Determinismo e Historia en Marx

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    Determinismo e historia en Karl Marx

    Juan Domingo Sk4cmz Esnw

    Es sino comn a las filosofas materialistas el que la transgresinque stas representan sea sometida a las ms variadas operaciones de

    normalizacin. Para ser leda y entendida, la palabra materialista hade ser reconducida a categoras ideolgicas que anulan su especificidad.As ocurri desde un principio> pues de Epicuro a Marx, pasando porMachiavello, Spinoza y tantos otros; la historia de esta corriente sub-terrnea del pensamiento occidental coincide con la de su tergiversa-cin, cuando no de su pura y simple ocultacin. El caso que aqu noS

    interesa es el de Marx y el de la transmutacin de la ciencia revolu-cionaria de las formaciones sociales, ya en un determinismo histricoteleolgico, ya en una forma mecanicista de detenninismo. Para estatransmutacin no dejaron de encontrarse pretendidos fundamentos enlas obras de Marx; y, desde luego, no fueron los propios marxistas losmenos proclives a explotados. Entre ellos> la buena fe militante se aliduraderamente con la supuesta clarividencia de dirigentes obreros que>como doctores de los que no faltan a ninguna Iglesia, fundamentaban

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    II. La accin de los individuos se halla determinada por la pro-duccin material de su existencia. Lo cual equivale a establecer comotesis marxista, no ya un determinismo teleolgico sino un determinis-mo de

    la causaeficiente

    de carcter mecanicista.Todo ello sin que se pueda olvidar que los dos niveles aqu citadosson susceptibles de articulacin, dando lugar a modos de determinis-mo naturalista y muy en concreto, de evolucionismo economicista,abundantemente ilustrados por la II, la III y aun la IV Internacionales.

    Nuestro cometido ser aqu el analizar cada una de estas dos tesis,atendiendo sobre todo a la legitimidad de su imputacin a la obra deKarl Marx. Para ello ser necesario comprobar su coherencia o su dis-crepancia con las tesis fundamentales de sta.

    1 . EL DETERMINISMO C O M O TELEOLOGA HISTRICA

    La aparicin de la primera forma de determinismo que nos hemospropuesto estudiar est en Marx constantemente ligada a la de asertosdialctics. La teleologa se expresa como dialctica de la historia, comodesenvolvimiento de sta hacia un fin implcito en cada una de sus fases- y que es reconocido e el trabajo mismo de su negacin. Nos hallamosas ante un modo de comprensin de los procesos histricos regido porla tesi de la inexorabilidad de cada presente en virtud de su expresi-vidad patente

    6ldtente

    de unfin

    de lahistoria.

    s itil decir que esta concepcin es la de Hegel, quien declarabaen sus Lecciones sobre la filosofa de la historia universal, a propsitode la csideracin filosfica de la historia lo siguiente:

    esto es, una necesidad

    que remonta a causas, las cales son slo circunstancias externas. Debemos bus-car en la historia un fin universal, el fin ltimo del mundo, no un fin particulardel es*itu subjetivo o del nimo. Y debemos aprehenderlo por la razn, queno pue& poner intersen ningn fin panicular y finito y si slo en el fin ab-soluto>.

    -En Hgel, l necesidad histrica ha de ser necesidad inmanente,

    - pero para ello, debe responder a una finalidad universal implcita en

    lo histrico. Inexorabilidad y teleologa universal quedan firmemente

    -unidas en la interioridad del proceso dialctico. Toda transformacin,

    -todo cambio deben tener el mvil interno de una negacin que es ins-

    trumento para el fin que parece negar. Algo as parece que nos encon-

    tramos en Marx, no ya en el joven Marx sino en el maduro, el del

    1 HEGEL, G. W., Lecciones sObre la filosofa de la Historia UniversaL trad.can. Jos Gaos, Madrid, Revista de-Occidente, 1974.

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    Capital. Baste para verlo con que citemos un clebre pasaje del Libro 1donde se nos dice sobre la tendencia histrica de la acumulacin ca-pitalista algo tan hegeliano como que

    La apropiacin capitalista, conforme al modo de produccin capitalista, cons-tituye la primera negacin de esta propiedad privada que no es sino el corolariodel trabajo independiente e individual. Pero la produccin capitalista generoella misma su propia negacin con la fatalidad propia de las metamorfosis dela naturaleza. Es la negacin de la negacin. Restablece, no la propiedad privadadel trabajador, sino su propiedad individual, fundada sobre las adquisiciones dela era capitalista> sobre la cooperacin y la posesin comn de todos los mediosde produccin, incluido el suelo> ~.

    No es ciertamente ste el nico texto marxiano donde nos encontra-mos con semejantes expresiones, stas abundan en el Libro III del Ca-

    pital, pero tambin en escritos polticos como elManifiesto, y no consi-derarnos insignificantes estas coincidencias. Vemos, no obstante, en eltexto que acabamos de citar esa causalidad dialctica inmanente que,

    para Hegel es fundamento de toda procesualidad de lo real. Vemostambin expresamente aludida la fatalidad (natural) de los hechos his-tricos y cmo esa fatalidad conduce a un fin histrico que es la su-peracin de la propiedad privada precapitalista en la propiedad indi-vidual (y colectiva) caracterstica del comunismo, por medio de la ne-gacin de aqulla en el capitalismo. La negacin tiene as un carcterinstrmnental dentro de un proceso determinado fatalmente por su fin.

