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Nuestra Sra Desatadora de Nudos

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Devoción

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STELLA MATUTINA – BUENOS AIRES – 2005

Armando Alexandre dos Santos

Nuestra Señorala que Desata los Nudos

Importante devociónpara nuestros días

Prólogo del Pbro. Alejandro G. Russo

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Este libro es una traducción del original portugués "NossaSenhora Desatadora dos Nós", de Armando Alexandre dos

Santos, da Academia Marial da Aparecida, Brasil.

Proyecto gráfico y tapa:Luis Guillermo Arroyave

Queda hecho el depósito que señala la Ley 11.723

© 2005 – Todos los derechos de esta traducción estánreservados a nombre de editorial Stella Matutina

EDITORIAL STELLA MATUTINAAvda. Amancio Alcorta 3410 - CP: 1437e.mail: [email protected]

Telfax: (011) 4911-6537

ISBN Nº

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Prólogo

“La piedad de la Iglesia hacia la Santísima Vir-gen es un elemento importante del culto cristiano.La Virgen es honrada con razón por la Iglesia conun culto especial. Y desde los tiempos mas antiguos,se venera a la Santísima Virgen con el título de Ma-dre de Dios, bajo cuya protección se acogen los fie-les suplicantes en todos sus peligros y necesidades...Este culto... aunque del todo singular, es esencial-mente diferente del de adoración que se da al Padrelo mismo que a Cristo, y al Espíritu Santo, pero lofavorece muy poderosamente” (Concilio VaticanoII, Constitución sobre la Iglesia, 66).

La figura y misión de la Virgen María se entiendeen el hecho singular de que el Hijo único del Padre,al ser concebido como hombre lo es en el seno de laVirgen María. La Virgen fue elegida por Dios paraser la Madre de su Hijo, la eligió a ella que era unajoven judía de Nazaret en Galilea, a “unavirgen desposada con un hombre llamadoJosé, de la Casa de David; el nombre dela virgen era María”(Lc. 1, 26-27).

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Inmaculada Concepción

Para ser Madre del Salvador, María fue dotadapor Dios con dones a la medida de una misión tanimportante: la Virgen fue redimida desde su concep-ción. Es decir en el momento que fue concebidacomo cualquier humano por su padre, San Joaquín,y su madre, Santa Ana. En el vientre de esta últimala que se llamaría María fue liberada del pecado ori-ginal por singular gracia y privilegio de Dios, en aten-ción a los méritos que Jesús iba a conseguir en laCruz. Esto quiere decir que la Virgen nunca fue afec-tada por el pecado original con el que nacemos to-dos los hombres y mujeres.

Maternidad Divina

El que María concibió como Hombre, sin con-curso de varón, fecundada por el Espíritu Santo, yque hizo verdaderamente su hijo según la carne, noes otro que el Hijo eterno del Padre, la segundapersona de la Santísima Trinidad. La Iglesia confiesa,porque Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre,que María es así Madre de Dios.

Siempre Virgen

Desde las primeras formulaciones de la fe, laIglesia ha confesado que Jesús fue concebido en elseno de la Virgen María únicamente por el poder delEspíritu Santo, afirmando también el aspecto corpo-ral: Jesús fue concebido sin intervención de varón

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alguno, por obra del Espíritu Santo.Esto llevó a confesar la virginidad real y perpetua

de María incluso en el parto del Hijo de Dios hechohombre: la Virgen María permanece virgen antes,durante y después del parto.

Algunos hablan de hermanos y hermanas deJesús, ya que el Evangelio utiliza estos términos, noson otros hijos de la Virgen María; se trata de parientespróximos de Jesús pero no de hermanos hijos de lamisma madre.

Madre de la Iglesia

La Virgen se mantuvo fielmente unida a Cristohasta la cruz. Allí estuvo por voluntad de Dios depie, sufrió intensamente con su hijo y se unió a susacrificio con el corazón de madre que, llena de amor,daba su consentimiento a la entrega de Jesús. En esemomento el Hijo de Dios, agonizando en la cruz, ladio como madre del discípulo con estas palabras:“Mujer ahí tienes a tu Hijo”. Después de la Ascen-sión del Señor a los cielos María estuvo presente enlos comienzos de la Iglesia con sus oraciones. Re-unida con los apóstoles y algunas mujeres, Maríapedía con sus oraciones el don del Espíritu, que enla Anunciación la había cubierto con su sombra.

Elevada en cuerpo y alma al Cielo

Finalmente la Virgen Inmaculada, preservada detoda mancha de pecado original, terminada su vida

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en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloriadel cielo y enaltecida por Dios como Reina de todolo creado. Así participa la Virgen de la Resurrec-ción de Jesús y vive anticipadamente lo que vamosa vivir todos los cristianos: alabar a Dios en su gloriacon cuerpo y alma.

Distintas advocaciones

Los hijos de la Iglesia veneramos a María, la úni-ca madre de Jesús, con muchos apelativos distintos:Ntra. Sra. de Luján, de Lourdes, de Fátima, Sra. de laDulce Espera, del Perpetuo Socorro, del Milagro, delRosario, la que desata los nudos, etc. Siempre es laúnica Virgen María, que vestida de formas distintassegún las costumbres de diferentes pueblos o cultu-ras es representada así en cuadros o imágenes.

Nuestra Señora que desata los nudos

Al contemplar el cuadro, lo primero que vemoses a María Santísima, la Inmaculada Concepción: ellaestá entre el cielo y la tierra como el nuevo comien-zo, el gran signo de salvación. Desde la luminosidadde Dios baja el Espíritu Santo sobre ella y la circun-da de luz.

Es la llena de gracia, por eso su cabeza está ador-nada con doce estrellas, dones de Dios. Con actitudsegura pone su pie sobre la serpiente antigua, la querepresenta al pecado.

Uno de los ángeles le alcanza una cinta con nudos

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grandes y pequeños, separados y amontonados. Lacinta representa nuestra vida, los nudos al pecadooriginal con todas sus consecuencias: nudos de lavida personal, de la vida familiar... También losnudos representan nuestros propios pecados, peca-dos que producen siempre nuevos nudos. La graciade Dios no puede fluir por la cinta de nuestra vida,pero la Virgen con sus manos bondadosas va soltan-do un nudo tras otro. La cinta resbala, reflejando laluz de la misericordia divina, hacia el otro ángel, elcual la muestra a quien reza confiadamente y se sienteescuchando, como diciendo: “mira lo que la Madrede Jesús, por medio de su oración a Dios pudo hacer”.

La escena de abajo es un grupo de viajeros enmedio de la oscuridad hacia una iglesia que está so-bre una cima: un ángel y un hombre, entre ellos unperro. Se refiere posiblemente al joven Tobíasconducido por el Arcángel San Rafael hacia Sara, suesposa (cf. Tobías 6, 13). Pero podemos interpretarlacon la libertad de la alegoría: la mediación de Maríanos ayuda a aceptar en la vida la gracia de Dios (re-presentada por el ángel) y así encaminados siemprehacia la Iglesia del Cielo, donde nos espera lafelicidad del encuentro con Dios y con nuestroshermanos.

Esta advocación es así una clara escenificacióndel título de María Mediadora de todas las gracias.Ella distribuye los bienes que una vez adquirió: porello en Salud de los enfermos, Refugio de los peca-

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dores, Consuelo de los afligidos, Auxiliadora de losCristianos, Madre del buen consejo. Así con suoración poderosa ante el Padre de la misericordiadesata los nudos difíciles de nuestra vida cotidiana.

Pbro. Alejandro G. RussoSantuario de Nuestra Señora que desata los nudos

En la parroquia San José del Talar,8 de febrero de 2004

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Al Lector

¿Tan sólo una devoción de moda?

Desde hace unos años se está generalizando,

en los más variados rincones de la Argentina,

la devoción a Nuestra Señora la que Desata

los Nudos. Nuestra Señora –como sabemos– es una

sola, es María Santísima, la Santísima Virgen, Madre

de Jesucristo, que es también Madre de la Iglesia y

Madre de cada uno de nosotros.

Sin embargo, la piedad de los fieles la invoca fre-

cuentemente con diferentes títulos, alusivos a algún pri-

vilegio suyo, a alguna característica de su auxilio a los

fieles, a algún lugar geográfico en que apareció o en

que es invocada, etc.

Nuestra Señora, insistimos, es una sola. Pero la

costumbre de saludarla bajo distintas advocaciones es

piadosa y saludable.

En un bellísimo pasaje literario, el P. Antonio Viera

(1608-1697) destacó esa multiplicidad de devociones,

al comentar la Natividad de María, que la Iglesia cele-

bra el día 8 de Septiembre: “¿Queréis sa-

ber cuán feliz, cuán alto y cuán digno

de ser festejado es el nacimiento

de María? Ved el fin para el cual

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nació. Nació para que de Ella naciese

Dios. Preguntad a los enfermos para qué nace esta

celestial Niña, os dirán que nace para ser Señora

de Salud; preguntad a los pobres, dirán que nace

para ser Señora de los Remedios; preguntad a los

desamparados, dirán que nace para ser Señora del

Amparo; preguntad a los desconsolados, dirán que

nace para ser Señora de la Consolación; pregun-

tad a los tristes, dirán que nace para ser Señora de

los Placeres; preguntad a los desesperados, dirán

que nace para ser Señora de la Esperanza. Los cie-

gos dirán que nace para ser Señora de la Luz; los

díscolos, para ser Señora de la Paz; los que no

tienen rumbo, para ser Señora del Camino; los cau-

tivos, para ser Señora de Redención; los cercados,

para ser Señora de la Victoria. Dirán los litigantes

que nace para ser Señora del Buen Despacho; los

navegantes, para ser Señora del Buen Viaje; los

temerosos de su fortuna, para ser Señora del Buen

Suceso; los desconfiados de la vida, para ser Seño-

ra de la Buena Muerte; todos los pecadores, para

ser Señora de la Gracia; y todos sus devotos, para

ser Señora de la Gloria. Y si todas estas voces se

unieran en una sola voz, dirán que nace para ser

María y Madre de Jesús” (Sermón del Nacimiento

de la Madre de Dios).

La devoción a Nuestra Señora como la que

Desata los Nudos sorprendió al comien-

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zo a muchos argentinos que no la co-

nocían y juzgaban que era una advocación nueva.

En realidad, se trata de una devoción muy an-

tigua en Alemania y más recientemente se hizo

conocida en la Argentina.

Su rápida difusión constituye, realmente, un

fenómeno digno de nota. En dicho crecimiento se

perciben inequívocas señales de autenticidad y

buen espíritu.

Si aplicáramos las conocidas reglas para el dis-

cernimiento de los espíritus, enseñadas por San

Ignacio de Loyola, no se puede dejar de recono-

cer que –utilizaremos la expresión de la Escritu-

ra– “el dedo de Dios está aquí” (Ex. 7, 1-2).

Desafortunadamente, se advierten algunas

sombras en ese cuadro tan lleno de luz.

Es innegable que hay mucho de “moda” en el

rápido crecimiento del culto a Nuestra Señora

Desatanudos, dicho sea de paso, ampliamente im-

pulsado desde ciertos medios informativos.

En no pocos, con seguridad, entra también algo

de supersticioso, como si el recurrir a Nuestra

Señora la que Desata los Nudos tuviera un efecto

automático, infalible y actuara como una suerte

de poder mágico.

Otras personas reciben gracias y juzgan que,

pagando estrictamente lo prometido a Nuestra

Señora (imprimir estampitas, usar su

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medalla, visitar alguna iglesia o rezar

determinadas oraciones), ya han cumplido con su

conciencia...

No se preocupan realmente de modificar sus

vidas, de huir del pecado y de las ocasiones que

lo favorecen, ni de convertirse en el “hombre

nuevo” (Ef. 4, 24; Col. 3, 10) del que habla el

Apóstol San Pablo...

¡Como si la protección de Nuestra Señora la

que Desata los Nudos fuera una especie de segu-

ro que permitiera a su devoto llevar una vida cen-

surable sin temer castigos e infelicidades en este

mundo y en el otro!

Un católico no puede sino lamentar estas

distorsiones. Pero también debe considerar con

profundo respeto y espíritu de Fe tal crecimiento

de la piedad popular.

Es propio del católico discernir, en todo, lo

bueno y lo malo, sabiendo precaverse del mal sin

despreciar el bien.

En el caso concreto de la devoción a Nuestra

Señora la que Desata los Nudos, se debe recha-

zar decididamente todo lo que sea superstición,

cohonestar una vida pecaminosa, o aún el mero

espíritu de novedad, dando sin embargo entera

adhesión de alma a aquello que está de acuerdo

con las enseñanzas y con el espíritu de la Santa

Iglesia Católica Apostólica y Romana.

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La finalidad de este libro es mostrar

que la devoción a Nuestra Señora la que Desata los

Nudos no consiste en una novedad sospechosa, sino

que se trata de algo antiguo y perfectamente susten-

table por la Doctrina Católica y, además, muy reco-

mendado para los fieles en nuestros días.

También se destina a ayudar a los lectores a

ser verdaderos devotos de Nuestra Señora la que

Desata los Nudos, que saben separar el trigo de

la cizaña, la ganga del oro.

Pues, como se verá en las siguientes páginas,

la devoción a Ella es trigo de la mejor calidad,

oro del mejor quilate.

