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CICERÓN CARTAS III CARTAS A LOS FAMILIARES (CARTAS 1-173) INTRODUCCIÓN, TRADUCCIÓN Y NOTAS DE JOSÉ A. BELTRÁN &

Cartas III - Cartas Los Familiares I (Cartas 1-173)

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    CICERN

    CARTASIII

    CARTAS A LOS FAMILIARES(CARTAS 1-173)

    INTRODUCCIN, TRA DUCCIN Y NOTAS DE

    JOS A. BELTRN

    &EDITORIAL GREDOS

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    BIBLIOTECA CLSICA GREDOS, 36

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    Asesores para la seccin lat ina:Jo s Ja v i e r Is o y Jo s Lu is M o r a l e j o .

    Seg n las normas de la B . C . G. , l a t radu cc in de es te vo lum en ha s ido

    rev isada porJo s M i g u e l B a o s .

    EDITORIAL GREDOS, S. A., 2008.

    Lpez de Hoyos, 141, 28002-Madrid. www.rbalibros.com

    Depsito legal: M-2100-2008

    ISBN 978-84-249-0010-6

    Impreso en Espaa. Printed in Spain. Impreso en Top Printer Plus

    http://www.rbalibros.com/http://www.rbalibros.com/
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    INTRODUCCIN

    Afirmar que la correspondencia de Cicern es, en el con junto de su inmenso legado literario, la parte del mismo que elector contemporneo puede probablemente sentir como ms

    prxima no responde a un exceso de entusiasmo. Buena parte

    de este atractivo se debe a su condicin de fuente histrica excepcional sobre uno de los perodos ms apasionantes de lahistoria de Roma y aun de Occidente, el final de la RepblicaPor si fuera poco, este valor documental se ve aquilatado adems por el contenido autobiogrfico de quien sin lugar a dudafue una personalidad extraordinaria, uno de los protagonistas

    de esta historia del final de la Repblica y, lo que es ms im portante, una de las figuras seeras de la cultura occidental. Ya pesar de todo, el inters que suscita va mucho ms all desu condicin documental y atae al placer de la lectura. Poruna parte, el lector sentir como cercano el gnero. En efectomientras que la gran oratoria y la noble tratadstica, gneros de

    los que Cicern representa la cima en Roma, apenas tienen cultivo literario en la actualidad, la epistolografa sigue en cambiogozando de lozana en el canon occidental, en lo cual nuestroautor tiene tambin no poca responsabilidad, ya que a l le corresponde el mrito de haber otorgado naturaleza literaria a lacarta en Roma. Pero, en todo caso, la razn de la vigencia deepistolario de Cicern hay que buscarla ms bien en el hechode que algunas de sus seas de identidad hallan eco en la sen-

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    8 CARTAS A LOS FAMILIARES

    sibilidad moderna. Sobre todo, el frecuente tono personal y drecto, a menudo espontneo, de lo que pretende ser una conversacin entre amigos separados por la distancia y que se traduce en una lengua y un estilo que, por ms que sometidoscomo no poda ser de otra manera, a las normas de la retricevitan los excesos de artificio y buscan una elegante naturaldad. Si a todo lo anterior le sumamos que la correspondenci

    en general, y lasCartas a los familiares en particular, son producto de una persona excepcionalmente dotada para la creacin literaria, no se sorprender el lector si descubre en el librque tiene en sus manos una obra sumamente original y atractva que atesora en sus pginas algunas perlas de exquisita y sofisticada prosa.

    1. CONTENIDO Y ORGANIZACIN

    Esta entusiasta presentacin no debe ocultar al lector qu

    con lasCartas a los familiares se halla ante una recopilacin dematerial heterogneo que slo en algn momento despus de lmuerte de Cicern adquiere la forma en la que la conocemos ela actualidad. Ni siquiera el ttulo de la obra,Epistulae ad familiares, responde a una denominacin originaria o antigua, sinoque se trata de una creacin moderna. En efecto, los testimonio

    antiguos no recogen un ttulo de conjunto para el epistolariosino que citan siempre por la carta en cuestin o bien aluden

    1 Ejemplo de lo primero es Sneca el Viejo(Suasorias 1, 5) quien, al referirse a Fam. XV 19, 4, observaeleganter in C. Cassi epistula quadam ad M. Ciceronem missa positum [un elegante ejemplo de lo anterior se halla en una de las cartas de Casio a Cicern]. Del segundo proceder ofrece testimonio Aulo Gelio cuando al citar Fam. IV 4 dice In libro M. Tullii epistularum

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    INTRODUCCIN 9

    cada libro con el nombre del corresponsal1. Slo con los prime

    ros editores renacentistas2 se comenzar a imponer la denominacin que ha venido gozando de fortuna, y ello en una pocacomo luego veremos, de eclosin de un gnero epistolar en eque las cartas reciben el calificativo de familiares no por hacerreferencia a la familia, sino por aludir a quienes disfrutan dfamiliaridad en el trato, de modo que lo distintivo del gner

    es el tono confidencial y cercano de una correspondencia qutiene a gala ser personal.

    El caso es que, tal como se nos han conservado, lasCartas a los familiares son una recopilacin parcial de la correspondencia escrita o recibida3por Cicern entre los aos 62 y 43 a. C

    ad Seruium Sulpicium (Noches Aticas XII 13, 21) o cuando para referirse a Fam. X 33 sealain libro epistularum M. Ciceronis ad L. Plancum et in epis tula M. Asini Pollionis (Noches ticas I 22, 19). De manera similar el manuscrito ms antiguo, el Mediceus 49.9 (s. ix), ni transmite una denominacin de conjunto ni numera los libros, sino que seala la separacin entre ellos aludiendo a los corresponsales. El resto de los manuscritos, en caso de

    tener alguna referencia, hablarn de M. Tullii Ciceronis epistolae o Epistolae Ciceronis.2 El ttulo de Epistulae ad familiares aparece por vez primera en la edicin

    de Robert Estienne [Robertas Stephanus] de 1526. Pero ya R.Sa b b a d i n i (Le Scoperte dei codici Latini e Greci ne secoliXIV e XV, Florencia, 1905, pg. 34, n. 53) seala que lo utiliz G. della Pigna antes de 1406 y que fue sancionad por S. Polenton hacia 1430 enScriptorum illustrium Latinae linguae libri XVIII,

    apuntando que el origen est en la similitud de una expresin de Suetonio para referirse a uno de los epistolarios de Csar(Cs. 56): extant epistulae ad Cice ronem, item ad familiares [se conservan las cartas (de Csar) a Cicern, as como las dirigidas a sus amigos].

    3 No todas las cartas proceden de la mano de Cicern, sino que en este con junto, al igual que sucede con lasCartas a tico, se incorporan a la coleccin cartas remitidas por otros corresponsales.

    4 En lo sucesivo no se recordar mediante abreviatura que, salvo aclaracin expresa, las referencias cronolgicas son siempre anteriores a la era cristiana.

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    10 CARTAS A LOS FAMILIARES

    comprendiendo 435 cartas de naturaleza diversa distribuidas e

    16 libros. La primera impresin que se desprende de este conjuto es, por tanto, de una abigarrada diversidad. Por una paite, hauna enorme variedad de registros y de voces, formando parte decoleccin tanto las cartas extremadamente formales dirigidas

    personajes de la talla de Pompeyo, Apio Claudio, Lntulo Espnter o Catn, como las ms personales dirigidas a su mujer Teren

    cia y, sobre todo, a su liberto Tirn, adems de aquellas en que amistad invita a la chanza y al tono humorstico como las dirigdas a Trebacio, Celio o Sulpicio. En total, ms de 80 corresponsles. En cuanto al contenido, lasCartas a los familiares reflejantoda la amplia casustica temtica de la carta en la Antigedad coexcepcin de la carta ertica5. En ellas es posible hallar cartas i

    formativas6, de amistad7, de consuelo8, de recomendacin9 o d

    5 Sobre la taxonoma epistolar de los antiguos,vid. P. Cu g u s i ( Evoluzione e forme dellepistolografia latina netta tarda repubblica e nei primi due seco deirimperioconcennisuUepistolografiaprecicemniana, Roma, 1983, pgs. 105- 135). Para ilustrar el grado de detalle que se alcanzaba en estas clasificaciones bate recordar que los , Tpoi Epistolikoi [Clases de cartas], de Pseudo-Demetrio distinguen 21 tipos y los limaoi charaktres [Estilos epistolares], de Proclo (o Pseudo-Libanio) llega a 41.

    6 Como bien sabes, hay muchas clases de cartas, pero la genuina precsamente en la que radica el origen mismo del gnero es nicamente aquell por la que se informa al que est ausente de cuanto sea de su inters ajuicio de remitente o del destinatario(Fam. 48, 1).

    7 El ltimo punto de lo que me haba propuesto es la reafirmacin de nuestra amistad (Fam. 106, 6). Con frecuencia estas cartas adoptan un tono jocoso, como podr comprobar el lector en la correspondencia de Cicern con Peto Trebacio o, fuera del presente epistolario, con Atico.

    8P. ej. Fam, 23, 51, 187, 225, 240, 241, 243, etc. Celebrrima es la dirigda por Servio Sulpicio a Cicern con motivo del fallecimiento de Tulia, la hi de Cicern(Fam. 248).

    9 Que conforman el libro XIII de las Familiares. Tambin fuera de este libro se encuentran cartas de recomendacin. En el magnfico estudio de E.D e -n i a u x (Clientles et pouvoir l poque de Cicron, Roma, 1993, pg. 23) se

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    INTRODUCCIN 11

    agradecimiento10, por citar tan slo los tipos ms usuales en e

    mbito privado y teniendo presente adems que con frecuencialos registros y tonos se entremezclarn en una misma carta. Encuanto a las modalidades de las cartas pblicas, no faltan ni lodespachos oficiales dirigidos al Senado, a los magistrados olos grandes generales11, ni las epstolas abiertas de propaganda poltica12 o las cartas ms eruditas como las de reflexin lite

    13

    r a n a .Esta diversidad se ver en parte contrarrestada por la sensacin de unidad que se desprende de la lectura de unas vivencias que tienen a nuestro orador como protagonista y de unostextos que con frecuencia son un reflejo de suethos14. Pero tam bin la heterogeneidad del epistolario se ve atenuada por algu

    nos principios de organizacin, sobre todo por la tendencia aque haya una correspondencia entre libro e interlocutor o entre libro y gnero en el libro XIII y, con menos constancia de

    les otorga esta condicin a l l cartas del conjunto de la correspondencia, de las cuales pertenecen a nuestra coleccin Fam. 5 , 26,56,64, 89,114,236, 311, 332,376,427,429,431-435.

    10 P. ej. Fam. 49, 75, 85, 107, 224, 226, 322, 326.11 P. ej. Fam. 104 y 105. Ejemplo de cartas privadas donde se transcriben

    decretos del Senado sera Fam. 84.12P. ej. la famosa carta a P. Lntulo, Fam. 20.13Es inevitable mencionar aqu la carta de Cicern a Luceyo(Fam. 22) que,

    por lo dems, servir de modelo a un tipo particular de carta artstica, aquella en la que se ofrece otro material para laexornatio histrica.