    No pretendemos en modo alguno rechazar la evidencia de lo queacabamos de comprobar: 1) hay en la obra de Marx formulacionesinequvocamente teleolgicas, y 2) estas formulaciones estn hechas en

    terminologa inequvocamente hegeliana. Lo que nos interesa aqu noes, sin embargo, quedamos en la mnera constatacin. Hemos de pro-curar establecer cul es el papel de estas afirmaciones dentro del con-texto del pensamiento de Marx. Sabemos que ste, a pesar de haberroto desde laIdeologa alemana con su

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    de escritura, que slo lo utiliza aqu y all siendo otro que el hege-liano el modo de pensamiento y de escritura que inspira El Capital.Sin que quepa duda del gusto de Marx por el estilo hegeliano, no puede

    empero afirmarse ni que cuando usa este estilo Marx sea hegeliano nian menos que lo- sea cuando no lo usa. La exposicin del Capital, sudesarrollo (Darstellung), parece seguir otras pautas> mxime cuando,como procurarmos mostrar ms adelante, la obra principal de Marx

    no pretende hacer funcin de tbra histrica sino analizar la estructuradel modo de produccin capitalista, exponer la esencia de ste. Paraello, la dialctica hegeliana era no slo intil sino contraproducente.Y, sin embargo. Marx conoca otro modelo de exposicin> el spinozista,que alguno de sus contemporneos ms prximos no dud en identi-ficar con el del Capital. En este sentido, nos refiere Lissagaray en su

    Historia de la Comuna que cierto refugiado francs cercano a la familiaMarx hablaba de K. Marx como:

    No habr habido en Marx la tentacin de enfrentar el mos geome-

    cus de la Etica a la dialctica hegeliana? La afirmacin tajante y ex-plcita que nos refiere Lissagaray, por un lado> de que esto fue as> eldetallado conocimiento de Spinoza que Man posea segn atestiguandiversos cuadernos en que copi o mand copiar numerosos y ampliosfragmentos de las obras del judo de Amsterdam nos inclinan a sos-pecharlo ~. Pero dejemos esto por ahora. -

    En el texto de Marx que citamos como modelo de estilo hegeliano yde expresin teleolgica detectamos un cierto desfase con el tono ge-neral de la exposicin del Capital y, sin embargo, puede verse un claroparalelismo entre este texto y algunos pasajes de la obra de interven-cin poltica de Marx en la que abundan las formulaciones teleolgicas.As, el Manifiesto comunista declara:

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    modo de expresin sea paralelo al de los textos de intervencin polticade Marx. Pero esto no nos puede satisfacer: ya vimos cmo Marx mis-mo desligaba sus coqueteos hegelianos de la lnea dominante en la

    escritura de su obra mayor. La coincidencia no puede deberse a otracosa que no sea un uso normativo-polticoy aun escatolgico de la ter-minologa hegeliana. Esta en Marx no expresa ya contenidos positivos

    se halla al margen del cuerpo mismo de los desarrollos tericos dela obra de madurez sino que es objeto de un uso retrico y poltico.

    Como las expresiones profticas segn el Tratado teolgico-poltico deSpinoza, los asertos teleolgicos al estilo hegeliano slo tienen aquun valor normativo> orientador, pero no nos permiten conocer nada.Encontramos en los asertos dialcticos y teleolgicos de Marx, expre-

    sado con la libertad propia de un Escolio dentro de una arquitectura

    -d e demostracin geomtrica, el entusiasmo del cientfico ante su des-cubrimiento y sus consecuencias en la prctica: en cierto modo, unaexplotacin regresiva de las tesis cientficas.

    Pero, ms all de estas primeras consideraciones, creemos llegadoel momento de declarar la hiptesis que ya se entrev en alguna de

    ellas. Esta es que el Capital posee una estructura no dialctica,queelCapital merece otro subtitulo aadido al de Crtica de la economapoltica que sera more geometrico demostratum. Cuando hacemos

    esta afirmacin, no tenemos ninguna reserva: de lo que trata El Capitales del capitalismo como esencia sub quadam specie aeternitatis. El

    modelo terico de la produccin capitalista que Marx nos ofrece poseela eternidad de toda esencia, de ah que no contenga ningn tipo dedoctrina histrica y aun menos una filosofa de la historia, fuera sta

    la de Hegel o cualquier otra alternativa.El Capital ello ya no sorprende a nadie no es un libro de his-

    toria.

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    El modelo terico, las leyes mismas de la produccin capitalistano se ven afectadas desde la perspectiva del Capital por hechos his-tricos exteriores como los antagonismos sociales concretos: su des-

    arrollo lgico posee una necesidad frrea. As, el capitalismo comoesencia no se ve afectado por las contingencias histricas, goza de laeternidad propia de una demostracin verdadera. El problema centralcon el que se encontr el movimiento comunista de inspiracin mar-

    xista fue, por consiguiente, el de pensar esa frrea necesidad de la teo-ra para preparar en la realidad de unas sociedades capitalistas, que elmodelo terico omite> la liquidacin de los mecanismos de explotacinpropios del capital histricamente realizado. Es en este sentido en elque lcidamente Gramsci pudo comprender que la Revolucin de Oc-tubre se hizo contra el Capital. En Marx no hay nonguna ilusin

    respecto a esto: en el vaco de la teora> en la separacin de la histo-ria concreta, el capitalismo se perpeta. La teora del modo de pro-duccin capitalista no piensa su destruccin, aunque en sus mrgenes

    y escolios invite a ella. Y es que el capitalismo como esencia no con-tiene negatividad alguna. Nisiquiera las crisis representan para elmodo de produccin capitalista un peligro de muerte: la seccin 3Y delLibro III del Capital sobre la Ley de la baja tendencial de la tasa de

    ganancia convence de ello a cualquier lector atento. Sus crisis con-ducen a la concentracin de capital, o una ampliacin y confirmacindel mando capitalista: no son ni la catstrofe del capitalismo ni nece-

    sariamente una ocasin propicia para su subversin revolucionaria.La crisis se presenta> por lo tanto, como un mecanismo de autorregu-

    lacin del capital y de su. rgimen. Tras ella

    en primer lu ~

    gar, si se tiene en cuenta que la acumulacin originaria de capital y losprocesos paralelos de liberacin y expropiacin de los trabajadores,

    que son condicin sine qua non de este modo de produccin, no se

    5

    lvhax, K., Le Capital, III, sect. 3, chap. XV, p. 249.