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Desde hace aproximadamente 300 años este cuadro es venera-do en Augsburg, el cual dió inicio a la devoción a

Nuestra Señora Desatanudos

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1. Antigua y respetable devoción

Aunque poco difundida en la Iglesia universal, ladevoción a Nuestra Señora la que Desata los Nudoses practicada desde hace mucho tiempo en la ciudadalemana de Augsburg.

A principios del siglo XVIII, el sacerdote respon-sable de la iglesia St. Peter am Perlach, situada en elcentro de aquella ciudad, resolvió encomendar al pin-tor Johann Schmittdner un cuadro de la SantísimaVirgen, de 1,10 m de ancho por 1,82 m de alto.

Se trata de un cuadro al óleo, en estilo barrocoalemán, muy piadoso y de notable valor artístico.María Santísima está representada de pie, cercada deluz, con la luna bajo sus pies y con éstos aplastandola serpiente. Sobre su cabeza se ve, envuelto por unaluz aún más intensa, el Divino Espíritu Santo, repre-sentado por una paloma. Del lado izquierdo de laSeñora, un Ángel le presenta una cinta larga llena denudos que la Virgen, con la mirada compenetrada,pero muy dulce y suave, va deshaciendo; del otrolado pende la cinta, ya desenvuelta, recogida por otroÁngel cuya faz está vuelta hacia los fieles, como di-ciendo: “Ved como Ella resuelve todos los proble-mas”. En la base del cuadro, en tamaño mucho me-nor, se ve otro Ángel que lleva de lamano a un hombre; según algunos,sería el Arcángel San Rafael con-duciendo a Tobías, conforme lo

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narrado en el Libro de Tobías; se-gún otros, el hombre no es Tobías sino que re-presenta un fiel que es conducido por su Án-gel de la Guarda, bajo la mirada benigna de laReina de los Ángeles.

Como fondo del cuadro aparecen vuelos deángeles.

Siempre se entendió que el pintor quiso, conese conjunto de símbolos, representar a la San-tísima Virgen tal como Ella es vista por SanIrineo de Lyon (+202), o sea, como desatandoel gran nudo de la Historia que es el PecadoOriginal. En el capítulo II nos referiremos a estepunto.

El cuadro marcó el inicio de la invocaciónde María Knotenlöserin (del sustantivo alemánKnot, que significa nudo, y del verbo lösen, osea, desatar). Es preciso decir que la devoción,si bien antigua y respetable, siempre quedócircunscripta a Augsburg y no fue divulgadaen el resto de Alemania.

Fue recién en 1996 que tres argentinos to-maron conocimiento de esta devoción y pidie-ron licencia a su párroco, P. Rodolfo A. Arro-yo, para entronizar su cuadro en la parroquiade San José del Talar, en el barrio porteño deAgronomía, a la cual pertenecían.

Obtenida la autorización del Cardenal-Arzo-bispo, fue realizada la entronización el día 8 de

diciembre de aquel año, con la iglesia

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repleta de fieles.Inesperadamente, y sin que hubiese propa-

ganda sistemática, comenzaron a llover graciassobre los devotos, de modo que de todos los rin-cones de la ciudad afluyeron peregrinos, sobretodo el día 8 de cada mes.

En el primer aniversario de la entronización,comparecieron 8 mil fieles; en el segundo, 70mil; y en el tercer día alcanzaron la cifra de 130mil. La modesta parroquia se transformó, rápi-damente, en un santuario de gran convocatoria.

De la Argentina esta devoción se extendió,posteriormente, a otras naciones de América.

Veremos, en los próximos capítulos, que lainvocación de María como la que Desata losNudos es totalmente coherente con la enseñan-za de la Doctrina Católica y muy adecuada alos fieles de nuestros tiempos. Trataremos en elcapítulo IV de los riesgos que tal devoción con-lleva, de desviarse del buen espíritu y caer enciertos errores.

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2. Devoción totalmente deacuerdo con la Doctrina Católica

a) Nuestra Señora desata los nudos de nues-tras vidas individuales y desata el grannudo de la Historia

La primera idea que nos sugiere el título deNuestra Señora la que Desata los Nudos es Elladesatando nuestros nudos, o sea, resolviendolas incontables dificultades y problemas que in-comodan y perjudican nuestra vida. En estecaso, el sustantivo nudos, está tomado en senti-do metafórico, para significar todo cuanto nosenreda y crea dificultades.

Es correcto pensar de ese modo, porque Ma-ría Santísima, nuestra Madre, efectivamente pro-cede con nosotros como las buenas madres ha-bitualmente proceden con sus hijos y así, noslibra de innumerables lazos y problemas.

No es ese, sin embargo, el único ni el más altosignificado del título de la que Desata los Nudos.

Por más que nuestros nudos individuales,subjetivamente hablando, puedan ser im-portante para nosotros, mucho más loes el gran nudo de la Historia. Aho-

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ra bien, Nuestra Señora efectivamen-te desató ese gran nudo.

En este capítulo estudiaremos en qué con-siste el gran nudo de la Historia. Comprendere-mos entonces, sin dificultad, la razón más ele-vada por la cual afirmamos que es adecuado yjusto venerar a María Santísima como Desa-tadora de Nudos.

b) El Pecado Original, gran nudo de la Historia

Al crear a nuestros primeros padres, Dios loselevó al orden sobrenatural por medio de la gra-cia santificante. Dios no sólo dio a Adán y a Evadones naturales (cuerpo y alma) sino tambiéndones totalmente gratuitos, de orden sobrenatu-ral (o sea, la gracia santificante, que es verdade-ra participación en la naturaleza divina, y las vir-tudes infusas), y de orden preternatural, o sea, laintegridad (la plena sumisión de la sensibilidad ala razón), la impasibilidad (incapacidad de su-frir) y la inmortalidad.

Ese conjunto maravilloso de dones –¡que le-jos de la pobre condición humana actual!– Adány Eva lo habrían conservado y transmitido a to-dos sus descendientes si, prestando a Dios unacto de obediencia y sumisión, no hubierancomido del fruto prohibido.

Adán, instigado por Eva, a quien la serpien-te sedujo, desobedeció a Dios y rechazó ese acto

de sumisión. En consecuencia, perdió,

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para sí y sus descendientes, los do-nes sobrenaturales y preternaturales, y quedótan sólo en posesión de los dones naturales.

En eso consistió el Pecado Original cometi-do por nuestros primeros padres. Junto con lanaturaleza humana fue transmitido, a todos susdescendientes.

Por eso Adán y Eva fueron expulsados delParaíso Terrenal y condenados al triste exiliode la Tierra, donde todo es difícil y penoso, ydonde, después de una vida de sufrimientos ytrabajo, concluimos nuestra carrera a través dela dolorosa muerte:

“Dios dijo asimismo a la mujer: Multiplicarétus dolores y tus preñeses: con dolor darás a luzlos hijos, y estarás bajo la potestad de tu marido,y él te dominará. A Adán le dijo: Por cuanto hasescuchado la voz de la mujer, y comido del árboldel que te mandé no comieces, maldita sea laTierra por tu causa. Con grandes fatigas sacarásde ella el alimento en todo el discurso de tu vida.Espinas y abrojos te producirá, y comerás delas hierbas de la tierra. Mediante el sudor de turostro comerás el pan, hasta que vuelvas a latierra de que fuiste formado; puesto que polvoeres, y en polvo te volverás” (Gen. 3,16-19).

El Pecado Original fue el gran nudo que im-pidió el desarrollo del plan inicial de Dios parala humanidad y el origen de todos los malesque nos afligen a nosotros, los desterrados hi-jos de Eva.

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c) María Santísima es la única meracriatura que nunca estuvo atada por el grannudo de la Historia

Solamente una mera criatura, descendientede Adán y Eva, fue, por singular privilegio, pre-servada del Pecado Original: María Santísima.

Nuestra Señora, que desciende de Adán y Evapor vía generacional natural, también deberíahaber contraído el Pecado Original. Pero Dios,por un privilegio solamente concedido a Ella,quiso preservarla de incurrir en la culpa original,en el primer instante de su existencia.

Nuestra Señora precisó de la Redención. Fueredimida por Nuestro Señor Jesucristo. Pero lofue de modo más excelente, por anticipación,en la previsión de los méritos de Nuestro Señoren Su Pasión y Muerte. Fue redimida preventi-vamente, mientras los demás hombres lo sondespués de haber contraído el Pecado Original.

En Nuestra Señora la remisión se dio en elprimer instante de su existencia, en el precisomomento en que su santísima alma fue creadae infundida en su cuerpo. La Santa Madre deDios nunca estuvo, absolutamente nunca, suje-ta a la ley del pecado ni por lo tanto bajo ladominación de Satanás.

En el Génesis (3, 15), leemos que, despuésde haber sido cometido el Pecado Original, Diosdijo a la serpiente: “Yo pondré enemistad entre ti

y la mujer, y entre tu raza y la descen-

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dencia suya. Ella quebrantará tu ca-beza, y tú andarás acechando a su calcañar”.

Entre los autores eclesiásticos, ese pasajecomúnmente es designado como el Proto-Evan-gelio, o sea, el primer Evangelio, porque cons-tituye, en la Escritura, el más antiguo preanunciode la futura Redención.

No cabe aquí entrar en una exégesis exhaus-tiva –y menos aún en el análisis lingüístico– deese pasaje tan importante y rico de significa-dos. Baste decir que, de acuerdo con la más só-lida tradición, fundada en la Vulgata (la traduc-ción latina de la Biblia, realizada en el siglo IVpor San Jerónimo) y en numerosos Padres de laIglesia, Santos, Doctores y Papas, se debe veren la Mujer aludida en el texto, triunfadora so-bre Satanás, a la Santísima Virgen.

En su simplicidad, la primera frase (“Pondréenemistades...”), es muy taxativa. Queda claroque la enemistad puesta por el mismo Dios entreel demonio, o sea, el pecado, y la Mujer profeti-zada, o sea, Nuestra Señora, es una enemistadtotal, sin ninguna suerte de límites. Ahora bien,esa oposición no sería plena e ilimitada si la Mujerestuviese sujeta al demonio aunque más no fue-ra por un solo instante; y si Nuestra Señora hu-biera sido concebida con Pecado Original, Ellahabría sido efectivamente esclava de Satanás.

Por otra parte, en el Proto-Evangelio tambiénqueda claro que el triunfo de la Mujer es total:“Ella aplastará la cabeza” quiere de-

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cir: “ella te vencerá y humillará delmodo más completo”. Adán y Eva, los dos ven-cidos, deberían dar lugar a los dos vencedores,Nuestro Señor Jesucristo y Nuestra Señora. Pero,aún así el triunfo no habría sido total si María,por un solo instante, hubiese estado sujeta a laculpa y, por lo tanto, bajo el yugo diabólico.

Para que la enemistad fuera total y el triunfocompleto, es forzoso deducir que María Santí-sima debería haber sido concebida sin PecadoOriginal.

Es curioso constatar que los pueblos primiti-vos de las partes más diversas del globo con-servaron, en sus tradiciones orales, reminiscen-cias del Proto-Evangelio, y tales tradiciones lle-garon de una forma u otra a muchos pueblosmodernos.

El erudito mariólogo francés Jean-JacquesAuguste Nicolas (1807-1888), consiguió com-pilar documentalmente muchas de esas tradi-ciones orales que constituyen un conjunto im-presionante:

“Este oráculo bíblico, observa Nicolas (LaVierge Marie, II, cap. 4), suspendido sobre lacuna del género humano, fue llevado por loshombres en sus migraciones, en su dispersiónpor la faz de la tierra; fue alterado, dividido, apunto de no poder reconocerse allí, fuera delpueblo hebreo, sino un vestigio de verdad,mezclado con fábulas. Pero, en ese vestigio, el

que mejor se conservó fue el que se

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refería a la Mujer de quien deberíaprovenir el Libertador.

“Todos los pueblos paganos, tanto los anti-guos como los modernos, en sus libros sagradoso en sus mitologías, en sus ritos o en la boca desus poetas, así como muestran a la mujer comoorigen de todos los males, también invocan yesperan una Virgen que ha de reparar esos ma-les y traer al mundo su Libertador.

“Así, en el Tibet, en Japón y en una partede la India, se creía que, para salvar a la fa-milia humana arruinada por una gran culpa,el dios Fó habría de encarnarse en el seno dela virgen Lhamoghinprul, la más bella de to-das las mujeres.

“Entre los chinos, la diosa Soping-Mu esta-ba destinada a dar al mundo un hijo, capaz deoperar los prodigios más maravillosos, y ha-bría de concebirlo en contacto con una flor.Para los siameses, el dios Sommonokhodon eshijo de una virgen, fecundada por los rayos delsol. Para los lamas, la madre de Buda es lavirgen Maha-Mahai. Y los Brahmanes hacendescender de una virgen el Iagrenat, el salva-dor del mundo. Así como los babilonios hacennacer de una virgen, la virgen Dogda, su granprofeta Zardascht. En las Galias, los druidasveneraban a la diosa Iside, virgen y madre delsalvador del mundo. En suma, una tradiciónidéntica se encuentra entre todos los pueblos yen muchos de los autores más célebres

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de la antigüedad, como Plutarco,Esquilo y muchos otros” (P. Gabriel MariaRoschini, Instrucciones Marianas, pp. 30-31).

d) Nuestra Señora es la Nueva Eva

La Mariología, es decir, la ciencia eclesiásti-ca que estudia la persona de María Santísima ysu papel en el plan de Dios y en la obra de lasalvación, se ha desarrollado gradualmente des-de los primeros tiempos de la Iglesia, y, por cier-to, se desarrollará aún más en los siglos futuros.

