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La metáfora cotidiana, elemento discursivo organizador del mundo David Esteban Marín Ossa, [email protected] Monografía presentada para optar al título de Licenciado en Lengua Castellana Asesor: María Nancy Ortiz N., Doctor (PhD) en Ciencias Humanas y Sociales Universidad de San Buenaventura Colombia Facultad de Educación Licenciatura en Lengua Castellana Medellín, Colombia 2018

La metáfora cotidiana, elemento discursivo organizador del

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Page 1: La metáfora cotidiana, elemento discursivo organizador del

La metáfora cotidiana,

elemento discursivo organizador del mundo

David Esteban Marín Ossa, [email protected]

Monografía presentada para optar al título de Licenciado en Lengua Castellana

Asesor: María Nancy Ortiz N., Doctor (PhD) en Ciencias Humanas y Sociales

Universidad de San Buenaventura Colombia

Facultad de Educación

Licenciatura en Lengua Castellana

Medellín, Colombia

2018

Page 2: La metáfora cotidiana, elemento discursivo organizador del

Citar/How to cite (Marín Ossa, 2018)

Referencia/Reference

Estilo/Style:

APA 6th ed. (2010)

Marín Ossa, D. (2018) La metáfora cotidiana, elemento discursivo organizador del

mundo. (Trabajo de grado Licenciatura en Lengua Castellana). Universidad

de San Buenaventura Colombia, Facultad de Educación, Medellín.

Bibliotecas Universidad de San Buenaventura

Biblioteca Fray Alberto Montealegre OFM - Bogotá.

Biblioteca Fray Arturo Calle Restrepo OFM - Medellín, Bello, Armenia, Ibagué.

Departamento de Biblioteca - Cali.

Biblioteca Central Fray Antonio de Marchena – Cartagena.

Universidad de San Buenaventura Colombia

Universidad de San Buenaventura Colombia - http://www.usb.edu.co/

Bogotá - http://www.usbbog.edu.co

Medellín - http://www.usbmed.edu.co

Cali - http://www.usbcali.edu.co

Cartagena - http://www.usbctg.edu.co

Editorial Bonaventuriana - http://www.editorialbonaventuriana.usb.edu.co/

Revistas - http://revistas.usb.edu.co/

Biblioteca Digital (Repositorio)

http://bibliotecadigital.usb.edu.co

Page 3: La metáfora cotidiana, elemento discursivo organizador del

Dedicatoria

Dedico este trabajo de grado a las metáforas que me sostiene en este mundo.

A Nancy Ortiz por su compañía con paciencia y sabiduría.

A Bilian Jimenez, maestro que permitió algo de claridad entre la oscuridad del mundo.

A mi madre, Gladys Ossa, por su afecto.

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Agradecimientos

Agradecer siempre es importante, nos enseñan constantemente. Y es cierto.

Agradecer, sobre todo, el cariño en la dedicación a crear, inventar o descubrir algo.

Como si fuera “preciso restituir a la hermosa palabra «inventar» su propio sentido desdoblado,

que implica a la vez descubrir y crear” (Ricoeur, 1975, p. 404).

En esa búsqueda para descubrir

Y en esa creación de sentidos

Poner ante los ojos:

Gracias a Nancy Ortiz que escuchó con cariño las palabras bifurcadas

Que entre imágenes como relámpagos

Permiten sentir los suspiros de paisajes.

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Tabla de contenido

Resumen ........................................................................................................................................... 6

Abstract ............................................................................................................................................ 7

1 Metáforas cotidianas que nacen, se reproducen y mueren en la calle ...................................... 8

2 ¿Metáfora sin metáforas? ........................................................................................................ 18

3 Sobre verdad y mentira en sentido extramoral ....................................................................... 24

3.1 [La función de la inteligencia humana] .......................................................................... 24

3.2 [El impulso hacia la verdad] ........................................................................................... 25

3.3 [La inteligencia humana en sociedad y el lenguaje]....................................................... 27

4 Metáfora de la metáfora .......................................................................................................... 29

5 La metáfora como las olas del mar ......................................................................................... 34

5.1 Movimiento .................................................................................................................... 36

5.2 Cotidianidad ................................................................................................................... 36

5.3 Múltiples caminos: laberinto .......................................................................................... 37

5.4 Discurso amorfo ............................................................................................................. 38

6 Experiencia auténtica .............................................................................................................. 40

7 Ideas admitidas........................................................................................................................ 42

8 La argumentación.................................................................................................................... 45

9 ¿Qué soy? ................................................................................................................................ 46

Referencias ..................................................................................................................................... 47

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LA METÁFORA COTIDIANA 6

Resumen

La metáfora cotidiana nace, se reproduce y muere en la calle, en las personas de a pie, en

los ciudadanos, en aquellos acogidos con distintas identificaciones en la diversidad de la vida.

Aquellos que acontecen. El método está en subir a una montaña y llamar al eco, tomar notas de

acontecimientos cotidianos, de los decires que resonaron como la vergüenza del eco ausente en la

montaña después del grito y reconstruir con la propuesta teórica-epistemológica desde Paul

Ricoeur, Jaques Derrida, Friedrich Nietzsche y Hans Blumemberg con base en los textos que se

comprometa el sentido/sensaciones/provocaciones de la metáfora y relacionar o permitirle

vigencia a estos textos con lo cotidiano, el decir de los de a pie concebido como un decir

permeado por diversos saberes que pueden llegar a ser base para la acción cotidiana a partir de la

invención de metáforas de la metáfora al reconocerle su elemento instructivo en las montañas y

calles por las que transita. Somos metáfora personificada. Y así comprenderla como ese elemento

discursivo que permea cualquier discurso, cualquier acción en lo cotidiano desde los saberes con

valores positivistas hasta los saberes construidos desde la intuición.

Palabras clave: Metáfora cotidiana, Discursos, Acción cotidiana, Invención, intuición.

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LA METÁFORA COTIDIANA 7

Abstract

The everyday metaphor that is born, reproduces itself and dies in the street, in the ordinary

people, in the citizens. Those embraced with different identifications in the diversity of life.

Those that occur. The method is in climbing a mountain and call the echo, taking notes of daily

events, of the things said that resonated as the shame of the absent echo in the mountain after the

scream; and rebuild with the theoretical-epistemological proposal from Paul Ricoeur, Jacques

Derrida, Friedrich Nietzsche, and Hans Blumemberg, based on the texts that involve the

sense/feelings/incitements of the metaphor and relate or validate these texts with the quotidian,

the saying of the ordinaries, conceived as a saying permeated by diverse forms of knowledge that

can become the basis for everyday action, since the invention of metaphors of the metaphor by

recognizing its instructive element in the mountains and streets in which the personified

metaphor moves through. We are personified metaphor. And so, understand the metaphor as that

discursive element that permeates any discourse, any action in daily life since the knowledges

with positivists values to the knowledges built from the intuition.

Keywords: Everyday metaphor, discursive element, daily events, everyday action, intuition.

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LA METÁFORA COTIDIANA 8

1 Metáforas cotidianas que nacen, se reproducen y mueren en la calle

“En algún rincón apartado del Universo rutilante, configurado en innúmeros sistemas solares, hubo una vez

un astro donde animales inteligentes inventaron el conocimiento”.

Friederich Nietzsche

El ser humano ha construido/creado/inventado discurso acerca de la existencia y del

conocimiento, discursos que ha permitido la supervivencia como especie entre los demás seres

vivos que habitan el mundo por la seguridad que entrega en las comunidades al creerse valores de

superioridad. Sin embargo, siguen siendo discursos inventados, mitos creados, que, además de

seguridad a la humanidad por ser respuestas a interrogantes existenciales, ha creado discordia, ha

permitido guerras y soluciones nefastas para los seres humanos como comunidades en la defensa

de su deseo, de su creencia, de su verdad colectiva o individual. Desde los griegos habita en el ser

humano la preocupación por el lugar que ocupa en el mundo, el sentido por quién o qué es.

Preocupación que ha motivado el pensamiento en filósofos, la fe en religiosos, la investigación en

científicos y la creación en artistas, inventando, cada una de las comunidades, diferentes formas

de representar aquello que somos y el lugar que habitamos en la inmensidad del cosmos.

Iniciar con este epígrafe es una elección que, como otras, obedece, en un principio, a algo

arbitrario: mi afecto hacia su filosofía. Otro interés, más importante para algunos, es que en este

enunciado se posibilita lo efímero de la existencia y del conocimiento, lo cual nos lleva a un lugar

de desconcierto como humanidad por su sentido, quizá nihilista.

Así, desde esas bases moviéndose, quebrándose, rajándose, rasgándose, viniéndose al

suelo, destruyéndose, retrayéndose, comprimiéndose, expandiéndose, explotando,

implosionando, mutilándose, petrificándose e infinidad de verbos metafóricos de transformación,

quiero disponer de Nietzsche, de su filosofía e influencias posteriores.

Comprometer este trabajo de grado con mi ser y, sobre todo, con la metáfora. Las

metáforas cotidianas que influyen como medio por ser elemento genealógico de discurso y fin

mismo del discurso en las acciones del ser humano, las metáforas muertas o vivas. Aquella

metáfora que se encuentra en cada rincón donde el ser humano haya creado relaciones,

diferencias y clasificaciones entre los seres vivos y los objetos con los que interactúa. He de

proponer que el ser humano interpreta la vida en metáforas basado en un perspectivismo creado y

permeado por Nietzsche y su filosofía.

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LA METÁFORA COTIDIANA 9

Mi interés por la metáfora surge como otros: pura curiosidad, puro juego, desde el no-

entendimiento de algo y el deseo de entender. Este interés se enmascara en el curso de semántica

con la profesora Verónica personificando la teoría semántica. Verónica propone que la relación

entre la metáfora y la metonimia es el desplazamiento de sentido presente en ambas. Las

diferencias, según ella, están claramente marcadas en que la metonimia señala una relación de

contigüidad, quizá, de orden más objetivo entre las cosas con expresiones semejantes a: la pata

de una silla pues la palabra (pata) se comporta en la silla como en el animal, siendo una

extremidad que sostiene. ¿Por qué no decir pie de una silla a sabiendas de la función del pie?

Allí, creo que no es una relación tan objetiva como la quieren presentar. Por otro lado, la

metáfora está asociada, desde esta teoría semántica, a una relación de semejanza, más bien

subjetiva, alineada con lo poético, con la relación creada por el poeta, en decires como el tiempo

es oro en el que se asocia la palabra oro y tiempo por el valor representativo que se le adjudica a

cada uno. Creo que ambas están integradas en un mismo nivel de discurso de lo subjetivo y lo

objetivo más allá de esa falsa oposición.

Pensar la metáfora, un elemento discursivo tan potente, perteneciendo a una Relación

Subjetiva, ondas que para lo científico no pueden mover el conocimiento ya creado, es bastante

curioso y quizá desalentador pues este discurso ubica la subjetividad en un lugar de poco valor y

como está encadenada o hilada a este, la metáfora es arrastrada y rechazada hasta el punto de

enseñarse mediocremente entre otros supuestos. Para cualquiera no es misterio la concentración

que tiene el discurso científico como discurso creíble en los cotidianos, sobre todo por su rasgo

supuestamente objetivo, por ello la Relación Objetiva de la metonimia en oposición a la Relación

Subjetiva de la metáfora detona los ecos de la curiosidad en el ser. Esta afirmación que por su

movimiento en ondas resonó interrogante. ¿La contigüidad entre las palabras existe como hecho

objetivo o es, más bien, una semejanza que propone el sujeto y por lo tanto subjetiva?

