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URKULTUR Nº 6

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Ur  

KultuR  

Revista Digital Europea Transnacional Nº 6 

ERNST JÜNGER 

EL REBELDE, EL GUERRERO,

EL ANARCA 

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Índice 

Editorial.

La aventura del rebelde.Sebastian J. Lorenz

Ernst Jünger: Una biografía (1895-1998).Fernando Báez

Ernst Jünger. Escritura en tiempos decatástrofe.Joaquín Fernandois

Ernst Jünger y la Nueva Derecha.Alain de Benoist 

El nacionalismo de nuevo cuño: ErnstJünger y la Revolución Conservadora.Joaquín Abellán

Ernst Jünger: Yo soy la acción.José Luis Ontiveros

Jünger, el eterno guerrero.Abel Posse

Ernst Jünger, pensador político radical.Wolfgang Herrmann

Ernst Jünger y el Trabajador.Alain de Benoist 

Ernst Jünger. Memorias de un guerrero.Mauricio Castillo Videla

¿Por qué Jünger?Arturo Fontaine Talavera

Sobre el nihilismo y la rebeldía deErnst Júnger.Ricardo Andrade Ancic

Ernst Jünger o la visión razonada.Abel Posse 

Sobre el encuentro Jünger-Borges.Juan Pablo Vitali

MISCELÁNEA:

HOMENAJE A ERNST JÜNGER

Muere Ernst Jünger, testigo de acerodel siglo XX.

Pintadas mentales.Iury Lech

La muerte a los cien.Vicente Verdú

“Un viejo guerrero no tiembla”.Andrés Sánchez Pascual

El soldado desconocido.Félix de Azúa

Dos fines de siglo.Ferrán Gallego

Un hombre libre.Hermann Tertsch

Su obra en España.Ignacio Echevarría

“Este siglo ha sido uno de los másespantosos de la historia”.José Andrés Rojo

Ernst Jünger, en el ojo del huracán.

El viejo guerrero de la “revoluciónconservadora”.Luis Meana

Caza sutil para escribir un diario.Andrés Trapiello

E-Books:

La emboscadura.Tempestades de acero.Heliópolis.

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Editorial

LA AVENTURA DELREBELDE

Sebastian J. Lorenz

¿Fue Jünger el último rebelde? Prolífico eindividualista autor, que en ningúnmomento comulgó con el nacionalsocialismo(incluso rechazó el acta de diputado queHitler le ofreció), aunque tampoco lo hizo

con ninguna de las innumerables ligas oclubes “volkisch” de la época pero, encambio, no dudó en colaborar con laAhnenerbe-SS, Ernst Jünger inicia su laborliteraria después de sus experiencias bélicas:

«La guerra es la madre del nacionalismo. Laguerra es la experiencia de la sangre … Laguerra es nuestra madre, ella nos ha paridoen la hinchada panza de las trincheras.Como una nueva raza, nosotros

reconocemos con orgullo nuestro origen.Consecuentemente, nuestros valores debenser valores heroicos, los valores de losguerreros y no el valor del tendero quequiere medir el mundo con su vara de medirtelas».

Así concebida, la guerra se configura comouna acción profiláctica, de higienización dela sociedad, sirve como selección naturalentregando el poder a los más fuertes, entrelos que destaca el soldado comoprotagonista y opuesto al burgués. DeJünger no puede decirse que fuera unfascista, quizás sí un nacionalista ydescaradamente elitista, pero no porreferencia a una aristocracia nacional –nobleo burguesa-, sino precisamente por remisiónal espíritu del soldado y del trabajador quese forjan en el frente o en la retaguardiamediante la movilización total.

Ernst Jünger, el guerrero, el anarca, elrebelde del siglo XX.

La existencia de una supuesta tendencia

humana hacia la igualdad, la nivelación entodos los órdenes, fenómeno que Ratheneaucalificaba como la invasión vertical de losbárbaros o la revolución por lo bajo (Revolutionvon unten) de Spengler, es una afirmaciónrigurosamente inexacta. El hombre es un sernaturalmente inconformista, competitivo yambicioso, al menos, en un sentidoprogresivo y evolutivo. El mito de laigualdad deja paso a la lucha eterna por ladiferenciación. Y este concepto dinámico se

integra en la sociedad mediante dos polosopuestos que originan en ella unmovimiento de tensión-extensión: minoríasy masas, formadas por hombres-señores opor hombres-esclavos, estos últimos seresmediocres en los que se repite un tipogenérico definido de antemano por losvalores imperantes de la moral burguesa oprogresista triunfante en cada momento opor los dictados de la modernidad, siervosde una civilización decadente que pugna

por la nueva nivelación-igualación consistenteen rebajar o disminuir a los que se sitúanpor encima atrayéndolos a un estrato

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inferior. El combate por la libertad cede antela búsqueda de una felicidad gratuita.

Nietzsche expuso su antítesis entre una“moral de señores”, aristocrática, propia delespiritualismo en sentido europeo

intrahistórico, y una “moral de esclavos”, deresentimiento, que correspondería alcristianismo, al bolchevismo y al capitalismodemoliberal. Es la naturaleza la queestablece separaciones entre los individuos“espirituales”, los más fuertes y enérgicos ylos “mediocres”, que son mayoría frente a“los menos”, una “casta” que anuncia eladvenimiento del “superhombre” (Übermensch). El “mensajero del nihilismo”fue un predicador militante contra el orden

caduco y la moral convencional, pero lohacía desde un profundo individualismoque se oponía a las distintas formas dedominio ejercidas sobre las masas con eloscuro objetivo de anular toda personalidad.

Y es aquí cuando percibimos que la figurasolitaria, dramática y patética del rebelde,del anticonformista, parece haberdesaparecido de la sociedad posmoderna. Eldeclive del romanticismo y el advenimiento

de la sociedad de masas han puesto demanifiesto la crisis del héroe, del intelectualcomprometido con la disensión y la protesta,reduciéndolo a un mero personaje de ficciónliteraria. El neoconformista interpreta todarenovación como un atentado contra suseguridad. Atemorizado por el riesgo y laresponsabilidad inherente al difícil ejerciciode la libertad personal, aprieta filas con elmodelo colectivo. Es el hombre heterodirigido de Riesman o el hombre masa de Ortega y

Gasset. Sin embargo, a lo largo del pasadosiglo, diversos movimientos hanrespondido, intuitivamente en la mayoría delas ocasiones, enérgicamente las menos,contra esta homogeneización de las formasde vida.

Durante la década de los cincuentaaparecieron los llamados jóvenes airados ogeneración beat, espíritus extravagantescaracterizados por sus deseos de romper conlas reglas del orden constituido. Forman ungrupo promiscuo de bohemios, artistasfracasados, vagabundos, toxicómanos,

asociales inadaptados y geniosincomprendidos. Mezclan, en extrañaconfusión, ciertos gestos incomformistasrespecto al sexo, las drogas, la amistad, conactitudes intolerantes hacia las formas devida social, familiar e individual

establecidas. Viven en pequeñascomunidades, desprecian el dinero, eltrabajo, la moral y la política. Su culto a larebelión anárquica se resuelve en unatécnica existencial autodestructiva que sueleconcluir en el psiquiátrico, el reformatorio oel presidio. Los beats, en medio de laalucinación y el desespero intelectual,degeneraron en lo absurdo, porque absurdoera el mundo en el que estaban obligados avivir.

Marcuse, símbolo de la protesta estudiantilde los sesenta, intuía la contracultura comouna gran negación y, como toda actitudnegativa, suponía la afirmación de unosvalores opuestos a la cultura en su sentidoclásico. El mayo francés, con su imaginaciónal poder, dio vida efímera al fenómeno de lacontracultura.: su temporalidad se debió, sinduda, a su carácter de negación, «porqueaquel que reacciona contra algo afirmado no tiene

iniciativa en la acción», en expresión de Evola.La contracultura intentó construir unaalternativa diferente al futuro tecno-industrial, renovando la caduca culturaoccidental a través de una revoluciónpsicológica de la automarginalidad.

Por otra parte, la infracultura delincuenteconstituye una auténtica anticultura, cuyocódigo de honor  consiste en trastornar lasnormas justas –o, al menos, aceptadas

colectivamente- de la cultura dominante, através de la ritualización de la hostilidadgratuita y el vandalismo, erigidos comoprincipios éticos que no se dirigen a laobtención de un lucro inmediato, sino a laposesión del placer por lo ilícito, del riesgopor la violación de un tabú. Sucomportamiento es incontrolado, carente detoda lógica, y su actuación es hedonista,inmediata, no programada, lo que ladiferencia de la delincuencia profesional. Estetipo de rebelde fracasado, surgido de lossectores menos favorecidos –ahora laextracción se produce también entre los

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niños pijos consentidos-, ve en la propiedadajena el símbolo tangible del éxito, razón porla cual su apropiación o destrucciónconstituye una singular venganza, uncamino más sencillo que el de laautodisciplina, el sacrificio o el valor del

trabajo.

La cultura urbana, a través de expresionesmusicales como el rock y sus más modernosritmos afroamericanos y de sus depresionesalucinógenas –mezcla de drogas, alcohol,música e imágenes estereotipadas-, hacreado nuevos tipos de protesta uniformada,es decir, una paradójica protestaneoconformista, totalmente absorbida por elsistema y por las corrientes de la moda. En

nuestro país, este fenómeno de hastío moraldegeneró en la movida, un mero gestocontradictorio expresado por las vías delespectáculo huero y el sensacionalismoabsurdo. La movida, de repente,reaccionando en sentido contrario a la leyfísica que le dió su nombre, se detuvo. Lavaciedad de su contenido provocó sumuerte prematura.

De todo lo anterior se desprende que los

hijos de la posmodernidad han aprendidouna lección: la inutilidad del acto de protestainstitucionalizado y la conveniencia deaceptar las leyes de la sociedad capitalista. Yhe aquí que el antiguo revolucionariocambia de uniforme y se entrega en manosde la ambición desmedida, de lacompetitividad, el consumismo y laseducción. Es el prototipo del nuevo burgués descrito por Alain de Benoist. Mientras losmedios de comunicación difunden este tipo

humano robotizado, la publicidad lo eleva alaltar como único ejemplo de valores eternosque merece la pena imitar. La fórmula lucro-especulación más placer teledigirido,divulgada por la estética urbana, fría ydespersonalizada, ha triunfado finalmente.

En el lado opuesto se sitúan, incómodos ydescolgados del tren pseudoprogresista, losnuevos bárbaros, personajes que parecenextraídos de los mitos de la literaturafantástica. Son auténticos rebeldes querechazan, a veces cruentamente, el códigocultural y moral hegemónico. Retorno a las

formas naturales, gusto por el misticismo,espíritu de combate, tendencia alcaudillismo y al sectarismo organizativo,pretensiones literarias y filosóficas,actuación marginal, a veces inclusoextremista, son las líneas básicas que los

definen, como si constituyesen unarecreación de las bestias rubias de Nietzsche.Su inconfesable propósito es sustituir elespacio cibernético de Spielberg por laespada mágica de Tolkien.

Pero también hoy nos encontramos con unnuevo tipo de rebelde, que lucha por hacerseun sitio en el bestiario de la sociedad tecno-industrial. Es el hombre duro, incombustibleemocional y espiritualmente, eternamente

en camino, en constante metamorfosisnietzscheana, que ejerce su profesión comoactividad no especulativa, que defiende suámbito familiar y relacional como último einviolable reducto de su intimidad, queparticipa con actitud militante en laformación de la opinión pública, que en fin,subraya sus rasgos propios frente a la masay que está dispuesto a sacrificar suindividualismo en aras de valorescomunitarios superiores.

No es hombre de protestas gratuitas osolemnidades falsamente revolucionarias.Busca la autenticidad a través de laresistencia a lo habitual, como un gerrillero schmittiano, aunque esta resistencia seadolorosa y desgarradora porque se dirige,sobre todo, hacia el interior de sí mismo. Enocasiones también, su dramática existencia yel repudio de la sociedad demoliberal, leacercan a la revolución nihilista de los

nuevos bárbaros. Este proyecto humano esaventura, destino no propuesto, ladimensión heróica y trágica del rebelde deJünger, del nuevo hombre que resultaenormemente peligroso para elinmovilismo.

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Ernst Jünger (1895-1998)

Fernando Báez

En parte porque su vida, como la deHeidegger, no estuvo a salvo del entusiasmoinicial por el nazismo o porque su obra yparticularmente sus diarios confrontan lanaturaleza del hombre sin escrúpulos, o porsu condición de militar victorioso (héroe deguerra, temido, capaz de hacer consignasrazonables para sus soldados: "maten conardor, pero no con odio") o por su misteriosocelo solitario, lo cierto, lo imprescindible, es

que Ernst Jünger resulta una presenciaincómoda en la historia de la literatura, y sumuerte cercana, el 17 de febrero pasado, casia los 103 años, ha vuelto a exigir unareconsideración crítica, justa, decisiva, de suvida y, por supuesto, de su magnífica obra.En ese sentido (y en otros), no veo mi aportesino como una oportunidad para compartiralgunos aspectos suyos que han hecho mivida de lector.

Entre dos guerras.

Nacido el 29 de marzo de 1895, enHeidelberg, hijo del doctor Ernst GeorgeJünger, un respetado profesor de química, yLily Karoline, Ernst Jünger pasó por variasescuelas antes de tomar la decisión radicalde unirse, junto con su hermano Friedrich, alos Wandervögel en 1911. Este grupo, quesostenía principios radicales posteriormenteadoptados por el movimiento hippie,extremaba el espíritu de la naturaleza y labúsqueda de los bosques así como el respetoabsoluto por la vida animal, lo que en eljoven aprendiz de escritor se convertiría enuna pasión ininterrumpida por laentomología. Esta independencia forzó laruptura con sus padres y su incorporación ala Legión Extranjera Francesa en 1913. Comose sabe y se repite, más que como se conocerealmente, la Legión era un feroz cuerpomilitar internacional integrado por hombresque asumían su pertenencia como un exilioo refugio en el Africa y Jünger tuvo la suertede sobrevivir en esa fuerza y ser respetado

durante su corta estancia en Argelia. Apedido de su padre, regresó para estudiar enHannover, pero la Primera Guerra Mundialle ofreció una ocasión más relevante paracontinuar su independencia y, ante elllamado del Káiser, no perdió tiempo en

asimilarse. El rechazo a la vida burguesatenía como contraparte la búsqueda de loexcitante e inaudito. Con el rango deteniente, peleó en Champagne y en el vallede la Somme, en 1916, y fue testigo de lamuerte de un millón de hombres para quelos aliados avanzaran diez kilómetros. En sumorral, llevaba sus provisiones de rutina ysus tomos de Nietzsche y Schopenhauer. Aratos, escribía. Herido varias veces, regresó apelear con tal coraje que recibió la más

importante condecoración conocida: laMedalla Orden al Mérito. Al término de laguerra, era uno de los pocos héroes de supaís y durante un buen tiempo se encargóde formar soldados y escribir manualesprácticos para la Infantería.

Lector de Oswald Spengler, estudioso delmundo esotérico y de las drogas, guerrero,no dudó en aprovechar su experiencia ydecidió hacer pública su vocación de

novelista en 1920 con "In Stahlgewittern" (Enla tormenta de acero), libro proveniente desus anotaciones en el frente. En 1922apareció "Der Kampf als inneres Erlebnis",una interpretación ambigua de la guerra queBorges reseñó en 1937 en uno de sus ensayosde la revista "El Hogar". En 1923 se inscribióen la Universidad de Leipzig para indagaren la zoología y la filosofía, escribiómuchísimo y publicó en igual medida: salió"Sturm", una novela, "Revolution und Idee",

un artículo editado en el periódico naziVölkischer Beobachter, donde probaba lanecesidad de un cambio histórico en eldestino de la raza alemana, y colaboró condistintos periódicos de veteranos. Sin unirsea los nazis, sintió la tentación del repudio alinfame Tratado de Versalles y, por quéocultarlo, la admiración por la figura deAdolf Hitler, a quien le dedicó "Feuer undBlut". Un fragmento de Jünger precisa:"Como muchos combatientes, y no sóloalemanes, Hitler conocía y apreciaba mislibros... él me lo hizo saber y yo le envié lasprimeras ediciones. Me dio las gracias o

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encargó a Hess que me las diera. Yo tambiénrecibí su libro, que acababa de publicarse.Una vez, cuando vivía en Leipzig, meanunció su visita; luego, por un cambio deitinerario, la anuló...". Con "Das Waeldchen125" (La colina 125) ratificó su defensa de

una posición nacionalista extrema ante lagrave situación de la Alemania de laposguerra. En mayo de 1926, sin esperar lascalificaciones académicas, abandonó launiversidad y el 3 de agosto se casó conGretha von Jeinsen, con quien ya habíatenido un hijo (Ernst) en mayo del mismoaño y quien le daría otro en 1934, Alexander.Viajó por Francia y Croacia y, de vuelta alhogar, publicó en 1929 "Das AbenteuerlicheHerz. Aufzeichnungen bei Tag und Nacht"

(El corazón aventurero. Notas de día y denoche), una colección de aforismosfilosóficos de procedencia evidentementehegeliana.

Su decepción con el nazismo fue lenta y en1932 la radicalizó en el extenso ensayo "DerArbeiter" (El Trabajador, 1932). En esteescrito enfatizó su crítica de la técnica comoelemento destructor de la dignidad humanay la presentación del trabajo como

realización de la voluntad. En el fondo, estaobra mantiene su vigencia invicta debido alos signos terribles de la revoluciónmicroelectrónica, cuya esencia prescinde deltrabajador en todas sus formas. Eldesencuentro de Jünger terminó en elrechazo a la oportunidad de ingresar a laAcademia de Poesía Alemana en 1933,purgada por la Gestapo, y se marchó a unaaldea, Goslar, en las montañas Harz;después se radicó en Ueberlingen. El

contacto con el exterior lo mantuvo a travésde sus viajes a Noruega, en 1935, en 1936 aBrasil, Canarias y Marruecos, en 1937 aParís, donde se encontró con Andre Gide yJulien Green y en 1939 se mudó a Kirchhorsten la Baja Sajonia. Sus publicaciones noterminaron: en 1934 publicó "Blaetter undSteine" (Hojas y piedras), primera críticasoterrada al racismo fascista, en 1936 sunovela "Afrikanische Spiele" (Juegosafricanos), basada en su experiencia en laLegión Extranjera, y en 1939 "Auf denMarmorklippen" (Acantilados de mármol),también una novela, pero de mayor

envergadura.

La Segunda Guerra Mundial no tuvoninguno sentido para Ernst Jünger y en sudiario (Strahlungen, Irradiaciones), con grandisplicencia, cuenta cómo, leyendo a

Heródoto, supo que la oficina dereclutamiento lo llamaba a entrar encombate en agosto de 1939. Esa actitudindiferente lo alejó por completo decualquier acción heroica. Transferido a Parísen 1941 formó parte de las fuerzas deocupación liderizadas por el general Ottovon Stülpnagel, pero antes que ser uninquisidor o estratega, prefirió conocermejor la cultura francesa y defenderla de losexcesos de los soldados. La edición y

posterior traducción al francés de "Gardenund Strassen" (Jardines y calles) en 1942 legarantizó la admiración de algunosescritores e intelectuales franceses comoPaul Leauteau, Jean Cocteau, GastonGallimard, Louis Ferdinand Céline, PaulMorand, Pierre Drieu La Rochelle conquienes sostuvo largas conversaciones.

En su "Diario" sorprende que suspreocupaciones no fuesen las de un militar

en tierra extranjera sino las de un dandy,interesado por las buenas comidas, el clima,la naturaleza, ciertas lecturas excéntricas,dos o tres conversaciones, una buenaamante. Hay un pasaje fechado el 3 deoctubre del 42 en el que refiere, por ejemplo:"Por la tarde en la librería del 'Palais Royal',donde adquirí la edición de Crébillonimpresa en 1812 por Didot. En las tapas devitela verde se observa todavía la fuerza delestilo que conservaba el imperio... Francia

disfruta todavía de las ventajas de estatradición que se transmite por herencia, y esde esperar que la conserve gracias a supolítica que, en general, puede considerarserazonable. Porque, ¿qué es lo que importaahora en este país? Que no se destruyan susviejos nidos, las ciudades, sobre cuyasruinas se levantarían sucursales de Chicago,como ocurrirá con Alemania...".

En 1942 fue enviado al Frente Ruso y vivióen carne propia la derrota de las tropasnazis, el hambre, el frío, la desesperación. En1944 dimitió del Ejército después del

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atentado contra Hitler y se retiró aKirchhorst, donde recibió la noticia de lamuerte de su hijo. La verdad es que su hijofue enviado a un batallón de castigo por susideas subversivas y encontró un finmisterioso, lo que explica que se negara a

enfrentar a los norteamericanos en lacaptura de Alemania. Para él la guerra yahabía concluido con una devastaciónespiritual intensa e imborrable.

Desde otros silencios.

Stuart Hood, traductor de "Auf denMarmorklippen", visitó a Jünger enseptiembre de 1945 y lo encontró delgado,impecable, preciso. Entre las cosas que

reseñó de la reunión, al principio difícil, seencuentra el hecho de que el novelista sedeclaró francófilo. "Discutimos", escribióHood, "de literatura alemana. Me expresó sudisgusto por Thomas Mann y su estilo... Éladmira a Rivarol, a quien ha traducido. Yono sabía nada en absoluto de Rivarol. (Fueun autor que satirizó a la monarquía en lostiempos de la Revolución Francesa y acabósus días como refugiado en Alemania...) Susmodelos literarios, me declaró, fueron

franceses...". Esta afirmación es cierta ysubraya una de las grandes paradojas delescritor: admirador decidido de la claridadfrancesa, optó por un estilo enrevesado,metafísico. Lo que parece haberleinteresado, más bien, fue el cuidado por elestilo y la contundencia en la expresión.Tenía la idea de que la literatura no es unacto gratuito: "La misión del autor... consisteen la creación de una patria, de unaresidencia espiritual...".

Prohibidos sus libros por los aliados,recurrió a publicaciones extranjeras: "DerFriede" (La paz) apareció en 1946 enAmsterdam. En 1947 publicó "AtlantischeFahrt" (Viaje Atlántico) y un año más tarde"Aus der goldenen Muschel" (La concha deoro), un diario de viajes. El año 1949conmovió al mundo con dos libros suyos: sudiario de guerra y "Heliópolis", una de susnovelas más alegóricas y complejas. Elrelato, entre diálogos, monólogos y páginasde diario, presenta una ciudad del futuro,Heliópolis, en la que un personaje

inolvidable, Lucius, debe elegir entre elpartido de Landvogt, cultor de lo colectivo yel Procónsul, defensor de lo individual, sinque al final se decida. En 1950 renovó suapuesta por el nihilismo con "Ueber dieLinie" (Sobre la línea), difícil homenaje a

Heidegger en el que proporciona, aparte delos nombres de Poe, Leon Bloy, Rimbaudcomo lecturas privilegiadas, una perspectivaconceptual del mundo contemporáneo.Libro extremadamente confuso, resultamemorable por hacer de Nietzsche un puntode partida de análisis del hombre moderno einvitar a superar los valores mediante unavía nihilista: "Un camino que ni hacia dentroni hacia fuera es seguro nos pertenece".Levantar la cabeza y mirar por encima de la

línea es, entonces, descubrir las señales delnuevo orden. Hacia 1951 publicó "DerWaldgang" (Paseo por el bosque); en 1952,"Die Eberjagd" y "Besuch auf Godenholm"(Visita a Godenholm), esta última unanovela corta digna de múltiples relecturas y,me atrevería a sugerir, una de suspreferidas. En resumidas cuentas, narra, ybien vale detenerse en este punto, la llegadade Möltner, médico, Einar, arqueólogo yUlma, joven nórdica, a una isla donde vive

un anciano, Schwarzenberg, maestroiniciático que posee el don de hacer ver looculto a través de visiones personales. Lomágico, impulsivo, es la atmósfera: lacercanía a los símbolos y arquetipos delmundo y tal vez sean estas líneas el índicepara exponer las condiciones de laestructura de este y otros textos de Jünger:"...no veía la historia, la historia natural, lacosmogonía, como desarrollo,imaginándolas, como es costumbre, en

forma de líneas, espirales o círculos, sinoque las veía más bien como una serie decalotas esféricas envolviendo núcleosatemporales, sin expandir. Desde esosnúcleos se emitían los prototipos y lascualidades hasta los lugares más distantes...La creación no estaba sólo en el acto inicialsino que podía continuarse en cualquierpunto que prendiera en lo inexpandido". En1953 publicó "Der gordische Knoten" (Elnudo gordiano), ensayo político sobre lastensiones entre oriente y occidente; en 1954,"Das Sanduhrbuch" (El libro del reloj dearena), indagación sobre el tiempo; en 1956

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tradujo y prologó los escritos de Rivarol; en1957 apareció la novela "Gaeserne Bienen" yen 1959, el ensayo "An der Zeitmauer"(Junto al muro del tiempo), que explora loscambios mundiales y la inminente catástrofedel hombre. Hermann Hesse, en una reseña

prudente de este volumen hecha en 1960,escribió: "...Me ha instruido y corregido enlos terrenos de las ciencias naturales y de latécnica en los que estoy atrasado. En lohumano y moral no me ha cambiado, pero sífortalecido agradablemente".

Ya desde 1950 vivía con Gretha, su granamor, en Wilflingen, en la casa delguardabosque del castillo de una familiaamiga. Su esposa murió en 1960 y sobrevino

un período corto de depresión con una bodaposterior (dos años después): esta vez lamujer era una archivista, Liselotte Lohrer.Entre 1962 y 1966, viajó por Egipto, Sudán yAngola. La tendencia prolífica se multiplicóen los años posteriores de tal manera que delos 60 a los 70 logró ver editados unos diezlibros, algunos de ellos menores y al menosuna obra maestra, continuación de loplanteado en Heliópolis, con el título de"Eumeswil" (1977), a la cual hay sociedades

enteras que le dedican revistas y ampliasmonografías. En esta utopía, Venator,historiador al servicio del régimen delCóndor, mantiene un diario secreto quepermite informar sobre la situación real deterror. Del resto de los textos, habría quemencionar "Der Elstaat" y "Sgraffitti" de1960, "Typus, Name, Gestalt" y "Maxima-Minima" de 1963, "Annaeherungen: Drogenund Rausch" (Aproximación a las drogas y ala intoxicación, 1970) y "Die Zwille" (1973),

novela con ciertas reminiscencias de lainfancia.

Retiro y reconocimiento.

La década de los ochenta rescató a ErnstJünger del olvido y, libro a libro, lotransformó en una figura pública discutida,polémica, pero por sobre todo admirada. Elpremio Goethe 1982 y el premio de laFundación Cino del Duca predispusieron amuchos sectores en su contra y sirvió paraque nuevas generaciones leyeran sus obrassin prejuicios de ninguna clase. En 1983

publicó la novela "Aladins Problem" y unacolección de aforismos literarios que muypronto se popularizó en todos los idiomas:"Autor und Autorschaft". Para 1985condescendió con la novela policial y aportóun relato titulado "Eine gefaehrliche

Begegnung" con un escenario parisino. Lallegada del cometa Halley despertó en élnumerosos recuerdos y los compiló en"Zwei Mal Halley", que apareció en 1987.Admirador de "Las mil y una noches",releyó una y otra vez el clásico y continuósus investigaciones naturalistas.

Escéptico, sorprendido, en todo caso feliz,vio cómo pasó de un escritor marginado aser un personaje solicitado por los medios

de comunicación, abordado por estudiantesy políticos, y pudo ver, cuestión en la quepocos lo igualan, la total ruina de Alemaniay su renacimiento, su división y su unión, lacaída del imperio soviético, todo lo cual lollevó a preparar un libro extraño, "DieSchere" (1990), un testamento espiritual en elque propuso algunas reflexiones sobre elser, la modernidad, la muerte, la dignidadhumana, la literatura y la filosofía en plenofin de siglo. En 1995 donó todos sus

documentos al Archivo de LiteraturaAlemana de Marbach y legó 40.000especímenes entomológicos para su análisisy conservación. "Aquí está un hombre libre",dijo de Jünger, conmovido, aterido por supresencia imponente, el entonces presidentede Francia, François Miterrand, cuando,acompañado por Helmuth Kohl, lo visitó, en1995, en su aldea de Wilflingen para hacerleun modesto homenaje en su centésimoaniversario. Pocas palabras tan ciertas.

Ahora, tras su muerte, noto que la discusiónvuelve a abrirse y se ignora que el granescritor es un hombre peligrosamente libre.Negar a Jünger por su apoyo temprano a losnazis o a Ezra Pound, Louis FerdinandCéline, Martin Heidegger, es olvidar queesas circunstancias históricas son pasajeras yque sus obras trascienden el equívocopolítico. En el fondo, se trata de entenderque no puede dejar de leerse a un FrancisBacon por haber sido un funcionariocorrupto o a un Jenofonte por servir comosoldado mercenario en una guerra internaen Persia. Eso es todo.

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ERNST JÜNGERESCRITURA EN TIEMPOS

DE CATÁSTROFE

Joaquín Fernandois

Impulso inicial del aventurero

Nacido en 1895, constituye una figurasingularísima en la literatura del siglo XX.Con una obra literaria que se extiende desde1920 hasta la actualidad, en sus escritos dejuventud mostró —de acuerdo a las

poderosas fuerzas epocales de 1920 ycomienzos de 1930— una esperanza en laHistoria según la cara del “espíritu de lostiempos”. Se da en él una rara combinaciónde activismo vital y mentalidadcontemplativa, como parte de la generaciónque creyó que la participación —o“compromiso”, si se prefiere— funde laescritura con una suerte de realizaciónabsoluta.

En el caso de nuestro autor, el activismo leha conferido un aura que no pocas veces haparecido una maldición. En 1913, el jovenJünger, todavía un adolescente, se escapapor unos meses a la Legión Extranjera.Voluntario en 1914, asciende rápidamentede soldado raso a oficial en las Sturmtruppen,unidades de elites que encabezaban lasgrandes ofensivas. Herido numerosas veces,es inolvidable su recuerdo de la legendariaofensiva del 21 de marzo de 1918. Lascondecoraciones se suman: Cruz de Hierro,de las diversas clases; Cruz de Caballero, y,finalmente, la coronación en un ejércitodonde estaba vivo algo del ethos del antiguorégimen, la condecoración Pour la Mérite, tanraramente concedida que la decidía elpropio Emperador. El Mariscal Hindenburgse opuso, no por falta de méritos, sinoporque era demasiado joven y se podíaenvanecer. Con los años, el Mariscal se

convertiría en una figura respetada por elcélebre escritor.

En los primeros años de la República deWeimar será un activo polemista yarticulista dentro de la cultura delnacionalismo alemán revolucionario, queunía pasión revolucionaria y extremoconservadurismo antiliberal. En este sentido

existe un elemento fascistizante en el Jüngerjoven, que ha constituido hasta nuestros díasun punto de referencia espectacular. Nuncafue nazi, pero de los años 1925-1933 existenreferencias ambiguas a ese movimiento, esdecir, positivas y negativas. El asunto es queen su lenguaje ideológico —con nivel, perodentro de esa esfera— Jünger creyóidentificar el espíritu de la Historia con untipo de actitud que en la política real nopodía sino llevar a una suerte de

“parafascismo.”

En algunos pocos esto significó en esos añosel acompañar al desarrollo de Leviatán hastasus últimas consecuencias, hasta el fin; enmuchos casos creó la ilusión de una suertede Parusía (¡qué fantasía más recurrente eneste siglo!). Conocidos son los casos deMartin Heidegger y Carl Schmitt, quefueron más allá de Jünger y apoyaron alrégimen, al menos en sus primeros años.

Como se verá en la antología, nuestro autorno dejará después de defenderlos. En otrosllevó al canto del comunismo y lajustificación del exterminio (Lukacs yBrecht). Este tema no es otro que aquel de latentación totalitaria, que hoy día unaconciencia autosatisfecha cree habersuperado, pero que de manera insidiosa semanifiesta de mil maneras. Porque es unfenómeno que ha acompañado a todas lasgrandes civilizaciones, sólo que la

modernidad la ha puesto bajo nueva luz.

Pero una cosa es la actividad de Jüngercomo escritor político en publicaciones debatalla; otra su obra literaria de estos añosjuveniles. Ésta se divide a grandes rasgos entres grandes manifestaciones. La primera deellas ha sido una piedra de escándalo, yaque ahí hay una aceptación entusiasta de laguerra. La primera posguerra es conocidapor el estado de ánimo pacifista yantibelicista que dominó la mayoría de lastendencias intelectuales y artísticas. Perotambién hubo una recepción positiva de la

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experiencia de la guerra, o Kriegserlebnis. Esen esta sensibilidad en la que se colocaJünger, y ve en la guerra una inmersión en elser , pero a la vez poniéndola fuera de lasquerellas nacionales y nacionalistas. Fue elúltimo cantor de la guerra “tradicional” en

donde aparece el guerrero como posibilidadde oficio. Después una combinación deguerra ideológica, técnica y mercenaria hasepultado a ese tipo humano. En los 1920 —principalmente en sus clásicos, Tempestadesde acero, Fuego y sangre, La guerra comoexperiencia interior , y otros—, el autortodavía mantenía una confianza naive en lavirtualidad cultual de la experiencia bélica,sin prestar atención al uso ideológico de estelenguaje por parte de las tendencias fascistas

(y en cierta manera, después de 1945, por elmarxismo).

Un segundo rasgo de esta obra tempranaestá en su percepción de la técnica y en ladescripción del “tipo del trabajador”. Suobra Der Arbeiter  (El trabajador ) ha sido unade las grandes incógnitas del ensayo políticodel siglo. Ha fascinado y horrorizado; ambasreacciones perduran hasta nuestros días. Elespíritu colectivo del trabajo animado por la

“figura del trabajador” hace ver en la técnicauna necesidad a quererse. Fue interpretadacorrectamente como una suerte demanifiesto totalitario en donde se describecon lucidez y entusiasmo la aparentementeimparable marejada de unificaciónplanetaria promovida por la técnica. Esto essorprendente, ya que se ve como claramenteontradictorio con otros elementos de su obratemprana: la nostalgia, el respeto por elÚnico —quizás lo más valioso de toda su

obra—, el heroísmo, el ejemplo de las“posiciones perdidas” condenadas a serexterminadas, pero que representan elnúcleo inmortal del hombre. Pero aquí encambio —y en La movilización total— sedescribe con una aparente frialdad o, másbien, clínica distancia, la conversión de lasociedad con el desenvolvimiento arrolladorde la técnica, guiada por el único tipohumano que ahora posee sentido: eltrabajador.

Después Jünger se ha distanciado en loshechos, pero no de manera expresa, de estas

proclamaciones. Esto, como se verá luego,nos lleva al problema de la aproximación alo político de toda su obra temprana. En loshechos, es decir, en su palabra escrita, la víade trascendencia que el autor propone llevaa horizontes muy diferentes. Con todo, El

trabajador  parece una mezcla de alucinantevisión del futuro —en este sentido una“utopía pesimista” como en Orwell—, juntoa un tono de entusiasmo e invitación aparticipar en la obra del trabajador.

Se trata de una suerte de activo, ya que el“trabajo es el tiempo del puño, delpensamiento, del corazón, la vida de día yde noche, la ciencia, el amor, el arte, la fe, elculto, la guerra; el trabajo es la oscilación del

átomo y la fuerza que mueve las estrellas yal sistema solar.”1 El autor ha defendido sulibro, y los defensores del mismo se hanhallado en los más encontrados rincones;hasta el día de hoy ha suscitado una extrañafascinación. Sin embargo, toda su obraposterior constituye una toma de distanciaante lo que aparece o como su últimaebriedad juvenil, o como un juego paramostrar el advenimiento de la eradesalmada de los titanes, una de sus figuras

favoritas para definir el diagnóstico denuestro tiempo.