La primera gran noción que la Mariologíaexplicitó, a partir del análisis de los contenidosde la Revelación fue que, si Nuestro Señor Je-sucristo es el Nuevo Adán, como enseña SanPablo (Rom. 5,18-19 y 1 Cor. 15, 22 y 45) Nues-tra Señora es la Nueva Eva.

Esa idea fue inicialmente expuesta por SanJustino. De origen griego, fue educado en va-rias escuelas filosóficas de su tiempo y se con-virtió al catolicismo alrededor del año 130.Murió mártir en el 165. Escribió mucho, perolamentablemente sólo se conservó una peque-ña parte de su producción intelectual.

La importancia de San Justino en laMariología proviene del hecho de que fue elprimero en establecer la comparación entreMaría y Eva a través de las siguientes antítesis:

1) Eva era virgen en el Paraíso, como tam-bién María era Virgen;

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2) Eva creyó a la serpiente y le obe-deció; María creyó en el Ángel y le obedeció;

3) Eva, por credulidad, se hizo madre del pe-cado y de la muerte de todos los hombres; Ma-ría, por su obediencia, se hizo Madre de Aquélque destruyó la obra de Satanás y liberó de lamuerte a los hombres que creen (cfr. P. GabrielMaria Roschini, Mariología, vol. I, p. 79).

Las antítesis están expuestas con clarividen-cia en el siguiente trecho del P. Roschini:

“(Jesucristo) se hizo hombre, por medio dela Virgen a fin de que el camino que dio origena la desobediencia instigada por la serpiente,fuera también el camino que destruyó la deso-bediencia. Eva era virgen e incorrupta; al con-cebir la palabra de la serpiente, generó la deso-bediencia y la muerte. La Virgen María, sinembargo, concibió Fé y alegría cuando el án-gel Gabriel le anunció la buena nueva de queel Espíritu del Señor vendría sobre Ella, la Fuer-za del Altísimo la cubriría con su sombra, demodo que el Santo que de Ella nacería sería elHijo de Dios. Entonces Ella respondió: “Hága-se en mí, según Tu palabra”. De la Virgen, porlo tanto, nació Jesús, de quien hablan tantasEscrituras... Aquél por quien Dios destruyó laserpiente” (Diálogo 100, 4-5).

En hebreo, Eva significa Madre de la vida oMadre de los vivientes. Nuestra Señora es, porexcelencia, la Madre de la Vida, que es Jesu-cristo, y la Madre de todos los vivos,

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aquellos que fueron generados porla Gracia para la vida eterna.

En ese sentido, la vocación individual deEva fue truncada por el pecado: ella no gene-ró sus hijos para la gracia, sino para el pecado.Nuestra Señora (llena de gracia pues en nin-gún momento de su existencia estuvo sujeta aldemonio y fue protagonista de la lucha enconsecuencia de la cual la serpiente fue aplas-tada) en sentido opuesto a Eva, rescató a sushijos, y asumió así el papel de una Eva plena-mente realizada.

Los autores eclesiásticos siempre se han ocu-pado de esa reversibilidad entre Eva y NuestraSeñora. San Luis María Grignion de Montfort,en el Tratado de la Verdadera Devoción a laSantísima Virgen, comenta ampliamente el pa-ralelismo antitético entre Eva, la pecadora quenos trajo la esclavitud del pecado, y el Ave, elsaludo del Arcángel a Aquella que sería la Ma-dre de Dios y nos traería al Redentor.

La noción de que María es la nueva Eva,como ya lo dijimos, fue la primera que explicóla Mariología, y tuvo gran importancia en el de-sarrollo de dicha ciencia. Como Nueva Eva, esMadre de la Vida y, como tal, Madre del Mesías,Madre de Dios. La noción de la maternidad di-vina está íntimamente unida a la Nueva Eva.

Esa noción es fundamental para entender porqué conviene atribuir a María Santísima el título

de Desatadora de Nudos.

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e) El papel de María Santísimaen el Plan de Salvación: el principiode la recirculación

A partir de lo explicado por San Justino, laMariología prosiguió su trabajo y, algunas dé-cadas después, San Irineo enunció el denomi-nado “principio de la recirculación”.

San Irineo, nacido en el Asia Menor alrede-dor del año 140, y fallecido en Francia, comoObispo de Lyon, en el año 202, fue discípulo deSan Policarpo de Esmirna, quien, a su vez, fuediscípulo de San Juan Evangelista. San Irineo esconsiderado el padre de la dogmática católica.

Su autoridad le viene de su antigüedad, desu proximidad con el último Apóstol y tambiénde su universalidad, ya que es testimonio fielde las tradiciones de Oriente, donde nació y fueformado, y de Occidente, donde pasó la mayorparte de su vida.

San Irineo desarrolló, aún más que SanJustino, la enseñanza del Apóstol San Pablo,según el cual Nuestro Señor Jesucristo es el se-gundo Adán, cuyo error repara.

San Justino ya había explicado el papel deNuestra Señora como Nueva Eva. San Irineova más adelante y expone un principio correla-tivo, el de recirculación o retorno a los oríge-nes: Jesucristo vuelve al papel de Adán y le pres-ta al Padre la obediencia que Adán le negara;en María, Eva revive como verdadera

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Madre de los vivientes.La historia de la salvación es, pues, un cir-

cuito contrario, una recirculación de la historiadel pecado y de la muerte.

San Irineo utiliza una metáfora para profun-dizar ese camino inverso: “La desobedienciade Eva fue rescatada por la obediencia de Ma-ría; en efecto, el nudo que la Virgen Eva atócon la incredulidad, María lo desató con la Fé”(Contra las Herejías, 3, 22).

Se compara el Pecado Original a un nudo enla relación del Creador con las criaturas; el úni-co modo de desatar un nudo es hacer recorrerel camino inverso al hilo.

Así fue explicado por San Irineo el papel deMaría como abogada e intercesora de Eva: “Pormedio de una virgen desobediente el hombrefue golpeado, cayó y murió; de la misma ma-nera, es por la Virgen, obediente a la Palabrade Dios, que el hombre (...) encontró de nuevola vida (... ) Era justo y necesario que Adánfuera restaurado en Cristo, a fin de que el mor-tal fuese absorbido y tragado por la inmortali-dad, y Eva fuese reconstituida en María; así,una Virgen, Abogada de una virgen, canceló yanuló la desobediencia de una virgen con suobediencia de virgen” (Demostración de la Pré-dica Apostólica, 33).

En otro párrafo San Irineo agrega:“Por su obediencia sobre el leño el Señor

recapituló la desobediencia antes come-

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tida mediante el leño. La seducciónde que Eva fuera víctima, cuando aún virgen des-tinada a su marido, fue disipada por la buenanueva de la verdad magníficamente anunciadapor el Ángel a María, también virgen desposada,pues, de la misma forma que aquella fuera sedu-cida por la palabra de un ángel, al punto de apar-tarse de Dios y transgredir su palabra, tambiénMaría fue instruida sobre la Buena Nueva por lapalabra de un Ángel, y, por obediencia a su pala-bra, llegó a ser portadora de Dios. De la mismaforma que aquella fuera seducida para desobe-decer a Dios, la Virgen María se dejó persuadir aobedecer a Dios, para ser la abogada de Eva.Así, el género humano, sometido a la muerte poruna virgen, fue de ella liberado por una Virgen,equilibrándose la balanza de la desobediencia deuna virgen por la obediencia de otra".(Contra las Herejías, Libro V).

En esa perspectiva, la primera y la SegundaEva no constituyen solamente figuras parale-las; más allá de las individualidades, debemosconsiderar un tercer elemento: el plan divino.Al fallar el primer proyecto de Dios, el segundolo restauró y trascendió inconmensurablemente.

El principio de la recirculación no es tan sólouna doctrina enseñada por San Irineo. Es algoincorporado a la enseñanza de la Iglesia comopatrimonio común, y tuvo importancia funda-mental para los adelantos hechos por laMariología a lo largo de los siglos.

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Hace pocos años S. S. Juan Pablo IIrecordó la importancia de tal principio:

“Así enseñan los Padres de la Iglesia y, demodo especial, San Irineo, citado por la Consti-tución Lumen Gentium: “El nudo de la desobe-diencia de Eva fue desatado por la obediencia deMaría; lo que ató la virgen Eva por la increduli-dad, la Virgen María lo desató por la fe”, A la luzde esta comparación con Eva los Padres –comorecuerda todavía el Concilio– llaman a María‘Madre de los vivientes’ y afirman a menudo: lamuerte vino por Eva, por María la vida” (JuanPablo II, Encíclica Redemptoris Mater).

Después de esta amplia digresión doctri-naria, el lector fácilmente comprenderá comoes honroso y adecuado invocar a María Santísi-ma como la que Desata los Nudos.

De hecho, con esa invocación no recordamostan solo filialmente los incontables nudos que labondadosa Madre desata en nuestras vidas parti-culares, sino sobretodo prestamos a Ella un ho-menaje por el eminente papel que Dios quisoreservarle en la Obra de la Salvación, comoDesatadora del gran nudo de la Historia.

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3. Devoción muy indicadapara nuestros días

En esta época de crisis y caos, el hombrevive siempre sobresaltado, cercado de pe-ligros y dificultades: en la vida personal,

en la familiar, en los ambientes de trabajo, en lasluchas cotidianas.

Su vida corre a velocidad rápida; más aún,vertiginosa. A todo momento surgen nuevos de-safíos, nuevos riesgos y peligros. Un sentimien-to parece dominar su existencia: la aflicción.

Cada vez más los hombres se sienten enre-dados en innumerables dificultades que lo ator-mentan; no consiguen “desatar los nudos” y li-brarse de los mismos.

Ahora bien, la acción de Nuestra Señora so-bre las almas puede ser comparada, metafórica-mente, a la de quien deshace un nudo.

Nuestro Señor Jesucristo, en lo alto de laCruz, se dirigió a su Madre y señalando al Após-tol San Juan, dijo: “Mujer, ahí tienes a tuhijo”(Juan 19, 26). Unánimemente, los Santos,los Papas y los Padres de la Iglesia co-mentan que Nuestro Señor, cuandodesignó a San Juan como hijo dela Santísima Virgen, estaba con-

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firiéndole la maternidad de todos losfieles representados por San Juan. De hecho,Nuestra Señora es nuestra Madre, Ella es Ma-dre de todos y cada uno de nosotros individual-mente considerados.

En todas nuestras dificultades y aflicciones,siempre sentimos su maternal protección, ayu-dándonos y aliviándonos como sólo saben ha-cerlo las madres. A veces Ella actúa de modomaravilloso y soberano, con una rapidez y efi-cacia impresionantes; otras veces, actúa de mododiscreto y sereno, pero con no menos eficiencia.

Siempre su acción –es interesante notarlo–produce en nuestras almas el alivio que senti-mos cuando conseguimos, después de un es-fuerzo no pequeño, “desatar un nudo”.

Desde el punto de vista psicológico, enton-ces, es comprensible que un sinnúmero de fie-les se sienta estimulado a recurrir a Nuestra Se-ñora como la que Desata los Nudos, y a Ellapida socorro para liberarse de las redes y lazosen los que se ven atrapados.

En todas las circunstancias de nuestra vida,siempre tendremos ocasión de experimentar labondad misericordiosa de Nuestra Señora la queDesata los Nudos. En la alegría y en la tristeza,en la salud y en la enfermedad, en la vida y en lamuerte, en el tiempo y en la eternidad, siemprenos será de valor esa Dama celestial que es Ma-dre de Dios y que, en su Misericordia, el Señor

quiso que fuese también nuestra Madre.

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Para meditar sobre Nuestra Seño-ra la que Desata los Nudos, nos inspiraremos enlas invocaciones de San Alfonso María de Ligorioa Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

¡En todas mis dificultades y penas, ¡socorredmeoh María!

A todo momento enfrentamos dificultades ypenas. “La vida del hombre sobre la tierra esmilicia”, dice la Escritura (Job 7, 1). Vivimos,como se reza en la Salve Regina, “gimiendo yllorando en este valle de lágrimas”.

Todo es difícil, todo cuesta esfuerzo a quienquiere ser bueno, a quien quiere corresponderfielmente al plan de Dios para cada uno. Nues-tra naturaleza corrompida nos predispone al mal,nos hace pesado el esfuerzo para practicar lavirtud y cumplir nuestros deberes de católicos.

Pero Dios, en su inmensa bondad, nos dio comoMadre a ¡Aquella que es también Su Madre! Con-fiemos en María Santísima, recurramos filialmen-te a Ella en nuestras dificultades y penas, y su auxi-lio no nos faltará. Ella sabrá desatar de modo ad-mirable los incontables nudos que nos agarran detodos lados y nos dificultan el ejercicio de la per-fecta libertad de los hijos de Dios.

En el momento peligroso de la tentación,¡socorredme oh María!

La tentación es una realidad que infundemiedo, pero es también la ocasión para

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que del modo más insigne experi-mentemos el socorro de la gracia divina.

El demonio, dice San Pedro, es “(...) comoleón rugiente alrededor de vosotros, en buscade presa que devorar” (I Pedr. 5, 8).