Aguzar el pensamiento en la línea de límite creada por la oposición entre las Relaciones

Objetivas y las Subjetivas de las cosas con el lenguaje. Pensar esta línea de límite no como

muralla que divide y opone sino como puente que comunica es fundamental, pues cualquier

discurso está permeado por lo metafórico, por lo tanto, en cualquier discurso resuenan murmullos

de Relación Subjetiva. Este choque/impacto/asombro es tan fundamental que, siempre, intenté

mostrarle a la profesora el no-entender o mi oposición por la anterior propuesta. Allí nació una

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LA METÁFORA COTIDIANA 10

intuición muy fuerte pues todos los enunciados los sentí como metáfora, más bien una metonimia

inexistente, no subordinada.

Otro elemento, aparte de la relación objetiva-subjetiva que permite las palabras entre ellas

y con las cosas, es reconocer la diferencia y el puente de metáfora muerta-viva. Paul Ricoeur

(1975) propone que “solo la metáfora viva [metáfora auténtica] es al tiempo acontecimiento y

sentido. Cuando se une al cambio de sentido que aumenta la polisemia, es metáfora muerta” (p.

135). Revisar esta afirmación es importante en cuanto al reconocimiento de lo que puede ser y no

ser la metáfora para Ricoeur, decir en palabras los límites. Este filósofo asocia la vida de la

metáfora con el asombro que genera, con ese acontecimiento que es la creación, marcando así el

momento cuando la carne se hace palabra, ese instante de novedad. En el viaje hacia ello quiero

poner la perspectiva ante los ojos con la cual movilizarme dentro de la metáfora, sobre todo

enmascarar mi sentido de metáfora y, quizá, desenmascararlo, aunque lo segundo sea más

complejo. ¿Tendré que movilizarme dentro de cuál sentido de metáfora? ¿Cuáles límites tendré

que proponer para poder decir lo que intuyo como metáfora?

Los cotidianos guardan en el cajón del sótano común la sombra de que una mirada no dice

nada al tiempo que lo dice todo. Las miradas dicen/significan para quien la lee porque le interesa

leerla o ha construido algún referente y representa en ella algo más que los ojos del organismo.

La mirada enojada de su madre. La mirada tranquila de su abuela. No dice para quien no la lee

porque no le interesa o no ha construido en sí un referente que signifique. La mirada coqueta de

su novia. La mirada alegre de su hermana. Así mismo sucede con la metáfora, genera asombro

por su novedad, es acontecimiento y sentido para quien así la quiere sentir, le interesa o ha

construido algún referente y representa en ella algo, por ello, aunque Ricoeur otorgue estatus de

metáfora auténtica casi exclusivamente a la metáfora viva creo, por el contrario, que la metáfora

puede estar viva o muerta sin dejar de ser metáfora, sin pasar el límite de la polisemia.

Quien la mira, quien la interpreta, quien construye el referente o la asociación, es el que le

da vida a la metáfora, es aquel que con sus manos sobre el pecho de la ella hace RCP. Aristóteles

dice que el buen poeta es quien sabe percibir lo semejante, construye un puente de asociación

entre representaciones, entre metáforas. No pensando la asociación solamente en términos de

percepción sino de creación, de invención como en Nietzsche el conocimiento de la humanidad.

Presenté un poema sublime a un amigo. “Estoy encarretado, imagínese que le pedí el favor a un

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LA METÁFORA COTIDIANA 11

parcero que me tradujera un poema y todo, perro, mero poema”. Lo leyó, y respondió “no sé,

Guaster, veo el poema con muchos lugares comunes”.

El Guaster publicó un libro de poesía, fue jurado del primer festival de poesía

universitario en la universidad San Buenaventura; rasgos que en nuestros tiempos de

certificaciones parecen concederle alguna autoridad para opinar sobre la poesía. Lo interesante es

que, para mí, algo sublime, por su novedad, acontecimiento y sentido (rasgos de la metáfora),

para él no hubo ese mismo efecto, más bien, lugar común, metáfora reposada o muerta, según

Ricoeur.

La metáfora es como la mirada en los cotidianos. Para unos no representa ni sensación, ni

provocación; para otros lo dice todo. Creo que, allí (en que la vida de la metáfora está en la

mirada, en la lectura que pueda hacer la persona, la cultura) las interpretaciones son rasgo

fundamental pues, seguido de la afirmación del Guaster, añadió “perro, cuando el poema dice

‘donde tú mismo nunca hubieras sido totalmente tú mismo’ no dice nada”. Este enunciado puede

tener una significación bastante potente y novedosa si recordamos la afirmación de Nietzsche

sobre el ser, ese llegar a ser sí mismo que todavía no somos, ese construirnos y crearnos a

nosotros mismos, siendo a la vez autores y actores inacabados e inacabables pues vamos siendo

en el devenir de la existencia e ir viviendo en gerundio, en presente progresivo.

¿Por qué concederle importancia a la metáfora muerta, también? La metáfora muerta es lo

que coloquialmente se nombra como frase de cajón. Esas frases que se guardan en el cajón de

nuestro sótano. Allí, ocultas en las sombras y con las sombras, van saliendo como fantasmas,

como seres extraños en nuestro cuerpo, en nuestra acción, sensación y pensamiento. Sombras que

actúan cuál faro, guiando nuestro caminar indescifrable. Perpetuo. Prematuro. Esas frases

guardadas en el cajón olvidado que se vuelve inconsciente, un cajón que decora nuestro sótano,

visible solo para aquellos visitantes con mirada curiosa y decir ingenuo, limpio. Un cajón

carcomido por el tiempo, por el tic tac constante de las manecillas que golpean su madera y abren

grietas por las que esas sombras se escapan y atraviesan como agujas el caminar, agarrándose del

cuerpo, volviéndolo un autómata, un títere prendido por hilos enhebrados en el ojo de la aguja.

Metáforas cotidianas que nacen, se reproducen y mueren en la calle, en la plaza, en la

escuela, en la casa, en el banco; en la cotidianidad, en el discurso del pueblo, de la maza, de los

ciudadanos, de los de a pie, de los vagamundos, de los visitantes, de los extranjeros, de los

paisanos; de los hijos, las hijas, madres, padres, hermanos, abuelos, abuelas, primos, primas, tíos,

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LA METÁFORA COTIDIANA 12

tías; de los amigos, compañeros de trabajo, de estudio, compañeras de cama, de una noche, de un

minuto; de esos con quienes compartimos el bus, el pasajero, el chofer, el mecánico, el vendedor,

del que compra, del profesor, del estudiante. Porque eso que Ricoeur (1975) llama lenguaje literal

cuando afirma que “el empleo en el discurso [lo corriente, lo usual] es lo que especifica la

diferencia entre lo literal y lo metafórico” (p. 385) no es más que metáfora de la vida cotidiana.

Para comprender esto debemos poner, como lo hace la metáfora, entre signos de

interrogación una verdad supuesta. Una o varias ideas admitidas de los cotidianos. Las que

optamos por nombrar frases de cajón, refranes, dichos; las definiciones mismas de metáfora;

saberes propuestos por la ciencia; creencias religiosas que se aferran al cuerpo de la gente;

convicciones existenciales que nos sostienen en el mundo como muletas al caminar. Las

metáforas que constituyen sujetos, que permiten articular y desarticular deseos, pensamientos,

sensaciones y percepciones. Poder sentir, con mirada renovada, los decires de los abuelos, padres

y contemporáneos para, de algún modo incierto, comprender el mundo, nuestra participación en

él, y la participación del mundo simbólico, imaginario o real en nosotros, es decir, su influencia

(la de los Otros) en nuestras acciones.

Reconocer lo anterior, bien lo dice Ricoeur (1975), nos pone en un lugar de paradoja de

auto-implicación de la metáfora, pues lleva a afirmar que “no hay discurso sobre la metáfora que

no se diga dentro de una red conceptual engendrada también metafóricamente [es decir,] la

metáfora se dice metafóricamente” (p. 380), paradoja que no acepta por varios motivos, sobre

todo por aferrarse a la creencia de que, siendo esto cierto, “no puede haber principio de

delimitación de la metáfora, ni definición cuyo definidor no contenga al definido; la

metaforicidad es no dominable absolutamente” (p. 380). Afirmación que, como la metáfora,

pondremos entre interrogantes.

Precisamente nos encontramos de frente, según Ricoeur, con un problema del cual “no

hay otra salida que reemplazar las máscaras, pero siendo conscientes de ello” (1975, p. 333), lo

cual es sensato, pues permite construir la máscara siendo más consciente de nuestra participación

en ella, e intentar poner ante los ojos el proceso de creación metafórica, hacer como Nietzsche

(1886) cuando reconoce su responsabilidad en la creación del Superhombre como una invención

de nuevos valores: “Y así también yo proyecté en otro tiempo mi ilusión más allá del hombre, lo

mismo que todos los trasmundanos. ¿Más allá del hombre, en verdad? Ay, hermanos, ese dios

que yo creé era obra humana y demencia humana, ¡como todos los dioses!” (p. 74) y no olvidar

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LA METÁFORA COTIDIANA 13

que fue inventado por nosotros, para no decir la conclusión, quizá desdichada, de afirmar y

agradecer nuestra existencia como causa y creación de esas invenciones nuestras, decir que

fuimos creados por ellos, por los dioses.

Regresando a la metáfora cotidiana. Ese lenguaje cotidiano, corriente, usual o literal,

como lo nombra Ricoeur, es otro intento de conocimiento. Otro intento como el discurso

científico, religioso, filosófico, artístico. En azares de la modernidad la ciencia se posiciona en un

estatus quo como saber de verdades cuestionables pero, al fin y al cabo, con estatus de verdad y

sus implicaciones, quizá con ecos del positivismo. Esas verdades, como las de Jesucristo. Un

conocimiento científico que adquiere la posición de ideal en cuanto a saber verdadero y como

ideal es defendido cual apóstoles a la verdad de Jesús.

En “El credo de Pilatos” podemos encontrar una propuesta bastante interesante sobre la

verdad:

Respondióle Pilatos. – Yo creo, creo febrilmente creo que hay una verdad y que el

hombre la reconoce. Sería locura pensar que existe solamente una verdad con el

fin de que el hombre nunca la encuentre. La conoce, sí, pero ¿quién? ¿Tú o yo, o

quizá todos? Yo creo que todos tenemos nuestra parte en ella, el que dice sí lo

mismo que el que dice no. Si esos dos se unieran y se comprendiesen surgiría de

ello la verdad. La negación y la afirmación no se pueden unir, más la gente sí. Hay

más verdad en la gente que en las palabras. Comprendo más a la gente que a sus

verdades; pero hasta en eso hay fe, José de Arimatea, hasta para eso es necesario

mantener el entusiasmo y el éxtasis. Yo creo, creo absolutamente y sin dudas.

Pero… ¿qué es la verdad? (Capek, 2009, párr. 3).

En este fragmento hilamos una resonancia común de los discursos cotidiano, científico,

filosófico, religioso: la verdad. Es fundamental la afirmación de Pilatos cuando asevera “Yo creo

que todos tenemos nuestra parte en ella” pues permite la posibilidad de afirmar que la verdad es

construida, inventada. Ricoeur (1975) lo dice, o quizá sea una sobre-interpretación mía, de forma

bastante sublime. “Es preciso restituir a la hermosa palabra «inventar» su propio sentido

desdoblado, que implica a la vez descubrir y crear” (p. 404).