El libro consiste, por una parte, en unadescripción del advenimiento de la era deltrabajador, y en este sentido constituye undiagnóstico de nuestra era que puede serutilizado desde las más diversasperspectivas. Así se podría considerar unpárrafo como el siguiente:

El trabajo no es, por tanto, actividad engeneral, sino que es la expresión de un serespecial que intenta llenar su espacio propio,henchir su tiempo propio, cumplir sus leyespropias. De ahí que el trabajo no conozcanada que se le oponga fuera de sí, noconozca ninguna antítesis; se parece alfuego, el cual devora y transforma todas lascosas susceptibles de combustión y al quesólo puede disputarle el terreno su propioprincipio, es decir, un contrafuego.

El espacio de trabajo es ilimitado, de igualmanera que la jornada de trabajo abarca

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veinticuatro horas. Lo contrario del trabajono es el descanso o el ocio; no hay, desdeeste ángulo de visión, ninguna situación queno sea concebida como ángulo de trabajo.Como ejemplo práctico de esto cabemencionar el modo que hoy se entregan los

seres humanos a sus esparcimientos. Estosesparcimientos, o bien exhiben, como ocurreen el deporte, un patentísimo carácter detrabajo, o bien representan dentro deltrabajo un contrapeso coloreado de juego,como ocurre en las diversiones, en lasfestividades técnicas, en las estancias en elcampo, pero de ninguna manerarepresentan lo contrario del trabajo. Conesto guarda relación el absurdo creciente delos domingos y días festivos de viejo estilo;

de los domingos y días festivos de esecalendario que corresponde cada vez menosal ritmo modificado de la vida (El Trabajador.Dominio y figura, Barcelona, Tusquets, 1993).

Este párrafo se puede leer como una “críticade la cultura”, una visión distanciada ypesimista acerca de las cualidadescivilizadoras de la sociedad moderna, y elautor penetró en un trasfondo de nuestrotiempo. Quizás se le puede añadir que existe

un énfasis unilateral en los peligros delmundo moderno. Pero existe otro elementoque distingue a El trabajador , el entusiasmocon que acepta la realidad, que tiene muchode un pathos de rasgos totalitarios:

Considerado de ese modo, el trabajador sehalla en un punto tal que en él no es yaaplicable la destrucción. Esto rige a su vezpara el mundo entendido como ciencia. Loque en el primer caso se hace notar como la

ausencia de una oposición esencial, de uncontrario, en el segundo aparece como unaimparcialidad nueva, como un servicionuevo que la ratio presta al ser, un servicioque abre brecha en la zona del conocimientopuro y de sus defensas —esto es, de laduda— e instaura con ello la posibilidad dela fe. Es menester hallarse en los sitiosdonde cabe concebir la destrucción no comouna clausura o término, sino como unaanticipación. Es preciso ver que el futurologra intervenir en el pasado y en elpresente.

Una visión como esta no se refiereúnicamente al nazismo, ni siquiera a lasideologías y sistemas totalitarios (aunque eneste libro hay indicaciones favorables aciertos rasgos de la URSS). Se trata de querefleja un rasgo de la civilización moderna

de querer vincular el advenimiento de lasociedad industrial con una esperanza deescatología secularizada, que en la era de lasguerras mundiales y de la Guerra Fríaadquiere una dimensión política. Como sedijo, la obra posterior de Jünger tomará estaposibilidad como objeto de crítica, pero aquíse realizó una labor de medium.

Por último, en este período se da otro tipode obra —que es un lenguaje también

presente en las obras señaladas—,ejemplificada por El corazón aventurero(1929), una colección de ensayos publicadacomo Hojas y guijarros (1934) y una alusión asu aventura en la Legión Extranjera, Juegosafricanos. En esta literatura ya se anuncia loque será la madurez del gran escritor, elinterés “estereoscópico” por el cual ve larealidad simultáneamente como unaexperiencia en el sentido del “realismo”, y ala vez la maravilla e indicación de

trascendencia que se percibe en la misma.Una expresión como “realismo mágico”sería insuficiente para caracterizar esta prosade la que está ausente una destacadaintención lúdica. La prosa es más bien unacto de ir más allá, de proyectarse a lopermanente de la existencia.

Es la correspondencia con el acto heroico,que no tiene por qué tener “causas” paraexistir. Como lo ha dicho ya a los noventa

años, la gloria “es como la cola inflamada deun cometa, que centellea todavía algúntiempo en la estela de la obra. Uno puedeentonces preguntarse cuál es el propósito dela escritura, suponiendo que haya alguno: esel instante creador mismo en que algo seproduce fuera del tiempo, el cual ya nopuede ser anulado. El universo se haafirmado en el individuo, y esto debe bastar,así sea que a algún otro se le ocurra o no”.Esto permite una licencia poética, que es laexploración por los confines ambiguos, aunal riesgo de producir ambigüedades, pues setransita por áreas un tanto antitéticas de la

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existencia. “Libros, que sólo llevan elnombre de tal, pero que en verdad sonmáquinas para la transformación delhombre. El lector entra en un gabinetehenchido de rayos ultra. Cuando ha leído unlibro, ha llegado a ser otro. Y la lectura será

otra, acompañada de la conciencia delpeligro.”

Maduración: la escritura como salvación

La escritura como rito, como consagración; yla escritura como aventura en la zona delpeligro. Aquí está condensada la misión queel escritor se ha impuesto, en toda suhondura y en toda su ambigüedad. Por unaparte se trata de salvar al hombre por medio

de la literatura; por la otra de unaexploración distanciada que admira lamaravilla, pero que toma una distanciaíntima ante la Historia como suceder.

No sólo el proceso histórico (sea lo que fuerelo que se entienda por ello) le es indiferentecomo campo de la acción, sino que la vidade la sociedad como organización, porque,parece decir, el hombre siempre se pierde enese espacio: la retórica vacua y la

funcionalidad en que consiste su metadevoran el crecimiento espiritual. Pero almismo tiempo la acción de riesgo, pormedios literarios, evoca con fuerza unpathos del guerrero y del aventurero comoAlonso Quijano y Don Quijote (lo nombrarepetidamente). Si esto tiene consecuenciaspolíticas para el lector, entonces se puedenformar los malentendidos que se handesarrollado a partir de su obra temprana.Este es un destino de su escritura, similar a

la de su admirado Nietzsche o la de sucontemporáneo y amigo Heidegger.

Con todo, de aquí también arranca unaexploración que se constituye en un sutil ypoderoso aporte al pensamiento político y ala interpretación de la historia del siglo XX.En primer lugar, destacan en la década 1939-1949 tres obras que han pasado a ser partede la literatura de nuestro tiempo:

Sobre los acantilados de mármol, Radiaciones yHeliópolis, y de las cuales se nutrirápreferentemente esta selección. La primera

es una novela que se pone en cierta maneraen el género de las “utopías pesimistas”como las de Orwell. Ya no se describe un“mundo feliz”, sino que la destrucción de unorden, que no consiste sólo en la decadenciade las instituciones y las funciones, sino en

una pugna moral que toca a todos loshombres. Lo peor que se teme sucederánecesariamente, y el ser humano se verásometido a las más crueles injusticias. Lareacción mecánica, que sólo piensa entérminos de poder, de categorías y de armasse probará ampliamente insuficiente. Sólo elcrecimiento interior y el aprecio por lagratuidad de la existencia pueden establecerun puente a la salvación, que es y no es de“este mundo”, es decir, de la Historia que es

inescapable y devoradora a la vez.

Las dos novelas presentan las característicasde todas las que les siguen, hasta nuestrosdías. Sus personajes, el tema, el paisaje, losparlamentos y los desenlaces no constituyenuna historia concreta, ni un enigma que ellector siga con tensión por la incógnita de sudesarrollo y probable fin. Tampoco son“novelas en clave”, en las cuales cadapersonaje y situación tiene su

correspondencia con la realidad“verdadera”; se trata más bien de unaescritura de significación eminentementesimbólica. Aquí yacen muchos de losequívocos de Sobre los acantilados de mármol.

En parte por orgullo, Jünger nunca seadjudicó este libro como “resistencia” alrégimen nazi, como fue vastamenteinterpretado en el extranjero; para el autor,se trata más bien de defender la

universalidad y permanencia de su valor. Eltema puede ser considerado como unarecurrencia de la obra jüngeriana, ladescomposición y derrumbe de un orden. Yla actitud que ante esta situación puede ydebe tomar la individualidad, el “único” (der Einzelne), de manera de acceder a su núcleoindestructible, lo perdurable.

En Heliópolis se da una situación similar,pero más elaborada y con una prosa quepuede figurar entre la mejor de Jünger. Elhéroe tiene en parte la actitud de HansCastorp de Thomas Mann, la duda no sobre

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el campo al que debe servir, sino sobre elsentido de la eficacia. Definitivamenteprefiere la lealtad personal, aunque tambiénda tributo a las fuerzas que puedenprotegerlo, aunque no redimir el derrumbedel orden social. La novela tiene algunas

insuficiencias, o más bien, presentainsatisfacciones para el lector que recibetanto de su autor, y que me parece es algoque se presenta en todas sus novelasposteriores. Sus personajes son quizásdemasiado simbólicos. Especialmentedébiles son los personajes femeninos, encuanto les falta corporeidad; la mujer ocupaun papel que le resta individualidad, y eleros —aparte de comentarios inteligentes—no abre a una comprensión estremecedora,

como es la marca de una gran literatura eneste plano. En estas novelas, y en casi todossus ensayos también, el autor ofrece otrotema, sus consideraciones sobre lanaturaleza, su amor por las flores, plantas yanimales, los insectos. En el hecho hallegado a ser un entomólogo de fama dentrodel gremio. No pocas veces este rasgoadquiere connotaciones extrañas,alucinantes, y es imposible no pensar en unasuerte de panteísmo. En todo caso, el orden

de la naturaleza se le aparece como unrefugio del hombre, mucho antes de que lasmodas ecologistas contemporáneasconvirtieran esto en un fetiche.

Hay otro elemento en las novelas (en casitodas las que ha escrito) que es fundamentalpara su comprensión. La ambientación estádada por un paisaje social más allá de lamodernidad, una suerte de poshistoria, almenos de la cultura occidental. Podríamos

definirla como “posmoderna”, sino fueraporque este calificativo nos está prohibidousarlo con ganancia, ya que se ha convertidopor arte de la moda en artículo desupermercado intelectual. Más bien lasnovelas reflejan la atmósfera en la cual sehan desarrollado y concluido hasta suúltimo extremo los conflictos quecaracterizan a la modernidad. Desde luegono se trata de un tema “posmoderno” comola charlatanería en boga lo podríainterpretar, sino de una forma de considerara nuestro mundo desde una perspectiva quedeje intocado un centro espiritual del

hombre. Por lo demás, Jünger puede serconsiderado como un representante de lavisión cíclica de la historia; sólo que esto hasido un fenómeno que ha acompañadodesde mucho al desarrollo del mundomoderno, tanto que casi se le puede

considerar una de sus muchasmanifestaciones.

La tercera obra de este período, con las quese constituye en un escritor de magnitud,son sus diarios de la época de guerra,Strahlungen, o Radiaciones como han sidotraducidos. El título indica hacia unasustancia jüngeriana: la luz y la oscuridadson perfectamente distinguibles, pero sepresentan en rápida sucesión, y parecen

inextricables. Ellas construyen “finas rejasde luz y sombra”, cuyo objetivo final esmirar al “orden visible de las cosas según surango invisible.” En el fondo hay un rasgocomún con la empresa de juventud y con laposterior, la cotidianeidad debe ser tomadade forma “estereoscópica”, como el tránsitode lo banal a lo maravilloso.

El telón de fondo es fundamentalmente suvida como miembro del gobierno militar

alemán en París, bajo el mando/proteccióndel general Heinrich von Stülpnagel,después ejecutado por participar en elintento de golpe contra Hitler. Hay pocostestimonios de la guerra tan ricos en mostrarla intensidad de las ambigüedades,contradicciones y dilemas angustiosos a losque la tragedia titánica colocó a susparticipantes. Se trata de una obratestimonial, pero está lejos de agotarse eneste aspecto. Aunque quedará como uno de

los documentos más ricos de reflexión queprovocó un conflicto paradigmático comoninguno, el Diario (o Radiaciones) es sobretodo un texto de “diagnóstico” sobre elsentido de la historia de nuestro siglo y delpuesto posible para el hombre ante elacontecer. Anotemos que además es la obradonde más se acerca al cristianismo, pero niaun en este texto se le puede entender comoa un autor específicamente cristiano, aunquela religión como una vía salvífica seafundamental en la obra total.

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En estos años se afinca otra idea que veníade antes, pero que ahora definirá el espíritude la obra total, la de la verlorener Posten“posición perdida” (o “avanzada perdida”).Un símil bélico, que se inspira en el pelotónque combate hasta el último hombre aunque

la causa esté perdida y sus jefes ya no sepannada de ella, aunque las ideas por las quemueran ya no signifiquen nada a nadie, perodonde la disposición a morir sin caer en lafiebre homicida le otorga un sentido que lamuerte no puede extinguir. Hay que añadirque aun cuando un cierto “realismoheroico” de la obra temprana podría haberlollevado hacia las aguas del existencialismo—de hecho Heidegger influyó en losfranceses—, lo distingue de ese estado de

ánimo la idea de que la defensa individualno es mero recurso contra el absurdo que seagita en sí mismo; al contrario, es la manerade encontrar un sentido trascendente.

La permanencia del autor

Las mismas ideas marcarían también eldesarrollo posterior de nuestro autor. Enuna sucesión de ensayos y novelas mantieneuna presencia imponente, no exenta de

fuerte controversia —ocasionada casiinvariablemente por su obra temprana—, enla literatura contemporánea, aunque no se lepueda clasificar en corriente alguna. Aquí sepresenta una lista incompleta. Elcontundente ensayo Más allá de la línea (1950)que constituye un diálogo con Heidegger.Tratado del rebelde (1951), traducido tambiéncomo La emboscadura (que rebela ladificultad de traducción; en alemán es Der Waldgang), en donde la posibilidad de retiro

a una selva interior ha fascinado ageneraciones.

Rivarol (1956), un prólogo a la antología deeste autor epigramático, un ilustrado queusa las armas de la Ilustración para criticar ala Revolución Francesa, con el que Jüngersiempre ha sentido un parentesco; esteprólogo es una de las manifestacionespolíticas más importantes del autor yadicionalmente es una defensa contra lacrítica de ser un dandi. El libro del reloj dearena (1957), en donde parte de sufascinación por un tipo de medición del

tiempo que todavía no llega al “tiempomecánico” del reloj posterior, y deja ver eldiagnóstico sobre la civilizacióncontemporánea. Abejas de cristal (1957), otranovela de anticipación. En la muralla deltiempo (1959), un ensayo en donde intenta

reconciliar al hombre con la naturaleza, conel que círculos ecologistas posteriores —delos que el autor guarda distancia, como conalguna extrema derecha que lo siguevenerando— se ha identificado.

En Máxima-mínima (1964) pone la otra carade El trabajador , el peligro del dominotécnico y la respuesta posible. EnAproximaciones (1970) habla sobre susexperimentos con drogas en su juventud, y

sobre los grados de ebriedad, su valor ritualy cognitivo, y la pérdida del mismo en unaera de degradación de lo sacral. En Eumeswil(1977) Jünger ofrece algo extremadamentetípico en él, la figura del “anarca”, que viveen el mundo y la sociedad, en la historia yen los entrecruces familiares y personales,pero no le pertenece a ninguna de esasesferas; personaje con algo de ambigüedad,puede revivir las polémicas en torno alrasgo dandista del autor.

En El autor y la escritura (1984) lleva a unacumbre el arte epigramático, el desarrollo defrases breves, pensamientos que se expresancon austeridad de palabras, pero que sehilan en circunvalaciones en torno a losmismos problemas. También en El problemade Aladino (1983) surgen todos sus temas entorno a la reflexión por la industrializacióndel culto a la muerte, que no es sino otra fazdel intento de olvidar la muerte en la

civilización actual, uno de los temasrecurrentes en Jünger.

Los noventa años los celebra con una novelagalante- policial, Encuentros peligrosos (1985),o una inquisión policial que terminaexplorando la condición humana. Su amorpor la naturaleza, por los viajes en unmundo donde ha terminado el viaje, y sureflexión sobre la historia del siglo vuelve enDos veces Holley (1987), acerca de su viaje aIndonesia y Malasia en el año del cometa,que él ya había visto en 1910; la paradoja deldesencanto no es sino una metáfora de la

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angustia de la civilización. Die Schere (Latijera, 1990), meditación sobre la vida másallá de la muerte. Su pasión por el viaje y ladiferencia de culturas (alejado de las modasmulticulturalistas en bogas en estos años) sereúne en una de las muchas colecciones

acerca de sus diarios de viaje, De la concha deoro. Paseos por el Mediterráneo (1984), entreotras cosas un testimonio de su favoritismopor las culturas mediterráneas.

En la década de 1980 las cosas han cambiadoun tanto para la irradiación del autor. Laedad avanzada junto a la permanencia de sufertilidad han atraído la atención.Numerosos premios han revivido lapolémica, pero por sobre todo ha recibido

abrumadores tributos de reconocimiento,llegando a la espectacularidad como surelación con François Mitterrand. Enrealidad, en Francia nunca dejó de ser unescritor apreciado. Su expansión por elmundo latino, especialmente elhispanoamericano, ha sido otro fenómenoque ha llegado a destacar el carácter deescritor paradigmático del siglo, y que a lavez se niega a ser meramente un hombre delsiglo. Quizás aquí está la llave de su

importancia. Desde luego Jünger es unescritor polifacético, no sólo en sus temassino también en sus aproximaciones.

Cada nueva obra trae consigo una sorpresay una faz nueva. Quienes lo siguen nopueden seguirlo en toda la obra. Algún juegode su escritura siempre encontrará nuestraextrañeza y quizás nuestro rechazo. El autorse ha defendido de la crítica de ser un dandi:aquel que por medio del esteticismo

proclamado como programa de vida quiereestablecer una clara demarcación entre él yla masa inculta. Jünger no quiereidentificarse con el desprecio social que seencuentra en el dandi. Por otro lado sunoción de la désinvolture tiene mucho de lasoledad orgullosa y anárquica. También serelaciona con la creación cotidiana de unalibertad interior, una contrapartida ante elavance arrollador del paisaje de laplanificación de la vida y la dinamización delas fuerzas naturales, dos imágenes que dediversa manera se encuentran entre losdemonios del autor.

El escritor y el orden social: problema ysalvación

Es cierto que la obra jüngeriana no carece deproblemas, más allá de la polémicaocasionada por parte de sus publicaciones

de la ya lejana juventud. La figura delanarca, y más atrás la del rebelde o de quieningresa al camino del bosque, la“emboscadura”, despierta una sensación deincertidumbre. En el camino del bosque, elde la libertad plena y peligrosa a la que sepuede recurrir cuando el vínculo delhombre con el mundo se desmorona. Lasalida sólo puede ser un crecimiento interiorque en el sólo internarse por el camino tieneefecto salvífico.

En el anarca esto se complica un poco más.“Este es uno de los emolumentos del anarca:que se le recompensa y distingue por cosasque hace adicionalmente o incluso contra loque se quería de él.”6 ¿Yace aquí, en elfondo, un llamado a la inacción? ¿O a laindiferencia egocéntrica? El autor lo negaría,pero se trata de una escritura que no puedeser leída como un complemento de la accióny relación del hombre con la sociedad. El

manejo del orden social requiere de lasfacultades organizacionales del hombre,pero a la vez es el campo de lo efímero, o almenos de lo irremediablemente condenado,y con ello desengaña acerca de los furoresque en un momento se presentan como lospuntos cardinales de las creencias de época.En este sentido, la obra de Jünger comoobservador de los huracanes políticos delsiglo, y diagnosticador (para tomar unacaracterización que me fue sugerida por el

historiador Mario Góngora) de la Historia,tiene gran valor testimonial.

En el hecho no se puede construir un ideariopolítico a partir de Jünger. Se puede pensara la sociedad y a la historia a partir de suescritura, pero no levantar un edificioconceptual para la acción política y social.No es que Jünger sea un pensador apolítico,que está más allá de la esfera en que se juegala construcción del orden social. Más bien,

Jünger es un pensador pre-político, queentrega una palabra imantada de un “másallá” y que a la vez entrega una sutil y

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potente comprensión de nuestra era. Ellector penetra a una escritura que ayuda acomprender a la política —en su acepciónmás amplia, sobre todo como el presunto“proceso histórico”— y a sobrevivirespiritualmente ante ella. Pero, con una

disposición de ánimo como esta, ¿se puededesarrollar el vínculo necesario delindividuo —de la individualidad— con suorden social, donde comienza toda política?Quien se inspire en este autor para proyectarsu administración del poder, caerá en losmismos errores trágicos de sus antecesoresde los años 1920; pero esta vez al escritor nose le podrá achacar responsabilidad alguna.

Si se cree —como en la tradición de

pensamiento político de un Tocqueville, porejemplo— que en lo político, el espaciopúblico donde se administran encompetencia de poder los problemaspúblicos, las inspiraciones políticas debenprovenir de pensadores y fundadores deproposiciones vitales de tipo político, unpensamiento como el de Jünger esclaramente insuficiente. Pero también desdeeste punto de partida se reconocerá que paraque esas inspiraciones no devengan en

instrumentos de poder nihilistas, debenestar apoyadas por la palabra que no rehúseuna mirada a ese espacio, pero que estésituada más allá de él, que afinque en unaraíz que sobrepase a lo político y que auxilieal individuo.

Si se quiere que la sociedad y la vidahumana que ahí se cobije, esté animada deespontaneidad y a la vez orientada a unorden posible, entonces además habrá que

escuchar reverencialmente a lo no político.Así será testimonio de una gran civilización,es decir de un orden que trate de conciliarhasta donde sea posible y por momentosefímeros pero eternos, valorescontradictorios pero mutuamenteenriquecedores, entre los cuales el hombrese desplace como por una cuerda floja. Es enesa encrucijada entre lo pre-político y losencillamente no político donde seencuentra la palabra de Ernst Jünger, y poreso puede hablar tan lúcidamente acerca delos fundamentos de lo político.

Esta virtud jüngeriana es un órganorepresentativo de la totalidad de su obra,pero no su centro nervioso, el corazónsemántico. Sin embargo, en sus contorsionesy contradicciones se destaca su persistenciaen un empeño que no ceja desde Tempestades

de acero en 1920. Las críticas de elitismo quehan llovido sobre el autor se disuelveninstantáneamente si se mira por un instantequién es el destinatario de su escritura: todoser humano individual que vea en su vida lacualidad “estereoscópica”. El hombre es loque la psiquis y la biología determina, lo quela sociedad y la historia han preescrito, y a lavez una individualidad que alcanza eserango en la medida en que vea la vida comoauto-transformación, como “repetir la

creación en lo perecedero”.

De hecho Jünger, como su amigo MirceaEliade, ha sido uno de los pocos que hanpodido mantener con credibilidad un arteque evoque el acto cultual sin caer en loslugares comunes de ciertas vanguardias.Pues también se trata de un escritor quecomo pocos en su obra madura (en Sobre losacantilados de mármol ya es muy claro) seinsiste en el valor del sentido común y del

criterio, como lo atestigua su admiración porRivarol. Tuvo su aprendizaje en lasaventuras de su primer período. Ahora elaventurero y el dandi se arroja teniendocomo trasfondo las vidas y medidas de lasimple humanidad, lo único que puede darsentido a la diferencia, una noción que hoydía se desfigura hasta lo irreconocible.

Si el autor no ha sido quien nos introduce alos laberintos del poder y de la Historia

como deidad que nos arrastra o nos aplasta,ni quien nos entrega el conocimiento delrecinto donde se aprende el manejo de lasfuerzas manipuladoras; en cambio es lamano alada que nos salva de susconsecuencias. La salvación se da en estainmanencia, pero su punto de fuga está másallá de ella. Su prosa tiene una cualidadcaritativa, dulce, casi se podría deciramorosa, que desgraciadamente casisiempre se debilita al ser traducida. Suorigen en la figura del héroe (del “últimohéroe bélico” habría que añadir) no pretendeofrecer un arquetipo humano que esté en el

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superhombre titánico, ya que esprecisamente contra la carrera del éxitosimbolizada en esta imagen contra la que élse rebela. Eso siempre lleva al camino de lafrustración y de la catástrofe, ya que estátocado por la fatalidad de la era del “plan”.

“El modelo para el fracaso del plan lorepresenta el hundimiento del Titanic; estoconstituye un punto de inflexión en lahistoria del progreso.” El hombre que no sealza sobre su época en esta época, estácondenado a experimentar su vida comoabsurdo.

Hay que mirarlo de otra manera. El autor sedirige a cada hombre en la posibilidad deque él alcance lo indestructible de sí mismo,

a aquel que quiera cruzar la frontera quesepara al individuo de la individualidad. Esuna lectura que debe ser compañía fiel detodo ser humano que se encuentre atrapadoen el cuarto oscuro de la desesperación; ypor cierto pobre de aquel que no hayatenido este privilegio en el curso de su vida.En este sentido, el testigo único de todo elsiglo en su faz más claramente catastrófica,ha respondido con una escritura en la cualexiste un rasgo cultual que es mucho más

que dandismo. Lejos de las estridencias de lalejana juventud, apunta caritativa yserenamente a una zona “más allá de lalínea” en donde toda vida es reivindicada.

ERNST JÜNGER Y LANUEVA DERECHA

FRANCESA

Alain de Benoist

La Nueva Derecha, obviamente, no tieneque introducir el nombre de Ernst Jünger enFrancia. Cuando la Nueva Derecha aparecióa finales de la década de 1960, el autor deSobre los acantilados de mármol era ya bienconocido por el público francés. De hecho,Jünger fue sin duda el escritor alemán másfamoso y más leído de este lado del Rin. Estasituación, que siempre sorprende a losalemanes, se explica de varias maneras.

Jünger, en primer lugar, fue traducidorelativamente pronto: sus principales obrasde la Primera Guerra Mundial aparecieron aprincipios de la década de 1930, y deinmediato se hizo famoso. [1] Pero, sobretodo, Francia desempeñó un papel decisivoen la carrera de Jünger, así como en su viday su formación espiritual y literaria. Desdesu aventura juvenil en la Legión Extranjera,y la terrible experiencia de las trincheras,Francia nunca dejó de ocupar un lugarsignificativo en el corazón de Jünger,evidente en las muchas relaciones quemantenía con los franceses, su lectura deBarrès o Léon, sino también las traduccionesque él mismo hizo de las máximas de Rivarolo textos de Guy de Maupassant y Paul

Léautaud.Por último, Jünger tuvo la suerte deencontrar siempre traductores al francés degran talento, de Henri Thomas y Henri Plarda Julien François o Poncet Hervier muysensibles a su estilo y su pensamiento parasubrayar todos sus matices. "Creo", dijoJünger en 1973, "que los franceses puedenapreciar cuándo un alemán se presentacomo tal en lugar de buscar a toda costa

asumir un rostro que no es el suyo." [2]

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durante mucho tiempo sólo bajo el precio deuna cierta ambigüedad. Por lo menos hastaalrededor de 1975, los franceses perciben aErnst Jünger como una figura que perteneceexclusivamente al mundo literario. Porsupuesto, el fondo político e histórico de su

obra era conocido, pero no parecía ser unactor en este período, y en relación con suestancia en París bajo la ocupación, en sumayor parte, sólo sus amistades literariasfueron recordadas (Jean Cocteau, PaulMorand, Pierre Drieu La Rochelle, SachaGuitry, Jean Giraudoux, Henry deMontherlant, Jean Schlumberger, etc), sobretodo relacionándolo con el salón de FlorenceGould. ¿No había descrito Jünger a Paríscomo "la gran ciudad de los libros"? [3] Sus

escritos políticos fueron ignorados porcompleto, al menos por el público engeneral. Los nombres de FranzSchauwecker, Hugo Fischer, Ernst Niekisch,Friedrich Hielscher, e incluso Carl Schmitttambién se desconocen. En resumen, Jüngerfue visto como un escritor y nada más. Porotra parte, el propio Jünger estaba, alparecer, no sólo muy satisfecho con estasituación, sino que contribuyó a ellasiguiendo su camino, ya que se negó a

permitir una traducción francesa de su granlibro de 1932, Der Arbeiter. 

Sin embargo, fue precisamente sus libros sintraducir lo que, como consecuencia, habíacreado una especie de aura mítica que atrajorápidamente el interés de la Nueva Derecha.Desde el comienzo de la década de 1960,conocía los libros de Jünger que ya habíansido publicados en francés. Yo había leído,por supuesto, sus cuentos de la Primera

Guerra Mundial, pero tal vez, a diferenciade algunos de mis amigos, no me habíanimpresionado, sin duda debido a mi falta deinterés en los asuntos militares. LosAcantilados de Mármol y Juegos Africanos mehabían interesado más, al igual queHeliópolis y, en especial, el tratado del Rebeldeo el recurso al Bosque (Der Waldgang). ElEstado Universal (Der Weltstaat), por elcontrario, más bien me repelía.

Obviamente, le debo el descubrimiento del“otro” Jünger a mi amigo Armin Mohler. SuHandbuch der Konservative Revolución, que yo

trataba de descifrar con mi entoncesrudimentario alemán, fue toda unarevelación. En este vasto movimiento, consus innumerables ramificaciones, yo deninguna manera vi una corriente depensamiento que no fuera más que un

Wegbereiter con el nacionalsocialismo, comoa veces se ha dicho, antes al contrario, setrababa de un curso histórico alternativocuyo desarrollo y una mejor estructuracióntal vez hubieran podido salvar al mundo dela catástrofe hitleriana.

En nuestras conversaciones, Armin Mohler amenudo hablaba sobre Jünger, de quienhabía sido su secretario privado durantevarios años después de la guerra y sobre las

cuales, sobre la base de su propiaexperiencia, alimentaba los sentimientosmás ambivalentes. Considerando que habíaencontrado el joven movimientoconservador, el más interesante, política eintelectualmente, no ocultó su predilecciónpor la corriente revolucionaria nacional. Yoera más reservado que él en el valorintrínseco de los conceptos de "nación" y"movimiento", pero la idea de la revoluciónsin lugar a dudas me sedujo.

Gracias a Mohler, descubrí que Jünger habíacolaborado en publicacionesneonacionalistas o revistas bündisch comoArminio, Die Standarte, o Die Kommenden, que había publicado Der Arbeiter y Die totalMobilmachung, que estaba conectado a la"Ernst Niekisch Nacional Bolchevique".Descubrí también los dibujos de A. PaulWeber, que me causaron una granimpresión. Todo lo que es bien conocido hoy

en día, pero que entonces era para mí, entodo caso, una auténtica novedad.

Me apresuré a comunicar misdescubrimientos. Volví varias veces a laRevolución Konservative, mientras que algúndía prometí publicar una traducción. [4] Elprimer resultado de estos esfuerzos fue lareedición por el GRECE (Groupementd'études et de recherche pour la européennela civilización, la principal asociación de loque todavía no se llamaba la "NuevaDerecha" [5]) en la forma de un pequeñolibro de uno de los escasos textos ya

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publicados en Francia en Der Arbeiter: Decombis Marcel, Ernst Jünger et la«Konservative Revolución».  Une analyse de« Der Arbeiter » [Ernst Jünger and the“Konservative Revolution.” An analysis of “Der Arbeiter”] (GRECE, Paris 1973).

Ernst Jünger y Alain de Benoist, Niza, 15 demayo 1977

Con el trabajo de un germanista fallecido,este texto se ha ampliado con una brevebibliografía y un original prólogo escrito porArmin Mohler, quien presentó el trabajo deJünger como "uno de los libros raros másgrandes del siglo", pero también como unbloque "errático" en sus obras, no obstantehaberlos calificado en su publicación en 1932como “un extraordinario acontecimiento".Hablando del trabajador  y de  la primeraversión de El Corazón Aventurero (DasAbenteuerliche Herz), después dijo: "Todavíahoy en día mi mano no puede recoger estas

obras sin echar a temblar".En su prólogo, también dijo Mohler por tresveces que Der Arbeiter era un "intraducible"trabajo. Lo hizo, sin embargo, terminandosiendo traducido en 1989 por Julien Hervier,[6], sin, por otra parte, agitar la polémicaque Jünger había temido desde hace tiempo.

En este momento, yo aún no había tenidoconocimiento personal Jünger. Sin embargo,

el 15 de mayo de 1977, cuando participé enel Festival del Libro Internacional de Nizapara la Revista Figaro y Ediciones Copernic,

que contó con un stand allí (yo acababa derecibir el Gran Premio de Ensayo de laAcademia Francesa para mi libro Vu dedroite libro), tenía la intención depresentarme. Me di vuelta y vi a un hombrede mediana estatura, muy recta, con un

casco de pelo blanco, que llevaba unachaqueta de pana y un jersey de cuello fino.Yo no lo reconocí en absoluto. -Hola-dijo-,soy Ernst Jünger. "Me quedé sin palabras.Ese día hablamos más de una hora. Setomaron fotografías. Un gran y hermoso yhermoso.

Casi diez años después de la publicación,tanto del cuaderno de Decombis Marcel, quehabía reunido suficientes documentos sobre

"política del joven Jünger", fue el periodo deescribir mi propio estudio sobre Der Arbeiter. La primera versión fue publicada a finalesde 1981 en Elements [7], y luego otra y máscuidada versión apareció dos años despuésen Nouvelle Ecole. [8] Este último, que fueseguido por una traducción de un artículode Ernst Niekisch publicado en Widerstand en octubre de 1932 ("Zu Jungers Ernstneuem Buche"), era en realidad unaverdadera monografía que más tarde se

publicó como libro en italiano y unatraducción al español. [9] Hice un esfuerzono sólo para presentar los principalesconceptos de Der Arbeiter  y para trazar eldesarrollo del autor en los años 1920 y 1930,comentando algunos de los hitos en lahistoria del movimiento revolucionarionacional, sino también para mostrar cómo elproblema "de los trabajadores", continuópara volver a aparecer en obras posterioresde Jünger, obviamente, en diversas formas,

en particular la evolución de sus ideas sobrela tecnología bajo la influencia de suhermano, Georg Friedrich Jünger. Hepresentado Der Arbeiter como indispensablepara la comprensión del periodo transitoriodefinido como un interregno "entre elreinado de los Titanes y el de los Dioses”.También me surgieron muchas referencias alpensamiento de Carl Schmitt y la filosofía deMartin Heidegger, con quien había trabadoconocimiento.

El 29 de marzo de 1985, en el 90 cumpleañosde Jünger, le envié un telegrama poco

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Ernst Jünger no era probablemente uno delos autores más citados por los franceses dela Nueva Derecha, pero no hay duda, comohemos visto, que él implicaba en sí mismoun gran debate. Hoy en día, ya no haynecesidad de "completar" la imagen de

Jünger en Francia. Los diversos aspectos desu obra son bien conocidos. Al igual queSchmitt y Heidegger, o Mircea Eliade,Jünger fue también, en un momento u otro,objeto de las críticas en forma de denuncias.Emanan de los espíritus sectarios que nosólo son anacrónicos, sino que se ocupansólo de Jünger para llegar a conclusiones deconformidad con los prejuicios que tenían alprincipio. Estos enfoques siguen siendo engran medida seguidos por una la minoría.

Es cierto que Jünger es aún minoritarioysólo citado por los intelectuales de moda.Uno tiene que ir a Italia para encontrar losintelectuales de todas las opiniones,izquierda y derecha, citando a Jüngerconstantemente (al igual queconstantemente citan a Schmitt yHeidegger). Pero los lectores del autor deEumeswil y Sutil de Hunts (Sutil Jagden) siguen siendo muy numerosos.