    14 Es ste otro de los rasgos distintivos de la carta en la Antigedad, el de reflejar la personalidad del autor. En el presente epistolario queda clebremente formulado por Quinto, el hermano de Cicern(Fam. 44, 2): te totum in litteris uidi [En esa carta te he visto reflejado por completo]. Sobre el tpico de la carta como espejo del alma a lo largo de la historia,vid. W.G. M l l e r , Der Brief als Spiegel der Seele. Zur Geschichte eines Topos der Episto- lartheorie von der Antike bis zu Samuel Richardson, A&A 26 (1980), pgs. 138-157.

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    12 CARTAS A LOS FAMILIARES

    lo que sera deseable, a una cierta propensin a seguir una su

    cesin cronolgica dentro de cada grupo o serie.He aqu la disposicin de la coleccin tal como nos ha sido

    conservada15:

    Lib. I: Nueve cartas a P. Lntulo Espnter, gobernador de Cilicia entre el 56 y el 54, ms una breve nota a un amigo residen

    te en esa provincia y que haba solicitado la recomendacin de Cicern ante Lntulo.

    Lib. II: Siete cartas a Curin el Joven entre el 53 y el 50 y otras nueve a M. Celio Rufo entre el 51 y el 49, ambos jvenes promesas de la nobleza en los albores de su cursus hono rum, amigos entre s y en buena relacin con Cicern. Se

    aade un grupo de tres cartas con un comn denominador: la primera est destinada al procuestor en Siria proba- . blemente de la misma quinta que Curin y Celio ; la se

    gunda, a Q. Minucio Termo, gobernador de Asia, respondiendo a una consulta con relacin a su cuestor; y, la tercera, a Gayo Celio Caldo, sucesor del propio cuestor de Cicern. Este grupo final guardara relacin con las dos series anteriores: por una parte, tienen en comn con las dirigidas a Celio Rufo, salvo la ltima, el haber sido escritas por Cicern desde Cilicia como procnsul; por otra, al estar dirigidas o tratar sobre procuestores enlazan con las dirigidas a Curin el Joven que era cuestor en Asia durante el intercambio epistolar del 53.

    15 Es D.R.Sh a c k l e t o n B a i l e y en la introduccin a su comentario(Cicero: Epistulae ad Familiares, Cambridge, 1977, pgs. 20-23) quien ha llamado la atencin sobre algunos de los principios que tratan de dar orden a este vasto material. Recientemente M.Be a r d (Ciceronian correspondences: making a book out of letters, en T. P. Wiseman (ed.),Classics in progress. Essays on ancient Greece

    and Rome, Oxford, 2002, pgs. 103-144) defiende que estos principios corresponden a una poca en la que el libro es una unidad de composicin literaria y que por lo tanto son prueba de la concepcin literaria que preside el epistolario.

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    INTRODUCCIN 13

    Lib. III: Comprende trece cartas dirigidas a Apio Claudio Pulcro,

    el predecesor de Cicern en el gobierno de Cilicia (53- 50). Todas, salvo la primera, tienen en comn la condicin de procnsul en Cilicia del Arpinate.

    Lib. IV: Comienza el libro con un intercambio de seis cartas entre Cicern y Servio Sulpicio Rufo las dos primeras al inicio de la guerra civil en el 49 y el resto durante el manda

    to de Sulpicio como gobernador en Acaya en el 46 . Sigue a continuacin la serie de M. Claudio Marcelo cuatro cartas dirigidas a l y una recibida de su parte por Cicern, colega de Sulpicio en el consulado en el 51, y que tienen como fecha tambin el 46. Pone colofn a esta seccin una carta de Sulpicio informando de la muerte de Marcelo. Finalmente cierra el libro una serie de tres cartas dirigidas a P. Nigidio Figulo y Gneo Plancio, que tienen en comn su condicin de pompeyanos, lo que les pone en relacin con Sulpicio y Marcelo.

    Lib. V: Es el ms heterogneo de toda la coleccin. Encabeza el libro la correspondencia con los hermanos Metelo Cler y Metelo Nepote: las dos primeras cartas son un intercambio entre Cicern y Cler a finales del 62 a las que sigue una de Nepote a Cicern en el 56 y otra de Cicern a Cler a principios del 57. A continuacin, dos cartas del 62 a G. Antonio, colega del Arpinate en el consulado, y a P. Sestio, cuestor y luego procuestor del anterior. Siguen otras dos cartas con cierta relacin entre s: la primera con Pom

    peyo por destinatario en el 62, lo que a vincula en cierta medida con las anteriores, y la segunda dirigida a M. Craso, quiz por su condicin de colega de Pompeyo en el consulado. Acto seguido una serie de cinco cartas dirigidas a P. Vatinio durante su proconsulado en Iliria (45-44) y que quiz tenga en comn con las anteriores su condicin de consular y su relacin con Pompeyo y Craso. En cambio, las diez cartas restantes forman un autntico ca

    jn de sastre, por ms que haya cierta pretensin de orden

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    14 CARTAS A LOS FAMILIARES

    en la disposicin. Abre este grupo final la correspondencia con L. Luceyo, cuatro cartas de las que tres van dirigidas a l y una a Cicern. Quiz pueda plantearse que se trata de una serie de transicin, ya que una de ellas, la famosa reflexin historiogrfica de Cicern, por fecha y contenido estara en relacin con las anteriores y, en cambio, las dos concernientes a la muerte de Tulia apuntaran ms bien al grupo que viene a continuacin. Este lo for

    man tres cartas cuyo comn denominador es el pertenecer al gnero consolatorio: una carta de condolencia a un tal Ticio y las dos de consuelo que Cicern dirige a P. Sitio Nucerino y a Tito Fadio con motivo de sus respectivos destierros. Cierran el libro las tres cartas a L. Mescinio Rufo, cuestor de Cicern en Cilicia.

    Lib. VI: La mayor parte de las veintitrs cartas estn dirigidas a ex pompeyanos que aguardan el perdn de Csar durante los aos 46 y 45, salvo el grupo formado por la extraa nota a Basilo, las dos cartas a y de Pompeyo Bitnico, gobernador de Sicilia en el 44, y las dos a Quinto Paconio Lepta, comandante de ingenieros de Cicern en Cilicia.

    Lib. VII: Abre el libro un grupo de cuatro cartas dirigidas a Marco Mario, un rico y buen amigo residente en la baha de N- poles. Sigue la voluminosa correspondencia con el joven protegido, y tambin amigo, Trebacio Testa en dos grupos: trece cartas que Cicern le escribe mientras Trebacio desempea tareas militares en la Galia (54-53) y que van encabezadas por una carta de recomendacin ante Csar; y cuatro cartas de una segunda poca, dos del 44 y dos de fecha incierta. A continuacin figuran cuatro cartas del 46-45 a M. Fabio Galo, que, como Trebacio, es epicreo y amigo de Cicern. Habra que aadir a esta serie una carta dirigida a T. Fadio, pero que la tradicin manuscrita atribuye por error al citado Fabio Galo. Se incluyen luego cuatro cartas a Manio Curio, caballero romano comerciante en Patras y gran amigo de Atico y de Cicern. Ci-

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    INTRODUCCIN 15

    rran el libro dos cartas a P. Volumnio Eutrpelo, amigo de Atico y probablemente epicreo tambin. En suma, esta seccin del epistolario se caracterizara por pertenecer los corresponsales al crculo de amigos ntimos de Cicern, epicreos adems, y por el tono amable y con frecuencia humorstico.

    Lib. VIII: Forman el libro las diecisiete cartas que Celio Rufo dirige a Cicern.

    Lib. IX: Veintisis cartas dirigidas a tres corresponsales: ocho a Varrn; seis al yerno de Cicern, Dolabela; y doce a Lucio Papirio Peto, hombre de negocios y epicreo, amigo de Cicern y de Atico, que habitualmente reside en Npoles. El denominador comn parece estar en el carcter privado de la correspondencia y el tono de humor predominante. Qui

    z tambin la datacin de las cartas, mayoritariamente entre el 46 y el 44, sea otro vnculo.

    Lib. X: Con los libros XI y XII forma una unidad temtica concerniente al enfrentamiento con Marco Antonio en los aos 44-43 y que, por lo general, se traduce en un intercambio epistolar con los comandantes en provincias. Este

    libro, en concreto, parece compilar los comunicados con las provincias de Hispania y Galia. As recibe y remite 24 cartas a L. Munacio Planeo procnsul de la Galia Cisalpina en 44-43 , dos a su legado Furnio, cuatro de y a M. Lpido Pontfice Mximo y gobernador de Hispania Citerior y Galia Narbonense y tres cartas a y de G. Asinio Polin gobernador de Hispania Ulterior en 44- 43. La excepcin la constituyen las cartas 28, 29 y 30, puesto que se trata de una misiva a Trebonio en Asia, una nota a Apio Claudio el Joven y el relato de Servio Sulpicio Galba de la batalla de Forum Gallorum.

    Lib. XI: El ncleo del libro lo constituye la correspondencia con D. Bruto, gobernador en la Galia Cisalpina, si bien se abre con una carta de ste a M. Bruto y G. Casio de fecha inmediatamente posterior al asesinato de Csar y dos cartas

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    16 CARTAS A LOS FAMILIARES

    de stos a Marco Antonio. Cierran el libro el intercambio epistolar con G. Macio y una carta dirigida a G. Opio. Todas ellas en torno a agosto del 44.

    Lib. : El comn denominador de este libro parece ser que trat de la correspondencia mantenida con las provincias de Oriente y de frica. Son corresponsales G. Casio Longino quien se haba dirigido primero a Asia y luego a Siria, Casio de Parma, Lntulo Espnter el Joven (Asia), G. Trebonio (procnsul en Asia) y Q. Cornificio (gobernador de frica).

    Lib. XIII: Es el nico libro de la coleccin que responde a un criterio temtico y no de destinatario: se trata de un compendio de cartas de recomendacin.

    Lib. XIV: Las veinticuatro cartas dirigidas a su esposa Terencia (y a su familia).

    Lib. XV: En su mayor parte se trata de correspondencia oficial de Cicern como gobernador de la provincia de Cilicia: dos informes de Cicern como gobernador a los magistrados y al Senado; un intercambio de cuatro cartas con M. Catn;

    otro de cinco cartas con los Marcelos y dos con L. Paulo en su condicin de cnsules; y finalmente otra carta como gobernador de Cilicia a G. Casio, procuestor en Siria. La conexin con Casio sirve de pretexto para aadir la correspondencia privada mantenida con l en los aos 47-45 y permite cerrar el libro con dos cartas tambin personales dirigidas a G. Trebonio en 45 y 44.

    Lib. XVI: Forman el libro las veintisis cartas de Cicern a Tirn y otros miembros de la familia, adems de una de Quinto a su hermano Marco en relacin a Tirn16.