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LA METÁFORA COTIDIANA 14

Crear, como la metáfora viva en Ricoeur, como el niño en Nietzsche: “Inocencia es el

niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer

movimiento, un santo decir sí” (1886, p. 67). Crear. Re-Crear. Poner ante los ojos. Tres

transformaciones tiene el espíritu y la última es en niño. Esa rueda de conceptos, una rueda de

metáforas viva-muerta-viva-muerta, una rueca de valores que en sus giros hila los discursos

cotidianos, las metáforas cotidianas.

“La eficacia de la metáfora gastada en el discurso filosófico. Entrar en lo metafórico no

por la puerta del nacimiento sino por la de la muerte” (1975, p. 378) dice Ricoeur. No creo en

entrar por una puerta o por la otra; quiero más bien pensar que, en la metáfora, tanto la naciente

como la muerta son transformaciones, movimiento del estado, de la energía primero y de la

materia luego, del cuerpo. Podría hablar de la metáfora como un ovario y un espermatozoide que

interactúan y se transforman en un ser humano. El ser humano, así como la metáfora, nace, crece,

se reproduce y muere además de su imposibilidad para volver a ser un espermatozoide y un

ovario, es otra cosa, algo distinto, una transformación construida por la interacción y la tensión.

¿Qué pasa con la muerte en nuestra cultura? Transformación. Meta-morfosis. El cuerpo muerto

pasa a ser parte de la tierra, alimenta el subsuelo y desde allí sigue influyendo, sigue gestando

vida. Ese es de manera precisa el propósito, mirar esa metáfora cotidiana, esa que nos permite

decir y decidir de ciertas formas en la cotidianidad, no mirarla solamente en su nacimiento, lo

cual tiene otras implicaciones afectivas, sensitivas y perceptivas en el ser, pero tampoco exhumar

las metáforas, exclusivamente.

Ricoeur, al principio de la obra propone una hipótesis con la que me gustaría trabajar,

transformar, utilizando algo de su lógica, es decir, de su formato u operación para llegar a decirlo:

¿no se podría pensar que el orden nace de la misma manera que cambia?, ¿no

existiría una metafórica que actúa en el origen del pensamiento lógico, en la raíz

de toda clasificación? la idea de una metafórica inicial destruye toda clase de

oposición y sugiere la idea de que el orden mismo procede de la constitución

metafórica de campos que son los que dan origen a los géneros y las especies

(1975, p. 35).

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LA METÁFORA COTIDIANA 15

Esta afirmación se dispone en el orden, en la clasificación, quizá errado, me atrevo a

decir: ¿no se podría pensar que el lenguaje nace de la misma manera que cambia?, ¿no existiría

una metafórica que actúa en el origen del pensamiento, en la raíz de todas las lenguas, de todas

las formas simbólicas y de representación que ha inventado el ser humano?

Para concluir invito a Nietzsche con su texto “Sobre verdad y mentira en sentido

extramoral” cuando se refiere a la verdad al proponer que “las verdades son ilusiones de las que

se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas

que han perdido su troquelado y no son ahora ya” (1873, p. 4).

Esto permite articular el concepto de verdad con el que trabajar, el olvido del niño de las

tres transformaciones con su creación y la creación metafórica, aunque Nietzsche potencie esa

metáfora muerta de Ricoeur, no podemos olvidarnos, o presentar las metáforas muertas como no-

metáforas, sino más bien reemplazar las máscaras de forma consciente para concebir las

metáforas vivas-muertas como esas metáforas cotidianas para no ser víctimas de la metáfora

cuando aparentemente muerta se apodere de nosotros o victimarios dando un entierro prematuro

por no estar enterados de su catalepsia, claro está, como lo dice Poe (1844) “los límites que

separan la vida de la muerte son, en el mejor de los casos, borrosos e indefinidos… ¿Quién podría

decir dónde termina uno y dónde empieza el otro?” (párr. 3).

Esa pregunta sencilla que se puede hacer en la calle a cualquiera. ¿Qué es? Pregunta

fundamental para fundamentar desde la experiencia este trabajo de grado. Lo invito, querido

lector, a hacer el ejercicio. Solicite una palabra cualquiera a su interlocutor. Ahora cuando la haya

dicho, pregúntele así: ¿qué es + (la palabra dicha)? Reflexione un momento en las palabras

utilizadas para definir: ¿en qué otro discurso la ha escuchado? y encontrará la metáfora en ellas,

esa metáfora muerta, alguna metáfora que nosotros llamamos definición, polisemia, sinonimia,

comparación o frase de cajón.

Siguiendo lo anterior, al desplazarme de la universidad a mi casa en el metro de Medellín,

le conté a un amigo de esto que escribo en mi trabajo de grado. Tal es mi emoción que una señora

a dos sillas de distancia mira con curiosidad. Le digo a mi amigo, aunque concentrando la

atención de ella con una mirada cómplice “Diga una palabra”, burlándose de mí, dijo “palabra” y

comenzó a cantar “palabras… palabras… palabras”, la señora a dos sillas se sonríe. Les

propongo, esta vez a ambos, definir esa palabra. Inmediatamente, ambos responden “es un

conjunto de letras”. Conjunto es un concepto del discurso lógico-matemático. Entonces resalto

Page 16: La metáfora cotidiana, elemento discursivo organizador del

LA METÁFORA COTIDIANA 16

ese desplazamiento del discurso matemático para la definición de palabra, siendo, para algunos,

ajena a este discurso.

Allí quizá estaría mi deseo, presentar la presencia de las metáforas cotidianas como

discursos que se agarran al cuerpo y guían por diferentes senderos de discursos que se bifurcan:

sean científicos, filosóficos, literarios, artísticos y cotidianos.

Con el discurso de lo metafórico y el encuentro con el otro deseo levantar las capas de las

metáforas que construyen al hombre como sujeto social, es decir, aquellas formas de decir que

influyen en sus acciones, en decisiones cotidianas. Reconocer los matices y las formas de

relacionarse con lo Otro y los otros, cómo construimos pensamiento, y desde allí, comprometer

las acciones cotidianas desde los discursos que hilan el individuo en el tejido de comunidad.

Poder observar con mirada renovada los decires de los abuelos, padres y contemporáneos

para, de algún modo, comprender el mundo, nuestra participación en él y la participación del

mundo en nosotros, es decir, su influencia, la de los Otros, en nuestras acciones a través de los

discursos. Entender las diversas formas sutiles de la sociedad para comprometer nuestro accionar

con sus deseos, con su discurso cultural, con sus tablas de valores para, luego de identificar estas

formas, hacernos responsables de las acciones, de esas formas de actuar, cuestionando hasta lo

mínimo en nuestro ser: ¿por qué utilizamos ropa para salir a la calle?, ¿será la sensación de

necesidad gestada por lo metafórico?

Esas metáforas que nos constituyen como sujetos, que permiten articular y desarticular

deseos, pensamientos, sensaciones y percepciones cotidianas. Es diferente pensar y sentir la

cohesión de un texto siendo una cadena a pensar y sentir la cohesión de un texto siendo un hilo

que va tejiendo el sentido, ambas metáforas están hechas con diferentes materiales y contexturas,

e influyen en nuestra escritura de formas diferentes, quizá en la última llegue a hacer croché de

literatura.

Comprender estas afecciones de sentido en el lenguaje para que algún día el tiempo deje

de valer oro y se convierta en vida, en experiencia y no un supuesto objeto que podemos negociar

al mejor postor, y así vivir cada instante con otro o en soledad en su máxima expresión, como un

fin, como la vida y no como un medio para conseguir dinero, objetos o joyas. Para eso, para ser

críticos con las propias formas de ver el mundo, de relacionarse con la realidad y

responsabilizarse por esas formas de lógica que se construyen desde el Otro y nos contagian.

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LA METÁFORA COTIDIANA 17

Estas formas de vivir la palabra. Volver a Pensarlas y resignificar las para hacernos

responsables de nuestra vida cuando algún demonio se acerque en medio de la noche más sola

con la pregunta que plantea Nietzsche en El más pesado peso, aquella que susurra al oído el

eterno retorno a la propia vida. Poder escuchar cada palabra de ese demonio con un sabor

agridulce y comprender por fin que nuestra vida y las acciones que nos comprometen con ella no

son por deber sino porque así se quiso, poder afirmarlo sin ningún temor, poder gritarlo a los

vientos del oriente para que el eco de esa voz cansada perdure en el mundo: así lo quise y

hacernos responsables de nuestra vida.

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LA METÁFORA COTIDIANA 18

2 ¿Metáfora sin metáforas?

Me pregunto ¿habrá alguna forma para hablar de la metáfora sin metaforizar? No lo creo,

pues desde el primer nombramiento y metaforización de la metáfora se habla de ella

metafóricamente desde la phora, el movimiento. Aun creyendo esto, haré referencia a una forma

de metáfora sin metáforas pero no por ser un discurso que esté ausente de lo metafórico sino más

bien por ser ese discurso que ha llegado hasta nuestros días desde la primera vez que Aristóteles

habló de metáfora, esa será la metáfora sin metáforas, ¿la inicial, la original? más bien diría, la

metáfora madre de las metáforas que se hallan en nuestros discursos cotidianos y académicos.

Ese discurso, quizá filosófico, en el que nació, en el que fue inventada la metáfora para nombrar

algo que sucede con los movimientos en los sentidos de los discursos, en sus significaciones. Un

discurso entre otros, no con mayor puesto en alguna jerarquía sino pensado como otro más que

puede ayudarnos a deshilar e hilar un poco el sentido y significación de ese concepto marañoso,

por lo menos en el sentido que se desea comprender aquí.

La metáfora es un movimiento sencillo: esto es aquello, y no meramente verbal. Así la

quiero, sencilla, lacónica, simple pero, sobre todo, compleja, extraña, expresiva, rara,

cuestionadora, asombrada y asombrosa. La sencillez en su movimiento de un lugar a otro, de un

sentido a otro, de un discurso en otros, de la sensación al sentimiento, al afecto, al pensamiento, a

la acción, a la representación, al símbolo; de aquí a allá como un trazo discontinuo e imperfecto,

azaroso, la línea de movimiento trazada por un péndulo, ondas en la superficie de lagunas. Ese

movimiento representado en ondas por la física que transportan sentidos sin transporte de materia

y luego que puede mover la materia, el cuerpo para que invente representación y transforme el

objeto.

Para comprender la metáfora habrá que comprender primero aquel discurso en el que

nació o fue gestada, los límites siempre son borrosos. Este contexto o discurso en el que nació la

metáfora desde Aristóteles será esbozado en gran medida por la excelente recuperación, análisis e

interpretación que hace Paul Ricoeur en el texto La metáfora viva, claro que entrará en juego la

interpretación que yo pueda reconstruir con la palabra de este último.

Paul Ricoeur nos introduce en la metáfora con la historia de la retórica desde postulados

Aristotélicos sobre cómo concibe este (en el sentido de crear una idea), “la disciplina más antigua

del uso discursivo del lenguaje, esa que nace en Siracusa, Sicilia en el siglo VI” (1975, p. 80) y

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LA METÁFORA COTIDIANA 19

que Aristóteles define: “Facultad de descubrir especulativamente lo que, en cada caso, puede ser

apto para persuadir” (1355 b 25-26 citado por Ricoeur, 1975, p. 47). La techné que “entre todos

los tratados didácticos escritos en Sicilia, y luego en Grecia, hizo al discurso consciente de sí

mismo y convirtió la persuasión en una meta clara, alcanzable por medio de una estrategia

específica” (Ricoeur, 1975, p. 16).