Hoy en día, prácticamente todos los librosde Jünger han sido traducidos al francés, sonpublicados por las editoriales más grandes,y la mayoría se reproducen constantemente.Los Diarios de Guerra (Strahlungen) han sidoreeditados por Gallimard en la prestigiosaserie "Pléiade", con un importante aparatocrítico por Julien Hervier, a quien se debetambién una colección de conversacionescon Jünger. [13] La investigación académicaes coordinada por el Centro de Recherche et

de Documentación de Ernst Jünger(CERDEJ), presidido por Danièle BeltránVidal, que desde diciembre de 1996 hapublicado un volumen anual de CuadernosErnst Jünger. Que hace falta una traduccióncompleta de los artículos políticos de sujuventud (que apareció recientemente enItalia, en tres volúmenes) y de lacorrespondencia (en particular lacorrespondencia con Schmitt, Heidegger,Hielscher, Benn Gottfried, y Nebel Gerhard),pero también un gran "biografía definitiva”comparable con los Schwilk un Heimopublicados recientemente en Alemania.

Alain de Benoist

Es muy curioso que ningún libro deFriedrich Georg Jünger haya sidocompletamente traducido al francés.Teniendo en cuenta sus muchas conexionesen el mundo editorial, parece que Jüngerfácilmente podría haber conseguido quealgunas obras de su hermano se hubieranpublicado en Francia. Por mi parte, creo que

fue un error que nunca hiciera nada alrespecto. A menudo me preguntaba por qué.

Ernst Jünger tendría hoy más de 110 años deedad. "Las revoluciones silenciosas son lasmás efectivas", dijo. Él debe ser leído ensilencio.

Notas 

[1] Orages d'acier. [1] Orages d'acier. Souvenirs

du front de France (= In Stahlgewittern [ InStorms of Steel ]) (Paris: Payot, 1930); Leboqueteau 125. Souvenirs du delante de Francia (= En Stahlgewittern [En Tormentas de acero]) (París: Payot, 1930); boqueteau Le 125. Chronique des combats des tranchées 1918 (=Das Wäldchen 125 [ Copse 125 ]) (Paris: Payot,1932); La guerre notre mère (= Der Kampf alsinneres Erlebnis [ Battle as Inner Experience ])(Paris: Albin Michel, 1934). Chronique descombates des tranchées 1918 (= Das Wäldchen

125 [Bosquecillo 125]) (París: Payot, 1932), Laguerre notre mère (= Der Kampf als inneres

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Erlebnis [Batalla como experiencia interior]) (París: Albin Michel, 1934) .

[2] “Jünger s'explique” [“JüngerExplained”], entrevista con Jean-Louis deRambures, Le Monde, February 22, 1973. [2]

"s'explique Jünger" ["Explicación deJünger"], entrevista con Jean-Louis deRambures, Le Monde, 22 de febrero de 1973.

[3] Ernst Jünger, Journal parisien (Pariser Tagebuch ), July 16, 1942. [3] Ernst Jünger,parisien Diario (Pariser Tagebuch), 16 de juliode 1942.

[4] Esto sucedió muchos años después, en laRevolución Conservadora, que he editado

hace algunos años: Armin Mohler, LaRévolution Conservatrice en Allemagne 1918-1932 (Puiseaux: Pardes, 1993). Estatraducción, que incorpora todas lasadiciones de las ediciones alemanas másrecientes, incluidos, por otra parte, unimportante libro de fotografías y uninventario de todas las publicaciones enFrancia dedicadas a la RevoluciónConservadora. Es la única traduccióncompleta del libro publicado Mohler.

[5] La expresión de la "Nueva Derecha" nofue inicialmente un auto-designación. Fueinventada por los medios de comunicaciónen 1979 para describir una corriente depensamiento que para entonces ya existíadesde hace más de diez años. Por eso,consciente de las ambigüedades que seadhieren a ella, yo personalmente la empleolo menos posible.

[6] Ernst Jünger, Le Travailleur , trans. [6]Ernst Jünger, Le Travailleur, trad. JulienHervier (Paris: Christian Bourgois, 1989).Hervier Julien (París: Bourgois cristiano,1989).

[7] Alain de Benoist, “La Figure duTravailleur. Réflexions sur un livre méconnud'Ernst Jünger,” en Eléments 40 (Winter1981–82): 13–19.

[8] Alain de Benoist, “Ernst Jünger : laFigure du travailleur entre les Dieux et lesTitans,” en Nouvelle Ecole 40 (September-

October, 1983): 11–61. [8] Alain de Benoist,"Ernst Jünger: la figura du travailleur. Entreles Dieux et les Titanes", en Nouvelle Ecole 40(septiembre-octubre, 1983): 11-61.

[9] Alain de Benoist, Ernst Jünger y El

Trabajador.  Una trayectoria vital e intelectualentre los Dioses y los Titanes (Madrid:Barbarroja, 1995); L'Operaio fra gli Dei eiTitani. Una Trayectoria vital e intelectual de LosDioses Entre y Los Titanes (Madrid:Barbarroja, 1995): L'Operario-fra gli Dei eiTitani. Ernst Jünger « sismografo » dell'era dellatecnica (Milano: ASEFI-Terziaria, 2000). ErnstJünger «sismografo» dell'Era della tecnica (Milano: Asefi-Terziaria, 2000).

[10] Alain de Benoist, Ernst Jünger. Une bio-bibliographie (Paris: Guy Trédaniel, 1997).Une bio-bibliographie (París: Guy Trédaniel,1997).

[11] Nicolai Riedel, Ernst Jünger-Bibliographie.  [Bibliografía 11] Nicolai Riedel,Ernst Jünger.  Wissenschaftliche undessayistische Beiträge zu seinem Werk (1928 –2002) (Stuttgart: JB Metzler, 2003).Wissenschaftliche und zu essayistische Beiträge

seinem Werk (1928 - 2002) (Stuttgart: JBMetzler, 2003). Nicolai Riedel publicaregularmente actualizaciones de subibliografía en los Cuadernos Ernst Jünger. 

[12] Los reconocí perfectamente, pero menegué a decirlo. Yo no colaboro con lapolicía. [13] Julien Hervier, Entretiens avecErnst Jünger  (Paris: Gallimard, 1986). [13]Julien Hervier, Entretiens avec Ernst Jünger  (París: Gallimard, 1986).

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EL NACIONALISMO DENUEVO CUÑO: ERNST

JÜNGER Y LA

“REVOLUCIÓNCONSERVADORA”

Joaquín Abellán

Extracto del libro “Nación y Nacionalismoen Alemania: la cuestión alemana (1815-1990)” de Joaquín Abellán, paginas 140-148, Tecnos, Madrid, 1997.

Durante la primera guerra mundial se gestóun nuevo nacionalismo, que apreciaba pocoel patriotismo anterior a 1914 y que sóloencontraba su fuente de legitimación en laexperiencia vivida de la guerra: “Tuvimosque perder la guerra para ganar la nación”.Esta frase de Franz Schauwecker resumía elnuevo nacionalismo revolucionario que,partiendo de la experiencia de la guerra,proyectaba un nuevo tipo de hombre y un

nuevo sistema político y social. Los nuevosnacionalistas, que en la paz siguieronviviendo la guerra y para quienes loshombres no eran en realidad sino guerreroso soldados, se iban a oponer al nuevosistema político de Weimar, un ordenpolítico al que consideraban carente deespíritu heroico, y animado, por el contrario,por el espíritu de los comerciantes.

En la formulación de esta íntima relaciónentre el nuevo nacionalismo y su origen –laguerra mundial-, le cupo un papel muyimportante al escritor Ernst Jünger. Entretodos los intérpretes literarios de lacontienda, fue Jünger sin duda el máseficiente y el más fecundo. En su obraliteraria quedó plasmada de la forma másplástica la ideología de la experiencia de laguerra. “La guerra es nuestro padre, nos hagenerado como un hombre nuevo en el senoardiente de las trincheras, y nosotrosreconocemos con orgullo nuestro origen. Poreso nuestros valores deben ser tambiénheroicos, valores de guerreros y no esos de

los tenderos, que quisieran medir el mundocon su vara”. Ésta es la idea principal delnuevo nacionalismo y de ahí se deriva todauna concepción del hombre y de la sociedad.Como en la guerra se había experimentadola jerarquización y las diferencias de rango,

cree que la idea de igualdad está superada.Como en la guerra se había revelado el valorde la personalidad individual, despreciacomo masa todo lo que no se correspondacon el corte militar de la propiapersonalidad. Jünger se define a sí mismo ya los suyos como “hombres”, que llevan lavivencia de la guerra en su sangre, y seburlan de los intelectuales y los literatos quesacaron otras consecuencias de la guerra. Elnuevo hombre conformado por la vivencia

de la guerra y por los valores que éstadescubrió (“la guerra que tantas cosas selleva, nos da también muchas cosas. Nosinstruye en la camaradería y pone en su sitiounos valores semiolvidados”) es un soldadoduro como el acero, que se enfrenta sinpiedad al sistema burgués y aspira acontinuar la guerra como su propia misiónnacional.

El espíritu de este nuevo nacionalismo

consiste precisamente en el desprecio de lointelectual, en la adoración de la lucha y dela guerra y en el odio hacia todo lo burgués-civil. El nuevo objetivo es la destrucción delmundo burgués y de su sistema político y susustitución por un Estado potente, völkisch,en el que encuentren su coronación lomilitar y lo heroico. Lo que estenacionalismo ofrecía era una declaración deguerra a todo lo existente. Su idea delEstado era una mera transposición de la

jerarquía militar a la organización política.En vez de las libertades burguesas poníauna firme sujeción. El individuo fuesacrificado al “tipo” o a la “figura”: debíadisolverse en la comunidad sanguínea de lanación y sacrificar su vida, si la nación lorequería. En la experiencia de la guerra sedisolvió el yo burgués de la épocaguillermina en el nosotros de lacamaradería……

La estilización de este guerrero del frenteserá el obrero, la nueva figura del siglo XX.El obrero es elevado por Jünger a una

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especie de mito, a una figura que describecon las categorías del héroe bélico. La figuraopuesta al obrero es la del burgués (Bürger),que será devorado por el tiempo, como sedice en el prólogo a Der Arbeiter (1932)…..

Una variante del nacionalismorevolucionario fue conocida en los años deWeimar con la denominación denacionalbolchevismo. Este concepto seutilizó para definir el nacionalismo de todosaquellos grupos para los que erafundamental apoyarse en la Rusia soviética.Su pensamiento político, a diferencia delnacionalismo revolucionario al estilo deJünger, contenía una dosis mayor dereferencias sociales y de política exterior.

(…) No en todos los pensadores integrantesde la llamada “revolución conservadora”estaba presente con la misma intensidad queen Jünger la experiencia de la guerra,aunque todos ellos coincidían en el rechazode la realidad y de los valores de la época dela preguerra. A diferencia del nacionalismotradicional, estos nuevos “conservadoresrevolucionarios” no aspiraban a restaurarlos viejos tiempos, sino que querían

desarrollar nuevos valores para la nuevaépoca, de la que se consideraban intérpretesy profetas. Despreciaban tanto la Alemaniade Weimar como la Alemania guillermina.No se consideraban reaccionarios sinodefensores de un nuevo conservadurismoque no miraba hacia el pasado.

(…) Prescindiendo ahora de la cuestión de laadecuación del término “revoluciónconservadora” para designar a este conjunto

de pensadores, sí es importante señalar que,en el tema de la nación que nos ocupa, notenían tampoco una concepción unánime. Elconcepto de nación menos representadoentre ellos es, sin duda, el concepto de“Staatsnation”, es decir, de nación política onación-Estado, de nación como conjunto deciudadanos, en el que las característicasculturales de la lengua o la procedencia nodesempeñan ningún papel. Por el contrario,el concepto subjetivista de nación, comovoluntad de pertenencia común o comosentimiento de pertenencia común, estárepresentado en Carl Schmitt o en la

importante revista de los años veinte/treintaTAT. Carl Schmitt descubrió en la doctrinasoreliana del mito como fuerza profundaque nace de los auténticos instintos de lavida un elemento decisivo para combatir elbolchevismo. Pero, a diferencia de Sorel, esa

fuerza no la encuentra en la lucha de clasessino en el sentimiento nacional. Elsentimiento nacional es una fe común, laconciencia de tener un destino común, deformar una comunidad de destino. Puebloes una comunidad que obtiene existenciapolítica a través de un acto subjetivo,existencial, al distinguir entre amigo yenemigo. Pueblo es una categoría delderecho público, no una categoría denaturaleza cultural o física.

Para Spengler, por su parte, pueblo era unaasociación de hombres que se siente comoun todo. Si desaparece ese sentimiento, dejade existir el pueblo. Para Spengler hubopueblos antes y después de la formación dela cultura. Y a los pueblos dentro de lacultura les llama naciones, utilizando aquílas características objetivas en su definición.

Para Moeller van den Bruck, la nación era la

alfa y la omega de todo su pensamientopolítico. Pero la nación era para élbásicamente un conjunto de valores, anterioral individuo, que éste debe conocer paracontribuir a cumplir la misión que lecorresponde a cada nación/pueblo…..

Stapel, sin embargo, se refierefundamentalmente al “pueblo”. Para él, elpueblo era algo natural, un todo biológico,cuyo fundamento estaba constituido por la

procedencia u origen. “El pueblo es unacomunidad de nacimiento”, pero estefundamento biológico es algo más que purabiología……

Tampoco respecto al concepto de “raza” hayunanimidad entre los teóricos de la“revolución conservadora”. La construcciónteórica de Carl Schmitt desconocía porcompleto la ideología racista y völkisch. Sureivindicación del postulado de lahomogeneidad y de la exclusión de loheterogéneo no significaba elestablecimiento de discriminaciones para los

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individuos. Pueblo era un concepto delderecho público, no tenía un contenidoracial o cultural. Spengler, por su parte,criticaba expresamente los intentos dededucir la raza a partir de elementos físicoscomo la constitución física o la forma del

cráneo. Para él también eran elementosconstitutivos de una raza otrascaracterísticas de naturaleza subjetiva, comola manera de hablar, el sentido de la bellezao la camaradería o la Bildung. La unidad deuna comunidad no procedía para él de laraza, de la biología, sino de la cultura: lasrazas de Occidente no son las creadoras delas grandes naciones, sino su consecuencia.Los sentimientos raciales, decía, “por muyextendidos que estén, por muy profundos y

naturales que sean, no son ninguna basepara la gran política con la que regir o salvarun país.

El arte de la política y el sano instinto delpueblo toma las cualidades donde lasencuentra: os franceses en Napoleón, unitaliano; los conservadores ingleses enDisraeli, un judío; la nobleza y el clero rusoen Catalina II, una alemana. Y en ningúnpueblo del mundo con educación política se

parte de esto, aunque los ingleses y losamericanos son más apasionados encuestiones de raza que la mayoría de losalemanes. Éstas y las infantiles opiniones yutopías económicas son tandesesperadamente alemanas en el peorsentido, tan necias y provinciales, y separanel moviendo völkisch y la enorme potenciaque en él descansa de todo aquello que hayque tomar en serio política yeconómicamente por las cualidades, la

experiencia, el poder y las relaciones, queeste movimiento parece determinado ahacer un hueco en el suelo, pero para dejarsitio a una peligrosa corriente en contra”.Tampoco Moeller van den Bruck tiene unaconcepción racista de los hombres, aunquesus primeros escritos tienen una clarainfluencia de Chamberlain y contienen unamística de la sangre….

Ernst Jünger y Wilhelm Stapel, aunquerechazaban el concepto biologista de raza,hicieron, sin embargo, algunasformulaciones antisemitas, aunque de

distinta consideración. Jünger dice en sulibro Der Arbeiter (El Trabajador) que laraza dentro de la clase obrera no tiene nadaque hacer con un concepto biológico de lamisma. Y creía, por ello, que las críticas a losjudíos no tenían sentido. Las críticas de los

nacionalistas a los judíos las encontrabademasiado planas. Los judíos eran hijos delliberalismo y lo que a él le interesaba eracombatir el liberalismo desde unaconsideración de lo alemán, quitándole asísu base. Entonces caerían también los judíos,que eran los mantenedores del liberalismo.Cuanto más se alemanice Alemania, losjudíos se verán en la dificultad de no poderser alemanes en Alemania y, porconsiguiente, se verán ante la alternativa de

o ser judíos o no ser.

Mientras Jünger no profundizó en estasideas y el antisemitismo no tiene un lugarimportante en sus pensamientos, paraStapel, sin embargo, la discriminación de losjudíos era una tarea urgente. Los judíosconstituían para él un pueblo y, por tanto,una idea de Dios, y de ahí que, en estesentido, le mereciese todo el respeto. Pero elproblema se planteaba por el hecho de que

los judíos vivían en el mismo territorio queel pueblo alemán, impidiéndole a éste sudesarrollo cultural.

Mientras el pueblo judío era pacifista einternacionalista, el pueblo alemán erabelicista y nacionalista. Le parecía imposibleun equilibrio o una mezcla entre ambospueblos, pues la esencia de un pueblo es undestino, es voluntad divina, sobre la que nose puede disponer. Si se imponía la cultura

judía, Stapel pensaba que se llegaba al finalde la historia alemana. Si, por el contrario,triunfaba el pueblo alemán, era inevitable laseparación de los judíos. El propio Stapelhizo una propuesta de apartheid, en 1932,según la cual los judíos vivirían como unacorporación con derecho propio, dentro delpueblo alemán, pero sin tener igualesderechos civiles que los alemanes, aunquelos judíos podían tener su propiarepresentación …

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ERNST JÜNGER:YO SOY LA ACCIÓN

José Luis Ontiveros

En torno a la obra del escritor alemán ErnstJünger se ha producido una polémicasemejante a la que preocupó a los teólogosespañoles en relación con la existencia delalma de los indios. De alguna manera, elhecho de que se le haya discutido en mediosintelectuales mundiales con asiduidad, y elque una nueva política literaria tienda arevalorizarlo, le otorga, como lo hizo a los

naturales el Papa Paulo III, la posibilidad deuna lectura conversa; ya no traumatizadapor su historia maldita, absolutoria de suderecho a la diferencia, y exoneradora de unpasado marcado por la gloria y lainmundicia.

La polémica sobre Jünger que en medio delamentaciones previsorias sobre su “ceguerahistórica” ha reconocido la posibilidad deque también poseía un alma personal, se hamantenido, sin embargo, en los límites delconocimiento de su obra. Pareciera queprofundizar en Jünger puede indicar dealguna manera una proclividad secreta, unaoscura complicidad con este peligroso”junker”, intelectual orgánico de losdesarraigados, al que se suele evocar comoel cazador y animal de presa, que en laadolescencia se enrola en la LegiónExtranjera francesa, testimonio que deja enJuegos Africanos; se le presenta comosituado ”de pronto a la sombra de lasespadas”, y esta exaltación hecha tipologíase presenta como el truco con que se evadeel contenido de su obra.

Por ello debe partirse de un principio:Jünger sigue siendo el mismo, es un réprobopermanente y resuelto, una concienciaerguida y soberana: ”yo siempre he tenidolas mismas ideas, sólo que la perspectiva ha

cambiado con los años” . En Jünger hay unasola línea ascendente, un impulso decreación unívoco que arranca en 1920 con

Tempestades de Acero, se afirma en JuegosAfricanos, obra intermedia, que precede aEn los acantilados de mármol (1939),Heliópolis (1940), y Eumeswil (1977).

Resulta entonces necesario para llegar a

Heliópolis y a un acercamiento a sucomprensión, hacer referencia a unproblema histórico. Jünger en la línea deSaint- Exupéry y de Henry de Montherlantama la acción como el supremo valor de lavida: no existe una renuncia a las pompasdel mal, a los frutos concretos de la acción.Hay, al contrario, a lo largo de su obra, unreflejo centelleante que nace de la negacióndeliberada de la bondad; un alientonietzscheano de que ”no encontraremos

nada grande que no lleve consigo un grancrimen”.

Por ello es que debe ahorrarse la gratuidadde perdonarlo, de ver en Jünger alintelectual víctima de sus demonios. De estaforma si Jünger ha padecido un Nurembergsimbólico, la actitud rectora de su creaciónha permanecido firme sobre la marejada,sobre los prejuicios políticos y aún sobre la”conmiseración” que nunca ha necesitado.

No hay en su obra, como producto de laderrota de Alemania en la II GuerraMundial, una disociación de un antes y undespués; una versión suavizada del mal, quehabría retrocedido de su estado agudo a suestado moderado.

Por ello, si su texto La Guerra, nuestramadre escrito en 1934 ha recorrido unasuerte semejante a Bagatelas para unamasacre de Louis Ferdinand Céline, en el

sentido de que ambos son unánimemente”condenados” y prácticamenteinencontrables a excepción de fragmentos; eljoven escritor alemán, que afirmaba que: ” lavoluptuosidad de la sangre flota por encimade la guerra como una vela roja sobre unagalera sombría”, es el mismo que canta elpoder de la sangre, treinta y un añosdespués de cieno, fuego y derrota: ”losgigantescos cristales tienen forma de lanzasy cuchillos, como espadas de colores grises yvioletas, cuyos filos se han templado en elardiente soplo de fuego de fraguascósmicas”.

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El nuevo intelectual

El viejo ”junker”, ha nacido como hijo de laburguesía industrial tradicional, enHeidelberg, el 29 de marzo de 1895, ha

permanecido a sus 93 años de edad como unfiel artesano de sus sueños, un celosoguardían de sus obsesiones, un claropartidario de la acción. Por otra parte, sepresenta el problema histórico. Jünger,herido siete veces en la I Guerra Mundial,portador de la Cruz de Hierro de primeraclase y de la condecoración ”Pour le Mérite”(la más alta del Ejército Alemán); miembrojuvenil de los ”cascos de acero” y de los”bolcheviques nacionales”; y ayudante del

gobernador militar de París durante laocupación alemana, es un nuevo intelectual,que rompe con el molde tradicional quetiene de la función intelectual la Ilustracióny la cultura burguesa.

En cierta medida corresponde a los atributosque describe Gramsci del ”nuevo”intelectual: ”el modo de ser del nuevointelectual ya no puede consistir en laelocuencia motora, exterior y momentánea,

de los efectos y de las pasiones, sino que elintelectual aparece insertado activamente enla vida práctica, como constructor,organizador, persuasivo permanentemente”.En este sentido Jünger va más allá de la”elocuencia motora”, de la relaciónproductiva y mecánica de una condicióneconómica precisa.

Puede decirse entonces que si bienJüngertiene atributos de ”junker” prusiano,

teniendo parentesco con la ”casta sacerdotalmilitar que tiene un monopolio casi total delas funciones directivas organizativas de lasociedad política”, esta relación funcional yproductiva está rota en el caos, en elnihilismo y la decepción que acompañan a laderrota de Alemania en la I Guerra Mundial.Jünger, que quizá en la época guillerminadel orgulloso II Reich, hubiera podidoreproducir las características de su clase, seencuentra libre de todo orden social como

un intelectual del desarraigo, de la tribu delos nómadas en el poderoso grupo disperso

de los solitarios que han luchado en lastrincheras.

Detengámonos en el análisis de este estadoespiritual y de esta circunstancia histórica,cuya trascendencia se manifiesta en toda su

narrativa, especialmente en el carácterunitario de su obra y en su posiciónideológica, lo que a su vez nos permitirácomprender la clave de una de sus novelasmás significativas del período de la últimapostguerra: Heliópolis, cuyos nervios sehallan ya entre el tumulto que sobrecoge aljoven Jünger, como un brillante fruto de laacción interna que sujetará su espíritu.

Así podremos apreciar cabalmente a este

autor central de la literatura alemana delsiglo XX, para determinar cuál es el rostroque se ha cincelado, en la multiplicidad deespectros que lo reflejan con caras distintas.¿Acaso es Jünger, como quiere Erich Kahler,al que ”incumbe la mayor responsabilidadpor haber preparado a la juventud alemanapara el estado nazi, aunque él mismo nuncahaya profesado el nazismo?”. ¿Se trata delescéptico autor de la ”dystopía” o utopíacongelada que se expresa en su relato

Eumeswil? ¿Quién es entonces estecontradictorio anarquista autoritario?

La trilogía del desarraigo

Podemos intentar responder con un juegode conceptos en los que se articulase suradiografía espiritual, con su naturalezacompleja y una historia convulsionada ydevoradora. Esta visión nos dará un Jüngerrevelado en una trilogía: se trata del

demiurgo del mito de la sangre, del cantordel complejo de inferioridad nihilista de lacultura alemana, del emisario del dominiodel hombre faústico y guerrero. Sólo asípodremos entender cómo Jünger pudodirigir desde ”fuera de sí” un pelotón defusilamiento, certificar la estética del dolorcon una ”segunda conciencia más fría” oexperimentar los viajes místicos del LSD ode la mezcalina. Requerimos verlo en sudimensión auténtica: la del ”condottiero”

que huye hacia delante en un mundoruinoso.

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Memorias de un condottiero

La aventura de Jünger cobra el símbolo deuna organicidad rotunda en la relaciónsocial del intelectual con la producción de

una clase concreta; se tratafundamentalmente de una personalidad quede alguna manera expresa Drieu la Rochelle:”(es) el hombre de mano comunista, elhombre de las ciudades, neurasténico,excitado por el ejemplo de los fasciositalianos, así como por el de los mercenariosde las guerras chinas, de los soldados de laLegión Extranjera”.

Se verdadera patria son las llamas, la tensión

del combate, la experiencia de la guerra. Suconformación íntima se encuentramanifestada en otro de aquellos quevivieron ”la encarnación de una civilizaciónen sus últimas etapas de decadencia ydisolución”, así dice Ernst Von Salomon enLos proscritos: ”sufríamos al sentir que enmedio del torbellino y pese a todos losacontecimientos, las fatalidades, la verdad yla realidad siempre estaban ausentes”.

Es este el territorio en que Jünger prepararála red invisible de su obra, recogiendo lasbrasas, los escombros, las banderas rotas.Cuando todo en Alemania se tambalea: secimbran los valores humanitarios ycristianos, la burguesía se declara enbancarrota y los espartaquistas establecen laefímera República de Münich, aparecen loselementos vitales de su escritura, queatesorará como una trinchera imbatibleheredera del limo, con la llave precisa que

abrirá las puertas de la putrefacción a laliteratura.

Es la época en que Jünger, interpretando lacrisis existencial de una generación que hapretendido disolver todos sus vínculos conel mundo moribundo, toma conciencia de sícon un poder vital que no quiere tener nadaque deber al exterior, que se exige comodestino: ”nosotros no queremos lo útil,práctico y agradable sino lo que es necesario

y que el destino nos obliga a desear”.Participa entonces en las violentas jornadasde los ”cascos de acero”. Sin embargo, pese

a ser un colaborador radical del suplementoDie Standart, ógano de los ”Stahlhelm”, semantendrá siempre con una altiva distanciadel poder. Llegará a compartir páginasincendiarias en la revista Arminius con elpor entonces joven doctor en letras y

”bolchevique nacional” Joseph Goebels ycon el extraño arquitecto de la Estoniagermana, Alfred Rosenberg.

Cuando Jünger escribe en 1939 En losacantilados de mármol (que se hainterpretado como una alegoría contra elorden nacionalsocialista), han pasado losdías ácratas en que ”los que volvían de lastrincheras, en las que por largos años habíanvivido sometidos al fuego y a la muerte, no

podían volver a las escuálidas vivencias delcomprar y el vender de una sociedadmercantilista”. Ahora una parteconsiderable de los excombatientes se hasumado a una revolución triunfante, en quela victoria es demasiado tangible. Jüngerdecide separarse en el momento del éxito.Hay un brillo superlativo, una atmósfera desaciedad, una escalera ideológica paraarribar a la prosperidad de un nuevo orden.

En el momento en que Jünger ha decididoreplegarse, abandonar el signo de lostiempos, batirse a contracorriente,encuentra, una vez más, la salida frente a laorganización del poder en la permanenterebeldía y en la conciencia crítica. Mas estafuga no es una deserción: hasta elcrepúsculo wagneriano sigue vistiendo eluniforme alemán. Su revuelta se manifiestaen la creencia en las ”situacionesprivilegiadas”, es decir, en los instantes en

que la vida entera cobra sentido medianteun acto definitivo. Resuelve así, en la rápidadecisión que impone la guerra, retornar auna selva negra personal con la desnudezirrenunciable de sus cicatrices, aislado delestablecimiento y de la estructura del poder.

El color rojo, emblema del ”condottiero”,baño de fuego sobre la bandera de combatese ha vuelto, finalmente, equívoco: ”lasustancia de la revuelta y de los incendios setransformaba con facilidad en púrpura, seexaltaba en ella”; Jünger, mirando las olasde la historia restallar sobre los acantilados

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de mármol, asistiendo al naufragio de lahistoria alemana, desolado en el retiro de lasletras, exalta en la acción la únicaemergencia que no se descompone, ”el juegosoberbio y sangriento que deleita a losdioses”.

El tambor de hojalata

Hemos mencionado que una partesignificativa del materail de sueños queforma su novela Heliópolis, se encuentra enel poderoso torrente de la aventura en queJünger se desenvuelve desde sus añosjuveniles. En realidad, de sus dos grandesnovelas de la última postguerra, quizáHeliópolis sea más profundamente

Jüngeriana que Eumeswil en el sentido enque su universo estámás nítidamenteplasmado, de que no existe el ”pathos” deuna mala conciencia parasitaria, y de que, adiferencia del usufructo de la fácilpolitización en que la literatura se manipulacomo una parábola social o histórica , retineun poder metapolítico, esto es, un orbeestético que se explica a sí mismo, que sesustenta como un valor para sí.

No está de más subrayar que,independientemente de la opinión de unagran parte de la crítica sobre En losacantilados de mármol y sobre Eumeswilcomo un mensaje críptico antihitleriano, laprimera, y como una denuncia contra eltotalitarismo, la segunda, su interés realsobrepasa la circunstancia política,concediendo que ésta haya sido la intencióndel autor. Intencionalidad difícil demantener en un análisis que busque la

esencialidad de Jünger, por encima delescándalo y del criterio convencional.

Heliópolis reconquista la tensión narrativa,el libre empleo de una simbologíaanagógica, el espacio de expresión que se hapurificado de lo inmediato y de laspresiones externas del quehacer literario.Ello quizá se explique por razonespropiamente literarias y en este casotambién históricas. Usamos la palabra

”reconquista” como aquella que designa unesfuerzo que surge de la derrota, que se

elava sobre la postración, que recupera elvalor existencial de la experiencia.De alguna manera, y luego de un sordo ypertinaz silenciamiento, el universo deJünger ha recobrado su sentido original, suautónomo impulso poético. Más allá de la

tramposa equivalencia entre sus imágenes yuna determinada concepción de la realidad.Si bien ha manifestado ya ”que no existeninguna fortaleza sobre la tierra en cuyapiedra fundamental no esté grabada laaniquilación”, trátese de un mito, de unmovimiento social o de una organización delpoder. Heliópolis encarna la idea de que silos edificios se alzan sobre sus ruinas,”también el espíritu se eleva por encima detodos los torbellinos, también por encima de

la destrucción”.

Esta es, entonces, una de las característicasfundamentales de la novela: el tiempohistórico siguiendo su cauce se haabsorbido. Lo ocurrido (su propiaparticipación en la historia alemanacontemporánea) se ha filtrado entre lassimas de los heleros como un agua nueva eincontaminada.

Su escritura se ha librado del lastre y haretomado un vuelo límpido, en el que narrala épica y eclipse de La ciudad del Sol, comola crónica del reino de Campanella, másdistinta a la construcción intelectual de lautopía. Hallamos en Heliópolis nuevamenteal Jünger de siempre, al artistaindependiente, que ha sepultado con elrelámpago de su lenguaje, las bajas nubessombrías del rapsoda de la eficacia militar ydespiadada.

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JÜNGER, EL ETERNOGUERRERO

Abel Posse

"Murió lleno de años", como dicepoéticamente de algún patriarca esa Bibliaque leía Jünger con precisión escolástica,durante la ocupación de París, vestido consu impecable uniforme de la Reichswehr(una verdadera provocación de las suyas: enla terraza de Lipp o en el Flore con sus botasrelucientes, comentando y leyendo lasapocalípticas predicciones de Isaías...)

Como en una de sus paradojas, el que buscóla muerte con voluntad de héroe, fue másbien el testigo de todas las muertes del siglo.En él pareció cumplirse cabalmente eldístico atribuido a Heráclito: "Morir de vida.Vivir de muerte."

Vió desaparecer hombres, titanes de sutiempo, y melancólicos intelectuales cadavez más escépticos. Vivió el siglo como

quien lo bebe de un sorbo hasta el final de lacopa. Desde el fervor de las ilusionesgestadas por la razón decimonónica, hastalos desengaños de este final de mileniodonde "el Hombre" de los positivistas yneohegelianos se presenta más bien comoun enfermo terminal, irredento, y tal vez yasin redención posible. Sin embargo Jüngerseguirá en la salud de la rebeldía. Pese a suscatorce heridas cruzará la selva ideológicadel siglo criminal que ya agoniza. Fue el

Rebelde de su mitología literaria, pero sesalvó por haber sido también el Emboscado.El que es consciente de la neurosisideológica y filosófica y crea desde elsilencio y el apartamiento. Así Jünger sedeslizó, salvándose del frenesí, creyendomás en la naturaleza que en las ciudades,símbolos de la alienación colectiva ytecnológica. Desde joven elige vivir enaldeas apartadas del interior de Alemania.(Cuando cumple cien años de edad,Mitterrand y el Canciller Kohl decidenhacerle un homenaje público; ambos debenviajar hacia Wiflingen, un pueblito del sur

donde se estableció casi desde el fin de laguerra. Es allí donde lo visitará tambiénJorge Luis Borges). La vida de Ernst Jüngerfueron 102 años de pasión espiritual y deaventuras. No creía en que había diferenciasbinarias: aventura espiritual y espíritu en

aventuras, eran lo mismo.

Puede ser considerado el pensador-poetamás ambiguo y reservado de este Occidenteproclive a definiciones de moda,temporarias y efímeras. Nadie pudo afirmarque lo conocía. Su pensamiento no concluíaen definiciones sino en sugerencias oinquietudes.

Era hijo de una familia burguesa de

Heidelberg. Nació en 1895. Su padre,químico y farmacéutico, lo preparaba paraingresar en una sólida carrera, pero Ernstdesde joven encarnó una de las figurascentrales de su visión del mundo, la del"Rebelde". Primero se agregó a losWandervógel (pájaros viajeros), unmovimiento de adolescentes románticos,dispuestos a viajar en libertad, a gozar de lanaturaleza y del tiempo, al margen delorden burgués. Este movimiento engrosaría

el llamado Movimiento de Juventudes, conuna tendencia populista, naturista ynacional, que prepararía el campo más tardea los grupos juveniles hitlerianos, unadeformación. Pájaros sí, pero no yapoéticamente vagabundos...

Jünger tuvo discusiones feroces, abandonóel hogar y a los dieciocho años se enroló enla Legión Extranjera. Como escribió en sulibro dedicado a las drogas, "todo placer

viene del espíritu. Y toda aventura de laproximidad de la muerte, alrededor de éstala aventura va describiendo sus círculos".Siente la vocación del guerrero. Hace surigurosísimo aprendizaje en Algeria y enSidibel-Abbés. Su padre consigue llamarlo ala razón y prosigue sus estudios enHannover, en una escuela selecta. Pero ya es1914 y será entonces la guerra quién lobusca. En diciembre es enviado al terriblefrente de la Champagne. En el Somme seráherido dos veces. Su valentía es insólita.Retorna del hospital a la primera línea. Loascienden y condecoran. Cada herida

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cicatriza detrás de una medalla. ¿Qué quieredemostrar; qué quiere demostrarse? En unejército de severos junkers prusianos setransforma en un mito insolente, parecido aldel famoso Lawrence de Arabia que en esosmismos años, se arriesgaba

aristocráticamente en los desiertos deJordania y Palestina, recitando el Corán yversos de Rumi.

