Gaceta Del rio 17 - 25 Octubre de 2001

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    N 17 - 25 Octubre de 2001

    SUMARIO

    1. LOS DILOGOS PERDIDOS (I), por Rodrigo Fernndez Carvajal. Del libro Los Dilogos Perdidos. Edit. Alfrez, 1de Junio de 1952

    2. LUGAR P OTICOFalange Espaola, por Antonio Castro Villacaas.

    LOS DILOGOS PERDIDOS (I)

    por Rodrigo Fernndez Carvajal.

    Los Dilogos Perdidos (I)

    GALLARDA

    Jos Antonio, cuya figura resume muchos anhelos en parte cumplidos y en parte desazonadoramente lejanos de la generacinactual, tena entre sus virtudes una singular, especie de sal que mantiene en su punto a las restantes: la gallarda. Un gestogallardo es el mejor indicio de que el organismo espiritual subyacente est en forma. Cuando a la gallarda se sobrepone laeficacia, o cuando se le empieza a considerar como virtud decorativa algo as como el equivalente viril de los ejercicios de cantoypiano podemos estar seguros de que se ha iniciado alguna gravsima descomposicin.

    Hay horas grises y sin pulso en que la gallarda resulta una especie de husped molesto. Entonces suele ocurrir una de estas doscosas: o bien se evapora, dejando paso libre a un fofo pragmatismo mejor o peor disfrazado, o bien se desarrollaelefantisicamente, perdiendo sus clsicas proporciones, para convertirse en cualquier insoportable sucedneo: acritud,matonismo, intolerancia destemplada. Como ocurre con todas las virtudes, el aislamiento de todo otro buen hbito -susubsistencia pura y solitaria- la convierte automticamente en vicio. Cuando al valiente le faltan ideales que realizar, seensimisma y nace el espadachn. En el mbito de la vida espiritual, igual que enlas bodegas, las virtudes expuestas al aire libre,en perpetua espera de ser trasegadas, acaban por avinagrarse.

    Sin embargo, acaso sea mejor la gallarda averiada que la gallarda evaporada. Y de sta hay, desgraciadamente, ejemplos cadavez ms abundantes en la juventud espaola actual. Una sensatez de hielo, srdidamente pragmtica, empieza a suplantar aquelalegre aire combatiente -un poco desacordado y anacrnico en sus formas, pero perfecto en su fondo- que hasta ahora era el almade la Universidad. Esta sensatez -entindase la palabra en su mal sentido; hemos llegado a tal carnaval de vicios y virtudes, quehay que hacer a cada paso aclaraciones del tipo de aquella de don Antonio Machado: Soy, en elbuen sentido de la palabra,

    bueno- estara vagamente justificada, o al menos reducida a proporciones inocuas, si tan slo afectara a aspticas cuestionesprofesionales; pero lo peor es que muchas veces se corre a otra de ndole ms grave y pretende servir de norma de conductaespiritual y poltica. Generalmente va acompaada de una especie de neoliberalismo inconsciente, hijo ms de flojeratemperamental que de persuasin ideolgica. El sensato, escandalizado porel grito y el taconazo, no ha acertado a ver la hondaraz de sanidad y juventud que se oculta bajo estas cosas y la posibilidad de injertar en ellas principios de dialctica, yrefinamiento. Al extirpar en s todo lo ruidoso yautoritario ha arrojado de refiln por la borda todo el maravilloso caudal degallarda de que era heredero como espaol nacido a la luz histrica despus del 18 de julio.

    Es necesario que esta actitud no se propague y se convierta en clima. Y para ello es condicin sinequa non que se rebajen cuantoantes los gestos de signo contrario: los de la gallarda averiada y delirante. Cuando el sensato vea que la intransigencia y lacombatividad saben operar silenciosamente y no andan siempre por la vida dando codazos, comenzar a comprender lanecesidad de que subsistan. Sin ellas y sin la gallarda, que las abraza y deja en supunto, ninguna generacin hizo en Espaanada decoroso.