    16 M. Be a r d (Ciceronian correspondences..., pgs. 131y ss.) seala que

    tambin habra un orden interno dentro de este libro. En su opinin, habra que tener presente que el orden tradicional fue fijado por Lambino(Opera omnia a Dion. Lambino ex codd. Mss. Emendata et aucta, Pars, 1565-1566)y que ste

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    INTRODUCCIN 17

    En la presente traduccin el orden de las cartas es el adopta

    do por D.R. Shackleton Bailey en su edicin y comentario de1977, esto es, una ordenacin cronolgica de las cartas que sloen segundo lugar atiende a criterios temticos, de corresponsales o de gnero. Esta disposicin tiene la ventaja de permitir unalectura acorde con la biografa de Cicern a la par que se facilita la contextualizacin de las cartas en el marco histrico17. En

    todo caso, se adjuntan sendas tablas de correspondencias entrela ordenacin tradicional y la propuesta por Shackleton Bailey, por lo que el lector siempre tiene la posibilidad de seguir una delas dos opciones18.

    no se corresponde con el transmitido por los manuscritos. Si atendemos al orden originario de estos ltimos el libro se estructurara en tres partes: las primeras 11 cartas trataran sobre los problemas de salud de Tirn en el viaje de regreso de Cilicia (conforme a la numeracin habitual el orden sera 5, 7, 1-4, 6, 8, 9, 11, 12); un grupo central de 5 cartas en relacin con la manumisin de Tirn en el 53 (10, 15, 14, 13, 16 en el orden tradicional); un grupo final de 11 cartas del 45-44 de tema variado (17-27 en la numeracin tradicional y en los

    manuscritos).11 La disposicin cronolgica es la que se ha erigido en tradicin filolgdesde la edicin de R. Y.T y r r e l , L. C. Pu r s e r (el vol. I de la 1 ed. aparecien 1879). Slo en dos recientes ediciones crticas las de W. S. Watt ( 982) D. R. Shackleton Bailey (1988), en las que el inters est en la fijacin detexto latino y en la historia de los manuscritos, se mantiene la organizacin tradicional. En todo caso, no le falta razn a M.B e a r d (Ciceronian correspon

    dences..., esp. pgs. 123 y ss.) al sealar que la eleccin no es neutra: un orden cronolgico responde en ltimo trmino a una concepcin del epistolario como documento histrico, mientras que la preservacin del orden tradicional pretende llamar la atencin sobre sus cualidades literarias.

    18 Dado el carcter abierto de la estructura de nuestra coleccin quiz se pueda aplicar lo que el personaje de Morelli responde a sus amigos respecto a la publicacin de su obra en la novela Rayuelo de Cortzar: Mi libro se pue

    de leer como a uno le d la gana (...). Lo ms que hago es ponerlo como a m me gustarla releerlo. Y, en el peor de los casos, si se equivocan, a lo mejor queda perfecto.

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    18 CARTAS A LOS FAMILIARES

    Como se apuntaba al inicio mismo de esta Introduccin, alepistolario ciceroniano se le atribuye el mrito excepcional deser una fuente sin parangn para el conocimiento de ese momento clave en la historia de Occidente que es la transformacin del viejo rgimen republicano en una autocracia imperial

    En este sentido la correspondencia de Cicern se erige como uninmenso caudal de informacin acerca de los vertiginosos acontecimientos que llevaron al fin de la Repblica.

    Y por cierto, y aunque sea de manera incidental, convienellamar la atencin sobre la produccin misma de este inmensocaudal. Estamos ante una sociedad, o al menos una parte de la

    misma, que entiende la comunicacin epistolar como una actividad cotidiana no slo para satisfacer unos intereses pragmticos inmediatos, sino tambin como una necesidad espiritualDe ah el ilustre caso de Cicern que prcticamente dedica a lactividad epistolar una parte de sus quehaceres diarios19. Perotambin se trata de una sociedad lo suficientemente bien orga

    nizada como para que, sin un servicio postal propiamente dicho20, el envo de correspondencia fuera razonablemente rpi

    2. LAS CARTAS EN SU CONTEXTO HISTRICO: AOS 62-47

    19G. Ac h a r d (La communication Rome, Pars, 1991, pg. 139) estima, aunque sin justificar el dato, que un romano de clase elevada deba escribir, y recibir, en torno a unas 10 cartas al da. Sin aventurar una cifra, lo cierto es que Cicern escribe en todo momento y circunstancia p. ej., el simple hecho de disponer de correos justifica la redaccin, aun cuando no tenga nada realmente notable que decir (p. ej. Fam. 7, 1; 125, 1; 176,1; 217, 1; 233, 1; 244, 1; 420,1 ; 421,1). Esto ltimo, por cierto, tampoco ha de ser credo a pie juntillas sino que ha de ser interpretado como uno de los tpicos de la carta en la Antigedad(nihil habeo quod scribebam). Sobre el mismo,vid. P. Cu g u s i (Evolu- zione e forme..., pg. 75).

    20 A diferencia del Imperio Persa(cf. H e r d o t o, VIII98), ni Grecia ni la Roma republicana contaron con un servicio postal.

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    INTRODUCCIN 19

    do, econmico y fiable21, alcanzando los confines del Imperio

    ya se trate de la lejana Cilicia, de la que es gobernador Cicerno de la brumosa Britania invadida por Csar22.

    21 A este respecto resulta ejemplar el estudio de J. Nic h o l s o n (The Delivery and Confidentiality of Ciceros Letters,CJ 90 (1994), pgs. 33-63) sobre los mecanismos y condiciones del reparto de correo. Aqu me limitar a recordar que en la Roma de Cicern para el envo de una carta se poda recurrir a los amigos y conocidos (o sus libertos) que viajasen en la misma direccin, a los tabellari domes tici propios o ajenos, al servicio postal particular de los publicani o, incluso, al personal de un gobernador (especialmentelictores y statores). Este sistema es rpido, fiable y, aparentemente, con un coste mnimo, por lo que no es de extraar que en ocasiones mantenga correspondencia diaria no slo con su buen amigo tico, sin con otros corresponsales como su hermano Quinto, su secretario Tirn o corresponsales como Celio Rufo, Trebacio Testa, Trebonio o G. Casio. Ms all de la prdidas ocasionales Cicern confa tanto en la fiabilidad del sistema que se permite bromear con la ausencia de correo por parte de Celio Rufo en Fam. 86,1, la mayor preocupacin que manifiesta Cicern atae a la confidencialidad de la correspondencia (p. ej. Fam. 18,1; 48,1; 49,1; 95,1; 213; 245,3; 360,2; 385,2).

    22 Naturalmente la fiabilidad y la velocidad del correo dependa de circunstancias tales como las condiciones de los caminos, la climatologa y la poca d ao, la situacin poltica y social de una regin determinada, de los medios puestos a disposicin del correo, etc. Ejemplos de todas estas variables pueden hallarse en G.Ac h a r d (La communication..., pgs. 134-136), quien calcula adems, como dato orientativo, que un correo, en condiciones normales, poda cubrir al final de la Repblica etapas de una media de 100 km. En cambio, dado el nmero de variables, no se atreve a ofrecer un promedio S.P i t t ia (Circulation maritime et transmission de linformation das la correspondance de Cicron, en J. Andr, C. Virlouvet, L information et la mer dans le monde antique, 2002, pgs. 197-217), pero s que ofrece un cuadro con todos los datos de velocidad d los correos que aparecen en las cartas de Cicern. Aado algunos ejemplos tomados de la presente coleccin: entre Roma y Cilicia la correspondencia sola tardar entre 40 y 60 das (45 das segn Fam. 17,1); entre Roma y Formias, cuya distancia es de unos 150 km, Cicern no ve inconveniente en solicitar a su mu

    jer Terencia que organice correos diarios(Fam. 144, 2); en el viaje de regreso de Cilicia Cicern recibe en Atenas la correspondencia enviada por su mujer que ha tardado tan slo veinte das en llegar(Fam. 119, 1), pero en agosto del44 ese mismo trayecto (Roma-Atenas) supone 45 das(Fam. 337,1).

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    20 CARTAS A LOS FAMILIARES

    Volviendo a su condicin de fuente histrica, el epistolariode Cicern, y en particular lasCartas a tico, nos ofrece noslo una historia pormenorizada del perodo que va desde suconsulado hasta su muerte23, sino que nos permite conocer adems las reacciones y juicios de Cicern ante los grandes y pequeos acontecimientos del momento y casi siempre con unsorprendente franqueza como corresponde a la confianza qutena depositada en la amistad con Atico. Por si fuera poco, estas cartas nos iluminan, a veces hasta el detalle nimio, sobre lvida cotidiana de Cicern en este marco histrico y, sobre todonos permiten acceder a su alma hasta el punto de que puedenconsiderarse una detallada y excepcional autobiografa. Estacaractersticas, aunque en menor grado, se hallan tambin pre

    sentes en lasCartas a los familiares. El epistolario es un buenrelato de la historia de Roma en estos momentos, s bien carecde continuidad y, aunque no falten los juicios y reacciones deArpinate sobre el curso de los acontecimientos polticos, seecha de menos con frecuencia una autntica sinceridad en lomismos, por ms que no falte la franqueza en la corresponden

    cia mantenida con amigos como, por ejemplo, Trebacio o Celio. En cuanto al mbito privado, el lector va a disponer de uninformacin privilegiada sobre aspectos tales como la relacincon su esposa Terencia, la constante preocupacin por su hijaTulia o el profundo afecto por su secretario Tirn, sin que sevean relegadas al olvido cuestiones como el estado de sus fi

    nanzas y su patrimonio. Y, por supuesto, el epistolario estartrufado de opiniones y comentarios personales sobre los asuntos ms variopintos, entre los que siempre conviene prestar

    23 Como ya viera su contemporneo Nepote al sealar quequi legat non multum desideret historiam contextam eorum temporum [quien las lea no echar de menos una historia sin interrupcin de esa poca] (Nep.,Vida de

    t. 16, 3).

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    INTRODUCCIN 21

    atencin a los concernientes a la cultura y a la literatura. Entodo caso, lo distintivo de lasCartas a los familiares es que atravs de su correspondencia tenemos ante nosotros a Cicerndesenvolvindose en la enmaraada poltica romana, relacionndose en el seno de la sociedad o mostrando sus sentimiento personales a sus amigos y familia. Y no slo nos permiten observar a Cicern, sino que al incluir en suseno cartas de los corresponsales podemos or en primera persona las voces de stos, ya se trate de fascinantes secundarios como Celio Rufo o dlos grandes protagonistas de la historia24. LasCartas a los familiares no son, en definitiva, una mera fuente histrica documental, sino que es la historia misma, la historia de la alta poltica y la intrahistoria de las vivencias cotidianas, la que tiene

    lugar ante los ojos mismos del lector. Por todo ello merecencon razn el juicio de fresco histrico excepcional.Hechas estas consideraciones, la lectura de las cartas pare

    ce recomendar un conocimiento, aunque sea somero, del marco histrico y de sus protagonistas, con especial atencin a loepisodios a los que se hace referencia en la correspondencia y

    dejando la exgesis del detalle para la nota ocasional. En todocaso, adems de situar las cartas en su contexto histrico25,sirvan tambin estas pginas a modo de aproximacin imparcial y lo ms objetiva posible a la figura de Cicern, sobre laque han recado interpretaciones dispares y aun contradicto-

    24 Las cartas de otros corresponsales incluidas en los epistolarios ciceronianos son editadas por P.Cu g u s i en Epistolographi Latini Minores. II: Aetatem Ciceronianam et Augusteam amplectens, Turin, 1979.