Encontrar el inigualable sabor de vida detrásde cada riesgo de muerte. Cuando el miedoparaliza, dar un paso pánico, dionisíaco, yencabezar el ataque. A los veinte años, pesea su militarismo transacadémico, seráStosstruppenführer, jefe de comandos deasalto. En el fondo de las atroces trincheras

que huelen a sangre y orín de ratas, lee -concuidadosas anotaciones- a Nietzsche, aSchopenhauer, a Baudelaire. Lo respetancurtidos oficiales y suboficiales. Planificagolpes inesperados. Aplica la agilidad de laguerrilla, a la estática guerra de posiciones.Hay un secreto humorismo. Afirma quequiere a esos franceses y enseña que labatalla es más importante que las vulgaresdimensiones de triunfo o derrota. Suproclama, inusual en esa feroz guerra

cuerpo a cuerpo, será: 'Ardor, nunca odio'.

Su desempeño es tal que recibe catorceheridas que merecieron internación. Tieneveintitrés años cuando le conceden la másalta condecoración alemana: la medalla Pourle Mérite que sólo obtendrá docecontemporáneos, uno de ellos, Rommel.Dentro del formidable ejército forjado en elprusianismo, se sentirá un marginal,respetado como un excéntrico samurai. Esta

posición de aristócrata de la guerra comodeporte extremo lo preservará de ciertas irasde Goebbels cuando Jünger se negó en 1933a formar parte de la Academia Alemana dePoesía. El mismo Hitler, tuvo que respetarlopor causa del prestigio militar que paraJünger fue una escuela extrema de sabiduríade la vida y experiencia límite de lacondición humana. "Los hombres quedandesnudos de cuerpo y alma ante lametralla".

Sin pretenderse novelista recogerá suexperiencia en varios libros. El principal es

Tempestades de acero, que tendrá su lectoren el Río de la Plata, obviamente será JorgeLuis Borges que escribe una muy elogiosacrónica en "El Hogar". Jünger reflexionasobre esa revelación del guerrero casi en suadolescencia: "Crecidos en una era de

seguridad, todos sentíamos un anhelo decosas insólitas, de peligro grande. La guerranos arrebató como una borrachera, unaembriagada atmósfera de rosas y sangre". Elganó su guerra, pero Alemania la perdió.Dirá: "Era preciso perder la guerra paraganar la Nación. Alemania ha sido vencida,pero esta derrota ha sido saludable porqueha contribuido a la desaparición de la viejaAlemania ....".

Se instala en Leipzig para estudiar biología,zoología y filosofía. Escribe en los diarios deexcombatientes. Se casa con Gretha vonJeinsen y tiene con ella dos hijos. Uno deellos morirá en 1944, en el frente de Italiahoras antes del alto definitivo del fuego. Esuna Alemania increíble: se siente como si sedebiera definir un camino de vida despuésdel caos moral y económico de la derrota.Jünger milita en las fuerzas nacionales queenfrentan a la corriente bolchevique. Son

días de artículos frenéticos, noches de caféen ese Berlín donde se gozan y padecentodas las heces de la decadencia burguesa.Grosz dibujará esos personajes de sopa a lamadrugada y de cerveza con costillas decerdo; rodeados de prostitutas brevementeespléndidas con trajes de lakmé y largasboquillas a lo Pola Negri. Ollas populares enlos barrios obreros. Los primeros tangos, encilindros de cera grabados en Düsseldorfpor Villaldo, Arolas y Gobbi. Es el Berlin

Kriminal de Kurt Weil y la Opera de trescentavos. "Sólo se vivía para la idea"escribirá Jünger de esos tiempos derepública amenazada.

Son años de increíble creatividad: LaMontaña Mágica, el apogeo de Hesse con suJuego de Abalorios, Hermann Broch con LosSonámbulos y ya en el mayor intento de lanovelística germana: La Muerte de Virgilio,la aventura poética de Trakl, Rilkeconcluyendo en Muzot las Elegías de Duino,Lou Andreas Salomé pasando de Nietzscheal freudismo, Benn y Celan en un nuevo

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lenguaje poético, Bertold Brecht yTucholvski. El grupo poético iniciático deStephan George.

Conoce personajes de notable carisma, comoAlfred Schuler, que organiza fiestas vestido

de romano y se considera la reencarnaciónde un legionario recordando 'perfectamente'la destrucción de Jerusalem con las legionesde Tito. También a un personaje que seráimportante en las corrientes esotéricas delnazismo, Friedrich Hielscher, que vivió en elTibet y meditó en torno del reencuentro conla tradición pagana de Europa. No fuenunca nazi y estuvo a punto de serejecutado en 1944. Amigo de Martín Buber yde Sven Hedin, fascinaba a Jünger como uno

de los seres más extraños que habíaconocido. Está en la base de la apertura deJünger hacia el ocultismo y el "retornopagano". Se refiere a él sobrenombrándolocomo Bogo. Hielscher había fundado unaiglesia neopagana, con ritos, cánticos, ycelebraciones tomadas de los Nibelungos.

Jünger y su hermano Friedrich Georgtrabajan en el campo filosófico político, muycerca de los movimientos tradicionalistas

movilizados por las insensateces del Tratadode Versalles. Están cerca de las corrientesque desembocarán en el hitlerismo, pero sedesvían hacía la izquierda, influidos por lafigura todavía poco conocida perodeterminante de Ernst Niekisch, jefe de lacorriente nacional-bolchevique, queconciliaba lo que parecían entonces, ya noextremismos opuestos.

A diferencia de la corriente hitleriana, los

Jünger viven el nacionalismo como se podríahacerlo. Hoy ante los desastres ecológicos yla sórdida hegemonía financiera ysubculturizadora que se esconde detrás delmito de la globalización: "Nacida de laracionalidad burguesa, la todopoderosatécnica se resuelve contra quien la haengendrado. El mundo avanza hacia latécnica y el individuo desaparece, elneonacionalismo debe ser la primeratendencia en extraer estas lecciones". (EnArminius, 1926!).

A diferencia del nacionalismo conservador yrepresivo, fundan una corriente de"nacionalismo revolucionario" que es capazde convocar esas fuerzas de izquierda, peroa partir de la muerte de Rosa Luxemburgo,serán devorados por la castradora

"globalización" del internacionalismosocialista que entonces, mucho antes que losmercaderes de hoy, propugnaban unacultura igual, un hombre igual, un mundouniforme.

Ven en el liberalismo la culminación delpasatismo burgués, la ideología delmercachifle y no la del poeta, del santo o delguerrero. Acusan al intelectual humanista, al"Literat" como la lacra ya condenada por

Spengler, capaces de corroer la sociedad,abusando, disimulando y calumniando através del mito de la libertad de prensa, queen realidad encubre un empresariadoeconómico y político. Este pensamientoculminará en la obra todavía poco conocida,pero esencial, de Friedrich Georg Jünger yen el libro más ambiguo y sugestivo deErnst Jünger: El Trabajador, de 1932.

No es este el espacio para analizar un breve

ensayo que tiene la intensidad y laperplejidad de lo realmente nuevo. Diríaque El Trabajador señala la Figura denuestro tiempo. Es la realidad que se nosimpone, como el tipo de esta época. Crea ytransforma la historia. Poco tiene que vercon la moral o la política. Es una superacióndel burgués y del obrero (socialista ocapitalista). El Trabajador absorbe a todaslas clases. Es el espíritu dominante. Dejaráatrás todas las políticas forjadas en el siglo

XIX. A esta "figura" corresponde lamovilización total de la sociedad a través dela producción y la tecnología. Sólo se puedeser libre si se acepta esa figura de nuestrotiempo. Para Jünger ya no hay posibilidadde retornar a "valores" sentimentales. Hayque encaballarse a la gran imagen actual ycabalgar el tigre. Unido El Trabajador a latecnología en su desarrollo paroxístico, secrea una dominación perversa, es unasociedad de titanes pero sin dioses. Jüngerentrevió que el supremo destino delTrabajador era dominar la tecnología yadecuarla a lo humano y a una relación no

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destructiva con la naturaleza. Estosignificaba superar la era de demiurgos ytitanes para consolidar el retorno de losdioses. La epifanía que necesita estasociedad triunfante en las cosas y enana ydesabrida en todo lo humano. El símbolo del

hacer actual es el titán Prometeo. Esadmirablemente fuerte, pero desemboca enla Nada, en el nihilismo.

El ascenso del nazismo al poder significópara Jünger la continuación de su eternoexilio. Tal vez creyó en algún momento,como Martín Heidegger, Gottfried Benn,Konrad Lorenz, Heinrich Mann, que elnazismo significaría una refundaciónpagana del mundo, una apertura

revolucionaria hacia los valores profundosde naturaleza, tierra, sangre y germanidad.Pero en su caso no hubo compromisoalguno. Desde 1933 se indispuso con elrégimen. Se emboscó. Se fue a vivir a unapequeña aldea. Se dedicó con ahínco a laentomología, coleccionó libros, insectos,vinos finos. Sin esperanza en triunfosexteriores fue publicando sus libros.Tormentas de acero. La Colina 925.Hefópolis. Acantilados de mármol.

Heidegger lo incita a reeditar El Trabajador.Jünger publica sus libros en Klett Cotta, unaeditorial poco comercial del sur deAlemania.

Es el tiempo de sus reflexiones exóticas. Desus investigaciones con drogas (era amigohasta su muerte de Hoffmann, elsintetizador del lisérgico). Comprendecabalmente el aforismo de Nietzsche: "todolo que no mata nos hace más fuertes",

porque sus heridas y sus condecoraciones lopreservarán de las iras del poder.

Es movilizado como capitán de reservas en1939 y enviado otra vez al frente de Francia.Esta vez ya no hay por la guerra el élan de1914 y el espíritu aventurero. Su Diario esdesconcertante. Cuenta el avance alemánhablando de flores, de colores, de paisajes ycampesinos franceses. Se burla. Nos enseñaa no ceder, a anteponer lo mejor de la vidaen toda circunstancia. Llamará al primertomo de sus memorias, Radiaciones:jardines y caminos.

Su diario parisién está determinado por elmismo esfuerzo: hacer prevalecer lohumano sobre el horror y la humillación dela ocupación. Sólo una civilización como lade los franceses puede comprender el juego:le permiten asistir de uniforme a reuniones

con Picasso, Colette, Montherlant, Céline,Cocteau, Gide y el grupo de críticos de laNouvelle Revue.

Cenas en los grandes restaurantes.Caminatas por librerías de viejo y rinconesde coleccionistas. Vive probablementeamores con esos personajes que nuncadescribe y encubre con seudónimos,Charmille, Doctoresse... (Hitler se llamará"Kniébolo", y critica su modo de usar el

mecanismo racional tradicional paraexplicar sinrazones).

Así como no exagera de ese París que amaentrañablemente (su "segunda patria")cuando repentinamente lo envían al infiernodel frente ruso, en 1942, tampoco pierde elaristocratismo salvador de ponerse porencima de las penurias. Vivirá la derrota delos ejércitos en el frente oriental. De lascenas del Ritz pasará a la sopa de coles, sin

variación posible. Debe luchar con las rataspara conseguir un espacio para dormir. Paracolmo sus libros son prohibidos con laexcusa "de que sólo hay papel para cosasimportantes" (Goebbels).

Los desastres bélicos se suceden. Lostriunfadores son también despreciables.Jünger se embosca otra vez en su aldea yaque la vida pública es atroz e incontrolable,edificar mi casa y mi aldea como si fuera el

Mundo... Los ingleses suceden a Goebbels:comunican que los libros de Jünger seguiránprohibidos. Este escribirá: "Losperseguidores se relevan." Es el momento dela gran revelación, la confirmación de todassus sospechas: estamos en un tiemponocturnal, hay que recogerse en un espaciode sabiduría y sosegada creación. La pazque sobreviene es otra forma del mismonihilismo. Es el ciclo del Kali Yuga del quehablaba su admirado Guénon.

Tiene vivencias increíbles al establecerse enAlemania. Impera un hipócrita fervor

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democrático y aliadófilo: algunos amigosque le recriminaron por no plegarse alnazismo, ahora eran funcionarios y leexigían deponer sus ideas antiliberales! Peronadie puede destruir la verdad de suspalabras y de sus libros. Se lo mantiene al

margen en el mundo universitario y de lacrítica. El emboscado, el rebelde, tiene quevérselas con la democracia de los conversos.

Desde 1950 se refugia en Wilflingen, en el"manoir" del castillo que perteneciera a suamigo von Stauffenberg, quien atentó contraHitler en 1944 pasando una bomba en suelegante portafolios de cuero.

En Francia y en España se fue creando una

nueva lectura de este creador que desde1920 había predicho la enfermedad y lacrisis final del siglo por causa de laincontrolada tecnología.

En 1982 se le concedió en París el premio dela Fundación Cino del Duca. (Francia tratabamejor a su ocupante de la guerra, queAlemania a su soldado enviado para laocupación.) En esa ocasión se congregaronmuchos amigos de los tiempos de su estadía

parisién. El gran crítico Robert Kanters hizoel elogio del hombre y del creador.

Allí tuve oportunidad de conocerlo. Era unseñor amabilísimo, vestido con un discretotraje gris. Estaba solo en un extremo de unamesa con canapés y dulces de cóctel.Tomaba su copa de vino blanco de Mosela.Tenía entonces 87 años pero no aparentabamás que setenta. Su francés era límpidocomo el de algunas zonas de Provenza. Le

expresé mi interés por Friedrich Hielscher,el 'Bogo' de sus relatos, vinculado al"nazismo esotérico". "Nadie quiere escribir oreconocer la existencia de esos temas", dijo.Había conocido a Dietrich Eckardt, a KarlHaushoffer y muchos personajes de lascorrientes secretas del movimiento.Obviamente se mantenía muy prudente decualquier comentario personal en torno alnazismo. Sabía que todo lo que dijese seríamal interpretado. No podía dejar de seguirsiendo "el emboscado".

ERNST JÜNGER,PENSADOR POLÍTICO

RADICAL

Wolfgang Herrmann

Todas las ideas que el nacionalismorevolucionario desarrolló durante los diezprimeros años que siguieron la Gran Guerraencontraron su ápice en la obra de ErnstJünger. Los residuos del Movimiento deJuventud -que literalmente "se habíafundido" en el transcurso de lashostilidades- los eternos soldados pornaturaleza, los putschistas, losrevolucionarios y los combatientes delLandvolk siempre han encontrado en Jüngeral hombre que exponía sus ideas. Pero ErnstJünger fue mucho más lejos que todos ellos,lo que certifica el contenido del“Trabajador”.

No permaneció a una simple interpretaciónde los acontecimientos de la Guerra, lo quefue objeto en “DER Kampf als inneresErlebnis”, resumen de estas impresiones desoldado. Este pequeño volumen busca lassensaciones del soldado de la PrimeraGuerra Mundial, explora la estructura. Yeste sondeo es la expresión al mismo tiempode una nueva voluntad política, la primeratentativa de fundar este "realismo heroico",que se ha convertido en, ante los límites dela vida, escéptico, objetivo y protestante. Al

volver de nuevo de la guerra, Jüngeradquirió un conocimiento: la impresión queeste conflicto dejó en él y en la interioridadde sus compañeros, es más movilizadora,más reivindicadora y más sustancial que elmensaje de las ideologías dominantes de sutiempo. Por esta razón la Guerra fue el iniciode sus escritos posteriores, como ElTrabajador y La movilización total.

Estos dos libros penetran en una nueva

"capa geológica" de la conciencia humana ymodifican la función de ésta en el mundomoderno. Los dos libros tratan sobre el

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principio de la movilización total, que laGuerra impuso a los hombres. Desde unpunto de vista sociológico, la guerramoderna es un proceso de trabajo, detrabajo, inmenso, gigantesco, espantoso ensus dimensiones; moviliza el conjunto de las

reservas del pueblo en guerra. Los países setransforman en fábricas gigantes queproducen a la cadena para los ejércitos. Porotra parte, la guerra de material pasa a serpara las tropas que combaten ellas mismasen una clase de proceso de trabajo, que lostécnicos de la guerra tienen la voluntad dellevar a cabo. El nuevo tipo de hombre quese forma en tal contexto es el del Trabajador-Soldado, en quien no permanece nada de lapoesía tradicional del Soldado y que no

lanza ya su entusiasmo sino su asiduidad enel reducto que debe ocupar. Jünger sabe enadelante que "la movilización total, comomedida del pensamiento organizador, no esmás que un reflejo de esta movilizaciónsuperior, que el tiempo realiza en nosotros".

Y esa movilización es ineludible, la voluntadconsciente del individuo no puede cambiarnada. La movilización total de las últimasenergías prepara, de la misma manera que

está en sí mismo un proceso de disolución,la llegada de un nuevo carácter. La figuraque forjará este nuevo orden es la delTrabajador. La imagen de este Trabajador,de este fenómeno que hace irrupción ennuestro siglo XX, la encontramos en laeducación y las artes modernas; Jünger laconcibió según las características delSoldado del Frente y según el modelo rusodonde el Trabajador se convierte en elSoldado de la Revolución.

Jünger no concibe la categoría delTrabajador como un "estado" de la sociedad,como lo quiere la ciencia burguesa, o comouna clase, tal como ocurre con el marxista,sino que ve en el Trabajador un nuevo tipohumano, una nueva mentalidad engestación, que conseguirá la fusión de lalibertad y el poder.

Sólo el Trabajador mantiene aún una"relación ilimitada con las fuerzaselementales", que penetraron en el espacioburgués, operando la obra de la destrucción.

Conservadores tradicionales y Cristianosimpugnaron este libro radical con unavehemencia afirmada. El Trabajador siguesiendo sin embargo una obra difícil a leer:oculta una indudable dimensión filosófica;aborda la problemática cambiando

constantemente el punto de vista, lo queexige por parte del lector una comunidad depensamiento y una capacidad para volversea poner perpetuamente en cuestión (...).

ERNST JÜNGERY EL TRABAJADOR

Alain de Benoist

Al evocar El Trabajador, al mismo tiempoque la primera versión de Corazónaventurero, el ensayista Armin Mohler,autor de un manual que se ha convertido enun clásico sobre la revolución conservadoraalemana (Die Konservative Revolution in

Deutschland, 1918-1932. Ein Handbuch, 2ªed., Wissenschaftliche Buchgesellschaft,Darmstadt, 1972), escribe: “Aún hoy, nopuedo acercarme a estas obras sin sentir uncierta turbación”. En otra parte, calificando aEl Trabajador de “bloque errático” en elseno de la obra de Ernst Jünger, afirma: “DerArbeiter es algo más que una filosofía: esuna creación poética” (prefacio de MarcelDecombis, Ernst Jünger et la “KonservativeRevolution”, GRECE, 1975, p. 8). El término

es apropiado, sobre todo si se admite quetoda poesía fundadora es a la vezreconocimiento del mundo y revelación delos dioses. Libro “metálico” —estamostentados de emplear la expresión“tempestad de acero”—, El Trabajadorposee, en efecto, una trascendenciametafísica, que va más allá del contextohistórico y político en el que fue escrito. Supublicación no solamente ha marcado unafecha capital en la historia de las ideas, sino

que constituye en la obra jüngeriana untema de reflexión que no ha dejado de fluir,

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cual oculta vena, a lo largo de la vida de suautor.

Nacido el 29 de marzo de 1895 enHeidelberg, Jünger hizo sus primerosestudios en Hannover, en Schwarzenberg,

en los Montes Metálicos, Braunschweig, denuevo en Hannover, así como en laSchsrnhorst-Realschule de Wunstorf. En1911, se adhiere a la sección de Wunstorf delos Wandervögel. Ese mismo año, publica suprimer poema (Unser Leben) en el periódicolocal de aquella organización juvenil. En1913, a la edad de 18 años, se fuga del hogarpaterno. Objeto de su escapada: alistarse enVerdún a la Legión Extranjera. Algunosmeses más tarde, después de una corta

estancia en Argel y una fase de instrucciónen Sidi-bel-Abbés, su padre le convence paravolver a Alemania. Retoma sus estudios enel Gildemeister Institut de Hannover, dondese familiarizará con la obra de Nietzsche.

La primera guerra mundial estalla elprimero de agosto de 1914. Jünger seconvierte en combatiente voluntario. Ingresaen el 73º Regimiento de fusileros y recibe laorden de marcha el 6 de octubre. El 27 de

diciembre parte para el frente deChampagne. Combate en Dorfes-les-Epargnes, en Douchy, en Monchy. Jefe desección en agosto de 1915, alférez ennoviembre, sigue a partir de 1916 un cursopara oficiales en Croisilles. Dos meses mástarde participa en los combates de Somme,donde es herido dos veces. De nuevo en elfrente, en noviembre, con el grado ya deteniente, es otra vez herido, esta vez cerca deSaint-Pierre-Vaast. El 16 de diciembre es

condecorado con la Cruz de Hierro de 1ªclase. En febrero de 1917 es ascendido aStrosstrupp-führer, jefe de comando deasalto. Es el momento en el que la guerra seha atascado, al tiempo que las pérdidashumanas adquieren una terrible dimensión.Del lado francés, se aprestan a la sangrientae inútil ofensiva del Chemin des Dames. Ala cabeza de sus hombres, Jünger se deslizapor las trincheras y multiplica los golpes demano. Escaramuzas incesantes, nuevasheridas: en julio, en el frente de Flandes, ytambién en diciembre. Jünger escondecorado con la Cruz de Caballero de la

Orden de los Hohenzollern. Durante laofensiva de marzo de 1918 continúacapitaneando a sus soldados en múltiplesescaramuzas. Es herido una vez más. Enagosto, nuevas heridas, esta vez cerca deCambrai. Finaliza la guerra en un hospital

militar, ¡después de haber sido heridocatorce veces! Ello le vale la Cruz “Por elMérito”, la más importante condecoracióndel ejército alemán. Sólo doce oficialessubalternos de tierra, entre ellos el futuromariscal Rommel, recibirán dicha distincióna lo largo de la primera guerra mundial.

De 1918 a 1923, Jünger, acuartelado en laReichswehr de Hannover, comienza aescribir sus primeros libros impregnados de

la experiencia que le ha aportado supresencia en el frente. Tempestades de acero(In Stahlgewittern), publicado en 1919 porcuenta del autor y reeditado en 1922,conocerá un gran éxito. Le seguirán Laguerra como experiencia interior (DerKampf als innere Erlebnis, 1922), Elbosquecillo 125 (Das Wäldchen 125, 1924),Feuer und Blut (1925). No tardará Jünger enser considerado como uno de los escritoresmás brillantes de su generación, como nos lo

ha recordado Henri Plard (“La carrièred’Ernst Jünger, 1920-1929″, en Etudesgermaniques, 4/6.1978), incluso si apelamosa sus artículos sobre la guerra modernapublicados en la Militär-Wochenblatt.

Pero Jünger no se siente cómodo en unejército en la paz. Tampoco le tienta laaventura de los Cuerpos Francos. El 31 deagosto de 1923, abandona la Reichswehr y sematricula en la Universidad de Leipzig para

estudiar biología, zoología y filosofía.Tendrá como profesores a Hans Driesch y aFelix Krüger. El 3 de agosto de 1925 se casacon Gretha von Jeinsen, de diecinueve años,que le dará dos hijos: Ernst, nacido en 1926,y Alexander, en 1934. Durante ese período,sus ideas políticas maduran en la mismadirección de la efervescencia que agitacualesquiera facciones de la opinión públicagermana: el vergonzoso tratado deVersalles, del que la República de Weimarha aceptado sin vacilar todas las cláusulas yal que sólo se aceptará como un insoportableDiktat. En el transcurso de unos meses se ha

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convertido en uno de los principalesrepresentantes de los medios nacional-revolucionarios, importante grupo de laRevolución Conservadora situado a la“izquierda”, junto a los movimientosnacional-bolcheviques agrupados alrededor

de Niekisch. Sus escritos políticos seinscriben en el período medio republicano(la “era Stresemann”) que finaliza en 1929,tiempo de tregua provisional y de aparentecalma. Jünger dirá más tarde: “Sólo se vivíapara la idea” (Diario, t. II, 20.4.1943).

Sus ideas se expresaron primeramente enrevistas. En septiembre de 1925, el antiguojefe de los Cuerpos Francos, Helmut Franke,que acababa de publicar un ensayo bajo el

título Staat im Staate (Stahlhelm, Berlín,1924), lanza la revista Die Standarte, quetrata de aportar una “contribución a laprofundización espiritual del pensamientodel frente”. Jünger pertenecerá a suredacción, en compañía de otrorepresentante del “nacionalismo de lossoldados”, el escritor Franz Schauwecker,nacido en 1890. Die Standarte fue, enprincipio, suplemento del semanario DerStahlhelm, órgano de la asociación de

antiguos combatientes del mismo nombredirigido por Wilhelm Kleinau. Die Standartetenía una tirada nada despreciable:alrededor de 170.000 lectores. Entreseptiembre de 1925 y marzo de 1926, Jüngerpublica diecinueve artículos. Helmut Frankefirma los suyos con el pseudónimo“Gracchus”. La joven derecha nacional-revolucionaria se expresa allí: WernerBeumelburg, Franz Schauwecker, HansHenning von Grote, Friedrich Wilhelm

Heinz, Goetz Otto Stoffegen, etc.

En las páginas de Die Standarte, Jüngeradoptará pronto un tono muy radical,distinto al de la mayoría de los adheridos alStahlhelm. A partir de octubre de 1925,critica la tesis de la “puñalada por laespalda” (Dolchstoss) que habría supuestopara el ejército germano la revolución denoviembre (tesis casi unánime en los mediosnacionales). Llegó incluso a subrayar cómoalgunos revolucionarios de extremaizquierda fueron valerosos combatientesdurante la guerra (“Die Revolution”, en Die

Standarte, n. 7, 18.10.1925). Afirmaciones deeste tipo suscitaron vivas polémicas. Ladirección del Stahlhelm se pone en guardiay decide distanciarse del joven equipoperiodístico. En marzo de 1926 lapublicación desaparece, para renacer al mes

siguiente con el nombre abreviado deStandarte, con Jünger, Schauwecker, Kleinauy Franke como coeditores. En este momento,los lazos con el Stahlhelm no han sido aúnrotos; los antiguos combatientes continúanfinanciando indirectamente a Standarte,publicado por la casa editora de Seldte, laFrundsberg Verlag. Jünger y sus amigosreafirman lo mejor de su voluntadrevolucionaria. El 3 de junio de 1926 Jüngerpublica un llamamiento a la unidad de los

antiguos combatientes del frente con elobjeto de fundar una “república nacionalistade los trabajadores”, convocatoria que notendrá eco. En agosto, a petición de OttoHörsing —cofundador de la ReichsbannerSchwarz-Rot-Gold, la milicia de seguridadde los partidos socialdemócrata yrepublicano—, el gobierno, tomando comopretexto un artículo sobre Rathenauaparecido en Standarte, cierra la revistadurante cinco meses. Momento que Seldte

aprovecha para relevar a Helmut Franke desus responsabilidades. En solidaridad conFranke, Jünger se aparta del periódico y ennoviembre, junto al propio Franke y aWilhelm Weiss, inicia la edición de unanueva publicación titulada Arminius.(Standarte aparecerá hasta 1929, bajo ladirección de Schauwecker y Kleinau).

En 1927 Jünger marcha de Leipzig parainstalarse en Berlín, donde establecerá

estrechos contactos con antiguos miembrosde los Cuerpos Francos y con medios de lajuventud bündisch. Estos últimos, oscilandoentre la disciplina militar y un espíritu degrupo muy cerrado, tratan de conciliar elromanticismo aventurero de losWandervögel con una organización de tipomás comunitario y jerarquizado. Jüngertraba una especial amistad con Werner Lass,nacido en Berlín en 1902, y fundador en1924, junto al antiguo jefe de los CuerposFrancos Rossbach, de la Schilljugend(movimiento juvenil con cuyo nombre seperpetúa el recuerdo del mayor Schill, caído

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en la lucha de liberación frente a laocupación napoleónica). En 1927 Lass sesepara de Rossbach para fundar la FreischarSchill, grupo bündisch del que Jünger serámentor (Schirmherr). De octubre de 1927 amarzo de 1928 Lass y Jünger se asocian para

publicar la revista Der Vormarsch, fundadaen junio de 1927 por otro famoso jefe de losCuerpos Francos, el capitán Ehrhardt.

Durante este período, Jünger haexperimentado no pocas influenciasliterarias y filosóficas. La guerra, el frente, leha permitido la misma triple experiencia deciertos escritores franceses de finales delsiglo XIX, como Huysmans y Léon Bloy, quedesemboca en un cierto expresionismo que

se deja percibir en La guerra comoexperiencia interior y, sobre todo, en laprimera versión de Corazón aventurero, yen una especie de “dandysmo” baudelerianoen Sturm, obra novelesca de juventud,tardíamente publicada, que lleva claramenteesta marca. Armin Mohler, en esta línea, haparangonado al joven Jünger con el Barrèsdel Roman de l’énergie nationale: para elautor de La guerra como experienciainterior, como para el de Scènes et doctrines

du nationalisme, el nacionalismo, sustitutoreligioso, modo de expansión y dereforzamiento del alma, resulta ante todouna opción deliberada, siendo el aspectodecisorio de esta orientación el que derivadel estallido de las normas, consecuencia dela primera guerra mundial.

La influencia de Nietzsche y de Spengler esevidente. En 1929, en una entrevistaconcedida a un periódico británico, Jünger

se definirá como “discípulo de Nietzsche”,subrayando el hecho de que éste fue elprimero en recusar la ficción del hombreuniversal y abstracto, “rompiendo” dichaficción en dos tipos concretos ydiametralmente opuestos: el fuerte y eldébil. En agosto de 1922 lee con fruición elprimer tomo de La decadencia de Occidentey es en el momento de la publicación delsegundo, en diciembre del mismo año,cuando escribe Sturm. Empero, como severá, Jünger no se resignará ser un pasivodiscípulo. Está lejos de seguir a Nietzsche ya Spengler en la totalidad de sus

afirmaciones. El declive de Occidente noserá, desde su punto de vista, una fatalidadineluctable; hay otras alternativas a unasimple aceptación del reino de los“Césares”. Asimismo, retoma por su cuentael cuestionamiento nietzscheano, que desea

perfilar de una vez por todas.

La guerra, a fin de cuentas, ha sido laexperiencia más impactante. Jünger aporta,en primer lugar, la lección de lo agónico.Ardor, nunca odio: el soldado que está alotro lado de la trinchera no es unaencarnación del mal, sino una simple figurade la adversidad del momento. Jünger, portanto, carece de enemigo (Feind) absoluto:ante sí sólo existe el adversario (Gegner),

conformándose así el combate como “cosasiempre de santos”. Otra lección es que lavida se nutre de la muerte y ésta de aquélla:“El saber más preciado que se ha aprendidoen la escuela de la guerra, escribirá Jünger,en su intimidad más secreta, esindestructible” (Das Reich, 10.1930).

Para algunos la guerra ha sido entregada.Pero en virtud del principio de equivalenciade los contrarios, el desastre concitará un

análisis positivo. La derrota o la victoria noes lo que más importa. Esencialmenteactivista, la ideología nacional-revolucionaria profesa un cierto despreciopor los objetivos: se combate, no paraconseguir la victoria, sino para guerrear. “Laguerra, afirma Jünger, no es tanto unaguerra entre naciones, como una guerraentre razas de hombres. En todos los paisesque han intervenido en la guerra, hay a lavez vencedores y vencidos” (La guerra como

experiencia interior). Más aún, la derrotapuede llegar a convertirse en el fermento devictoria. Y llega a pulsar la condición mismade esta victoria. En el epígrafe de su libroAufbruch der Nation (Frundsberg, Berlín,1930), Franz Schauwecker escribió estaestremecedora frase: “Era preciso queperdiéramos la guerra para ganar la nación”.Recordaba, tal vez, esta otra de Léon Bloy:“Todo lo que llega es adorable”. Jünger, porsu parte, sostiene: “Alemania ha sidovencida, pero esta derrota ha sido saludableporque ha contribuido a la desaparición dela vieja Alemania (…) Era preciso perder la

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guerra para ganar la nación”. Vencida porlos aliados, Alemania pudo volverse hacia símisma y transformarserevolucionariamente. La derrota debía seraceptada con fines de trasmutación, demanera casi alquímica; la experiencia del

frente debía ser “trasmutada” en una nuevaexperiencia vital para la nación. Tal era elfundamento del “nacionalismo de lossoldados”. Es en la guerra, dice Jünger,donde la juventud ha adquirido “laseguridad de que los antiguos caminos nollevan a ninguna parte, y que es precisoabrir otros nuevos”. Cesura irreversible(Umbruch), la guerra ha abolido los vetustosvalores. Toda actitud reaccionaria, cualquierdeseo de marcha atrás es imposible. La

energía de ayer era utilizada en luchaspuntuales de la patria y por la patria, peroen lo sucesivo servirá a la patria bajo otraforma. La guerra, dicho de otro modo,suministrará el modelo de paz.

En El Trabajador, puede leerse: “El frente dela guerra y el frente del trabajo sonidénticos” (p. 109). La idea central es que laguerra, por superficial y poco significativaque pueda parecer, tiene un sentido

profundo. No puede ser aprehendida através de una comprensión racional, sinoque únicamente puede ser presentida(ahnen). La interpretación positiva queJünger da de la guerra no está,contrariamente a lo que a menudo se hadicho, esencialmente ligada a la exaltaciónde los “valores guerreros”. Procede de lainquietud política de buscar cómo elsacrificio de los soldados muertos no debe nipuede ser considerado inútil.

A partir de 1926 Jünger hace variosllamamientos para la formación de un frenteunido de grupos y movimientos nacionales.Al mismo tiempo, trata —sin mucho éxito—de señalarles el camino de una necesariaautotransformación. También elnacionalismo precisa ser “trasmutado”alquímicamente. Debe desembarazarse detoda vinculación sentimental con la viejaderecha y convertirse en revolucionario,dando fe del declive del mundo burgués,hecho que podemos observar tanto en lasnovelas de Thomas Mann (Die

Buddenbrooks) como en las de Alfred Kubin(Die andere Seite).

Desde esta perspectiva, lo esencial es lalucha contra el liberalismo. En Arminius yen Der Vormarsch Jünger ataca el orden

liberal simbolizado por el Literat, elintelectual humanista partidario de unasociedad “anémica”, el internacionalistacínico al que Spengler apunta comoverdadero responsable de la revolución denoviembre y propagador de la especieconsistente en que los millones de muertosde la Gran Guerra han perecido para nada.Paralelamente estigmatiza la “tradiciónburguesa” que reclaman para sí losnacionales y los adheridos al Stahlhelm, esos

“pequeños burgueses (Spiessbürger) que,favorables a la guerra, se han escabullidotras la piel del león” (Der Vormarsch,12.1927). Ataca sin tregua el espírituguillermino, el culto al pasado, el gusto delos pangermanistas por la “museología”(musealer Betrieb). En marzo de 1926 definepor vez primera el término“neonacionalismo”, que opone al“nacionalismo de los antepasados”(Altväternationalismus). Defiende a

Alemania, pero la nación es para él muchomás que un territorio. Es una idea: Alemaniaes fundamentalmente aquel concepto capazde inflamar los espíritus. En abril de 1927, enArminius, Jünger se autodefineimplícitamente nominalista: declara no creeren verdad general alguna, en ninguna moraluniversal, en ninguna noción de “hombre”como ser colectivo poseedor de unaconciencia y derechos comunes. “Creemos,dirá, en el valor de lo singular” (Wir glauben

an den Wert des Besonderen). En una épocaen que la derecha tradicional apuesta por elindividualismo frente al colectivismo, o losgrupos völkisch se recluyen en la temáticadel retorno a la tierra y a la mística de la“naturaleza”, Jünger exalta la técnica ycondena al individuo. Nacida de laracionalidad burguesa, explica en Arminius,la todopoderosa técnica se revuelve contraquien la ha engendrado. El mundo avanzahacia la técnica y el individuo desaparece; elneonacionalismo debe ser la primeratendencia en extraer estas lecciones. Es más,será en las grandes ciudades donde la

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“nación será ganada”; para los nacional-revolucionarios, “la ciudad es un frente”.