    (Alfrez, Agosto 1947)

    http://d%7C/mspfoe2/culturafalangista.es/hemeroteca/gacetaplataforma2003/17gaceta-2.html#1http://d%7C/mspfoe2/culturafalangista.es/hemeroteca/gacetaplataforma2003/17gaceta-2.html#1http://d%7C/mspfoe2/culturafalangista.es/hemeroteca/gacetaplataforma2003/17gaceta-2.html#1http://d%7C/mspfoe2/culturafalangista.es/hemeroteca/gacetaplataforma2003/17gaceta-2.html#2http://d%7C/mspfoe2/culturafalangista.es/hemeroteca/gacetaplataforma2003/17gaceta-2.html#1http://d%7C/mspfoe2/culturafalangista.es/hemeroteca/gacetaplataforma2003/17gaceta-2.html#1http://d%7C/mspfoe2/culturafalangista.es/hemeroteca/gacetaplataforma2003/17gaceta-2.html#2http://d%7C/mspfoe2/culturafalangista.es/hemeroteca/gacetaplataforma2003/17gaceta-2.html#1
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    AVISO A LOS UNIVERSITARIOS FIELES

    Los dos modos de la verdad

    Nuestros universitarios, grosso modo, pueden partirse en dos grupos: el de los que mantienen frente a los varios aspectos de lavida una actitud antiliberal y gallarda, enraizada en Jos Antonio, y el de los que se dejan arrastrar por una especie de

    neoliberalismo temperamental ms o menos armado ideolgicamente. Los primeros representan la fidelidad y la pureza, esto es,la levadura del maana. Los segundos representan el aflojamiento y la abdicacin, esto es, el veneno que puede destruir, si sepropaga, toda esperanza espaola.

    Entre estos segundos, empero, hay para los fieles un enorme campo de misin. Mas han de saber darle a su fidelidad vida ntima,vigor intelectual, riqueza. Nada ms triste que el poseedor de la verdad la proclame esttica y cansinamente, como un discorayado.

    La verdad -de esto hay que penetrarse hasta la mdula- tiene dos modos de manifestarse: un modo rgido e inmutable, como el dela moneda acuada, y un modo fluyente. Segn el primer modo, se manifiestan la verdad religiosa y la verdad poltica en suslneas esenciales y maestras. Segn el otro modo, se manifiestan las verdades de aplicacin y de estilo, esto es, aquellas que sonarbitrios con que hacer frente a una determinada situacin histrica. Y estn estos dos modos de verdad dispuestos en relacin

    tan paradjica, que cuanto ms ahondemos y vivamos el primero, ms fcil nos ser la captacin del segundo. El santo que viveinmerso en Dios, por ejemplo, vibra mejor que nadie ante los estmulos de la hora transente, y sabe hacerle frente a sta sinrefunfuos y sin gestos de hierofante. Por el contrario, el integrista que no vive desde la raz del alma su verdad, o la vivereducida a una frmula enteca, ha de autosugestionarse, en el correr de la lucha diaria, adoptando un perfil de agresivo herosmohasta para el ms simple menester. En lo que toca a la relacin vital del hombre con la verdad, uno y otro, pese a las primerasapariencias, se sitan en dos polos opuestos diametralmente.

    Busquemos, en consecuencia, la semejanza del primero y no la del segundo. Instalmonos en la verdad constante, que ella noshar libres, y no sobre el escabel artificioso de unos cuantos arbitrios histricos petrificados. Si es pecado borrar la verdadacuada, tambin lo es acuar la verdad fluyente.

    La unidad y el sincretismo

    Asusta muchas veces ver cmo jvenes magnficos, en declaraciones orales o escritas, atentan inconscientemente y con la mejorintencin contra la virtud mximade la vida de un pueblo: la unidad. Por huir del fofo sincretismo y de la componenda recaen enuna vidriosidad muy poco inteligente, una vidriosidad que los hace desmesuradamente irritables frente a cualquier posturapoltica y vital que difiera, aun exterior y mnimamente, de la suya.

    Tal actitud tiene complejas races. Una de ella es la necesidad de crearse enemigos -as el predicador que inventa a su guisa elmaniqueo para despus refutarlo- que con su presencia espantable mantengan la tensin y el empuje en las filas propias. Otra es,sencillamente, la ingenuidad: el no darse cuenta de que resulta muchas veces ms eficaz la obra de captacin (no captacinartera, se entiende, sino revestida de caridad) que la fulminacin de anatemas. Estos -es necesario dejar las cosas claras- sonnecesarios en muchsimos casos, pero no en todos. Entre la cobarda y la guerra santa hay una actitud intermedia: laapostolizacin amorosa, e inteligente. El cruzado debe salir a la escena despus que el misionero haya cumplido su papel, yafirmar esto no es espritu de componenda, sino sentido comn y doctrina cristiana.