    25 He utilizado con este fin, y naturalmente para la traduccin, los manuales y obras de referencia que figuran en el apartado bibliogrfico de Historia, instituciones y civilizacin. Conviene sealar aqu que, a fin de aligerar un tanto el aparato de notas, para las semblanzas biogrficas de la traduccin ha sido especialmente til la consulta del Paulys Realencyclopdie der classischen Al tertumswissenschaft.

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    ras26 fundadas precisamente en el subjetivismo inherente

    carcter autobiogrfico de las cartas.

    2.1. De la gloria consular al exilio (aos 62-57)

    2.1.1. La consecucin y ejercicio en el ao 63 del consulado,

    ms importante de las magistraturas de la Repblica, supuso slo la cima de la carrera poltica de Cicern, sino tambin su clusin definitiva entre los miembros de la aristocracia romaa pesar de su condicin dehomo novus, esto es, de quien obtena

    por vez primera en su familia la pretura o el consulado. Pero bien haba logrado el ms alto grado de dignidad a la que pod

    aspirar un noble romano, sin embargo, desde el momento m

    26 Representan uno y otro extremo, por ejemplo, J.C a r c o p i n o (Les scret de la correspondence de Cicron, Pars, 1947,2 vols.) y J.G u i ll e n (Hroe de la Libertad. Vida poltica de M. T. Cicern, Salamanca, 1981). El primero ofrece una visin excesivamente negativa en lnea con la imagen que de Cicern zara T. Mommsen (en el vol.III de su Rmische Geschichte, 1856 [trad. esp. de 1876]); el segundo, en cambio, tiende con frecuencia a la idealizacin. Pero en la Antigedad la figura del Arpinate fue motivo de controversia y as no lo mismo la biografa que de l trazara Plutarco que la invectiva del Pseudo-S lustio.

    De las biografas sobre Cicern me permitir destacar la breve pero corrtsima aproximacin de J. M.Ba o s (Cicern, Madrid, 2000), la introduccinrigurosa y de lectura sumamente amena de M.R o d r g u e z Pa n t o j a en estacoleccin (Introduccin general en M. T. Cicern. Discursos. 1: Verrinas:

    Discurso contra Q. Cecilio. Primera sesin. Segunda sesin [discursos l y Madrid, Biblioteca Clsica Gredos, 1990, pgs. 7-156) y, finalmente, la ciente biografa de F.Pin a (Marco Tulio Cicern, Barcelona, 2005) que, a mi

    juicio, se ha convertido en la obra de referencia al respecto. De gran utilidhan sido asimismo la cronologa de N.Ma r i n o n e (Cronologa Ciceroniana, Roma, 1997; reedicin revisada y actualizada, en 2003, acompaada de CD-Rom, por E. Malaspina) y el onomstico de D. R.Sh a c k l e t o n Ba i l e y (Onomasticon to Ciceros Letters, Stuttgart-Leipzig, 1995).

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    INTRODUCCIN 23

    mo del mximo esplendor de su estrella poltica sta fue declinando paulatinamente. Tras abandonar el cargo, el Arpinatehubo de dedicar buena parte de sus esfuerzos a defender su actuacin como cnsul y a hacer frente a los ataques de sus adversarios. En este contexto se inicia el presente epistolario cuyas cinco primeras cartas(Fam. 1-5) constituyen un magnficoejemplo de lo cuestionada que fue su actuacin consular ascomo de las complejas relaciones que mantienen entre s losmiembros de la nobleza romana.

    Buena prueba de la afirmacin anterior es el intercambioepistolar entre Quinto Cecilio Metelo Cler y nuestro orador(Fam. 1-2). Como cnsul pudo Cicern contar con la lealtad ycolaboracin de Cler, a la sazn pretor del ao 63, en la repre

    sin de la conjuracin de Catilina. Bien distinta, en cambio, fuela actitud de su hermano Quinto Cecilio Metelo Nepote, comodistintos eran sus intereses polticos que en su caso venan a selos del ausente Pompeyo. En efecto, concluida la pacificacin yreorganizacin de Oriente, Pompeyo decidi retornar a Romadonde esperaba ocupar una posicin de primaca, respetando

    eso s, el orden constitucional. Sin embargo, se encontr con erecelo de la oligarqua senatorial y del propio cnsul Cicernquienes albergaban adems el temor de que pudiese recurrir asus tropas para hacerse con el poder al modo de un nuevo SilaA fin de superar estas suspicacias, Pompeyo se sirvi en un principio de Metelo Nepote en su condicin de tribuno de la

    plebe para el ao 62. Nada ms tomar posesin de su cargo e10 de diciembre de 63 cinco das despus de la famosa sesindel Senado en la que se condena a muerte a los conjurados ycon el apoyo de Csar, pretor urbano, inici una campaa contra Cicern y el Senado. Como parte de la misma Nepote impidi a Cicern dirigirse al pueblo el 29 de diciembre en el discur

    so de despedida de su magistratura bajo la acusacin de haberajusticiado a ciudadanos sin permitrseles apelar ante el pueblo

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    al tiempo que le ataca tambin en diversas asambleas ciudada

    nas, en particular en la convocada el 3 de enero de 62, en la que propone la concesin de poderes extraordinarios a Pompeyo para acabar con Catilina y su ejrcito en Italia adems de ponefin al poder absoluto de Cicern (Plut.,Cic. 23). Naturalmente,Cicern no permaneci de brazos cruzados. As, al desplante d

    Nepote del 29 de diciembre responde en la sesin del Senado

    del 1 de enero y, poco despus, sobre el 7 o el 8, pronuncia undiscurso contra Nepote en respuesta a la citada arenga asamblearia. Y asimismo la reaccin del Senado tampoco se hara esperar: mediante un senadoconsulto ltimo sern destituidos de suscargos el pretor Csar y el tribuno Nepote. En este complejo entramado de relaciones e intereses en el que tiene lugar el pre

    sente intercambio epistolar de enero del 62 el Arpinate habr dehacer gala de toda su maestra para preservar un delicado equilibrio: por una parte, ha de hacer frente a los ataques de Nepotea la par que atempera la irritacin de su hermano Cler por lasmedidas de represin adoptadas; por otra, procurar que su posicin de liderazgo en el Senado no sufra menoscabo alguno,

    pero siempre con la vista puesta en no agraviar al todopoderoso Pompeyo. Por ello, a la irritacin de la carta con la quese abre esta coleccin en la que Metelo Cler reprocha amargamente a nuestro orador el trato recibido por su hermano(Fam. 1), responde Cicern(Fam. 2) con una elaborada piezaen la que las prolijas explicaciones van aderezadas con un tonoconciliador, aunque siempre imbuido de la dignidad de un consular.

    Fam. 3 es reveladora, en cambio, de la posicin real queocupa Cicern en el complejo entramado de la poltica romanaCarente de los ingentes recursos econmicos y sociales de lasgrandes familias romanas, desarroll una exitosa trayectoria

    poltica al amparo de Pompeyo, autntico hombre fuerte entrelas dictaduras de Sila y Csar. A este respecto no puede resultar

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    INTRODUCCIN 25

    ms significativo que buscara su apoyo en la eleccin que lellev al consulado (Cic.,Cart, aAt. I 1, 5; Q. Cic.,El manual del candidato 5,14 y esp. 51). En contrapartida, el Arpinate colabor con Pompeyo siempre que fue menester. Sin embargocomo se desprende de la queja de Cicern, esa buena relacinse ha enfriado: por una parte, no supo o no quiso colaborar en eretorno de Pompeyo en cuestiones tan capitales para l como l

    propuesta de reforma agraria de Servilio Rulo o en la convalidacin en bloque de las medidas adoptadas en la reorganizacide Oriente; por otra, Pompeyo, que sigue aspirando a ocupauna posicin de primaca en la poltica romana, tampoco puedcomprometerse con un Cicern cuya actuacin como cnsul hsido sesgadamente optimate amn de una dudosa legalidaden lo que atae a la ejecucin de los Catilinarios y de quiensi hemos de hacer caso al propio Cicern(Cart, a t. I 13, 4),siente cierta envidia. stas seran las razones de la falta de reconocimiento, y aun de un mnimo agradecimiento, en la cart

    privada que le dirigi Pompeyo y que no se nos ha conservadoS que podemos leer, en cambio, la respuesta de Cicern en emes de abril del 62(Fam. 3). Consciente de que ya no gozade la inmunidad que otorgaba el ejercicio de una magistratura y dque por tanto tiene necesidad de contar con el apoyo de los personajes ms poderosos, Cicern procura en su respuesta limaasperezas y renovar su amistad con Pompeyo y con sus enormes recursos econmicos y militares. Disponemos as de un

    carta calculada hasta sus mnimos detalles, tal como, por otr parte, ilustra el colofn de la misma en el que aspira a reproducir con Pompeyo la relacin que se dio en el pasado entre egran Escipin Emiliano y su consejero el sabio Lelio.

    Finalmente, aunque distintas por el tono y por la relacinque mantiene con los destinatarios, enFam, 4 y 5 Cicern acep

    ta otorgar su ayuda a dos antiguos colaboradores en la represide la conjura, el cuestor Publio Sestio y su colega en el consu

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    26 CARTAS A LOS FAMILIARES

    lado Gayo Antonio: con el primero(Fam. 4) se compromete aconseguir del Senado una prrroga de su administracin de

    provincia de Macedonia; con el segundo(Fam. 5) va un pocoms all y, a pesar de sus malas relaciones, decide asumir su dfensa ante la acusacin de extorsin y malversacin de fond pblicos en su gestin como gobernador de esa misma provicia, En todo caso, esta ayuda no ser desinteresada. De la lectra de ambas cartas se desprende que Cicern obtuvo crditocon unas condiciones muy favorables, prstamo que invertien la adquisicin de una magnfica mansin sobre el Palatinel barrio residencial de la ms alta aristocracia y, por tanto, sm

    bolo de la posicin que se ocupaba entre la lite de la sociedromana. Por lo dems, estas cartas de finales del 62 nos ilumnan sobre uno de los aspectos menos conocidos, y probablmente menos honestos, de la poltica romana: la administraci provincial. Sirvan, por tanto, de anticipo a la abundante infomacin que proporcionar el presente epistolario acerca d proconsulado-de Cicern en Cilicia.

    2.1.2. Al modo de una tragedia griega27, en pocos aos Cicerse vio arrojado de la cumbre de la gloria del consulado al abimo del destierro lejos de su amada Roma. Y como si se prtendiera una catarsis mayor, fue precisamente la accin de g

    bierno de la que ms se vanagloriaba, la represin del golpe estado de Catilina, la causa de este exilio. En esta cada en de

    gracia no cabe duda de que la mayor responsabilidad corre27 Sobre el exilio presentado como tragedia,vid. R.d e g l In n o c e n t i, M. T. Ci

    cerone. Lettere dallesilio, Florencia, 1996, pgs. 15-21. Por su parte, S. Ci- TRONI Ma r c h e t t i (Amicizia e potere nelle lettere di Cicerone e nelle eleg ovidiane dallesilio, Florencia, 2000, pgs. 37-48, y Amici e nemici nelles lio di Cicerone, en E. Narducci (ed.),Cicerone prospettiva 2000. Atti del I Sym

    posium Ciceronianum Arpinas, Florencia, 2001, pgs. 79-104) insiste en las analogas de expresin entre las cartas de Cicern y el Heracles euripdeo.