Alrededor de Jünger se constituye elllamado “grupo de Berlín”, en cuyo senoencontraremos a representantes de las

diferentes corrientes de la RevoluciónConservadora: Franz Schauwecker yHelmut Franke; el escritor Ernst vonSalomon; el nietzcheano-anticristianoFriedrich Hielscher, editor de Das Reich; losneoconservadores August Winnig (al queJünger conocerá en el otoño de 1927 pormediación del filósofo Alfred Baeumler) yAlbrecht Erich Günther, coeditor —junto aWilhelm Stapel— del Deutsches Volkstum;los nacional-bolcheviques Ernst Niekisch y

Karl O. Paetel y, por supuesto, a su hermanoy reconocido teórico Friedrich Georg Jünger.Friedrich Georg, cuyas posiciones tendránuna gran influencia en la evolución de Ernst,nació en Hannover el 1 de septiembre de1898. Su carrera ha corrido pareja a la de suhermano. Voluntario en la Gran Guerra,participa en 1916 en los combates delSomme, alcanzando el empleo decomandante de compañía. En 1917,gravemente herido en el frente de Flandes,

pasa varios meses en distintos hospitalesmilitares.

De regreso a Hannover, nada más concluirla guerra, y tras un breve paréntesis comoteniente de la Reichswehr —1920—, iniciasus estudios de derecho, redactando su tesisdoctoral en 1924. A partir de 1926 envía susartículos regularmente a las revistas en lasque colabora su hermano: Die Standarte,Arminius, Der Vormarsch, etc., y publica, en

la colección “Der Aufmersch” dirigida porErnst, un breve ensayo titulado Aufmarschdes Nationalismus (Der Aufmarsch, Berlín,1926, prefacio de Ernst Jünger; 2ª ed.:Vormarsch, Berlín, 1928). Influido porNietzsche, Sorel, Klages, Stefan George yRilke, a quienes frecuentemente cita en sustrabajos, se consagrará al ensayo y a lapoesía. El primer estudio que sobre él sepublica (Franz Josef Schöningh, “FriedrichGeorg Jünger und der preussische Stil”, enHochland, 2.1935, pp. 476 y 477) lo encuadróen el “estilo prusiano”.

En abril de 1928 Ernst Jünger confía lasucesión a la dirección de la revista DerVormarsch a su amigo Friedrich Hielscher.Algunos meses más tarde, en enero de 1930,se convierte junto a Werner Lass en eldirector de Die Kommenden, semanario

fundado cinco años antes por el escritorWilhelm Kotzde —que ejerció una graninfluencia sobre los movimientos juvenilesde ideología bündisch y de manera muyespecial sobre la tendencia de estemovimiento que evolucionará hacia elnacional-bolchevismo, representado porHans Ebeling y, sobre todo, por Karl O.Paetel—, colaborando al mismo tiempo enDie Kommenden, en Die sozialistischeNation y en los Antifaschistische Briefe.

Trabaja también para la revista Widerstand,fundada y dirigida por Niekisch a mediadosde 1926. Ambos se conocerán en el otoño de1927 estableciéndose una sólida amistad.Jünger escribirá: “Si se quiere resumir elprograma que Niekisch desarrolla enWiderstand en una frase alternativa, estapodría ser: contra el burgués y por elTrabajador, contra el mundo occidental ypor el Este”. El nacional-bolchevismo, en el

que por otra parte confluyen múltiples yvariadas tendencias, se caracteriza de hechopor su idea de la lucha de clases a partir deuna definición comunitaria, colectivista si sequiere, de la idea de nación. “Lacolectivización, afirma Niekisch, es la formasocial que la voluntad orgánica debe poseersi quiere afirmarse frente a los efectosmortíferos de la técnica”(“Menschenfressende Technik”, enWiderstand, n. 4, 1931).

Según Niekisch, el movimiento nacional y elmovimiento comunista tienen, a fin decuentas, el mismo adversario, como loscombates contra la ocupación del Ruhr handemostrado y es la razón por la que las dos“naciones proletarias”, Alemania y Rusia,deben buscar un entendimiento. “Elparlamentarismo democrático liberal huyede toda decisión, declara Niekisch. Noquiere batirse, sino discutir (…) Elcomunismo busca decisiones (…) En surudeza, hay algo de fortaleza campesina;hay en él más dureza prusiana, aunque no

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sea consciente de ello, que en un burguésprusiano” (Entscheidung, Widerstand,Berlín, 1930, p. 134). Tales posicionesimpregnan a una facción nada despreciabledel movimiento nacional-revolucionario.Jünger mismo, como muy bien ha captado

Louis Dupeux (op. cit.), llegó a estar“fascinado por la problemática delbolchevismo”, aunque no podamosconsiderarlo un nacional-bolchevique ensentido estricto.

Werner Lass y Jünger se apartan en julio de1931 de Die Kommenden. El primero lanza,a partir de septiembre, la revista DerUmsturz, que hizo las veces de órgano de laFreischar Schill y que, hasta su desaparición,

en febrero de 1933, se declararáabiertamente nacional-bolchevique. Jünger,sin embargo, está en otra disposiciónespiritual. En el transcurso de algunos años,utilizará toda una serie de revistas comomuros donde encolar sus carteles —seránlos autobuses “a los que uno se sube yabandona a su antojo”—, siguiendo unalínea evolutiva eminentemente política. Lasconsignas formuladas por él no hanobtenido el eco esperado, sus llamamientos

a la unidad no han sido atendidos. Jüngeracabará por sentirse un extraño encualesquiera corrientes políticas. No haymás simpatía hacia el nacionalsocialismo enascensión que para las ligas nacionalestradicionales.

Todos los movimientos nacionales, explicaen un artículo publicado en el SüddeutscheMonatshefte (9.1930, pp. de la 843 a la 845),ya sean tradicionalistas, legitismistas,

economicistas, reaccionarios onacionalsocialistas, extraen su inspiracióndel pasado y, desde esta perspectiva, son tansólo movimientos a los que no cabe más quecalificar de “liberales” y “burgueses”. Entreneoconservadores y nacional-bolcheviques,entre unos y otros, los grupos nacional-revolucionarios no podrán imponerse. Dehecho, Jünger ya no cree en la posibilidad deacción colectiva alguna. Así lo subrayarámás tarde Niekisch en su autobiografía(Erinnerungen eines deutschenRevolutionärs, Wissenschaft u. Politik,Colonia, 1974, vol. I, p. 191), y Jünger, que

ha pulsado suficientemente la actualidad,acaba por trazarse una vía más personal einterior. “Jünger, ese perfecto oficialprusiano que es capaz de someterse a ladisciplina más dura, escribe MarcelDecombis, no podrá ya integrarse en

colectivo alguno” (Ernst Jünger, Aubier-Montaigne, 1943). Su hermano que, a partirde 1928, ha abandonado la carrera jurídica,evolucionará de igual forma que Ernst.Escribe sobre la poesía griega, la novelaamericana, Kant, Dostoievski. Los doshermanos emprenden una serie de viajes:Sicilia (1929), las Baleares (1931), Dalmacia(1932), el Mar Egeo.

Ernst y Friedrich Georg Jünger continúan

publicando algunos artículos,principalmente en Widerstand. Pero elperíodo periodístico de ambos acaba. Entre1929 y 1932 Ernst Jünger concentra todos susesfuerzos en nuevos libros. Es el momentode la primera versión de Corazónaventurero (Das abenteverliche Herz, 1929),el ensayo La movilización total (Die totaleMobilmachung, 1931) y El Trabajador (DerArbeiter. Herrschaft und Gestalt), publicadoen Hamburgo el año 1932, por la

Hanseatische Verlagsanstalt de BennoZiegler y que antes de 1945 llegará a conocervarias reediciones.

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ERNST JÜNGER:MEMORIAS

DE UN GUERRERO

Mauricio Castillo Videla 

Ernst Jünger, filósofo alemán, testigo de unsiglo, espectador atónito del abismo másobscuro, impertérrito de los hechos másgélidos… el nihilismo contemporáneo… Lamuerte de Dios y el ocaso de los ídolos. Sinduda, Es el último sabio de occidente quenos legó todo un acervo vivencial y la másradical experiencia del ser.

Jünger nace en Heidelberg un 29 de marzode 1845, hijo de Ernst Jünger, farmacéutico,y de Lily Lampl. Alrededor del 1900 asiste ala Escuela de Hannover, luego enSchwarzenberg, para luego volver aHannover. Recorre diversas escuelasdestacándose por ser un alumno de bajodesempeño, pero con un alma inquieta yrebelde que lo impulsó a alistarse en laLegión extranjera y a viajar a Argelia en1913, situación que tiene una corta duración,ya que es repatriado a Alemania porsolicitud de su padre, mas el alma de unguerrero espera ansiosamente una nuevaoportunidad, la que le presenta la apariciónde la Primera Guerra Mundial, lo que loconduce a enrolarse, no sin antes inscribirun bachillerato de emergencia en laUniversidad de Heidelberg.Su fecunda mente da fruto a sus primeras

reflexiones que se convierten en "catorcecuadernillos" del pensar, que dieron el iniciode una fecunda obra, mas el alma guerrerabrilla y desplaza sus tensiones haciéndolecaer herido en catorce batallas y logrando deesta manera la más alta condecoración paraun héroe de guerra.

En Hannover, en el año 1920, tiene susprimeros contactos con el expresionismodonde conoce a los poetas Kurt Schwitters y

Klabernal, de paso, publica su primer libro"Tempestades de acero", en el que continúa

con una fecunda creación intelectual queincluye poesías, cuentos y ensayos.

Estudia filosofía y biología en laUniversidad de Leipzig y continúa estudiosde zoología en Nápoles en 1925. Se casa con

Gretha von Feinsen y fruto de estematrimonio nace su primer hijo, Ernst. En1932 tiene una intensa actividad política,actividad heredada desde sus primeros añoscuando militaba en grupos nacional-revolucionarios de "Deutsche Wandervogel"dedicando por esos tiempos sus esfuerzosvertidos en numerosas revistas nacionalistasy revolucionarias, tendencia que cristalizaen la llamada "Revolucion Conservadora" yse mantiene próximo a los círculos

"nacional-bolcheviques", partidarios de unaforma de nacionalismo germano socializantey con políticas de alianza con el bloque deleste. Al acceder al poder elnacionalsocialismo, Jünger manifiesta sudesagrado con esta nueva doctrina que lajuzga plebella y demagógica.

Goebbels hace numerosos intentos porconvencer a Jünger a militar en el NSDAP,intento que una y otra vez terminan

finalmente con la ruptura entre ambos,dando como resultado la publicación "losacantilados de mármol" en 1939, una clara ydirecta crítica al nacionalsocialismo.

Tras el estallido de la Segnda GuerraMundial se enrola en el Ejército, siendotrasladado a Francia, lugar donde tomanumerosos contactos con intelectuales de latalla de Picasso y Brague. Se destaca suincesante preocupación por el buen trato a

los prisioneros franceses y a losmonumentos y a los bienes individuales.

En 1942 publica "Jardines y carreteras", sudiario de 1939 a 1940. Ese mismo año,Goebbels le ordena la prohibición depublicar, siendo enviado al frente ruso,donde plasma sus experiencias en el libro"Anotaciones del Caucaso".

Tras el atentado a Hitler, Jünger es apartadode ejército por su amistad con variosimplicados en el complot. Finalmente seradica en Kerchhorst, una aldea ubicada en

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la zona de ocupación inglesa. Se niegaprofundamente al cumplimiento delcuestionario de desnazificación, por lo cualel mando militar inglés le prohibe publicar.En 1950, se traslada a vivir en Wieplengen,en Suavia, publicando "Sobre la linea",

donde homenajea a su amigo MartinHeidegger.

Continúa su fecunda obra publicandonumerosas más, como "La emboscadura"(1951), "Visita a Bodenholm" (1952), "Elnudo jordiano" (1953), "Viaje a Cerdenal"(1954), "El trabajador" (1964), y otras obras.

Al llegar 1995 recibe un homenaje delmundo, premio que viene a reforzar

numerosos premios recibidos en eltranscurso de su vida. El 16 de febrero de1998, en la ciudad de Wilflingen, muere elúltimo testigo de un siglo.

Ernst Jünger, el gran filósofo de este sigloagónico, su vida fue el ideal hecho práxis ycarne y sus ideas concentradas en "Eltrabajador" describen apocalípticamente elfin de esta época.

"La tarea consiste en descubrir elmonstruoso proceso de muerte de quesomos testigos. Esta muerte concierne almundo burgués y a los valores que en lamedida el burgués mismo es sólo unheredero”.

La domesticación burguesa y elhiperindividualismo de la técnica produceque el último hombre, el más feo de todos,según Nietzsche, disponga de grandes

medios que contrastan con su mediocridad ysu bajeza de la orfandad espiritual de lasurbes modernas, donde miles de hombresmueren anónimamente en los hospitales,siendo incorporados al lenguaje del antidiosen la forma de prolegómenosepidemiológicos o casuísticas estadísticas,más esta fealdad de hombres sin destino, denúmeros solitarios deambulando por lascalles, dispuestos a destruir a otros símilespor un poco de confort o diversión queesconde la gran nada de tristes existenciasvacías como el papel blanco.

Este hombre que cree a pie juntillas lo que seescribe en los periódicos, pero desdeña leerlo que está escrito en las estrellas, hombretemeroso, cobarde y descomprometido. Estehombre feo y bajo lo describe nuestro poetaserá un hombre despierto, activo,

desconfiado, sin relación con las musas, seráun denigrador nato de todos los tipossuperiores, de todas las ideas superiores.

Mas será el mundo de las musas y losmisterios lo que reencarne el mundo eincorpore y revitalice la técnica, ahora alservicio del dios impersonal y la soledadmás lúgubre. "La enorme superioridad deeste reino del arte y de la veneración, podráproporcionar al mundo de la técnica el

milagro del ser y entonces quién sabe quésorpresas nos estén deparadas".

El mundo de la ilustración, la arquitecturade las ciudades sin alma, las torres de vidrioenhiestas contra el cielo gris, las serpientesde la usura con sus colmillos clavados en elcorazón de los hombres en fuga, alzan, en eldesierto que crece, la bandera de la peste, eldominio univerbal de la decadencia y delnihilismo, mediante la planetarización de la

técnica. En las alcanzabas de los soñadores,en el centro del mito, en las fraguas en quese martilla la espada del trabajador, latécnica deja de ser neutral, se carga de unnuevo significado. En al cielo con los dioses,en los reinos subterráneos con los titanes, seforja el centro espiritual en el que rinde lasoberanía fáustica: El tiempo del trabajadorse concentra y se abisma más allá delinterregno y de la catástrofe, en la comarcaque ningún enemigo puede hollar o

destruir.

¿Pero es que un bebito va a llorar porcualquier dolor? La madre lo regaña conestas palabras: ¡Qué cobarde! llorar por eldolor de nada. ¿Qué harás cuando en labatalla te corten un brazo? ¿Y qué cuandohayas de hacerte el harakiri?

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¿POR QUÉ JÜNGER?

Arturo Fontaine Talavera

¿Por qué se habla tanto hoy en día de ErnstJünger? ¿Sólo o principalmente porque hacumplido recién cien años? Este ensayo pasarevista a diversos motivos para explicar elfenómeno de esta "leyenda viva", entre ellos,Jünger como perspicaz testigo del siglo; suscuriosas y sorprendentes vinculacionesintelectuales; su escalofriante literaturasobre la guerra; su extraña trayectoriapolítica; sus medallas al valor en ambas

guerras mundiales; su personalidad, en laque se funden el viajero romántico, elensayista, el que experimenta con drogas, elguerrero, el nacionalista antinazi, elentomólogo y el novelista; su pensamientoacerca de la técnica y la naturaleza. Sesugiere, al fin, que, antes que nada, elmagnetismo que ejerce hoy su figura seentronca con el antiguo tema del héroe.

¿Por qué Jünger? ¿Sólo porque ha cumplidocien años en buena salud y perfecto uso desus extraordinarias facultades de pensador yescritor? Es un hecho que, durante el últimotiempo, el interés por su figura -por elhombre y por su obra— ha ido creciendoaño a año. Cuando Joaquín Fermandois,autor de la antología que aparece en estamisma revista, comienza en 1972 lapreparación de su libro Política ytrascendencia en Ernst Jünger la situación es

muy distinta. De Jünger entonces se hablabamuchísimo menos.¿Se conecta esta preocupación con elrenacimiento de los nacionalismos, con lafuerza con que irrumpió la sensación depertenencia a una patria después de la caídade la Unión Soviética?

Jünger es una leyenda viva. Desde luego, sutestimonio nos comunica con un pasado quenos atrae particularmente ahora: el mundo

anterior a la Primera Guerra. Pareciera queel siglo XX comenzó ahí, con la caída delImperio Austro-Húngaro. Y este hombre

excepcional —sus valores, su sensibilidad—se formó antes de eso. Es un testigo único.Su mirada no tiene parangón. Y ahí estánsus diarios, novelas y ensayos parademostrarlo. En particular, sus diarios de laSegunda Guerra, en los que la trama, que

opera como un trasfondo dramático, es lahistoria del auge y caída de Alemania. Suprosa, salpicada de pensamientos, aforismosy detalles impresionantes, adquiere en ellosun gran poder y concentrada intensidad.

En seguida, está su experiencia del riesgocomo soldado. En la Primera Guerra esherido varias veces y premiado con la Cruzde Hierro de primera clase, y lacondecoración "Pour la Mérite", la más alta

distinción al valor concedida por el Kaiser.Sólo 687 soldados reciben este premiodurante la Primera Guerra.

Al término de esa guerra, ha recibido"catorce impactos directos", a consecuenciade disparos de fusil, obuses y granadas demano. Queda enteramente sano, salvoveinte cicatrices de guerra. Luego, espremiado con la Cruz de Hierro de segundaclase en la Segunda Guerra. En este caso, por

el valor demostrado en el rescate de unsubordinado que fue herido y quedóexpuesto al fuego enemigo. El artillero hagritado pidiendo socorro. El capitán Jüngerhace un reconocimiento del terreno y decideintentar el rescate personalmente. Loacompaña el alférez Spinelli. Otro alférez,Erichson, se ofrece como voluntario, pero elcapitán le ordena que los cubra apuntandosu cañón hacia la trinchera. Los ven ycomienzan a llegar las ráfagas de la

ametralladora enemiga. De la casamata "nocesaban de disparar contra nosotros: elpolvo de la tierra levantada por losproyectiles nos caía en el pelo y a nuestroalrededor empezaba a oler a chispas demetal". Salva al brigada herido y recuperatambién el cuerpo de su compañero, un caboque había muerto en la acción y cuyocuerpo, al agarrarlo, "he encontrado todavíacaliente".

Esto ocurre el día en que cumple cuarenta ycinco años. Ha narrado la guerra conagudeza y exactitud descarnada, ajeno por

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completo a las exaltaciones sentimentales,sean ellas belicistas o pacifistas. Meditasobre el miedo, la valentía, el mando: "A lossubordinados se les puede pedir consejosobre el asunto, pero no en lo referente alethos que subyace al asunto". Su tono es el

de un estoico: "De acuerdo con las leyes deuna estética moral secreta, parece másdigno, si uno cae, caer de cara que caer deespaldas" o "sólo cuando la muerte nos abra,rompiéndonos, estaremos vivos".

A menudo su estilo recuerda al delentomólogo que es: "Por la noche me heenterado de que el pedazo de metralla deltamaño de una perra chica que ha herido aErichson ha penetrado profundamente en la

carne. Las heridas en el cuello son siempremuy molestas pues por él pasan como porun istmo las vías vitales".[8] Informado delos horrores que se están cometiendo con losjudíos, escribe en su diario: "Estas cosas seme aparecen a veces como una pesadilla,como un sueño demoníaco. Pero esnecesario verlas con los ojos del médico, noesquivarlas. El burgués se encierra en símismo ante tales espectáculos".

El autor se esfuerza por estar a la altura deun código ético-militar y prusiano, de unamoral heroica. En su extraordinaria novelaTempestades de acero (1920), que Gideconsideraba más que la obra de Hemingwaysobre la guerra, el protagonista, mientras losproyectiles, "hacían que el suelo se moviesecomo la cubierta de un barco", filosofa sobreel coraje y recuerda un verso de Ariosto: "Aun corazón grande no le horroriza la muerte,llegue cuando llegue, con tal de que sea

gloriosa".

La guerra, a la que en un artículo juvenilllamará "nuestra madre", es connatural a lavida del hombre sobre la tierra, y hay queaprender a mirarla cara a cara. Como a sureverso, la muerte: "Siempre aparecen unospocos que son demasiado nobles para lavida. Buscan lo blanco, la soledad. Lanobleza de ánimo de seres que se lavan conla luz la suciedad es algo que a menudoresalta de un modo muy bello en la máscaramortuoria. Lo que yo amo en el ser humano

es su esencia más allá de la muerte, es sucomunión con ella".

Esta visión no le impide ser un gran gozadorde la vida, que disfruta cada ocasión que ledepara la suerte entre marchas, combates y

bombardeos: "Mientras escribo estas líneasestoy sentado en la terraza y degusto licorescomo Cointreau y Fine Champagne, quehemos encontrado en el bar de la casa —antes, claro está, nos hemos dado una buenaducha en el cuarto de baño—...".

O "no cabe duda de que sería una locura noaprovechar estas cosas tan buenas; de ahíque ayer celebrásemos los tres, a la luz deunas velas, una sesión de cata de vinos; el

primer premio se lo llevó un delicado ClosVougeot, y el segundo, un Chambertin.También era excelente un Beaune cosecha1934, que tenía este hermoso lema: J’aime àvieillir. Por la noche, un tiempo bochornoso.Otra vez bombas en las cercanías,crepitaciones —mientras leía en la cama—oía zumbar el avión sobre los tejados comoun insecto peligroso. Prosigo mi lectura dellibro de Bernanos".

La literatura es una pasión que no leabandona ni en los momentos de mayorpeligro. Sus diarios, llenos de penetrantesepigramas, testimonian día a día suconstante inquietud literaria e intelectual, suinacabable capacidad de reflexión acerca delos temas, objetos y episodios más variados.Una de sus aficiones son las plantas y losinsectos. Es un buen jardinero que cultiva suquinta y ha estudiado botánica.

Es, también, un entomólogo que no pierdeocasión de practicar "la caza sutil". Hay dosespecies que descubrió y llevan su nombre.En sus descripciones de flores e insectosejercita ese estilo objetivo y exacto que serásu sello. Se muestra aquí su asombro ante lanaturaleza. Así, la Chrysobothris es "decolores metálicos y con hoyuelos dorados", yal "abrir sus élitros aparece por debajo deellos un segundo par de alas, semejante auna ropa interior de seda de un verdebrillante". Las flores llamadas calceolarias"tienen la máxima libertad de juego; no hay,entre todos los millones de individuos, dos

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flores que sean enteramente iguales. Lasvariedades más bellas son las de colorpúrpura oscuro o amarillo atigrado; paragozar del todo la profundidad de esoscálices llenos de vida sería preciso tener lacapacidad de metamorfosearse en un

abejorro". O, más en general sobre losjardines: "...es importante que los jardinerospermanezcan ocultos... el modelo de todoslos jardines es el jardín encantado; el modelode todos los jardines encantados es elParaíso".

A ello se une la curiosidad que nos despiertasu vinculación con personajes como KarlSchmitt ("lo que incita a quererlo es que aúnes capaz de asombrarse, pese a haber

sobrepasado los cincuenta"); Céline "en suspalabras se transparentaba la fuerzamonstruosa del nihilismo. Estos hombresoyen solamente una melodía, pero ésta esenormemente penetrante. Se parecen amáquinas de hierro que prosiguen sucamino hasta que alguien las destroza");Martin Heidegger, que leyó El trabajador ymantuvo con él, a partir de allí, un diálogoabierto sobre la naturaleza de la técnicamoderna (aparentemente Heidegger da con

este tema que llegará a ser central para él,gracias a Jünger); Cocteau ("simpático y almismo tiempo sufriente, como el habitantede un infierno especial, pero confortable");Bertolt Brecht, amigo de juventud, que lodefiende después de la derrota nazi; oMircea Eliade, con quien funda en 1958 larevista Antaios, por mencionar sólo algunos.

Pero también nos intriga su actitud enpolítica. No cabe duda de que un libro como

El trabajador (1932) lo ubica en una zonapróxima al corporativismo, al fascismo, y, enparticular, al totalitarismo. En su obratemprana se respira el aire que dio alas alnacismo. Escribe en diferentes revistasnacionalistas, entre ellas, "Widerstand" queagrupaba a los que simpatizaban con losbolcheviques y propiciaban una alianza conla Unión Soviética, a la que concebíanempeñada, en el fondo, en un proyecto denaturaleza nacionalista.

Para Jünger el nacionalismo corresponde ala emergencia de una fuerza vital,

primigenia, vinculada a la tierra, a las raícesespirituales y a la lucha, que se afirmacontra la Ilustración, y el orden liberal yburgués. En su postura hay mucho deNietzsche. Goebbels intenta llevarlo alpartido nazi; le ofrecen incluso una

candidatura parlamentaria. Jünger noacepta. Le desagrada el nazismo. Desdeña,por ejemplo, el apego a la legalidad de laRepública de Weimar que Hitler utilizarápara llegar al poder. Prefiere un estilo másrevolucionario.

Su repudio a la figura del burgués buscagestos más radicales.[20] "Cuando le oíhablar (l923) tuve la impresión —comentade Hitler— de un hombre pálido, lleno de

entusiasmo, que más bien que aportarpensamientos nuevos lo que hacía eradesencadenar fuerzas nuevas". Más quediscursos sus palabras "eran conjuros"; poreso no podían ser rebatidas "conargumentos". Tuve, dice, "la impresión deencontrarme en un crisol, en un sitio defusión nacional".

Descubre, allí, que la masa borra lasindividualidades, clases y jerarquías, y se

libera así un "enorme flujo de energía".Según Jünger, entonces "la masa reconoce enuna persona singular su unidad, su igualdady hasta su libertad. Tal vez es favorable queesa personasingular carezca de fisonomía; lamasa proyecta en ella su fe, su esperanza, susentimiento de la grandeza". La situaciónque vivía Alemania, explica, era "como unmal sueño" y "allí estaba ahora esedesconocido y decía lo que había que decir,y todos sentían que tenía razón".

Hitler, escribe Jünger, "conocía y estimaba"sus obras sobre la Primera Guerra Mundial.Incluso le anunció una visita que no sematerializó. Pronto se apartará de la políticapara convertirse en ese agudísimoobservador, que se vuelca principalmente ala escritura, y que conseguirá, en especial, enlos diarios de la Segunda Guerra, publicadosen castellano bajo el título Radiaciones, suhuella más honda y personal. Su repudio alrégimen nazi es cada vez más enfático. Esenviado al Cáucaso por su amigo el generalVon Stülpnagel, uno de los rebeldes, para

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explorar el apoyo que podría tener un golpemilitar contra Hitler. Su hijo mayor, Ernstel,es arrestado por su antinazismo. Muevetodas sus influencias para liberarlo. Loconsigue. El joven será posteriormenteenviado a combatir en el frente italiano.

Cuando Jünger se entera de que el autor delatentado contra Hitler (20 de julio de 1944)es un conde, escribe: "Ello confirmaría miopinión de que en tales inflexiones de lostiempos entra en combate la aristocracia másantigua". Piensa "que los atentadosmodifican poco las cosas y, sobre todo, noaportan ninguna mejora". Von Stülpnagel,confiando en un levantamiento, arresta a losSS y a la Seguridad. Luego los libera. Es

citado a Berlín. Sabiéndose perdido sedispara un tiro en la sien. A Jünger el hecholo afecta muy directamente. A esa horadebieron haber estado comiendo juntos,cena que el general canceló personalmentepoco antes. El disparo no lo mata; sólo lodeja ciego. Sus "enfermeros, que son almismo tiempo sus guardianes", anotaJünger, "lo han incomunicado; es un preso".Recuerda una "conversación junto a lachimenea que sostuvimos en Vaux sobre el

estoicismo en la que comentamos que lapuerta de la muerte está siempre abiertapara los seres humanos y que con esetrasfondo resulta posible actuar condecisión".

A raíz del conato de rebelión se desata lavendetta y caen "los últimos hombrescaballerescos"... "los espíritus libres". Y, sinembargo, filosofa, "estas víctimas sonimportantes porque crean un espacio

interior y evitan que la nación comoconjunto, como bloque, caiga en lasespantosas simas del destino".

Al abandonar París, comenta que "lasciudades son mujeres y se muestran gentilesúnicamente con los vencedores". Debe salirsúbitamente y de noche. Con todo, se datiempo para dejar un ramo de flores frescassobre la mesa de su cuarto, pero olvida"unas cartas irreemplazables". Regresa conpermiso a su casa en Kirchhorst. Allí, con sumujer e hijos sufren los bombardeosnocturnos, algunos de los cuales causan

daño en la escalera, la techumbre y "se haabierto una grieta que va desde el sótanohasta el desván". Escribe que "la oraciónpurifica la atmósfera", que "atenúa yconsume el miedo".

Pronto se entera de que se ha tramitado suexpediente de retiro. Ha sido acusado departicipar en el intento de asesinar al Führer.El episodio, de alguna manera, había sidoanticipado en su novela Los acantilados demármol (1942), que fue un gran éxito delibrería. Aparentemente, el propio Hitler loliberó de responsabilidades porque leinteresaba Jünger como escritor de prestigioy como símbolo de los valores tradicionalesdel ejército prusiano. Pero a poco andar se

enrola y asume el mando en la milicia local,el "Volksturm". "Lo único positivo", apunta,"es la falta de salida". Se entera de que suhijo Ernstel ha muerto combatiendo en lasmontañas de Carrara. Tenía dieciocho años.Más tarde confesará que su vida se divide endos: antes y después de la muerte de su hijo.

En la crónica de la ocupación, escrita por elcapitán Jünger en Francia, salta de ladescripción de una herida; a la inolvidable

mosca que molesta a un desertor a punto deser fusilado (escena absolutamenteestremecedora que no podía dejar de notarese otro gran observador que era BruceChatwin); a un encuentro en el Ritz con elconde Podewils y el coronel Speidel, jefe deEstado Mayor del comandante en jefe, quedesobedecerá la orden de incendiar París; aljardín de Madame Richardet, donde "unaabeja se ha quedado colgada del labioinferior de la flor, la cual se ha curvado

placenteramente bajo el peso"... dejando "aldescubierto una segunda vaina, muydelgada, que en su extremo era de un colorrojo muy oscuro y en la que estabancontenidos los estambres"... y la abejacomienza "su festín por esta parte, por elextremo donde el color invitaba al contacto";a un análisis militar crecientementedesencantado con la conducción de lasoperaciones bélicas por parte de Alemania; ala mención de un libro de Edmond deGoncourt, firmado por el autor, que haencontrado en una librería de libros viejos; auna tienda donde venden tapices, armas y

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adornos saharianos; a una cena llena dedelicias en el Maxim’s; a su comentario,siempre inteligente y personal, del libro delÉxodo o de San Mateo, de Spengler o deGide; a una visita al jardín de Monet; a unaconversación con Léautoud; al taller de

Picasso, de quien dice poco y nada; al museode Rodin, que no le interesa ("olas de mar yde amor"); a la captura y contemplación deun insecto raro.

Y también está el Jünger aventurero yromántico, el lector de El Conde deMontecristo, el joven que huye del hogarpaterno a los dieciocho años para enrolarse—mintiendo sobre su edad— en la LegiónExtranjera con la intención de viajar después

por África. Llega, como soldado, hasta Orany Sudi Bel Abbès antes de que su padre, unfarmacéutico en Hannover, logre repatriarloy convencerlo de que termine sus estudios.

El amor a los viajes no lo abandonará nunca:Verdún, Nápoles, Leipzig, Sicilia, Angola,Rodas, Dalmacia, Noruega, Cerdeña, Brasil,las Azores, Canarias, Marruecos, el Cáucaso,Malasia, Sumatra... Además, experimenta yviaja a través de ciertas drogas: prueba el

opio, la mezcalina, la marihuana, la cocaína,el ácido lisérgico... Y está el nostálgico de lanaturaleza impoluta, que formaba parte deun grupo de jóvenes que protestan contralos efectos del industrialismo ya en 1911.

Pese a no ser un pensador, sensu strictu,Jünger contribuye decisivamente a perfilarel concepto de totalitarismo. Esta es laopinión de Furet, en su reciente libro Lepassé d’une illusion. Su elaboración parte

con la idea jüngeriana de movilización total.Ambas nociones son inseparables de sunoción de la técnica moderna, el aspecto másatrayente, quizás, de su interpretación deuestro tiempo. Es, como he dicho, el hilo quelo une a Heidegger y, agrego ahora, aNietzsche.

En efecto, la técnica es, para Jünger, comopara Heidegger, aquello en que deviene laciencia bajo el nihilismo. No hay distinciónentre ciencia y técnica. La técnica no es unaopción. Es la única ciencia posible en unmundo nihilista. Que la técnica no sea una

opción quiere decir que nadie —ni elcientífico, ni el político, ni el militar, ni elcampesino, ni nadie— puede escapar a sudeterminación. En otras palabras, la técnicaes, para nosotros, un destino. En verdad, undestino trágico, pero que es preciso asumir a

fondo para poder superar: "Con frecuenciaveo ahora al ser humano como un varón dedolores que es empujado contra los dientesy rodillos de una máquina; esta varompiéndole costilla tras costilla, miembrotras miembro, mientras que, en cuantoHombre, no puede morir y quizás inclusogane".

La técnica transfigura ineluctablementenuestras relaciones con la naturaleza y con

los demás seres humanos. No es el resultadode un designio deliberado; se nos imponecomo desde fuera. La movilización total esla consecuencia natural de la aplicación de latecnología a la guerra, la batalla de lasmáquinas que pone en cuestión los valorestradicionales del guerrero como individuo.Si esto nos parece inhumano es que nohemos comprendido que la creación demáquinas responde, propiamente, a lohumano tal como ello se nos da hoy. Ella

encarna nuestra voluntad de poder, que esla metafísica de nuestro tiempo, unametafísica encubierta, y que habrá desuperarse de algún modo todavía incierto,pero no, en todo caso, por medio de unasimple fuga o negación.

El totalitarismo, entonces, viene a ser algoasí como la mentalidad técnica aplicada a lapolítica. ¿Es posible escapar a este destino?Jünger simpatiza íntimamente con quienes

sufren ante la pérdida de la naturaleza, perono ve salida. La zoología, la biología sontécnicas. Lo mismo pasa con la política, laguerra y la sociedad. La técnica esirrefrenable. Ningún voluntarismo permitiráprotegernos. La nostalgia debe ser superada.¿Cómo? No es fácil. Jünger se esfuerzaconstantemente por barruntar ese camino deesperanza. No logra, creo, más que apostar aalgo así como que el fenómeno de la técnicase trascenderá a sí mismo, después deradicalizarse hasta el extremo. La denunciay condena se vuelve así nostalgia lanostalgia resignación, y la resignación,

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aceptación, cuando no aplauso desesperado.¿No es este, a menudo, el destino trágico delnihilista?