San Agustín enseña que Dios quiso que fué-semos tentados para así facilitarnos el ejerciciode la oración. Bastaría que los hombres fuesenprobados –sin ninguna participación del de-monio tentador– para que cada hombre eligierasu destino por toda la eternidad: con Dios, en elParaíso, o apartado de Dios, en el Infierno, con-viviendo horriblemente con los ángeles caídosy los otros hombres condenados.

Pero ante la naturaleza angélica que el de-monio no perdió después de su caída, el hom-bre tentado se siente pequeño, desprotegido,completamente desproporcionado. Así, es in-clinado a rezar, a pedir el auxilio de Dios paravencer al enemigo infernal.

Si no se estuviera ante una naturaleza tansuperior, el hombre, movido por su orgullo,querría enfrentar la probación con sus propiasfuerzas.... ¡y caería más veces, y más profun-do, en el pecado!

La tentación, paradójicamente, es ocasión demisericordias divinas.

Cuando fuéramos tentados, recurramos aMaría Santísima, que aplastó y aplasta continua-mente la cabeza de la serpiente infernal. Des-

confiemos de nuestras pobres fuerzas y

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confiemos plenamente en las fuerzasde Ella, para que así podamos decir: “cantarésiempre las misericordias del Señor.” (S. 88, 2)

Cuando tuviera la desgracia de caer en peca-do para que me levantéis, ¡Socorredme ohMaría!

Por más santos y puros que podamos ser,¡siempre estaremos infinitamente lejos de laperfección y pureza de Dios! “El justo caerásiete veces y se volverá a levantar”, se lee en ellibro de los Proverbios (24, 16 ).

En este mundo, cuanto más un santo acriso-la su virtud y se aproxima a la infinita perfec-ción de Dios, tanto más conoce objetivamentesus carencias y por eso mismo más crece enhumildad.

Caer en el pecado es muy triste. Peor es caery no levantarse.

Judas Iscariote traicionó, vendió al DivinoMaestro y no se levantó de su pecado. Se entre-gó a la desesperación y puso fin a su vida en lascondiciones descriptas en los Hechos de losApóstoles (1, 18): “(...) habiéndose ahorcadoreventó por en medio, quedando esparcidas to-das sus entrañas.”

San Pedro, por el contrario, el primero enreconocer y proclamar la Divinidad de Jesucristo–y por eso había recibido de Él la investiduracomo primer Papa (cfr. Mt 16, 13-19)– negó tresveces a Nuestro Señor. Sin embargo,

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se arrepintió, hizo penitencia y setransformó, por obra de la gracia, en la piedrasobre la cual Jesucristo edificó su Iglesia, contrala cual las puertas del Infierno no prevalecerán.

Pidamos a Nuestro Señor Jesucristo, por laintercesión omnipotente de su Madre Santísi-ma, la gracia de no caer en los lazos del peca-do. Si por nuestra debilidad tuviéramos la des-gracia de caer, no desesperemos. Contritos yhumillados, invoquemos con confianza la mi-sericordia de Dios. Él no nos abandonará: “Nodespreciarás, oh Dios, el corazón contrito y hu-millado”, escribió el Santo Rey David (S. 50,19), que pecó y tuvo la gracia del pleno arre-pentimiento.

Si algún lazo funesto me encadena al serviciodel demonio, para que yo pueda romperlo,¡socorredme, oh María!

¡Son tantos los lazos que nos sujetan al ser-vicio del demonio! Una amistad peligrosa, unambiente que frecuentamos y que nos induceal pecado, una ocasión próxima de pecado queno osamos evitar, una relación amorosa o sen-timental que nos esclaviza.... para no hablardel vicio de las drogas destructoras de la saluddel cuerpo y del alma.

¡Muchas veces nos sentimos atados a esoslazos malditos y no tenemos, ni vemos comopodríamos tener, fuerzas para romperlos!

¡Más que nunca, esa es la hora de

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invocar a Nuestra Señora Desata-nudos. Que Ella desate y rompa por nosotrosesos lazos, ya que no tenemos fuerzas para des-hacerlos por nosotros mismos! Una vez libresde ellos, sentiremos tal alivio que no consegui-remos comprender por qué antes sentíamos tantaatracción por ellos...

Si vivo en la tibieza, para que Jesucristo no mevomite de su boca, ¡socorredme, oh María!

La tibieza, es decir, el enfriamiento en el amory en el servicio de Dios, hace un inmenso mal alas almas. “Mas por cuanto eres tibio, y no fríoni caliente, estoy para vomitarte de mi boca”(Ap. 3, 16).

Por la tibieza comienzan las decadencias es-pirituales que terminan arrastrando a los abis-mos más profundos.

Judas Iscariote, como los otros once Após-toles, hizo milagros, expulsó demonios, predi-có la palabra de Dios. ¿Cuál fue el camino re-corrido por un alma tan llamada y tan privile-giada para llegar a vender al Hombre-Dios portreinta monedas? El punto de partida estuvo enla tibieza, afirman unánimemente los comenta-ristas del Evangelio.

El enfriamiento del amor de Dios tiende aproducir en el alma la acedia –nombre con elque se designa la falta de gusto por las cosasespirituales. La oración, la meditación, la prác-tica de los Sacramentos se vuelven fas-

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tidiosas, aborrecidas y desagrada-bles. El tibio tiende cada vez más a relajar esosejercicios de piedad y en un primer momento ahacerlos por mera rutina y sin diligencia. Des-pués los “simplifica”, de vez en cuando losomite y, finalmente, los abandona.

La acedia, dice San Gregorio Magno citadopor Santo Tomás de Aquino, no viene sola, sinoacompañada por un cortejo de seis hijos: mali-cia, rencor, pusilanimidad, desesperación, soporcon relación a los Mandamientos y divagacióndel alma a través de cosas ilícitas. (Summ.Th.,II-IIae, 35, 4).

¡Recemos con empeño a Nuestra Señora paraque nunca permita que nos enfriemos en el ser-vicio de Dios y comencemos a resbalar en larampa peligrosa de la tibieza que puede condu-cir al pecado, la apostasía, la traición y la perdi-ción eterna!

Cuando fuera negligente en recurrir a Vos,para que inmediatamente Os invoque,¡socorredme, oh María!

Este es un punto particularmente importan-te: en el orden espiritual nada podemos. “SinMí NADA podéis hacer”, dijo Nuestro Señor asus discípulos. (Juan 15, 5).

“TODO lo puedo en Aquel que me conforta”,escribe San Pablo. (Filip. 4, 13).

Ahora bien, por medio de la oración, Diosunió la distancia inconmensurable en-

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tre ese nada y ese todo: “Pedid, quese os dará” (Mat. 7, 7). “En verdad, en verdados digo que cuanto pidiereis al Padre en mi nom-bre os lo concederá” (Juan 16, 23).

No obstante, aunque tenemos un medio tanfácil y tan infalible de obtener todo lo que preci-samos, tendemos a ser negligentes en la oración...

Que Nuestra Señora acuda en nuestro soco-rro, como Madre caritativa, ¡y nos libre de esaculpable y peligrosa negligencia!

“Quien reza, ciertamente se salva; quien noreza, ciertamente se condena”, enseñó San Al-fonso María de Ligorio.

Para recibir dignamente los Sacramentos,¡socorredme oh María!

Los Sacramentos son medios de santificacióninstituidos por Dios en beneficio de los fieles.Constituyen un tesoro de la Santa Iglesia, bon-dadosamente colocados a nuestra disposición,para comunicarnos la gracia de Dios, que es unaparticipación creada en la propia Vida divina.

Sin embargo, la recepción de los Sacramen-tos requiere condiciones dignas por parte de losfieles. “De manera que cualquiera que comierede este pan, o bebiere de este cáliz del Señorindignamente, reo será del cuerpo y de la san-gre del Señor. Por lo tanto, examínese a sí mis-mo el hombre, y de esta suerte coma de aquelpan y beba de aquel cáliz. Porque quien lo comey bebe indignamente, se traga y bebe

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su propio juicio, no haciendo dis-cernimiento del cuerpo del Señor”, escribió elApóstol San Pablo (I Cor 11, 27-29).

Que Nuestra Señora nos ayude miseri-cordiosamente, predisponiendo nuestras almasa recibir bien los Sacramentos, de modo espe-cial los de la Confesión y la Comunión.

En todos los ejercicios de un cristiano fervo-roso, y sobretodo en la oración y meditación,¡socorredme oh María!

Ya hemos visto el papel importantísimo quela oración y la meditación, y de modo generallos ejercicios de piedad propios del cristiano,tienen en nuestra vida espiritual.

¡Pidamos a nuestra bondadosísima Madre,la Señora que desata los nudos, que nos librede las distracciones, de las atenciones munda-nas, de las preocupaciones materiales, permi-tiendo así que volemos libremente, por la ora-ción, hasta la presencia de Dios nuestro Crea-dor, nuestro Padre, nuestro Señor!

Para que conserve o recupere la castidad,¡socorredme oh María!

La castidad es una de las virtudes más frági-les. Pero también es una de aquellas cuya prác-tica más nos aproxima a los Ángeles.

Tanto valor daba María Santísima a la vir-tud eminente de su pureza –y más específi-

camente a la virginidad perpetua,

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modo más excelente de practicarla pureza– que llegó a invocarla frente al Ar-cángel San Gabriel cuando le anunció la En-carnación del Verbo de Dios en su seno:“¿Cómo ha de ser eso?, pues yo no conozcovarón” (Luc. 1, 34).

También es muy agradable a Dios la casti-dad temporaria, practicada por los fieles que aúnno se casaron pero no renunciaron a hacerlo.

Menos perfecta, pero también grata al Señor,es la castidad conyugal, practicada por los es-posos fieles que hacen recto uso del Matrimo-nio, de acuerdo con las leyes de Dios y en or-den a la procreación de la especie.

Hoy, sin embargo, todo conspira contra lapráctica de esa virtud angelical. Desde las cla-ses de “educación sexual” dadas en las es-cuelas en abierta oposición a las normas de laMoral católica, hasta la permanente invitaciónde tantos programas de TV a la inmoralidadmás descarada, todo induce al pecado de lacarne.

Tengamos presente lo que dijo la BeataJacinta, vidente de Fátima, poco antes de morir:

“Los pecados que llevan más almas al in-fierno son los pecados de la carne. Han devenir unas modas que ofenderán mucho aNuestro Señor. Las personas que sirven aDios no deben andar con la moda. La Igle-sia no tiene modas. Nuestro Señor es siem-pre el mismo”.

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Para que adquiera la humildad,¡socorredme oh María!

Según Santo Tomás de Aquino, la humildades la virtud que modera el sentimiento que cadapersona tiene de su propia excelencia (Summ.th., II-IIae, 161).

La humildad, también de acuerdo al DoctorAngélico, es una virtud derivada de latemperancia. El verdaderamente humilde no ex-tingue en sí la noción de sus propias cualidades;tan sólo modera debidamente el deseo de lasmismas y su aprecio; reconoce lo que realmentees: una miserable criatura en infinita dependen-cia de Dios, fuente y sustentáculo de todo bien.

La humildad es la verdad. No es verdaderahumildad atribuirse faltas o defectos moralesinexistentes, como tampoco ignorar las cuali-dades reales que se poseen.

Nadie fue tan humilde como Nuestra Seño-ra, que en tanto, respondiendo la salutación deSanta Isabel cantó:

“Mi alma glorifica al Señor (...) Porque hamirado la bajeza de su esclava por tanto, des-de ahora todas las generaciones me llamaránbienaventurada. Porque en mí obró grandezasel poderoso (...)” (Luc. 1, 47-49).

La humildad es algo que hiere profundamen-te el orgullo –vicio para el cual todos nosotros,desgraciadamente, nos sentimos atraídos– Y elorgullo nos lleva a tornarnos semejantes no a

Dios, sino al demonio, que por orgullo

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rechazó toda la sujeción y se rebelócontra Dios.

El orgullo, además de ser de si un pecadomuy grave, es también gravísimo en sus conse-cuencias, pues causa muchos otros pecados yvicios.

¡Que Nuestra Señora, modelo luminoso dehumildad, nos obtenga la gracia de practicareximiamente esa virtud!

Para que alcance a amar a Dios con todo micorazón, ¡venid en mi auxilio, oh MadreCaritativa!

“Amarás al Señor Dios tuyo con todo tu co-razón, y con toda tu alma, y con toda tu mente,y con todas tus fuerzas” (Marc. 12, 30). Ese esel primero de los Mandamientos.

El valor de las buenas obras, enseñan losautores espirituales católicos, no se mide nece-sariamente por el grado de dificultad que esasobras componen, sino por el grado de amor deDios con que son ellas practicadas.

Cuando Nuestra Señora, que era perfectísimaen la práctica de ese primer mandamiento, cum-plía los menores actos de su vida –por ejemplo,cuando tejía una túnica para Nuestro Señor opara San José, o cuando preparaba alimentospara la Sagrada Familia– Ella practicaba esospequeños actos con un grado tan intenso deamor de Dios que, delante del Señor, ellos te-nían mayor mérito de lo que los heroi-

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cos sufrimientos soportados volun-tariamente por los mártires más gloriosos.

¡Que Ella nos alcance de Dios la gracia deamarlo plenamente!

Para que, por amor de Dios, me conforme entodo con su santa voluntad, ¡socorredme, ohMaría!