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    INTRODUCCIN 27

    ponde al tribuno de la plebe del 58 Publio Clodio, que no olvidaba el testimonio en contra de Cicern en el juicio celebradocontra l con motivo del escndalo de la Bona Dea, en diciem

    bre del 62. Pero este encono personal no hubiera ido ms lejosi no hubiese sido por la negativa de Cicern a colaborar con edenominado Primer Triunvirato pese a los ofrecimientos hechos por los mismos (cf., p. ej.,Cart, a t. II 3, 3-4) y, nohay que olvidarlo, por la falta de apoyo de quienes Cicernconsideraba los suyos, los optimates. As las cosas, atemorizado por larogatio de capite ciuis Romanis propuesta por Clodioen febrero del 58, por la que se condenara al destierro y seconfiscaran los bienes de quienes hubiesen condenado a muerte a ciudadanos sin juicio previo, Cicern hua de Roma a me

    diados de marzo de ese mismo ao28 y no regresara hasta el 4de septiembre del 57.Las Cartas a los familiares presentan, sin embargo, una la

    guna para el perodo que va de los aos 62 a 58, reanudndoseen este ltimo ao el epistolario con un Cicern que se encuentra en Brundisio camino del destierro. Escasa ser tambin la

    correspondencia del exilio y toda ella con el denominador comn de que en ella Cicern nos ofrece sobre todo su perfil psicolgico, pero muy poca informacin factual29 tanto sobre lavicisitudes polticas como sobre las ms cotidianas. Sobre est

    28 La cronologa de estos acontecimientos es incierta. Probablemente la Lex Clodia de capite ciuis Romani fuera aprobada el 12 de marzo, Cicern reaccionase huyendo la noche del 19 al 20 y la promulgatio de la versin definitiva de la Lex Clodia de exsilio Ciceronis tuviera lugar el 3 o el 5 de abril, de modo que su votacin tuviera lugar en tomo al 24 de ese mes y Cicern fuera informado en Brundisio sobre el 28. Con respecto a esta cronologa y a las diferentes hiptesis,vid. P. M o r e a u , La lex Clodia sur le bannissement de Cicron, Athenaeum 65 (1987), esp. pgs. 469-472.

    29 As lo sealaC. J. C l a s s e n , Displaced Persons. The Literature o f Exile from Cicero to Boethius, Londres, 1999, pg. 27.

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    ltimo aspecto contamos sin embargo con las cartasFam, 6-9,que Cicern dirige a su familia. En ellas encontramos una muestra de los sentimientos hacia su esposa e hijos y un excelentetestimonio de la amargura y del desencanto del Arpinate, si bientodo ello expresado de una manera excesivamente formal y retrica. En todo caso, la expresin de estos sentimientos ms personales no impide las constantes referencias a la preservacindel patrimonio familiar y, sobre todo, al inters por las gestiones en favor del retomo.

    En cambio, no contamos apenas con testimonios directosde los apoyos recibidos por Cicern, por ms que esta coleccin nos proporciona un buen ejemplo de esas relaciones entrlos miembros de la aristocracia romana que antes calificbamos como fluctuantes y complejas. EnFam. 10 encontramosla primera muestra de la reconciliacin entre nuestro orador yQ. Metelo Nepote, el antes adversario, que ahora va a ser pieza clave en el retorno del destierro desde su posicin de cnsu

    para el 57. En la carta que le dirige el Arpinate al inicio de sumandato en enero del 57 le agradece su actitud favorable a la par que le solicita su apoyo. Esta reconciliacin terminar culminando al ao siguiente cuando as lo solicite formalmenteQ. Metelo Nepote enFam. 11, que le escribe desde su gobierno en Hispania Citerior. En cierta medida, este intercambioepistolar con Metelo Nepote vendra a simbolizar el cierre de

    un ciclo: por una parte, el fin de los acontecimientos que desdeel consulado mismo de Cicern desembocaron en el destierroy, por otra, la recuperacin de la dignidad tras su vuelta delexilio, dignidad que, no hay que olvidarlo, debe entendersecomo reconocimiento de la posicin alcanzada en el seno de lasociedad romana.

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    INTRODUCCIN 29

    2.2. A la sombra de los triunviros (aos 56-52)

    2.2.1. Los aos que van de la vuelta del exilio al proconsuladen Cilicia son especialmente turbulentos en una poltica romana que se va decantando de forma paulatina hacia la confrontcin civil. En este contexto, con las cartasFam. 12-18, dirigidasa Publio Lntulo Espnter el cnsul del ao 57 que tanto hiz

    por el regreso de Cicern y que ahora en el 56 ejerce de gobenador en Cilicia, asistimos a uno de los episodios ms rocambolescos y a la vez ms reveladores de los entresijos de la pltica romana, el de la sucesin del rey de Egipto Ptolomeo XEl caso es que en la delicada situacin interna romana vino interferir la crisis de un pas, Egipto, que estaba ya enquistad

    tal como se refleja, por ejemplo, en la divisin de sus territorioentre Alejandra, Chipre y Cirene30, en una corte sumamente itrigante31, en una casta sacerdotal siempre presta a preservar s

    prebendas y en una poblacin heterognea en la que no com parten intereses egipcios, griegos y judos. Precisamente, covistas a superar la debilidad interna, Ptolomeo XI haba legad

    en su testamento la soberana sobre Egipto y Chipre al pueblromano, lo que converta, de hecho, a Roma en rbitro de la scesin. En consecuencia, por ms que Ptolomeo XII Auletes

    30 De hecho, Ptolomeo Apiti, hermano tambin de Ptolomeo IX y de Ptlomeo X, lega a su muerte la Cirenaica a Roma, si bien no se har efectivo e dominio hasta el 75 a. C.

    31 Sin ser excesivamente prolijos, baste con recordar que se suceden en e trono Ptolomeo IX Ster II, su hermano Ptolomeo X Alejandro I, Ptolomeo X Alejandro II y, de nuevo, Ptolomeo IX hasta el 80. Adems de todas las madres, esposas y hermanas Cleopatras y Berenices en su mayora que comparten el trono o conspiran para imponer a su candidato.

    32 Oficialmente, Theos Philopator Philadelphos Neos Dionysos. Sus cotemporneos, con gracia alejandrina, lo apodaron adems Auletes [el flautista] y, con menos gracia, Nothos [el bastardo].

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    fue reconocido como rey de Egipto en el 76 por la conspiradocorte lgida, el primer objetivo de su reinado fue obtener el rconocimiento de Roma, lo que consigui en el 59, cuando el Snado le otorg el ttulo de aliado y amigo del pueblo romana propuesta del cnsul Csar (Cs.,G. Civ. III 108). Naturalmente, semejante concesin no fue desinteresada, y, segn noinforma Suetonio(Cs. 54, 3), Csar exigi a cambio seis miltalentos, un precio excesivamente elevado por s mismo y posus consecuencias33. El pago de una cantidad tan considerablnicamente poda cumplirse incrementando la presin fiscalo que provoc el malestar entre sus sbditos y un ambiente hotil que slo necesitaba de un detonante para estallar en revueltste fue servido por la anexin de Chipre34 por Porcio Catn3lo que provoc la sublevacin de sus sbditos y la expulsin d

    33 De esa suma se beneficiaran, en mayor o menor medida, los tres triunviros. Las consecuencias fueron desde luego negativas para la monarqua egipcia, pero no menos para parte de los miembros de la clase poltica y financier romana: Cicern mismo parece haber deseado o haber sido tentado con una libera legatio en Egipto en el 59(Cart, a t. II 5, 1), por no mencionar los problemasque este episodio ocasion a Pompeyo, 1os procesos a los que sera sometido Gabinio, el enjuiciamiento de Gayo Rabirio Postumo principa prestamista del rey egipcio , etc.

    34 Que le haba correspondido en herencia al segundo hijo de Ptolomeo IX mientras que al primero, nuestro Ptolomeo XII, le correspondi Egipto.

    35 Catn fue comisionado por una ley propuesta por Clodio durante su tribunado. La ley tena como objetivos convertir la isla en provincia romana y conficar los bienes de la corona en provecho del tesoro romano (vid. J. P. V. D.B a l s d o n , Roman history 58-56 B.C.Three Ciceronian problems, M S 47 (1957), pgs. 15-20, y S. I.Oo s t , Cato uticensis and the annexation of Cyprus,CP 50 (1955), pgs. 98-112). En realidad, detrs de estos objetivos oficiales se escon el inters de Clodio y de los triunviros por alejar al siempre incmodo Catn (Ce.,Sobre la casa, 22, 65; En def. de Sest., 60-63) y en caso necesario lanzar acusaciones sobre su gestin y por conseguir el dinero necesario par su ley frumentaria(vid. C. N i c o l e t , La lex Gabinia-Calpumia de insula Delo et la loi annonaire de Clodius,CRAI (1980), pgs. 259-287).

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    INTRODUCCIN 31

    trono de Ptolomeo en el 58, pasando el reino a ser gobernadoconjuntamente por su esposa-hermana Cleopatra V y su hijaBerenice IV. En esta tesitura Ptolomeo decidi acudir a Roma3dispuesto a intrigar todo lo que fuera necesario y a sobornar quien fuera menester con tal de recuperar el trono. Poco des

    pus Berenice despach tambin a Roma una populosa embajada en representacin de los alejandrinos sublevados encabezad

    por el filsofo acadmico Din. No obstante, esta embajada fuen parte comprada y en su mayor parte exterminada37. Roma nera sin embargo Egipto, y un crimen tal haba de suscitar la correspondiente investigacin y procesamiento judicial. La consecuencia fue que a finales del 57 Ptolomeo abandona Roma

    buscando refugio en el templo de Artemis en feso, si bien dej

    como representante de sus intereses a su agente Amonio. Entretanto en Roma todos parecen estar interesados en la restauracin de Ptolomeo: los senadores, a quienes ha sobornado con generosas ddivas; los acreedores, a quienes debe importantes sumacon las que ha financiado los sobornos; y, particularmente, losmagistrados, quienes, puesto que resultaba imprescindible la in

    tervencin militar romana, vean en el asunto un lucrativo negocio. En un principio el Senado se decant a finales del 57 poel todava cnsul Lntulo dado su prximo destino como go bernador de Cilicia, provincia en cuyo gobierno se haba incluido ahora la isla de Chipre. Los planes de Ptolomeo son, sin em bargo, distintos y derrocha el dinero con prodigalidad con el fin

    de que la misin le sea confiada a Pompeyo, presumiblemente presionado por el propio Pompeyo o por su entorno. Sin em bargo, el botn era lo suficientemente suculento como para no

    36 Fue acogido por Pompeyo en la villa de Alba (Ce., En def. de Rab. Post. 6).37 La embajada, de unos cien miembros, fue asaltada nada ms desembarcar

    en Putolos. Ms tarde, el propio Din fue asesinado en casa de Luceyo, el amig de Cicern(Ce., En def. de Celio 23, 24, 51 y 54;D i n Ca s io , XXXIX 14, 3).