Pese a este pesimismo hay momentos en quevislumbra una salida. Días después de la

llegada de los norteamericanos a París,anota: "¿Qué puede recomendarse alhombre, y sobre todo al hombre sencillo,para sustraerlo a esa uniformación, a la quetambién coopera sin cesar la técnica? Sólo laoración. En ella está dado, también para elmás humilde, el punto en el que entra enrelación no con partes del engranaje, sinocon la totalidad. De ese punto fluye unaganancia inaudita, también soberanía. Estorige asimismo fuera de toda teología".

La reflexión de Jünger arranca de su visiónde la guerra. Pienso que, en última instancia,lo que le preocupa es si puede, en realidad,someterse la guerra a ciertas reglas éticas. Lacultura europea, como idea, debe mucho aeste proyecto. Las órdenes de caballería —más aún, el concepto mismo de caballero—se basan en la posibilidad de entender labatalla como un juego que, aunque mortal y,a menudo, supeditado a motivaciones

innobles, se dignifica por encuadrarse enfunción de ciertas reglas e imperativos."Cuando los seres humanos combaten enniveles espirituales", escribe, "incorporan lamuerte a su estrategia. Adquieren así unaespecie de invulnerabilidad; de ahí que losasuste poco el pensamiento de que elenemigo procura privarles del cuerpo. Encambio, tiene suma importancia el que lamuerte ocurra de manera adecuada, en uncombate que brille como un símbolo y en el

que ellos aparezcan erguidos como buenostestigos".

Sin embargo, ¿tiene sentido intentarconservar esta noción ennoblecedora de laguerra si ha sido transmutada enteramentepor la tecnología? ¿Cabe humanizar unconflicto entre máquinas de guerra o, por elcontrario, en la lucha moderna todo, esdecir, nada, vale? Y si es así, ¿queda algo enpie de aquello que sirvió de fundamento alas aristocracias tradicionales y a Occidente,como unidad espiritual, como conciencia orepresentación de sí mismo? Diría que esta

es, a última hora, la inquietud que pone enmarcha la meditación y la narrativa deJünger. Un escritor capaz de situarnos antetamaña pregunta con crudeza e inmediatezes un escritor de veras.

¿Cuál es la actitud de Jünger hoy ante elcolectivismo? El 30 de julio de 1982 dejaconstancia en su diario de la visita de JorgeLuis Borges, ya casi totalmente ciego. Hayalgo de por sí extraordinario en la sola ideade una conversación entre estos dos viejoscolosos del pensamiento y de la pluma delsiglo que termina. Sus vidas sonabsolutamente disímiles.

Por un lado, el escritor de cuentos, versos y

prosas breves en los que el ‘yo’, laexperiencia propia se esfuman en máscaras,otros libros y autores; el bibliotecarioincansable y genial; el intelectual de "latortuga de Zenón y el mapa de Royce", delas incertidumbres, de los laberintos yespejismos metafísicos; el lector de Kafka yde Michaux; el bonaerense anglófilo eirónico; el burgués cosmopolita y liberal.

Por otro lado, el soldado prusiano; el

escritor aventurero; el novelista de largoaliento y carga personal, autobiográfica; elescritor de diarios; el hombre del empujevitalista; el lector de los románticosalemanes; el nacionalista aristocratizante; elenemigo desdeñoso del liberalismo y delburgués por su incapacidad paracomprender el sentido trágico de la vida,por su mediocridad complaciente, por susordera para con el dolor, su "falta derelación con el mal", por corresponder a "la

seducción del desencantamiento".

Por otra parte, los hermana la pasión por laliteratura y la filosofía; losorprendentemente original de su mirada ypersonalidad; la distancia ante lamasificación; su admiración porSchopenhauer, que, según un verso deBorges, "acaso descifró el universo"; y, sobretodo, la admiración por la figura del héroe.

En el caso de Jünger, esto es su vida. EnBorges tiene que ver con "las rayas del tigre";con la patria "sentida en los jazmines" o "en

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una vieja espada"; con su abuelo, el coronelFrancisco Borges, muerto en una batalla; conel cuchillo y el gaucho... Tiene que ver, enfin, con esa espada que un poema suyoreclama para la mano que "regirá la hermosabatalla, tejido de hombres", que "enrojecerá

los dientes del lobo", que "prodigará el ororojo"... "Una espada para la mano deBeowulf".

Cuenta Jünger que hablan, naturalmente, deSchopenhauer, "al cual ambos debemosmucho desde nuestra juventud", deWhitman que "muestra a la democracia ensu fuerza" y de Bouvard et Pécuchet deFlaubert que "la muestra en su infamia". Alfinal dice que Borges le comenta que leyó

Tormentas de acero en 1922, y que fue "unaerupción volcánica". El ejército argentinoauspició la traducción.

Pero lo más interesante es lo que amboscomentan acerca del mundo de los insectos:"Luego nos referimos a Huxley. Yo dije queel espíritu del mundo había manejado mejorla cuestión del orden político en el mundode los insectos que en el nuestro. Alrespecto, señaló Borges: ‘Tal vez en lo

relativo al Estado, pero la hormigaconsiderada en sí misma no cuenta enabsoluto’. Sin embargo —podría objetarse—,todas ellas están bien provistas. Tienenvivienda, alimentación y trabajo enabundancia, y por añadidura un largo sueñoinvernal. La mayoría está excluida de la vidasexual, pero eso tal vez es un alivio.

¿Y en cuanto al amor? Cuando bajo el sol demediodía me encuentro ante uno de sus

hormigueros y extiendo sobre ellas mimano, que se humedece mientras jugueteany agitan sus antenas creo percibir que sonfelices. Esto merecería un estudio.Estuvimos de acuerdo en cuanto al hecho deque los zoólogos no eran en absolutocapaces de hacerlo". El contraste es claro:cuando Borges piensa en la hormiga, piensaen que, como individuo, "no cuenta enabsoluto". Jünger, en cambio, sintiendo lashormigas en su mano, cree "percibir que sonfelices". Para Jünger el colectivismo, pese atodo lo escrito sobre los horrores de la

técnica como expresión del nihilismo, nodeja de ejercer su magnetismo.

¿Cómo se compatibiliza ello con la figura delhéroe? Jünger también habla del anarca, querepresenta algo así como un héroe civil, que

se sobrepone al espíritu de la época y latrasciende. Es un rebelde, lleno de libertadinterior y dispuesto a "luchar por la libertad,incluso en una situación sin esperanzas".Bajo ciertas circunstancias, vive"emboscado", apela al "recurso de la selva"que está "en más estrecha relación con lalibertad que cualquier preparativo bélico".Este "ingreso al bosque" es lo quecorresponde hacer a las "pequeñas élites quesaben lo que exige la época y algo más

también".

Así como hay en Jünger una vetacolectivista, también hay esta otra veta, aveces, romántica, que cultiva la figura delindividuo capaz de luchar contra todaesperanza y redimirse incluso —y quizás,especialmente— si es derrotado. Porque hayfracasos que valen más que muchos triunfos.Aquí está lo más valioso de Jünger. Esto loque más nos atrae hoy, pienso, en su obra y

en su vida. Por eso está en la mira. No sóloporque el nacionalismo esté renaciendo.

En un mundo dominado por la "cultura dela sospecha", nada más digno de ser puestoentre paréntesis que la actitud del héroe.Nadie más merecedor de la sospecha y de ladesarticulación crítica correspondiente. Sinembargo, pareciera que en Jünger elheroísmo ha sido una práctica lúcida yserenamente asumida. Y esto hace que

palidezcan sus yerros y ambigüedades.

Los diarios de Jünger no son enteramenteespontáneos. Desde luego, la dimensión deleros y del amor ha sido censurada. Hay, enparticular, momentos de desconcierto odesánimo en los que, simplemente,parecieran callar. Hay raros instantes en queesto silenciado se revela: "Mi traslado a Parísha hecho que surgiese una laguna en estasanotaciones. Pero de ello tienen más culpatodavía los acontecimientos de Rusia, quecomenzaron por aquella época y provocaronuna especie de parálisis espiritual"...

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La laguna va del 19 de julio de 1941 al 8 deoctubre de ese año. Casi tres meses de"parálisis espiritual", que queda en lastinieblas... Jünger sólo escribe en la medidaen que logra sobreponerse y asumir laactitud y el tono ético que lo caracterizan.

Las fuerzas que ha vencido dentro de él paralograrlo ni se mencionan. Hay aquí enmovimiento una poderosísima capacidadrepresiva. Su estilo con frecuencia delataeste extremo auto control. Su amiga ybiógrafa, la escritora de origen caucasiano,Umm-El- Banine Assadoulaeff, dice deJünger en 1943 que parece "una estatua dehielo".

Con todo, su escritura permite asomarse a la

estructura interior de un hombre que sepropone y lleva a cabo actos de realheroísmo con sangre fría y plena conciencia.¿Por qué Jünger, entonces? Por múltiplesmotivos, por cierto. Principalmente, por elantiguo y extemporáneo tema del héroe. Noes casual, pienso, que, en la Ética aNicómaco, Aristóteles analice, en primerlugar, la virtud de la valentía. Sin ella no hayotras virtudes. Sin ella no hay fibra moral. Yeso, creo, es lo que hoy echamos de menos.

Esta es la clave del interés y la admiraciónque despierta Jünger.

Creo entender que la superación delnihilismo se da para él en la conductaheroica, es decir, en la actitud ética concreta,en la práctica personal. Kavafis comienza supoema Termópilas diciendo: "Honor aaquellos que en sus vidas/se dieron a latarea defender Termópilas". Los Leonidas deKavafis "nunca se apartan del deber"; son

"justos y también clementes"; dicen "siemprela verdad, pero no odian a los que mienten".El poema concluye con estos versos: Ymayor honor les corresponde cuandoprevén (y muchos prevén) que Efialtes ha deaparecer al fin, y que los medos, finalmente,pasarán.

El 11 de abril de 1945, en Kirchhorst, Jüngeranota: "Con las primeras luces del alba nosdespierta el ruido producido por el rodar delos tanques... No hay un alma en lacarretera…". Dos días antes ha circulado elrumor de que el pueblo está sitiado. Se oye

constantemente fuego de artillería. El día 10comienzan a disparar los cañones ubicadosen Stelle, cuyas ráfagas atraviesan el jardín y"hacen que la casa retumbe como un yunquebajo los golpes del martillo".Ahora loscañones emplazados en Stelle están en

silencio y "un ruido como de molino" crecesin cesar. "Como ya me ha ocurrido confrecuencia en mi vida", escribe, "soy en estepedazo de tierra el último hombre que poseemando. Ayer di, en esa condición, mi únicaorden: ocupar la barrera antitanque y luegoabrirla cuando aparezcan las avanzadillas".Un caminante solitario se detiene cerca de labarrera, en un camino del bosque. "En elinstante", cuenta, "en que aparece el primertanque gris con la estrella de cinco puntas

quita el seguro a su pistola y se pega un tiroen la cabeza".

Jünger observa el avance de los blindadospor la carretera. Pasan por horas y horas: "Elrío de hombres y de acero pasa rodando sininterrupción, lento pero incontenible".Apunta en su diario: "No se recupera uno deuna derrota como ésta, como sí se recuperóen otro tiempo la gente después de Jena o deSedán. Esta derrota marca un viraje en la

vida de los pueblos, y no sólo han de morirmuchos seres humanos, sino que en estatransición están hundiéndose tambiénmuchas cosas que nos conmovían en lo másíntimo. Uno puede ver, entender, desear eincluso amar lo necesario, y al mismotiempo hallarse traspasado, sin embargo, deun dolor inmenso.

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SOBRE EL NIHILISMO Y LAREBELDIA EN ERNST

JÜNGER

Ricardo Andrade Ancic

I.

Ernst Jünger (1895-1998), autor de diariosclaves sobre lo que se llamó la estética delhorror, así como de un importante ensayo -El Trabajador- acerca de la cultura de latécnica moderna y sus repercusiones, estáconsiderado, incluso por sus críticos másacerbos, como un gran estilista del idiomaalemán, al que algunos incluso ponen a laaltura de los grandes clásicos de la literaturagermánica. Fue el último sobreviviente deuna generación de intelectuales heredada dela obra de Oswald Spengler, MartinHeidegger, Carl Schmitt y Gottfried Benn.Apasionado polemista, nunca estuvo ajenode la controversia política e ideológica de supatria; iconoclasta paradójico, enemigo deleufemismo, "anarquista reaccionario" en suspropias palabras, abominador de lasdictaduras (fue expulsado del ejércitoalemán en 1944 después del fracaso delmovimiento antihitlerista) y las democracias(dictaduras de la mayoría, como las llamóKarl Kraus, líder espiritual del círculo deViena).

En 1981, Jünger recibió el premio Goethe enFrankfurt, máximo galardón literario de la

lengua germana. Sus obras, varias de ellasde carácter biográfico, giran sobre el eje deprotagonistas en cuyas almas el autorintenta plasmar una cierta soledad ydesencantamiento frente al mundocontemporáneo; al tema central, intercaladisquisiciones acerca del origen y destinodel hombre, filosofía de la historia,naturaleza del Estado y la sociedad. Porsobre esto, sus obras constituyen un llamadode denuncia y advertencia ante el avance

incontenible y abrasador del nihilismo comomovimiento mundial, a la vez que se

convierten en guías para las almas rebeldesante este proceso avasallador.

II.

Pero, ¿qué es el nihilismo? Jünger, en un

intercambio epistolar con Martin Heidegger,expuso sus conceptos sobre el nihilismo enel ensayo Sobre la línea (1949). Basándose enLa voluntad de poder de F. Nietzsche, lodefine, en primer término, como una fase deun proceso espiritual que lo abarca y al quenada ni nadie pueden sustraerse. En símismo, es un proceso determinado por "ladevaluación de los valores supremos", enque el contacto con lo Absoluto esimposible: "Dios ha muerto". Nietzsche se

caracteriza como el primer nihilista deEuropa, pero que ya ha vivido en sí elnihilismo mismo hasta el fin.

De esto Jünger recoge un Optimismo dentrodel Pesimismo característico de este proceso,en el sentido de que Nietzsche anuncia uncontramovimiento futuro que reemplazará aeste nihilismo, aun cuando lo presupongacomo necesario. También recoge síntomasdel nihilismo en el Raskolnikov de

Dostoievski, que "actúa en el aislamiento dela persona singular", dándole el nombre deayuntamiento, proceso que puede resultarhorrible en su epílogo, o ser la salvación delindividuo luego de su purificación "en losinfiernos", regresando a su comunidad conel reconocimiento de la culpa. Entre las dosconcepciones, Jünger rescata un parentesco,el hecho de que progresan en tres fasesanálogas: de la duda al pesimismo, de ahí aacciones en el espacio sin dioses ni valores y

después a nuevos cometidos. Esto permiteconcluir que tanto Nietzsche comoDostoievski ven una y la misma realidad, síbien desde puntos muy alejados.

Jünger se encarga de limpiar y desmitificarel concepto de nihilismo, debido a todas lasdefiniciones confusas y contradictorias queintelectuales posteriores a Nietzschedesarrollaron en sus trabajos, problema paraél lógico debido a la "imposibilidad delespíritu de representar la Nada". Comoproblema principal, distingue el nihilismode los ámbitos de lo caótico, lo enfermo y lo

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malo, fenómenos que aparecen con él y lehan dado a la palabra un sentido polémico.El nihilismo depende del orden para seguiractivo a gran escala, por lo que el desorden,el caos serían, como máximo, su peorconsecuencia. A la vez, un nihilista activo

goza de buena salud para responder a laaltura del esfuerzo y voluntad que se exige así mismo y los demás. Para Nietzsche, elnihilismo es un estado normal y sólopatológico, por lo que comprende lo sano ylo enfermo a su particular modo. Y encuanto a lo malo, el nihilista no es uncriminal en el sentido tradicional, pues paraello tendría que existir todavía un ordenválido.

El nihilismo, señala Jünger, se caracterizapor ser un estado de desvanecimiento, enque prima la reducción y el ser reducido,acciones propias del movimiento hacia elpunto cero. Si se observa el lado másnegativo de la reducción, aparece comocaracterística tal vez más importante laremisión del número a la cifra o también delsímbolo a las relaciones descarnadas; laconfusión del valor por el precio y lavulgarización del tabú. También es

característico del pensamiento nihilista lainclinación a referir el mundo con sustendencias plurales y complicadas a undenominador; la volatización de las formasde veneración y el asombro como fuente deciencia y un "vértigo ante el abismocósmico" con el cual expresa ese miedoespecial a la Nada. También es inherente alnihilismo la creciente inclinación a laespecialización, que llega a niveles tan altosque "la persona singular sólo difunde una

idea ramificada, sólo mueve un dedo en lacadena de montaje", y el aumento decirculación de un "número inabarcable dereligiones sustitutorias", tanto en lasciencias, en las concepciones religiosas yhasta en los partidos políticos, producto delos ataques en las regiones ya vaciadas.

Según lo expresado en Sobre la línea, es ladisputa con Leviatán -ente que representalas fuerzas y procesos de la época, en cuantose impone como tirano exterior e interior-, esla más amplia y general en este mundo.¿Cuáles son los dos miedos del hombre

cuando el nihilismo culmina? "El espanto alvacío interior, obligando a manifestarsehacia fuera a cualquier precio, por medio deldespliegue de poder, dominio espacial yvelocidad acelerada. El otro opera de afuerahacia adentro como ataque del poderoso

mundo a la vez demoníaco y automatizado.En ese juego doble consiste la invencibilidaddel Leviatán en nuestra época. Es ilusorio;en eso reside su poder". La obra de Jüngertrastoca el tema de la resistencia; se planteala pregunta sobre cómo debe comportarse ysostenerse el hombre ante la aniquilaciónfrente a la resaca nihilista.

"En la medida en que el nihilismo se hacenormal, se hacen más temibles los símbolos

del vacío que los del poder. Pero la libertadno habita en el vacío, mora en lo noordenado y no separado, en aquellosámbitos que se cuentan entre losorganizables, pero no para la organización".Jünger llama a estos lugares "la tierrasalvaje", lugar en el cual el hombre no sólodebe esperar luchar, sino también vencer.Son estos lugares a los cuales el Leviatán notiene acceso, y lo ronda con rabia. Es demodo inmediato la muerte. Aquí dormita el

máximo peligro: los hombres pierden elmiedo. El segundo poder fundamental esEros; "allí donde dos personas se aman, sesustraen al ámbito del Leviatán, crean unespacio no controlado por él".

El Eros también vive en la amistad, quefrente a las acciones tiránicas experimentasus últimas pruebas. Los pensamientos ysentimientos quedan encerrados en lo másíntimo al armarse el individuo una

fortificación que no permite escapar nada alexterior; "En tales situaciones la charla con elamigo de confianza no sólo puede consolarinfinitamente sino también devolver yconfirmar el mundo en sus libres y justasmedidas". La necesidad entre sí de hombrestestigos de que la libertad todavía no hadesaparecido harán crecer las fuerzas de laresistencia. Es por lo que el tirano buscadisolver todo lo humano, tanto en lo generaly público, para mantener lo extraordinario eincalculable, lejos.

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Este proceso de devaluación de los valoressupremos ha alcanzado, de algún modo,caracteres de "perfección" en la actualidad.Esta "perfección" del nihilismo hay queentenderla en la acepción de Heidegger,compartida por Jünger, como aquella

situación en que este movimiento "haapresado todas las consistencias y seencuentra presente en todas partes, cuandonada puede suponerse como excepción en lamedida en que se ha convertido en el estadonormal." El agente inmediato de estefenómeno radica en el desencuentro delhombre consigo mismo y con su potenciadivina. La obra de Jünger, en este sentido,da cuenta del afán por radicar elfundamento del hombre.

III

Uno de los síntomas de nuestra época es eltemor. Aquel temor que hace afirmar alautor que toda mirada no es más que unacto de agresión y que hace radicar laigualdad en la posibilidad que tienen loshombres de matarse los unos a los otros. Alo anterior, hay que agregar la inclinación ala violencia que desde el nacimiento todostraemos, según lo señalado en su novela

"Eumeswil" (1977). . Por eso el mundo setorna en imperfecto y hostil. Su historia noes sino la de un cadáver acechado una y otravez por enjambres de buitres. Esta visiónlúgubre de la realidad, en la que seencuentra una reminiscenciaschopenhaueriana, fue sin duda alimentadapor la experiencia personal del autor, testigodel horror de dos guerras implacables queno hicieron más que coronar e instaurar enel mundo el culto a la destrucción, al

fanatismo y la masificación del hombre. Elavance de la técnica, a pesar de losbeneficios que conlleva, a juicio de Jüngertiene la contrapartida de limitar la facultadde decisión de los hombres en la medida enque a favor de los alivios técnicos vanrenunciando a su capacidad deautodeterminación conduciendo, luego, a unautomatismo generalizado que puede llevara la aniquilación. La pregunta que surgeentonces es cómo el hombre puedesuperarlo, a través de que medios puedesalvarse. La respuesta de Jünger, en boca deuno de sus personajes principales, el anarca

Venator: la salvación está en uno mismo. Elanarca, que nada tiene que ver con elanarquista, expulsa de sí a la sociedad, yaque tanto de ésta como del Estado poco cabeesperar en la búsqueda de sí mismo. El no seapoya en nadie fuera de su propio ser; su

propósito es convertirse en soberano de supropia persona, porque la libertad es, en elfondo, propiedad sobre uno mismo.

Aparecen en este momento dos afirmacionesque pueden aparecer como contradictorias:el hombre inclinado a la violencia desde sunacimiento, y el hombre que debe penetraren un conocimiento interior con el fin dedescubrir su forma divina. Jünger afirmaque la riqueza del hombre es infinitamente

mayor de lo que se piensa. ¿Cómo conciliaresto con el carácter perverso que le atribuyeal mismo? Al responder esto, el escritorapela a una instancia superior a la quedenomina Uno, Divinidad, lo Eterno, segúnlo que se colige sobre todo en su obraposterior a 1950. La relación entre el hombrey lo Absoluto, expuesta por el maestroalemán, se entiende del siguiente modo: elser, forma o alma de cada uno de nosotrosha estado, desde siempre, es decir, antes de

nacer, en el seno de la Divinidad, y, despuésde la muerte, volverá a estar con ella. Antesde nacer, es tal el grado de indeterminaciónde esa unidad en lo Uno que el hombre nopuede tener conciencia de la misma. Sólocuando el nacimiento se produce, el hombrese hace consciente de su anterior unidad ybusca desesperadamente volver a ella, alsentirse un ser solitario. Es allí cuando debedirigirse hacia sí mismo, penetrar en su almaque es la eterna manifestación de lo divino.

En el conócete a ti mismo, el hombre puedeacceder a la forma que le es propia, procesoque para Jünger es un "ver" que se dirigehacia el ser, la idea absoluta.

Señala en El trabajador que la forma esfuente de dotación de sentido, y larepresentación de su presencia le otorga alhombre una nueva y especial voluntad depoder, cuyo propósito radica en elapoderamiento de sí mismo, en lo absolutode su esencia, ya que el objeto del poderestriba en el ser-dueño... En consecuencia, enese descubrimiento de ser atemporal e

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inalterable que le confiere sentido, elhombre puede hacerse propietario de éste yconvertirse en un sujeto libre. En casocontrario, quien no posea un conocimientode sí mismo es incapaz de tener dominiosobre su ser no pudiendo, por tanto,

sembrar orden y paz a su alrededor. Enconclusión, esta inclinación a la violenciaque surge con el nacimiento del hombre, enotras palabras, con su separación de lo Unoen la identidad primordial y primigeniadando lugar a la negación de la Divinidad,puede ser dominada y contrarrestada en lamedida que el hombre se convierta endueño de sí mismo, para lo cual esfundamental el conocimiento de la formaque nos otorga sentido.

La sustancia histórica, señala Jünger, radicaen el encuentro del hombre consigo mismo.Ese encuentro con el ser supratemporal quele dota de sentido lo simboliza con elbosque. En su obra El tratado del rebeldeafirma: "La mayor vigencia del bosque es elencuentro con el propio yo, con la médulaindestructible, con la esencia de que se nutreel fenómeno temporal e individual". Es,entonces, el lugar donde se produce la

afirmación de la Divinidad, al adquirir elsujeto la conciencia misma como partícipede la identidad con lo Eterno.

El Verbo, entendido como "la materia delespíritu", es el más sublime de losinstrumentos de poder, y reposa entre laspalabras y les da vida. Su lugar es el bosque."Toda toma de posesión de una tierra, en loconcreto y en lo abstracto, toda construccióny toda ruta, todos los encuentros y tratados

tienen por punto de partida revelaciones,deliberaciones, confirmaciones juradas en elVerbo y en el lenguaje", enuncia en Eltratado del rebelde. El lenguaje es, endefinitiva, un medio de dominación de larealidad, puesto que a través de élaprehendemos sus formas últimas, en lamedida en que es expresión de la ideaabsoluta. En una época tanabrumadoramente nihilista como lacontemporánea, el propio autor describecomo el lenguaje va siendo lentamentedesplazado por las cifras.

En la obra de Jünger, el hombre que noacepta el "espíritu del tiempo" y se "retirahacia sí mismo" en busca de su libertad, esun rebelde. A partir de un ensayo de 1951,Jünger había propuesto una figura derebelde a las leyes de la sociedad instalada,

el Waldgänger que, según una antiguatradición islandesa, se escapa a los bosquesen busca de sí mismo y su libertad.Posteriormente, el autor desarrolla la figuradel rebelde en la novela Eumeswil,publicada en 1977, definiendo la postura delanarca, tipo que encarnaría eldistanciamiento frente a los peores aspectosdel nihilismo actual; o como el único caminodigno a seguir para los hombres de verdadlibres.

IV.

Como en Heliópolis, en Eumeswil, Jüngernos presenta un mundo aún por llegar: sevive allí el estado consecutivo a los GrandesIncendios -una guerra mundial,evidentemente- y a la constitución yposterior disolución del Estado Mundial. Unmundo simplificado, en que aparecenformas semejantes a las del pasado: los

principados de los Khanes, las ciudades-estados. El autor marca el carácter postrerodel ambiente que da a su novela,comparándola a la época helenística quesigue a Alejandro Magno, una ciudad comoAlejandría, ciudad sin raíces ni tradición. Demodo análogo, en la sociedad de Eumeswillas distinciones de rangos, de razas o claseshan desaparecido; quedan sólo individuos,distinguidos entre ellos por los grados departicipación en el poder. Se posee aún la

técnica, pero como algo más bien heredadode los siglos creadores en este dominio. Latécnica permite, por ejemplo -siendo estootro rasgo alejandrino-, un gran acopio dedatos sobre el pasado, pero este pasado yano se comprende.

Se enfrentan en Eumeswil dos poderes: elmilitar y el popular, demagógico, de lostribunos. Del elemento militar ha salido elCóndor, el típico tirano que restablece elorden y, con él, las posibilidades de la vidanormal, cotidiana, de los habitantes. Pero setrata de un puro poder personal, informe,

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que ya no puede restaurar la forma políticadesvanecida. Por lo demás tampoco enEumeswil se tiene la ilusión de la granpolítica; no se trata siquiera de una potencia,viviendo como vive bajo la discretaprotección del Khan Amarillo. En suma, son

las condiciones de la civilizaciónspengleriana, las de toda época final en eldecurso de las culturas. "Masas sin historia","Estados de fellahs", como señala Jünger.

El protagonista y narrador de la novela esMartín Venator, "Manuelo" en el servicionocturno de la alcazaba del Cóndor. Es unhistoriador de oficio: aplica al pasado suscualidades de observador, y de allí lasreflexiones sobre el tiempo presente. Su

modelo es, sin duda, Tácito: senador bajo losCésares, celoso del margen de libertad queaún puede conservar, escéptico frente a loshombres y frente al régimen imperial.

Venator también es camarero, barman en laalcazaba: como en las cortes de otra época, elservicio personal y doméstico al señorresulta ennoblecido. El camarero suele serasimismo un observador, y en este terrenose encuentra con el historiador.

El historiador se retira voluntariamente alpasado, donde se encuentra en realidad "ensu casa", y en este modo se aparta de lapolítica. La derrota, el exilio, han sido aveces la condición de desarrollo de unavocación historiográfica -Tucídides en laAntigüedad, por ejemplo-, pero en otrasocasiones el historiador ha tomado parteactiva de las luchas de su tiempo. En lanovela, tanto el padre como el hermano del

protagonista también son historiadores,pero, a diferencia de éste, estánideológicamente "comprometidos": sonbuenos republicanos, liberales doctrinarios,cautos enemigos del Cóndor más ajenos almundo de los hechos que éste representa.Ellos deploran que "Manuelo" hayadescendido a tan humilde servicio al tirano.Servicio fielmente prestado, pero en ningúncaso incondicional. Entre los enemigos delCóndor están los anarquistas: conspiran,ejecutan atentados... nada que la policía deltirano no logre controlar. De ellos se

diferencia claramente Venator: no es unanarquista, es un anarca.

V.

La mejor definición para la posición del

anarca pasa por su relación y distinción delas otras figuras, las otras individualidadesque se alzan, cada una a su modo, frente alEstado y la sociedad: el anarquista, elpartisano, el criminal, el solipsista; otambién, del monarca absoluto, comoTiberio o Nerón. Pues en el hombre y en lahistoria hay un fondo irrenunciable deanarquía, que puede aflorar o no a lasuperficie, y en mayor o menor grado, segúnlos casos. En la historia, es el elemento

dinámico que evita el estancamiento, quedisuelve las formas petrificadas. En elhombre, es esa libertad interiorfundamental. De tal modo que el guerrero,que se da su propia ley, es anárquico,mientras que el soldado no. En aparenteparadoja, el anarquista no es anárquico,aunque algo tiene, sin duda. Es un ser socialque necesita de los demás; por lo menos desus compañeros. Es un idealista que, al fin yal cabo, resulta determinado por el poder.

"Se dirige contra la persona del monarca,pero asegura la sucesión".

El anarca, por su parte, es la "contrapartidapositiva" del anarquista. En propias palabrasde Jünger: "El anarquista, contrariamente alterrorista, es un hombre que en lo esencialtiene intenciones. Como los revolucionariosrusos de la época zarista, quiere dinamitar alos monarcas. Pero la mayoría de las veces elgolpe se vuelve contra él en vez de servirlo,

de modo que acaba a menudo bajo el hachadel verdugo o se suicida. Ocurre incluso, locual es claramente más desagradable, que elterrorista que ha salido con bien sigaviviendo en sus recuerdos...El anarca notiene tales intenciones, está mucho másafirmado en sí mismo. El estado de anarca esde hecho el estado natural que cada hombrelleva en sí. Encarna más bien el punto devista de Stirner, el autor de El único y supropiedad; es decir, que él es lo único.Stirner dice: "Nada prevalece sobre mí". Elanarca es, de hecho, el hombre natural". Noes antagonista del monarca, sino más bien

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su polo opuesto. Tiene conciencia de suradical igualdad con el monarca; puedematarlo, y puede también dejarlo con vida.No busca dominar a muchos, sino sólodominarse a sí mismo. A diferencia delsolipsista, cuenta con la realidad exterior.

No busca cambiar la ley, como el anarquistao el partisano; no se mueve, como éstos en elterreno de las opciones políticas o sociales.Tampoco busca trasgredir la ley, como elcriminal; se limita a no reconocerla. Elanarca, pues, no es hostil al poder, ni a laautoridad, ni a la ley; entiende las normascomo leyes naturales.

No adhiere el anarca a las ideas, sino a loshechos; es en esencia pragmático. Está

convencido de la inutilidad de todo esfuerzo("tal vez esta actitud tenga algo que ver conla sobresaturación de una época tardía").Neutral frente al Estado y a la sociedad,tiene en sí mismo su propio centro. Losregímenes políticos le son indiferentes; havisto las banderas, ya izadas, ya arriadas.Jünger afirma, además, que aquellasbanderas son sólo diferentes en lo externo,porque sirven a unos mismos principios, losmismos que harán que " toda actitud que se

aparte del sistema, sea maldita desde elpunto de vista racional y ético, y luegoproscrita por el derecho y la coacción." Noobstante, el anarca puede cumplir bien elpapel que le ha tocado en suerte. Venator nopiensa desertar del servicio del Cóndor,sino, por el contrario, seguir lealmente hastael final. Pero porque él quiere; él decidirácuando llegue el momento. En definitiva, elanarca hace su propio juego y, junto a lamáxima de Delfos, "conócete a ti mismo",

elige esta otra: "hazte feliz a ti mismo".

La figura del anarca resplandeceverdaderamente, como la del hombre librefrente al Estado burocrático y a la sociedadconformista de la actualidad. Inclusoaparece en algunas ocasiones en forma másbien mezquina, a la manera del egoísmo deStirner: "quien, en medio de los cambiospolíticos, permanece fiel a sus juramentos, esun imbécil, un mozo de cuerda apto paradesempeñar trabajos que no son asuntosuyo". "(El anarca) sólo retrocede ante eljuramento, el sacrificio, la entrega última".

"Sólo cabe una norma de conducta" -diceAttila, médico del Cóndor, anarca a sumodo- "la del camaleón..."

VI.

La cuestión es si el anarca se constituye enuna figura ejemplar para cierto tipo dehombres que no se reconozcan en lasproducciones sociales últimas. Pues si elanarca es la "actitud natural" -"el niño quehace lo que quiere"-, entonces nos hallamosante simples situaciones de hecho que notienen ningún valor normativo ni ejemplar.Desde siempre los hombres han queridohuir del dolor y buscar lo agradable; porotro lado, apartarse de una sociedad

decadente y que llega a ser asfixiante es unacosa sana. Venator invoca a Epicuro comomodelo; debería referirse más bien aAristipo de Cirene, discípulo de Sócrates yfundador de la escuela hedonista, quienproponía una vida radicalmente apolítica,"ni gobernante ni esclavo", con la libertad yel placer como únicos criterios. Jüngerreconoce, y muy de buena gana, que el tipode anarca se encuentra, socialmentehablando, en el pequeño burgués, piedra de

tope de más de una corriente depensamiento: es ese artesano, ese tenderoindependiente y arisco frente al Estado. Lafigura del anarca es más familiar al mundoanglosajón, especialmente alnorteamericano, con su sentido ferozmenteindividualista y antiestatal: del cowboysolitario o del outlaw al "objetor deconciencia". Están en la mejor línea delanarca y el rebelde contra la masificaciónburocrática. Se sabe, por supuesto, en qué

condiciones sociales han florecido estosmodelos.

Pero las sociedades "posmodernas" actualesse distinguen por el más vulgar hedonismo;su tipo no es el del "superhombre", sino eldel "último hombre" nietzscheano, el quecree haber descubierto la felicidad. El tipodel "idealista" y del "militante" pertenecen aetapas ya superadas; hoy, es el individuo delas sociedades "despolitizadas", soft, quetoma lo que puede y rehusa todo esfuerzo.¿Cuál es la diferencia de este tipo de hombrecon el anarca? La respuesta radica en que el

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segundo está libre de todas las atadurassentimentales, ideológicas y moralistas queaún caracterizan al primero. En verdad, lafigura de Venator está históricamentecondicionada: aparece en una de esas épocaspostreras en la cuales nada se puede ya

esperar. Lo que hay que esclarecer es siefectivamente nuestra propia época es unade ellas. Pero lo dicho sobre el anarca tieneun alcance mucho más universal: encualquier tiempo y lugar se puede seranarca, pues "en todas partes reina elsímbolo de la libertad".