Teóricamente, es muy fácil conformarnoscon la voluntad de Dios. En ciertas situacionesconcretas, nos cuesta.

Muchas veces Dios, para nuestro bien, quie-re que aceptemos lo que no nos agrada: enfer-medades, pobreza, hambre, aflicciones, dificul-tades. En esas horas somos tentados a pensarque Dios se olvidó de nosotros, que no nos amacomo entendemos que Él debería amarnos ohasta nos rebelamos contra Él...

¡Cuanto engaño!Debemos aceptar amorosa y filialmente de

las manos de Dios todo cuanto Él nos envía,seguros de que Dios siempre nos mandará loque es mejor para nuestras almas, nunca permi-tirá que padezcamos más allá de nuestras fuer-zas y siempre nos sustentará en el camino quepor su voluntad se abriera delante de nosotros.

También debemos aceptar la santa voluntad deDios cumpliendo nuestra vocación individual cuan-do tenemos el privilegio de conocerla claramente.

No todos ven claramente, por una ilumina-ción especial de Dios, cual es el cami-

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no que deben seguir: ¿el sacer-docio? ¿la vida religiosa? ¿el matrimonio cris-tiano? ¿el celibato casto en la vida seglar?

Incluso la profesión ideal no siempre es cla-ra: para mi santificación personal, ¿que serámejor?: ¿una carrera universitaria? ¿ser militar?¿ser empresario? ¿ser obrero? ¿ser empleado?

Dios permite que ciertas personas vean conmucha nitidez cual es la profesión y el estadode vida que más les conviene a su propia santi-ficación. Otras no, pero son naturalmente con-ducidas hacia el casamiento o cierta profesiónpor la influencia de las circunstancias, a las queno es ajena la mano de Dios.

Otras tienen dudas y perplejidades, y a ve-ces vacilan mucho antes de adoptar un deter-minado rumbo en la vida.

Aunque la vocación, de suyo, sea de libreelección de cada uno, es de gran temeridad noseguirla cuando se manifiesta claramente la vo-luntad de Dios. Si Dios nos quiere en determi-nado estado, Él nos da las aptitudes y los me-dios necesarios para adoptarlo, y además, nosconcede gracias y bendiciones especialmenteadaptadas a aquel tenor de vida.

Tomar un rumbo a sabiendas que no es elque Dios quiere de nosotros, es arriesgarse a norecibir aquellas gracias eficaces y superabun-dantes que, en su bondad, Él nos reserva.

Sin duda, en toda condición no nos faltaránnunca las gracias indispensables; pero

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¿quién garantiza que tendremos lagenerosidad de corresponder a las mismas, sihubiéramos sido ingratos e infieles rehusandogracias mucho mayores y más ajustadas a nues-tra vocación?

¡Pidamos a Nuestra Señora que nos muestrecon claridad las vías de Dios y nos dé fuerzaspara seguirlas con resolución y confianza! Yque aceptemos dócilmente todas las penas ydificultades que el Señor, en su sabiduría, juz-gue conveniente colocar en nuestro camino.

Para que cumpla fielmente los deberes de miestado, ¡socorredme, oh María!

Este punto se relaciona íntimamente con elanterior. Un estado de vida forzosamente im-pone una serie de deberes.

Un hombre que opta por el matrimonio, porejemplo, tiene el gran deber de sustentar digna-mente a su esposa e hijos en la condición socialque les corresponde; y de dar a los hijos buenaeducación, instrucción, alimentos, remedios etc.

Tiene igualmente el deber de amar a sucónyugue, de serle fiel, de soportar sus defec-tos, de ayudarlo en todas las dificultades de lavida, en las alegrías y en las tristezas, hasta quela muerte los separe.

No será fiel a sus deberes de estado quien secase y no quiera tener hijos, descuide de su educa-ción o no se empeñe en mantener a la familia en su

nivel social, no tenga paciencia con su

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cónyugue, no mantenga la fidelidadconyugal o permita que se deshaga el hogar.

También el ejercicio de las profesionesterrenas implica una serie de obligaciones mo-rales. Es lo que los autores católicos llamanMoral Profesional. Ese es un punto general-mente olvidado, pero que tiene una enormeimportancia.

Un médico, por ejemplo, recibe de la socie-dad una honra proporcionada a la nobleza desus funciones, pero asume el compromiso deejercerlas como deben ser ejercidas: es decir,debe estar dispuesto a incomodidades y sacri-ficios, anteponiendo el bien de los pacientes in-cluso a sus legítimos intereses personales.

Un empleado que, por ejemplo, descuide elcumplimiento de las obligaciones que le incum-ben por el contrato de trabajo, perjudicando asíal patrón, peca contra sus deberes de estado.Como también peca contra esos deberes el pa-trón que no pague el salario justo.

En la vida agitada y atribulada de nuestrosdías, muchas veces nos mostramos negligentesu olvidamos el cumplimiento de nuestros debe-res de estado. Pidamos a Nuestra Señora que nosayude a cumplirlos bien, pues en el día del Jui-cio se nos pedirá cuentas de todos ellos.

Cuando la enfermedad aflija mi cuerpo y gol-pee mi alma, ¡socorredme, oh María!

La enfermedad es una realidad de

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la que no podemos escapar, ya que la saludes un bien precioso pero extrema-mente frá-gil. Muchas veces son ocasiones de grandesgracias, tanto para quienes las padecen comopara sus familiares y amigos, que tienen oca-sión de ejercer uno de los actos de misericor-dia que tendrán recompensa eterna en el Pa-raíso:

“Venid, benditos de mi Padre, tomad pose-sión del reino preparado para vosotros desdela fundación del mundo, porque... estaba en-fermo y me visitasteis.” (Mt 25, 34-36).

El Beato José de Anchieta decía que Dios,cuando envía una enfermedad a alguien, es comosi lo estuviese visitando. De hecho, hubo nume-rosas conversiones a lo largo de la historia porocasión de sufrimientos y enfermedades.

Dios, en su misericordia, muchas vecesconcede grandes alivios y hasta curas mila-grosas a los enfermos. Muchos de los mila-gros hechos por Nuestro Señor cuando vivióen esta tierra fueron, precisamente, curas deenfermedades.

Cuando la enfermedad se abatiera sobre no-sotros, invoquemos con confianza a Nuestra Se-ñora, Madre de Dios y nuestra; que Ella nos cure,si fuese la voluntad de Dios; que Ella nos de fuer-zas para soportar los sufrimientos y obtenga paranosotros alivio y consolación, si fuera mejor para

nuestra alma.

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Cuando la angustia y la tristeza se apoderarende mí ¡socorredme, oh María!

A veces la angustia y la tristeza se apoderande nuestro espíritu atribulado. Eso no nos debesorprender, pues hasta el mismo Hombre-Dios,en la Agonía del Huerto de los Olivos, se sintiómortalmente herido de tristeza:

“Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijosde Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angus-tiarse. Después les dijo: “Mi alma está triste,mortalmente; quedaos aquí y velad conmigo”(Mt. 26, 37-38).

Angustiado ante la perspectiva de la Pasión,Nuestro Señor, que como Hombre tenía perfec-tamente desarrollado su instinto de conserva-ción, tuvo temor de la muerte, se angustió e in-cluso sudó sangre (cfr. Luc. 22, 44).

Al sentir que sus fuerzas humanas eran ru-damente probadas, hizo lo que debemos hacersiempre que nos sentimos atribulados: rezó pi-diendo fuerzas, pero declarando que por sobretodas las cosas se cumpliese la voluntad delPadre: “Padre, si quieres, aparta de Mi este cá-liz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”(Luc. 22, 42).

El mismo Evangelio agrega: “Y se le apare-ció del cielo un ángel y lo confortaba” (22, 43).

Cuando nos sintamos angustiados y entriste-cidos, hagamos lo que el Señor nos enseñó:recemos, pidamos fuerzas y sobreto-

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do conformémonos con la santa vo-luntad de Dios. Estemos seguros de que no nosfaltará el amparo de Nuestra Señora, Medianerade todas las gracias.

Si Dios me sujeta al tormento de las penas in-teriores, ¡socorredme, oh María!

Las penas exteriores –enfermedades, pobre-za, hambre, sed, persecuciones, incomprensionesetc.– nos impresionan tanto que somos llevadosa olvidar penas de otro género, aún más terri-bles, que hacen sufrir más: las penas interiores.

Dios, para la purificación de sus elegidos,permite a veces que pasen por probacionesangustiantes, en que el alma pierde todas lasconsolaciones sensibles y se siente abandona-da, por así decir, del mismo Dios.

Cuando Nuestro Señor, en lo alto del Calva-rio, poco antes de expirar y consumar la obrade nuestra Redención gritó: “¡Dios mío, Diosmío!, ¿por qué me has abandonado?” (Mat. 27,46), por cierto estaba sufriendo, entre los tor-mentos físicos indescriptibles de la Crucifixión,un tormento interior terrible: el de sentirse aban-donado por Dios.

Su Humanidad santísima, puesta ante la muer-te, se sintió abandonada por el Padre Eterno, aúncuando estaba hipostática e indisolublementeunida a la Santísima Trinidad.

Muchos santos tuvieron probaciones de esetenor. Al fin de su vida, Santa Teresita

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del Niño Jesús sufrió una gran prue-ba de insensibilidad en su Fé. Joven de 23 añosde edad, veía a la muerte aproximarse al galopey del otro lado solo sentía el vacío.

Por más que quisiese no conseguía "sentir"lo sobrenatural, el Cielo, la gracia...

Por el contrario, se sentía, y así lo cuenta ellamisma, como un pajarito en medio de la tem-pestad, mojado y helado, que mira hacia arribaa la procura del sol desaparecido... pero, a pe-sar de las apariencias en sentido opuesto, conti-núa creyendo que, detrás de las nubes, el solcontinúa brillando con un fulgor inalterable.

Solamente pocos instantes antes de expirar,Dios permitió que el espeso velo de las nubes sedisipase maravillosamente y Santa Teresita, llenade consolaciones en aquel momento supremo, fuea recibir en el Cielo el premio de su santa vida.

Si Dios tiene por bien que seamos probadoscon terribles penas interiores de ese género,confiemos en Nuestra Señora y roguemos susocorro maternal.

Si la Providencia me prueba por la pobreza oreveses de la fortuna, ¡socorredme, oh María!

La pobreza puede hacer mucho bien a las al-mas y ser ocasión de grandes gracias espirituales.

La riqueza fácilmente se transforma en cau-sa de perdición para los que depositan su con-fianza en ella y no en Dios: “Hijitos, ¡cuán difí-cil es para los que confían en las ri-

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quezas, entrar en el reino de Dios!”(Marc. 10, 24).

En relación con los bienes materiales, recemoscomo es indicado en el Libro de los Proverbios:

“No me des ni pobreza ni riquezas; dame so-lamente el pan que necesito, no sea que harto yoreniegue (de Ti) y diga: ‘¿Quién es Yahvé?’, oque, empobrecido, me ponga a robar y blasfe-mar del nombre de mi Dios” (30, 8-9).

Esta es la oración que debemos hacer porintercesión de María Santísima, sobretodo en lostiempos actuales, en que son tan frecuentes lascrisis económicas y financieras.

Si encuentro en mi propia familia motivos dedolor, ¡socorredme, oh María!

Actualmente la institución de la familia –en-tendida cristianamente, es decir, establecida so-bre el casamiento monogámico e indisoluble–padece una grave crisis.

El divorcio, el aborto y más recientementeel denominado “casamiento entre personas delmismo sexo” está entrando libre e impunemen-te en las legislaciones del mundo entero. Nosolamente se están permitiendo tales aberracio-nes sino que, yendo aún más lejos, ¡hay paísesdonde se preven sanciones para quien, en nom-bre de la Ley de Dios, se opone a ellas!

Se invierte así el orden natural de las cosas yse viola gravemente la justicia.

Dios, como Creador, tiene el dere-

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cho de ser obedecido por los indi-viduos, por las sociedades, por las naciones.

En una época en que tanto se habla, en ge-neral abusivamente, de derechos humanos, ¿porqué nadie, o casi nadie, recuerda los derechosde Dios?

Tanto desorden en las familias provoca des-unión y es motivo de mucho sufrimiento.

En los días presentes, para referirnos tan sóloa un tema entre tantos otros, los jóvenes estánsujetos, mucho más que en el pasado, a innu-merables peligros: las drogas; las malas com-pañías; la criminalidad; la inmoralidad; la malainfluencia de la TV, que en vez de entretenercon programas de alto nivel moral y cultural seconstituyó en una verdadera escuela de inmo-ralidad y violencia...

¡Cuantos de nosotros tenemos en nuestroscírculos familiares casos lamentables de matri-monios desunidos, de hijos abandonados porlos padres, de madres solteras, de alcohólicos,de viciados en drogas!

Más que nunca debemos pedir especial pro-tección a Nuestra Señora. Ella es Madre y com-prenderá, maternalmente, nuestras aflicciones.

Cuando sea humillado, contrariado, maltra-tado, ¡socorredme, oh María!

La convivencia entre los hombres provocacontinuos sufrimientos.

Quien contempla un arroyo crista-

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lino, con agua corriente y piedritasredondas en el fondo, nunca se pregunta comoéstas se formaron. Al comienzo no eran lisas niredondas, pero terminaron puliéndose ymodelándose mutuamente de tanto chocar en-tre si por el movimiento de las aguas. Así tam-bién es la convivencia humana: siempre hayincomprensiones, entrechoques, disgustos.