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    32 CARTAS A LOS FAMILIARES

    suscitar una fuerte reaccin. As un tribuno de nombre G. Catn probablemente a instancias de Clodio, hizo pblico un orculemitido por los libros Sibilinos que prohiba la restauracin dPtolomeo por las armas. En consecuencia, el asunto retoma aSenado a mediados de enero del 56, contexto en el que se enmarcan precisamente esta serie de cartas. En ellas Cicern informa a Lntulo, ya en Cilicia, de las gestiones que lleva a cab

    en su favor.Fam. 12-14 ofrecen una informacin en primera persona so bre todos estos sucesos hasta principios del 56, con especiadetalle para las sesiones del Senado de los das 13, 14 y 15 denero. En general, ofrecen un magnfico retrato de las comple

    jidades de la poltica romana, de los grupos y facciones de se

    nadores y magistrados y, particularmente, de la posicin y manio bras de Pompeyo y de la lnea de conducta de Cicern, al menode la imagen que quiere transmitirle a Lntulo. En todo caso, strasluce una atmsfera de desnimo no tanto por la iniquidad dsus adversarios como por la incompetencia de quienes deberaapoyarle, los optimates.

    Fam. 15-16, tras' quedar la concesin de la restauracin en punto muerto e interrumpirse el perodo de sesiones del Senado, nos informan de la reanudacin de las mismas en febrero ydel sorprendente giro de los acontecimientos: los ataques de

    populares y optimates contra Pompeyo desaniman a ste de su propsito, quedando por tanto el camino libre para Lntulo

    Sin embargo,Fam. 17 (marzo) nos vuelve a presentar la causacomo definitivamente perdida, lo que se confirmar enFam. 18(julio), si bien siempre le queda a Lntulo la posibilidad de llevarla a cabo mediante una iniciativa privada sin el apoyo deSenado.

    En todo caso, adems del curso de los acontecimientos y dela descripcin del funcionamiento de la poltica romana, en estserie epistolar resulta revelador el contraste de pareceres con

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    INTRODUCCIN 33

    las cartas ms ntimas de los epistolarios a tico y a su hermano Quinto, as como la imagen pblica que de s mismo procura construir el Arpinate ante Lntulo y, sobre todo, el anunciodel giro poltico de Cicern y su justificacin ante sus contem

    porneos. Desengaado por la falta de apoyo y reconocimientode los optimates, presionado por la violencia clodiana y dominado el escenario poltico por los triunviros, aconsejar a Lntulo, estableciendo un paralelismo con las circunstancias de suexilio, no sacrificar la seguridad en aras del honor. No deja deser significativo a este respecto el final del episodio egipcio:

    pese a los esfuerzos de Cicern, la restauracin ser llevada acabo en el 55 por el gobernador de Siria Gabinio a instancias dePompeyo(Di n Ca s i o , XXXIX 55, 2 y 56, 3).

    2.2.2. El episodio de la restauracin de Ptolomeo XII, ms allde evocar los venales tiempos de Yugurta, ilustra a la perfeccin la complejidad de la poltica romana de mediados de loscincuenta. Pero sobre todo revela bien a las claras la posicin deun Pompeyo empantanado en su aspiracin de convertirse en ehombre fuerte de Roma y la de un Cicern que, actuando comouno de los principales valedores de Pompeyo, tiene el propsito ms o menos declarado de distanciarlo de Csar y Craso ganndolo para la causa optimate. Sin embargo, la salida a estasituacin cenagosa fue bien distinta: la renovacin de la cola

    boracin entre los triunviros tras la celebracin de la famosa

    conferencia de Luca en abril del 56. Las nuevas reglas del juego poltico habrn de ser asumidas indefectiblemente por el Ar pinate. AsFam. 19-25 sern testimonio de ese profundo cam bio de actitud de Cicern respecto a los triunviros. En los aosinmediatamente posteriores a la conferencia de Luca, Cicernacept ya no slo una discreta retirada del escenario poltico,

    sino que incluso se decant por poner en prctica una va posi- bilista de actuacin poltica en la que estaba dispuesto incluso a

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    colaborar con los triunviros en una actitud subordinada y ausumisa.

    Naturalmente este cambio de actitud necesit de justificacin ante buena parte de sus colegas en el Senado que, a bueseguro, observaran con asombro esta prdida de independenciy colaboracionismo con los triunviros. En este contexto se insertaFam. 19 dirigida a Lntulo en febrero de 55 tras la toma de

    posesin de los nuevos cnsules, Pompeyo y Craso. En ella l justificacin del Arpinate es relativamente sencilla: su nueva lnea de conducta no sera tan novedosa, sino que respondera las habituales buenas relaciones con Pompeyo. Ms interesantes, sin embargo, el reconocimiento de que los mecanismos deEstado se encuentran en manos de los triunviros y que poco o

    nada se puede hacer frente a ello.Fam. 20, de diciembre de 54, es una encendida apologa desu nuevo rumbo poltico. En ella Cicern, insatisfecho con lnueva situacin poltica y con su propio papel en la misma

    justifica su cambio de actitud tras los acuerdos de Luca en lmisma lnea de pensamiento que puede leerse enCart, a t. IV

    18 y 19 yCart, a su her. Q. III, 5, 4. De nuevo, el destinatariode esta apologa es Lntulo, lo que no obedece al azar. Cicern se dirige a un personaje con quien le une una gran afinida

    fue su principal valedor en el retorno del exilio y en cuysituacin cree ver cierto paralelismo, ya que mantiene unasaceptables relaciones con Pompeyo y Csar y no ha sido trata

    do como corresponda por los optimates. Pero sobre todo Lntulo es un miembro de la alta nobleza que va a regresar a Romy, por lo tanto, va a volver a dejar sentir su influencia en loscrculos de poder. La epstola supone un paso argumentativoms sobreFam. 19. Adems de insistir en la ya mencionadacolaboracin con Pompeyo, se justifica la reconciliacin con

    Craso, pero sobre todo se percibe una inesperada simpata poCsar.

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    INTRODUCCIN 35

    Por otra parte, a fin de compensar la merma de su ascendiente sobre la poltica romana, Cicern trat de forjar una ima

    gen pblica que persegua un reconocimiento general de suauctoritas. La construccin de dicha imagen tena como piedraangular, cmo no, su actuacin consular entendida como salvacin de la patria. Con este mensaje de fondo Cicern como

    princeps salvador de lares publica orquest toda una cam paa propagandstica de la que conocemos bastante bien su vertiente literaria canalizada a travs de la historiografa y de la poesa. Naturalmente, para que esta propaganda resultase verosmil, era fundamental que fueran otros quienes la llevasen acabo. Pero los diversos requerimientos de Cicern fueron todosdesatendidos. As, en el mbito de la poesa tenemos noticia deque el poeta Arquias comenz en el 62 un poema relativo a suconsulado(En def. de Arq. 28), si bien ya en el 61 abandon el

    proyecto, que tampoco fue aceptado por el poeta Tiilo(Cart, a t. I 16, 15). En cuanto a la historiografa propiamente dicha,tenemos constancia de que en el 60 solicit del prestigioso filsofo e historiador Posidonio la redaccin de la historia de suconsulado tomando como base el borrador escrito en griego

    por el propio Cicern. Aparentemente la calidad literaria del borrador desanim al antiguo maestro de Cicern(Cart, a t. II1, 2). Tan slo su buen amigo Atico compuso unos comentarios en griego sobre su consulado (Nep., t. 18, 6), si bien no parecen satisfacer al Arpinate ya que los considera desaliados(Cart. at. I I 1, 1). En suma, Cicern estuvo especialmente interesado en divulgar su versin de su actuacin como cnsul enlos aos inmediatamente posteriores al consulado. Tras el exilio, a mediados de la dcada de los 50 Cicern renov su inters por reactivar esta campaa de propaganda. Es en este nuevoimpulso propagandstico cuando tiene lugar la peticin a Luce

    yo (Fam. 22). Por la carta que le dirige a su amigo queda claroque sus intereses no son tanto historiogrficos como de reu-

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    peracin de la dignidad perdida con vistas al reconocimiento dsus contemporneos.

    Fam. 23 es, en cambio, una carta de consuelo que Cicerndirige a Publio Sitio, condenado al destierro poco despus de sregreso en septiembre del 57 como inculpado por la crisis desuministro de trigo que en esos momentos se padece en Roma que, por cierto, fue la misma acusacin que, a instancias de Clodio, plane tambin sobre Cicern. La epstola es un buen ejem

    plo del subgnero de la carta consolatoria dirigida a los amigocados en desgracia38. Es ms que probable que Cicern mismrecibiera algunos de estos escritos consolatorios durante su destierro, si bien no se nos ha conservado carta alguna.

    Fam. 24 demuestra que la actividad poltica tan intensa deestos aos trasciende a todos los mbitos de la sociedad. A finales de agosto o primeros de septiembre del 55 se inaugura el primer teatro de fbrica hecho construir por Pompeyo como muestra de su grandeza y con vistas a su propaganda personal. Peroms all del significado poltico del mismo, la carta dirigida aMarco Mario nos permite conocer de primera mano los gusto

    personales del Arpinate en materia de espectculos. As descu brimos que respecto a las representaciones teatrales no criticartanto la seleccin de piezas (Nevio y Acio) como la pretencios

    puesta en escena. En cuanto al resto de espectculos juegoatlticos, gladiadores, caceras, etc., sentir autntica repugnancia por estas ltimas. La carta deja entrever adems no slo

    un sentido elitista de la existencia y del arte, sino de nuevo unhasto por su papel subordinado a los triunviros: la imposicin por parte de estos ltimos de la defensa de individuos de difcicatadura supone para nuestro orador un autntico trgala.

    Finalmente, en mucho ms hubo de condescender el Arpina

    38 Sobre las caractersticas de esta consolatio ad exulem, vid. C . J. C l a s s e n , Displaced Persons..., pgs. 77-79, con bibliografa.

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    INTRODUCCIN 37

    te. Entre Craso y Cicern haba una vieja enemistad originad

    presumiblemente en el turbio asunto de la conjuracin de Catilna y alimentada por el apoyo de Craso a Clodio. El deseo decontar con el apoyo de Cicern por parte de Pompeyo y Csallev a estos ltimos a favorecer la reconciliacin. Una primeraproximacin impulsada por Pompeyo a principios del 55 fracas debido a la defensa que hizo Craso de Gabinio, a quien Cice

    rn haba atacado pocos das antes(Fam. 20, 20). Sin embargo,los renovados esfuerzos de los otros dos triunviros lograron s propsito con motivo de la partida de Craso a la provincia de Sria en noviembre de 55.Fam. 25 es testimonio de esta reconciliacin oficial, ya que los sentimientos de Cicern debieron permanecer inalterados como confirma el calificativo dehominem

    nequam [sujeto infame] que le dedica en carta a Atico de mediados de noviembre de 55(Cart, a t. IV 13, 2). De ah que en la presente carta las amables palabras del Arpinate no pueden evitar traslucir cierta falta de sinceridad en sus sentimientos poculpa de un tono excesivamente solemne y alambicado.