La senda del anarca termina en la retirada.Venator ha estado organizando una"emboscadura" temporal -según lo que el

mismo Jünger recomendaba en DerWaldgang (1951)-, para el caso de caída delCóndor. Al final, seguirá a éste, con toda sucomitiva, en una expedición de caza a lasselvas misteriosas más allá de Eumeswil:una emboscadura radical, o la muerte, no sesabe el desenlace. Del mismo modo, enHeliópolis, el comandante Lucius de Geer ysus compañeros se retiran en un cohete, condestino desconocido. Pero eso sí, después dehaber luchado sus batallas, al igual que los

defensores de la Marina en Sobre losAcantilados de Mármol no buscan refugiosino después de dura lucha con las fuerzasdel Gran Guardabosques. Pero ¿de qué setrata esta "emboscadura"?

El anarca hace lo que Julius Evola, el granpensador italiano, recomienda en su libroCabalgar el tigre: "La regla a seguir puedeconsistir, entonces, en dejar libre curso a las

fuerzas y procesos de la época,permaneciendo firmes y dispuestos aintervenir cuando el tigre, que no puedeabalanzarse sobre quien lo cabalga, estéfatigado de correr". Lo que Evola llama"tigre", Jünger lo denomina "Leviatán" o"Titanic".

El anarca se retira hacia sí mismo porquedebe esperar su hora; el mundo debe sercumplido totalmente, la desacralización, elnihilismo y la entropía deberán ser totales:lo que Vintila Horia llama "universalizacióndel desastre". Jünger enfatiza que

emboscarse no significa abandonar el"Titanic", puesto que eso sería tirarse al mary perecer en medio de la navegación.Además: "Bosque hay en todas partes. Haybosque en los despoblados y hay bosque enlas ciudades; en éstas, el emboscado vive

escondido o lleva puesta la máscara de unaprofesión. Hay bosque en el desierto y haybosque en las espesuras. Hay bosque en lapatria lo mismo que lo hay en cualquier otrositio donde resulte posible oponerresistencia... Bosque es el nombre que hemosdado al lugar de la libertad... La navesignifica el ser temporal; el bosque, el sersobretemporal...".

En la figura del rebelde, por tanto, es posible

distinguir dos denominaciones: emboscadoy anarca. El primero presentaría lascoordenadas espirituales, mientras elsegundo da luces sobre su plasmación en el"aquí y ahora". Jünger lo define másclaramente: "Llamamos emboscado a quien,privado de patria por el gran proceso ytransformado por él en un individuoaislado, está decidido a ofrecer resistencia yse propone llevar adelante la lucha, unalucha que acaso carezca de perspectiva. Un

emboscado es, pues, quien posee unarelación originaria con la libertad... Elemboscado no permite que ningún poder,por muy superior que sea, le prescriba la ley,ni por la propaganda, ni por la violencia".VII

El nihilismo y la rebeldía... La figura delanarca es la de quien ha sobrevivido al "finde la historia" ("carencia de proyecto:malestar o sueño"). El último hombre no

puede expulsar al anarca que convive juntoa él. Su poder radica en su impecablesoledad y en el desinterés de su acción. Su síy su no son fatales para el mundo quehabita. El anarca se presenta como la victoriay superación del nihilismo. Las utopías leson ajenas, pero no el profundo significadoque se esconde tras ellas. "El anarca no seguía por las ideas, sino por los hechos.Lucha en solitario, como hombre libre, ajenoa la idea de sacrificarse en pro de unrégimen que será sustituído por otroigualmente incapaz, o en pro de un poderque domine a otro poder".

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El anarca ha perdido el miedo al Leviatán,en el encuentro con la médula indestructibleque le dota de sentido para luegoproyectarse y reconocerse en el otro, en laamada, en el hermano, en el que sufre y en

el desamparado, puesto que Eros es sualiado y sabe que no lo abandonará...

La actitud del anarca puede ser interpretadadesde dos perspectivas, una activa y otrapasiva. Esta última verá en la emboscadura,y en el anarca que la realiza, la posibilidadde huir del presente y aislarse en aquellapatria que todos llevamos en nuestrointerior; al decir de Evola, la que nadiepuede ocupar ni destruir. Pero no debe

confundirse la actitud del anarca como unasimple huida: "Ya hemos apuntado que esepropósito no puede limitarse a la conquistade puros reinos interiores". Mas bien se tratade otro tipo de acción, de un combatedistinto, "donde la actuación pasaríaentonces a manos de minorías selectas queprefieren el peligro a la esclavitud".

Minorías que entiendan que emboscarse esdar lucha por lo esencial, sin tiempo y acaso

sin perspectivas. Minorías que, como elpropio Jünger lo expresa, sean capaces dellevar adelante la plasmación de una "nuevaorden", que no temerá y, por el contrario,gustará de pertenecer al bando de losproscritos, pues se funda en la camaraderíay la experiencia; orden que pueda llevar abuen término la travesía más allá del"meridiano cero", y se prepare a dar unalucha en el "aquí y ahora"...

"En el seno del gris rebaño se escondenlobos, es decir, personas que continúansabiendo lo que es la libertad. Y esos lobosno son sólo fuertes en sí mismos: tambiénexiste el peligro de que contagien susatributos a la masa, cuando amanezca unmal día, de modo que el rebaño se conviertaen horda. Tal es la pesadilla que no dejadormir tranquilos a los que tienen el poder".

ERNST JÜNGER O LAVISIÓN RAZONADA 

Abel Posse

La crisis del nihilismo occidental ya no esmás un hecho encubierto. Vivimos tiemposde perplejidad al comprobar las derrotascotidianas de la "gran sociedad" o del nuevoorden triunfante después de la implosióndel sistema socialista, en 1989. La crisis delnihilismo es previa a la evidencia del estragosubcultural, de la inestabilidad económica,

del incremento de la pobreza popular y de laamoralidad insolente.

Nos aproximamos a un enfrentamientodecisivo entre las dos regiones u onus delmundo dividido, el Tibet y la Jerusalénpauliana, las dos civitas simbólicas.

El mercantilismo judeocristiano, tecnocráticoy anglosajón, en el despliegue final de suglobalización. Por otra parte el silente Tibetque baja de la montaña y se extiende haciaoccidente y oriente con su expectantenoluntad de poder.

Nunca como ahora, en la desilusión de lasociedad de la cosa y de la productividadmercantilizada, sentimos que este momentodel hombre sólo puede ser provisorio. Quesomos el germen, en el mejor y el másoptimista de los casos, el abuelo o elancestro del verdadero. En 1898 pisábamosel umbral del siglo con arroganciafundacional: por un lado el liberalismo, laciencia, el "desarrollo"; por el otro, por ellado izquierdo del mismo corazón, laconvicción neohegeliana y marxista deedificar la sociedad definitivamente justa yracional. En 1998, sólo perplejidad, delprimer al tercer mundo. Perplejidad essorpresa, antes de toda nueva esperanza oantes de la desesperación.

Ernst Jünger (1895?1998) fue el visionarioque reflexionó sus intuiciones, su visiónpremonitora, en la obra El Trabajador

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publicada en 1932. Sabiamente se habíaformado a contracultura, como le gustaríadecir. Fue marginal al mundo académicofilosófico en aquellos años de increíblecreatividad que preanunciaban la revoluciónnazi. Fue también marginal como novelista

y ensayista. Asumió con fidelidad elheroísmo de Nietzsche, su marginalidad.Pero sabiamente prefirió ser El Emboscadoen el bosque de un siglo que solo podríamorir exorcizando su torpe voluntad depoder (a nosotros, en estos años nos tocaasistir a la expresión más hipócrita delfracaso o exorcismo: el mercantilismodesenfrenado, con su máscara dedemocracia boba, aliado con una técnicamovida ya sin voluntad expresa humana,

sino descontroladamente, por la rueda locade los intereses financieros).

La Gran Maquinaria de los interesesmundializados crea una noción deglobalización y de globalidad como espaciosseguros y quietos que van absorbiendotodas las voluntades, particularidades ydisidencias. Hoy, ante la urgencia de unGran Viraje, nos corresponde referirnos aErnst Jünger como al más preclaro, el que

entrevió antes, con claridad, cuandoestábamos en la medianoche.

Un dossier tiene como fin primordialdespertar el interés del buscador en torno alos puntos esenciales de un pensar.Trataremos de puntualizarlos:

Escribe Carl Schmitt en 1955: "Aquél quelogre apresar la técnica desencadenada paradominarla e insertarla en un orden concreto,

habrá dado una respuesta a la actualllamada y desafío, antes que aquel otro queintentare, con los recursos de una técnicadesencadenada, aterrizar en la Luna o enMarte. Domar la técnica desencadenadasería, por ejemplo, la obra de un nuevoHércules. En esta dirección es que yo esperola nueva llamada, el desafío de laactualidad".

Los hombres tocaron la Luna en 1969,catorce años después de este texto, y hoyplanifican tocar Marte. Pero no lo hacendesde una técnica controlada sino

desencadenada en su propia evaluación, sincomando humano que pueda condicionarlaa frenarla según un criterio distinto de lanaturaleza o de la vida que podría manteneral hombre en la naturaleza, en una justarelación con ella. La Gran Maquinaria ya no

pregunta al político, el político más bientrata de treparse a ella como puede.

Ernst Jünger, 1932: En El Trabajador seseñala, por primera vez, la aparición de unafigura que fagocitará al burgués, al mismoobrero del socialismo o al empresario dehoy. Es El Trabajador, el hombre de latécnica. Crece con la Técnica einmediatamente la técnica lo serviliza. Elinstrumentador termina instrumentado. Laoposición entre capitalismo y comunismo

que ocupó el siglo que termina, es unaconfrontación menor sobre propiedad demedios de producción (estatal o privada) ysobre organización de la sociedad, en amboscasos basada en una visión economicista yen una antropología que privilegia el homofaber o economicus.

La gran confrontación emerge después deesa espectacular batalla, en esencia pocosignificante. La confrontación de hoy pasa

exclusivamente por el tema de la técnicaincontrolada y el aservilizamiento delhombre a su desarrollo. No sólo está en

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juego el hombre, que de faber pasa a serfabricado, sino la misma Tierra, por laagresión ecológica y la degradaciónmedioambiental.

En el lenguaje de Schmitt, se puede afirmar

que ambas formas, la comunista y lacapitalista, alcanzaron la tecnología espacial,tocaron la Luna y tal vez Marte, peropierden la Tierra y la condición humana.

Es en esta intuición básica en la que secentra el pensamiento de Jünger. Todo loque hasta ahora hemos tomado en seriocomo política de este siglo no fue más queuna trifulca entre mercaderes y comisarios,ambos servilizados por la tecnología.

Vencieron los mercaderes y vivimos ahoralas últimas instancias de una medianochecargada de son and fury.

Es por esto que los políticos parecenpalurdos provincianos. Todavía se debenideológicamente al siglo XIX y ala sociedadindustrial como peldaño decisivo y últimomomento de la voluntad de poder sobre latecnología, hasta el actual descontrol de ésta.

Estamos en una transición, que se cree unapermanencia y hasta una sublimación (casoFukuyama). Para usar las palabras deHeidegger, estamos en la medianoche de lamedianoche.

Pero en todo caso El Trabajador es la imagena figura de nuestra época. Al margen de élno hay nada, pero él mismo se transformaen un personaje crítico. Es una conducta delhacer, permanente afirmación. En él

desaparece el burgués y el político. En laetapa actual, el mismo empresario.

La confusión entre desarrollo técnico ysalvación o triunfo de una sociedad, es típicadel desvío occidental. (Para Heidegger estedesvío se iniciaba desde Sócrates, hace 2400años!). Es la dicotomía que arrastraoccidente entre hacer y ser; entre tener y ser.El Trabajador ocupa todos los espacios, es laFigura triunfante de nuestro tiempo. Es laLebensforme dominante, para usar ellenguaje de Edouard Spranger. Se crea untipo de hombre que se corresponde con la

técnica (el que surgió vinculado aliluminismo, al romanticismo, al liberalismo,conservadorismo, a la Iglesia, a la burguesíao al socialismo; quedan superados).

De la técnica del hombre se pasará al

hombre de la técnica. Se invierten lostérminos de poder. Heidegger, antes de sumuerte, previó que el hombre que siemprefuimos ya no es útil para la Maquinaria.Atroz etapa final de la cual tenemos pruebade probabilidad en este último lustro: laingeniería biológica podría terminar elhombre o el ente que necesita la GranMaquinaria para su mejor marcha. Entre laclonificación y la subcultura mundializadapor el esquema globalizador actual, tenemos

la posibilidad concreta de lo que Heideggerimaginó hace quince años como la peorposibilidad.Ernst Jünger fue, con su obra El Trabajador(y pese a haberlo escrito en el umbral de laépoca nazi como intento neopaganizante)quien supo meditar y plasmar lo que variosintuyeron: Martín Heidegger, ErnstNiekisch, Nietzsche, Friedrich Georg Jünger,entre los más importantes.

De aquí entonces que la reflexión en torno ala visión de Jünger constituya el tema denuestro tiempo y la sustancia de todareflexión metapolítica, que pueda implicar elGran Viraje, el paso de la política delaservilizamiento, a la Gran Políticafundadora de una nueva etapa humana -como pensó Nietzsche-, que pueda hacerfactible un rescate de lo humano y de suentorno natural. Un retorno del Serocultado.

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SOBRE EL ENCUENTROJÜNGER-BORGES

Juan Pablo Vitali

“Si el culto a los muertos reapareciera, seríapues un signo de que la cultura puedevolver a echar raíces”

Ernst Jünger

Un día dos hombres se encontraron. Unobuscó al otro, pero eso no importa

demasiado.

Dos exilios, dos laberintos. Unodeambulando por el centro de un antiguomundo declinante. El otro en la últimafrontera de Europa, en la lejanía del Sur.

Los hombres hablaron de libros ese día, enespecial de un viejo libro, que el joven oficialprusiano había escrito mucho tiempo atrás,y que el otro, el del Sur, había leído en su

primera traducción al castellano, a iniciativade un grupo de militares argentinos en 1922.El libro se llamaba “Tempestades de Acero”.Al Sur habían llegado muchas de las cosasde Germania y su cultura. Acaso Borgesrecordó el aprendizaje de ese idioma,aunque ambos hablaron ese día en francés.

Los dos fueron anarcas y emboscados a sumodo, con esa forma elevada de anarquismoque es la soledad, la distancia y el estilo.

Aristócratas del espíritu, se les podría llamartambién conservadores, pero solamente deaquello que misteriosamente conserva en lasangre de unos pocos, como un privilegio.

Anarcas, conservadores, fantasmas de loslaberintos, sombras de lugares que caen unoa uno en medio de las ruinas, bajo el signode la edad oscura.

Alguien tomó una foto de cabezas blancas,

de padres en un sabio crepúsculo. No seconserva el contenido de la conversación.Me gusta pensar que se habló también sobre

viejas cargas de caballería en la llanura,sobre masivos avances en las trincheras dela primera guerra mundial, sobre losmuertos que retornan y el coraje queperdimos.

Padres en la sombra y en la sangre. Padresalgo escépticos, disfrutando de esepasatiempo de sabios, que es la ironía. Unaconvocatoria de dioses, para el asombro y eldestino común que es el olvido. Espírituscansados, fuegos y cenizas, viajes, un largoaprendizaje de antigua sabiduría.

Ahora que han muerto estamos sin guía,perdidos y ajenos en el agobiante mundo dela posmodernidad. A la sombra del río más

ancho y más lejano, los busco en milaberinto siguiendo huellas de barro, deacero, de mármol, de amarilla ceguera, delejanos insectos.

Ahora que las casas mueren, ahora quecomprendo algunas cosas que nocomprendía: por ejemplo esa sensación dellegar tarde a todos lados, de hombres enfuga desde siempre, desde Thule, desde laAtlántida, desde Troya, desde Roma, desde

Islandia, desde Bizancio.

Ahora que estoy más cerca de los durosmármoles, grabados con la última sigla delos nuestros, con la milenaria señal dellaberinto ¡Cuánto los extraño ahora!Antiguos padres de la Orden, padresesquivos, extraños a veces, como símbolosperdidos de la edad primera. Yo tambiénestoy más lejos, cada vez más lejos. Cuentolas casas y los trenes, que un relámpago

cruel convierte en ruinas. Cuento las letras ylas palabras del idioma, y noto que cada díanos falta una palabra más.

Cuando estos hombres estaban vivostodavía, la destrucción era más lenta. Ellos,padres muertos, sabios alquimistas, lobosencanecidos, de algún modo conocían elconjuro, levantaban sus manos a los cielos yandaban por los laberintos conjurando eltiempo, anunciando su aviesa falsedad,manifestando el olvido del mundo y lasupervivencia solar de los espíritus.

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MISCELÁNEA

HOMENAJE A ERNSTJÜNGER

Muere Ernst Jünger, testigo de acero delsiglo XX

El pensador alemán, que luchó en las dosguerras mundiales, fallece unas semanasantes de cumplir 103 años.

Unas semanas antes de cumpir 103 años,murió en Wiflingen (suroeste de Alemania)

Ernst Jünger. Filósofo, memorialista,novelista, historiador, coleccionista deescarabajos, autor de un centenar de obras,combatiente en las dos guerras mundiales,oficial del Ejército alemán y testigo directode un siglo que calificó como "uno de losmás espantosos de la historia", Jüngercombinaba una apariencia frágil con unaactitud penetrante y controvertida. Para suscríticos, la estética podía más que la ética ensu escritura sobresaliente; para sus

seguidores, fue un lúcido analista de unaépoca marcada por el fulgor contradictoriode la tecnología y el totalitarismo.

Escribió novelas, ensayos y tratados, perosobre todo Ernst Jünger ha pasado a lahistoria de la literatura por sus diarios, obrasque elevó a la categoría de género literario.El autor de Bajo las tempestades de acero(1920), relato de sus experiencias en la I

Guerra Mundial, falleció en su domicilio delpueblo de Wiflingen, en el land alemán deBaden-Württemberg, al suroeste deAlemania, donde residió sus últimos 50 añosde vida. Su extensa obra recoge como pocas,a juicio de los críticos, las contradicciones,los horrores y las glorias del siglo XX. Elfallecimiento de Ernst Jünger, nacido en laciudad universitaria de Heidelberg enmarzo de 1895, fue calificado ayer enAlemania como una gran pérdida para la

literatura germana.

Tras combatir en la guerra de 1914, Jüngerpublicó algunos de sus ensayos másconocidos, como El trabajador y Las abejasde cristal. En vísperas de la II GuerraMundial escribió En los acantilados demármol,- un texto considerado crítico- haciael régimen nazi que había llegado al poderen 1933. No obstante, Jünger se incorporó alEjército alemán como oficial y formó parte

de las tropas que ocuparon Francia, dondemantuvo contacto con intelectuales de dichopaís.

Prohibido por los aliados

Después de la derrota del nazismo, losaliados prohibieron la publicación de lasobras de Jünger hasta 1949, pese a que elpensador se había desmarcado en variasocasiones de la barbarie del régimen de

Hitler. Su posición frente al militarismo y laguerra fue evolucionando desde lacomprensión o incluso, la glorificación,hacia "un asco ante los uniformes, lasórdenes y las armas que antes tanto habíaamado", como manifestó en el año 1942.Entodo caso, Jünger fue esencialmente un granmemorialista que nunca abandonó laescritura de sus diarios, con una penetranteobservación de detalles siempre destacadapor los especialistas en su obra. El escritoraustríaco Botho Strauss llegó a decir queJünger "descubría y nombraba secretos cadadía". Muchos críticos han relacionado la

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capacidad del desaparecido pensador paracaptar detalles con su afición a laentomología. Ernst Jünger poseía una de lascolecciones privadas de escarabajos másamplias del mundo.

En las últimas décadas el escritor alemánvivió relativamente retirado en Wiflingen,ysu propia persona se convirtió en asunto dereflexión. Incluso Jünger utilizó sulongevidad como tema literario. El día quecumplió 100 años el escritor apareciófotografiado en la prensa europea con uncigarro en la boca y una copa de vino en lamano. Brillante e incisiva, su obra hainspirado debates y estudios en todaEuropa.

Tanto el presidente de Alemania, RomanHerzog, como el canciller Helmut Kohl y elpresidente del SPD, Oskar Lafontaine,enviaron ayer telegramas de condolencia aLiselotte, la viuda de Jünger. Kohl calificó aJünger como "una de las más grandespersonalidades literarias de este siglo". Losúnicos que se han desmarcado en algunaocasión de los elogios hacia el escritor hansido Los Verdes, que protestaron con

vehemencia cuando Jünger recibió premios.El intelectual alemán visitó por última vezEspaña en julio de 1995 para asistir a sunombramiento como doctor honoris causapor la Universidad Complutense de Madrid.Durante aquella visita asistió también a uncurso sobre su obra, que se celebró en ElEscorial, titulado La conciencia de un siglo yque fue coordinado por Andrés SánchezPascual, su traductor al castellano.

Durante una reunión con un grupo deperiodistas, Jünger sorprendió por laagilidad de sus respuestas, lucidez y sentidodel humor. Acababa de cumplir 100 años. En1989 fue investido doctor honoris causa porla Universidad del País Vasco. La mayorparte de su obra se ha traducido al español.

Pintadas mentales

Iury Lech

Decía el novelista Julien Gracq que elcontacto con la obra de Ernst Jünger,

equilibrada, trascendental, indagadora, noexcluyente de los recursos de la tradición,resultaba de gran estímulo para el lector, yaque era posible percibir en ella un esfuerzogoetheano por querer leer, y en ocasionesdescifrar el universo. En efecto, el prolífico

escritor germano, fallecido en 1998 a los 103años, pasó de ser un autor marginado a unreferente literario internacional,sobreviviendo como combatiente a dosguerras mundiales, de donde nutrirá susmemorias Tempestades de acero y susdiarios Radiaciones, o experimentando convarios tipos de sustancias psicoactivas, quegestarán la novela utópica Heliópolis y lanarración visionaria Visita a Godenholm,editada paralelamente a Las puertas de la

percepción, de Aldous Huxley, donde acuñael término psiconautas (navegantes delalma). A pesar de sus vaivenes personales,Jünger siempre ha privilegiado al lector conuna reveladora poética de lo inaprensible yen Esgrafiados no escatima esfuerzos,destacando siempre lo extraordinario deentre sucesos corrientes, ya sea en la vidacomo en el arte. La sintaxis de Jünger estraslúcida y traspasa el umbral de lotangible para desvelar espectros

transversales de la percepción y de la razón.Y es que "el hombre quiere hablar, por muyimperfecto que sea, de aquello que en él esalgo más que humano", apunta en estacolección de aforismos filosóficos,fragmentos ensayísticos, graffitiscaleidoscópicos, que hablan sobre lasubstancia mortal, que invitan a escuchar laspalabras y a armar las frases donde supesimismo constructivo propone, comoforma de resistencia ante el totalitarismo de

la invertebrada ciencia tecnológica, que atoda buena prosa hay que exigirle quedestierre el miedo a la muerte. Una vez más,Jünger demuestra su condición dual deautor complejo e individuo libre.

La muerte a los cien

Vicente Verdú

Cuando alguien como el escritor ErnstJünger ha cumplido 102 años y se muere, lagente lo da por bien empleado. Por bienempleada la vida que ha vivido y por

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aceptable la muerte que le ha llegado. No esverdad eso de que nadie se resigne a morir.Existe, por el momento, un número mágicoa partir del cual el ser humano se sienterazonablemente abastecido por la existenciay le parece comparativamente aceptable que

acabe el suministro de vida. No sólopasados los 100 años se puede morir en paz.Puede morirse, además, con aura. No hay enprimer lugar mejor prueba de bendición quela longevidad, porque hay gente vigorosa aquien sin embargo el infortunio siegapronto. Por el contrario, a aquél que como, aJünger, el tiempo le ha mantenido blindadode mortalidad y hasta los 100, es desdetodos los puntos de vista un preferidodivino.Estar vivo y de pie, como Jünger,

significa además un monumento a laesperanza. El siglo entero que ha sostenidoeste hombre en su esqueleto nos lo trasmitecomo un canon. Podemos no ser inmortalespero sí tomar como referencia una cantidadque nos concilie con el hecho de morir a lamedida. Cien años sería una longitud quefirmaría cualquiera, incluso en el instantemás álgido de su fortaleza joven. El brío ensí, en cualquier juventud, se correspondecon el brío mismo de exhibir 100 años.

Nunca, como en el caso de Jünger y otroscolegas temporales, el ser centenariotrasmite una impresión de acabamiento sinode superación. No importa el menoscabofísico si se compara con la proeza de habertraducido el absoluto de la muerte encualquier adjetivo.

En China, de la que hablo a menudo tras unaño y pico leyendo sus textos, a la boda se laconoce como "la alegría roja" y a la muerte

como "la alegría blanca". En China, antes dela influencia occidental, las novias secasaban de rojo y un paño rojo anunciaba eljúbilo de la casa. La muerte blanca,representada con pañuelos y botinesblancos, es la muerte para todos, pero en ellahay una muerte especialmente "jovial"¿Puede serlo? Se acerca a ser positivacuando quien muere tuvo oportunidad deofrecer la vida a dos generaciones. Es abueloy puede ver ante sí, zarpando, lacontinuidad del linaje.

Ni la muerte es igual en todas partes, ni loha sido en todos los tiempos. Philippe Arièscuenta en su libro La muerte en Occidenteque hasta la Alta Edad Media, antes denacer la noción de "individuo", el hecho demorir no se tomaba tan a la tremenda. Era

tremendo morir, pero carecía de esa trágicacondición que ha hecho a la muertepersonalmente horrenda. Antes de tomarconciencia individual, la muerte carecíatambién de intencionalidad personal. Novenía a ensañarse con nosotros, sino queexistía como una fatalidad global, flotandoen medio de la impiedad de las plagas, lashecatombes o las guerras. No moría uno,sino que quedaba muerto. No se le dabamuerte especial, sino que participaba, como

era común, de una circunstancia letal.Pensando así, lo fatal era psicológicamentemás soportable. Y, poco más o menos, así lohan tomado los chinos y otros pueblosorientales hasta ahora. De una u otramanera, no morir a solas, sino moririntegrado en un magma, acompañado en lomismo, alivia la sensación de la calamidadsingular. Porque lo más insoportable del males creer que nos ha elegido y en concreto.Como, igualmente, lo más feliz de sobrevivir

a una adversidad es pensar que hemos sidoseleccionados nominalmente.

Éste es el caso, muy probable, que puedehaber asumido Jünger con gozo. Tenía quemorir algún día pero, ciertamente, ya habíasido ungido con la señal de la gracia. Cien esun número reservado a los favoritos. Graciasal 100 se produce el extraño milagro de quenuestra muerte no podrá ser lamentada. Nodespierta lástima "de verdad". Y en

consecuencia no nos sentimos tampocolastimados. O incluso nos consideramosagraciados. En "la alegría blanca".

"Un viejo guerrero no tiembla"

Andrés Sànchez Pascual

¿Habrá venido a visitarlo la muerte cuandoél se encontraba con la pluma en la mano?No sería de extrañar. Pero la pregunta, derespuesta obvia, es casi retórica.Seguramente no lo es esta otra: ¿por qué estamañana habré pensado con tanta intensidad

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en él, antes de que me llegara la infaustanoticia? El día comenzó como tantos otrosen esta época en Bonn: cielo bajo, nutriciacercanía del Rin, una ligera lluvia, casiimperceptible. Además, hoy celebramos uncumpleaños familiar. Antes de salir de casa

estuve contemplando en el jardín losrododendros, que él tanto amaba. Yentonces surgió la figura de Ernst Jünger ensu jardín mostrándome, una no lejana tardede otoño, sus rododendros. Ya no meabandonó su recuerdo.Calle del Medioabajo, el griterío de los pájaros llenaba devida la calma de los jardines de BadGodesberg. ¿También en Wilflingen estarántan alegres y nerviosos? ¿Y las tortugas?Seguro que aún permanecen en su sueño

invernal.

Sobre una mesa auxiliar del despacho, elúltimo libro de Jünger, publicado hace pocosmeses. Es el volumen quinto de la serie desus diarios titulada Pasados los setenta. Yalo he leído, pero ahora estoy paladeándolo.Abarca los años 1991 a 1995 y contiene, portanto, sus apuntes de El Escorial. Y entonces,un recuerdo vivísimo. ¿Por qué, por quépuso Jünger tanto interés en que me llegase

enseguida ese volumen? No se quedótranquilo hasta que lo supo en mis manos.Página 181, apuntes escritos en El Escorial el4 de julio de 1995: "A. y su mujer Roswithanos cuidan a Taurita y a mí como sifuéramos sus hijos". Es difícil contener laemoción. En la misma página, una mencióncariñosísima de Luis Fraga, en parecidostérminos.

He de preparar dos informes, pero el trabajo

se hace difícil. Los recuerdos se amontonany, extrañamente, me llenan de angustia.Procuro distraerme pensando en laconversación del pasado viernes en Coloniacon Guido Mensching, durante la fiesta dedespedida del hispanista König. Guido esun experto en asuntos sardos; tambiénJünger lo era y escribió innumerablespáginas en sus diarios sobre la hermosa islaitaliana.

Anuncio de una llamada telefónica deStuttgart, que me llena de aprensión. Perono: es Carlos Segoviano, que me invita a la

fiesta en honor de Jünger que la Universidadde Heidelberg prepara para el próximoseptiembre.

Casi inmediatamente después, una llamadadirecta de la secretaria de Jünger. Tres

palabras: "Jünger ha muerto".

La tijera, una de las más bellas obras deJünger, página 143: "También la famosafrase de la Primera Epístola de San Pablo alos Corintios: 'Ahora vemos por medio deespejo en enigma; pero después, cara a cara',alude a las insuficiencias del tiempo. Secompara el ahora con el después y se locontrapone a él. Dos perspectivas: ahora,aquende el muro del tiempo; después,

allende el muro del tiempo".

Sí, la muerte es una perspectiva: allende elmuro del tiempo. Infinita nostalgia detraspasar ese muro; y, también, una vivísimacuriosidad. Jünger ya está viendo "cara acara".

Apenas consigo balbucearle la noticia aChristina, en la Editorial Tusquets. Pocodespués la llamada de Ángel. Y estas líneas.

Y las últimas palabras de su último libro,casi autoirónicas, las postreras que publicó,escritas en Wilflingen el 15 de diciembre de1995. "El día comienza con autógrafos; mimujer escoge entre la correspondencia laspeticiones. Aún tengo una letra presentable.Un viejo guerrero no tiembla".

El soldado desconocido

Félix de Azúa

Así pues, también él ha muerto. No seré yoel primero en decir que corría la sospecha desu inmortalidad. Que Jünger pudiera nomorirse nunca ilustra mucho acerca delpersonaje. En realidad había muerto yamuchas veces, en la primera guerra, en lasegunda, cuando mataron a su hijo, cuandolo desnazificaron, cuando, a pesar de todoslos testimonios, los resentidos continuabanhablando de él como de un nazi blando yreconvertido, un esteta, siendo así que habíasido todo lo contrario, un estoico sin unátomo de aprecio por lo "estético", un duro

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antinazi precisamente porque no tenía ni unpelo de demócrata.

Como Heidegger, despreciaba el nazismocon conocimiento de causa, y no por ser unalma bella o por creerse un héroe moral para

masas.Pero se ha muerto y ahora elpanorama literario aparece amputado de sumás alta montaña. ¿He dicho literario? Pueshe dicho mal: Jünger pertenecía a otro siglo,el XIX o el XXI, y no era un literato sino unhombre de letras. Escribió poesía, novela,ensayo, con la fluidez y naturalidad deVoltaire y sin duda con la misma insumisaviolencia contra la maldad. Pero fue porencima de todo un soldado, esa profesióntan mal vista en la actualidad, cuando todos

los jóvenes huyen de ella pero van vestidosy pelados como reclutas; un homenajepatético a los ejércitos populares cuyadesaparición traerá máquinas perfectas a lasórdenes de la oligarquía. Pero el nuestro esun tiempo sentimental. Jünger, en cambio,no tenía nada de sentimental y podía ser unsoldado. Odiaba la sentimentalidad, eseproducto de la opereta vienesa y elpensamiento suizo. Por eso quiso prolongarla tragedia sin sujeto que Hölderlin había

intentado traer al mundo moderno. Ambosfracasaron, pero su fracaso es másproductivo que casi todos los éxitos de susenemigos.

Como buen soldado, nunca dio órdenes.Estuvo siempre esperando percibir en elhorizonte una señal a la que obedecer, unabandera por la que morir. En toda su largavida no vio ninguna que mereciera la pena.Sólo en algún momento, el bolchevismo, tan

presente en sus ensayos de los años treinta.Luego nada. Así que se convirtió en unanarca. No en un anarquista, esa forma deirresponsabilidad tan norteamericana, sinoen un anarca. Y llevó siempre a punto unmaletín cargado de explosivos, porquenunca se sabe.

Tras la primera guerra, nada volvió aponerse ante sus ojos que mereciera dar unabatalla. El siglo iba a sosegarse en tranquilasmatanzas, en serenas carnicerías conducidaspor gerentes con uniforme y equipos decomunicación capaces de justificar todos los

asesinatos. Como tantas otras cosas, como lahistoria, como las artes, como la filosofía,también la guerra había alcanzado suacabamiento en el siglo XX.

Durante los últimos años ya sólo escribía un

diario, pero era asombroso. Los días seengarzaban con la pertinaz sobriedad de lospoemas del entenebrecimiento de Hölderlin,como los llama Carbonell. Asistía a ungotear desprovisto de sentido al que sólo laterquedad de un espíritu irredento ibaproporcionando representación para nodarse por vencido. Por fin, vivió un díacargado de significado y era su último día.Pero la anotación de ese día hemos deescribirla nosotros. En esa diferencia estriba

la pérdida.

Dos fines de siglo

Ferrán Gallego

Los finales de siglo tienen cierta calidadsolemne, como si la humanidad ajustara susritmos colectivos a una pura convencióncomo nuestro calendario. Parece que de todohace 100 años. Y la muerte decide haberse

tomado demasiado tiempo para su cita conun intelectual que convivió con algunas delas cosas más serias de este siglo. Cuandouna universidad española decidiónombrarlo doctor honoris causa, muchoscomentaristas decidieron que Ernst Jüngerera un testigo de nuestra época, frase querecauda, al mismo tiempo, el carácterpomposo y neutral del homenaje.

El intelectual de Heildeberg fue algo más

que un testigo, aunque es verdad que, unasveces bajo su altivez y otras bajo su estupor,circuló buena parte del agua sucia de lafontanería ideológica del periodo deentreguerras. Pero eso no le convierte en uninocente espectador. Ni siquiera en unintelectual acobardado por las estrías de larealidad. Jünger añadió al torrente dedesvaríos culturales de la derecha alemanael sabor a estanque de sus propiasreflexiones, la espesura de un líquidochocando obsesivamente sobre las orillas deuna crisis de conciencia que acabaría en losarrabales mentales del Tercer Reich.Ya sé

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que los tiempos son ejemplares para elolvido, pero el recuerdo es el interésque secobra la muerte en días como estos, cuandotenemos que evitar sepultar nuestramemoria común.

Estamos tan acostumbrados a lasabsoluciones selectivas que no nospreocupapasar por el trámite indecoroso delaconfesión. Jünger fue un escritor admirablecuyas Tempestades de acero ingresaron enel cuadro de honor de la aterradoraexperiencia de la Gran Guerra, un episodiodelque algunos volvieron convertidos enpacifistas, mientras otros consideraban losvalores del conflicto como la génesis de unanueva moral. También fue el teórico de una

sociedad organizada de acuerdo con lossentimientos heroicos de los críticos de ladecadencia en uno de sus textos sagrados, Eltrabajador. Se incluyó en un estado deespíritual que disgustaba cómo seorganizaba elmobiliario culturaldemocrático de la primera posguerra. Y esemovimiento, que sellamó la revoluciónconservadora, conectócon los diversos noconformismos europeosque habrían dealfabetizar el fascismo. Paramayor desatino,

a Jünger le molestaron los nazis, unmovimiento plebeyo que creía serla nuevaaristocracia.