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    dieron espontneamente: para la burguesa representan conquistas his-tricas arduamente alcanzadas. Para imponer su modo de produccin,el capital hubo de liquidar el feudalismo, lo cual supuso una larga lu-cha en la que no faltan los episodios revolucionarios: lucha contra lanobleza, pero tambin dentro de esta lucha> lucha contra las masaspopulares que resisten a la proletarizacin. Toma de la Bastilla con elpueblo> prohibicin de la asociacin obrera contra l. As el capitalis-

    mo ha experimentado desde su nacimiento los lmites de su dominio,representados en un primer momento por la pervivencia de otros mo-dos de produccin> pero> sobre todo por la resistencia obrera: la mal-dicin que lo acompaar a lo largo de toda su existencia. Esta resis-tencia que> en un primer momento es rechazo de la nueva condicinproletaria se convierte en algo estructural despus de los primeros

    momentos del desarollo capitalista. El rechazo del trabajo siempre hasido el reverso de la imposicin capitalista de ste.

    ~e este modo, el dominio capitalista ha tenido histricamente queimponerse en un medio siempre relativamente hostil. En un primermomento, ms o menos duradero segn las distintas formaciones so-

    ciales debi combatir a los modos de producin que lo precedieron

    logrando la desaparicin de stos o > al menos, la prdida de su hege-mona social. Los regmenes precapitalistas de produccin y las fuer-.zas sociales que los sostenan pudieron en algunos perodos inten-tar poner en cuestin la hegemona del capital. Tal es el sentido

    de los diversosmovimientos

    socialistas feudales de los que noshabla el Manifiesto: el carlismo en Espaa, la Chouannerie en laFrancia revolucionaria son ejemplos de los riesgos corridos por el ca-

    pitalismo en los primeros momentos de su dominio. No obstante, elproceso normal ha sido el que condujo a un subsuncin de los modosde produccin precapitalistas dentro de la lgica general del capital>al ser stos llevados a vender su excedente en el mercado nacional,cobrando de este modo un carcter mercantil y reorientando la lgicade sus producciones de manera tendencial hacia la produccin de mer-cancas. Son numerosos los ejemplos de este fenmeno cuya descrip-cin y anlisis prmenorizados se hallan en el Lenin del Desarollo delcapitalismo en Rusia y en la actualidad> en los tericos marxistas deldesarrollo desigual. Esta necesidad para el capital de destruir o, almenos, domar a los regmenes de producin no capitalistas supuso unriesgo relativo para su existencia slo en los primeros momentos desu dominio, una vez qued ste afirmado, es bsicamente la resistenciaobrera contra la explotacin capitalista la que representa el peligro

    mayor- Esta resistencia conoce dos grandes momentos: un momentoinicial de resistencia de las masas de los antiguos regmenes a su con-versin en proletariado y un segundo momento estructural de resisten-cia proletaria a la explotacin> resistencia sta que desemboca en la

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    actitud revolucionaria del rechazo del trabajo. El primer momentocoincide con la liquidacin de la hegemona social de los regmenesprecapitalistas de produccin. El capitalismo se manifiesta entonces

    como movimiento de liberacin en un doble sentido: en un sentidopoltico y jurdico libera a los individuos de los lazos feudales quelos unan al seor y a la tierra, en un sentido econmico libera al tra-bajador de los medios de produccin que antes controlaba. Ambas li-

    beraciones son indispensables para la implantacin de un sistema ba-sado en la compraventa de fuerza de trabajo en un mercado libre. Laprimera liberacin hace que sta sea posible, la segunda la hace ne-cesaria para el trabajador expropiado. Entre la expropiacin del traba-jador y su incorporacin a la producin capitalista, se abre un hiatode miseria y de violencia estatal contra las masas encaminado a evitarque para stas sea posible la supervivencia fuera de la relacin capitalque empieza a alcanzar hegemona social. Las leyes sobre los pobres,los mecanismos de encierro y de doma (crcel, manicomio, workhou-se, hospicio, hospital) de todos aquellos sectores que no han podidoo no han querido vender su fuerza de trabajo normalizan esta nuevarelacin de produccin basada en la separacin del trabajador de sus

    medios de produccin y subsistencia y en el intercambio libre demercancas (fuerza de trabajo incluida). Frente a esta violencia gene-ralizada surgen movimientos populares hostiles a la expropiacin deltrabajador: movimientos gremiales de defensa de la especificidad deltrabajo frente a la generalidad de la fuerza de trabajo, movimientosludistas en cuyos objetivos estaba la destruccin de ese gran instru-mento de abstraccin del trabajo que es la mquina. Todos estos mo-vimientos conocieron antes o despus los rigores del aparato represivodel estado burgus y acabaron extinguindose permitiendo la universa-lizacin de la relacin capital en las sociedades donde sta se impusocomo hegemnica. Sin embargo, ponen de manifiesto las dificultades

    que sta tuvo para implantarse y con ellas, su carcter no natural.El modo de resistencia que ms duraderamente ha amenazado y ame-naza la existencia del capitalismo no es, sin embargo> ste sino e quese da una vez consolidado su dominio y conformado en proletariadoel conjunto de los trabajadores: es ste el representado por la resis-tencia del proletariado a la explotacin. Esta puede expresarse de unamanera relativamente asimilable por el capital como lucha por el sa-lario, lucha reivindicativa sindical que se desarolla en el mercado yque busca una valoracin creciente de la mercanca fuerza de trabajo.A este nivel, no pone en peligro el dominio capitalista y puede serreasumida dentro de la estrategia de ste (keynesianismo). Existe, sinembargo un peligro mayor para el capital representado por la oposi-cin obrera a su lgica de explotacin en su conjunto y no slo a lasconsecuencias salariales de sta. El capitalismo, como rgimen que