    2.2.3. Fam. 26-39 forman una serie en torno a Gayo TrebacioTesta y a un mundo especialmente cercano al Arpinate, el de l

    jurisprudencia. Son tambin un magnfico ejemplo de las relaciones sociales entre la clase dirigente romana. As, en la primera de las misivas de esta serie,Fam. 26, podemos compro

    bar no slo el acercamiento que se ha producido entre Cicery Csar, sino tambin cmo funcionan los favores entre la lite y cmo la generosidad de Csar responde a una realidadcierta a juicio del Arpinate. Se trata de una recomendacin dCicern en favor del mencionado Trebacio Testa para que loincorpore a su estado mayor en la campaa de las Galias. En eresto de esta serie el lector podr observar no slo el profundoconocimiento del mundo del derecho que tiene Cicern, sinosu inteligente sentido del humor quiz una faceta menos co

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    nocida, acostumbrados al orador abogado o poltico que cultiva con deleite entre miembros de la aristocracia afines engustos.

    2.2.4.Fam. 40-44, salvedad hecha de la remitida por Quinto asu hermano, tienen como corresponsal a Tirn, el esclavo y secretario personal de Cicern, quien entonces deba contar unoveinte aos de edad. En el viaje de Roma a Cumas en el mes dabril, Tirn cay enfermo, por lo que permanecer recuperndose en la finca de Formias, mientras Cicern prosigue su via

    je, quiz para despedirse del cnsul del 54 Apio Claudio Pulcrque parta a Cilicia y con quien Cicern estaba interesado enmantener buenas relaciones despus de la reconciliacin habidel ao anterior. Tirn recuperar la salud por lo dems, unmala salud de hierro, porque esta coleccin de cartas nos volver a informar de varios episodios de enfermedad ms, lo quno le impedir alcanzar una notable longevidad y al tiempo llibertad que Cicern le haba prometido.

    2.2.5. Fam. 45-50 son una muestra de cmo en el 53 la situacin poltica es tan enrevesada recurdese que no se nombracnsules hasta el mes de julio que Cicern, entre otras medidas, intenta estrechar lazos con Gayo Escribonio Curin el Joven, a pesar de que cuenta con poco ms de treinta aos. Conesta maniobra Cicern parece perseguir dos grandes objetivos

    por una parte, y de manera ms inmediata, conseguir su apoy para la candidatura al consulado del 52 de T. Anio Miln; pootra, ms general y quiz a un plazo mayor, confa en que Curin se alinee definitivamente con los optimates. Ninguno destos dos propsitos se ver realizado. No tenemos constancialguna de que apoyara la campaa de Miln y, respecto a su ali

    neacin partidista, es bien conocido que fue elegido tribuno dla plebe para el ao 50 por su animadversin hacia Csar, qu

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    INTRODUCCIN 39

    luego pas a desarrollar una actividad tribunicia ms o menoindependiente y que finalmente termin por apoyar abiertamente la causa de Csar, presumiblemente, a cambio de unos 60 mllones de sestercios que en buena medida venan a sufragar suenormes deudas (Apiano,G. Civ. II26).

    2.2.6. Fam. 51 y 52 son dos pequeas muestras de los daoscolaterales que desencaden el asesinato de Clodio por Milel 20 de enero del 52. Los violentos disturbios provocados posus seguidores, en los que se llega a incendiar la Curia y la casdel interrey M. Lpido, fueron motivos suficientes para que eSenado tomara medidas de excepcin y para que el 25 de febrero Pompeyo fuera nombrado cnsul sin colega, lo que le confe

    ra un poder casi absoluto. Sus primeras medidas en el cargoiban encaminadas a juzgar tanto a los responsables del asesinato como de las algaradas. As, Pompeyo promulg dos leyesrespectivamente, contra los actos de violencia(lex Pompeia deui) y contra el fraude electoral(lex Pompeia de ambitu). Am

    bas normas llevaban aparejadas una abreviacin del proce

    dimiento judicial, un agravamiento de las penas, medidas parevitar el soborno de los jueces 81 en total, nombrados a partide una nueva lista de 360 elaborada por el propio Pompeyoy, en el caso de la segunda, con carcter retroactivo desde eao 70.

    Fam. 51 y 52 nos ofrecen testimonio de los numerosos en

    juiciamientos que siguieron al gran proceso judicial de esomomentos, el celebrado contra Miln. Pero tambin son un buen ejemplo de la suerte diversa con la que Cicern vivi eso procesos menores.Fam. 51 es una carta consolatoria a TitoFadio por su condena al exilio impuesta por los tribunales instaurados por Pompeyo, probablemente acusado de corrupcin

    electoral. Las palabras de consuelo de Cicern se explican poel hecho de que Fadio fuera cuestor durante su consulado y, so

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    bre todo, porque como tribuno de la plebe en el 57 abogara psu vuelta del destierro. En cuanto aFam. 52, tiene como corresponsal al Marco Mario deFam. 24, a quien informa Cicernde la victoria judicial obtenida sobre T. Munacio Planeo Burque como tribuno encabez los desrdenes pblicos a la muete de Clodio y que adems se haba convertido en enemigo pesonal del Arpinate al amenazar con llevarlo ajuicio bajo la acsacin de ser el instigador del asesinato.

    2.2.7. FinalmenteFam. 53-63 dibujan un fresco de la sociedadromana a travs de un subgnero epistolar, el de las cartas de rcomendacin. Pese a su carcter estereotipado y su contenid

    prosaico y un tanto irrelevante para el lector moderno, no dejde ofrecer una informacin valiosa sobre la organizacin social la antigua Roma, as como sobre la posicin influyente quocupa Cicern en el seno de esta sociedad, adems de constitusiempre un ejemplo de la maestra literaria del Arpinate incluen un subgnero tan tipificado como ste: aun cumpliendo colos inevitables convencionalismos, Cicern procurar en tod

    momento darles un tono personal y elevarlas a la categora d prosa artstica.Dentro de este grupo tiene especial intersFam. 63. En via

    je ya a Cilicia, Cicern hace escala en Atenas del 25 de junal 6 de julio. All esperaba encontrarse con G. Memio, de quie

    pretenda conseguir la cesin del viejo solar donde se asent

    tiempos la escuela de Epicuro en beneficio de Patrn, cabeza la escuela epicrea en Atenas y viejo conocido de Cicern. Sembargo, Memio ha partido para Mitilene la vspera de su llgada, por lo que Cicern le dirige la presente misiva solicitado la cesin, al tiempo que trata de atemperar la antipata o efado de Memio contra Patrn, en aras no slo de los lazos qu

    le unen con Patrn sino tambin de la mediacin de Atico, amgo y simpatizante epicreo. Este episodio es un buen ejempl

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    INTRODUCCIN 41

    de cmo el antiepicuresmo que Cicern manifiesta con frecuencia en sus escritos no son reflejo de su actitud respecto los seguidores de esta escuela filosfica con los que a menudmantiene unas relaciones ms que cordiales.

    2.3. El proconsulado en Cilicia (aos 51-50)

    La crisis en la que se vio inmersa la poltica romana a finales de la dcada de los cincuenta anim sin lugar a dudas a qudurante su tercer consulado Pompeyo impulsara una serie dmedidas con vistas a reconducir la situacin. En lo que aqu nointeresa, es de destacar que hizo aprobar una ley cuya finalida

    ltima era acabar con la corrupcin electoral, si bien su objetvo inmediato era la regulacin del gobierno provincial. Se tratde la lex Pompeia de provinciis. Aparentemente la medida no

    poda ser ms sencilla y justa: se estableca que los magistradocon imperium, cnsules y pretores, no podan aspirar al gobierno provincial hasta transcurridos cinco aos del desempeo d

    su cargo39, de modo que no podran resarcirse mediante la extorsin en provincias de los altos costes de la carrera pblica4La entrada en vigor de esta norma llevaba implcito un perodde transicin en la medida en que imposibilitaba que los magitrados salientes del 51 asumieran algn gobierno provincial. A

    pues, en tanto transcurran los cinco aos preceptivos, para cu

    brir el gobierno de las provincias vacantes en el 51 fue necesario recurrir a viejos senadores que todava no haban desempe

    39 El estudio ms completo sigue siendo A. I.M a r s h a l l , The lex Pom peia de provinciis (52 B.C.) and Ciceros Imperium in 51/50 B.C. Constitutional Aspects, ANRWIA, Nueva York-Berlin, 1972, pgs. 887-921.

    40 Otros motivos son recogidos en A. IM a r s h a l l , The lex Pompeia..., pgs. 891 y ss.

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    ado esta tarea, entre los cuales se encontraba nuestro orador

    De este modo, en marzo del 51 un decreto del Senado otorgaba Cicern el gobierno de Cilicia. Conviene advertir no obstantque, probablemente, detrs de las buenas intenciones declaradas de la ley haba otros intereses velados, quiz no tanto poneen aprieto la situacin legal de Csar como alejar de Roma elementos incmodos. De hecho, no deja de ser significativo

    que la ley afectara especficamente a Cicern y al colega de Csar en el consulado del ao 59, M. Calpurnio Bbulo, quien recibi la provincia de Siria. No hay constancia de que ms alldel 51 fuera respetada la ley, si bien es cierto que los aos siguientes fueron especialmente convulsos.

    En cuanto a la provincia que le haba correspondido en

    suerte al Arpinate, conllevaba importantes dificultades. Cilicicomprenda territorios extensos, heterogneos y mal comunicados entre s: a mediados del siglo i abarcaba Cilicia propiamente dicha, Licia, Pisidia, Isauria, Panfilia, Chipre, Licaonia tres distritos del sur de Frigia. Adems Cilicia era prcticamente frontera con el amenazante Imperio Parto donde Roma aca

    ba de sufrir en el 53 una lacerante derrota en la persona del entonces triunviro Craso. A estos condicionantes inherentes a l

    provincia en s, se aada la embarazosa circunstancia de qudurante dos aos haba estado gobernada por Apio Claudioque, si bien se haba reconciliado con Cicern, de nuevo se ha ba distanciado como consecuencia del asesinato de su hermano Clodio.

    A tenor del panorama aqu expuesto no es de extraar queCicern recibiera con disgusto el mandato sobre Cilicia. A pesar de que lasFamiliares no destacan precisamente por su franqueza en la expresin, es posible admirar en ellas la resignaciy entereza con la que asume esta encomienda. Cicern decidihacer frente a este contratiempo con la dignidad de un autntico senador romano y con el firme propsito de que esta ausen

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    INTRODUCCIN 43

    cia no fuese aprovechada por sus adversarios polticos41. Gra

    cias a su correspondencia podemos seguir con detalle su viajea Cilicia desde que partiera de Roma en mayo del 51 y cmoinmediatamente aprovecha el verano para la campaa militaejerciendo el control de unas tropas escasas y de dudosa lealtadganndose la colaboracin de los aliados en la zona con es

    pecial inters en Ariobrzanes, joven rey de Capadocia y so

    metiendo las poblaciones del macizo montaoso del Amano ela frontera entre Siria y Cilicia as como la desconocida ciudadde Pindeniso, acciones todas ellas tendentes a conjurar una posible invasin parta. Y, una vez concluida su actividad militarcon igual detalle podemos conocer su administracin civil y

    judicial de la provincia, que, conforme al edicto emitido al prin

    cipio de su mandato y aun de las recomendaciones que habadirigido a su hermano cuando el gobierno de ste en Asia, seguiaba por los ideales de integridad en la gestin de los fondo

    pblicos, moderacin en el gasto, deferencia con los publicanos y proteccin de las comunidades indgenas sbditas del Im

    perio. Finalmente, conforme se iba acercando la fecha del finade su gobierno, el epistolario nos ir desvelando sus esfuerzos

    primero, por que no se le renueve y, luego, por encontrar unsucesor.