A tantos años de distancia, Ernst Jünger eraun venerable anciano cuya calidad estilísticay cuyo retiro parecía merecerse el silencio deesa debilidad de espíritu que empujó atantos intelectuales a mostrar su coqueteríacon ciertas ideas-fuerza del fascismo. Tal vezél se haya ganado por fin el silencio, pero las

víctimas efectivas de aquel desorden moralno se merecen el olvido. Ni siquiera el de lascomplicidades furtivas.

Un hombre libre

Hermann Tertsch

Hay grandezas que nacen del heroísmo, delcrimen o del apocalipsis, ya sea comopromesa o amenaza. Y hay grandezas que

surgen de forma perfectamente inverosímilde un cuerpo frágil que parece diseñadopara ocultar al mundo exterior la ingente

fortaleza de espíritu que acoge. Ernst Jünger,que acaba de morir semanas antes decumplir los 103 años, es un ejemplo de estasúltimas. Este hombrecillo con aspecto desastre judío de Berlín se permitió sobrevivira los dos grandes monstruos, a Hitler y a

Stalin, en medio siglo. Cumplidos los cienaños, se permitió subir las grandesescalinatas del monasterio de El Escorialcuando iba a ser nombrado doctor honoriscausa por la Universidad Complutense deMadrid. En aquellos momentos, locomentaría después durante una cena, leinteresaban mucho más Felipe II yCervantes que los dos máximos matarifes deeste siglo XX.Pero no sólo en aquellosmomentos adquiría España para él una

importancia especial. Para él, el Quijote era,sin más, "la novela". Y siempre tuvo uninmenso interés -fijación se podría llamar-en el descubrimiento de América. Unhombre con su valentía intelectual y sulibérrimo pensamiento, pero también suinfinita cultura, jamás hubiera pasado deesbozar una sonrisa ante esas acusacionesbienpensantes de lo políticamente correctoque califican toda la gesta americana, desdeTierra de Fuego a California, como una

caprichosa matanza de unos bárbaros,aplicando a los siglos XVI y XVII la escala devalores de, por ejemplo, Martin Luther Kingo Hans Küng, o las ridículas tesis sobre laconquista de América de ese peculiaranalista histórico del Caribe que es FidelCastro.

Tampoco perdió mucho de su precioso -aunque haya que reconocer ahora que muycuantioso- tiempo en rebatir las acusaciones

tan fáciles sobre el supuesto carácter"fascistoide" de su obra, siempre hechas poresos bienaventurados que todo lo leen lejosen tiempo y espacio y dictan con tantaignorancia como arrogancia sus sentenciassobre épocas de las que no tienen ni la másremota idea. Jünger fue mucho más que unescritor de obra prolífica. Fue un pensador yun científico, fue un descubridor y unescudriñador de la historia, del mundovisible y pensable. Hay que pensar en otrosdos grandes alemanes, Alexander vonHumboldt y Goethe, cuando se pasa revistaa la ingente y pluralísima obra de este

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hombre de letras que no leía periódicos ytenía una de las más magníficas coleccionesdel mundo de escarabajos y otros insectos.

Pero además de la longevidad Jünger se hapermitido el inmenso lujo y la no menor

osadía de pasearse por este siglo hasta elfinal con una lucidez que podía hacerruborizarse a alguno de los más listos ycultos de profesión y ostentación, aquí enEspaña y en cualquier punto del globo. En lacena que compartimos en el restauranteHorizontal de los montes escurialenses, ymientras encendía un cigarro Dunhill ybebía vino de Rioja, el centenario comentabaalgunas conversaciones con Heidegger ySpengler, y en alguna ocasión se permitía

dar la fecha exacta de las susodichas charlas.Hasta hace muy poco ha viajado desde suresidencia habitualen Wilfingen, en Suabia,ha nadado, andado en bicicleta y se hadedicado con pasión a su jardín, ese gozoque con frecuencia descubren los hombressabios.

Otros hablarán de su ingente obra, escritaademás en un alemán bellísimo. Estehombre será sin duda denostado por

algunos episodios de su pasado, como sujuventud guerrera o por la indiferencia quele producían tragedias personales queconsideraba parte inseparable del devenirde la historia y del cosmos. Siempre pensóun poco o un mucho más que los demás,tuvo una intuición genial para prever lasmonstruosidades de este siglo, y se hadespedido con la mayor conquista quepuede alcanzar un humano al final de suvida, el don que le acerca definitivamente a

los dioses, dicen algunos. Es ni más nimenos que la certeza de que se ha luchadocon éxito con el tiempo. Y eso es, ni más nimenos, que la serenidad.

Su obra en España

Ignacio Echevarría

Ernst Jünger ha tenido buena fortuna enEspaña, al menos por lo que toca a sus

libros. Al alcance del lector se encuentranmás de una veintena de sus obras, y ya hacetiempo que la editorial Tusquets emprendió

la publicación de sus diarios completos y desus más significativos ensayos,encomendándolos a un traductor de élite:Andrés Sánchez Pascual, no por casualidadtraductor también de Nietzsche, uno de lospilares en que se fundamenta el

pensamiento de Jünger.Quien pretenda,pues, aproximarse a la figura y a la obra deeste autor puede escoger entre variastrayectorias. La más recomendableempezaría por sus escritos primeros. Y en elumbral de los mismos, por una novelitaextraordinaria, hoy prácticamenteinencontrable, Juegos africanos (1936,Guadarrama, 1970), donde evoca lainsensata aventura de su alistamiento en laLegión Extranjera, con sólo 18 años.

Inmediatamente después habría que leer ellibro que lanzó a Jünger a la fama y loconvirtió, para bien y para mal, en figuraemblemática de la Alemania deentreguerras: Tempestades de acero (1920,Tusquets, 1987), impresionante relato de suparticipación en la Gran Guerra, en la queJünger, por cierto, combatió justo en elfrente contrario en el que luchaba RobertGraves, quien, a su vez, había de contar suexperiencia en unas memorias de guerra

también famosas: Adiós a todo eso.

Es a la luz de este testimonio de un héroesoldado como conviene leer el ensayo máspolémico, más fascinante y más peligroso deJünger, El trabajador (1932, Tusquets, 1990),que le atraería la admiración y el respeto delas autoridades nacionalsocialistas. Y paravislumbrar en qué sentido el propio Jüngermarcó las distancias con las mismas hay queleer su novela fundamental, la bellísima

Sobre los acantilados de mármol (1939,Destino, 1962, 1986).

A partir de aquí, lo mejor es sumergirse enlas lecturas de los diarios, sin duda una delas cimas del género en este siglo, muy enparticular por lo que toca a los dosvolúmenes de Radiaciones (Tusquets, 1989,1992), correspondientes a los años de laSegunda Guerra Mundial. Es a partir de lasperspectivas complejísimas que en ellos seabre como mejor se entienden algunos de losensayos reunidos tanto en La paz como enSobre el dolor (Tusquets, 1.995, 1996), así

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como el apasionante diálogo a distanciamantenido por Jünger y Heidegger enAcerca del nihilismo (Paidós, 1994).

Prolongando siempre un pensamiento queconservó a lo largo de todo un siglo Una

formidable coherencia, puede leerse acontinuación La emboscadura (Tusquets,1988), y seguir con, El problema de Aladino(Cátedra, 1987), hasta el ya muy tardío Latijera (Tusquets, 1993), todo un testamentoque se resuelve, en rigor, en una iluminada,profética declaración de inmortalidad. En laórbita (pero también en el centro mássecreto) de esta secuencia no puede dejar demencionarse El libro del reloj de arena(Argos Vergara, 1985), seguramente el

ensayo más clásico y más apasionadamenterecomendable de su autor.En paralelo a veces estricto en sus ensayosse desarrolla la obra novelística de Jünger,traducida en buena parte, y en la quedestacan dos títulos mayores, Eumeswil yHeliópolis (Seix-Barral, 1980, 1981) ,inquietantes utopías a cuya sombra cabe leerotras dos novelas asimismo extrañas ynotables: Abejas de cristal y Visita aGodeholm (Alianza, 1981, 1983). Como

obras marginales, pero acaso literariamentemás apetecibles, quedan El tirachinas(Tusquets, 1987) y Un encuentro peligroso(Seix-Barral, 1985), la primera, evocadora delas ya remotas experiencias escolares delpropio Jünger, y la segunda, una novelapoliciaca teñida de tonos crepusculares.

Recapitulando todas estas lecturas, cabemencionar, entre la abundante bibliografíasobre Jünger, dos libritos muy

recomendables: las Conversaciones conErnst Jünger, de Julien Hervier (Fondo deCultura Económica, 1986), y un volumenconmemorativo de sus 100 años en el que serecogen contribuciones de Juan GarcíaPonce, Fernando Savater y Adolfo Castañón,entre otros: Ernst Jünger: tres siglos(Ediciones Heliópolis, México, 1995). Encontrapunto con ellos cabe añadir elvolumen de aforismos publicado por elmismo Jünger bajo el título El autor y laescritura (Gedisa, 1987).

"Este siglo ha sido uno de los másespantosos de la historia", afirma ErnstJünger

El escritor centenario, doctor 'honoris causa'por la Universidad Complutense

José Andrés Rojo

"Este siglo ha sido uno de los másespantosos de la historia", declaró el escritoren El Escorial a un reducido grupo deperiodistas. El polémico pensador habíallegado unas horas antes al aeropuerto deMadrid, en compañía de su esposa,procedente de Stuttgart. Hoy será investidodoctor honoris causa por la Universidad

Complutense en el monasterio de ElEscorial. En el mismo acto se inauguran losCursos de Verano con el que se dedica a suobra, La conciencia de un siglo, coordinadopor Andrés Sánchez Pascual."Cuando elpasado siglo estaba a punto de terminar,recuerdo que desde el Kaiser hasta el últimotrabajador recibieron con optimismo lallegada del nuevo. En 1914, aquel optimismoempezó a desaparecer. Y es que este siglo hasido uno de los más espantosos de la

historia", dijo ayer el escritor alemán ErnstJünger en el curso de una cena con unreducido grupo de periodistas, durante lacual comentó algunos aspectos de supolémica obra y respondió a distintaspreguntas a propósito de las sombras querodean nuestro presente más inmediato.

"Las heridas de Alemania me han lastimadomás que las experiencias dolorosas de mivida", observó en un momento dado. Y fue

entonces una de las pocas veces en que lamirada se le perdió, invadida acaso por lamemoria de un pasado en el que le tocópadecer la perdida de sus hijos. Durante laconversación, que se prolongó a lo largo demás de hora y media, Ernst Jüngersorprendió por la agilidad de sus respuestas,por la lucidez de alguna de susobservaciones y por su sentido del humor.El escritor había llegado a Madrid unashoras antes.

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Testigo de una época

La conciencia de un siglo, el curso que laUniversidad Complutense va a dedicarle lospróximos días, señala desde el mismo títulola obsesión de Júnger por establecer una

distancia frente a lo que ocurre. Coordinadopor Andrés Sánchez Pascual, cuyastraducciones han permitido al lector españolfamiliarizarse con la obra del alemán y queinaugura hoy las jornadas dedicadas alescritor centenario, este curso aborda desdemúltiples puntos de vista una obra polémicay una trayectoria vital llena de recovecos.

Ricardo Bada, Rolf Hochhut, Michael Klett,Rafael Conte, Peter Koslowski, Franco Volpi,

Marcello Staglieno, Frédéric de Towarnicki,José Luis Molinuevo y Domingo García-Sabell hablarán durante esta semana, entreotras cosas, del Jünger filósofo y delnarrador, de su iconología y de su trato conlos países que habitó, de su relación con lamuerte y de la vinculación de supensamiento con la modernidad. Dos mesasredondas -en las que participarán TeresaOñate, José Luis Pardo, Carmen Riera oRobert Saladrigas, entre otros- se acercarán

de una manera más distendida a losdistintos aspectos que componen esecomplejo acertijo llamado Jünger.

Era inevitable que en el encuentro con elnarrador y pensador alemán la conversacióndiscurriera, sobre todo, alrededor de susreflexiones políticas. Nacido en Heidelbergen 1895, Ernst Jünger se escapó de laescuela. para alistarse en la LegiónExtranjera y se presentó voluntario en 1914

para pelear en una guerra que le dejó elcuerpo cosido a balazos y la perchera convarias condecoraciones por su labor almando de tropas de asalto. Por algunas desus ideas contenidas en su ensayo ElTrabajador, de los años treinta, y quecoquetearon con una cierta concepcióntotalitaria de la sociedad, muchosencontraron que los nazis encarnaban lo queJünger proyectaba. El escritor, sin embatgo,no reconoció sus reflexiones en las accionesde Hitler.

Jünger se refirió al siglo XXI como la épocaen que regresan los titanes y afirmó que esun mal momento para los poetas. Insistió enque caminamos hacia un estado mundial yque episodios como la guerra de la antiguaYugoslavia no son más que el ajuste de

cuentas de algunas viejas deudaspendientes. Explicó que la amenaza delislamno es relevante frente a la suprema ciatecnológica occidental y observo que laxenofobia en su país no es tan alarmantecomo algunos la pintan: "Ocurre como conalgunos hinchas de fútbol, son sólo algunosgrupúsculos los que provocan elruido"."Stalin y Hitler fueron la expresión deuna decadencia general. No tiene muchosentido darles una importancia mayor.

Aparecieron porque había unas masas quelos reclamaban. Más que en su papel, habríaque pensar en ese 'Hitler que llevamosdentro', del que hablaba en un libro unescritor suizo", comentó Jünger.Lasintuiciones, de Nietzsche o su relación conHeidegger o Spengler fueron otros episodiosde la conversación. Y, de tanto en tanto,referencias a El Trabajador. No hubo muchomás tiempo y no se pudo profundizar en lavertiente literaria de su obra. Que avanza

abracando los ámbitos más diversos y quede pronto sorprende con un fogonazo.Como éste, de sus diarios: "La medidaverdadera del valor que poseemos es ésta: elcrecimiento que los demás, experimentanmerced a la fuerza de nuestro amor".

Del jardin a la mesa de trabajo

El pelo totalmente blanco y la miradaincrustada en un rostro de rasgos afilados.

Los ojos de Emst Jünger saltaban de tanto entanto para disparar un fulgor travieso, quesubrayaba su risa, y otras veces parecíanperdidos en la neblina de los años. Huboquien contó los vasos de sangría que bebía elescritor alemán si guiendo el cursocaprichoso de la conversación y la cena. Yhubo quien buscó a un fotógrafo cuandoencendió un cigarrillo."Cuando se llega aesta edad" comentó Jünger, "sólo se puede irde la mesa de trabajo al jardín y del jardín ala mesa trabajo". Sin embargo, confesó, nopodía rechazar la invitación a viajar aEspaña, país con el guarda unos estrechos

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lazos personales e históricos. "Entre misprimeras lecturas está el Quijote", dijo. "Nose trata simplemente de una novela, es lanovela".

Los cien años de vida intensa, que carga

Ernst Jünger a la espalda no parecenafectarle demasiado. Aceptó de buena ganacualquier pregunta. Alguien quiso saber quétenía todavía en común con aquel queescribió Tempestades de acero, uno de susprimeros libros. "Fue la obra de un hombrejoven a quien le daría en este momento unaspalmaditas en la espalda", dijo. Reconocióque el título de aquel ensayo ya no legustaba y recordó una visita que recibió deBorges, quien le había comentado que más

que una tempestad de acero el libro le habíaparecido una erupción volcánica.

"Hay que evitar ir por el mundomendigando un poco de ayuda por el dolorque uno padece", comentó. "Es mejorsoportarlo en solitario. Muchos de esosdolores, además, constituyen el anuncio deuna época fecunda". En este sentido, ErnstJünger recordó las críticas que habíarecibido por asistir a una ejecución. "Me

parece más importante que alguien describael horror de una situación de esascaracterísticas, a que permanezcalamentándose por la tristeza quedesencadena". Ese, al fin y al cabo, ha sidouno de los desafíos de su obra, y quizá deahí proceda en parte. la frialdad de su estilo.Cronista implacable de un siglo lleno dehorrores, Jünger continúa escribiendo.Atrapando los últimos destellos de unpresente devorado por los interrogantes.

"La realidad me ha defraudado", confiesaErnst Jünger

Ernst Jünger, uno de los más importantesescritores alemanes contemporáneos,cumplirá 100 años. Si ya es extraordinario elsimple hecho de vivir un siglo, cumplirlocon la lucidez que manifiesta bordea loinexplicable. Al mismo tiempo, la editorialTusquets publica en castellano Pasados los

setenta I (Radiaciones III), otro volumen desus diarios. Por tales motivos, Jüngerconcedió una amplia entrevista a EL PAÍS

que se publicará íntegramente mañana,sábado, en la revista cultural Babelia, y de laque extractamos algunospárrafos.Preguntado sobre una posiblevaloración de su larga vida, el escritorconfiesa: "En mi opinión, yo no he llevado

una vida activa, sino la vida de una personaplatónica, un platonismo que ha consistidosobre todo en la lectura de los grandesclásicos, de los grandes filósofos, y cuandome he metido en la realidad, ésta me hadefraudado en lo esencial".

En la extensa conversación no elude susopiniones sobre Hitler y el nazismo -uno delos temas recurrentes desde los años treintacuando se habla de, o con, Jünger-: "Me

parece completamente catastrófico que hayacrecido en Viena, donde Lueger y otrosexpandieron un antisemitismo monstruoso.Si Hitler no hubiera seguido eseantisemitismo, el mundo sería hoytotalmente distinto. Fue un transformadordel mundo, pero en un sentido nadaagradable". De la crueldad y destrucción quele tocó ver en su vida por su participación enlas dos guerras mundiales de este siglo,Jünger afirma: "Respecto a la crueldad,

tengo que decir que no he tenido nada quever con ella. Yo pertenezco al cuerpo deoficiales de Prusia, y en él no se ataca apersonas desarmadas: puedo decir que algoasí no me ha ocurrido nunca".

El escritor es también un reputadoentomólogo y de la relación de la especiehumana con la Naturaleza dice: "Hay unarelación de sufrimiento. Los bosquesamazónicos son destruidos, a los mares se

los deja sin peces, la atmósfera ya se vecómo está, en una palabra: se va yadirectamente contra los elementos". Perodonde surge la estupefacción es cuandohabla de sus proyectos: "Acaba de aparecerel tomo IV de Siebzig verweht (Pasados lossetenta), el V está ya en manuscrito, ademástengo todavía una novela inacabada, quizáme ocupe algún día de ella. Trataprecisamente el tema de la relación entre undiscípulo aventajado y su sabiondomaestro".

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Ernst Jünger, en el ojo del huracánEl viejo guerrero de la 'revoluciónconservadora'

Luis Meana

El escritor alemán Ernst Jünger cumplirá 100años y los cumple tal como ha vividodurante los últimos 50 años, en el ojo delhuracán. La vida de esta figura, míticadentro de aquel movimiento que sedenominó la revolución conservadora, esintensa como pocas. El viejo guerrero hadesempolvado un supuesto documento que,considera él, explicaría por qué no fuedepurado en el nazismo. La publicación desus Diarios de 1992 en una revista de la

antigua República Democrática Alemana hareabierto viejas heridas y el "decididomilitarista" ha sido acusado nuevamente dehaber hecho declaraciones extremadamenteantisemitas que nunca retiró".

En una anotación correspondiente al día deAño Nuevo, que aparece en la selección delos Diarios de 1992 recientemente publicadapor la revista Sinn und Form, se lee losiguiente: "Las fiestas plantean cada vez más

la pregunta de si uno las volverá a celebrar".Cuando el lunes, día 29, se cumplan 98 añosdel día de su nacimiento en Heidelberg, aJünger le asaltará seguramente la mismapregunta. Aunque no carece de fuentes deoptimismo para contestarla; pues, en otraanotación de los mismos Diarios, el mismoJünger cita una carta suya de 1940, dirigida asu padre, en la que decía lo siguiente:"Quizá sepas que Hufeland en suMacrobiótica, que le regalé hace años a

mamá y cuya lectura te recomiendo, estimala edad normal del hombre en 200 años".

De la vida y los pensamientos del autor enlos últimos meses, esos Diarios reciénpublicados ofrecen algunos datos: "Con lasalud puedo sentirme contento. Desde hacealgún tiempo no oigo tan bien. Sobre todo, siel interlocutor no articula cuidadosamenteme obliga a preguntar. Me intranquilizaronlos puntos verdes que aparecieron en el

campo visual ( ... ), la doctora Kuhn constatóun riego deficiente" (1992). "Ni un solo díasin un paseo de una, o mejor, dos horas ( ... );

por la carretera de Sipplinger ruedan, casisin pausa, los coches; ayer conté más de cienen cinco minutos, pero descubro siemprecaminos colaterales. En ellos, los prismáticosson imprescindibles. El paisaje ofrece, tantohistórica como ornitológicamente, un rico

botín" (21 de enero de 1992).

Historia polémica

Los 98 años de esta vida proyectan,ciertamente, una sombra muy alargada, conuna historia muy poco convencional yextraordinariamente polémica. La vida deesta figura, mítica dentro de aquelmovimiento que se denominó la revoluciónconservadora, está llena de hechos notables.

Con sólo 18 años, se enrola en la LegiónExtranjera, de donde le recoge, tras unosmeses, su padre; meses después ya estámetido en la I Guerra Mundial: teniente enel frente, cae herido más de una decena deveces y recibe las condecoraciones másimportantes, entre ellas, en 1918, la OrdenPour le Mérite. Rechaza después un puestode diputado por el NSPD en el Reichstag;rechaza también la elección a la AcademiaAlemana ya nazificada. Durante la II Guerra

Mundial es nuevamente oficial; guerra en laque caerá muerto, en 1943 en Carrara, suhijo. De 1945 a 1949 se le prohíbe publicar enAlemania. Durante todos aquellos añoshabía escrito obras y diarios especialmentefamosos: El trabajador, Tempestades deacero, Acantilados de mármol, Radiaciones,Movilización total. Pero este hombre no sóloha sido un guerrero entusiasta ("nosotros,los guerreros de ayer, de hoy y de mañana")que ha sentido la fascinación y el enigma de

la guerra, sino que se dedicó además a"cazas más sutiles": fue un importantehomme de lettres y se convirtió, asimismo,en un relevante entomólogo que ha reunido,por afición, entre 30.000 y 40.000 coleópteroso escarabajos: cinco de ellos llevan, ya parasiempre, su nombre; y lo mismo dosmariposas y algunos otros insectos.En otraanotación de esos últimos Diarios, la escritael 1 de enero de 1992, leemos lo siguiente:"El año será turbulento. No hace falta ser

profeta para prever eso. Sin embargo, locomienzo con relativo buen ánimo".

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Turbulencias que, probablemente, referíamás a la constelación total que a la propia.Las turbulencias afectarían, sin embargo, asu persona, involucrada en dos fuertespolémicas: una, desatada por la publicación,el verano pasado, de una larguísima

entrevista en la revista francesa de culturaMagazine Liltéraire, en la que Jüngerhablaba del supuesto hallazgo de una nuevacarta que explicaría por qué no fuedepurado en el nazismo; la segunda,desatada el mes pasado por la publicaciónen la revista Sinn und Form, órgano oficialde la Academia de las Artes de Berlín, deuna selección, de unas 20 páginas, de losDiarios dé 1992, textos hasta ahora inéditosy que demuestran lo que ya se sabía: que

Jünger sigue escribiendo regularmente,conforme al lema que él mismo menciona:"Un artista no conoce perdón".

La aparición en Sinn und Form de esosDiarios provocó una áspera reacción delpresidente de la Academia, Walter Jens,quien formuló duras críticas al hecho de quese ofreciera ese espacio a un autor que,además de ser "un decidido militarista", hizoen los años veinte "declaraciones

extremadamente antisemitas que nuncaretiró". El otro presidente de la Academia,elegido en representación del antiguo BerlínEste, el dramaturgo Heiner Müller, contestóque "el atar a un escritor de 97 años a susdelcaraciones de juventud y mantenerloalejado, con esa justificación, de unoslectores que se han librado ahora de otrastutelas supondría un proceder que no escompaginable con el espíritu de una revistaliteraria independiente, ni en el caso de

Jünger ni en ningún otro caso". Meses anteshabía habido otra polémica, más importantey dura, ocasionada por la aparición de unsupuesto documento importantísimo -unacarta- que alguien había hecho llegarmisteriosamente a Jünger, y a la que éste leconcedía un extraordinario valorexplicativo.

En una larga entrevista con Fréderic deTowarnicki, un fervoroso jüngerista,aparecida en el número de junio de 1992 delMagazine Littéraire de París, Jünger explicade qué documento se trata: "El documento

que usted evoca es top secret, un secreto deEstado, fechado el 1 de diciembre de 1944.Lo dirige el doctor Freisler, presidente delVolksgericht, a Martin Bormann, jefe de lacancillería del führer " La carta de Freislerdice lo siguiente: "En el asunto del escritor y

capitán de la reserva Ernst Jünger, mepermito comunicarle que el sumario contrael anteriormente mencionado ha sidoarchivado por el juez instructor. Jüngerhabía sido denunciado especialmente porsupuestas expresiones defectistas durante suépoca en el Estado Mayor del jefe de lasFuerzas en Francia y en su escritoAcantilados de mármol, del año 1939. ( ... ).El 20 del mes pasado el führer me ha dadopor teléfono, desde Wolfschanze, la orden

de no proseguir más con el asunto. HeilHitler". Jünger añade en la mencionadaentrevista: "Gracias a este documentocomprendo hoy, por primera vez, por quéfui desmovilizado en octubre de 1944 pororden del mariscal Keitel. En la época,aunque muchas cosas me resultaron raras,inexplicables, su último sentido me quedóoculto".

El rompecabezas

Para Jünger, el documento supondría unaúltima pieza que completaría su puzzlebiográfico: explicaría por qué el lacayomariscal Keitel le obligó a dejar deinmediato la Armada diciéndole: "Debepedir la baja en el Ejército". La razón de esaorden sería el miedo de Keitel a un procesoque implicase a la institución, ante lo queprefirió deshacerse de Jünger y dejarlo enmanos de la Gestapo. Por su parte, la

protección de Hitler se explicaría, según elentrevistador, por la fascinación que éstesentía por Tempestades de acero.Elproblema está en que ese supuestodocumento novísimo, la carta de Freisler, niera nuevo, ni parece auténtico, como yapuntualizó el catedrático de Friburgho HugoOtt, autor de un definitivo libro sobre lasconcomitancias nazis de Heidegger, en unacarta al director del Frankfurter AligemeineZeitung: "El supuesto escrito ( ... ) de Freislervuelve ahora, pasados seis años, del reinodel olvido para aparecer en Le MagazineLittéraire. Entonces -en enero de 1986-, el

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Frankfurter Allgemeine (R. Hochhut) y elRheinischer Merkur (H. Mühleisen)publicaron en competición directa esachapuza, que comentaron ampliamente. Apesar de que, tanto por forma como porcontenido, era reconocible como una

falsificación, sigue comercializándose comoun documento central".

Tras esa dura carta, ocurrió algo muy pocohabitual: le respondió el mismo Jünger.Primero, el 13 de julio de 1992, en una cartaal Frankfurter Aligemeine, en la que Jüngerconcluía: "La carta del catedrático Ott revelamenos una preocupación por la objetividadcientífica que una reacción de humor".

Los suspiros del héroe

Está ya dicho en una famosa frase deNietzsche: "Yo no soy un ser humano, soydinamita". Los 98 años de Jünger son lahistoria de las explosiones -grandes,pequeñas o medianas, pero siempreconstantes- de esa dinamita. Unas veces esuna supuesta carta de Freisler que remite auna tajante orden de Hitler; otras, lapublicación de algunas anotaciones de los

últimos Diarios. Pero la pólvora la enciendesiempre la misma chispa: un pasadoexplosivo por muy familiarizado, tantofilosófica como literariamente, con la granbarbarie que asoló al siglo. En el casó de lapolémica del Magazine Littéraire, hay quedarle la razón a Jünger: estamos ante undocumento histórico. Pero no por la carta deFreisler, como él cree, sino por el contenidode la entrevista: un documento detravestismo histórico-político más que

notable, tanto dentro como fuera de la obrade Jünger. Estilización de la historia en laque, para qué engañarse, ya Jünger habíamostrado con anterioridad gran maestría:véanse, si no, las clamorosas desaparicionesde textos peligrosos en las últimas edicionesde muchas de sus obras. Y es que el escritorJünger aprieta, de forma tan tenue pero tanfirme, el mando a distancia de sureconversión histórica que hasta el menosdotado ve, por debajo, la mano que consumael truco. A él, como a otros muchos, entreellos al C. Schimtt que tanto venera, les pasaque, con su incomparable inteligencia, no

ven, cegados por los mármolesmonumentales, el bosque. Y se les escapa loque percibe el menos sesudo de losmortales. Un enigma, éste sí verdadero, quehabría que descifrar. Respecto a su nazismono hay, ni ha habido nunca, duda alguna.

Alguien así no podría ser nunca nazi, niaunque tuviera más vidas que un gato.Simplemente porque aquella carnicería erademasiado ordinaria para él. Con lo que yaestamos, una vez más, ante el tema desiempre: el dandismo. Aquellos carnicerostenían muy poca clase para un dandi comoéste. Su incontaminación hay que buscarlamás por ese lado que por éticas de laresistencia. Desgraciadamente, el mismodandismo que le libró de ese aprieto le

condenó a otros. A mitificar las llamas queservirían, después, para encender parrillasajenas. Por lo demás, el dandismo nuncapuede llegar a ser tan total como parapermitir que sea posible pasarse una vidaentera, encima muy larga, haciéndose eltonto o el listo. El diagnóstico, por lo demás,hace mucho que está fijado. Por citar unejemplo entre miles, la famosa carta deMann del año 45: [Jünger,] "un hombredotado, que escribió un alemán demasiado

bueno para la Alemania de Hitler. Pero esun degustador gélido de la barbarie".

Caza sutil para escribir un diario

Andrés Trapiello

El escritor alemán Ernst Jünger murió yacentenario y fue uno de los grandes testigosintelectuales del siglo XX. En esta entrega desus memorias, y cual si fuera un

entomólogo, un octogenario pero muyactivo Jünger viaja por lugares comoMarruecos, Liberia, Sicilia, Grecia o Egiptoen busca de personas, paisajes e impresionesen un recorrido al estilo clásico y geográficoy espiritual al mismo tiempo.

El tiempo ha puesto sus diarios en el centrode la labor literaria de Jünger, desplazandoacaso novelas y ensayos a los que suelelastrar un exceso de analogías. Y cada vez

que uno lee alguno de sus volúmenesnuevos, la perplejidad se confirma, puespocos libros resultan tan estimulantes, tan

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extraños y... tan discutibles. A Jünger se lepodría rebatir mucho de lo que dice, y sinembargo queda uno atrapado en esa retículao tela de araña de vivencias, opiniones yjuicios que hace tan sugestivos el tono enque están formulados. Tanto como lo que se

cuenta en un diario, es importante el tono.

El de Jünger es, cierto, un tanto facultativo yáulico, pero también asequible y ameno.

Claro que aparte del tono, está latemperatura, no menos decisiva. La de suescritura es, desde luego, ártica. Incluso ensu ensayo Sobre el dolor, se duele en frío.No podría ser de otro modo en quien hablóya en los años treinta, peligrosamente, de un

"corazón aventurero" y belicoso que agita labandera del nihilismo tecnorrevolucionario.Lo denunciaron en su día Heidegger, Manno su propio hermano. Puede oírse aún en elpapel el rasgueo de su plumín de acero alescribir: "No nos pararemos en ningún lugardonde el lanzallamas no haya realizado lagran purificación a través de la nada".

Resistiéndose a comprender la dimensiónética del eterno retorno y la insistencia de los

valores (que sigue discutiendo en estetomo), una vez más se parapeta en subiologismo a ultranza.

No obstante hubiera resultado harto difícilescribir un diario de la nada o de nada. Lomás próximo a la nada es el fragmento, ypor esa razón los diarios suelen tener esecarácter atomizado, minucioso. Quizáporque el diario es a la literatura lo que eldocumental al cine. Cuando escribió este

que se publica ahora, de 1971 a 1980, Jünger,que llegaría a centenario, anda alrededor delos ochenta y goza de una salud olímpica eincombustible, viaja por todo el mundo y notiene inconveniente en beberse una botellade vino mientras cena. Sus facultadesmentales se han acrecentado aún más sicabe: no hay un solo asunto del pasado o delpresente, de la filosofía, las artes o la cienciapor el que no muestre una curiosidadinsaciable y a menudo una gran sagacidad.No se priva ni siquiera de contar los sueñosque tiene cada noche. Sabe de todo, tieneuna memoria prodigiosa, lee, o mejor

estudia, en unas cuantas lenguas vivas ymuertas doscientos libros al año (ha leído yamiles) y mantiene correspondencia con lomás granado de la intelectualidad europeade ese momento, Léautaud, Jouhandeau,Magritte, Cioran, Mircea Eliade, Heidegger,

Benn...

Es, en fin, lo más parecido a un Goethe delsiglo XX, sólo que sin romanticismo, sin elhilo de su poesía; lo que podría llamarse unmodisto de Alta Cultura, ésa en la que lasolidez de los conocimientos se combina conla audacia de lo impensable: "Kuehnelt-Leddih, igual que don Quijote o DonosoCortés, lucha en vano contra el tiempo".

¿Quién, aunque no sea Donoso Cortés, nolucha sutilmente contra el tiempo?

Caza sutil llaman los entomólogos, entrecuyos sabios chiflados se cuenta como essabido Jünger, a la búsqueda de insectos,orugas y mariposas, y eso que vale para laentomología, que es una especie de filateliacon patas, valdría igualmente para laescritura de los diarios. Todo lo oscura quees la existencia de sus tenebrosos

coleópteros, es deslumbrante ycontradictoria en la de Jünger, que si escribeque "hoy una alabanza es lo que más puedeperjudicarnos", no desoye la llamada delministro de turno que quiere condecorarle(con el Schiller, o cualquiera de los muchospremios que recoge en este tomo). La cazasutil le hace viajar reiteradamente a lugarescuyos nombres exotizarían la portada decualquier libro: Agadir, Monrovia, Malta,Taormina, Corfú, Siracusa, Alejandría...

Jünger atraviesa esos lugares del mismomodo que el tiempo le atraviesa a él: comola luz un cristal. Sí, es un viajero clásico, nopresupone nada ni nada le sorprende.

Parece preparado en todo momento para unexceso (y quizá eso le llevó a susexperiencias con el LSD): el mundo, viene adecirnos, empieza siempre con cada uno denosotros. Se diría también que sólo leinteresa el principio, y quizá por ello miracon tanta indiferencia cualquier asuntotrascendente. ¿Ésa es la razón por la que fueun coleccionista compulsivo (de nombres

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prestigiosos, de citas, de autógrafos desuicidas, de objetos, de coleópteros)? Suestado natural, en reposo o en movimiento,es el pensar taxonómico. No en vano esentomólogo, y si se sorprende ante elepitafio que figura en la tumba de otro de

los preciosos coleópteros de su colección,Kazantzakis ("Nada espero, nada temo, libresoy"), no deja de anotar en su cuaderno elaterrador apotegma del padre Lacordaire:"La libertad oprime, la ley protege",convencido de que "haría buen efecto a laentrada de un Parlamento".

Extraño, estimulante, contradictorio essiempre Ernst Jünger, del que podríamosdecir lo que él afirmó de su antiguo jefe de

tropa: "Buen guerrero, mal soldado. Una vezdesertó; yo tenía mucho trato con él, exceptoen tierra de nadie". Claro que no deja de serinquietante saber que la literatura, en tantoque vida y como la propia vida, es tierra denadie.

LIBROS

LA EMBOSCADURATratado del Rebelde

TEMPESTADES DE ACERO

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HELIÓPOLIS