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    produce para el beneficio no es sino de manera mediatizada un instru-

    mento de satisfaccin de las necesidades sociales e individuales - Frentea la lgica del beneficio se alza la de la satisfaccin inmediata de las

    necesidades, la de la apropiacin social de la riqueza> que slo puededesarrollarse al margen del capital y contra ste. Se da as una exte-rioridad al capital que se manifiesta en los individuos mismos queste llega a someter, como exigencia permanente de que la produccinse oriente a la satisfaccin de necesidades socialmente definidas quela dinmica misma del capital no puede asumir. Un irreductible cuer-po obrero es el fundamento de estas necesidades que se sintetizan enuna exigencia social de reapropiacin de los medios de produccin yde subsistencia. Lo caracterstico de esta exigencia es que no puedeproducirse dentro de la dialctica del capital que> coffio hemos visto>

    es capaz de reincorporar todas las negaciones internas a ste. Msall o ms ac de la relacin capital se dan de manera inmediata re-

    cesidades socialmente determinadas de gozo> de placer, de riqueza, delibertad que se contraponen a las definidas por el capital como ne-cesidades que pueden ser satisfechas por el consumo de mercancas,

    esto es dentro de la lgica del valor de cambio. Frente a la expresin deestas necesidades el capitalismo ha tenido que oponer siempre la vio-lencia, pues suponen una permanente amenaza contra su supervivencia.

    La lucha de clases aparece en esta situacin como un modo de art-tagonismo en el cual los elementos en pugna son recprocamente ex-

    teriores. Para pensarlo no es, desde luego, el modelo dialctico el indi-cado: el proletariado no es la mera negacin del capital, es sobre todo

    constitucin de una creciente exterioridad a ste, es liquidacin deste mediante el sabotaje de su dominio en la produccin y en lareproduccin sociales. Y es que la accin revolucionaria del prole-tariado se desarrolla ms all de la lgica del beneficio y del valorde cambio, la nica reconocida por el capital, situndose en la sote-rrada esfera del valor de uso> nico capaz de satisfacer necesidades.La lucha por el valor de uso se distingue as radicalmente de la luchasindical por el valor de cambio. Ms all de la relacin capital, es unmovimiento de re(apropiacin) de los medios de produccin y de sub-Sistencia alienados por ella. Es cierto que el proletariado como clasedefinida por su expropiacin no preexiste a la lucha de clases que loha producido> pero no lo es menos que el cuerpo proletario y su ne-cesidad polimorfa, su materialidad elemental y la exigencia de valorde uso que stos determinan preexisten a la relacin capital y sub-sisten en ella como un reverso subversivo estructuralmente sometidopero nunca reducido por sta. La lucha de clase proletaria se configura

    de este modo como tendencial organizacin de lo no reductible a ca-pital variable contra el capital en su conjunto: es la permanente mues-

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    tra de la irrealidad de cualquier pretensin totalitaria de subsuncinde la sociedad en el capital y en las relaciones polticas determinadaspor su Estado. Esto trae como consecuencia que la revolucin slo

    pueda concebirse en trminos marxistas como vaciamiento progresivodel Estado y del poder capitalistas y no ya como toma del poder. Elcapital es> en ese caso, vctima de una enfermedad, de un mal proce-dente del exterior y que destruye sus equilibrios orgnicos llevndoloa la destruccin. Esta enfermedad es la autodeterminacin social con-.

    tra la relacin capital. En este contexto el modelo de la dialctica comopensamiento del antagonismo debe ser reemplazado. En Marx hay ya

    conciencia de la necesidad de hacerlo como muestra el Postfacio a lasegunda edicin alemana del Capital en pasajes ya clebres. Sin em-bargo, como quiera que no logra Marx precisar su nuevo modelo epis-

    temolgico a menudo recae en una terminologa dialctida cuya fun-cin no es ya terica pero tampoco queda claramente definida. As,con Marx y tal vez contra Marx, ser preciso pensar el antagonismosegn otra tradicin que se vale de un modelo no dialctico: el de la

    guerra. Coincidimos en ello con Antonio Negri quien en su ensayo 1 1comunismo e la guerra sostiene:

    < la forma de la relacin entre desarrollo/crisis y lucha de clase es slo repre-sentable en la forma de ! c i guerra. Es decir, que cualquier estrategia de un ladoo de otro, no asume en ningn caso como objetivo propio la reconstruccin de

    un proyecto unitario sino la destruccin del adversario6

    En la dialctica, en efecto, toda victoria implica reasuncin (Aufhe-bung) de lo vencido, conciliacin, mientras que en la guerra, la vic-toria es aniquilacin de lo vencido: no hay ni siquiera mediatamenteacuerdo de voluntades pues la guera, siguiendo a su gran terico mo-derno Carl von Clausewitz es

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    Lo que yo he aportado de nuevo es: 1) demostrar que la existencia de lasclases no est vinculada ms que a fases histricas determinadas del desarrollode la produccin, 2) que la lucha de clases lleva necesariamente hacia la dictadu-ra del proletariado, 3) que esa misma dictadura no representa ms que una tran-

    sicin hacia la abolicin de todas las clases y hacia una sociedad sin ciases~.

    Slo, pues, la dictadura del proletariado puede derribar el capita-lismo, slo la imposicin caractersticamente blica de una voluntadpor la fuerza puede romper con el funcionamiento reproductivo decualquier modo de antagonismo degradado a dialctica. Esta rupturaes necesaria si se tiene en cuenta lo que ya hemos mostrado, a saberque toda dialctica considera la negacin como medio dentro de unproyecto teleolgico.