    2.3.1. El primer grupo de cartas,Fam. 64-76, forma una unidadcomo demuestra el hecho mismo de constituir el libro III de laCartas a los familiares. Se trata de la correspondencia manteni

    41 Sobre su gobierno en Cilicia,vid. I. M u i z Co e l l o (Cicern y Cilicia, Huelva, 1998), adems de los captulos correspondientes en las diversas biografas a destacar, no obstante,F. Pi n a , M.T. Cicern, pgs. 267-294,y

    D. S t o c k t o n, Cicero..., pgs. 227-253. El artculo de D.Ca i a z z a (II pro- consolato di Cicerone in Cilicia,Ciceroniana 2 (1959), pgs. 140-156) no s ms que una mera sinopsis.

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    da con Apio Claudio Pulcro al final de su etapa de gobierno eCilicia (53-51) y a las relaciones que con este motivo mantuv

    posteriormente con Cicern como sucesor suyo en el cargo.Encabeza esta serie epistolarFam. 64 que, si bien es bastan

    te anterior en el tiempo al nombramiento de Cicern como go bernador, testimonia la reconciliacin habida en el 54 entre eArpinate y su predecesor y es un buen ejemplo de los valores

    servicios en los que se mueve la nobleza romana.Las siguientes cartas,Fam. 65-67, son testimonio, en cam bio, del escaso entusiasmo con el que Cicern recibe el mand provincial y de cmo, pese a todo, afronta esa tarea con el mayor sentido de la responsabilidad. Para ello trata de obtener lcolaboracin de Apio a fin de que el traspaso de poderes sea l

    ms ventajoso posible para ambos.A pesar de las buenas intenciones de Cicern, la correspondencia deFam. 68-69 evidencia que pronto surgieron las dificultades. En estas cartas salen a la luz los desplantes de Apioante los intentos de Cicern por encontrarse en el camino con efin de mantener una entrevista personal que al Arpinate le pare

    ce a todas luces deseable para llevar a cabo el traspaso de poderes. Ms all de los hechos, en estas misivas conviene destacaque Apio queda retratado como un personaje fatuo y soberbique adems se ve rodeado de una camarilla de maledicentes.

    Fam. 70 contiene un ilustrativo ejemplo del proceder de unoy otro como gobernadores. La carta es la respuesta a una ante

    rior en la que Apio le echa en cara a Cicern supuestos agravios. En particular se muestra ofendido porque el Arpinate vetel envo al Senado de delegaciones de las ciudades provincialea fin de que diesen testimonio de su agradecimiento por el buegobierno de Apio. Se trata a todas luces de una iniciativa promovida por el propio Apio, quiz incluso en previsin de fu

    turas acusaciones. La reaccin del Arpinate no pudo ser mejemplar: respetando en todo caso la gestin en el cargo de s

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    INTRODUCCIN 45

    predecesor, Cicern no puede permanecer indiferente ante ungasto innecesario y desmedido que recae sobre unas ciudadeque estn en la ms absoluta de las miserias.

    Igualmente reveladora esFam. 71. Cicern tiene ahora queresponder a dos reproches de Apio Claudio: el de haber impedidque se erigiese un templo en su honor y el de no haber ido al encuentro del gobernador saliente. Respecto a la primera, ofrece un

    explicacin que no hace ms que exponer diplomticamente el rechazo que le ocasionaban al propio Cicern estas prcticas comunes en el mundo helenstico sometido a Roma. En cuanto a la segunda, le basta al Arpinate con acudir a la realidad de los hechoy recordarle a Apio sus infructuosos y numerosos intentos por entrevistarse con l.

    Pese a los desencuentros anteriores, las aguas parecen volvea su cauce en las cartas que cierran la serie,Fam. 72-76. Comoatinadamente seala Cicern enFam. 72, la vuelta a Roma deApio es determinante en esta reconciliacin. Influye, desde luego, el que haya quedado atrs esa camarilla de provinciales, persobre todo el comprobar que en su ausencia Cicern cumpli es

    crupulosamente con los deberes inherentes a la amistad. No cabduda tampoco de que hay una comunidad de intereses por la quse necesitan mutuamente: Apio espera del Senado la concesidel triunfo y Cicern que se le honre con una accin de graciasEsta comunidad de intereses vuelve a ponerse de manifiesto eFam. 73: ahora Apio necesita el mayor nmero posible de apo

    yos para salir airoso del juicio al que ha sido llevado por Dolabela, el inminente yerno de Cicern, y para alcanzar luego la censura; Cicern, por su parte, para que no se le prorrogue el mandato

    provincial y quiz obtener el triunfo. En todo caso, esta carta esante todo, un alegato que pretende disipar todos los resquemorede Apio respecto al Arpinate. Esta nueva reconciliacin qued

    patente enFam. 74 en la que Cicern se felicita por la absolucinde Apio e intercambia compromisos literarios, pero donde, sobr

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    todo, deja traslucir de nuevo su fino sentido del humor. No obs

    tante, no quedara completa esta reconciliacin sin las correspondientes explicaciones por la boda de su hija con Dolabela(Fam. 75y 76) que en tan mal lugar dejan al Arpinate ante Apio, as comosin el compromiso de nuevos servicios ahora de Apio desdeRoma en favor de Cicern como es la colaboracin en la concesin del triunfo(Fam. 75), donde no cabe duda de que Apio

    como nuevo censor tendra un peso considerable.

    2.3.2. Fam. 77-98 estn dirigidas a Marco Celio Rufo, joven promesa de la poltica romana a quien Cicern conoca desdeque ejerciera de patrono suyo en la etapa de formacin deltirocinium fori. Ms all de su trayectoria poltica es de destacar,

    ante todo, que Celio fue l mismo un brillante orador, pero, so bre todo, que las cartas que dirige a Cicern son buena muestrade su talento literario as como de su agudeza de ingenio a tenor dlas informaciones, observaciones y comentarios de todo tipoque hace a su viejo maestro. Precisamente, consciente de lascualidades del joven Celio, Cicern le encargar que le mantenga informado sobre la situacin poltica en Roma mientrasl desempea el cargo de gobernador en Cilicia. Esta solicitud e

    precisamente el origen de la correspondencia entre ambos y encleo del libro VIII de lasCartas a los familiares, ya quede las 17 cartas de Celio a Cicern que comprenden desde mayodel 51 a febrero del 48, 14 pertenecen a este perodo demayo del 51a septiembre del 50. Junto con las 8 cartasde respuesta del Arpinate constituyen un fresco insustituible dela vida pblica romana previa a la guerra civil.

    Un tema capital recorre este epistolario, el debate sobre lasucesin de Csar al frente de la Galia Cisalpina y del Ilrico.Sin nimo de profundizar en cuestin tan compleja, s convieneatender a algunos de los datos esenciales a los que se alude en lacorrespondencia. Gracias a una ley Pompeya-Licinia del 55 e

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    INTRODUCCIN 47

    mandato proconsular de Csar que deba terminar en el 54 fu prorrogado hasta finales del 49 con vistas a presentar su canddatura al consulado del ao 48, respetando as el plazo preceptivo de diez aos de intervalo entre el desempeo sucesivo desta candidatura y sin perder al tiempo el privilegio delimperium como salvaguarda legal ante posibles contingencias. Man, como contrapartida a la primaca de Pompeyo como cnsusin colega en el 52 se le reconoce a Csar el derecho a presentasu candidaturain absentia, pese a que se quebrantaba as la legislacin ciceroniana del 63. Sin embargo, la oligarqua optimate y la calculada ambigedad de Pompeyo terminaron confluyendo en el objetivo de acabar con Csar. As uno de los nuevocnsules del 51, Marco Claudio Marcelo, exigi que, en vista dque las Galias ya haban sido pacificadas, se le depusiera de smando y se licenciase su ejrcito. Adems, amparndose en lley Pompeyade iure magistratuum aprobada en el 52, pretendique el proconsulado de Csar terminase el uno de marzo de 5en lugar de en el 49 y que, en caso de presentar su candidatura aconsulado, tuviese que hacerlo en persona. Estas propuestas n

    prosperaron ante el veto de los tribunos de la plebe y la oposcin del otro cnsul, Sulpicio Rufo, pero el debate sobre la sucesin y la controversia jurdica anexa sern tema recurrente lo largo de los aos 51 y 50.

    2.3.3. Adems de Apio Claudio y Celio Rufo, Cicern mantuv

    un intenso intercambio epistolar con buena parte de la clase dirigente romana, lo que le permite, por una parte, estar al corriente de los acontecimientos polticos y, por otra, manteneunos lazos de amistad lo suficientemente fuertes como para quno se le prorrogue el mandato provincial y se le conceda primero la accin de gracias y luego aspirar al triunfo.

    Un buen ejemplo sonFam. 99-102, cuatro breves cartas defelicitacin por el resultado de las elecciones consulares cele

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    bradas, probablemente, a principios de agosto y de las que tie

    ne noticia despus de partir de Iconio el 3 de septiembre. Losdestinatarios sern, naturalmente, los cnsules electos para el a50, Gayo Claudio Marcelo(Fam. 98) y Lucio Paulo(Fam. 102),

    pero tambin el padre del primero(Fam. 100) y su primo Marco Claudio Marcelo(Fam. 101) que haba ejercido el consulado en el 51. Y en esta lnea se incluiran tambinFam. 106 y

    107, sendas felicitaciones a Casio Longino y a Curin en lasque solicita su apoyo para que no se le renueve el gobierno provincial, as comoFam. 118, una carta de agradecimiento al cnsul del 50 Gayo Marcelo.

    Por otra parte, Cicern tiene especial inters en obtener elreconocimiento de sus hazaas militares a travs de una accin d

    gracias. Por ello procura mantener informado al Senado del estado de sus tropas, de la situacin blica y, curiosamente, del episodio de la conjura contra Ariobrzanes III(Fam. 104-105). As,solicita el apoyo con vistas a la concesin de una accin de gracias a Gayo Marcelo(Fam. 108) y a Lucio Emilio(Fam. 109).Pero sobre todo llama la atencin el exquisito trato con que obsequia a Marco Catn: primero con un breve informe(Fam. 103) y luego con un detallado relato de las operaciones militares (Fam. 110). Con su proverbial intransigencia, Catn acceder a lasupplicatio, pero no alentar la solicitud del triunfo por

    parte de Cicern(Fam. 111), pese a lo cual ste le quedaragradecido(Fam. 112).

    En todo caso la correspondencia nos permite conocer otrasfacetas del gobernador de Cilicia. Ante todo, la distancia no leimpide mantener el contacto con los buenos amigos. As puedencatalogarseFam. 113 dirigida a Publio Volumnio Eutrpelo, ca

    ballero romano amigo de tico, yFam. 114, a Papirio Peto, lascuales,