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R E D E S REVISTA DIGITAL PARA CATEQUISTAS PARROQUIA DEL CARMEN PRELATURA DE DEÁN FUNES

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R E D E S REVISTA DIGITAL PARA CATEQUISTAS

PARROQUIA DEL CARMEN PRELATURA DE DEÁN FUNES

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IDEA Y PRODUCCIÓN:

Mercedes Zambrano

DISEÑO GRÁFICO

Noelia Aguirre

MATERIAL WEB DISPONIBLE EN:

redesrevistadigital.wordpress.com

AGOSTO/2013

AÑO I

NÚMERO 1

El primer número de esta revista digital va

dedicado a Norita Muiño, inolvidable catequista

y amiga a quien llevaré por siempre en mi

recuerdo.

¿Por qué “Redes”?

Porque el Señor nos invita a navegar mar

adentro y echar las redes.

Porque la Catequesis no puede ni debe trabajar

aislada del resto de los grupos y movimientos

de la Parroquia; debe ser parte de una gran red.

Porque en el mundo moderno se puede

evangelizar a través de las redes sociales.

¿Qué encontraremos en estas páginas?

Esta revista pretende brindar subsidios que

ayuden a los catequistas en la misión de

catequizar a los niños, jóvenes y adultos que les

han sido confiados para que cada uno de los

catequizandos pueda encontrarse con Jesús.

¿Cuándo aparece?

Será una revista bimestral.

¿Cómo se podrán comunicar para enviar

noticias, fotos, comentarios, sugerencias,

opiniones, etc.?

Podrán hacerlo a:

[email protected]

De todo corazón deseamos que esta revista les

sea de utilidad. En próximos números

incorporaremos más secciones.

Hasta pronto.-

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21 DE AGOSTO: DÍA DEL CATEQUISTA

El 21 de agosto, fiesta del Papa San Pío X, celebramos el día del catequista. Él impulsó la catequesis, recordemos que C.A.M. (Congreso Americano del Misionero) se clausuró con ese envío a la gran misión continental, donde cada bautizado debe transformarse en un evangelizador, en un misionero, en un catequista, que lleve con su palabra y testimonio a Cristo vivo a las comunidades, a los barrios, a las familias, a cada persona, a un mundo que esta sediento de Dios, de una América que esta sedienta de Dios, de una Argentina violenta, fragmentada, dividida, por momentos triste, nostálgica, que necesita de la fuerza de Dios, también en los medios de comunicación social, político, gremial, económico, social, cultural, necesitará de la fuerza de Dios en el deporte, en los ambientes de la promoción humana, de la salud, de la educación, necesita de cada bautizado que se deje tomar, ungir, seducir por el Espíritu Santo, para transformarse en evangelizador. Por eso el Papa Benedicto XVI, en Aparecida, hizo referencia a la presencia de muchos abnegados

catequistas en las comunidades eclesiales de las comunidades de América Latina.¿Cómo reconocer a Cristo para poder seguirlo y vivir con él, encontrar la vida en él y comunicar esta vida a los demás y al mundo? El Papa se refirió a la necesidad de hacer conocer la palabra de Dios y promover la lectura de la Biblia, la lectio divina, la lectura atenta y meditada de la palabra de Dios, el cual agrego el Papa, un gran medio para introducir al pueblo de Dios en el misterio de Cristo, es la catequesis. Convendrá por tanto fortificar la catequesis y la formación en la fe, tanto en los niños, jóvenes y adultos. Sabemos entonces que nuestras comunidades deben ser las primeras en educar en la fe: tu capilla, tu parroquia, tú colegio, tu familia; debemos trabajar y contagiar las ganas de seguir al Señor, para que haya siempre mujeres y hombres que no tengan miedo a dar lo que recibieron. Dios, nuestro Padre, sigue invitando a que cada uno de nosotros nos convirtamos en instrumentos de su misericordia, paz y amor. Sabemos que son muchos

los caminos que llevan a ser catequistas y en todos los casos, suelen surgir muchas preguntas en torno a la tarea catequista.

El catequista se reconoce en búsqueda, con corazón inquieto, que no lo sabe todo, en realidad que no sabe nada, es que está en camino de conversión, humilde, sincero, confiado. No se cree dueño de la verdad ni como el maestro que llega para esclarecer a los demás, sino un instrumento que el mismo Jesús presente en la comunidad envía. Sostiene y da fuerza para superar las oscuridades y dificultades, es parte de la gran marcha de creyentes que han recorrido y aun recorren la historia. Así lo vemos en el testimonio de nuestros catequistas, anónimos, silenciosos, de tantos pueblitos, ciudades, capillitas, parroquias, de grandes catedrales, o de pequeñas comunidades eclesiales. Marcha que fue iniciada en Israel y a continuado en la iglesia, donde a través de ella a llegado hasta nosotros. Le pidamos hoy al Señor, a todos y por todos los catequistas, que sean dóciles a la acción del Espíritu Santo.