Techné que hizo al discurso consciente de sí mismo cuando antes había “un uso salvaje de

la palabra y la ambición por dominar, mediante una técnica especial, su temible poder” (Ricoeur,

1975, p. 16). Disciplina temida por algunos al tener el mismo objetivo de la elocuencia:

persuadir. Aunque, a diferencia de la elocuencia, “por amplio que sea su alcance, no abarca todos

los usos del discurso” (p. 20) y por ello, representa, con su intención persuasiva “el poder de

disponer de las palabras sin las cosas y de disponer de los hombres disponiendo de las palabras”

(p. 17) a aquel que la domine perfectamente, por un lado.

Claro que, este temor se da en aquellos tiempos cuando fue la gran retórica de Aristóteles,

esa que abarca tres campos: una teoría de la argumentación, de la elocución y de la composición

del discurso; antes de ser taxonomía de las figuras, botánica de figuras retóricas en la que la

modernidad “ha olvidado ese conflicto íntimo entre la lógica y la violencia (la prueba y la

persuasión) (…) [característica que no se puede olvidar pues] el gran mérito de Aristóteles fue

elaborar este vínculo entre el concepto retórico y el concepto lógico de lo verosímil y construir

sobre esta relación todo el edificio de la retórica filosófica. [Esta] retórica [moderna, que] vaciada

de su dinamismo y de su drama, está abocada al juego de las distinciones y clasificaciones”

(Ricoeur, 1975, p. 19) y a una simple botánica de las figuras.

Allí es, precisamente, el instante en que muere mutilada, “cuando la afición a clasificar las

figuras llegó a suplantar completamente el sentido filosófico que animaba el vasto imperio de la

retórica, ese que mantenía unida sus partes y relacionaba el conjunto con el órganon y la filosofía

fundamental” (Ricoeur, 1975, p. 15-16). Y es que “el ocaso de la retórica se debe a la dictadura

de la palabra en la teoría de la significación. De él solo percibimos el efecto más remoto: la

reducción de la metáfora a un simple adorno” (p. 68). Para llegar desde la dictadura de la palabra

hasta pensar la metáfora como simple adorno hay un camino decadente al que rastreando sus

huellas le:

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LA METÁFORA COTIDIANA 20

“encontramos una serie de postulados: de lo propio y de lo impropio o figurado, de

la laguna semántica, del préstamo, de la desviación, de la sustitución, del carácter

paradigmático del tropo, de la paráfrasis exhaustiva, de la información nula y por

ello, de una simple función decorativa y ornamental” (p. 69-70).

Y así, hace presencia una metáfora sin poder ser metáfora, mutilada por discursos que

guiaron su camino al precipicio, rasgos escogidos que deforestaron la abundancia de sabor y

saber que nos entrega metaforizar.

Aunque, habrá que comprender otro discurso en el que es enunciada la metáfora, y donde

hay rasgos de gran soporte: la poética. Según Ricoeur (1975) “la metáfora se relaciona a través de

la lexis con la poética” (p. 55), es decir, a través de la composición de los versos en esta última.

Poesía que para Aristóteles “imita y representa las acciones humanas como eran o son realmente,

o como se dice o se cree que son, o cómo deben ser” (Ricoeur, 1975, p. 64). Aquella que no tiene

por mira la persuasión, sino que “produce la purificación de las pasiones del terror y la

compasión (…) [su finalidad es mimética con el objetivo de] componer una representación

esencial de las acciones humanas; su característica peculiar es decir la verdad por medio de la

ficción, de la fábula, del mythos trágico” (p. 20). Movimiento metafórico al presentar la verdad o

realidad desde otras formas de decir, diciendo desde la fábula esto es aquello.

Concluye Ricoeur (1975) en su interpretación Aristotélica de la metáfora, que ésta “en

cuanto estructura puede consistir en una única operación de traslación del sentido de las

palabras. En cuanto función sigue diversos destinos de la elocuencia y la tragedia. Única

estructura; con dos funciones: retórica y poética.” (p. 20) Esa Poética que piensa la poesía como

discurso que provoca la purificación de las pasiones del terror o de la compasión y la Retórica

desde su función persuasiva.

Ricoeur propone que “Aristóteles introduce un análisis de la lexis basado en las partes de

la elocución (…) [las cuales] provienen de una segmentación del discurso en unidades más

pequeñas que la frase” (1975, p. 22). Siguiendo esta lógica, Ricoeur, descubre que en Aristóteles:

el término común a la enumeración de las partes de la elocución y a la definición

de la metáfora es el nombre (onoma). De esta forma queda fijada para el futuro la

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LA METÁFORA COTIDIANA 21

suerte de la metáfora: queda vinculada a la poética y a la retórica a nivel de un

segmento del discurso, el nombre (1975, p. 22).

Lo cual nos muestra Ricoeur (1975) pues percibe que en las partes de la elocución

propuesta por Aristóteles “el nombre es el eje y soporte de la enumeración” (p. 22) en cuanto que

este último lo define el nombre como “un sonido complejo dotado de significación, atemporal y

ninguna de cuyas partes tiene significación por sí misma” (145 a 10-11, citado por Ricoeur, p.

22) en oposición con las demás partes de la lexis. Por ejemplo, “nombre es sin (idea de) tiempo.

Verbo es con (idea de) tiempo” (p. 23); así mismo hace con las demás partes de la lexis. A saber:

letra y fonema por ser sonido indivisible; sílaba, conjunción y articulo, sonido carente de

significación; verbo; locución (logos), un sonido complejo dotado de significación, algunas de

cuyas partes tienen significación por sí mismas; frase, compuesto de nombre y verbo; definición,

compuesto de nombres.

Ricoeur (1975) recuerda que “la metáfora aparece en un orden ya constituido por géneros

y especies, y en un juego de relaciones ya determinadas” (p. 33). El concepto de metáfora se

gesta dependiente de las lógicas analógicas de un orden constituido entre unas relaciones

determinadas. Rasgo fundamental para comprender los murmullos que habitan la sociedad y la

academia contemporánea acerca de la metáfora, de allí los ecos que resuenan hasta nuestros días

en la voz que intente hablar/escribir/teorizar acerca la metáfora.

En cuanto a la definición Aristotélica: “la metáfora consiste en trasladar a una cosa un

nombre que designa otra, en una traslación de género a especie, o de especie a género, o de

especie a especie, o según analogía” (Poética, 1457 b 6-9 citado por Ricoeur, 1975, p. 21)

Podemos leer allí que “la metáfora es algo que afecta al nombre (...) [y] se define en términos de

movimiento: la epifora de una palabra se describe como una especie de desplazamiento desde…

hacia” (Ricoeur, 1975, p. 25-26), lo cual, hilado con las definiciones de las partes de la lexis en

aquellas que se presentan como portadoras de sentido nos permite “decir que la epifora es un

proceso que afecta al núcleo semántico de todas las entidades del lenguaje portadoras de sentido

y que se refiere al cambio de significación” (p. 27).

Tendremos que poner especial interés y cuidado allí, pues en el sentido explícito de esta

definición “la metáfora es la transposición de un nombre que Aristóteles llama extraño

(allotrios), es decir, que designa otra cosa lo que se opone a ordinario, corriente” (Ricoeur, 1975,

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LA METÁFORA COTIDIANA 22

p. 28) así, ligada al nivel de un segmento discursivo podemos comprender la fuerza que tiene la

metáfora en nuestros discursos contemporáneos como figura literaria que afecta al nombre,

exclusivamente, lo que sienta las bases para afirmar que “la metáfora se define en términos de

desviación; con ello el uso metafórico se relaciona con el uso de términos raros, poéticos,

rebuscados, alargados, abreviados (…) [Por esto] la idea aristotélica de allortrios1 tiende a

relacionar tres ideas distintas: la de desviación respecto al uso ordinario, préstamos de un campo

de origen y sustitución respecto a una palabra ordinaria ausente, pero disponible” (p. 28-32).

Es por lo anterior que, hasta nuestros días, las metáforas creadas y aceptadas para hablar

de la metáfora se relacionan con el movimiento, esas que hablan de desplazamiento, de

deslizamiento, pensando la metáfora como traslación de la significación de los nombres. Hoy

diríamos que es la unidad semántica, ese movimiento que el griego asocia con la epifora y

Ricoeur reconoce como “un proceso que afecta al núcleo semántico de todas las entidades del

lenguaje portadoras de sentido y que este proceso se refiere al cambio de significación como tal”

(1975, p. 27) asociando el concepto de metáfora directamente con esa extrañeza en el nombre, la

cual para gestarse hace menester una base epistemológica literal, corriente u ordinaria.

Relacionar la metáfora con la comparación es interesante por el carácter discursivo de esta

última, la cual nos dará pistas para así “poder descubrir la presencia implícita de este momento

discursivo en la noción de epifora y cómo actúa tanto en la transposición categorial como en la

transposición por analogía” (Ricoeur, 1975, p. 37). La intención de Aristóteles es explicar la

comparación por la metáfora. La única diferencia entre una comparación subordinada y la

metáfora en general “reside en la presencia o ausencia de un término de comparación” (p. 40).

Está en dos formas de decirse distinto: ser como y ser, siendo la primera, con su término de

comparación la “que muestra el momento de semejanza, operativo, aun sin ser explícito en la

metáfora” (p. 43). Por ello, “la metáfora es más incisiva: la atribución directa crea la sorpresa (...)

[Lo que nos muestra que] la epifora de la metáfora no parece agotar su sentido en las nociones de

préstamo, desviación y sustitución. Reclama más bien una teoría de la tensión” (p. 71).

Entonces Ricoeur sentencia que “la metáfora tiene como función instruir mediante una

relación imprevista entre cosas que parecían en principio totalmente ajenas (...) [lo que sucede,

1 Cursivas del autor.

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LA METÁFORA COTIDIANA 23

gracias a que] hace imagen (pone ante los ojos). La capacidad de significar la actualidad

(Ricoeur, 1975, p. 52-54). Pone ante los ojos y así:

presenta a los hombres como actuando y todas las cosas como en acción, [lo que]

podría muy bien ser la función ontológica del discurso metafórico [a través del]

concepto de mimesis [que implícitamente] nos recuerda que ningún discurso puede

suprimir nuestra pertenencia a un mundo. Toda mimesis se sitúa en el horizonte de

un ser en el mundo al que ella hace presente en la medida misma en que lo eleva a

mythos (Ricoeur, 1975, p. 65).

Aparte de esto, Ricoeur (1975) nos propone tres hipótesis con relación a la transgresión

categorial: “esta transgresión invita a considerar en toda metáfora no sólo la palabra o el nombre

aislado sino la dualidad de términos o el par de relaciones [es decir] para afectar a una sola

palabra, la metáfora tiene que alterar todo un sistema mediante una atribución aberrante” (p. 34)

En su segunda hipótesis, dice que la metáfora comporta una información porque ‘re-describe’ la

realidad creando así un camino que concluya en la tercera hipótesis que, como la metáfora

misma, pone entre signos de interrogación:

¿no se podría pensar que el orden nace de la misma manera que cambia?; ¿no

existirá una ‘metafórica’ que actúa en el origen del pensamiento lógico, en la raíz

de toda clasificación? (...) [aparentemente radical, en cuanto que] la idea de una

metafórica inicial destruye toda clase de oposición entre lenguaje propio y

lenguaje figurado, entre ordinario y extraño, entre el orden y su transgresión; y

sugiere la idea de que el orden mismo procede de la constitución metafórica de

campos que son los que dan origen a los géneros y las especies” (Ricoeur, 1975, p.

34-35).

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LA METÁFORA COTIDIANA 24

3 Sobre verdad y mentira en sentido extramoral

Es tal la fuerza del discurso moral en la humanidad que para poder hablar de Verdad y

Mentira, Nietzsche, hizo la salvedad en el título, de que se tendrán en cuenta estos dos conceptos

en su sentido por fuera de los valores propuestos por la interpretación moral del mundo pues “no

existen fenómenos morales, sino sólo interpretación moral de los fenómenos” (Nietzsche, 1886,

p. 99) marcando la diferencia y el límite entre el fenómeno o la acción y la interpretación que se

logre de ella.