    Recapitulando todo lo anterior, podemos apreciar en primer lugar

    que no es una deficiencia terica la que hace que el Capital, corno mo-delo terico de la explotacin capitalista, no piense la destruccin desta. Ello no ha de extraar si tenemos en cuenta que slo ha de ex-presar en tanto que modelo una esencia al margen de cualquier consi-deracin relativa a modos concretos de existencia. El capital, visto asen abstracto, puede reproducir indefinidamente su dominio: la muerteslo le puede sobrevenir desde una exterioridad que slo se da en lasformaciones sociales reales. Esta exterioridad es la de la necesidadsubjetiva de comunismo, de apropiacin social directa de los mediosde produccin y subsistencia que el proletariado afirma en su lucha.

    No hay, por tanto, un sentido de la historia que conduzca a sta alcomunismo: lo nico que afirma Mars es que el capitalismo slo pue-de ser destruido por la dictadura del proletariado, es decir> por laconstruccin del comunismo. Esto excluye finalmente cualquier deter-minismo teleolgico de tipo dialctico y aleja el pensamiento revolu-cionario de K l. Marx de la teodicea histrica hegeliana.

    II. EL DETERMINISMO COMO EcONOMICISMO

    El segundo nivel de determinismo que aqu consideramos no hasido menos imputado al marxismo que el anterior. Este se basa en unaserto determinista universal basado, no ya en la causa final como elanterior, sino en la eficiente. El marxismo aparecera as como unaconcepcin mecanicista que subordina la accin social a una necesidadciega, algo as como un automatn aristotlico. La necesidad social,muy en concreto, sera pensada como subordinacin de todas las ins-tancias de la praxis social a una instancia econmica autnoma que

    es la nica realmente dinmica, no siendo las dems sino meros refle-

    MAn, K, Cartas sobre el Capital. EMMA, Barcelona. 1 9 6 8 , p. 5 0 .

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    jos de sta. Esta concepcin supone una visin reduccionista de la rea-lidad social y, ~br otra parte la consideracin de la produccin comoun proceso autnomo determinante del todo social en que se inserta

    pero no determinado por l. Para defender el carcter marxista de estaconcepcin no han faltado como casi nunca los textos. Dos son yaclsicos a la hora de tratar este problema: el capitulo 1 sobre Feuer-bach de laIdeologa alemana y el Prlogo a la Contribucin a la crticade la economa poltica. El primer texto tiene aires de manifiesto en el

    que se da cuenta de una ruptura terica, el segundo, por su parte,se convirti en un eptome de principios marxistas sobre la historia yla sociedad.

    Marx, en laIdeologa alemana criticar al neohegelianismo por suolvido de las condiciones histricas y sociales de su reflexin filosfica:

    A ninguno de estos filsofos dir se le ha ocurrido siquiera preguntarpor el entronque de la filosofa alemana con la realidad de Alemania, por elentronque de su crtica con el propio mundo material que la rodea 8~

    La circunstancia histrica determinar las diversas filosofas, peroaqulla, a su vez, ser expresin de las condiciones materiales de laproducin:

    la primera premisa de toda existencia humana y tambin, por lo tanto> de todahistoria, es que los hombres se hallen, para hacer historia, en condiciones depoder vivir. Ahora bien, para vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo untecho, vestirse y algunas cosas ms. El primer hecho histrico es, por consi-guiente la produccin de los medios indispensables para la satisfaccin de estasnecesidades, es decir, la produccin de la vida material misma, y no cabe dudade que es este un hecho histrico, una condicin fundamental de toda historiaque lo mismo hoy que hace miles de aos, necesita cumplirse todos los dasy a todas horas, simplemente para asegurar la vida de los hombres ~.

    En este texto> la historia, obra de hombres realmente existentes se hacedepender de una condicin que es la de la vida humana: la produc-cin de los medios para mantenerla. Este ser el primer hecho his-trico y. por lo tanto, la condicin (histrica) de los dems aconte-cimientos histricos. Lo que Marx ha hecho hasta aqu no es sinosealar la ridcula parcialidad de una historia que no tiene en cuentalas condiciones materiales de la existencia humana, sin que pueda in-

    ferirse un orden de dependencia del conjunto del acontecer social res-pecto de la esfera de la producin que es declarada, por otra parte,histrica. Ser en otro lugar donde deberemos buscar algo que seasemeje a este esquema determinista. Una dilatada tradicin indica un

    K. MARX, F. ENGm.s, La Ideologa alemana, Pueblos Unidos, Montevideo, p. 18 .O p . cit, p. 2 8 .

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    texto preciso, el Prlogo a la Contribucin a la crtica de la economaPoltica.

    En este breve texto se propone una tpica de la causacin social.Esta se ordena de la siguiente manera:

    los hombres dir Marx en la produccin social de su existencia, contraendeterminadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relacionesde produccin que corresponden a una determinada fase de desarrollo de lasfuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de produccinforma la estructura econmica de la sociedad, la base real sobre la que elevaun edificio jurdico y poltico y a la que corresponden determinadas formas deconciencia social. El modo de produccin de la vida material determina el pro-ceso de la vida social, poltica y espiritual en general. No es la conciencia delhombre la que determina su ser, sino por el contrario, el ser social es lo quedetermina su conciencia.>

    De este modo, pues> nos encontramos con una ordenacin jerrquicade las causas dentro del esquema maniano de la dinmica social: laestructura econmica de la sociedad sirve de fundamento a las moda-lidades diversas de la actuacin humana consciente que se considerancorrespondientes a las diversas fases de desarrollo de la produccinmaterial y de las relaciones en ella implicadas. As puede pensarseque se opera una reduccin de los procesos superestructurales a losestructurales, que se pretende ver en stos la verdad de aqullos yan algo ms que su verdad, su causa exterior, puesto que lo espi-

    ritual se halla determinado por algo ajeno que es lo material. Todoello vendra adems lapidariamente refrendado por la tesis filosficade la determinacin unidireccional de la conciencia por el ser social.Esto desde un punto de vista esttico> desde uno dinmico el plantea-miento no se modifica:

    M cambiar la base econmica, se revoluciona, ms o menos rpidamente,todo el inmenso edificio erigido sobre ella,

    La base econmica> en la medida en que determina de manera unidi-reccional la superestructura> arrastra a sta en sus cambios: La his-toria en su conjunto parece poderse explicar en trminos radicalmenteeconomicistas. Esta es al menos la interpretacin clsica de estetexto, aqulla que hizo escuela dentro de algunas tradiciones marxistasy > en concreto, de la bolchevique. Son fundamentales a este respectolas lecturas de Lenin y Stalin. Lenin, en su polmica con el socilogopopulista Mijailovsky, recogida en las pginas de Quines son los

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    otra razn por la que esta hiptesis (la tpica de Marx) ha hecho posible porprimera vez una sociologa cientfica es que al remitir las relaciones sociales alas relaciones de produccin y a estas ltimas al nivel de las fuerzas productivas,se ha descubierto la nica base slida que permite estudiar el desarrollo de lasformaciones sociales como un proceso de historia natural. Y es indiscutible 4uesi no se adopta ese punto de vista, no puede haber ciencia alguna de la so-ciedad ~

    Lenin recupera as el esquema de Marx dndole un valor definitivoa su presentacin tpica: primero las fuerzas productivas, en segundolugar las relaciones de producin y, para coronarlo toda la superes-tructura. El desarollo de las fuerzas productivas enteramente auto-nomizado determina el de las relaciones de produccin y el de staslos diversos modos de actuacin consciente de los hombres en socie-dad. Este mecanismo de reduccin es el que permite estudiar el

    desarrollo de las formaciones sociales como un proceso de historia na-tural o > lo que para Lenin es lo mismo, de manera cientfica. Eldescubrimiento de un automatismo histrico el del desarollo delas fuerzas productivas permite escudriar las leyes mecnicas de sufuncionamiento. El concepto de fuerzas productivas, aun siendo deuna importancia capital dentro de la concepcin de Lenn> no queda,sin embargo, claramente explicado. La tarea de su explicacin la asu-mir, sin embargo, el Padre de los Pueblos, Josip VissarionovitchDjugaclchvili, Stalin en su obra Sobre el materialismo dialctico yel materialismo histrico. En ella se considera, tras un rosario de citasde Engels, de Marx y de Lenn entre las cuales son frecuentes las per-tenecientes al texto que ahora nos ocupa que

    la tarea primordial de la ciencia histrica es el estudio y descubrimiento delas leyes de la produccin, de las leyes del desarrollo de las fuerzas productivasy de las relaciones de produccin> las leyes del desarrollo econmico de la so-ciedad Il

    El historiador cientfico se ve as reducido a economista. Pero tam-bin la figura del economista conocer una increble reduccin: sercontemplado como un experto en tecnologia. Dir, en efecto, Stalin,

    intentando con ello precisar en sentido materialista su nocin de

    fuerzas productivas, que

    La segunda caracterstica de la produccin consiste en que sus cambiosy su desarrollo arrancan siempre de los cambios y del desarrollo de las fuerzasproductivas, y > ante todo, de los que afectan a los instrumentos de produccin ~

    W LENN, Ce que sont les amis dii pete pe et comment ils huttent contreles social-dtnocrates> Moscou, Ed. du Progrs, 1969, p. 1 6 .

    II STALIN, 1, Materialismo dialctico y Materialismo histrico. e& P.T.E.(clandestina), p. 31;

    II STALIN, J., op. cgt., p. 31.

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    La historia no es ya slo o fundamentalmente historia de las fuerzasproductivas sino historia natural de los instrumentos de trabajo. Lasrelaciones sociales quedan sometidas a un proceso natural de muta-cin de las tcnicas.

    Hemos llegado as, partiendo de la inocente afirmacin de que unpensamiento humano no puede darse sin que se den las condicionesmateriales de existencia de los seres humanos que implican la pro-duccin social de stas a un modo de determinismo economicista oincluso tecnolgico. Pero tienen estas interpretaciones algo que vercon el pensamiento de Man? Ha llegado ste a afirmar una determi-nacin unvoca del conjunto de los procesos sociales por el grado dedesarrollo de las fuerzas productivas, o de la tecnologa? Una lecturadescuidada de Marx parece permitir una respuesta afirmativa Nollega acaso Man a sostener en el Libro 1 del Capital que

    las fuerzas productivas y su integracin dentro del con-

    juro de la actividad social. Comencemos por el ltimo grado de re-duccin: la reduccin de las fuerzas productivas a la tecnologa. Loprimero que ha de decirse a este respecto es que un medio tcnico,una mquina, un instrumento o incluso una destreza no es una fuer-za productiva en s mismo sino en cuanto se integra en un procesode produccin organizado segn unas determinadas relaciones socia-les. Para Marx la tecnologa no es nunca una realidad social y pol-

    ticamente neutral en el capitalismo. La tcnica en su materializacinproductiva, la mquina> se halla calificada directamente como arma dedominacin: no slo porque aumenta la plusvala relativa su intro-duccin sino sobre todo porque aumenta la sumisin del trabajador.La mquina en su uso capitalista tiende a reducir el coste unitariode las mercancas y, por tanto, de las mercancas necesarias parala reproduccin de la fuerza de trabaj o aumentando as la tasa deplusvala. Pero eso lo consigue haciendo que a cada mercanca seatransmitido el mnimo posible de trabajo socialmente necesario gra-

    3 M A R x, K., Le Capital (trad. Roy), p. 138.

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    cias a la combinacin mecnica de movimientos humanos parcialesque en ella se da. El trabajador, ante la mquina, se ve sometido a unmovimiento de conjunto en el cual l mismo est integrado pero queno puede controlar. La relacin con la mquina le hace perder todala antigua destreza del artesano:

    una vez vendida: su depen-dencia de la fbrica y. por ello mismo, del capital se acaba de con-sumar. No hay proporcin entre obrero y capital, toda autonoma

    del trabajo desaparece:

    La habilidad del obrero se muestra pequea ante la ciencia prodigiosa, lasenormes fuerzas naturales> la magnitud del trabajo social incorporados en elsistema mecnico, que constituyen el poder del amo. En el cerebro de ese amo,su monopolio sobre las mquinas se confunde con la existencia de las m-quinas 5

    Y de ese modo, una organizacin poltica totalitaria, la del ejr-cito o de la prisin es la que dirige el proceso de trabajo. Bajo lamquina y escondida por su aparente inocencia, la subordinacin

    tcnica, bajo sta, la ms rgida disciplina: la mquina no es sloautmata sino autcrata.