    Descubrir la juventud espaola una forma tpica de apostolado poltico, un modo inteligente y eficaz de acercarse al prjimopara asimilrselo y para disolver los posibles fantasmas de diferenciaciones ideolgicas que con tanta frecuencia suele crear lafalta de contacto? Tendr energa espiritual suficiente para no gritar cuando no sea necesario, para asegurar su propia lnea deconducta sin necesidad de buscar oposiciones debajo de las piedras o de agigantar las oposiciones reales? De que estas preguntastengan respuesta afirmativa depende buena parte del futuro de Espaa. Y conste que esta crtica se formula sobre la seguridad deque el peligro contrario -el de que por buscar con demasiado empeo la unidad se caiga en el sincretismo- est, afortunadamente,lejos de nosotros.

    Crtica de precisin

    La crtica, cuando se ejerce desaforadamente, es ineficaz. Su mayorvalor radica precisamente en la justezaen hincar el dienteall donde est el mal y tener el tino y la serenidad necesarios para no ir ms all. Cuando el meollo verdadero de la crtica varevestido de desorbitaciones e inexactitudes, es muy fcil para el criticado hacer odos sordos y tomarla en bloque a beneficio deinventario. La mentira -lase la exageracin- embota los filos hirientes de la verdad y la incapacita para cumplir su laborclarificadora y alumbrante. Muchas veces la fuerza mayor de una determinada postura radica, precisamente, en haber sido objeto

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    de crticas injustas.

    Hoy, si repasamos mentalmente los modos de manifestacin oral y escrita de nuestra juventud, comprobamos que -en general- lacrtica es inicialmente exacta y noble, pero desaforada en sus modos y con una cierta inclinacin al tenebrismo y al dislate. Escomo un alma radiante en un cuerpo torpe. Consecuencia: que los odos de los criticados se han ido embotando poco a poco y yapodemos gritar junto a ellos sin que nos oigan. A fuerza de hacer frecuentes el grito y el denuesto, los hemos hecho poco menosque intiles. Es posible que este modo de crtica tenga algn efecto galvanizante en las filas propias, pero este efecto esabsolutamente ficticio y transitorio. La mentira nunca es medicina; es estupefaciente.

    Urge crear una crtica medicinal, esto es, una crtica de precisin. Cuando la mquina denostadora que llevamos dentro seaplique con absoluta rigurosidad a su objeto propio comenzarn a hacernos caso. Y conste -siempre es necesario hacer algunaltima declaracin- que la rigurosidad, bien entendida, no implica frialdad ni cautela srdida.

    Cabeza fra y corazn caliente

    La poltica de los ltimos aos -la que engendr los totalitarismos y la mstica democrtica; consintasenos unir a finesmeramente dialcticos ambos extremos- era una especie de teraputica aplicada a un cuerpo moribundo, y cifraba toda su virtuden reanimar el corazn a fuerza de calentar la cabeza. Con objeto de poner en pie la energa cordial de los pueblos, los saturabacon el explosivo mental de los grandes mitos: raza. Estado como realidad absoluta, democracia niveladora. Estos mitos,cerebralmente digeridos, propagaron su accin por todo el organismo, y un buen da los cuerpos exnimes echaron a andar, con

    su corazn batiente y sonoro. Pero pronto se les acab la cuerda. La mentira tiene en contra suya, aparte de su intrnsecainmoralidad, una poderosa razn pragmtica: que sobre ella no se puede construir nada demasiado estable. El nico que puedecimentar su obra sobre la mentira sin que a su propio ser repugne es el demonio.