3.1 [La función de la inteligencia humana]

“Si nos fuese dable comunicarnos con la mosca, nos enteraríamos de que también ella

cruza el aire con tal pathos y se siente el centro volante del Universo” (Nietzsche, 1873, p.2).

¿Por qué la mosca también tendría en su pathos sentirse centro volante del universo? Valorar la

otra especia desde la invención propia, desde los propios valores creados sucede en los

movimientos de lo cotidiano, está presente y se acepta normalizado, por lo tanto la diferencia

tiene ciertos efectos cuando es percibida, generalmente de rechazo, la mosca golpeada por su

presencia ¿quién sabe lo que siente la mosca?

“Esa soberbia ligada al conocimiento y sentimiento envuelve los ojos y sentidos de los

hombres en nieblas falaces y los engaña sobre el valor de la existencia, por cuanto valora el

conocimiento del modo más halagador” (Nietzsche, 1873, p.2). ¿Entonces el conocimiento en sí

mismo es posible siempre que no estuviera el velo de la soberbia? ¿Cómo podríamos no ser

engañados? No creo que tengamos esa posibilidad de no ser engañados ni por la soberbia ni por

los sentidos. Así mismo, Nietzsche, años después en “Más allá del bien y del mal” advirtió que

“«El conocimiento por el conocimiento» – esa es la última trampa que la moral tiende: de ese

modo volvemos a enredarnos completamente en ella” (Nietzsche, 1885, p.91).

Más que la posibilidad de no ser engañado por cualquier discurso, creo más bien que son

diferentes formas de percibir la realidad, de sentir el mundo, formas creadas, recreadas o creídas.

Más allá de la soberbia siempre va a estar ese engaño, esa otra máscara, esa otra metáfora entre la

metáfora como dos espejos que puestos uno frente a otro se reflejan infinitamente y mueven

según el ojo, con fondo imperceptible, reflejado en nuestra alma un espacio tan oscuro como el

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LA METÁFORA COTIDIANA 25

negro de la pupila misma. Poner entre estos dos espejos la tabla de valores como entre dos signos

de interrogación. De los valores acogidos por el ser humano el conocimiento es valorado entre los

demás como el sublime alcanzado por el hombre y por ello merecedor de halagos, benevolencias

y reverencias para alimentar la sensación de poder en su pathos de sentirse centro volante del

universo rutilante.

3.2 [El impulso hacia la verdad]

Están ellos sumergidos en ilusiones y fantasmagorías; su mirada no hace más que

deslizarse por sobre la superficie de las cosas, percibiendo "formas"; su sentir no

conduce en parte alguna a la verdad, sino que se contenta con recibir estímulos y

entretenerse, como si dijéramos, con un juguetón tanteo del lomo de las cosas.

(Nietzsche, 1873, p.2)

¿Tendría que estar latente el impulso a la verdad? ¿Habrá necesidad alguna de llegar a la

verdad? No creo que Nietzsche esté en esa búsqueda de la verdad, más bien renuncia a ella, por

esto habla en tercera persona del plural, por aquellos interesados en construir la verdad, en creer

que la palabra o lo que viven, sienten y perciben es verdad. Quizá como esa forma de

supervivencia de la especie. Este sería el gran telón: buscar la verdad creyendo que se puede

encontrar o se ha encontrado para alimentar la soberbia de la inteligencia humana. Aunque, sin

dejar a un lado del todo, creo que también resuenan pequeños murmullos de esperanza en su

pensamiento de que hay verdad alcanzable o por lo menos que puede haber un impulso a la

verdad honesta y pura, sin ser este impulso localizable en el hombre inventor del conocimiento

pues la verdad de este, más que pura y honesta, es una verdad útil que se cree como verdad por la

tranquilidad existencial que entrega al sujeto para su supervivencia, no siendo más que un

juguetón tanteo del lomo de las cosas.

¿No le soslaya la Naturaleza el conocimiento de la mayor parte de las cosas,

incluso por lo que a su propio cuerpo se refiere, confinándolo, al margen de las

circunvoluciones de sus intestinos, el rápido flujo de los torrentes sanguíneos, las

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LA METÁFORA COTIDIANA 26

vibraciones de las intrincadas fibras, a una conciencia tan orgullosa como falaz?

(Nietzsche, 1873, p.2)

La Naturaleza pasa por un lado al conocimiento de la mayor parte de las cosas, lo esquiva,

amaga a una conciencia tan orgullosa como falaz. Lo diré con un verso de Vicente Huidobro “no

cantes la rosa, oh poeta, hacedla florecer en el poema” (1916). Ese conocimiento que es

impotente frente a la Naturaleza, que es efímero y precario por más cercano a la realidad que se

cree pueda estar. Ese conocimiento que no alcanza a ser la yema de los dedos para sentir el fuego

quemando capas de la piel, palabras que no alcanzan como el sol, el agua y la tierra para

germinar un girasol. Allí habita un reclamo por el valor sublime de la Naturaleza, entonces habrá

que asociar su forma con el poema Qué idea tengo de las cosas de Fernando Pessoa (2011)

cuando escribe:

Quien está al sol y cierra los ojos

al principio no sabe qué es el sol

y piensa muchas cosas llenas de calor.

Mas abre los ojos y ve en el sol

y no puede ya pensar en nada

porque la luz del sol vale más que los pensamientos

de todos los filósofos y de todos los poetas (p. 45).

El hombre asentado en el conocimiento sublimado avergüenza a la curiosidad, hasta tal

punto que Nietzsche exclama con sorpresa y quizá algo de agravio:

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LA METÁFORA COTIDIANA 27

¡Ay de la curiosidad fatal que pudiera atisbar por una rendija desde el cuarto de la

conciencia y adivinara que el hombre está asentado en lo implacable, lo ávido, lo

insaciable, lo asesino, en la indiferencia de su ignorancia, dijérase encaramado,

soñando, en el lomo de un tigre! (1873, p.2).

3.3 [La inteligencia humana en sociedad y el lenguaje]

El hombre “tiene necesidad de entenderse con sus semejantes y trata de eliminar de su

mundo al menos el más grande bellum omnium contra omnes” (Nietzsche, 1873, p.3). Todos

contra todos. Todos con todos. ¿Dónde surge esa necesidad de entenderse con sus semejantes?

¿Qué transformaciones provoca, en las acciones del ser humano, el deseo de eliminar el bellum

ómnium contra omnes? son esas intenciones y deseos vueltos carne que llevan a ser hipócrita y

ponerse máscaras para actuar, en un sentido teatral, frente al otro, perdiendo la sinceridad del ser

mismo, encarnando los valores que vienen quizá de afuera. ¿Cuáles valores no vienen de afuera?

A sabiendas de que el lenguaje mismo representa e implica valores al decidir cuales palabras son

las apropiadas para hablar con alguien más. ¿Por qué escoger las palabras para que sea más

apropiado y no solamente permitir a la idea fluir desde lo rustico del lenguaje por muy irritante

que sea la palabra?

Sólo por olvido puede el hombre jamás llegar a creer que posee una "verdad" en el

grado que acabo de señalar. A menos que quiera contentarse con la verdad en

forma de tautología, esto es, con la posesión de cápsulas vacías, siempre se

quedará con ilusiones, en vez de verdades (Nietzsche, 1873, p.3).

Siempre el olvido. Este fragmento recuerda cuando Nietzsche nos propone en su Gaya

Ciencia que el hombre, en su orgullo, creó a Dios a su imagen y semejanza y luego olvidó que lo

había creado para creer que Dios creó al hombre. Así también olvida que ha inventado la verdad,

que la ha creado desde su propio orgullo para poder gritar Eureka y salir de la tina desnudo por el

pueblo creyendo haberla encontrado, mostrándole a los demás que ha desnudado tanto su alma

como el mundo, que lo ha descubierto. Así es como olvidamos también que siempre estamos

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LA METÁFORA COTIDIANA 28

decidiendo nombrar cuando clasificamos las cosas por géneros y especies y que esa acción de

nombrar nos lleva a decidir en nuestros movimientos, creaciones e invenciones.

¡Qué antojadizas delimitaciones! ¡Qué manera tan unilateral de poner el acento ora

en ésta, ora en aquella propiedad de una cosa! Comparando los distintos idiomas,

se comprueba que lo que en las palabras se busca no es jamás la verdad, sino una

expresión adecuada, o si no, no habría tal diversidad de lenguas (Nietzsche, 1873,

p.3).

Decidimos nombrar de una u otra forma algo, es la representación que podemos hacer de

las cosas a través de la palabra sin que lo preceda, como ya se dijo anteriormente, un pensamiento

lógico. Las diferentes culturas dejan que su mirada sea seducida por diversos y diferentes

acontecimientos del mundo, algunas culturas crean un nombre, Komerobi, para el rayo de sol que

se filtra entre las hojas de los árboles pues este rayo de sol en específico es importante en la

concepción de mundo de japoneses:

Pasando por alto lo individual y concreto, obtenemos el concepto, así como por lo

demás la forma, siendo así que la Naturaleza no sabe de formas ni de conceptos, ni

tampoco, por consiguiente, de especies, sino tan sólo de una X inaccesible e

indefinible para el hombre (Nietzsche, 1873, p.3).

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LA METÁFORA COTIDIANA 29

4 Metáfora de la metáfora

Nancy me hizo una propuesta, dijo: “vamos a escribir un capítulo de 20 páginas más o

menos sobre lo que concibes como metáfora” – palabras tranquilas de un niño cuando pisa una

hormiga, pero en mi mente resonaron tormentas de lluvia en las tardes de soledad en mi infancia.

¿Cómo decir qué pienso? Fue la primera pregunta que invadió. Pregunta de gran valor

pues todo aquello cuanto había dicho creía haberlo intuido y sentido más no pensado. Quizá he de

decir que la metáfora se dice metafóricamente, compartiendo con la propuesta de Derrida (1989)

en La mitología blanca, cuando expresa que “todos los conceptos que han operado en la

definición de metáfora tienen siempre un origen y una eficacia en sí mismos <metafóricos>”

(pág. 292).

En la anterior afirmación de Derrida está dispuesta la metáfora como uno de los tantos

conceptos que ha creado el ser humano para ordenar el caos. Creo, como Paul Ricoeur que, la

operación metafórica no solamente se encuentra en el sentido de la definición misma de la

metáfora, sino que todos los conceptos que han operado en cualquier definición de cualquier

palabra tienen siempre un origen y una eficacia metafórica. El mismo Aristóteles, “para hablar de

la metáfora, crea una metáfora, tomada del orden del movimiento; la phora, como se sabe, es una

modalidad del cambio, cambio según el lugar” (Ricoeur, 1975, p. 27).

El primer paso será evaluar el sentido de definición desde el verbo “es” que remite

inmediatamente al “ser” por su conjugación. Las definiciones de las palabras se clasifican en una

operación lógica/analógica sencilla como: X = (es) la definición de X. El verbo “es” en la

definición funciona/representa como un signo igual del lenguaje lógico-matemático, relacionado,

en este sentido, con el concepto de identidad de las palabras y de los sujetos, siguiendo el mismo

movimiento analógico de la metáfora al relacionar. Es allí donde asentamos el pie firme en el

pensamiento de identidad pues creo que los sujetos, así como las palabras, no tienen identidad

sino que guardan entre ellas identificaciones, rasgos, características que se asemejan a otras o con

las que se disocian para ver con claridad los conjuntos de lo relacionado y los conjuntos de lo

diferente.