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METODOLOGIA CATEQUISTICA

El encuentro catequístico tiene una estructura específica y propia, que sigue la

lógica del diálogo entre Dios y los hombres.

Distinguimos diferentes momentos o pasos, que los vamos a estructurar en tres

grandes núcleos, que son partes integrantes de un solo encuentro de catequesis.

El primer paso es el cuestionamiento; el segundo paso: la proclamación de la

Palabra y el tercer paso: la respuesta a Dios.

Hay autores y catequistas que lo dividen de otra manera y denominan a las partes

con otros nombres. Así el primer paso es llamado situación, hecho de vida,

motivación o signo. Esto depende del acento particular que le quiera dar cada

catequista. El segundo paso también puede dividirse en varias partes:

proclamación, reconstrucción, actualización, profundización. ¿Qué dice, qué nos

dice y qué me dice? En el tercer paso podemos distinguir la expresión de fe, el

compromiso, la oración.

En este primer número de Redes abordaremos el primer paso.

Primer paso: El cuestionamiento

1. El catequista recibe y saluda :saludamos a todos juntos y a cada uno en

particular, sin olvidar a nadie. El saludo es expresión de la alegría del encuentro y

de la simpatía con el otro. Bienvenida gozosa, un gesto significativo y una palabra

entusiasta que “salga del alma”. El catequizando debe sentirse recibido como un

amigo. Recibimiento cordial.

2. El catequista se hace solidario: comienza con el testimonio (que nuestra vida

interpele a los catequizandos). Fundamentalmente debemos vivir en solidaridad

con los demás. Quiere decir capacidad de: comprensión y aceptación, comunión

de vida, compartir esfuerzos. Ambiente de confianza de simpatía de comunión.

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3. El juego une y despierta: es bueno comenzar el encuentro con un juego, ya que

éste acerca, relaja, crea comunidad, siembra alegría. Debe ser dirigido y tiene que

imponer las reglas. Hay que elegirlos de acuerdo a las circunstancias, a la edad,

gustos, etc. Con los adolescentes y adultos pueden ser dinámicas de grupos. El

juego o la dinámica elegida pueden servir como cuestionamiento o hecho de vida.

4. El contrato entre catequistas y los catequizandos: siempre se establece un

contrato pedagógico en el que uno se compromete a dar determinadas cosas y el

otro se dispone a colaborar.

5. El catequista entabla un diálogo: es una de las características más importantes,

la catequesis se hace en forma de diálogo. Así como Dios habla y se revela en

diálogo con los hombres. En el primer paso el hombre busca a Dios y lo interroga,

en el segundo: Dios responde y en el tercero es el hombre quien contesta.

6. El testimonio de la Iglesia: la vida de la Iglesia tiene que ser un permanente

testimonio al alcance de los niños. El catequista es la voz de la Iglesia, se puede

dar testimonio de lo que Dios por su infinita misericordia ha obrado en nosotros.

Es responsable no solo de su grupo sino de toda la marcha de la Iglesia.

7. Los diversos cuestionamientos: por medio del testimonio pretendemos hacer

surgir el cuestionamiento. Toda catequesis parte de una pregunta que se hace el

hombre. El hombre empieza por plantearse por plantearse interrogantes: sobre la

creación, sobre el mundo, sobre sí mismo. A veces los niños vienen con la

pregunta preparada, ya se ha hecho el cuestionamiento. El catequista tiene que

tener la apertura y sensibilidad para descubrir estos interrogantes y la habilidad y

el conocimiento para explicitarlos y formularlos.

8. El nexo entre el cuestionamiento y la proclamación: el cuestionamiento del

primer paso es iluminado en el segundo. El cuestionamiento no es una

comparación, por eso el nexo no tiene que empezar con las palabras: “así como

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mi papá me ama”. Sino:¿Por qué mi papá me ama? Por ejemplo en una

catequesis sobre Dios Padre partiendo de amor de papá. Papá es el signo del

amor de Dios.

9. El catequista profundiza el cuestionamiento: si los cuestionamientos son

superficiales, hay que ayudarlos a profundizar. La profundización nos lleva

también a la dimensión religiosa y al planteo de la fe. ¿Qué tiene que decirnos

Dios en esta situación de vida? ¿Qué hace Dios por nosotros?