Algunas veces tienen su raíz en bajos instin-tos: envidia, ambición, orgullo. Otras veces sonproducidos por causas no censurables: visionesdivergentes, planes o temperamentos que no secongenian.

En las familias, en los locales de trabajo,en los ambientes sociales, frecuentemente laconvivencia nos obliga, como se dice popu-larmente, a “tragárnosla” sufriendo humilla-ciones, contrariedades, injusticias, faltas deconsideración.

Nuestro amor propio se agudiza y, a vecescon equilibrio, a veces de modo exagerado,queremos hacer valer lo que juzgamos comonuestros derechos...

En esas horas, para soportar cristianamente loque debe ser soportado, y para afirmar solamenteen la justa medida el derecho que no se pude ce-der, invoquemos el auxilio de María Santísima.

Para que obtenga la conservación y bienes-tar de los que me son queridos, ¡socorredme,

oh María!

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Volvamos a los deberes de estado.Un padre o una madre de familia tienen la pre-

ocupación fundamental de que nada falte a lossuyos: alimento, ropa, asistencia médica, hogar,instrucción etc. No siempre es fácil conseguirlo.

Debemos esforzarnos para hacer lo que esté anuestro alcance, poniendo nuestra confianza enDios, que no nos dejará faltar lo indispensable:

“Aprended de los lirios del campo cómo cre-cen; no trabajan, ni hilan, mas Yo os digo, que niSalomón, en toda su magnificencia, se vistió comouno de ellos. Si, pues, la hierba del campo, quehoy aparece y mañana es echada al horno, Diosasí la engalana, ¿no (hará Él) mucho más a vo-sotros, hombres de poca fe?” (Mat. 6, 28-30).

Nuestro Señor nos enseña en el Padre Nues-tro –la más perfecta y completa de las oracio-nes– “a pedir el pan nuestro de cada día”. Porpan, evidentemente, debemos entender los ali-mentos y también, genéricamente, todo lo queprecisamos para la vida digna.

Pidamos esas cosas a Dios Nuestro Señor porlas manos de su Madre Santísima. Será la formaque más agradará a la Divina Majestad y la pre-dispondrá a atendernos más abundantemente.

Para que alcance la liberación de las almasdel Purgatorio, ¡socorredme, oh María!

Por más que una persona sea pobre e indi-gente en la tierra, siempre estará más atendida yasistida por sus semejantes que las po-

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bres almas del Purgatorio.En esta tierra podemos rezar unos por los otros,

ayudarnos mutuamente y esperar consuelos.En el Purgatorio, las almas benditas que allí

están purgando sus pecados y preparándose paracomparecer, purificadas y santas, en la presen-cia de Dios, no pueden rezar por sí mismas nialiviar mutuamente sus penas.

Es la Iglesia Penitente que puede beneficiar-se de los auxilios de la Iglesia Triunfante (cons-tituida por los justos que ya están en el Paraíso)y de los auxilios provenientes de la Iglesia Mili-tante (es decir, de los fieles que todavía estánen estado de prueba, en esta vida mortal).

Las almas del Purgatorio sufren las penas queles caben y la principal de ellas es no poder vera Dios, Sumo Bien en dirección al Cual se sien-ten atraídas. Sufren y, paradójicamente, amansu sufrimiento, porque saben que no puedencomparecer delante de Dios conservando res-tos de sus antiguas faltas e imperfecciones.

Pidamos a Nuestra Señora que nos ayude arezar mucho por las pobres almas del Purgato-rio. Así, cuando allí estuviéramos –por la miseri-cordia de Dios– muchas almas en el Cielo, bene-ficiadas por nuestras oraciones, se acordarán denosotros, como nosotros nos acordamos de ellas.

Para que coopere en la salvación de los peca-dores, ¡socorredme, oh María!

Debemos cooperar, en toda la me-

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dida de nuestras posibilidades, parala salvación de las almas, a fin de evitar quepequen y, si hubieran incurrido en pecado, paraque se arrepientan, eviten la perdición eterna yse salven.

En primer lugar, debemos hacerlo en aten-ción a la Sangre preciosa de Nuestro Señor, de-rramada por todos los hombres.

En segundo lugar, porque Dios recompensa demodo especial a aquellos que cooperan en la obrade la salvación conduciendo a Él otras almas.

Como dice San Juan Bosco, citando a SanAgustín, “quien contribuyera a la salvación deun alma puede esperar con fundamento salvarla suya: Animam salvasti, animan tuampraedestinasti (si salvaste un alma, predestinastela tuya)” (Il giovane proveduto, p. 54).

Pidamos a Nuestra Señora gracias para ac-tuar con sabiduría en este campo.

Para que obtenga la gracia de la perseveran-cia final, ¡socorredme, oh María!

La gracia de la perseverancia final es la ma-yor gracia que una persona puede recibir.

En el momento de la muerte, el último actoconsciente de la voluntad de un hombre decideinapelablemente su destino eterno.

Si en el último instante el alma se vuelve sin-ceramente hacia Dios, estará con Dios, en elParaíso, durante toda la eternidad. Si la últimavoluntad fuese contra Dios, su destino

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inevitable será el Infierno.Hay casos de personas que tuvieron vidas

pésimas y en el último instante, por una graciamuy especial, se arrepintieron sinceramente yse entregaron a Dios.

Son casos excepcionales, no la regla general.Lo más común es que la muerte confirme

definitivamente el rumbo que la persona dio asu vida: “Talis vita, finis ita” (así como se vive,así se termina).

Nada hay más erróneo que dejar el arrepenti-miento y la conversión para la hora de la muerte.

Muchas veces la muerte llega inesperada-mente, sin que haya tiempo para una buena con-fesión, ni para un acto de contrición sincero, yla persona se ve de repente ante el tribunal deljusto Juez que, de acuerdo con la Escritura, es“escudriñador infalible de su corazón, yentendedor de su lenguaje.” (Sab. 1, 6)

Por mejor que haya sido la vida de alguien,nunca nadie merece la gracia insigne de la per-severancia final. Por eso la Iglesia enseña queesa gracia es independiente de la vida virtuosa.

Por eso también Ella nos recomienda que re-cemos insistentemente, todos los días de nues-tra vida, para pedir esa gracia misericordiosaque nos abre las puertas del Paraíso.

En la oración del Ave María, después delsaludo del Ángel y de Santa Isabel, la Iglesiaagregó las palabras finales: "Santa María, Ma-

dre de Dios, ruega por nosotros, peca-

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dores, ahora y en la hora de nuestramuerte. Amen".

En mi la última enfermedad,¡socorredme, oh María!

En la última enfermedad, más que nunca, ne-cesitamos del socorro de nuestra bondadosaMadre del Cielo.

Comprendamos que, con nuestros sentidosdebilitados, tendremos naturalmente dificulta-des para hacer muchas cosas que ahora nos sonfáciles. Más aún, el demonio, al saber que nues-tra alma está por pasar a la eternidad, buscaráperderla afanosamente.

En esa hora extrema, entre dolores y angus-tias, se sufren muchas veces las peores tenta-ciones y probaciones de la vida...

¡Pidamos con empeño, desde ya, la protec-ción y el favor de María Santísima para esosmomentos decisivos!

En mi último suspiro,¡socorredme, oh, María!

En el último suspiro –como se refiere arri-ba– el alma sella su destino eterno. Las dispo-siciones que hubiera tenido al separarse del cuer-po –buenas ó malas– permanecerán para siem-pre y ya no será posible cambiarlas. Esa impo-sibilidad es total.

Ahora podemos fácilmente oscilar entre elbien y el mal. Nos es posible pasar de

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un estado de pecado mortal al esta-do de gracia mediante un sincero arrepentimien-to y una buena confesión. También corremosel riesgo –desafortunadamente– de perder elestado de gracia con facilidad: basta cometerun pecado mortal.

Por el contrario, el alma separada del cuerpono es capaz de efectuar esos cambios. La pro-pia naturaleza del ser impide pecar a quien mue-ra en gracia de Dios e impide retractarse a quiencierre sus días odiando a Dios.

Dada la importancia suprema de ese últimosuspiro, recemos a María Santísima para que nosasista en esa hora, como lo hizo en el falleci-miento de San José y cuando de pie, junto a laCruz, asistió a la Muerte de su Divino Hijo.

Cuando me presente ante vuestro Hijo que hade ser mi Juez, socorredme, ¡oh, María!

Mejor abogada no podemos tener. Ella esnuestra Madre y también Madre del Juez quenos juzgará. Él nada rehusa a su Madre, a quienpor eso mismo los autores católicos llamanOmnipotencia Suplicante.

Tengamos siempre en los labios y en elcorazón este ruego tan bello y emotivo, extraí-do de la Salve:

“Ea, pues, Señora, Abogada nuestra:vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,

y después de este destierro muéstranos

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a Jesús, fruto bendito de tu vientre.¡Oh clementísima! ¡Oh piadosa! ¡Oh dulce Vir-gen María!”

Cuando esté en el Purgatorio, socorredme,¡oh, María!

Ya hemos hablado del extremo desamparoen el que se encuentran las almas del Purgato-rio, donde sufren sin poder rezar por sí mismas.

Hasta grandes Santos pasaron por el Purga-torio para purificarse completamente antes deentrar al Paraíso.

Si, por la misericordia de Dios, expiramosen estado de gracia y precisamos pasar por esesitio bendito de expiación y purificación, nopodremos rezar por nosotros mismos ni siquie-ra a Nuestra Señora.

Recemos desde ya para que ella nos socorraen tal aflicción.

En todo tiempo y lugar,socorredme, ¡oh, María!Para servirte, amarte e invocartesiempre, socorredme, ¡oh, María!Para que os haga amar y servir por muchoscristianos, socorredme, ¡oh, María!

No hay ocasión ni lugar en que no precise-mos del auxilio de María Santísima. Implore-mos entonces su socorro, para que la

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Residencia de los Obispos (Augsburg)

sirvamos y amemos como debemosen esta vida, y para que seamos sus instrumen-tos para que muchos otros la amen y la sirvan.

* * *

Alabada, amada, invocada, bendita eterna-mente lo seas, oh Señora que desatas los nu-dos, mi esperanza, mi amor, mi Madre, mi feli-cidad y vida. Así sea.

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Iglesia de St. Peter AmPerlach, en Augbsburg, endonde se venera el cuadro deNuestra Señora la queDesata los Nudos

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4. Una devoción que no debeser mal entendida

En la introducción ya nos referimos a al-gunos aspectos que nos preocupan conrespecto a la rápida propagación de la de-

voción a Nuestra Señora la que Desata los Nu-dos en estos últimos años.

Son preocupaciones que debemos tener paraque no se desvirtúe una devoción santa y admi-rable, y por lo demás muy agradable a la Madrede Dios y nuestra.

Resumimos lo ya dicho: debemos rechazardecididamente todo lo que sea superstición,cohonestación de una vida pecaminosa, meroespíritu de novedad en la devoción a NuestraSeñora la que Desata los Nudos, pero demoscompleta adhesión de alma a todo aquello queestá de acuerdo con las enseñanzas y el espíritude la Santa Iglesia Apostólica Romana.

Sólo nos queda aclarar un punto.Es cierto que Nuestra Señora, la Omnipoten-

cia Suplicante, alcanza todo cuanto pide a suDivino Hijo; es cierto que Ella es NuestraMadre y desea concedernos todas lasgracias.

Pero, obviamente, no estamos

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en presencia de algo mágico. Na-die tiene derecho de exigir a Nuestra Señoraun milagro, algo que no sea bueno o, menosaún, que no sea de utilidad para nuestra salva-ción eterna...

Nuestro Señor Jesucristo aseguró, en el Evan-gelio, que la oración es un medio seguro e infa-lible para obtener gracias de Dios: “Pedid y seos dará; buscad y encontraréis; golpead y se osabrirá. Porque todo el que pide obtiene; y el quebusca encuentra; y al que golpea, se le abre”(Mt. 7, 7-8).

La infabilidad de la oración se fundamentaen la promesa hecha por el mismo Dios. Él secomprometió a conceder lo que le fuese pedidoy se predispone a atendernos de modo muy es-pecial cuando le dirigimos la oración por me-dio de su Madre Santísima.

Para ser infaliblemente atendida, la oracióndebe atender ciertos requisitos, pues, de hecho,Dios no está obligado a concedernos todo loque pidamos, de cualquier modo, en cualquierestado de espíritu.

Este es un punto de particular importancia unavez que, de no ser bien entendido, pueden pro-ducirse lamentables desvíos en una devocióncomo la de Nuestra Señora la que Desata losNudos. Al respecto es oportuno reproducir algu-nos tópicos de una célebre obra de San AlfonsoMaría de Ligorio, El gran medio de la oración.

