, se arroja a los abismos de la locura

sexual no con otro fin que el de rescatar miedos, sensaciones, sueiros, angustias, fobias, de

lo más originarias del ser humano y que a la postre representan la base espiritual humana

en la cual se insertan todos los demás tipos de discursos.

" Acevedo Martinez, Cristóbal, "Mito y conocimiento", VIA, Mexico, 1990. - . ." . . "

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Precisamente la educación ha dejado todo el peso de la formación en la capacidad

racional, tenemos una educación que exagera el papel de la inteligencia en detrimento de

otras capacidades para conocer. Es por eso que uno de los temas del trabajo de

investigación fue constantemente remarcar la sexualidad como una vía de acceso “al

conocimiento”.del mundo; el arte más que nada, en su papel de la estética, representa muy

bien cómo el cuerpo, junto con la espiritualidad del ser del hombre, intuye, aprehende, “da

cuenta” de lo bueno y lo malo que está pasando en la sociedad. La sexualidad, y más en su

enfoque del erotismo, no es un rol social y biológico más a cumplir, es una de las maneras

que tiene el hombre para “desconcentrarse” y expandir todas sus capacidades hacia

horizontes no vividos, tal vez si imaginados o presentidos, o esperados como parte de los

miedos o ilusiones del espíritu humano. El tema del erotismo tuvo como finalidad, miis

que el discurso descriptivo de una erótica, o una historia de la misma, el hablar del

erotismo como medio para sensibilizar a los pedagogos y/o sociólogos en el papel que el

juego erótico y su significación como comunidad “estética” para la vida tiene, ya que el

erotismo no es otra cosa que la representación más sublime de la preacupaci6n del .uno por

el otro, pues es una preocupación que se traduce en la invitación abierta a vivir en

compañía, es la representación más perfecta de lo que es creatividad sin encargo, gasto de

energía sin salario, imaginación que desborda interese de todo tipo.

Ya se ha escrito bastante sobre el erotismo, pero se debe remarcar la importancia que

tiene no como tema dentro de programas educativos, sino como un estilo o forma de vivir.

No es lo mismo educar para el sexo, que son los típicos programas de enlistamiento de

” “I

I:

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causas y efectos, describiendo procesos y estadísticas, que una formación erótica que

comienza por, antes que teorizar, por un reencuentro a través del otro cuerpo del propio

cuerpo, pero cuyo fin no es ni el sexo, ni la erótica en sí, sino el erotismo que en el fondo

se parece a la propuesta que Levinas hace pero utilizando como medio la palabra, el

diálogos que hace que el hombre este al amparo del otro hombre. El otro no necesita, hoy

por hoy, más que compañía, volver a enseñar al adolescente a platicar y tomar de la mano

a su compañera sin ningún miedo, sin fobia ni traumas, que cuando la tome de la mano,

cuando la acaricie no piense ni vea otra cosa más que lo que los mismos adultos están

haciendo, de aquí que la propuesta de una educación sexual se proponga a todos los

niveles, que nadie, de cualquier edad y de cualquier lugar, se asuste porque hay dos

cuerpos enlazados o dos manos acariciando, se trata de volver al encuentro del otro, aquel

que los medios de publicidad ha extraviado y ha convertido en el extranjero de su casa. Se

debe iniciar la construcción de una sociedad sin complejos infiltrados por los intereses de

mercado, iniciar la ciudad no feliz como estado, sino feliz como proceso de cambio, de

búsqueda en la misma aventura que los cuerpos propongan.

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GLOSARIO

Erotismo. El erotismo es la práctica sexual que no tiene ninguna limitación en la

búsqueda c o r p o r a l , en la búsqueda de una revaloración del placer como vía para el

, . conocimiento de si, del otro y del futuro de las relaciones humanas basadas en el sentido

oculto de la irracionalidad y de la asunción de dimensiones estéticas, en la corporeidad del

mundo-cuerpo, que a lo largo del desarrollo de la cultura mundial ha sido subyugada por la

racionalidad científica.

Erótica. Se dice de la teoría sobre el erotismo, de la cual se duda su posibilidad de

existencia, pues el objeto de teorización se opone por naturaleza a la medida racional. La

erótica es un tratado, que queda siempre falto, del barroco corporal que se mezcla con una

sensualidad y placer inconcebidos, dirigidos hacia la fuente donde el hombre se esclaviza

al cuerpo, por lo que la erótica es una ventana de salvación ante la aventura que representa

el erotismo. Mientras el erotismo es la realidad del placer blasfemo, la erótica es la idea de

un placer equilibrado que pretende obtenerse mediante un erotismo tematizado, analizado.

Paideia. Viene del griego "paidos" que quiere decir niño. Paidología es el estudio del

desarrollo y crecimiento en todos los sentidos del niño. En este sentido, se habla de una

paideia cuando se quiere hablar del desarrollo y crecimiento, por analogía, del espíritu del

hombre desde su origen como humano, como un ser que creó una cultura y que la misma

da cuenta de su crecimiento.

Aquel pueblo que no haya sido capaz de hacer que sus individuos tengan por lo

menos una noción de la paidología, de la que se habla en sentido genérico de la

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humanidad, entonces no es posible que sus individuos puedan valorar las metas, los

medios y los actos del hombre, pues no hay forma de que se ubiquen desde un horizonte

histórico de responsabilidad.

Esclerotizado. Es un término que por analogía con la enfermedad llamada

colesterol, quiere simbolizar el hecho contrario de que el erotismo necesita de sangre

ardiente y de nipido torrente, lo cual no se puede tener cuando hay colesterol en cualquiera

de sus formas en el cuerpo.

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y que no sea una mala invitada, sino que se est6 con la más amplia experiencia para

recibirla, experiencia que es el rostro que el pasado gesto a tal invitada.

Con esto se quiere hacer énfasis en que la felicidad de Huxley no es humana, porque

no se tiene conciencia ni de la felicidad. Un indicio de que alguien es feliz es la risa, y el

Mundo Feliz de Huxley nadie ríe. La risa, como el placer, como la sensación de complitud,

son síntomas de que algo cambia en el hombre, hay una catarsis, una renovación, un

estremecimiento que viene de atreverse a la irreverencia, a rebasar el umbral de lo que el

Estado llama la prudencia. Por eso la felicidad tiene mucho que ver con el erotismo. La

segunda es una vía de la que se vale la felicidad para invadir el ser del hombre en el

momento en que le aparece “otro” sentido de la vida, otra manera de que está hecho, y que

está ahí, a la mano. El erotismo representa, como se dijo en el inciso b, la incursión al

mundo del dilema, de la caída, del tache, de la mancha, donde el espíritu y el cuerpo se

enfrentan despiadadamente para develar la vida, para aprehenderla en el momento de la

“muerte”.

En el Mundo Feliz de Huxley no hay conciencia, no hay libertad, no hay elección, no

hay mujeres, no hay hombres, luego no hay vía para elegir por donde develar el sentido de

la vida, es más no hay tal sentido; la pregunta es si se vale que hoy a los j6venes se les

adiestre desde preprimaria para la vida robotizada, aquella que antes era tema de novelas

futuristas y que ahora es realidad. Muestra de ello es el hecho de que la juventud platica,

explica, escribe, además de en una sola dimensión, de manera codificada y descriptiva, y