10. El catequista personaliza el cuestionamiento: el cuestionamiento debe ser

personalizado. Nos cuestionamos a nosotros mismos. La Palabra de Dios es un

llamado personal de parte de Dios a aquellos que lo escuchan. En el Evangelio

encontramos varios ejemplos de esta personalización. “Quién dice la gente que

soy yo” Mc 8,27 o “también ustedes quieren irse? Jn 6,67.

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RECURSOS PARA LA CATEQUESIS

En esta Sección ofreceremos recursos para la

Catequesis.

El cuento puede ser usado como recurso en cualquier

momento del Encuentro tanto de padres como de

niños y adolescentes.

El cuento que a continuación ofrecemos puede ser

utilizado para abordar el tema de la oración.

Cuentos 1 EL RELOJERO

Por Mamerto Menapace, osb

Monasterio Santa María de Los Toldos

De esto hace mucho tiempo. Época en la que todavía todo oficio era un arte y una

herencia. El hijo aprendía de su padre, lo que éste había sabido por su abuelo. El trabajo

heredado terminaba por dar un apellido a la familia. Existían así los Herrero, los Barrero,

la familia de Tejedor, etcétera.

Bueno, en aquella época y en un pueblito perdido en la montaña, pasaba más o menos lo

mismo que sucedía en todas las otras poblaciones. Las necesidades de la gente eran

satisfechas por las diferentes familias que con sus oficios heredados se preocupaban de

solucionar todos los problemas. Cada día, el aguatero con su familia traía desde el río

cercano toda el agua que el pueblito necesitaba. El cantero hacía lo mismo con respecto a

las piedras y lajas necesarias para la construcción o reparación de las viviendas. El

panadero se ocupaba con los suyos de amasar la harina y hornear el pan que se

consumiría. Y así pasaba con el carnicero, el zapatero, el relojero. Cada uno se sentía útil

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y necesario al aportar lo suyo a las necesidades comunes. Nadie se sentía más que los

otros, porque todos eran necesarios.

Pero un día algo vino a turbar la tranquila vida de los pobladores de aquella aldea perdida

en la montaña. En un amanecer se sintió a lo lejos el clarín del heraldo que hacía de

postillón o correo. El retumbo de los cascos de caballo se fue acercando y finalmente se

lo vio doblar la calle que daba entrada al pueblito: un caballo sudoroso que fue frenado

justo delante de la puerta de la casa del relojero. El heraldo le entregó un grueso sobre

que traía noticias de la capital. Toda la gente se mantuvo a la expectativa a la puerta de

sus casas a fin de conocer la importante noticia que seguramente se sabría de un

momento al otro.

Y así fue efectivamente. Pronto corrió por todo el pueblo la voz de que desde la capital lo

llamaban al relojero para que se hiciera cargo de una enorme herencia que un pariente le

había legado. Toda la población quedó consternada. El pueblito se quedaría sin relojero.

Todos se sintieron turbados frente a la idea de que desde aquel día, algo faltaría al irse

quien se ocupaba de atender los relojes con los que podían conocer la hora exacta.

Al día siguiente una pesada carreta cargada con todas las pertenencias de la familia,

cruzaba lentamente el poblado, alejándose quizás para siempre rumbo a la ciudad capital.

En ella se marchaba el relojero con toda su gente: el viejo abuelo y los hijos pequeños.

Nadie quedaba en el lugar que pudiera entender de relojes.

La gente se sintió huérfana, y comenzó a mirar ansiosamente y a cada rato el reloj de la

torre de la Iglesia. Otro tanto hacía cada uno con su propio reloj de bolsillo. Con el pasar

de los días el sentimiento comenzó a cambiar. El relojero se había ido y nada había

cambiado. Todo seguía en plena normalidad. El aparato de la torre y los de cada uno

seguía rítmicamente funcionando y dando la hora sin contratiempo alguno.

-¡Caramba!- se decía la gente. Nos hemos asustado de gusto. Después de todo, el

relojero no era una persona indispensable entre nosotros. Se ha marchado y todo sigue

en orden y bien como cuando él estaba aquí. Otra cosa muy distinta hubiera sido sin el

panadero. No había porqué preocuparse. Bien se podía vivir sin el ausente.

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Y los días fueron pasando, haciéndose meses. De pronto a alguien se le cayó el reloj, y

aunque al sacudirlo comenzó a funcionar, desde ese día su manera de señalar la hora ya

no era de fiar. Adelantaba o atrasaba sin motivo aparente. Fue inútil sacudirlo o darle

cuerda. La cosa no parecía tener solución. De manera que el propietario del aparato

decidió guardarlo en su mesita de luz, y bien pronto lo olvidó al ir amontonando sobre él

otras cosas que también iban a para al mismo lugar de descanso.