Con su inmensa autoridad de Doc-

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tor de la Iglesia, San Alfonso nosenseña:

“En verdad, en verdad os digo que cuantopidiereis al Padre en mi nombre, os lo concede-rá. Tal es la bella promesa que nos ha hechoJesucristo. Dice que nos concederá todo cuantole pidamos, pero debemos entender que con lacondición de que recemos con las debidas dis-posiciones. Ya lo dijo el apostol Santiago: Si pedísy no alcanzáis lo que pedís, es porque pedísmalamente. Y San Basilio, apoyando esta sen-tencia del apostol, escribe: ‘Si alguna vez pedis-te y no recibiste, fue seguramente porque pedis-te con poca fe y poca confianza, con pocas an-sias de alcanzar la divina gracia porque pedistecosas no convenientes ó porque no perseverasteen la oración hasta el fin’. Santo Tomás reducea cuatro las condiciones para que la oraciónsea eficaz: pedir por uno mismo, pedir cosasnecesarias para la salvación, pedirlas con pie-dad y pedirlas con perseverancia.

“La primera condición de la oración, dice elDoctor Angélico, es que pidamos por nosotrosmismos. Sostiene, en efecto, el santo Doctor, quenadie puede alcanzar para otro hombre la vidaeterna, ni por tanto las gracias que conducen aella a título de justicia, ex condigno, como dicela teología. Y advierte además esta razón: quela promesa que hizo el Señor a los que rezan essolamente a condición de que recen por ellosmismos y no por los demás. Davit vobis:

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A vosotros se os dará. [...] Lo que entodo caso está fuera de duda es que las oracio-nes que hacemos por los pecadores, a ellos lesson muy útiles y agradan mucho al Señor [...].

“La segunda condición que pone el Angélicoes que pidamos cosas que sean convenientes ynecesarias para nuestra salvación: pues la pro-mesa que nos hizo el Señor no es de cosas ex-clusivamente materiales y que no son convenien-tes para la vida eterna [...]

“Pedimos no pocas veces a Dios bienes tem-porales y no nos escucha. Dice el santo que estoes disposición de su misericordia, porque nosama y nos quiere bien. Y da esta razón: Lo queal enfermo conviene, mejor lo sabe el médicoque el mismo enfermo. Y el médico no da al en-fermo cosas que puedan serle nocivas.

“Cuántos que caen en pecados, estando sa-nos y ricos, no caerían si se encontraran pobresy enfermos. Y por esto cabalmente a algunos quele piden salud del cuerpo y bienes de fortuna selos niega el Señor. Es porque los ama y sabeque aquellas cosas serían para ellos ocasión depecado o de vivir vida de tibieza espiritual. [...]Por eso, cuando pedimos a Dios gracias tempo-rales, debemos pedirlas con resignación y a con-dición de que sean útiles para nuestra salvacióneterna. Si por ventura el Señor no nos las con-cediera estemos seguros que nos las niega porel amor que nos tiene, pues sabe que serían per-

judiciales para nuestro progreso espi-

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Catedral de Augsburg

ritual que es lo único que merececonsideración.

“Finalmente, he aquí las otras condicionesque Santo Tomás exige para la oración: que serece con devoción y perseverancia. Con devo-ción, es decir, con humildad y confianza; conperseverancia, es decir, sin dejar de rezar hastala muerte.” (pags. 61 - 67)

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Apéndice

Oración y Novena aNuestra Señora

la que Desata los Nudos

Oh Virgen Santísima, que fuiste instru-mento de Dios para que se desatase, porla Redención de la Humanidad, el gran

nudo de la Historia; y que, siendo Madre de Mi-sericordia, desatais bondadosamente los incon-tables nudos que atormentan mi vida; mi cora-zón desborda de confianza en Vos. Heme aquía vuestros pies, a donde acudo a exponer todasla necesidades de mi vida y muerte para pedirosvuestro maternal socorro; dignaos escucharmedesde el cielo y socorredme para desatarsoberanamente los malditos nudos queme sujetan al pecado y me impiden laplena unión con vuestro Divino Hijoy con Vos.

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En todas mis dificultades y penas,socorredme, ¡oh María!

En el momento peligroso de la tentación,socorredme, ¡oh María!

Cuando tuviera la desgracia de caer en elpecado, socorredme, ¡oh María!

Si algún lazo funesto me encadena al serviciodel demonio, para que pueda romperlo,

socorredme, ¡oh María!

Si vivo en la tibieza, para que Jesucristo nome vomite de su boca,

socorredme, ¡oh María!

Cuando fuera negligente en recurrir a Vos,socorredme, ¡oh María!

Para recibir dignamente los Sacramentos,socorredme, ¡oh María!

En todos los ejercicios de un cristiano fervoro-so, sobretodo en la oración y en la meditación,

socorredme, ¡oh María!

Para que conserve o recobre la castidad,socorredme, ¡oh María!

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Para que adquiera humildad,socorredme, ¡oh María!

Para que alcance a amar a Diosde todo corazón, socorredme, ¡oh María!

Para que, por amor de Dios, me conforme entodo con su santa voluntad,

socorredme, ¡oh María!

Para que cumpla fielmente los deberes de miestado, socorredme, ¡oh María!

Cuando la enfermedad aflija mi cuerpo ygolpee mi alma, socorredme, ¡oh María!

Cuando la angustia y la tristeza se apoderarende mí, socorredme, ¡oh María!

Si Dios me sujeta al tormento de las penasinteriores, socorredme, ¡oh María!

Si la Providencia me prueba por la pobreza oreveses de la fortuna,

socorredme, ¡oh María!

Si encuentro en mi propia familiamotivos de dolor,

socorredme, ¡oh María!

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Cuando sea humillado, contrariado, maltratado,socorredme, ¡oh María!

Para que obtenga la conservación y bienestarde los que me son queridos,

socorredme, ¡oh María!

Para que alcance la liberación de las almas delPurgatorio, socorredme, ¡oh María!

Para que coopere en la salvación de lospecadores, socorredme, ¡oh María!

Para que obtenga la gracia de la perseveranciafinal, socorredme, ¡oh María!

En mi última enfermedad,socorredme, ¡oh María!

En mi último suspiro,socorredme, ¡oh María!

Cuando me presente ante vuestro Hijo que hade ser mi Juez, socorredme, ¡oh María!

Cuando esté en el Purgatorio,socorredme, ¡oh María!

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En todo tiempo y lugar,socorredme, ¡oh María!

Para servirte, amarte e invocarte siempre,socorredme, ¡oh María!

Para que os haga amar y servir por muchoscristianos, socorredme, ¡oh María!

Adaptación de la oración clásica de San Alfonso Maríade Ligorio para pedir a María su perpetuo socorro entodas las necesidades. Se puede también rezar en formade Novena, durante nueve días seguidos.

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ORACIONES ANTE EL CUADRO DENUESTRA SEÑORA LA

QUE DESATA LOS NUDOS

ORACIÓN PARA DAR GRACIAS A DIOSPOR MEDIO DE LA VIRGEN

Inmaculada Virgen María, Madre de Jesucristo yabogada nuestra, alegría de mi vida: vengo a tus piescon el amor filial, porque escuchaste mi súplica y tupoderosa intercesión me consiguió de Dios el favorque te pedí. Quiero hoy dar gracias a Dios con tusmismas palabras:

Proclama mi alma la grandeza del Señor,se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador;porque ha mirado la humillación de su esclava.Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,porque el Poderoso ha hecho obrasgrandes por mí:Su nombre es Santoy su misericordia llega a sus fielesde generación en generación.El hace proezas con su brazodispersa a los soberbios de corazón.derriba del trono a los poderososy enaltece a los humildes,a los hambrientos los colma de

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bienes y a los ricos despidevacíos. Auxilia a Israel, su siervo,acordándose de su misericordia-como lo había prometido a nuestrospadres- en favor de Abrahám y sudescendencia por siempre.

Del Evangelio de Jesúsescrito por San Lucas.

Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasabaa través de Samaria y Galilea. Al entrar en unpoblado, le salieron al encuentro diez leprososque se detuvieron a distancia y empezaron agritarle: “Jesús, maestro, ten compasión denosotros”. Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan apresentarse a los sacerdotes”. Y en el caminoquedaron purificados.

Uno de ellos, al comprobar que estabacurado, volvió atrás alabando a Dios en voz altay se arrojó a los pies de Jesús con el rostro entierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesúsle dijo entonces: “¿Cómo, no quedaron curadoslos diez? Los otros nueves ¿dónde están?¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino esteextranjero?”. Y agregó: “Levántate y vete, tufe te ha salvado”.

Palabra del Señor.Te alabamos Señor.

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� Gracias Madre por desatar elnudo que me oprimía; al mismo tiempoque pongo en tus manos la acción degracias por los beneficios recibidos,prometo también vivir en amistad conDios, cumpliendo sus mandamientos yfrecuentando los sacramentos de laIglesia de Jesús para que pueda un díacontemplarte en la gloria eterna. Amén.

Dios te salve María...

Virgen María, que desatas los nudos, causade nuestra alegría.

Ruega por nosotros.

POR LA FAMILIA

Virgen María, Señora nuestra que desatas losnudos, a vos que con Jesús, Hijo de Diosaltísimo y San José, tu esposo, formaste en estemundo la Sagrada Familia de Nazaret, te vengoa pedir por mi familia y por todas las familiasdel mundo.

Salve, columna de sacra pureza;Salve, umbral de la vida perfecta;Salve, tú inicias la nueva familia;Salve, dispensas las bondades divinas;Salve, morada del Verbo Divino;

.

.

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Salve, tú eres de veras el trono del Rey;Salve, tú llevas en ti al que todo sostiene;Salve, por ti el Creador nace Niño.Salve, ¡oh, Virgen y Esposa!

Del Evangelio de Jesúsescrito por San Lucas.

Después de cumplir todo lo que ordenaba laLey del Señor, María y José con Jesús volvierona su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño ibacreciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, yla gracia de Dios estaba con él.

Palabra del Señor.Te alabamos Señor.

Santa María, Madre de Dios, tú que desataslos nudos que no nos dejan vivir la plenitud delamor familiar, presenta al Padre nuestraalabanza y nuestra súplica:

que en la alegría siempre demos gracias;que en la tristeza busquemos a Dios;que en el trabajo encontremos el

gozo de su ayuda;y en la necesidad sintamos cercano

su consuelo;que en todo momento demos

testimonio de Cristo,

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y después de una feliz ancianidad lleguemosal hogar del cielo. Amén.

Rezar tres Avemarías.

Jesús, José y María, protejan a las familias.

Nuestra Señora que desatas los nudos,ruega por nosotros y bendice a nuestrasfamilias.

POR UNA MUJER QUE DARA A LUZ

Virgen María, Nuestra Señora, la que desataslos nudos de la vida, esperanza nuestra, por elamor que te une a Jesús a quien, durante nuevemeses llevaste en tu seno, bendice a... que esperaser madre.

Madre del Redentor, Virgen fecunda,puerta del cielo siempre abierta,estrella del marven a librar al pueblo que tropiezay quiere levantarse.Ante la admiración del cielo y de la tierra,engendraste a tu santo Creador, y permanecessiempre virgen.Recibe el saludo del ángel Gabriel,y ten piedad de nosotros pecadores.

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Del Evangelio de Jesúsescrito por San Lucas.

En aquellos días, María partió y fue sindemora a un pueblo de la montaña de Jusá.Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltóde alegría en su seno, e Isabel, llena del EspírituSanto, exclamó “Tú eres bendita entre todas lasmujeres y bendito es el fruto de tu vientre,¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señorvenga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niñosaltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por habercreído que se cumplirá lo que te fue anunciadode parte del Señor.

Cuando llegó el tiempo en que Isabel debíaser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse susvecinos y parientes de la gran misericordia conque Dios la había tratado, se alegraban con ella.

Palabra del SeñorTe alabamos Señor.

� María, que por medio del parto virginalnos entregaste al autor de la vida y teconstituiste en Madre de tu propioCreador, protege a tu hija, en elmomento del parto para que, al ver sanoa su hijo, pueda alegrarse con la alegríaque tú experimentaste cuando acunabasal Niño Jesús en Belén. Amén.

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Rezar tres Avemarías.

María, Madre admirable.

Ruega por ella

POR EL TRABAJO

Señora y Madre mía, tú que desatas losnudos, con especial confianza vengo a supli-carte que intercedas ante el Padre que cuida delos lirios del campo y alimenta a los pájaros delcielo, el mismo que hace salir el sol sobre loscampos de los justos y de los pecadores.

Salve, del mar estrella,Salve, Madre sagrada,Salve, por siempre Virgen,Puerta del cielo santa.Muéstranos que eres Madre,

presenta las plegariasA quien por darnos vidaNació de tus entrañas.

Del Evangelio de Jesúsescrito por San Lucas.

Jesús dijo: “No se inquieten por la vida,pensando en que van a comer, ni por el cuerpo,pensando con qué se van a vestir. Porque lavida vale mas que la comida, y el

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cuerpo mas que el vestido. Fíjense en los pá-jaros: no siembran ni cosechan, no tienendespensa ni granjero, y Dios los alimenta.¡Cuánto más valen ustedes que los pájaros!.

Palabra del SeñorTe alabamos Señor

� Reina y Madre de misericordia, vuelvea nosotros tus ojos y desata los nudosde todos los que están sin trabajo, sosténcon tu mano a los que corren el peligrode perderlo y bendice a los que lo tienenseguro. Confiamos en tu oración yprotección porque fuiste esposa y madrede carpinteros. Amén.

Rezar tres Avemarías.

María, Madre del pueblo trabajador.

Ruega por nosotros.