    Caldear la cabeza no es, por consiguiente, recurso admisible para caldear el corazn. Dios ha dispuesto un orden naturalinviolable y magnfico: cabeza fra y corazn caliente. Cuando aquella cumpla, sin concesiones a ninguna teraputica artificiosa,su propia funcin de desvelar la verdad y de humillarse ante ella, ste comenzar naturalmente a reanimarse y latir. El fromental, la adscripcin limpia y sincersima de la mente a las cosas sin buscar prematuros enardecimientos, es un fro termgeno,un fro que da calor, como el de los helados. Y si en el fondo de esas cosas la mente encuentra al Creador, estar asegurado elcaldeamiento normalsimo del corazn para siempre.

    Nuestra juventud, en medio del cadavrico mundo actual, tiene que realizar este ideal de la cabeza fra y el corazn clido. Nada

    de jugar a las mentirijillas, a la mitomona, a las beatas ficciones. Nada de andar en volandas de irrealidad. Todo lo que por estava se consiga es efmero, y se desvanecer en cuanto la historia nos ponga frente a los arduos problemas de la madurez. Si noqueremos rehuir este enfrentamiento, es necesario que desde ahora comencemos a alimentarnos de verdades. Entindase: deverdades y no de esquemas simplistas.

    Medite el lector todo esto y ponga despus la mano sobre el corazn, sobre ese corazn que es necesario enardecer: cuando enuna publicacin o en un dilogo juvenil encuentra proclamado y defendido algo que a todas luces es pura ficcin, mentira casicreda a fuerza de reiterada, no siente roerle una enorme angustia, no siente que toda su naturaleza rechina? Esta angustia y esterechinamiento tienen un origen preciso: son la respuesta del espritu, hecho para la verdad, frente a unatctica que pretende,consciente o inconscientemente, romper el vnculo que Dios puso entre la cabeza y el corazn y caldear a ste a costa de llenaraquella de mentiras, aunque sea de mnimas mentiras propagandsticas.

    El joven poltico

    La poltica, queramos o no queramos, implica siempre una determinada tensin de fuerza, una pugna ms o menos acentuada.Cuando los dos pugnantes se sitan en posiciones demasiado diversas, la poltica se esteriliza y se va al diablo, esto es, alliberalismo apoyado en el rgimen de partidos. Cuando los dos pugnantes se sitan sobre el terreno comn de una hondaidentidad previa, su pugna puede ser fecunda; el agonismo se transforma en colaboracin.

    Un cierto grado de agonismo es consustancial a la vida poltica, y aqu est la raz del rgimen representativo y de la inevitableconstitucin de equipos -si no partidos- deseosos de controlar los varios resortes del poder. Ahora bien: estos equipos tienensiempre una composicin necesariamente compleja: en ellos hay, por una parte, puntos de vista exactos y deseos nobles, y porotra, errores y anhelos ms o menos bastardos. El diamante de la buena intencin y de la rectitud ideolgica est engastado en elbarro de los intereses individuales, de la ignorancia suficiente, del orgullo monopolizador de la verdad.

    Cul debe ser la actitud juvenil ante este juego, puro e impuro a la vez, de los equipos polticos? Ante todo, hay que armarse derealismo y de inteligencia despierta y efectuar en el seno de la vida poltica una delicada discriminacin: separar todo aquelloque es problema muerto de aquello que es problema vivo. Los equipos polticos estn constituidos por hombres, y el hombre esun ser que arrastra a cuestas los cadveres de sus enconos pasados, las consecuencias de sus actitudes antiguas. Dos polticos de

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    cincuenta aos son como dos boxeadores despus del quinto o del sexto asalto: sobre la pura y noble deportividad, nicosentimiento admisible, se ha sobrepuesto el amor propio picado, el afn del desquite. La verdad se presenta en ellos con mscara.En cambio, el poltico joven -esto es, el joven que sienta la especfica llamada de la poltica- llega a la palestra con el alma sincicatrices, pura y desnuda, y sera absurdo que empezara su combate contaminndose con el personalismo encono de cualquierade los anteriores contrincantes. Su deber es aprender de ellos las buenas artes -el amor propio lcito y las reglas del juego-, perono la pasin y la ceguera con las que las han averiado. Ya la vida le ir dando a l sus propias cegueras y enconos, sin necesidadde hacerse en este punto heredero de nadie.