    La subordinacin tcnica del obrero a la marcha uniforme del medio de tra-bajo y la composicin particular del trabajador colectivo de individuos de ambossexos y de todas las edades crear una disciplina cuartelaria perfectamente ela-borada en el rgimen de fbrica. All, el llamado trabajo de vigilancia y la divi-sin de los obreros en simples soldados y suboficiales industriales son llevadosa su ltimo grado de desarrollo ~

    El despotismo de fbrica, una relacin de poder, una relacin

    poltica en sentido amplio, es lo que en el capitalismo hace de lamquina, del instrumento tcnico por excelencia> una fuerza produc-tiva. Y si esto ocurre con las mquinas, lo mismo acontece con lasdems fuerzas productivas: la divisin tcnica del trabajo, la ciencia,la propia fuerza humana de trabajo no existen como fuerzas produc-tivas fuera de determinadas relaciones sociales. Estas a su vez estnhistricamente determinadas y difcilmente pueden determinar de

    14 Ibit, p. 300. Ibid., p. 301.

    16 Mxax, K, Travail salari et capital in Marx, Engels. Oeuvres chosies, p. 77,Ed du Progrs, Moscou, 1967.

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    manera unvoca la historia. Por otra parte, no slo la tcnica ni lamaquinaria que la materializa en el mbito de la produccin sinotoda fuerza productiva, todo factor que intervenga en la produccininterviene en ella en virtud de determinadas relaciones sociales. Ni

    la fuerza de trabajo humana aparece espontneamente en el merca-do ni el capital constante puede ser capital por su materialidad inme-diata: en ambos casos la mediacin social determina la funcin pro-ductiva. Que no hay fuerzas productivas fuera de unas relaciones socia-les de produccin histricamente determinadas es algo que Marx nun-ca se cans de repetir; es quiz una de las tesis fundamentales delCapital y de la obra del Marx maduro. Como recordar en el opscu-lo Trabajo asalariado y capital

    en la produccin, los hombres no actan slo sobre la naturaleza sino tambin

    los unos sobre los otros>no hay en la naturaleza obreros fabriles ni esclavos negros, tampococapital constante>

    un negro es un negro. Solamente en condiciones sociales determinadas se con-vierte en esclavo. Una mquina hiladora de algodn es una mquina hiladorade algodn. Slo en condiciones determinadas se hace capital ~

    La materialidad simple de una condicin aislada de la produccinno permite definirla como fuerza productiva, como elemento de un

    proceso de produccin. Es siempre preciso referirla a otro nivel derealidad ms complejo y que no puede ella explicar: el de las rela-ciones sociales. De este modo, la esfera econmica de la produccinpierde su autonoma y, si no dicta sus propias leyes no puede fijarlas de otras esferas. Por un lado> hemos visto que hasta lo aparente-mente ms natural, ms material dentro del proceso de produccin,la mquina, implica un tipo concreto de organizacin poltica en elmicrocosmos de la fbrica. Por otra parte, vemos que para Marx el en-cuentro entre el trabajador libre en el sentido ya explicado en la pri-mera parte de esta exposicin y la mquina, que constituye la po-

    sibilidad misma de la produccin fabril, exige el que unas determina-das relaciones sociales creen continuadamente estos dos elementos. Laesfera de la produccin que en si conleva relaciones de poder> re-mite constantemente a las condiciones sociales de su reproduccin.Las fuerzas productivas no definen unas relaciones sociales: son msbien definidas por stas como fuerzas productivas dentro de proce-sos de produccin concretos.

    7MARx, ENGELS, Oeuvres choisies, cd. cit., p. 717. Carta a Joseph Bloch, 21

    de Septiembre de 1890, cf. igualmente Cartas a Conrad Schmidt, 27 de Octubrede 1890 y a E. Mebring, 14 de Julio de 1893.

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    Qu queda pues de la tpica del prefacio a la Contribucin?Cmo hemos de interpretarla ahora? Desde luego, ya no podemosconsiderar que la infraestructura domine la superestructura, que, porejemplo> la economa domine a la poltica de tal modo que una pue-

    da reducirse a efecto de la otra o, incluso a mero reflejo de la otra.La poltica se halla inextricablemente unida a las relaciones de poderque, en la produccin> cualifican a las fuerzas productivas como tales.