Y lo que le pasó a esta persona, le fue sucediendo más o menos al resto de los

pobladores. En pocos años todos los relojes, por una causa o por otra, dejaron de

funcionar normalmente, y con ello ya no fueron de fiar. Recién entonces se comenzó a

notar la ausencia del relojero. Pero era inútil lamentarlo. Ya n estaba, y esto sucedía

desde hacía varios años. Por ello cada uno guardó su reloj en el cajón de la mesa de luz,

y poco a poco lo fue olvidando y arrinconando.

Digo mal al decir que todos hacían esto. Porque hubo alguien que obró de una manera

extraña. Su reloj también se descompuso. Dejó de marcar la hora correcta, y ya fue poco

menos que inútil. Pero esta persona tenía cariño por aquel objeto que recibiera de sus

antepasados, y que lo acompañara cada día con sus exigencias de darle cuerda por la

noche, y de marcarle el ritmo de las horas durante la jornada. Por ello no lo abandonó al

olvido de las cosas inútiles. Cierto: no le servía de gran cosa. Pero lo mismo, cada noche,

antes de acostarse cumplía con el rito de sacar el reloj del cajón, para darle fielmente

cuerda a fin de que se mantuviera funcionando. Le corregía la hora más o menos

intuitivamente recordando las últimas campanadas del reloj de la iglesia. Luego lo volvía a

guardar hasta la noche siguiente en que repetía religiosamente el gesto.

Un buen día, la población fue nuevamente sacudida por una noticia. ¡Retornaba el

relojero! Se armó un enorme revuelo. Cada uno comenzó a buscar ansiosamente entre

sus cosas olvidadas el reloj abandonado por inútil a fin de hacerlo llegar lo antes posible

al que podría arreglárselo. En esta búsqueda aparecieron cartas no contestadas, facturas

no pagadas, junto al reloj ya medio oxidado.

Fue inútil. Los viejos engranajes tanto tiempo olvidado, estaban trabados por el óxido y el

aceite endurecido. Apenas puestos en funcionamiento, comenzaron a descomponerse

nuevamente: a uno se le quebraba la cuerda, a otro se le rompía un eje, al de más allá se

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le partía un engranaje. No había compostura posible para objetos tanto tiempo detenido.

Se habían definitiva e irremediablemente deteriorado.

Solamente uno de los relojes pudo ser reparado con relativa facilidad. El que se había

mantenido en funcionamiento aunque no marcara correctamente la hora. La fidelidad de

su dueño que cada noche le diera cuerda, había mantenido su maquinaria lubricada y en

buen estado. Bastó con enderezarle el eje torcido y colocar sus piezas en la posición

debida, y todo volvió a andar como en sus mejores tiempos.

La fidelidad a un cariño había hecho superar la utilidad, y había mantenido la realidad en

espera de tiempos mejores. Ello había posibilitado la recuperación. La oración pertenece

a este tipo de realidades. Tiene mucho de herencia, poco de utilidad a corta distancia,

necesidad de fidelidad constante, y capacidad de recuperación plena cuando regrese el

relojero.

GUÍA PARA TRABAJAR EL CUENTO

Lectura

Realizar la lectura del cuento en grupo. Es importante que todos los presentes tengan una

copia del texto. Se pueden ir turnando dos o tres personas para leer el cuento en voz alta.

Rumiando el relato

Al terminar la lectura entre todo el grupo se reconstruye el relato en forma oral (se lo

vuelve a contar). ¿Qué sucede en el relato?

¿Qué pasa cuando el relojero se marcha?

¿Cómo actuaron las personas ante la falta del relojero?

¿Qué sucedió al regreso del relojero?

Descubriendo el mensaje

Hacia el final del cuento se compara la oración con la actitud de la persona que había

mantenido funcionando su reloj, ¿por qué?

Releer el último párrafo del cuento, compartir las características de la oración que allí se

mencionan, ¿qué pensamos? ¿cuál es nuestra experiencia?

¿Qué lugar ocupa la oración en nuestra vida?

Compartir cómo oramos, de qué manera, cuándo...

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Compromiso para la vida

Sintetizar en una frase el mensaje del cuento para nuestra vida.

Para terminar: la oración en común

Leer entre todos la oración y luego poner en común las intenciones de cada uno.

Terminar con una canción.

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A V I S O S

TALLERES DE ORACIÓN Y VIDA

Una Nueva Evangelización

Te ofrece distintas formas de orar, sanando heridas,

venciendo temores, aprendiendo a ser libres.

En CAPILLA SANTA RITA todos los viernes a las

16,30 hs.

Llevar: Biblia, cuaderno, lapicera.

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Domingo 1 de septiembre; 14,30 hs

en el Velódromo

Este año el lema será “FE Y VIDA

SIEMPRE UNIDAS”

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