    A poco que ahonde, este joven poltico ver que entre l y su antagonista -nos referimos, claro est, a un rgimen polticodecoroso, no a una merienda de negros democrtica- hay puntos de contacto y zonas de unidad bastante grandes, o por lo menosposibilidad de borrar muchas diferencias mediante una labor de acercamiento inteligente y efusiva. Algunos de los problemaspor los que pugnan los padres se desharn, como espectros, al tocarlos, y bajo ellos, brotarn del suelo de la actualidad -que es loque nos interesa- otros ms reales y slidos. Y en torno a estos problemas hay que agruparse, no en torno a las dicotomas yasuperadas.

    La tarea del joven poltico es, en esencia, alumbrar los problemas vivos y enterrar los muertos. Esto, naturalmente, despus dehaberse consustanciado con la inconmovible solucin de los problemas eternos -la solucin catlica- y con la de los problemasnacionales permanentes -respecto a los cuales no es la disensin admisible- la solucin patritica y unitaria.

    (Alfrez. Mayo de 1948)

    LUGAR P OTICO

    Por Antonio Castro Villacaas.

    Falange Espaola

    Yo quisiera cantarte sin lamentos,sin pensar en la flor que se marchita,en el rbol que vive y muere siempre en su sitio,

    en el leve roco que fenece en cuanto el sol le dora,o en el viento, que slo vive mientras silba.

    Yo quisiera, Falange, yo quisiera...

    Yo quisiera traerte de tu historiaanhelos de futuro para hacer la vida nueva.

    Yo empec a amarte con la luz ms clara,en mitad de la noche que a los miedos incita.Comenc a enamorarmecuando todo alrededor era pura arqueologa:el dolor de las piedras, los muertos en los libros,los reyes sin corona, sin espada, sin justicia,este pueblo nuestro paciendo las espigas,

    mientras lobos y cuervos robaban sus despojos...

    Entonces pude verte.Pude verte entonces, sentirte viva,oh Falange Espaola, or tu nombre,recin hecho de esperanzas y caricias!

    Rosa empuada en el vivir del hombreque suea y trabajamejor que para s, para los suyos.

    Porque tu nombre, sonoro y rumoroso,fue para mi odo a la vez oracin y arenga,una voz tan amiga como antigua,

    el eco remoto de aquel roo la campana aquella que en los sueos oa...

    Por tu nombre tropec con tu presencia,quise conocerte, ingres en tus filas.

    http://d%7C/mspfoe2/culturafalangista.es/hemeroteca/gacetaplataforma2003/17gaceta-2.html#2http://d%7C/mspfoe2/culturafalangista.es/hemeroteca/gacetaplataforma2003/17gaceta-2.html#2
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    Surgas de las sombras: para todostraas pan entre las flores, pan en la justicia,un suave convivir sin prisas ni recelos,el amoroso pacto sostenidode la fe en el ayer y en un factible futuro...

    Sobre el maana apenas entrevisto,ardiente pulso, ardiente tacto,porque los ojos aprenden cuando miran.

    Rayo de sol quebrado en aguas turbiascuando quisiste calentar las aguas claras,ay, Falange Espaola!

    Y entre flores y sombras, inalcanzables sueos...Se poblaban los aires con tu dichacuando Espaa alcanzabael fruto del trabajo conjuntado,y el amor de sus hijoste brindaba el cristal de sus sonrisas.Nunca te quejaste de dolores,del duro esfuerzo, de la larga. siembra...Supiste, acaso, quin te responda?

    Oh, Falange Espaola,Espaa misma,yo quisiera desterrar los alacranesque clavan sus rejones en tu herida,y poner entre el valle de tus pechosla flor de la esperanza matutina!

    Alcotn de vuelos abatidos,Falange de altos sueos,Espaa siempre incomprendida.

    Yo quisiera tenerte,sentirte, orte, verte,saber que eres t,no soarte perdida.Conocer los aires que respiras,los colores que alegran tus andanzas,el perfil del terreno que caminas,y el eco que recoges cuando escuchaslas voces que susurran tu nombre claro.

    Yo no quiero quedarme con la historia,en un solar de piedras y de esquilas.No quiero que te escapes como un sueo.Quiero buscar dentro de ti la nueva vida;quiero ver tu huella entre las floresy las llamas que aroman y calientan estos das;

    que tu cuerpo y tu alma no estn huecoscuando pueden cobijar altivas aves,fieles mastines.

    29 de octubre de 1999