    No se halla as en un plano superior dominado por instancias econ-micas ms o menos ajenas sino que se integra en la produccin mis-rna. Lo que Marx descubre no es tanto una determinacin unvocade la vida social por la instancia econmica como, sobre todo, el ca-rcter social y poltico de lo que la economa clsica consideraba

    como un plano meramente natural. Lo que puede aparecer como una

    determinacin de la poltica y de la superestructura en su conjuntopor la economa no es sino el reconocimiento ya formulado en laIdeologa Alemana de que la produccin es una condicin necesa-ria de toda actividad social, incluido el pensamiento; sin que nuncase afirme que la produccin sea el motor de la historia. Motor de la

    historia ser la lucha de clases, hecho que no se desarrolla en la pro-duccin nicamente sino que hace posible la produccin misma. Lalucha de clases se extender a todos los mbitos de la existencia so-cial, desde la produccin hasta la ms elevada especulacin, deter-minando las condiciones que hacen posible o imposible la reproduc-

    cin de un rgimen de produccin determinado. El descubrimientode Marx de mayor relieve en este sentido es el de que la lucha de clasesest presente all donde una victoria estructural de la clase dominan-te no permite verla, que todo rgimen clasista de produccin es unadictadura de clase, que slo la dictadura del proletariado puede liqui-dar la de la burguesa y toda dictadura de clase incluso la deella misma. Quien quiera hablar de produccin tendr, por lo tan-to que referirse en un rgimen clasista a la compleja estructura deuna dictadura de clase (y, en general, a las condiciones sociales detoda produccin cualquiera que sea el rgimen social dominante) -

    La referencia a la produccin como condicin necesaria de la vidade las sociedades> de la historia excluye cualquier forma de reduc-cionismo. Este slo podra consistir en la abusiva conversin de unacondicin necesaria en una razn suficiente; pero es precisamente

    tal confusin la que Marx excluye declaradamente al negarse a con-siderar la produccin fuera de las condiciones sociales histricamen-te determinadas en las que sta se desarrolla. Es precisamente estolo que Engels mantendr insistentemente a lo largo de su actividadpolmica de defensa de la concepcin marxiana de la historia. Nopuede ser ms clara su denuncia del reduccionismo:

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    los jvenes den ms peso del debidoal lado econmico. Frente a nuestros adversarios debimos subrayar el principioesencial que ellos negaban, y no siempre encontrbamos el tiempo, el lugar nila ocasin de dar su lugar a los dems factores que participan en la accin re-c1proca~

    Polmicainente era preciso subrayar el peso de la produccin den-tro de la vida social; pero slo la precipitacin de los jvenes mar-xistas pudo confundir un acento polmico con un reduccionismoterico. Pero no slo los jvenes marxistas cayeron en esta unila-teral comprensin de la obra de Marx: esta interpretacin reduccio-nista se convirti despus de Marx y Engels y hasta nuestros das enel fundamento doctrinal de una vulgata marxista. El marxismo ha-br sido para Stalin y aun para Lenin y muchos otros un economi-

    cismo, como lo fuera para Ferdinand Lassalle, aquel yerno de Karl

    Marx autor de una sntesis del materialismo histrico que hizo afir-mar a Marx que l mismo no era marxista. Y este economicismosiempre se asent sobre una versin del materialismo que haciade esta posicin filosfica una mera crtica del subjetivismo. Elmaterialismo marxista critica, sin duda, el subjetivismo histricopero no desde la afirmacin de un universal objetivismo meca-nicista sino desde la negacin de la escisin que hace posibles tan-to un subjetivismo como un objetivismo. Nada es ms extrao al pen-samiento marxista que la escisin (que funda las dos formas posi-bles de metafsica a partir de Kant) entre sujeto libre y medios obje-

    tivos determinados por la necesidad. Esta es constantemente criti-cada en cuanto fundamenta la economa poltica sobre el binomioanarqua del mercado/necesidad planificada de la produccin. Paraconcebir sujetos libres que actan en el nivel de la circulacin comoprotagonistas del cambio de mercancas> ha sido necesario convertirel mundo en que stos se hallan incluidos en mquina (instrumento)y hacer de la economa (relacin con el mundo como laboratoriode la produccin social segn la expresin de los Grundrisse) unaesfera autnoma y automtica, indiferente a la accin de los hom-bres. Al pensar Marx la economa dentro del marco de unas relacio-

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    nes sociales determinadas y > en concreto, dentro de las que instauray puede subvertir la lucha de clases, Marx acaba con la escisin> ha-ciendo de la economa un hecho histrico y no slo natural (en el sen-tido de no humano) y pensando la historia de la produccin social

    de la existencia humana. La historia ser, as> un proceso histrico-natural determinado por una causalidad interna expresada en formasde antagonismo inmanentes a las formaciones sociales. Es un pro-ceso sin sujeto (Althusser), pero, sobre todo, sin escisin entre elsujeto y un determinante objetivo externo a l.

    liemos de concluir> de esta manera que la concepcin materialis-

    ta marxiana de la historia no es determinista, pues el determinismoslo puede ser pensado dentro de una escisin que expresamentese niega entre sujeto y objeto. Tampoco> es naturalmente, por lasmismas razones, subjetivista.

    CONcLUSIN GENERAL

    Existen> sin duda> para el marxismo determinaciones de la accinsocial> pero stas no son condiciones escindidas de una accin queen ellas tuviera lugar. Estas determinaciones son pensadas dentrode modelos tericos de carcter ms o menos universal que estudianel comportamiento de reas determinadas. Entre estas reas existe

    una combinacin singular en cada formacin social que ningn mode-

    lo terico universal puede definir. La historia ser historia de las for-maciones sociales, o ms precisamente, de lo que en ellas suponeun cambio: la inadecuacin, el desfase entre un rea y otra, entreuna y otra instancia dentro de la produccin social de la existenciahumana es lo histrico. Esto no puede reducirse a ningn modeloexplicativo a priori, pues si el materialismo puede afirmar algo envez de tocar el tambor con Cratilo es que un hecho no se puede de-ducir de un concepto> aunque slo un concepto puede pensar la cau-salidad que produce un hecho. La ciencia marxista de las formacio-nes sociales no es una ciencia de la historia: es adems la muestra

    de la imposibilidad de una ciencia histrica. Slo cabe a una cienciade las formaciones sociales, como a la fsica cuntica, pensar en m-bitos de determinacin causal pero ya no en causalidades predeter-minadas (Laplace). Una historia materialista se enfrentar siempre conel hecho tozudo de que la materia es principio de individuacin y delindividuo no hay ciencia...