Al fin de cuentas ¿quién asocia/disocia? Creo que la respuesta está en la naturaleza

misma, en el movimiento. El mundo asocia la tierra con la planta, la tierra con el agua, la tierra

con el aire, la tierra con el fuego. Así mismo con los diferentes elementos de la naturaleza. Los

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LA METÁFORA COTIDIANA 30

filósofos asocian estos elementos con características de la vida humana en el sentido del lenguaje

y lo nombran Arjé, metaforizan. Otros, un poco más atrevidos quieren hacer florecer la rosa en el

poema. Algunos hacen té medicinal con esas flores y sanan el cuerpo sin sistematización. Unos

más, inventan la ciencia Botánica para hablar científicamente de las plantas. Desde los diferentes

discursos que inventan relaciones y en esas relaciones que puede o no conservar la naturaleza

entre ella y el lenguaje se inventan disociaciones/asociaciones, generalmente, está en el sujeto

que hila y rompe los hilos arbitrariamente pues todo tiene relación y nada tiene relación, sin decir

que esto es una oposición lógica, pues es, más bien, el sentido lógico de lo analógico abriendo la

posibilidad del infinito de relaciones entre las palabras, los objetos y las sensaciones del mundo.

En esa propuesta, de mi concepción acerca de la metáfora, no quiero ser injusto con

ningún discurso. No quiero ni subordinar la metáfora a la filosofía, a la poesía o la ciencia ni

subordinar la poesía, la ciencia o la filosofía a la metáfora. Mejor dicho, no quiero permitirme

pensar o proponer una falsa oposición o alguna tabla de valores que rechace los intentos de

conocimiento de cualquier forma discursiva. Más bien, deseo pensar la metáfora como elemento

discursivo que hila todos los discursos y desde allí comprometen a los sujetos de a pie, a los

cotidianos. Es decir, los discursos en los que cada sujeto decide creer para construir su propia

cotidianidad, los discursos que lo contagian y llevan a accionar, esos que permite que afecte su

cuerpo.

Quiero encontrar (construir, inventar) una metáfora que me guste para decir lo que intuyo,

siento y pienso de la metáfora, lo que creo que es la metáfora, aunque sin obedecer a las lógicas

de intentar responder por el «qué es» como si fuera una verdad o metáfora absoluta pues lo

absoluto tiende a quedarse estático porque el mínimo movimiento lo desborda. Me siento

bastante tentado por pensar que la metáfora es (como) el ser humano. Es un espermatozoide y un

óvulo que se unen para dejar de ser ellos y transformarse. Metáfora de mi gusto por dos motivos

instructivos:

El primer motivo es que posibilita hablar de la gestación metafórica: un espermatozoide y

un óvulo que habitan dos cuerpos diferentes como discursos sin relación aparente e interactúan

para crear, como un binomio fantástico, otro discurso, otro cuerpo, una relación. Estos dos

elementos que necesitan de algo más: de calor, un lugar donde interactuar, un organismo en

movimiento, comunidad que se sorprenda y dé vida a ese nuevo discurso en gestación, a esa

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LA METÁFORA COTIDIANA 31

nueva metáfora. Así se crea un hombre de carne y hueso, una bola de carne que nace, crece, que

siente y piensa, duerme, sueña, se reproduce y muere, al igual que la metáfora cotidiana.

Otro rasgo que me interesa es reconocer que ese óvulo y ese espermatozoide vienen de

algún lugar. ¿De dónde? De otro ser humano y así infinitas veces perdiendo el origen como el

infinito entre dos espejos. Y allí, en ese punto, reconocer la cadena, reconocer el ADN, reconocer

la historia y un montón de cosas que le obedecen a la teoría de la evolución dentro de la biología

o dentro de la vida misma representada en los pliegues microscópicos de la piel de las yemas.

Reconocer la cadena de ADN de las metáforas, como la tela de una araña que teje nuevas

formas (maldita paradoja) ¿El origen? Se pierde entre cadena y cadena, entre hilo e hilo, entre

coherencia en los textos, entre cohesión de literatura, entre imágenes poéticas, entre verdades

filosóficas, entre fe religiosas, entre saberes científicos. Esos hilos: el científico, el filosófico, el

poético, tejidos por las abuelas como las arañas sus trampas que envuelven insectos

desprevenidos, personas desprevenidas, cotidianos.

Mi cabeza va a estallar de tanto pensarlo, de creer algunas cosas y de no querer creer

otras. De mis afectos. Quiero hilar sentidos. Escucho música, a la gente; veo series, películas. “La

metáfora es el disfraz más cercano a la realidad” dice mi amigo Alejandro Restrepo recordando,

inmediatamente, el intento de metáfora como máscara. ¿La metáfora es mascara de qué? La

metáfora es máscara del ser humano. ¿O es el ser humano mismo? Antes habrán dicho que

mientras quitamos máscaras nos damos cuenta de que detrás de ellas siguen apareciendo

máscaras sin nunca poder llegar a la esencia, al rostro.

Quiero poner en el papel otra sensación, la escucha. Una escucha no solamente de

sentido-significado, sino también de sentido-sonido. Trabajar la metáfora con el grito, el eco y el

susurro. La metáfora cuando nace, siguiendo la lógica analógica de metáfora viva-muerta,

podemos decir que viene en forma de grito, claro está, porque se puede sentir todavía la metáfora

claramente, al igual que se puede escuchar el decir de alguien que relaciona dos mundos

aparentemente irreconciliables. Un grito que se escucha fuerte porque remueve con la sorpresa en

lo más profundo del ser, en esos susurros que estaban rondando, susurros del pueblo, discursos

que pertenecen a las personas de a pie pero que nadie se atreve a nombrar porque ese mismo

discurso está quebrantando algo, está rompiendo, está desplazando, está contagiando.

Presentar esto tiene su complejidad porque hace presencia un volver, de retornar

constante, de vivir del más pesado peso. La metáfora como un péndulo, un regresar. “Al mismo

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LA METÁFORA COTIDIANA 32

tiempo, la metáfora es desplazamiento, movimiento contracorriente, inversión. Es un contra-

movimiento” (Rovatti, 1999, pág. 160). La palabra hablada. El grito que expresa una fresca

novedad, ese viento que se lleva las palabras, las transporta, las transforma en ecos que resuenan

como susurros en nuestro pensamiento y agarran del cuerpo.

Siguiendo esos movimientos del sonido, darle ingreso al de la luz también es importante.

Por lo tanto, podría pensar que la metáfora nace como un relámpago y se expande como un

trueno. Nace en la luz y el choque se expande en ecos. Tiene esa característica del relámpago, no

sabemos cómo se origina, cómo nace y donde cae genera un movimiento brusco, un choque

contra el suelo o algún árbol que parte.

Me invaden preguntas por la representación. Esa palabra que des-con-pongo, quizá

errado, en re-presentación, lo cual me interroga si nosotros, en vez de re-presentar, estamos

presentando el mundo según nuestras percepciones atravesadas por la interpretación y por ello

mismo imaginamos rasgos de eso que está allá, de lo real. Ponemos ante los ojos como diría

Aristóteles. Metaforizamos el mundo a través del lenguaje, del arte, de la ciencia, de la religión,

de la filosofía.

Metaforizamos. Le permitimos otros sentidos a los objetos y sensaciones que quizá están

ausentes. Un fragmento de utensilio de cerámica ya no es más un simple fragmento de utensilio

de cerámica, ahora es un regresar, es recuerdo, es volver. Una distancia que acerca. Una forma de

retorno/regreso/movimiento de ida y vuelta. Es un movimiento oscilante. No es el péndulo, es la

línea que traza el péndulo, esa que no queda marcada sino en la imagen de la nada que la va

dibujando en el aire. Es Símbolo.

Gadamer nos recuerda que símbolo es originariamente un vocablo técnico de la

lengua griega, que nos indica el fragmento de un utensilio de cerámica que el

anfitrión pone en manos de su huésped, para hacer posible en el futuro el

reconocimiento y el regreso a la misma casa (Rovatti, 1999, pág. 21).

Este sentido de símbolo guarda en sí una belleza sublime. Es un regreso sin regreso.

Volver a hacer presencia de esa misma casa sin volver a ella en cuerpo, reconstruirla, recordarla

gracias a un fragmento que nos llevamos de allí, una representación de lo que fue ese hogar para

nosotros u hospedaje del pasajero. Y las palabras son símbolo, compañeras de viajes que al uso

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LA METÁFORA COTIDIANA 33

nos retornan. Son fragmentos de cerámica que hacen posible un futuro reconocimiento y el

regreso a la misma casa. Ese regreso que es irse y volver, movimiento como el del péndulo.

Entre esa casa del recuerdo y el lugar que habita el viajero en el presente hay un camino

marcado por las huellas de quien lo caminó, otros decidieron reconocer el camino con migas de

pan para poder regresar, todos dejan rastro. Gracias a estos pasos el ser humano en su caminar

indiscreto por la vida construye y crea lo que se llama identidad, esos caminos de experiencia

imposibles de enseñar, de mostrar o poner ante los ojos sino es con la metáfora, sino es dibujando

las huellas y el camino marcado que relaciona.

Ahora bien ¿La metáfora es forma? Si dicen que es una máscara/un disfraz, estamos

suponiendo como forma de sensación del mundo. ¿La metáfora es verbo? Si decimos que la

metáfora es desplazamiento de sentido, es movimiento, es sustitución, estamos suponiendo la

metáfora como verbo dentro de la construcción del lenguaje. Allí habría que revisar las varias

formas de pensar la palabra “forma”: método, tropos, molde, modo, figura, condición.

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LA METÁFORA COTIDIANA 34

5 La metáfora como las olas del mar

Acetatos – Sombras – Movimiento

Es una mañana de viernes. Me acerco a la universidad San Buenaventura seccional San

Benito para presenciar un taller acerca de Bergson. El salón es un espacio dispuesto para la

conversación, las mesas están en el centro, hay un tablero del cual cuelgan varios textos escritos

por Bergson haciendo presencia, acompañándonos. Entro. Uno de los compañeros lee una

creación suya del trabajo que realizó en maestría sobre la propuesta Fucoultiana de la Parresia y

su relación con el parresiasta Colombiano Jaime Garzón.

Al terminar, sus compañeros cuentan las impresiones que provoca esta propuesta.

Algunos elogian. Otros hacen observaciones severas. En fin, se convierte en una discusión con

relación a la verdad de bastante agrado. Son personas que hablan tranquilamente por la discusión

del saber, en cada voz se siente, no solamente el tono del sonido personal que los caracteriza, sino

un saber que los atraviesa, que se une a cada parte de sí y los lleva a decidir qué decir o no a sus

compañeros y en qué momento poner en juego sus argumentos.

Luego de esto, Edilberto y Teresita leen un texto creado por ellos en el que cuentan su

experiencia con la lectura de Bergson. Intercambian los turnos de la palabra, ella lee un

fragmento y después él. Así prestan la palabra uno al otro, dan movimiento a sus voces o cuerdas

vocales y provocan un texto fuera del monótono. Desde allí comienza la invitación por crear

diferente, por revisar las formas y reivindicarnos un poco con nosotros mismos permitiendo

espacio para la autenticidad, es decir, tener la intuición como medio y así permitir la

investigación como figura de apertura, creación de fisuras en el horizonte, ser ese movimiento

que deja fluir el impulso vital, nuestra experiencia y así poder construir un lenguaje propio,

autentico.