DE LOS PADRES POR LOS HIJOS

Virgen, Madre de Jesucristo, tú que sabes loque significa tener un hijo, escucha la oraciónque te hago por mis hijos:

Salve. Reina de los cielosy Señora de los ángeles,

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salve raíz, salve puerta,por la que llegó la luz al mundo.Alégrate Virgen gloriosa,entre todas la más bella;salve, oh hermosa doncella,ruega a Cristo por nosotros.

Del Evangelio de Jesúsescrito por San Mateo

En aquel tiempo la madre de los hijos deZebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos,y se postró ante él para pedirle algo. “¿Quéquieres?”, le preguntó Jesús. Ella le dijo:“Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino,uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”, “Nosaben lo que piden”, respondió Jesús. “¿Puedesbeber el cáliz que yo beberé?”. “Podemos”, lerespondieron. “Está bien, les dijo Jesús, ustedesbeberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a miderecha, o a mi izquierda, no me toca a miconcederlo, sino que esos puestos son paraquienes se los ha destinado mi Padre”.

Palabra del SeñorTe alabamos Señor

Santa María, Madre de Dios, que desataslos nudos, te pido por mi hogar, que mis hijossiempre tengan un corazón de niño, puro ycristalino como el

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agua del manantial.

Dales un corazón fuerte que no se dejevencer por la tristeza;

Un corazón grande para entregarse;Un corazón fiel y generoso que no olvide

ningún bien ni guarde rencor porningún mal;

Un corazón manso y humilde que amesin exigir correspondencia;

Un corazón grande e invencible que ningunaingratitud cierre y ningunaindiferencia canse;

Un corazón fuerte para que ningúnvicio lo corrompa;

Un corazón apasionado por la gloria

de Jesús que lo lleve a vivir como

verdadero hijo de la Iglesia. Amén.

Rezar tres Avemarías.

María, Madre del Señor.

Ruega por mis hijos.

ORACIÓN POR UN ENFERMO

Santa María, que desatas los nudos denuestra vida, pedimos hoy tu inter-

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cesión por... que está enfermo, recibe nuestraoración por él (ella):

Bajo tu amparo nos acogemosSanta Madre de Dios,no desprecies las súplicasque dirigimos en nuestras necesidadesantes bien líbranos de todo peligroVirgen gloriosa y bendita.Amén.

Del Evangelio de Jesúsescrito por San Mateo

Cuando Jesús bajó de la montaña, lo siguióuna gran multitud. Entonces un leproso fue apostrarse ante él y le dijo: “Señor, si quieres,puedes curarme”. Jesús extendió la mano y lotocó, diciendo: “Lo quiero, queda purificado”.Y al instante quedó purificado de su lepra.

Palabra del SeñorTe alabamos Señor

� Tu que eres la salud de los enfermos,bendícelo para que el mal que loaqueja se aleje de él, si esto es parabien de su alma y gloria de Dios.Amén.

Dios te salve María...

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� Tú que eres Madre de misericordia,pídele al Padre para que la fortaleza nolo abandone y pueda superar estetrance; que Jesús lo mire con ternurapara que el dolor no lo quiebre y que elEspíritu Santo lo colme con sus donespara que en este momento difícil nopierda la esperanza. Amén.

Dios te salve María...

� Madre querida, que pronto podamosverlo curado y pueda, sano y salvo, dargracias a Dios en el seno de la Iglesia.Amén.

Dios te salve María...

Virgen María, que desatas los nudos,salud de los enfermos.

Ruega por él (ella).

ORACIÓN PARA UN MOMENTO DEGRAN ANGUSTIA

Virgen clemente, Madre de Jesucristo, que conmano piadosa desatas los nudos que provocannuestra desesperanza, vengo a ti con una gran

angustia en mi corazón:

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Acuérdate, oh piadosísima Virgen María, que jamásse ha oído decir, que ninguno de los que han acudido atu protección, implorando tu asistencia y reclamandotu socorro, haya sido abandonado de vos.

Animado con esta confianza, a vos tambiénacudo,Virgen, Madre de las vírgenes y aunquedolido por el peso de mis pecados, me atrevo acomparecer ante tu presencia amorosa.No desprecies mis súplicas, Madre de Cristo, Antesbien acéptalas y escúchalas.

AménDel Evangelio de Jesúsescrito por San Mateo

Dijo Jesús: “Vengan a mí todos los que estánafligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguensobre ustedes mi yugo y aprendan de mi, porqueyo soy paciente y humilde de corazón, y asíencontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y micarga liviana.

Palabra del SeñorTe alabamos Señor.

� Nadie está en el cielo más cerca de Diosque tú, por eso te pido que te apiades demí y que me sostengas con tus brazosmaternales para que el mal que me angustiadesaparezca de mi vida. Amén.

Dios te salve María...

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� Haz que, por medio de tus oraciones mevea libre de esta gran preocupación, tú quesufriste con entrega admirable al pie de lacruz de Jesús, te pido que no despreciesmi súplica, mas bien líbrame de todo peligro,Virgen gloriosa y bendita. Amén.

Dios te salve María...

María, que desatas los nudos, consuelode los afligidos.

Ruega por mí.

ORACIÓN POR UN DIFUNTO

Santa María, Reina de todos los santos, tepedimos por... que muriendo dejó este mundo paraentrar en la eternidad.

Dios te salve, Reina y Madre de misericordiavida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve.A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva;a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en estevalle de lágrimas,ea, pues, Señora, abogada nuestra,vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos;y después de este destierro muéstranosa Jesús, fruto bendito de tu vientre.

Oh clementísima, oh piadosa,

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oh dulce Virgen MaríaRuega por nosotros, Santa Madre de Dios.Para que seamos dignos de alcanzar laspromesas de Nuestro Señor Jesucristo.Amén.

Del Evangelio de Jesúsescrito por San Juan

Jesús dijo: “Yo soy la Resurrección y la Vida. Elque cree en mí, aunque muera vivirá; y todo el quevive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?”Marta respondió: “Sí Señor, creo que tú eres elMesías, el Hijo de Dios, el que debía venir almundo”.

Palabra del SeñorTe alabamos Señor.

� Desata, Virgen Santa, el último nudo en lavida del hombre y pídele al CorazónSagrado de Jesús que le abra las puertasdel cielo a... y así, olvidadas las faltas quepor la humana fragilidad pudo habercometido pueda vivir eternamente en lamorada de la luz y de la paz donde todosun día esperamos encontrarnos, para quejunto con vos alabemos al Padre, al Hijo yal Espíritu Santo por los siglos de los siglos.Amén.

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Rezar tres Avemarías.

Santa María, puerta del cielo

Ruega por él (ella)

ORACIÓN ANTE LA MUERTEDE UN SER QUERIDO

Virgen María, consuelo de los afligidos, míramecargando con la cruz del dolor por la muerte de... aquien amo.

Salve oh Reina, dulce Madre nuestratoda bondad, toda clemencia, amor,a ti gimiendo el alma se confíasola esperanza al humano dolor.Vuelve a nosotros tus divinos ojosllenos de amor y serena luzy muéstranos, después de este destierrola casta flor de tu seno: Jesús.

Del Evangelio de Jesús escrito por San Juan

En aquel tiempo, María la hermana de Lázaro,llegó a donde estaba Jesús y al verlo, se postró asus pies y le dijo: “Señor si hubieras estado aquí mihermano no hubiera muerto”. Jesús al verla llorara ella y también a los judíos que la acompañaban,conmovido y turbado, preguntó “¿Dónde lopusieron?” Le respondieron “Ve, Señor, y lo verás”

Y Jesús lloró.

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Palabra del Señor.Te alabamos Señor.

� María, tú que desatas los nudos, sé paramí la estrella de esta noche oscura, nochede lejanía, noche sin compañía. María,consuelo de los afligidos, ruega por mí.

� Que tu mano desate el nudo de este dolorque oscurece mi vida y brilla Tú como luzamiga, luz fiel, luz inagotable que hagasólida mi fe y mi esperanza en la vidaeterna. María, consuelo de los afligidos,ruega por mí.

� Que tu intercesión me alcance el consuelode Dios para creer que nuestro peregrinaren esta vida es el preludio del cielo. María,consuelo de los afligidos, ruega por mí.

Rezar tres Avemarías.

ENCOMENDANDO A LA PROTECCIÓNDE LA VIRGEN A NUESTROS

FAMILIARES, AMIGOS Y CONOCIDOS

Virgen María, Madre mía que desatas los nudos denuestra vida pongo en tus manos a todos misfamiliares, amigos y conocidos y por ellos te digo:

Bendita sea tu purezay eternamente lo sea

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pues todo un Dios se recreaen tan gloriosa belleza,a ti celestial princesa;Virgen sagrada María,yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón,mírame con compasión,no me dejes Madre mía.

Evangelio de Jesús escrito por San Juan

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y lahermana de su madre, María, mujer de Cleofás, yMaría Magdalena. Al ver a la madre y cerca deella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo:“Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo:“Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquel momento,el discípulo la recibió en su casa.

Palabra del SeñorTe alabamos Señor.

Santa María, Madre de Dios, ruega por ellos.

Madre de Cristo, ruega por ellos.

Madre de la divina gracia, ruega por ellos.

Madre Purísima, ruega por ellos.

Madre de toda la Iglesia, ruega por ellos.

Dios te salve María...

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EL AGUA BENDITA

El agua bendita nos trae el recuerdo de Cristo,agua viva que calma nuestra sed de Dios y que pormedio del bautismo, Sacramento del agua, es signode bendición salvadora.

Por eso podemos utilizar el agua bendecida parainvocar la protección de Jesús sobre nosotros yrenovar el deseo a seguir perteneciendo a El, yaque por el Bautismo fuimos hechos miembros suyos.

¿QUÉ HACEMOS CONEL AGUA BENDITA?

1. Cuando nos levantamos a la mañanao nos acostamos a la noche nos hacemosla señal de la cruz con ella.

2. Bendecimos nuestros hijos poniéndolesagua bendita sobre la frente.

3. Rociamos nuestras casas pidiendo laprotección y la ayuda de Dios.

4. Rociamos a un enfermo.

5. Rociamos a un moribundo.

6. Rociamos a un difunto.

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¿CÓMO LO HACEMOS?AL LEVANTARNOS POR LA MAÑANA:

Haciéndonos una pequeña cruz en la frentecon el dedo mojado en agua bendita decimos:

Dios bendíceme para que en este día quecomienza todo lo haga con tu protección. En elnombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.Amén.

Rezamos también:Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

POR LA NOCHE AL ACOSTARNOS:

Haciéndonos una pequeña cruz en la frente conel dedo mojado en agua bendita decimos:

Señor guárdame y protégeme durante esta nocheque tus ángeles me cuiden, para que mañana puedalevantarme sano y salvo.

Rezamos también: Padre Nuestro,Ave María y Gloria.

AL BENDECIR A NUESTROS HIJOS:

Cuando por la noche se van a dormirhaciéndoles una cruz sobre la frente de cadauno de ellos con el dedo mojado en agua

bendita:

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Que Dios que es Padre, Hijo y EspírituSanto te bendiga y te proteja de todo mal. Amén

AL ROCIAR NUESTRA CASA:

Tomando el recipiente con el agua benditaderramamos un poco de agua sobre la casa ydecimos:

Señor y Padre nuestro,dirígeme tu mirada sobre nosotros,tus hijos, que redimidos por Jesús.Hemos nacido del agua del Espíritu Santoen la fuente bautismal.Concédenos que todoslos que vivimos en esta casapor medio del rocío de esta aguaquedemos renovados en el cuerpo y en el almay te sirvamos con limpieza de vida

Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Podemos rezar también: Padre Nuestro, AveMaría y Gloria.

POR UN ENFERMO:

Pedimos la bendición de Dios sobre un enfermohaciéndole una pequeña cruz sobre su frentecon el dedo mojado en agua bendita y ledecimos:

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Señor, Padre Santo, Diostodopoderoso y eterno, que con tu bendiciónlevantas y fortaleces a los enfermos, protege a(decir el nombre)... Aparta de él la enfermedady devuélvele la salud.

Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Podemos rezar también: Padre Nuestro, AveMaría y Gloria.

POR UN MORIBUNDO:

Cuando alguien está gravemente enfermo y apunto de morir, habiendo llamado a unsacerdote antes de llegar a esta situación,podemos rociar con agua bendita la cama delenfermo diciendo:

Señor Jesús, Salvador del mundo, te encomen-damos a (decir el nombre)... y te rogamos que lorecibas en el gozo de tu reino, y aunque como todospudo haber pecado nunca negó a Dios. Amén.

Santa María, ruega por él (ella).

San José, ruega por él (ella).

POR UN DIFUNTO:

Durante el velatorio se puede rezar el rosario uotra oración, también podemos,

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rociando el féretro con aguabendita, decir:

Vengan en su ayuda santos de Dios; salgan a suencuentro ángeles del Señor. Reciban su alma yllévenla ante el Altísimo.

(decir nombre)... Cristo que te llamó te reciba ylos ángeles te lleven al cielo. Amén.

Rezamos también: Padre Nuestro, Ave María yGloria.

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Bibliografía utilizada

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Prólogo

Al lector. ¿Tan solo una devoción?

Antigua y respetable devoción

Devoción totalmente de acuerdo

con la Doctrina Católica

Devoción muy indicada

para nuestros días

Una devoción que no debe

ser mal entendida

Oración y Novena a

Nuestra Señora la que

Desata los Nudos

Oraciones ante el cuadro de

Nuestra Señora la que

Desata los Nudos

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Apéndice

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