“Gracias por compartir una creación de ustedes. Creo que no muchos profesores se

atreven a hacerlo, a coger un texto preparado para la clase y construir algo para presentarlo a los

estudiantes” agradeció uno de los compañeros. Esta invitación por tomar nuestra palabra y darle

valor está en palabras de ellos y, quizá más importante, en sus actos. Nos dijeron lo parecido en

dos formas diferentes de representación, allí es donde se vitaliza el sujeto, en la creación, en ese

momento complejo de todos en el que nos vemos enfrentados a la nada por intentar lograr lo

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LA METÁFORA COTIDIANA 35

auténtico, más allá o menos acá de los lenguajes lógicos que acogen la academia y los discursos

supuestos de saber.

Creación es el reclamo, es la demanda que los dos maestros hacen a sus estudiantes. Es

bien cierto que los discursos académicos de lo humano están permeados por el seguir la palabra

de unos que en sus palabras hacen fuerza, que desde su autenticidad construyeron una voz por

fuera del molde y le dieron movimiento al saber, ese grito de uno que se convirtió en eco del

pueblo. “Esos manes son sofistas, esos manes siguen gente” dijo un Arquitecto presente en el

salón, refiriéndose a los discursos de las ciencias humanas. Pero ellos también deben seguir

gente, no creo que los de ciencias humanas sean los únicos. ¿Cómo? Pues sencillo, por las ideas

admitidas y la misma construcción de la palabra, el lenguaje.

Allí se pone en la mesa una discusión acerca de lo sensible y lo racional. De los límites

del uno y del otro. De la rigurosidad. Una discusión epistemológica de bastante sabor. Unos

comprometidos con la propuesta Kantiana en la que hace el intento de conversar con los dos

discursos. Otros optando más por sustentar la percepción sensible, de ver el mundo como

experiencia que enseña otra cosa, apostando al intento de construir procesos no racionales, ni

antiracionales, es decir, optar por otros caminos.

Salimos a un receso para almorzar. Algunos almorzamos en un restaurante en el Carlos E

Restrepo. Bastante cómodo el sitio y tranquilo. Se escucha el murmullo de la gente conversando

en sus mesas como en casi cualquier lugar. De luces decoradoras. Mesas en la parte interior y

exterior. El exterior queda atrás, es una especie de patio fuera de la casa con mesas y sombrillas

grandes por el sol. Unimos dos mesas, ordenamos y, nuevamente, allí apareció como tema de

conversación esa relación con el saber, ahora menos estructurada y más deliciosa y vitalizada,

revelándose un más la autenticidad de discursos entre chistes y risas, y temas bastante serios

como el de aquel personaje multimillonario que decidió entrar metralletas a un hotel y asesinar

desde la ventana, acto que desconcertó a gran cantidad de personas.

Terminamos el almuerzo y regresamos como el péndulo a aquel salón en la Universidad.

Los maestros entregan a cada estudiante un paquete de 4 preguntas con 4 acetatos. El

ejercicio es representar con un dibujo utilizando el mismo color la respuesta a cada pregunta. Las

preguntas son: 1. ¿Qué hay constante en su investigación?; 2. ¿Qué no hay presente en su

investigación?; 3. ¿Lo posible en su investigación?; 4. ¿Qué dejará su investigación?

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LA METÁFORA COTIDIANA 36

5.1 Movimiento

En el acetato dibujo las ondas de movimiento con color verde-azul. Uno de mis colores

favoritos. El que más me ha provocado por su relación con la tranquilidad y la naturaleza. Lo

encontré en algún mar de Cartagena, Santa Marta y Coveñas. El último es un lugar de Enero. Un

lugar visitado desde la infancia, adolescencia y pasar de la vida, viaje de año tras año, Coveñas.

El azul infinito del mar que forma una línea de horizonte con el cielo. Sus olas que reflejan el

movimiento en cada ir y venir sobre la arena. Ese movimiento que se va formando quizá por el

viento, movimientos perceptibles desde afuera con la vista, superficiales, parado en la playa. O

esos movimientos, que una vez dentro del mar, se sienten con los músculos cuando los dedos de

los pies se deben agarrar con fuerza a la arena del mar para que sus olas, tanto las que tienen

suficiente espuma como la presión que ejerce el mar en el proceso de formación de la ola no lo

aleje a uno de la orilla y lo ahogue en su inmensidad. Ese movimiento brusco que provoca el mar

en el cuerpo como la experiencia que nos desprende de la tierra y nos lleva en el azar de su

espuma hasta un lugar diferente, desconocido.

Movimiento de una roca cayendo en un estanque y las ondas por la laguna como una

espiral que se expande hacia los lados, sobre todo, ese movimiento profundo de la roca al caer

debajo de la laguna que puede provocar otro movimiento, el de aquellos animales que tienen ese

espacio como hábitat y ven la roca como amenaza o alimento. O el movimiento provocado en la

sangre cuando en el centro de Medellín a eso de las 5.38 a.m. ves a un agente de espacio público

despertando con patadas a un personaje de olor fétido y rostro triste debajo de los canales del

metro.

5.2 Cotidianidad

Deseo que lo cotidiano esté presente, pero siento que este espacio no la puede contener,

esa cotidianidad que es tan o más inmensa que el mar, con tantos o más movimientos y

diversidad que las profundidades de aquel azul cerca de la playa o cerca del horizonte. La gran

cantidad de representaciones que llevan a las personas cotidianas a construir sus viviendas,

alimentar de ciertas formas a sus hijos, tocar con tres golpes o con otros ritmos la puerta de las

casas, pintar verde o blanca su fachada, demoler todo un colegio para construir un mega colegio.

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LA METÁFORA COTIDIANA 37

Discursos que llevan a constructoras hasta el punto de excavar toda una montaña para dejar allí la

creación de un arquitecto y el trabajo de sus obreros e ingenieros civiles.

Quiero esa cotidianidad, la que nos lleva a saludar o no al vecino, conocer su nombre y su

historia, su familia. Comprar un carro más seguro o más económico, ambas, generalmente,

inversamente proporcionales. Vestirse con cachaco, pantaloneta, telas o uniformes. Traer con mis

palabras los discursos que se han construido, decir el sentido de la metáfora cotidiana en las

acciones cotidianas. Sentir el murmullo de las gentes como el movimiento del sol que día a día

cambia los lugares de las sombras en la ciudad y en el campo. Murmullos cotidianos que como el

sol potente en el cielo define cuando hay o no cosecha. Quisiera agarrar un rayo de sol o un hilo

de aquella maraña del murmullo y representarlo en un trabajo de grado para poder decir que no

importa la sistematicidad de algún conocimiento, el que realmente pesa en el mundo es aquel en

el que las personas de a pie deciden creer.

5.3 Múltiples caminos: laberinto

En la cotidianidad hay grandes ecos que parecen bajar por la montaña como la niebla

tenue u otros que llegan a los más alto de cualquier ciudad como ecos del murmullo cotidiano.

Son varias formas de ir de un lugar a otro. ¿De A a B se llega por el mismo camino que de B a A?

Puede ser. También, puede ser que encontremos diferencias, al fin son movimientos diferentes en

direcciones diferentes, no opuestos. No podrá ser el mismo camino, aunque las calles sean las

mismas. Ni caminos opuestos, aunque parezca que alguno va en contravía.

Yendo del museo (A) a la Iglesia (B): Primero se ve la iglesia detrás de las casas y el

museo delante de ellas. Se siente primero el olor de parva recién horneada y luego el ajiaco de

aquella puerta oculta, restaurante antiguo.

Yendo de B a A se ve el museo detrás de las casas y la iglesia delante de ellas. Siendo el

mismo trayecto se sentirá diferente. Podríamos diferenciarlo, como dice Bergson en una distancia

cualitativa y otra cuantitativa. Si medimos el trayecto pueden ser los mismos metros, pero nunca

serán las mismas sensaciones provocadas. Esa es la posibilidad en mi trabajo, en la cual, las

personas pueden ver y crear tantos caminos como lo deseen porque observan y sienten las formas

en que los discursos contagian a algunos con mayor fuerza que a otros cotidianos.

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LA METÁFORA COTIDIANA 38

5.4 Discurso amorfo

Mi ser. Sobre todo, mi ser. En un intento por construir bases epistemológicas me aventuré

por un elemento discursivo: la metáfora. Este elemento lo han propuesto, en la mayoría de las

veces, como una figura retórica o poética, pensando no en el sentido, quizá dicho desde

Aristóteles, sino en una de las tantas figuras que presenta la semántica como figura poética que

permite solamente el adorno del lenguaje como un clip diminuto dentro de todo el discurso. No

creo que el resultado sea decir que la metáfora no es solamente un adorno y que sirve también

como operador para la construcción de conocimiento mismo. Creo, más bien, que el resultado

será la revisión del discurso cotidiano como otro de los discursos que generan conocimiento,

válido o no, correcto o incorrecto. Un conocimiento que permite a los cotidianos movilizarse por

la ciudad, por el campo, en la vida.

El intento de decir lo que deseo no alcanza aún, ni presentando los acetatos, ni contando

en palabras el color de las figuras en los acetatos. Los maestros nos proponen ahora unir los 4

acetatos. Así forman otra figura. Algo más. Movimiento Metafórico. Nos proponen jugar con la

luz, con los colores y las formas. Poner un acetato sobre el otro y encontrarle forma a aquello que

en 4 hojas translúcidas con dibujos de un mismo color representan nuestro trabajo, nuestra

investigación.

Encontré en los acetatos la representación, en mayor o menor medida, del movimiento.

Ese movimiento que hace presencia hasta en la ausencia cuando conté lo que no había en mi

investigación. Ese movimiento de murmullos. Ese movimiento de conocimientos. Ese

movimiento de laberintos. Ese movimiento del propio ser. Decidí entonces unir todos los acetatos

en el límite del movimiento.

Las huellas se tornan movimiento. Huellas que representan la identidad, lo auténtico en la

piel del ser humano. Más allá del rostro ha servido para identificar a las personas, quién es cada

uno, lo que la diferencia del resto, de reconocimiento. Esa huella que será mi discurso. Mi voz e

identidad tejida entre células.

La luz es movimiento. La sombra es movimiento. Los reflejos son movimiento. Las

representaciones son movimiento. Las metáforas son movimiento. Pude ver, a través de la luz, en

el acetato, el dibujo y la sombra que la metáfora es verbo, es trayecto, es regreso, es búsqueda, es

cotidiana, es relación, es interpersonal y, sobre todo, es acción.

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LA METÁFORA COTIDIANA 39

Las acciones cotidianas. Esos movimientos cotidianos motivados por los discursos son

metáfora. Despertar temprano. Quizá por querer ver el amanecer nublado y el cantar de las aves

al sol o porque a quien madruga dios le ayuda o el deseo de salir a trotar en el frío de la mañana.

Acciones que dan cualidades, formas en que las personas nos y se identifican, nos y se

categorizan en las tablas de valores que cada cual puede tener en sí y de la cultura, consciente o

inconsciente. Quitarle la vida a alguien nos convierte en asesinos. Mentir, en deshonestos.

Escribir buena literatura, en escritores.

Las acciones son metáforas de la vida interior y de otras acciones. Nuestras formas de

movimiento en la cotidianidad son ese mar de metáforas que nos hace agarrar a la tierra con los

dedos de los pies cuando la presión de la ola intenta arrastrarnos. Son representaciones de

intenciones, de deseos y relaciones sociales y con la naturaleza.

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6 Experiencia auténtica

El poeta es un profeta porque lo dicho por él hace tanta presencia en los cotidianos que en

últimas afirman como el poeta transformando la novedad en lugar común, expresión cotidiana

para quienes actúan/accionan en la cotidianidad eso que el poeta escribió. Hay sensaciones

habitando el cuerpo que no se logran representar tal como se desea. Ni el arte, ni la palabra logran

acogerlas, pero lo intentan. A veces los cotidianos intentan comunicar sin tener más medios que

bordear aquello que habita su cuerpo con expresiones como “Siento algo, no sé qué, como una

rabia, como una tristeza” aproximación que creen obtener con la comparación. Son aquellas las

palabras expresadas por personas de a pie, aquellos que caminan y crean relaciones entre ellos,

esos que nombran a cierta forma de relacionarse con el otro según algunos aspectos, condiciones,

rasgos, cualidades: si lo parió y lo adoptó como hijo, la llaman madre, si él lo adoptó como hijo,

lo llaman padre. Entre esas relaciones inventadas se nombran familia. Si vive al lado suyo o en la

misma cuadra le nombran vecino, así sucesivamente hasta nombrar cada relación que guardan

con el otro.

Entre ellos, esos que se llaman vecinos suceden las primeras palabras, esas palabras

utilizadas para intentar describir algo que pasa por su cuerpo, una experiencia auténtica, única,

por lo tanto, innombrada hasta ahora. Quizá por lo mismo, sin nombre, una sensación que

imposibilita a ese cotidiano para continuar su vida con la tranquilidad que permite la acción de

nombrar, esa tranquilidad que entrega el conocimiento al alma.

Mi hermano alguna vez dijo “Yo me tomaba en serio esos dichos cuando era niño. A mí

me decían «perro que ladra no muerde» hasta que conocí a Susi que ladraba y me mordió” La

relación con la experiencia tuvo su decepción de la palabra. De esas ideas admitidas.

Cada una es experiencia auténtica. Es decir, llamar a la tierra orbita circular tendrá que ver

con la asociación que podemos hacer de lo que ya se había nombrado en la tierra como círculo. El

movimiento de la tierra en órbita circular fue vista así en algún tiempo por la asociación que

hicieron aquellos que la nombraron con una figura geométrica. ¿O viceversa? ¿Primero fue el

movimiento de la tierra y luego la figura geométrica?

Recoge hojas caídas del árbol. Las pone una sobre otra en el plato. Separa las más verdes

y con la yema de sus dedos las pica. Se sienta en la mesa con sus muñecos a comer, es la hora de

la media-mañana, de jugar a las muñequitas. Sus acciones las recogió cuando vio a un campesino

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vecino de la finca de su familia cosechando la papa sembrada, esa misma papa con la que su

madre entra a la cocina y transforma en sopa para servir en el comedor a la hora del almuerzo. El

juego, forma metafórica infantil de la vida adulta.

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LA METÁFORA COTIDIANA 42

7 Ideas admitidas

Cuidado. Comenzaron a decir antes de salir, antes de llegar. Porque partir de un lugar es

llegar a otro, la misma acción con dos nombres, es moverse. Es como la metáfora, viaja por el

aire, se desplaza en la palabra y de la palabra al sentimiento y del sentimiento se hace carne, se

agarra a los nervios. Esta es una de las formas en las que se crea la metáfora, desde la idea

admitida.

Utilizamos la sencillez del decir/de la operación metafórica: “esto es aquello”. Utilizando

los silogismos lógicos diré “aquello es inseguro” concluimos que “esto es inseguro”. Y si a “esto”

le pongo el apellido “ciudad” concluimos inevitablemente que esta ciudad es insegura. He allí

una metáfora que pasa de palabra en palabra, de persona en persona, de creencia en creencia

contagiando en la ciudad hasta llegar a mí. Llegó de mi madre, de mi padre, de mis tías, de las

personas que habitaban esa misma ciudad, desde los medios de comunicación con su foco allí.

Un murmullo que llega de tantas y diferentes partes que se convierte en eco y grito. Murmullo

que primero bajó como eco por las montañas de Medellín entre las corrientes de aire, y, luego,

subió como grito herido de aquellos que transitan la ciudad, hasta lo más alto del Monserrate en

Bogotá en juego paranoico con su aire frío. Viajando en Transmilenio, entrando o saliendo de los

museos, caminando por la calle o desayunando en un restaurante cómodo se escuchaba en la voz

de aquellos ciudadanos el murmullo de la palabra, repetida como eco, sin necesidad de ser

gritada: “cuidado”.

La duda acerca de esta advertencia invadió mi cuerpo, me comenzó a contagiar sin

notarlo. Busqué entre calle y calle, entre las esquinas aquello de lo que debería cuidarme. Si me

robaron no me he dado cuenta porque lo que se hayan llevado no me hace falta, entonces no

recuerdo haberlo tenido. Pero no, revisando mis cosas doy cuenta que no, que todo lo material

está en su lugar. Aquí, en esa acción de revisar mis cosas quiero poner la pupila. Aclaro, no me

han robado, pero es tanta la fuerza del decir de las personas a cerca de la inseguridad que camina

por las calles de esta ciudad, de esos murmullos tan fuertes, que provocó un eco de sospecha y

este, una acción en mí, la acción de revisar, es decir, es la palabra hecha sentimiento y esta, carne,

esa carne que lleva la acción.

Comenzó a calar en cada parte de mi piel aquel discurso de cuidado, de advertencia a lo

que podría suceder. En la ciudad conocí una nena que por su sentido de aventura me llevó a una

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LA METÁFORA COTIDIANA 43

calle bastante estrecha para subir al “chorro Quevedo”. Subiendo por ella, frente a nosotros

caminan cuatro personas fumando marihuana de sudadera, buso hancho y gorra. En mi interior

sentí la paranoia agarrándose de cada membrana celular que habita y conforma mi cuerpo. Los

murmullos de advertencia de los ciudadanos comenzaron a tornarse ecos más y más fuertes hasta

que me paralizaron como un grito. Solamente fue el movimiento y la palabra de ellos cuando la

chica que iba adelante volteó, nos miró e interrogando a su amigo dijo “¿estos son?” Palabras que

retumbaron fuerte por la interpretación de que nos iban a despojar de las pertenencias y no fue

así, seguimos tranquilos por nuestro camino y ellos por el suyo. La chica con quien iba también

se sentía tensa, a pesar de ser su ciudad “acá tenemos que tener cuidado” dijo.

Calles estrechas encuentro en cualquier parte del mundo. Personajes como aquellos

también, algunos son amigos míos y sé que no son personas con quienes tendría que poner mi

cuerpo en un estado de prevención o dejarlo precavido, pero ese instante fue particular pues mi

cuerpo ya estaba contagiado por el cuidado, con los prejuicios al máximo y en estado de alerta,

todo ello fue lo que vistió a aquellos personajes caminando por la misma calle estrecha, todo ese

imaginario y representación del malo, esa metáfora cotidiana del que me hará daño, lo que me

llevó a interpretar sus palabras y su mirada como amenazante, de discriminar entre los otros a

quién podría poner en peligro mi integridad.

Cuidado. No solamente sucede con esta paranoia latente y colectiva en esta ciudad. Está

bien que se identifique, quizá más fácil que otras formas discursivas, pero no es el único decir

que se apodera del cuerpo desde esta operación: palabra-sentimiento-carne-acción. Esta es una de

las tantas formas en las que se dispone nuestro cuerpo para representar en diversas formas de

actuar dentro de la cotidianidad, porque al reflexionar un poco el asunto, nosotros ni siquiera

pensamos o razonamos lo que la supuesta lógica desde los griegos ha propuesto o resultados que

lo científico ha indicado, es más bien un sentir popular, una creencia que se acoge como nuestra y

ya está, se agarra a nosotros guiando por diferentes caminos, proponiéndo poner primero el

derecho, luego el izquierdo hasta comenzar a caminar con una cruz a la espalda, representar en

movimientos las creencias y no solo religiosas, las creencias en los diversos discursos.

Con un cincel y un martillo sobre mármol crear el movimiento del martillo en la mano del

Judío que golpea un clavo para agarrarse entre la carne y luego entre la madera para que el

cuerpo del salvador se sostenga sobre la cruz. El golpe de un martillo que unió la palabra

susurrada a los de a pie. Un martillo creador de una religión de la que 1640 años hizo que cierta

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LA METÁFORA COTIDIANA 44

comunidad subiera a una montaña para construir un templo y entre los caminos actuales la

representación de ese camino que vivió aquel personaje crucificado de quien sus palabras aún

hacen eco en el murmullo de la gente 2000 años después.

Habrá que preguntarse: ¿cómo hago parte de este discurso? Me acoge, lo acojo y soy lo

que propone. Siéndolo, permito ese discurso, recreándolo. Sucede en la escuela, en la casa, en el

barrio, y en cualquier lugar que el hombre haya sentido el deseo de suceder, de acontecer. Viene

con nosotros. Somos nosotros. ¿Lo creamos? ¿Cómo? Han hablado de naturaleza humana, quizá

a unas características que, por estar generalizadas, se creían del instinto, propio o natural del ser

humano como la violencia en el bellum omnium contra omnes, ese instintivo todos contra todos

al que le tuvieron que crear capas de cordialidad, de lo políticamente correcto para crear al

hombre bondadoso, de bien, el merecedor de entrar al cielo o de reconocimiento social, tablas de

valores.

Más bien resulta cualquiera de los dos discursos, el de todos contra todos o todos con

todos, nada más que discursos. Pongamos esta afirmación entre dos espejos como entre dos

signos de interrogación para que se vea a sí misma tantas veces y desde tantos ángulos que se

logre reconocer allí, en el reflejo infinito. Resulta complejo comprender cuál es el discurso y cuál

es la forma natural del ser humano, que Montaigne (1999) lo reconoce de forma sublime pues es

bien cierto que “los pequeños osos, y los perros, muestran su inclinación natural, más los

hombres suelen verse desde sus comienzos acosados por costumbres, leyes y opiniones que los

disfrazan fatalmente, pues es muy difícil forzar las tendencias o propensiones naturales” (p. 83)

Otro día, tomé el Transmilenio en la mañana y comencé a conversar con una chica que trabaja

en el centro de Bogotá como vendedora, también me advirtió y sin más le pregunté: ¿a vos alguna

vez te han robado? “No”, respondió. Entonces de qué debería tener cuidado, no comprendo.

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8 La argumentación

Argumentar es el intento de organizar y relacionar de forma lógica cosas que no guardan

relación en sí mismas y que obedecen al caos. De propósitos como aguas turbias, no muy claras

y, que generalmente, provienen de fuentes afectivas.

Aparentemente se olvida que están haciendo el intento de organizar el caos y terminan

creyendo que, efectivamente, lo están organizando y que va a dejar de ser caos. Siempre habrá

que recordar que esta operación es un intento de construir una base, quizá

psicológica/afectiva/emocional, para no reafirmar esto como única base real. Por ello las

múltiples formas de ver/sentir/percibir el mismo hecho, bien lo dice Nietzsche (1883) “una cosa

es el pensamiento, otro el acto y otra muy distinta la imagen del acto” (pág. 85).

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9 ¿Qué soy?

Soy metáfora.

Del universo, de su totalidad

Del tiempo, de lo eterno.

Del suspiro de mi madre por cargarme en sus brazos.

De sentidos inalcanzables por la palabra.

De las nebulosas bordeando el agujero negro de mi pupila.

Sí, metáfora.

Y, sobre todo, lo que la más grande metáfora no alcanza a decir de mí.

Soy metáfora de toda la humanidad en el decir ingenuo

En la palabra pronunciada a la madre de mi madre.

De sus intentos por caminar erguida

En mi gateo de primera infancia.

Soy lo que no puedo decir/definir/nombrar/representar/metaforizar con las palabras.

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LA METÁFORA COTIDIANA 47

Referencias

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